1. Centro de Estrategias y Desarrollo. Cátedra Ciudad. Jornadas : Movilidad, urbanismo y calidad de vida. Peter Paul Rubens

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1. Centro de Estrategias y Desarrollo. Cátedra Ciudad. Jornadas 2010-11: Movilidad, urbanismo y calidad de vida.

Peter Paul Rubens El Paraiso (Adan y Eva)

“HACIA UN NUEVO CONCEPTO DE LAS ZONAS VERDES” Valencia, febrero 2011, Amparo Medina, arquitecta municipal, Ayuntamiento de Valencia.

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HACIA UN NUEVO CONCEPTO DE LAS ZONAS VERDES

1. El vínculo permanente del hombre con la naturaleza y su presencia en la ciudad. La EVOLUCIÓN del ser humano esta vinculada al intercambio con sus iguales para procurar la supervivencia de la especie en un marco de cooperación. Por ello, el hombre ha organizado una estructura social definiendo unos deberes y unos derechos, la POLIS, o forma de organización política basada en la ciudad estado o agrupación de ciudadanos habitantes de un territorio concreto. Por otra parte, la evolución del HÁBITAT que elige la especie humana para su asentamiento sobre el territorio, siempre asociado al modelo productivo del que depende su supervivencia, sigue un proceso con pautas de localización diversa que termina por colocar a la CIUDAD como el referente espacial por excelencia de su organización social. Lugar en el cual el hombre adquiere el estatuto de CIUDADANO. Las ciudades se multiplican a lo largo y ancho del planeta paralelamente al crecimiento de la población humana. La presencia del AGUA constituye siempre un elemento básico para su fundación. Mientras unas ciudades crecen sabiendo adaptarse a las circunstancias cambiantes, otras se estancan, se destruyen, desaparecen o quedan sepultadas, dejando a la arqueología el trabajo de su reconstrucción histórica. En ocasiones el archivo solo queda en la memoria colectiva o en la leyenda. La tendencia creciente a la CONCENTRACIÓN URBANA, el llamado proceso de urbanización, genera desequilibrios coyunturales y localizados que cuestionan la ciudad. No obstante, en general, la Humanidad ha resuelto los desajustes, con mayor o menor acierto, y continúa sin parar con el proceso de urbanización. Proceso que en él último siglo ha ido asociado a un aumento demográfico nunca antes conocido en tan breve intervalo de tiempo. Sin embargo, el ser humano ahora HABITANTE de la ciudad, sigue reconociéndose como parte de la NATURALEZA y su evolución ha sido y sigue siendo posible en la medida que sabe hacer buen uso del territorio y de todo lo que en él encuentra. Afortunadamente, todavía atribuye valores sagrados a los espacios vírgenes, por inhóspitos que parezcan y, en los territorios sobre los que interviene se congratula, en muchas ocasiones, por respetar y construir ECOSISTEMAS. Es en esta admiración y en el reconocimiento del valor que tiene la naturaleza donde el hombre aprende a establecer los límites del respeto hacía ella y se logran los equilibrios dinámicos de la enorme DIVERSIDAD del planeta. La comunidad humana se esfuerza, por tanto, en mantener el respeto hacía la naturaleza y, en la medida que la mantiene y conserva, su integración en ella. El hombre siempre ha sentido y siente la necesidad de su proximidad, de su presencia, ha procurado tenerla accesible y ha aprendido a domesticarla. Desde el inicio de la agricultura, primero en el HUERTO y después en el JARDÍN, ha ido acumulando referentes de la misma en su entorno, tanto en el medio rural como en el urbano, dentro y fuera de la ciudad. El espacio natural, el huerto y el jardín, por tanto, contribuyen a la cultura de las diferentes poblaciones. Un caso paradigmático de la unión del hombre con la Naturaleza, con el AGUA, la TIERRA y las PLANTAS, elementos básicos referenciales de la misma, lo constituye la HUERTA DE VALENCIA, en la que siempre han existido huertos para la obtención de alimentos (intra o extramuros, cuando Valencia estaba amurallada, o con mayor o menor proximidad a las viviendas en la actualidad) regados bajo la tutela del Tribunal de la Aguas (Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO). O, también, huertos alojados en los claustros de los edificios conventuales, huertos especializados en el cultivo de plantas medicinales para uso terapéutico, hoy en día prácticamente desaparecidos, por la insuficiente conciencia de su valor patrimonial. Las plantas que se cultivaban en estos últimos permitieron a los médicos valencianos, superado el oscurantismo de la Edad Media, y mantenido en parte el saber en este campo de los árabes, avanzar en la aplicación de nuevos productos para la curación de las enfermedades. Un conjunto de sus especies constituye el famoso libro “Antidotario”, reelaboración de la farmacología hispano-árabe, principalmente la salernitana, llevada a cabo por

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el médico galenista valenciano Arnau de Vilanova a principios del s. XIV (1304-1305-, copia manuscrita 1495, Valencia). El descubrimiento del Nuevo Mundo, a finales del s. XV, permitió investigar y ampliar el conocimiento de la flora y fauna de otras tierras durante los siglos XVI y XVII. En España, y especialmente en la ciudad de Valencia, miles de plantas fueron adaptadas y utilizadas. Los trabajos de los médicos valencianos Jaume Roig, Lluís Alcanyís, y otros, así lo demuestran. Y, como consecuencia de ello, el jardín universitario de Valencia siempre estuvo asociado a los estudios de Medicina, albergando un gran número de plantas medicinales. En el s. XVIII, el llamado Siglo de la Luces, el MUNDO VEGETAL sigue siendo admirado y valorado como necesario para el hombre, y, así, los ilustrados abundaron en la colección e investigación de las plantas, fomentando la creación de los llamados Jardines Botánicos que se extendieron rápidamente por todo el mundo, especialmente en Europa. Estos se localizan en su mayoría extramuros por reunir, entre otras características, mejores condiciones medio ambientales para el propio crecimiento de las plantas. En otro orden de “avances”, a partir del Renacimiento, y desde el estamento sanitario, que propone a los gobernantes de las ciudades un ENTORNO más SALUDABLE, se impulsa la creación de paseos para el recreo y el esparcimiento de la población urbana. Paseos en entornos naturales ubicados en proximidad a la ciudad, generalmente junto al río que los bordea o atraviesa. Un ejemplo de ello es el Paseo de la Alameda. Los recintos amurallados de las ciudades se amplían y extienden para albergar el incremento constante de población y se aumenta el número de accesos o puertas. En la ciudad de Valencia, la última muralla fue construida en el siglo XIV, algo más de un siglo después de la conquista de Jaime I. Albergó el crecimiento de la población hasta que el hacinamiento produjo graves problemas sanitarios. Tres epidemias de cólera en el siglo XIX pusieron en cuestión el muro originariamente defensivo. Se impuso el control del agua para el uso humano y se reclamó la entrada de corrientes de aire del exterior que ayudaran a purificar la ciudad. Por estas razones, entre otras de menor relevancia, se optó finalmente por derribar el valioso patrimonio de la muralla, utilizando básicamente el argumento de la necesidad de una mayor HIGIENE URBANA aunque, también, quizás, por un cierto sentido de libertad. Afortunadamente, aún nos quedan los cimientos de la muralla romana, la puerta de la Valldigna y vestigios de la muralla árabe, y las imponentes entradas a la ciudad de los Serranos y de Quart, junto con algunos otros fragmentos de la muralla cristiana. El crecimiento urbano de muchas ciudades continuó su expansión con los llamados “ensanches” en el territorio “extramuros” de las mismas. Un urbanismo, más teórico que práctico, emergió a finales del s. XIX, principios del s. XX, para imponer una mayor amplitud en las calles que permitiera la entrada del Sol, aplicando un nuevo trazado urbano con la orientación adecuada para la entrada de los vientos dominantes de forma que se purificara el aire de la ciudad. Con estos argumentos de ECOLOGÍA URBANA, el primer y segundo ensanche en territorio extramuros de Valencia, diseñados por los arquitectos Calvo, Ferreres y Arnau, en 1884, y el arquitecto municipal Francisco Mora, en 1907, adoptan estas medidas fundamentalmente medioambientales. No obstante, es el INGENIERO Ildefonso Cerdá, en el Ensanche de Barcelona, el que formulará un trazado que, entre otras muchas virtudes, contempla la presencia del arbolado en las calles con un porcentaje elevado de la sección viaria para el peatón, definiendo una tipología de edificación abierta que intercala el jardín público junto a la vivienda. Aspectos importantes que en nuestro primer y segundo ensanche no fueron recogidos. Con acierto, la burguesía promotora de estos nuevos ensanches fue introduciéndolos puntual y voluntariamente con carácter privado, en la parte posterior de la parcela, con mayor o menor abundancia de la vegetación, al igual que lo hizo en la edificación de las reformas urbanas del espacio interior (el territorio del antiguo recinto amurallado). El JARDÍN PÚBLICO hace acto de presencia en la ciudad de Valencia a principios del s. XIX, con la invasión francesa y el ejercicio de su gobierno en la ciudad. De este periodo proceden los jardines que conservamos de la Glorieta y el Parterre. También, a finales del s. XIX y principios del XX se llevan a cabo los bulevares o paseos ajardinados urbanos, promovidos en los primeros ensanches extramuros, siguiendo las pautas de la intervención urbana procedente de Francia.

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El URBANISMO como disciplina inicia así su andadura y recoge la trayectoria del enfoque sanitario de la ciudad con nuevos planteamientos. Mientras los antiguos hospitales disponían de jardines para el estudio y obtención de la plantas con una finalidad terapéutica, el nuevo Hospital General integra el jardín ornamental en el espacio libre de edificación para que favorezca la curación de los enfermos, al reestablecer vínculos ancestrales del hombre con la naturaleza. Igualmente hacen los nuevos sanatorios, valorando la conexión con el mundo natural como algo intrínseco a la supervivencia. También proliferan los balnearios o instalaciones que favorecen la salud pública, aprovechando los acuíferos termales. En la ciudad de Valencia se conservan los de La Alameda y Las Arenas. Con el mismo objetivo, la búsqueda de nuevas fuentes de salubridad para la ciudad de Valencia, de un arraigado origen fluvial, se inicia una nueva forma de aproximación al mar a finales del s. XIX. La Avenida del Puerto, traza planificada a finales del s. XVIII y vía construida a principios del s. XIX se planteó con una finalidad productiva y de conexión de los pobladores marítimos con la ciudad; sin embargo, la puesta en valor de los baños de mar como fuente de salud para los ciudadanos, terminó por establecer una mirada diferente en los valencianos de aproximación al mar Mediterráneo. Es en ese preciso momento cuando se propone y proyecta una nueva conexión con éste que se denominó “El Paseo de Valencia al Mar”, con una amplitud de 100 metros, bordeada mayoritariamente por edificación residencial de baja densidad y con jardines asociados. En dicho paseo se destina el 50% de la amplitud a jardín y otro 20% al transito peatonal. Un concepto de paseo que tiene semejanzas con el que dio origen a la aparición del Paseo de la Alameda. Mientras tanto, en el área que hubiera pertenecido al recinto amurallado, van desapareciendo progresivamente los espacios cultivados. Primero desaparecen los de mayor centralidad y finalmente se elimina por completo. Los jardines privados asociados a edificaciones, ubicados en su parte trasera, se sustituyen progresivamente por almacenes, trasteros, y, ya más recientemente, se permite su transformación en garajes y aparcamientos ante la fuerte demanda de espacios para albergar los vehículos. Milagrosamente, aun se conservan jardines integrados en edificios patrimoniales, como los jardines de Monforte, que fueron adquiridos por el municipio, jardines de origen civil, como los propios de La Lonja y el palacio de la Generalidad, y otros pocos jardines procedentes de antiguos claustros de conventos, pese al cambio de uso y de usuarios de la mayoría de ellos. Desafortunadamente, las densidades de población en los ensanches mencionados anteriormente alcanzaron las 500 viviendas por Ha. Con tal concentración de población no tardaron en presentarse más tarde los problemas. Por ello, la progresiva CONCIENCIA CIUDADANA demanda ya durante todo el s. XX hasta la actualidad, los necesarios equipamientos colectivos: escuelas, centros sanitarios de primera asistencia, espacios para el recreo, etc., asociados a un mayor bienestar de la sociedad. Como consecuencia, desde la disciplina del urbanismo, se limita la concentración de viviendas por hectárea y se obliga a la reserva de suelo para disponer de equipamientos, plazas, ZONAS VERDES, etc. Poco a poco se va reconociendo la PLANIFICACIÓN como instrumento para orientar el crecimiento de la ciudad. Se plantean morfologías urbanas asociadas a nuevas tipologías residenciales como alternativa al tipo de crecimiento urbano planteado a finales del s. XIX por los ensanches de población. Nuevos tipos de asentamiento para el continuo crecimiento de la población urbana más vinculado a la naturaleza. A modo de ejemplo y por su influencia en nuestro territorio cabe mencionar la “Ciudad Jardín” y las “Siedlungs” originarias, respectivamente, del Reino Unido y de Alemania, entre otros múltiples referentes procedentes del centro de Europa. Su influencia llegará a Valencia con la propuesta puntual de pequeños núcleos de viviendas de baja densidad con patio ajardinado en un crecimiento urbano que queda ralentizado por problemas sociales de carácter nacional. De hecho se aplicará en mayor medida en la residencia veraniega, o segunda residencia, para el disfrute de aquellos que pueden pagarse la evasión del grado de incomodidad que la ciudad adquiere en los meses estivales. La segunda residencia se convierte, así, en una aspiración colectiva en muchas ciudades europeas. El interés por el mundo vegetal se mantiene incluso incorporándolo en la ornamentación arquitectónica, tal y como podemos comprobar en muchos edificios modernistas (incluidos los valencianos) de principios del siglo XX, que, a su vez, presentan patios ajardinados. Y, posteriormente, el Movimiento Moderno de los años 20 defiende en sus principios un espacio concreto para el jardín en el conjunto edificado, planteando la cubierta ajardinada y la

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arquitectura sobre pilotes para mantener libre de edificación el terreno sobre el que se construye. La demanda de espacios ajardinados se generalizó en numerosas ciudades españolas y europeas, dio pie, en la ciudad de Valencia, a la construcción de los Jardines del Real, denominados así por levantarse sobre los terrenos devastados de los jardines del antiguo Palacio Real construido por Jaime I. Lamentablemente derruido a principios del siglo XIX para hacer frente a la invasión francesa. Sin embargo, en los años 40, tras la Guerra Civil que estanca a todo el Estado Español, se inicia un proceso de aumento de la población en Valencia con una oferta de habitación que ignora los valores del espacio ajardinado salvo en una pocas intervenciones públicas (promovidas por el Estado pero diseñadas por urbanistas formados durante la República), de grupos de viviendas sociales en donde el patio ajardinado siempre esta presente. El resto del hábitat ignora los necesarios espacios para el recreo y otros equipamientos. Lamentablemente, durante el franquismo, o su “desarrollismo” final, el mundo vegetal va perdiendo su presencia y valor en el entorno urbano. El aumento del territorio urbanizado y el incremento de la densificad de edificación urbana, unido a la pérdida de espacios naturalizados que fortalecen el vinculo del hombre con los elementos de los que forma parte, no tardaron en desembocar en múltiples problemas sociales.

2. ¿Cómo llegamos del huerto-jardín al concepto de zonas verdes? El urbanismo de los primeros Planes Generales de Valencia: una voluntad NO realizada. Es un lento proceso social el que lleva a la exigencia de la PLANIFICACIÓN como instrumento para el control del crecimiento de la ciudad. Los Planes Generales de 1946 de carácter metropolitano y su modificación de 1966 (promovida tras la Riada de 1957), son los que introducen y deciden aplicar la zonificación o delimitación de áreas para los diferentes usos que se imbrican en la ciudad, el suelo de uso productivo, el de uso residencial, el de ocio, etc. Con la zonificación, se establecen los parámetros y se acotan las dimensiones para los diferentes usos del territorio municipal, en función de las necesidades sociales que demanda el bienestar de la población presente y futura. En la práctica se establece un hipotético crecimiento en un periodo temporal determinado. Sin embargo, las hipótesis de partida resultan sobredimensionadas en ambos planes, de ahí los continuos desajustes entre la voluntad planificada y la realidad construida. El propio Plan del 46 preveía una población el doble de la que actualmente vive en la ciudad. El Plan del 66 ajusta previsiones pero también comete excesos de importancia, y lo que es más cuestionable en este plan, es que la red viaria es el elemento básico en la planificación (autovías por el antiguo cauce, autovías por el borde marítimo, autovías en el mismo borde del nuevo cauce, cinturones amplios de circunvalación) y, además, la consolidación del modelo de ciudad radio concéntrico. La circulación y el transporte rodados son el fundamento de la planificación. El movimiento sobre ruedas ignora prácticamente los desplazamientos peatonales. En el periodo de desarrollo de estos planes la realidad edificada se caracteriza por la falta de respeto a las reglas de juego establecidas, la especulación y la corrupción son consentidas. Ambas burlan los límites de densidad de edificación establecidos por las corrientes higienistas incorporadas a la planificación. Y lo que es más importante, no se llevan a cabo casi ninguna de las pequeñas áreas verdes, ni ninguna de las grandes zonas verdes que estaban contempladas en la planificación. Lamentablemente, la voluntad de incorporar el “verde” utilizando ahora el respaldo legal no se lleva a cabo, y la densidad de edificación limitada se materializa con niveles muy por encima de los límites planificados. El control del interés público está instalado en el “dejar hacer”. Para compensar este incumplimiento de promesas verdes recogidas en el planeamiento de papel, se transforman en jardines públicos algunos pocos jardines privados bajo la presión de aquellos sectores de población con mayor conciencia ciudadana, este es el caso del jardín y Palacete de Ayora. También se realiza una primera ampliación de los Jardines del Real y se ubica en su extensión unos “viveros de plantas ornamentales” que terminan por renombrar a los Jardines del Real, ubicados sobre los terrenos de los antiguos jardines y Palacio Real, como los Jardines de los Viveros.

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Pese a todo, la necesidad de mayor presencia de los espacios abiertos ajardinados para el esparcimiento y el recreo en la ciudad, la búsqueda del ancestral vínculo del hombre con la naturaleza ha seguido siempre viva, y se ha mantenido como una poderosa demanda social. De ahí que, en su momento, se pusiera en cuestión la solución planteada en la modificación del planeamiento del 66 de construir múltiples vías rodadas sobre el antiguo cauce del río Turia. Y, tras la decisión de desviar el río a su paso por la ciudad, una vez finalizadas las obras del nuevo cauce para su desembocadura en 1969, la infraestructura hidráulica del viejo cauce quedó obsoleta y los ciudadanos apostaron decididamente por su conversión en un gran jardín lineal, el Jardín del Turia o los Jardines del Turia. Los CIUDADANOS eligieron y lograron esta conquista verde frente a la poderosa tecnocracia viaria. En la década de los setenta y en los momentos finales de la autarquía, mientras se ponía en marcha el proceso legal y constructivo que transformara el río Turia a su paso por Valencia, se optó por el movimiento pendular de los fines de semana. Los habitantes de la ciudad buscaron el espacio natural como lugar de excelencia para su tiempo de descanso. El ferrocarril metropolitano introducido a finales del siglo XIX y la democratización del coche lo facilitaron. La consecuencia fue una invasión indiscriminada de los espacios naturales próximos a la ciudad que terminó por convertirse en un nuevo y grave problema para algunos ecosistemas. Así, paralelamente el negocio turístico inició la apropiación de la Devesa de “El Saler”, un espacio único de dunas y bosque en el término municipal. Se culminó con una invasión residencial de gran impacto sobre la Albufera, espacio natural del territorio valenciano de valor excepcional y con vínculos ancestrales con los pobladores de Valencia. La forma equivocada de entender y ubicar este tipo de negocio terminó por crear una fortísima hipoteca sobre nuestro territorio y sus habitantes. El movimiento ciudadano tuvo que volver a salir a la calle con fuerza renovada para paralizar tal invasión. Desgraciadamente, llegó un tanto tarde a pararla, y aun se puede comprobar hoy en día el resultado de un planteamiento erróneo con consecuencias nefastas, de difícil, costosa y duradera recuperación, en este parque natural. La DEMOCRACIA se inicia en 1977 y los primeros ayuntamientos democráticos se constituyen en 1979. La esperanza de un cambio en la forma de entender la relación del territorio y sus moradores cobra entonces una inusitada fuerza. Las primeras acciones del poder democrático sobre el uso del territorio se centran en la toma de medidas cautelares para atajar las cuestiones más urgentes. A continuación se aborda una nueva modificación del planeamiento ante las nuevas demandas sociales y en la que la participación ciudadana jugará un papel importante. Las actuaciones urgentes se concretan en la conservación del sistema dunar y 1 boscoso de la Devesa de “El Saler”, el lago de la Albufera y su entorno , los espacios con el carácter mas natural del término municipal; le seguirán la Delimitación del Suelo Urbano, para frenar una indiscriminada forma de ocupar el territorio, el “By-Pass” o vía de circunvalación por el interior frente a la autovía del litoral, los Planes de Protección de la “Ciutat Vella” y el Plan Especial del Jardín del Turia. La revisión de todo el planeamiento general culmina con la aprobación de la Modificación del Plan General de 1988. En éste, en el área urbanizada del término municipal, en la ciudad, se vuelve a poner en valor el paseo, la plaza arbolada, el jardín y el “parque público” entendidos como espacios abiertos ajardinados que contribuyen a la presencia de la naturaleza en la ciudad y que son reclamados por la mayoría de los ciudadanos. La presión de la población motiva a una segunda expansión de los ya denominados Jardines de Viveros que se declara insuficiente, por lo que a continuación se construye el Parque de Benicalap, un parque de carácter periurbano posible por la fácil disponibilidad de los terrenos. En este parque las instalaciones deportivas introducen un uso complementario o añadido a los usos originales del parque urbano. En 1983 se aprueba el Plan Especial para la transformación del antiguo cauce en el Jardín o Jardines del Turia. Un parque lineal de más de 8km de longitud y con una extensión de más de 150Ha. Se construye por tramos discontinuos y el resultado es una suma de jardines de diseño conceptual diferente donde ya no faltarán las instalaciones deportivas y no tardan en aparecer los juegos infantiles. El espacio ajardinado como lugar para el ocio y el esparcimiento se 1

La figura de los PARQUES NACIONALES ayudó en el reconocimiento de la figura de Parque Natural para la Devesa del Saler, el lago de la Albufera y su entorno, respaldo legal necesario para su conservación en un contexto democrático.

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conquista como una necesidad básica para los ciudadanos, como un espacio alternativo y complementario al espacio productivo. Estos espacios más serenos, sin la presencia del coche, más amables, espacios de calma compatibles con el paseo, con el uso deportivo no competitivo y con las áreas de juegos para el disfrute de los más pequeños, se integran en el concepto de bienestar de la comunidad humana y urbana. En estos espacios el agua, la tierra y la vegetación son los protagonistas. Son lugares de naturaleza domesticada, construida por el hombre para su deleite y reencuentro con la parcela placentera de la existencia. Por la voluntad expresa de la sociedad se recupera el vínculo ancestral del hombre con la naturaleza en el territorio urbanizado. El agua, la tierra libre de edificación y la vegetación como elemento dominante, cobran protagonismo en la ciudad. La misma eficacia de la ciudad productiva implica a sus moradores en la ineludible búsqueda de nuevos espacios abiertos ajardinados de uso colectivo, de nuevos paisajes que permitan el disfrute de los sentidos y despierten las emociones. Nuevos paisajes que contribuyan a fortalecer la identidad de la comunidad. Con la conquista real de estos espacios colectivos el proceso de humanización de la ciudad de Valencia inició su marcha.

3. Los últimos 25 años de planeamiento urbano en Valencia: una apuesta firme por incorporar la naturaleza dentro y en proximidad a la ciudad. Equilibrio entre ciudad productiva y ciudad humana. Inicio de un nuevo concepto de “zonas verde”. La conciencia ciudadana ha recuperado el respeto por los espacios naturales y tiene clara la necesidad imperiosa de la presencia de la naturaleza dentro de la ciudad. Así, la revisión del planeamiento aprobada en 1988 no duda en asumir el plan de PROTECCIÓN de los espacios naturales, recupera el paisaje del frente marítimo de la ciudad de la agresión de una autovía por el litoral con la construcción del paseo Marítimo, incorpora el Plan Especial del Jardín del Turia y pone de inmediato en ejecución dos tramos del Jardín del Turia en el año 1985, casi inmediatamente después de la aprobación del Plan Especial, pese a que la revisión del planeamiento general se encuentra en fase de avance. La previsión de crecimiento en esta nueva revisión es más contenida que en los planes anteriores. Sin embargo, sumando los suelos urbanizables programados y los no programados contemplados en la revisión, se totaliza una extensión de suelo urbanizable que duplica la del suelo urbano consolidado, en parte sobre suelo industrial liberado, suelo procedente de la clausura de industrias contaminantes ubicadas en los bordes de la desembocadura del antiguo cauce del río Turia y, también, sobre el suelo de huerta productiva que rodea la ciudad. En compensación a este crecimiento sobre suelo de valiosa huerta se establece la protección para el resto del suelo cultivado creando dos grados o niveles de protección, y también se establece la necesidad de redactar sin demora un Plan Especial específico para la Huerta. Desgraciadamente este plan no fue planteado por el estamento administrativo adecuado. Un plan especial de estas características necesita ser abordado con una visión metropolitana e impulsado por una administración de rango superior al municipal. De cualquier modo, a los pocos años de la aprobación de la revisión del planeamiento del 88 y coincidiendo con un cambio de color en el equipo de gobierno municipal, se planteó la redacción de un nuevo plan, el llamado PLAN VERDE para la ciudad de Valencia. Con el se pretende fundamentalmente hacer hincapié en la necesidad de enfocar el crecimiento en verde, potenciar el suelo libre con carácter verde dentro de la ciudad, frenar la invasión de la huerta, cuestionando parte del suelo urbanizable y urbano del término municipal aprobado, y crear un cinturón verde que actúe de elemento protector frente a nuevas conurbaciones con los municipios próximos del área metropolitana. Sin embargo, la reciente revisión aprobada, contando con el consenso de todos los estamentos sociales y la posible colisión de los nuevos planteamientos con las determinaciones aprobadas, termina por abortar las buenas intenciones y voluntades nada desdeñables del Plan Verde, plan que fue dirigido por el Ingeniero Agrónomo municipal Pedro Salvador Palomo. Sus loables objetivos tendrán que esperar a que se den circunstancias propicias.

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Afortunadamente, el nuevo crecimiento residencial del plan del 88 tiene limitado el crecimiento a 75 viviendas por hectárea, una densidad media, con una liberación de espacio proporcional al equipamiento vinculante necesario, incluyendo el suelo para la construcción de espacios libres de sistema local y general: plazas, jardines y parques urbanos, periurbanos y metropolitanos. De hecho, el parque metropolitano de los Jardines del Turia, que inicia su construcción por tramos en 1985, continúa su realización en una secuencia que se mantiene hasta el día de hoy. Tras 25 años de materialización, y puesta en uso por tramos, tiene pendiente de ejecución la parte de la antigua desembocadura del río (el Parque del Grao), con un master plan aprobado hace poco más de un año. En las determinaciones de este master plan se propone en parte recrear el paisaje primigenio del Delta del Turia. Su realización esta condicionada a la recuperación económica y a la prolongación hacia el sur del soterramiento del ferrocarril interurbano. Con este tramo se contribuirá sin duda a acercar la ciudad al mar y a redefinir parte de la fachada marítima de la ciudad. Queda también pendiente la conexión de los Jardines del Turia con el Parque Natural del Turia, planteamiento recogido ahora en la nueva Revisión Simplificada del planeamiento vigente, actualmente en tramitación que fue ya recogida en la aprobación de los “Estudios Previos del Parque de Cabecera” llevados a cabo por la arquitecta-paisajista Arancha Muñoz. La finalidad perseguida con esta conexión era y es la de establecer una continuidad o enlace del potente eje verde configurado por los Jardines del Turia con el propio río Turia, para lo cual se prolonga el jardín lineal hasta la bifurcación o punto donde se inicia el cauce artificial. Este planteamiento pretende recuperar la comunicación de las poblaciones apoyadas o próximas a las márgenes del río Turia, estableciendo recorridos peatonales y ciclistas que favorezcan el intercambio social en un paisaje que invite a una convivencia armoniosa. Los PARQUES URBANOS son reclamados e impulsados por la potente conciencia ciudadana. Tras el éxito del parque de Benicalap se ejecuta el parque de Nazaret con las dificultades asociadas a la gestión para la obtención de los terrenos, el del Cabañal sobre terrenos ferroviarios desafectados, el de Camales en la pedanía de Benimamet y también el parque del Oeste que reutiliza los terrenos desafectados de la antigua sede del Ejército del Aire. Con estos parques y los tramos del Jardín del Turia en uso empiezan los interesantes debates sobre las especies más idóneas para minimizar el coste social del necesario mantenimiento de los espacios ajardinados. Sin demora, los usos compatibles y el diseño o formalización desataran fuertes debates en los ámbitos disciplinar y social. El proceso colectivo hacia una ciudad con carácter verde es ya una realidad. Es en este escenario donde se inicia realmente un nuevo concepto de las zonas verdes. La ciudad densamente construida reclama una nueva forma de entender la higiene mental y física de la sociedad. La certidumbre de que la naturaleza debe integrarse en la ciudad para mejorar la calidad de vida de la población es la razón última que guía el diseño formal en los nuevos proyectos. La reinterpretación del paisaje natural originario y su evolución es utilizada en el diseño de estos nuevos parques urbanos para poner en valor la belleza de nuestros paisajes naturales y culturales. De este modo se pretende contribuir a recuperar la memoria colectiva y a integrar naturaleza en la ciudad. Es una manera amable y sensible de mejorar el medio urbano recreando paisajes que forman parte de nuestra identidad. A diferencia de las intervenciones realizadas en el Jardín del Turia, y siguiendo el camino de recuperar el carácter general del delta del Turia, como un delta integrador de paisajes naturales propios valencianos, en los nuevos parques que se ejecutan o están ejecutando, se pretende, con mayor o menor acierto, devolver naturaleza y cultura a la ciudad. Se cuenta para ello con la experiencia de nuestros antepasados, ejemplares en la construcción de paisaje, recuperando, conservando y recreando la esencia e identidad de cada lugar. El paisaje natural y cultural, allí donde se actúa, se convierte en un objetivo básico de la conceptualización del proyecto, de su formalización y materialización, considerando urgente el establecer un equilibrio entre nuestro paisaje originario, el propio cultural de la zona y la insaciable apropiación del espacio por la arquitectura en masa. Para ello, y como primer criterio básico, el AGUA, elemento indispensable para la vida y tan presente en nuestra geografía, se revaloriza respetando todos los referentes culturales

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históricamente acumulados. La frescura, el reflejo, el espejo, la música del agua en movimiento... se muestra en abundancia y elegancia por medio del artificio. El “ullal”, como forma particular de nacimiento del agua, las fuentes, la laguna o humedal, la alberca, las acequias o canales, los azudes, los molinos, los pozos, etc., elementos tan representativos de nuestros paisajes naturales y culturales, son recuperados y recreados en estos nuevos parques. Nuevos juegos de agua contribuyen a crear fluidos estéticos imitando las reconocidas aportaciones de nuestro pasado andalusí al mundo de la jardinería. El MUNDO VEGETAL tiene un discurso DIDÁCTICO a conocer y disfrutar. En estos nuevos parques la vegetación pretende incorporar un discurso coherente con el paisaje referencial y con la simbología que aporta. Se añaden y/o transforman instalaciones para fomentar la educación ambiental dentro de la propia ciudad: Aulas de la naturaleza, Centros de interpretación del paisaje, Museo de técnicas hidráulicas... La vegetación introducida es preferentemente autóctona combinada con especies bien adaptadas a nuestro clima. Los EDIFICIOS PATRIMONIALES por su historia, tipología y arquitectura, existentes en los espacios de intervención, contribuyen a los objetivos mencionados al ser restaurados o rehabilitados, recobrando historia e identidad y siendo reutilizados para albergar nuevos usos sociales y culturales. En los nuevos equipamientos se dejan huellas del pasado de edificio y/o se expone su fundación contextualizada con la historia y la arquitectura que los acoge. En general, en su diseño y materialización se cuidan los recorridos, se estudian las visuales, se introducen espacios para el estudio del paisaje y la jardinería, se localizan otros usos compatibles, se delimitan espacios deportivos para adultos y para el juego infantil de los más pequeños en áreas específicas, también para el buen mantenimiento de los más mayores. Son lugares donde la naturaleza dispuesta artísticamente busca activar los sentidos. 4. Una selección de la aplicación práctica del nuevo concepto de zonas verdes: los parques del “Nou Campus”, “Marxalenes”, “Rambleta” y “Capçalera”. Es conveniente detenerse con algo de detalle en algunos de los parques urbanos o periurbanos realizados en estos últimos años para comprender mejor como se aplican estos nuevos criterios en la definición de su diseño. El “Parc del Nou Campus”: una analogía de la huerta. Promovido por la Universidad de Valencia Estudio General, constituye un nuevo jardín en el área de expansión de la universidad en el nuevo campo universitario de “Els Tarongers” con una extensión de unos 40.000 m2. En su planteamiento se valora la integración con la ciudad, estableciendo en el proyecto del jardín y en el proyecto de urbanización recorridos arbolados de conexión. Asimismo se plantea como un área de reunión para descanso de la población universitaria y como área de esparcimiento para los habitantes de las zonas residenciales próximas. La analogía casi literal con la huerta se consigue con el mantenimiento de sus elementos estructurantes: caminos, acequias, parcelación y arquitecturas rurales. Así, se utiliza como eje vertebrador del jardín un camino preexistente; las trazas ortogonales de la parcelación agrícola se reutilizan para la ordenación de los nuevos espacios ajardinados; el agua mantiene su presencia con la conservación de los cañares de la acequia de Mestalla y la introducción de láminas de agua, albercas y fuentes; la periodicidad de los cultivos se traslada a la vegetación con una cuidada selección botánica que reinterpreta las estaciones con su floración, caída de las hojas, variedad de cultivos, etc. Parte del jardín se concibe como un vivero para poder llevar a cabo una parcela de investigación. En el jardín conviven árboles de sombra, especies arbustivas, tapizantes, trepadoras, vivaces, etc. El jardín se proyectó con una bonita cerca con cerámica de color azul rememorando la cercanía del mar Mediterráneo. Desafortunadamente, corrientes coyunturales contra el interesante vallado, a semejanza de los “hortus conclusus” o casa con huerto y/o jardín en la huerta, terminaron por destruirlo contribuyendo así a la desvirtuación del discurso conceptual del jardín. Las alquerías de posible recuperación como local de mantenimiento u otro uso compatible también fueron derribadas.

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El jardín se proyecto en 1991 por el equipo de arquitectos representado por Vicente García y Joaquín Sanchis. Se llevo a cabo una 1ª fase en 1996, un 50% aproximadamente. Sigue pendiente de ejecución la 2ª fase a fecha de hoy.

El “Parc de Marxalenes”: un fragmento de marjal. Situado al noroeste de la ciudad, próxima al Conjunto Histórico Protegido de la “Ciutat Vella” y al viejo cauce del río Turia. Es en el planeamiento aprobado en 1988 cuando se establece para este lugar la calificación de “espacio libre de sistema general”, “parque urbano”. Tiene una extensión de unos 80.000 metros cuadrados. El Proyecto Básico ya incorpora una Modificación Puntual del Plan General para poder respetar y valorar las edificaciones de interés histórico y tipológico del área de intervención. En los terrenos se encuentra un conjunto de tres edificios, estación, talleres y cocheras del primer asentamiento edilicio del transporte público metropolitano por ferrocarril. El proyecto apostó por una revalorización de las señas de identidad del lugar manteniendo fundamentalmente el trazado de viarios históricos y la arquitectura patrimonial. La presencia de diferentes edificios patrimoniales en el área de intervención ha servido para recuperar la memoria del lugar y para equipar social y culturalmente a la población de esta área de la ciudad. Así, se ha instalado una biblioteca en la restaurada alquería de Barrinto, originaria del s. XIV, un centro escolar para disminuidos, en la antigua estación de Marxalenes del s. XIX, un museo etnográfico de la vivienda rural y una escuela de la naturaleza asociada a una laguna, en la alquería de Félix originaria del s. XIV, un museo inicial de la historia del transporte publico metropolitano por ferrocarril, en las antiguas cocheras de FGV, un centro de actividades para personas mayores, en la casa de “Lluna”, un centro para la juventud, en la casa “Voro”, ambas construcciones de principios del s. XX. Asimismo, está previsto rehabilitar próximamente el antiguo almacén y fabrica de aceites de los Alfonso coetánea a estas últimas edificaciones. Todo ello, reutilizando el patrimonio arquitectónico rural, industrial y vinculado al transporte encontrado en el área de intervención, convirtiendo al parque en un singular contenedor de carácter socio-cultural. El “Parc de Marxalenes” es, también, un referente tipológico de nuestra cultura jardinera. El huerto valenciano, el huerto y/o jardín caracterizado por una particular tipología que bebe de otra fuente jardinera más lejana procedente de la cultura andalusí, que sabiamente agrupa el “Agdal” o bosque, el “arsa” o huerto y el “riad” o jardín propiamente dicho. En esta tipología, el RIAD presenta una vegetación domesticada por el hombre para conseguir aquellas formas estéticas que son de su agrado siempre junto o en proximidad a la agrupación edilicia. A distancia, el AGDAL con el agua para sentir la proximidad del paisaje natural. Y entre ambos espacios, se ubica el ARSA para obtener los alimentos, figurando una geometría con los surcos para el riego y la labranza. Estos tres paisajes configuran el particular mosaico que caracteriza al jardín/huerto valenciano. Ejemplos próximos son “l´Hort de Trenor” en Torrent, “l´Hort de Ayora” y “l´Hort de Juliá” en Valencia. Así, en el Parc de “Marxalenes”, junto a la agrupación de edificaciones, se han creado subespacios diferenciados con una jardinería elaborada, en la que domina la vegetación llegada tras el encuentro del Nuevo Mundo. El paisaje boscoso y el agua como fuente de vida, tal y como se conoce en nuestra geografía, se recrea con una laguna en la que la mirada reconoce el paisaje de un marjal. La propia geografía en otro tiempo del lugar ha quedado recogida en la toponimia. El agua, utilizando el artificio, emerge por un “ullal”, forma de nacimiento del agua en nuestra tierra. Una frondosa arboleda envuelve y acompaña éste espacio, con paseos y lugares para el sosiego. Una escalera de agua discurre a ambos lados del paseo central, el “Passeig de l’ullal”. A modo de decorado, un palmeral de datileras, rodeando a un conjunto de quince cuadros de flor, pretenden con su geometría ser un referente del paisaje de nuestra huerta. Estos arriates de planta cuadrada, de 10m de lado, plantados a una cota algo inferior con plantas útiles y aromáticas, están bordeados por un seto de plantas medicinales. El conjunto de cuadros es atravesado por un canal de agua que discurre por una de las diagonales del cuadrado. Sobre la malla que dibujan los cuadros se disponen árboles frutales. Una gran alberca se incorpora a la composición, reflejando permanentemente la “Casa de Lluna”. Todo este conjunto queda limitado y separado de una zona deportiva mediante una cortina vegetal compuesta por rosal trepador y una espaldera de cítricos a modo de cerramiento. Un muro de color azul claro calado por numerosas perforaciones de diferentes diámetros, dibuja las constelaciones de la

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eclíptica solar que observamos en el firmamento. Por otra parte, en el “Parc de Marxalenes” existe una expresa voluntad didáctica, la vegetación acompaña en todo momento al discurso reflejado en la propia tipología pretendiendo mostrar la evolución del paisaje de la plana litoral, mosaico de paisajes construidos por las sucesivas transformaciones del delta del río Turia, la huerta fruto del trabajo del hombre sobre esta tierra y la fundación en continuo desarrollo de la ciudad de Valencia. El proyecto plantea una unidad didáctica entorno a la vegetación, definiendo cada espacio con un discurso vegetal específico que confiere al parque una identidad particular. El “Parc de Marxalenes” es un parque con vocación de futuro, donde el paisaje representativo de la vida es el agua, en el que se ha reconstruido un fragmento de bosque primigenio, la geometría, referente de nuestro paisaje cultural, reencuentra la huerta, y donde el paisaje del ferrocarril devuelve las huellas sobre el territorio del primitivo transporte ferroviario, “el Trenet a Marxalenes”. No olvida los juegos infantiles e introduce una zona deportiva para los más jóvenes. En fragmentos del cerramiento se recuerda, con sendas imágenes grabadas, el lago de la Albufera y el futuro hacía el que caminamos. En 1997 se redactó el proyecto por el Servicio Municipal de Proyectos Urbanos contando con la colaboración del Taller de Jardinería Babilonia, S.L. Las obras de una 1ª fase se iniciaron en noviembre de 1998. El 6 de junio de 2001 la ciudadanía podía disfrutar de 48.775 m2 más de superficie con destino a parque público. A continuación se iniciaron actuaciones desde la Delegación de Deportes para llevar a cabo el área deportiva, unos 20.000 m2, muy reivindicada por los vecinos: una piscina, un campo de fútbol y pistas polivalentes, área inaugurada en marzo de 2003. En noviembre de 2008 se acabaron las obras de los 10.000 m2 que restaban de jardín, “un homenaje a la huerta”. El solar a liberar por el derribo incuestionable de un bloque de viviendas en el interior del parque podrá permitir - en el futuroubicar una escuela de jardinería o/y construir unos viveros necesarios para el desarrollo adecuado de la colección de plantas aromáticas, medicinales y ornamentales que ajardinan esta 2ª fase. Desde el principio se realizaron reuniones con las AAVV y los vecinos participaron en todo momento.

El “Parc de la Rambleta”: recuperación de un tramo de rambla de nuestro paisaje ancestral. Situado al suroeste de la ciudad, a unos tres kilómetros del centro urbano, tiene una 2 extensión de poco más de 15Ha, unos 150.000m . En su concepción recrea un mosaico de unidades paisajísticas presentes en nuestra geografía y recoge las demandas del movimiento vecinal. Su denominación responde al topónimo de una singularidad geográfica de la Plana Litoral de Valencia, que aún conserva su cauce y las terrazas fluviales en el ámbito territorial del Parque. Este espacio creaba antiguamente, en épocas de lluvias, una pequeña albufera, conectada ocasionalmente al conocido lago de la Albufera, pero tenía su independencia con gola propia al mar. De la importancia de “la Rambleta” en la red hidrológica local aún se encuentran testimonios en la ciudad. Con la denominación “Parc de la Rambleta” se pretende hacer un homenaje a nuestro territorio: la Vega de Valencia, estableciendo con ello el eslabón que nos une al pasado. El desvío del río Turia tras la inundación del 14 de octubre de 1957, el denominado Plan Sur, representó una gran obra hidráulica que cambió radicalmente la topografía de esta área. La Solución Sur cortó el drenaje natural que se organizaba alrededor de “la Rambleta” derivándolo al nuevo cauce. Actualmente “la Rambleta” únicamente conserva su cauce natural a lo largo de unos doscientos metros en el ámbito territorial del parque. El parque se ubica en un área de crecimiento desordenado densamente poblada, de barrios periféricos, procedente de la industrialización y el desarrollo de los años 50 a 70, con carencias de equipamientos, especialmente, de zonas verdes, parques y jardines. Está próximo al Cementerio General de Valencia en continuo crecimiento, donde recientemente se ha construido un Crematorio. Este parque ha sido reivindicado por los vecinos durante más de dos décadas y se sigue trabajando para su definitiva construcción. Con él se pretende satisfacer la demanda de equipamientos al incorporar en el proyecto una buena oferta de servicios públicos: áreas deportivas, espacios de ocio y tiempo libre, biblioteca y otros servicios culturales. En el área de intervención se han encontrado edificaciones rurales de interés patrimonial, algunas protegidas por el planeamiento y que se han rehabilitado o se rehabilitaran dotándolas de un nuevo uso compatible: un antiguo molino, el “Molí de Tell”, documentado en los siglos XV y XIX, que todavía conserva restos de las estructuras hidráulicas que contuvo, ya rehabilitado

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como centro de recepción y exposición del parque dónde se incorpora una instalación museística que muestra su particular participación en la historia de la molinería valenciana, en la próxima fase se rehabilitara la alquería de Almela con destino a centro de interpretación y estudio del paisaje. También está previsto instalar una biblioteca en otra alquería localizada más al norte, junto a la cual se ha dispuesto un amplio estanque rodeado por una extensa área de palmeral. Un mosaico de cuatro paisajes componen el “Parc de la Rambleta”, un bosque de ribera, un jardín pantalla, un jardín mediterráneo y una colección de palmeras. En junio de 2002 se inauguraba una 1ª fase, el bosque de ribera, reconstruyendo el cauce de la rambla y configurando una laguna rodeada de variedad de sauces, chopos, fresnos, olmos, carrascas y pinos, restituyendo el paisaje originario del lugar incorporando sinuosos senderos para pasear. El paisaje del agua se completa con acequias enlazadas a la rambla, formando un circuito cerrado de agua que introduce frescor en el ambiente y un agradable sonido del agua en movimiento. Se ha completado ésta área con una generosa área de juegos infantiles en una plataforma mirador desde donde se puede contemplar la laguna. En una terraza fluvial, en cota superior, coincidente con la parte central del parque, se recreará un jardín mediterráneo con un arbolado caducifolio, una selección de plantas basada en el colorido y la fragancia, buscando el contraste con otra área contigua donde se construirá el jardín pantalla, un bosque mixto de variedad de árboles perennifolios: eucaliptos, ficus, robles, magnolios y coníferas, una pantalla visual y aromática, muy reivindicada por los vecinos, que creará un filtro con el Cementerio. En el área del jardín mediterráneo se encuentra la alquería citada anteriormente que será conservada y rehabilitada por su interés patrimonial, destinándola al uso indicado. El cuarto paisaje del mosaico está constituido por una colección de más de noventa palmeras. Se localiza en la zona en que el parque se une con la ciudad y desde donde se multiplica la accesibilidad a otros barrios colindantes. En medio del palmeral, un espacio caracterizado por el reposo y bienestar, se construirá la alberca y la biblioteca de barrio. La implantación de una colección de palmeras pretende contribuir a reforzar la identidad de la Comunidad Valenciana. En 1998 se inició la redacción del proyecto. Las obras de una 1ª fase se iniciaron en noviembre de 1999. El 5 de junio de 2002 la ciudadanía podía ya disfrutar de unos 54.000 m2 más de superficie con destino a parque público. El área deportiva compuesta por una piscina, un campo de fútbol y unas pistas polivalentes, se disfrutan desde la primavera de 2003. Próximamente se abordará una 2ª fase que formalizará el jardín de perennifolios y el jardín mediterráneo. Restará para una última actuación el palmeral de colección. Sus redactores, los arquitectos Arturo Sanz y Carmel Gradolí con el Taller de Jardinería Babilonia, S.L.

El “Parc de Capçalera”: reconstrucción de un cauce fluvial, una rótula con el paisaje natural. Ocupa una extensión de unas 35Ha, a 8km de la costa, entre las cotas 28 y 18m respecto al nivel del mar. El ámbito está subdividido en cuatro sectores: una colina mirador (sector 1), un bosque de ribera y jardín mediterráneo junto a un amplio lago (sector 2), un “bioparc” (sector 3) y un parque de atracciones (sector 4). En colindancia, se ha ubicado el Museo de la Ciudad aprovechando la recuperación de los antiguos depósitos de agua que proyectó el prestigioso ingeniero Ildefonso Cerdá, generando otro polo de atracción cultural en el extremo occidental del Jardín del Turia. Los Estudios Previos del “Parc de Capçalera”, redactados por la arquitecta y paisajista Arancha Muñoz, son los primeros trabajos rigurosos sobre toda el área del antiguo cauce que se extiende entre el extremo occidental del Jardín del Turia, remontando el antiguo cauce, hasta el municipio de Quart de Poblet, recuperando la necesaria conexión con el cauce original, prolongando el jardín, ahora parque metropolitano, dando coherencia geográfica e histórica a la solución propuesta para el antiguo cauce. El proyecto del Parque de Cabecera o “Parc de Capçalera”, la colina mirador (sector 1) y el bosque de ribera y jardín mediterráneo (sector 2) corresponde a un primer tramo de la longitud del antiguo cauce desde el Jardín del Turia hasta su conexión con el cauce natural. Formaliza un trazado caracterizado por la presencia de numerosas líneas sinuosas, recuperando el histórico discurso del agua en el cauce del río Turia a su llegada a la llanura litoral. Restituye

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los meandros e islas fluviales y juega con la topografía recreando un “tossal”, elemento utilizado en otros tiempos para el frenado de avenidas, convertido ahora en una colina mirador que alberga en su ladera un pequeño anfiteatro. Reconstruye fragmentos de las antiguas riberas del río ahora sobre un lago artificial con posibilidad de uso recreativo, con pequeñas embarcaciones para la práctica del remo. Se regenera un paisaje fluvial para posibilitar un uso lúdico para la población, en un extremo de la ciudad idóneo para hacer de conexión entre el Jardín del Turia y el resto del antiguo cauce hasta remontar y llegar al cauce fluvial. El “Parc de Capçalera” transforma un espacio altamente degradado en un gran bosque junto a la ciudad. Por su localización en el límite con otros municipios tiene características de un parque metropolitano, y sirve como elemento articulador entre el jardín del Turia y los municipios limítrofes del área metropolitana. La reproducción de un bosque de ribera recuperando la topografía del antiguo cauce nos aproxima el entorno natural a la ciudad. Sauces, chopos, fresnos, olmos y pinos componen la mayoría de la vegetación del bosque de ribera. Otro arbolado complementario de jacarandas, tipuanas, parquinsonias... concretamente localizado, aportará las necesarias notas de color para embellecer el paisaje. El discurso del agua se inicia con un azud en el punto más alto del antiguo cauce, junto a un antiguo molino de mediados del s. XIX, el “Molí del Sol”, construcción industrial ya rehabilitada con una ampliación para alojar una de las sedes de la policía local, reservando la parte antigua del molino para recrear un centro expositivo de los paisajes del Turia. Continúa el camino del agua hasta una pequeña cascada desde donde se inicia el ensanchamiento del curso del agua 2 formando un lago de unos 25.000m donde se puede disfrutar deslizándose en bote de remos sobre la lámina de agua, bordeando los islotes y descansando en una de las orillas del lago. La entidad del agua y su disposición hacen de ella el elemento vertebrador del bosque de ribera. Otros equipamientos, además de los citados en el “Molí del Sol”, son un auditorio al aire libre en la colina de la plataforma mirador con un aforo para 700 personas, desde donde se puede disfrutar de visuales del parque con el lago como telón de fondo, el embarcadero junto a un bar y un pabellón de mantenimiento. Iniciado en el entronque con el Jardín del Turia, un paseo discurre próximo al agua, recorriendo las riberas del lago, desde éste paseo principal arrancaran los restantes recorridos. Un carril para bicicletas bordea el perímetro del lago, un complemento paisajístico al circuito ciclista del Jardín del Turia, una de los más utilizados de la ciudad. El sector 3, el Bioparc dispone de un espacio de acogida y bienvenida en un área de de fácil acceso desde la ciudad (parte del sector 4) y otra área integrada en el “Parc de Capçalera” (sector 3) que recrea diferentes biomas y hábitats como la Sabana, los bosques de Madagascar y África Ecuatorial, reproduciendo zonas bioclimáticas con vegetación original de cada área con acacias africanas y vegetación autóctona compatible, como algarrobos, y reproducciones artificiales de grandes rocas, cuevas o baobabs. Una pasarela peatonal de 145 ml de longitud, dispuesta sobre el antiguo cauce, conecta el área de la entrada con este pequeño fragmento de África en Valencia. El Bioparc esta integrado en el programa europeo de recuperación de especies en extinción; y ha utilizado tecnologías limpias en su construcción, ozono para tratar el agua, y energía solar combinada con cubiertas ajardinadas para la climatización. Este sector se finalizó a principios del 2008 conjuntamente al aparcamiento vinculado a todo el “Parc de Capçalera” y dotado con unas 800 plazas. El sector 4 restante, el Parque de Atracciones, aún pendiente de ejecución, se organizará respetando el núcleo tradicional del Pouet. Ambos sectores son desarrollados por concesión administrativa. Existe una iniciativa emprendida por el Ayuntamiento de Valencia desde el año 2003 consistente en una página web a visitar, http://www.culturia.org, desde donde se fomenta la relación del parque urbano metropolitano con las actividades culturales de la ciudad. Desde esta tribuna se puede plantear una participación ciudadana para poner en marcha acciones que contribuyan a establecer una unidad conceptual al Jardín del Turia con intervenciones que nos ayuden a recuperar naturaleza, cultura e identidad, dotando al diseño de un discurso que lo haga representativo a escala de ciudad. En el año 2000 se inició la redacción del proyecto de los sectores 1 y 2. Las obras se iniciaron en febrero de 2002. El 9 de mayo de 2003 se ha inaugurado una 1ª fase de unos 26.000 m2, la colina mirador. En 2004 se inagura la 2ª fase, el

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lago, con el bosque de ribera y el jardín mediterráneo. En febrero de 2008 se inauguró el Bioparc. Sigue pendiente de ejecución el Parque de Atracciones.

Hay que mencionar que con este mismo discurso y diferente expresión formal se aborda el tramo del Jardín del Turia junto al Museo Principe Felipe, aunque en este caso la solución constructiva con hormigón gunitado en los bordes del agua requiere de mayor tiempo para que la naturaleza se manifieste con el hábitat de variedad de líquenes. Algo que también ocurrirá en gran parte de los muros de contención de los bancales elaborados con mampostería seca en el Parque de Cabecera. Por todo lo expuesto, a estos parques se les puede denominar “parques de última generación”. En ellos es patente la sensibilidad por recuperar nuestras señas de identidad integrándolas en un entorno naturalizado por la presencia dominante de material vivo, agua, tierra y vegetación, con una expresión o formalización artística más elaborada. Se diseñan los recorridos y las visuales de tal modo que se potencie la percepción de los sentidos, y que las emociones placenteras contribuyan al reencuentro con uno mismo en un entorno socialmente compartido. Dentro de un planteamiento diferente, pero singular por su concepción, es necesario mencionar el Jardín de Polifilo, inspirado en el libro de Francesco Colonna “El sueño de Polifilo”, un jardín que narra las ideas humanistas que inspiraron el Renacimiento, recreándose en la necesidad del estudio de la naturaleza como la mejor vía para llegar al conocimiento, como la única garantía de salud física y psíquica para el hombre; y también, el Jardín de las Hespérides, un jardín de colección que relata un cuento mitológico con la elegante y variada representación de una diversidad de cítricos usados históricamente en el mundo de la jardinería valenciana, contribuyendo a completar el colindante Jardín Botánico de la ciudad.

5. El futuro más o menos inmediato en la ciudad de Valencia. El respeto por nuestra identidad, nuestra cultura, paisajes, en un medio saludable y de modo sostenible. Afortunadamente, la nueva política medio ambiental de la Generalidad Valenciana trabaja con intensidad en esta línea extendida a otros muchos espacios de la comunidad. Entre la actividad que viene desarrollando, sigue velando por la conservación del Parque Natural de la Devesa de El Saler y la Albufera, y próximamente, será aprobado el Plan Especial de Protección de la Huerta elaborado por la Dirección General de Territorio y Paisaje, con él se pretende la conservación de la variedad de unidades de paisaje hortícola que constituye la imagen de identidad del territorio productivo y referente cultural vinculado a la población de Valencia y de su área metropolitana, paisaje milenario reconocido internacionalmente como la VEGA DE VALENCIA. Asimismo, entre otras nuevas áreas protegidas y recientemente aprobadas en la Comunidad Valenciana se encuentra la del Parque Natural del Turia con la finalidad de conservar las áreas boscosas y el paisaje entorno al cauce natural del río Turia. Parque que se extiende desde la población de Villamarxante a unos 24 Km hacia el interior hasta la población de Quart o lugar donde se ubica el inicio del trazado del nuevo cauce. También, en colaboración con el Ayuntamiento de Valencia, se trabaja en la conservación de la marjal de Rafalell y Vistabella, una pedanía de este municipio. Sin duda, se progresa al poner en valor el servicio que los espacios naturales prestan al medio ambiente. Por otro lado, el ayuntamiento de la ciudad y UNESCO-Valencia siguen atentos a la tramitación iniciada para declarar las 21.000 Has del Parque Natural de la Devesa de El Saler y la Albufera como reserva de la Biosfera, y ya está elaborada una nueva Revisión Simplificada del Plan General (la RSPGOU), ahora en fase de tramitación, intentando contextualizar el planeamiento del 88 con las nuevas necesidades que hoy demanda la Comunidad Valenciana. Afortunadamente el Estudio del Paisaje vinculante a dicha revisión, o análisis de la percepción territorial que define la identidad cultural de los habitantes del término municipal, constituye un elemento innovador en la planificación, promovido desde la Dirección General de Territorio y Paisaje y desarrollado por el Ayuntamiento. En él, el paisaje es entendido como la percepción del territorio por sus pobladores; como el resultado de la acción de factores naturales y/o humanos y de sus interrelaciones en el transcurso del tiempo, integrando las dimensiones perceptiva (todos los sentidos), natural, humana y temporal (evolución). Un paisaje resultado de la concreta configuración morfológica de un territorio y sus contenidos culturales o

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manifestaciones de identificación de un pueblo. Un paisaje donde la mirada del hombre sobre el territorio se suma a la estructura y organización espacial del mismo. Un paisaje como percepción o conquista mental, de construcciones o cuerpos culturales (Eduardo Martínez Pisón). Por otro lado, Los Programas de Actuación Integrada (PAIs) o áreas planificadas en el 88 como nuevos ensanches de la ciudad, aplican los parámetros de control de densidad y reservas de suelo para la construcción de equipamientos, asumiendo la materialización de algunos de ellos, pero fracasan en la morfología o formalización de las nuevas unidades de identidad urbana, el paisaje urbano pierde valor cultural. Una oportunidad de creación de nuevas áreas de extensión o crecimiento de la ciudad, en parte ejecutada y en parte en ejecución, que no ha puesto el acento en la recualificación del espacio urbano salvo por la mayor o menor intensidad del arbolado en su viario. Se salva de esta crítica el conjunto cultural de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, nuevo espacio urbano donde confluyen controvertidas opiniones técnicas y sociales pero que claramente recrea una nueva configuración urbana con identidad propia y que, por su ubicación y contenido, contribuye a acercar la ciudad al mar. Por otra parte, no debemos ignorar que hoy estamos inmersos en la “Década de la Educación para el Desarrollo Sostenible” (2005-2014) de la ONU, auspiciada por la UNESCO, y numerosas escuelas de diferentes países europeos están implicadas en la investigación y en la aplicación de un desarrollo sostenible. “El debate sobre una ciudad sostenible es un debate importante y necesario en la medida que el cambio climático es una realidad. Nuestras ciudades son los principales agentes de la insostenibilidad de la forma de vida de la especie humana. El transporte urbano y el confort térmico (calefacción y refrigeración) son las fuentes notables de emisiones de CO2 y de contaminación.” (Juan Carlos García de los Reyes). Hay que detenerse a observar el modo en que vivimos y el uso que hacemos de los recursos del planeta. Por ello, la comunidad humana en posesión de los mayores logros del conocimiento ha decidido, frente a los problemas medio ambientales y económicos, modificar el modelo productivo utilizando energías renovables para reducir su contribución al proceso negativo del cambio climático. Del mismo modo, respalda la innovación tantas veces contenida para posibilitar nuevos avances, y defiende la participación ciudadana en un marco de democracia social para compartir logros y responsabilidades. En este contexto surge una alternativa innovadora, una amplia área de ensanche en la pedanía de La Torre, un parque hortícola y residencial, área impulsada por el Gobierno de la Comunidad con destino a vivienda social, área ampliada con posterioridad a las determinaciones del plan general del 88. Este nuevo barrio denominado “Sociopolis” es una nueva propuesta de desarrollo urbano en donde la vivienda y las dotaciones sociales se integran en un ambiente agrícola, un modelo de desarrollo urbano que refuerza la protección del paisaje de la huerta de la Comunidad Valenciana. El nuevo parque hortícola entorno a la edificación es el equipamiento más reseñable. Se ha respetado la red de acequias y los caminos existentes, la extensión de sus campos y la naturaleza de sus cultivos. Sin embargo, la recuperación del paisaje, el cambio a fuentes energéticas renovables en el sistema productivo, y en la construcción del hábitat en general para mejorar el medioambiente, debería completarse con la presencia de aquellos elementos que integran al hombre con la naturaleza. Aspecto este imprescindible para optimizar la salud física y mental de la población urbana. El aumento de la vegetación en el entorno urbano a través de masas arbóreas potentes en los parques urbanos y en el borde de la ciudad, los parques periurbanos, para contribuir a la creación de microclimas saludables, debería formar parte incuestionable de la planificación del desarrollo urbano. El estudio del CLIMA EN EL MEDIO URBANO debe incorporarse de modo riguroso a la planificación de la ciudad. Ya no se puede ignorar que los modelos que utilizamos de tipologías de edificación y de trazado urbano procedentes de ciudades de nuestro y otros continentes deben ser analizados previamente para adaptarlos a nuestras específicas condiciones climáticas. Los intervalos de la temperatura y su duración (estaciones) varían según el punto del planeta en que nos encontremos. Es conocido que según caminamos hacia el sur de Europa hay que filtrar estacionalmente la intensidad de la luz solar y es necesario aumentar progresivamente la densidad de plantación.

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Como se ha expuesto, en el proceso evolutivo de transformación de la ciudad de Valencia, la presencia de la naturaleza vegetal ha sido un reclamo constante de sus pobladores y las masas vegetales están asociadas al bienestar físico y mental de los ciudadanos. La naturaleza pone al hombre en su sitio porque su sitio es la naturaleza. Por ello, hay que sumar a la aplicación de las energías renovables en la ciudad productiva, la construcción de nuevos parques que favorezcan las relaciones sociales en un entorno más humano, espacios urbanos donde la presencia del agua, la tierra, la vegetación y el hombre ayuden a la conservación de la memoria colectiva, a la percepción y conservación de los paisajes que constituyen nuestras señas identidad, y también, que aporten nueva referencias culturales como resultado del proceso evolutivo del hombre en el siglo XXI. Nuevos paisajes urbanos atractivos por su morfología y envidiables por el clima urbano conseguido. Sin duda, es necesario introducir el CONFORT URBANO con estéticas alineaciones que faciliten los desplazamientos peatonales y ciclistas, árboles y masas arboladas que creen ambientes acogedores por su belleza y por el bienestar que generan al ser humano. Las secciones viarias debe tratar con igual o mayor respeto al peatón que a la población que circula con vehículo rodado. Hay que fomentar las avenidas y los paseos arbolados como tales, con tramos largos, también las sendas y los corredores verdes urbanos. Buscar la continuidad del territorio urbano y periurbano evitando barreras que actúen como muros o lo fragmenten. La movilidad preferentemente en transporte público, metro, tranvía, bus o en bicicleta para trayectos cortos y de recreo. Y siempre cuidando que los pavimentos, farolas y demás mobiliario urbano no recaliente la ciudad. En la arquitectura aplicar la energía solar como fuente energética, el suelo radiante, e introducir las cubiertas y cerramientos vegetales. Estos espacios verdes, en todo caso, deben ser construidos de modo que no terminen por resultar una carga social que los ponga en cuestión pese al valor de sus beneficios. Para ello la vegetación debe ser mayoritariamente autóctona, también aquella procedente de otros lugares que ha demostrado adaptarse al territorio y al clima. Hay que ponderar con rigor las necesidades hídricas disponibles. Fomentar la investigación aplicada al estado de salud de las especies ornamentales existentes en el medio urbano y periurbano para conocer sus beneficios. Exigir una plantación bien formada y libre de patologías. Agrupar especies que sean compatibles. Evitar las especies invasoras. Valorar la necesidad del GIS del arbolado urbano y su mantenimiento. Incorporar la paleobotánica en las excavaciones arqueológicas. El clima en Valencia es suave en invierno siempre que se asegure la recepción de los rayos solares, aspecto este ignorado al planificar con edificación alta en proximidad pues el soleamiento incide con bastante inclinación en invierno y casi vertical en verano cuando la radiación es más prolongada. En general, reforestar la ciudad y el borde de la misma con arbolado mayoritariamente caducifolio permite capturar el sol del invierno y protegernos de las altas temperaturas de los meses estivales. Es satisfactorio comprobar que avanzamos al incorporar la conservación y la recuperación de paisajes de identidad en el continuo y acelerado proceso de urbanización. Sin embargo, ahora es urgente profundizar sobre “el clima en el medio urbano” para avanzar en CALIDAD DE VIDA, y no hay que demorarse. Podríamos disponer bandas de arbolado caducifolio en los bordes urbanos para frenar vientos de carácter huracanado que azotan la ciudad en los meses de invierno, o para detener los molestos vientos calidos del estío. Utilizar masas de vegetación como elemento de transición entre poblaciones para evitar la pérdida de identidad territorial, la denominada conurbación. Disponer la edificación de tal modo que permita la entrada de la brisa que llega del mar en verano. Introducir biodiversidad en flora y fauna autóctonas y adaptadas para asegurar la supervivencia (el año 2010 fue el año internacional de la Biodiversidad). Encontrar soluciones utilizando arbolado con poder de descontaminación para optimizar la calidad del aire (el año 2011 es el año internacional de los Bosques). Es necesario caminar hacia una ciudad cada vez más humana, buscar el equilibrio y la compatibilidad con la necesaria ciudad productiva. Trabajar con el agua, la tierra y la vegetación para conseguir que nuestro “ECOSISTEMA URBANO” contribuya a un medio ambiente de mayor calidad para nuestros ciudadanos y que no perjudique al resto del planeta. En la era global se debe valorar la mayor economía y comodidad en la accesibilidad al conocimiento y tener humildad para aprender de aquellas soluciones que llevan ventaja, de sus errores y aciertos, aprender a adaptarlas o a reinterpretarlas en nuestro territorio. Influencias ha

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habido siempre, aprendimos de Grecia, de Italia, del Alandalus, de Francia, Inglaterra, Alemania, etc. Ya se ha empezado con los ECOBARRIOS como Sociópolis como alternativa pero hay que continuar caminando. Las nuevas experiencias de las ECOCIUDADES como MASDAR en Abu Dhabi también ayudaran a seguir progresando. Sin embargo, es urgente “investigar seriamente sobre la calidad de vida en la ciudad ya construida”, ella es la tarjeta de presentación de nuestra identidad como ciudadanos. En su afán por estar al día, el Ayuntamiento de Valencia ha avanzado con la elaboración en 2010 de un Plan de Acción para la Energía Sostenible” (PAES) que puede consultarse en la web municipal. Y ya sin demora, hay que familiarizarse con el concepto de “la arquitectura del paisaje”. Aprender a trabajar de manera pluridisciplinar, formando equipos integrados por topógrafos, arqueólogos, ingenieros especialistas en geotecnia, en agronomía (plantas y riego), en instalaciones hidráulicas (circuito superficial, lagos, estanques, pozos), especialistas en alumbrado, en canalizaciones urbanas de todo tipo, arquitectos y artistas; equipos necesariamente dirigidos por profesionales especializados en la construcción del paisaje. En un proyecto u obra puede dominar la materia específica de una o más ingenierías, como en una obra musical escrita para un instrumento y solista, pero el resultado final para una buena interpretación de la partitura necesita del resto de la orquesta y del director de la misma, un profesional especialista en el diseño y construcción del nuevo espacio de identidad, de un técnico cualificado en la disciplina conocida internacionalmente como “Paisajismo” o “Arquitectura del Paisaje”. Es importante investigar, conocer, para seguir evolucionando.

Valencia, febrero 2011 Amparo Medina Piles

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BIBLIOGRAFÍA RELACIONADA CON EL TEMA

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