Antología de poesía española

! ! Antología de poesía española De la Edad Media al Barroco ! 1º de Bachillerato 2013/2014 ANTOLOGÍA POÉTICA DE LA EDAD MEDIA AL BARROCO NOTA IMP

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Antología de poesía española De la Edad Media al Barroco

! 1º de Bachillerato 2013/2014

ANTOLOGÍA POÉTICA DE LA EDAD MEDIA AL BARROCO NOTA IMPORTANTE. LA ORTOGRAFÍA, como veréis, varía en los textos con frecuencia. Se debe a que algunos editores han querido conservar la original. En esta antología se ha conservado algunas veces, aunque hemos procurado que la más llamativa se ajuste a las reglas actuales. I.

EDAD MEDIA (Siglos X – XV)

1. LÍRICA TRADICIONAL MEDIEVAL 1.1 LÍRICA MOZÁRABE Se supone que gran parte de las jarchyas o jarchas debieron ser primitivas cancioncillas tradicionales, recogidas como tema o complemento lírico de las composiciones de que forman parte, las moaxajas. Algunas aparecen como simples pareados o tercetos, análogas a los estribillos de los zéjeles y villancicos: En moaxaja hebrea de abraham ben Ezra (muerto en 1167) (Stern, nº 15, pp. 15-16):

Gar: ¿ké fareyo, Kómo bibreyo? Est’ al-habib espero: Por él morreyo.

Dime ¿Qué haré? ¿Cómo viviré? Este amigo espero Por él moriré.

En moaxaja hebrea de Yosef ben Saddiq, muerto en 1149 (Stern, nº 14, p. 15):

¿Ké faré, mamma? Me-w I-habib est ad yana.

¿Qué haré, madre? ¡Mi amigo está a la puerta!

Poema de Yehudá Haleví (h. 1075 – antes de 1140, fecha de su viaje a Palestina) (Stern, nº 4, pp. 4-5):

Garid vos, ¡ay yermaniellas!, ¿com’ contenir el mio male Sin el Aviv non vivreyo ¿ad ob l’irey demandare?

Decidme, ¡ay hermanitas! ¿cómo contener mi mal? sin mi amigo yo no viviré ¿adónde iré a buscarlo?

[Jarcha hispano hebrea. El último verso se ha trascrito también : “ed volarey demandari [ y volaré a buscarlo]] Poema de Yehudá Haleví (h. 1075 – antes de 1140, fecha de su viaje a Palestina) En honor de Josef ben Ferusiel, por sobrenombre Cidello o Cidiello, ministro de Alfonso VII (h. 1100) (Stern, nº 3, pp. 3-4) [M. F. Alatorre, cátedra, p. 35. Locus amoenus, p.237]:

Des cuand mio Cidiello vénid -¡tan bona albishara!-, com rayo de sole yéshid en ad-al-hachara.

Cuando viene mi Cidillo -¡qué buena nueva!como un rayo de sol se alza en Guadalajara.

Que no quero tener al-'iqd, ya mamma, ¿Amana hulá li? Coll' albo quérid fora meu sidi, non quérid al-huli.

Que no quiero tener collar, madre ¿Prestarme alhajas? Cuello blanco querría mi señor, no quiere joyas.

[Jarcha 11; M. F. Alatorre, cátedra, p. 36]

Non quero yo un filliello illa’l-samarello.

No quiero yo amiguito sino el morenito.

[Jarcha, 32; M. F. Alatorre, Cátedra, p.37] (Poema de Yehudá Haleví (Stern, nº 9, pp. 10-11) [M. F. Alatorre, Cátedra, p.37] :

Vaise mio corachón de mib. ¡Ya Rab!, ¿si se me tornarad? Tan mal me dóled li-l-habib: enfermo yed, ¿cuánd sanarad?

Vase mi corazón de mí. ¡Ay, señor!, ¿acaso tornará? Tanto me duele por el amado: enfermo está, ¿cuándo sanará?

Antología poética. De la Edad Media al Barroco (Siglos X-XVII)

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¡Mamma, ayy habibi! Sual-chumella shaqrellab, el collo albo, e boquella hamrellab.

Madre, ¡qué amigo! Su guedejuela es rubia, el cuello blanco y la boquita coloradita.

[Jarcha, 33; M. F. Alatorre, cátedra, p.36]

Como filyolo alieno, non más adormes a meu seno.

Como si fueses hijito ajeno, no duermes más en mi seno.

[Jarcha, 7; M. F. Alatorre, Cátedra, p.38]

Al-sabab bono, garme d'on venis. Ya lo sé que otri amas, a mibi non queris.

Alba hermosa, dime de dónde vienes Ya sé que amas a otra, a mí no me quieres.

[Jarcha, 17; M. F. Alatorre, Cátedra, p.40]

Ya mamma. meu l-habibi vais e no más tornarad. Gar qué fareyo, ya mamma: ¿No un besiello lesarad?

Madre, mi amigo se va y no tornará más. Dime qué haré, madre: ¿No me dejará ni un besito?

1.2. LÍRICA GALAICA Per ribeira do rio vi remar o navio, e sabor ei da ribeira.

Por las riberas del río vi remar el navío, y placer me da la ribera.

Per ribeira do alto vi remar o barco, e sabor ei da ribeira.

Por las riberas del alto1 vi remar el barco, y placer me da la ribera.

Vi remar o navio: i vai o meu amigo. e sabor ei da ribeira.

Vi remar el navío: ahí va mi amigo. y placer me da la ribera.

Vi remar o barco: i vai o meu amado. e sabor ei da ribeira.

Vi remar el barco: ahí va mi amado. y placer me da la ribera.

I vai o meu amigo, quer-me levar consigo. e sabor ei da ribeira.

Ahí va mi amigo, quiere Ilevarme consigo. y placer me da la ribera.

I vai o meu amado, quer-me levar de grado. e sabor ei da ribeira.

Ahí va mi amado, quiere llevarme de grado. y placer me da la ribera.

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JOAN ZORRO [M. F. Alatorre, Cátedra, p. 46] 1 .alto: alta mar.

Quantas sabedes amar amigo treydes comig’ a lo mar de Vigo. E banhar-nos emos nas ondas!

Cuantas sepáis amar amigo, veníos conmigo al mar de Vigo. ¡y nos bañaremos en las olas!

Quantas sabedes amar amado treydes comig’a lo mar levado: E banhar-nos emos nas ondas!

Cuantas sepáis amar amado, veníos conmigo al mar levado. ¡y nos bañaremos en las olas!

Treydes comig’a lo mar de Vigo, e veeremo-lo meu amigo: E banhar-nos emos nas ondas!

Veníos conmigo al mar de Vigo, Y veremos a mi amigo, ¡y nos bañaremos en las olas!

Treides comig’a lo mar levado: e veeremo-lo meu amado, E banhar-nos emos nas ondas!

Veníos conmigo al mar levado. y veremos a mi amado, ¡y nos bañaremos en las olas!

Antología poética. De la Edad Media al Barroco (Siglos X-XVII)

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MARTÍN CODAX [Locus amoenus p.562.]

I.

Onda do mar de Vigo Se viste meu amigo? E, ai Deus! Se verrá cedo? II. Ondas do mar levado se viste meu amado? E, ai Deus! Se verrá cedo? III. Se viste meu amigo O por que eu sospiro? E, ai Deus! Se verrá cedo? IV. Se viste meu amado Por que ei gram cuidado? E, ai Deus! Se verrá cedo?

I.

Olas del mar de Vigo ¿Habéis visto a mi amigo? Ay, Dios, ¿Vendrá pronto? II Olas del mar levado1 ¿Habéis visto a mi amado? Ay, Dios, ¿Vendrá pronto? III ¿Habéis visto a mi amigo Aquel por quien yo suspiro? Ay, Dios, ¿Vendrá pronto? IV ¿Habéis visto a mi amado Por quien siento gran cuidado? Ay, Dios, ¿Vendrá pronto?

MARTÍN CODAX [M. F. Alatorre, Cátedra, p.57] 1 . Levado: levantado, encrespado. Aún se conserva el término en castellano en lenguaje marinero en expresiones como ‘mar de leva’ o ‘levar anclas’.

El poema anterior está compuesto por cuatro coplillas pareadas seguidas de un mismo estribillo o refrán. Hay paralelismo entre las dos primeras coplillas y las dos últimas que comienzan con los segundos versos de aquellas. Este tipo de construcción poético se denomina de leixaprén (‘deja y toma’) Sedia·m’eu na ermida de San Simión, e cercaron·mi as ondas, que grandes son: eu atendend’o meu amigo, eu atendend’o meu amigo! Estando na ermida ant’o altar, cercaron-mi as ondas grandes do mar: eu atendend’o meu amigo, eu atendend’o meu amigo! E cercaron·mi as ondas, que grandes son, non ei i barqueiro nen remador: eu atendend’o meu amigo, eu atendend’o meu amigo! E cercaron·mi as ondas do alto mar, non ei i barqueiro, nen sei remar: eu atendend’o meu amigo, eu atendend’o meu amigo! Non ei i barqueiro, nen remador, morrerei fremosa no mar maior: eu atendend’o meu amigo, eu atendend’o meu amigo! non ei i barqueiro, nen sei remar, morrerei fremosa no alto mar: eu atendend’o meu amigo, eu atendend’o meu amigo!

Sentábame yo en la ermita de San Simeón y me cercaron las olas, que grandes son: ¡esperando yo a mi amigo, esperando yo a mi amigo! Estando en la ermita, ante el altar, me cercaron las olas grandes del mar ¡esperando yo a mi amigo esperando yo a mi amigo! Me cercaron las olas, que grandes son. No hay aquí barquero ni remador ¡esperando yo a mi amigo esperando yo a mi amigo! Y me cercaron las olas de la alta mar, no tengo aquí barquero ni sé remar ¡esperando yo a mi amigo esperando yo a mi amigo! No tengo aquí barquero, ni remador, moriré hermosa en el mar mayor ¡esperando yo a mi amigo esperando yo a mi amigo! No tengo aquí barquero ni sé remar moriré hermosa en la alta mar: ¡esperando yo a mi amigo esperando yo a mi amigo!

MEENDINHO [M. F. Alatorre, Cátedra, p.56, s.]

1.3. LÍRICA TRADICIONAL CASTELLANA Los cantarcillos de la tradición oral castellana son fundamentalmente expresión de afectos y sentimientos: El insomnio, la nostalgia, la impaciencia ante el retraso del amado, la alegría de las fiestas que a veces se tiñe de melancolía... son sus temas predilectos. La estrofa predilecta de estos cantares es EL VILLANCICO. El Villancico deriva del zéjel. Está formado también por: una cabeza (a); una mudanza (b) (acostumbra a ser una redondilla); un verso de enlace (que rima con la mudanza), un verso de vuelta (c) (que rima con el estribillo) y el estribillo (d) (constituido por una parte o la totalidad de la cabeza): a) Lindos ojos habéis, señora, de los que usaban agora. b) Vos tenéis los ojos bellos y tenéis lindos cabellos, que matáis en sólo vellos, c)

a quien de vos se namora.

Antología poética. De la Edad Media al Barroco (Siglos X-XVII)

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Lindos ojos habéis, señora, De los que se usaban agora. Estas cancioncillas populares se caracterizan también por su sobriedad y sencillez, su frescura y viveza. Uno de sus recursos expresivos fundamentales es la repetición de las mismas ideas y palabras (el paralelismo), el otro es la ampliación o incorporación progresiva de nuevos elementos a partir de los existentes. La lírica tradicional castellana no se fija por escrito hasta los siglos XV y XVI. Por lo tanto, los textos que conservamos sólo recogen la última de las muchas variantes que cada poesía tuvo a lo largo de la Edad Media. So ell encina encina, so ell encina.

y el rato que no dormía en sospiros lo pasaba: más peor estó que estaba;

Yo me iba, mi madre, a la romería, por ir más devota fui sin companía,.. So ell encina.

para mí no solían ser así. [Cancionero musical de Palacio, 410, (M. F. Alatorre, Cátedra, p. 136)]

Por ir más devota fui sin compañía; tomé otro camino, deje el que tenía... So ell encina.

Mal ferida va la garza enamorada; sola va y gritos daba. A las orillas del río la garza tenía el nido; ballestero la ha herido en el alma. Sola va y gritos daba.

1

Halléme perdida en una montiña; al pie dell encina... So ell encina.

[Gil Vicente, Auto de Inés Pereira (M. F. Alatorre, Cátedra, p. 152)]

A la media noche recordé, mezquina; halléme en los brazos del que más quería, so ell encina.

Halcón que se atreve con garza guerrera, peligros espera. Halcón que se vuela con garza a porfía, cazarla quería y no la recela. Mas quien no se vela de garza guerrera, peligros espera. La caza de amor es de altanería: trabajos de día. de noche dolor. Halcón cazador con garza tan fiera, peligros espera.

Pesóme, cuitada, de que amanecía, porque yo gozaba del que más quería so ell encina. Muy bendita sía la tal romería, so ell encina. [ANÓNIMO, Cancionero musical de palacio, 20 (M. F. Alatorre, Cátedra, p. 87,s.)] 1 . En algunas versiones, a partir de esta estrofa, las que no tienen cuatro versos más el estribillo, incorporan al comienzo de la estrofa los dos últimos versos de la estrofa anterior.

No quiero ser monja, no, que niña namoradica só.

[Gil Vicente, Auto de Inés Pereira, p. 157]

[Cancionero musical de Palacio, 9, (M. F. Alatorre, Cátedra, p. 97)]

En la fuente del rosel lavan la niña y e1 doncel.

Dejadme con mí placer, con mi placer y alegría, dejadme con mi porfía, que niña malpenadica só.

En la fuente de agua clara con sus manos lavan 1a cara. Él a ella y ella a él, lavan la niña y el doncel. En la fuente del rosel lavan la niña y el doncel.

Estas noches atán largas Para mí no solían ser así.

[ANÓNIMO (Juan Vásquez, Recopilación, II, 42), (M. F. Alatorre, Cátedra, p. 81)]

Solía que reposaba las noches con alegría, Antología poética. De la Edad Media al Barroco (Siglos X-XVII)

Caballero, queráisme dejar, -5-

que me dirán mal.

encontré a mi buen amor; pidiérame tres besicos: luego perdí la color. Dicen a mí que lo he de amor.

¡Oh, qué mañanica, mañana, la mañana de San Juan, cuando la niña y el caballero ambos se iban a bañar! Que me dirán mal.

Perdida traigo la color: todos me dicen que lo he de amor.

Caballero, queráisme dejar, que me dirán mal.

[Juan Vásquez, Villancicos, (M. F. Alatorre, Cátedra, pp. 103,ss.)

[ANÓNIMO (Juan Vásquez, Recopilación, II, 42), (M. F. Alatorre, Cátedra, p. 81)]

¿A quién contaré yo mis quejas, mi lindo amor? ¿A quién contaré yo mis quejas, si a vos no?

A coger amapolas, madre me perdí: ¡caras amapolas fueron para mí!

[SALINAS De música, p. 326 (M. F. Alatorre, Cátedra, p. 108)]

[(CORREAS, Arte, p. 453,) (M. F. Alatorre, Cátedra, p. 84)]

En Ávila mis ojos, dentro en Ávila.

La niña que amores ha, sola ¿cómo dormirá?

En Ávila del Río mataron a mi amigo. Dentro en Ávila. [Cancionero de Palacio, 215 (M. F. Alatorre, Cátedra, p. 156)]

[(Santillana(¿) Espejo de enamorados, p. 62), (M. F. Alatorre, Cátedra, p. 92)] Al alba venid, buen amigo, al alba venid.

Peinarme quiero yo, madre, porque sé que a mis amores veré.

Amigo, el que yo más quería venid al alba del dia.

[Chistes hechos por diversos autores, p. 28, (M. F. Alatorre, Cátedra, p. 120)]

Amigo, el que yo más amaba venid a la luz del alba. Venid a la luz del día, no traigáis compañía.

Morenica me era yo: dicen que sí, dicen que no.

Venid a la luz del alba, no traigáis gran compaña.

Unos que bien me quieren dicen que sí; otros que por mí mueren dicen que no.

[Cancionero musical de palacio, 7, (M. F. Alatorre, Cátedra, pp. 93,s.)]

Morenica me era yo: dicen que sí, dicen que no.

Si eres niña y has amor, ¿qué harás cuando mayor?

[Juan Vásquez, Recopilación, I, 8, (M. F. Alatorre, Cátedra, p. 122)

[Romancero general, nº 370, (M. F. Alatorre, Cátedra, p. 96)]

Madre, la mi madre, guardas me ponéis: que si yo no me guardo, mal me guardaréis.

¿ Agora que sé de amor me metéis monja? ¡Ay, Dios, qué grave cosa!

[Cancionero de Turín, nº 24, (M. F. Alatorre, cátedra, p. 132)

Agora que sé de amor de caballero. ¿agora me metéis monja en el monesterio? ¡Ay, Dios, qué grave cosa!

Soy casada y vivo en pena: ¡ojalá fuera soltera! [Flecha, “La caza” ms. De Barcelona, (M. F. Alatorre, Cátedra, p. 146)

[Juan Vásquez, Recopilación, I, 10, (M. F. Alatorre, Cátedra, p. 97)]

Preso me lo llevan mi lindo amor, por enamorado, que no por traidor.

Perdida traigo la color: todos me dicen que lo he de amor. Viniendo de la romería Antología poética. De la Edad Media al Barroco (Siglos X-XVII)

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Preso me lo llevan, La causa no sé: digan lo que debe que yo lo pagaré.

que no estar en ventura si casaré bien o no. Dicen que me case yo: no quiero marido, no.

[Cartapacios salmantinos, p. 312, (M. F. Alatorre, Cátedra, p. 154)]

Madre, no seré casada por no ver vida cansada, o quizá mal empleada la gracia que Dios me dio.

No pueden dormir mis ojos, no pueden dormir. Y soñaba yo, mi madre, dos horas antes del día, que me florecía la rosa: el vino so el agua frida. No pueden dormir.

Dicen que me case yo: no quiero marido, no. No será. ni es nacido tal para ser mi marido; y pues que tengo sabido que la flor yo me la só. Dicen que me case yo: no quiero marido, no.

Guárdame las vacas, Carillejo, y besarte he, Si no, bésame tú a mí, Que yo te la guardaré.

GIL VICENTE [(M. F. Alatorre, Cátedra, p. 145)]

[CASTILLEJO (M. F. Alatorre, Cátedra, p. 104)]

No me las enseñes más, Que me matarás. Estábase la monja En el monesterio, Sus teticas blancas De so el velo negro. Más, Que me matarás. [DIEGO SÁNCHEZ DE BADAJOZ (M. F. Alatorre, Cátedra, p. 116)]

Por amores lo maldijo la mala madre al buen hijo. –Si pluguiese a Dios del cielo, y a su madre Santa María que no fueses tú mi hijo, porque yo fuese tu amiga!– Esto dijo y lo maldijo la mala madre al buen hijo. Por amores lo maldijo. [Juan Vásquez, Recopilación II, 3, (M. F. Alatorre, Cátedra, p. 156)

Gritos daba la morenica so el olivar. que las ramas hace temblar. La niña, cuerpo garrido, morenica, cuerpo garrido, lloraba su muerto amigo so el olivar: que las ramas hace temblar. [Esteban Daza, Fols. 102-103, (M. F. Alatorre, Cátedra, p. 157)] Dicen que me case yo: no quiero marido, no, Más quiero vivir segura n'esta tierra a mi soltura,

Antología poética. De la Edad Media al Barroco (Siglos X-XVII)

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2. POESÍA ÉPICA 2.1 CANTARES DE GESTA: El Cantar de Mio Cid CANTAR DEL DESTIERRO Estos versos son los primeros que conservamos del Cantar de Mio Cid, pero el poema no empezaba en este punto, sino, seguramente, en el momento en el que el héroe era enviado al destierro. Sus enemigos hacen creer al rey que Rodrigo se ha quedado con unos tributos, lo que provoca la ira de Alfonso VI. La acusación es injusta y el pueblo se pone de parte del desterrado. Los textos ‘originales’ del Cantar están tomados de A. Montaner, Barcelona, Crítica, 1993.

1 De los sos ojos tan fuertemientre llorando, tornava la cabeza e estávalos catando. Vio puertas abiertas e uços sin cañados, alcándaras vázias sin pielles e sin mantos e sin falcones e sin adtores mudados, Sospiró mio Çid, ca mucho avie grandes cuidados. Fabló mio Çid bien e tan mesurado: «grado a tí, señor padre, que estás en alto! Esto me an buelto mios enemigos malos,»

1 Los ojos de Mio Cid fuertemente van llorandol atrás vuelve la cabeza y quedábase catándolos2. Y vio las puertas abiertas, postigos3 sin candados, las alcántaras4 vacías: sin las pieles, ni los mantos, ni los halcones de caza, ni los azores mudados. Suspiró Mio Cid Ruy Díaz, que él ha grandes cuidados5. Habló entonces Mio Cid, tan bien y tan mesurado6: «¡Gracias te doy, Señor Padre, a ti que estás en lo alto! Esto hicieron contra mí mis enemigos malvados.»

2 10 Allí pienssan de aguijar, allí sueltan las riendas, A la exida de Bivar ovieron la corneja diestra, e entrando a Burgos oviéronla siniestra. Meció mio Cid los ombros e engrameó la tiesta: «albricia, Álbar Fáñez, ca echados somos de tierra! Mas a grand ondra tomaremos a Castiella».1 1 . Este último verso no se recoge en la edición de A. Montaner.

2 Allí aguijan7 los caballos, allí les sueltan las riendas. Al ejido de Vivar ven la corneja a la diestra,8 mas entrando ya por Burgos la hubieron a la siniestra. Meció Mio Cid los hombros y engrameó la cabeza: «¡Albricias9 Alvar Fáñez10 que aunque de nuestra tierra nos echan, si hoy nos vamos de Castilla, con honra ha de vernos ella! » 3 Mio Cid Ruy Díaz llega y ya por Burgos entró. Sesenta pendones11 lleva de su compañía en pos. Se asomaron para verle todos, mujer y varón, y la gente burgalesa a las ventanas salió con lágrimas en los ojos, tan grande era su dolor. Y de las bocas de todos salió una misma razón: «¡Dios, que buen vasallo haría, si tuviese buen señor!»

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3 15 Mio Cíd Ruy Diaz por Burgos entró, En sue compaña sessaenta pendones; 16b exienlo ver mugieres e varones, burgeses e burgesas por las finiestras son, plorando de los ojos, tanto avien el dolor. De las sus bocas todos dizian una razón: 20 «¡Dios, qué buen vassallo, si oviesse buen señor!»

4 Convidarlo harían de buen grado, pero ninguno lo osaba porque don Alfonso, el rey, teníale muy gran saña12. Antes de llegar la noche, a Burgos mandó su carta con gran reserva y cuidado y fuertemente sellada, diciendo que a Mio Cid nadie le diese posada,

4 Conbidarle ien de grado, mas ninguno non osava: el rey don Alfonsso tanto avie la grand saña. Antes de la noche en Burgos d’él entró su carta, con grand recabdo e fuertemientre sellada: 25 que a mio Cid Ruy Díaz que nadi no·l’ diessen [posada, e aquel que gela diesse sopiesse vera palabra, que perderié los averes e más los ojos de la cara, e aun demás los cuerpos e las almas. Grande duelo avién las yentes cristianas, 30 ascóndense de mio Cid, ca no l’ osan dezir nada. El Campeador adeliñó a su posada, así commo llegó a la puerta, fallóla bien cerrada por miedo del rey Alfonso que assí la avién parado: que si non la quebrantás por fueça, que non ge la [abriesse nadi. 35 Los de mio Cid a altas vozes llaman, los de dentro non les querién tornar palabra.

y que aquel que se la diese supiese, por su palabra, que perdía los haberes y los ojos de la cara; que también perdía el cuerpo y que perdía hasta el alma. Gran duelo tienen entonces todas las gentes cristianas. Se esconden de Mio Cid, nadie osa decirle nada. Ruy Díaz el Campeador adeliñó13 a su posada; tan pronto llegó a la puerta, encontróla bien cerrada: El miedo del rey Alfonso hizo que así la topara; que si no la quebrantase no se la abrieran por nada. Las gentes de Mio Cid con grandes voces llamaban, pero las gentes de dentro no devuelven la palabra.

Aguijó mío Cid, a la puerta se llegava, Antología poética. De la Edad Media al Barroco (Siglos X-XVII)

sacó el pie del estribera, una ferída·l’ dava; -8-

non se abre la puerta,

Sacó el pie de la estribera17 y un fuerte golpe le daba pero no se abre la puerta, que estaba muy bien cerrada18. Una niña de nueve años a su vista se paraba: «Escuchadme, Campeador, que en buena ceñiste espadal9, el rey así lo ha vedado, que anoche de él llegó carta con gran reserva y cuidado y fuertemente sellada. No podemos atrevernos a abrir la puerta por nada, Si no, perderemos nuestros bienes y las casas y además, los ojos de la cara Mio Cid, con nuestro mal, vos no habéis de ganar nada. Id, que el Creador os valga con toda su virtud santa.,

ca bien era cerrada

40 Una niña de nuef años a ojo se parava: –¡Ya Campeador, en buena cinxiestes espada! El rey lo ha vedado, anoch d’él entró su carta con grant recabdo e fuertemientre sellada. Non vos osariemos abrir nin coger por nada; 45 si non, perderiemos los averes e las casas, e demás los ojos de las caras. Cid, en el nuestro mal vós non ganades nada, mas el Criador vos vala con todas sus vertudes santas.– Esto la niña dixo e tornó’ pora su casa. 50 Ya lo vee el Cid, que del rey non avié gracia; Partiós’ de la puerta, por Burgos aguijava, llegó a Santa María, luego descavalga; fincó los inojos, de coraçón rogava. La oración fecha, luego cavalgava,

Esto le dijo la niña y tornó para su casa. Ya vio Ruy Díaz el Cid que del rey no había gracia. Apartóse de la puerta y por Burgos aguijaba, llegó hasta Santa María y muy luego descabalgaba: hincóse en tierra de hinojos20, muy de corazón rogaba. Cuando la oración fue hecha, de nuevo el Cid cabalgaba.

El Cid aguijó el caballo, a la puerta se llegaba. 1

. Postigos: puertas pequeñas. 4.Alcántaras: perchas en las que se posaban los pájaros. 5.Azores mudados: azores que habían terminado la época de muda de la pluma.6.Muy grandes cuidados: graves preocupaciones. 7.Mesurado: juicioso, prudente. 8 .Observa cómo hay una denuncia muy clara contra quienes buscan perder al Cid. Debe hacerse constar cómo la crítica aparece ya desde los primeros versos del Cantar. La obra tiene una clara intencionalidad política. 9.Aguijan: espolean. 10.Ejido: campo al que se llevaban los ganados. Diestra: la dirección del vuelo de la corneja indicaba buen o mal augurio, según fuera a la diestra (derecha) o a la siniestra (izquierda). 11.Engrameó: sacudió. 12.¡Albricia! ... : ¡Buenas noticias! El verso tiene un sentido irónico. 13.Minaya Alvar Fáñez: lugarteniente del Cid y uno de sus compañeros más queridos. 14.Sesenta pendones: sesenta soldados. El pendón era una banderola que adornaba la lanza. 15.Teníale muy gran saña: tanto le odiaba. 16.Adeliñó: se dirigió. 17. estribera: estribo. 18.Observa cómo varía el uso de los tiempos verbales en estos últimos versos. Se trata de una característica de la épicaa. 19. en buena ceñiste espada: epíteto épico, característico del género. Más adelante volveremos sobre este tipo de fórmulas 20. hincóse en tierra de hinojos: se puso de rodillas. TEXTO COMPLEMENTARIO EL CANTAR DE MIO CID Y MANUEL MACHADO El Cantar de Mio Cid ha servido a menudo de inspiración para pintores, músicos y escritores de todos los tiempos. Puede leerse ahora la recreación que realizó el poeta Manuel Machado (1874-1947) de la escena que acabamos de leer, en la que el Cid pide ayuda en una posada a la salida de Burgos.

El ciego sol se estrella en las duras aristas de las armas, llaga de luz los petos y espaldares y flamea en las puntas de las lanzas. 5

10

-¡Buen Cid! Pasad... El rey nos dará muerte, arruinará la casa y sembrará de sal el pobre campo que mi padre trabaja.. 25 Idos. El Cielo os colme de venturas... En nuestro mal, ¡oh Cid,, no ganáis nada.

El ciego sol, la sed y la fatiga. Por la terrible estepa castellana, al destierro, con doce de los suyos -polvo, sudor y hierro-, el Cid cabalga.

Calla la niña y llora sin gemido... Un sollozo infantil cruza la escuadra de feroces guerreros, 30 y una voz inflexible grita: «¡En marcha! »

Cerrado está el mesón a piedra y lodo... Nadie responde. Al pomo de la espada y al cuento de las picas, el postigo va a ceder .. ¡Quema el sol, el aire abrasa!

El ciego sol, la sed y la fatiga. Por la terrible estepa castellana, al destierro, con doce de los suyos, -polvo sudor y hierro-, el Cid cabalga.

A los terribles golpes, de eco ronco, una voz pura, de plata 15 y de cristal responde... Hay una niña muy débil y muy blanca en el umbral. Es toda ojos azules; y en los ojos, lágrimas. Oro pálido nimba 20 su carita curiosa y asustada.

Antología poética. De la Edad Media al Barroco (Siglos X-XVII)

[MANUEL MACHADO, Alma, 1900]

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UNA BATALLA

En todos los cantares de gesta aparece siempre la descripción de una batalla.. Puede tratarse del combate entre dos ejércitos, de la lucha entre dos caballeros, etc. Los autores se servían de unos procedimientos narrativos ya establecidos para narrar un suceso tan importante y que tanto interés despertaba entre el público. Los emires Fariz y Galve han sitiado al Cid y a los suyos en Alcocer. El héroe decide romper el cerco y prepara sus mesnadas para la batalla En medio del estruendo de los tambores –procedimiento utilizado por los árabes para aterrorizar a las tropas cristianas– comienza la lucha. 35 715 Enbraçan los escudos delant los coraçones, abaxan las lanças abueltas de los pendones, enclinaron las caras de suso de los arzones, ívanlos ferir de fuertes coraçones. A grandes vozes llama el que en buen ora nació: 720 –¡Feridlos, cavalleros, por amor del Criador! ¡Yo só Ruy Díaz, el Cid Campeador!– Todos fieren en el az do está Pero Vermúez, trezientas lanças son, todas tienen pendones; seños moros mataron, todos de seños colpes; 725 a la tornada que fazen otros tantos son. 36 726 Veriedes tantas lanças premer e alçar, tanta adágara foradar e passar, tanta loriga falsar e desmanchar, tantos pendones blancos salir bermejos en sangre, tantos buenos cavallos sin sos dueños cabalgar. Los moros llaman –¡Mafómat!- e los cristianos, [-¡Santi Yagüe!Cayén en un poco de logar moros muertos mill [e trescientos ya.

35 Embrazaron5 los escudos delante del corazón, abajaron cada lanza junto con cada pendón y las caras inclinaron sobre el fuste del arzón6. Los del Cid van al ataque con muy fuerte corazón. Los anima a grandes voces el que en buena hora nació: “¡Al ataque, caballeros, por amor del Creador! Yo soy Ruy Díaz el Cid de Vivar Campeador! Todos atacan por donde Pedro Bermúdez cargó. Éranse trescientas lanzas, todas tenían pendón; cada golpe un moro mata, cada golpe que se dio, y a la carga de tornada otros tantos muertos son 36

Vierais allí tantas lanzas bajar y tantas alzar, tantas adargas7 de cuero horadar' y atravesar, tanta loriga9 allí vierais destrozar y desmallar, y tantos buenos caballos sin sus dueños cabalgar. Los moros gritan «¡Mahoma!», [«¡Santiago!»ll, la cristiandad. En poco tiempo murieron mil trescientos moros ya.

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. quebrar: romper. 2. vierais: es una llamada de atención del juglar al público que escuchaba, para que se imaginara la escena. 3. caudales: principales, muy importantes. 4. valedle: ayudadle. 5. embrazaron: metieron el brazo por la embrazadura o asa que tenía el escudo detrás, con el fin de protegerse el cuerpo. 6. fuste del arzón: armazón de la silla de montar.7. adarga: escudo de cuero de forma ovalada. 8. horadar: agujerear. 9. loriga: armadura hecha de láminas pequeñas de metal. Desmallar una loriga significaba romper el tejido o malla de que estaba hecha. 10. albo: blanco.11. Mahoma... Santiago: gritos de guerra de los moros y de los cristianos.

Finalmente, en el Poema, aparece la posibilidad del perdón real, dada la lealtad mostrada por el Cid cuando se entrevistan con el Rey sus enviados, Minaya y Bermúdez. LOS TRATOS DE LAS BODAS Y EL PERDÓN DEL REY Los Infantes de Carrión piden que el rey los case con las hijas del Cid. Alfonso envía la proposición a don Rodrigo y concierta una entrevista con él, 101 ¡Oíd! Que de los Infantes de Carrión voy a contar. En secreto hablando estaban tratando de lo que harán: -Las nuevas que del Cid cuentan, cada vez se extienden más. Hemos de pedir sus hijas para con ellas casar; creceremos en honores, y esto favor nos hará. Al Rey Alfonso en privado llegaron para tratar: -Una merced os pedimos pues el Rey y el Señor sois: [Poema de Mio Cid Editorial Castalia, Odres Nuevos] EL CID Y EL LEÓN Los infantes de Carrión son los enemigos del Cid. El autor del Cantar nos mostrará su indignidad mediante sus acciones cobardes y ridículas. Este episodio, de muy dudosa realidad histórica, aparece al frente del Cantar tercero y sirve para desarrollar la parte final de la trama.

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112 Estaba el Cid con los suyos en Valencia la mayor y con él ambos sus yernos, los infantes de Carrión. Acostado en un escañol dormía el Campeador, ahora veréis qué sorpresa mala les aconteció. De su jaula se ha escapado y andaba suelto un león, al saberlo por la corte un gran espanto cundió. Embrazan sus mantos2 las gentes del Campeador y rodean el escaño protegiendo a su señor. Pero Fernando González, [el infante de Carrión?] no encuentra donde meterse, todo cerrado lo halló, metióse bajo el escaño, tan grande era su terror. El otro Diego González, por la puerta se escapó gritando con grandes voces: “No volveré a Carrión.” Detrás de una gruesa viga metiéndose con gran pavor y de allí túnica y manto todos sucios los sacó3. Estando en esto despierta el que en buen hora nació4 y ve cerrado el escaño suyo por tanto varón. «¿Qué es esto, mesnadas5? ¿Qué hacéis alrededor?» -«Un gran susto nos ha dado, señor honrado, el león.» Se incorpora Mio Cid y presto se levantó, y sin quitarse ni el manto se dirige hacia el león, la fiera cuando le ve mucho se atemorizó, baja ante el Cid la cabeza, por tierra la cara hincó. El Campeador entonces por el cuello le cogió, como quien lleva a un caballo en la jaula lo metió. Maravilláronse todos de aquel caso del león y el grupo de caballeros a la corte se volvió. Mio Cid por sus dos yernos pregunta y no los halló, aunque los está llamando no responde ni una voz. Cuando al fin los encontraron, el rostro traen sin color, tanta broma y tanta risa nunca en la corte se vio, tuvo que imponer silencio Mio Cid Campeador. Avergonzados estaban los infantes de Carrión,

112 En Valencia seí mio Cid con todos los sos, con él amos sus yernos, los ifantes de Carrión. 2280 Yaziés' en un escaño, durmié el Campeador; mala sobrevienta sabed que les cuntió: saliós' de la red e desatós’ el león. En grant miedo se vieron por medio de la cort; enbraçan los mantos los del Campeador 2285 e cercan el escaño e fincan sobre so señor; Ferrán Gonçález [........................................ ] 2286b non vio allí dó s’ alçasse, nin cámara abierta nin torre, metiós’ so l’escaño, tanto ovo el pavor; Diego Gonçalez por la puerta salió diziendo de la boca: -¡Non veré más Carrión!2290 Tras una viga lagar metios’ con grant pavor, el manto e el brial todo suzio lo sacó. En esto despertó el que en buen ora nació, vio cercado el escaño de sus buenos varones: -¿Qué’s esto, mesnadas, o qué queredes vós?2295 -¡Ya señor ondrado, rebata nos dio el león!Mio Cid fincó el cobdo, en pie se levantó, el manto trae al cuello e adeliñó pora '1 león; el león, cuando lo vio, assí envergonsçó, ante mio Cid la cabesça premió e el rostro fincó. 2300 Mio Cid don Rodrigo al cuello lo tomó e liévalo adestrando, en la red le metió. A maravilla lo han cuantos que ý son e tornáronse al palacio, pora la cort. Mio Cid por sos yernos demandó e no los falló; 2305 maguer los están llamando, ninguno non responde. Cuando los fallaron, ellos vinieron assí sin color; non viestes tal juego commo iva por la cort, mandólo vedar mio Cid el Campeador. Mucho·s' tovieron por enbaídos los ifantes de [Carrión, 2310 fiera cosa les pesa d'esto que les cuntió.

tal pesadumbre tenían de aquello que les pasó.

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. escaño: banco con respaldo. 2.embrazan sus mantos: rodean sus brazos con los mantos. 3.sucios los sacó: todo el pasaje insiste en el comportamiento cobarde y grotesco de los infantes y en particular de Diego González, que llega a orinarse de miedo. 4.el que en buen hora nació: epíteto épico. 5.mesnadas: compañía de gente de armas, soldados. LA AFRENTA DE CORPES En el sombrío robledal de Corpes, los infantes de Carrión golpean brutalmente a sus esposas, las hijas de Cid, y las dejan abandonadas a su suerte. Además de ser una acción cobarde que mancilla gravemente a las mujeres, la afrenta alcanza también al Campeador Su honra individual se ve también afectada. El Cid pedirá justicia al rey Alfonso VI. 128 2689 Ya movieron d’El Ansarera los ifantes de Carrión, Acójense a andar de día e de noch, A siniestro dexan Atienza, una peña muy fuert, la sierra de Miedes passáronla estos

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128 Ya se marchan de Ansavera, los infantes de Carrión de día y de noche andan, no se dan descanso, no; dejan a la izquierda Atienza, un fortísimo peñón, ya la gran sierra de Miedes detrás de ellos quedó

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por los Montes Claros aguijan a espolón. A siniestro dexan a Griza, que Álamos pobló 2695 (allí son caños do a Elpha encerró), a diestro dexan a Sant Estevan, más cae aluén. Entrados son los ifantes al robredo de Corpes, los montes son altos, las ramas pujan con las núes, e las bestias fieras que andan aderredor. 2700 Fallaron un vergel con una linpia fuent, mandan fincar la tienda ifantes de Carrión, con cuantos que ellos traen ý yazen essa noch, con sus mugieres en braços demuéstranles amor, ¡mal ge lo cumplieron cuando salié el sol! 2705 Mandaron cargar las acémilas con grandes averes a nombre, cogida han la tienda do albergaron de noch, adelant eran idos los de criazón, assí lo mandaron los ifantes de Carrión, que non y fincás ninguno, mugier nin varón, 2710 sinon amas sus mugieres, doña Elvira e doña Sol, deportarse quieren con ellas a todo su sabor. Todos eran idos, ellos cuatro solos son, tanto mal comidieron los ifantes de Carrión: -Bien lo creades, don Elvira e doña Sol, 2715 aquí seredes escarnidas, en estos fieros montes, oy nos partiremos e dexadas seredes de nós, non abredes part en tierras de Carrión. Irán aquestos mandados al Cid Campeador nós vengaremos por aquésta la del león.2720 Allí les tuellen los mantos e los pelliçones, páranlas en cuerpos e en camisas e en ciclatones. Espuelas tienen calçadas los malos traidores, en mano prenden las cinchas fuertes e duradores. Cuando esto vieron las dueñas, fablava doña Sol: 2725 -¡Don Diego e don Ferrando, rogámosvos por Dios! Dos espadas tenedes fuertes e tajadores, al una dizen Colada e al otra Tizón, cortandos las cabeças, mártires seremos nós; moros e cristianos departirán d'esta razón, 2730 que por lo que nós merecemos no lo prendemos nós. Atán malos ensiemplos non fagades sobre nós; si nós fuéremos majadas, abiltaredes a vós, retraérvoslo han en vistas o en cortes.Lo que ruegan las dueñas non les ha ningún pro, 2735 essora les conpieçan a dar los ifantes de Carrión, con las cinchas corredizas májanlas tan sin sabor; con las espuelas agudas, don ellas an mal sabor, ronpién las camisas e las carnes a ellas amas a dós. Linpia salié la sangre sobre los ciclatones, 2740 ya lo sienten ellas en los sos coraçones.

y por esos Montes Claros cabalgan más y mejor. A un lado deján a Griza, la que Álamos pobló, y las cuevas donde a Elfa, este Álamos encerró. San Esteban de Gormaz allá a la diestra se vio1. En el robledal de Corpes entraron los de Carrión; las ramas tocan las nubes, muy altos los montes son y muchas bestias feroces rondaban alrededor. Con una fuente se encuentran y un pradillo de verdor. Mandaron plantar las tiendas los infantes de Carrión y esa noche en aquel sitio todo el mundo descansó. Con sus mujeres en brazos señal las dieron de amor. ¡Pero qué mal se lo cumplen en cuanto que sale el sol! Mandan cargar las acémilas con su rica cargazón, mandan plegar esa tienda que anoche los albergó. Sigan todos adelante, que luego irán ellos dos: esto es lo que mandaron los infantes de Carrión. No se quede nadie atrás, sea mujer o varón menos las esposas de ellos Doña Elvira y Doña Sol, porque quieren solazarse con ellas a su sabor. Quédanse solos los cuatro, todo el mundo se marchó, tanta maldad meditaron los infantes de Carrión. «Escuchadnos bien, esposas, Doña Elvira y Doña Sol: vais a ser escarnecidas2 en estos montes las dos, nos marcharemos dejándoos aquí a vosotras, y no tendréis parte en nuestras tierras del condado de Carrión. Luego con estas noticias irán al Campeador y quedaremos vengados por aquello del león. Allí los mantos y pieles les quitaron a las dos. sólo camisa y brial3 sobre el cuerpo les quedó. Espuelas llevan calzadas los traidores de Carrión, cogen en las manos cinchas4 que fuertes y duras son. Cuando esto vieron las damas así hablaba doña Sol: «Don Diego y Don Fernando, os rogamos por Dios, sendas espadas tenéis de buen filo tajador, de nombre las dos espadas, Colada y Tizona, son. Cortadnos ya las cabezas, seamos mártires las dos, así moros y cristianos siempre hablarán de esta acción, que esto que hacéis con nosotras no lo merecemos, no. No hagáis esta mala hazaña, por Cristo, nuestro Señor, si nos ultrajáis5 caerá la vergüenza sobre vos, y en juicio o en corte ha de pediros razón.» Las damas mucho rogaron, mas de nada les sirvió; empezaron a azotarlas los infantes de Carrión, con las cinchas corredizas les pegan sin compasión, hiérenlas con las espuelas donde sientan más dolor, y les rasgan las camisas y las carnes a las dos, sobre las telas de seda, limpia la sangre asomó. Las hijas del Cid lo sienten en lo hondo del corazón.

2.2 EL ROMANCERO El Romancero viejo. Los cantos épicos tradicionales dan origen, a fines de la Edad Media, a un nuevo tiempo de poesía, cuando el pueblo, incapaz de recordarlos en su integridad, entresaca los episodios de mayor interés; estos fragmentos aislados constituirán el punto de arranque de un nuevo género que con asombrosa vitalidad habrá de llegar hasta nosotros: el Romancero popular. Los octosílabos de que están formados proceden directamente de los dos hemistiquios del verso épico de dieciséis sílabas. El hecho de que los romances conserven también su primitiva condición de poesía oral, explica gran parte de sus características, por ejemplo, el extraordinario número de variantes que ofrece cada uno de ellos.

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35 Tú los vendiste, traidor, en el val de Araviana; mas si Dios a mí me ayuda, aquí dexarás el alma. –Espéresme, don Gonçalo 40 iré a tomar las mis armas. –El espera que tú diste a los infantes de Lara. Aquí morirás, traidor, enemigo de doña Sancha.

Nacimiento de Bernardo del Carpio En los reinos de León, el casto Alfonso reinaba: hermosa hermana tenía, doña Ximena se llama; 5 enamorárase de ella esse conde de Saldaña, mas no vivía engañado, porque la infanta lo amaba. Muchas veces fueron juntos, 10 que nadie lo sospechaba; de las vezes que se vieron la infanta quedó preñada. La infanta parió a Bernaldo, y luego monja se entraba. 15 Mandó el rey prender al conde Y ponerle muy gran guarda.

“Existen varias versiones en pliegos con variantes relevantes. “El romance ‘A cazar va don Rodrigo’ es una síntesis poética hecha con recuerdos de episodios y versos diseminados en el Cantar que le sirve de guía: la larga narración épica es sustituida por una brevísima y animada escena romancística de notable vigor dramático” (Rom. Trad. II, p. 157. Esta opinión de los editores de Rom. Trad. es controvertida parcialmente por Bénichou, (Creación..., p. 4060). “El romance pudo resultar de una creación nueva hecha sobre motivos antiguos desigual y desordenadamente recordados, en un momento en que florecían una nueva técnica de creación colectiva apoyada en series asociativas y estilo poético original con su nuevo caudal de fórmulas y preferencia por lo corto y lo intenso” En apoyo a las tesis de Bénichou, están el cambio de enfoque (centrado en don Rodrigo y su castigo, no en Mudarra), los versos 19 y 20 que parecen destinados a dar información sobre el personaje a los oyentes. En una versión de pliego, se encuentran los versos: perdido havía los açores, no halla ninguna caça... comienzo tópico de muchos romances que presagia un fracaso del cazador.” [M. Débax, p. 190, s.]

“Esta versión antigua, que parece de composición tardía, cuenta las circunstancias del nacimiento ilegítimo de Bernardo. En la tradición oral, se perdió el recuerdo de los personajes históricos, se trasladó la acción a un ambiente moro (los primeros versos suelen ser los del romance fronterizo de la pérdida de Antequera) y se desarrollaron las potencialidades novelescas de la situación.” [Romancero, Edición de Michelle Débax, ed. Alhambra, Col. Clásicos, 1982., p. 166, s.]

La venganza de Mudarra A caçar va don Rodrigo, y aun don Rodrigo de Lara; con la gran siesta que haze, arrimado se ha a una haya, 5 maldiciendo a Mudarrillo, hijo de la renegada, que si a las manos le hubiesse, que le sacaría el alma. El señor estando en esto, 10 Mudarrillo que asomaba. –Dios te salve, caballero, debaxo la verde haya. –Assí haga a ti, escudero, buena sea tu llegada. 15 –Dígasme tú, el caballero, cómo era la tu gracia. –A mí dicen don Rodrigo, y aun don Rodrigo de Lara, cuñado de Gonçalo Gustos, 20 hermano de doña Sancha; por sobrinos me los hube los siete infantes de Salas. Espero aquí a Mudarrillo, hijo de la renegada; 25 si delante lo tuviesse, yo le sacaría el alma. –Si a ti dicen don Rodrigo, y aun don Rodrigo de Lara, a mí Mudarra Gonçales 30 hijo de la renegada, de Gonçalo Gustos hijo y anado de doña Sancha; por hermanos me los hube los siete infantes de Salas.

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Romance del rey Don Sancho «¡Rey don Sancho, Rey don Sancho, no digas que no te aviso, que de dentro de Zamora un alevoso ha salido! 5 Llámase Vellido Dolfos, hijo de Dolfos Vellido; cuatro traiciones ha hecho, y con esta serán cinco. Si gran traidor fue el padre 10 Mayor traidor es el hijo.» Gritos dan en el real, a don Sancho han malherido; muerto le ha Vellido Dolfos, gran traición ha cometido. 15 Desque la tuviera muerto, metióse por un postigo; por las calles de Çamora, van dando voces y gritos; –Tiempo era, doña Urraca, 20 de cumplir lo prometido. “Según Mnéndez Pidal, el apóstrofe inicial sería un fragmento del Cantar sobre el cerco de Zamora prosificado en varias crónicas y, a esos versos truncos, se les habría añadido un final explicativo. Nótense las varias posiciones del narrador: apóstrofe al rey don Sancho en primera persona, relato impersonal de la muerte del rey y discurso referido a Vellido Dolfos que le pide “lo prometido”, no explicitado, a doña Urraca.” [M. Débax, p. 204, s.]

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y llevan sendas adargas, con borlas de colorado; mas no le faltó al buen Cid adonde asentar su campo.

La jura de Santa Gadea En Sancta Gadea de Burgos, do juran los hijosdalgo, allí le toma la jura el Cid al rey castellano. Las juras eran tan fuertes, que al buen rey ponen espanto; sobre un cerrojo de hierro y una ballesta de palo: –Villanos mátente, Alonso, villanos, que non hidalgos, de las Asturias de Oviedo, que no sean castellanos; mátente con aguijadas, no con lanzas ni con dardos; con cuchillos cachicuernos, no con puñales dorados; abarcas traigan calzadas, que no zapatos con lazo; con camisones de estopa, no de holanda ni labrados; vayan cabalgando en burras, que no en mulas ni en caballos; frenos traigan de cordel, no de cueros fogueados. Mátente por las aradas, que no en villas ni en poblado, sáquente el corazón por el siniestro costado, si no dijeres verdad de lo que eres preguntado: si fuiste ni consentiste en la muerte de tu hermano. Jurado había el rey, que en tal nunca se ha hallado; pero allí hablara el rey malamente y enojado: –Muy mal me conjuras, Cid, Cid, muy mal me has conjurado; mas hoy me tomas la jura, mañana me besarás la mano. –Por besar mano de rey no me tengo por honrado; porque la besó mi padre me tengo por afrentado. –Vete de mis tierras, Cid, mal caballero probado, y no vengas más a ellas dende este día en un año. –Pláceme, dijo el buen Cid, pláceme, dijo, de grado, por ser la primera cosa que mandas en tu reinado. Tú me destierras por uno, yo me destierro por cuatro. Ya se parte el buen Cid, sin al rey besar la mano, con trescientos caballeros; ninguno hay viejo ni cano. Todos llevan lanza en puño y el hierro acicalado,

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[Manuel Alvar: Romancero, Barcelona, ed. Zeta, 1987, p. 137.]

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Cabalga Diego Laínez al buen rey besar la mano; consigo se los llevaba los trescientos hijos dalgo1; entr’ellos iba Rodrigo, el soberbio2 castellano. todos cabalgan a mula, sólo Rodrigo a caballo; todos visten oro y seda, Rodrigo va bien armado; todos espadas ceñidas, Rodrigo estoque3 dorado; todos con sendas varicas4 Rodrigo lanza en la mano: todos guantes olorosos Rodrigo guante mallado5; todos sombreros muy ricos, Rodrigo casco afilado; y encima del casco lleva un bonete colorado. Andando por un camino, unos con otros hablando, allegados6 son a Burgos, con el rey se han encontrado. Los que vienen con el rey entre sí van razonando; unos lo dicen de quedo7, otros lo van preguntando: -Aquí viene entre esta gente quien mató al conde Lozano. Como lo oyera Rodrigo, en hito los ha mirado8; con alta y soberbia voz, de esta manera ha hablado: -Si hay alguno entre vosotros, su pariente o adeudado, que le pese de su muerte, salga luego a demandallo9; yo se lo defenderé quiera a pie, quiera a caballo.10 Todos responden a una: Demándelo su pecado11. Todos se apearon juntos para el rey besar la mano; Rodrigo se quedó solo, encima de su caballo. Entonces habló su padre, Bien oiréis lo que ha hablado: -Apeaos vos, mi hijo, besaréis al rey la mano, porque él es vuestro señor, vos, hijo, sois su vasallo. Desque Rodrigo esto oyó sintióse más agraviado12;

55 las palabras que responde son las de hombre enojado: -Si otro me lo dixera, ya me lo hubiera pagado; mas por mandarlo vos, padre, 60 yo lo haré de buen grado. Ya se apeaba Rodrigo para el rey besar la mano. Al hincar de la rodilla, el estoque se ha arrancado. 65 Espantóse de esto el rey, Y dijo como turbado: -¡Quítate, Rodrigo, allá, quítate allá, diablo, que tienes el gesto de hombre 70 Y los hechos de león bravo!. Como Rodrigo esto oyó, apriesa pide el caballo; con una voz alterada, Contra el rey assí ha hablado: 75 -Por besar mano de rey, no me tengo por honrado; porque la besó mi padre me tengo por afrentado.13 En diziendo estas palabras, 80 salido se ha de palacio. Consigo se los tornava Los treszientos hijos dalgo; si bien vinieron vestidos, volvieron mejor armados; 85 y si vinieron en mulas, Todos vuelven en caballos.

si no era doña Alda 10 que era la mayoral; las ciento hilaban oro las ciento texen cendal, las ciento tañen instrumentos para doña Alda holgar. 15 Al son de los instrumentos doña Alda adormido se ha: ensoñado había un sueño, un sueño de gran pesar. Recordó despavorida 20 y con un pavor muy grande, los gritos daba tan grandes que se oían en la ciudad. Allí hablaron sus doncellas, Bien oiréis lo que dirán: 25 –¿Qué es aquesto, mi señora? ¿Quién es el que os hizo mal? –Un sueño soñé, doncellas, que me ha dado gran pesar, que me veía en un monte, 30 en un desierto lugar; de so los montes muy altos un açor vide volar; tras dél viene una aguililla que lo ahinca muy mal. 35 El açor con grande cuita Metióse so mi brial, El aguililla con grande ira De allí lo iva a sacar; Con las uñas lo despluma, 40 Con el pico lo deshaze. Allí habló su camarera Bien oiréis lo que dirá –”Aquesse sueño, señora bien os lo entiendo soltar. 45 El açor es vuestro esposo Que viene de allen la mar; El águila sodes vos Con la cual ha de casar, Y aquel monte es la iglesia 50 Donde os han de velar. –Si así es, mi camarera, bien te lo entiendo pagar. Otro día de mañana cartas de fuera le traen; 55 tintas venían de dentro, de fuera escritas con sangre, que su Roldán era muerto en la caça de Roncesvalles.

1 .Hijosdalgo:Hidalgos. 2. Soberbio: extraordinario, excelente. 3. Estoque: espada. 4. Varicas: diminutivo de varas. .5.Guante mallado: guante que estaba hecho de mallas de hierro. 6. Allegado: llegado allí. 7. De quedo: en voz baja. 8. En hito los ha mirado: los ha mirado de arriba abajo. 9. Demandallo: Pedir cuentas. 10. Quiera a pie quiera a caballo: tanto si va a pie como a caballo.11. Demándelo su pecado: que su mala acción lo delate y descubra. 12. Agraviado: molesto, enfadado. 13. Afrentado: injuriado. “Lo que más llama la atención es la reelaboración romancística que hace caso omiso de los antecedentes (muerte del conde), y de lo que sigue en las crónicas (casamiento con Jimena), para centrarse en el enfrentamiento del Cid con los de rey y el mismo rey. Más allá de la inscripción en un contexto histórico que produjo tal desviación de la leyenda del Cid, esta actitud arquetípica puede reactualizarse en cualquier conflicto con el poder [...] En Cavalga Diego Laínez, Rodrigo es modelo de guerreros opuesto a los demás, no-guerreros, caracterizados por sus galas que son degradación de los atributos guerreros; lo que señala un conflicto entre dos modalidades de nobles.” [M. Débax, p. 192 ss.]

Este romance deriva de la gesta de Roncesvalles dada a conocer por Menéndez Pidal: “Roncesvalles. Un nuevo cantar de Gesta español del siglo XIII. Este cantar es adaptación de las leyendas carolingias en España, con la aparición de Reinaldos, rival de Roldán. Nótense en el romance las series enumerativas y el cambio de rima del ‘epílogo’. [ M. Débax, p. 220, ss.]

Romance de Doña Alda En París está doña Alda, la esposa de don Roldán, trescientas damas con ellas para la acompañar; 5 todas visten un vestido, todas calçan un calçar, todas comen a una mesa, todas comían de un pan

Antología poética. De la Edad Media al Barroco (Siglos X-XVII)

Romance de Nuño Vero –Nuño Vero,Nuño Vero, buen caballero probado, hinquedes la lança en tierra

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que pone en perspectiva el relato anterior en presente. [M. Débax, p. 261.)

y arrendedes el caballo. Preguntaros he por nuevas De Baldovinos el franco. –Aquessas nuevas, señora, yo vos las diré de grado. Esta noche a media noche entramos en cavalgada, y los muchos a los pocos lleváronos de arrancada; herieron a Baldovinos de una mala lançada, la lança tenía dentro de fuera le tiembra el asta: o esta noche morirá, o de buena madrugada. Si te pluguiera Sebilla, fueses tú mi enamorada. –Nuño Vero, Nuño Vero mal caballero probado, yo te pregunto por nuevas tú respóndesme al contrario, que aquessa noche passada conmigo durmiera el franco, él me diera una sortija yo le di un pendón labrado.

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“El romance deriva de la Chanson des Saisnes aunque se ha reelaborado bastante el episodio originario. Aquí se conserva el nombre de Sevilla por Sebile, y Nuño Vero sustituye al Justamont francés.” Nótese el tópico de “pregutar por nuevas del marido ausente y de la fidelidad de la esposa.” [M. Débax, ob. Cit. p. 226,s.]

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Romance del cerco de Baeza

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Cercada tiene a Baeça, esse arráez Audalla Mir, con ochenta mil peones, caballeros cinco mil, 5 con él va esse traidor, el traidor de Pero Gil; por la puerta de Bedmar, la empieça de combatir; pone escalas al muro, 10 comiençale a conquerir, ganada tiene una torre, non le pueden resistir, cuando de la de Calonge, escuderos vi salir; 15 Ruy Fernández va delante, aquesse caudillo ardil, arremete con Audalla, comiençale de ferir, cortado le ha la cabeça, 20 los demás dan a fuir.

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“Cuenta la muerte del adelantado Diego de Ribera en el cerco de Álora en 1434. Se puede comprobar en este caso la composición de un romance a raíz del hecho por lo que dice Juan de Mena (en el Laberinto de Fortuna) de Álora: “villa no poco cantada al celebrar al mismo Diego de Ribera, pero no significa que aluda a este mismo texto. La versión originaria sería más pormenorizada, ya que lo que sorprende en ésta es la concisión del relato. Sin embargo, no pasa nada por alto [...] Habría que estudiar particularmente cómo se integra el destinatario oyente / lector al texto mismo con el empleo de fórmulas actualizadoras: “Viérades “estos dos, etc. [M. Débax, p. 289,s.]

Es romance de la época del rey don Pedro por el apodo ‘el traidor de Pero Gil’ que era el que le daba su hermano Enrique. Se referiría a un cerco de Baeza de 1368, en el que el rey don Pedro estaba aliado con el rey moro de Granada y sería el primer romance fronterizo conservado. Para M. Pidal es claramente juglaresco con tantos pormenores informativos; pero hay que notar que éstos sirven para realzar la victoria final. Nótese también el enfoque narrativo: ‘escuderos vi salir’

Antología poética. De la Edad Media al Barroco (Siglos X-XVII)

El cerco de Álora Álora la bien cercada, tú que estás en par del río, cercote el adelantado una mañana en domingo, de peones y hombres de armas el campo bien guarnecido. Con la gran artillería hecho te había un portillo. Viérades moros y moras todos huir al castillo: las moras llevaban ropa, los moros harina y trigo y las moras de quince años llevaban el oro fino, y los moricos pequeños llevaban la pasa e higo. Por cima de la muralla su pendón llevan tendido. Entre almena y almena quedado se había un morico, con una ballesta armada y en ella puesto un cuadrillo. En altas voces decía que la gente lo había oído: -Treguas, treguas, adelantado, por tuyo se da el castillo. Alza la visera arriba por ver el que tal le dixo. Asestárale a la frente, salido le ha al colodrillo. Sacólo Pablo de rienda y de mano Jacobillo, estos dos que había criado en su casa desde chicos. Lleváronle a los maestros por ver si será guarido. A las primeras palabras el testamento les dixo.

El enamorado y la muerte Yo me estaba reposando anoche, como solía, soñaba con mis amores, que en mis brazos se dormían. 5 Vi entrar señora tan blanca, muy más que la nieve fría. -¿Por dónde has entrado, amor?

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Enwistle y Pidal piensan que se trata de un trozo de una narración más larga, un acortamiento debido al fragmentismo. Asensio no lo cree así, cree que es combinación armoniosa de tres motivos de índole y origen diverso: a) la tórtola del Physiologus; b) el ruiseñor donjuanesco de las canciones amorosas muy divulgadas en Francia y no ignoradas en España; c) la “fonte frida, símbolo arraigado en la lírica popular, que sin violencia se fundía con la fuente del amor de las leyendas y la poesía culta. El primero es de origen clerical. La tórtola es símbolo de castidad y fidelidad. El ruiseñor y la fuente fría parecen más bien de abolengo popular aunque también mezclados con resabios clericales (la fuente fría como consolación). Por todo eso, Asensio aboga a favor de una elaboración culta que reúne símbolos religiosos y símbolos paganos (ligados a las fiestas de mayo), pero las versiones que tenemos entran en el patrón del romancero tradicional. [M.Débax, 1982., p. 340,s.]

¿Por dónde has entrado, vida? Las puertas están cerradas, ventanas y celosías. -No soy el amor, amante: la muerte que Dios te envía. -¡Ay, muerte tan rigurosa, déjame vivir un día. -Un día no puedo darte, una hora tienes de vida. Muy deprisa se levanta, más deprisa se vestía; ya se va para la calle en donde su amor vivía. -¡Ábreme la puerta, Blanca, ábreme la puerta, niña! -¿La puerta cómo he de abrirte, si la hora no es convenida? Mi padre no fue a palacio, mi madre no está dormida. -Si no me abres esta noche, ya nunca más me abrirías; la muerte me anda buscando, junto a ti vida sería. -Vete bajo la ventana donde bordaba y cosía; te echaré cordón de seda para que subas arriba y si la seda no alcanzare, mis trenzas añadiría. La fina seda se rompe, la muerte que allí venía: -vamos, el enamorado, la hora ya está cumplida.

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Romance de fontefrida Fonte frida, Fonte frida Fonte frida y con amor, do todas las avezicas van tomar consolación, si no es la tortolica que está viuda y con dolor; por allí fuera a passar el traidor del ruiseñor; las palabras que le dize llenas son de traición: –Si tú quisieses, señora, yo sería tu servidor. –Vete d’ahí, enemigo, malo, falso, engañador, que ni poso en ramo verde, ni en prado que tenga flor: que si el agua hallo clara, turbia la bebía yo; que no quiero haber marido, porque hijos no haya, no, ni quiero plazer con ellos, ni menos consolación. Déxame, triste enemigo, malo, falso, mal traidor, que no quiero ser tu amiga, ni casar contigo, no.

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Romance de Blanca niña –Blanca sois, señora mía, más que el rayo del sol, si la dormiré esta noche desarmada y sin pavor, que siete años había, siete que no me desarmo no. Mas negras tengo mis carnes Que un tiznado de carbón. –Dormilda,señor, dormilda, desarmado, sin temor, que el conde es ido a la caça a los montes de León. Ravia le mate los perros y águila el su halcón y del monte hasta la casa a él arrastre el morón. Ellos en aquesto estando su marido que llegó: –¿Qué hacéis la Blanca niña, hija de padre traidor? –Señor, peino mis cabellos, péinolos con gran dolor, que me dexáis a mí sola y a los montes os vais vos. –Essa palabra, la niña, no era sino traición, ¿Cuyo es aquel caballo que allá baxo relinchó? –Señor, era de mi padre y embió’slo para vos. –Cuyas son aquellas armas que están en el corredor? –Señor, eran de mi hermano y hoy os la envió. –Cúya es aquella lança? Desde aquí la veo yo. –Tomalda, conde, tomalda, matadme con ella vos, que aquesta muerte, buen conde, bien os la merezco yo.

Es uno de los romances más difundidos por todas partes y con más variantes. El tema de la adúltera sorprendida por su marido se documenta en muchos países de Europa. Se parece mucho, sobre todo, a un cuento (fabliau) francés en que el marido descubre al amante por su capa colorada colgada. La

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gran diferencia en España es el castigo final de la adúltera, mientras que las demás tradiciones europeas hacen burla del marido (excepto la griega). El diálogo, tan frecuente en los romances como elemento dramatizador, es en este doble: de la esposa con el amante y de la esposa con el esposo. [M. Débax, 1982., p. 364, s.]

en la su cara muy blanca lleva un poco de color, y en los sus ojuelos garços lleva un poco de alcohol. 15 A la entrada de la ermita, relumbrando como un sol, el abad que dize missa no la puede decir non; monazillos que le ayudan 20 no aciertan responder, non; por decir “amén, amén dezían “amor, amor.

Romance de la bella en misa En Sevilla está una ermita, cual dicen de San Simón, adonde todas las damas iban a hazer oración. 5 Allá va la mi señora, entre todas la mejor. Saya lleva sobre saya, Mantilla de tornasol; En la su boca muy linda 10 lleva un poco de dulçor;

El tema de este romance, alcanza mucha difusión en Cataluña y Aragón, no así en Castilla. Sin embargo la trunca versión castellana, que convierte en un romance-escena, lo que en las tradiciones peninsulares orientales es un romancecuento,gana en fuerza poética.

3. POESÍA CULTA 3.1 MESTER DE CLERECÍA: A mediados del siglo XIII, una nueva poesía latina había alcanzado gran esplendor y había servido de modelo a nuevas formas de expresión. La influencia de este movimiento cultural (y en concreto el arte de clerecía) se dejó sentir en la Península a través del camino de Santiago y quizá de la Universidad de Palencia. Bajo la denominación de arte de clerecía (más comúnmente llamado

mester de clerecía) se reúnen obras escritas en cuaderna vía (estrofa de cuatro versos monorrimos de catorce sílabas alejandrinos-, divididos por una cesura en dos hemistiquios de siete sílabas), de intención muchas veces didáctica, en las que se aprecian diferencias de contenido, estructura y propósito artístico. Uno de sus mayores representantes fue Gonzalo de Berceo. 12. Manamano que fuy en tierra acostado, De todo el laçerio fui luego folgado: Oblidé toda cuita, el laçerio passado: Qui allí se morasse serié bien venturado! […] 14. Semeia esti prado egual de paraíso, En qui Dios tan grant graçia, tan grant bendiçión míso: el que crió tal cosa, maestro fue anviso: Omne que hi morasse, nunqua perdrié el viso. 16. Sennores e amigos, lo que dicho avemos, Palabra es oscura, esponerla queremos: Tolgamos la corteza, al meollo entremos, Prendamos lo de dentro, lo de fuera dessemos. […] 20. Esti prado fué siempre verde en onestat, Ca nunca ovo mácula la su virginidat, Post partum et in partu fue Virgen de verdat, Ilesa, incorrupta en su entegredat. 21. Las quatro fuentes claras que del prado manaban, Los quatro evangelios esso significaban, Ca los evangelistas quatro que los dictaban, Quando los escriben, con ella se fablaban. […] 23. La sombra de los árboles buena dulz e sanía, En qui ave repaire toda la romería, Si son las oraçiones que faz Sancta María. Que por peccadores ruega noche e día. […] 25. Los árboles que façen sombra dulz e donosa, Son los Sanctos miraclos que faz la Gloriosa,

GONZALO DE BERCEO PROLOGO (Milagros de Nuestra Señora) 1. Amigos e vasallos de Dios omnipotent, Si vos me escuchasedes por vuestro consiment, Querriavos contar un buen aveniment: Terrésdelo en cabo por bueno verament. 2. Yo maestro Gonzalvo de Berçeo nonnado Iendo en romería caeçi en un prado Verde e bien sençido,de flores bien poblado, Logar cobdiçiaduero pora omne cansado. 3. Daban olor sobeio las flores bien olientes, Refrescaban en omne las caras e las mientes, Manaban cada canto fuentes claras corrientes En verano bien frías, en yvierno calientes. 4. Avie hy grant abondo de buenas arboledas, Milgranos e figueras, peros e manzanedas, E muchas otras fructas de diversas monedas; Mas non avie ningunas podridas nin açedas. 5. La verdura del prado, la olor de las flores, Las sombras de los árboles de temprados sabores Refrescáronme todo, e perdí los sudores: Podrie vevir el omne con aquellos olores. 6. Nunca trobé en sieglo logar tan deleitoso, Nin sombra tan temprada, nin olor tan sabroso, Descargué mi ropiella por iaçer mas viçioso, Poseme a la sombra de un arbor fermoso. 7. Yaçiendo a la sombra perdí todos cuidados, Odí sonos de aves dulçes e modulados: Nunca udieron omnes órganos más temprados, Nin que formar pudiessen sones más acordados. […] Antología poética. De la Edad Media al Barroco (Siglos X-XVII)

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Ca son mucho más dulçes que azucar sabrosa, La que dan al enfermo en la cuita rabiosa. 26. Las aves que organan entre essos fructales, Que an las dulçes voçes, diçen cantos leales, Estos son Agustin, Gregorio, otros tales, Quantos que escribieron los sos fechos reales. XVI. EL NIÑO JUDÍO El Milagro XVI es uno de los más célebres de toda laa Edad Media. Aparece en varias colecciones de milagros (ya era conocido en el siglo VI) y hoy se conservan hasta treintaa y tres versiones diferentes de la obra (en griego, latín y romance). En la villa de Borges, una ciudad extraña, aconteció en un tiempo una famosa hazaña, sonada es en Francia, lo mismo en Alemaña, semejante a un milagro, de tal tiene calaña1. 5 Un monje la escribió, hombre bien verdadero, de San Miguel de Clusa él era monje austero; era en aquel tiempo en Borges hostalero, Pedro era su nombre, soy en esto certero. Tenía en esta villa, pues era menester, 10 un clérigo una escuela de cantar y leer, tenía muchos discípulos para allí aprender, hijos de buenos hombres que más querían valer. Venía un niño judío, natural del lugar, por sabor de los niños, con ellos a jugar; 15 acogíanlo los otros, no le daban pesar, tenían con él todos gusto de solazar. En el día de Pascua, domingo, a la mañana, cuando la Comunión toma la grey cristiana2, sintió el niño judío de comulgar gran gana, 20 comulgó con los otros el Cordero sin lana. Mientras que comulgaban, con una gran premura, alzó el niño judío la mirada a la altura, y vio sobre el altar una bella figura, una dama hermosísima con gentil criatura. 25 Vio cómo esta dama que sentada allí estaba a grandes y a chicos de comulgar les daba; gustóle Ella mucho, cuanto más la miraba de su gran hermosura más se enamoraba. Salió de la iglesia alegre y contentado, 30 fue enseguida a su casa, como estaba avezado3, amenazólo el padre, porque había tardado, pues merecedor era de ser así hostigado. Padre -le dijo el niño- no os negaré yo nada, pues con niños cristianos me fui de madrugada; 35 con ellos oí misa, ricamente cantada, y comulgué con ellos la hostia consagrada. Pesóle mucho esto al malaventurado como si lo tuviese ya muerto o degollado; no sabía en su gran ira qué hacer el endiablado, 40 hacía malos gestos como un endemoniado. Tenía en su casa este perro traidor un horno grande y fiero que causaba pavor, hízolo calentar el loco pecador, de modo que echaba un soberbio calor. 45 Tomó a su pequeño el falso descreído, así, tal como estaba, calzado y vestido, dio con él en el fuego, bravamente encendido:

Antología poética. De la Edad Media al Barroco (Siglos X-XVII)

¡mal le venga a tal padre que tal hace a su hijo! Metió la madre voces, una gran gritería, 50 tenía con sus uñas las mejillas heridas; hubo allí muchas gentes en un rato venidas, de tan feroces quejas estaban aturdidas. El fuego, aunque bravo, tuvo comedimiento, ni lo dañó en un punto, mostróse bien atento; 55 el niñito del fuego se salvó bien exento, hizo el Rey Poderoso un milagro al momento. Estaba en paz el niño en el horno voraz, en brazos de su madre no hallaría más paz: no preciaba este fuego más que a otro rapaz, 60 pues le hacía la Gloriosa compañía y solaz. Salióse de la hoguera sin ninguna lesión, el calor no sintió más que otra sazón, no tuvo tacha alguna, ni una tribulación, pues había Dios puesto en él su bendición. 65 Preguntáronle todos, ya judío o cristiano, cómo pudo vencer fuego tan soberano; cuando no era dueño de su pie ni su mano que quién lo sostenía allí dentro tan sano. Respondióles el niño palabra señalada: 70 -La señora que estaba en la silla dorada con su Hijo en los brazos, sobre el altar sentada, ésta me protegía y no sentía nada.» Entendieron que era Santa María ésta, que ella lo protegió de tempestad funesta; 75 cantaron grandes laudes, hicieron rica fiesta, pusieron el milagro entre la otra gesta. Cogieron al judío, al falso desleal, aquél que a su niñito hiciera tan gran mal; atáronle las manos con un fuerte dogal, 80 y dieron con él dentro de aquel fuego caudal. En menos que se cuentan unos pocos pepiones4 el hombre fue tomado en ceniza y carbones: no decían por su alma ni salmo ni oraciones, mas decían denuestos y grandes maldiciones. 85 Decíanle mal oficio, hacíanle mala ofrenda, decían por pater noster:«Cual hizo,que tal tenga»; de la comunicanda5 nuestro Dios nos defienda, para el demonio sea esta maldita prenda. Tal es Santa María, la que es de gracia plena, 90 por servicio da gloria, por no servicio pena; a los buenos da trigo, a los malos avena, los unos van al cielo, los otros en cadena. Quien servicio le hace tiene buena ventura, quien no le hizo servicio nació en hora dura, 95 los unos ganan gracia, los otros su amargura, a los buenos y malos sus hechos los mesura. Los que injurias le hacen, los que no le sirvieron, sus mercedes ganaron, si bien se lo pidieron: nunca repudió Ella a los que la quisieron, 100 ni les devolvió airada el mal que le hicieron. Por probar esta cosa que dicha os tenemos digamos un ejemplo hermoso que leemos: cuando esté ya contado mejor lo creeremos, de buscarle pesar más ya nos guardaremos. 1

. calaña: igual, semejante a todos ellos. 2. la grey cristiana: la gente cristiana. 3. avezado: acostumbrado. 4. pepiones: monedas de poco valor. 5. comunicanda: latinismo. Quiere decir «comunión». En estas estrofas Berceo habla con cierto

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JUAN MANUEL ROZAS, ed. Plaza & Janés, Madrid, 1986]

humor de algunas prácticas religiosas. [Versión modernizada de

JUAN RUIZ, ARCIPRESTE DE HITA A pesar de la decadencia que experimenta el mester de clerecía en el siglo XIV, en esta centuria se crea una de las obras magnas de esta escuela: el Libro de buen amor. Los siguientes fragmentos te ayudarán a comprender mejor esta obra cumbre de la literatura en castellana, en la que la figura de la mujer adquiere un papel relevante y en la destacan por encima de todo la ambigüedad y la ironía . CONSEJOS DE DON AMOR AL ARCIPRESTE

430 “Sí quisieres amar dueñas o otra qua quier muger, muchas cosas avrás primero de aprender, para que ella te quiera en su amor querer. Sabe primera mente la muger escoger. 431 "Cata muger fermosa, donosa e loçana, que non sea mucho luenga, otrosí non enana; sí podieres, non quieras amar muger villana!, que de amor non sabe, es como bausana. 432 "Busca muger de talla, de cabeça pequeña; cabellos amarillos, non sean de alheña; las çejas apartadas, luengas, altas en peña; ancheta de caderas; esta es talla de dueña. 433 "Ojos grandes, someros, pintados, rreluzientes, e de luengas pestañas, bien claras, paresçientes; las orejas pequeñas, delgadas; páral mientes si ha el cuello alto atal quieren las gentes. 434 "La nariz afilada, los dientes menudiellos, eguales e bien blancos, un poco apartadillos; las enzivas bermeja los dientes agudillos; los labros de la boca bermejos, angostillos. 435 "La su boca pequeña, así de buena guisa; la su faz sea blanca, sin pelos, clara e lisa.* Puna de aver muger que la vea sin camisa, que la talla del cuerpo, te dirá esto a guisa.

Busca mujer hermosa, atractiva y lozana, que no sea muy alta, pero tampoco enana; si pudieres, no quieras amar mujer villana*, pues de amor nada sabe, palurda y chabacana. Busca mujer esbelta, de cabeza pequeña, cabellos amarillos, no teñidos de alheña*; las cejas apartadas, largas, altas, en peña*; ancheta de caderas, ésta es talla de dueña. Ojos grandes, hermosos, expresivos, lucientes y con largas pestañas, bien claros y rientes; las orejas pequeñas, delgadas; para mientes* si tiene el cuello alto, así gusta a las gentes La nariz afilada, los dientes menudillos, iguales y muy blancos, un poco apartadillos, las encías bermejas*, los dientes agudillos, los labios de su boca bermejos, angostillos. La su boca pequeña, así, de buena guisa*, su cara sea blanca, sin vello, clara y lisa; conviene que la veas primero sin camisa : pues la forma del cuerpo te dirá: ¡esto aguisa!

[Arcipreste de Hita, Libro de buen Amor, Ed. GybbonMonypennny, Editorial Castalia,]

[Arcipreste de Hita, Libro de buen Amor, Editorial Castalia, Odres Nuevos]

villana: mujer que habita en una villa o aldea. alheña: polvo obtenido al secarse las hojas de la alheña (arbusto), que sirve para teñir. en peña: con forma de monte; aquí, arqueadas. para mientes: pon cuidado y atención bermejas: rojizas. de buena guisa: de buena calidad. berza: aquí, sembrado. noria: máquina para sacar agua de un pozo. aguisa: provee de lo necesario. ELOGIO DE LA MUJER

si para bien no fuera,

tan noble no saliera.

Bien sabe Dios que a ésta y a cuantas damas vi siempre supe apreciarlas y siempre las serví; si no pude agradarlas, nunca las ofendí, de la mujer honesta siempre bien escribí.

Si no quisiese bien el hombre a la mujer el Amor no podría tantos presos tener*; por muy santo o muy santa que se suponga ser nadie sin compañía quiere permanecer.

Muy villano sería y muy torpe payés*; si de la mujer noble hablase de través, pues en mujer lozana, placentera y cortés reside el bien del mundo y todo placer es.

Hay un refrán que afirma lo que yo os digo ahora: Un ave, si está sola, ni bien canta ni llora; el mástil, sin la vela, no puede ir toda hora; la berza, con el agua de la noria, mejora.

Si, después de crear al hombre, Dios supiera que la mujer sería su mal, no se la diera creada de su carne y como compañera;

[Arcipreste de Hita Libro de buen Amor ," Editorial Castalia, Odres Nuevos.]

payés: campesino de Cataluña o de las islas Baleares. En el verso 14 del Elogio de la mujer se hace uso de un tópico literario: el amor como una cárcel. A finales del siglo xv aparecerá una novela cuyo nombre, precisamente, es Cárcel de amor de Diego de San Pedro.

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ENXIENPLO DE LO QUE CONTEÇIÓ A DON PITAS PAYAS PINTOR DE BRETAÑA

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Del que olvidó la muger te diré la fazaña: si vieres que es burla, di me otra tan maña.* Era don Pitas Pajas un pintor de Bretaña; casó se con muger moça, pagava se de conpaña. ante del mes conplido, dixo él: 'Nuestra dona, yo volo ir a Frandes*; portaré muita dona.' Ella diz: 'Mon señer, andat en ora bona. Non olvidedes vostra casa, nin la mi persona. Dixo don Pitas Pajas: 'Dona de fermosura, yo volo fazer en vós una bona figura, por que seades guardada de toda altra locura.' Ella diz: 'Monssener, fazet vuestra mesura.' Pintol so el onbligo un pequeño cordero. Fue se don Pitas Pajas a ser novo mercadero. Tardó allá dos años, mucho fue tardinero; fazía se a la dona un mes año entero. Commo era la moça nueva mente casada, avié con su marido fecha poca morada; tomó un entendedor* e pobló la posada*; desfizo se el cordero, que dél non fincó* nada. Quando ella oyó que venía el pintor, mucho de priessa enbió por el entendedor; dixo le que le pintase commo podiese mejor en aquel logar mesmo un cordero menor. Pintó le con la grand priessa un eguado* carnero, conplido de cabeça, con todo su apero. Luego en ese día vino el menssajero, que ya don Pitas Pajas désta venía çertero. Quando fue el pintor de Frandes venido, fue de la su muger con desdén rresçebido. Desque en el palaçio con ella estudo, la señal quel feziera non la echó en olvido. Dixo don Pitas Pajas: 'Madona, si vos plaz, mostrat me la figura e ajam buen solaz.’ Diz la muger: 'Monseñer, vós mesmo la catat; fey ý ardida mente* todo lo que vollaz.' Cató don Pitas Pajas el sobre dicho lugar, e vido un grand carnero con armas de prestar. '¿Cómo es esto, madona? O, ¿Cómo pode estar? Que yo pinté corder, e trobo este manjar.' Commo en este fecho es sienpre la muger sotil e mal sabida, diz: '¿Cómo, monsseñer? ¿En dos anos petid corder non se fazer carner? Vós veniéssedes tenprano e trobaríades corder.' Por ende te castiga, non dexes lo que pides; non seas Pitas Pajas, para otro non errides*; con dezires fermosos a la muger conbides; desque te lo prometa, guarda non lo olvides. Pedro levanta la liebre e la mueve del covil; non la sigue nin la toma; faze commo cazador vil; otro Pedro que la sigue e la corre más sotil toma la. Esto contesçe a caçadores mill. Diz la muger entre dientes: 'Otro Pedro es aquéste, más garçón e más ardit quel primero que ameste. El primero apost déste non vale más que un reste; con aquéste e por éste faré yo, sí Dios me preste.’ Otrosí, quando vieres a quien usa con ella, quier sea suyo o non, fabla le por amor della; si podieres, dal algo, non le ayas querella,

Antología poética. De la Edad Media al Barroco (Siglos X-XVII)

ca estas cosas pueden a la muger traella. Por poquilla cosa del tu aver quel dieres, servir te ha lealmente, fará lo que quisieres; fará por los dineros todo quanto le pidieres; que mucho o que poco, dal cada que podieres.

Maña: grande. Volo ir a Frandes: quiero irme a Flandes. Entendedor: amante: Posada. Nótese el sentido sexual que tienen en el relato casa, morada y posada. Fincó: quedó. Aguado: crecido. fey ý ardida mente: haced ahí sin temor. Erridar: excitar sexualmente ENXIENPLO DE LA PROPIEDAT QUEL DINERO HA

490 Mucho faz el dinero e mucho es de amar: al torpe faze bueno e omne de prestar;* faze correr al coxo e al mudo fablar; el que non tiene manos dineros quiere tomar. 491 Sea un omne nesçio e rrudo labrador, los dineros le fazen fidalgo e sabidor; quanto más algo tiene, tanto es más de valor; el que non ha dineros non es de sí señor. 492 Si tovieres dineros, avrás consolaçión, plazer e alegría, del papa rraçión; conprarás paraíso, ganarás salvaçión; do son muchos dineros está mucha bendiçión. 493 Yo vi en corte de Roma, do es la santidad, que todos al dinero fazen grand homildat; grand onrra le fazían con grand solepnidat; todos a él se omillan, commo a la magestat. 494 Fazié muchos priores, obispos e abbades, arçobispos, doctores, patriarcas, potestades; a muchos clérigos nesçios dava les dinidades; fazié de verdat mentiras, e de mentiras verdades. 495 Fazía muchos clérigos e muchos ordenados, muchos monges e monjas, rreligiosos sagrados; el dinero los dava por bien examinados; a los pobres dezían que non eran letrados. 496 Dava muchos juizios, mucha mala sentençia; con muchos abogados era su mantenençia, en tener pleitos malos e fazer abenençia; en cabo por dineros avía penitençia. 497 El dinero quebranta las cadenas dañosas; tira çepos e grillos e presiones peligrosas; El que non tiene dineros, echan le las esposas; por todo el mundo faze cosas maravillosas. 498 Yo vi fer maravillas do él mucho usava: muchos meresçían muerte, que la vida les dava; otros eran sin culpa, e luego los matava; muchas almas perdía, e muchas salvava. […] Prestar: valer. AQUÍ DIZE DE COMO FUE FABLAR CON DOÑA ENDRINA EL ARÇIPRESTE

653 ¡Ay Dios, e quán fermosa viene doña Endrina por la plaça! ¡Qué talle, qué donaire, qué alto cuello de garça! ¡Qué cabellos, qué boquilla, qué color, qué buen andança! Con saetas de amor fiere quando los sus ojos alça. 654 Pero tal lugar non era para fablar en amores:

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a mí luego me venieron muchos miedos e tenblores; los mis pies e las mis manos non eran de sí señores; perdí seso, perdí fuerça, mudaron se mis colores. 655 Unas palabras tenía pensadas por le dezir; el miedo de las conpañas me façían al departir; apenas me conoçía, nin sabía por dó ir; con mi voluntat mis dichos nin se podían seguir. 656 Fablar con muger en plaça es cosa muy descobierta: a bezes mal perro atado tras mala puerta abierta; bueno es jugar fermoso, echar alguna cobierta; adó es lugar seguro, es bien fablar cosa çierta.

garnacho* para entre el año, e non fables en engaño. 1004”Dam çarçillos de hevilla, de latón bien rreluziente; e da me toca amarilla, bien listada en la fruente, çapatas fasta rrodilla, e dirá toda la gente: “¡Bien casó Menga Lloriente!” 1005Yol dixe: 'Dar te he esas cosas, e aun más, si más comides, bien loçanas e fermosas. A tus parientes conbides; luego fagamos las bodas, e esto non lo olvides, que ya vo por lo que pides.

CÁNTICA DE SERRANA

997 Do la casa del Cornejo, primer día de semana, en comedio* de vallejo encontré una serrana, vestida de buen vermejo, e buena çinta de lana. Dixe le yo: “Dios te salve, hermana.” 998 Diz: “¿Qué buscas por esta tierra? ¿Cómmo andas descaminado?” Dixe: “Ando por esta sierra, do querría cassar de grado.” Ella dixo: “Non lo yerra el que aquí es cassado; busca e fallarás rrecabdo*. 999 “Mas, pariente, tú te cata si sabes de sierra algo.” Yol dixe: “Bien sé guardar mata; yegua en çerro cavalgo; sé el lobo cómmo se mata; quando yo en pos él salgo, antes lo alcanço quel galgo. 1000“Sé muy bien tornear* vacas, e domar bravo novillo; sé majar* e fazer natas, e fazer el odrezillo*; bien sé guitar las abarcas, e tañer el caramillo, e cavalgar bravo potrillo. 1001“Sé fazer el altibaxo e sotar a qual quier muedo non fallo alto nin baxo que me vença, segund cuedo; quando a la lucha me abaxo, al que una vez travar puedo, derríbol si me denuedo.” 1002Diz: “Aquí avrás casamiento tal qual tú demandudieres: casar me he de buen talento con tigo, si algo dieres; farás buen entendimiento.” Dixel: “Pide lo que quisieres, e dar te he lo que pidieres.” 1003Diz: “Da me un prendedero* que sea de bermejo paño, e da me un bel pandero, e seis anillos de estaño, un çamarrón disantero,

Antología poética. De la Edad Media al Barroco (Siglos X-XVII)

Comedio: en medio. Rrecabdo: provecho. Tornear: puede ser, torear. Majar: golpear, batir. Odrecillo: especie de gaita sotar a qual quier muedo: bailar a cualquier tono. Prendedero: cinta para atar el pelo o la falda. Garnacho: zamarra de tela fuerte [ARCIPRESTE DE HITA: Libro de buen Amor, ed. G.B. Gybbon Monypenny, Clásicos Castalia, nº 161, pp. 319-321] BATALLA DE DON CARNAL Y DOÑA CUARESMA

1075 De mí, doña Quaresma, justiçia de la mar, alguaçil de las almas que se han de salvar, a ti, Carnal goloso, que te non coídas fartar, enbío te el Ayuno por mí desafiar: 1076 Desde oy en siete días tú e tu almohalla, que seades con migo en el canpo a la batalla, fasta el sábado santo dar vos he lid sin falla; de muerto o de preso, non podrás escapalla. […] 1080 Las cartas rresçebidas, don Carnal orgulloso mostró en sí esfuerço, pero estava medroso; non quiso dar rrespuesta, vino a mí acuçioso; truxo muy grand mesnada, commo era poderoso. 1081 Desque vino el día del plazo señalado, vino don Carnal ante; estava esforçado, de gentes muy guarnidos muy bien aconpañado; serié don Alexandre de tal real pagado. 1082 Pusso en la delantera muchos buenos peones: gallinas e perdizes, conejos e capones, ánades e lavancos* e gordos anssarones; fazían su alarde çerca de los tizones. 1083 Estos traían lanças de peón delantero: espetos muy conplidos de fierro e de madero; escudavan se todos con el grand tajadero; en la buena yantar éstos venían primero. 1084 En pos los escudados están los ballesteros: las ánsares çeçinas, costados de carneros, piernas de puerco fresco, los jamones enteros; luego en pos de aquestos están los cavalleros. 1085 Las puestas de la vaca, lechones e cabritos; allí andan saltando e dando grandes gritos; luego los escuderos, muchos quesuelos friscos* que dan de las espuelas a los vinos bien tintos. 1086 Venía buena mesnada rrica de infançones: muchos buenos faisanes, los loçanos pavones; venían muy bien guarnidos, enfiestos los pendones;

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traían armas estrañas e fuertes guarniçiones. 1087 Eran muy bien labradas, tenpradas e bien finas: ollas de puro cobre traían por capellinas; por adáragas calderas, sartenes e cozinas; rreal de tan grand preçio non tenían las sardinas. [...] 1096 Estava delante dél su alférez homil, el inojo fincado, en la mano el barril; tañía amenudo con él el añafil; parlava mucho el vino, de todos alguaçil. 1097 Desque vino la noche, mucho después de çena, que tenía cada uno ya la talega llena, para entrar en la fazienda con la dueña serena, adormieron se todos después de la ora buena [...] 1099 Faza la media noche, en medio de las salas, vino doña Quaresma: "¡Dios Señor, Tú me valas!" dieron bozes los gallos, batieron de las alas; llegaron a don Carnal aquestas nuevas malas. 1100 Commo avía el buen omne sobra mucho comido con la mucha vianda mucho vino ha bevido; estava apezgado* e estava adormido; por todo el su rreal entró el apellido. 1101 Todos amodorridos fueron a la pelea; pusieron las sus azes, ninguno non pletea; la conpaña del mar las sus armas menea; vinieron se a ferir, deziendo todos: "¡Ea!" 1102 El primero de todos que ferió a don Carnal fue el puerro cuello alvo, e ferió lo muy mal; fizo le escopir flema, ésta fue grand señal; tovo doña Quaresma que era suyo el rreal. 1103 Vino luego en ayuda la salada sardina: firió muy rrezia mente a la gruesa gallina; atravesó se le en el pico, afoga la aína; después a don Carnal falsol la capellina. 1104 Vinién las grandes mielgas en esta delantera; los verdeles e xibias guardan la costanera; buelta es la pelea de muy mala manera: caía de cada cabo mucha buena mollera. 1105 De parte de Valençia venían las anguillas, salpresas e trechadas, a grandes manadillas; davan a don Carnal por medio de las costillas; las truchas de Alverche davan le en las mexillas. 1106 Aí andava el atún commo un bravo león: falló se con don Tozino, dixo le mucho baldón; si non por doña Çeçina, quel desvió el pendón, diera le a don Lardo por medio del coraçón. 1107 De parte de Bayona venién muchos cayones: mataron las perdizes, castraron los capones. Del rrío de Henares venían los camarones: fasta en Guadalquivir ponían sus tendejones. 1108 Allí con los lavancos lidian barvos e peçes: diz la pixota al puerco:"¿Dó estás, que non [paresçes? Si ante mí te paras, dar te he lo que meresçes; ençierra te en la mesquita, non vayas a las [prezes.” 1109 Allí vino la lixa en aquel desbarato: traía muy duro cuero con mucho garavato; e a costados e a piernas dava les negro rrato; ansí travava dellos como si fuese gato. 1110 Recudieron del mar, de piélagos e charcos, Antología poética. De la Edad Media al Barroco (Siglos X-XVII)

conpañas mucho estrañas e de diversos marcos; traían armas muy fuertes e ballestas e arcos; más negra fue aquesta que non la de Alarcos. 1111 De Santander vinieron las bermejas langostas: traían muchas saetas en sus aljavas postas; fazían a don Carnal pagar todas las costas; las plazas que eran anchas fazían se le angostas. 1112 Fecho era el pregón del año jubileo: para salvar sus almas avían todos desseo; quantos son en la mar vinieron al torneo; arenques e vesugos vinieron de Bermeo. 1113 Andava ý la utra* con muchos conbatientes, feriendo e matando de las carnosas gentes; a las torcaças matan las sabogas* valientes; el dolfín al buey viejo derribó le los dientes. 1114 Sávalos e albures e la noble lanprea de Sevilla e de Alcántara venían a levar prea; sus armas cada uno en don Carnal enplea; non le valía nada desçeñir la correa. 1115 Bravo andava el tollo, un duro villanchón: tenía en la su mano grand maya de un trechón; dio en medio de la fruente al puerco e al lechón; mandó que los echasen en sal de Villenchón. 1124 La mesnada del mar fizo se un tropel: fincaron las espuelas, dieron todos en él; non lo quisieron matar, ovieron duelo dél; a él e a los suyos metieron en un cordel. 1125 Troxieron los atados por que non escapasen; dieron los a la dueña ante que se aforrasen; Mandó luego la dueña que a Carnal guardasen, e a doña Çeçina con el Toçino colgasen. 1126 Mandó los colgar altos, bien como atalaya, e que a descolgallos ninguno ý non vaya; luego los enforcaron de una viga de faya; el sayón iva deziendo: "Quien tal rizo tal aya”. 1127 Mandó a don Carnal quel guardase el Ayuno, e el fuese carçelero, que non lo viese ninguno, Si non fuese doliente, o confesor alguno, e quel diesen a comer al día manjar uno. Lavancos: patos salvajes. Quesuelos friscos: quesos frescos.Apezgado: pegado con pez. Utra: urta, pez. Sabogas: boga, pez. EL RATÓN CAMPESINO Y EL RATÓN CIUDADANO

1370 Mur1 de Guadalajara un lunes madrugaba; marchóse a Monferrado: en el mercado andaba; un ratón muy barbudo le recibió en su cava: convidóle a comer, ofreciéndole un haba. 1371 Están en mesa pobre, buen gesto y buena cara; hay muy poca comida, buena acogida y clara, a los pobres manjares la amistad los repara. Se quedó muy contento el de Guadalajara. 1372Hecha ya la comida, el manjar acabado. convidó el de la villa al mur de Monferrado a que aceptase el martes ir a ver su mercado, y, en agradecimiento, fuese su convidado. 1373Fue con él a su casa y diole mucho queso, mucho tocino fresco, pues no estaba salpreso2, enjundias3, pan cocido sin racionar su peso; el ratón aldeano fue contento con eso. 1374Manteles de buen lienzo, una blanca talega4 - 23 -

toda llena de harina: allí el ratón se pega; en honras y regalos al buen ratón anega; alegría y buen rostro con todo esto se allega. 1375Hay en la rica mesa mucha y muy buena vianda, un manjar mejor que otro a menudo allí anda, y, además, buena cara, cual ser huésped demanda: agasajo y comida a los hombres ablanda. 1376Mientras comen y gozan, en medio del yantar, la puerta del palacio comenzó a resonar: la abría su señora que estaba ya al entrar; los ratones, por miedo, huyen a más andar. 1377El de Guadalajara escondióse en su horado5, pero el otro ratón está desorientado, pues no sabe un lugar para estar amparado: se quedó en la pared, en lo oscuro, arrimado. 1378Cerrada ya la puerta y pasado el temor, estaba el aldeano con sudor y temblor; le apaciguaba el otro, dijo: «Amigo, señor, alégrate ya y come lo que creas mejor: 1379este manjar es dulce, sabe como la miel.» Respondió el aldeano: “Veneno se halla en él”; al que teme la muerte el panal sabe a hiel; para ti sólo es dulce, tú sólo come de él. 1380 Para el hombre con miedo no es dulce ni una cosa, y no hay voluntad clara con vista temerosa; con miedo de la muerte la miel no está sabrosa: cualquier cosa es amarga en vida peligrosa. 1381Prefiero roer habas muy seguro y en paz que comer mil manjares molesto y sin solaz; y todo es amargura donde hay miedo, rapaz. las comidas mejores, con miedo, son agraz6

queret nos ya ayudar, a estos çiegos lasrados* la vuestra limosna dar; somos pobres menguados, avemos lo a demandar. 1711 De los bienes deste siglo non tenemos nós pasada; bevimos* en gran peligro, en vida mucho penada; çiegos bien commo vestigio, del mundo non vemos nada. 1712 Señora Santa María, Tú le da la bendeçión al que oy en este día nos diere primera rraçión; dal al cuerpo alegría e al alma salvaçión. 1713 Santa María Madalena, rruega a Dios verdadero de quien nos diere buena estrena* de meaja* o de dinero, para mejorar la çena a nós e a nuestro conpañero. […] 1727 El ángel esta ofrenda en las sus manos la prenda. Señor, oy a pecadores: por los nuestros bienfechores, Tú rrescibe esta cançión, e oye esta nuestra oraçión, 1728 Que nós pobres te rrogamos, por quien nos dio que comamos, e por el que dar lo quiso, Dios por nós muerte priso: vos dé santo paraíso. Amén. Finito libro graçias a Domino Nostro Jesu Christo. Este libro fue acabado jueves XXIII días de jullio del año del Nasçimiento del Nuestro Salvador Jesu Christo de mill e tresientos e ochenta e nueve años. Libro.

1

.Mur: ratón 2. salpreso. aderezado con sal y prensado para que se conserve. 3. Enjundias: gorduras que tienen las aves en algunas partes del cuerpo. 4. Talega: saco ancho y corto. 5 . Horado: agujero. 6.Agraz: amargura, sinsabor, disgusto. CANTAR DE CIEGO FINAL DEL LIBRO. ESTE ES EL LIBRO DEL ARCIPRESTE DE HITA, EL QUAL CONPUSO SEYENDO PRESO POR MANDADO DEL CARDENAL DON GIL, ARÇOBISPO DE TOLEDO. LAUS TIBI CHRISTE, QUONIAM LIBER EXPLICIT ISTE. ALFFONSUS PARATINENSIS

Lasrados: pobres miserables. Bevimos: vivimos. Buena estrena: Limosna oportuna. De meaja: de migajas.

1710 Varones buenos e onrrados,

3.2. POESÍA CORTESANA DEL SIGLO XV (PRERRENACIMIENTO) La poesía cortesana es, en el sentido más estricto posible, fruto de un ambiente social, una corte real o señorial, que marca profundamente todos sus productos. Géneros dialogados –preguntas y respuestas en nuestro caso–, manifestaciones de la subjetividad y autoafirmaciones destinadas a la exhibición narcisista del cortesano –invenciones y motes, pero, en más amplia escala, el lujo y la ostentación en las armas y el vestir, los torneos y justas, las fiestas, etc.–, glosas a invenciones, motes y poemas propios y ajenos, parodias y sátiras personales, panegíricos, poemas funerarios... carecen a veces de sentido fuera del entorno inmediato para el que fueron creados.

MARQUÉS DE SANTILLANA (1388 – 1458) Don Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, nació en Carrión de los Condes, Palencia, en 1388. Fue hijo de don Diego Hurtado de Mendoza y de doña Leonor de la Vega, dama inteligente y rica, auténtica consolidadora del señorío de Santillana al que pertenecía Torrelavega. Al morir su padre, el pequeño Iñigo quedó al cuidado exclusivo de su madre y de su abuela. Joven todavía, se casó con doña Catalina de Figueroa. Tomó parte muy activa en la política y los conflictos de aquella época, unas veces al lado del rey Juan II de Castilla y otras contra él. Por su esfuerzo en la contienda de Olmedo, obtuvo los títulos de Marqués de Santillana y conde de Manzanares. Falleció en Guadalajara en 1458. El Marqués de Santillana poseía una de las mejores bibliotecas de su tiempo. Se le puede considerar como el primer poeta del siglo XV, muy conocido, sobre todo, por sus encantadoras serranillas, dezires y canciones;pero también inténtó, con poca fotuna, acomodar algunos metros y estrofas italianos al castellano en sus Sonetos fechos a itálico modo.

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SERRANILLA VII

entrambos pastores."

Serrana, tal casamiento no consiento que fagades, car de vuestro perdimiento, maguer non me conoçcades, muy grant desplazer avría en vos ver enajenar en poder de quien mirar nin tratar non vos sabría.

"Señora, pastor seré si queredes: mandarme podedes, como á servidor: mayores dulçores será á mí la brama que oyr ruyseñores."

SERRANILLA VIII

Asy concluymos el nuestro proçesso sin facer exçesso, é nos avenimos.

Madrugando en Robledillo por yr buscar un venado, fallé luego al Colladillo caça, de que fui pagado.

É fueron las flores de cabe Espinama los encobridores.

Al pie dessa grant montaña, la que diçen de Verçossa, ví guardar muy grant cabaña de vacas moça fermosa.

CANCIÓN

Recuérdate de mi vida, pues que viste mi partir e despedida ser tan triste. 1 Recuérdate que padesco e padesçí las penas que non meresco, desque vi

Si voluntat no m'engaña, no ví otra más graçiosa: si alguna desto s'ensaña, lóela su namorado. SERRANILLA IX

Moçuela de Bores allá do la Lama púsom'en amores.

la respuesta non devida que me diste; por lo qual mi despedida fué tan triste. 2 Pero no cuydes, señora, que por esto te fuy ni te sea agora menos presto;

Cuydé que olvidado Amor me tenía, como quien s'avía grand tiempo dexado de tales dolores, que más que la llama queman amadores.

que de llaga non fingida me feriste; así que mi despedida fué tan triste.

Mas ví la fermosa de buen continente, la cara plaçiente, fresca como rosa, de tales colores qual nunca vi dama nin otra, señores.

DECIR: EL AGUILANDO

1 Sacadme ya de cadenas, señora, e fazedme libre: que Nuestro Señor vos libre de las infernales penas.

Por lo qual: "Señora (le dixe), en verdat la vuestra beldat saldrá desd'agora dentre estos alcores, pues meresçe fama de grandes loores."

Estas sean mis estrenas, esto solo vos demando, este sea mi aguilando; que vos faden fadas buenas. 2 Días ha que me prendistes e sabedes que soi vuestro, dias ha que vos demuestro la llaga que me fezistes.

Dixo: "Cavallero, tiratvos á fuera: dexat la vaquera passar al otero; ca dos labradores me piden de Frama,

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Desde aquellos dias tristes, quando primero vos ví, - 25 -

dias ha que me vos dí, ya sea que lo encubristes. 3 Por tanto, señora mía, usad de piadosas leyes por estos tres sanctos Reyes e por el su sancto día.

Pedro le llegase, non osaba así mostrar enojo por non desplacer al señor rey, su marido. E aquí toca ella una estoria antigua de nuestro reino, conviene a saber, del rey don Sancho que murió sobre Zamora, e doña Urraca Fernández, la cual, por cuanto es muy común a todas gentes, mayormente a los reinos comarcanos, déjolo de tocar]

Por bondat o fidalguía o por sola humanidat, vos plega mi libertat, o por gentil cortesía.

Lloró2 la hermana, maguer que enemiga al rey don Sancho, e con grand sentido procedió presto contra el mal Vellido, servando en acto la fraternal liga.

Ca vuestra filusumía deniega ferocidad, e muestra benignidad sin ninguna villanía.

¡O dulce hermano!, pues yo, que tanto amiga jamás te fue, ¿cómo podré celar de te llorar, plañir e lamentar, por bien qu'el seso contraste e desdiga? ¡O real casa, tanto perseguida de la mala fortuna e molestada! Non pienso Juno que más encendida

[En este primero soneto quiere mostrar el actor que cuando los cuerpos superiores, que son las estrellas, se acuerdan con la natura, que son las cosas bajas, fasen la cosa muy más limpia e muy más neta1]

fue contra Tebas, nin tanto indignada Antropos!, muerte me place e non vida, si tal ventura ya non es cansada.

Cuando yo veo la gentil criatura qu'el cielo, acorde con naturaleza formaron, loo mi buena ventura el punto e hora que tanta belleza

[En este tercero soneto el actor muestra como en un día de una fiesta vio a su señora así en punto e tan bien guarnida que de todo punto le refrescó la primera ferida de amor]

me demostraron, e su fermosura, ca sola de loor es la pureza; mas luego torno con igual tristura e plango e quéjome de su crueza.

Cual se mostraba la gentil Lavina en los honrados templos de Laurencia, cuando solempnizaban a Heritina las gentes d'ella, con toda femencia;

Ca non fue tanta la del mal Tereo, nin fizo la de Aquila e de Potino, falsos ministros de ti, Ptolomeo.

e cual paresce flor de clavellina en los frescos jardines de Florencia, vieron mis ojos en forma divina la vuestra imagen e diva presencia,

Así que lloro mi servicio indigno e la mi loca fiebre, pues que veo e me fallo cansado e peregrino.

cuando la llaga o mortal ferida llagó mi pecho con dardo amoroso, la cual me mata en prompto e da vida,

[En este segundo soneto el actor fabla como en nombre de la señora reina de Castilla, la cual, por cuanto, cuando el infante don Pedro murió, el cual era su hermano, el señor rey su marido non estaba bien con sus primos, conviene a saber, el rey de Aragón, el rey de Navarra, los infantes sus hermanos, non embargante la triste nueva de la muerte del ya dicho señor infante don

me face ledo, contento e quejoso. Alegre paso la pena indebida, ardiendo en fuego me fallo en reposo.

JORGE MANRIQUE (1440-1479) Los Manrique pertenecían al amplio, poderoso y antiguo linaje de los Lara. Una tradición legendaria los hacía entroncar con el bastardo Mudarra, vengador de los infantes de Salas o Lara y otros los hacen descender del primer conde soberano de Castilla, Fernán González. Sea cual fuere su origen, entre los treinta y cuatro personajes significativos de los reinados de Enrique III y Juan II biografiados en las Generaciones y semblanzas de Fernán Pérez de Guzmán, encontramos a Juan García Manrique, arzobispo de Santiago, el adelantado de Castilla Gómez Manrique -distinto del poeta y dramaturgo de igual nombre, sobrino del marqués de Santillana y tío de Jorge Manrique- y el adelantado de León Pedro Manrique, abuelo de nuestro don Jorge. Y en tiempo de los Reyes Católicos, entre los prohombres biografiados por Hernando del Pulgar, encontramos a Rodrigo Manrique, padre del poeta, y protagonista de su composición más importante, las Coplas a su muerte.

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COPLAS QUE HIZO DON JORGE MANRIQUE A LA MUERTE DEL MAESTRE DE SANTIAGO DON RODRIGO MANRIQUE, SU PADRE I Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando; cuánd presto se va el plazer, cómo después de acordado da dolor, cómo a nuestro parecer cualquiera tiempo pasado fue mejor. II Y pues vemos lo presente cómo en un punto se es ido y acabado, si juzgamos sabiamente, daremos lo no venido por pasado. No se engañe nadie, no, pensando que a de durar lo que espera más que duró lo que vio, porque todo ha de pasar por tal manera. III Nuestras vidas son los ríos que van a dar en el mar que es el morir: allí van los señoríos derechos a se acabar y consumir; allí, los ríos caudales, allí, los otros, medianos, y más chicos; allegados, son iguales, los que biven por sus manos y los ricos. IV Dexo las invocaciones de los famosos poetas y oradores; no curo de sus ficiones, que traen yerbas secretas sus sabores. A aquel solo me encomiendo, a aquel solo invoco yo de verdad, que en este mundo biviendo, el mundo no conosció su deidad. V Este mundo es el camino para el otro, que es morada sin pesar, mas cumple tener buen tino para andar esta jornada sin errar. Partimos cuando nascemos, andamos mientras bivimos, y allegamos al tiempo que fenescemos; así que, cuando morimos, descansamos. VI Este mundo bueno fue si bien usáramos de él como devemos, porque, segúnd nuestra fe, es para ganar aquél que atendemos; y aun aquel hijo de Dios,

para sobirnos al cielo, descendió a nacer acá entre nos y vivir en este suelo do murió. VII Si fuese nuestro poder tornar la cara fermosa corporal como podemos hazer el ánima gloriosa angelical, ¡qué diligencia tan biva toviéramos toda ora y tan presta en componer la cativa, dexándonos la señora descompuesta! VIII Ved de quánd poco valor son las cosas tras que andamos y corremos que, en este mundo traidor, aun primero que muramos las perdemos: de ellas deshaze la hedad, de ellas, casos desastrados que contecen, de ellas, por su calidad, en los más altos estados desfallescen. IX Dezidme: la hermosura, la gentil frescura y tez de la cara, la color y la blancura, cuando viene la vejez, ¿cuál se para? Las mañas y ligereza y la fuerça corporal de juventud, todo se torna graveza cuando llega al arraval de senectud. X Pues la sangre de los godos, el linaje y la nobleza tan crescida, ¡por cuantas vías y modos se sume su grand alteza en esta vida! Unos, por poco valer, ¡por cuánd baxos y abatidos que los tienen! otros que, por no tener, con oficios no devidos se sostienen. XI Los estados y riqueza que nos dexan a desora, ¡quién lo duda! No les pidamos firmeza, pues que son de una señora que se muda: que bienes son de fortuna que rebuelve con su rueda presurosa, la cual no puede ser una ni ser estable ni queda en una cosa. XII Pero digo que acompañen y lleguen hasta la huesa con su dueño: por eso no nos engañen, pues se va la vida apriesa como sueño.

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Y los deleites de acá son, en que nos deleitamos, temporales, y los tormentos de allá que por ellos esperamos, eternales. XIII Los plazeres y dulçores de esta vida trabajada que tenemos no son sino corredores, y la muerte, la celada en que caemos. No mirando a nuestro daño, corremos a rienda suelta, sin parar; cuando vemos el engaño y queremos dar la buelta, no ay lugar. XIV Estos reyes poderosos que vemos por escripturas ya pasadas, con casos tristes, llorosos, fueron sus buenas venturas trastornadas; así que no hay cosa fuerte, que a papas y emperadores y perlados, así los trata la muerte como a los pobres pastores de ganados. XV Dexemos a los troyanos, que sus males no los vimos ni sus glorias; dexemos a los romanos, aunque oímos y leímos sus victorias. No curemos de saber lo de aquel siglo pasado qué fue dello; vengamos a lo de ayer, que tan bien es olvidado como aquello. XVI ¿Qué se hizo el rey don Juan? Los infantes de Aragón, ¿qué se hizieron? ¿Qué fue de tanto galán? ¿qué fue de tanta invención como traxieron? Las justas y los torneos, paramentos, bordaduras y cimeras ¿fueron sino devaneos? ¿Qué fueron sino verduras de las heras? XVII ¿Qué se hizieron las damas, sus tocados, sus vestidos, sus olores? ¿Qué se hizieron las llamas de los fuegos encendidos de amadores? ¿Qué se hizo aquel trobar, las músicas acordadas que tañían? ¿Qué se hizo aquel dançar, y aquellas ropas chapadas que traýan? XVIII Pues el otro, su heredero, don Enrique, ¡qué poderes alcançava! ¡Cuánd blando, cuánd halaguero, el mundo con sus plazeres

se le dava! Mas verás cuánd enemigo, cuánd contrario, cuánd cruel se le mostró: aviéndole seído amigo, ¡cuánd poco duró con él lo que le dio! XIX Las dádivas desmedidas, los edificios reales llenos de oro, las baxillas tan febridas, los enriques y reales del thesoro, los jaezes y caballos de su gente y atavíos tan sobrados ¿dónde iremos a buscallos? ¿Qué fueron sino rocíos de los prados? XX Pues su hermano el inocente, que en su vida subcesor se llamó, qué corte tan excelente tuvo, y cuánto grand señor que le siguió; mas como fuese mortal, metióle la muerte luego en su fragua. ¡O juicio divinal, cuando más ardía el fuego, echaste agua! XXI Pues aquel grand condestable, maestre que conocimos tan privado, no cumple que de él se hable, sino sólo que lo vimos degollado; sus infinitos tesoros, sus villas y sus lugares, su mandar, ¿qué fueron sino lloros? ¿Fuéronle sino pesares al dexar? XXII Pues los otros dos hermanos, maestres tan prosperados como reyes, que a los grandes y medianos truxeron tan sojuzgados a sus leyes; aquella prosperidad que tan alto fue subida y enxalçada ¿qué fue sino claridad, que estando más encendida fue amatada? XXIII Tantos duques excelentes, tantos marqueses y condes y varones como vimos tan potentes, di, muerte, ¿dó los escondes y traspones? Y sus muy claras hazañas que hizieron en las guerras y en las pazes, cuando tú, cruda, te ensañas, con tu fuerça las atierras y deshazes. XXIV Las huestes innumerables, los pendones y estandartes y vanderas los castillos impunables

los muros y valuartes y barreras, la cava honda, chapada, o cualquier otro reparo ¿qué aprovecha? Que si tú vienes airada todo lo pasas de claro con tu frecha. XXV Aquél de buenos abrigo, amado por virtuoso de la gente, el maestre don Rodrigo Manrique, tanto famoso y tan valiente, sus grandes hechos y claros no cumple que los alabe, pues los vieron, ni los quiero hazer caros, pues el mundo todo sabe cuáles fueron. XXVI Amigo de sus amigos, ¡qué señor para criados y parientes! ¡Qué enemigo de enemigos! ¡Qué maestro de esforçados y valientes! ¡Qué seso para discretos ¡ ¡Qué gracia para donosos! ¡Qué razón! ¡Que benigno a los subjetos! Y a los bravos y dañosos, ¡un león! XXVII En ventura, Octaviano, Julio César en vencer y batallar; en la virtud, Africano, Aníbal en el saber y trabajar; en la bondad, un Trajano, Tito en liberalidad con alegría; en su braço, Aureliano, Marco Atilio en la verdad Que prometía. XXVIII Antonio Pío en clemencia, Marco Aurelio en igualdad del semblante Adriano en elocuencia, Theodosio en humanidad y buen talante; Aurelio Alexandre fue en disciplina y rigor de la guerra; un Constantino en la fe, Camilo en su grand amor de su tierra. XXIX No dexó grandes tesoros ni alcançó grandes riquezas ni baxillas, mas hizo guerra a los Moros ganando sus fortalezas y sus villas; y en las lides que venció, muchos moros y caballos se perdieron, y en este oficio ganó las rentas y los vasallos que le dieron. XXX Pues por su honra y estado, en otros tiempos pasados, ¿cómo se uvo?

Antología poética. De la Edad Media al Barroco (Siglos X-XVII)

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quedando desamparado, con hermanos y criados se sostuvo. Después que hechos famosos hizo en esta dicha guerra que hazía, hizo tratos tan honrosos que le dieron aun más tierra que tenía. XXXI Estas sus viejas estorias que con su braço pintó en juventud, con otras nuevas victorias, agora las renovó en senectud; por su grand abilidad, por méritos y ancianía bien gastada, alcançó la dignidad de la grand cavallería del espada. XXXII Y sus villas y sus tierras ocupadas de tiranos las halló, mas por cercos y por guerras y por fuerça de sus manos las cobró. Pues nuestro rey natural, si de las obras que obró fue servido, dígalo el de Portugal, y en Castilla, quien siguió su partido. XXXIII Después que puso la vida tantas vezes por su ley al tablero, después de tan bien servida la corona de su rey verdadero, después de tanta hazaña a que no puede bastar cuenta cierta, en la su villa de Ocaña, vino la muerte a llamar a su puerta, XXXIV diziendo: –Buen caballero, dexad el mundo engañoso y su halago; vuestro corazón de azero muestre su esfuerço famoso en este trago. Y pues de vida y salud heziste tan poca cuenta por la fama, esfuércese la virtud para sofrir esta afruenta que os llama. XXXV –No se os haga tan amarga la batalla temerosa que esperáis, pues otra vida más larga de fama tan gloriosa acá dexáis; aunque esta vida de honor tampoco no es eternal ni verdadera, mas con todo es muy mejor que la otra temporal, pereçedera. XXXVI –El bevir que es perdurable no se gana con estados

mundanales ni con vida deleitable en que moran los pecados infernales; mas los buenos religiosos gánanlo con oraciones y con lloros, los caballeros famosos, con trabajos y afliciones contra moros. XXXVII –Y pues vos, claro varón, tanta sangre derramastes de paganos, esperad el galardón que en este mundo ganastes por las manos; y con esta confiança y con la fe tan entera que tenéis, partid con buena esperança, que otra vida tercera

ganaréis. XXXVIII –No gastemos tiempo ya en esta vida mezquina por tal modo, que mi voluntad está conforme con la divina para todo. Y consiento en mi morir con voluntad plazentera, clara y pura, que querer ombre bivir cuando Dios quiere que muera es locura. XXXIX –Tú, que por nuestra maldad tomaste forma cevil y baxo nombre. Tú, que a tu divinidad juntaste cosa tan vil como es el ombre.

Tú, que tan grandes tormentos sofriste sin resistencia en tu persona, no por mis merecimientos, mas por tu sola clemencia me perdona. XL Así, con tal entender, todos sentidos humanos olvidados, cercado de su muger y de hijos y de hermanos y criados, dio el alma a quien ge la dio, el cual la ponga en el cielo y en su gloria; y aunque la vida murió, nos dexó harto consuelo su memoria. [Ed. de Vicente Beltrán, Barcelona, ed. Crítica, 1993, pp. 46-175]

II. RENACIMIENTO (Siglo XVI) Los textos siguientes están tomados, sobre todo de las páginas http://www.poesiainter.net/indexc.htm; http://www.los-poetas.com/c/garcibio.htm; 1. CRITÓBAL DE CASTILLEJO Nació en Ciudad Rodrigo hacia 1492. Siendo monje en el convento de San Martín de Valdeiglesias, dejó dicho convento para ejercer el cargo de secretario del hermano del Emperador Carlos V, don Fernando, que era rey de Bohemia. De fraile parece que solamente tuvo el hábito, porque vivió una vida bastante disoluta, de amores y malgastando todos los beneficios y prebendas que sus cargos le proporcionaban. Se enamoró de una joven dama alemana, Ana de Schaumburgo, quien lo dejó por un noble bohemio. Desilusionado de la vida, habiendo perdido todos los bienes materiales y fracasados sus amores, se retiró para morir en un convento de la misma orden en Alemania. A pesar de que tuvo una vida ajetreada y desordenada, como poeta fue excelente. Se opuso rotundamente a las influencias italianas que se estaban infiltrando en España. Practicó totalmente su poesía en las formas tradicionales castellanas. Poseía gran agudeza e inspiración, siempre dentro de la vena tradicional. CONTRA LOS ENCARECIMIENTOS DE LAS COPLAS ESPAÑOLAS

Estando comigo a solas, Me viene un antojo loco De burlar con causa un poco De las trovas españolas Al presente; De aquellas principalmente Muy altas, encarescidas, Excellentes y polidas, Que mucho estima la gente; Y de aquellos estremados Que por estilo perfeto Sacan del pecho secreto Hondos amores penados. Son del cuento Garci-Sánchez1 y otros ciento Muy gentiles caballeros, Que por esos cancioneros Echan sospiros al viento. No se me achaque o levante Que me meto a decir mal De aquel subido metal De su decir elegante;

Antes siento Pena de ver sin cimiento Un tan gentil edificio, Y unas obras tan sin vicio Sobre ningún fundamento. Los requiebros y primores ¿Quién los niega, de Boscán2, Y aquel estilo galán Con que cuenta sus amores? Mas trovada Una copla muy penada, El mesmo confesará Que no sabe dónde va Ni se funda sobre nada. Aunque no por un tenor, Todos van por un camino; También sabe Guardamino3 Quexar su mal y dolor Sin paciencia; No hay dél otra diferencia. Al que se cuelga de un hilo, Que no ser tal el estilo Sobre la mesma sentencia.

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Y de aquí debe venir Que contando sus pasiones, Las más más comparaciones Van a parar en morir; Van de suerte Que nunca salen de muerte O de perderse la vida; Quitaldes esta guarida, No habrá copla que se acierte. Por donde los trovadores Son de burlas y reír Que no se dan a escrebir Sino penas y dolores. ¡Cosa vana, Que la lengua castellana, Tan cumplida y singular, Se haya toda de emplear En materia tan liviana! Coplas dulces, placenteras, No pecan en liviandad, Pero pierde autoridad Quien las escribe de veras, Y entremete El seso por alcahuete

En los misterios de amor; Cuanto más si el trovador Pasa ya del caballete. Y algunos hay, yo lo sé, Que hacen obras fundadas De coplas enamoradas, Sin tener causa por qué. Y esto está En costumbre tanto ya, Que muchos escriben penas Por remedar las ajenas, Sin saber quién se las da. Pero digo que arda en ellas De los pies a la cabeça, Decidme, ¿a quién endereça Sus coplas y sus querellas? Si las vende A la dama que le prende, ¿Qué mayor desaventura Que hablar por escritura Con quien sé que no la entiende? Cuanto más que ni leer Las más saben ni escrebir. Y en el dar o rescibir Aún hay algo que hacer. Mal mascada Vais, copla desventurada, Y la que más os estima Devana su seda encima, Y quedáis vos allí aislada. Ved qué donoso presente, Que la que más fea aventura Por gozar d'esta locura, Ni la gusta ni la siente; Y el provecho, Es que por vuestro derecho, Alguna dama loquilla, Dirá por gran maravilla: "¡Ay, qué coplas que me han [hecho!" Pues si donde era razón Tan pequeño fruto hacen, Con los demás, aunque aplacen,

Deshonesta cosa son, Y muy vano Exercicio, y aun profano, Publicar yo mis flaquezas, Liviandades y baxezas, Y escrebirlas de mi mano. Sobra de bien y pan tierno Hace que los amadores Comparen el mal de amores A las penas del Infierno. Tú, Cupido, Estás muy favorescido Pensando que aquello es, Mas donde hay dolor francés El tuyo queda en olvido. Final Coplas y locuras mías, Vuestro tiempo se ha llegado Para aliviar el enfado Destos trabajosos días. Todas pasaréis por buenas, Siendo aquel que os da favor, Por natura mi señor, Y por suerte mi Mecenas. REPRENSIÓN CONTRA LOS POETAS ESPAÑOLES

Pues la sancta Inquisición Suele ser tan diligente En castigar con razón Cualquier secta y opinión Levantada nuevamente, Resucítese Lucero4, A corregir en España Una tan nueva y extraña, Como aquella de Lutero En las partes de Alemaña. Bien se pueden castigar A cuenta de anabaptistas, Pues por ley particular Se tornan a baptizar Y se llaman petrarquistas. Han renegado la fee De las trovas castellanas,

Y tras las italianas Se pierden, diciendo que Son más ricas y loçanas, El juicio de lo cual Yo lo dexo a quien más sabe; Pero juzgar nadie mal De su patria natural En gentileza no cabe; Y aquella cristiana musa Del famoso Joan de Mena5, Sintiendo desto gran pena, Por infieles los acusa Y de aleves los condena. "Recuerde el alma dormida" Dice don Jorge Manrique; Y muéstrese muy sentida De cosa tan atrevida, Por que más no se platique. Garci-Sánchez respondió: "¡Quién me otorgase, señora, Vida y seso en esta hora Para entrar en campo yo Con gente tan pecadora!" "Si algún Dios de amor había, Dixo luego Cartagena6, Muestre aquí su valentía Contra tan gran osadía, Venida de tierra ajena". Torres Naharro replica: "Por hacer, Amor, tus hechos Consientes tales despechos, Y que nuestra España rica Se prive de sus derechos". Dios dé su gloria a Boscán Y a Garcilaso poeta, Que con no pequeño afán Y por estilo galán Sostuvieron esta seta, Y la dexaron acá Ya sembrada entre la gente; Por lo cual debidamente Les vino lo que dirá Este soneto siguiente:

1.

Poeta del Cancionero de Baena, autor de Infierno de amor. 2. Amigo de Garcilaso y uno de los que introdujo en España los metros y temas de la poesía italiana. 3. Debe tratarse de un personaje de novela o égloga de la época. 4. Lucero, famoso inquisidor de Córdoba en la época de los Reyes Católicos. 5. Poeta del siglo XV en la corte de juan II, autor de Laberinto de fortuna y Las cincuenta o la coronación del Marqués de Santillana. 6. Quizá se trate del obispo de origen converso y humanista Alfonso de Cartagena.

2. GARCILASO DE LA VEGA(1503-1536) Nació en Toledo, en 1503, correspondiéndole por la elevada alcurnia de su casa el hábito de la orden de Alcántara. Desde muy joven siguió las banderas del Emperador Carlos V, mostrando tales bríos y arrestos, que pronto se distinguió entre todos sus compañeros, particularmente en la defensa de Viena y en el sitio de Túnez, donde fue herido. Entonces se volvió a Nápoles, donde a pesar de sus eminentes servicios incurrió en la desgracia del Emperador, por haber protegido los amores de un sobrino suyo, que aspiraba a la mano de una dama que le era muy superior en jerarquía, por lo cual fue desterrado a una de las islas del Danubio, que con tanto donaire había de cantar. No tardó en volver a la gracia del Emperador, dado que poco después le acompañaba en su expedición al Piamonte, en cuyo ejército tenía bajo su mando once banderas de infantería. Derrotados los franceses y cuando ya se veían en retirada forzosa, el Emperador ordenó Antología poética. De la Edad Media al Barroco (Siglos X-XVII)

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la toma de una torre que se hallaba en un lugar cerca de Frejus, donde desesperadamente se defendían unos cincuenta franceses; Garcilaso fue de los primeros en subir, mas fue herido de una pedrada en la cabeza, y cayó. Lleváronle de allí a Niza, pero no sobrevivió sino veinte días a sus heridas, pues murió en dicho lugar a los treinta y tres años de edad. Era en 1536. Si lo corto de su vida le impidió dar de sí todo lo que para la gloria de las armas habría podido, no fue ella tan corta para las letras, pues que ya en vida suya había recibido el título, que la posteridad le ha confirmado, de príncipe de los poetas castellanos. (Antología de los mejores poetas castellanos, Rafael Mesa y López. Londres: T. Nelson, 1912.)

ODA A LA FLOR DE GNIDO

que ya del peligroso naufragio fui su puerto y su reposo; y agora en tal manera vence el dolor a la razón perdida, que ponzoñosa fiera nunca fue aborrecida tanto como yo dél, ni tan temida. No fuiste tú engendrada ni producida de la dura tierra; no debe ser notada que ingratamente yerra quien todo el otro error de sí destierra. Hágate temerosa el case de Anajérete, y cobarde, que de ser desdeñosa se arrepintió muy tarde; y así, su alma con su mármol arde. Estábase alegrando del mal ajeno el pecho empedernido, cuando abajo mirando, el cuerpo muerto vido del miserable amante, allí tendido, y al cuello el lazo atado, con que desenlazó de la cadena el corazón cuitado, que con su breve pena compró la eterna punición ajena. Sintió allí convertirse en piedad amorosa el aspereza. ¡Oh tarde arrepentirse! ¡Oh última terneza! ¿Cómo te sucedió mayor dureza? Los ojos se enclavaron en el tendido cuerpo que allí vieron; los huesos se tornaron más duros y crecieron, y en sí toda la carne convirtieron; las entrañas heladas tornaron poco a poco en piedra dura; por las venas cuitadas la sangre su figura iba desconociendo y su natura; hasta que, finalmente, en duro mármol vuelta y transformada, hizo de sí la gente no tan maravillada cuanto de aquella ingratitud vengada. No quieras tú, señora, de Némesis airada las saetas probar, por Dios, agora; baste que tus perfetas obras y hermosuras a los poetas den inmortal materia, sin que también en verso lamentable

Si de mi baja lira tanto pudiese el son, que un momento aplacase la ira del animoso viento, y la furia del mar y el movimiento, y en ásperas montañas con el suave canto enterneciese las fieras alimañas, los árboles moviese, y al son confusamente los trajese: no pienses que cantado sería de mí, hermosa flor de Gnido, el fiero Marte airado, a muerte convertido, de polvo y sangre y de sudor teñido, ni aquellos capitanes en las sublimes ruedas colocados, por quien los alemanes, el fiero cuello atados, y los franceses, van domesticados; mas solamente aquella fuerza de tu beldad sería cantada, y alguna vez con ella también sería notada el aspereza de que estás armada, y cómo por ti sola, y por tu gran valor y hermosura, convertido en viola, llora su desventura el miserable amante en tu figura. Hablo de aquel cativo de quien se debe más cuidado, que está muriendo vivo, al remo condenado, en la concha de Venus amarrado. Por ti, como solía, del áspero caballo no corrige la furia y gallardía: ni con freno le rige, ni con vivas espuelas ya le aflige. Por ti, con diestra mano, no revuelve la espada presurosa, y en el dudoso llano huye la polvorosa palestra como sierpe ponzoñosa. Por ti, su blanda musa, en lugar de la cítara sonante, tristes querellas usa, que con llanto abundante hacen bañar el rostro del amante. Por ti, el mayor amigo le es importuno, grave y enojoso; yo puedo ser testigo,

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celebren la miseria de algún caso notable que por ti pase, triste y miserable.

y así, como presente, razonando con ella, le decía: Salicio: ¡Oh más dura que mármol a mis quejas, y al encendido fuego en que me quemo más helada que nieve, Galatea!, estoy muriendo, y aún la vida temo; témola con razón, pues tú me dejas, que no hay, sin ti, el vivir para qué sea. Vergüenza he que me vea ninguno en tal estado, de ti desamparado, y de mí mismo yo me corro agora. ¿De un alma te desdeñas ser señora, donde siempre moraste, no pudiendo de ella salir un hora? Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

EGLOGA I

El dulce lamentar de dos pastores, Salicio juntamente y Nemoroso, he de contar, sus quejas imitando; cuyas ovejas al cantar sabroso estaban muy atentas, los amores, (de pacer olvidadas) escuchando. Tú, que ganaste obrando un nombre en todo el mundo y un grado sin segundo, agora estés atento sólo y dado el ínclito gobierno del estado Albano; agora vuelto a la otra parte, resplandeciente, armado, representando en tierra el fiero Marte;

El sol tiende los rayos de su lumbre por montes y por valles, despertando las aves y animales y la gente: cuál por el aire claro va volando, cuál por el verde valle o alta cumbre paciendo va segura y libremente, cuál con el sol presente va de nuevo al oficio, y al usado ejercicio do su natura o menester le inclina, siempre está en llanto esta ánima mezquina, cuando la sombra el mondo va cubriendo, o la luz se avecina. Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

agora de cuidados enojosos y de negocios libre, por ventura andes a caza, el monte fatigando en ardiente jinete, que apresura el curso tras los ciervos temerosos, que en vano su morir van dilatando; espera, que en tornando a ser restituido al ocio ya perdido, luego verás ejercitar mi pluma por la infinita innumerable suma de tus virtudes y famosas obras, antes que me consuma, faltando a ti, que a todo el mondo sobras.

¿Y tú, de esta mi vida ya olvidada, sin mostrar un pequeño sentimiento de que por ti Salicio triste muera, dejas llevar (¡desconocida!) al viento el amor y la fe que ser guardada eternamente sólo a mí debiera? ¡Oh Dios!, ¿por qué siquiera, (pues ves desde tu altura esta falsa perjura causar la muerte de un estrecho amigo) no recibe del cielo algún castigo? Si en pago del amor yo estoy muriendo, ¿qué hará el enemigo? Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

En tanto que este tiempo que adivino viene a sacarme de la deuda un día, que se debe a tu fama y a tu gloria (que es deuda general, no sólo mía, mas de cualquier ingenio peregrino que celebra lo digno de memoria), el árbol de victoria, que ciñe estrechamente tu gloriosa frente, dé lugar a la hiedra que se planta debajo de tu sombra, y se levanta poco a poco, arrimada a tus loores; y en cuanto esto se canta, escucha tú el cantar de mis pastores.

Por ti el silencio de la selva umbrosa, por ti la esquividad y apartamiento del solitario monte me agradaba; por ti la verde hierba, el fresco viento, el blanco lirio y colorada rosa y dulce primavera deseaba. ¡Ay, cuánto me engañaba! ¡Ay, cuán diferente era y cuán de otra manera lo que en tu falso pecho se escondía! Bien claro con su voz me lo decía la siniestra corneja, repitiendo la desventura mía.

Saliendo de las ondas encendido, rayaba de los montes al altura el sol, cuando Salicio, recostado al pie de un alta haya en la verdura, por donde un agua clara con sonido atravesaba el fresco y verde prado, él, con canto acordado al rumor que sonaba, del agua que pasaba, se quejaba tan dulce y blandamente como si no estuviera de allí ausente la que de su dolor culpa tenía; Antología poética. De la Edad Media al Barroco (Siglos X-XVII)

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Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

Siempre de nueva leche en el verano y en el invierno abundo; en mi majada la manteca y el queso está sobrado; de mi cantar, pues, yo te vi agradada tanto que no pudiera el mantuano Títiro ser de ti más alabado. No soy, pues, bien mirado, tan disforme ni feo; que aún agora me veo en esta agua que corre clara y pura, y cierto no trocara mi figura con ese que de mí se está riendo; ¡trocara mi ventura! Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

¡Cuántas veces, durmiendo en la floresta, (reputándolo yo por desvarío) vi mi mal entre sueños, desdichado! Soñaba que en el tiempo del estío llevaba, por pasar allí la sienta, a beber en el Tajo mi ganado; y después de llegado, sin saber de cuál arte, por desusada parte y por nuevo camino el agua se iba; ardiendo yo con la calor estiva, el curso enajenado iba siguiendo del agua fugitiva. Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

¿Cómo te vine en tanto menosprecio? ¿Cómo te fui tan presto aborrecible? ¿Cómo te faltó en mí el conocimiento? Si no tuvieras condición terrible, siempre fuera tenido de ti en precio, y no viera de ti este apartamiento. ¿No sabes que sin cuento buscan en el estío mis ovejas el frío de la sierra de Cuenca, y el gobierno del abrigado Estremo en el invierno? Mas ¡qué vale el tener, si derritiendo me estoy en llanto eterno! Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

Tu dulce habla ¿en cúya oreja suena? Tus claros ojos ¿a quién los volviste? ¿Por quién tan sin respeto me trocaste? Tu quebrantada fe ¿dó la pusiste? ¿Cuál es el cuello que, como en cadena, de tus hermosos brazos anudaste? No hay corazón que baste, aunque fuese de piedra, viendo mi amada hiedra, de mí arrancada, en otro muro asida, y mi parra en otro olmo entretejida, que no se esté con llanto deshaciendo hasta acabar la vida. Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

Con mi llorar las piedras enternecen su natural dureza y la quebrantan; los árboles parece que se inclinan: las aves que me escuchan, cuando cantan, con diferente voz se condolecen, y mi morir cantando me adivinan. Las fieras, que reclinan su cuerpo fatigado, dejan el sosegado sueño por escuchar mi llanto triste. Tú sola contra mí te endureciste, los ojos aún siquiera no volviendo a lo que tú hiciste. Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

¿Qué no se esperará de aquí adelante, por difícil que sea y por incierto? O ¿qué discordia no será juntada?, y juntamente ¿qué tendrá por cierto, o qué de hoy más no temerá el amante, siendo a todo materia por ti dada? Cuando tú enajenada de mi cuidado fuiste, notable causa diste, y ejemplo a todos cuantos cubre el cielo, que el más seguro tema con recelo perder lo que estuviere poseyendo. Salid fuera sin duelo, salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

Mas ya que a socorrerme aquí no vienes, no dejes el lugar que tanto amaste, que bien podrás venir de mí segura; yo dejaré el lugar do me dejaste; ven, si por sólo esto te detienes; ves aquí un prado lleno de verdura, ves aquí una espesura, ves aquí una agua clara, en otro tiempo cara, a quien de ti con lágrimas me quejo. Quizá aquí hallarás (pues yo me alejo) al que todo mi bien quitarme puede; que pues el bien le dejo, no es mucho que el lugar también le quede.

Materia diste al mundo de esperanza de alcanzar lo imposible y no pensado, y de hacer juntar lo diferente, dando a quien diste el corazón malvado, quitándolo de mí con tal mudanza que siempre sonará de gente en gente. La cordera paciente con el lobo hambriento hará su ayuntamiento, y con las simples aves sin ruido harán las bravas sierpes ya su nido; que mayor diferencia comprendo de ti al que has escogido. Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

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Aquí dio fin a su cantar Salicio, y suspirando en el postrero acento,

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soltó de llanto una profunda vena. Queriendo el monte al grave sentimiento de aquel dolor en algo ser propicio, con la pesada voz retumba y suena. La blanca Filomena, casi como dolida y a compasión movida, dulcemente responde al son lloroso. Lo que cantó tras esto Nemoroso decidlo vos Piérides, que tanto no puedo yo, ni oso, que siento enflaquecer mi débil canto.

andábamos cogiendo tiernas flores, que había de ver con largo apartamiento venir el triste y solitario día que diese amargo fin a mis amores? El cielo en mis dolores cargó la mano tanto, que a sempiterno llanto y a triste soledad me ha condenado; y lo que siento más es verme atado a la pesada vida y enojosa, solo, desamparado, ciego, sin lumbre, en cárcel tenebrosa.

Nemoroso: Corrientes aguas, puras, cristalinas, árboles que os estáis mirando en ellas, verde prado, de fresca sombra lleno, aves que aquí sembráis vuestras querellas, hiedra que por los árboles caminas, torciendo el paso por su verde seno: yo me vi tan ajeno del grave mal que siento, que de puro contento con vuestra soledad me recreaba, donde con dulce sueño reposaba, o con el pensamiento discurría por donde no hallaba sino memorias llenas de alegría.

Después que nos dejaste, nunca pace en hartura el ganado ya, ni acude el campo al labrador con mano llena. No hay bien que en mal no se convierta y mude: la mala hierba al trigo ahoga, y nace en lugar suyo la infelice avena; la tierra, que de buena gana nos producía flores con que solía quitar en sólo vellas mil enojos, produce agora en cambio estos abrojos, ya de rigor de espinas intratable; yo hago con mis ojos crecer, llorando, el fruto miserable. Como al partir del sol la sombra crece, y en cayendo su rayo se levanta la negra escuridad que el mundo cubre, de do viene el temor que nos espanta, y la medrosa forma en que se ofrece aquello que la noche nos encubre, hasta que el sol descubre su luz pura y hermosa: tal es la tenebrosa noche de tu partir, en que he quedado de sombra y de temor atormentado, hasta que muerte el tiempo determine que a ver el deseado sol de tu clara vista me encamine.

Y en este mismo valle, donde agora me entristezco y me canso, en el reposo estuve ya contento y descansado. ¡Oh bien caduco, vano y presuroso! Acuérdome, durmiendo aquí alguna hora, que despertando, a Elisa vi a mi lado. ¡Oh miserable hado! ¡Oh tela delicada, antes de tiempo dada a los agudos filos de la muerte! Más convenible fuera aquesta suerte a los cansados años de mi vida, que es más que el hierro fuerte, pues no la ha quebrantado tu partida.

Cual suele el ruiseñor con triste canto quejarse, entre las hojas escondido, del duro labrador, que cautamente le despojó su caro y dulce nido de los tiernos hijuelos, entre tanto que del amado ramo estaba ausente, y aquel dolor que siente con diferencia tanta por la dulce garganta despide, y a su canto el aire suena, y la callada noche no refrena su lamentable oficio y sus querellas, trayendo de su pena al cielo por testigo y las estrellas;

¿Dó están agora aquellos claros ojos que llevaban tras sí, como colgada, mi ánima doquier que ellos se volvían? ¿Dó está la blanca mano delicada, llena de vencimientos y despojos que de mí mis sentidos le ofrecían? Los cabellos que vían con gran desprecio al oro, como a menor tesoro, ¿adónde están? ¿Adónde el blando pecho? ¿Dó la columna que el dorado techo con presunción graciosa sostenía? Aquesto todo agora ya se encierra, por desventura mía, en la fría, desierta y dura tierra.

desta manera suelto yo la rienda a mi dolor, y así me quejo en vano de la dureza de la muerte airada. Ella en mi corazón metió la mano,

¿Quién me dijera, Elisa, vida mía, cuando en aqueste valle al fresco viento Antología poética. De la Edad Media al Barroco (Siglos X-XVII)

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y de allí me llevó mi dulce prenda, que aquél era su nido y su morada. ¡Ay muerte arrebatada! Por ti me estoy quejando al cielo y enojando con importuno llanto al mundo todo: tan desigual dolor no sufre modo. No me podrán quitar el dolorido sentir, si ya del todo primero no me quitan el sentido.

y en la tercera rueda, contigo mano a mano, busquemos otro llano, busquemos otros montes y otros ríos, otros valles floridos y sombríos, do descansar y siempre pueda verte ante los ojos míos, sin miedo y sobresalto de perderte?

Una parte guardé de tus cabellos, Elisa, envueltos en un blanco paño, que nunca de mi seno se me apartan; descójolos, y de un dolor tamaño enternecerme siento, que sobre ellos nunca mis ojos de llorar se hartan. Sin que de allí se partan, con sospiros calientes, más que la llama ardientes, los enjugo del llanto, y de consuno casi los paso y cuento uno a uno; juntándolos, con un cordón los ato. Tras esto el importuno dolor me deja descansar un rato.

Nunca pusieran fin al triste lloro los pastores, ni fueran acabadas las canciones que sólo el monte oía, si mirando las nubes coloradas, al tramontar del sol bordadas de oro, no vieran que era ya pasado el día, la sombra se veía venir corriendo apriesa ya por la falda espesa del altísimo monte, y recordando ambos como de sueño, y acabando el fugitivo sol, de luz escaso, su ganado llevando, se fueran recogiendo paso a paso.

Mas luego a la memoria se me ofrece aquella noche tenebrosa, escura, que siempre aflige esta ánima mezquina con la memoria de mi desventura Verte presente agora me parece en aquel duro trance de Lucina, y aquella voz divina, con cuyo son y acentos a los airados vientos pudieras amansar, que agora es muda. Me parece que oigo que a la cruda, inexorable diosa demandabas en aquel paso ayuda; y tú, rústica diosa, ¿dónde estabas?

XI Hermosas ninfas, que, en el río metidas, contentas habitáis en las moradas de relucientes piedras fabricadas y en columnas de vidrio sostenidas; agora estéis labrando embebecidas o tejiendo las telas delicadas, agora unas con otras apartadas contándoos los amores y las vidas: dejad un rato la labor, alzando vuestras rubias cabezas a mirarme, y no os detendréis mucho según ando, que o no podréis de lástima escucharme, o convertido en agua aquí llorando, podréis allá despacio consolarme.

***

¿Ibate tanto en perseguir las fieras? ¿Ibate tanto en un pastor dormido? ¿Cosa pudo bastar a tal crüeza, que, conmovida a compasión, oído a los votos y lágrimas no dieras, por no ver hecha tierra tal belleza, o no ver la tristeza en que tu Nemoroso queda, que su reposo era seguir tu oficio, persiguiendo las fieras por los monte, y ofreciendo a tus sagradas aras los despojos? ¿Y tú, ingrata, riendo dejas morir mi bien ante los ojos?

XXIII En tanto que de rosa y azucena se muestra la color en vuestro gesto1, y que vuestro mirar ardiente, honesto, enciende el corazón y lo refrena2; y en tanto que el cabello, que en la vena3 del oro se escogió, con vuelo presto por el hermoso cuello blanco, enhiesto4, el viento mueve, esparce y desordena; coged de vuestra alegre primavera5 el dulce fruto antes que el tiempo airado cubra de nieve la hermosa cumbre. Marchitará la rosa el viento helado, todo lo mudará la edad ligera6 por no hacer mudanza en su costumbre.

Divina Elisa, pues agora el cielo con inmortales pies pisas y mides, y su mudanza ves, estando queda, ¿por qué de mí te olvidas y no pides que se apresure el tiempo en que este velo rompa del cuerpo, y verme libre pueda, Antología poética. De la Edad Media al Barroco (Siglos X-XVII)

(Garciloaso de la Vega)

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veta de oro. 4. enhiesto: erguido. 5.Coged: invitación al goce juvenil a base de imágenes tópicas: juventud = primavera; vejez = invierno. 6. mudará: cambiará. Alegre primavera: juventud; edad: tiempo Pertenece, según Lapesa, a la época de plenitud del poeta. Desde el Brocense se ha señalado como modelo directo un soneto de Bernardo Tasso, aunque más bien se trata de un tópico de tradición clásica (Carpe diem), convertido en tema muy popular entre los poetas renacentistas, cuyo primer impulso, al parecer, fue dado por Ausonio con unos versos (Collige virgo rosas, etc.) que Herrera traduce: «Coged las rosas vos, que vais perdiendo,/ mientras la flor y edad, señora, es nueva; / y acordaos que va desfalleciendo / vuestro tiempo, y que nunca se renueva.» Este soneto es una de las composiciones mas populares de Garcilaso, precedente del conocido soneto de Góngora: «Mientras por competir con tu cabello». El sujeto -dice Herrera-, es la belleza, alabada por las partes y efectos que hace, y el deleite de ella, a que le persuade con la brevedad de la vida». El soneto, cuya disposición es semejante al de B. Tasso, se estructura en dos partes: descripción de la belleza según el concepto renacentista (cuartetos: En tanto que ... y en tanto que...), y conclusión y centro del pensamiento que se formula (Tercetos: Coged... Marchitará...).

A LA MUJER JOVEN Mientras por competir con tu cabello, oro bruñido, el sol relumbra en vano, mientras con menosprecio en medio el llano mira tu blanca frente al lilio bello; mientras a cada labio, por cogello, siguen más ojos que al clavel temprano y mientras triunfa con desdén lozano del luciente cristal tu gentil cuello; goza cuello, cabello, labio y frente antes que lo que fue en tu edad dorada oro, lilio, clavel, cristal luciente, no sólo en plata, o víola troncada se vuelva, más tú y ello juntamente en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada. (D. Luis de Góngora)

1 . Gesto: rostro, semblante. 2. Versión más conocida de este verso: ‘Enciende el corazón y lo refrena’. BLECUA (1970) cree que es producto de una segunda redacción. 3. vena: filón,

3. GUTIERRE DE CETINA (1520 – 1557) Oriundo de Sevilla. Muy refinado y gran humanista. De muy joven acompañó al Emperador Carlos I en algunos viajes por España, Alemania e Italia. Debido a las muchas intrigas cortesanas, dejó todo y decidió volverse a su ciudad natal, Sevilla. A los pocos años, e invitado por su tío Gonzalo López, plenipotenciario en las Indias, lo acompañó a la Nueva España. En la ciudad de Puebla, por razones de celos, el enamorado de doña Leonor de Osuna, lo mató en frente de la casa de esta joven dama. OJOS CLAROS Y SERENOS

Ojos claros, serenos, si de un dulce mirar sois alabados, ¿por qué, si me miráis, miráis airados? Si cuanto más piadosos, más bellos parecéis a aquél que os mira, no me miréis con ira, porque no parezcáis menos hermosos. ¡Ay, tormentos rabiosos! Ojos claros, serenos, ya que así me miráis, miradme al menos.

4. HERNANDO DE ACUÑA (Madrid 1518 - Granada 1580?) sirvió al Emperador (al que dedica el siguiente poema) en varias campañas y por su mandato tradujo a Boyardo y al Caballero de la Marche. Ya se acerca, señor, o ya es llegada la edad gloriosa en que promete el cielo una grey y un pastor solo en el suelo, por suerte a vuestros tiempos reservada. Ya tan alto principio, en tal jornada, os muestra el fin de nuestro santo celo y anuncia al mundo, para más consuelo, un Monarca, un Imperio y una Espada. Ya el orbe de la tierra siente en parte y espera en todo vuestra monarquía, conquistada por vos en justa guerra.

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Que a quien ha dado Cristo su estandarte, dará el segundo más dichoso día en que, vencido el mar, venza la tierra.

5. FRAY LUIS DE LEÓN. Fray Luis nació en Belmonte (Cuenca) en 1527. Su familia se trasladó muy pronto a Madrid. Cuando cumplió los catorce años, marchó a estudiar a Salamanca, ciudad que constituyó el centro de su vida intelectual como estudiante y profesor de su universidad. Ingresó en la Orden de los Agustinos en 1541. Estudió filosofía con Fray Juan de Guevara, teología con Melchor Cano y exégesis bíblica con Cipriano de la Huerga. Estuvo un periodo en la cárcel en Valladolid por traducir a la lengua vulgar el libro bíblico El Cantar de los cantares. Encarcelado escribió De los nombres de Cristo y varias poesías. Tras su estancia en la cárcel (del 27 de marzo de 1572 al 7 de diciembre de 1574) en cuyas paredes dejó escrita la décima que se recoge más abajo como ‘Oda XXIII’, fue nombrado profesor de Filosofía Moral y un año más tarde obtuvo la cátedra de la Sagrada Escritura. En la universidad fue profesor de San Juan de la Cruz, que se llamaba por entonces Fray Juan de Santo Matía. En Salamanca se divulgaron pronto las obras poéticas que el agustino componía como distracción, y atrajeron las alabanzas de sus amigos, los humanistas Francisco Sánchez de las Brozas (el Brocense), Benito Arias Montano, los poetas Juan de Almeida y Francisco de la Torre, y otros como Juan de Grial, Pedro Chacón o el músico ciego Francisco de Salinas, que formaron la llamada escuela salmantina. Murió en madrigal de las Altas Torres en 1591. ODA VI A UNA SEÑORA, PASADA LA MOCEDAD

Mas hora no hay tardía, ¡tanto nos es el cielo piadoso, mientras que dura el día! el pecho hervoroso en breve del dolor saca reposo;

Elisa, ya el preciado cabello, que del oro escarnio hacía, la nieve ha demudado; ¡ay! ¿yo no te decía: «Recoge, Elisa, el pie, que vuela el día»?

que la gentil señora de Mágdalo1, bien que perdidamente dañada, en breve hora con el amor ferviente las llamas apagó del fuego ardiente,

Ya los que prometían durar en tu servicio eternamente, ingratos se desvían por no mirar la frente con rugas afeada, el negro diente.

las llamas del malvado amor con otro amor más encendido; y consiguió el estado, que no fue concedido al huésped arrogante en bien fingido2.

¿Qué tienes del pasado tiempo sino dolor? ¿cuál es el fruto que tu labor te ha dado, si no es tristeza y luto, y el alma hecha sierva a vicio bruto?

De amor guiada, y pena, penetra el techo estraño, y atrevida ofrécese a la ajena presencia y, sabia, olvida el ojo mofador; busca la vida;

¿Qué fe te guarda el vano, por quien tú no guardaste la debida a tu bien soberano, por quien mal proveída perdiste de tu seno la querida

y, toda derrocada a los divinos pies que la traían, lo que la en sí fiada gente olvidado habían, sus manos, boca y ojos lo hacían.

prenda, por quien velaste, por quien ardiste en celos; por quien uno al cielo fatigaste con gemido importuno; por quien nunca tuviste acuerdo alguno

Lavaba larga en lloro al que su torpe mal lavando estaba; limpiaba con el oro, que la cabeza ornaba, a su limpieza, y paz a su paz daba.

de ti mesma? Y agora, rico de tus despojos, más ligero que el ave, huye, adora a Lida el lisonjero; tú quedas entregada al dolor fiero.

Decía: «Solo amparo de la miseria extrema, medicina de mi salud, reparo de tanto mal, inclina aqueste cieno tu piedad divina.

¡Oh cuánto mejor fuera el don de hermosura, que del cielo te vino, a cuyo era habello dado en velo de antidad, ajeno al polvo, al suelo!

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¡Ay! ¿Qué podrá ofrecerte quien todo lo perdió? aquestas manos osadas de ofenderte,

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simón el leproso, fariseo celoso y pagado de sí mismo.

aquestos ojos vanos te ofrezco, y estos labios tan profanos. Lo que sudó en tu ofensa trabaje en tu servicio, y de mis males proceda mi defensa; mis ojos, dos mortales fraguas, dos fuentes sean manantiales.

ODA XXIII A LA SALIDA DE LA CÁRCEL

Bañen tus pies mis ojos, límpienlos mis cabellos; de tormento mi boca, y red de enojos, les dé besos sin cuento; y lo que me condena te presento:

Aquí la envidia y mentira me tuvieron encerrado. Dichoso el humilde estado del sabio que se retira de aqueste mundo malvado, y con pobre mesa y casa en el campo deleitoso con sólo Dios se compasa y a solas su vida pasa ni envidiado ni envidioso.

preséntote un sujeto tan malamente herido, cual conviene, do un médico perfeto de cuanto saber tiene dé muestra, que por siglos mil resuene.» 1.

Magdalo o Magdala remite a María Magdalena que figura en uno de los títulos que suele darse a esta oda. 2.Se refiere a

6. BALTAZAR DE ALCÁZAR (1530 – 1606) Baltasar de Alcázar (o del Alcázar) nació en Sevilla, de una familia numerosa y acomodada de conversos. Parece ser que estudió Humanidades en León, aunque otros dicen que en Sevilla. Militó en las galeras del famoso Marqués de Santa Cruz y de Álvaro de Bazán y, luego, al servicio de Fernando Enríquez de Ribera, duque de Alcalá. Fue alcalde de la villa de Los Molares y contable de los condes de Gelves. Estas actividades militares y cívicas no le impidieron escribir la literatura y consagrarse a otras artes. Era de carácter alegre y jovial. Estoico por naturaleza y siempre haciendo frente a cualquier adversidad, como a su larga enfermedad de la gota. Humilde, nunca buscó la fama. La poesía era para él un deleite y una recreación. Murió en Ronda, a causa de la gota, en 1606. TRES COSAS

ya quiero Inés, ya jamón, ya berenjenas con queso.

Tres cosas me tienen preso de amores el corazón, la bella Inés, el jamón y berenjenas con queso.

Alega Inés su beldad, el jamón que es de Aracena, el queso y berenjena la española antigüedad.

Esta Inés (amantes) es quien tuvo en mí tal poder, que me hizo aborrecer todo lo que no era Inés.

Y está tan en fiel el peso que juzgado sin pasión todo es uno, Inés, jamón, y berenjenas con queso.

Trájome un año sin seso, hasta que en una ocasión me dio a merendar jamón y berenjenas con queso.

A lo menos este trato de estos mis nuevos amores, hará que Inés sus favores, me los venda más barato.

Fue de Inés la primer palma, pero ya júzgase mal entre todos ellos cuál tiene más parte en mi alma.

Pues tendrá por contrapeso si no hiciere razón, una lonja de jamón y berenjenas con queso.

En gusto, medida y peso no le hallo distinción,

7. FERNANDO DE HERRERA (Sevilla, 1534 - 1594) Nació en Sevilla en el seno de una familia humilde. Se educó con el maestro Pedro Fernández de Castilleja sin obtener, a lo que parece, ningún título. Trabó amistad con don Álvaro y doña Leonor de Milán, condes de Gelves, llegados a Sevilla en 1559, sus protectores, y esta última en su Musa. Hacia 1565, tras haber recibido órdenes menores, se convierte en beneficiado de la iglesia de San Andrés. Frecuentó el reducido círculo de intelectuales y poetas sevillanos que se formó alrededor del humanista Juan de Mal Lara, entre los que se encontraba el pintor Pacheco y otros poetas, que formarían la llamada Escuela sevillana.

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Juan Rufo y otros contemporáneos señalaron su carácter áspero, retraído y orgulloso. En 1572 publica en Sevilla su Relación de la guerra de Chipre y Suceso de la batalla naval de Lepanto, en que incluyó su celebérrima Canción en alabança de la Divina Magestad por la vitoria del señor don Juan en la batalla de Lepanto. La publicación de su comentario a los poemas de Garcilaso de la Vega (Obras de Garcilaso de la Vega con anotaciones de Fernando de Herrera [Sevilla, 1580]) originó una agria polémica entre los admiradores del poeta toledano. En 1582, después de haber atormentado a los impresores con sus caprichos tipográficos, Fernando de Herrera publica: Algunas obras de Fernando de Herrera. En 1619 el pintor F. Pacheco, autor del conocido retrato del poeta, publicó Versos de Fernando de Herrera, (372 poemas, seis de ellos repetidos), cuestionada por muchos expertos, a la que deben añadirse los 28 poemas inéditos de Obras de Fernando de Herrera, natural de Sevilla, recojidas por don Ioseph Maldonado de Ávila y Saavedra. Año 1637. que para la memoria, que canto me da aliento Febo a la voz, y vida al pensamiento.

Subo con tan gran peso quebrantado por esta alta, empinada, aguda sierra, que aún no llego a la cumbre, cuando yerra el pie, y trabuco al fondo despeñado.

Escriba otro la guerra, y en Turca sangre el ancho mar cuajado, y en l' abrasada tierra el conflito terrible, y el Lusitano orgullo quebrantado con estrago increíble; que no menor corona texe a mi frente el coro d' Elicona.

Del golpe y de la carga maltratado, me alzo a pena, y a mi antigua guerra vuelvo; mas ¿qué me vale? que la tierra misma me falta al curso acostumbrado. Pero aunque en el peligro desfallezco, no desamparo el paso; que antes torno mil veces a cansarme en este engaño. Crece el temor, y en la porfía crezco; y sin cesar, cual rueda vuelve en torno, así revuelvo a despeñarme al daño.

A la grandeza vuestra no ofenda el rudo son de osada lira; que en lo poco que muestra, gloriöso Fernando, aunque desnuda de destreza espira, el curso refrenando el sacro Esperio río mil vezes se detuvo al canto mío.

¿Dó vas? ¿dó vas, crüel, dó vas?; refrena, refrena el pressuroso passo, en tanto que de mi dolor grave el largo llanto a abrir comiença esta honda vena;

El linaje y grandeza, y ser de tantos reyes decendiente, la pura gentileza y el ingenio dichoso, qu' entre todos os hazen excelente, y el pecho generoso, y la virtud florida, de vos prometen una heroica vida.

oye la voz de mil suspiros llena, y de mi mal sufrido el triste canto, que no podrás ser fiera y dura tanto que no te mueva esta mi acerba pena; vuelve tu luz a mí, vuelve tus ojos, antes que quede oscuro en ciega niebla", dezía en sueño, o en ilusión perdido.

No basta no el imperio, ni traer las cervizes humilladas presas en cativerio con vencedora mano; ni que de las banderas ensalçadas el Cita y Africano con medroso semblante, y el indo y persa sin valor s'espante.

Volví, halléme solo y entre abrojos, y en vez de luz, cercado de tiniebla, y en lágrimas ardientes convertido. CANCIÓN II

Si alguna vez mi pena cantaste tiernamente, Lira mía, y en la desierta arena deste campo estendido dende la oscura noche al claro día rompiste mi gemido; aora olvida el llanto, y vuelve al alto y desusado canto.

Que quien al miedo obliga y rinde el coraçón, y desfallece de la virtud amiga; y va por el camino, do la profana multitud perece, sugeto al yugo indino pierde la gloria y nombre, pues siendo más, se haze menos hombre.

No celebro los hechos del duro Marte, y sin temor osados los valerosos pechos, la siempre insigne gloria, d' aquellos Españoles no domados;

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Los héroes famosos los niervos al deleite derribaron,

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que ni en los engañosos gustos, ni en lisonjeras vozes de las sirenas peligraron; ante las ondas fieras atravesando fueron, por do ningunos escapar pudieron.

y el miedo menosprecia, y sabe mejorarse, sólo señor merece y rey llamarse. Que no son diferentes en la terrena masa los mortales; pero en ser ecelentes en virtud y hazañas, se hazen unos d' otros desiguales, estas glorias estrañas, en los que resplandecen, si ellos no las esfuerçan, s' entorpecen.

Seguid, Señor, la llama de la virtud, qu'en vos sus fuerças prueva; que si bien os inflama de su amor en el fuego, viendo su bella luz, con fuerça nueva, sin admitir sosiego, buscaréis en el suelo la que consigo os alçará en el cielo.

Por el camino cierto de las divinas Musas vais seguro; do el cielo os muestra abierto el bien, a otros secreto, con guía tal, qu' en el peligro oscuro de perturbado afeto venciendo el duro asalto, subiréis de la gloria en lo más alto.

No os desvanesca el pecho la sobervia inorante y engañada, ni lo mostréis estrecho; que para aventajaros entre las sombras desta edad culpada, devéis siempre esforçaros, que sólo es vuestro aquello, que por virtud pudistes merecello.

Y porque las tinieblas, fatal estorvo a la grandeza umana, no ascondan en sus nieblas el valor admirable, haré qu' en vuestra gloria soberana siempre Talía hable; y que la bella Flora, y los reinos la canten de l' Aurora.

Aquél que libre tiene d' engaño el coraçón, y sólo estima lo qu' a virtud conviene; y sobre cuanto precia el vulgo incierto, su intención sublima,

8. FRANCISCO DE LA TORRE (¿1534 - 1594?) Nació en Torrelaguna, Madrid. Estudió leyes canónicas en Alcalá de Henares. Antes de un viaje a Italia, a donde había ido como militar, se había enamorado locamente de Filis que, a su vuelta, encontró casada con un viejo adinerado que había sido mecenas del poeta. Desilusionado, se retiró a las orillas del Duero. Vivió paupérrimamente y sin olvidarse de su pasión por Filis. Parece ser que, finalmente, se hizo sacerdote. El tema principal de su poesía es el amor caracterizado por: delicadeza en su tratamiento, ternura, sencillez en la expresión y fantasía. Posee un tono triste y melancólico, fácil de reconocer. A este tono se une un sentimiento de resignación nostálgica. Sus modelos fueron sobre todo los clásicos latinos y los renacentistas italianos. Luchó contra el incipiente culteranismo. Sus obras fueron publicadas por primera vez por Francisco de Quevedo quien, al hacerlo, cometió un error: en lugar de escribir el nombre de Francisco, lo sustituyó por el de Alonso. Pero pronto Lope de Vega desmintió el error. SONETO VII

ODA III

Ésta es, Tirsis, la fuente do solía contemplar su beldad mi Filis bella; éste el prado gentil, Tirsis, donde ella su hermosa frente de su flor ceñía.

¡O, tres y quatro vezes venturosa, aquella edad dorada, que de sencilla, pura y no invidiosa, vino a ser invidiada!

Aquí, Tirsis, la vi quando salía dando la luz de una y otra estrella; allí, Tirsis, me vido, y tras aquella haya se me escondió, y assí la vía.

Sobre la bien nacida yerba daba alivio a sus cuydados Tirsis, en tanto que la tierra esclava vió abiertos sus dos lados.

En esta cueva deste monte amado me dió la mano y me ciñó la frente de verde yedra y de violetas tiernas.

Y con Amintas y con Bato hablando, a la sombra tendidos, no de trabajos largos descansando, cansaban sus sentidos.

Al prado, y haya, y cueva, y monte, y fuente, y al cielo desparciendo olor sagrado, rindo de tanto bien gracias eternas.

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Ya por el monte solitario daban al ciervo enamorado muerte, y con sus despojos adornaban

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mirto y pino sagrado.

descubrir a la tierra el seno de metal, que satisfizo a la enconada guerra.

Ya la ribera del sagrado Anfriso con su canto alagando, refrenaban el ímpetu que quiso Febo amansar llorando.

El pino envejecido en la montaña, la haya honor del soto, nunca nacieron a turbar la saña del alterado Noto.

Y por la tierra que le ciñe amena de obas, sauzes y cañas, desamparaban su caberna, llena de juncos y espadañas.

Salve, sagrada edad, salve dichoso tiempo, no conocido deste nuestro, alabado por glorioso, pero no apetecido.

Y sus mortales ojos y su humana mortal presencia, digna hazía de la vista soberana de su cara divina.

Si la beldad idolatrada que amo como yo conocieras, la Arabia sacra en flor, en humo, en ramo, ardiendo le ofrecieras.

La madre vniversal de lo criado no era madrastra dura, como después que Enzélado abrasado cayó en la gruta escura.

Salve, sacra beldad, cuya divina deydad haze dichosa nuestra infamada edad, en quien destina cielo luz tan hermosa.

Este deseo de vengança hizo

9. FRANCISCO DE ALDANA (¿1528 - 1575) Castellano de nacimiento, perteneció a la escuela salmantina. Fue hombre de armas, general en Flandes y guerrero que acompañó al monarca portugués don Sebastián en la reyerta de Alcazarquivir, perdiendo allí heroicamente la vida. Gran humanista, prototipo del renacimiento español. Poseía gran fuerza expresiva y una fuerte pasión por todo y en todo lo que emprendía, incluyendo la poesía, sobre todo bajo el símbolo patriótico. Mil veces callo, que romper deseo el cielo a gritos, y otras tantas tiento dar a mi lengua voz y movimiento, que en silencio mortal yacer la veo.

hallo, en fin, que ser muerto en la memoria del mundo es lo mejor que en él se asconde, pues es la paga dél muerte y olvido;

Anda cual velocísimo correo por dentro el alma el suelto pensamiento, con alto, y de dolor, lloroso acento, casi en sombra de muerte un nuevo Orfeo.

y en un rincón vivir con la vitoria de sí, puesto el querer tan sólo adonde es premio el mismo Dios de lo servido. El ímpetu cruel de mi destino ¡cómo me arroja miserablemente de tierra en tierra, de una en otra gente, cerrando a mi quietud siempre el camino!

No halla la memoria o la esperanza rastro de imagen dulce y deleitable con que la voluntad viva segura. Cuanto en mí hallo es maldición que alcanza, muerte que tarda, llanto inconsolable, desdén del cielo, error de la ventura.

¡Oh, si tras tanto mal grave y contino, roto su velo mísero y doliente, el alma, con un vuelo diligente, volviese a la región de donde vino!

RECONOCIMIENTO DE LA VANIDAD DEL MUNDO

En fin, en fin, tras tanto andar muriendo, tras tanto varïar vida y destino, tras tanto de uno en otro desatino, pensar todo apretar, nada cogiendo;

Iríame por el cielo en compañía del alma de algún caro y dulce amigo, con quien hice común acá mi suerte. ¡Oh, qué montón de cosas le diría, cuáles y cuántas, sin temer castigo de fortuna, de amor, de tiempo y muerte!

tras tanto acá y allá, yendo y viniendo cual sin aliento, inútil peregrino; ¡oh Dios!, tras tanto error del buen camino yo mismo de mi mal ministro siendo,

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10. SAN JUAN DE LA CRUZ (Fontiveros. Ávila, 1542 – Úbeda. Jaén, 1591) De familia muy humilde y huérfano de padre desde los tres años, estudia con los jesuitas gracias a su condición de pobre de solemnidad. A los 21 años ingresa en los Carmelitas. Durante su ordenación sacerdotal en Medina del Campo (1567) conoce a Santa Teresa de Jesús que le atrae a su reforma de Carmelitas Descalzos, encabezada por S. Juan en la rama masculina tras un año de estudios en Salamanca. La reforma carmelita le enfrentará con los carmelitas calzados que lo tienen preso ocho meses en Toledo, durante los cuales escribe buena parte del Cántico espiritual. Ytas su fuga de la prisión marcha a Andalucía donde ocupa diversos cargos en la Orden. CÁNTICO ESPIRITUAL (Manuscrito de Sanlúcar) Canciones entre el alma y el esposo

pues que ninguno basta a deshacellos, y véante mis ojos, pues eres lumbre de ellos, y solo para ti quiero tenellosl. 11. ¡Oh cristalina fuente, si en esos tus semblantes plateados, formases de repente los ojos deseados, que tengo en mis entraña dibujados! 12. Apártalos, amado, que voy de vuelo.

ESPOSA

1 ¿Adónde te escondiste. amado, y me dejaste con gemido? Como el ciervo huiste, habiéndome herido; salí tras ti, clamando, y eras ido. 2 Pastores, los que fuerdes allá, por las majadas, al otero, si por ventura vierdes aquel que yo más quiero, decidle que adolezco, peno y muero. 3. Buscando mis amores, iré por esos montes y riberas; ni cogeré las flores, ni temeré las fieras, y pasaré los fuertes y fronteras.

EL ESPOSO

Vuélvete paloma, Que el ciervo vulnerado, por el otero asoma, al aire de tu vuelo, y fresco toma. LA ESPOSA

13. Mi amado, las montañas, los valles solitarios nemorosos, las ínsulas extrañas, los ríos sonorosos, el silbo de los aires amorosos, 14. la noche sosegada, en par de los levantes de la aurora, la música callada, la soledad sonora, la cena que recrea y enamora. 15. Nuestro lecho florido, de cuevas de leones enlazado, en púrpura tendido, de paz edificado, de mil escudos de oro coronado. 16. A zaga de tu huella, las jóvenes discurren al camino, al toque de centella, al adobado vino, emisiones de bálsamo divino. 17. En la interior bodega de mi amado bebí y cuando salía, por toda aquesta vega, ya cosa no sabía, y el ganado perdí que antes seguía. 18. Allí me dio su pecho, allí me enseñó ciencia muy sabrosa, y yo le di de hecho a mí, sin dejar cosa, allí le prometí de ser su esposa. 19. Mi alma se ha empleado, y todo mi caudal, en su servicio; ya no guardo ganado, ni ya tengo otro oficio, que ya solo en amar es mi ejercicio. 20. Pues ya si en el ejido

PREGUNTA A LAS CRIATURAS

4. ¡Oh bosques y espesuras, plantadas por la mano del Amado! ¡Oh prado de verduras, de flores esmaltado, decid si por vosotros ha pasado! RESPUESTA DE LAS CRIATURAS

5. Mil gracias derramando, pasó por estos sotos con presura, y yéndolos mirando, con sola su figura vestidos los dejó de hermosura. ESPOSA

6. ¡Ay, quién podrá sanarme! Acaba de entregarte ya de vero; no quieras enviarme de hoy más ya mensajero, que no saben decirme lo que quiero. 7. Y todos cuantos vagan, de ti me van mil gracias refiriendo, y todos más me llagan, y déjame muriendo un no sé qué que quedan balbuciendo. 8. Mas, ¿cómo perseveras, oh vida, no viviendo donde vives, y haciendo porque mueras, las flechas que recibes, de lo que del amado en ti concibes? 9. ¿Por qué, pues has llagado aqueste corazón, no le sanaste? y pues me le has robado, ¿por qué así le dejaste, y no tomas el robo que robaste? 10. Apaga mis enojos,

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de hoy más no fuere vista ni hallada, diréis que me he perdido; que andando enamorada, me hice perdidiza, y fui ganada. De flores y esmeraldas, en las frescas mañanas escogidas, haremos las guirnaldas, en tu amor florecidas, y en un cabello mío entretejidas. En solo aquel cabello que en mi cuello volar consideraste. mirástele en mi cuello, y en él preso quedaste, y en uno de mis ojos te llagaste. Cuando tú me mirabas, tu gracia en mí tus ojos imprimían; por eso me adamabas, y en eso merecían los míos adorar lo que en ti vían. No quieras despreciarme, ¡que si color moreno en mi hallaste, ya bien puedes mirarme, después que me miraste, que gracia y hermosura en mi dejaste. Cogednos las raposas, que está ya florecida nuestra villa, en tanto que de rosas hacemos una piña, y no parezca nadie en la montilla. Detente, cierzo muerto; ven, austro, que recuerdas los amores, aspira por mi huerto, y corran los olores, y pacerá el amado entre las flores.

31. Oh ninfas de Judea, en tanto que en las flores y rosales el ámbar perfumea, morá en los arrabales, y no queráis tocar nuestros umbrales. 32. Escóndete, carillo, y mira con tu haz a las montañas, y no quieras decillo; mas mira las compañas de la que va por ínsulas extrañas. ESPOSO

33. La blanca palomica al arca con el ramo se ha tornado, y ya la tortolica al socio deseado en las riberas verdes ha hallado. 34. En soledad vivía, y en soledad ha puesto ya su nido, y en soledad la guía a solas su querido, también en soledad de amor herido. ESPOSA

35. Gocémonos, amado, y vámonos a ver en tu hermosura : al monte o al collado, do mana el agua pura, entremos más adentro en la espesura. 36. y luego a las subidas C avernas de la piedra nos iremos, que están bien escondidas, y allí nos entraremos, y el mosto de granadas gustaremos. 37. Allí me mostrarías aquello que mi alma pretendía, y luego me darías alli tú, vida mía, aquello que me diste el otro día. 38. El aspirar del aire, el canto de la dulce filomena, el soto y su donaire, en la noche serena con llama que consume y no da pena. 39. Que nadie lo miraba, Amínadab tampoco parecía, y el cerco sosegaba, y la caballería a vista de las aguas descendia.

ESPOSO

27. Entrado se ha la esposa en el ameno huerto deseado, y a su sabor reposa, el cuello reclinado sobre los dulces brazos del amado. 28. Debajo del manzano, alli conmigo fuiste desposada, alli te di la mano, y fuiste reparada donde tu madre fuera violada. 29. A las aves ligeras, leones, ciervos, gamos saltadores, montes, valles, riberas, aguas, aires, ardores y miedos de las noches veladores, 30. por las amenas liras, y canto de serenas os conjuro, que cesen vuestras iras, y no toquéis al muro, porque la esposa duerma más seguro.

[11]. Descubre tu presencia, y máteme tu vista y hermosura; mira que la dolencia de amor, que no se cura sino con la presencia y la figura.]

ESPOSA

de mi alma en el más profundo centro! pues ya no eres esquiva, acaba ya si quieres; rompe la tela de este dulce encuentro.

LLAMA DE AMOR VIVA

¡Oh llama de amor viva, que tiernamente hieres

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¡Oh cauterio suave! ¡Oh regalada llaga! ¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado, que a vida eterna sabe y toda deuda paga!, matando muerte en vida la has trocado.

Para que yo alcance diese a aqueste lance divino tanto volar me convino que de vista me perdiese y con todo en este trance en el vuelo quedé falto mas el amor fue tan alto que le di a la caza alcance.

¡Oh lámparas de fuego en cuyos resplandores las profundas cavernas del sentido que estaba oscuro y ciego con extraños primores calor y luz dan junto a su querido!

Cuanto más alto llegaba de este lance tan subido tanto más bajo y rendido y abatido me hallaba dije: "No habrá quien alcance". Abatíme tanto tanto que fui tan alto tan alto que le di a la caza alcance.

¡Cuán manso y amoroso recuerdas en mi seno donde secretamente solo moras y en tu aspirar sabroso de bien y gloria lleno cuán delicadamente me enamoras!

Por una extraña manera mil vuelos pasé de un vuelo porque esperanza del cielo tanto alcanza cuanto espera esperé solo este lance y en esperar no fui falto pues fui tan alto tan alto, que le di a la caza alcance.

COPLA

Tras de un amoroso lance y no de esperanza falto volé tan alto tan alto que le di a la caza alcance.

11. SANTA TERESA DE JESÚS (Gotarrendura, Ávila, 1515 - Alba de Tormes, Salamanca, 1582) Hija de un descendiente de judío converso y de madre, a la que perdió a los doce años, perteneciente a la nobleza castellana. Después de grave enfermedad ingreso en las Carmelitas de la Encarnación de Ávila. En 1562 inició la reforma de su orden organizando las Carmelitas Descalzas, junto a S. Juan de la Cruz en la rama masculina de la orden. A esta labor y a alentar y dirigir a sus monjas mediante cartas y otras obras de guía espiritual dedicó su vida hasta su muerte en Alba de Tormes. La obra de Sta. Teresa está escrita fundamentalmente en prosa. El poema que sigue se ha atribuidos a diversos autores (Dámaso Alonso lo incluye, por ejemplo, en la producción de S. Juan de la Cruz en la obra citada en la bibliografía). VIVO SIN VIVIR EN MÍ

Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero.

esta cárcel, estos hierros en que el alma está metida! Sólo esperar la salida me causa dolor tan fiero, que muero porque no muero.

Vivo ya fuera de mí, después que muero de amor; porque vivo en el Señor, que me quiso para sí: cuando el corazón le di puso en él este letrero, que muero porque no muero.

¡Ay, qué vida tan amarga do no se goza el Señor! Porque si es dulce el amor, no lo es la esperanza larga: quíteme Dios esta carga, más pesada que el acero, que muero porque no muero.

Esta divina prisión, del amor en que yo vivo, ha hecho a Dios mi cautivo, y libre mi corazón; y causa en mí tal pasión ver a Dios mi prisionero, que muero porque no muero.

Sólo con la confianza vivo de que he de morir, porque muriendo el vivir me asegura mi esperanza; muerte do el vivir se alcanza, no te tardes, que te espero, que muero porque no muero.

¡Ay, qué larga es esta vida! ¡Qué duros estos destierros,

Mira que el amor es fuerte; vida, no me seas molesta,

Antología poética. De la Edad Media al Barroco (Siglos X-XVII)

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mira que sólo me resta, para ganarte perderte. Venga ya la dulce muerte, el morir venga ligero que muero porque no muero.

viva muriendo primero, que muero porque no muero. Vida, ¿qué puedo yo darle a mi Dios que vive en mí, si no es el perderte a ti, para merecer ganarle? Quiero muriendo alcanzarle, pues tanto a mi Amado quiero, que muero porque no muero.

Aquella vida de arriba, que es la vida verdadera, hasta que esta vida muera, no se goza estando viva: muerte, no me seas esquiva;

12. MIGUEL DE CERVANTES (Alcalá de Henares 1547 - Madrid, 1616) AL TÚMULO DEL REY QUE SE HIZO EN SEVILLA (Soneto con estrambote)

"¡Voto a Dios que me espanta esta grandeza y que diera un doblón por describidla!; porque, ¿a quién no suspende y maravilla esta máquina insigne, esta braveza? ¡Por Jesucristo vivo, cada pieza vale más que un millón, y que es mancilla que esto no dure un siglo, ¡oh gran Sevilla, Roma triunfante en ánimo y riqueza! ¡Apostaré que la ánima del muerto, por gozar este sitio, hoy ha dejado el cielo, de que goza eternamente!" Esto oyó un valentón y dijo: "¡Es cierto lo que dice voacé, seor soldado, y quien dijere lo contrario miente!" Y luego incontinente caló el chapeo, requirió la espada, miró al soslayo, fuese, y no hubo nada.

III. BARROCO (Siglo XVII) 1. BARTOLOMÉ ARGENSOLA (1562 - 1631) Nació en Barbastro. Estudió en varios lugares de Aragón y después en Salamanca. Siendo aún joven, se ordenó de sacerdote. Capellán del duque de Villahermosa y después de la Emperatriz María de Austria, en Madrid. Pasó algún tiempo en Nápoles con su hermano Lupercio y el conde de Lemos. Volvió a Aragón en donde lo hicieron canónigo en la catedral de Zaragoza y donde participó activamente en tertulias de literatos. Estando en Madrid hizo amistad con Lope de Vega y Miguel de Cervantes, entre otros. En general puede decirse que su poesía se caracteriza por algo de frialdad y cerebral. La inteligencia se sobrepone al sentimentalismo y la idea a la fantasía. Quizás por esto mismo, sus poesías se distinguen de las de sus contemporáneos por una forma correctísima y mesurada. En cuanto al tema, casi toda ella es de carácter filosófico-moral. RETRATO

Pródiga de nariz, de ojos avara, espaciosa de boca, angosta en frente, mejillas de cuaresma penitente, y barba que en pirámide repara;

vientre de odre, pecho de amazona, cuello de tina, brazos de cordeles, y en piernas de raíces pies de pato; es dibujada al vivo en líneas fieles, monseñor, la magnífica persona di quella che vi piace in bel ritrato.

bosque do el tiempo con los años ara, encubierto a la luz del rojo oriente; fértil mina de pez que eternamente destila en cada poro un alquitara;

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Escribí y no ha respondido Nevia; luego indicio es malo que no hará lo que le pido; pero pienso que ha leído mi billete; luego harálo.

Epigramas 1 Cuando una liebre me envías, Gelia, me sueles decir: «Mi Marcial, has de salir hermoso estos siete días.» Si no te burlas, si das crédito a tales antojos, Gelia, liebre tú a mis ojos no la comiste jamás. 2

Dístico de Ausonio Dido infeliz, no bien eres dada a marido ninguno, huyes, cuando muere el uno, y cuando el otro huye, mueres.

2. LUIS DE GÓNGORA (Córdoba, 1561 – 1627) Hijo de familia acomodada, estudió en Salamanca. Fue canónigo de la catedral de Córdoba y capellán de Felipe III, si bien desarrolló una intensa vida mundana que le reprocharon sus enemigos. En su poesía desarrolló dos estilos diferentes: por una parte el de las letrillas, romances… de tipo y temas populares y por otra una poesía difícil que se conoce como culteranismo. sin luz muriera si no me la prestara la Luna: pues de vosotras ninguna deja de acabar así, aprended, Flores, en mí lo que va de ayer a hoy, que ayer maravilla fui, y hoy sombra mía aun no soy.

La dulce boca que a gustar convida un humor entre perlas distilado, y a no invidiar aquel licor sagrado que a Júpiter ministra el garzón de Ida, amantes, no toquéis si queréis vida, porque entre un labio y otro colorado Amor está, de su veneno armado, cual entre flor y flor sierpe escondida. No os engañen las rosas, que a la Aurora diréis que, aljofaradas y olorosas, se le cayeron del purpúreo seno; manzanas son de Tántalo y no rosas, que después huyen del que incitan ahora, y sólo del Amor queda el veneno.

Consuelo dulce el clavel es a la breve edad mía, pues quien me concedió un día, dos apenas le dio a él: efímeras del vergel, yo cárdena, él carmesí. Aprended, Flores, en mí lo que va de ayer a hoy, que ayer maravilla fui, y hoy sombra mía aun no soy.

A CÓRDOBA

¡Oh excelso muro, oh torres coronadas de honor, de majestad, de gallardía! ¡Oh gran río, gran rey de Andalucía, de arenas nobles, ya que no doradas!

Flor es el jazmín, si bella, no de las más vividoras, pues dura pocas más horas que rayos tiene de estrella; si el ámbar florece, es ella la flor que él retiene en sí. Aprended, Flores, en mí lo que va de ayer a hoy, que ayer maravilla fui, y hoy sombra mía aun no soy.

¡Oh fértil llano, oh sierras levantadas, que privilegia el cielo y dora el día! ¡Oh siempre glorïosa patria mía, tanto por plumas cuanto por espadas! Si entre aquellas rüinas y despojos que enriquece Genil y Dauro baña tu memoria no fue alimento mío, nunca merezcan mis ausentes ojos ver tu muro, tus torres y tu río, tu llano y sierra, ¡oh patria, oh flor de España!

Aprended, Flores, en mí lo que va de ayer a hoy, que ayer maravilla fui, y hoy sombra mía aun no soy.

El alhelí, aunque grosero en fragancia y en color, más días ve que otra flor, pues ve los de un Mayo entero: morir maravilla quiero y no vivir alhelí. Aprended, Flores, en mí lo que va de ayer a hoy, que ayer maravilla fui, y hoy sombra mía aun no soy.

La aurora ayer me dio cuna, la noche ataúd me dio;

A ninguna flor mayores términos concede el Sol

[EN PERSONA DEL MARQUÉS DE FLORES DE ÁVILA, ESTANDO ENFERMO]

Antología poética. De la Edad Media al Barroco (Siglos X-XVII)

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que al sublime girasol, Matusalén de las flores: ojos son aduladores cuantas en él hojas vi. Aprended, Flores, en mí lo que va de ayer a hoy, que ayer maravilla fui, y hoy sombra mía aun no soy.

madre, las hierbas; y yo de papel haré una librea teñida con moras porque bien parezca, y una caperuza con muchas almenas pondré por penacho las dos plumas negras

Hermana Marica, mañana, que es fiesta, no irás tú a la amiga ni yo iré a la escuela.

del rabo del gallo, que acullá en la huerta anaranjeamos las Carnestolendas;

Pondráste el corpiño y la saya buena, cabezón labrado, toca y albanega;

y en la caña larga pondré una bandera con dos borlas blancas en sus tranzaderas;

y a mí me podrán mi camisa nueva, sayo de palmilla, media de estameña;

y en mi caballito pondré una cabeza de guadamecí, dos hilos, por riendas;

y si hace bueno traeré la montera que me dio la Pascua mi señora abuela,

y entraré en la calle haciendo corvetas, yo y otros del barrio, que son más de treinta.

y el estadal rojo con lo que le cuelga, que trajo el vecino cuando fue a la feria.

Jugaremos cañas junto a la plazuela, porque Barbolilla salga acá y nos vea;

Iremos a misa, veremos la iglesia, darános un cuarto mi tía la ollera.

Barbola, la hija de la panadera, la que suele darme tortas con manteca,

Compraremos de él (que nadie lo sepa) chochos y garbanzos para la merienda;

porque algunas veces hacemos yo y ella las bellaquerías detrás de la puerta.

y en la tardecica, en nuestra plazuela, jugaré yo al toro y tú a las muñecas con las dos hermanas, Juana y Madalena, y las dos primillas, Marica y la tuerta;

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y si quiere madre dar las castañetas, podrás tanto dello bailar en la puerta;

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y al son del adufe cantará Andrehuela: No me aprovecharon, Antología poética. De la Edad Media al Barroco (Siglos X-XVII)

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Amarrado al duro banco de una galera turquesca1, ambas manos en el remo y ambos ojos en la tierra, un forzado de Dragut,2 en la playa de Marbella, se quejaba al ronco son del remo y de la cadena: «¡Oh sagrado mar de España, famosa playa serena, teatro donde se han hecho cien mil navales tragedias! Pues eres tú el mismo mar que con tus crecientes besas

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¡Qué glorioso que está el heno, porque ha caído sobre él!

las murallas de mi patria, coronadas y soberbias, tráeme nuevas de mi esposa, y dime si han sido ciertas las lágrimas y suspiros que me dice por sus letras3; porque si es verdad que llora mi cautiverio en tu arena, bien puedes al mar del Sur4 vencer en lucientes perlas. Dame ya, sagrado mar, a mis demandas respuesta, que bien puedes, si es verdad que las aguas tienen lengua; pero, pues no me respondes, sin duda alguna que es muerta, aunque no le debe ser pues que vivo yo en su ausencia; pues he vivido diez años sin libertad y sin ella, siempre al remo condenado, a nadie matarán penas.» En esto se descubrieron de la religión seis velas5, y el cómitre6 mandó usar al forzado de su fuerza.

El heno, pues, que fue dino, a pesar de tantas nieves, de ver en sus brazos leves este rosicler divino para su lecho fue lino, oro para su dosel. Caído se le ha un Clavel hoy a la Aurora del seno: ¡Qué glorioso que está el heno, porque ha caído sobre él!

FÁBULA DE POLIFEMO Y GALATEA

Al Conde de Niebla I Estas que me dictó rimas sonoras, culta sí, aunque bucólica, Talía -oh excelso Conde-, en las purpúreas horas que es rosas la alba y rosicler el día, Ahora que de luz tu Niebla doras, escucha, al son de la zampoña mía, si ya los muros no te ven de Huelva peinar el viento, fatigar la selva. […] IV Donde espumoso el mar sicilïano el pie argenta de plata al Lilibeo, -bóveda o de las fraguas de Vulcano o tumba de los huesos de Tifeo-, pálidas señas cenizoso un llano, -cuando no del sacrílego deseodel duro oficio da. Allí una alta roca mordaza es a una gruta de su boca. V Guarnición tosca de este escollo duro troncos robustos son, a cuya greña menos luz debe, menos aire puro la caverna profunda, que a la peña; caliginoso lecho, el seno obscuro ser de la negra noche nos lo enseña infame turba de nocturnas aves, gimiendo tristes y volando graves. VI De este, pues, formidable de la tierra bostezo, el melancólico vacío a Polifemo, horror de aquella sierra, bárbara choza es, albergue umbrío y redil espacioso donde encierra cuanto las cumbres ásperas cabrío, de los montes esconde: copia bella que un silbo junta y un peñasco sella. VII Un monte era de miembros eminente este que -de Neptuno hijo fiero-

1 . Turca. 2. Los forzados eran los condenados a remar en las galeras o galeotes. Dragut: Pirata turco que actuaba en el Mediterráneo. 3. Cartas. 4. Se conocía como Mares del Sur al pacífico, célebre por la abundancia de sus perlas. 5. Seis galeras cristianas. 6 Contramaestre encargado de los forzados o galeotes.

AL NACIMIENTO DE CRISTO NUESTRO SEÑOR

Caído se le ha un Clavel hoy a la Aurora del seno: ¡Qué glorioso que está el heno, porque ha caído sobre él! Cuando el silencio tenía todas las cosas del suelo, y, coronada del yelo, reinaba la noche fría, en medio la monarquía de tiniebla tan cruel, Caído se le ha un Clavel hoy a la Aurora del seno: ¡Qué glorioso que está el heno, porque ha caído sobre él! De un solo Clavel ceñida, la Virgen, Aurora bella, al mundo se lo dio, y ella quedó cual antes florida; a la púrpura caída solo fue el heno fïel. Caído se le ha un Clavel hoy a la Aurora del seno:

Antología poética. De la Edad Media al Barroco (Siglos X-XVII)

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de un ojo ilustra el orbe de su frente, émulo casi del mayor lucero; cíclope a quien el pino más valiente bastón le obedecía tan ligero, y al grave peso junco tan delgado, que un día era bastón y otro cayado. VIII Negro el cabello, imitador undoso de las oscuras aguas del Leteo, al viento que lo peina proceloso, vuela sin orden, pende sin aseo; un torrente es su barba, impetuoso que -adusto hijo de este Pirineosu pecho inunda o tarde, o mal, o en vano surcada aun de los dedos de su mano.

XVII Huye la ninfa bella y el marino amante nadador, ser bien quisiera, ya que no áspid a su pie divino, dorado pomo a su veloz carrera; mas, ¿cuál diente mortal, cuál metal fino la fuga suspender podrá ligera que el desdén solicita? ¡Oh cuánto yerra delfín que sigue en agua corza en tierra! […] XXIII La fugitiva Ninfa en tanto, donde hurta un laurel su tronco al Sol ardiente, tantos jazmines cuanta yerba esconde la nieve de sus miembros da una fuente. Dulce se queja, dulce le responde un ruiseñor a otro, y dulcemente al sueño da sus ojos la armonía, por no abrasar con tres soles el día.

IX No la Trinacria en sus montañas, fiera armó de crueldad, calzó de viento, que redima feroz, salve ligera Su piel manchada de colores ciento: Pellico es ya la que en los bosques era Mortal horror al que con paso lento Los bueyes a su albergue reducía, Pisando la dudosa luz del día. […] XIII Ninfa, de Doris hija, la más bella, adora, que vio el reino de la espuma. Galatea es su nombre, y dulce en ella el terno Venus de sus Gracias suma. Son una y otra luminosa estrella lucientes ojos de su blanca pluma: si roca de cristal no es de Neptuno, pavón de Venus es, cisne de Juno. XIV Purpúreas rosas sobre Galatea la Alba entre lilios cándidos deshoja: duda el Amor cuál más su color sea, o púrpura nevada, o nieve roja. De su frente la perla es, eritrea, émula vana. El ciego dios se enoja, y, condenado su esplendor, la deja pender en oro al nácar de su oreja. XV Invidia de las ninfas, y cuidado de cuantas honra el mar deidades era; pompa del marinero niño alado que sin fanal conduce su venera. Verde el cabello, el pecho no escamado, ronco sí, escucha a Glauco la ribera inducir a pisar la bella ingrata, en carro de cristal, campos de plata. XVI Marino joven, las cerúleas sienes, del más tierno coral ciñe Palemo, rico de cuantos la agua engendra bienes, del Faro odioso al promontorio extremo; mas en la gracia igual, si en los desdenes perdonado algo más que Polifemo, de la que, aún no le oyó, y, calzada plumas, tantas flores pisó como él espumas. Antología poética. De la Edad Media al Barroco (Siglos X-XVII)

XXIV Salamandria del Sol, vestido estrellas, latiendo el Can del cielo estaba, cuando —polvo el cabello, húmidas centellas, si no ardientes aljófares, sudando— llegó Acis, y de ambas luces bellas dulce Occidente viendo al sueño blando, su boca dio, y sus ojos, cuanto pudo, al sonoro cristal, al cristal mudo. XXV Era Acis un venablo de Cupido, de un Fauno —medio hombre, medio fiera—, en Simetis, hermosa Ninfa, habido; gloria del mar, honor de su ribera. El bello imán, el ídolo dormido, que acero sigue, idólatra venera, rico de cuanto el huerto ofrece pobre, rinden las vacas y fomenta el robre. XXVI El celestial humor recién cuajado que la almendra guardó, entre verde y seca, en blanca mimbre se lo puso al lado y un copo, en verdes juncos, de manteca; en breve corcho, pero bien labrado, un rubio hijo de una encina hueca, dulcísimo panal, a cuya cera su néctar vinculó la primavera. XXVII Caluroso, al arroyo da las manos, y con ellas, las ondas a su frente, entre dos mirtos que —de espuma canos—, dos verdes garzas son de la corriente. Vagas cortinas de volantes vanos corrió Favonio lisonjeramente, ala de viento, cuando no sea cama de frescas sombras, de menuda grama. XXVIII La Ninfa, pues, la sonora plata bullir sintió del arroyuelo apenas, cuando —a los verdes márgenes ingrata— segur se hizo de sus azucenas. Huyera... mas tan frío se desata

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un temor perezoso por sus venas, que a la precisa fuga, al presto vuelo grillos de nieve fue, plumas de hielo. XXIX Fruta en mimbre halló, leche exprimida en juncos, miel en corcho, mas sin dueño; si bien al dueño debe, agradecida, su deidad culta, venerado el sueño. A la ausencia mil veces ofrecida, este de cortesía no pequeño

indicio la dejó —aunque estatua helada— más discursiva y menos alterada. XXX No al Cíclope atribuye, no, la ofrenda; no a Sátiro lascivo, ni a otro feo morador de las selvas, cuya rienda el sueño aflija, que aflojó el deseo. El niño dios, entonces, de la venda, ostentación gloriosa, alto trofeo quiere que al árbol de su madre sea el desdén hasta allí de Galatea.

2. FRANCISCO DE QUEVEDO (Madrid, 1580 – Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, 1645) Hijo de un alto cargo de Palacio, estudió teología y lenguas antiguas y modernas en Alcalá. Escribe desde su época de estudiante, en muchas ocasiones parodiando a Góngora, lo que inicia su conocidad enemistad. También desde bastante joven aparece unido a la política, casi siempre vinculado con personajes destacados de la época, especialmente al duque de Osuna, cuyos avatares arrastran consigo a Quevedo. No parece que su vida personal fuera especialmente tranquila ni gratificante, ni en la relación afectiva ni en la relación social cercana, de hecho, pasó su vida pleiteando con los súbditos de la Torre de Juan Abad, heredada de su madre. Literariamente desarrolló una actividad muy amplia, tanto en prosa como en verso y contó entre los de la profesión con grandes amigos y enemigos.mujeres EPÍSTOLA SATÍRICA Y CENSORIA CONTRA LAS COSTUMBRES PRESENTES DE LOS CASTELLANOS, ESCRITA A DON GASPAR DE GUZMÁN, CONDE DE OLIVARES, EN SU VALIMIENTO No he de callar por más que con el dedo, ya tocando la boca o ya la frente, silencio avises o amenaces miedo.

AMOR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE

Cerrar podrá mis ojos la postrera sombra, que me llevare el blanco día, y podrá desatar esta alma mía hora, a su afán ansioso linsojera; mas no de esotra parte en la ribera dejará la memoria en donde ardía; nadar sabe mi llama la agua fría, y perder el respeto a ley severa;

¿No ha de haber un espíritu valiente? ¿Siempre se ha de sentir lo que se dice? ¿Nunca se ha de decir lo que se siente?

Alma a quien todo un Dios prisión ha sido, venas que humor a tanto fuego han dado, médulas que han gloriosamente ardido,

Hoy, sin miedo que, libre, escandalice, puede hablar el ingenio, asegurado de que mayor poder le atemorice.

su cuerpo dejarán, no su cuidado; serán ceniza, mas tendrán sentido. Polvo serán, mas polvo enamorado.

En otros siglos pudo ser pecado severo estudio y la verdad desnuda, y romper el silencio el bien hablado.

DESENGAÑO DE LAS MUJERES

Puto es el hombre que de putas fía, y puto el que sus gustos apetece; puto es el estipendio que se ofrece en pago de su puta compañía.

Pues sepa quien lo niega, y quien lo duda, que es lengua la verdad de Dios severo, y la lengua de Dios nunca fue muda. Son la verdad y Dios, Dios verdadero, ni eternidad divina los separa, ni de los dos alguno fue primero.

Puto es el gusto, y puta la alegría que el rato putaril nos encarece; y yo diré que es puto a quien parece que no sois puta vos, señora mía.

Si Dios a la verdad se adelantara, siendo verdad, implicación hubiera en ser, y en que verdad de ser dejara.

Mas llámenme a mí puto enamorado, si al cabo para puta no os dejare; y como puto muera yo quemado

La justicia de Dios es verdadera, y la misericordia, y todo cuanto es Dios, todo ha de ser verdad entera.

si de otras tales putas me pagare, porque las putas graves son costosas, y las putillas viles, afrentosas.

Antología poética. De la Edad Media al Barroco (Siglos X-XVII)

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Señor Excelentísimo, mi llanto ya no consiente márgenes ni orillas: inundación será la de mi canto.

Ni los trujo costumbres peregrinas el áspero dinero, ni el Oriente compró la honestidad con piedras finas.

Ya sumergirse miro mis mejillas, la vista por dos urnas derramada sobre las aras de las dos Castillas.

Joya fue la virtud pura y ardiente; gala el merecimiento y alabanza; sólo se cudiciaba lo decente.

Yace aquella virtud desaliñada, que fue, si rica menos, más temida, en vanidad y en sueño sepultada.

No de la pluma dependió la lanza, ni el cántabro con cajas y tinteros hizo el campo heredad, sino matanza.

Y aquella libertad esclarecida, que en donde supo hallar honrada muerte, nunca quiso tener más larga vida.

Y España, con legítimos dineros, no mendigando el crédito a Liguria, más quiso los turbantes que los ceros.

Y pródiga de l'alma, nación fuerte, contaba, por afrentas de los años, envejecer en brazos de la suerte.

Menos fuera la pérdida y la injuria, si se volvieran Muzas los asientos; que esta usura es peor que aquella furia.

Del tiempo el ocio torpe, y los engaños del paso de las horas y del día, reputaban los nuestros por extraños.

Caducaban las aves en los vientos, y expiraba decrépito el venado: grande vejez duró en los elementos.

Nadie contaba cuánta edad vivía, sino de qué manera: ni aun un'hora lograba sin afán su valentía.

Que el vientre entonces bien diciplinado buscó satisfación, y no hartura, y estaba la garganta sin pecado.

La robusta virtud era señora, y sola dominaba al pueblo rudo; edad, si mal hablada, vencedora.

Del mayor infanzón de aquella pura república de grandes hombres, era una vaca sustento y armadura.

El temor de la mano daba escudo al corazón, que, en ella confiado, todas las armas despreció desnudo.

No había venido al gusto lisonjera la pimienta arrugada, ni del clavo la adulación fragrante forastera.

Multiplicó en escuadras un soldado su honor precioso, su ánimo valiente, de sola honesta obligación armado.

Carnero y vaca fue principio y cabo, Y con rojos pimientos, y ajos duros, tan bien como el señor, comió el esclavo.

Y debajo del cielo, aquella gente, si no a más descansado, a más honroso sueño entregó los ojos, no la mente.

Bebió la sed los arroyuelos puros; de pués mostraron del carchesio a Baco el camino los brindis mal seguros.

Hilaba la mujer para su esposo la mortaja, primero que el vestido; menos le vio galán que peligroso.

El rostro macilento, el cuerpo flaco eran recuerdo del trabajo honroso, y honra y provecho andaban en un saco.

Acompañaba el lado del marido más veces en la hueste que en la cama; sano le aventuró, vengóle herido.

Pudo sin miedo un español velloso llamar a los tudescos bacchanales, y al holandés, hereje y alevoso.

Todas matronas, y ninguna dama: que nombres del halago cortesano no admitió lo severo de su fama.

Pudo acusar los celos desiguales a la Italia; pero hoy, de muchos modos, somos copias, si son originales.

Derramado y sonoro el Oceano era divorcio de las rubias minas que usurparon la paz del pecho humano.

Las descendencias gastan muchos godos, todos blasonan, nadie los imita: y no son sucesores, sino apodos.

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Vino el betún precioso que vomita la ballena, o la espuma de las olas, que el vicio, no el olor, nos acredita.

Con asco, entre las otras gentes, nombro al que de su persona, sin decoro, más quiere nota dar, que dar asombro.

Y quedaron las huestes españolas bien perfumadas, pero mal regidas, y alhajas las que fueron pieles solas.

Jineta y cañas son contagio moro; restitúyanse justas y torneos, y hagan paces las capas con el toro.

Estaban las hazañas mal vestidas, y aún no se hartaba de buriel y lana la vanidad de fembras presumidas.

Pasadnos vos de juegos a trofeos, que sólo grande rey y buen privado pueden ejecutar estos deseos.

A la seda pomposa siciliana, que manchó ardiente múrice, el romano y el oro hicieron áspera y tirana.

Vos, que hacéis repetir siglo pasado, con desembarazarnos las personas y sacar a los miembros de cuidado;

Nunca al duro español supo el gusano persuadir que vistiese su mortaja, intercediendo el Can por el verano.

vos distes libertad con las valonas, para que sean corteses las cabezas, desnudando el enfado a las coronas.

Hoy desprecia el honor al que trabaja, y entonces fue el trabajo ejecutoria, y el vicio gradüó la gente baja.

Y pues vos enmendastes las cortezas, dad a la mejor parte medicina: vuélvanse los tablados fortalezas.

Pretende el alentado joven gloria por dejar la vacada sin marido, y de Ceres ofende la memoria.

Que la cortés estrella, que os inclina a privar sin intento y sin venganza, milagro que a la invidia desatina,

Un animal a la labor nacido, y símbolo celoso a los mortales, que a Jove fue disfraz, y fue vestido;

tiene por sola bienaventuranza el reconocimiento temeroso, no presumida y ciega confianza.

que un tiempo endureció manos reales, y detrás de él los cónsules gimieron, y rumia luz en campos celestiales,

Y si os dio el ascendiente generoso escudos, de armas y blasones llenos, y por timbre el martirio glorïoso,

¿por cuál enemistad se persuadieron a que su apocamiento fuese hazaña, y a las mieses tan grande ofensa hicieron?

mejores sean por vos los que eran buenos Guzmanes, y la cumbre desdeñosa os muestre, a su pesar, campos serenos.

¡Qué cosa es ver un infanzón de España abreviado en la silla a la jineta, y gastar un caballo en una caña!

Lograd, señor, edad tan venturosa; y cuando nuestras fuerzas examina persecución unida y belicosa,

Que la niñez al gallo le acometa con semejante munición apruebo; mas no la edad madura y la perfeta.

la militar valiente disciplina tenga más platicantes que la plaza: descansen tela falsa y tela fina.

Ejercite sus fuerzas el mancebo en frentes de escuadrones; no en la frente del útil bruto l'asta del acebo.

Suceda a la marlota la coraza, y si el Corpus con danzas no los pide, velillos y oropel no hagan baza.

El trompeta le llame diligente, dando fuerza de ley el viento vano, y al son esté el ejército obediente.

El que en treinta lacayos los divide, hace suerte en el toro, y con un dedo la hace en él la vara que los mide.

¡Con cuánta majestad llena la mano la pica, y el mosquete carga el hombro, del que se atreve a ser buen castellano!

Mandadlo así, que aseguraros puedo que habéis de restaurar más que Pelayo;

Antología poética. De la Edad Media al Barroco (Siglos X-XVII)

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pues valdrá por ejércitos el miedo, y os verá el cielo administrar su rayo.

Llegue rogada, pues mi bien previene; hálleme agradecido, no asustado; mi vida acabe, y mi vivir ordene.

ENSEÑA CÓMO TODAS LAS COSAS AVISAN DE LA MUERTE

Miré los muros de la patria mía, si un tiempo fuertes, ya desmoronados, de la carrera de la edad cansados, por quien caduca ya su valentía.

SONETO A LUIS DE GÓNGORA Yo te untaré mis obras con tocino porque no me las muerdas, Gongorilla, perro de los ingenios de Castilla, docto en pullas, cual mozo de camino;

Salíme al campo, vi que el sol bebía los arroyos del hielo desatados; y del monte quejosos los ganados, que con sombras hurtó la luz al día.

apenas hombre, sacerdote indino, que aprendiste sin cristus la cartilla; chocarrero de Córdoba y Sevilla, y en la Corte bufón a lo divino.

Entré en mi casa: vi que amancillada de anciana habitación era despojos; mi báculo más corvo, y menos fuerte.

¿Por qué censuras tú la lengua griega siendo sólo rabí de la judía, cosa que tu nariz aun no lo niega?

Vencida de la edad sentí mi espada, y no hallé cosa en qué poner los ojos que no fuese recuerdo de la muerte.

No escribas versos más, por vida mía; aunque aquesto de escribas se te pega, por tener de sayón la rebeldía.

SIGNIFÍCASE LA PROPIA BREVEDAD DE LA VIDA, SIN PENSAR Y CON PADECER, SALTEADA DE LA MUERTE

LETRILLAS SATÍRICAS

¡Fue sueño ayer; mañana será tierra! ¡Poco antes, nada; y poco después, humo! ¡Y destino ambiciones, y presumo apenas punto al cerco que me cierra!

[I] Poderoso caballero es don Dinero.

Breve combate de importuna guerra, en mi defensa soy peligro sumo; y mientras con mis armas me consumo, menos me hospeda el cuerpo, que me entierra.

Madre, yo al oro me humillo: él es mi amante y mi amado, pues de puro enamorado, de continuo anda amarillo; que pues, doblón o sencillo, hace todo cuanto quiero, poderoso caballero etc. etc.

Ya no es ayer; mañana no ha llegado; hoy pasa, y es, y fue, con movimiento que a la muerte me lleva despeñado.

Nace en las Indias honrado, donde el mundo le acompaña, viene a morir en España y es en Génova enterrado; y, pues quien le trae al lado es hermoso, aunque sea fiero, poderoso caballero etc. etc.

Azadas son la hora y el momento, que, a jornal de mi pena y mi cuidado, cavan en mi vivir mi monumento. CONOCE LA DILIGENCIA CON QUE SE ACERCA LA MUERTE Y PROCURA CONOCER TAMBIÉN LA CONVENIENCIA DE SU VENIDA, Y APROVECHARSE DE ESE CONOCIMIENTO.

Es galán, y es como un oro; tiene quebrado el color; persona de gran valor, tan cristiano como moro; pues que da y quita el decoro y quebranta cualquier fuero, poderoso caballero etc. etc.

Ya formidable y espantoso suena, dentro del corazón, el postrer día; y la última hora, negra y fría, se acerca, de temor y sombras llena. Si agradable descanso, paz serena la muerte, en traje de dolor, envía, señas da su desdén de cortesía: más tiene de caricia que de pena.

Son sus padres principales, y es de nobles descendiente, porque en las venas de Oriente todas las sangres son reales; y, pues es quien hace iguales al duque y al ganadero,

"Qué pretende el temor desacordado de la que a rescatar, piadosa, viene espíritu en miserias anudado? Antología poética. De la Edad Media al Barroco (Siglos X-XVII)

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poderoso caballero etc. etc.

LA POBREZA. EL DINERO.

Mas ¿ a quién no maravilla ver en su gloria sin tasa, que es lo menos de su casa doña Blanca de Castilla? Pero, pues da al bajo silla y al cobarde hace guerrero, poderoso caballero etc. etc.

Pues amarga la verdad, Quiero echarla de la boca; Y si al alma su hiel toca, Esconderla es necedad. Sépase, pues libertad Ha engendrado en mi pereza La Pobreza.

Sus escudos de armas nobles son siempre tan principales, que sin sus escudos reales no hay escudos de armas dobles; y, pues a los mismos robles da codicia su minero, poderoso caballero etc. etc.

¿Quién hace al tuerto galán Y prudente al sin consejo? ¿Quién al avariento viejo Le sirve de Río Jordán? ¿Quién hace de piedras pan, Sin ser el Dios verdadero El Dinero.

Por importar en los tratos y dar tan buenos consejos en las casas de los viejos gatos le guardan de gatos; y, pues él rompe recatos y ablanda al juez más severo, poderoso caballero etc. etc.

¿Quién con su fiereza espanta El Cetro y Corona al Rey? ¿Quién, careciendo de ley, Merece nombre de Santa? ¿Quién con la humildad levanta A los cielos la cabeza? La Pobreza.

Y es tanta su majestad, (aunque son sus duelos hartos), que con haberle hecho cuartos, no pierde su autoridad; pero, pues da calidad al noble y al pordiosero, poderoso caballero etc. etc.

¿Quién los jueces con pasión, Sin ser ungüento, hace humanos, Pues untándolos las manos Los ablanda el corazón? ¿Quién gasta su opilación Con oro y no con acero? El Dinero.

Nunca vi damas ingratas a su gusto y afición, que a las caras de un doblón hacen sus caras baratas; y, pues hace las bravatas desde una bolsa de cuero, poderoso caballero etc. etc.

¿Quién procura que se aleje Del suelo la gloria vana? ¿Quién siendo toda Cristiana, Tiene la cara de hereje? ¿Quién hace que al hombre aqueje El desprecio y la tristeza? La Pobreza.

Más valen en cualquier tierra -¡mirad si es harto sagaz!sus escudos en la paz, que rodelas en la guerra; y, pues al pobre le entierra y hace propio al forastero, poderoso caballero etc. etc.

¿Quién la Montaña derriba Al Valle; la Hermosa al feo? ¿Quién podrá cuanto el deseo, Aunque imposible, conciba? ¿Y quién lo de abajo arriba Vuelve en el mundo ligero? El dinero

LETRILLA SATÍRICA –

4. LOPE DE VEGA (Madrid, 1562 – 1635) De famillia humilde oriunda del Valle de Carriedo. Estudia con los jesuitas y después en Alcalá de Henares, aunque no llogró más que el título de bachiller, lo que le obligóa a ganarse la vida como secretario de diversos aristócratas. Llevó una vida desordenada plagada de amoríos y constantes fluctuaciones, lo que no le impidió ordenarse sacerdote. Intelectualmente y como escritor fue un niño precoz. Destacó en la renovación y práctica del género teatral, aunque cultivo con gran éxito la poesía y la novela de tipo clásico. y no poder del árbol desasirse;

Ir y quedarse, y con quedar partirse, partir sin alma, e ir con alma ajena, oír la dulce voz de una sirena Antología poética. De la Edad Media al Barroco (Siglos X-XVII)

arder como la vela y consumirse,

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haciendo torres sobre tierna arena; caer de un cielo, y ser demonio en pena, y de serlo jamás arrepentirse;

que si os escucha el lobo, vendrá por vos, mi bien. Dormid entre las pajas, que aunque frías las veis, hoy son flores y rosas, mañana serán hiel.

hablar entre las mudas soledades, pedir prestada sobre fe paciencia, y lo que es temporal llamar eterno; creer sospechas y negar verdades, es lo que llaman en el mundo ausencia, fuego en el alma, y en la vida infierno.

Las que para abrigaros tan blandas hoy se ven serán mañana espinas en corona cruel.

Es la mujer del hombre lo más bueno, y locura decir que lo más malo, su vida suele ser y su regalo, su muerte suele ser y su veneno.

Mas no quiero deciros, aunque vos lo sabéis, palabras de pesar en días de placer.

Cielo a los ojos, cándido y sereno, que muchas veces al infierno igualo, por raro al mundo su valor señalo, por falso al hombre su rigor condeno.

Que aunque tan grandes deudas en paja cobréis, hoy son flores y rosas, mañana serán hiel.

Ella nos da su sangre, ella nos cría, no ha hecho el cielo cosa más ingrata: es un ángel, y a veces una arpía.

Dejad el tierno llanto, divino Emanüel, que perlas entre pajas se pierden sin por qué.

Quiere, aborrece, trata bien, maltrata, y es la mujer al fin como sangría, que a veces da salud, y a veces mata.

No piense vuestra madre que ya Jerusalén previene sus dolores, y llore con Joseph.

¿Qué tengo yo que mi amistad procuras? ¿Qué interés se te sigue, Jesús mío, que a mi puerta cubierto de rocío pasas las noches del invierno escuras?

Que aunque pajas no sean corona para Rey, hoy son flores y rosas, mañana serán hiel.

¡Oh cuánto fueron mis entrañas duras, pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío, si de mi ingratitud el hielo frío secó las llagas de tus plantas puras!

A mis soledades voy, de mis soledades vengo, porque para andar conmigo me bastan mis pensamientos.

¡Cuántas veces el Ángel me decía: "Alma, asómate agora a la ventana, verás con cuánto amor llamar porfía"!

¡No sé qué tiene la aldea donde vivo y donde muero, que con venir de mí mismo no puedo venir más lejos!

¡Y cuántas, hermosura[s] soberana, "Mañana le abriremos", respondía, para lo mismo responder mañana!

Ni estoy bien ni mal conmigo; mas dice mi entendimiento que un hombre que todo es alma está cautivo en su cuerpo.

Villancico Las pajas del pesebre, niño de Belén, hoy son flores y rosas, mañana serán hiel.

Entiendo lo que me basta, y solamente no entiendo cómo se sufre a sí mismo un ignorante soberbio.

Lloráis entre las pajas de frío que tenéis, hermoso niño mío, y de calor también.

De cuantas cosas me cansan, fácilmente me defiendo; pero no puedo guardarme de los peligros de un necio.

Dormid, cordero santo, mi vida, no lloréis, Antología poética. De la Edad Media al Barroco (Siglos X-XVII)

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El dirá que yo lo soy, pero con falso argumento, que humildad y necedad no caben en un sujeto.

y algunos inobedientes a la vergüenza y al miedo, con las prendas de su honor han trocado los efectos.

La diferencia conozco, porque en él y en mí contemplo, su locura en su arrogancia, mi humildad en su desprecio.

Virtud y filosofía peregrina como ciegos; el uno se lleva al otro, llorando van y pidiendo.

O sabe naturaleza más que supo en otro tiempo, o tantos que nacen sabios es porque lo dicen ellos.

Dos polos tiene la tierra, universal movimiento; la mejor vida el favor, la mejor sangre el dinero.

Sólo sé que no sé nada, dijo un filósofo, haciendo la cuenta con su humildad, adonde lo más es menos.

Oigo tañer las campanas, y no me espanto, aunque puedo, que en lugar de tantas cruces haya tantos hombres muertos.

No me precio de entendido, de desdichado me precio, que los que no son dichosos, ¿cómo pueden ser discretos?

Mirando estoy los sepulcros cuyos mármoles eternos están diciendo sin lengua que no lo fueron sus dueños.

No puede durar el mundo, porque dicen, y lo creo, que suena a vidrio quebrado y que ha de romperse presto.

¡Oh, bien haya quien los hizo, porque solamente en ellos de los poderosos grandes se vengaron los pequeños!

Señales son del jüicio ver que todos le perdemos, unos por carta de más otros por cartas de menos.

Fea pintan a la envidia, yo confieso que la tengo de unos hombres que no saben quién vive pared en medio.

Dijeron que antiguamente se fue la verdad al cielo; tal la pusieron los hombres que desde entonces no ha vuelto.

Sin libros y sin papeles, sin tratos, cuentas ni cuentos, cuando quieren escribir piden prestado el tintero.

En dos edades vivimos los propios y los ajenos: la de plata los extraños y la de cobre los nuestros.

Sin ser pobres ni ser ricos, tienen chimenea y huerto; no los despiertan cuidados, ni pretensiones, ni pleitos.

¿A quién no dará cuidado, si es español verdadero, ver los hombres a lo antiguo y el valor a lo moderno?

Ni murmuraron del grande, ni ofendieron al pequeño; nunca, como yo, afirmaron parabién, ni pascua dieron.

Dijo Dios que comería su pan el hombre primero con el sudor de su cara por quebrar su mandamiento,

Con esta envidia que digo y lo que paso en silencio, a mis soledades voy, de mis soledades vengo.

5. RODRIGO CARO (1573 - † 1647) Nació en Utrera (Sevilla). Fue poeta, escritor, sacerdote y abogado español. Su principal afición fueron los estudios históricos y de arqueología. Tenía una gran biblioteca de clásicos y hasta un pequeño museo. Escribió tanto en latín como en castellano.

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ODA A LAS RUINAS DE ITÁLICA

Fabio, si tú no lloras, pon atenta la vista en luengas calles destruídas, mira mármoles y arcos derribados, mira estatuas soberbias, que violenta Némesis humilló, yacer tendidas, y ya en alto silencio sepultados sus dueños celebrados. Así a Troya figuro, así su antiguo muro. Y a ti, Roma, a quien queda el nombre apenas, oh patria, oh domicilio de los reyes, y a ti, a quien no valieron justas leyes, fábrica de Minerva, sabia Atenas, ayer emulación de las edades, hoy cenizas, hoy vastas soledades; que no os respetó el Hado, no la Suerte, ¡ay! ni por sabia a ti, ni a ti por fuerte.

Estas, Fabio ¡ay dolor!, que ves ahora ruínas que esparció rústico arado, fueron un tiempo Itálica famosa. Itálica, colonia vencedora de Escipïón; por tierra derribado yace el temido honor de la espantosa muralla, y lastimosa reliquia es solamente. De su invencible gente solas verás memorias funerales, donde erraron ya sombras de alto ejemplo. Cayó el soberbio alcázar, cayó el templo de que confuso busco las señales. Del gimnasio y las termas regaladas, leves vuelan cenizas desdichadas. Las torres que desprecio al aire fueron, a mayor pesadumbre se rindieron. Este despedazado anfiteatro, impio honor de los dioses, cuya afrenta renueva el amarillo jaramago, ya reducido a trágico teatro, ¡oh fábula del tiempo!, representa cuánta fue su grandeza y es su estrago. ¿Cómo en el cerco vago de su desierta arena pueblo alegre no suena? ¿Dónde (pues fieras hay) está el desnudo luchador? ¿dónde está el atleta fuerte? ¡Todo despareció!; cambió la Suerte voces alegres en silencio mudo. Mas aún el tiempo da en estos despojos espectáculos fieros a los ojos, y miran tan confusos el presente, que voces de dolor el alma siente.

Ya Jove de su Augusta Providencia se ha olvidado. Dejó el Genio su templo; dejaron los Penates sus altares. Erinnis, de iras llena y de inclemencia, de su furor renueva el triste ejemplo, y no harta, prosigue sus pesares en los sagrados Lares del augusto Trajano, del divino Adriano. Mas Eco ya con ronca voz doliente tal se queja, que el caro nombre oído de tanta ánima excelsa, en dolorido acento me responde tiernamente. Sólo Silio cantar, llorar pudiera sus glorias, su desdicha postrimera, Silio, hijo inmortal de esta ruína, que el imperio venció de Libitina. Esta corta piedad, que agradecido huésped a tus sagrados Manes debo, les doy y consagro, Itálica famosa. Tú, si don tan pequeño han admitido las ingratas cenizas de que llevo memoria eternamente lastimosa, permite, por piadosa usura a tierno llanto, vea el cadáver santo de Geroncio, tu mártir y prelado; dame de su sepulcro algunas señas, y cavaré con lágrimas las peñas que ocultan su sarcófago sagrado. Tabla votiva ofrezco a su memoria, ¡triste! que indigno soy de tanta gloria. Goza en las tuyas sus reliquias bellas, honor del mundo, envidia a las estrellas.

Aquí nació aquel rayo de la guerra, gran padre de la patria, honor de España, César Óptimo Máximo Trajano, ante quien muda se postró la tierra que ve del sol la cuna, y la que baña el mar de Atlante y patrio Gaditano. Aquí de Elio Adriano, de Teodosio divino, de Silio peregrino, de oro y blanco marfil rodó la cuna. Aquí el laurel y yedra coronaron a los que las naciones adoraron, a quien Roma rindió su alta Fortuna, los que dieron al mundo justas leyes, y besaron su pie soberbios reyes. Despareció su gloria, y no contento, el Hado aun no perdona el monumento.

6. ANDRÉS FERNÁNDEZ ANDRADA (s. XVII) Se sabe de este poeta poco más que fue o residió en Sevilla, que fue militar y un hombre muy culto y que pasó a México,donde desempeñó algún cargo administrativo. Sin embargo la Epístola moral a Fabio es uno de los textos más leídos de la época. Fabio, las esperanzas cortesanas prisiones son do el ambicioso muero

Antología poética. De la Edad Media al Barroco (Siglos X-XVII)

y donde al más astuto nacen canas. El que no las limare o las rompiere,

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ni el nombre de varón ha merecido, ni subir al honor que pretendiere. El ánimo plebeyo y abatido elija, en sus intentos temeroso, primero estar suspenso que caído; que el corazón entero y generoso al caso adverso inclinará la frente antes que la rodilla al poderoso. Más triunfos, más coronas dio al prudente que supo retirarse, la fortuna, que al que esperó obstinada y locamente. Esta invasión terrible e importuna de contrarios sucesos nos espera desde el primer sollozo de la cuna. Dejémosla pasar como a la fiera corriente del gran Betis cuando airado dilata hasta los montes su ribera. Aquél entre los héroes es contado, que el premio mereció, no quien le alcanza por vanas consecuencias del estado. Peculio propio es ya de la privanza cuanto de Astrea fue, cuando regía con su temida espada y su balanza. El oro, la maldad, la tiranía del inicuo procede y pasa al bueno. ¿Qué espera la virtud o qué confía? Ven y reposa en el materno seno de la antigua Romúlea, cuyo clima te será más humano y más sereno.

se llevan a la mar, tal soy llevado al último suspiro de mi vida. De la pasada edad, ¿qué me ha quedado? ¿O qué tengo yo, a dicha, en la que espero sin ninguna noticia de mi hado?

[…] En el plebeyo barro mal tostado hubo ya quien bebió tan ambicioso como en el vaso múrino preciado; y alguno tan ilustre y generoso que usó, como si fuera plata neta, del cristal transparente y luminosos. Sin la templanza, ¿viste tú perfeta alguna cosa? ¡Oh muere!, ven callada, como sueles venir en la saeta, no en la tonante máquina preñada de fuego y de rumor, que no es mi puerta de doblados metales fabricada. Así, Fabio, me muestra descubierta su esencia la verdad, y mi albedrío con ella se compone y se concierta. No te burles de ver cuánto confío, ni al arte de decir, vana y pomposa, el ardor atribuyas de este brío. ¿Es, por ventura, menos poderosa que el vicio la virtud? ¿Es menos fuerte? No la arguyas de flaca y temerosa. La codicia en las manos de la suerte se arroja al mar, la ira a las espadas, y la ambición se ríe de la muerte. ¿Y no serán siquiera tan osadas las opuestas acciones si las miro de más ilustres genios ayudadas? Ya, dulce amigo, huyo y me retiro de cuanto simple amé; rompí los lazos. Ven y verás al alto fin que aspiro antes que el tiempo muera en nuestros brazos.

[…] ¿Qué es nuestra vida más que breve día do apenas sale el sol cuando se pierde en las tinieblas de la noche fría? ¿Qué más que el heno, a la mañana verde, seco a la tarde? ¡Oh ciego desvarío! ¿Será que pueda ver que me desvío de la vida viviendo, y que está unida la cauta muerte al simple vivir mío? Como los ríos, que en veloz corrida

7. FRANCISCO DE RIOJA (Sevilla, 1583 - Madrid, 1659) fue íntimo del Conde-Duque de Olivares, bibliotecario y juez de la Santa Inquisición. Respetado por todos, vivió modesta y reservadamente. y oro en su cabello dio a tu frente. ¡Oh fiel imagen suya peregrina! Bañóte en su color sangre divina de la deidad que dieron las espumas; ¿y esto, pupúrea flor, y esto no pudo hacer menos violento el rayo agudo? Róbate en una hora, róbate silencioso su ardimiento el color y el aliento; tiendes aún no las alas abrasadas y ya vuelan al suelo desmayadas. Tan cerca, tan unida está al morir tu vida, que dudo si en sus lágrimas la Aurora mustia, tu nacimiento o muerte llora.

Pura, encendida rosa, émula de la llama que sale con el día, ¿cómo naces tan llena de alegría si sabes que la edad que te da el cielo es apenas un breve y veloz vuelo? y no valdrán las puntas de tu rama, ni tu púrpura hermosa a detener un punto la ejecución del hado presurosa. El mismo cerco alado, que estoy viendo riente, ya temo amortiguado, presto despojo de la llama ardiente. Para las hojas de tu crespo seno te dio Amor de sus alas blandas plumas,

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8. JUAN DE TASSIS, Conde de Villamediana (1582 – 1622) Nació en Lisboa. Tuvo maestros ilustres, como Jiménez Patón y Tribaldos de Toledo. Destacó en su tiempo por sus dotes donjuanescas. Se rumoreó que, incluso, se había enamorado de la reina Isabel de Borbón. Su temperamento ardiente se manifestó en todo lo que acometía. Estuvo casado con la infanta doña Ana de Mendoza. Se relacionó con todos los autores de la época. Murió asesinado, probablemente por sus legendarias aventuras amorosas, y muy en particular las que se supone tuvo con la Reina. quiso clavarle el hierro en el cogote, no hizo, rodó junto a un palenque, y llevó dos cornadas de barato, no lo hiciera peor Poncio Pilato.

A una fiesta de toros Oh tú, ladrón cornífero de Europa, hermosa ninfa que desengañada pasaste por el mar con viento en popa sobre tu espalda, sin mojarse nada, dame de consonantes una tropa para cantar la fiesta celebrada de unos toros que vi, y el mundo escuche mi voz, dulce rumor de sacabuche.

Salió después un sastrecillo zurdo, bizco de piernas y medio tuerto y romo, y como era el toro lerdo y burdo, una garnacha le clavó en el lomo. Por San Crispín bendito que me aturdo de que hiciese tal suerte, y no sé cómo su injuria el toro no dejó vengada, que un zurdo bien merece una cornada.

Hiciéronse tablados y ventanas en un yermo lugar de cierta aldea por festejar las presunciones vanas de un gran señor que no diré quién sea. Hubo señores de Corte y cortesanas, con otra no muy poca tararea de toscas labradoras y de payos, gentiles hombres, pajes y lacayos.

Salió otro buey, y a un negro de Mandinga, buñuelo de nariz, gira el hocico, el cuerno le zampó como jeringa, perdónanos ansí mano físico; «mal haya el picarón que no te pringa», dijo un chisgaravís cara de mico, «negro borracho», otro estornudóle, y un gitano dos priscos disparóle.

Si queréis escucharme, estad atentos, que va de relación: Ya sale un toro, hijo del diablo y padre de los vientos, cara de hereje, que le aguarde un moro; no se para la bestia en cumplimientos ni le hace turbar silbo sonoro; casi no hay tomador que se le escurra, que a todos les va dando linda zurra.

El buen gitano, que era como un gato al embestir y escurrir la bola, jugando anduvo con el toro un rato, y a veces le tiraba por la cola -pudiérale mecer con un zapato-, y hubo en la plaza tanta rabaola por ventanas, tablados y barreras que todos parecían verduleras.

Otro toro, el color de monicongo, que corría ligero y sin fatiga, a dos rocines les vació el mondongo y fueron como perro con vejiga; a un mozo un tropezón se dio en el hongo que llaman el envés de la barriga, y, sin embargarle los calzones, quedó como quien hace cirribones.

Éstos son los sucesos memorables de los toros que hubo en Boceguillas, escritos por Beltrán en admirables octavas, no en giciales redondillas. ¡Oh sacro Apolo, queden perdurables en cuanto hubiere capas y capillas, en cuanto hubiere ermitas de dios Baco, y no falten cofrades del abaco.

Salió un aventurero Don Quijote en un caballo magro como arenque a dar zancada a un moro mazacote que pudieran dar con un rebenque;

9. PEDRO SOTO DE ROJAS (1590 – 1655) Nació en Granada y murió en Madrid. Estudió derecho. Ejerció esta profesión en Valladolid y después en Madrid, donde tuvo el cargo de secretario de D. Pedro de Tobar y el conde duque de Olivares. También fue buen amigo de los literatos de su tiempo, como Lope de Vega, Góngora, Mira de Amescua y otros. Entrado en edad, se ordena sacerdote. Su amigo y protector, el conde duque de Olivares, le concede varios títulos eclesiásticos, como canónigo en Granada y abogado en el Santo Oficio. Se distingue su poesía por su lirismo sencillo y tierno y su preciosismo. Discípulo de Góngora, a quien, a veces, aventajó en el cultivo de la imagen y del símbolo en sus largos poemas “Adonis” y “Los rayos de Faetón”. Al silencio (silva)

y la tiniebla muda, hermano del sosiego y del reposo, a ti buscando voy por monte y prado,

Hijo prudente del temor callado

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a ti con voz aguda invoca ya mi acento numeroso, a ti, jamás del mar tempestuoso alterado testigo, a ti, de las batallas enemigo, que la palestra horrenda no conoces, a ti, mi dulce amigo, dirijo claras mis incultas voces, a ti, maestro sabio, que doctos haces sin mover el labio.

allí tendrás para celar tu pecho mil martas cebellinas con felpas abrazadas peregrinas, y con abierto sin hilar capullo las paredes vecinas cubiertas, convidando a manso arrullo, tal que a ser tú el estruendo quedaras admirado, enmudeciendo. Si trace los ojos de Argos vigilantes juntos en la cabeza, el menos vivo triunfará del sueño, y los agudos más, más penetrantes, tocando en la belleza menor que intento, adorarán mi dueño; bien es gustar en vaso tan pequeño y en término tan breve, como una sombra que a la luz se atreve y como cien cristales, tan suave licor, que el que lo bebe sólo en los campos del silencio cabe, porque su hidropesía en las cortes escándalo sería.

A ti, gran secretario de prudentes, doy mi mayor secreto por ser de suyo el bien comunicable; no te saldrá de los piadosos dientes de la vista el objeto en la naturaleza más amable; no daré mi concepto al variable amigo cortesano, mejor al solo rústico villano que con troncos y bueyes comunica, y la amigable mano en cuanto vive a la mancera aplica, pues a troncos y bueyes contara mi delito y no a los reyes.

Rubias centellas de apacibles ojos, a quien no causa espanto que en rubios arcos flechan al deseo; los lazos de oro sin concierto flojos y aljófares sin llanto sobre plata bruñida en dulce empleo; flor más suave que del monte hibleo y abeja recatada, de nadie vista y todos envidiada; dulce oriente suave que respira armonía templada más que las fuerzas del levante, admira si esto vieres: dudando en ti la admiración hable callando.

Deja, pues, deja el algodón mullido, las velludas alfombras, los descansos de pluma regalados, el ampo de la nieve no ofendido y las que ocupan sombras términos de tu alcázar dilatados; mueve los pies ligeros no calzados, alados sí, te ruego, con las garzotas del volante ciego hacia el palacio en que mi sol te espera; no admires tanto fuego como se encierra en su elevada esfera, que cuando más se enciende regala más que el más voraz ofende.

Caro amigo, discreto silencio, cuando sepas mi secreto vuelve a tu alcázar, y a las sombras todas que ayudan tu concepto convida, puesto el sol, para mis bodas; que yo encubierto quedo porque aun no me señales con el dedo.

Llega, que allí tendrás de blando armiño acopados montones, donde esté tu cuidado satisfecho; allí tendrás con regalado aliño de nevados vellones un deleitoso descansado lecho;

10. GABRIEL BOCÁNGEL Y UNZUETA (1608 – 1658) Nació y murió en Madrid. Fue poeta y dramaturgo. Como poeta, escribió mucho y variado. Como dramaturgo, fue el primero en introducir música en el drama, haciéndolo así el precursor lejano de las zarzuelas. Debido a esto, el rey Felipe IV le concedió una pensión vitalicia. Estudió en Alcalá de Henares y, después, tuvo varios puestos importantes. Desempeñó el cargo de bibliotecario del infante y cardenal Don Fernando y también ocupó el puesto de contador y cronista del Rey. Participó en varios concursos o certámenes literarios, de los muchos que se tenían en ese tiempo. Sus poemas, pueden dividirse en dos grandes grupos: Liras Humanas y Liras Sagradas. que ya la obstinación armó de acero, con voz de doce trompas repetida -gloria en aquella edad sólo adquirida-, que agora nos ofrece por defenderla y conservarla agora,

CANCIÓN I Cuidado no menor, aunque segundo de Dios, si todo en Dios no fue primero cuando a nuestro vivir ligó su vida; no fue estudio menor vencer el mundo,

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no sólo en doce Atlantes, que atesora, porque en setenta Alcides resplandece, en cuyos hombros sabios de diamante se eternice su fe pura y constante.

en cuya ardiente esfera se repite la fe, el afán, el celo, amor, doctrina de la esfera apostólica divina; cuyo instituto en ésta se compite; a cuyas sacras y seglares herencias debes, oh hebreo vil, aún evidencias.

A este viviente erario Cristo fía la noble exaltación de sus trofeos, de sus injurias la fiel venganza. Fatiga y premio les ofrece un día, que quien a Dios dirige sus empleos goza la posesión en la esperanza; y, como en peso grave fiel balanza otro tanto subir hace su opuesta, cuanto ella al centro se profunda y yace de esta noble piedad, surge y renace de Dios la gloria al orbe manifiesta, con que se aclamará de gente en gente, si infalible no más, más evidente.

Pudo en crédito Dios de su defensa armar (cual ya le armó) ministro alado, de fuego y de rigor inexorable. Puede hoy ser, en venganza de su ofensa, momentáneo sepulcro un mar airado, de quien sólo escapaste lo execrable. Pero con leyes Dios su ley estable, que más conducen que el cristal y el fuego, hoy se acrisola, en cuyo santo asilo o laves tanta mancha en tanto Nilo, o pierdas las disculpas a lo ciego; mirando que hoy repite Dios el cargo que firmó con su sangre a tu letargo.

No ya de fuerza material ceñidas (porque es caduca en fin su fortaleza) se ostentan estas basas oportunas; egipcias son colunas, guarnecidas de sacras letras, que tendrán firmeza por doctas, aún mayor que por colunas. Espejos son de soles, no de lunas,

Canción, si no ha quedado satisfecho tu asunto que se empeña en alabanzas, pide, si tanto alcanzas, que el docto asunto abone tu derecho.

Bibliografía y fuentes utilizadas Alvar, C. y Talens, J. (eds.) Locus amoenus. Antología de la lírica medieval de la Península Ibérica, Barcelona, Círculo de lectores, 2009. Frenk Alatorre, M. (ed.) Lírica española de tipo popular, Madrid, Cátedra, 1983. Montaner, A. (ed.) Cantar de Mio Cid, Barcelona Crítica, 1993. Débax, M. (ed.), Romancero, Madrid, Alhambra, Col. Clásicos, 1982. Alvar, M., Romancero, Barcelona, ed. Zeta, 1987. Castillejo, C. de, Obras de amores. Obrasde conversación y pasatiempo, Madrid, Espasa Calpe, 1969. Vega de la, G. Obra completa, Madrid, Ed. Nacional, 1976 http://www.poesia-inter.net/indexc.htm; http://www.los-poetas.com/c/garcibio.htm; Vega. A.C. Fray Luis de León. Poesías.Barcelona, Planeta, 1980. Alonso, D. y Galvarriato, E., San Juan de la Cruz. Poesías completas, Madrid, Aguilar,1989. Blecua, J.M. (ed.) Poesía de la Edad de Oro, Madrid, Castalia, 1984. Rivers, E.L. (ed.) Poesía lírica del Siglo de Oro, Madrid, Cátedra, 1979.

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