"Grandes cambios en tiempos cortos” Concurso de Cuento Científico de la Unión Geofísica Mexicana
Edición: Ericka Alinne Solano Hernández Diseño: Gabriela Hernández Salvador Derechos Reservados 2022, Unión Geofísica Mexicana A. C. Av. Ruiz #315-C, Zona Centro, C. P. 22800 Ensenada, Baja California, México https://uniongeofisicamexicana.org.mx/ El concurso de cuento científico de la Unión Geofísica tiene el propósito de fomentar la escritura y divulgación de las Ciencias de la Tierra y del Espacio entre las y los estudiantes de licenciatura y posgrado de Geociencias. El tema del año 2022 fue “Grandes cambios en tiempos cortos” partiendo de que las transformaciones que podemos observar en la Tierra, desde nuestro reloj biológico, son muy breves comparadas con el tiempo geológico.
Aquella pudo ser tu ropa Patrocinado por Fresnillo PLC & UGM Concurso de Cuento Científico de la Unión Geofísica Mexicana "Grandes cambios en tiempos cortos” Yesica Ximena Peña Beltrán Posgrado en Ciencias de la Tierra, CICESE
Años después, Alejandra recordaría una de esas mañanas cuando siendo niña, su abuela Marta la llevó a caminar por el desierto de Atacama. Vivían entonces en el pueblo contiguo al desierto, era un lugar de pocas familias, tranquilo y humilde, sus calles sin pavimentar le daban al lugar una atmósfera color sepia pero la armonía de sus casas, que combinaban entre sí, hacían del pueblo un lugar bastante agradable. La familia de Alejandra había sido de las primeras en llegar. José, el abuelo, había construido la vivienda desde cero como siempre la había soñado, con una sala grande donde siempre pudiera recibir visitas, un patio para criar animales y una habitación propia para cada uno de sus hijos.
Todas las mañanas, Marta salía a caminar en las cercanías del pueblo, recorrer el desierto le daba una alegría que no podía explicar, ver los colores surrealistas con los que se pintaba en invierno, descubrir la fauna que vivía libre y ocasionalmente, cuando el desierto se cubría con un manto de flores rosadas y moradas, la hacían olvidar que estaba en medio del desierto y se sentía en un campo de lavanda como los que alguna vez había visto en fotos y a los que siempre había soñado visitar. Sin embargo, con el pasar de los años, este paisaje desaparecería.
Un día, a primera hora, todos los habitantes del pueblo despertaron con el sonido de los camiones que atravesaban las calles y seguían con destino al desierto. Estos camiones llegaron con toneladas de ropa, la mayoría era de segunda mano, ropa importada a Chile que ya no se vendía y de la cual ya nadie se quería hacer cargo. En un principio los habitantes no lo consideraron como un problema porque podían encontrar ropa en buenas condiciones, incluso de marca y aún con etiqueta: pantalones, vestidos, camisetas e incluso calzado, solo debían tener paciencia para buscar y contar con un poco de suerte.
Con el tiempo la situación empezó a empeorar, si antes llegaba un camión ahora llegaban 3 o 4 por día, empezaron a formarse montañas de ropa acumulada, y los habitantes del pueblo ya ni siquiera querían salir a ver qué podían encontrar.
Alejandra era hija de Mateo, el hijo mayor de José y Marta, y desde muy pequeña solía acompañar a su abuela en sus caminatas diarias. Alejandra no recuerda cómo era el desierto antes de la llegada de los camiones, pero si recuerda cómo y cuándo el estado anímico de Marta empezó a cambiar, pues su abuela ya no veía los colores surrealistas que pintaban al desierto y con ello, ya no se veía en sus ojos el resplandor al contemplar el paisaje. Ahora, las afueras del que era su hogar, se habían convertido en un cementerio de ropa, con prendas que podrían tardar hasta 200 años en desintegrarse y que de ahora en adelante, formarían parte del nuevo panorama. Pero no fue lo único que afectó a Marta, pues como una solución para la cantidad de ropa que llegaba día tras día, los habitantes empezaron a quemarla, generando humo y polución. Estos gases llegaban al pueblo y muchos de sus residentes empezaron a enfermar, entre ellos Marta, quien contrajo neumonía y murió al poco tiempo.
Después de unos años la situación económica de la familia de José empezó a decaer, pues no había mucho trabajo en la zona y no podían sobrevivir únicamente con los animales que criaban en la casa, por lo que el hijo menor, Esteban, decidió empezar a buscar la ropa que estuviera en las mejores condiciones y tratar de venderla en los pueblos cercanos. Salía todas las mañanas desde muy temprano y se iba hasta una o dos semanas por el norte de Chile a vender la ropa en las ferias. No obstante, no era el único que había considerado esta idea como una forma de trabajo, pues en el transcurso de este tiempo, residentes del pueblo y migrantes que habían llegado en busca de oportunidades, sobrevivían de la misma manera.
El pueblo se había transformado, ahora muchas familias vivían del negocio de vender ropa usada. Alejandra en cuanto cumplió la mayoría de edad, empezó a trabajar con su tío vendiendo ropa que recolectaban de las montañas que seguían creciendo, sin embargo, nunca estuvo de acuerdo con la situación, sabía que no habían leyes o políticas que regularan lo que terminaba en vertederos clandestinos como el que estaba contiguo a su hogar, y que además evidenciaban la desigualdad. Decidió entonces exponer la situación que vivían a diario y la problemática que representaba este basurero para ellos y su comunidad. NO
Sin embargo, nunca imaginó lo que pasaría al denunciar esta situación. El desierto de Atacama había sido el primero en convertirse en un vertedero clandestino, pero debido al aumento indiscriminado de la moda rápida o fast fashion en todo el mundo, se empezaron a buscar más lugares en donde se pudiera desechar esta ropa que ya no se vendían, ahora el desierto de la Guajira (Colombia-Venezuela), el desierto de Chihuahua (México), el desierto del Sahara (norte de África) entre muchos otros, se habían convertido en vertederos. Años más tarde, Alejandra evidenciaría como estos basureros se convirtieron en un problema global, donde las personas prefirieron sacrificar sus desiertos, sus paisajes en lugar de cambiar sus hábitos desenfrenados de consumo y presionar a la industria de la moda.
Hoy, Alejandra sólo recuerda por los relatos que su abuela Marta solía contarle lo que eran los desiertos y la magia que escondían, hoy, esas imágenes resplandecientes que se podían contemplar en aquellos lugares solo quedan en la memoria de las personas mayores, hoy, el mundo ha descubierto que ha perdido parte de su patrimonio y que jamás podrá volver a recuperar.
Una conversacion inservible Patrocinado por Fresnillo PLC & UGM Concurso de Cuento Científico de la Unión Geofísica Mexicana "Grandes cambios en tiempos cortos” Marcos Benjamín Cruz Jiménez Doctorado en Ingeniería de Minerales, UASLP
-Son ruinosos verdad? Dijo con un desánimo la pequeña impresión de forma de vida prehistórica. Su cuerpo aplanado y liso, un poco ovalado y dividido en secciones, poco podía hacer ante el inminente avance de una masa de 30 toneladas de hierro sólido que se limitaba a recoger los pedazos de lo que alguna vez fue lecho marino, su hogar. Entre el ruido de las voladuras, los motores a diésel y el crujir de las perforadoras, el pobre pasante de geociencias creyó estar escuchando sus propios pensamientos. “Definitivamente necesito volver al campamento y de ahí a mi casa”, pensó.
- Te estoy preguntando: ¿“son ruinosos y además ruidosos”, verdad? Extrañado, el joven creyó tener principios del síndrome de Menière. “¿De dónde viene esa voz?”, pensó. - ¡Aquí! ¡Estoy en tu mano! Así le dicen a esta extremidad, ¿no? - Eh, ¿sí? Sí, creo que sí… - Dijo el novato pasante, mientras volteaba a ver el fósil de trilobite que tenía en su mano derecha.
- Todo es tan distinto a como lo recuerdo. - ¿Tienes recuerdos de hace 490 millones de años? -No sé que son millones ni que son años, solo sé que ya todo es muy distinto. ¿Qué es eso de lo que hablas? -Bueno, los humanos medimos los incrementos de tiempo en horas, días, semanas, años y así. - ¿Qué es un año? - Son 365 días.
- ¿Qué son días? - Un día son 24 horas. - ¿Qué es una hora? - Una hora son 60 minutos. - Interesante… - ¿De verdad es interesante? -No realmente, es aburrida la manera en la que se complican las cosas a propósito.
- Pues, aunque no lo creas los geólogos tratamos de simplificar las cosas al hablar de tiempo, tratamos a diario con enormes periodos, millones o miles de millones de años. Como seguramente no lo sabías, la Tierra tiene 4 500 millones de años de antigüedad, y en ese contexto, algo que pasó hace 15 millones de años, es reciente, y un fósil que tenga 10 millones de años es joven, tú mismo eres clasificado viejo por nosotros los geólogos. ¿Te parece aburrido eso? -Me sigue pareciendo, pero tal vez sea porque para mí, muchos procesos son tan graduales que se necesitan enormes lapsos de tiempo antes de ver resultados importantes. - Entonces quedarás asombrado con lo que hemos logrado. - Vaya que lo estoy, yo mismo vi a la tectónica de placas darle altura a la montaña de allá, y a la erosión darle forma. Y ustedes en un pestañeo lograron acabar con ella.
- ¿Sabes lo que es la tectónica de placas y la erosión, pero no sabes medir el tiempo? - No eres el primer geólogo con el que hablo, no te creas tan especial todavía. Aquel humano con el que hablé me contó que estaban explorando en busca de oro y plata. -¡Pero si eso fue hace 50 años! Hace mucho de eso, ahora buscamos elementos más raros.
- Fue hace muy poco para mí, yo mismo sentí la actividad volcánica que trajo los fluidos mineralizantes desde el centro de la Tierra, como los que buscan. - ¿Sabes dónde están los depósitos que buscamos? - Así es, yo lo sé. - ¿Dónde están? - Hacia allá. - ¿Dónde? - Hacia allá donde están excavando.
- ¿Eso ya lo sabemos, pero puedes ser más específico? - Sí, hacia allá donde están excavando y están sacando piedras. - Ajá… ya veo porqué te extinguiste. Es inútil hablar contigo. - Pues lo mismo que nos pasó, le pasará a tu especie. - Tal vez, pero será dentro de mucho tiempo.
El pasante, extrañado, suelta al fósil en el mismo lugar de donde lo levantó. Para darse cuenta de que la breve conversación que acaba de tener había sido producto de su imaginación. Aunque ahora sentía un poco de afecto por aquel ser que, en su tiempo, tuvo vida y fue su ancestro en el planeta que ahora pisaba. - El mismo tiempo que me tomó ver surgir a tu especie. En un abrir y cerrar de ojos, para que me entiendas, ya se habían apropiado de todo lo que había en este planeta, y hasta de lo que no ven también. Hacen cambios en ella con mayor rapidez de la que se pueden regenerar las cosas. Para mí, la Tierra tiene cambios rápidos, no para ustedes. Todo es cuestión de tiempo.
- Antes de dejarte, déjame decirte que los cambios no son buenos ni son malos, son lo que percibamos de ellos. Sin los cambios, seguirías arrastrándote en el lecho marino, ahora mírate y mírame. Soy en lo que te convertiste. Unos minutos me bastan para soñar toda una vida, a ti millones de años no te bastarían para lograr imaginar lo que hemos avanzado. - Puede ser, pero al final sólo son eso, grandes cambios en periodos cortos.
De la lava al agua Miguel Ángel Torres Sánchez Posgrado en Ciencias del Mar y Limnología, ICMyL, UNAM Concurso de Cuento Científico de la Unión Geofísica Mexicana "Grandes cambios en tiempos cortos” Patrocinado por Fresnillo PLC & UGM
Estabas medio dormido, la alarma ya había dado sus avisos, pero por tercera vez la ignoraste. ¡Es cierto! Estaba justificado: caíste rendido ante el sueño de las 4 a.m. que te intimidaba detrás de tu silla giratoria, como un fantasma al cual no veías pero alcanzabas a sentir su presencia. Entonces, fue el turno del crepúsculo matutino; éste intentaba entrar por los espacios horizontales de las persianas para dar con tu rostro; sin embargo, fue insuficiente.
Al parecer ese artículo que descargaste del portal de Sci-Hub, había absorbido completamente tu atención: El mecanismo de fallamiento del sismo de Kalapana, 1975. No dudaste en imprimirlo. Y enseguida, encendiste la cafetera de tu compañero de cuarto. Sería una noche de estrellas largas; así llamabas al estudio nocturno. Pronto, el olor intenso del café entró a tu recámara, y llegaste a perder la hora en que te encontrabas.
Todavía faltaba otra alarma. El carillón empezó a tintinear agradablemente, pero al ver que no te levantabas subió de tono. Fue entonces que el suelo empezó a moverse, enseguida tus trofeos cayeron al suelo, un portalápices de cristal se hizo añicos, las columnas de libros se desvanecieron hasta chocar entre sí. Era momento de que abandonaras tu habitación. Tomaste tu cartera y teléfono, por suerte andabas en pijamas. Evidentemente se trataba de un gran sismo que azotaba a la Gran Isla de Hawái.
4 de mayo. El mundo te rodeaba, algunos se abrazaban presa del miedo, otros intentaban comunicarse por medio de sus móviles. Este fenómeno confirmaba que las grietas humeantes en la subdivisión de Leilani Estates, venían acompañadas de algo más: un sismo de magnitud Mw 6.9 —12:32 p.m. hora local— con epicentro al sur del volcán Kīlauea.
Previo al evento sísmico, los geofísicos ya habían alertado que una erupción volcánica era posible en la zona de Leilani Estates. Y es que semanas atrás la red de inclinómetros respaldaban tales afirmaciones: el cono volcánico Puʻu ʻŌʻō se estaba ‘inflando’; lo que suponía que la lava se estaba acumulando en la cámara magmática. La ‘sismicidad móvil’ delataba hacia dónde se dirigía aquel volúmen de magma del que todos hablaban. El constante monitoreo del volcán logró alertar a las autoridades de la Defensa Civil de Hawái a evacuar cerca de 185 000 personas.
Ante tal escenario, tu investigación en torno al estudio de los magmas hawaianos estaba cambiando de dirección. El volcán Kīlauea, además de consumir viviendas, autos y vegetación, sumó más de 35 km2 de lava en la región del este de la isla, incluso ganando terreno hacia el mar. Tú apenas llevabas 20 muestras revisadas de la erupción de 1959, una de las más icónicas del mundo, la cual produjo un sistema colosal de fisuras volcánicas en un periodo muy corto —noviembre a diciembre del mismo año— , y ya había más tierra volcánica frente a tí.
18 mayo. El fuego quería alzarse sobre el mar; largas hileras veloces de lava se apresuraban para llegar al océano. La evacuación se intensificó al detectar con cámaras termales sujetadas por drones, lagunas de material magmático moviéndose a otras zonas con asentamientos. La huella humana estaba siendo borrada por completo del mapa. La oscuridad de la noche se veía rota por la luminiscencia roja desde las alturas. —¿Tomo la pica y así la introduzco? —preguntaste. —No pasa nada, sólo cuida que salga sin esfuerzo, de lo contrario me pides ayuda —respondió la vulcanóloga Gansecki. —Posiblemente este material corresponde al magma residual de la erupción de 1957, porque se asemejan en composición. Lo que conlleva a que llegó a la superficie por el empuje del magma proveniente del cráter Halemaʻumaʻu —explicó Gansecki con un modelo mental de la procedencia de ese magma.
28 de mayo. Toda la actividad se redujo a una sola fisura: la número 8. La erupción insistía en no apagarse, por lo que continuó arrojando lava más caliente durante dos meses más. Y efectivamente, tu equipo de investigación halló cristales de olivino y alto contenido de óxido de magnesio, lo que les sugirió que posiblemente la lava provenía de los comienzos de la pluma del manto.
En ese tiempo, ¿se ‘renovó’ una parte de la Geología de la isla? ¿Notaron que estos episodios que se repiten cada intervalo de años contienen mucha información, que pueden estudiarlos e inferir la naturaleza de los puntos calientes? Seguramente las alarmas seguirán apareciendo en el futuro.
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