Figuración proverbial e inversión en los nombres propios del refranero antiguo : figurillas populares

Figuración proverbial e inversión en los nombres propios del refranero antiguo : figurillas populares por Ángel IGLESIAS OVEJERO (Universidad Católic

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Figuración proverbial e inversión en los nombres propios del refranero antiguo : figurillas populares

por Ángel IGLESIAS OVEJERO (Universidad Católica de Angers)

A - IMAGEN DEL RUSTICO. I II III IV V VI CU

-

F-íiiao Colon y vuiido Ca&a y ¿lo* AitÚM£e¿ iMt/UUKKtM y OfaLcÁOi Hoxat z kombKe. / mujeA Sotanee.

7-33 .

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B - FIGURILLAS DE BAILE V CANCIÓN

33-42

C - FIGURILLAS DE RELATO BREVE : HIPERCARACTERIZACIONES.... 4 2 - 4 8 I - Figuras aucu/Ánai 48-73 II - FiguAai iemiiUntu

73-8 7

D - RECAPITULACIÓN.

87-94

ÍNDICE ONOMÁSTICO, DE PERSONIFICACIONES Y MOTIVOS

94-98

Árigel IGLESIAS OVEJERO, figuración proverbial e inversicfn en los nombres propios del refranero antiguo : f i g u r i l l a s populares. En Criticón (Toulouse), ?5, 1986, pp. 5-98.

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Ángel IGLESIAS OVEJERO

Criticón, 35, 1986

AhJtzviatutou utítizadoi en ùu notai EP.

-.

: A. I g l e s i a s Ovejero, tponimia : motivación y ptAAoni^icación en et upañot

marginal y hablado,

en B . R . A . E . , 6 1 , 1 9 8 1 , p p . 3 0 4 -

308. FV.

: i d . , Figuración pnoveAbiat y nlveJtoiUón en tot noubKu ptopiM det j antiguo : i¿gwia& vulgtvUzadaA det AegÁiVw aitto.

NM.

: i d . . Nominación mviginatite en el piaaJiihwo LUeJuvúo y et ¿otilóte, en Reí». Fitología Románica., Univ. Complutense, n° 1 , 1983, pp. 137-181.

NP.

: i d . , Et utaJbUo det ncabnz piusveAbiat en et ne.¿>ianeAt> antiguo, en 1te.viAta.de. Fitología. Kománica, 3 , 1985 (en p r e n s a ) .

SPB.

: i d . , iconicidad y pa/iodia : ¿OÍ &anto& det panteón buAl&ico en la tüteftatuMa. ctáiixa y et ioOttone., en OUtíjeón, 2 0 , 1 9 8 2 , pp. 5 83.

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FIGURILLAS POPULARES DEL REFRANERO ANTIGUO

El a n á l i s i s d e l e s t a t u t o d e l nombre p r o v e r b i a l en e l r e f r a n e r o ( 1 ) , entendiendo por t a l básicamente e l i n v e n t a r i o de E. S. O'Kane, pero a b i e r t o en abanico a o t r a s f u e n t e s h a s t a l a fecha tope de l a c o l e c c i ó n de Espinosa ( 2 ) , ha hecho n e c e s a r i a l a d i s t i n c i ó n de dos n i v e l e s e s e n c i a l e s en e l mecanismo de l a p r o v e r b i a l i z a c i ó n : nombres de r e f e r e n c i a c u l t a v u l g a r i z a d o s y nomb r e s de raigambre p o p u l a r . Analizado con p o s t e r i o r i d a d e l primer registro, delimitado por referencias textuales escritas generalmente bien identificadas (3), se pretende ahora dilucidar la naturaleza de las f i g u r i l l a s que pueblan ese inventario r e f r a n í s t i co y sus aledaños, sin una genealogía libresca reconocida, pero con un eco l i t e r a r i o del que en ocasiones se es forzosamente t r i butario a la hora de precisar la figuración. Aunque sólo sea de pasada, conviene recordar aquí que por onomástica popular se entiende la manera de nombrar y ser nombrada una colectividad humana (4), un pueblo que en este caso está circunscrito en el espacio peninsular y el tiempo vagamente correspondiente al período medieval-renacentista. Esa actividad nombrante la ejerce el grupo, no solamente sobre los individuos que lo integran, sino también para dar realidad fantasmagórica a los sueños y carencias colectivos. De t a l manera que las figuras ideales del refranero o emparentadas con é l , así individuadas, quedan estrechamente vinculadas a la imagen que la colectividad ofrece de y para sí misma. Tal es el caso, al menos, si se está de acuerdo en admitir como función refranística esencial la codificación de la cultura con amplio asentamiento social, operación en la que se impone la normativa de los grupos dominantes y se ofrece al mismo tiempo el resorte lúdico que relativiza la anterior faceta (5).

(1) A. Iglesias Ovejero, El estatuto del nombre proverbial en el refranero antiguo, que será publicado en fieuista de Filología Románica, Universidad Complutense, n° 3, 1985. Se aludirá a este artículo en forma abreviada : HP, y se advierte que las llamadas envían al texto que precede a l número de las notas. (2) Eleanor S. O'Kane, Refranes y frases proverbiales españolas de la Edad Media, Madrid, Anejos del Bol. de l a Real Acad., I I , 1959 (abrev. : O'Kane) ; Francisco de Espinosa, Refranero (1527-1547), ed. Eleanor S. O'Kane, Madrid, Anejos del Bol. de la Real Acad., XVIII, 1968 (abrev. : Espinosa). (3) A. Iglesias Ovejero, Figuración proverbial y nivelación en los nombres propios del refranero antiguo : figuras vulgarizadas del registro culto, en Criticón, 28, 1984, pp. 5-95 (abrev. : FV). (4) Ver concepto de pueblo en Julio Caro Baroja, Ensayos sobre cultura popular española, Madrid, Dosbe, 1979, p . 16. ("5) Fernando Lázaro Carreter, Estudios lingüisticas, 2a, Barcelona, Crítica, 1981, pp. 222-223. (abrev. : Lázaro).

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En e s t e espejo de imágenes e s t a b l e c i d a s , pero m u l t i p l i c a b l e s , combinables, a l t e r n a n t e s y r e v e r s i b l e s , se percibe la s i l u e t a del hombre medio i n s e r t o en una sociedad r u r a l , reconocible por los rasgos que lo definen moral y f í s i c a m e n t e , con su atuendo, a t r i b u tos domésticos y actividad p r o f e s i o n a l , naturalmente vehiculados por un nivel de lengua adecuado. En su conjunto esas f i g u r i l l a s , s i n g u l a r i z a d a s mediante nombres p r o p i o s , no solamente son r e f l e j o de l a c o l e c t i v i d a d humana, sino también un programa de vida, muchas veces i n v e r t i d o : un blason popular p a r t i c u l a r i z a d o , por el e s t i l o de l o s sobrenombres de grupos r u r a l e s ( 6 ) . En gran medida, pues, dichos p e r s o n a j i l l o s envían al mundo r e f e r e n c i a l del pueblo llano que, aunque pueda parecer idea romántica trasnochada, es emisor y d e s t i n a t a r i o de fórmulas breves ( 7 ) , asumidas hasta t a l punto por la opinión c o l e c t i v a , que vienen a ser p a r t e i n t e g r a n t e de l a competencia l i n g ü í s t i c a . Siendo esto a s í , no parece muy operante aquí l a d i s t i n c i ó n entre a c t i v i d a d popular c o l e c t i v a y creación popularizante i n d i v i dual, lo que por o t r a p a r t e implica, en e s t e caso, ya una idea más o menos tópica del grupo por p a r t e d e l a u t o r que produce para o contra é l . Sin embargo dicha cuestión es poco menos que i n e v i t a b l e , cuando se t r a t a de ver l a r e l a c i ó n e x i s t e n t e entre l a s f ó r mulas p r o v e r b i a l e s y o t r a s formas de expresión breves, como la c a n c i o n c i l l a o e l cuento, por ejemplo. Pero la figuración en s í , de que aquí se t r a t a , es a veces asumida de un modo eficaz por e l mero mecanismo de la nominación redundante, en que sus múltiples elementos constituyen una verdadera h i p e r c a r a c t e r i z a c i o n ( 8 ) , como se comprueba en los p e r s o n a j i l l o s analizados al f i n a l . A - IMAGEN DEL RUSTICO. A menos de reconocerse en e l l o s una r e f e r e n c i a t e x t u a l a n t e r i o r , los nombres de refranero presentan un e s t a t u t o s i m i l a r al de

(6) Para esta cuestio'n, ver A. Iglesias Ovejero, Nominación marginante en el piaarismo literario y el folklore, en Rev. Filología Románica, Univ. Complutence, n° 1, 1983, pp. 137-181, (abrev. : HM^y más recientemente, El blasón popular de los "Farinatos" y sus aledaños : Ciudad Rodrigo, El Rebollar y Campo de Asaba y Argañán, en Homenaje a Alonso Zamora Vicente, Madrid, Castal i a , publicación prevista para finales de 1985. (7) Mauricio Molho, Cervantes : ratees folklóricas, Madrid, Gredos, 1976, pp. 13 y 16 (abrev. : Molho). (8) A. Iglesias Ovejero, Eponimia : motivación y personificación en el español marginal y hablado, en BRAE, 61, 1981, pp. 30t-308 (abrev. : EP ) .

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los inventarios de almanaque, lo que se concreta en su valor progenérico (9). Este simple hecho, sin embargo, ya es de por sí significativo, pues indirectamente esos nombres remontan a un santoral, general o localmente reconocido, con un soporte narrativo concreto : el de la hagiografía. A partir de ahí tampoco se puede considerar anodino que esos nombres se ofrezcan al hablante como marcas de identificación asignables a seres humanos integrantes de un grupo y capaces al mismo tiempo de llenar funciones previstas en el enunciado (10). Pues esto implica simplemente que la referencia extratextual de esos nombres viene a coincidir con el grupo mismo, que se proyecta en ellos. Por supuesto la colectividad no tiene necesidad de vehicular su imagen a través de tales marcas personificantes, pero en ellas la ilusio'n referencial, o su ruptura, es mucho más eficaz que en enunciados cuyos actantes son anónimos. Ahora bien, la consecuencia en el caso del refranero es que los nombres personificantes, en exclusiva, no pueden dar una evocación completa del mundillo medieval-renacentista ; pero sí tal vez de lo que en él resulta más relevante : la imagen del hombre en su medio rural y doméstico.

I - fíhixus. El hombre del refranero es una figura sin rostro. Es cierto que en la figuración popularizan.te^se insinúa la. armonía corporal en la la bella Francisquina, a que se alude más abajo, y se acentúan eventualmente los salientes de la cara en el rey Menton o el conde Nasón dentro del simbolismo ambivalente del (U^a/i (11). Pero este procedimiento se inscribe en una andadura caricaturesca que se realiza plenamente en la personificación definida de don Xetudo, insulto de 'necio' en Lucas Fernández (12), a base de resaltar en el rostro los rasgos animalescos negadores de la humanidad. 1) La escasa evocación iconográfica de la topografía corporal humana se focaliza, dentro del refranero antiguo, en lugares tan inesperados como el sobaco, integrado en Garcisobaco, o en el colodrillo de Marihuela, la moza tapada que se deja al descubierto la parte trasera : "Tocóse Marihuela, y el colodrillo de fuera".

(9) NP, n. 1*6-65. (10) La iaoniddad de los nombres propios en el refranero medieval, en Les formes brèves (Actes du Colloque International de Baume-les-Aix, 26-27-28 novembre 1982), Univ. de Provence, 1984, p. 127. (11) FV, p. 81. (12) NP, n. 173.

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en Santularia ( 1 3 ) . El m i s m o r e s a l t e d e la posterioridad se p r o sigue en figuraciones m á s t a r d í a s , con m o t i v o s inscritos como en don Caga, o asociaciones c o m o la de Mahoma / zancarrón, que i m p l i can v i s i o n e s nada g l o r i f i c a n t e s d e las que también p a r t i c i p a n , aunque de un modo m e n o s m a r c a d o , las e v o c a c i o n e s de h u m o r e s como las l á g r i m a s en Moisés o M a g d a l e n a ( 1 4 ) . 2) La negación d e l f í s i c o h u m a n o se e x p l i c i t a , con el r e s a l te d e las c a r e n c i a s , en la figuracio'n p r o v e r b i a l antigua de G ó m e z / hacino y P a s c u a l o Vidal / m a l : "Hazino s o d e s , Go'mez : para esso son los o m b r e s " , en S a n t i l l a n a ; "Malo es P a s c u a l , y nunca falta quien le faga m a l " , en la m i s m a c o l e c c i ó n ; "Malo es Vidal : y nunca le falta m a l " , en Re{A.aneA Qtoiadoi (15 j . Y aun se podría o b jetar q u e en este caso s e trata d e una v a l o r a c i ó n m o r a l n e g a t i v a . Por ello resulta m á s l l a m a t i v a la insistencia del motivo d e los cabellos en la f i g u r a c i ó n a n a l i z a d a de Absalón, Magdalena y S a n son, sin olvidar la t r a n s p a r e n c i a de V e l l i d o , aunque se trate en principio d e r e f e r e n c i a s v u l g a r i z a d a s a partir de textos c o n o c i dos ( 1 6 ) , c o m o en el c a s o d e P a u l a / c a b e l l o , que es te'rmino de comparación en Juan Ruiz : "Non c a b r í e e n t r e ellos un cabello de Paula" ( 1 7 ) . La s i g n i f i c a c i ó n d e l c a b e l l o o el vello estaba l e j o s , sin d u d a , d e pasar i n a d v e r t i d a en la época r e n a c e n t i s t a , pues aparte la abundante i c o n o g r a f í a y f r a s e o l o g í a , basta recordar el espacio que un siglo d e s p u é s le d e d i c a C o v a r r u b i a s en su Tmo>io, donde naturalmente se a l u d e a las figuras apuntadas ( 1 8 ) . La lectura del l e x i c ó g r a f o d e s c u b r e , e f e c t i v a m e n t e , un s i m bolismo en cierto modo c o n t r a p u e s t o y c o m p l e m e n t a r i o de la p i l o s i dad del c u e r p o . El cabello largo es p r o p i o de la feminidad y c o n lleva la fragilidad, a u n q u e en el caso d e Sansón es tópico a l u s i v o

(13) O'Kane, p. 221 a. (lt) FV, pp. 71-72, 54-55, 28 y 20-21. (15) O'Kane, pp. 126 a, 151 b. (16) FV, pp. 10-11. (17) Juan Ruiz, Libro de buen amor, est. 1278, ed. Julio Cejador y Frauca, 10a, Madrid, Espasa-Calpe, vol. 2, p. 160. (18) Sebastian de Covarrubias, Tesoro de la lengua castellana o española (16111674), Madrid, Turner, 1979 (abr-ev. : Covarrubias), s. v. cabello,- cabellera y vello. Para este simbolismo en otros contextos culturales, ver Dictionnaire des symboles, dir. Jean Chevalier y Alain Gheerbrant, Paris, Seghers, 4 vols., 1973-1974, s. v. cheveux y poil.

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a la fuerza natural ; y su corte, aun tratándose de la cabellera convertida en peluca, va asociado a la idea de la muerte. El vello, por su parte, es atributo específico del hombre y la depilación señal de afeminamiento. Así aparecen relacionadas y contrapuestas la apariencia y la realidad, pues resulta cierto que a nivel social la cabellera larga tiene un prestigio que casa mal con la gente de baja condición, a causa de lo que efectivamente puede ocultar : "En la gente ruin es sospechosa la cabellera, porque con ella suelen los desorejados cubrir sus faltas, como antiguamente los esclavos errados en las frentes las cubrían con traer el cabello largo hasta las orejas" (19). Así la cabellera se convierte en tapadera de mutilaciones corporales y aun de carencias morales, con lo que todo el simbolismo capilar se revela como una oposición central de amor y muerte, cubierta en la óptica moralizante tras la dicotomía de placer y sacrificio o pecado y penitencia. Tales son, en realidad, los motivos que singularizan a la cabelluda o vellida más representativa de la literatura renacentista : ¿a Lozana andatuza (20) . El vello y el cabello son, por tanto, velos esporádicos de la condición social, pero más generalmente son estímulos naturales de la intimidad específica del hombre y de la mujer, según reza el mismo refranero : "Hombre velloso, o rico o luxurioso", recuerda Covarrubias (21), al que se le puede oponer el refrán cla'sico : "A la muxer barvuda, de lexos me la saluda, kon dos piedras ke no kon una" (22), que en la fraseología moderna se traduce de un modo más crudo : "Mujer bigotuda, mujer cojonuda". El pelo cubre el rostro y sus accidentes y se convierte en máscara que borra los rasgos de la persona, confirmando así el carácter indefinido de los otros motivos. No se trata en ellos de llamadas frontales, sino de perfil y aun de espaldas, como corresponde a la tercera persona (23), es decir, la no p&nona. y mas propiamente el no yo, referencia específica del nombre proverbial.

(19) Covarrubias, p. 253 a. (20) Claude Allaigre, Sémantique et littérature. Le "Retrato de la Loçana andaluza" de Francisco Delicado, Ministère des Universités, 1980 (abrev. : Allaigre, pp. 270-275). (21) Covarrubias, p. 997 b. (22) Gonzalo Correas, Vocabulario de refranes y frases proverbiales (162?), éd. L. Combe't, Bordeaux, Institut d'Etudes Ibériques et Ibéro-Américaines, 1967 (abrev. : Correas, p. 8 b). (23) Georges Péninou, Physique et métaphysique de l'image publicitaire, en Communications, 15, 1970, p. 103.

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II - Coton, y vutido. Tampoco arrojan mucha luz sobre la figuración concreta humana los colores. Aparte el exo'tico Prieto Juan, variante de Preste Juan, o las definiciones personificantes del fraile rijoso en Fray Moreno y del amor candido en Blancaflor, dentro de las figuras más o menos vulgarizadas (24), los nombres de colores sólo se perciben como exponentes de los derivados de María : Mariblanca, Maricastaña, Mari-Parda, Mari Morena, analizados más abajo. En realidad el color viene a confirmar el simbolismo capilar, más que el de la piel, cuando no es elemento relevante del componente vestimentario y en otras seríales figurativas. 1) En efecto, por vía implícita, el refranero antiguo recuerda cómo el cabello recogido con la cofia o la toca es revelador de la honestidad femenina. Por ello se reprocha el descuido de la susodicha Parihuela, con el colodrillo fuera de la toca, y sorprende la inesperada albanega en Aja : "De donde a donde, Haxa con alvanega", en Santillana (25). Ma's precisamente el refranero confirma el simbolismo del vestido, revelador de la condición interior (26) , al evocar en las faldas de María su aptitud para ama de casa : "Qual ye María, tales faldas tira", en Romancea pt.oWib¿o>uM (27). Y ello se afirma así seguramente con un sentido más replegado, al considerar las faldas como trasunto del modo de ser femenino desde la óptica misógina, pues a diferencia de otros vestidos la falda es engañadora, hurtadora del cuerpo, según la etimología propuesta por Covarrubias : "A ¿al&Qndo ; porque en cierta manera nos engaña, cubriendo lo que va debaxo, lo qual no haze el cuerpo del sayo ni las mangas ni calcas, porgue están ajustadas con el cuerpo y descubren su corpulencia y forma" (28). 2) Como la cabellera, pero de un modo más pronunciado, la marca vestimentaria es ambivalente. Pues el traje, por un lado, se convierte en señal discriminatoria negadora de la radical igualdad humana, evocada en La. CiLtetÁna. a través de la desnudez de Adán y Eva, a la que se opone la seda en el refranero clásico : "Todos somos hijos de Adam y Eva, mas differencianos la seda", en Mal

FG, pp. 67-69, 65, y NP, n. 178 y 187. (25) O'Kane, p. 105 b. (26) Dictionnaire des symboles, s. v. vêtement. (•27) O'Kane, p. 155 b. (28) Covarrubias, p. 582 b.

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Lara (29). Pero si es cierto que este hilo y otras hebras apreciadas resaltan fronteras jerárquicas y de poder, también lo es que el vestido se convierte en disfraz social que, por distintos medios, cualquier categoría humana se puede apropiar en el carnaval de la ^yida, rompiendo el bello orden establecido, en palabras del lexico'grafo citado : Todu leu, nac¿one¿ han u&ado veit¿duA.a¿ pKonia&, di&tinguiíndoie pon. ellai uncu de otnaA ; y nuchai han conàeivado m habito gnan tiempo. A loi updñolei en ei-te COA o noi fian notado de CLvianoi, patque mudamoi Viaje y veitido háxU&mente. ( . . . ) Soloi lo¿ labn.adone¿, que no ¿alen de iu¿ aídea&, han duAado más en aoniíAvan. el Viaje antiguo, aunque^ ya eito también eitá eifiagado. ( . . . ) Noto>U.o e¿ el excu&o de Eipaña en el veitii, poique un dZa de {¿uta el oí-icÁal y ¿u muge*, no ¿e diíeiiencÁan de la gente noble. (30) 3) Se podría creer que el respeto de la j e r a r q u í a , de cuya pérdida se lamenta Covarrubias, e x i s t i e r a un s i g l o a n t e s . Sin embargo ya entonces seguramente se había a s i s t i d o a la subversion del símbolo, aludida en la variante de un refrán r e g i s t r a d o en Horozco : "Si vimos a Juan, s i no vimos a su gabán" (31). El vestido ya no es trasunto de la naturaleza del portador, sino que como mera señal discriminatoria lo s u s t i t u y e . Con todo, el gabán no entraba en la imagen diversificada y revalorizada del campesino en el teatro c l á s i c o , sino que correspondía más bien a la simpleza uniforme del rústico en el t e a t r o primitivo (32), por la época en que se imprimen las primeras colecciones de refranes. Es la imagen del campesino confundido con e l medio en que vive, vestido con el color pardo de la t i e r r a y con la p i e l de los animales que cuida. Tal es la definición personificante de Garci Zamarra ' e l r u s t i c o archipobre', de cuyos hijos dice irónicamente el r e franero antiguo : "Los hijos de Garci Camarra, que en el invierno iban desnudos y reyanse de los bien vestidos", en Re^ianei gloiadoi (33). Su nombre es un programa que integra por partida doble la

(29) Juan de Mal Lara, Filosofía vulgar, ed. A. Vilanova, Barcelona, Selecciones biblio'filas, 1958 (abrev. : Mal Lara), vol. 1, p. 131 ; FV, p. 16. (30) Covarrubias, s. V. vestidura, p. 1103 a. (31) Sebastián de Horozco, Recopilación de refranes y adagios comunes y vulgares de España, ms. 18t9 de la Bibl. Nac. de Madrid, f o l . 198 v ° . (32) Noël Salomón, Recherches sur le thème paysan dans la "comedia" au temps de Lope de Vega, Institut d'Etudes Ibériques et Ibéro-Américaines de l'Université de Bordeaux, 1965, pp. t73-511. (33) O'Kane, p. 132 a.

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condición animalesca ambivalente, la zorruna y socarrona de García (34), y la borreguil y sufrida en Zamarra. En suma, esta figuración muestra de un modo transparente, por así decirlo, el pelo de la dehesa que en los otros nombres integrados de colores y vestidos aparece más diluido. El color pardo de la tierra y la lana eventualmente rojiza son solidarios del vello varonil y de la cabellera femenina, llamadas animalescas del sexo humano, apenas cubiertas por gabanes y zamarras, tocas y faldas.

III - Coba y iton. 1) Las figuras del registro popular se mueven en el a'rea doméstica y el campo. Así, a diferencia del motivo épico del palacio o el bíblico del templo, que con resonancias mágicas se inscribe en la figuración vulgarizada de Salomón (35), la iconografía evocada en el refranero popular tiene por marco la casa. Su sacerdotisa se llama generalmente María, ama doméstica por excelencia en concordancia con su etimología hebraica de 'señora' o 'previsora' (36), aunque alterne a veces con Illana y otras figuras : "Qual es María, tal casa mantiene", en el GÍOiaiXo ; "Qual es Illana, diz que tal casa mantiene", en Gómez Manrique ; "Qual (...), tal casa para", en SerUtoqiUum (37). Es María la reina del hogar, cuyo mal gobierno acarrea la ruina de la familia, al decir del Coibacho : " ¿Quién te fizo pobre, María ? —Perdiendo poco a poco lo poco que tenía" (38). No es la única en este caso, pues lo mismo se sugiere probablemente para Jámila en el SerU.loquA.um y de la manirrota Aja en la misma colección y en la de Santillana : "Nin tan largo como Jámila, ni tan corto como su fija","Haxa no tiene que comer, y combida (a) huéspedes" (39).

(31*) Ver garcía 'zorro1, en Joan Corominas y José A. Pascual, Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, Madrid, Gredos 1980 (abrev. : Corominas) . (35) FV, p. 22.

(36) 0. Odelain y R. Séguineau, Dictionnaire des noms propres de la Paris, Ed. du Cerf-Desclée de Brouwer, 1978, s. v. Marie.

bible,

(37) O'Kane, pp. 155 b y 136 a. (38) Alfonso Martínez de Toledo, Arcipreste de Talavera o Corbacho (abrev. : Corbacho), 2a, I, éd. J. Gonzalez Muela, Madrid, Castalia 1970, p. 126. (39) O'Kane, pp. 141 a y 90 a.

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2) Jámila y Aja son, por otra parte, nombres femeninos representativos de las comunidades judía y mora, al igual que María o su variante Ha/Una lo es de la cristiana, en correlación con Samuel, Reduán y Juan para los hombres. Así lo entiende el Conde de Paredes en sus coplas contra Juan Poeta : tiafUdo di t>ie& j UaAÁna, Jámila y Axa. () vo¿ debatÁAan —y, a ta lin, iofcte vuiu&ia atma— cAuz y tota y colón. Pe como U04 ttaman.áñ dexa/t&i ¿ma y «noné^e, no 6eyt>ndo máó de un hombie cada eaaJt de ettai ¿u nombre .Juan, Simet y Reduán. {40) Pero en el refranero María ocupa la posicio'n preeminente en la casa, sobre todo si aparece reforzado el nombre con un apellido^ magnificante, por el estilo de Mari Martín, a guien tal vez iro"nicamente se invita a izarse en el poyo : "Subidvos en el poyo, Mari Martín", en Santillana (41). 3) Fuera del a'mbito doméstico, la visión itinerante del refranero antiguo no recuerda otros puntos de descanso. Sin embargo, en la transmisión del saber popular son importantes estaciones la posada y la venta, aunque solamente en la andadura burlesca de la /.ozona representan el marco de acción de figuras sacadas del registro inferior : la posada de don Diego y la posada de Bartoleto, referencias eufemísticas a 'el hospital de los incurables 1 y 'el albergue de ladrones', respectivamente (42). Por lo demás, es de notar que sólo los nombres de mujer se manifiestan asociados claramente con el motivo de la casa. En consecuencia es natural también que la flor sea atributo importante en la figuración femenina, si se admite en ella el principio del simbolismo de la pasividad y de la inestabilidad que parece confirmar Covarrubias más tarde :

("•O) Coplas del Conde de Paredes a Juan Poeta cuando le cautivaron moros de Fez, en Cancionero de obras de burlas provocantes a risa, ed. j . A. Bellón y P. Jauralde Pou, Madrid, Akal, 1974, p. 93. Cil) O'Kane, p. 195 a. (K2) Allaigre, pp. 252-253 y n. 30, p. 262.

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Floi en la donzella, ie dize la vViginidad y entereza, que como i que íitá aiida a iu mata o lama, eitá Imtioia, ategie y nutitañte ; en contándola luego ie nwichita. ( . . . ) La {¡ton ei iinéolo de la bnevedad de nu.eitn.oi cuas, que ei como la iloiecíta que iale. a ¿a mañana y ie moAchita. a la pueita del iol. (43) 4) En el refranero antiguo la flor y la casa son elementos emblemáticos de Illana, en variante de un refrán ya citado y a p l i cado en Montoro : "Cual es I l l a n a , t a l flor de casa mantiene" (44). El simbolismo f l o r a l se une también al del color blanco para formar la personificación específica del amor naciente en Blanca Flor dentro del r e g i s t r o culto vulgarizado (45). Es una representación casi opuesta a la que en un refrán aplicado de la Lozana, tienen la precoz y taimada Marica y sus malvas, administradas no como remedio sino como estímulo de la libido del galán novel, a quien se somete al suplicio de una impaciente espera : PAJE. Senona Hadalena, • cuexpo de m¿ !, ilempKz me eehai unoi encuentsioi como broquel de Barcelona. Hita bien que uta puta güel^a no'i engañe, que ei d'aquellai que dicen : "UaiUca, cuécelo con malvai". (46) La figuración específica doméstica es bastante difusa, debido al escaso número de motivos y personificaciones que se mueven todavía en un ámbito en que formarán tupida red más tarde. Pero ya en el refranero antiguo se aprecia sobre todo la imagen de la mujer, que a través de la marca verbal de María, se presenta con el perfil cambiante de señora digna o respetable.

IV - ArUnale¿. La figura del rústico se vislumbra sobre todo detra's de los animales que constelan el universo del discurso refranístico. El can, símbolo del grupo familiar del que es guardador según Rosal (47), solidario de Beltráh en Santillana, Re{ianei gloiadoi y Senilo-

(43) Covarrubias, p . 601 a ; ver también Dictionnaire des symboles, s. v.

fleur.

( : "voledme, ienoia Menga". (J25) En consecuencia, el proceso de inversion etimológica del lat. dominui a Menga-Minga 'el pene' recuerda el señalado para Catalina 'la pura 1 (gr. kathanoi) que ha llegado a designar 'la mierda', y en general la degradación que han sufrido otros nombres Ínicialmente laudativos, como María, Marina y Marta. 13)^ Aunque no figura en tantos enunciados como Menga, también debió de tener valor progenérico el nombre de Illana, pues se registra con variantes y alusiones numerosas el refrán aplicado en Montoro : "Cual es Illana, tal flor de casa mantiene" (126). El sentido literal del refrán, cuyo enunciado se atribuye también a María según se vio, resalta el orden y la disposición de la persona de cuya condición vienen a ser reflejo. Sin embargo la imagen en sí vehiculada por Illán e Illana no sería muy meliorativa en el plano moral, puesto que se reconocen como formantes de Perillán 'la persona astuta 1 (127). La representación maliciosa podría derivar, aunque es motivo remoto, del étimo ÁUZMÍ 'alegre', manifiesto en algunas aplicaciones de Julio 'el alegre (128). Con la sal-

(123) C. J. Cela, ob. cit., s. v. minga. (12>0 Covarrubias, p. 718 b ; EP, p. 333. (125) Poesía critica y satírica del siglo XV, p. 253. (126) O'kane, p. 136 a. (127) FG, p. 36. • (128) NP, n. 109.

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vedad de que el término y sus resultados no parecen muy anclados en castellano, Illana sería la personificacio'n de 'la mujer alegre' por el estilo de la susodicha Marta. 14) Los valores emblemáticos de Illana / casa—flor, mas arriba analizados, también se orientan en el mismo sentido erótico. En efecto, esta flor vale por 'virgo' en la Lozana. : RAMPJN. Aqu¿ ei e¿ aduana, muía uOi y es lejano antecedente del cuento de "la Lechera" (193). En el mismo libro se recurrirá mas abiertamente a un anecdotario con figuras nacionales, y otras del mundillo europeo, que

(190) Ob. cit., p. 235. (191) Valles, s. v. mi hijo ; Nuñez, 77 r° b ; Horozco, 85 v° ; Refranes castellanos, manuscrito R. M. / 3868 de la Biblioteca del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 143 r° : "Mi hijo Benito..." ; Mal Lara, vol. III, pp. 180-182 : "Mi hijo... disciplino" (sic). (192) M. J. Lacarra, ob. cit., pp. 7-8 ; FV, p. 67. (193) Don Juan Manuel, El Conde Lucanor y Patronio, VII, ed. Pedro Henríquez Urena, Buenos Aires, Losada, 1955, pp. 46-47, y nota ; R. E. Marsan, Itinéraire espagnol du conte médiéval, Université de Lille, Service de Reproduction de Thèses, 1973, vol. II, p. 549.

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suplantan a los modelos clasicos : Alvar Fanez, Garci Pérez de Vargas, Gil García de Çagra, Lorenzo Suarez Gallinato, Don U l a n . . . (194). Personajes como éstos entran en los anecdotarios formando galerías de figuras ejemplares (195) que a veces tienen cabida en el refranero. Pero la imagen del sabio, el héroe o el santo no permanece inamovible en su pedestal ; con harta frecuencia los personajes representan una valoración opuesta en la imaginería popular. En el mejor de los casos, este acentuado proceso de anecdotizacion de la Cultura y la Historia sirve para una visión familiar de sus agentes, acorde con el nivel popular de los refranes. La anécdota en sí funciona como ilustración demostrativa de un modo de ser y se convierte en figura etimológica, conforme a cuyo modelo se constituyen los relatos explicativo-aplicativos que pretenden aclarar el origen de los refranes en las colecciones de Espinosa, Niíñez, Mal Lara,, Rosal, Correas y otros. Dichos relatos resultan poco probatorios en la mayor parte de los casos, pero su pretendida justedad ilustra bien el convencimiento general de que muchos refranes, y por tanto sus figuras, son- elementos nucleares de composiciones narrativas más extensas, memorizados y generalmente desligados de su contexto situacional y discursivo. En efecto, tanto los cuentecillos como las cancioncillas, formados por y al gusto popular han debido de ser el caldo de cultivo en que han crecido algunas figuras, cuya etigueta onomántica revela a veces todavía los elementos claves de una caracterización embrionaria. Son las hipercaracterizaciones en que se asiste a una descripción integrada en el nombre de la figura. El procedimiento es el mismo que se comprueba en la onomástica popular parasitaria, que por haberse estudiado en otra parte no se detalla aquí (196). Sus elementos básicos son : el nombre propio o su hipocorístico y el sobrenombre o mote. El primero puede ser potenciado por el título de "don" u otros, formula distanciadora respecto al registro popular antiguo, pero usada a efectos personificantes de tipo irónico : Don Laheón 'el hablador vanidoso'. En cambio son específicos de dicho registro las modificaciones hipori'sticas, recortes o alargamientos, que no son indiferentes para la caracterización.

Pablo León Murciego, Los refranes filosóficos castellanos, Zaragoza, Librería General, 1962, p. 26. (195) M. J. Lacarra, ob. cit., pp. 39-46, 74-75. (196) A. Iglesias, La función epontmica en la onomástica popular : los motes actuales en El Rebollar (Salamanca), en Español actual, 37-38, 1980, pp. 7-22.

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También la etimología o la transparencia total o parcial son principios predestinantes que, sin embargo, no alcanzan el grado de determinación de las formulas descriptivas integradas en el nombre y que, como los apellidos en su origen, aluden teóricamente a relaciones de supuesta filiación, procedencia geográfica o social, oficio, función o actividad, particularidades físicas o morales, y finalmente circunstancias o acontencimientos. Este último motivo es el más claramente tamizado por la anécdota, aunque ésta, como se ha dicho, opera también en función etimológica para los otros casos. De cualquier forma, el modo de designación descrito cumple a la perfección el ideal cratílico del nombre, pues presenta un mecanismo referencial acorde con los rasgos específicos del referente, eficacia onomántica que llega a su colmo en la localización de un personaje mediante un topónimo que lo define nocionalmente. No obstante, tratándose de personajes imaginarios, tan erróneo sería pensar que los añadidos toponímicos son reveladores de una referencia local efectiva, como ignorar que el refranero tiene una geografía determinada en su uso. No hay que olvidar que los principales coleccionistas de refranes en la época clásica se nutrieron en el humanismo salmantino. Por supuesto, los estudiosos varones tendrían acceso a recopilaciones ya hechas y de diversa procedencia, pero de algunos, Nuííez y Correas entre otros, se cuenta que ampliaban su repertorio dando a^cambio de refranes inéditos algún dinero a los transeúntes (197). Estos serían en Salamanca estudiantes, y como en otras partes, soldados y peregrinos, pastores transhumantes, carboneros, segadores, carreteros y arrieros de todos los caminos de la Península, pero sobre todo de Castilla, León y Extremadura, en cuya geografía la ciudad del Tormes era cruce de caminos. Por ello, y como mero principio organizador del análisis, no parece aventurado imaginar que tales individuos ambulantes serían los agentes transmisores de personificaciones localizadas en el área en que se movían por los caminos de la transhumancia y la carretería. Las figuras en sí no eran en el fondo más que la expresión concreta del etnocentrismo de unos grupos, pueblos y regiones frente a otros, de tal manera que sus máscaras verbales se convierten en blasón / baldón de las colectividades de que supuestamente emergen. Tal es el enfoque que aquí reciben esas figuras, separadas en masculinas y femeninas, siguiendo la disposición de má's arriba.

(197) Combet, p. 136.

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Z - FlguAai mucutinai. 1) Dentro de la l i t e r a t u r a ridiculizadora del habla popular y de l a s fórmulas estereotipadas, se citan f i g u r i l l a s como Perico de San Hervás y Pedro Borreguero, que vienen a ser personificaciones de ' e l a r r i e r o 1 y 'el p a s t o r ' . Del segundo, como sucede con tantos . otros (198), a penas ha quedado el nombre, aunque fuera héroe de r e l a t o popular entre soldados de la época imperial, segúníla COAXCL de un ¿etenta. y doi necedades : Et año de 1529, utcundo ni ampo dit Empexadon. V. COAZOÍ ¿obtie Manopoti, noi lto%á en j'u&to y en oieyente la iniMtohXja. de VedKo BoM.zguz>io. P/iomítoüi que no hab-úi éoldado español ni hombiz de guzAia íta.lMun.0 que con o&ia coia it duaywna&í, n¿ de noche ie acoitaAe. i¿no con la. dz Pedio Boitegueio. (199) Figuradamente hablando, Pedro Borreguero era coetáneo de la bella Francisquina y como ella se convertirá* después en personaje de cancioncilla popular, segu'n se vio, con el perfil de mal marido. Pero aquí el sobrenombre no hace más que integrar explícitamente un motivo animalesco presente en las atribuciones de Pedro : la vaca en el citado Pedro / vaquero, la cabra en Pedro / cabrero, la muía, el asno y el perro en el refranero clásico, los animales de caza en el antiguo, y finalmente la oveja y el borrego : "Agora ke tengo ovexa i borrego, todos me dizen : 'En ora buena estéis, Pedro 1 " (200). 2) Si Pedro Borreguero es figuración que conviene a cualquier horizonte rural, mejor cuadra aun en los lugares de la transhumancia, lo mismo que Garci Zamarra 'el archipobre 1 . En esta figura se transparenta bien la imagen del pastor cubierto con la piel de oveja, siendo la Zamarra mascara verbal todavía operante en una de las versiones peninsulares del cuento de la niría perseguida (201). En todo caso, ninguna de estas figuras alcanza el grado de localización de Perico de Sant Hervás, 'el mozo arriero' o aguador de quien dice la susodicha CoAXa : "No es menester espada y capa para contra el Beso las manos, pues tiene parientes en corte, mejor que el asno de Pe-

(198) Ver Alan C. Soons, Haz y envés del cuento risible en el siglo de oro, London, Tarnesis Books, 1976 (abrev. : Soons), pp. Il y 16. (199) Sales españolas, pp. 228 b - 229 a. (200) Correas, p. 64 b. (201) Aurelio M. Espinosa, Cuentos populares españoles, Madrid, C.S.I.C, 191+6, vol. 1, pp. 211-218.

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rico de Sant Hervás"(202). Seguramente e x i s t í a un r e l a t o j u s t i f i c a tivo de la frase proverbial explicada en Correas : "Teñe.* panientei en la Konte, De los ke tienen valedores" (203). De hecho en Covarrubias se desarrolla e l motivo proverbial, recogido también en Timoneda, Santa Cruz y Laguna (204), atribuyéndoselo a Torquemada "el aguador 1 , malicioso y respondón : Tonquemada y iu. a&no, de loi que dondequiera, que vayan ¿levan en ¿a compañía un nedo puado -, y nubló de que Tonquemada ena aguado*., y penando pon. una calle aguijando a iu cuno con mcho¿ palot, le dixo un ieñoK que ¿e compadedeae de aquel animal, y quitando ¿u cape/tuza, le dixo : Yo naní lo que V.y S. me manda, que no pen&í tenía, mi atno pa>Uente¿ en la Coate. Cayóle, en guada y tnúxolo a ¿u cm a, y i alió Lindo oficial de plazen, teniendo nadan pana i-t y pana ¿u a&no, con que no le tnabajai&e. lX.eva.yale donde qaiena. que yva comigo, pniviniindo dixeaen eitava attC Tonquemada y iu cano (205). 3) De Perico de Sant^Hervás no se vuelve a decir nada, mas en el refranero la figuración del arriero Pedro o Perico, con su asno o su muía, se cuenta por decenas, en una simbiosis que llega a la cancionciíla tradicional moderna. Así Perico es el companero fiel del burro Mohino, "que acarreaba la vinagra" y se despide para siempre con el rabo en el famoso planto cómico-serio de la Ribera salmantina, convertido o poco menos en himno de toda la Charrería : Ó^ la

pata,

annugo' el hocica, con el nabu kizu abuK, abuA, PenÁca. (Z06)

Por lo que hace a la figura aludida en la Canta, es probablemente de la misma ralea que Torquemada : "el necio pesado", es decir e l tonto bellaco, que vive de sus gracias y tiene en Extremadura su país i d e a l . En efecto, e l arroyo de Santihervas discurre por el término de Hervás, pueblo grande de Ca'ceres a cuyos vecinos dan la

(202) Salee españolas, p. 225 a. (203) Correas, p . t97 a. (20t) Maxime Chevalier, Tipos cómicos y folklore (siglos XVI-XVII), Madrid, EDI-6, 1982, pp. 135-136 y n. Uo, vid ¿o que OÍ paAuci, quz

zZ pan vale, CXUIO,

ta génie pi feoi i t l t komo en la* detrás adlvlnazlonu iulai (3/5). Por esta vía la figurilla medieval Pero Grillo, profeta de la evidencia, es un nscio redomado que coincide en profundidad con el picaro definido Pedro de Urdemalas, en un sincretisrae que se explicita en F. Santos : El que UevaAe a eueitai eüe tnlllo aun ha de ¿evt peo* que Pedio GnXZio. (316)

33) En el cuento citado se vuelve a comprobar la ambivalencia de la imagen aparente adscrita al nombre y susceptible de lecturas distintas dentro o fuera del o;rupo en cuestión. Para la visión endocéntrica el animalejo es tótem benéfico y clave del éxito ; para las visiones exocéntricas, distantes y literarias, la relación Pero / grullo-grillo-gallo es reveladora de la animalidad del rústico. Pero en este equilibrio inestable el fonetismo evocador de gritos, oscuridad o fuerza, se combina con la figuración iconica visual, por la que el simbolismo erótico de aves como el gallo, confiere a Pedro el carácter de eficacia sexual. Tal es el caso de Pedro Aguilocho en la Lozana :

Él &z plen&a ¿ei Pedio Agullocho, y no lo pueden vei putai mái que al diablo. Uncu> me dicen que no e& paha nada, otfia& quz lo tiene tan luengo que paiece. anadón, otia& que afcma y no deiaima, otnai, que ei míÍZAO, y anuí a¿lAjnaA¿ yo, que ptlmeio que me di lo que le demando, me

caneo, y al tab'o iaco d'il ta mitad de lo que le pido, que ei thato coidob&i. (3/7) Forma parte del inventario de engañadores o personajes diabo'licos, según sugiere su emblema de aguilucho 'ladrón' (318), que lo d e f i ne también como rapaz fornicador. Es la función a que se asimila la bravura del valentón Perico el Bravo, apodo obsceno de Rampín y quizá metonimia de ' e l pene' en la misma Lozana : "i Mira agora

(315) Correas, p. 29 b . Para bibliografía, ver Chevalier, Cuentos, (316) Montoto, vol. 2, p. 272. (317) Lozana, XXXVII, p. 157. (318) Alonso, p. 18 b.

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io anónimo det ilgío XVI y en Correas : "Pidió Axa para melada" (347). Por lo demás, la naturaleza íntima del personaje se revela ya en el refranero antiguo con los atributos emblemáticos del vestido, a través de la sorpresa que provoca la aludida relación Haxa / albanega. 8) En efecto, el tocado de señora cuadra mal en quien tiene una pobreza tan notoria, sí bien podría ser trofeo ganado en buena lid y con las armas adecuadas, pues la albanega evoca, por sinonimia con cofia, las partes cofiatiles o región pudenda de la mujer en la Canaj¿comecUa (348). Es la evocación subyacente a la relación Haxa / hacer y azotar / Mazóte, pues con independencia de

(342) E. García Gómez, ob. cit., p. 244 y n. 16. Para los últimos, ver también Valles : "Si vos Haxa, yo adaliy" ; Correas, p. 288 a ; Juan Lorenzo Palmireno, Adagia hispánica, en André Gallego, Les "refraneros" de J. L. P., Toulouse, tesis mecanografiada, 1969, p. 218. Para esconder 'joder', ver Poesía erótica del siglo de oro, pp. 81-82. (343) Horozco, 146 r°. (344) Lozana, XXIII, p. 108, y LI, p. 198. (345) Correas, p. 584 b. (346) Alonso, p. 529 b. (347) Refranero anónimo del s. XVI, 181 r° ; Correas, p. 470 a. (348) Alonso, p. .208 a.

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su etimología arabe (349), son nombres parlantes para el oído español. La paronimia parcial se combina con la disposición en quiasmo para entretejer un juego verbal evocador del ero'tico, ma's arriba aclarado, que se refuerza con los motivos analizables en la base. Ajo y mazo, en efecto, son rasgos iconicos domésticos que se inscriben en ambos nombres con un contenido ero'tico, pues se cruzan en majar 'joder' y se refuerzan en la expresión proverbial majar un ajo 'id. ' : "Marikita, maxemos un axo, tú kara arriba, io kara abaxo" (350). Desde esta perspectiva, Haxa es la mujer maligna que sabe cómo sacar partido d© el zote 'hombre falo' Mazóte / mazo. 9) Loca y generosa en apariencia, pero glotona y lujuriosa de hecho, esta figura tiene ya en el refranero de Santillana la aposición integrada definitoria, Haxa la enlodada : "Haxa la enlodada, ni biuda ni casada" (351). El personaje no esta' localizado explícitamente, pero el nombre es de por sí una llamada a la condición morisca e incluso, apurando mucho, lo de viuda haría pensar en la primera esposa de Mahoma. Aun así el enunciado resulta bastante sibilino y so'lo en el contexto de la época parece tener sentido : si no es viuda ni casada, y siendo mora difícilmente sera' monja, sólo podra ser moza para todo por el estilo de la Aldonza posterior. Esa era seguramente la funcio'n que los caballeros de la frontera asignaban a las musulmanas andalusíes, entre ellas Haxa, que la glosa de Correas supone visitada por el Duque de Medina Sidonia "¿ Kién komo Haxa, ke la va a ver el Duke ?" (352). Y eso a pesar del anatema que lanzaban contra estas moras los CcLiicgoi de V. Sancho, al quedar igualado su amor con el mismo pecado de la bestialidad : "El moro non es sinon un perro, e la mora una perra ; e quien peca con mora por complir su voluntad, es tanto como si pecase con una perra o con bestia, pues non han ley nin creencia derecha, nin limpieza esencial" (353). 10) Haxa la enlodada es una designación denigrante de la condición musulmana, personificando lo que en ésta se opone a la cristiana. De tal modo que la atribución integrada es equivalente referencial de 'la mujer sucia 1 , híbrida en su fe ; mas ya no la

(349) Para Mazóte, del ár. Mas°üd, ver E. García Go'mez, o. c , p. 244, n. 17. (350) Correas, pp. 526 a -527 b. (351) O'Kane, p. 128 a. (352) Correas, p. 107 a. (353) Escritores

en prosa anteriores

al s. XV', p . 136 b.

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perra infiel, sino cambiado el atributo : la marrana o morisca recién y mal convertida al cristianismo, y por ello conducida a la hoguera. El ludismo sádico del refranero se complace en ver programado ese destino en él formante nominal Haxa / hacha : "¿ Kién komo Haxa, ke la llevan a misa kon hacha ?" (354). Y sin embargo Haxa sigue así una trayectoria gemela en todo a la de la evangélica Marta, condenada como ésta a ser designación diabólica en '"Aisa Laabo, la bruja malvada en Marruecos (355). En ambos casos está clara la inversión del contenido etimológico y el relato modélico de los respectivos contextos culturales. 11) En cambio, no parece que sea ése el principio operante en Juana, sino que el nombre llega a personificar a 'la mujer activa' en la esfera doméstica y sexual por polarización en sentido contrario de la referencia del sexo en Juan. En efecto, si éste al ser poco eficaz en su condición masculina, quedará asimilado a la necedad y mansedumbre del marido cornudo, la mujer situada en la misma dimensión, no por menos femenina será menos activa y dominante (356). El mecanismo sale reforzado por el afíadido del sobrenombre para formar la personificación definida Juana Martín 'la mujer atrevida1 en la Svm^ina. de Torres Naharro : 60¿t, XZvAa : Tamb¿ín T ya, ya, ya, Juana Martín.

(357)

La condición belicosa deriva naturalmente del motivo mitológico adherido a Martín, que genera otras personificaciones en el refranero antiguo : 'la mujer dominante' de la relación Mari Martín / poyo y 'la mujer quejosa sin motivo', antecedente de María la Lista en los cuentos folklóricos, en Santillana : "Nos con daño, y Mari Martín con querella" (358). 12! El nombre de base está determinado por una aposición integrada en Juanilla la Pelotera, evocada como personaje de canción en la Jacinta del dramaturgo citado : Qfiando canté con G>i¿go>U.o

(354) Correas, p. 407 a. (355) E. García Gómez, ob. cit., p. 245. (356) Molho, pp. 178-179. (357) Joseph E. Gillet, "Propalladia" and the other Works of Torpes Naharro, vol. 3, Pennsylvania, Br-yn Mawr, 1943-1961, p. 888. (358) O'Kane, p. 198 a.

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Juanillo, la pnlotzna. (359) A primera vista se trata del nombre de 'la devanadora', dentro del trabajo del tejido con el que Juana se relaciona en varios refranes de la época clásica y en el que Juanilla no pasa del grado de aprendiz : "Xuanilla, ke no ponéis tela, nunka vos buena texedera" (360). Sin embargo en el mismo refranero clásico se especifica su caracterización' en otro sentido, respecto a la variante Juanica : "Iuanica la pelotera, casarás y amansarás y andarás queda" (361). La glosa de Mal Lara no dilucida la identidad del personaje, lo que tampoco es de gran importancia tratándose de quien se trata : otra Juana Martín, la moza brava, por el estilo de la del Conde, lucanoí, cuya mansedumbre será un hecho cuando tenga que apencar con el peso de la familia. Ahora bien, las llamadas de pelo/pelota/pelotero no se agotan en la naturaleza pendenciera de las mujeres, que se tiran del pelo al decir de Covarrubias. 13) Siendo el pelo evocación de la lozanía íntima de la mujer según se vio más arriba, en Juanilla la Pelotera se describe la naturaleza peluda o velluda, de igual modo que en la AldonzaLozana (363). El vigor irracional del sexo se véhicula adecuadamente a través del rasgo animalesco de la lana : "Xuana, ¿ en lo tuio tienes lana ? — L a n a i vellozino, mas no para vos, hodido" (364) ; "Vente acá Juana y carmenarte an la lana" (365). Es ma's, a esta deslenguada Juana se le hacen proposiciones claramente deshonestas en varios dialogismos proverbiales y se le supone una virginidad muy efímera : "No criaras, Juana, te juro, telarañas en lo tuyo" (366) ; "Como el merengue de Juana que se fue en probaturas" (367), refrán equivalente al de Justilla / virgo. Sobre esta base, Juanilla la Pelotera es definición nominal de 'la moza lozana 1 , quiza' pelota

(359) J.E. Gillet, ob. cit., p. 588. (350) Correas, p. 304 a. (361) Valles, s. v. Iuanïca ; Nunez, 60 v" a ; Horozco, 48 r° ; Mal Lara, vol. 1, pp. 126, 139, vol. 2, pp. 80-81 ; Correas, p. 304 a. (362) Covarrubias, s. v. pelotero, p. 860 b. (363) Allaigre, pp. 270-275. (364) Correas, p. 304 a ; con ligera variante en Horozco, 46 v°. (365) Horozco, 233 v°. (366) Horozco, 113 r°. (367) Escribano, p. 61. Este refra'n sin eufemismo se ha oído hace poco en Casillas de Flores (Salamanca).

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FIGURILLAS POPULARES DEL REFRANERO ANTIGUO

'mujer de la mancebía' (368) y en todo caso impaciente por perder el estorbo de la virginidad. 14) El nombre de María, llevado por la madre de Jesucristo y la hermana de Lázaro y Marta, entre otros personajes evangélicos, es sin duda el ma's proverbializado, convertido en marca femenina de cristiandad, aunque no por ello al abrigo de la nivelación inversora. Al poder mediador que la devoción mariana atribuía a la Virgen se añadirían las creencias en poderes mágicos, heredados probablemente de su homónima la hermana de Moisés (369), de tal modo que hasta las parturientas judías la invocaban, si bien se apresuraban a conjurar su recuerdo en cuanto libraban el mal paso al decir del lÁAante :

Vo no quehMÁJi que hLzieie como hazen lu jud-íai, que quando quie*ien paAÁK y tienen doloiu de panto ¿¿aman a la V¿igen UatÁa, e de¿pai& que han pacido e ion {ueAa del peU&Ko, toman unai açalej'ai e van pon todoi ¿OÍ fUnconei de la caía e dizen : "fuena, {¡uexa, Ua/ua, de ana de la judta". 1370) Este es el primer desvío referencial en la trayectoria del nombre, pues el recuerdo de 'la virgen parida' cede ante la imagen de 'la parida olvidadiza 1 , proverbializada en Espinosa, en quien se registra la hipercaracterización Hariparida : "Parió' María y olvidosele", "A la prueba, Mariparida" (371). 15) Aunque de un modo incomprensible se ha considerado tabú este nombre en el uso social (372), debía de ser frecuentemente llevado entre gente de todas las capas sociales, pues en el Corbacho se le atribuye el mismo valor progenérico que a Pedro y otras formas (373), según se confirma también en el refranero antiguo. En efecto, en concordancia con la etimología hebrea de Haría 'señora 1 , representa el principio de autoridad femenina en la relación María / casa, función de la que es trasunto su apariencia externa en María / faldas y e&n respecto a la que cumple en María / hilar y falla en

(368) Alonso, p. 598 b. (369) Corominas., s. v. Maria. (370) Joanot Martorell y Martí Joan de Galba, Tirante el Blanco, III, 20, ed. Martín de Riquer, vol. 2, Madrid, Espasa-Calpe, 1974, p. 193. (371) Espinosa, pp. 181 y 153. (372) Albert Dauzat, Les noms de personne. Origine et évolution, Paris, 1925, pp. 37 y 45. (373) Corbacho, I, 18, p. 82.

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Ángel IGLESIAS O V E J E R O

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María / pobre. Son refranes analizados más arriba en los que la imagen de la mujer llega a fundirse de tal modo con María, que la inversion de la referencia al sexo genera Maricón 'el afeminado', cobarde en la Sz/ia^ina de Torres Naharro : "Lo tienen por maricón" (3 74). Es sin duda un antecedente claro de Marica 'id.' , forma que recientemente se ha relacionado con un término marginal del griego (375), aunque para el caso basta la inversión de la referencia formal al sexo para sugerir lo que supone trastrueque de funciones en la relación erótica. 16) La forma Mari, recortada delante de los sobrenombres, constituyó la base de gran cantidad de compuestos personificantes, Mari Martín, Marimenga y otros, entre los que se cuenta ya en el siglo XV Mariposa, probable personificacio'n infantil de un insecto lepidóptero (376). En la mitología popular las determinaciones más antiguas resaltan los rasgos emblemáticos del color : Mariblanca, Maricastaña, Mariparda. El primero, aunque no se halla en relatos antiguos de corte popular, es nombre de prostituta en la CaAaj-icùme

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