Haz, Señor, que el fuego que Tú eres nos transforme y haga de cada uno de nosotros una brasa ardiente. os has enseñado las maravillas de tu Sabiduría, nos has comunicado la llama de tu amor.
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uestra vida ha de ser la de Cristo, uestra irradiación la de su Caridad. Comunicaremos, en nuestro entorno, el calor que recibimos, y llegaremos a transformar a quienes nos rodean bajo la acción del Espíritu Santo. Por nosotros mismos no somos nada. En el humilde reconocimiento de nuestra debilidad, seremos fuertes y poderosos, brasas ardientes inflamándolo todo a su contacto, generadores del
Etienne Pernet y Marie-Antoinette Fage
fundadores
Amor de Dios. Padre Etienne Pernet 1824—1899
de las Hermanitas de la Asunción
Señor, me pongo en tus manos, para tu gloria y la salvación de los pobres y los pequeños. Manifiéstame lo que debo ver, Inspírame lo que debo decir, Sostenme en todo lo que debo hacer. Etienne Pernet
Señor, muéstrame a los pobres y correré hacia ellos Con un corazón verdaderamente fraterno. Ayuda, Señor mi buena voluntad, Suple mi inexperiencia, Enséñame a ser: Respetuosa, delicada y discreta en su dolor. Antoinette Fage
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Una pasión común : Dios y los pobres
Para más información www.assomption-psa.org Casa Madre de las Hermanitas de la Asunción 57, rue violet—75015 PARÍS FRANCIA
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Hermanitas de la Asunción Carrera 9 Nº4-31 Sur Barrio Nariño Sur SANTA FE DE BOGOTA COLOMBIA
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oviciado latinoamericano Apartado 718 LIMA 100 PERU
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istorias asombrosas las de Etienne Pernet, un campesino del este de Francia y Antoinette Fage, obrera de París, ambos de la segunda mitad del siglo XIX. Lo que tienen en común: una búsqueda ardiente de la voluntad de Dios, un corazón abierto al sufrimiento humano y espiritual de los jóvenes, un amor a las familias obreras marcadas por el “mal de la sociedad” debido a la industrialización. El fruto del encuentro de este hombre y de esta mujer: el nacimiento de la Congregación de las Hermanitas de la Asunción. Los dos viven la pasión por el Reino de Dios: Etienne Pernet, religioso Agustino de la Asunción, intuye que para la misión al servicio de la evangelización en las familias obreras, es necesario “una mujer y una mujer religiosa”. Antoinette, mujer de una fe viva, se compromete con todas sus fuerzas y despliega todas sus cualidades de inteligencia y corazón en la organización que dará cuerpo al carisma de Etienne Pernet y lo transmite a las primeras Hermanitas. Los dos, en su complementariedad, están a la escucha del Espíritu para responder a las llamadas apostólicas que perciben. Hoy, en el contexto del siglo XXI, apasionadas por el Evangelio, impulsadas por la urgencia de anunciar la Buena Nueva de Jesucristo, las Hermanitas de la Asunción, desde la herencia recibida, están llamadas a vivir una fidelidad creadora. Según los contextos de los diferentes países, trabajan con otros en acciones diversificadas al servicio de las familias obreras, de las personas excluidas de la sociedad y los inmigrantes. Su acción está marcada por la preocupación por la Paz, la Justicia, el respeto a la Creación. Compartir el carisma con los laicos y la internacionalidad son acentos fuertes a fin de “rehacer un Pueblo para Dios” más allá de las fronteras. Marie-Claude Prat Hermanita de la Asunción Venga Tu Reino
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"Estamos
impacientes por ver reunidos en Jesucristo,
Señor del mundo y de la historia, a todas las naciones y a todos los pueblos en la única familia de Dios." (R.V. 149)
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permanecen comprometidas a través de profesiones sociales, salud, educación, acción pastoral,.... Desde la fundación, el Padre Pernet y la Madre María de Jesús experimentaron el respeto hacia las familias pobres y la preocupación por la justicia. Según la invitación del Concilio Vaticano II, la acción de las Hermanitas está marcada por el compromiso por la Paz, la Justicia, la Integridad de la Creación, bajo formas diversas, (ayuda a refugiados, campañas contra el hambre, economía solidaria etc....) a menudo según las necesidades y en colaboración con otras personas u organizaciones. Las nuevas fundaciones en RDC-Kinshasa, Filipinas, Madagascar, reclaman otras realizaciones, en el campo de la sanidad (centros de salud o de seguimiento nutricional), educación de niños (escuela maternal, apoyo escolar...) y formación de las mujeres en situación precaria de cara a la calidad de vida de sus familias y para poder acceder al mundo del trabajo.... Todo aquello que pueda contribuir a mejorar la vida, forma parte de la misión de las Hermanitas. El Carisma del Padre Pernet es hoy un carisma vivo. La ruta continúa, llena de vida y de esperanza sea cual sea el futuro siempre imprevisible.
PROCURAR LA GLORIA DE DIOS POR LA SALVACIÓ DE LOS POBRES Y DE LOS PEQUEÑOS
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ETIENNE PERNET Y ANTOINETTE FAGE
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as vidas entrecruzadas de estas dos personas nacidas en el mismo año 1824: Etienne el 23 de julio en el Franco Condado, y Antoinette el 7 de noviembre en París, nos muestran cómo, en el misterio de su encuentro, algo grande y duradero ha podido nacer. Contraste de recorridos Etienne creció en una aldea, Vellexon, en el seno de una familia numerosa y cristiana. Antoinette, procedía de una familia parisina de escasos recursos económicos. Huérfana a los 13 años, parece que tuvo una formación religiosa pobre. Los caminos de la vocación de Etienne Pernet y de Antoinette Fage también son muy distintos. Para Etienne la llamada fue temprana, desde los años de la catequesis infantil hasta entrar en el Seminario. Mientras que Antoinette, entregada por naturaleza a los demás con generosa dedicación, parece no haberse planteado la orientación de su vida hasta los 40 años.
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Y sin embargo...
¿Y AHORA?
A los 14 años Etienne quedó huérfano de padre a consecuencia de una enfermedad fulminante. Etienne era el mayor de cinco hermanos y su familia vio amenazado su sustento. Él hubiera podido ayudar a su madre trabajando. Pero ella, por su fe y generosidad, le animó a empezar su formación para el sacerdocio. A pesar de los esfuerzos de Etienne por ayudar a su madre, nada impidió que la familia empezara un implacable proceso de empobrecimiento. Antoinette, huérfana a los 13 años, y recogida por una familia amiga, se independizó en cuanto pudo y vivió de su trabajo como costurera, poco remunerado, hasta que a la edad de 36 años, se le propuso un puesto de Directora de un Orfanato. Al principio estuvo muy contenta, sin embargo en ese empleo no permaneció más que cuatro años, ya que surgieron dificultades entre ella y las fundadoras del Orfanato que la obligaron a dejarlas. El afecto hacia las jóvenes permanecería toda su vida. Fue entonces cuando… Encontramos a Etienne en el camino que siguió, a decir verdad, con bastantes dificultades. Casi al final de sus estudios en el Seminario, a los 20 años lo dejó, y volvió en un primer momento a casa de su madre. Muchacho sensible y consciente de sus límites, pensó no poder asumir las responsabilidades del sacerdocio. Pero guardó, clavado en el corazón, el deseo de darse a Dios y a los demás. ¿Cómo realizarlo? No lo sabía. Mientras esperaba tenía que trabajar. Lo hizo primero en su región. Después fue a París, donde vivió un largo tiempo de búsqueda de su vocación, expresando su deseo:
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Podemos decir que los Fundadores de las Hermanitas fueron precursores? Sin duda, ya que hay Hermanitas que continúan ejerciendo la profesión de Trabajadoras familiares, desde principios del siglo XX hay Asociaciones que se adjudicaron su misma acción consiguiendo cobertura legal para esta actividad. Por otra parte, la Fraternidad continúa como tal en varios países. Madre María de Jesús y el Padre Pernet, habiendo cumplido su misión de Fundadores, alcanzaron la Casa del Padre respectivamente el 18 de septiembre de 1883 y el 3 de abril de 1899. La Iglesia ha reconocido la calidad del recorrido espiritual y de la obra fundada por el Padre Pernet reconociéndolo Venerable el 14 de mayo de 1983. La pequeña semilla evangélica echada en tierra había germinado hasta convertirse en un árbol vigoroso y fecundo puesto que las Hermanitas se expandieron rápidamente, primero en Francia después en otros países. A la muerte del Padre Pernet existían 29 comunidades agrupando trescientas treinta y siete Hermanas. Luego las Hermanitas se implantaron en los cinco continentes. La actividad apostólica de las Hermanitas se realizó en un principio a través del apoyo a la familia obrera con una presencia en su domicilio. Los múltiples cambios de la sociedad, sobre todo a partir de la Segunda Guerra mundial, estimularon su creatividad. Fieles a la gracia de origen,
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" Dios mío, ¿qué quieres que haga? " La respuesta le fue dada por intermediarios. Un sacerdote con el que solía hablar, descubrió en él una vocación sacerdotal en un instituto religioso, lo envió a la Madre María Eugenia de Jesús, fundadora de las Religiosas de la Asunción. Ésta le hizo conocer al Padre d’Alzon, que estaba a punto de fundar a los Agustinos de la Asunción en Nîmes, dedicados en un principio, a la enseñanza. Etienne entró pronto en el Noviciado y profesó en Navidad de 1850 y durante varios años trabajó en la enseñanza. Pero he aquí que un día los Padres abrieron un Patronato para niños de familias obreras. Se lo
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confiaron a Etienne, que ante tanto desamparo y miseria recibió un verdadero choque: esta miseria, dirá, no la conocía apenas ni de nombre. Como una flecha le atravesó una intuición: había que hacer algo, pero ¿qué, cómo, con quién? Etienne supo esperar, dejarlo madurar, orar mucho tiempo, en Nîmes, después en París en la pastoral de acogida y escucha que realizaba. Será en este lugar imprevisible donde se le revelará su misión. Durante ese tiempo ¿Cómo vivía Antoinette? También ella esperaba, aconsejada por religiosos que la apoyaban humana y espiritualmente. También ella quería entregar su vida a Dios, pero en un proyecto personal preciso: vivir sola, libre, y ocuparse de chicas pobres. Siempre había vivido así, rodeada de jóvenes. En su generosidad hacia ellas, dominaba la desmesura y le hacía mucha falta el lenguaje enérgico de su acompañante para volverla a la razón, pues ella hubiera dejado en su entrega su salud y su equilibrio. Añadamos que no se sentía atraída, en absoluto, por la vida religiosa… Uno de los primeros días de mayo de 1864 fue a verla un sacerdote: era Etienne, entonces ya Padre Pernet, que venía a pedirle ayuda para una persona de su entorno. ¿Cómo calificar este primer encuentro? Únicamente podemos pensar que, en silencio, el Espíritu Santo pasó entre el Padre Pernet y Antoinette, apoyado en su común pasión por Dios y los pobres. Supieron, en ese instante, que sus vidas se iban a entrecruzar, incluso si los detalles del “cómo” estaban aún por definir. Etienne había buscado y esperado, y Antoinette empezó por resistirse a esa llamada. ¿Y después?
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EN LA FIDELIDAD A LO REAL, UNA APERTURA
¿Después? Aún esperó durante un año, orando, dialogando con Antoinette, preparándola poco a poco a una misión que ella ignoraba todavía. En mayo de 1865, le pidió que le ayudara a realizar la obra que acababa de emprender: ayudar a las familias obreras sometidas a un duro trabajo, y a menudo viviendo en
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n el punto de arranque de la Fundación de los Padres de la Asunción, existía el proyecto misionero de reunir las diferentes clases sociales. El Padre Pernet había recibido esta idea en su formación, por esto de forma natural y por convicción esta idea tomó cuerpo bajo diferentes formas en la Congregación que él fundó.
En 1876, las Hermanitas, sobrecargadas de trabajo, pidieron a algunas señoras de la alta sociedad que las ayudasen: iban a las familias y trabajaban con las Hermanitas, con una entrega total de sí mismas. Más tarde, en 1881, el Padre Pernet y las Hermanitas tuvieron que responder a una pregunta: ¿Después del paso de las Hermanitas en las familias, qué quedaba de su acción evangelizadora? Los Fundadores hallaron una respuesta, audaz para esa época, proponiendo grupos. Los hombres primero, después sus esposas empezaron a reunirse regularmente para compartir su vida, orar juntos, recibir una formación adaptada. Esto fue la creación de las Fraternidades de la Asunción. En este principio del siglo XXI, todavía existen, bajo una forma renovada, respondiendo a la necesidad de vivir, laicos y religiosas, una misma espiritualidad.
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condiciones muy precarias. El proyecto intuido en Nîmes, en el barrio pobre del “Enclos Rey”, le había dado alas, ahora su vida tenía sentido, y había encontrado su lugar en el proyecto de la Asunción. Muy motivado, había percibido las capacidades de Antoinette: Dios había puesto en su camino a la colaboradora que necesitaba. Obsesionado por la miseria de estas familias, no había cesado de buscar qué respuesta inventar para este mal que calificó inmediatamente de “mal del obrero.” Utópico, no buscaba
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sólo responder a la situación de algunas familias, sino que percibía que realmente se trataba de un mal general de la sociedad. Mal moral y espiritual también, ya que llegadas de ambientes rurales, sumergidas en el anonimato de las grandes ciudades perdían rápidamente sus costumbres cristianas. Realista, el Padre Pernet sabía que sólo mujeres cualificadas podían llevar a buen término esta acción, pues se trataba de dar respuesta a las necesidades de madres de familia y de niños. Mujeres religiosas, llamadas a cuidar enfermos a domicilio, pero también y sobre todo a “rehacer un pueblo para Dios”, dirá él. Este pueblo, que a pesar de los esfuerzos de católicos socialistas se alejaba inexorablemente de la Iglesia.
Si vivís con Nuestro Señor, os identificaréis con Él, terminaréis por pensar, actuar, amar, como Él. Él os comunicará su vida. Etienne Pernet
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Vida comunitaria no exenta de conflictos inherentes a la condición humana, pero atravesados por el amor que en Jesús triunfa del mal y del pecado. "En esto conocerán que sois mis discípulos, en el amor que os tengáis los unos a los otros." (Jn. 13, 3)
Antoinette había entrado en la vida del Padre Pernet. Esta mujer ya de cuarenta años, tan apasionada como delicada de salud, profundamente creyente y Terciaria Dominica, se sentía a gusto acompañando a jóvenes. Y he aquí que Etienne le pide que asuma la responsabilidad de la obra: había motivos para quejarse y así lo hizo.
Recuperar el pueblo para Dios! Fue en el instante del encuentro de ambos cuando se puso en juego el futuro de estos dos seres, y se decidía la fundación de la Congregación de las Hermanitas de la Asunción. Si la intuición del Padre Pernet fue el origen, la respuesta de Antoinette, a la petición inesperada que se le hizo, fue determinante. Antoinette no confesó nunca qué pasó por ella en aquel instante en que, antes de dar una respuesta al Padre Pernet, vivió un discernimiento que la llevó a una libre decisión. Ante lo desconocido, obedeció, pero entendamos bien este término en lo que significa realmente: Obedecer es escuchar. Esta aventura ella la vivió a la manera de Dios; escuchando la realidad y las personas que se cruzaron en su camino.
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Una noche, habiendo dejado el Orfanato se presentó ante el Padre Pernet: “Aquí estoy, Padre. Todo ha terminado. Ya no vuelvo más.” Todo había terminado en su trabajo precedente, decía, y todo podía comenzar. Todo, es decir la puesta en marcha de lo que, en los inicios, se llamaba modestamente “la pequeña obra”, original y atípica para la mentalidad de esa mitad del siglo XIX.
La Congregación de las Hermanitas de la Asunción se basa sobre Etienne Pernet y Antoinette Fage, cautivados por Jesucristo y el amor a los pobres.
UNA OPCIÓN DE VIDA COMUNITARIA
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na vida religiosa no puede ser solitaria, y desde el principio las Hermanitas vivieron en comunidad, según la Regla de San Agustín, escogida por el Padre d’Alzon para su Orden. Empieza a sí: "Ante todo, vivid unánimes en casa, teniendo una sola alma y un sólo corazón vueltos hacia Dios. ¿o es ésta la razón por la que os habéis reunido?" Regla de San Agustín, nº 2
Para las Hermanitas, la unanimidad del estar reunidas en el amor se traduce paradójicamente por una salida fuera de la casa para ir a los otros, estos verbos son constantes en el vocabulario del Padre Pernet. Las Hermanitas en su misión se sitúan en medio de “los pequeños” de la sociedad. En ellos encuentran al Cristo vivo, que ha salido del Padre, como Él dice tan a menudo. "He salido del Padre y he venido al mundo. " Jn. 16, 28 Juntas, con la fuerza de una vida comunitaria sostenida por la oración, reciben el envío.
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"uestra misión, nuestra vida fraterna y la Eucaristía están estrechamente unidas." (R.V. n°11) Y en el centro de la vida Trinitaria, la misión, la Eucaristía y la vida fraterna en comunidad son facetas de un único misterio.
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EL FRESCOR DE LOS INICIOS
UN CARISMA ORIGINAL
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undadas en una época determinada con un objetivo concreto, las Hermanitas de la Asunción siguieron su camino con la intención apostólica del Padre Pernet que permaneció intacta en ellas a lo largo de los años:
Jesús decía:”El Reino de los cielos es semejante a un hombre que echó la semilla en la tierra, ya duerma, ya se levante, de noche y de día la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo.” (Mc 4,26-27)
" Procurar la Gloria de Dios para la Salvación de los pobres y de los pequeños. "
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a historia de las Hermanitas puede iluminarse a la luz de esta palabra de Jesús. De esta pequeña semilla echada en tierra por dos personas apasionadas por la salvación de los pobres, nació una Congregación bien específica. Nunca ha tenido Instituciones importantes, hospitales o escuelas. Enviadas al corazón mismo de la humanidad, las primeras enfermeras descubrieron ahí su identidad y su misión. Al principio se trataba de un pequeño grupo de mujeres jóvenes que habían aceptado vivir este proyecto del Padre Pernet. Concretamente, iban al domicilio de las familias obreras cuando les aquejaba la enfermedad proponiendo múltiples servicios: cuidado de los enfermos, de los niños, atender la casa. Todo gratuitamente, vista la pobreza de las familias y la inexistencia de medidas sociales. Pero para el Padre Pernet y Antoinette Fage, se trataba ante todo de llevar a cabo la justicia debida a los pobres, especialmente amados del Señor.
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El motor de su acción es la unión a Cristo Servidor y Salvador entregando su vida por amor a la Humanidad. Este envío a los pobres no puede vivirse más que en profunda unión con Cristo, pues es en el rostro de los pobres que está calcada su Faz. El Padre Pernet usa palabras sencillas y fuertes respecto a esto: "o ceso de deciros que miréis a uestro Señor, que os identifiquéis con vuestro modelo porque se adoptan fácilmente las costumbres de las personas con las que se convive. " (7/06/1888) Vivir con Cristo, es amar como Él con un amor que le condujo a la Cruz, ofreciendo su vida, incorporando a Él a todos los hombres, hasta el último los más humildes. La espiritualidad Cristocéntrica de las Hermanitas las sitúa, siguiendo a sus Fundadores, en el corazón mismo del misterio de la Eucaristía.
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El papel de acompañante y formador espiritual recayó sobre el Padre Pernet que había recibido una buena formación teológica y bíblica. Las Hermanitas se beneficiaron de ello, tanto individual como colectivamente, algo muy necesario para su tipo de compromiso. ¿Y Madre María de Jesús? ¿Podemos pensar que vivía a la sombra del Padre Pernet? Eso sería no tener en cuenta su gran personalidad. Rápidamente supo tener iniciativa, posicionarse ante él, no dudando en expresar su pensamiento cuando lo juzgaba necesario; la correspondencia entre ellos es de una gran profundidad en estos temas. En sus relaciones con las Hermanas y las familias, lo mejor de ella se acrecentaba: capacidad de escucha, de discernimiento, de organización, firmeza aliada con ternura…
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Inútil insistir sobre la originalidad de este tipo de acción. La “caridad” en esa época consistía, sobre todo, en ir a las familias a llevarles limosnas. El objetivo del Padre Pernet y de Antoinette Fage, en primer término humano, era también y sobre todo apostólico: Anunciar a Jesucristo, Servidor y Salvador de toda la Humanidad, a este mundo obrero que ya no le reconocía.
Parisina, Antoinette, a pesar de todas las pruebas sufridas, era viva, dinámica, alegre, llena de iniciativa y de sentido práctico. Juntos, responsables de la pequeña obra que se desarrolló rápidamente ¿Cómo se situaban en la relación mutua? Un año después de la muerte de Madre Marie de Jesús, el Padre Pernet dijo estas palabras:
"Después de veinte años de estar unidos con vuestra Madre no ha habido jamás el menor desacuerdo entre nosotros: hemos sido siempre uno." (16/09/1884) Desde el principio hubo una gran confianza entre ellos. Estaban unidos por un proyecto común: llevar a buen término lo que habían decidido juntos, incluso si para Antoinette había representado un salto a lo desconocido. Con naturalidad se repartieron las responsabilidades al servicio de la Congregación.
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EN LA RADICALIDAD
DIFERENTES Y COMPLEMENTARIOS
"¿Qué te falta para alcanzar la vida eterna? Dice Jesús al hombre rico. Una sola cosa: vende lo que tienes; dalo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; después ven, y sígueme." (Mc 10,21)
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emos al Padre Pernet y Antoinette, que había tomado el nombre de Madre María de Jesús embarcados en una misma tarea. Tenían en común su fragilidad: Antoinette superó una grave prueba, y el Padre Pernet acababa de salir de un largo periodo de ansiosa búsqueda de su vocación. ¡Verlos a los dos ponerse en acción con audacia, fue sorprendente para todos! Ellos tenían sobre todo en común una fe viva y una firme decisión de servir a Jesucristo y a los pobres. A decir verdad, sólo a partir de entonces el Padre Pernet veía con claridad el cumplimiento de su intuición, hecho realidad gracias a su encuentro con Antoinette Fage. Se dice a menudo que los extremos se atraen. Los orígenes y los temperamentos del Padre Pernet y de Antoinette eran diametralmente opuestos. Él, procedente del campo, era un hombre sensato, lento, que se tomaba el tiempo para reflexionar aún siendo capaz de ser audaz.
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l 17 de julio de 1865, Antoinette Fage se unía al primer grupo de enfermeras en un barrio popular de París. Empezaba entonces para ellas un largo periodo de incertidumbre en cuanto a su vida material, experimentaron momentos difíciles. Su fe unida al amor de Dios en la persona de los pobres les permitió resistir, fortalecidas por el reconocimiento de las familias que recibían sus cuidados. Cuando uno se lanza a una acción tan original como radical, hay que contar con las incomprensiones. Éstas no faltaron: las enfermeras tropezaron con numerosas críticas que procedían de personas que las querían desanimar. Pero ellas resistieron contra viento y marea, y la pequeña obra conservó la serenidad, apoyada en la firmeza de los Fundadores y en la certeza de que era querida por Dios, como dirá más tarde el Padre Pernet. Los enfermos pobres y sus familias conocieron muy pronto la dirección del domicilio de las Hermanitas, y enseguida muchos de ellos fueron a llamar a su puerta.
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Igualmente, poco después de la Fundación se unieron a las Hermanitas otras jóvenes, más numerosas de año en año. A la juventud le atrae la radicalidad. La vida religiosa propuesta por el Padre Pernet era exigente, era la alianza entre contemplación y acción en un servicio humilde y concreto habitado por la ternura de Cristo. El Padre Pernet decía:
"Pocas palabras, muchos actos. Los sermones cansan, las delicadezas y las atenciones de una caridad discreta atraen y ganan los corazones." (13/11/1890)
En 1865, el grupo de Hermanitas llegó a la calle Violet, futura Casa Madre.
La Congregación en ese momento alcanzó la velocidad de crucero. Como la semilla de la que habla Jesús, va a desarrollarse al correr de los años, “no se sabe cómo.”
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