LOS LIMITES DEL NARRADOR

LISA BLOCK DE BEHAR ¡ LOS LIMITES DEL NARRADOR 1 (Un estudio sobre Felisberto Hernández) Estratto da: "Studi di letteratura ispano-ameticana" n.

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LISA BLOCK DE BEHAR

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LOS LIMITES DEL NARRADOR

1

(Un estudio sobre Felisberto Hernández)

Estratto da: "Studi di letteratura ispano-ameticana" n. 13~4, 1983 ·

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CISALPINO - GOLIARDICA MILANO

LOS LIMITES DEL NARRADOR (Un estudio sobre Felisberto Hernández)

Les surfaces et les volumes sont en réalité indépendants des noms d'objets que notres mémoire leur impose qua~d noús les avons reconnus. Elstir tiichait d'arrecher

a ce qu'il venait de sentir ce qu'il sa-

vait; son effort avait souven t été de dissoudre cet agrégat de raisonnement que nous appelons vision. M. Proust, De coté de Guermantes.

Un problema de límites: el narrador que se expone La índole confesional del discurso ya no constituye ninguna letra de crédito que asegure la mayor confianza del lector contemporáneo en la sinceridad del narrador. No es necesario anotar las numerosas narraciones en las que la rccurrcncia a la la persona indica un subterfugio más con el que se cumple "the willing suspcnsion of disbelicf", actitud que reconocía Coleridge como una de las condiciones indispensables para el establecimiento del pacto literario. Un hablante autor(-z'zado) se hace responsable de la verdad de la ficción; un oyente, un lector, se presta fielmente a creer en ella. La famo sa afirmación de Epiménides - o las renovadas variantes posteriores -- consigna aforísticamente la paradoja del "Yo miento", traba lógica de donde podría partir la contradictoria especie poética. El autor que utiliza un narrador en la persona simula asumir, por identificación pronominal deliberada, una responsabilidad-del discurso que confunde los límites de la ficción, ext end iéndola, desbordándola. En "La forma de la espada" 1 , el narrador que se llama Borges, cuenta 1

j. L. Borges, Ficciones, Obras Completas, Buenos Aires 1974.

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en ¡a pers. el encuentro con "el Inglés", a quien cede la palabra ("su nombre verdadero no importa"), otro narrador, también en ¡a persona. El ejemplo es representativo: Un narrador miente, dos na11radores mienten más. Es parte de la "con-fabulación" narrativa donde es necesario ocultar para descubrir, mentir para decir la verdad. Los recursos de sz'nceridad que emplea el narrador de Felisberto Hernández procuran ser más convincentes y es en este intento que se plantea un primer problema de límites. (En un trabajo anterior: "Los cordones de la comunicación estética" 2 se había propuesto el nombre de cordones para aquellos elementos intermediadores que limitan y distinguen las condiciones dialécticas de autonomía y recíproca dependencia entre el universo artístico - en tanto que artificial y sobre todo virtual - y el universo espectativo: la realidad-rivalidad en que esa comunicación se produce. Se planteaba como un problema de límites, de competencia entre el texto y la lectura, entre el discurso y el silencio). El narrador que se expone, se arriesga. Entre el comentario y la acción, entre la biografía y la literatura, ya su condición es incierta pero, además, es sobre esa incertidumbre que la n arración progresa. Dejando de lado el expediente autobiográfico, es decir, las numerosas coincidencias entre su historia p ersonal y la histon·a 3 , que no pueden sorprender en tanto "no hay novela que no sea autobiográfica, si en la vida de un hombre incluimos sus sueños y pesadillas" 4 , se observan algunos operadores de narración 3 que afectan el discurso 3 • En Por los tiempos de Clemente Colling 5 , por ejemplo, el narrador no disimula sondeos y gestiones, los titubeos iniciales; al contrario, realiza una exhibición de "las inevitables dificultades del comienzo". En este cuento se describen problemáticamente las vacilaci.o nes de un ~ablante que empieza por decir que no sabe y sigue insistendo sobre 2

Colloque d e Sémiologie du Spectacle. Université de Bruxelles, Abril 1981, Publicación de la Revista "Degrés", Bruselas. 3 El término traduce el nivel correspondiente a fr. Histoire con que Gérard Genette d esigna el significado o el contenido narrativo, en oposición a fr. Récit: el significante, enunciado, discurso o texto narrativo y fr. Narration: el acto narrativo Productor. El conjunto de la situación real o ficticia en la que el acto narrativo tiene lugar. De Gérard Genette, Figures III, París 1972. 4 E. Sábato, El escritor y sus fantasmas, Buenos Aires 1967. 5 Narración con la que se inicia el primer tomo de las Obras Completas (Arca/ Calicanto), Montevideo 1981, según un criterio editorial no estrictamente cronológico que explica José Pedro Díaz en la Introducción.

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su ignorancia, que se demora en un exordio desconectado aparentemente de la integridad textual, por medio de preámbulos, de ges,tos verbales de aproximación y apartamiento, de recuerdo y olvido, de descubrimiento e invención, que son lo mism o, si se cree en la verdad de las palabras. La exposición de las ducfas que supo ne el trámite de la creación consrituye un típico problema de límites. Crea un espacio textual diferente: lugar de trance y transicz'ón, del pre-texto al texto, donde la angustia de la página en blanco aparece como justi ficación y descargo, porque allí coinciden las voces de verdad y versión; se confunden lapalabra y el mito, y por eso es inútil distinguirlas. A propósito de la organización del discurso histórico y de la necesidad de reconocer cuáles son los "shifters" 6 , es decir, los elementos que aseguran el pasaje del enunciado a la enunciación (o a la inversa), R. Barthes distingue, entre las formas posibles de su iniciación, una "ouverture performative" cuando las palabras preliminares constituyen , en efecto, "un acto solemne de fundación" 7 • A pesar de las diferencias del género, la "ap ertura perform ativa" del discurso incoativo se cumple también en el texto de Felisberto como un acto de fundación. El recurso no es nuevo; se inscribe dentro de un modelo poético que tiene el "Canta, oh Musa" de los poemas homéricos como architexto 8 que se mantuvo vigente con diferencias circunstanciales, a través de todas las épocas sus responsabilidades auctorales en un ambivalente juego de cordones: aparenta alejarse de su propia narración a fin de llegar a aproximarse más a su oyente, más allá del texto. Inscrito en este architexto, el poeta se decía sólo portador de una fuerza divina que trasmite de la misma m anera que recibe. Como el Ión de Platón, a quien Sócrates compara con la piedra heraclea - llamada magnética por Eurípides - el poeta se vale de esa fuerza que lo alcanza, para hacerla llegar con igual in ten si dad al oyente. Esta mezcla de ignorancia proclamada, de modestia exhibicionista es típica del exordio retórico que excita la atención y prepara el ánimo de los oyentes a quienes así se apela. El ingreso a la ficción se comprueba com o una suerte de imprecisión - la necesidad de apartarse del 6

Con el sentido que R. J akobson definió este nombre. Essais de Linguistique Générale, París 1963. 7 R. Barthes, Le discours de l'histoire, en Poé tiqu e, 49, Paris 198 2. 8 Según 'el término que propone Gérard Genette, Int roduction a l 'architexte, Paris 1979.

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saber histórico - que se mezcla con un requerimiento solitario al lector, p orque tampoco sabe. Se antabla una complicidad p aradój ica porque en lugar de compartir secre tamen te lo que el otro sabe, e~ su ignorancia la que se comparte. La expectativa aparece consolidada por una mism a ignorancia que vale a dos puntas: el autor-narrador no sabe y el lector, que tampoco está enterado, dan iniciación a una intriga cuya solución sólo podrán encontrarla a medias. Pero no es el lector y sus conocimientos - de los que ya se ha ocupado extensamente la Teoría de la Recepción Estética en estos últim os años - lo que interesa, sino la iniciación narrativa presentada por medio de un narrador que se confi'esa ignorante, como el famoso narrador " nulisciente " de Cervantes quien no quiere acordarse o tamp oco sabe. Pero a diferencia de este narrador que empieza su relato confesando una omisión tan citada, el narrador de Felisberto atiende a sus recu erdos p ero con poca voluntad y aprecio, subestimándolos p or insuficientes y p oco imp ortan tes. El recuerdo constituye lo que sabe pero como él mismo dice - y ha sido de sus afirmacion es más repetidas - " ... no creo que solamente deba escribir l o que sé, sino tam bién lo otro." La declaración de una ign orancia tan explícita constituye uno de esos recursos de sinceridad de los que se h ablaba más arriba y que se entendían como característic os de la iniciació n narrativa, tanto como p ara consistir un elemento incoativo propio de la gramática de la ficción; conforma una especie de interme diación, de zona incierta: un " black hole" que se sustrae a la observac ión pero a partir del cual se origina el texto; un hueco donde la realidad queda ahí sin otro nexo que las reflexiones del narrador. Es curioso que allí mism o se inicie la narración p ero aparentando siempre haberse iniciado antes y afuera, en alguna p arte previa que necesariamente escapa al texto pero con la que guarda conexiones. Es el certero "

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