06) Una publicación del Partido Demócrata Cristiano de Honduras

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Una publicación del Partido Demócrata Cristiano de Honduras

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Martínez, Juan Ramón Visión, Realidad y Propuestas /Juan Ramón Martínez, Primera edición, (Tegucigalpa) Editor Héctor Longino Becerra, (LITOCOM) 2005. 120 p. ISBN _________ 1.- POLITICA

Editor responsable:

Héctor Longino Becerra Lanza [email protected]

ISBN: Primera Edición

Mayo del 2005.

Impresión

LITOCOM, Tegucigalpa, Honduras, C.A. Telefax 235-4724, 232-1164

Portada José Ernesto Martínez Midence Ilustraciones de Capítulo Obed Fernando Banegas Corrección de texto Rebeca Becerra Diagramación

Samuel Martínez Mencía

Reservados todos los derechos. Impreso y hecho en Honduras Mayo del 2005.

3 DEDICATORIA

Dedicamos esta publicación de manera especial a todos los Candidatos a cargos de elección popular, Comisiones de Campaña y Militantes de la Democracia Cristiana, esperando que encuentren en sus páginas, la orientación necesaria, que les permita proyectar los lineamientos ideológico-programáticos - en la próxima campaña electoral- en sus respectivas localidades, pero fundamentalmente que les estimule a conservar un comportamiento crítico -fundado en la ética de la responsabilidad- frente a un sistema político excluyente, donde las injusticias que padece el pueblo hondureño y las falsedades, son su quehacer prioritario. Les motivamos a que desde su trinchera, por muy humilde que ésta sea actuando en el marco de la gran política - sepan salvaguardar los principios y los valores del Humanismo Cristiano, basamento filosófico doctrinario, en el que se inspiraron nuestros mártires de La Talanquera, Los Horcones, Santa Clara, Las Piñuelas, El Buen Camino y El Astillero, pensamiento político del cual extraemos y concebimos nuestra visión del Mundo, la Sociedad, la Persona y el Estado. Al pueblo hondureño - a ese conglomerado de conciudadanos y conciudadanas que representan el ochenta por ciento de la población en situación de miseria- les decimos, que no pierdan las esperanzas de alcanzar un mejor nivel de vida, más digno y humano, y que para conquistar ese propósito, es crucial que cada uno y cada una, experimente un cambio de actitud, que pierda el temor, que se valore así mismo y que entienda que el desarrollo del país pasa indiscutiblemente por sus manos. Apremia el fomento de una nueva organización ciudadana, nacida de sus raíces - que promueva la realización de la Persona Humana, sin distingos ni prejuicios - decidida a poner en práctica acciones políticas nacionales en defensa de Honduras, para dar un vuelco al sistema inhumano que nos avasalla. A las clases dominantes –política y empresarial– les rogamos a que tomen conciencia de una vez y para siempre- que este país no les pertenece sólo a ellos, y que en la medida, que continúen con ese distorsionado ideal, estarán contribuyendo a la fecundación de una convulsión social de magnitudes insospechadas, urge una distribución equitativa del ingreso nacional y eliminar las desigualdades sociales; la pronta contribución a la trasformación de Honduras, pesa también sobre sus espaldas.

El editor

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ÍNDICE I.

Introducción

II.

Liberemos a nuestro pueblo • • • • • • • •

III.

Persona, Familia y sociedad • • • • • •

IV.

Protección de la familia Un hombre bueno llamado Guillermo La muerte de Felipe Antonio Mujer y diplomacia Respeto por el pueblo La ordenación de un Obispo

Democracia, Gobernabilidad y Poder • • • • • • • • • • •

V.

Constructores de partidos La ley fuga El derecho de las minorías Otra Vez, el conflicto Debemos liberar al pueblo Liberación y educación El pueblo que queremos ser Los cincuenta años de la huelga

Oficio peligroso Las debilidades de la democracia El progreso de la democracia Democracia, gobierno y eficiencia Facilismo y poder político Lo que no se vio en la matanza del 23 de Diciembre del 2004 El Habeas Data, de lo que todos hablan Del poder y de la soledad Pueblo, política y control De la verdad y la mentira Requisitos para gobernar

Visión sobre la política

Página

5 • • • •

VI.

Política y religión Visiones sobre la política Huele a peligro La urgencia y la conveniencia del diálogo

Reformas Necesarias • Tres reformas inevitables • Sobre la reforma del Estado

• • •

VII.

Respeto por la dignidad municipal Estado centralización y libertad Enojo e indignación

Maduro nos engañó • Tres años hacia la pendiente

• • • • • •

¿Por qué nos ofende, “presi” Maduro? Los “principios” de Maduro ¿A quién le obedece el gobierno? Justicia para Todos El país de Maduro, y el de nosotros Por dos períodos más

VIII. Contexto internacional • Los fundamentalistas y la guerra civil • Una voz alta, para un gran país

• • • • • •

Las relaciones con Taiwán El compromiso con la desintegración La crisis haitiana y la inconsistencia de la comunidad internacional Los ataques al sueño americano Ayuda externa, trabajo propio y resultados Amigos no; siempre sirvientes

6 INTRODUCCIÓN Héctor Longino Becerra Lanza.

1

Conocí a Juan Ramón Martínez una mañana del mes de junio de 1984. Para esa época, él formaba parte del Directorio Nacional del Partido Demócrata Cristiano, institución política partidaria que junto a otros prominentes compañeros, fundó un 10 de septiembre de 1968. Yo por mi parte iniciaba mi carrera política. Para los años ochenta, Juan Ramón Martínez, ya se había convertido en una de las figuras más destacadas del mundo literario e intelectual del país, pero también, en uno de los hombres más deliberantes y cuestionadores del sistema político represivo, que bajo la careta de la Doctrina de la Seguridad Nacional impuesta desde Washington, se había instaurado en el país al mando del exgeneral Gustavo Álvarez Martínez2 y con la complicidad del Gobierno Liberal presidido por el expresidente Roberto Suazo Córdova.3 El mandato de este régimen de terror, era el de desbaratar al movimiento organizado del país y opacar las voces de protesta, que como la de Juan Ramón Martínez se elevaba en defensa de los más caros intereses de su pueblo. Pero también, este aparato Hitleriano, tenía como propósito regional, el de servir como plataforma militar, para la invasión de las hermanas repúblicas de Nicaragua y Cuba. Desde su columna Contracorriente que fundó en el Diario La Tribuna en el año de 1977, Juan Ramón Martínez, influía con sus conceptos, percepciones y planteamientos en la opinión pública nacional, pues criticaba fuertemente los desaciertos del gobierno militarista y títere de Roberto Suazo Córdova y proponía ante la población, alternativas de solución en los asuntos políticos, económicos, militares, sociales, culturales y gremiales. Pero a la vez, les infundaba un sentimiento patriótico y les incitaba a asumir una actitud de cambio, frente a un sistema, que por todos los medios y estrategias –militares, psicológicas y políticas- intentaba sofocarlo y desnaturalizar así, sus intentos por alcanzar un sistema de vida propio, más digno y humano. Por supuesto esta estrategia militarista - aún con las vidas inocentes que cobró - fracasó; al final todo el andamiaje represivo fue desarticulado y echado al cesto de la basura. No dudamos en ese sentido, que Juan Ramón Martínez, con sus escritos, aportó mucho para que este reclamo y deseo de la población, se hiciera una realidad. “Durante los años difíciles de la persecución “Alvarista”, Juan Ramón Martínez se mantuvo recto e invariable, retando en varias oportunidades a las autoridades arbitrarias, y exhortándolas a cambiar su actitud nefasta. En una oportunidad fue amenazado directamente por el mismo Gustavo Álvarez Martínez. En otra fue llevado brevemente a las oficinas de la tenebrosa Dirección de Investigación Nacional (DIN). Y en otro intento por frenar su forma de pensar, fue acosado en forma tal, que la Embajada de 1

Licenciado en Periodismo UNAH, Diplomado en “Teoría Política y Gestión Pública”, Organización Demócrata Cristiana de América ODCA, Instituto Chileno de Estudios Humanísticos, e Intercat de Cataluña, Santiago de Chile 2002, Diplomado en “Relaciones Internacionales,” ODCA, Universidad Santo Tomás, Santiago de Chile 2004, Diplomado en “Desarrollo de Habilidades Gerenciales”, UNAH. 2001, Diplomado “Estado y Políticas Públicas: Una Visión Latinoamericana”, ODCA Universidad Iberoamericana, México 2002, Diplomado “Estado, Transición Democrática y Políticas Públicas: La Experiencia de Brasil" ODCA, Instituto Tancredo Neves, Universidad Presbiteriana Mackenzie, Brasil 2003, Diplomado en “Comunicación Política,” Fundación Konrad Adenauer, ICAES, San Isidro Coronado, Costa Rica 2004. Secretario General de Juventud Demócrata Cristiana de Honduras 1986-1988.

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Jefe de la Fuerzas Armados de Honduras (1982-1984), impulsor de la “Doctrina de la Seguridad Nacional.”, en complicidad con el expresidente Roberto Suazo Córdova. 3 Roberto Suazo Córdova gobernó el país durante los años de 1982 a 1986.

7 España creyó oportuno ofrecerle asilo político, propuesta que por supuesto, muy agradecido, Juan Ramón declina, en vista que consideró que su lugar de lucha estaba en Honduras. Y que aquí debía continuar. Responsabilidad que cumplió valerosamente.”4 Días antes de esa mañana de junio del 1984, el Directorio Municipal de Tegucigalpa por intermedio de su presidente Miguel Ángel Ortiz Ruiz5, me había convidado – por ser uno de los dirigentes de base – para que participara en una jornada de formación política de alto nivel, situación que analicé y la consideré como la oportunidad que deseaba y requería para profundizar en el ideal Demócrata Cristiano y ampliar así mis conocimientos vagos sobre la vida partidaria, ya que mis experiencias se limitaban al conocimiento de la ardua lucha del movimiento estudiantil y obrero. Inquieto por aquella comunicación e inspirado en los consejos de mi padre6 - sobre que la formación política y la educación continua, serían las herramientas de mayor peso para que una persona avanzara hacia su perfección, y por ende la sociedad hacia un mejor nivel de vida, pero por sobre todo, estimulado en los compromisos adquiridos al momento de promover y constituir el Comité Político del barrio El Bosque, en el sentido de capacitarme lo más rápido posible, para luego multiplicar aquellos esfuerzos partidarios, entre sus adherentes- accedí de manera inmediata a la invitación girada. Diez meses antes de la convocatoria del Directorio Municipal, mi madre Gertrudis Lanza,7 me había llevado el Ideario Político del entonces novel partido. Recuerdo que una tarde mientras me encontraba debajo de un limonero ubicado en el patio de nuestra vivienda, decidí, después de haber leído y estudiado el documento y meditar sobre algunos de sus pasajes escritos, consultar a mi padre acerca del comportamiento y la historia de la Democracia Cristiana en la vida política del país, mi padre, que además fue mi asesor en materias que para mí -en aquella temprana edad y hasta su muerte– eran ignoradas, fue el que me dio su beneplácito para que yo me integrara de lleno en la gesta política partidaria. Con este breve relato de mi vida, lo que intento comunicar a usted amable lector, son los sucesos que sirvieron de base para que yo me incorporara como miembro del Partido Demócrata Cristiano, hechos por los cuales –indudablemente- me topé con Juan Ramón Martínez, y que si no hubieran sucedido, no sería yo el escritor de esta introducción sobre su pensamiento político. Junto con la convocatoria en mención, estaba el programa del día, en el cual se anunciaba a Juan Ramón Martínez, como uno de los expositores, razón aún más poderosa, para que yo asistiera a la actividad formativa, pues deseaba conocer a quien en muchas ocasiones -desde su columnahabía defendido la dignidad del pueblo hondureño. Obviamente quería estrechar la mano de una de las personalidades que dió vida orgánica y funcional a nuestra institución política, a la que pertenezco desde febrero de 1983. Los actos iniciaron con la entonación del Himno Nacional de Honduras, luego cantamos el Himno al Partido Demócrata Cristiano, posteriormente el presidente del Directorio Nacional Efraín Díaz Arrivillaga8, inauguró la actividad. Acto seguido el coordinador del evento presentó a Juan Ramón Martínez quién impartiría el Tema “Principios Doctrinarios de la Democracia Cristiana”

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Tomado de la biografía de Juan Ramón Martínez, la cual se encuentra inédita. Miguel Ángel Ortiz, actualmente es asesor del Tribunal Superior de Cuentas, en los años 80 fue apresado y torturado por elementos pertenecientes a los escuadrones de la muerte. 6 Mi padre se llamaba Roberto Isauro Becerra Alvarado, en los años 60, fundó junto a otros compatriotas, en la ciudad de La Habana, República de Cuba el Movimiento Revolucionario Francisco Morazán, luego ingresó al país e impulsó el primer intento, de la guerrilla hondureña, por tomar el poder. 7 Mi madre –después que mi hermano Eduardo Becerra Lanza, fuera apresado, torturado y posteriormente desaparecido fue cofundadora del Comité de Familiares de Desaparecidos y Detenidos en Honduras COFADEH, y en esos años, éste organismo, tenía sus oficinas en la sede de la Democracia Cristiana. 8 Efraín Díaz Arrivillaga fue presidente de la Democracia Cristiana durante el período de 1984 a 1986 y diputado al Congreso Nacional de 1982 a 1990. 5

8 En el transcurso de la conferencia, me fui dando cuenta que estaba frente a un hombre con grandes cualidades; un líder innato dispuesto a conquistar la voluntad de su auditorio, un hombre muy informado y deseoso de trasmitir sus ideas sin mezquindad y gustoso de que los participantes intercambiaran con él sus experiencias, un hondureño con un alto grado de conocimientos, capaz de ir más allá del mero discurso retórico, un ciudadano inspirado en la Doctrina Socialcristiana y decidido a tomar el poder político del país para catapultarlo hacia el desarrollo. En ese momento supe, que estaba frente al hombre que más temprano que tarde, se convertiría en el Candidato Presidencial de la Democracia Cristiana. Juan Ramón Martínez Bardales, es un hombre franco, sencillo, que todavía conserva las costumbres de los personajes de su tiempo, muy conversador, de lenguaje fluido, gran devorador de libros, el tipo de lecturas no tiene límites pues sus gustos son variados, para él cualquier folleto que cae en sus manos tiene un mensaje significativo. Es natural en Juan Ramón Martínez, el uso de las figuras anecdóticas, le gusta ironizar la realidad, bromear, contar chistes, pero eso sí, analizar seria y fríamente el acontecer nacional. Juan Ramón Martínez, es un ciudadano extraordinario, que todavía guarda en su memoria los recuerdos imperecederos y los pasajes más importantes de su vida infantil, estudiantil, así como la relación con sus padres y los vecinos de su pueblo natal, facetas de su existencia, de las cuales toma fuerza y consejo, para hacerle frente al presente y afrontar el futuro con una mejor visión. Como el intelectual que es, Juan Ramón Martínez es considerado por algunos analistas como el hombre que Honduras necesita para salir del atolladero donde se encuentra, otros opinan, que desde que gobernaron el país los reformadores Ramón Rosa y Marco Aurelio Soto9 no se presentaba un candidato con sus cualidades, su experiencia y sus virtudes.10 Para él, conversar y convivir con una persona humilde o con un personaje de la alta sociedad, no tiene diferencia, pues es del criterio que ambas son seres creados por Dios -personas dotadas de las mismas capacidades; razón, libertad, sociabilidad y voluntad -, con el contraste que la primera es víctima, no de las circunstancias, si no de la forma como la han excluido del sistema político “democrático”. Es por esta razón, que Juan Ramón Martínez es un hombre muy respetuoso de la persona, imbuido de una gran sensibilidad humana, aspectos que se cristalizan como el eje transversal más importante de su propuesta y del programa político que presentará oportunamente a la nación. Resalto, que por esa misma razón, es innegable el rol que como padre y esposo le ha tocado desempeñar en el seno de su hogar para fundar junto a su esposa, la señora Nora Midence, una familia unida, sólida, respetuosa y emprendedora. Juan Ramón Martínez, es un político de tendencia de centro, un centro donde el exceso y el defecto no tienen cabida, un centro que fomenta la inclusión de los hondureños y las hondureñas en la toma de decisiones y que combate con firmeza su exclusión, un centro que amonesta el sistema injusto y el actual orden de cosas, pero que a su vez, propone soluciones nacionales viables, racionales, responsables y antidemagógicas. Se trata de un centro que fincado en una ética esperanzadora y de la responsabilidad, sea el conductor de las profundas transformaciones sociales, económicas, culturales y políticas que anhela nuestro pueblo. La conducta de nuestro candidato presidencial es coherente con los valores y los principios democráticos, por tal razón es de la opinión que así como Honduras se construyó entre todos, sus grandes reformas ha de involucrarnos a todos, es decir que además de necesitar de un sustento

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Marco Aurelio Soto fue el conductor político de la Reforma Liberal de 1876, en cambio a Ramón Rosa se le atribuye ser el principal ideólogo de esos cambios. 10 Ver Artículo de Segisfredo Infante “Un intelectual en Campaña”, Diario La Tribuna, 4 de enero del 2005.

9 político, también requieren de un sustento social, en ese razonamiento, su compromiso es con la gente; dialogar con ella y rendirle cuentas. En esta línea de ideas, Juan Ramón Martínez es un hombre inflexible ante los peligros que desmoronan y denigran el sistema democrático; como la corrupción, la impunidad, el abuso de autoridad, la violencia, la discriminación y las argucias. Como tal afirma: que para solucionar los problemas del país, se hace necesario el encuentro de las comunidades, fundado en un diálogo fraterno y la figura del consenso, como los instrumentos eficaces para la toma de decisiones. Con él, los hombres y las mujeres de este país asumirán el rol que por muchos años, se les ha negado; el derecho inalienable y la responsabilidad inexcusable de ser los artífices de su propio destino. Como prueba de lo anterior, su alto sentido de responsabilidad y su compromiso social como muy pocos en el bregar político nuestro, ha sido demostrado con los años de trabajo entregados al servicio de la comunidad, y los esfuerzos hechos a favor de la organización del movimiento obrero, campesino, cooperativo, patronal y comunitario. Juan Ramón Martínez, “tuvo la difícil tarea y la gran responsabilidad de formar el equipo humano de animadores sociales de varias comunidades del sur del país, a las cuales trasmitió su pensamiento emprendedor, con la finalidad de que éstas, apropiadamente enteradas de sus dificultades se involucraran en un camino o proceso que les condujera inevitablemente por la ruta de transformación y mejoramiento. Como parte de las visiones y de los trabajos de Juan Ramón Martínez, las organizaciones populares se desarrollaron como nunca antes en la historia de Honduras. Especialmente en la zona sur del país.” 11 Así como Juan Ramón Martínez conoce la realidad nacional, no ignora el contexto mundial y regional en el que se desenvuelve Honduras, en ese sentido, esta plenamente consciente de las dificultades, de los desafíos, de las posibilidades y de las expectativas que tiene nuestro país en ese orden global. Es por ello, que la defensa y promoción de los Derechos Humanos; el respeto y la adhesión al Derecho Internacional y a la soberanía de los Estados; la solución pacífica de controversias; el principio de no-intervención y la autodeterminación de los pueblos; forman parte de su pensamiento en el campo de la universalidad de las ideas. En síntesis Juan Ramón Martínez, se propone como objetivo central humanizar nuestra sociedad, sentando las bases de un modelo de Desarrollo Humano y Económico Incluyente Sostenible y Sustentable, un sistema político al servicio de las personas, caracterizado por el permanente quehacer en función de salvaguardar el interés de nuestras familias y en capacidad de solidarizarse con las futuras generaciones, por estas razones, refuta la política del espectáculo que relega la ideología y promueve la videología, dejando como secuela la desconfianza, la desesperanza y el rechazo a la actividad más noble del ser humano; la política. Su objetivo prioritario es terminar con la pobreza, y el objetivo necesario fortalecer la democracia y la gobernabilidad del país. Para combatir la pobreza, la exclusión humana y la inseguridad, Juan Ramón Martínez es del criterio, que es necesario transformar la economía y la sociedad, estableciéndoles nuevos papeles para lograr el funcionamiento armónico y equitativo del Estado, la Sociedad y el Mercado, y un medioambiente que garantice la reproducción y la vida de todos. Se requiere, apunta, imprimir un nuevo rumbo de la sociedad, la política y la economía, sobre la base del respeto a los derechos 11

Tomado de la biografía de Juan Ramón Martínez, la cual se encuentra inédita.

10 económicos, sociales y políticos de la población y con pleno respeto al desarrollo integral del hondureño. Este enfoque incluyente que orienta su visión, exige la definición de una nueva relación entre Sociedad, Estado y Mercado, ya que, por una parte, la persona humana debe ser la finalidad fundamental del desarrollo y por otra, es esencial la supremacía de los intereses de la sociedad sobre los propósitos del funcionamiento del Mercado y del Estado. Su pensamiento trata en efecto, de la humanización del rol del Estado y de la regulación del mercado, que es espontáneo e imperfecto, en campos que por su naturaleza, entran en contradicción con los derechos fundamentales de las personas y los intereses nacionales, como son: la generación equitativa de oportunidades económicas y sociales, la conservación, protección y explotación de los recursos naturales y el medioambiente. En fin el pensamiento de Juan Ramón Martínez apunta hacia la construcción, junto con cada hondureño y hondureña, de una Sociedad Humanista, Comunitaria, Solidaria, Pluralista, Equitativa y en Paz. Por todo lo aquí expuesto, no cabe la duda que Juan Ramón Martínez es un líder nacional, que supo surcar con apoyo de sus padres y de su maestría, las peores circunstancias y valladares, hasta alcanzar el sitial que hoy ocupa entre el pueblo hondureño y que lo diferencia indubitablemente - de los políticos tradicionales, aspectos que lo sitúan como uno de los personajes más conspicuos y valerosos, pero a su vez, como el candidato presidencial más idóneo para gobernar el país. Finalmente quiero expresarles, que cuando Juan Ramón Martínez me solicitó que escribiera la introducción de este trabajo, palidecí, me puse tenso pensado en lo que iba a comentar, pues no es fácil Interpretar el pensamiento de un protagonista del acontecer diario, con muchos años de historia y que hoy tiene la inmensa tarea y la gran responsabilidad de guiar a la Democracia Cristiana a un sitial más elevado y digno en el engranaje político del país. Espero entonces, haber cumplido esa misión. Tegucigalpa, Municipio del Distrito Central a los 3 días del mes de marzo del año 2005.

11 ¿QUIÉN ES NUESTRO CANDIDATO? Juan Ramón Martínez Bardales nació en la ciudad cívica de Olanchito departamento de Yoro, el 18 de mayo de 1941, sus padres fueron Juan de Dios Martínez y doña Mercedes Hermencia Bardales, una familia de extracción humilde, pues su padre era peón de las compañías bananeras y su madre dedicada a los quehaceres del hogar; sin embargo, ellos tenían clara la visión con relación al futuro de su hijo; la misma realidad en la que se debatieron les hizo tomar conciencia de la necesidad de educar a Juan Ramón, para que luego, él, por sus propios méritos alcanzara los triunfos que ha cosechado a lo largo de su vida. Sus estudios primarios los realizó en la Escuela Modesto Chacón de Olanchito y sus estudios de secundaria en el Instituto Francisco J. Mejía de la misma ciudad, donde se gradúa de Maestro de Educación Primaria. Juan Ramón Martínez está casado con la señora Nora Isabel Midence Bones, con quien procreó cinco hijos; Juan Ramón, José Ernesto, Elia Mercedes, Alejandra María y Juan Fernando Martínez Midence.

Estudios Superiores • • •

Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH). Maestro de Educación Media en Ciencias Sociales, Universidad Pedagógica “Francisco Morazán”. (UPNFM). Maestro de Educación Primaria.

Experiencia • • • • • • • • • • • • •

Presidente del Consejo Editorial de Hondured y FIDES. Presidente del Tribunal Nacional de Elecciones (TNE) 1992-1993. Ministro Director del Instituto Nacional Agrario (INA) 1990-1991. Presidente del Consejo Editorial de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras UNAH. Director Ejecutivo Fundador del Instituto de Formación e Investigación Cooperativista (IFC) 1975-1977. Gerente de la Confederación Hondureña de Cooperativas de Tegucigalpa 1975-1977. Jefe de Operaciones de la Federación de Cooperativas de Ahorro y Crédito de Honduras, Limitada (FACACH) 1973-1974. Gerente Nacional de CARITAS DE HONDURAS 1971-1973 Jefe del Departamento de Difusión y Formación, Caritas de Honduras 1971. Coordinador de Centros de Capacitación y Asistente Administrativo de Catholic Relief Services. 1969-1970. Subdirector Centro de Capacitación Campesina “La Colmena”, Choluteca, 1968-1969. Director del Instituto “John F. Kennedy”, Langue, Valle 1966-1967. Profesor Auxiliar, Escuela “Modesto Chacón”, Olanchito, Yoro.

Trayectoria periodística • • • • • •

Columnista semanal de Diario La Tribuna, Tegucigalpa. Editorialista principal de Diario La Tribuna, Tegucigalpa. Coordinador de Anales Históricos, Diario La Tribuna. Coordinador de La Tribuna Cultural, Diario La Tribuna. Columnista semanal, Diario Tiempo, San Pedro Sula. Director de la sección “Tiempo Pasado”, Diario Tiempo, San Pedro Sula.

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Trayectoria institucional • • • • • •

Director representante por Honduras, en el Comité Ejecutivo de la Comisión Internacional para la Recuperación y el Desarrollo en Centroamérica (Comisión Sanford). Presidente de la Junta Directiva de la Federación de Organizaciones Privadas de Honduras (FOPRIDEH). Asesor de la Secretaría de Relaciones Exteriores (Ad Honorem) en Asuntos del Consejo de Seguridad. Tesorero de la Junta Directiva del Instituto de Investigaciones Socioeconómicas (IISE). Presidente de la Junta Directiva de Acción Cultural Popular Hondureña. Presidente del Consejo de Administración, Secretario y Vocal de la Junta de Vigilancia de FACACH.

Obras Publicadas • • • • • • • • • • • • • • •

La Transición Política Tomo I. Del Autoritarismo Militar a la Democracia Electoral. Los Años de Suazo Córdova (1982-1986). “El Asalto al Cuartel San Francisco” “Las Fuerzas del Desacuerdo”, Un Ensayo sobre las Relaciones entre la Iglesia y el Estado (1524-1972). “Ramón Amaya Amador: Biografía de un Escritor”, Editorial Universitaria, 1995. “Lucila Gamero de Medina: Una Mujer ante el Espejo”, Editorial Universitaria, 1995. “Prudencia Garrido y Otros Relatos”, Editorial Universitaria, 1994. “Las Relaciones de las Organizaciones Privadas de Desarrollo y los Gobiernos”. “Los Grupos Sociales Hondureños como Probables Sujetos de Reformas”. “Isletas: Frustraciones y Esperanzas”. “Marco Jurídico de la Ley de Asociaciones Cooperativas de Honduras”. “Historia del Movimiento Cooperativo en Honduras”. Breve Análisis sobre el Ejército de Honduras y sus posibilidades. Algunas reflexiones sobre “El Estado y la Revolución de Lenín”. Algunas Precondiciones Básicas para el Desarrollo de Honduras. Características Culturales del Pescador Hondureño.

Obras en preparación • • • • • • •

“La República Imposible” (Las razones por qué, Honduras no ha podido desarrollarse) “La Guerrilla de El Patuca”. “Cuentos Tardíos”. “Mirada de Lector” (Críticas literarias) En Voz Alta (Editoriales de radio) La Transición Política: del autoritarismo militar a la democracia electoral, Tomos II, III, y IV Ensayo sobre Barba Jacob en Honduras.

Reconocimientos recibidos • • • • •

Medalla Isabel Goias de López, Escuela Superior del Profesorado “Francisco Morazán”, 1965. Premio Paulino Valladares, al mejor editorialista otorgado por la Asociación de Prensa Hondureña, 1986. Premio Cultural Guillermo Castellanos Enamorado, otorgado por la Universidad Pedagógica Nacional “Francisco Morazán”, 2003. Premio “Rosario Sagastume de Ferrari” del Congreso Nacional, 2004. Académico de Número de la Academia Hondureña de Geografía e Historia, del 2004.

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I

14 CONSTRUCTORES DE PARTIDOS En una perdida tribu de las selvas mejicanas, ocurre un fenómeno singular. Digno de ser imitado, incluso por quienes nos imaginamos modernos o más. Especialmente en lo que se refiere a la relación entre instrumentos, medios y finalidades. Ocurre que, ellos no tienen “dioses” permanentes; o definitivos. Todo está sometido al reino de las necesidades; de manera que, cuando enfrentan un problema, construyen o desarrollan una figura ante la cual plantean sus deseos para que aquella se los satisfaga. Pero si este “dios” no resuelve el problema, inmediatamente es destruido por la tribu. Y, proceden a construir un nuevo “dios”, hasta que el problema es revertido. El ”dios” que lo logra, sigue siendo importante en la comunidad, hasta que falla. Nosotros, más modernos sin embargo, no reaccionamos con esa lógica, especialmente en la vida política. Durante más de cien años, los dos partidos históricos, el Partido Liberal y el Partido Nacional -que entre otras cosas se parecen mucho en el fondo de sus comportamientos institucionales- han confirmado que han perdido la habilidad para resolver problemas. La existencia de la pobreza, la operación desbocada de la más ofensiva inequidad que se recuerda en toda la historia, confirman que han perdido la capacidad para hacer “milagros”. Sin embargo, no hay manera de cambiarlos desde adentro. O sustituirlos de una vez para siempre. En 1965 - todavía para entonces era muy joven - me percaté, en la lucha del Partido Nacional por acomodarse al nuevo liderazgo de López Arellano,12 que el Partido Liberal no tenía un claro compromiso con la oposición. Y que incluso, al inclinarse más hacia la derecha, abandonando el centro en donde lo había ubicado Villeda Morales13 y sus compañeros de generación, carecía de oportunidades para reaccionar a las ofensas de los militares. Y que en consecuencia, en vez de instrumento de cambio y transformación permanente, de la mano de Modesto Rodas Alvarado14 como lo confirmaron los hechos posteriores- se había convertido en un fin en sí mismo, perdiendo su carácter de instrumento al servicio de los intereses de las mayorías. Supe entonces que el cuento del Partido Liberal se había terminado. Que las palabras serían usadas en la misma forma que años antes; pero que ya no había allí, fuerza para el cambio y la transformación necesaria. Roberto Suazo Córdova, José Simón Azcona15, Carlos Roberto Reina16 y Carlos Flores Facuse17 confirmaron que el Partido Liberal, para efecto de mis sueños e ilusiones de joven que quería transformar a Honduras, había dejado de ser útil y necesario. Y tenía que hacer un nuevo “dios”. Por ello es que en septiembre de 1968, con trece personas más - todas ellas miembros de la clase media urbana y rural; e incluso un dirigente campesino que ahora está muy enfermo en Linaza fundamos el movimiento que, un tiempo después daría forma al Partido Demócrata Cristiano de Honduras. Con el acto confirmaba varias cosas. La primera de ellas es que había sido bien formado en términos de uso de la libertad individual y de la capacidad creadora que Dios me había otorgado en el momento de la concepción. La segunda es que reconocía que los partidos políticos son medios - no fines - que debían ser valorados y considerados en función de su eficiencia para obtener resultados beneficiosos en la edificación del bien común. La tercera idea, es que pude diferenciar en forma, - por lo demás que no me canso de celebrar -, lo que es una religión de lo que es un partido político. Que en la primera, la fe ordena mi comportamiento; en cambio en la segunda, se impone la racionalidad y los juicios utilitarios. 12

Oswaldo López Arellano, Jefe de Estado (1963- 1971),(1972-1975). Ramón Villeda Morales fue Presidente Constitucional de la Republica desde 1957 hasta 1963, año en el cual los militares -mediante Golpe de Estado- rompen el orden constitucional. 14 Modesto Rodas Alvarado, fue presidente del Congreso Nacional en 1957. 15 Presidente Constitucional de la República 1986-1990. 16 Presidente Constitucional de la República 1994-1998. 17 Presidente Constitucional de la República 1998-2002. 13

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Desafortunadamente, por razón de una pedagogía deficiente, la pertenencia a los partidos tradicionales, pareciera que, para las mayorías, estuviera ordenada más por la fe religiosa que por la racionalidad. Por ello no le exigen responsabilidad a los partidos por los desastres ocurridos entre nosotros, por la falta de crecimiento económico; y ni siquiera por la evidente debilidad que exhibimos como sociedad. Y, lo más grave de todo, tal comportamiento entraña de parte de las grandes mayorías, una subordinación servil a un medio instrumental como lo es un partido político, al cual en la medida en que le han entregado su libertad y su razón, lo han convertido en una suerte de “religión” falsa, ante la cual no pueden tener juicio y capacidad independiente para decidir. Esta irracionalidad de la vida política hondureña, en que no se le exigen cuentas; ni se le reclaman eficiencias y muchos menos resultados en dirección al bien común a los partidos políticos, drena la capacidad de los hondureños para asumir plenamente la responsabilidad por el futuro de la nación, todavía inexistente. Y lo que es más grave, no hemos podido descubrir que los partidos antes que pandillas o seudo religiones, deben ser usados como medios o instrumentos para la liberación personal y para la construcción del bien común. Por supuesto, un grupo de familias “inteligentes” desde el siglo XIX, ha descubierto la verdad, se la han escondido al pueblo; y efectuado el gran negocio de sus vidas. Con un discurso mentiroso, y milagros falsos, han usado los partidos políticos, para entrarle felices a degustar el presupuesto nacional.

LA LEY FUGA Ahora que, bajo el imperio del miedo, se acepta la necesidad de volver atrás, reinaugurando el tiempo nuevo de Tiburcio Carías Andino18, bien vale la pena preguntarse si, en efecto, es cierto el cuento que la gente dormía con las puertas abiertas. Y que ello, era el resultado de la aplicación de la pena de muerte. Pues bien, de entrada hay que decir que en la dictadura de Carías, se aplicó en muy contados casos tal medida extrema. Aunque la reaplicación de la pena de muerte la efectuó Carías en 1936, durante los doce años que la impuso, en su larga gestión, murieron menos personas por una draconiana decisión de los jueces, que ahora jóvenes - delincuentes o sospechosos de poder llegar a ser algunos de ellos - en manos de policías que actúan fuera de la ley. Al margen de volver otro día a reflexionar sobre el delito del Estado, que por medio de policías – tal lo que dice La Tribuna- creo que vale la pena aprovechar la oportunidad para decir que, aunque se haya ajusticiado más personas, la criminalidad no disminuye. Más bien como se aprecia en los medios de comunicación, aumenta en forma desmesurada. Con lo que, los hechos parecen confirmar que aunque se prometa que se van a matar 39,000 personas en las primeras cuatro semanas del nuevo gobierno, lo que se desprende del número de un muerto por dieciocho que aseguran su vida, la criminalidad no se detendrá. Por el contrario, continuará imbatible. Ante el hecho doloroso y vergonzante que la policía, por decisión individual de algunos de sus miembros; o por decisión de grupos de la muerte que operan en su interior, mata sin juicio a quien quiere, para de este modo disminuir la delincuencia; y ésta no se mueve en la dirección que queremos, no tenemos otra alternativa que aceptar que la solución de los problemas no está al final de la cadena. Es decir que no sólo es atendiendo los efectos de las conductas delictivas como 18

Gobernó el país de manera arbitraria y dictatorial desde: 1º de febrero de 1933 al 1º de febrero de 1949. su régimen se caracterizó por usar la fuerza y no la razón; para resolver los conflictos internos del país.

16 vamos a detener su número, sino que estudiando sus causas. Y superándolas. De ahí que nadie podrá, por más hondureños que maten – y nos lo digan con indiferencia y frialdad porque no se trata de animales sino que de seres humanos – resolver el problema de la inseguridad si no vamos, con valentía al enfrentamiento de las causas.Y las removemos. Claro, esta reflexión sólo es posible en el plano de la tranquilidad. El sistema político hondureño, contando con el apoyo de los medios de comunicación colectivos, ha enfatizado en el miedo de todos. No quiere que pensemos ni que cuestionemos los resultados. Busca que nos asustemos, que dejemos de reflexionar para que de esta forma exijamos como solución: el gobierno de los duros. Y que volvamos otra vez a los ingratos tiempos de Carías, en donde se suspendió la libertad, se eliminó la soberanía popular; y se renunció a la defensa del respeto a la dignidad de la persona humana. El resucitar la figura de Carías, el colocar su cadáver y sus errores en el centro de la disputa política, entraña ni más ni menos, una irracionalidad. Porque no es en ese gobierno irrespetuoso de la libertad individual, que mantenía las puertas abiertas para que la policía ingresara a las viviendas en el momento en que quisiera turbar el sueño de los pacíficos ciudadanos; y en el que suprimiera toda manifestación - por pequeña que esta fuera - de la libertad de información y de asociación, en donde encontraremos soluciones. Allí lo que hay es llanto de los liberales, sufrimientos sin fin de muchos hombres y mujeres. Y desamparo de las mayorías. Los opositores de Carías eran, respetando las distancias, los “mareros” de hoy. Nadie decía nada cuando se les atropellaba. No existía prensa de oposición; ni mucho menos espacios para que los defensores de los derechos humanos se expresaran, condenando las irregularidades. E incluso ahora, para ofender la memoria de los desamparados de entonces, se dice en son de broma, que Carías después que los encarcelaba, los expulsaba del país y los mataba; mandaba visitar a las familias ofendidas para ofrecerles la ayuda generosa del gobierno responsable de sus desgracias. Pero si es una tontería resucitar a Carías, para que vuelva a imponer el reino del terror entre nosotros; lo es mucho más para justificar la eliminación de las personas. Los datos proporcionados por los medios de comunicación, referidos a la aplicación de la ley fuga, a más de dos mil jóvenes que han caído bajo las balas rencorosas de policías que creen que están por encima de Dios, determinando quién debe vivir y quién no, confirman que no se resuelve nada. Y que aunque puedan llegar a matarnos a todos, dos que queden, incluso con los huesos de algún animal que antes haya abandonado el mundo, se matarán el uno con el otro. Por supuesto nadie nos quiere oír. Hay un clima perverso en favor de la dictadura. Que avalan los ciudadanos asustados. Que defienden los políticos que creen que se pueden transgredir los valores de la vida común, por decisión de las encuestas; y que, respaldan los que siempre han menospreciado la libertad y la soberanía popular. Así ocurrió en el cariísmo, Y no se obtuvieron resultados. Se impuso la dictadura, se restableció el miedo; y la oscuridad se abrió paso. Y nos precitamos en el atraso y la vergüenza. Igual ocurrirá ahora.

EL DERECHO DE LAS MINORÍAS Todavía no podemos forjarnos una opinión muy clara de los resultados de las elecciones internas de los partidos históricos de nuestro país. Los datos con que contamos para ello, además de fragmentarios, no tienen la objetividad como para confiar plenamente en ellos. Sin embargo, por lo que ha aparecido en los periódicos – especialmente en lo relacionado con la integración de las planillas de diputados – tenemos la impresión que los derechos de las minorías no están suficientemente garantizados. Y cuando esto ocurre, estamos – nos guste o no – ante un acontecimiento que pone en precario la calidad de la democracia nacional. Por supuesto, hay algunos que por razones extrañas; pero que todos comprendemos, han lanzado las campañas al vuelo, queriendo convencernos que lo que vivimos es la consagración de la vida democrática. Y que los resultados, consolidan a los partidos tradicionales.

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Antes de proseguir, hay que aclarar una cosa: muchos de los que hablan de la democracia, no creen en sus postulados. Y otros - posiblemente los menos malos - no entienden una pizca de sus reglas y de sus postulados teóricos. Es fácil hablar de democracia en una sociedad que últimamente suspira por la dictadura del General Tiburcio Carías Andino. Es fácil hablar de la democracia en una sociedad de partidos políticos en los que sus líderes no creen en la soberanía popular. En fin es fácil hablar de democracia, confundiendo a la gente, en una sociedad como la nuestra en donde la llamada célula básica, la familia, no está construida sobre el respeto a la dignidad humana; ni mucho menos al respeto a las decisiones de las mayorías y la protección de los derechos de las minorías. Sin embargo, hablando en pasta, algo huele mal en los resultados de las elecciones internas del Partido Liberal y el Partido Nacional. No sólo las irregularidades que señalan los liberales que se sienten engañados por quienes obtuvieron la mayoría de los escasos votos contados hasta ahora, si no que la escasa representación que tienen las minorías en los resultados electorales del Partido Nacional.

OTRA VEZ, EL CONFLICTO No son pocos los que creen que la única forma de relacionarse con los demás, es mediante la agresión, la defensa; y el subsiguiente conflicto. Es decir que, no creen que haya posibilidad para que intereses, inicialmente contrapuestos, puedan aproximarse, permitiéndole a sus protagonistas, acuerdos que faciliten la normalidad; y desde ella, conseguir el logro de los objetivos individuales de los intervinientes en la relación iniciada. Tal visión, centrada en el conflicto, parte del supuesto que la única alternativa para resolver las dificultades; o para obtener resultados, es que la otra parte desaparezca del escenario; y que la otra, se quede con el mandado. Por ello, extremistas y fundamentalistas, afirman que el único enemigo bueno es el “muerto”; y que la fórmula para que el otro entienda que tiene que apartarse, es mediante el expediente de la tierra arrasada. En el mundo de la irracionalidad, estas visiones sectarias son típicas. Incluso en la historia de la humanidad, es fácil apreciar cómo pueblos enteros han sido excluídos de oportunidades, expulsados de sus propiedades; e incluso, negados en el derecho a una existencia normal y decorosa. En el pasado hondureño, las primeras fases de la historia política y económica, estuvieron orientadas por la intolerancia. No se permitía la operación de un partido diferente al que dominaba el gobierno. Y las diferencias eran resueltas mediante la lucha armada. La afirmación de Rafael Heliodoro Valle19, que la historia de Honduras podría escribirse en una lágrima; o la de Roberto Sosa,20 que se podía hacer en el extremo de una bala, ilustran esta visión irregular de la vida humana, caracterizada por la violencia, la intolerancia y el daño a los demás. Por ello es que, nos costó mucho tiempo para que permitiéramos que hubíese más de un partido y que, en las elecciones, perdiera el candidato del gobierno, sin que ello fuese seguido por la guerra civil. Incluso, en la década de los ochenta del siglo pasado; y en los tiempos que corren, uno puede percibir fácilmente ciertas tendencias que buscan reestablecer climas de intolerancia, que pasan por alto, tanto los derechos a la disidencia, en términos políticos; e incluso a la diferenciación en relación de usos y costumbres sociales. Pero donde más se nota este recrudecimiento del sectarismo, mitigado, es cierto; pero igualmente regresivo y perjudicial para la vida social, es en el manejo del conflicto y la solución de diferencias entre algunas unidades gubernativas y quienes trabajan en ellas. Desgraciadamente, el peor 19 20

Poeta y escritor hondureño (1891-1959) Poeta y escritor Hondureño, una de sus obras más destacada es “Los pobres”

18 ejemplo, quien nos lo da es el Secretario de Educación21, cuya mayor incompetencia para el manejo y resolución de los problemas educativos, lo constituye su incapacidad para lograr poner de acuerdo, a maestros con administradores. Y que, desde tales acuerdos, se den pasos en favor de la consolidación de las necesarias reformas que requiere el sistema educativo nacional. Cuando creíamos que todo estaba resuelto; y que el esfuerzo de Rafael Leonardo Callejas22, de Arturo Corrales23 y de Ricardo Álvarez24, derivaría en un clima adecuado para avanzar, hemos vuelto a las andadas; y de nuevo el discurso confrontativo se ha impuesto. Y su secuela, la descalifación de los otros, por medio de recursos públicos, es la regla para enrarecer las relaciones entre las fuerzas que, antes que otra cosa, están obligadas a trabajar juntas en favor del bien común. Es una lástima que esto, esté ocurriendo. La razón de esto, se origina en la falta de liderazgo presidencial en la conducción de los asuntos educativos, la incomprensión de Ricardo Maduro por el gasto de energías que representa la confrontación constante y permanente; y el mal mensaje que se le envía a la comunidad, cuando quienes deben exhibir una conducta ejemplar, cooperativa y aglutinante, se involucran en actividades absolutamente contrarias a estos valores, tan importantes para la vida social. La vocación confrontativa de este gobierno y de los maestros, no tiene limitación alguna. Ni hay, entre nosotros, un liderazgo consistente que puede remar a contracorriente de este estilo que nos recuerda el pasado; y que, precisamente, nos mantiene vinculados al atraso, en donde tenemos muy pocas cosas de que vanagloriarnos. La esperanza que nos queda es elegir para dirigir al país, a un partido más equilibrado emocionalmente que el Partido Nacional; y a líderes más inteligentes, que privilegien la cooperación antes que la confrontación. Sólo después de tal cambio, podemos avanzar, para de este modo renunciar al estancamiento al que, en materia educativa, nos ha condenado el gobierno de Maduro. De lo contrario, volverá a paralizarse la actividad escolar, los maestros saldrán a la calle no sólo a buscar el cumplimiento de lo pactado, si no que, a demostrar que las autoridades de educación, no están interesadas en el cambio y la transformación del sistema, si no que más bien, en hacerle daño a los mentores y por ese medio, afectar a los niños y a los jóvenes de Honduras. Y ello será el último clavo que aceptará el ataúd de la gestión presidencial del Presidente Ricardo Maduro que, aunque quería hacerle bien a la educación, más bien la ha afectado en forma torpe e inconsecuente.

DEBEMOS LIBERAR AL PUEBLO El fracaso de Honduras, ejemplificado por la incapacidad para duplicar el ingreso percápita de su pueblo, la creciente pobreza que se aprecia casi en forma natural por muchos irresponsables; y la falta de peso suyo en las negociaciones internacionales, es el fracaso de sus elites dirigenciales. Y del pueblo que les ha permitido a estos, desempeñarse como tales. Aquí, no hay vuelta de ojo. No se les puede atribuir la culpa o la responsabilidad a otros. El cuento del imperialismo estadounidense; o la perfidia de la indigna Albión,25 no tienen fundamento. Tampoco las explicaciones que se agarran de la geografía o de la formación racial, para justificar el escaso nivel de crecimiento económico; y, de consiguiente, el no desarrollo nacional. Quienes intentan presentar explicaciones, atribuyéndole la culpa a los fenómenos naturales que nos han 21

En ese momento el Secretario de Educación era el señor Carlos Ávila Presidente Constitucional (1990-1994) 23 Miembro de la Comisión Política de la Democracia Cristiana.(2002-2006) 24 Secretario Privado del Presidente Ricardo Maduro (2002-2005) 25 Nombre dado a Gran Bretaña, por el poeta latino Festo Rulfo Avino. 22

19 afectado, pierden el tiempo, porque el fracaso nacional tiene más de impericia y de falta de sentido de compromiso de las elites, que con otra cosa. Por lo que, antes que castigos, hay que buscar salidas. Seguir como hasta ahora, aceptando los cuentos de camino real; o las explicaciones de los ladinos, es un error que no debemos seguir cometiendo. Más bien, identificadas las incompetencias de las élites, lo que tenemos que hacer es crear otras oportunidades y condiciones, que nos permitan el inevitable relevo que hace tiempo, estamos necesitando urgentemente. En esta tarea, es inevitable y obligado, escrutar las formas cómo emergen y se consolidan las élites políticas, económicas y culturales de nuestro país. Para desde ahí, identificar el papel que juegan las masas, el llamado “pueblo pueblo”, en las motivaciones, energía y renovación de los cuadros dirigenciales de Honduras. Porque aunque sepamos cómo se producen los ingresos de las personas y los grupos a la condición de élites dirigenciales, no podemos – especialmente en estos tiempos de obligada obediencia democrática – pasar por alto el papel legitimador de la población en su vigencia y reproducción. En otras palabras, aunque responsables las elites por el escaso desarrollo que observamos, también lo es el pueblo que ha permitido que sean éstas y no otras, quienes han dirigido los destinos nacionales. Las élites nuestras se han originado en el ejercicio de la fuerza, en el control de las estructuras productivas; y en el acceso privilegiado de algunos grupos en las fuentes de la cultura, en los cenáculos financieros y en los espacios de las transacciones y los acuerdos. La guerra civil, producida por las vacilaciones y la falta de compromisos por parte de las élites que nos heredara la colonia española, produjo el primer relevo de las élites centroamericanas. Morazán26 sólo es posible en el marco de la lucha armada. De la misma manera, se explica la emergencia de sus enemigos, que van a recoger los restos de los aprovechados de la vida colonial; y que se le van a enfrentar, preservando y conservando instituciones que aún ahora, son responsables por el atraso. Casi todo el siglo 19, las elites se originaron en la guerra civil. El pueblo no tenía más condición que la de comparsa, para formar filas en la guerra; o para legitimar elecciones que, con muchos años de anticipación, se sabía que siempre las ganaría el gobierno de turno. Pero desde 1980, las élites se han legitimado en las elecciones que, de conformidad a nuestro pasado, han sido libres y transparentes. Sin embargo, las élites de la conquista y las de la guerra civil, apoyadas por la contribución de las oleadas de inmigrantes, especialmente palestinos y europeos, se han mantenido firmes, ganando elecciones y perdiendo el tiempo que, debían haber entregado en resultados positivos a Honduras y a su pueblo. De ahí que el cambio de las élites, pasa por la disputa del gobierno - instrumento que han utilizado, para perpetuarse en el ejercicio del control - la destrucción de los mecanismos de dominación de las poblaciones electorales y, desde luego, por la puntual liberación del pueblo. Si no las desplazamos del poder, como lo ha confirmado la experiencia, el país continuará deslizándose de fracaso en fracaso, hasta su inevitable disolución. Y para quitarles a las élites el control del gobierno, por medio del cual, mantienen una estricta dominación sobre la población, es necesario volver libre de sus ataduras y controles al pueblo, atrapado en la sutil manipulación de sus emociones y en el engaño de supuestas soluciones que nadie termina por entrever siquiera. Y para que esta libertad sea posible, hay que vencer el miedo con el que lo han enyugado a las desgracias; y darle la oportunidad que descubra que en la libertad, está la fuerza. Y que esa fuerza es la que le puede permitir que unas nuevas élites asuman la dirección y sostenimiento de los destinos nacionales. El problema es que el control de las élites sobre el pueblo, es de muy larga data. Muy recio y consistente. Y, en algunos casos, por deformaciones ideológicas, cuenta con el respaldo del pueblo que prefiere la dominación, antes que la libertad. Pero en la cadena de dominación, hay 26

Francisco Morazán Quezada Jefe del Estado de Honduras del 16 de noviembre de 1827 al 30 de junio de 1828; y del 2 de diciembre de 1829 al 28 de junio de 1830, Morazán es el más connotado prócer nacional por su firmeza de hacer de Centroamérica una sola patria.

20 eslabones débiles que hay que romper. Una vez ocurrida tal cosa, el pueblo recuperará su imperio y su fuerza.

LIBERACIÓN Y EDUCACIÓN No es imposible liberar al pueblo hondureño, colocar a las élites al servicio de los intereses de todos y lograr que nuestro país salga adelante. Si hasta ahora, no hemos podido colocar las cosas en su lugar, es por las razones que indiqué en un artículo anterior; y porque en realidad, a quienes han podido hacerlo, les ha faltado valor, fuerza y voluntad. Se ha partido de una visión instrumental del pueblo. De una perspectiva ofensiva incluso de la persona humana, porque se ha visto a la ciudadanía como un medio para la satisfacción de pequeñas o grandes mezquindades, pasando por alto que, cada hondureño es un fin en sí. Y que, cada cosa que hay sobre la tierra, se ha creado para hacer posible la continuada felicidad suya. Por ello, no se ha querido realmente educar al pueblo. Se le ha alfabetizado para que vote; o para que entienda las instrucciones que les han dado los “dueños” de nuestro país y de sus vidas. Pero casi nunca se le ha dado la oportunidad de formarse, para desde una lúcida conciencia, entender la realidad múltiple en la que está inmerso y desde allí, descubrir que, en la medida en que se articula dinámicamente con la misma, con la pasión del protagonista, puede transformarla y colocarla al servicio de sus intereses y los de la colectividad. Incluso, el sistema político ha sido mezquino también en lo relacionado con la participación de la población en la lucha en contra del mal, en la reducción de la pobreza y la miseria. Más bien, desde los tiempos en que ha aquí hemos llamado modernización, el gobierno se ha erigido en el dueño de nuestras vidas, en el que piensa por todos; y que, en consecuencia está determinado a establecer cuanta felicidad nos corresponde a cada uno de nosotros. Por ello, se ha debilitado más allá de nuestra inicial comprensión del fenómeno, al municipio. No sólo se le han quitado competencias, sino que se le ha convertido en un lisiado que, para funcionar, requiere del oxígeno que proviene de la capital. En este cuadro situacional – ante el cual no hay que echarse a llorar, sino que todo lo contrario, asumir una postura dinámica y creadora – la función de la educación es, fundamental. Y el papel de los educadores, de primer orden. José Martí27 decía que para liberar, hay que educar. Y como se puede inferir, para educar hay que tener maestros, que estimulen la búsqueda de la libertad, que animen la creatividad; y que celebren la capacidad de los niños, los jóvenes y los adultos, en dirección a la construcción de sus espacios de creatividad superior. El problema que enfrentamos actualmente, es que los maestros han perdido la perspectiva, se han transformado en agentes del gobierno que utiliza su energía, incluso cuando luchan en contra de sus representantes, para consolidar el poder central y para legitimar la fuerza y el control de las élites sobre la conciencia de nuestro pueblo. Por lo que, en cualquier iniciativa con la que pretendamos buscar la liberación del pueblo, a fin que identifique y ponga a las élites al servicio de los intereses nacionales, pasa por la adquisición del compromiso de los maestros para acompañar la tarea. Y por la capacidad, para desmontar el centralismo estatal asfixiante, que al tiempo que nos impide crecer, domina y paraliza la capacidad creadora de los hondureños. Devolverle el poder al municipio, reformándolo para que sea la más acabada expresión de la participación democrática del ciudadano en la vida social; y contar con el respaldo de los maestros, en la reconstrucción de la conciencia individual y colectiva, son las dos iniciativas que tenemos que echar a andar, si de verdad queremos que, a las generaciones presentes no se les haga pedazos el sueño de una Honduras mejor. 27

José Martí: literato y prócer cubano, (1853- 1895 )

21 Sin amargura, sin odiosos rencores infantiles con respecto al éxito de las personas que han recibido su influencia formadora; y sin el ánimo de creer que los alumnos son medios para su propia felicidad, los maestros pueden volver a ser los motores del cambio y la transformación. El retraso que observamos, la paralización peligrosa de la iniciativa individual y la timidez y la dependencia con respecto al gobierno y las donaciones del exterior, se deben en mucho, al hecho que los maestros en vez de trabajadores de la felicidad de los hondureños, se han querido aprovechar de ellos para construir su propia y exclusiva felicidad. Desafortunadamente, cuando los maestros dejan de cumplir su tarea de promotores y estimuladores de la conciencia colectiva y en generadores de las iniciativas creadoras de todos, ellos han terminado convertidos en cosas con las cuales juegan los gobernantes. O disputan, abiertamente, como ha ocurrido en este gobierno que se ha creído que para dominarnos mejor, el camino es el desprestigio de la función magisterial, cayendo en el absurdo increíble de creer que se puede hacer educación sin maestros. Los resultados que nos ha dejado la última confrontación, han afectado a todos. Maestros adoloridos por los palos del gobierno y rechazados por el público que les niega el lugar que se merecen, no pueden cumplir con su función animadora. En vez de liberar al pueblo, más bien lo forman para que siga como ellos, creyendo que el fin de sus vidas es la rendición o no, ante del gobierno.

EL PUEBLO QUE QUEREMOS SER Desde hace algunos meses se está hablando de “visión de país”. Aunque no se aclara de cual país se trata, se sobre entiende que se refieren a Honduras. Igual que algunas personas que censuran la palabra - que tiene como sabemos raíces comunes de carácter cultural más que vinculaciones con la voluntad de vivir juntos, dentro de unos parámetros contenido en el contrato social originariocreo que al decir país, sin agregar el pronombre cariñoso que nos hace uno a todos, establecemos una distancia innecesaria entre lo que tenemos y lo que soñamos. Sin embargo, el problema fundamental no ésta aquí. Al fin y al cabo, se trata de minucias que, reconozco, algunos compatriotas consideran muy poco importantes. Lo central es que, la visión de un país no se concreta sin la previa voluntad y la acción concertada del pueblo; o los que, lo integran. Es decir que, como enseñan los viejos filósofos, hay una estrecha relación entre lo que se intenta crear y el pueblo o la población que por medio del trabajo, la disciplina y la austeridad voluntaria, lo hacen posible. Y aquí, como es fácil concluir, está la desconexión: no hay una palabra que vincule al pueblo creador, especialmente en sus referencias particulares; con la visión de país que deseamos construir por lo menos cuando nos llegue el 2021, fecha en la cumpliremos 200 años de vida republicana. Es obvio, e incluso experimento cierta pena decirlo, que con el pueblo que tenemos actualmente tanto con sus virtudes como con sus defectos - no podemos lograr una visión de país, diferente al que tenemos. La pobreza que observamos, la incapacidad que exhibimos para crear riqueza; y la inconciencia por la inadecuada distribución del producto social, son el fruto de un pueblo con unas características específicas y diferenciadas. De modo que, si uno quiere cambiar el país, creando mejores condiciones que las que tenemos actualmente, necesitamos, previa o en forma simultánea, cambiar al pueblo. Si no lo hacemos, la visión de país será tanto un papel sin importancia, una simple rareza bibliográfica, que al carecer de la voluntad del pueblo que lo quiere mejorar, no pasará de ser una simple circunstancia anecdótica.

22 Ahora bien, definido que no puede haber nueva visión de país, sino cambiamos al pueblo que la hará posible, la cuestión que nos llama a la reflexión, es la definición de las características y cualidades que debemos tener como pueblo. Una vez hecha esta definición, el camino para lograrlo, pasa como lo hemos dicho, por el desmonte del aparato reproductor de ideas que informa y alimenta nuestro comportamiento. Este aparato, ésta compuesto por la familia, la escuela, el colegio y la universidad, así como las iglesias y los medios de comunicación social. Con el mismo aparato productor de ideología, el resultado que obtendremos, en términos de comportamiento será, exactamente el mismo. Puedo parecer mecanicista; pero no es mi intención. Conozco por experiencia propia los vericuetos de la dialéctica social y política; pero especialmente en este momento, prefiero que veamos las cosas en términos fotográficos, para que en otra oportunidad, podamos reflexionar en forma cinematográfica sobre el asunto. Porque la intención es que empecemos a vernos a nosotros mismos, tanto como responsables de todo lo hecho o dejado de hacer en Honduras, como igualmente también, como sus seguros salvadores. Es decir que, dejemos de ver hacia afuera, para vernos a nosotros mismos, como los creadores de una nueva visión de país, si esa es nuestra voluntad. Pero para ello, es necesario que nos veamos en nuestras virtudes y precariedades. No somos tan buenos como creen algunos inocentes; ni tan malos como para que no nos podamos redimir como creen más de algunos intelectuales escandalosos que no pueden ver en sus compatriotas ningún atisbo de algo bueno o esperanzador. Pero si fijamos y fortalecemos nuestras virtudes; y nos dedicamos a reparar aquello que nos hace malos, negligentes o débiles, estaremos en camino de convertirnos en un pueblo nuevo, capaz de hacer nuevas cosas, para así crear un nuevo país; e incluso, una nueva sociedad. Pero tenemos que definir qué es lo que queremos ser. Siguiendo a Nietzsche,28 hay que salir de la lenta tranquilidad bucólica de la vida rural, para saltar al hombre y a la mujer, animados por la industriosidad y la búsqueda de lo útil que pregona el capitalismo moderno, hasta llegar a ser, los hombres y mujeres animosos y entusiastas que entienden que la vida es, entrega generosa a la búsqueda de la felicidad y la realización plena. Esto, nos tiene que llevar inevitablemente, al rechazo del menosprecio que se hace de la vida; y al descubrimiento que necesitamos crear una nueva conciencia colectiva, en la que los valores que orienten nuestro comportamiento, tengan expresiones exclusivamente vitales. Creando una nueva escala de valores - que la educación no sirve actualmente -, es que podemos ser otros, para desde allí, construir una nueva visión de país. Un proceso a la inversa, es equivocado e imposible. Por más bonitas visiones de país que escribamos. O nos escriban otros.

LOS CINCUENTA AÑOS DE LA HUELGA La huelga general de los trabajadores, iniciada el 1 de mayo de l954, es uno de los acontecimientos más importantes ocurridos en la historia nacional. Igual que la guerra tripartita, librada entre Honduras, Nicaragua y El Salvador en l907, la revuelta de 1924, la guerra contra El Salvador en julio de l969 y el retorno de los militares a sus cuarteles, dejándole la institucionalidad civil a los partidos políticos. La gran huelga de los trabajadores, representa un corte en la historia nacional, democratizando las relaciones; y facilitando la transformación nacional. Es decir que la huelga no fue sólo un asunto entre trabajadores, ofendidos y explotados y los patronos inconcientes e irrespetuosos de sus derechos, sino que fundamentalmente, fue la descomposición de la estructura de poder que hasta entonces había funcionado entre nosotros; y, su sustitución, por una nueva en la cual, las organizaciones obreras ocuparon un lugar importante. Desde l954, Honduras ya no fue la misma. Aunque había fuerzas políticas y económicas que se resistían a aceptar que las cosas habían cambiado, por lo que creían que podían seguir manejando 28

Friedrich Nietzsche, Filósofo Existencialista de nacionalidad alemana del Siglo XIX, (1844 -1900)

23 las cosas como hasta entonces, la verdad es que ya nada fue, como en el pasado. Empezó a forjarse una nueva institucionalidad que, pequeña al principio, fue tomando fuerza hasta que, en 1979, precipitara el proceso de retorno al estado de derecho. Con lo anterior, lo que quiero decir es que la gran huelga, es sin lugar a dudas, el acontecimiento más importante del siglo XX. No sólo por el impacto inmediato que tuvo en el interior de las relaciones de producción en una economía poco desarrollada, sino que, fundamentalmente, obligó a las fuerzas que integraban la estructura del poder, al hacerle espacio a los obreros que, desde entonces, irrumpieron a la participación sobre la cual se ha asentado el progreso social, la tranquilidad política y el avance institucional, que hemos experimentado. Es una suerte que, en la oportunidad de los cincuenta años de la gran huelga de los trabajadores de l954, se estén haciendo homenajes, se entrevisten a los participantes y dirigentes que todavía están entre nosotros; y que, además, se haya iniciado un proceso de reflexión para entender los efectos del movimiento obrero, en una colectividad que hasta entonces, se había interesado poco por ellos y que, más bien, les prohibía incluso la simple oportunidad para organizarse en entidades destinadas a permitirle la defensa de sus preteridos derechos. Tal interés en la huelga, es importante. Significa que la sociedad hondureña, empieza a descubrir que somos humanos en la medida en que nos situamos en la historia y nos convertimos, más que en espectadores, en sujetos activos de los procesos vitales, tanto en la esfera de lo económico, como en la vida social y política de nuestro país. Este es un singular avance, desde luego. Sin embargo, no conviene que nos quedemos en los homenajes y en los reconocimientos. Hay que ir más allá del asunto, buscando en el análisis de la huelga, descubrir los orígenes de la inestabilidad social y política; para de este modo, prevenir otras injusticias que en nuestro tiempo se están cometiendo. Es cierto que los trabajadores dejaron la penumbra, salieron a la luz del día a defender sus derechos, para por ese medio – y para escándalo de los que se oponían a su existencia – terminar convertidos en fuerza con la cual Honduras pudo asegurar su desarrollo político y económico. Es decir, concluir que la organización del pueblo, el fortalecimiento de la sociedad civil, por medio de múltiples cuerpos intermedios, es el camino que hay que transitar para modernizar a un país que, pese a los recursos con que le ha dotado el Creador, no ha sido capaz de darle a su población, el nivel de vida que se merece. Pero probablemente, la lección más importante que debemos extraer de la huelga del 54, es el reconocimiento de la utilidad del diálogo, la conveniencia de la negociación y la importancia del logro de acuerdos, incluso entre grupos o sectores que, por principio, algunos elevan a la calidad de intocables o innegociables. La huelga del 54 fue innecesariamente larga. Los personeros de la Tela Railroad Company,29 los funcionarios del gobierno y los líderes políticos de entonces, no entendieron - como no lo entiende el gobierno actual en su pelea con los maestros y los médicos la necesidad de llegar a acuerdos y la conveniencia de establecer equilibrios, como requisito previo para avanzar. Igual que los líderes que se enfrentaron con los trabajadores, los de ahora insisten en rendir a los otros por hambre, en destruir a los adversarios. Y en la creencia que quien tiene fuerza y poder, nunca debe darle la razón a los demás. Si Honduras pudo sobrevivir a la crisis de los 80, enrumbando su proceso institucional por el camino de la moderación, fue porque los duros del 54 habían sido sometidos y eliminados del escenario nacional. Policarpo Paz García30, fue un hombre moderado. Suazo Córdova también. Y aunque Álvarez Martínez, predicaba la guerra en contra de Nicaragua, se impuso el diálogo de Contadora, como un mecanismo para reducir tensiones y facilitar salidas honorables para todos. José Simón Azcona demostró igualmente que era hombre de diálogo, que sabía encontrar en los medios, no justificaciones, sino que obligaciones que cumplir.

29 30

Trasnacional bananera estadounidense, establecida en la zona norte de Honduras, en 1912. Gobernó el país mediante Junta Militar de Gobierno, durante los años de 1978 hasta 1981.

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II PERSONA, FAMILIA Y SOCIEDAD

25 PROTECCIÓN DE LA FAMILIA Los temas de campaña, siempre despiertan sospechas. Y aunque con su discusión se busque hacerle el mayor bien posible, al mayor número de compatriotas, siempre nos queda en la boca, el sabor amargo de la duda si lo que se debate es realmente algo positivo para la sociedad; o simplemente, se trata de una acción demagógica, para obtener réditos electorales. Creo que todos sentimos algo de esto, cuando vemos al Congreso Nacional, debatiendo sobre las formas para evitar que la homosexualidad, pueda inferirle daños a la familia. Por supuesto, nadie puede oponerse a cualquier medida que en forma tácita o expresa, busque garantizar la existencia normal de la célula principal de la vida colectiva. Y mucho menos, cuando se declara que la medida tiene como finalidad, preservar a la familia de la amenaza que representa el hecho que los homosexuales hayan obtenido de parte del Poder Ejecutivo, el reconocimiento jurídico a sus derechos de unirse y organizarse. Soy de los que cree que, en efecto, la familia está amenazada por todos los frentes. En la misma medida en que ha avanzado la urbanización en nuestro país, aumentan los divorcios, se multiplican las parejas de hecho; y, lo más grave, proliferan las familias incompletas, en que sólo unos de los cónyuges – mayoritariamente la madre – cumple los papeles que exigen la intervención de los dos. Con lo que se confirma, que la familia está amenazada; y que de consiguiente, también lo está la sociedad hondureña. Sin embargo, aunque creo que la decisión del Congreso Nacional no es mala para la existencia de Honduras, sino que todo lo contrario, tengo la impresión que no atiende a los verdaderos riesgos que confronta la familia actualmente. Y que más bien, en la medida en que crea un espejismo al considerar que el fortalecimiento de las instituciones es simplemente cosa de emisión de leyes, expone a la familia a severos ataques por parte de los que creen que ésta se ha vuelto disfuncional, que necesitamos crear cosas nuevas, especialmente para darle salida al desbocado individualismo que hace creer a muchos que no hay que establecer acuerdos por tiempos largos; y mucho menos, por toda la vida. Por ello, soy de la opinión que debemos colocar en forma visible, todos los retos y amenazas que experimenta la familia, mas allá del simple interés de quedar bien con las encuestas o con algunos líderes religiosos que, posiblemente están preocupados; pero no tienen una visión completa, que les permita diferenciar lo que es accesorio de lo fundamental. O mejor, diferenciar la paja del trigo. De ahí que, considere oportuno recomendar, una revisión de los procesos de urbanización, efectuar un análisis de los índices de ingreso que obliguen a los cónyuges a trabajar en forma simultánea para sostener la unidad familiar; y un cuestionamiento de las políticas relacionadas con el control de la natalidad. Desde esta perspectiva, tenemos que –si es que queremos valorar convenientemente las amenazas a la familia, para ordenarlas y jerarquizarlas – poner en cuestión, por lo menos en el plano teórico, si lo que se debe hacer es privilegiar, celebrar y apoyar a la madre soltera; en vez de hacerlo con aquellas mujeres que mantienen unidas sus proles, alrededor de sí; y de sus esposos. Esta reflexión nos lleva inevitablemente a plantearnos la necesidad de ir más allá de la ley, reconociendo que ésta tiene sus limitaciones, en vista que en algunos casos, la intención del legislador no tiene músculo político y social, capaz de llevarla a la práctica. Con lo que, la ley camina por una vía, mientras que por otra, lo hace la realidad. Detrás del problema y de la forma parcial de abordarlo, se encuentra la escasa valoración que, en efecto le concedemos a la familia, más allá del diente al labio y a la resistencia para reconocer que la crisis actual de la familia es una expresión de la crisis general que atraviesa la sociedad. Y que para enfrentar los retos y amenazas que sufre la primera, tenemos valientemente que cambiar las

26 estructuras políticas, económicas y culturales, que nos obliguen a valorar de manera diferente a las instituciones que hacen posible la vida en común. Si en efecto, queremos salvar a la familia, tenemos que reconocer que la amenaza la pobreza; y que ésta es una expresión de la forma injusta como nos relacionamos en forma inequitativa en el interior de la sociedad. Pero como esto tiene riesgos, es más fácil y más cómodo gobernar para las graderías, saludar y buscar la simpatía y los pañuelos blancos de las encuestas, y la bendición de los líderes religiosos, haciendo lo que acaba de hacer el Congreso Nacional. Una vez que haya pasado el entusiasmo de la importancia de las soluciones jurídicas, caeremos en la cuenta que la medida que hoy celebramos, tiene inevitables obstáculos para impedir su aplicación. Y que lo que fue una buena intención, se ha transformado en papel mojado que no le sirve a las familias para consolidarse; ni mucho menos para que el país asegure su futuro. Cuando descubramos el error, habremos perdido el tiempo, para impulsar los cambios económicos y políticos, necesarios para proteger, efectivamente, a la familia.

UN HOMBRE BUENO, LLAMADO GUILLERMO Creo que cuando Guillermo Castellanos Enamorado murió, ya estaba conciente de su enorme dimensión humana, de su fragilidad material y, por supuesto, de los valores espirituales que expresaba. Y de su trascendencia personal. A contrapelo de cierto materialismo irredento, que uno apreciaba en su prosa y en las conversaciones con amigos, no cabe duda que Castellanos Enamorado era una persona sensible, abierta a los sueños e ilusiones de la vida, que creía en las posibilidades de la utopía, en la grandeza de la vida humana; y en las capacidades de la humanidad para irse haciendo sobre la marcha. Esa es la razón por la que Guillermo, además de hombre bueno como una hogaza de pan recién salida del horno, era un intelectual que creía en la trascendencia de las cosas, en la perfección de los seres humanos; y por supuesto, en la posibilidad de un mundo mejor, más fraterno y más abierto. Lo conocí hace muchos años. Primero desde cierta distancia, porque cuando vine a Tegucigalpa en 1963, él formaba parte de una generación de educadores que, desde la perspectiva del cambio y la reforma, pretendía buscar la oportunidad para que fuese la escuela, a continuación de la familia, quien “inventara” al nuevo hondureño que requerían las circunstancias. Le vi la primera vez, en compañía de Jacindo Zelaya Lozano31 – con el pelo completamente cano, por lo menos así me lo pareció entonces, y con una palabra suave en la que uno sentía las nostalgias del Caribe y la fuerza de quienes siempre hemos estado urgidos porque sabemos que tenemos los días contados – en los alrededores de lo que era el instituto Alfonso Guillen Zelaya. Después, en la medida en que me fui incorporando a la vida de Tegucigalpa – cosa que por cierto no voy a completar jamás – pude apreciar que, tras la suavidad de los occidentales hondureños, dispuestos al comercio y al convencimiento del otro, más que a la controversia y a la discusión que exhibimos otros compatriotas de otras regiones de Honduras, en Guillermo Castellanos Enamorado, había una fortaleza extraordinaria que le hacia postular sus convicciones con una naturalidad que siempre me sorprendió. Con calma decía cosas que, en boca de otra persona, habrían suscitado enormes discusiones. Pero Guillermo tenía la habilidad de concitar consensos a su alrededor, no sólo por su alma de hombre bueno, sino que por la ternura con que se acercaba a los demás seres humanos. Posiblemente su mérito a contrapelo de Mearsault de El Extranjero, de Albert Camus32, es que se integraba fácilmente en el horizonte de la amistad, porque humanizaba todo lo que tocaba. El

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Jacinto Zelaya Lozano xxxxxx Filosofo francés (1913-1960), ganó el Premio Nóbel de Literatura en 1957

27 personaje de Camus sólo entendía a las personas cuando las volvía cosas. Castellanos Enamorado, las humanizaba para entenderlas y amarlas. Pasado un tiempo, descubrí, casi por azar, una vez que visitaba a Trina Agurcia33 en Comayaguela, que Castellanos Enamorado, había entregado su corazón de hombre bueno y tranquilo, a una mujer nacida y formada en Olanchito. Desde entonces, nosotros – un grupo de amigos que de vez en cuando coincidíamos en reuniones familiares o de gentes de nuestra querida ciudad – consideramos que Guillermo era uno de los nuestros. Por eso es que sus exigencias por la perfección, su búsqueda de una identidad que nos prestigiara y su orgullo nacionalista por todo lo bueno que tenemos, me resultó más natural y cercana. Ya no aprecie en Guillermo sólo la educación y la hábil ternura, manejada desde la distancia del que quiere que uno compre algo o se adhiera a determinadas posturas afectivas o políticas, sino que al ser humano pleno que sólo se realiza, cuando ayuda a los otros a lograr los mismos resultados. Cada vez que nos veíamos, nos dispensábamos el afecto de los viejos conocidos, la complicidad de quienes tenemos amores comunes y sueños que, desde el principio, sabíamos que convergerían en la misma dirección. Cuando estuvo trabajando en el Diario La Tribuna, conversábamos brevemente, con la prisa que tanto él como yo, le damos a las tareas que los demás nos confían. Pero cuando la prisa era derrotada y la pausa colocada en un lugar tranquilo, creábamos los espacios para el sueño y la imaginación. Era cuando hablábamos de temas relacionados con la cultura. Y es que Guillermo estaba convencido de los valores de la cultura, más que en expresión folclórica buena para los turistas, es “una forma de ser”, con la cual forjar la personalidad del hondureño, moldeando sus virtudes y disposiciones, de forma que pueda integrarse a sus circunstancias. Para cambiarlas. En una coincidencia total, sabíamos, sin que nos los dijéramos, que la lucha en favor de la difusión cultural nos volvía hermanos inevitables. Casi al final de su vida, la Universidad Pedagógica Nacional, “Francisco Morazán” creó un premio de periodismo cultural al cual le otorgó su nombre. Tuve el honor de ser el primer galardonado con el mismo y la satisfacción de recibirlo de manos de la persona que lo había inspirado. Ahora ante su muerte imposibilitado de abrazar en esos momentos a su familia, escribo estas notas para hacerles llegar mi cariño y mi admiración y para ratificarles que un hombre, llamado Guillermo, era bueno como las mañanas cubiertas de rocío. O como los amaneceres de Honduras.

LA MUERTE DE FELIPE ANTONIO Con la muerte de los familiares y amigos, uno va aprendiendo a vivir mejor. Y a prepararse para su propia e inevitable muerte personal. Porque así como se aprende a vivir, también se aprende a morir. Por lo que es fácil concluir que hay algunos, que no pueden hacer ninguna de las dos cosas en forma correcta, adecuada y conveniente. Y como la vida y la muerte, están estrechamente vinculadas, subordinadas mutuamente, no son pocos los que dicen que en la forma como se vive, se va creando la forma como se morirá. Cárcamo34 entendió esto muy bien, por lo que dijo que nadie podía entender la muerte, sino sabía lo que era la vida. Hay, agregaba, quien se muere como el animal solo. Otros, en cambio hacen, de su vida algo tan singular, que su muerte estremece a todos. Se me ocurren estas cosas ante la muerte – anticipada por quienes fuimos sus amigos, en vista de la dolorosa y lenta enfermedad que puso fin a sus días sobre la tierra – de Felipe Antonio Peraza, un hombre bueno, servicial, que evitaba el boato y la estridencia; y que, más bien pasó por la vida, cumpliendo con su deber, haciendo lo que creía era la mejor forma de contribuir con la sociedad.

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Trina Agurcia xxxxx Cárcamo xxxxxxxxx

28 Le conocí en la década de los ochenta del siglo pasado. En efecto en 1984, tuve la oportunidad de conversar con él por primera vez, aunque desde antes, sabía de su nombre y sus ejecutorias, en vista que había participado muy activamente en la promoción del agro nacional, desde lo que entonces se llamaba Desarrural35. Agrónomo de firmes convicciones, Felipe Antonio creía en el mejoramiento de las actividades agropecuarias, tenía esperanza que los pobres podrían dejar de serlo; y como la mayoría de sus colegas, puso sus esperanzas en la transferencia de tecnología, desde unidades gubernativas hasta los agricultores. Nunca hablamos de esto; pero creo que nunca se terminó de explicar muy bien, el que, aunque se elevaba el número de los profesionales agrícolas y la asistencia técnica se volvió masiva, los incrementos de la producción agropecuaria, no mejoraron en las proporciones esperadas. Es probable que haya creído en algunos momentos, como lo hicieron hombres buenos y generosos como Felipe Antonio, que el problema lo creaba la cultura de los campesinos y de los agricultores y la represión de la sociedad. Y no que la asistencia técnica estaba subordinada a la capacidad de los agricultores para responderle a las señales del mercado, a la necesaria existencia de un previo ánimo empresarial y a la falta de aplausos desde la cultura nacional para los que desde abajo, lograban conseguir alguna fórmula de éxito individual y colectivo. Por ello, una vez que dejó las tareas públicas y se vinculó con la iniciativa privada, invirtiendo y negociando con otros productores, pudo fácilmente lograr el éxito que no había podido conseguir en quienes no tenían sus virtudes. Felipe Antonio era un hombre que parecía no tener prisa alguna. Valoraba las cosas – cualquiera que éstas fueran – con una calma que siempre admiré. Aportaba juicios certeros; y como no creía en los arrebatos y las locuras, fue muy exigente en la construcción de explicaciones sobre lo ocurrido, al tiempo que reclamó siempre, puntuales informaciones antes de tomar decisiones. En las pocas ocasiones en que nos involucramos en apasionadas conversaciones políticas, cosa que rehuía normalmente, excepto cuando se encontraba entre amigos de confianza, siempre tuvo seguridad en el futuro, en que las cosas saldrían bien; y que, al final, las diferencias se superarían y se construiría el inevitable consenso que obliga la vida democrática. Antonio Peraza es de los pocos empresarios nacionales que he tenido la oportunidad de tratar durante un periodo largo de mi vida, que se interesaba en las cuestiones teóricas del capitalismo moderno. No le tenía miedo alguno al término, por lo que, por lo menos en dos oportunidades, solicitó mi intervención para que quienes sabían de teorías económicas, le dieran a él y a sus compañeros de directiva en las organizaciones empresariales que dirigió, las explicaciones que les permitieran, entender los fenómenos económicos y, mejorar de consiguiente, su intervención en los mismos. Por ello, tengo la impresión que tuvo conciencia de los daños que nos ocasiona el mercantilismo atrofiado que sufrimos; y que la falta de competencia real para llegar en libertad a los mercados, es una de las más claras indicaciones del atraso que sufrimos. En una oportunidad discutimos – un poco acalorado de mi parte, muy tranquilo de la suya – sobre la inconveniencia de la falta de competencia en la industria azucarera y en la forma cómo tal cosa frena el crecimiento, y afecta a los consumidores. Aunque al final no nos pusimos de acuerdo, tuve la impresión que en su cordial actitud y en su ánimo respetuoso, había una esperanza que en algún momento se ocuparía del asunto. Y que le buscaría alguna salida. Ahora que se nos ha ido Antonio Peraza, siento que su muerte nos afecta a todos sus amigos, que hace sufrir a sus familiares; y que deja huérfana a Honduras de un dirigente empresarial que, mucha falta nos hace ahora en que buscamos crear libertad económica; y, colocar en el centro de todo, al consumidor.

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Desarrural xxxxxxx

29 MUJER Y DIPLOMACIA En la oportunidad en que las organizaciones femeninas y las activistas de las mismas, luchan por incrementar la presencia de la mujer en el escenario político, ejemplarizado por su participación en el Congreso Nacional, en las Alcaldías Municipales, el Poder Ejecutivo y las Judicaturas, nos parece oportuno identificar los logros alcanzados por la mujer en la actividad diplomática de nuestro país. La primera mujer Embajadora de nuestro país, en toda su historia, fue Albertina Zelaya que ocupara tan importante cargo ante el pueblo y gobierno de El Ecuador. Posteriormente fue Embajadora en Costa Rica, en donde igual que en el país anteriormente señalado, cumplió una invaluable labor, mostrando indiscutible talento y fino tacto en sus relaciones con los gobiernos en donde estuvo acreditada. Por ello, su recuerdo es importante, en vista que la lucha en contra de la exclusión de la mujer, sin perjuicio del uso de otras vías, tiene que basarse en los méritos que las mujeres tienen; y no tanto en lo que por débiles aparentes, se les debe otorgar. La mujer que en nuestro país ha ocupado la más alta posición en el mundo diplomático es la Licenciada Yolanda de Suazo Tomé que, siendo agregada económica en la Embajada de Honduras en México, bajo el cuidado de su esposo, fue nombrada durante el gobierno de Rafael Leonardo Callejas, Vice Ministra de Relaciones Exteriores. Actualmente Yolanda de Suazo Tomé se desempeña como Embajadora ante el pueblo y gobierno de Guatemala, en donde cumple una excelente e importante labor que honra especialmente al género femenino. Otras mujeres destacadas en la función diplomática han sido Elsa Palau que fuera embajadora en Guatemala, Nadina Lefebre que ocupara igual posición en éste mismo país y en Israel, con un desempeño impecable, demostrativo de su capacidad y sentido del honor en el cumplimiento de sus tareas; y Olmeda Rivera que ha sido, durante muchos años, en función de su carácter de diplomática de carrera, embajadora en Panamá y en otros países de América Latina. Actualmente la Doctora Rivera es la número tres de la Cancillería, en calidad de Secretaria General de la misma. En España se desempeña como Embajadora una señora de apellido Odeh, nombrada en la presente administración que no ha tenido como en la anterior, la propensión de colocar a más mujeres, en cargo ministeriales; o, en el servicio exterior. En Israel, se encuentra acreditada Vania García, una destacada mujer que ha hecho carrera en el servicio exterior, desempeñando los cargos que le han confiado, con diligencia, buen tino y profesionalismo. De la misma manera es obligatorio mencionar a Marlen Villeda Talbott que, después de embajadora en la Organización de Estados Americanos (OEA), actualmente representa a nuestro país ante el gobierno de Taiwan. Anteriormente en la OEA - y durante la gestión gubernativa de Carlos Flores - estuvo representándonos la doctora Laura Núñez. Como se puede ver, la labor de las mujeres en el servicio diplomático es muy relevante. Sin embargo, la proporción numérica es muy reducida, en comparación con la actividad similar que han cumplido los hombres. En Honduras por ejemplo, nunca hemos tenido una Secretaria de Relaciones Exteriores, como sí lo han hecho El Salvador, Estados Unidos, Colombia y Chile, sólo para mencionar algunos casos, con el fin que nos fijemos qué categoría le hemos dado a las mujeres hondureñas y las tareas que les hemos confiado, especialmente en el servicio exterior. Y, además, para que vayamos tomando conciencia que hemos desaprovechado el talento femenino, al prescindir de sus talentos y habilidades en una actividad que, requiere de su tino, de su sensibilidad y, especialmente de sus conocimientos, e intuiciones. Este gobierno - que en la utilización de los servicios de la mujer se ha quedado a la saga del de Carlos Flores - todavía tiene tiempo para mejorar su desempeño. Ahora que muchos políticos van

30 a dejar los cargos para dedicarse a la actividad política, es la oportunidad de nombrar a mujeres; o promover a las que están ya en el interior de la administración, para que puedan recibir los merecidos ascensos que, por sus méritos y conocimientos, tienen derecho. Por ejemplo creemos que una vez que el Vice Canciller36 actual de nuestro país, deje el cargo para desempeñarse en la Secretaría General del Sistema de Integración Económica, sería muy ejemplar que Maduro ascendiera al cargo de Vice Canciller a la doctora Olmeda Rivera, especialista en Derecho Internacional, mujer de especial vocación de servicio, profesora distinguida de la carrera de derecho en la UNAH; y que, actualmente se desempeña con enorme eficiencia en la Secretaría General del Ministerio de Relaciones Exteriores, a la calidad de Subsecretaria. No sólo honraría el talento femenino, sino que además, haría justicia a una carrera profesional meritoria y ejemplar. No siempre se aprovechan las oportunidades. Especialmente las que tienen que ver con el cumplimiento de aquello que, honrar honra. Y que darle a cada cual lo suyo, es la mejor forma de hacer justicia, en este caso a las mujeres. Olneda Rivera no sólo es competente, sino que lo demuestra diariamente.

RESPETO POR EL PUEBLO Muy pocos políticos, en el curso de la historia nacional, han exhibido una conducta de respeto y admiración por el pueblo. La mayoría, le han instrumentalizado o despreciado en el caso que, después de lo primero, no pudieron lograr sus objetivos. Durante el Siglo XIX, fue carne de cañón. Con su sangre, se regó la campiña hondureña, tan sólo con el fin que un tirio o un troyano, se hiciera con la Presidencia de la República. Y aunque se le consideraba el peón inevitable para el logro del poder, no le permitían el ejercicio del voto. Primero le exigieron una educación que no le habían dado. Después, se inventaron que sólo los propietarios eran los que podían votar, aunque no eran éstos los que iban como soldados razos a exponerse a las balas rencorosas de los inventados enemigos. Y cuando se generalizó el voto, la mayoría de los políticos - casi todos herederos de los bienes y las tradiciones de los conquistadores españoles - tardaron muchos años en digerir un par de ideas básicas en la práctica democrática: 1. Que todos somos iguales; y 2. Que la soberanía radica en el pueblo y sólo en su voluntad. Por esta dificultad, cuyos mejores resultados los apreciamos en la falta de consistencia en la operación del gobierno, en la ausencia de compromiso de parte de los políticos para abstenerse de usar a éste último para sus fines particulares y en el deterioro general del bien común, el pueblo cada día que pasa pierde la fe en la democracia, en las elecciones y en la delegación del poder. Sólo hay que oír los discursos de los políticos para descubrir que no tienen ningún punto de contacto con las urgencias populares; ni mucho menos representan ninguna forma de respuestas a las ansiedades, angustias y necesidades de la población nacional. Esta desconexión, entre el discurso político y las demandas populares, se puede explicar fácilmente por medio del reconocimiento que los políticos actuales, en forma mayoritaria, no creen en la soberanía popular, en la igualdad de todos y, mucho menos, en que la finalidad de la acción política es el servicio a las mayorías de la colectividad nacional. Rodas Alvarado, que creía que se había curado de estos espantos, según Enrique Ortez Sequiera37, creía que las manifestaciones eran buenas, cuando le olían mal las manos después de estrechar la diestra de los hombres y mujeres humildes que creían en su discurso altisonante y su presencia orgullosa. Miguel Andonie Fernandez38, después que el pueblo no le acompañó en su 36

Quien es el vicecanciller actual xxxxxxxxxxxxxxxxx Candidato a la Alcaldía del Distrito Central por el Partido Liberal.(2006-2010) 38 Excandidato Presidencial y fundador del Partido Innovación y Unidad Social Demócrata (PINU-SD). 37

31 pretensión presidencial, hace algunos años, disgustado se quejó del pueblito, que era el pueblo hondureño. Ramón Villeda Morales, creía que era un presidente de primera para un pueblo de segunda. Jaime Rosenthal no se distingue, de los demás políticos, por su capacidad para colocar al pueblo por encima de sus capacidades universitarias para servirnos desde el poder público. Y Carlos Flores y Arturo Corrales, no creen que para llegar a la Presidencia de la República, haya que buscar el contacto popular. Vale tan sólo la instrumentalización mediática, la elaboración de encuestas y la conspiración telefónica para lograr que los electores caigan rendidos como conejillos, en las urnas electorales. Y basta de mencionar ejemplos. Cada uno conoce, en la comunidad donde reside, cómo los políticos usan al pueblo, engañan a los electores, hacen promesas incumplidas y se esconden una vez que pasan las elecciones. Incluso en la costa norte escuché a un democristiano quejarse de los diputados, que una vez que son elegidos, cambian de celular para ignorar a sus votantes. En todo esto hay, como dijimos un problema básico: los políticos nuestros no creen en la igualdad entre las personas, no creen en la soberanía popular; ni mucho menos en el control y la evaluación de los electores sobre los gobernantes. La idea que, una vez elegidos, son sirvientes de todos, no entra en sus cabezas. Pero además, el problema básico no lo constituyen los políticos y sus visiones antidemocráticas. El problema fundamental se encuentra en el pueblo, que no le hace falta evitar que le engañen, le usen y le manipulen. Más bien, por deformaciones de carácter ideológico, muchos confunden el cariño con el engaño y el patriotismo con la habilidad de servirse con la cuchara grande, despojando a los demás del goce de las oportunidades. De ahí que los políticos no estén interesados en rectificar, porque entre otras cosas, no le temen al pueblo. No creen que éste pueda algún día escolarizarse, Ni tampoco a Dios. Consideran que el festín es interminable y hay que gozarlo a cachetes llenos. Están convencidos que el pueblo no se rebelará, porque no hay fuerzas opositoras que trabajen en favor del desarrollo de la conciencia política de las masas. Además, creen en la magia de sus palabras vacías y en su habilidad para sacar conejos tiernos de rotos sombreros de ferias desafortunadas. Sin embargo, se equivocan. Un líder garífuna dijo que algún día el 80% de los pobres dejarían de votar por los políticos malos, de verdad, creo en lo que dijo.

LA ORDENACIÓN DE UN OBISPO El miércoles recién pasado, fui testigo de un hecho significativamente importante para la feligresía de la Iglesia Católica de la Diócesis de Choluteca: la Consagración de su Obispo Coadjutor, con derecho a sucesión, en la persona de Guido Plante, sacerdote nacido en el Canadá, en el año de 1936. Partícipe en la misa consagratoria junto a Nora Midence y más de tres mil personas que vinieron desde todas las parroquias de la diócesis de Choluteca que dirige el Obispo Monseñor Raúl Corriveau. Estábamos igualmente católicos de Tegucigalpa, integrantes de movimientos afines al nuevo Obispo; o simples amigos y admiradores, como es el caso nuestro. La diócesis de Choluteca incluye el departamento del mismo nombre y el de Valle. Aunque es una zona pobre, es tierra de fe; y, por supuesto de mucha esperanza. El crecimiento de Choluteca, la fortaleza de San Lorenzo y San Marcos de Colón, así como el empuje que se aprecia en Nacaome, en Langue y en Amapala, confirman que en la zona sur hay indudables posibilidades de crecimiento económico y de desarrollo integral. En el fenómeno esperanzador de la zona sur, se aprecia la mano delicada de los sacerdotes javerianos que desde hace aproximadamente 50 años, evangelizan, animan y promueven la fe de los católicos y la fuerza de su capacidad para continuar

32 desarrollando el plan de Dios. Primero Marcelo Gerin y ahora Monseñor Raul Corriveau, elevado a dignidad episcopal en 1980, los sacerdotes canadienses, cubanos y hondureños han cumplido una excelente labor evangélica, demostrándonos que, más que las oportunidades que da un clima generoso; o la calidad de las tierras y los sembradíos, lo que vale es la fuerza de voluntad de los seres humanos llamados a cumplir la voluntad de Dios. En 1966, visité por primera vez la diócesis recién organizada. Para entonces trabajaba como Director del Instituto John F. Kennedy de Langue, Valle. Y allí, una tarde que no puedo precisar la fecha, conocí al sacerdote, Mario de Celles, entonces párroco de Guascorán y por ello responsable de la pequeña ciudad que me había acogido con un cariño insuperable. Con el Padre Mario no sólo redescubrí mi empequeñecido catolicismo, sino que encontré la oportunidad de ponerle bases al sueño de trabajar en forma continuada en favor del desarrollo de Honduras. En Olanchito, había empezado a sentir la fuerza del compromiso; pero sólo fue en Langue, en donde pude entender los caminos y las posibilidades que se habrían por medio de la evangelización, la “concientización” , la organización y movilización de la población en la defensa de sus intereses. Los sacerdotes canadienses se convirtieron desde entonces en el mejor ejemplo de entrega y dedicación que había visto hasta entonces. El día que conocí a Monseñor Marcelo Gerin, fui víctima de sentimientos encontrados. Para ser lo que decían que era, el jefe espiritual de los católicos de la Diócesis de Choluteca, me lució muy informal, exageradamente humano y poco prendado de sí mismo. Un poco de tiempo después, descubrí que estaba frente a un auténtico servidor de los demás, un ser humano extraordinario y santo que había consagrado su vida al crecimiento y la personalización de los demás. Todos estos recuerdos vinieron a mi mente en la bella ceremonia en que el Cardenal Rodríguez como Obispo oficiante, consagró a Guido Plante como Obispo Coadjutor. Y por supuesto, los rostros de los sacerdotes amigos, varios de los cuales tenía muchos años de no ver ni saludar como Juan Luis Blanchard con el cual trabajamos juntos durante muchos años animando el desarrollo de cooperativas, me hicieron sentir fuerte otra vez. En el saludo de varios promotores, campesinos dirigentes, profesores y jóvenes exalumnos en el Seminario Mayor que están haciendo su práctica pastoral antes de ordenarse como sacerdotes, descubrí que la vida personal tiene sentido cuando se entrega a algún ideal; o sueño por cumplir. Y que quienes se consagran al servicio de los demás, como es el caso de los sacerdotes, confirman que la humanidad tiene posibilidades de sobrevivir por siempre en la medida en que, de la mano de Dios, cumple la función de crear y distribuir amor entre sus miembros. La ceremonia de la consagración de Guido Plante, amigo compañero y servidor de nosotros sus hermanos, fue larga; pero inolvidable. Su palabra fresca y esperanzadora, me hizo estar más seguro que el desarrollo que vemos en la Diócesis continuará, en la medida en que al lado del Obispo Corriveau, ahora se agrega la fuerza y la dedicación de un hombre bueno como el Padre Guido quien une a su pública santidad, un talento singular y una vibrante confianza en la posibilidad de los hondureños para forjarnos un destino mejor. Como es natural, en algunos momentos abrigo vacilaciones acerca de nuestro futuro. Los líderes resistentes al cambio, las propuestas vacías de los que quieren conquistar al electorado; y la falta de exigencias de parte de nuestro pueblo para que se le dé calidad en el servicio público, me desaniman. Sin embargo en la Consagración de Guido Plante, he renovado las esperanzas. Salí, de allí, con más confianza que podemos lograr construir el futuro.

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III DEMOCRACIA GOBERNABILIDAD Y PODER

34 OFICIO PELIGROSO El ejercicio del poder entraña muchos peligros. Pero incluye también, enormes compensaciones, lo que explicaría por qué, pese a lo dicho anteriormente, muchas personas consagran su vida, entregan sus energías y consumen sus ahorros y posibilidades, en buscarlo afanosamente. Esas compensaciones van desde la oportunidad de usarlo para destruir a los enemigos – ayudarlos a que fracasen como decía meforicamente el Coronel Tomás Martínez39 – hasta la ocasión para servir a un ideal, al prójimo; o a la colectividad, pasando por los que ven en su ejercicio, la posibilidad de salir de pobres y no trabajar nunca más. Es evidente que el poder es encantador. Hace sentir mejor a sus titulares, a los que no sólo les da seguridad, sino que, además, hace sentirse superiores con respecto al resto de todos los mortales sobre la tierra. De ahí, que sea natural, dentro de esta lógica del “encariñamiento” con el poder y sus derivaciones, el que la primera obligación del “príncipe”, como recomendaba Maquiavelo40, es retenerlo por todos los medios, lícitos o ilícitos que estén a su alcance. Las instrucciones del genial florentino, que sólo ordenó las prácticas y las experiencias, para elevarlas de consiguiente, a la calidad de reglas técnicas de imperativo cumplimiento con respecto a las relaciones con la oposición, tienen como finalidad retener el poder el mayor tiempo posible, para evitar, fundamentalmente, el ejercicio de la venganza de los triunfadores que no tienen compasión alguna con los vencidos, como lo sabemos todos. Posiblemente en este temor a la acción vengativa de los adversarios o enemigos, que – especialmente por el ejercicio de la vía democrática – han logrado reconquistar el poder, es en donde encontramos la justificación para buscar la reelección; o para asegurar una sucesión, débil y enfermiza; pero obediente y dispuesta a proteger los intereses e imagen, del exgobernante anterior que se trate. Entre nosotros, tres personas se han destacado por su miedo a dejar el poder. José María Medina41, Tiburcio Carías Andino y Oswaldo López Arellano, con su obsesión por mantenerse el mayor tiempo posible en la presidencia, nos confirman los encantos del mando, el entusiasmo por el presupuesto nacional; y, el temor a la reacción rencorosa de los adversarios. José María Medina, fue fusilado, en un acto criminal que es difícil justificar de manera seria y responsable, por Marco Aurelio Soto y Ramón Rosa. Carías conocedor de estas cosas, se mantuvo durante 16 años en el gobierno, el record más largo de de toda la historia nacional, asegurándose por todos los medios a su alcance, que los líderes de la oposición, sus enemigos irreconciliables, le sucedieran en el mando. Para ello, buscó a Juan Manuel Gálvez42, hombre moderado, sereno y tranquilo, que tenía capacidad para conjurar odios y frenar las pasiones descontroladas de los que querían cobrarse la venganza. La solución le resultó a medias a Carías, porque aunque Gálvez frenó a su modo, la venganza de los liberales en su contra, le creó obstáculos al veterano exdictador, en su propósito de retornar al gobierno en 1954. López Arellano, se mantuvo en el gobierno durante más de 13 años. Salió del mismo en la cresta de la ola del soborno bananero, seguro que, aunque lo quisieran sus enemigos, el espíritu de cuerpo de la institución militar, muy cercana a las prácticas de la mafia siciliana, le protegerían de cualquiera acusación o de la amenaza de terminar en la cárcel. En efecto, el retorno al orden constitucional, en la década de los ochenta, se pactó alrededor del compromiso de los civiles de

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Tomas Martínez xxxxxx Nicolás Maquiavelo (1469

- 1527), filósofo italiano del Renacimiento, destaca su principal obra El Príncipe.

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Gobernó El país Provisionalmente desde el 20 de junio al 31 de diciembre 1863, El 15 de febrero de 1864 Medina recibía de nuevo la Presidencia. 42

Juan Manuel Gálvez Presidente de la República del primero de enero de 1949 al 16 de noviembre de 1954,

35 echar un velo de olvido sobre las acciones gubernativas de los hombres armados, muchas de las cuales – ahora lo sabemos mejor – fueron impregnadas de evidentes expresiones de corrupción. Mediante este acto de inmoralidad, liberales y nacionalistas, se hicieron cómplices con los militares, les perdonaron sus excesos; y por supuesto, salvaron a López Arellano de la vindicta43 pública. Y del largo brazo de la ley. En otros países más democráticos; y con capacidad crítica superior que la que exhibimos aquí, el oficio de exgobernante es, como en tiempos de Maquiavelo, altamente peligroso. Aunque no se paga con la vida – heroicidad que a algunos les habría permitido pasar a la historia nimbados44 de cierta honorabilidad – el honor y la dignidad, son víctimas de desdoro y menoscabo. Lo que ha ocurrido en Costa Rica, confirma lo que venimos diciendo. Allá no sólo los expresidentes tienen dificultad para proteger sus mandatos, sino que están expuestos incluso a ser objeto de enjuiciamiento y castigo por sus propios correligionarios. El Presidente Abel Pacheco45 es del mismo partido que Miguel Ángel Rodríguez46 y Rafael Calderón Fournier47. Por lo que no se puede hablar de venganza de la oposición. Apenas se aprecia, cierto conflicto en el interior de la “familia democrática cafetera” que también tiene sus rencores y sabe ejercer sus venganzas. La moraleja es que si el oficio de exgobernante es tan peligroso, hay que esperar que los más honestos y temerosos de estas cosas, se abstendrán de buscar el poder. Dejando el espacio a los más agresivos. O a los más inmorales.

LAS DEBILIDADES DE LA DEMOCRACIA Poco a poco, nos hemos ido dando cuenta que la democracia es más que ruido electoral y elecciones, más o menos ordenadas. Que más que un conjunto de reglas para que las élites en contradicción resuelvan sus diferencias en la búsqueda del poder público, es un modelo político, destinado a mejorar nuestras vidas sin renunciar, bajo ninguna circunstancia, a la libertad. Aunque la frase de Abrahán Lincoln48, con la que aprendimos a definir la democracia, es buena, fácil de recordar; e incluso hasta poética por el ritmo de la expresión, en los tiempos que corren, ya no sirve tanto como al principio. Cualquiera puede decir – y somos testigos muchos de nosotros de tal cosa – que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo; no nos dice nada. Porque pueblo es, cualquiera expresión, cargada de emotividades vacías que no describe más que las cosas que los políticos que las profieren, quieren que pensemos. Además, la bella expresión del expresidente estadounidense, no alude a la eficiencia; ni mucho menos a la preservación de la libertad. Por lo menos de manera expresa. Carlos Urbizo Solís49 – que aunque le gusta el reino de las ideas, rechaza las complejidades sicológicas de los que creen que lo profundo y verdadero, tiene que ser, necesariamente, oscuro y complicado – afirma que por democracia, en este tiempo, tenemos que entender un modelo de organización pública que nos permita a todos, el ejercicio de la capacidad para elegir – en lo político y lo económico – y ser electos. Por supuesto, Urbizo Solís no está pensando sólo en elecciones; ni tan sólo en el modelo de elecciones que tenemos, en donde no elegimos, sino que unos pocos nos usan para legitimar y prestigiar elecciones que ellos, en nombre de nosotros, han hecho previamente. Porque en honor a la verdad, la vida auténtica es aquella en la que, 43

Venganza resplandecidos, ungidos 45 Presidente de la Republica de Costa Rica (2002- 2007), por el Partido Unidad Social Cristiana. 46 Presidente de la Republica de Costa Rica (1998-2002), por el Partido Unidad Social Cristiana. 47 Presidente de la Republica de Costa Rica (1990-1994), por el Partido Unidad Social Cristiana. 48 Abrahán Lincoln Presidente de los Estados Unidos de América durante 1861-1865, una de sus frases celebres es (La democracia es el poder del pueblo para el pueblo y por el pueblo). 49 Quién es carlos urbizo solis xxxxxxxxxxxxxxxxx 44

36 preservados en nuestra integridad, podemos elegir quién dirigirá los destinos del municipio al que pertenecemos – sin las manipulaciones de los dueños de las corrientes partidarias – al Presidente de la República y a los Diputados. Y como la esfera de lo político no agota la totalidad de la vida ciudadana, la democracia es el modelo en el cual, tengo el derecho de elegir entre los productos que puedo comprar, la profesión que deseo ejercer; y la producción que, dentro de lo permitido por la ley, quiero llevar al mercado. Economía política, simplemente. De acuerdo con lo anterior, aquí en Honduras no tenemos democracia todavía, porque fundamentalmente, carecemos de capacidad para elegir, en libertad plena; y sin la mediatización de los dueños de las corrientes y de los propietarios de los partidos, a nuestros gobernantes. En California, hasta un actor de dudoso talento político y de desconocidas habilidades administrativas, se ha presentado a la campaña para Gobernador de ese estado. Y los candidatos han ingresado a la campaña, con una libertad que no observamos aquí. Allá, son los electores los que tienen que decir si el Exterminador, tiene algo que hacer por mejorar sus vidas. Aquí, no habría podido ser candidato, porque esa decisión no la hacen los electores, sino que un pequeño grupo de “accionistas” de los diferentes movimientos o corrientes en que se han dividido, para comernos mejor, los partidos políticos. En Honduras no son los vecinos quienes eligen, sino que en Tegucigalpa, se hace la división del queque, como si fuera una fiesta en la que los que están afuera, no tienen interés alguno. Ramón Custodio50 quiso ser candidato presidencial, ofreciéndose como opción para que el pueblo decidiera sí, tenía oportunidad o no, de servirle. Y el sistema, anteponiéndose a la soberanía popular, le creó tal cantidad de obstáculos que hizo imposible reunir todos los requisitos. Es decir, le impidieron al pueblo el ejercicio de su decisión. Y es que “la democracia” no nos quiere libres. Nos prepara para sirvientes de los dueños de los partidos. Ellos son los únicos libres. Estos son los privilegiados, de verdad. Nuestro papel es el de comparsas que validamos lo que otros han determinado que es lo mejor para todos. De modo que poner la fotografía no es la solución, sino que lo fundamental es si tenemos libertad suficiente para integrarnos en la planilla, sin tener que pedirles permiso a los “barones” dueños de las corrientes partidarias. Y como no nos quiere libres, el sistema político no nos anima para la libertad; ni mucho menos para la participación. Todo lo contrario, favorece la dependencia con respecto al gobierno, disminuye la confianza en la creatividad humana; y destruye el sentimiento que somos capaces de constituir procesos destinados a crear riqueza y generar bienestar para todos. Por ello es que, la democracia es tan ineficiente. En vez de darnos resultados, nos crea problemas. Y en vez de permitirnos fuerza para la opción conciente, más bien nos transforma en plañideros 51que les atribuimos a todos, la culpa de todo lo que nos pasa. Una democracia así, está condenada a desaparecer de la faz de la tierra. O por lo menos, antes que ello ocurra, a confirmar que no sirve más que para evitar que los políticos se agarren a tiros unos con otros, como en el pasado. Por lo que, estamos obligados a desnudarla y a denunciar a los falsos sacerdotes de la misma, que como los mercaderes del templo, la desnaturalizan y la prostituyen.

EL PROGRESO DE LA DEMOCRACIA En septiembre del 2001, los políticos hondureños nos dieron un extraordinario ejemplo de dedicación a los más altos intereses nacionales. En aquella oportunidad, firmaron un acuerdo, en virtud del cual, se comprometían a impulsar, cualquiera fuese el que ganase las elecciones, una serie de reformas destinadas a poner a punto el sistema público, de tal forma que cumpliera con sus funciones de facilitar el crecimiento económico y estimular el desarrollo integral de nuestro país.

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Fundador del Comité para La Defensa de los Derechos Humanos en Honduras (CODEH) y Comisionado Nacional de los Derechos Humanos en Honduras (2002-2006). 51 Quejumbrosos, llorones

37 Como lo reconocen quienes han efectuado el análisis del contenido de los compromisos, algunos de ellos son de corto plazo. Otros, de mediano, largo plazo; e, incluso, varios de los mismos, son de carácter permanente. Los de corto plazo casi todos se han cumplido (reforma a la ley electoral, separación del Registro de las Personas del Tribunal Nacional de Elecciones, la transformación de éste en un Tribunal Supremo Electoral, la sustitución de los designados por un vicepresidente; y, la supresión de las inmunidades, entre otros). Quedan pendiente en esta categoría temporal, la aprobación del plebiscito y el referéndum, como medios idóneos para asegurarle al pueblo hondureño, una mayor participación en los asuntos de la vida social, política y económica común. Es decir para transformar el acto gubernativo, en una función de todos los hondureños y las hondureñas. Sin embargo, apreciamos que, igualmente, hay compromisos que hicieron los políticos en el 2001, que sólo se pueden cumplir en el término de varios períodos presidenciales. De modo que el compromiso que asumiera Ricardo Maduro, porque a él le entregó el pueblo hondureño la confianza y el manejo de los asuntos públicos en el cuatrienio que está por concluir, lo tiene que ratificar el que obtenga la mayoría de votos, para de este modo, darle continuidad a los arreglos que en buena forma suscribieron. No todo el mundo considera que esto es así. Como se dice en algunos casos – y forma parte de la psicología popular, desafortunadamente – cada alcalde manda en su año. Y de ahí que, como lo dijera Ricardo Maduro, lo que se suscribió sólo tenía validez para aquellas personas o líderes, que participaron en las elecciones celebradas en el año 2002. Sin embargo, aquí tenemos un problema práctico. Por un lado, los compromisos suscritos, tienen una duración que va más allá de los cuatro años que constituyen el período presidencial. Y por el otro, quienes firmaron, lo hicieron en nombre de los partidos políticos, instituciones de carácter permanente que, en honor a la verdad y a las obligaciones que tienen con la sociedad y con el pueblo hondureño, no pueden andar haciendo compromisos de mediano y largo plazo ahora, para desdecirse de los mismos. Y bajo el argumento que los candidatos son otros, lo que firmaron sus correligionarios anteriores ya no tiene validez, dicen algunos irresponsablemente. Esos criterios son el típico reflejo del subdesarrollo. Ello indicaría; ni más ni menos, que los partidos políticos son más que todo, bandas de hombres y mujeres que, al no tener compromisos con los objetivos nacionales, cada cuatro años se unen para asaltar el gobierno; y gozar de sus beneficios de manera exclusiva, voraz e irresponsable. Y esto aún cuando ha sido práctica, no es admisible; ni debemos permitirlo nunca más. Pero lo más grave de todo es que le damos la espalda a lo que se firmará en septiembre del 2001; y bajo el argumento que los candidatos y los políticos son otros, estaremos confirmando que la falta de continuidad de la acción del sector público, conspira en contra del desarrollo del país y de la estabilidad de la nación. Porque el hecho que unos hagan una cosa, que otros la descontinúen; y, lo que es más grave, que la deshagan y la rechacen, es una forma criminal de negarle a Honduras los sacrificios y deberes, que se merece. Por todo lo anterior, somos de la opinión que si acaso algo hay que hacer, es revisar los compromisos. De modo que, si algo les falta, agregárselos; pero lo que no se ha cumplido, la próxima generación de políticos y el futuro Presidente de la República, de la misma manera como lo hiciera Maduro y su grupo, deben darle continuidad a un proceso de reformas y cambios que son necesarios para eficientar la disposición de la democracia para bregar con los problemas económicos, facilitándole de esta manera, una salida a los problemas que actualmente enfrentan las mayorías de nuestro pueblo. Y si algunos, con el formalismo insustancial originado en las visiones coloniales que nos caracterizan, creen que hay que endosar las firmas de los nuevos candidatos, pues hay que hacerlo. Ello no es problema. Lo esencial, es garantizar que la visión del 2001, no sólo sea respetada, sino que continuada; de manera que, podamos darle un ejemplo a quienes nos precedieron, que nosotros ahora, tenemos visiones de largo plazo, sentido de continuidad y capacidad para entregarnos en favor de los intereses de Honduras, renunciando a la

38 tentación de seguir como hasta ahora, utilizando al gobierno para beneficio de unos pocos y en perjuicio de las mayorías.

DEMOCRACIA, GOBIERNO Y EFICIENCIA No somos pocos los que nos negamos a ver los hechos. Aunque, la transición política que iniciáramos desde principios de los ochenta, ha terminado ya, demostrándonos que el sistema democrático, en vez de aumentar su eficiencia, más bien reduce su capacidad para bregar con los problemas económicos de la sociedad, nos negamos a aceptar la dura realidad. Nos resistimos a aceptar que el gobierno presidido por Ricardo Maduro es más débil que el de Roberto Suazo Córdoba. Y lo peor, que los gobernantes del futuro – especialmente si no efectuamos cambios que vayan más allá de las reglas políticas con las que las clases gobernantes resuelven sus diferencias – serán mucho más débiles e ineficientes que los gobernantes actuales. No porque estemos condenados a ir de lo mejor a lo peor, sino porque nos empecinamos a aceptar que el modelo político es ineficiente, que la democracia hondureña se ha quedado en el simple acto electoral; y que, en vez de buscar la participación y la transparencia, mas bien inventamos una superioridad gubernamental que no existe, confundiendo lo que son los deseos de algunos, con la exigencias de la realidad. Otra sociedad con más sensibilidad para la reflexión filosófica, que no es otra cosa que seguir los pasos de Platón52, desde los hechos hasta sus fundamentos primeros, hace tiempo que habría tomando conciencia que el gobierno no sirve, el sistema democrático es insuficiente; y que los modelos económicos y culturales, conspiran contra el bienestar de las mayorías. Una sociedad más conciente, hace tiempo habría caído en la cuenta que la población confía cada día menos en los políticos profesionales; y que, en la oscuridad de su ansiedad, busca personas que aunque políticos, no actúen como políticos y no reaccionen como políticos profesionales. Por ello Ricardo Maduro logró imponerse a Rafael Pineda Ponce53. Este fue visto como el político profesional, acostumbrado al juego de las vaciedades, poco comprometido con la aventura del cambio. En cambio Maduro, por la distancia de la profesión política, fue percibido como un hombre de afuera del sistema que, si le apoyábamos, podría corregir los defectos de adentro. Desafortunadamente, Maduro aunque poco político, en lo que profesionalidad se refiere, nos resultó ineficiente, lento y poco efectivo. Pero la gente, como llaman al pueblo los publicistas del actual gobierno, que sigue creyendo en la política como fórmula para enfrentar los problemas de la sociedad, empieza a desconfiar de la capacidad de la democracia para enfrentar los problemas de la cotidianeidad. Como no puede diferenciar la democracia incipiente de la democracia participativa y moderna, que presione en dirección al perfeccionamiento del gobierno, al crecimiento de la libertad y al aumento de la autonomía de las personas para dirigir sus vidas, ha empezado a creer que la democracia, por ineficiente, está condenada a ser suprimida como fórmula para asegurar el crecimiento económico y el desarrollo social y político del pueblo hondureño. El Bloque Popular54 está apuntando en esta dirección. Hurgando en los problemas, está creando – con la repetición mecánica de las protestas y la pasividad del gobierno – el sentimiento que hay que buscar, en el vacío de la negación teórica, alternativas mejores para la organización de la vida política, social y económica de la sociedad. Este camino es inadecuado porque frente a la democracia, por lo menos en este momento, - desde la protesta y el cuestionamiento que se hace por algunas minorías nacionales e internacionales no hay otra alternativa más que la intolerancia de la dictadura, el autoritarismo disimulado y ciertas atrasadas formulas populistas. Creer en los hombres de a caballo, verdaderos napoleones tropicales, para que vengan pistola en mano a resolver los problemas, no es solución. O entregar 52 53 54

Arístocles de Atenas, apodado Platón, filósofo griego (427-347 a.n.e ) Rafael Pineda Ponce Presidente del Congreso Nacional (1998-2001). Organización de resistencia, que aglutina a la clase obrera y campesina de izquierda.

39 de nuevo a los que nos proponen el paraíso a cambio de la renuncia de nuestra libertad, tampoco nos ofrece muchas esperanzas. Más bien, sabemos por experiencia, porque tuvimos a unos y a otros dirigiendo el país, que la solución no está en los gobernantes, en los políticos o en los dirigentes apolíticos, que lucen inmaculados porque nunca se han metido al río de las realidades, sino que en la elevación del protagonismo de la soberanía popular, en el desmonte de todas las estructuras que niegan la participación de la población en todos los asuntos relacionados con su vida; y, por supuesto, en la drástica modificación del modelo de gobierno y del sistema económico. El primero porque no sirve, sino como obstáculo para el ejercicio de la libertad política y la actividad económica; y el segundo porque actualmente, en vez de favorecer la concurrencia de todos y la competencia consecuente, en un régimen de libertad completa, más bien consolidan un mercantilismo abusivo, favorecen el irrespeto a los consumidores y el engaño a la sociedad en general. De este modo, caeremos en la cuenta que el modelo democrático nuestro, escuálido e incompleto no es el incompetente, sino que nosotros sólo lo hemos aplicado como sucedáneo para las crisis entre los sectores políticos; y no como la fórmula idónea para movilizar al pueblo hacia la solución de sus problemas, y por medio de una creciente e imaginativa participación.

FAMILISMO Y PODER POLÍTICO El control que la familia Pinto55 tiene sobre el poder público, es un ejemplo del deterioro del sistema político. Y prueba concluyente, que seguimos navegando en los modelos de organización política coloniales, en vista de nuestra incapacidad para crear la República independiente, con la cual desarrollarnos y enorgullecernos de ser hondureño. Porque lo más relevante, con todo el interés por el escándalo de los medios de comunicación, no es el contrabando de la gasolina; ni mucho menos el intercambio de favores entre cabezas de familias que dominan los partidos políticos. Ni tampoco el uso de las aduanas para favorecer a unos intereses; y afectar a otros. Lo interesante es descubrir cómo se ejerce el poder en Honduras, la forma como las familias – que son quienes tienen el control de los partidos a nivel regional y nacional – han tomado para sí, el dominio sobre el gobierno, al que han transformado en una piñata, para celebrar su capacidad para llevar a una bandera o a la otra al poder central del país. Es aquí donde está la cuestión más interesante. Del contrabando, la defraudación fiscal, hay mucho de que hablar. Pero resulta que tal comportamiento irregular, no es causa de la situación que vivimos, sino que un efecto del modelo colonial y mercantilista en que vivimos. Por lo que, la energía social, en vez de orientarse a los efectos, debe concentrarse en las causas. Porque como sabemos, superadas éstas, desaparecen aquellas. De ahí que, sea más útil ocuparnos del familismo y del poder público, para pasar más allá del escándalo – que no dura mucho tiempo – para profundizar en un fenómeno, cuya principal característica, es la destrucción de la soberanía popular, la sustitución de las finalidades colectivas por los intereses particulares; y la formación de alianzas entre familias, para convertir en rehén al gobierno. Por ello es que éste, ha terminado convertido en un verdadero obstáculo para el desarrollo, porque como no se puede servir a dos señores, en vez de trabajar en favor del pueblo, ha terminado convertido en dócil sirviente de familias regionales, como la que integran los Pinto en Ocotepeque y muchas más que operan calladamente, en cada uno de los 18 departamentos de Honduras. Porque conviene evitar que nos rasguemos las vestiduras y quememos en la plaza pública a los integrantes de la familia Pinto, como si fueran una rareza o una excepción. Ello, al tiempo que 55

La familia Pinto Guillén originaria del Departamento de Ocotepeque, ha sido mencionada, como la familia más beneficiada del escándalo del trasiego de combustibles, en la actualidad Oscar Pinto exadministrador de la aduana de Agua Caliente, esta prófugo de la justicia.

40 entraña una gran ignorancia, es una forma criminal de autoengaño que no sirve sino que para asegurar los fines de las fuerzas del mal que, desde hace años, conspiran en contra de Honduras. Lo que hay que hacer, es aceptar que a la familia Pinto la pillaron, aparentemente, con las manos en la masa. Pero que a las demás familias, por lo menos una o dos en cada uno de los departamentos más pobres, cuyos apellidos los vemos repetidos en el Congreso Nacional, por el hecho de no haberles descubierto inmoralidades tipo noticia escandalosa, no quiere decir que no estén participando en el reparto del poder público, en la animación de la corrupción y en la distribución de pitanzas56 y canonjías entre camajanes57 e inmorales. Hay que arremeter en contra del familismo, cuyo abuso del poder público es una afrenta para todos los hombres y mujeres decentes de este país. Y la forma de hacerlo, es por medio de la profundización del poder democrático, de la intervención del mayor número de nuestros compatriotas en la vida política, de la oposición a la práctica de la herencia política y de la exigencia de la transparencia más absoluta de la actividad, de quienes tienen responsabilidades al frente de los órganos de la administración pública. Luchar pues, en contra de la mecánica herencia política, de la sucesión de los hijos en los cargos que han ocupado los padres, que los obtuvieron como beneficio de su adhesión a los caudillos regionales o nacionales, es un imperativo categórico. De la misma manera que lo es también, el que luchemos por la renovación y cambio de las élites dirigenciales, negándoles el voto a las familias que, con sus apellidos, han dominado el escenario político en los departamentos y en la capital. Si no logramos el cambio y la revitalización de la clase política; y el pueblo sigue votando por los mismos – por los padres, por los hijos, y por los nietos – la democracia que tenemos se desdibujará, el pueblo perderá la confianza en el futuro. Y no tardará el día en que el fenómeno de la inestabilidad, anuncie nuevos estremecimientos que hagan imposible el desarrollo de Honduras. Hay que salir de la trampa del escándalo de moda. Igual que los Pinto, otras familias, han hecho del presupuesto nacional, una hacienda particular. Mediante su vinculación y cariño presupuestal, se han enriquecido, han educado a sus hijos en el exterior, han logrado jugosos contratos con los cuales se han enriquecido, creando empresas exitosas con los subsidios públicos; y levantado figuras próceres, encargadas de animarnos en la devoción a la Patria que es en realidad, más suya que nuestra. Para evitar que estas familias nos sigan engañando, es necesario identificarlas e impedir que sus hijos e hijas, con nuestros votos, perpetúen la estirpe de los conquistadores. Eso hay que hacer.

LO QUE NO SE VIO EN LA MATANZA DEL 23 DE DICIEMBRE DEL 2004 Los dolorosos acontecimientos de San Pedro Sula, ocurridos en diciembre del 2004, pueden ser usadas para varias cosas. Desde su utilización para seguir engañando a la opinión pública, sobre una guerra que es mentira que vayamos ganando, hasta su manejo como un argumento para continuar en la escalada de la represión en la lucha en contra de la delincuencia, pasando por la ingrata oportunidad para convencernos que en esta guerra, sólo con Ricardo Maduro, Álvarez58 y los nacionalistas, la podemos ganar. Pero hay que evitar estas y otras trampas. Más bien, requerimos del ánimo sosegado y de la condena puntual, sin melindres ni manipulaciones, para desde ahí, hacernos unas preguntas que son inevitables al juzgar en este tipo de acontecimientos. En primer lugar, tenemos que interrogarnos sobre cuál es el mensaje que hay de tras de este crimen cobarde, espeluznante y anticristiano. ¿Se trata de una advertencia a Ricardo Maduro, Álvarez y otras autoridades, para que no sigan reprimiendo a los delincuentes y sospechosos en la 56

Raciones Camajanes xxxxxxxxx 58 Oscar Álvarez Guerrero Secretario de Estado en el Despacho de Seguridad Pública,(2002-2006) sobrino de Gustavo Álvarez Martínez exjefe de las Fuerzas Armadas de Honduras (1982-1984). 57

41 forma como lo están haciendo? ¿Es una crítica abierta, tal lo que se desprende del mensaje que dejaron los delincuentes, en contra de Porfirio “Pepe” Lobo59 y su pretensión por hacerse con la candidatura del Partido Nacional? ¿Quién sale ganando con esto que acaba de ocurrir? ¿Algún partido político; o grupo dentro del partido gobernante que desea hacer quedar mal a los líderes del Poder Ejecutivo y de la Policía? ¿Se busca darle fuerza y aliento a la campaña en favor de la pena de muerte, estremeciendo para ello a la opinión pública? ¿O, simplemente, se trata de hacerle una broma macabra a Álvarez Guerrero porque en los ascensos no le dio a los oficiales de Policía, los méritos que se merecen? Todo es imaginable. Y la especulación en estos casos, debe ser ilimitada. Para evaluar lo ocurrido y buscar los mecanismos para evitar la repitencia de este tipo de dolorosos acontecimientos, hay que dejar que la mente haga los vuelos necesarios, para desde la exclusión, aproximarnos a la verdad. No hay otro camino válido. En esta dirección, después de analizar la forma como los delincuentes le dispararon a las víctimas inocentes, el tipo de armas usadas; y, fundamentalmente, el mensaje escrito que dejaron sobre la capota del bus atacado, parece llevarnos a creer que no se trata de un acto de los “mareros”, sino que de una acción, de mayor envergadura, ejecutada en contra del gobierno y su política, criminal por grupos que le son desafectos; o por miembros o exmiembros disgustados de los órganos de Seguridad del Estado. En efecto, el mensaje escrito – muy bien redactado, dicho sea de paso – tiene una evidente orientación política, ataca preferentemente a “Pepe” Lobo y censura, con menor acritud a Ricardo Maduro y Oscar Álvarez Guerrero. Una lectura dedicada y sin prejuicios, nos muestra unas finalidades que van más allá de los intereses de los “mareros”. Éstos habrían asumido una conducta defensiva, mientras que en el mensaje que comentamos, lo que apreciamos es un tono agresivo que busca crear un ánimo de pelea, que sólo se aprecia en las confrontaciones de naturaleza política. Las “maras” luchan por control y territorio. Y aquí, en el mensaje que comentamos, no apreciamos nada de esto. Más bien es notorio el carácter de panfleto político que se inicia con una declaración sobre la situación, señala responsables, anuncia nuevas acciones y por supuesto, concluye previniendo al pueblo – no a los mencionados por su nombre, Porfirio Lobo, Oscar Álvarez y Ricardo Maduro— sino que a los inocentes que pueden perder la vida si la confrontación continúa, como parece ser la tendencia y la amenaza implícita. En su conjunto, el tono del mensaje, parece ser más bien, expresión de la lucha que se da en el interior del Partido Nacional; o dentro de la Policía misma, que manifestación de una nueva escalada de la lucha en contra de la delincuencia. Adicionalmente, el que la matanza haya ocurrido en la ciudad San Pedro Sula, región en la que Porfirio Lobo está derrotando a sus adversarios, fácilmente puede servir para confirmar el carácter político del asunto. Si el mensaje es político; y las finalidades que se buscan son igualmente políticas, lo que corresponde es preguntarse a quién beneficia el desprestigio de “Pepe” Lobo. O si por el contrario, el ataque y su personalización alrededor de éste, le crea beneficios ante la opinión pública, como si fuese un regalo navideño, útil para aumentar el respaldo popular, más del que ya tiene allí. El gobierno presidido por Maduro, como el de Aznar60 en España en su oportunidad, no cree en estas reflexiones. Como le es más útil asumir que el ataque es en contra de sus políticas, se inclina por atribuirle la responsabilidad a las pandillas, a las que combate como si fueran el origen de todos los males. Aceptar nuestro planteamiento, significa colocar al gobierno en segundo plano, con el tema político partidario, robándoles el escenario y la atención del público. Por ello se ha atrevido a militarizar San Pedro Sula y la capital Tegucigalpa, colocando tanquetas en lugares inconvenientes. Y olvidando que, ese equipo es para la guerra externa .Y no sirve para nada,

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Presidente del Congreso Nacional, período (2002-2006) y Candidato Presidencial del Partido Nacional en el 2006. José María Aznar Presidente de España (5 de mayo de 1996 al 17 de abril del 2004, su partido político es el Partido Popular..

42 cuando se usa contra la delincuencia interna. Pero claro, ellos están en lo suyo. Y seguirán con su cantaleta de siempre.

EL HABEAS DATA61, DE LO QUE TODOS HABLAN Con el habeas data ocurre lo que con las cosas importantes. Todos hablan, en favor y en contra, sin conocer un carajo del asunto, simplemente por participar en la pelea; o para defenderse de presuntos ataques de emboscados enemigos que sólo los neuróticos ven en la sombra. La idea de por qué introducirlo apresuradamente en la agenda legislativa no es conocida por todos. Ocurrió que, en la última visita de los presidentes de Centroamérica – a los que Bush62, para economizar tiempo, recibe en grupo, como si fueran los “boy scaut” de la región más próxima a su frontera – el gobernante estadounidense exigió un grado mayor de información sobre los gobernantes corruptos de nuestros países, insinuando la conveniencia que se obtuvieran detalles de las fortunas mal habidas por parte de sus familiares. Con lo cual, se cerraría el círculo sobre quienes han hecho de la actividad política y de la conquista del gobierno, una fórmula para salir de la pobreza por otros medios. Como es natural, según nos informaron, esta noticia preocupó a los gobernantes centroamericanos. Unos porque vieron allí la oportunidad de irse con todo, encima de los exgobernantes, sus enemigos; otros, porque sabiendo que tienen familiares que no controlan, no están seguros que, al final inevitable de sus mandatos, puedan ser víctimas de fieras persecuciones, a partir de información confidencial sobre sus actividades. La fuente que nos diera la información, cree que de aquí, surgió la idea de propiciar en la legislación de la región, la figura del habeas data, para protegerse los políticos y sus parientes. Sin embargo, hemos sabido que se trata más bien de un esfuerzo jurídico que no cuenta con el respaldo del gobierno gringo; y que, más bien, parece ser animado por la Unión Europea, en base a un deseo de los juristas latinoamericanos, interesados en desmontar un estado fascista que nos heredara la guerra fría; y durante la cual, el aparato público espiaba y diseminaba información sobre quienes consideraba sus adversarios o potenciales enemigos. Fue, en otras palabras, una fórmula fácil – de conformidad a la tradición autoritaria de nuestras sociedades – para que el gobierno controlara mejor a sus adversarios, evitando que se movieran en cualquiera dirección en contra de sus políticas, la casi totalidad respaldadas por el gobierno de los Estados Unidos. Pero cualquiera sea el origen de la iniciativa, la verdad es que con la misma, se pretende evitar que el Estado o los particulares, divulguen información confidencial que afecte el honor y la dignidad de las personas. (Cuentan que a partir de este descubrimiento, los políticos agregaron en la redacción del habeas data, la prohibición de dar información sobre las instituciones, como si éstas tuviesen honra y honor, cuando no son más que emanaciones o expresiones de los individuos o personas que las dirigen o hacen parte). El gobierno de Honduras tiene demasiada información sobre cada uno de sus ciudadanos. Y además, tiene la oportunidad, de conformidad con lo que ordena la actual Ley del Registro de las Personas, para crear un archivo familiar en el que conste información con quién se ha casado una persona cualquiera, quiénes son sus hijos, a qué escuela asisten, grados universitarios obtenidos y empleos desempeñados. Como se puede ver, esta es una barbaridad que hay que suprimir. Pero si no se hace tal cosa, por las debilidades que todos conocemos, hay que apretar las clavijas para que el Estado nos proporcione la información con que cuenta; ni tampoco la puede vender a terceros como ha ocurrido en Guatemala; y aparentemente en Honduras. Otra información que es necesario proteger es la que tienen los médicos, las empresas de crédito, los abogados y otros 61

El habeas data significa: “que tengas los datos”, El habeas data es la acción más eficaz de protección del derecho a la intimidad frente al poder de los archivos de entidades públicas y privadas que recogen datos e informaciones sobre las personas y no los actualizan y hacen uso indebido de los mismos en perjuicio de tales personas. 62

George W Bush, hijo, Presidente de los Estados Unidos de Norte América. (2002-2004)(2005-2009)

43 profesionales que brindan servicios a las personas. Si bien los médicos por razones éticas no dan información del estado de salud de sus pacientes, ello no quiere decir que en el futuro alguien, lo haga. Es decir que la idea que está detrás del habeas data es buena. El problema es si se quiere dar la protección a las instituciones, con lo cual los políticos corruptos logran una posición inmejorable para encubrir sus fechorías. Los periodistas tienen la obligación de buscar la verdad. En consecuencia, no están obligados a reservarse una información sobre una persona particular o un grupo específico, sino en el caso que afecte la moral pública, comprometa la seguridad del país o cree entre las personas inocentes, un clima de angustia irreprimible. Es decir que el habeas data no puede en principio, afectar a los periodistas. El que la redacción sea poco afortunada al respecto, en otra cosa. Pero de lo que se trata es de proteger la integridad moral de las personas decentes; y no de crearle un nicho de satisfacción a los inmorales que viven en y de la corrupción. Por todo ello, hay que afinar la redacción, excluyendo a las instituciones de la protección que es para las personas naturales. Y no tener miedo a conocer la verdad, sobre los políticos que se ofrecen para servirnos. Saber qué vicios tienen, qué enfermedades les afectan y cuáles son las debilidades que los acosan, son informaciones que tenemos que conocer, para evitar que como ha ocurrido, nos den gato por libre en el momento de elegirlos.

DEL PODER Y DE LA SOLEDAD Aquí, tenemos dificultad para diferenciar la política, del poder. A lo que más llegan algunos, es a identificar a la primera como un medio para llegar a este último, con lo cual, obscurecen las cosas, crean ambigüedades innecesarias; y desprestigian la calidad del servicio público. No podía ser menos, contando con una sociedad joven, relativamente hablando; y con estructuras creadas alrededor de consideraciones de fuerza, intolerancia e irrespeto a la dignidad de las personas. Tan es así que, ideas como la libertad, son vaciadas por la creencia que, lo único real y susceptible de respeto, es el ejercicio de la fuerza. Por ello no es accidental que el poder en vez de vincularlo con el servicio a la colectividad, más bien es entrevisto, entre nosotros, como una operación privada, destinada a darle satisfacción a los más bajos instintos humanos. A los que el maestro Ortega y Gasset63, decía que eran, por su inmutabilidad, los menos humanos de los seres humanos. En consideración a lo anterior, el poder tiene una impronta de soledad, de aislamiento relativo de la colectividad, porque de otra manera, el poder – especialmente en lo que tiene de abusivo e irrespetuoso de los intereses comunes – dejaría de ser utilizado para fines particulares y específicos de los propios detentadores del mismo. Estas ideas, aunque en uso entre nosotros, son equivocadas. La política y el poder, son cosas distintas. En tanto que la primera es la actividad en la que las personas, los grupos y los partidos disputan por la escogencia de las mejores formas de lograr los objetivos colectivos, el segundo es la fuerza que tienen las personas y las instituciones para influir o para hacer posible el curso de un determinado proceso de acción. La política entonces es servicio, en tanto que el poder – especialmente el democrático y subordinado al bien común – es el que da la capacidad para hacer posible que todos los recursos de la sociedad humana, se pongan al servicio de sus intereses.

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Jose Ortega y Gasset (1833-1955) pensador español del siglo XX, una de sus frases celebres es "Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo"

44 Por su carácter mediático, es más fácil buscar el poder que ejercer la política. Al poder se llega por miles de vericuetos64, la mayoría de ellos, poco decentes. Por la intriga, el ejercicio de la violencia, la subordinación del talento a los poderosos, por el sexo; o por el simple ejercicio de la adulación o el silencio. Hay maestros en estas cosas, que no es del caso exaltar, para no hacer pedagogía del mal. Pero políticos, en el buen sentido de la palabra, son pocos. Aunque estamos acostumbrados a oír que dejan la tranquilidad de sus hogares para buscar el bien de todos, uno sabe que no hay la voluntad de servicio que caracteriza al político, el conocimiento firme de las realidades; ni mucho menos el manejo diestro de las herramientas modernas de la administración pública. Lo que les anima es el egoísmo personal, la simple utilización de la superioridad. Y es que el poder es sensual, grato, e incluso enajenante para los más tocados por la falta de cultura democrática. Algunos lo buscan como los alcohólicos desbocados, el trago que creen que les devolverá a la normalidad de su anormalidad galopante. Los que tienen algún talento, escriben adulando. O callando, sencillamente, como un medio de hacerse notar. Y como perros de ojos tristes, reclaman con sus aullidos lastimeros que se les tome en cuenta para ingresar a un cargo público; o a los beneficios de un contrato cualquiera que éste sea. Y una vez que se tiene el poder, hay que darle rienda suelta a las anormalidades de la personalidad, casi siempre atrofiadas: los que no tienen amor, porque no dan amor, buscan el poder para exigirlo. Los hombres solos, lo desean y lo conquistan, para no sentirse desamparados y solitarios. Conozco el caso de un hombre que buscó el poder para quererse más a sí mismo. Otro para que le temieran. En tanto que, no son pocos los que, en la historia de Honduras, lo han buscado y conseguido para cumplir venganzas o para cobrarse hipotéticas ofensas juveniles. Como en todo, la clave está en diferenciar a los políticos de “castilla”, que los debe haber en el interior de la sociedad hondureña, de los atorrantes que simplemente han venido al mundo para buscar el poder. Votar por los primeros, privilegiando atenciones para ellos, debe ser el camino. El único camino. El problema central es que en la sociedad hondureña, la falta de una conciencia política suficiente, hace difícil para los electores diferenciar a los políticos –a los que admiramos y respetamos – de los simples buscadores del poder. Si los electores pudieran, como hacen los médicos para detectar algunas enfermedades, diferenciar a los políticos de los ambiciosos, de los atorrantes y de los falsos redentores, aquí las cosas serían de otra manera. Mientras tanto, hay que gozar el espectáculo de los que buscando el poder, poco a poco, van descubriendo que los espacios para hacer lo que les venga en gana, se les van cerrando. Que la opinión pública, aguijonea constantemente el desempeño de los gobernantes. Y que cuando descubre sus errores, no sólo los deja solos, sino que además, les exhibe en sus debilidades y orfandades. Es decir, los desnuda, mostrándoles cómo son: simples oportunistas, buscadores de poder, que se ahogan en sus soledades y en sus precariedades.

PUEBLO, POLÍTICA Y CONTROL Aunque es notorio que hemos avanzado, todavía nos hace falta un mundo de distancia para que aquí, podamos inaugurar una democracia madura, en la cual el poder opere al servicio de los intereses de todos y en dirección a la construcción del bien común. Es fácil observar como el Estado sigue siendo el objeto de la disputa, no para servir al pueblo, sino que para servirse del mismo, de modo que su carácter patrimonial particular, todos lo vemos. No sólo en el pago que los políticos triunfadores hacen con las partidas del presupuesto, sino que además, por el uso que últimamente se le está dando a la privatización de los servicios, especialmente los de la telefonía. 64

Sendas, veredas

45 Aquí, contrario a lo que debía ocurrir, es decir que la nueva oferta sirviera para estimular la desconcentración del capital, por medio del surgimiento de nuevos empresarios, observamos en cambio, que se siguen forjando monopolios, muchos de los cuales incluso son más peligrosos, porque incluyen a los dueños de algunos de los medios de comunicación más influyentes del país. Sin embargo, lo que más nos llama la atención en este caso no es el riesgo real de los medios de comunicación coludidos con el gobierno presidido por el Presidente Maduro – asunto que hemos tratado en otro artículo de esta misma sección – sino que la resistencia de los políticos tradicionales frente a las necesidades que tenemos por el avance de la soberanía popular. La cuestión de la fotografía para que los electores escojan a sus diputados, más por sus méritos que por obediencia partidaria, es muy ejemplar como indicación negativa de lo que está ocurriendo. Especialmente en la medida en que, algunos de ellos descubren que, en la medida en que el pueblo tenga opciones y determine a los ganadores, el control impune que tienen actualmente sobre el poder del Estado, se reducirá sensiblemente. Por supuesto, creando un espacio de beneficio para el pueblo en el que la soberanía ampliada reducirá la operación de una pandilla de políticos que nunca se han interesado por el país realmente. Y como lo hemos dicho, los políticos lo menos que tienen es de tontos. Uno les puede atribuir falta de sentido de compromiso, irrealismo al enfocar las cosas o irresponsabilidad en el cumplimento de sus obligaciones; pero en ningún momento, nadie en su sano juicio, les puede acusar de tontos. Es posible que no conozcan las reglas de la política como ciencia, que no manejan las ideas de los ideólogos de la democracia moderna; e incluso que su retórica luzca más propia del Siglo XIX que de los tiempos que corren; pero no se les puede señalar como tontos, porque en honor a la verdad, no lo son. Todo lo contrario. Veamos el tema de las fotografías en las boletas electorales. Aunque la cuestión es muy cosmética, porque los dueños de las corrientes y los partidos siguen en el control de la confección de las listas de los candidatos, fue presentada al principio por algunos de ellos, como un singular avance de la vida democrática. Era una suerte de caramelo que, en la boca del pueblo, produciría una felicidad falsa, que le permitiría a los electores, desarrollar el sentido que las cosas habían cambiado, sin que ello realmente hubiera ocurrido. Pero una vez que descubrieron que sólo votaría el pueblo por los candidatos más conocidos, por aquellos con los cuales había tenido contacto personal, empezaron las dudas. Y el temor llegó a las orillas, cuando apoyados por los tecnólogos electorales – muchos de los cuales han consagrado su inteligencia para incomodarle al pueblo el camino para el ejercicio pleno de su soberanía – descubrieron que se corría el riesgo de que el orden de las planillas, elaboradas como un resultado de las negociaciones y los acuerdos entre los dueños de los partidos, fuera alterado por la voluntad popular, por lo cual entraron en pánico. Ellos no podían permitir una soberanía superior a la suya. El pueblo es comparsa, excusa o simplemente una materia en sus manos, para construir sus castillos fácticos con los cuales, asegurar y proteger sus posiciones personales o grupales. Por eso es que ahora, la migaja que se les había caído de la mesa de sus festines, ha sido recogida y quitada de las manos del pueblo hondureño. El Partido Nacional que la quería al principio, haciéndole cócora65 al Partido Liberal, ahora la rechaza parcialmente, al aceptarla en elecciones internas; pero sin darle oportunidad al modelo, en las elecciones generales. Los liberales han sido más explícitos en el asunto, mostrando las dificultades para que la democracia pueda echar raíces en un territorio todavía tomado por el “neocariísmo” inconciente de algunos de sus líderes. Jaime Rosenthal66 no quiere que el partido pierda control sobre el pueblo. Exige lealtades y obediencias que, en exacta lógica política deberían ser de los políticos hacia el pueblo y no de este, hacia las dirigencias de las corrientes.

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Incomoda

Jaime Rosenthal Oliva, dirigente del Partido Liberal y propietario de Inversiones Continental.

46 Por su parte, Rafael Pineda Ponce no puede aceptar que el pueblo elector se coloque por encima de los dueños de las corrientes. Y afirma que el orden de las planillas no puede ser determinada por los electores, con lo cual nos confirma que aquí, necesitamos esperar la muerte natural de algunos, para avanzar.

DE LA VERDAD Y LA MENTIRA Uno de los problemas de la democracia, es el acceso, por parte de la población, a la verdad de las cosas y asuntos que maneja el gobierno, teóricamente al servicio de las mayorías. En la práctica, los gobernantes creen que, en la medida en que esconden la verdad y se mueven en el área de la mentira, acomodando las cosas en favor de sus intereses, fortalecen sus posiciones; y, pueden entonces prescindir del escrutinio y el control popular. En las sociedades antidemocráticas, no hay más verdad que las del gobernante. Él determina lo que es bueno y lo que es malo, por lo que de consiguiente, establece lo que se le debe informar al pueblo, alrededor de lo que ocurre. Los periódicos son muy pequeños, la información es bastante reducida; y la descripción de los hechos, no tiene más autoría que la de los funcionarios del gobierno. Los periodistas que no son independientes en la dictadura, hacen fila entre la burocracia estatal, por lo que no tienen ningún compromiso con el pueblo y, mucho menos, con la verdad. En tiempos de Carías Andino, la única información que circulaba por todos lados, era la que aparecía en el Diario La Época. En otras palabras, la realidad era interpretada por el régimen y descrita a la ciudadanía por medio del periódico oficial, de modo que se confirmaba que el gobernante estaba haciendo las cosas bien, que no había otro hombre más talentoso sobre la tierra; y que era una bendición que Honduras contase con su presencia para dirigir sus asuntos La oposición no existía y los periodistas independientes – la mayoría de los cuales se encontraban en el exterior – tenían escasa influencia. Los que escribían, lo hacían en periódicos y revistas que no circulaban en el país. Ahora tenemos periódicos que no son del gobierno, sino de empresarios privados. Pero la verdad siguen siendo, propiedad del régimen en la mayoría de los asuntos, especialmente entre aquellos que de otra manera, podrían inquietar a la opinión pública. Desde hace muchos años, hay la tradición que el gobierno busca el apoyo de los dueños de los medios, para bajarle el énfasis a los asuntos más delicados; o para evitar que el deterioro del régimen siga profundizándose, hasta llegar a la pérdida de su base de sustentación. Por ello es que en la cuestión del ataque terrorista del 23 de diciembre, sólo escuchamos una verdad: la del gobierno y sólo la del gobierno. Maduro condena – con expresiones que no tienen la elegancia que corresponde a un estadista; pero bueno, humanas al fin y al cabo—en tanto que Oscar Álvarez Guerrero, establece causas apuradas, determina culpabilidades e incluso, descalifica a las abogadas por sus hábitos y preferencias sexuales. Y frente a esta descripción de los hechos, carecemos de investigaciones periodísticas que, por lo menos nos digan que el gobierno nos está diciendo la verdad, que no pretende engañarnos con una supuesta eficiencia; y que, en efecto, al tiempo que no tiene nada que ver con la masacre, reacciona con todo, en homenaje al respeto que le merecemos todos los hondureños. En 1983, otro Álvarez, el General Álvarez Martínez –según tengo entendido tío del actual Ministro de Seguridad – montó un espectáculo singular, con el apoyo del Gobierno de los Estados Unidos, con el fin de engañarnos en la oportunidad de un raro ingreso de una columna guerrillera desde Nicaragua. Como siguiendo un guión, nos fueron presentando los desertores, montaron conferencias de prensa organizadas por los oficiales de la inteligencia estadounidense; y engañaron - o se dejaron engañar en forma concertada – a los periodistas hondureños. Varios de ellos fueron llevados en helicópteros a la zona de combate, mostraron pertrechos falsos, escucharon historias que estaban alejadas de la verdad. Y le crearon, por ese medio al pueblo, un

47 sentimiento que la guerrilla era una amenaza gigantesca. Y que sólo podíamos vivir en paz, gracias a la diligencia y el talento del Gustavo Álvarez Martínez que dirigía unas Fuerzas Armadas, imbatibles, en el terreno que se les buscara. Más de veinte años después, descubrimos fácilmente las inconsistencias, las mentiras y las manipulaciones. Ahora, podemos apreciar que exageraron las cosas, magnificaron el poder de fuego de los guerrilleros, inventaron acciones inexistentes; y escondieron actos bárbaros en contra de los derechos humanos de los que, equivocados o no, habían escogido el camino de la fuerza para derribar a un gobierno que, aunque elegido por el pueblo, era más que propiedad suya, una instancia de fuerza al servicio de los militares. Actualmente estamos indefensos frente a Álvarez Guerrero y Maduro. No tenemos forma de verificar si nos dicen la verdad. O si por el contrario, nos engañan con sus espectáculos circenses, capturas de personas de dudosa responsabilidad y falsos lloriqueos para impresionar a los que sufren. Es probable que no podamos responder... Y que como ocurriera con el tío del actual Ministro de Seguridad, tengamos que esperar 20 años por lo menos, para descubrir si nos han engañado, si nos han escondido la verdad; y si han manipulado nuestras emociones para aumentar puntos y ganar elecciones.

REQUISITOS PARA GOBERNAR Todos podemos gobernar. Eso es lo que enseña la vida democrática, cuando nos establece que todos somos iguales. Pero hay unos que están más capacitados que otros. Tanto por su vocación de servicio, su formación moral, su entrenamiento específico, como por su disposición a operar como humildes subordinados del pueblo, llamado – por la naturaleza del sistema democrático - a vigilarlo y controlarlo en forma constante y permanente. Porque hay que reconocerlo, algunos compatriotas que se consideran calificados para el más alto cargo del Poder Ejecutivo, creen que por ello son diferentes. Y por lo tanto, superiores que escapan a la vigilancia y al control de los que considera inferiores. Y que cuando los eligen les dan un cheque blanco. La capacidad para gobernar, no es cualquier capacidad. Es aquella que le permite a quien la posee, imponerse objetivos y animarse para su logro en un tiempo determinado; y que, además, aceptándose limitado – como lo somos todos los seres humanos – tiene capacidad y habilidad para convocar a los mejores, para que le ayuden a ejecutar las tareas correspondientes. Opuesto a cualquier manifestación sectaria, cree que todos los hondureños son útiles, nada más que, en diferentes cosas; por lo que tiene la habilidad para motivar, para unificar y para resolver diferencias o desacuerdos que, como es natural, surgen en el interior de los grupos de cualquiera actividad que se trate. Además de esta capacidad para descubrirse limitado; y en consecuencia, obligado a buscar la cooperación de los mejores de entre nosotros, sin distinciones de carácter partidario, debe tener una personalidad optimista que vea en las dificultades, oportunidades; y en los problemas, circunstancias para que los seres humanos podamos mostrar evidentes señales de crecimiento. Consecuentemente, deberá ser un maestro que anima la búsqueda de la unidad, que evita la controversia; y que, más bien, ejerce una suerte de magisterio que unifica, que da fuerza y que aumenta la confianza en la capacidad de los hondureños para convertirnos en uno de los mejores pueblos del mundo. Humilde hasta la negación incluso en defensa de lo mejor de los hondureños, tendrá que ser visto por todos nuestros compatriotas, como el maestro que anima, que aconseja; y que señala, en forma objetiva, los logros que vamos alcanzando en forma individual y colectiva. Y los que quedan pendientes.

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Debe ser nuestro gobernante, un hombre o una mujer competente, con suficientes conocimientos del arte del gobierno, de la operación de los sistemas económicos, de los secretos de la aplicación de la justicia distributiva necesaria para que no haya enojosas brechas entre los que no tienen nada y los que, por diversas razones, tienen la suerte de contar con casi todo. Pero todo tendrá que hacerlo dentro de la ley. Porque gobernante que escoge los atajos; o que, cree que los fines justifican los medios, no sólo se convierte en una amenaza pública, si no que crea en el interior de la sociedad un ordenamiento de valores que favorecen el “prestigio” de la inmoralidad, el surgimiento del cinismo y el desbocado desborde de las pasiones individuales, que sin control, se precipitan en contra del bien común. Y hacen mucho daño. Finalmente, debe ser un hombre o una mujer, honrado hasta el sacrificio. No tanto para dejar descansar las arcas públicas del sistemático saqueo a que han sido sometidas, si no que, fundamentalmente, para devolverles la confianza a los hondureños en la conveniencia y oportunidad de sus instituciones para operar en dirección al bien común. No ser honrado porque tiene mucho, cosa que es fácil, sino más bien por vocación en favor de la pobreza de manera voluntaria, en vista de que el servicio público, en ningún momento o circunstancia, debe servir para enriquecer a nadie. Ni al gobernante; ni mucho menos a sus familiares. Por supuesto estas exigencias o requisitos, han sido poco satisfechas por la mayoría de los gobernantes que hemos tenido en la historia nacional. La mayor parte han sido incompetentes para el ejercicio del cargo. Posiblemente Coronado Chávez67 era un buen carpintero; pero no estaba calificado para entender los asuntos del gobierno. Y en consecuencia, para dirigir al país. Guardiola68 pudo haber sido un buen soldado, un estratega feliz; y un hombre valiente para dirigir tropas confrontadas con el enemigo; pero no tenía las condiciones idóneas para el gobierno. Por ello su mandato fue un desastre que debilitó a Honduras. Carías Andino, Manuel Bonilla69, José María Medina70 y Osvaldo López Arellano, no tenían el talento del estadista. Y su vocación por el irrespeto a la ley y a las instituciones de la República, creó en las sociedades de su tiempo, enojosas situaciones que todavía estamos lamentando. Unos pocos han sido regulares en el ejercicio del mando. Policarpo Bonilla71 es ejemplar por su respeto a la ley. Lástima que no tenía visiones económicas; ni fuerza para organizar el nuevo Estado. Ramón Villeda Morales y Juan Manuel Gálvez, conocieron de primera mano lo que se debía hacer para transformar; pero no contaron con la habilidad para neutralizar las fuerzas del mal. Por eso no hicieron escuela.

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Coronado Chávez xxxxxxxx

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José Santos Guardiola Asumió la Presidencia del Estado de Honduras el 17 de febrero 1856. Murió asesinado por miembros de su guardia personal el 11 de enero de 1862..

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Presidente Constitucional (1903-1904) Presidente de facto (1904-19906) Presidente Constitucional 19061907) y (1912-1913). 70 Fue presidente Constitucional (15 de febrero 1864 y 15 de mayo de 1865), último período como Presidente Provisional del 12 al 24 de agosto de 1876. 71 Presidente Provisional (diciembre de 1893 a diciembre de 1894), Presidente Constitucional (de enero de 1895 a febrero de 1899)

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IV VISIÓN SOBRE LA POLÍTICA

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POLÍTICA Y RELIGIÓN Últimamente se ha desarrollado un debate, a fuego lento como ocurre siempre entre nosotros, alrededor de si los cristianos debemos participar en política o no. Aunque el punto de partida es bastante estrecho, puesto que reduce a los cristianos al marco de los llamados evangélicos, la cuestión es importante porque entraña el reconocimiento de la instrumentalidad de la política, confirma el carácter subordinado del gobierno al bien común; y postula la necesidad que la actividad de los políticos, se subordine a la moralidad y al recto comportamiento. De allí que, sea útil y necesario, participar de alguna manera en el gobierno porque como miembros de la sociedad, tenemos la obligación de participar en todos aquellos asuntos que devienen en decisiones orientadas a establecer su dirección. Por ello es que la Constitución nos da a todos – con las excepciones a las que nos referiremos después – el derecho y la obligación de la participación política. Bien sea eligiendo, siendo electos; o influyendo en una forma u otra, en la marcha de la sociedad política. De conformidad a lo anterior, todos – en la práctica – participamos en política. Incluso quienes invocan diversas razones para que los cristianos no participen, al momento de hacerlo, están actuando en política. Y es que, como lo sabemos, la política es la actividad más noble que un ser humano puede ejecutar, sólo inferior al sacerdocio o la predicación. De ahí que no conviene, satanizar a la política; ni mucho menos, descalificar a los políticos, al margen que algunos de ellos sean unos verdaderos picarillos, azotes de la colectividad y vergüenza del género humano. Porque hacerlo, crea un peligroso vacío, en el que nadan y hacen lo que quieren, los peores, los malos integrantes de la colectividad. Es decir que es un verdadero contrasentido, quejarse del comportamiento de la política y clamar por el adecentamiento de los actores de la misma, mientras se le pide a los mejores que no participen en sus tareas. Más bien, lo lógico es luchar porque se separe el trigo de la paja, que los mejores se consagren a la vida pública en el ejercicio de su vocación de servicio al prójimo; y que el pueblo se prepare, mediante el desarrollo de una nueva conciencia política, para por ese medio, escoger como gobernantes a los mejores. Hombres y mujeres que le teman a Dios, que amen a su pueblo como representación absoluta del creador; y que tengan, en el desempeño de sus tareas, un comportamiento que aleje la duda del mal uso de los bienes de todos. De conformidad a estas reflexiones, nadie que ame a Honduras puede exigir que la comunidad de cristianos evangélicos se abstengan de la participación política. Por el contrario, hay que animarles, para que dentro de la renovación que han experimentado, contribuyan en la espiritualización de la vida política y en el mejoramiento ético de los políticos, por medio de la subordinación a valores eternos que han orientado el comportamiento de los mejores de entre nosotros. Lo contrario es un desatino y una fórmula perversa para impedir que las cosas cambien en Honduras, en dirección al perfeccionamiento, la eficacia y la moralización. Por supuesto, este pensamiento aislacionista no es nuevo. Ni en el mundo y mucho menos, en Honduras. Desde finales de la edad media, la sociedad occidental ha sido víctima de la secularización de la vida política. No sólo se inventó la idea que la política opera en situaciones, que las reglas de la moral ya no le son aplicables, sino que además, se ahondó la diferenciación entre las esferas de la política y de la religión, como que si se tratara de compartimientos estancos, que no sólo no debían tocarse, sino que incluso, ignorándose mutuamente, no pudieran incluso colaborar siquiera en beneficio de los objetivos finales de la vida social: la felicidad y la realización de los seres humanos.

51 Concluida la guerra fría que se asentaba sobre consideraciones ideológicas, ahora el mundo occidental y oriental, se enfrentan en razón de diferencias de carácter religioso que terminan por asumir como es natural, características de naturaleza exclusivamente políticas. George Bush y su gente, afirma que libra una guerra en contra del terrorismo, mientras invoca los valores cristianos que animaron a los caballeros medievales a la reconquista de los lugares santos. Los musulmanes, atacados en el corazón de sus valores, oponen resistencia cuando las potencias occidentales, les quieren imponer formas de gobierno que secularizan la política y extraen de la vida pública las consideraciones morales de su religiosidad tradicional. Nosotros – que hemos llegado a los extremos de la secularización, sin la espiritualidad que ponga frenos a los excesos del egoísmo humano – estamos sintiendo que la política en manos de los hombres malos, de los que en palabras de algunos cristianos, han perdido el miedo a Dios; y en consecuencia abjurado de sus reglas y sus mandamientos, requiere de alguna forma de control y de adecentamiento. Y que si los cristianos, evangélicos o católicos, tienen la voluntad y la capacidad de hacerlo, es una obligación participar en política. Así lo entiendo; y, por ello, como cristiano católico, intervengo en la misma.

VISIONES SOBRE LA POLÍTICA No soy, como lo he repetido en varias oportunidades, un político profesional. Por supuesto, lo anterior no entraña descalificación, sino que una necesaria e inevitable diferenciación. Al fin y al cabo, los integrantes de este estamento, coto cerrado en el cual no hay espacio para los no iniciados, no están interesados en que se les confunda con los intelectuales; ni mucho menos con los investigadores de esta actividad, vital para la vida social. Más bien de lo que se trata es de aportar una nueva visión de esta actividad, mostrando cuales fueron los caminos que nos han llevado – a ellos y a mí – a concurrir al mismo espacio, a disputar por las mismas cosas y plantear alternativas diferentes. Ellos han llegado a la política por diversas razones: por imperativos familiares, por compromisos contraídos por afán de honrar los compromisos con los padres; por simple afán de aventuras. Por mi parte, llego a la política, obligado por los fines. Los medios, como a la mayoría, no me entusiasman gran cosa. Incluso algunos de ellos, me resultan abiertamente repulsivos, como por ejemplo el uso de la mentira, el encubrimiento de la realidad y la hipócrita educación para perdonar a los responsables de los peores males que ha sufrido Honduras o el uso de la calumnia para descalificar a los adversarios, especialmente cuando no se tiene capacidad para disputar. Con lo anterior quiero decir que la política me interesa no como carrera, sino que como fuerza capaz de producir cambios que, estoy convencido, son necesarios para lograr que Honduras salga del estancamiento en que se encuentra. Por ello he llegado a ella, más como activista, como intelectual que estudia los problemas nacionales e investiga el grado de eficiencia de los políticos a los cuales se les ha confiado la tarea de resolverlos. La historia me ha permitido calibrar los méritos de los políticos, valorar su capacidad o no para subordinar sus apetitos personales a los fines de la sociedad hondureña y su entereza para imponerse con suficiente coraje, a los enemigos de nuestra patria y de su pueblo. No quiero decir que el camino de los otros para llegar a la política sea mal y el que he seguido yo sea mejor. Ese maniqueismo no es de mis favoritos. Con la diferencia con lo que quiero concluir es que quienes avanzan por rutas diferentes, aunque lleguen a los mismos lugares, no siempre nos ofrecerán los mismos resultados. Los hombres y las mujeres del sistema, trabajan cómodamente, sin pestañear siquiera por su fortalecimiento. Quienes abordamos la política desde afuera, como una aventura intelectual, tenemos más independencia y capacidad para cuestionar las cosas. Y desde luego, para cambiarlas.

52 Por esa razón es que el país que ha tenido una sola clase política, - que se ha enriquecido a sí misma por medio de enlaces matrimoniales o alianzas económicas - muy resistente al cambio y, por supuesto poco capaz para generar condiciones diferentes y producir resultados iguales o superiores a los que se han alcanzado en las sociedades vecinas. O en el continente americano. Incluso Marco Aurelio Soto – el más reconocido reformador del Siglo XIX – como hombre del sistema, no pudo cambiar al sistema como era su intención. Sin poder político, con una presidencia heredada por la voluntad del caudillo guatemalteco que ejercía el liderazgo real sobre los caudillos locales, era en el fondo muy precario. Por ello es que cuando entra en dificultades con su protector, tiene que renunciar a la presidencia de la República, sin que el pueblo hondureño tenga nada que ver en el asunto. Y Tiburcio Carías Andino, que llega al poder por sus pistolas, no puede hacer transformación alguna, porque es un hombre del sistema que no puede imaginarse siquiera quitándole una teja; o modificando alguna de las estructuras internas. Por ello es el caudillo de la continuidad y de la parálisis de cualquier iniciativa destinado incluso a mejorarlo. Aparentemente, el cambio del sistema político, tiene que venir desde afuera. Chávez lo logró en Venezuela pasando por encima de los partidos que durante 40 años habían hecho del poder una suerte de reparto sexenal. Luis Ignacio “Lula” Da Silva72 en Brasil, intenta cambios y resultados espectaculares, gracias a que es un hombre que no pertenece al sistema político, así como lo intenta hacer Gutiérrez en el Ecuador. Por supuesto, el no ser del sistema no garantiza nada. En algunos casos, éste absorbe de tal manera la intromisión externa, que transforma en fortalecimiento sus tradicionales estructuras, lo que inicialmente era fuerza para el cambio. Se requiere no de un caudillo, sino de una generación para cambiar a una sociedad. Policarpo Bonilla fracasó en el intento, aun cuando formaba parte de un grupo significativo importante. Los mejores hondureños estaban a su lado, para incubar y darle vida a la revolución del 94. Sin embargo, más que un líder que quería cambiar, lo que quería era incorporarse al sistema establecido para gozar de sus beneficios. Como entiendo de estas cosas –no por inteligente si no que por mi condición de intelectual marginal – intento provocar cambios, para facilitar el desarrollo.

HUELE A PELIGRO En política, igual que en la conducción de vehículos, hay que andar a la defensiva. Algunos creen que la vida política es una angustia; pero que el político de verdad - y en la práctica hay pocos que se puedan clasificar como tales – tiene que hacer un esfuerzo para no demostrarlo. Ramón Villeda Morales sabía y sentía el ruido de las botas impacientes que anunciaban el golpe del 3 de octubre; pero no mostró a nadie señales de estar angustiado o desesperado. Hizo lo que se podía hacer entonces, ante la desesperación estomacal de un hombre como Oswaldo López Arellano que, de repente, se quedaba sin trabajo; y fuera del presupuesto. Y se consagró, cómo si nada pasara, a sus tareas. Lo contrario es la inocencia o la ingenuidad. Estas son dos de las expresiones del carácter que, más se contraponen al poder. EI inocente vive el presente, se siente derrotado por las angustias del día a día; y carece, como es natural de horizonte histórico. Incapaz de imaginar la proyección de la vida sobre el tiempo, no puede anticipar absolutamente nada. Por ello, los inocentes no duran

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Presidente de Brasil ( 1º de enero del 2003 al 1 de enero del 2007 )

53 en el poder, porque no pueden prever; ni anticipar. Miguel R. Dávila73, Ramón E., Cruz74 y Juan Alberto Melgar Castro75, son ejemplos de políticos inocentes, que tuvieron una corta e ineficaz presencia en el poder. Su incapacidad para anticipar los hechos; y prepararse suficiente para utilizarlos en su favor, les hizo pasar, en forma efímera, por el escenario político nacional. Ahora en la oportunidad en que se discute, más por nerviosidad e incluso inocencia – que en política, lo hemos dicho no es una virtud, sino que un verdadero peligro – la supresión total del régimen de inmunidades, no se ve hacia adelante, sino que sólo se juzga la utilidad inmediata de la medida, en función de la angustiante descalificación que experimenta la clase política. La que además, tampoco imagina, con suficiente anticipación, lo que puede llegar a ocurrir en el futuro. En Derecho, se enseña que la ley nunca tiene dedicatoria, que no se hace para un tiempo o circunstancia presente, sino que se discute y se emite, para todo el tiempo posible de imaginar. Los políticos nuestros, especialmente los que creen que pueden ofrecer como confites para calmar a las masas, incluso las bases en que se sustenta el régimen democrático; nunca han tenido mucha conciencia histórica, por lo que no han podido juzgar el pasado, ni mucho menos anticipado lo que puede ocurrir en el futuro. Éste, les han interesado tan poco que, ningún Presidente nos ha dejado, para quienes éramos su futuro, unas memorias en las que nos explicasen las dificultades que enfrentaron en el poder, cómo las manejaron; y cuáles fueron los aprendizajes. Por ello los liberales, los nacionalistas y desafortunadamente hasta los democratacristianos, no tienen conciencia que la supresión de las inmunidades puede anticipar un golpe de estado o una crisis de total ingobernabilidad. Imaginémonos el próximo proceso electoral. El candidato nacionalista es Miguel Rodrigo Pastor. Y como ya no hay inmunidad alguna, se le interpone una demanda. Por cualquiera razón. Y se le inhabilita. Para que la cosa funcione, hay que hacerlo en fecha tal, que no quede tiempo para escoger al sustituto. Entonces, Maduro, escoge, por su condición de Presidente del Partido Nacional, el candidato presidencial. Y por supuesto, escoge entre los suyos. ¿Simple, verdad?. De la misma manera que se intentó que fuera la Corte Suprema quien interpretara la Constitución, para que de esa manera 8 personas, determinaran el futuro de los estatutos y todas las leyes, incluidos los artículos llamados pétreos o irreformables; mediante el expediente de la supresión de la inmunidad, se le puede impedir al Partido Liberal que escoja el candidato que quieran sus bases o los dueños de las corrientes, para que lancen al ruedo político a un burro amarrado, al que los nacionalistas barran en forma inmediata. Pero la cosa puede ir más allá. Se puede, con argucias legales, paralizar el proceso electoral, creando un vacío institucional que derive en la ruptura del orden constitucional, permitiéndole a los gobernantes actuales – los de ahora y los del futuro – asegurarse el ingreso al poder por la vía de la ilegalidad. Lo que está ocurriendo en la Universidad Nacional es un anticipo o un ejercicio de lo que puede ocurrir, si persistimos en la pretensión de debilitar la soberanía popular, para satisfacer ingenuidades populistas, que al final, serán aprovechadas – ahora o mañana – por las fuerzas antidemocráticas, que nunca han renunciado a sus pretensiones de dominio sobre el país y sobre su pueblo. En la Universidad Nacional, se creó un vacío de poder, incapacitándose a los estudiantes, que no gozan de inmunidad, para su légitima participación. El vice rector, no tiene interés sino en proyectar el tiempo de su interinato; y con la excusa de hacer las reformas (en la tradición de los golpes de estado de Honduras, siempre se ha reformado la Constitución) logra crear las condiciones para su propia elección. Julio Lozano76 lo hizo en l956, Oswaldo López Arellano en l965, con el apoyo de Ricardo Zúñiga Agustinos77 y Mario Rivera López78, entre otros. 73

Presidente Provisional de Honduras 18 de abril de 1907 al 1º.de marzo de 1908 y Presidente Constitucional 1º de marzo de 1908 al 28 de marzo de 1911. 74 Presidente Constitucional de Honduras del 6 de junio de 1971 al 4 de diciembre de 1972. 75 Jefe de Estado de 22 de abril de 1975 al 7 de agosto de 1978. 76 Jefe de Estado 6 de diciembre de 1954 a 21 de octubre de 1956. 77 Político de gran influencia en el Partido Nacional en el Siglo pasado.

54 Yo, que no soy político profesional; ni quiero serlo, huelo a peligro. ¿Usted no lo siente?. O ¿el ruido de los inocentes no lo deja oírlo?.

LA URGENCIA Y LA CONVENIENCIA DEL DIÁLOGO Nadie en su sano sentido, puede oponerse a que las diferentes fuerzas, enfrentadas o no, que conforman la sociedad hondureña, dialoguen. Tanto para resolver diferencias, en el primer caso; o para identificar objetivos comunes, establecer compromisos compartidos y echar andar un conjunto de armónicas acciones de carácter colectivo. Sin embargo, no todos los diálogos tienen las posibilidades apuntadas. En algunos casos, el diálogo es un mecanismo de distracción que usa el gobierno para frenar la presión social, o para disimular sus irresponsabilidades. O, es simplemente una carnicería en donde los participantes, se infieren las más imaginativas agresiones, con la finalidad de paralizar la capacidad de la sociedad para usar sus fuerzas y recursos en dirección a la realización de sus objetivos. En otras, el diálogo es extemporáneo, por una parte, en vista que se han deformado tanto las cosas, que cada quien cree que tiene la razón. Y que debe hacer su propio camino. Para en otras es demasiado pronto, porque hace falta que todos, los que se han desmarcado por la ruta de la individualidad, descubran que han caído en emboscadas de las cuales no pueden salir, si no es con la cooperación de todos los demás, que para desgracia, se encuentran en dificultades similares. Diálogos famosos en este sentido, son los que facilitaron las finalizaciones de las guerras civiles más destructivas que hemos tenido en el pasado; y que, algunos en el presente, parecen no recordar absolutamente. El actual diálogo nacional – aunque urgente y necesario para el país, no para el gobierno o los gobiernos como nos quieren enseñar algunos miembros de la nueva derecha – no esta atravesando por sus mejores momentos. Los grupos que intervienen en el, no lo hacen con el entusiasmo y la fuerza debida. Desde afuera, se percibe por muchos que es un simple artificio usado por el gobierno para distraer la atención y, justificar su desempeño, evitando tanto el inevitable ejercicio crítico, como la urgente necesidad de colocarlo al servicio de la sociedad. Por supuesto, tales dificultades, que han dado los magros resultados que comentamos, no tienen nada que ver con la oportunidad del diálogo, sino que con fallas de concepción política; y, fundamentalmente, con apreciaciones metodologiítas que, formalmente útiles, en la práctica no son las adecuadas. El principal obstáculo que enfrenta el diálogo, es el gobierno. Para que el diálogo pueda mejorar, es necesario bajar el protagonismo del gobierno y, colocar a sus oficiales al servicio de la sociedad. Actualmente el gobierno se considera, dentro del diálogo y en las declaraciones de Ramón Hernández Alcerro79, una suerte de indiscutible e insustituible, conductor de la vida social y política. Por supuesto, esta idea, está basada en la consideración que el gobierno es una expresión natural de la vida colectiva, que ha existido siempre; y que, en consecuencia, tiene un papel irreductible e inmodificable. Por ello, el gobierno representa dentro del diálogo nacional, un papel inconveniente que, trastoca los equilibrios, porque quiere hacernos pensar que no forma parte de los problemas y que, consecuencia, nada de lo que se ha dejado de hacer, tiene alguna responsabilidad por el atraso y la pobreza que sufrimos. Al gobierno, tenemos que verlo como parte del problema y su posibilidad de participar en la solución, determinada por la visión de donde queremos llegar y el modelo democrático que deseamos establecer. Con la visión autoritaria, que ordena nostálgicamente la memoria de la derecha hondureña actual, ello no es posible. Los problemas no sólo están aquí. Es que, además, el liderazgo público, no sólo estableció una agenda, más allá de la simple utilidad o las normativas del servicio fraterno, sino que obligó al cumplimiento de una metodología en que la visión de los hechos, las causas que generan los 78 79

Uno de los hombres más influyentes dentro del Partido Nacional. Secretario de Estado en los despachos de Gobernación (2001-2006).

55 mismos y las decisiones para removerlos, fueron artificialmente alterados, en el animo de evitar las largas discusiones sobre la complicidad gubernamental en la creación de las condiciones en la que se asienta la pobreza y la miseria nacionales. Pero claro, estos errores no deben hacer pensar a nadie que el diálogo es un arma perversa que hay que entregar a la policía o destruir en la plaza pública; ni mucho menos creer, que la metodología en uso no puede ser cambiada en forma inmediata. Por el contrario, hay que entender que el diálogo nacional es necesario, si es que en efecto queremos que la próxima generación empiece a ver el final del túnel. Y la metodología que se está usando, puede ser cambiada en la misma medida en que se cambie el enfoque del asunto, especialmente si colocamos, como ordenan las consideraciones democráticas, al gobierno en el papel de subordinado de la sociedad y al servicio de la realización de la persona humana El que el gobierno no lo quiera, no debe ser una sorpresa para nadie. Por el contrario, su resistencia debe ser vista como la clara indicación que lo que tenemos como tal, debe ser removido, para lograr los objetivos que andamos buscando. Y ello hay que hacerlo, lo más rápidamente que podamos, antes que entre nosotros, se vuelva unánime la idea que el diálogo nacional no sirve para nada; y que, no necesitamos ponernos de acuerdo para avanzar. Y progresar.

V

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REFORMAS NECESARIAS

TRES REFORMAS INEVITABLES Como lo he dicho en otras oportunidades, nuestro país no tiene oportunidad alguna de desarrollarse, si previamente no es objeto de un cambio radical y profundo. Los hechos históricos confirman que se han sucedido en el ejercicio del mando gubernamental; sirios y troyanos, montescos y capuletos; y muy poco ha cambiado entre nosotros. Seguidos atrapados en una cultura del miedo que paraliza la actividad de nuestros compatriotas, mientras en nuestros alrededores, crecen los resultados, confirmándonos que siguen arrodillados, desperdiciando oportunidades o negándonos a entender cómo es que se aprenden las cosas, cómo se aprovechan las oportunidades y cómo se usa el tiempo para crear riqueza y generar empleo, únicos caminos para producir bienestar para nuestro pueblo. Para todo nuestro pueblo. La idea del cambio ha estado presente en el pensamiento de los fundadores de nuestro país. E incluso en varios de los conductores y gobernantes qué, prevalidos de la misión personal impuesta, comprendieron a tiempo que una estructura jurídica heredada de la colonia, no nos servía para nada. Y que con un pueblo dominado, con unas élites cobardes y asustadizas, era imposible dinamizar la vida económica nacional. José Cecilio del Valle80 y Francisco Morazán entendieron de estas cosas. José Trinidad Cabañas,81 en su limpia sencillez – y mientras batallaba con quienes le disputaban a dentelladas el poder – supo desde el principio que necesitábamos vincularnos al mundo, aprender del mundo y hacer las cosas, como hacían los demás países del mundo. Por ello 80

Llamado el “Sabio Valle” Redactó el acta de independencia. Diputado de las provincias de Centroamérica ante el Congreso General del imperio de Iturbide en México en 1822, principal figura en la lucha por la anulación de la anexión a México. 81 Presidente Constitucional de la República, 1º. de marzo de 1852 a 18 de octubre de 1855.

57 es que se interesa por el ferrocarril interoceánico. Marco Aurelio Soto y Ramón Rosa, como lo dijimos en un artículo anterior, comprendieron que sin reformas y cambios, no había posibilidad de nación alguna. Los hechos posteriores, incluso su derrota en manos de sus protectores originales, confirmaron que tenían razón. De la misma manera lo entendió Céleo Arias82 que aunque sólo se entusiasmo con una parte del cambio, acertó cuando propuso la modificación de las estructuras del Estado nacional. Desde Ramón Villeda Morales para acá – tal vez con la excepción de Callejas que hizo del cambio un exitoso estribillo electoral – no son muchos los políticos que creen en el cambio y la transformación como condición básica para el desarrollo integral de Honduras. Les ha interesado más bien la cínica utilización de la crisis para disimular sus vacíos y sus ignorancias. Por ello es que ahora, a 25 años de la transición política del autoritarismo militar a la democracia electoral, es muy poco lo que hemos logrado. La población se queja de la democracia, cuando en efecto quienes nos han fallado son los políticos que en forma infantil se han contentado con el resultado a corto plazo, postergando o ignorando totalmente la necesidad de cambiar el sistema político de gobierno, el modelo económico mercantilista insustancial e inconveniente y la cultura de la sumisión y la dependencia que se hace evidente en la conducta de la mayoría de los hondureños. No cabe duda que necesitamos cambiar, para ser un pueblo diferente. Con las actitudes que exhibimos frente al mundo, frente a la vida y frente a nosotros mismos, no podemos llegar a ninguna parte. Nunca un pueblo que le tuvo miedo al mundo; y que se refugio en sí mismo, negándose a cambiarlo y ponerlo a su servicio, pudo sobrevivir mucho tiempo en la historia. Sólo los pueblos que se imaginaron llamados a cumplir una misión sobre la tierra, que se atribuyeron más méritos de los que en efecto eran poseedores, han impulsado la civilización humana. De ahí que cambiar al hondureño, -para dejar de ser llorón, miedoso y dependiente, se enjuague las lágrimas, se eche el orgullo a cuestas y empiece a construir el sueño postergado de sus mayores-, sea el único camino que nos queda para impedir que Honduras se nos deshaga entre las manos. Una vez el hondureño, con el control de sus emociones, orgulloso de sí mismo y confiado en sus capacidades para lograr sus sueños, podremos transformar las estructuras del poder político y hacer de las oportunidades que Dios nos ha dado, la fuente para producir riqueza que repartiremos en forma justa y equitativa entre todos nosotros. Porque el gobierno actual no sirve si no que para perpetuar el atraso. Fue diseñado por los españoles para dominar, controlar y paralizar a la población. Por ello es que no nos ha servido para nada, aunque que de vez en cuando, para probar que estábamos equivocados, algunos buenos gobernantes han apostado que pueden hacer algo, incluso con un mal modelo gubernativo como el que sufrimos actualmente. Una vez cambiado el gobierno y transformando a sus miembros en aliados, los mejores de entre nosotros, producirán riqueza y empleo, dentro de un esquema capitalista de desarrollo moderno en el que, lo que valdrá será la capacidad de producir bienes y servicios para darle a nuestro dulce pueblo el bienestar que se merece. Y para concurrir, a competir en los mercados del exterior.

RESPETO A LA DIGNIDAD MUNICIPAL En Honduras no hay, en honor a la verdad, una tradición municipalista. Más bien, en la medida en que se ha percibido – como en realidad lo es – como expresión democrática y, fundamentalmente, ejercicio de la soberanía popular y control de los ciudadanos sobre el poder público, el 82

Presidente Provisional de la República; 12 de mayo de 1872 al 13 de enero de 1874.

58 autoritarismo lo ha avasallado, menospreciado y arrinconado. Carías, fundamentó su poder, destruyendo la autonomía municipal, entregando el poder de las bases a los caudillos locales y regionales, que le eran leales hasta la muerte. Con los inicios de la reconstrucción democrática durante Ramón Villeda Morales, se reinstauró – aunque con debilidades evidentes – la autonomía de los pueblos para elegir a sus autoridades; y manejar en forma independiente, sus asuntos. Ahora, en la transición democrática, desde el autoritarismo militar hasta la democracia electoral (desde Roberto Suazo Córdova hasta Carlos Flores) el municipio fue objeto de mayor discusión. Sin embargo, fuera de más respaldo económico de parte del poder central hacia las municipalidades, las alcaldías no se han colocado en el papel destacado que tuvieron en el pasado. Ahora, en tiempos de Maduro, cuando la transición ha concluído; y no sabemos si avanzamos o vamos de regreso, la atención y el respeto al municipio es buen termómetro para averiguarlo. Y el respeto que se le dispensa a los alcaldes municipales, es una indicación de hasta donde las fuerzas autoritarias, han logrado debilitar el poder del pueblo, ejercido en el espacio natural suyo, es decir en el municipio. Hace algunos meses había un movimiento para que los alcaldes tuvieran que renunciar a sus cargos cuando buscasen la reelección. Y no son pocos los que no quieren que los alcaldes hagan publicidad de sus obras, porque no desean que desde ninguna de ellas, salgan los nuevos líderes del futuro. Y cuando algunos de ellos quieren ser presidentes, se frunce el entreceño, se arruga la boca y la palabra brota fácil y desgraciada, buscando descalificarles. Pero si esto no fuera suficiente, en los últimos días la esposa del Presidente Maduro, en forma irrespetuosa, se ha dirigido al alcalde municipal de San Pedro Sula reclamándole en forma más que inapropiada, y faltándole a la dignidad de la alta representación del funcionario sanpedrano, por el supuesto incumplimiento de un contrato de apoyo a los niños. La esposa del Presidente de la República, de conformidad a las leyes de Honduras (y también ocurre lo mismo en España con Ana Botella, la esposa de José María Asnar) no tiene ningún cargo o autoridad. No forma parte de la estructura del gobierno, por lo que, no está por encima de ningún alcalde del país. Estos, por su elevada condición de elegidos por el pueblo y de conformidad con la doctrina municipal, no están subordinados en la realidad, sino que a los pueblos que los eligieron. De ahí que, ni siquiera el Secretario de Gobernación Ramón Hernández Alcerro – fuera de los casos en que la autoridad municipal se extralimite en sus competencias – tiene autoridad para irrespetar, reclamándole en forma airada y pública, a ningún alcalde del país. Pero aquí, las cosas están funcionando al revés. Por ello, todos se han llamado al silencio cuando la señora de Maduro, irrespeta en forma que no se merece al alcalde de San Pedro Sula; ni tampoco los hondureños que votaron para que Maduro durante cuatro años, dirigiera los asuntos del Poder Ejecutivo. En vez de criticarla, evitándole que siga incurriendo en errores que pondrán en peligro el debido respeto por las instituciones, más bien con el silencio avalan una conducta que a todas luces, es impropia e irrespetuosa con una autoridad elegida por el pueblo, por parte de una mujer que, adicionalmente, no es hondureña. Más bien, la esposa de Maduro está doblemente obligada a mantener la compostura, respetando la ley y sometiéndose a las prácticas culturales de nuestro país. Primero porque cualquiera cosa que haga afecta la credibilidad, el respeto y la imagen de su marido; y en segundo lugar, porque no tiene la condición de hondureña para intervenir en asuntos que son propios de los nacionales. Claro, Hernández Alcerro puede hacerla hondureña cuando quiera; pero mientras ello ocurra, debe guardar la compostura, respetando las instituciones nacionales. Especialmente a las elegidas por el pueblo. Algunos extranjeros – pocos, afortunadamente -- siguen creyendo que somos tierra de conquista. Por lo que, en consecuencia, no sólo pasan por encima de las instituciones locales, sino que se dedican a hacer cosas, - no para mostrar solidaridad -, sino que para confirmar una inferioridad colectiva, expresada en nuestra incapacidad para resolver los problemas de la pobreza o la vagancia y la indefensión de los jóvenes y los niños menos protegidos. Es decir que nos ayudan no para potenciarnos, sino que para debilitarnos, en una conducta injusta e insolidaria que escandaliza, incluso a los más indolentes.

59 La dedicación de la señora de Maduro al trabajo de los niños, fuera de las fallas metodológicas y la ausencia de profundidad en la solución de los problemas, no tiene más mérito que su deseo de ayudar. Pero nunca debe usar el desempeño de esas tareas, para ofender o faltarle el respeto al Alcalde de la ciudad de San Pedro Sula Oscar Kilgore. Porque éste no es criado de su marido, sino que servidor del pueblo hondureño. ¿Estamos?

ESTADO, CENTRALIZACIÓN Y LIBERTAD Como lo sostengo en “La República Imposible” – libro que debo reconocer que me ha dado dificultades para concluirlo, más que por el tema por mis debilidades personales – los “fundadores” de la nación hondureña, no tenían suficiente claridad sobre lo que pretendían hacer. La utopía no estaba bien clara. Y lo que es peor, no descubrieron que entre la forja del Estado – fuerte o débil – y la vida de las personas, fuese ésta libre o subordinada, había una enorme relación. Es decir que si lograban un Estado fuerte, lo lograrían a costa de la subordinación de las personas. Y que si lo que buscaban, era la libertad y la participación, expresión de ésta última, en la conducción de la nueva sociedad, necesitaban crear un Estado débil, sometido al control de la ciudadanía, por medio de una potente sociedad civil. No estoy seguro si es justo enjuiciar a Dionisio de Herrera83, Francisco Morazán, Justo Milla84 y a Francisco Ferrera85 con esta medida. De repente, más de alguno puede salir chamuscado en los laureles escolares que les hemos inventado, en la justa necesidad de tener ejemplos para las nuevas generaciones. Pero lo que no tengo duda es que, en los tiempos actuales, debemos evitar que el Estado, abuse en contra de las personas; y los gobernantes, en nombre de una imprecisa eficiencia – que no encontramos casi por ninguna parte – fomenten la centralización, rechacen la participación de la ciudadanía y conviertan a las personas, en “bebés” con los pañales húmedos, en manos de un Estado paternalista que no sólo determina cuando deben beber las personas durante la Semana Santa, a qué velocidad y en qué orden deben manejar sus vehículos cuando regresan a sus ciudades de residencia. Es decir que tenemos que optar por un Estado al servicio de la sociedad y de las personas, susceptible de ser controlado y dominado por el pueblo soberano. Porque si dejamos que el Estado, grande, prepotente e incapaz, siga metiéndose en nuestras vidas, desobedeciendo nuestros deseos; y colocándose al servicio de intereses contradictorios con los que protegen nuestras vidas y la posibilidad de ser lo que siempre hemos querido: un pueblo libre, idéntico a sí mismo, que se sabe situado en el tiempo; y que hace parte de la historia universal. En los últimos años hemos sido incapaces de desmontar el Estado autoritario de los caudillos de a caballo. Ni siquiera al Estado totalitario, organizado por los militares hemos podido quitarle competencias, devolviéndoselas a las personas para que, en el municipio, puedan ejercerlas, como corresponde. Los reformistas del Siglo XIX, Marco Aurelio Soto, Ramón Rosa, Adolfo Zúniga86 y Policarpo Bonilla, fortalecieron, los primeros, al Estado, quitándole competencias que hasta entonces, estaban en manos de las comunidades locales o de la Iglesia, con lo que al final, las personas – que no veían ni valoraban suficiente, probablemente por el cientificismo positivista moribundo que profesaban – en vez de ganar la libertad debida, más bien enajenaron sus posibilidades. El segundo, justo es reconocerlo, roza la contradicción entre los derechos de las personas y la operación del Estado, por lo que en la Constitución del 1894, se ven por primera vez; y de manera ordenada; y como obligaciones a cumplir por parte del aparato estatal.

83

Primer Jefe del Estado de Honduras del 16 de septiembre de 1824 al 9 de mayo de 1827, decretó la primera división territorial de Honduras. 84 Jefe del Poder Ejecutivo Provisional, abril de 1826 a 13 de septiembre de 1827. 85 Presidente Constitucional de Honduras, (1841-1847) 86 Uno de los ideólogos de la reforma liberal.

60 El problema, que no hemos podido resolver hasta ahora, es la incapacidad para fortalecer a la sociedad civil, como manifestación de los derechos, deseos y aspiraciones de las personas. Aquí, más bien, en la medida en que pasa el tiempo, seguimos una ruta contraria a los intereses del bien común. El Estado actual, en manos de lo que llamamos la nueva derecha “hondureña”, quiere dominar a las personas, controlarlas por medio del avasallamiento de las instituciones de la sociedad civil; y por el control de las fuentes de ingreso de las mismas. La Secretaría de Gobernación, ha estado haciendo esfuerzos – muchos de ellos ilegítimos incluso – para que las organizaciones privadas de desarrollo se sometan a sus caprichos, amenazándoles con negarles los derechos que el gobierno les ha autorizado, como si no viviéramos en un estado de leyes que todos estamos obligados a respetar. Y últimamente, en el afán centralizador y concentrador – que sólo nos recuerda las tareas que no hemos cumplido; y que el Estado, en vez de gerente del bien común quiere convertirse en el dueño y controlador de nuestras vidas – COPECO87, quiere maniatar la iniciativa de los particulares en la defensa de sus intereses, frente a los desastres naturales o artificiales que se puedan producir, en la creencia que las cosas, que se manejan desde Tegucigalpa, se hacen mejor: Y que aquí, están los hombres y mujeres más honrados que podamos encontrar. Por ello, incluso COPECO – en un proyecto totalitario, desafortunado para sus autores; y amenazante para todos – quiere intervenir los recursos que entidades privadas y gobiernos amigos y solidarios, aportan a organizaciones privadas, tanto por su capacidad para llegar al público, como por su probada y acrisolada honradez para no privatizar los recursos que son para todos. Estas señales totalitarias – respaldadas por el hecho que Ricardo Maduro nos ha confirmado que no nos hace caso a nosotros – nos obligan a pensar el futuro. A efectuar acciones, destinadas a debilitar al Estado, para fortalecer a la persona.

SOBRE LA REFORMA DEL ESTADO En ocasión del excelente artículo de Segisfredo Infante88 sobre mis propuestas presidenciales, el Ing. Enrique Paredes – exvice ministro de Economía de Honduras – me llamó la atención sobre la gradualidad obligada de vincular cambios y transformaciones estructurales, con tiempo disponible. Porque de otra manera me dijo en la última sesión del Club Rotario Tegucigalpa Sur, “te pueden acusar de demagogo, por andar ofreciendo cosas que es imposible hacer de la noche a la mañana; y, especialmente con un Congreso que no esté sintonizado con la necesidad de los cambios y las transformaciones que necesitamos”. Le expliqué a Enrique que en efecto, la variable tiempo es importante en las reformas. Pero no tuve la oportunidad para agregarle que ésta no es la más importante o independiente, sino que la voluntad política general y la fuerza movilizadora del pueblo de cara a sus realizaciones. Por supuesto, pienso invitarlo junto a Segisfredo Infante y a otros amigos interesados en estos asuntos, para unas conversaciones informales que, entre otras cosas, aumenten mis conocimientos sobre esta materia tan importante para el destino nacional. Por mientras, quiero aprovechar la oportunidad para decir que tiempo no nos ha faltado para reformar al Estado. Esto es lo que más, hemos tenido. En el tiempo que llevamos de lo que se conoce como la transición democrática, nos ha sobrado tiempo; pero nos ha faltado visión y voluntad. Por ejemplo, las reformas de los últimos veinte años, no han pasado de cambiarle el nombre a algunas secretarías, suprimir otras, al tiempo que se crearon unidades operativas que más bien parecen bromas al sentido común, como es el caso del misterioso Ministerio de atención

87 88

Comisión Permanente de Contingencias.

Poeta y Escritor Hondureño, columnista de Diario la Tribuna, Director de Editorial Universitaria.

61 a los Clientes, del cual nadie ha vuelto a hablar, porque posiblemente su titular pasó a la clandestinidad. O se fue para otra parte. En lo que a visión del orígen y papel del Estado se refiere, sólo muy pocos hondureños dedicados a la política, aceptan que la persona humana fue primero. Y que, de consiguiente, el Estado es una derivación posterior, creado no para que desarrolle sus propios fines, - cosa que negaría su naturaleza y destruiría su legitimidad - sino para cumpla y satisfaga los del bien común. Y en lo del papel de la sociedad, no son pocos los que todavía siguen creyendo que la persona debe subordinar totalmente sus fines y vocaciones, a un sentido equivocado de lo que es el bien común. De consiguiente, son muy limitados los que aceptan el carácter instrumental del Estado, y la obligación que tenemos de ajustarlo permanentemente, no a sus fines, sino que a los objetivos de todos los miembros de la colectividad que conocemos como Honduras. Y que esos ajustes no son difíciles, porque la naturaleza del Estado es subordinada; y lo que priva es absolutamente, la soberanía popular por encima de otra consideración. Pero hay otras cosas que se pasan por alto. Por ejemplo, en el orígen del Estado hondureño, la finalidad de su creación, fue la dominación de la población por parte de la Corona española. Ocurrida la independencia, no hemos podido desmontar este modelo de Estado, cuya naturaleza dominadora sigue viva, incluso ahora en que, bajo un nuevo discurso, se le coloca por encima de los intereses, propósitos y deseos de las personas. Este Estado totalitario, autoritario y antiparticipativo – porque así se le creó y con la finalidad de paralizar la iniciativa de los particulares – es incompatible con la democracia; y, por supuesto, con el desarrollo científico actual. La democracia, además de fórmula para resolver conflictos entre los grupos, por la disputa del ejercicio del poder, tiene como basamento, la igualdad de todos. Explícitamente ante la ley. Y, en forma derivada, para el ejercicio del poder en el interior de la sociedad. En otras palabras, en la vida democrática, todos podemos y debemos, participar en el gobierno de nuestra sociedad. Y su gobierno, el gobierno de todos, debe ser de tal naturaleza, que nos debe facilitar tal participación, de manera prioritaria, a todas y todos los ciudadanos. El desarrollo científico actual, especialmente lo relacionado con la descripción del genoma humano, confirman una igualdad genética, que echa por tierra las diferencias que se inventaron, desde tiempos de Platón89 hasta los de Hitler90, para hacerle creer a la población, que unos grupos tenían para sí, el derecho exclusivo para conducir los destinos de las sociedades y pueblos de la tierra. Entonces, si todos somos iguales, tal como lo ha confirmado la biología; y lo ha predicado desde hace muchos, años la filosofía democrática, el problema al que nos enfrentamos, es que el Estado ha sido construido sobre la diferenciación abusiva; y sobre la negación de la participación de las mayorías en su manejo. Es aquí, donde radica la justificación y la urgencia de la reforma del Estado, desmontándolo de una vez; y de forma urgente, de las bases autoritarias y antidemocráticas sobre las que fue edificado. Que la tarea no es fácil porque quienes lo controlan, oponen férrea resistencia, no nos debe desanimar. Más bien, hay que hacer de la reforma del Estado, no una tarea sólo de los políticos, sino que una actividad de las masas. Convenientemente organizadas y movilizadas, pueden hacer correr a sus diputados. Y hacerlo en poco tiempo.

Filósofo griego (Atenas, 427 - 347 a. C.). Adolf Pölzl Hitler (20 de abril 1889 - 30 de abril 1945), político y gobernante alemán de origen austríaco, que estableció un régimen totalitario en el que recibió el titulo de Führer (Guía). 89 90

62 ENOJO E INDIGNACIÓN Soy, normalmente, muy calmo y tranquilo. No niego que soy hiperactivo. Y no me caen bien los calmos, los pachorrudos y mucho menos los indiferentes. Creo que una sociedad como la nuestra no tiene cabida para esos individuos. Por ello, más bien, pido reflexión y buen juicio, cuando se trata de efectuar análisis de los problemas. Y acción, pronta y urgente. Por esa vía, creo encontrar -y así lo he hecho en toda mi vida-, soluciones y alternativas. Pero hay momentos en que pierdo la paciencia, me atrapan las urgencias; y exijo dedicación extrema. Esto último me ocurre cuando se trata de explicar los problemas de Honduras, entender su atraso; e identificar a los negligentes, los cómplices y los culpables. En un encuentro con los empresarios me derrotó la impaciencia, al escuchar las cifras del atraso de Honduras; y juzgar la parsimonia, la indiferencia y la manipulación mentirosa de muchos, políticos, funcionarios y empresarios mercantilistas, que creen que aquí no pasa nada. Y que estamos avanzando, aunque no sé en qué dirección. Y, según dicen mis colegas de Diario La Tribuna, muy enojado, «no dejé a títere con cabeza». Otros amigos, -que también están cansados de este juego de engañarnos unos con otros- me dijeron que era útil que alguien dijera lo que dije, porque era importante que nos asumiéramos como responsables por el destino de Honduras. Y que saliéramos de la calma chicha en la que muchos han descubierto con picardía, los encantos de administrar la crisis sin fin que pasamos. Después del discurso en donde dije lo que hace muchos años he venido pensando; y que hiciera énfasis apasionado, pidiendo que nos pusiéramos de pie para cambiar el gobierno, crear una sociedad económica capitalista que sustituyera al modelo mercantilista que impide el crecimiento económico y reformar al hondureño para que dejara de andar mendigando por todo el mundo, me sentí mucho mejor. Y por supuesto más calmado. Resulta que en su discurso, José María Agurcia, presidente del Consejo Hondureño de la Empresa Privada COHEP, nos dijo que necesitamos -en las condiciones actuales- 53 años para alcanzar el nivel que tiene el producto interno bruto de Costa Rica. La cifra me estremeció como a nadie probablemente. Hasta entonces había manejado cálculos en el sentido que requeríamos para tal fin, 27 años; y no 53 como sostiene Agurcia. Un tiempo después las mesas de trabajo, integradas por los mejores empresarios de nuestro país, hicieron un conjunto de propuestas que en la mayoría de los casos, no harán nada -en el caso que se ejecutaran- para resolver el problema de atraso indicado, gráfica y sinceramente, por el presidente del COHEP. Creí -y lo sigo creyendo- que era mi deber sostener, elevando la voz, que era necesario ir más allá. Que había que eliminar el modelo de gobierno que nos heredaron los españoles, que sirve para controlar, vigilarnos y dominarnos; pero no para hacernos felices. Que requeríamos crear la república; y que era un cuento infantil lo de la Segunda República de Ramón Villeda Morales. Y un invento eso de la tercera que ofreciera en la campaña interna liberal Jaime Rosenthal Oliva. Por supuesto, aproveché la oportunidad para decirles a los empresarios que no eran capitalistas, porque aquí lo que tenemos es una sociedad económica mercantilista en la que el gobierno es aliado o rehén de unas pocas familias poderosas, dedicadas a hacer dinero, mientras le impiden a las demás, concurrir con la libertad suficiente, a los mercados internos y externos. Esta cuestión se rehuye siempre, tanto porque se parte que estando tan cerca de los Estados Unidos, somos un clon económico suyo; como porque la mayoría de los empresarios tiene poco interés teórico sobre las explicaciones de la realidad. Y, por supuesto, también hay algunos que tienen vergüenza, después del buen trabajo propagandístico de los derrotados marxistas reales, que les llamen como lo que son en realidad: empresarios capitalistas.

63 Y como correspondía, también dije que necesitábamos transformar al hondureño. No podemos salir adelante con una población medrosa, que se descalifica a sí misma; y que cree, ingenua y falsamente, que la solución de todos nuestros problemas será obra del pensamiento y la energía de los de afuera. Es urgente, hacerle sentir que podemos lograr objetivos, que tenemos el talento suficiente para soñar un destino mejor; y que contamos con la habilidad suficiente para competir con todos los demás hombres y mujeres de la tierra. En otras palabras, que no somos menos que nadie; y que, en consecuencia, no tenemos por qué sentirnos inferiores a nadie. Urgí la conveniencia de consolidar la libertad, favorecer el desarrollo de la propiedad; y asegurar el funcionamiento de la justicia. Sin estas tres cosas, dije apasionadamente, no hay confianza posible; ni posibilidad para que aquí, tengamos crecimiento económico, podamos establecer un sistema de equidad que destruya enojosas y vergonzantes diferencias; y logremos mejorar el nivel de vida para todo nuestro pueblo. Y, -para escándalo de algunos amigos- dije que necesitábamos hacer una revolución en Honduras. Los parches no sirven para nada. Tampoco los «reformistas» que nos engañan cada cuatro años.

VI

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MADURO NOS ENGAÑÓ

TRES AÑOS HACIA LA PENDIENTE En la gestión de Maduro al frente del Ejecutivo, hay que evaluar no sólo la gestión suya y sus equipos, sino que el comportamiento del sistema económico, político y social. De esa manera, evitaremos el sectarismo; y huiremos de la irresponsabilidad de los que tienen una habilidad extraña para ver la paja en el ojo ajeno, tanto pasan por alto la viga en el propio. Pero además, descubriremos las fallas en las que hemos incurrido los hondureños y las hondureñas, al frente de sus responsabilidades. Es fácil atribuirle todos los defectos al gobierno. La fama persigue de tal manera al sector público, que todo lo que se diga de él, es creíble inmediatamente. Sin embargo, es un error, porque se pasa por alto que en la vida democrática, el gobierno está al servicio de todos y, por lo menos teóricamente, cada uno deviene obligado a vigilarlo, controlarlo, evaluarlo y dirigirlo. De manera que cuando, como en éste caso, descubrimos y señalamos fallas y omisiones en el gobierno, también estamos dirigiendo el dedo acusador a nosotros mismos. Dicho lo anterior, manos a la obra. Evaluemos lo que ha pasado en estos últimos tres años, no para buscar culpables – cosa que es demasiado tarde – sino que para aprender de los errores. Y para enmendarlos como corresponde, especialmente, en sociedades que se precian de ser civilizadas. La primera afirmación que podemos hacer es que Ricardo Maduro lo ha hecho bien en la administración de la crisis. La ha estabilizado y, según las cifras preliminares, podemos anticipar que la velocidad del deterioro ha sido disminuida en forma significativa. Pero ello no significa que se haya superado la tendencia peligrosa del sistema a su autodestrucción. Y de consiguiente, revertido la peligrosa inclinación suya para hacerle daño a Honduras y a los hondureños. Claro que no. Aunque se han hecho algunas reformas, el sistema sigue operando en forma desbocada, favoreciendo a unos pocos, al tiempo que excluye de los beneficios generados por todos, a las grandes mayorías. La pobreza sigue creciendo en forma acelerada, el desempleo es un terremoto de relojería cargada de explosivos, en tanto que la desesperanza, la disminución de la autoestima de las clases más escolarizadas, cunde en forma preocupante.

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El problema es que la modificación de las fuerzas que estimulan el deterioro de la crisis, se ha logrado mediante la discreta renuncia de la libertad, de las concesiones en favor del autoritarismo y de la permisividad ante los que creyendo que el fin justifica los medios, consideran que es válido que violemos el sistema legal. Y que reduzcamos los derechos políticos y civiles de los ciudadanos y las ciudadanas. Todo para vivir seguros, falsamente además. Siempre, los gobiernos incapaces de lograr metas que estimulen la imaginación popular, tienden a crear falsos dilemas. Este gobierno, nos ha querido enfrentar libertad, con eficiencia en la lucha en contra de la delincuencia común y organizada. Por ello es que poco a poco, se ha ido construyendo un estado de ánimo colectivo en virtud del cual, todos estamos dispuestos a entregar nuestra libertad, con tal que el gobernante fuerte que surja de donde sea, nos asegure la seguridad. El deseo de dormir con las ventanas abiertas, el hacernos de la vista gorda con los asesinatos que, en algunos momentos, parecieran trabajo extra de algunos policías, es una evidencia de lo que venimos diciendo. Como corolario de la renuncia de la libertad en favor de la seguridad falsa de parte de un Estado ineficiente, ha aumentado en el país la admiración por el autoritarismo, el respeto por los caudillos enemigos de la Constitución y, de consiguiente, el menosprecio de la vida democrática y sus posibilidades. Ahora se habla de Tiburcio Carías Andino como si hubiese sido un gran gobernante. Se olvida su actitud irrespetuosa de la libertad y los derechos de participación de cerca de la mitad de los compatriotas de su tiempo. Y lo que es más grave, se disimula el hecho que su gobierno es uno de los más inútiles en cuanto a obras publicas se refiere, pese a que durante 16 años dirigió a su antojo,-con un Congreso lacayuno y servil-, los destinos de todos los hondureños. De ahí que, este retorno al autoritarismo, esté signado por la creencia que necesitamos otra vez, para dirigir al país de hombres fuertes, de pistola al cinto, de caballo apersogado. Y de malas palabras sobre la boca. Y que ante esos hombres fuertes, debemos declinar nuestros derechos, renunciando a las garantías mínimas que nos trajera la revolución liberal; y que se consolidaron en el Estado de Derecho que inauguramos en la década de los años 80 del siglo pasado. Por ello consentimos que se aumente el período de las detenciones y que, por más tiempo, los jueces nos puedan mantener en la cárcel. Sin embargo, como este renunciamiento debilita al Estado de Derecho, es un peligro para la estabilidad democrática. Al tiempo que un estímulo para que los violentos – que son más agresivos que en tiempos de Carías, en que los mareros eran los liberales – un día de estos puedan terminar derrotando al gobierno ineficiente, llenando de sangre las calles, para concluir en brazos de un cesarismo abusivo que nos termine esclavizando, de una vez para siempre.

¿POR QUÉ NOS OFENDE, “PRESI” MADURO? Estoy más sorprendido que Oswaldo Ramos Soto91. Y más indignado que Omar Cerna92, por la subordinación que el gobierno de Honduras ha asumido con respecto a los propósitos del gobierno de los Estados Unidos hacia Cuba. Todo, porque estoy seguro que el “Presi” Maduro nos ha ofendido a quienes, siendo la fuente de su soberanía y origen del mandato que está obligado a cumplir, nos merecemos el mayor de sus respetos. Y el de todos los gobernantes. Los de ahora y, por supuesto, de los que vendrán en el futuro.

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Diputado al Congreso Nacional, Exrector de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras y Exsecretario de la conocida organización represiva “Asociación para el Progreso de Honduras” APROH dirigida por Gustavo Álvarez Martínez en la década de los años 80. 92 xxxxxxx

66 Este no es asunto de principios como nos quiere engañar el “Presi” Maduro. Ni mucho menos, de lucha en favor de la democracia. Tampoco se trata de defender el estilo de gobierno que tienen los cubanos; o celebrar la imbatible y amorosa inclinación de Fidel Castro por el poder. De lo que se trata, es ratificar si Honduras es una república independiente, que hace sus propias decisiones de conformidad a lo que ordena su política exterior, por medio de la cual, tutela y defiende sus intereses. O en sentido inverso, como lo plantea Maduro, si Honduras tiene la obligación de continuar siendo, como lo fuera en la década de los ochenta, una nación mercenaria, sin dignidad alguna, sometida por el febril entusiasmo por la zanahoria económica que nos ha ofrecido George Bush. Esta es la cuestión. Ricardo Maduro, igual que Manuel Gálvez, Roberto Suazo Córdova y Gustavo Álvarez Martínez, es un prisionero de las políticas de los Estados Unidos. Su decisión de solicitar que Cuba acepte la visita de un relator, no es un acto soberano, sino que expresión de la docilidad del que, ante cualquier petición de los miembros del Departamento de Estado, se muestra dispuesto “posiblemente por principios equivocados” – que también los hay “Presi” Maduro – a hacer cualquiera cosa, con tal que al final, sus “sacrificios”, le sean compensados con algunos mendrugos provenientes de lo que sobra de la famosa cuenta del milenio, con la que George Bush tiene engolosinados a unos gobernantes, poco articulados con el orgullo y la dignidad que reclaman sus pueblos. Si Honduras hubiese tomado, en forma soberana e independiente la decisión de obligar a Cuba a que respete los derechos humanos de su población, incluso aunque lo hubiera hecho como dice Maduro con perversa inocencia, sin tener en cuenta la defensa de los principios democráticos, en este momento estaríamos respaldando al gobierno. Pero las cosas no han sido así. De acuerdo con la información que se dispone, ningún gobierno del continente aceptó hacerle el mandado al gobierno de George Bush. Ni siquiera el Presidente Flores de El Salvador – el “chico” de Bush, a quien querían colocar en la Secretaría General de la OEA – quiso asumir la vergüenza de presentar una iniciativa que, desde lejos, se sabe que no representa ningún interés de nuestros países, sino que es la reiteración de la política estadounidense en contra de Cuba. Por ello, el “Presi” Maduro fue llamado de urgencia, para darle instrucciones al respecto, después que Collin Powell93 supo que el hondureño estaba listo, para hacer la tarea sucia que, en el pasado, le tocó jugar a Uruguay. El “Presi” de Honduras, como se había esperado, estuvo de acuerdo en patrocinar la medida, con suficiente conocimiento de los riesgos de opinión que tendría que correr; pero seguro eso sí, que el “trabajito”, le permitiría acceder a la cuenta del milenio. Es decir que era un “trabajo”, por el cual, fuera de los principios que ahora Maduro quiere inventarse; y que, desafortunadamente para él, no tienen nada que ver con el asunto, el gobierno de Honduras sería convenientemente “recompensado”. Y es aquí, en donde está la ofensa para todos. Honduras no se merece el irrespeto de sus gobernantes, ni los actos suyos tienen que servir para menoscabar la soberanía popular y la independencia de la nación. Y el gobierno que lo haga tiene que asumir, como ocurre actualmente, el rechazo de todos nosotros, no porque pretendamos defender el honor de Cuba, cosa que los cubanos han sabido hacer bien en el curso de su historia, sino porque el “Presi” Maduro, ha ofendido la dignidad de Honduras, puesto que la ha colocado en la ingrata posición de nación mercenaria que, no tiene independencia incluso, para decidir en aquellos asuntos en los que quiere intervenir. En consecuencia, lo que Maduro tiene que explicarnos alguna vez – porque estos son actos que marcan a los gobernantes, hasta el fin de los tiempos – es porque no respetó el nombre de Honduras, porque no cuidó la dignidad de los hondureños; y más bien, nos precipitó por la pendiente del desprestigio como una vez lo hiciera Gálvez, Suazo Córdova y, especialmente Gustavo Álvarez Martínez. En algún momento, tendrá que explicarnos porque traficó con la imagen internacional de Honduras; y porque renuncio a la amistad de los Estados Unidos, para colocar a nuestra Patria – que aparentemente no es la suya, en vista que no defiende su integridad y su 93

Secretario de Estado de los Estados Unidos de Norte América en el primer mandato de George Bush.

67 honor – en la indigna condición de sirviente de los políticos de Washington. Por mientras ello ocurre, considero que es importante que sepa que nos avergüenza lo que ha hecho. Y que rechazamos con toda la energía, la condición indigna en que ha colocado a Honduras. Y eso, “Presi” Maduro, nunca se lo perdonaremos. Jamás.

LOS “PRINCIPIOS” DE MADURO Ahora resulta que Maduro exige para sí, el carácter de “hombre de principios”. Y además, de corte democrático. Para ello, posiblemente irrespetando la inteligencia de los hondureños – a quienes últimamente no puede imaginarnos como hermanos – ha empezado a darse golpes en el pecho, recordándonos sus posturas democráticas, sus sufrimientos de perseguido por un Estado totalitario inexistente; y sus sentimientos en favor del respeto a la voluntad popular. Todo un caso. Acartonado, como todos los que asumen posiciones defensivas de ésta naturaleza, Maduro tiene una visión estática de la democracia. Nunca la ve, como algo que se mueve; y que, avanza. No tiene conciencia cinematográfica. Sólo puede ver fotografías; el cine le marea por la velocidad con que pasan las imágenes para producir movimiento y acción. Por eso es que, privilegia el origen del poder. Si el origen de ese poder es democrático dice, quienes lo ejercen, cualquier cosa que hagan, es comportamiento democrático. Esta es, según el teórico Maduro la forma más acabada de entender la democracia. Claro; esta visión es, equivocada totalmente. Un gobernante, surgido de las urnas, tiene que mantenerse dentro de la lógica, los procedimientos y los principios democráticos, para tener el derecho de ser catalogado como tal. En otras palabras, un gobernante surgido de elecciones libres, soberanas y límpidas, puede en el ejercicio del gobierno, volverse arbitrario; y terminar, irrespetando los derechos humanos de su pueblo y convirtiéndose, de consiguiente, en un tirano. Maduro no entiende éstas cosas. Por lo que le queremos decir que el origen no basta; hay que ser demócrata en el día a día. Y, lo más importante, es que, la democracia no es de consiguiente un acontecimiento histórico, un algo que ocurrió y que legitima por siempre los actos – cualquiera que éstos sean – de los gobernantes. En la realidad de las cosas, la democracia es un acto existencial, en el que el pueblo, ratifica su adhesión a los gobernantes, cuando éstos respetan su condición soberana, atienden sus reclamos, se dedican a la construcción, mantenimiento y ampliación del bien común; y trabajan incansablemente, dedicados a la consolidación de su identidad nacional y su prestigio como pueblo libre e independiente. En dirección a estas expresiones – que posiblemente Maduro poco ha estudiado porque sus actividades empresariales no le han dado tiempo para reflexionar sobre el acto político; ni a valorar las relaciones entre las personas y el poder político del Estado – un gobernante democrático es aquel que escucha a su pueblo, que deja que el corazón de las mayorías guíe sus pasos; y que se entrega, con una pasión y una responsabilidad sin igual, a la tarea de dignificar y prestigiar a Honduras y a su pueblo. Maduro no pasa esta prueba de fuego. Y cuando sale lo hace chamuscado de las posaderas. Tanto porque no tiene la claridad del subordinado a la voluntad popular, como porque carece del temple y de la dureza de la que está dispuesto a entregar su vida, en la defensa del honor y la dignidad de los hondureños. Por ello, aunque su presidencia es fruto de la voluntad popular y de la resistencia cívica de quienes no aceptábamos la arbitrariedad del gobierno en contra de la voluntad de las mayorías, en la práctica es un hombre frío al cual le hace falta la impronta del compromiso y la fuerza de la pasión de la que se quiere inmolar por las mejores causas de los hondureños. Le gusta el poder y lo goza, como un premio, por lo que no lo ejerce con la fuerza del que se sabe, consagrado a la inmolación amorosa, para que el pueblo viva mejor, se sienta mejor y Honduras, sea una nación a quien todos, le dispensen el mayor de los respetos. Esto le vale.

68 Pero lo más grave es que Maduro no nos escucha. Le basta recordar el número de los que votaron por su candidatura. Cuando nos oponemos a la presencia de tropas en Irak, nos da la espalda. Y los “principios” sólo tienen valor, cuando se refieren a proteger y a defender a los Estados Unidos, como si fuera gobernante de aquella nación; y no de la nuestra. Tampoco interpreta nuestros deseos. Queremos ser un pueblo mejor, más digno, más respetado; y con un sentido mayor de autoestima. Pero Maduro no tiene interés en que logremos nada de ésto. Por ello, nos ofende al negarnos la oportunidad de ser amigos fraternos de los Estados Unidos, para transformarnos en una nación de sirvientes, dispuestos a ejecutar cualquier indignidad, con tal que nos paguen a cambio de la misma. Y es que Maduro, no cree que tengamos voz, puesto que confunde su falta de oído con la ausencia de sentimientos. Por ello, al final, atiende más a Collin Powell, que a quienes nos hemos sentido sus compatriotas, pese a su desenfado al tratarnos, su irresponsabilidad al descuidar sus tareas y su manifiesta vocación de irrespeto hacia nuestros más profundos deseos por ser, de verdad, una nación de hombres y mujeres libres, capaces de hacer nuestras decisiones, sin que lleven a nuestro presidente a recibir instrucciones a Washington. Por ello es que los “principios” de Maduro no son principios; ni mucho menos democráticos. Son las baratijas de un comerciante ambulante que nos quiere seguir engañando. Pero que, no se lo permitiremos.

¿A QUIEN LE OBEDECE EL GOBIERNO? En teoría, al pueblo. Pero en la práctica, el gobierno no es del pueblo, no lo dirige el pueblo; ni lo evalúa el pueblo. Por lo menos entre nosotros, ha terminado convertido en una suerte de instancia que defiende los intereses de unos pocos, que atiende las señales externas que considera prudente sin consultarle a nadie; y que se da el lujo, incluso, de operar abiertamente en contra de los intereses nacionales. Claro que vamos a elecciones cada cuatro años – cosa que constituye un avance que celebro con enorme orgullo – pero ocurre que sólo tenemos un sólo partido político – el liberal nacionalista – y que la participación en el interior de este partido único que ha gobernado a Honduras, por más tiempo que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en México, es muy difícil, complicada; e incluso, en algunos casos, materialmente imposible. Hace unos años, leí la tesis doctoral de Oscar Arias94, centrada en responderse la pregunta siguiente: ¿Quién manda en Costa Rica?. Después de una exhaustiva investigación, en la que el material de base lo proporcionó la lista de los diputados de los Congresos de aquel país, concluyó que quien mandaba era la oligarquía cafetalera; y que, la mayoría de los gobernantes que desde el Congreso ejercían funciones de control y dirección del Ejecutivo, eran familias entre sí. No recuerdo ahora si eran un poco más de las famosas catorce familias de El Salvador; o de las 55 que, según dicen algunos – sin pruebas que, por lo menos no tengo a mano--, dominan y controlan los mecanismos decisorios en nuestro país. Y sin rendirle cuentas a nadie. Es posible que aquí haya más movilización social, desde abajo hacia arriba, tal lo que demuestra el alto número de familias que gobiernan a Honduras, que en El Salvador y que en Costa Rica. Ello explicaría la mayor fluidez democrática y el creciente esfuerzo destinado a aumentar la capacidad de los municipios, disputándole competencias que, hasta ahora, el gobierno en forma por lo demás irresponsable y sin fundamento teórico alguno, se ha apropiado para sí mismo.

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Sin embargo, no hay que echar a volar las palomas al viento. Ni irnos a acostar creyendo que todo está resuelto. Claro que no. Más bien – por el contrario – hay que entender que la tarea esta allí, que el sistema político nos envía señales equívocas; y que no disimula su intención de engañarnos. Vea usted la democratización de las dos facciones principales del partido único. Y sino cree, analice el comportamiento que el gobierno de Maduro, ha asumido en el asunto de Cuba, en el que, ha optado – sin participación de los ciudadanos en forma directa o de la sociedad civil por medio de los cuerpos intermedios – por seguir las instrucciones del Departamento de Estado de los Estados Unidos, sin tener rebeliones de conciencia por el hecho que con ello, conspira en contra de los intereses hondureños. El que Cuba nos haya cerrado el camino para la delimitación de las aguas marítimas de ambos países, es una clara indicación que “el gobierno de Honduras” no le obedece a su pueblo; ni protege sus sagrados intereses. Sino que todo lo contrario; trabaja para el vecino. Hace unos meses Maduro me preguntó con un tonillo de disgusto irónico en el que se le notaba la molestia por un artículo en donde recomendaba algunos cambios para mejorar la relación de su administración con sus aliados de entonces, si le estaba llamando para darle ordenes a su gobierno. Por supuesto, le aclare que no, aunque reconocí que era un buen tema para un artículo que, algún día tenía que escribir. Cosa que estoy haciendo en esta oportunidad. Ricardo Maduro, Carlos Flores, Roberto Reina, José Azcona, Leonardo Callejas y Roberto Suazo Córdoba, son demócratas imperfectos. Poco espirituales, no tienen conciencia que la fuerza de los gobernantes dimana de su sintonía con los deseos y aspiraciones del pueblo, que teóricamente es su mandante; y del cual ellos son, sus mandaderos. Por ello es que a sus gestiones – a unos más que a los otros – les hizo falta la fuerza para empujar el cambio. Tanto porque no sabían cómo hacerlo, como porque en el fondo, creen que cuando uno es elegido presidente, se coloca por encima de los demás mortales, y sólo sometido a la vigilancia de los gobernantes de los Estados Unidos – que últimamente han devenido en policías de la democracia mundial – y a la crítica, algunas veces diabólica e irracional, de quienes han sido los organizadores y aportantes del esfuerzo que les permitió llegar al poder. Suazo Córdova creía que era un enviado de Dios; y que, fuera de los militares que se habían reservado la mitad del gobierno, él podía hacer con el Partido Liberal y con todos, lo que le venía en gana. Azcona confundió el carácter personal y la firmeza en la conducta, al negarse a subordinarlo a la obediencia popular, basándolo sólo en su individualidad. Callejas desaprovechó la oportunidad de hacer un mejor país, porque no quiso darle al pueblo el protagonismo que se merece. Flores resiste la intervención del otro, incluido el pueblo, porque ello le hace sombra. Que no permite, por orgullo, por talento personal y probada dedicación a los altos intereses suyos. Y Maduro, no quiere ni respeta a los gobernados. Por lo que, tiene dificultades para aceptar que es, a nosotros a quienes nos tiene que obedecer. Y más bien prefiere a George Bush y a Collin Powell.

JUSTICIA PARA TODOS Cuando Maduro habló de la justicia, para establecer la equidad entre nosotros, a mí me convenció y me llenó de satisfacciones y de esperanzas. Durante la campaña creí que haría un buen gobierno, siendo un gobernante para todos: y no, un protector de unos para afectar los intereses de los otros. Por su personalidad, lo creí magnánimo, compasivo, cristiano defensor de la igualdad, y responsable porque todos fuésemos, al margen de la posición socioeconómica, o amistad con los gobernantes, tratados en forma igualitaria. Sin embargo, en la práctica no ha honrado la palabra comprometida; ni mucho menos, cumplidas las esperanzas. A partir de un discurso engañoso, en que los inequitativos son los otros, predica una justicia que no significa, en el caso de los gremios, sino que una expresión de incapacidad para crear riqueza y nivelar, a los que se han quedado atrás, hasta la altura de los que se han adelantado. Por ello, le infirió severos daños a la verdad, cuando nos dijo que los privilegiados eran

70 los maestros y los médicos, porque por ese medio escondió quiénes son los que verdaderamente aquí, entre nosotros, se sirven con la cuchara grande, permitiendo la inequidad y la injusticia: Tiempo llegará en que la verdad se imponga. Cuando ello ocurra y aunque Maduro se encuentre en Miami o en España, hasta allá le dolerán los oídos, al descubrir la verdad de las cosas. Pero no sólo nos ha engañado el gobierno en el deslinde de las fronteras entre los privilegiados y los menospreciados. También nos ha dado un claro ejemplo de inequidad, en el manejo de la justicia. Igual que en el gobierno de Carlos Roberto Reina, aquí el actual sigue manejando una doble moral, en lo que se refiere a la represión del delito, satanizando a los enemigos, mientras luce comprensivo e indulgente con los amigos, correligionarios y compañeros que incurren en iguales o peores faltas a las reglas de la convivencia; o que, transgreden las normas legales vigentes. Se salva un poco de esta doble moral, --no mucho como lo sabemos, por los últimos acontecimientos referidos a la fuga de algunos narcotraficantes en poder de las autoridades – la lucha en contra del narcotráfico, no porque las autoridades así lo quieran, sino porque la soberanía de los Estados Unidos sobre el gobierno, es mayor que la soberanía del pueblo hondureño con respecto a quienes, con su voto, ha hecho sus gobernantes. Igual que en tiempos de Reina, en donde los corruptos eran los nacionalistas, en tanto que los liberales no debían ser señalados siquiera, ahora en los de Maduro, se persigue y castiga a unos, mientras que a otros, se les otorgan cartas de libertad, se les exime de responsabilidad; o se les atribuyen honores en tal proporción, que nos avergonzamos al dudar siquiera de su integridad. Las Jefes de la Policía, no han sido suspendidas de sus cargos, aunque han sido acusadas del delito de obstrucción a la justicia con ánimo de favorecer la impunidad, destruyendo pruebas necesarias para que los jueces apliquen la ley. Mientras tanto a María Luisa Borjas - que fuera la que iniciara las dudas con sus denuncias - se le suspende y se e le aleja del poder, incluso para que no pueda defenderse de sus adversarios, expertos en manipular pruebas. En el asunto de los bancos privados que el gobierno ha decidido suspender sus permisos de operación, el Ejecutivo y su apéndice, el Poder Judicial, no han usado la misma medida con todos. A Banco Sogerin y Banco Capital, se les insufló dinero, con muy malos resultados, sin que nadie le pida cuentas a la Comisión de Banca y Seguros que invirtió en el primero de los bancos, mucho más de la suma lo cual lo vendió a un banco local. A Banco Banhcrecer no se le respetó el plazo para capitalizarse, en tanto que a Banco Corporativo, que quiere pagar sus deudas, no se le acepta hasta que admita una tasa de interés, que no guarda relación con la que se anuncia. Es decir que, además de doble moral, hay una evidente disposición hacia la inequidad, al uso del gobierno para favorecer intereses personales; y al menosprecio de la buena voluntad del pueblo, al decirle una cosa y hacer otra, completamente distinta. Pero si lo anterior no bastara, hay que agregar la persecución que se hace en contra de algunos miembros de la familia Chahín, a los cuales se les ha dictado orden de captura, mientras que a otros socios, como es el caso de Emin Abufele, Reinaldo Casco, Constantino Larach, Leonel Medrano y Felipe Canahuati integrantes de la directiva, se les exime de responsabilidades, en un evidente interés de golpear a quienes carecen de respaldo político para estimular la “buena voluntad de los jueces”. O de sus jefes. Y la situación es mucho más grave, cuando uno de los eximidos es quien más le debe al Plan Vital, de modo que si pagara, no sólo se le entregaría lo debido a todos los usuarios del mismo, sino que se le pagaría a los Chahin, cuyas empresas son acreedoras del mencionado plan. ¿El gobierno, no tiene la obligación de respetar la ley, ser justo y manejar una sola moral?. O como en el pasado, está al servicio de unos y en contra de otros?

EL PAÍS DE MADURO, Y EL DE NOSOTROS

71 Maduro no es un hombre mentiroso. No tiene capacidad, ni imaginación para ello. Por eso es que, incluso tiene dificultades en la vida política, porque no sabe ejercer la diferencia entre la verdad, el sueño colectivo y el compromiso que los dirigentes tienen que asumir ante su realización. De ahí también que, en su visión del país, que es el resultado de sus personales percepciones – la mayoría de ellas equivocadas y el resto desenfocadas – no haya espacio para la tergiversación. El Presidente de la República, está convencido de lo que nos dice, tanto porque la razón así se lo indica, como porque su sobrevivencia como líder del país, le exige convencernos que las cosas se están moviendo; y que tal cosa, es el resultado de su gestión gerencial al frente de los asuntos públicos. Con lo dicho, no quiero dar la impresión que estoy de acuerdo en la visión que nos ha trasmitido sobre sus dos años de gobierno. Claro que no. Más bien, pretendo deslindar el país de Maduro, del país de cada uno de nosotros, resaltando desde luego que las coincidencias entre uno y otro, son mínimas; y en algunos casos, incluso inexistentes. El primer problema del poder, es el alejamiento de la realidad. La percepción que se tiene desde la cúspide del poder – especialmente en países como los nuestros en que los medios no están comprometidos, hasta la muerte con la verdad – es totalmente diferente que la que se tiene cuando uno es un ciudadano común, residente en un barrio marginal; o, incluso, miembro participante de un pequeño sector de la sobreviviente clase media nacional. La primera dificultad de los gobernantes es pues, su alejamiento de la realidad diaria de la población que dicen servir. La segunda es que el círculo de hierro que le rodea, le crea un clima de burbuja artificial, por medio de reportes exagerados, informes falsos, cifras desenfocadas; e interpretaciones torcidas de los hechos políticos, sociales y económicos relevantes. Nahún Valladares95 me contó que a Julio Lozano Díaz96, que había creado una Oficina de Cooperación Intelectual, recibía cada mañana de manos de los integrantes de esta entidad, -suerte de relacionista pública, redactora de discursos y látigo para amenazar y perseguir a los adversarios, una vez que había desayunado,- una copia falsa de diario El Pueblo, el principal de la oposición, que entonces dirigía Oscar Flores97. En las páginas de este falso periódico, no había críticas hacia el gobernante. Sólo juicios laudatorios y encomios singulares. La descripción del desarrollo del país, producía mareos a los menos entrenados, en vista de la velocidad que experimentaba bajo su atinada dirección, el Estado y la sociedad de Honduras. Adicionalmente, Maduro no tiene los insumos oportunos de la oposición política, como para forjarse una opinión real de lo que está ocurriendo en el país. El Partido Liberal, el principal de la oposición, no es partido ni fuerza opositora alternativa. Interesado en autodestruirse, como si fuese víctima de un cáncer en que cada precandidato es una célula maligna que lo divide, no tiene tiempo ni voluntad para presentarle al gobernante un contradiscurso que le haga entender que la realidad que percibe, es falsa. La Democracia Cristiana, que tiene capacidades y urgencias de hacer oposición critica, constante e inteligente, se abstiene de hacerlo, en una estrategia que, posiblemente le favorezca en el futuro; pero que le niega a Maduro, la oportunidad de escuchar un discurso diferente al que ese grupúsculo (Medina Luna, Mauro Membreño, Oscar Álvarez y Camilo Kafaty)98 le da, en calidad de apoyo intelectual, al Presidente de Honduras. El Partido Innovación Y Unidad Socialdemócrata (PINU-SD) es una tragedia de la cual no hay que hablar. Y Unificación Democrática (UD), no hace oposición, porque la ocupación en el bochinche y la agitación, no les da la tranquilidad para proyectarle al pueblo y al gobernante, una visión diferente de la que elaboran los que manejan la burbuja en la cual se mueve, prisionero voluntario, Ricardo Maduro. Por supuesto, cuando oímos al Presidente hablando de lo que hemos avanzado, de los cimientos que ha creado para facilitar el desarrollo futuro, uno no tiene otra alternativa más que aceptar que 95

Periodista Hondureño Jefe de Estado (del 6 de diciembre de 1954 al 21 de octubre de 1956) 97 Exdirigente Liberal, Padre del Carlos Flores Facusse y Fundador de Diario la Tribuna. 98 Funcionarios del Gobierno del presidente Ricardo Maduro (2002-2006) 96

72 estamos hablando de dos países diferentes. Es decir que el país de Maduro, no es el mismo que el país de nosotros. Y como el primero es ficción, retórica política en manos de un hombre de escasa credibilidad teórica, terminamos por aceptar cristianamente que el Presidente de la República está equivocado, que quiere que le acompañemos en el error de confundir los deseos con las ingratas realidades de la vida; y que quiere que rebajemos la ansiedad que experimentamos, seguros que no nos estamos moviendo; y que, por ello, no vamos para ninguna parte. Porque ni siquiera las cifras del crimen son confiables, porque las mismas no son el resultado – como lo indicara el Padre Montoya99 – de la supresión de las causas de la violencia, sino que de las acciones extraordinarias en las calles; o de los castigos sumarios en contra de algunos delincuentes. La falta de interés del gobierno en lo social, y la ausencia de políticas en favor de la reactivación económica, hace que el país nuestro, siga empobreciéndose y debilitándose.

POR DOS PERIODOS MÁS He dicho en otra oportunidad, que el gobierno de Maduro ha logrado, como muchos otros antes, controlar la crisis. Pero no superarla. Eso sí que no. Está, expresada en un proceso de deterioro visible por los que lo quieran ver, continúa empujándonos al precipicio. De forma lenta; pero inevitable. La pobreza sigue creciendo entre nosotros, la miseria amplía sus miembros, la inseguridad hace presa de bienes y personas, se deterioran las instituciones, continúa aumentando la instrumentalización de las mismas en favor de intereses personales, crece la corrupción, no se acelera la inversión privada; y sobre la ola de la desesperanza y la consiguiente desconfianza de las masas acerca de las estructuras del poder, se construye el edificio de la ingobernabilidad. Sólo es cosa de tiempo. Algunos confían demasiado en la capacidad de resignación del pueblo para aguantar a sus “salvadores”. Otros, que no creen en el infinito; y, más bien se alinean entre los que sostienen que no hay mal que dure cien años; ni cuerpo que lo resistan, apuestan que no mantendremos al pueblo tranquilo como hasta ahora, por dos periodos presidenciales más. Es decir que, el tiempo se nos está terminando. Y que debemos hacer algo; y ya. Comparto este Último criterio. No porque vea fisuras en la conducta popular, todavÍa distante de la preocupación global, sino que por la indiferencia de la clase política que, frente a los problemas y las urgencias, en vez de arremangarse la camisa para buscar soluciones inmediatas, se envuelve en discusiones infecundas –no tanto por falta de recursos mentales – si no que en obediencia al sino que la llevara a la perdición: su invertebrada resistencia al compromiso con los deseos y aspiraciones del pueblo hondureño. El pueblo hondureño todavía ignora muchas cosas. Por ello no ha montado en cólera; ni sacado a los mercaderes del templo. No ha llegado al momento de descubrir que su pobreza no sólo es culpa suya, sino que efecto de la falta de actividad de quienes ha escogido como sus gobernantes. De la misma manera, sigue sin descubrir que la operación del gobierno, en vez de facilitarle el clima de libertad y el espacio para permitirle la actividad personal, más bien conspira en contra de su tranquilidad y crea evidentes y perversas dificultades para hacer imposible su felicidad y su bienestar. El pueblo tampoco ha descubierto – especialmente porque le han afectado, con extraordinaria perversidad, su capacidad para acumular recuerdos y utilizarlos en forma de juicios puntuales – que en el pasado fue protagonista, especialmente en la rebelión y la montonera rural. Y que, en el presente, tiene en el ejercicio del voto y en la protesta callejera, una fuerza con la cual hacer temblar el sistema. Y poner de rodillas a sus inveterados enemigos.

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73 Sin embargo, en la medida en que los políticos siguen comportándose en forma irresponsable, bien sea inventándose temores para paralizar su capacidad para el ejercicio racional de las decisiones; o por medio del vació y la insustancialidad teórica, le niegan las propuestas puntuales con las cuales resolver sus ancestrales, dolorosos y angustiantes problemas principales. Estos dos comportamientos irresponsables, pueden crear las condiciones para que el pueblo llegue a desesperar. O que alguien nervioso, mesiánico e irresponsable, levante la antorcha de las falsas esperanzas para llevarlo a la hoguera de las irresponsabilidades más ingratas. Porque hay minorías que se muestran inquietas. Que dudan de los políticos. Que se burlan de las aficiones equinas de los candidatos; o que ponen en duda sus capacidades para dirigir los asuntos del Estado. No es desechable el que los intelectuales – los más serios, no los que hacen relaciones públicas en las instituciones más debilitadas – no levanten ninguna expresión de elogio sobre los candidatos que se disputan las elecciones internas de los partidos prehistóricos de nuestro país. Su silencio y su sonrisa socarrona, son una expresión de hasta donde ha caído la calidad de quienes aspiran, dicen ellos, a sacrificarse personalmente para servir a los intereses de todos. La pregunta ahora, es: ¿Qué podemos hacer? Como en otras cosas, hay 3 caminos muy claros. El primero de ellos es el de la indiferencia, mientras se sostiene que la política es una actividad sucia, por lo que hay que dejarla para los más malos. Al fin de cuentas, ellos los políticos dicen, no tienen escrúpulos. Y como son poseedores de estómagos fuertes, pueden alimentarse de carroña, sin que se les deforme la cara. El segundo camino es más dañino. Es el de la complicidad, algunas veces disimulada por la ingenuidad más ofensiva, de los que creen que pueden hacer algo, ganándose la confianza de los que por más de 100 años, han sido los responsables por la pobreza y la debilidad de Honduras. Éstos son las figuras nuevas que, tras los pasos de los enemigos del país y su pueblo, hacen filas para incorporarse al Congreso; o buscan el Ejecutivo, para desde la ingenuidad, sacrificarse por Honduras. El tercer camino es el mejor. Hay que romper con el pasado, para comprometernos, en nuevas acciones, con qué construir el futuro. De esto, hablaremos otro día.

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VII

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El CONTEXTO INTERNACIONAL

LOS FUNDAMENTALISTAS Y LA GUERRA CIVIL Igual que en los primeros años de los 80, estamos en manos de los fundamentalistas. En aquellos tiempos, había que “terminar que los comunistas” y la guerra que venía inevitablemente, la única alternativa que nos ofrecía, era impedir que su escenario estuviera situado en el territorio nacional. Por ello se predicaba que, había que derrotar a los sandinistas en Nicaragua. Adicionalmente decían los más cínicos – porque entre los ideólogos de entonces también los habían – en la lucha en contra de los nicaraguenses, nos armaríamos suficiente para cuando llegara el momento de enfrentarnos militarmente con los salvadoreños. La suerte que tuvimos entonces es que los dos presidentes del periodo, Roberto Suazo Córdova y José Simón Azcona, no eran fundamentalistas, no creían todos los cuentos que les hacían los militares y, fundamentalmente, que los estadounidenses no estaban interesados en dejar que los pupilos les comieran el mandado, aportándole los insumos ideológicos y la oportunidad de la guerra. Claro que entonces Suazo Córdova hizo muchas tonterías: se vistió de militar, se colocó una pistola cacha blanca pavón azul, en la cintura; y dijo cuanto despropósito había que decir; pero se reservó siempre un espacio de político que quería, como los de verdad, hacer el discurso de cierre. Posiblemente no lo supo; pero su capacidad para establecer cierta distancia con las visiones apocalípticas de Álvarez Martínez, nos salvaron de males mayores. Azcona por su parte, tanto por su formación profesional, como por orgullo, siempre supo que en la precariedad de su mandato, lo único que le podía salvar, era la posibilidad de lucir independiente. Por ello, hizo más lo que quiso,

76 que lo que le impusieron. Y no hizo coro con quienes predicaban el curso de la guerra en contra de Nicaragua como algo necesario e inevitable. Ahora estamos otra vez, en manos de los fundamentalistas. Antes era, muerte a los comunistas, ahora es exterminio a los “mareros”. Aunque no lo dicen en público, es muy posible que en sus conversaciones privadas celebren como se hacía en la década de los 80, la expresión que el único marero bueno es el que está muerto. Lo que digo es tan cierto que, sólo basta escuchar al nuevo Álvarez del 2003, para darnos cuenta que no tiene tranquilidad, sino se mueve en el acoso a los “mareros”, que cree muy poco en la rehabilitación humana y en la perfectibilidad de las personas. Y que, más bien, predica la tierra arrasada, como la única alternativa para que tengamos paz. Si hay alguna duda, sólo hay que leer las declaraciones de la directora de la Policía Nacional, para darnos cuenta que los fundamentalistas, no quieren otra cosa más que, cadáveres. Y no se andan por las ramas. Haciendo sus cálculos matemáticos, Álvarez ha dicho que dentro de dos años, aquí no habrá “maras”. Ni “mareros”. Y como no hay ningún proceso destinado a rehabilitar a nadie, no hay que ser muy inteligente para concluir, que la solución del problema es por la vía de la supresión física de quienes, por las razones que sean, tienen una conducta irregular y contraria a las reglas establecidas por los grupos de poder. Para complicar las cosas ahora no tenemos a Suazo Córdoba y a Azcona en el gobierno. Ricardo Maduro, en su peculiar estilo de hombre inocente que torea para los espectadores, descuidando la peligrosidad de las astas asesinas que le rozan el estómago, no puede frenar a los fundamentalistas que acosan a los jóvenes “mareros”, que les niegan espacios de rehabilitación y que les impulsan para que pasen del delito común, al delito político. Los elementos están dispersos por la calle. Porque el acoso – y esta es otra diferencia fundamental con los 80 – no sólo es contra los “mareros”. También se hace contra los gremios, contra los pequeños y medianos empresarios; y en contra de todos los que, de alguna manera, expresan idean que viajan a contracorriente del pensamiento oficial. Y cuando los acosados se junten; o simplemente descubran que los “mareros” tienen la fuerza suficiente para hacer temblar a las autoridades que les amenazan como esta ocurriendo, el gobierno no podrá con la violencia generalizada. Ni siquiera podrá dar explicaciones coherentes, como le ocurriera con los atentados a los “rapiditos” que, muchos nos dimos cuenta que, más que describir las relaciones causales de los hechos, pretendían salvar de responsabilidad a quienes han iniciado una guerra de unos en contra de los otros. Por lo anterior, no veo bien la forma cómo se maneja la lucha en contra de la delincuencia; ni me gusta la palabrería barata de Álvarez y Maduro. Más bien, junto a la preocupación que experimento porque están endureciendo posiciones que a su vez obligaran a respuestas cada vez más duras por parte de los amenazados, tengo la impresión que, en esta oportunidad los gringos no nos ayudarán a frenar a los fundamentalistas que predican la tierra arrasada. Y que la falta de una opinión pública crítica, que no le crea al gobierno; y que además, más bien cuestione los desplantes, el afán por la publicidad y el hostigamiento que, desde el poder se hace en contra de varios sectores de la sociedad, nos lleve a permitirle a Maduro y a su grupo, la creación de las condiciones, para que dentro de dos años nos dejen iniciada, la guerra civil postergada que algunos hemos estado esperando. Los débiles son peligrosos.

UNA VOZ ALTA, PARA UN GRAN PAIS Siempre hemos considerado que el mejor lugar para mostrar la grandeza de Honduras es el podio de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Ante los ojos, los oídos y las cámaras del mundo, un presidente de Honduras puede mostrar, con su palabra clara y su pensamiento firme, que somos un pueblo que se imagina inserto en el mundo, con visiones con que contribuir y con voluntad firme para hacer la parte que le corresponde en el fortalecimiento de la paz y el desarrollo de la humanidad planetaria. Pero los gobernantes hondureños, casi sin excepción, no aprovechan esta tribuna singular; y en la mayoría de los casos, sus discursos más que proposiciones son, lamentos; y en vez de clarinadas para confirmar que somos parte de la humanidad, más bien son declaraciones excluyentes en que,

77 tirados en el suelo, en vez de respeto, lo que buscan es la compasión y la cooperación forzada de todo el mundo. E incluso, con unas actitudes raras, como la que ha mostrado Maduro que, en su impotencia colérica, le ha dicho al mundo que la cooperación hacia nosotros es una obligación. Hace algunos años, usábamos el chantaje: “si no nos ayudan, aquí llegará el comunismo; y, les será más costoso a los países desarrollados, enfrentar la subversión”. Por supuesto, este estilo de discursos plañidero, sin propuestas; y que, en consecuencia en vez de provocar respeto, más bien produce compasión olfativa y cierto rechazo visceral de algunos amigos cansados de nuestros reclamos, no es gratuito; ni mucho menos. Forma parte más bien, de una estrategia ladina, destinada a manejar la idea que los otros son tontos, que la realidad podemos inventarla en la medida de nuestros caprichos, y que, los demás, tienen la imperativa obligación de hacer por los hondureños, lo que por indolencia e irresponsabilidad, no hacemos por nosotros mismos. Es muy posible que a muchos les caiga simpática la idea que para sobrevivir haya que exagerar nuestras desgracias, disminuir nuestros recursos e infravalorar las capacidades que potencialmente tiene el pueblo hondureño. Todo con al finalidad de no pagar las deudas contraídas y, conseguir que los recursos que lleguen del exterior, vengan a costos concesionados; o en forma gratuita. A esto Juan Ramón Martínez, lo llama “la estrategia del ratón”. A nosotros además de no gustarnos, en lo personal, esa vocación subdesarrollada de vivir de rodillas, sin honor, tan sólo extendiendo la mano para que los demás hagan por nosotros lo que no hemos podido hacer por desorganización, indolencia o impericia, nos parece inmoral. La conducta destinada manipular las emociones de las entidades y países fraternos que en el pasado nos ha dado su cooperación, es anti ética. Ellos, después de más de cincuenta años de estarnos ayudando, han empezado a mostrar el inevitable y natural cansancio por nuestra incapacidad para responder a sus esfuerzos y sacrificios. Un país no puede construir sobre el llanto y la búsqueda de la conmiseración. Y mucho menos, destruyendo sus posibilidades; o discretamente escondiendo sus virtudes y habilidades para salir adelante. Los países que han salido de la pobreza, son los que han contado con un liderazgo fuerte que sabe hacia donde quieren llevar a sus pueblos, que han forjado una gran unidad nacional interna; y que se han dedicado a trabajar en forma constante, administrando austeramente los resultados obtenidos, en el ánimo de lograr metas perfectamente definidas. Taiwan y Corea del Sur, tenían en la década de los sesenta, un ingreso per cápita inferior al de Honduras. Ahora, 40 años después, ellos tienen un ingreso per cápita de más de $ 12.000, mientras que nosotros, que nos hemos quedado atrás, no hemos llegado siquiera a los mil dólares. Si comparamos los recursos naturales de ellos y los nuestros, no hay grandes diferencias. Lo que nos separa de los dos países mencionados, es la calidad de los liderazgos. Tanto el que provee el sistema político, como el que aporta la clase empresarial y la mano de obra de sus masas laborales. Es decir que las diferencias son humanas, fundamentalmente. Y que, incluso el factor amenaza externa, que tan bien ha sido valorado por los expertos – en el caso de Taiwan la amenaza de China y en el de Corea del Sur, Corea del Norte – es similar al nuestro, con la diferencia que nunca hemos podido ser concientes de la amenaza salvadoreña y de su uso, que sí han hecho los vecinos del Guascorán, con vistas a la forja de la unidad nacional interna, el énfasis en el trabajo y la competencia en el mejoramiento de la producción y la productividad. En conclusión, Maduro cuando habló en las Naciones Unidas, no lo hizo en nombre de nosotros. Lo hizo de acuerdo a la estrategia ladina que cree que descalificándonos y lamentándonos, los demás vendrán a ayudarnos. La palabra de la Honduras que se reconoce en sus debilidades; pero que se fortalece en su voluntad de ser mejor, no tuvo oportunidad de expresarse en las Naciones Unidas. Quien habló allí, no lo hizo en nombre de los que soñamos con el futuro. Habló por el pasado, como lo hicieron los otros que le han precedido.

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LAS RELACIONES CON TAIWAN Cuando era Canciller en tiempos de Reina, Delmer Urbizo Panting dijo que la amistad de Honduras y Taiwan, trascendería hasta el fin de los tiempos. La frase que me lució un poco exagerada entonces, representa un hecho indubitable: el mejor y más fiel aliado de Honduras en los últimos cuarenta años ha sido Taiwan, que junto a su lucha por preservar su propia libertad, ha hecho posible el más fluido ejercicio de la nuestra. Y en forma solidaria y respetuosa. Recuerdo lo anterior porque parece que las relaciones entre Honduras y Taiwan, en este gobierno, andan de patas arriba. O por lo menos hay muchas incomprensiones, actitudes un poco infantiles de parte nuestra y abusivas exigencias que, por supuesto, los amigos entrañables creen que no deben ser tratados en tal forma, porque se merecen cariño y respeto. Atando aquí, tocando allá y preguntando al primero que he encontrado, hemos descubierto que el gobierno de Maduro –contrario a lo que hace con Estados Unidos, que como sabemos nos tiene tomada y torcida la mano – está en una discreta escalada que se orienta hacia el desencanto en sus relaciones con Taiwan. No sólo por el helicóptero –que fue comprado por decisión hondureña, nada más que por el gobierno anterior – al que se le atribuyen todos los defectos posibles, aunque hablando mal del mismo se quiere encontrar rápido comprador en un mundo de tontos y de bizarros. También hay las quejas, un poquitito infantil, porque en la última visita del Vice Canciller a Taipei, no le llevaron al hotel que ha sido su favorito, sino que a otro que, según su juicio, no estaba a la altura de sus estrellas merecidas. Pero la cosa se ha puesto peor, cuando Maduro ha desairado a los amigos de Taiwan, dejando de asistir a la Cumbre de Jefes de Estado de Centroamérica, celebrada hace algunos meses en Taipei. En aquella oportunidad, envió al Designado Presidencial Alberto Díaz Lobo, confirmando su disgusto porque los políticos de la Isla Formosa no le quieren soltar toda la plata que creía tener segura, para ejecutar su proyecto de “Vivienda para la Gente”. Los técnicos y políticos de Taiwan, tienen dudas sobre la eficiencia del equipo que maneja el programa de vivienda, por la falta de deslinde nítido entre los intereses del gobierno y las personas que, tradicionalmente han estado vinculadas con la circulación de dinero de bancos hacia proyectos; y, fundamentalmente, por la ausencia de habilidad de los negociadores hondureños, para despejar dudas y crear un ambiente favorable. Las relaciones entre dos países como Honduras y Taiwan, no debe prostituirse hasta el extremo de vendernos al mejor postor, cada vez que nos sentimos real o imaginariamente ofendidos. Ni tampoco basarse en el chantaje, porque a los amigos se les quiere, se les receta y se les ayuda. Cuando se le pone precio a la amistad, y se juega a las dos bandas como parece que será la estrategia que seguirá el gobierno de Maduro con el asunto de coquetear con Pekin, para presionar de esta manera a Taiwan, podemos terminar muy mal. No hay que olvidar que Taiwan puede vivir sin nosotros. Lo han hecho durante muchos años. En cambio nosotros no podemos ofender sin caer en la ingratitud a un amigo que, no sólo nos ha ayudado, sino que nos ha permitido aprender un camino que aunque no lo hemos sabido aprovechar, es el único que nos puede conducir al desarrollo. Pero además, hay que entender que el juego de presionar a Taiwan, haciéndonos los bravos, para bolsearlos, al tiempo que nos avergonzará, afectará nuestras relaciones con el resto de la comunidad internacional, especialmente con USA, que es muy sensible a este tipo de cosas. Más bien lo correcto es revisar los problemas. Y asumir las causas, cuando sean imputables a Honduras, con la entereza suficiente como para hacer rectificaciones. En lo personal, creo que las dudas de Taiwan con respecto al programa “Vivienda para la Gente”, que dicho sea de paso aquí casi todos compartimos, deben ser despejadas con elegancia, ciñéndonos a la verdad; y teniendo la fortaleza espiritual para reconocer que somos falibles. El que los banqueros manejen los programas, no es prenda de seguridad para nadie. Y si además, los empresarios de la banca son

79 inexpertos en la materia, tenemos que reconocer que estamos obligados, más que en homenaje a la dignidad que debemos exhibir, a efectuar las rectificaciones correspondientes. Seguir con la cara “empurrada”, con melindres poco masculinos, fijándonos en el número de las estrellas de los hoteles, sin tener capacidad para determinar las visiones de los anfitriones, son formas inadecuadas para orientar la política exterior de Honduras. Como conozco a Leonidas Rosa Bautista, que difícilmente caerá en estos melindres diplomáticos; y es más bien un realista, y limpio profesional, que no anticipo que caiga en la celada que ha creado con sus resentimientos su Vice Canciller. Y que más bien, buscará una vía esclarecedora, que nos permite mejorar las cosas, destruyendo los malos entendidos en una relación que debe durar, como decía Delmer Urbizo Panting, toda la vida. Al fin y al cabo, no perdemos nada siendo, honorables, respetuosos y solidarios. Más bien ganamos, siendo dignos, limpios y honorables.

EL COMPROMISO CON LA DESINTEGRACION Siempre tuve confianza que al ánimo empresarial de Maduro, su vocación hacia la búsqueda de alianzas económicas con los salvadoreños, guatemaltecos, ticos y nicaragüenses, nos produciría un gobernante con fuerte empaque integracionista. Aunque Carlos Flores pudo ejercer un fuerte liderazgo, para hacer de Honduras la locomotora de la integración, la terca oposición del gobernante salvadoreño, el infantilismo de Arnoldo Alemán100 y la falta de visiones de Alfonso Portillo101, se lo impidieron. Ricardo Maduro más aceptable que el expresidente Carlos Flores, con un temperamento y una mejor manera de relacionarse con los demás, nos aseguraba un liderazgo integracionista que estamos necesitando urgentemente, tanto para apuntalar la región para defendernos de los Estados Unidos, como para asegurar la existencia de Honduras, en las posibilidades de un mercado más grande y de mayores capacidades de absorción. Pero Ricardo Maduro me ha desilusionado. No puede dar el salto de la economía a la política; ni entender la necesidad que tiene la integración económica, con la creación de nuevas estructuras políticas regionales. Sin las cuales, el crecimiento del comercio interregional, el libre flujo de capitales y la circulación de la mano de obra calificada, es virtualmente imposible. Por ello es que reacciona más como provinciano que no quiere que las gallinas del vecino picoteen su solar, que como un estadista informado cuando se trata de juzgar a la Corte Centroamericana de Justicia y el Parlamento Centroamericano. Tengo la sospecha que, detrás de la figura de hombre informado que trasmite el presidente Maduro, hay un pequeño hombre tímido que no conoce mucho de lo que ocurre fuera de las generalidades de los negocios. En sus palabras, no hay suficientes lecturas que nos hagan entender que tiene un conocimiento cabal y preciso de la marcha de los asuntos centroamericanos. Apenas nos recuerda, con sus afirmaciones apresuradas, a los enemigos de la integración, no porque esta fuera mala, sino que por el ánimo de desquite frente a la traición de los salvadoreños en los finales de la década de los sesenta. En el enjuiciamiento de la necesaria operación de la Corte Centroamericana de Justicia, no aparece por ninguna parte, la valoración sobre la oportunidad que, para Centroamérica tiene el funcionamiento de un sistema jurídico supranacional, que facilite las transacciones entre los empresarios, dándoles la seguridad que sus diferencias serán resueltas por una instancia confiable y expedita. Tampoco hay en el ultimo berrinche del Presidente de Honduras en contra de la Corte, ningún juicio del estadista sereno que reconoce la necesidad que los ciudadanos y los grupos, tengan una instancia ante la cual recurrir para buscar la justicia que les niegan los sistemas judiciales particulares, antes que presentar los reclamos en la Corte Interamericana de Justicia.

100 101

Presidente de la República Nicaragua d Presidente de la Republica de Guatemala del

80 Apenas se percibe, que Maduro está molesto porque la Corte lo encontró en falta. Bajo una asesoría incompetente, que logra efectos negativos porque Maduro no es abogado, cosa que en vez de desmerecerlo más bien le protege y le prestigia, el Presidente ha caído en contumacia, al resistirse a cumplir una resolución jurídica simple; y que tiene como finalidad, enmendar una falla cometida por una Corte Suprema de Justicia, sometida al imperio y la dominación de los intereses del Ejecutivo. La Corte Centroamericana lo único que le pide al Presidente de Honduras, es la rectificación de un error cometido, al emitir una orden de captura contra quien está protegido por el régimen de inmunidades que el gobierno de Honduras, se ha comprometido a respetar. Maduro en vez de hacerlo, como corresponde en quien durante la campaña para llegar a la presidencia exigió, incluso con alguna virulencia callejera, el respeto a la ley, más bien ha caído en desobediencia y en contumacia. Y para arreglar las cosas, incurre en descalificación del Tribunal que ha descubierto sus fallas y sus inconsecuencias sin tomar en consideración sus obligaciones de comportarse como estadista, anuncia una campaña con sus colegas de Centroamérica, para derogar el estatuto que crea la Corte. Con lo que, sin saber que – porque sus conocimientos de historia de Honduras son muy reducidos y discretos – se involucrará en una acción que de tener éxito, le redituaría como premio, el calificativo de ser, por venganza elemental, el gobernante más afecto a la destrucción de las instituciones integracionistas de la región. Otro Ferrera. Si bien el motivo – elemental, infantil e incluso pedestre – con respecto a la Corte Centroamérica, parece obvio; no es así con respecto al Parlamento Centroamericano (Parlacen), es posible que Maduro no lo sepa por las mismas razones que hemos indicado, que los gobernantes de la región, lo crearon en la forma que existe. Y proclive a los errores que se aprecian, porque la clase política, lo ha usado más como basurero o cementerio de los dinosaurios desahuciados, que como instancia precursora de un sólo Supra Estado Regional, alimentado por las mismas visiones y reglas jurídicas. Por ello es que sus pretensiones en contra del Parlamento Centroamericano, no son más que otro error, una tontería o desahogo, al que no se le debe prestar atención alguna.

¿POR QUÉ VAMOS A APOYAR A FRANCISCO FLORES? Honduras casi nunca ha tenido política exterior. Fuera de la vocación defensiva, que tan bien ejercen los fronterólogos, aquí no tenemos claridad sobre cuales son los intereses que tenemos que defender ante terceros. Nos ha resultado mejor andar a la deriva, haciendo tonterías, comprometiendo incluso al país, diciéndole que si al último que nos invita. O entregándonos a los Estados Unidos, con los ojos cerrados a cambio de nada. Ello ocurrió así, durante la década de los ochenta y nos tiene, actualmente, enfangados en Irak, pese a lo cual, los hondureños no le merecemos a la potencia de George Bush, el más mínimo de los respetos. Es decir que, ni siquiera le entendemos a eso de la reciprocidad. Por ello es que, ahora cuando se discute la elección del nuevo Secretario General de la OEA, que en justicia le debe corresponder a un centroamericano, no hayamos a quien darle el voto. Y cuando la decisión empieza a tomar cuerpo, el Presidente y el Canciller, se dejan llevar por las intuiciones, los “pálpitos”, las instrucciones de George Bush. O por la simple traslación de la defensa de los intereses económicos particulares, a las decisiones sobre la política exterior. Uno de los candidatos al cargo – el candidato de George Bush, le dicen, no sabemos si para hacerle bien; o para hundirle en el desprestigio – es el actual Presidente de El Salvador, Francisco Flores. Dicen los que saben; y que, además le conocen de cerca, que Flores es un joven arrogante, aislacionista, pro estadounidense y de fuerte vocación anti hondureña. Sin embargo, tiene la suerte de los que se acercan al mejor de los árboles del bosque; y alrededor de su sombra,

81 hacen fortunas y negocios. La cosa es tan cierta que circula en Tegucigalpa la especie que Honduras, le dará su voto a Francisco Flores para que suceda a Gaviria en la Secretaría General de la OEA. Por supuesto, tal información ha levantado roncha entre los más sensibles; y, además, despertado el aletargado nacionalismo hondureño que, a punta de golpes, puntapiés y ofensas, se ha ido desarrollando en el músculo distorsionado de la cultura salvadoreña. Custodio ha levantado su voz de alarma. Delmer Urbizo Panting, ex Canciller de la República, ha dicho que es un error apoyar a un candidato cuya mayor virtud, es su enemistad, casi visceral en contra de Honduras. Y es que Flores no ha disimulado su condición de mal vecino con los hondureños. A Carlos Flores le dijo, cuando éste era el gobernante de Honduras y con el cual era conocido su mal entendimiento, que su gobierno y el pueblo salvadoreño, nunca aplicarían la decisión de la Haya sobre la frontera, porque era inaplicable. Un poco tiempo después, cuando éste había dejado el gobierno, sucedido por Maduro que, según se dice es gran “chero” con las famosas catorce familias y los gobernantes que les hacen los mandados, Francisco Flores se fue a la Haya, para impugnar la sentencia de la Corte Internacional de Justicia en lo referido al exbolsón de Goascorán, para demostrar su calidad de vecino; y para confirmarnos, que con un hombre como el gobernante salvadoreño no iremos a ninguna parte. Afortunadamente para nosotros, la Corte Internacional de Justicia, no aceptó los argumentos salvadoreños y los envió de regreso, con las cajas destempladas. Por lo anterior, resultaría trágico e injusto, que Honduras comprometiera su voto apoyando a un hombre que, además de ser mal vecino, como lo han confirmado los hechos recientes, no tiene méritos personales; ni mucho menos, tradición integracionista como para confiarle un cargo que merece algo más que el dudoso antecedente de ser un gobernante en una república como El Salvador, en donde la democracia es una planta palúdica que, por cualquier cosa, estalla en borbollones de sangre, de un momento a otro. Si es mal vecino para nosotros, si sus antecedentes integracionistas son casi nulos; y si su inteligencia no pasa más allá de lo normal, ¿Cuál es la razón para que Honduras le de su voto?. Hay varias explicaciones. La primera es que apoyando a Francisco Flores, se ofende al pueblo hondureño, cosa que le daría satisfacción a algunos de los que nos gobiernan que, por razones desconocidas, pese a que les hemos dado los más altos honores, se sienten obligados a llenarnos la cara de vergüenza, reclamándonos el pago de daños por los cuales no tenemos responsabilidad alguna. La segunda explicación tendría que ver con algún compromiso económico contraído entre la oligarquía de allá y la de aquí, en que, pasando por encima de cualquier consideración moral, pretendan obtener algún beneficio extracontinental. En este caso, Maduro impondría su criterio personal, por encima de los intereses incluso del Partido Nacional. Una tercera explicación, un poco más peregrina es que a cambio, obtendremos la Secretaría General del SICA, que entre paréntesis, El Salvador no nos la puede dar; y que, además, no sirve para un carajo. Finalmente lo más racional sería aceptar que nuestro voto, es una simple obediencia a las instrucciones de George Bush que, queriendo darle una lección a los díscolos gobernantes sudamericanos, nos usa a los centroamericanos como peones suyos, imponiendo al más malo, como Secretario General de la OEA. Y como somos tan obedientes……..

LA CRISIS HAITIANA Y LA INCONSISTENCIA DE LA COMUNIDAD INTERNACIONAL Según la forma como se resolvió la rebelión en contra del Presidente de Haití, la comunidad internacional, fundamentalmente los Estados Unidos, Francia y la OEA, no hay una sola regla para enfrentar las crisis del sistema. Cuando se trata de los países medianos y con alguna presencia en el escenario internacional, se defiende el gobierno surgido de elecciones, se apoya a los gobernantes que son acosados por las mafias y los políticos delincuentes. Pero cuando se trata de países pobres y olvidados, como es el caso de Haití, la hipocresía de los demócratas se manifiesta en indiferencia, torpe intervención y abuso en sus exigencias para que los gobernantes elegidos

82 por los pueblos, en forma cristalina y decente, interpongan sus renuncias. Bertrand Aristide102 que fuera reinstalado en el gobierno, alejando a los militares de la política, contando con la ayuda de la OEA y los Estados Unidos, ahora tiene que dejarlo, porque los dirigentes mundiales y de la región, han variado su interés. Y aplican otra regla. Es difícil justificar esta doble moral. O explicar este fariseísmo político, en que George Bush y César Gavíria se rasgan las vestiduras, defendiendo la soberanía popular, pontificando sobre los valores occidentales y cristianos, mientras dejan que unos pocos revoltosos, instauren el caos en una sociedad que nunca ha podido consolidar sus instituciones; ni crear una moral política que anule el oportunismo; o la instrumentalización de los destinos de los pueblos más pobres de la tierra. El Secretario General de la OEA no sólo se ha mostrado incompetente e irresponsable, sino que además nos ha confirmado que no tiene autonomía política, porque para conducir a la institución, tiene que atender más las instrucciones de Bush, que los dictados de su conciencia. Los cancilleres del continente, cuya indiferencia luce sospechosa frente a una crisis que perfectamente pudieron controlar, obligando a Aristide a cumplir con sus obligaciones; pero sin darle la razón a los que creen que, más que la ley y el ejercicio electoral, lo que se impone es la fuerza y la irracionalidad. Si los líderes del continente, fueran un poco más imaginativos y serios, a estas horas estarían preocupados. No sólo se han empequeñecido en su capacidad para neutralizar una crisis que era fácilmente manejable, tanto por su naturaleza como por el tiempo de su gestación; sino que, además, confirmado que no tienen coraje para manejar los problemas que, inevitablemente tendrán que presentarse cuando la caldera de las contradicciones explosione en Venezuela, en Ecuador y en Bolivia. Cuando ello ocurra, no habrá oportunidad para que puedan hacer algo para evitar que la calle y la violencia, sustituyan a las urnas, a la ley y a las elecciones. Para los políticos gringos en el poder, Haití es un simple problema de migración. No tiene compasión alguna por la gente del empobrecido país caribeño. No quieren que salgan de la pobreza, sino que no irrumpan en sus costas, con sus problemas y sus debilidades. Por ello, prefieren quitarle el respaldo que una vez le dieron a Aristide, a cambio que los nuevos gobernantes, más allá de las apariencias y las fórmulas occidentales, pongan en cintura a los revoltosos que han desestabilizado al gobierno constitucional de Haití. La salida que han encontrado, aunque se parece, no es similar a la de Bolivia. Allá hay un sistema, precario como el que más, que funciona, por lo que la alternancia pudo darse fácilmente, abriéndose un compás de espera que pudo permitir drenar la inconformidad popular y darle al nuevo gobernante, un espacio para reestablecer la gobernabilidad. En Haití no hay instituciones sólidas, ni mucho menos, partidos políticos serios que vayan más allá del simple personalismo caudillesco. Allí la sucesión presidencial es tortuosa, ilegítima; y, por ello, desconocida. Por lo que la permisividad que le dieron los revoltosos, no significará un cambio cualitativo hacia adelante, sino que un virtual retroceso que, por lo menos, tendrá dos resultados inmediatos. Por una parte, en lo interno, acelerara el proceso de empobrecimiento e inestabilidad política del pueblo haitiano que luce incompetente para autogobernarse, dándose el respiro necesario para crear la riqueza que requiere para permitirse el nivel de vida que se merece. En lo externo, el mensaje que se ha enviado al mundo es muy grave. Estados Unidos que antes defendía la democracia, incluso enviando a sus marines, ahora acepta que la soberanía popular no se expresa en las urnas sino que en las calles. Y que los gobernantes que tienen derecho a seguir en el poder, son aquellos que mantienen bajo control la calle y la protesta desordenada.

102

Presidente de Haití período. tomó posesión de su mandato quinquenal el 7 de febrero de 1991, el 30 de septiembre de 1991, a menos de ocho meses de llegar a la Presidencia, Aristide fue derrocado en un sangriento golpe de Estado dirigido por el jefe del Estado Mayor del Ejército, general Raúl Cédras, El 15 de junio de 1993, como gesto de buena voluntad, la Asamblea haitiana aprobó una resolución por la que reconocía a Aristide como el presidente legítimo.

83 Este mensaje es destructivo para el continente. Amenaza a Venezuela que, igual que ocurriera con el gobierno de Haití, tiene un gobernante que no es simpático para la administración Bush. Y le da a los ecuatorianos, la posibilidad de echar a Lucio Gutiérrez103 del poder con unas cuantas barricadas y algunos muertos inocentes, expuestos a la curiosidad internacional y a la falta de compasión. En Haití han empezado las cosas. Lo que sucederá inmediatamente, lo ignoramos. Pero no es bueno para la democracia. Ni para los pueblos pobres y pequeños.

LOS ATAQUES AL SUEÑO AMERICANO Mucho antes que Samuel Huntington104 hablara del choque de civilizaciones; y que nos dijera que los inmigrantes latinoamericanos son un peligro para la continuidad histórica de la nación estadounidense, un amigo me había dicho que, igual que le ocurriera a la Roma eterna, la del imperio romano que dominaba la mayor parte del mundo conocido, pero por vía contraria, los bárbaros vendrían del sur. Mi amigo, sin mayores reflexiones, apenas animado por la creencia – alentada por Gibbon105 – que la caída del imperio romano, en el siglo IV, había sido originada por la invasión de los bárbaros que bajaron del norte y por la debilidad que en el espíritu romano, la adopción del cristianismo como civilización oficial. Lo tome a broma, como una simple curiosidad y una expresión de la falta de autoestima de los latinos sobre el valor de sus contribuciones, en la forja de ese crisol racial que son los Estados Unidos. Pero ahora que Huntington vuelve sobre la cuestión, vale la pena cuestionar, tanto las bases teóricas de sus consideraciones, como también la supuesta resistencia de los latinos para integrarse, contestándonos la pregunta sí, en efecto, es su voluntad; o el rechazo del sistema que produce tal fenómeno; y, lo que posiblemente es lo más importante, si como creía Max Weber106, la ética católica es una suerte de peste corrosiva que destruye la iniciativa económica de los seres humanos. El autor estadounidense, que ha escrito entre otras obras Choque de Civilizaciones, con lo cual le quiso dar respuesta a Hegel107 y, especialmente a la popularización que hiciera Francis Fukijama108, sobre el supuesto fin de la historia, cuya característica principal sería la falta de discusión ideológica, en vista que impuesta la superioridad del capitalismo y la democracia, no habría pelea o confrontación de carácter política. Los acontecimientos del 11 de septiembre, le sirvieron a Hungtingto para concluir que, siendo cierto lo postulado por Hegel y popularizado por Fukiyama, la única fundamentación para poder explicar el acto terrorista que terminara con las Torres Gemelas de Nueva York, era desde una perspectiva en que chocaban la nación islámica y el imperialismo norteamericano, actuando éste último en nombre de la cultura occidental y cristiana. Ahora, Huntington – posiblemente sin darse cuenta – respondiendo a la discusión que desde hace años permea la cultura estadounidense que cuestiona el mestizaje al que le atribuye, sin querer posiblemente toda la fuente de los males futuros del deterioro de los Estados Unidos, explota además el temor gringo ante la inmigración, echando mano del viejo argumento que descalifica a los católicos como opción seria, para el desarrollo económico de cualquier sociedad. En primer lugar, hay que decir, que de repente la ética protestante, surgida especialmente en el contexto de la reforma religiosa que produjera el cisma de Martin Lutero, es válida para explicar el desarrollo económico de las sociedades del norte de Europa. Y de los Estados Unidos, como derivación a partir del Siglo XVIII y XIX. Pero el argumento de Weber, que tiene un sentido positivo, no funciona para explicar el no desarrollo capitalista. Y es que el pensador alemán, lo elaboró para 103

104

Presidente de Ecuador tomo posesión de su cargo el 15 de enero del 2003.

Escritor estadounidense y profesor de Harvard, una de sus teorías más polémicas habla sobre el "Choque de Civilizaciones". El politólogo estadounidense sostiene ahora que se ha abierto una nueva era: la de las guerras musulmanas. 105

Edgard Gibbon escritor xxxx “Historia de la Decadencia y caída del Imperio Romano” Max Weber Pensador alemán del siglo pasado. Entre sus obras destaca "La ética Protestante y el Espíritu del capitalismo". 107 Jorge Guillermo Federico Hegel (1770-1831), figura máxima de la filosofía alemana, 106

108

Francis Fukuyama es un influyente economista político y autor estadounidense. En la actualidad es profesor de economía política internacional en la Johns Hopkins University. Destaca su obra El fin de la Historia y el último Hombre.

84 explicar un fenómeno de liberación exitosa de fuerzas económicas frenadas por un papado que estaba más interesado en la dominación política, que en otra cosa. Y nunca tuvo interés, como han hecho los neoweberianos, cuando han puesto patas arriba las reflexiones de Weber, con el fin de explicar en forma simplista, que el no desarrollo de los países atrasados, se debe a la sujeción de sus culturas, a la ética católica. Huntington, recurre a este mismo sofisma. Reduce el desarrollo a una simple variable: la adopción de la religión protestante. Y explica el no desarrollo como el resultado de la no liberación de la capacidad creativa de los seres humanos, de la férrea dominación que obliga a la paralización a quienes se mueven en la esfera de la ética católica, a la cual, además, le atribuye poca disposición hacia el éxito; escasa dedicación al trabajo; fatalismo y creencia paralizante, que la salvación es obra de la voluntad de Dios; por lo que no hay que hacer nada en la tierra para merecerla; o para anticiparla. La experiencia de muchos países católicos, cuyo desarrollo es visible, confirma que esta generalización es insuficiente para explicar el subdesarrollo de muchas naciones católicas y de otras religiones, incluso variantes protestantes de alguna significación. Pero ahora, el pensador estadounidense le aplica el pensamiento de Weber, como una muleta a las críticas que se hacen a la inmigración de los latinos a los Estados Unidos, a los miedos que muchos empiezan a sentir por el crecimiento numérico de la población pobre que desde el sur, llega a la gran nación del norte. Aceptando que todavía no hay trabajos concluyentes para comparar las contribuciones de los latinos con otras comunidades culturales relativamente homogéneas, no tenemos otra alternativa más que declarar que las afirmación de Huntington no tienen fundamento, porque se trata de unas ideas sueltas que no hay que echar al viento, mientras no tengamos pruebas suficientes que le den fundamento a las contribuciones de los latinos a la forja de los Estados Unidos. Por mientras, hay que ver tales ideas, como una forma nueva, para desprestigiar a los latinos; y para negar sus capacidades contributivas.

AYUDA EXTERNA, TRABAJO PROPIO Y RESULTADOS El hecho que desde hace más de cincuenta años estamos recibiendo ayuda externa – real o ficticia –sin que se aprecien resultados significativos, me torna escéptico cuando escucho a Ricardo Maduro diciéndonos que “todo mejorará si nos condonan la deuda externa, y si George Bush nos permite estar entre los diez países que tengan acceso a las Cuentas del Milenio”. Y es que, pese a la buena voluntad de los que nos regalan cosas, construyen puentes, escuelas y hospitales, no duplicamos el ingreso per cápita, no generamos suficiente empleo para la creciente y dinámica población económicamente activa; ni mucho menos, elevamos el nivel de vida al que se merece la totalidad del pueblo hondureño. Como nadie puede dudar del grado de impotencia de nuestras fuerzas económicas para producir riqueza; ni tampoco disimular el hecho que aquí los pobres no pueden ser olvidados porque son muchos, hay que preguntarse hasta dónde la ayuda externa es la clave para desarrollarnos. Aparentemente, por lo que vemos, la ayuda externa no es la variable independiente que genera resultados, porque aunque la hemos recibido en cantidades cuantiosas en algunos momentos, los resultados que apreciamos son mediocres. Consecuentemente, tenemos que poner en duda la oportunidad de la ayuda externa. Y no caer en los entusiasmos que Maduro nos quiere trasmitir cuando nos habla, como todos los que le han precedido, de los millones que vamos a recibir y de los resultados que obtendremos en la lucha en contra de la pobreza y, de consiguiente, en la creación de un nivel de bienestar que haga imposible la inequidad que nos avergüenza a muchos de nosotros. Hace algún tiempo, se inició una discusión entre los académicos del desarrollo, sobre la pertinencia de la ayuda externa. El primer deslinde, no partió de su cuestionamiento – cosa por lo demás natural en este tipo de asuntos – sino de la capacidad e idoneidad de quienes la recibían. Por ello, empezó a hablarse de ayuda externa para las sociedades que tenían buen gobierno y buenas

85 políticas; y quienes no las tenían. Las conclusiones de algunos – que por cierto fueron celebradas y siguen celebradas por gentes como George Bush, Ricardo Maduro y Collin Powel – era que no debía darse ayuda externa, a gobiernos corroídos por la corrupción y que, además, carecían de planes de desarrollo definidos; ni contaban con estrategias modernas de aplicación. Y en sentido contrario, no se le debía dar nada; ni siquiera los buenos días, a los gobiernos que eran considerados como “malos” en el manejo de recursos externos, o deficientes por carecer de buenas políticas de aplicación de los mismos en dirección a la creación del bien común. Pues bien, como nunca falta un pelo en la sopa, investigadores estadounidenses se han dedicado a estudiar a 85 países de los calificados como poseedores de buen gobierno y de buenas políticas, para verificar cuales han sido los resultados que se observan, como efecto de la aportación de fuertes cantidades de dinero en forma de ayuda externa. Los resultados son decepcionantes, con lo cual, se vuelve la tortilla, en vista que lo que se cuestiona ahora, es la naturaleza de la ayuda, su pertinencia en la estrategia de la solidaridad efectiva en dirección a vencer los desajustes y las inequidades a nivel del planeta. Si la ayuda externa, no da resultados – y nosotros somos una prueba palpable de ello – de repente hay que buscar en las relaciones norte sur, entre los países ricos y los países que todavía no lo son, nuevas explicaciones y, por supuesto, nuevos discursos. Que nos hagan por ejemplo, más obligados los unos a los otros en términos de sociedades y países, con el dolor y el sufrimiento ajeno; y más responsables en lo interno, por el grado de atraso que experimentan nuestros países. En esta dirección, hay que buscar la superación de la inequidad en las prácticas comerciales, la supresión de conductas imperiales con respecto a las instituciones de los países más pobres; y básicamente, una nueva forma de ver la globalización y las relaciones económicas en el planeta. En lo interno, tenemos que aprender – de una vez para siempre sería lo deseable—que el desarrollo de Honduras, no depende de los países cooperantes; ni mucho menos de la ayuda externa. Que si queremos resultados de verdad, necesitamos operar un modelo económico que facilite la libertad, la iniciativa de los particulares; y que no haga necesaria la dependencia suya del gobierno. Este deberá dejar de ser, el dinosaurio que afecta nuestras vidas, para transformarse más bien, en el facilitador del éxito individual y grupal de los residentes en Honduras dedicados a las actividades productivas. Esta nueva visión, en que el eje deja de estar en la ayuda externa – que no sirve más que para engordar a los burócratas internacionales y tranquilizar las conciencias de algunos explotadores de la riqueza común – para pasar a las manos de las élites locales, nos puede permitir elevar el orgullo, consolidar la autoestima nacional y, obligarnos, de consiguiente, a la creación de nuevas formas políticas para crear el bien común y diferentes reglas para resolver las diferencias que tengamos en el momento de escoger los mejores caminos para encaminarnos hacia la tierra prometida.

AMIGOS NO; SIEMPRE SIRVIENTES En 1945, en ocasión de las hostilidades de la guerra mundial, empezó la instrumentalizacion de Honduras por parte de los Estados Unidos. Nos empujaron, haciendo el ridículo que muchos recordamos con vergüenza, de declarar la guerra a naciones con las cuales no teníamos ningún desacuerdo; ni animosidad alguna. Y no contentos con ello, los gringos nos obligaron a patrullar las costas hondureñas ante la penetración absurda de submarinos y naves alemanas y japonesas imposibles, que nada tenían que hacer entre nosotros, porque aquí no había - como no lo hay actualmente- objetivos estratégicos de alguna importancia militar. Y no mandamos tropas al frente, porque no hizo falta carne de cañón, de la escasa capacidad combativa como la que exhibían los descalzos miembros del ejército de Honduras. Diferente a lo que ha ocurrido ahora en Irak, durante la segunda guerra mundial no se requirieron contingentes policiales, porque entonces, con casco malayo y correaje, nos hubieran obligado a enviar a nuestros policías de tránsito para que establecieran el orden en la Alemania vencida pero ordenada, como todos sabemos.

86

Diez años después, nos tocó la segunda ingrata tarea. Servimos de base de la conspiración en contra del gobierno democrático y legítimo de Guatemala, que había cometido el error de incomodar la digestión irregular del embajador de los Estados Unidos en la antigua capital del reino que organizaron los españoles en nuestra región. Castillo Armas109, velaba armas en Tegucigalpa, mientras lustraba sus zapatos en el parque central, conversaba con sus amigos sobre los últimos chismes, compraba lotería nacional y recibía la primera comunión, en la Catedral cada domingo. Para que tuviera éxito su aventura militar, los estrategas gringos tomaron nuestros aviones precarios, pintados como si fueran guatemaltecos, para bombardear Esquípulas110, sin pensar en la efectividad de las operaciones. Lo que se quería, era crear una atmósfera de levantamiento popular, para darles gusto a los corresponsales de las revistas “Time” y “Life”. Obreros agrícolas, burócratas desempleados, y militares acostumbrados al servilismo, formaron columnas para engrosar las tropas que mediante la paga de cinco dólares, se encaminaron hacia la ciudad capital. Muchos de los combatientes, se dispersaron a la vista de los aviones enemigos, regresando sin gloria, apenas cargando algunos enseres, bicicletas y máquinas de costurar, que robaban en el camino de regreso. En l980, Ronald Reagan111 dijo que nosotros éramos la vitrina de la democracia, la frontera en donde se debía detener el comunismo, al precio que fuera necesario. Y así fue. Los militares, obedientes a sus reales jefes, se tragaron sus palabras relacionadas a la incapacidad de los políticos; y regresaron a sus cuarteles. Pero en la persona de Álvarez Martínez y Walter López Reyes112, copresidentes de la república en la bicefalia irresponsable, persiguieron a quienes les pedían los gringos, crearon un clima de miedo; y nos prepararon para una guerra en la cual, aunque decían que la primera sangre que se derramaría sería la de un estadounidense, no concluyeron la promesa; ni negaron que la segunda, más caudalosa porque aparentemente valía menos, sería la de los trigueños soldados hondureños. Prestamos el territorio para que se establecieran los campamentos de la contra, aquella burocracia armada que combatía sin mayor entusiasmo, tan sólo animada por el pago semanal. También permitimos que los salvadoreños, a quienes la guerrilla tenía con las nalgas para el charral, se entrenaran aquí. En el Centro de Entrenamiento Militar (Crem) – precisamente en tierras en disputa con un inversionista de Puerto Rico – olvidamos las ofensas que los salvadoreños nos habían inferido en Ocotepeque y en el Amatillo. No hay vergüenza del sirviente, por más que se quiera eternizar en la memoria comparable o superior, con los designios y los propósitos de los que por más que lo hemos querido, nunca han sido nuestros amigos: los gobernantes de los Estados Unidos. Dijeron que por una paga, servíamos a la democracia. Pero lo que ocurrió es que al final, hicimos de Honduras una nación para la vergüenza y el desprestigio, tan sólo para que Gustavo Álvarez Martínez alimentara su mesianismo egolátrico; y muchos de sus compañeros salieran de pobres. Y se cargaran el pecho de medallas de hojalata y los bolsillos de pisto. Cuando la guerra de Irak, por principios que sólo Ricardo Maduro entiende, los gringos nos ordenaron que mandáramos tropas a fortalecer la paz y la democracia, transformándonos en fuerza de ocupación, que afortunadamente, nadie nos hace caso, para dispararnos balas de salva; o hacernos una emboscada de mentirillas. Sólo para ocupar espacio en los cables de noticias. Con la cara de sirvientes que no podemos disimularla, ahora nos encargan la tarea de presentar una solicitud que nadie ha querido hacer, en contra de Cuba. Todo a cambio de una paga. No importa que el pueblo hondureño no haya querido nada de esta tarea, el gobernante cree que se ha llenado de gloria, demostrando que nosotros no podemos ser amigos y compatriotas de los 109

Carlos Castillo Armas fue presidente de Guatemala, de julio de 1954 hasta su asesinato en 1957. Ciudad colonial de Guatemala. 111 Presidente de los Estados Unidos de América (1981-1989). 110

112

Exjefe de la Fuerzas Armadas de Honduras, conocido por haber encabezado la defenestración de Gustavo Álvarez Martínez. En 1984.

87 gringos, sino que sus subordinados y humildes sirvientes, dispuestos a sacarle la bacinilla rebozante de heces fecales, después de una noche de farras y de tragos.

Esta edición que ha sido impresa en los talleres de LITOCOM consta de 2000 ejemplares. 30 de mayo del año 2005.

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