0Gracia a Vosotros: Desatando la Verdad de Dios, Un Versículo a la Vez

0Gracia a Vosotros: Desatando la Verdad de Dios, Un Versículo a la Vez Elementos de la oración verdadera, 1ª Parte Escritura: Daniel 9:1-3 Código 27-

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0Gracia a Vosotros: Desatando la Verdad de Dios, Un Versículo a la Vez

Elementos de la oración verdadera, 1ª Parte Escritura: Daniel 9:1-3 Código 27-21 John MacArthur

Oremos para nuestro estudio de la Palabra de Dios en esta noche. Padre, gracias de nuevo por la emoción que entra en nuestros corazones conforme nos reunimos sabiendo que podemos cantar Tu alabanza y podemos servir a Tu congregación y podemos oírte hablar a través de Tu Palabra. Llénanos con gran gozo y entonces, bendice ahora conforme te escuchamos a Ti hablar. Y que de hecho seas Tú; y no una voz humana. Y te agradeceremos en el nombre de Cristo. Amén.

Daniel 9 es nuestro capítulo para esta noche; y no creo que vayamos a terminar todo lo que el Señor ha puesto en mi corazón para que les diga acerca de los primeros 19 versículos, pero vamos a comenzar en esta noche y, si el Señor quiere, lo terminaremos la próxima noche del Día del Señor. Daniel, capítulo 9. No voy a tomar el tiempo para leer los primeros 19 versículos porque haremos eso conforme avanzamos en el estudio. En cierta manera, quería abrirlo a ustedes como una flor, sin quitarle nada de su majestad antes de que usted entienda el flujo conforme se desarrolla. Y entonces, vamos a explicarlo conforme vamos avanzando.

Realmente, creo que el Espíritu de Dios gobierna la manera en la que la Palabra de Dios es traída al pueblo de Dios. Yo creo que Dios tiene control de ese tipo de cosas. La gente me pregunta todo el tiempo cómo sé de qué predicar. Yo les digo bueno, simplemente paso tiempo en oración y escucho al Espíritu de Dios y trato de evaluar en dónde está la iglesia y conforme el Señor parece abrir mi entendimiento, se vuelve bastante claro lo que debo enseñar. Es más bien subjetivo y realmente está bajo la dirección del Espíritu de Dios conforme Él guía. Y no tengo duda en mi mente de que Dios nos guía en el estudio de esas cosas que estudiamos.

Ahora, no hace muchas semanas atrás, estuvimos pasando gran parte cantidad de tiempo 1

estudiando la oración de los discípulos en Mateo 6, 9 y siguientes. Y estudiamos eso actualmente por 12 semanas. Y no sé si usted se acuerda, pero estuvimos dos semanas en lo que es conocido como la oración del Señor. Pasamos una cantidad tremenda de tiempo estudiando eso.

El domingo pasado por la mañana estuvimos estudiando otro elemento de la oración del capítulo 7 de Mateo donde decía ‘pedid y se os dará, buscad y hallareis, llamad y se os abrirá.’ Y aquí estamos de nuevo en esta noche regresando al mismo tema de la oración. No creo que eso sea un accidente. Creo que es por diseño divino para reforzarlo. No creo que podemos subestimar la necesidad y el valor de la oración. Y creo que entre más tiempo estudiamos la Palabra de Dios, más vamos a regresar a este tema porque se repite a lo largo de las Escrituras.

Y francamente, creo que Daniel, capítulo 9, versículos 1 al 19 quizás sea el más grande pasaje del Antiguo Testamento acerca de la oración. Y no quiero decir con esto que nos de instrucción acerca de cómo orar, sino que más bien ejemplifica lo que realmente es la oración de una manera majestuosa y maravillosa. Podría haber otros capítulos que son equivalentes al mismo, pero no sé si haya alguno que lo sobrepase. No nos enseña acerca de la oración mediante preceptos, nos enseña acerca de la oración al permitirnos ver a alguien que está orando y es la mejor manera de aprender, creo yo.

Y entonces, lo que quiero que haga es que junto con la oración modelo que encontramos aquí, la coloque al lado de la oración modelo del Señor Jesús en Mateo capítulo 6 y vea cómo las dos se unen en su manera de pensar y refuercen lo que el Espíritu de Dios le ha enseñado ya en esa serie. Y por cierto, eso pronto va a ser presentado en una serie especial de cintas y debe ser parte medular de la biblioteca de todo cristiano, en donde usted pueda regresar a eso de manera periódica para oír una vez más lo que caracteriza la vida de oración de un cristiano.

Ahora Daniel, como usted bien sabe, si usted ha estudiado al hombre y al libro, ha presentado para nosotros un estándar de excelencia espiritual en casi toda área concebible. Conforme estudiamos particularmente los primeros capítulos de este maravilloso libro, estuvimos muy 2

conscientes de que Daniel era un hombre sorprendente. El nivel de su compromiso y dedicación son excepcionales inclusive comparados con los mejores hombres. Él estaba de hombros arriba por encima de todos los que le rodeaban, inclusive los más comprometidos, sus tres amigos, Sadrac, Mesac y Abed-negó. Simplemente había algo acerca de Daniel que estaba de hombros arriba por encima del resto de los hombres. Y él nos ha ejemplificado un estándar de excelencia espiritual en tantas áreas que no nos debe sorprender que fuera un ejemplo para nosotros en el área también de la oración. Que él presente para nosotros un patrón y estándar y ejemplo; y él así lo ha hecho en otras áreas de su vida.

Simplemente para recordarle, por ejemplo, lo hemos visto como un ejemplo de un hombre que no hace concesiones, valiente, lleno de fe, no egoísta, humilde, completamente resistente al mundo que lo rodeaba, persistente en su compromiso. Lo hemos visto como un hombre santo, incorruptible, coherente en su estilo de vida. Digno de confianza, virtuoso, obediente, lleno de adoración; y ahora encontramos, como vimos en el capítulo 6, que él es un hombre de oración. Y él es un hombre que oración a tal grado que usted recordará en el capítulo 6 que no iba a dejar de adorar aunque eso significara que él iba ser arrojado al foso de leones. Él era un hombre de oración.

Y especialmente en la oración del capítulo 9 nos ejemplifica que él fue un hombre con un sentido muy profundo de su pecaminosidad. Un sentido muy profundo de pecaminosidad. Un hombre sorprendente; y sin embargo, no tan sorprendente porque él era un hombre como cualquier otro hombre, nada más que él estaba totalmente entregado a Dios, comprometido con Dios desde su juventud. Y esa es una alternativa que se le ofreció a todo el mundo.

Ahora, en este capítulo, capítulo 9, Daniel ora. Y conforme examinamos su oración, encontramos en ella los verdaderos elementos de la verdadera oración intercesora. Es un mensaje que puede presentarse de manera independiente del libro de Daniel como si fuera un tratado de la oración en sí misma. Sin embargo, está ligado a la totalidad del libro y el contexto en su totalidad. Y permítame mostrarle cómo.

En primer lugar, hay un contexto bíblico y quiero que lo vea. Daniel, capítulo 9 incluye una oración y su respuesta. La oración es una oración acerca de los 70 años. La oración es una 3

oración acerca de 70 años. La respuesta es una respuesta que tiene que ver con 70 semanas de años. La oración es una oración que busca restauración. Y la respuesta es la respuesta de la restauración definitiva en la venida del Mesías.

Entonces, el capítulo está dividido en dos partes. La oración y su respuesta. Y mientras que la oración ocurrió en un punto en el tiempo, un día en la vida de Daniel, la respuesta se extiende al Reino de Cristo. Y creo que Dios respondió de una manera tan magnánima por la gran virtud del hombre que oró. La mayoría de la gente que cuando va a estudiar Daniel, capítulo 9 se va directamente a las profecías de las 70 semanas. Ahí hay una profecía que habla que desde la reconstrucción de la ciudad hasta la llegada del Mesías habrá un cierto período de tiempo; y a continuación de eso, habrá otro período de siete años de tiempo y después el Mesías, el Príncipe, vendrá.

Y entonces, la gran profecía mesiánica ocupa la atención de la mayoría de la gente que estudia el capítulo 9 de Daniel. Pero eso es desafortunado, en cierta manera, porque ésa es la única respuesta a la oración; y la oración es el enfoque primordial del capítulo. De hecho, se usa dos veces más versículos a la oración que a su respuesta. La profecía es importante, pero no puede sustituir a la oración. Dios nunca nos llama ser tan especulativos o a estar tan apegados al futuro que perdamos de vista el presente. Ésa es la esencia de la importancia de la oración.

Ahora, Dios ya le ha dado a Daniel el panorama profético completo de la historia gentil. Pero en este capítulo, le da el futuro de la historia de Israel y entonces, este hombre, en el Antiguo Testamento, recibe por el Espíritu de Dios el entendimiento de todo el panorama de la historia gentil y el clímax grande y glorioso de la historia judía también. Él ya ha oído que Israel va a sufrir. Sufrirá durante el tiempo del dominio gentil. Jerusalén va a ser pisada. Que Antíoco Epífanes y el anticristo vendrán y matarán al pueblo; y ahora, el resultado final de eso no va a ser negativo sino positivo, ya que en últimas, el príncipe vendrá y establecerá Su Reino. Y entonces, a Daniel se le da el panorama de la historia gentil y en últimas, lo que Dios va a hacer también con Israel. Y eso llega aquí a la consumación en el capítulo 9.

Aquí hay un flujo, ya que al final del capítulo 8 encontramos que Daniel al final del versículo 27 4

estaba enfermo y estaba sorprendido ante lo que vio. Viendo el panorama terrible de la historia gentil, la opresión terrible del pueblo de Israel, lo hizo enfermarse y desmayarse. Físicamente estaba llevando una carga que simplemente era muy difícil para él de llevar e hizo que se colapsara; y conforme usted entra al capítulo 9 desde el punto de vista de extremidad física, él llega a un punto de gran compasión espiritual. Es su quebrantamiento por lo que le sucederá a Israel tal como se indica en el capítulo 8 que hace que el capítulo 9 fluya tan fácilmente siguiendo al capítulo 8, porque aquí él comienza a orar a favor de Israel. Sabiendo lo que pasará, la oración fluye. Y quizás esa es la razón por la que el Espíritu de Dios ha colocado al capítulo 9 después del capítulo 8.

Ahora, veamos no sólo el contexto bíblico sino el histórico. El versículo 1 nos da ese contexto. “En el año primero de Darío, hijo de Asuero, de la nación de los medos, que vino a ser rey sobre el reino de los caldeos.” Ahora, esto nos dice cuándo es que los acontecimientos del capítulo 9 ocurrieron y que ocurrieron en el primer año de Darío. Es el mismo Darío del capítulo 6. Y debido a que éste es el primer año de Darío, de nuevo, realmente nos está llevando de regreso al mismo tiempo del capítulo 6. Esto debió haber sucedido alrededor del mismo tiempo de la experiencia del foso de los leones. Entonces, la vida de oración de Daniel aquí habría estado conectada en el tiempo al tipo de tema por el que estaba orando en el capítulo 6 frente a un desastre potencial. E inclusive, perdiendo su vida en el foso de los leones. Esto, nuevamente, es en el primer año de Darío y fue al mismo tiempo de la experiencia en el foso de los leones.

Ahora, simplemente como comentario al margen, Darío es un nombre, que, como le mencioné cuando estudiamos el capítulo 6, probablemente es otro nombre para Ciro, el primer gran monarca del Imperio Medio Persa. El Imperio Babilónico terminó en el capítulo 5 con una fiesta terrible de Belsasar, una orgía de borrachos, usted recuerda, y en ese momento, salió una mano que escribió en la pared. “Has sido pesado en balanza, y fuiste hallado falto de peso. Tu reino ha sido roto, y dado a los medos y a los persas… Aquella misma noche fue muerto Belsasar, rey de los caldeos.” Los medos y los persas vinieron, establecieron su reino y la primera fase del poder gentil terminó y la segunda fase entró, el Imperio Medo Persa. Y fue gobernado por Ciro. Darío es un título y podría ser traducido ‘el que detiene el cetro’. Y simplemente podría ser un título como rey o monarca o Faraón o soberano o algo así. Y esa 5

es probablemente la mejor manera de explicarlo. Nos dice que Darío fue el hijo de Asuero, pero hay tantos reyes en el tiempo de los medo persas, quienes llevaban el nombre de Asuero, era un hombre tan común, que realmente no tenemos idea de quién era esta persona. Nos dice también que fue de la simiente de los medos y si Ciro está en mente, Ciro fue persa, pero como gobernante del Imperio Medo Persa, se le dio estatus como si él también fuera de la descendencia de los medos. En otras palabras, aparentemente, al gobernar al Imperio Medo Persa, él podía reclamar que descendía tanto de los medos como de los persas; y por lo tanto, se podía presentar a sí mismo ante ambos grupos de personas quienes estaban amalgamados en el Imperio. Y después, dice finalmente en el versículo 1, que él fue hecho rey sobre el reino de los caldeos. La esfera de los caldeos sería el territorio de Babilonia antigua.

Entonces, los medos y los persas tenían su área; y cuando conquistaron a Babilonia, se apoderaron del área de los babilónicos o los caldeos. El gobernante entonces asumió su descendencia, su identidad tanto de los medos como de los persas; y esto para que fuera aceptable a ambos; y éste es el individuo que conocemos quizás mejor entendido como Ciro, el primer gobernante. Ahora, las fechas de este hombre varían del año 536 a. C. al 539 a. C., alrededor de ese tiempo Daniel habrá tenido unos 80 años de edad o un poco más. Entonces, él ya ha vivido por un tiempo. Cuando llegó a la tierra, llegó como un adolescente, ¿no es cierto? Si él llegó a las 14 o 15 años de edad, él habría estado ahí durante 65 años o más; algunos dicen 67 años de edad ya para ese entonces habría estado en ese lugar de cautividad.

Daniel era famoso, a pesar de que el Imperio Babilónico ya había desaparecido. Daniel todavía mantenía su posición en el palacio. Los medos y los persas habían oído de este hombre sorprendente que podía interpretar sueños, este hombre sorprendente quien en esa misma experiencia en el foso de los leones había podido soportar la ferocidad de bestias salvajes; ese hombre increíble. No hay duda en mi mente que los medos y los persas entendían la virtud de este hombre; y como un hombre de grandes años, él habrá sido un hombre de gran sabiduría, la sabiduría que sólo el tiempo puede traer y añadir a aquello que viene de la ley de Dios.

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Y entonces, Daniel fue un instrumento especial de Dios durante el primer año de Darío. Observe el versículo 2 por un momento. “En el año primero de su reinado, yo, Daniel, miré atentamente en los libros,” los libros, no un libro, “sagrados el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse sobre las ruinas de Jerusalén: setenta años.” Ahora, Daniel, que tiene un poco más de 80 años, ha estado en la tierra 65 a 67 o 68 años, está haciendo todo lo que todo hombre de Dios hace. Está leyendo la Palabra de Dios.

Simplemente porque él recibió de revelación divina, simplemente porque él fue un instrumento a través del cual Dios reveló eventos futuros, no hizo a un lado la responsabilidad que tenía de ser un estudiante de la Palabra de Dios. Nada quita esa responsabilidad, nada. Y entonces, él estaba involucrado en la lectura de los libros. Ahora, es aparente por ésta declaración aquí que los judíos en el exilio en Babilonia - y habían estado en el exilio ahí durante todos estos años - sin duda alguna habían traído rollos de la ley del Antiguo Testamento y los escritos y los profetas, los cuales ellos habían recopilado para constituir los libros del Antiguo Testamento o los libros de Dios. Y quizás habían sido copiados por ciertos escribas en el exilio y fueron hechos disponibles. Y sin duda alguna, Daniel tenía un juego de estos libros y entre otras cosas, incluya los libros de Jeremías. Y Jeremías escribió dos libros. Jeremías y Lamentaciones. Todo lo que usted tiene que hacer es recordar que él era el profeta llorón y eso es lo que Lamentaciones significa. Y entonces, usted recordará que Jeremías había profetizado antes de la cautividad y Dios le había dicho a Jeremías que escribiera su profecía. Él lo hizo una vez y fue destruida; y entonces, lo tuvo que reescribir una segunda vez y él dice esto en su propia profecía. Y entonces, la escritura de Jeremías estaría disponible a Daniel. Ahora, conforme él estaba leyendo Jeremías, sin ninguna duda, él estaba leyendo dos pasajes. Permítame mostrárselos.

Jeremías 25:11 y 12. Son fascinantes. Él estaba leyendo Jeremías y él leyó esto: “Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto;” hablando de la tierra de Judá. “Y servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años. Y cuando sean cumplidos los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a la nación por su maldad, ha dicho Jehová, y a la tierra de los caldeos; y la convertiré en desiertos para siempre.” Y él estaba leyendo y dijo: “Dios dice que la desolación de Jerusalén debe durar 70 años.” Ahora, él estaba leyendo eso o estaba 7

leyendo el capítulo 29.

Porque en el capítulo 29 y el versículo 10 usted encuentra la misma profecía. “Porque así dice Jehová: Cuando a Babilonia se le cumplan setenta años, Yo os visitaré, y realizaré sobre vosotros mi favorable promesa de haceros volver a este lugar.” Ustedes entienden lo que está pasando. Daniel está leyendo esta profecía y él cree, sin ningún lugar a dudas, que esta es la Palabra inspirada de Dios. Y de hecho, lo era. Y él hace el descubrimiento tremendo que 70 años están determinados para la cautividad; y usted no tiene que ser un genio en matemáticas para entender que él ya sabía eso, que él ya había estado ahí por lo menos 65 a 68 años.

Él había anhelado el fin de la cautividad de Judá. Él había anhelado ver al pueblo de Dios restaurado en su tierra y él sabía que esto ya estaba casi terminando. Tenía que estar casi terminando. Digo, si el Señor comenzó en el 605 a. C. cuando él fue llevado cautivo y ya habían pasado casi 70 años. Y el Señor comenzó en el 597 a. C., la segunda gran deportación, estaba bastante cerca. Y si el Señor comenzó en el año 586 a. C., todavía falta un poco más, pero se estaba acercando.

Y Daniel sabía que iba a terminar a los 70 años o casi 70 años. Él simplemente no sabía cuándo iba a comenzar. En la primera deportación cuando él fue llevado, en la segunda deportación o en la tercera, cuando la ciudad finalmente fue totalmente saqueada. Él realmente no lo sabía, pero comenzó a percibir en su corazón que estaba cerca ya el tiempo de la restauración del pueblo de Judá a su tierra. Y ese descubrimiento maravilloso y emocionante es el contexto de la oración de Daniel. Y es una verdad tremenda que queremos ver conforme avanzamos y estudiamos esta oración.

Daniel entendió la Palabra de Dios y comenzó a orar. Ahora, quiero mostrarle una cosa más. Le he dado el contexto bíblico de cómo encaja en el libro de Daniel. El contexto histórico, cómo encaja en el contexto de la historia. Y otra cosa es el contexto espiritual. Quiero que vea algo de la actitud del corazón de Daniel Conforme él viene delante de Dios. Y lo único que necesito decir acerca de esto está en los versículos 3 y 4. “Y volví mi rostro al Señor Dios, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza. Y oré a Jehová, mi Dios, y le hice 8

esta confesión: ¡Ah, Señor, Dios grande, digno de ser temido…”

Ahora, ¿qué es lo que usted ve aquí acerca de su actitud? ¿Qué es lo que ve acerca del contexto espiritual? En primer lugar, en el versículo 3, veo humildad. En el versículo 4, veo confesión; y en el versículo 4, veo reverencia. Humildad, confesión y reverencia, ésa es la actitud a apropiada de la oración. Usted llega con ese tipo de corazón a buscar a Dios. La carga de su oración era su propia pecaminosidad y la majestad de Dios grande y asombrosa. Ahora, conforme usted ve el contexto bíblico, histórico y espiritual quiero que vea la oración misma. Y conforme avanzamos, vamos a ver una pequeña lista de ocho cosas. Veremos cuántas podemos cubrir en esta noche. Eso nos habla de la naturaleza de la verdadera oración intercesora y amados, estos son principios que usted puede escribir en su Biblia en algún lugar. Principios que puede escribir en una hoja de papel y recordar y memorizar. Escríbalos en el margen y recuerde que éstos son los elementos de la oración. Son atemporales. Son válidos a lo largo de las épocas para gobernar y guiar nuestra comunión con Dios.

Número uno, la oración es en respuesta a la Palabra de Dios. La oración es en respuesta a la Palabra de Dios. Eso para mí es la primera realidad asombrosa que me impactó conforme estudié este pasaje. Versículo 2 de nuevo, “En el año primero de su reinado, yo, Daniel, miré atentamente en los libros sagrados el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse sobre las ruinas de Jerusalén: setenta años.” La oración de Daniel nació de un entendimiento de la Palabra de Dios. Esa es la razón por la que he dicho tantas veces que es lo más importante estudiar la Palabra de Dios y la oración sigue a eso. Porque a menos de que entendamos la Palabra de Dios, no entendemos los propósitos y los planes de Dios para gobernar y guiar nuestras oraciones. Fue cuando Daniel vio el plan que él comenzó la oración. Fue cuando Daniel percibió lo que Dios tenía en mente que él comenzó a tener comunión con Dios. De hecho, estoy seguro de que Daniel inclusive creyó que su oración era un elemento en el cumplimiento de la Palabra de Dios misma.

Ahora, por un lado, él reconoció con certeza el propósito divino. Daniel creyó de manera total y absoluta y completa en la soberanía de Dios. Daniel creyó que esto, la escritura de Jeremías dice, que estaba la Palabra del Señor y él sabía que nunca sería alterada. Nunca será 9

cambiada. Dios cumplirá Su Palabra. Sin embargo, Daniel oró. Ahora, la razón humana diría esto: ‘Oye, estás leyendo a lo largo de Jeremías y cuando lo lees, serán 70 años. Y Dios siempre cumple Su Palabra, ¿verdad?’ Entonces tu respuesta sería: ‘¿para qué orar? ¿Para qué orar? Es claro. 70 años, se acabó. ¿Para qué estamos orando?’ Ahora, esa es la respuesta típica de la razón humana. No tiene sentido. Pero esa no es la respuesta de Daniel. Aunque no tengamos entendimiento de la relación de la oración a nivel humano con la soberanía a nivel divino, Daniel de alguna manera sintió la responsabilidad; y ese realmente es el punto. No sé, nunca entenderé la relación entre Dios y el hombre. No lo entiendo a ningún nivel. No entiendo cómo Dios puede operar con el hombre en algo. No entiendo cómo Dios puede escribir la Biblia y los hombres pueden ser usados como instrumentos. No entiendo cómo Dios puede convertirse en hombre y Dios al mismo tiempo. No entiendo cómo puedo yo ser salvo por mi propia decisión y sin embargo, es la voluntad soberana desde antes de la fundación del mundo. No entiendo cómo Dios puede llevar a cabo Su obra soberana y mis oraciones tienen una parte, pero no es para mí entender eso. Pero cuando Dios leyó el plan de Dios, en lugar de volverse fatalista al respecto y cerrar el libro o cerrar el rollo y decir ‘bueno, ahí está, ya casi se acaba, quiero sentarme en mi mecedora’. Inmediatamente, cayó de rodillas en quebrantamiento y penitencia y clamó a Dios en cilicio y cenizas en favor de su pueblo. Que Dios lo hiciera. ¿Sabe cuál es la petición de su oración? Él nunca presenta su petición hasta el versículo 19. ¿Y sabe cuál es? Una palabra. Haz. ¿La ve ahí? Haz y no hagas. Eso es lo que ‘no te tardes’ significa. Hazlo y no lo hagas.

Ahora dice usted, ¿por qué estás orando? Digo, Dios va a hacerlo. Bueno, Daniel no está interesado en ser un teólogo que razona de manera lógica humana. Él simplemente está derramando su corazón. Usted preguntará por qué. Permítame decirle por qué. Usted sabe que debemos orar cuando descubrimos cuáles son los propósitos de Dios en Su Palabra. Y no es porque Dios necesite nuestras oraciones para hacerlo, sino porque necesitamos alinearnos con las causas de Dios. La oración es para nosotros, es para nosotros. Alineamos nuestros corazones con Sus causas. Vemos nuestra pecaminosidad. Vemos la necesidad de Su gracia y poder y nos sometemos a Su plan. Entonces, la oración y la Palabra están ligadas de manera inseparable. No creo que usted pueda orar de manera apropiada a menos de que este en la Palabra de Dios. Permítame ilustrárselo. El Salmo más largo, el Salmo 119 expresa esto por lo menos en tres versículos. Permítame simplemente leérselos y después veremos 10

otras Escrituras. Salmo 119:24, ‘Tus testimonios son mi delicia y mis consejeros. Tus testimonios son mi delicia y mis consejeros.’

En otras palabras, cuando leo Tu Palabra, Tus testimonios se vuelven el consejero. Se vuelven aquello que instruye mi mente. Y eso es totalmente necesario. Vaya el versículo 99 del mismo Salmo. ‘Tengo más entendimiento que todos mis maestros porque Tus testimonios son mi meditación.’ Entiendo más que los viejos porque guardo Tus preceptos. En otras palabras, el salmista simplemente está diciendo ‘si quiero entrar en Tus planes, si quiero entender Tus preceptos, tengo que comprometerme con Tu Palabra.’

Y después, en la oración. No es porque Dios también lo que va a hacer. Es porque estoy identificándome a mí mismo con Sus planes. La oración y la Palabra están ligadas de manera inseparable. Porque no puede orar con inteligencia acerca de Sus planes hacer a menos de que entienda lo que dice Su Palabra. Pienso en el apóstol Juan. Jesús le dice en el capítulo 22 de Apocalipsis: “He aquí, vengo pronto. Y usted sabe lo que Juan hace. Él ora. Él dice ‘ven, Señor Jesús.’ Usted dirá ‘Juan, eso es tonto, Él dijo que viene, ¿por qué estas orando?’ Y Juan va a decir ‘porque me estoy identificando con la necesidad de que Él venga.’

Es un punto de identificación con el propósito y el plan de Dios. La lectura de la Palabra y la oración van de la mano de manera maravillosa y hermosa en los libros de Esdras y Nehemías. Y vale la pena ver por un momento Esdras capítulo 9, versículo 4: “Y se me juntaron todos los que temían las palabras del Dios de Israel, a causa de la prevaricación de los del cautiverio;” Hombre, cuando sacaron la ley de Dios y la leyeron, la gente comenzó a sacudirse, a temblar. Y todos los que temblaban ante el Dios de Israel, dice Esdras 9:4, “mas yo estuve muy angustiado hasta la hora del sacrificio de la tarde.” Ahora, cuando el pueblo regresó a la tierra, ellos vinieron bajo el liderazgo de Esdras y Nehemías. Y cuando comenzaron a leer la Palabra de Dios y el pueblo comenzó a oír lo que los llevó a ese cautiverio en el principio, hombre, comenzaron a sacudirse.

Y entonces, leyeron la Palabra de Dios y después dice el versículo 5: “Y a la hora del sacrificio de la tarde me levanté de mi aflicción, y habiendo rasgado mi vestido y mi manto, me postré de rodillas, y extendí mis manos a Jehová mi Dios, y dije: Dios mío,” y después, él entra en 11

una oración que es una oración como toda verdadera oración es. Que nace de la comprensión de los estándares y los planes y los principios y los preceptos de Dios como son revelados en Su Palabra.

Usted encuentra en Nehemías capítulo 8 una situación semejante. Todo el pueblo se congregó a sí mismo ante la puerta llamada la puerta de las aguas y hablaron a Esdras el escriba y le pidieron que trajera el libro de la ley de Moisés; y leyó de él frente a la calle. Y leyó desde la mañana hasta el mediodía. E inclusive le hicieron un púlpito, un podio en el versículo 5; y él abrió el libro ante todo el pueblo porque estaba por encima del pueblo. Y cuando él lo abrió, todo el mundo se puso de pie y él leyó y leyó y leyó la Palabra de Dios y explicó y les dijo lo que significaba. ¿Y cuál fue su respuesta? Si usted lee más adelante, va a descubrir que en primer lugar, comienzan a examinar sus propios corazones. Tuvieron algo de alabanza y tuvieron también confesión. El capítulo 9 nos dice que estaban congregados en cilicio y cenizas y en ayuno y se arrojaron tierra a sí mismos y se separaron de los extranjeros y se pusieron de pie y confesaron sus pecados y la iniquidad de sus padres. Y lo vuelve a ver, tiene la misma respuesta. Cuando la ley de Dios era leída, el pueblo era llevado a sus rodillas.

Escuche, si usted puede leer la Palabra de Dios y no ser llevado a la oración, entonces usted no está escuchando lo que está leyendo. Porque lo que usted está leyendo debe ser la causa de confesión de pecado en su vida o alabanza y gratitud a Dios por la bendición que usted ha leído o gratitud por el plan que ahí se está desarrollando.

Esa es la razón por la que en Hechos, capítulo 6, nos dice que los apóstoles tenían que perseverar, entregarse de manera continua a la oración y el ministerio de la Palabra. Van de la mano. Para otra ilustración, el apóstol Pablo en Efesios capítulo 3. En Efesios capítulo 3 Pablo dice ‘se me ha dado la dispensación de la gracia de Dios y por revelación de Dios me ha sido dado a conocer el misterio, que esencialmente es el Nuevo Testamento el entendimiento del Nuevo Testamento de Cristo, y Dios me ha dado el misterio y estoy transmitiéndoles el misterio a ustedes, el misterio que no fue revelado en épocas pasadas pero ahora ha sido revelado a Sus apóstoles santos y profetas por el Espíritu.’ Y él procede a describir toda la verdad de la Palabra de Dios. Y dice ‘por esta causa, doblo mis rodillas ante el Padre Señor Jesucristo’ y después, él dice ‘oro porque puedan comprender.’ ¿Se dan 12

cuenta? Este amor que es revelado en la revelación de Dios.

Y entonces, descubrimos que Pablo recibió la Palabra y lo llevó de nuevo sus rodillas. La Palabra genera oración. Cuando habla de Dios, anhelamos tener comunión con Él. Cuando habla de bendición, anhelamos alabar. Cuando habla de la gloria, anhelamos recibirla. Cuando habla de promesa, anhelamos disfrutarla. Cuando habla de pecado, anhelamos confesar. Cuando habla de juicio, anhelamos evitarlo. Cuando habla del infierno, oramos por los perdidos. Y entonces, la Palabra de Dios es la causa de la oración. Y simplemente porque sabemos que algo es inevitable no significa que de manera fatalista nos levantamos de nuestras rodillas y nos alejamos con alguna especie de indiferencia teológica nauseabunda. La oración de Daniel, como lo es toda la oración, nace de un estudio y entendimiento de la Palabra de Dios.

Esto es lo que enmarca nuestra vida de oración y la moldea. Entonces, en primer lugar, la oración es generada por la Palabra de Dios. Segundo punto, la oración está arraigada en la voluntad de Dios. Está arraigada en la voluntad de Dios. Es generada por la Palabra. Está arraigada en Su voluntad. Ahora, en el versículo 2 del capítulo 9, Daniel dice: “yo sé que la Palabra del Señor a través de Jeremías dice que serán 70 años durante los cuales Jerusalén será desolada. Revelada de manera clara.” No obstante, no hay señal de resignación por parte de Daniel. Él creía que la oración era, como dije, un elemento del cumplimiento. Si Dios tiene un propósito, Su pueblo se identifica con Su voluntad.

Yo nunca oro y nunca creo que alguien deba orar, como si estuviéramos cambiando la voluntad de Dios. Estamos orando para alinear nuestros corazones con Su voluntad. Y Su voluntad siempre es bendecir a aquellos que son obedientes. Otra ilustración en la que estaba pensando con esta misma idea, en el capítulo 6 de Apocalipsis, versículos 9 al 11, usted encuentra algunas almas que están ahí debajo del altar y estos son los santos, los mártires. Quizás los mártires de la época de la tribulación; y están clamando ‘¡hasta cuándo, oh Señor!, ¿hasta cuándo no nos vengarás en la tierra? ¿Hasta cuándo la maldad va a seguir sin que sea estorbada?’ Y sabe una cosa, conforme yo leía pensé ¿qué quieres decir cuánto tiempo? Tienes que saber, son tres años y medio. Está por toda la Biblia.

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Pero inclusive así, aunque ellos pudieron haber leído las profecías de Daniel y pudieron haber entendido la escritura del Nuevo Testamento para este tiempo entonces en el futuro, y saber todo lo que Dios había planeado para esa época de la tribulación de Jacob, esos siete años, esos tres años y medio de la gran tribulación. No obstante, aunque ellos pudieron haber sabido exactamente cuánto tiempo, todavía había un anhelo en su corazón porque terminara. Se estaban identificando con la injusticia que estaba siendo cometida en contra de Dios y tenían hambre y sed porque Su voluntad se cumpliera.

Permítame mostrarle una ilustración más, 1 Samuel. Creo que esta es muy, muy interesante. Primera de Samuel capítulo 12. Versículo 19. Y espero que usted pueda ver esto conforme lo leo. “Entonces dijo todo el pueblo a Samuel: Ruega por tus siervos a Jehová tu Dios, para que no muramos; porque a todos nuestros pecados hemos añadido este mal de pedir rey para nosotros.” Y como usted sabe, ellos querían un rey y obtuvieron uno. Y tenían un rey alto que se veía bien y que era muy malo. Recibieron lo que habían pedido y ahora dicen ‘ora, ora por nosotros; ora por nosotros porque sabemos que hemos desafiado a Dios en esto.’ ‘Y Samuel respondió al pueblo: No temáis; vosotros habéis hecho todo este mal; pero con todo eso no os apartéis de en pos de Jehová, sino servidle con todo vuestro corazón. No os apartéis en pos de los que no son nada, que no aprovechan ni libran, porque no son sino cosa vacía. Pues Jehová no desamparará a Su pueblo, por Su gran nombre; porque Jehová ha querido haceros pueblo suyo.’ Aguanten ahí, Dios nunca va a desamparar a Su pueblo. Versículo 23: “Así que, lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros.” ¿Qué? ¿Por qué debía orar? Acabas de decir que Dios nunca lo va a desamparar. Que Dios estableció un pacto con ellos. Que Dios ha puesto en juego Su nombre al guardar el pacto, ¿qué quieres decir que puedes pecar al cesar de orar? ¿Orar qué?

Bueno, como puede ver, esa es la razón humana. Samuel oró porque él se estaba identificando con la voluntad de Dios por el pueblo. Para que vivieran dentro del pacto bendecidos. Él dice en el versículo 24: “Temed solamente a Jehová y servidle de verdad con todo vuestro corazón, pues considerad cuán grandes cosas ha hecho por vosotros. Mas si perseveráis en hacer mal, vosotros y vuestro rey pereceréis.” Esa es una consecuencia extraña. Dios no va a dejar Su pacto, Dios no va a cambiar Su plan, pero ustedes podrían morir. La única manera en la que eso se puede entender es que los individuos que pecan iban 14

a perder las promesas, aunque Dios sería fiel a la nación como un todo. El punto que quiero que vean es simplemente que Samuel, aunque él sabía, aunque él conocía que la voluntad de Dios era inevitable, todavía reconocía que no orar por ello era pecaminoso.

Ahora, no sé cómo armonizar todo eso. Simplemente sé que así es cómo reaccionó un hombre de Dios. Orando de manera coherente con la voluntad de Dios. Yo nunca oro, lo vuelvo a decir, nunca oro porque Dios cambie Su voluntad. Yo no quiero lo que Él no me quiere dar. ¿Verdad? Yo no lo quiero. Yo sólo quiero que Su voluntad sea hecha. Y eso no es resentimiento amargo. Eso no es algún tipo de resignación pasiva. Esa no es una reserva teológica. Esa es una afirmación honesta genuina. Buscamos la voluntad de Dios. Yo sé que Jesús viene y yo sé que va a venir en la hora exacta que el Padre determinó para que viniera; sin embargo, siempre encuentro en mi corazón la oración ‘ven Señor Jesús para que Tú seas glorificado’.

Inclusive Jesús no era un fatalista. Jesús iba a la cruz. Y aún que iba la cruz, Él pidió en el huerto: “Padre, pase de Mí esta copa.” Él se rebeló contra el pecado. Él se rebeló contra la consecuencia del hombre caído. Sin embargo, Él dijo ‘no se haga Mi voluntad sino la Tuya’. Él se rebeló cuando Él limpió al templo. Él no era un fatalista. Orar por la voluntad de Dios es orar porque Dios sea honrado y glorificado y exaltado. Y entonces, oramos conforme es generada por la Palabra de Dios y está arraigada en la voluntad de Dios. Hablamos mucho acerca de eso en nuestro estudio de Mateo 6, entonces, ya no vamos a decir más de eso.

Pero permítame darle un tercer punto y nos detendremos. La oración es entonces generada por la Palabra de Dios, está arraigada en la voluntad de Dios y es caracterizada por pasión. Caracterizada por pasión, versículo 3. Y creo que usted aquí tiene un retrato magnífico de la pasión en la oración. Daniel no oró como dos barcos que pasan en la noche. ‘Señor, por cierto, tengo este pequeño pensamiento y bueno, pensé que te lo iba a comentar.’ Así es como muchos oran. Daniel, versículo 3, observe esto. ‘Y volví mi rostro a Dios el Señor.’ En otras palabras, él no nada más hizo algo de manera superficial. Él se enfocó, enfocó su rostro en el Señor Dios. Había una pasión, había una persistencia. Había una intensidad en su oración.

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Y él dice: “Y volví mi rostro al Señor Dios, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza.” Esas son peticiones extendidas, no comió nada, no bebió nada. Cilicio y ceniza. Todos esos indicadores culturales de humildad. Y oré a Jehová mi Dios. Usted dice ‘Daniel, esto es un poco ridículo. Digo, Él dice que van a ser 70 años, ¿por qué te estás molestando tanto? Van hacer 70 años, guarda tus cenizas en la bolsa.’ Pero hay una seriedad aquí. La Biblia dice ‘orad sin cesar’. Y es lo más persistente que usted puede ser. En Lucas, recordamos la historia, no es cierto, del hombre que vino en el capítulo 11 y siguió golpeando y golpeando y golpeando y golpeando en la puerta y el hombre le dio algo de pan y el señor le dijo ‘si un hombre que está a cargo de una panadería le va a dar a usted pan por estar golpeando tanto, ¿qué es lo que Dios va a hacer cuando usted ore con gran persistencia?’

No sé cómo funciona, pero nos volvemos parte del plan de Dios. Santiago 5:16 dice esto: “La oración eficaz del justo tiene mucha fuerza.” Ahora, no creo que ‘mucho’ es necesariamente en cambiar los planes eternos, creo que ‘mucho’ quizás en cambiarnos a nosotros. Creo que el gran valor de la oración es lo que hace para mí, no lo que hace para Dios. Pasión. Volví mi rostro es determinación. Volví mi rostro a Dios el Señor. Y él aquí no usa el término Yahweh sino Adonai. Adonai, que significa Señor, maestro soberano, en sumisión a la autoridad y a la soberanía de Dios. Y sin embargo, aunque reconoce que Dios es totalmente soberano y totalmente autoritario, todavía por intercesión y por ruego constante de oración, con ayuno y cenizas y oración continué orando. Es algo tremendo. Ahí en el versículo 20, notará que él está orando durante mucho tiempo.

E inclusive en el versículo 20 él dice, “Aún estaba yo hablando y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante de Jehová mi Dios, por el monte santo de mi Dios; aún estaba hablando en oración, cuando Gabriel, el varón a quien había visto en la visión al principio, vino a mí volando con presteza, como a la hora del sacrificio de la tarde. Y hablando conmigo, me hizo comprender.” No sé cuánto tiempo estuvo orando, pero él oró y oró y mientras que él estaba hablando y orando y confesando y presentando su súplica, esto es algo continuo. Finalmente, Gabriel lo tocó. Entonces, vemos que hay una constancia en la oración de Daniel.

Esto es difícil para nosotros, ¿no es cierto? Es difícil para nosotros. Vivimos en una sociedad 16

que viene a nosotros comerciales. Genera patrones de pensamiento de esa manera. Nuestros tiempos de atención son limitados. Vemos programas de televisión de media hora. Escuchamos una pequeña canción en un disco que dura tres minutos. Vemos un comercial de 60 segundos. Vivimos en pequeños comerciales y el arte de la meditación y la persistencia en la oración es extremadamente difícil para nosotros.

Pero Daniel fue alguien que se entregó a ello en ayuno, cilicio, cenizas. ¿Y para qué? ¿Para confesar su pecado? Digo, por favor, ¿este hombre? ¿Daniel podía molestarse tanto por su pecado? ¿En dónde debería estar yo la mayor parte del tiempo? Yo no llego a su estándar, pero lo digo y lo volveré a decir la próxima semana. Entre mayor es su conocimiento de Dios, mayor su compromiso, más abrumado está usted con su propia pecaminosidad. Aquí Pablo fue quien dijo yo soy el ¿qué? El primero de los pecadores.

Desde nuestro punto de vista, decimos que eso es ridículo. Desde su punto de vista, él percibió que todo el pecado en su naturaleza horrenda, desde esa mente pura, era una realidad. Y entonces, Daniel emplea toda indicación de persistencia. Él usa todo acto posible de humillación conforme él viene ante la ciudad celestial con la petición de su corazón. Él usa cilicio comúnmente usado en el Antiguo Testamento como una señal de humillación. Derramando cenizas sobre su cabeza, otro. Particularmente encontramos eso en Job 2:8. Y ayuno conforme oraba. Él era apasionado en la oración. Y yo creo que Dios responde a la pasión. Quería llegar al siguiente punto, pero permítame resumir simplemente esos tres; y tomaremos el siguiente la próxima vez.

No sé por qué el Señor continúa enfatizando este asunto de la oración con nosotros. Hay muchas otras cosas de las que le podría hablar a usted que podrían ser más emocionantes o más dramáticas; no hay muchas cosas que le pueda decir que usted ya no conozca. Pero realmente creo que el Señor ha estado hablándonos acerca del asunto de la oración durante los últimos meses por una razón muy definida. Yo creo que el Señor nos está llamando a orar. Estos son tiempos de mucha prueba. Tendemos a olvidar todas las batallas que hay en todos los frentes que estamos peleando en estos días. Grace Church está bajo ataque constante. Constantemente, estoy bajo ataque por parte de fuentes incrédulas que a usted le sorprendería saber. Esto es simplemente parte de la vida. Luchamos en las áreas espirituales 17

con las familias en nuestra iglesia. Luchamos financieramente tratando de satisfacer necesidades. Tenemos muchas batallas; y realmente, creo que es fácil para la gente sentarse en esta iglesia con todo lo que tenemos a nuestro alrededor y pensar que todo va tan bien, ‘¿quién necesita mis oraciones?’ Y decimos ‘Jesús va a venir de cualquier manera, todo estará bien al final.’ Y nos volvemos muy espirituales, pero realmente es fatalismo. Y nunca llegamos a arrodillarnos con la pasión y realmente, nunca nos identificamos con la voluntad de la Palabra de Dios en la manera en la que este amado Daniel lo hizo. Y como consecuencia, perdemos esa comunión íntima.

¿Y sabe una cosa?, cuando usted ore, no siempre tiene que venir a Dios buscando una respuesta. Algunas veces, simplemente puede venir a Dios para traer el peso del plan de Dios en su corazón. Para que usted se identifique con Sus propósitos grandes y eternos. Y quiero decirles, amados que el Señor no nos está diciendo esto todo el tiempo para que podamos sentarnos y salir de aquí y olvidarlo. El Señor nos está diciendo esto porque quiere que reaccionemos a esto. No creo que hayamos visto en esta iglesia todo lo que Dios puede hacer si nos comprometemos de manera total a la oración. Si su teología hecha a perder su vida de oración, entonces tiene mala teología. Mala. Si usted está estudiando la Palabra de Dios, entonces la respuesta natural es que usted tendrá comunión con el Dios de la Palabra.

¿Y sabe una cosa?, yo veo en mi propia vida conforme preparo un mensaje la experiencia entera de la preparación es una combinación de oración y el ministerio de la Palabra. Nunca puedo separar las dos. Por ejemplo, llego a un versículo lo leo y digo ‘Señor, ¡que verdad!’ Y normalmente me pongo de pie, camino un poco y me tengo que mover porque me emociono. O llego a un versículo que no entiendo y digo ‘Señor, necesito Tu ayuda en esto. Ilumina mi mente. Llévame a una Escritura que va a explicar esto.’ Y el proceso entero de la Palabra es oración. Inclusive, conforme estoy aquí y les predico, hay una parte de mí que está jalando el poder de Dios todo el tiempo porque me doy cuenta que mi fragilidad humana. No hay modo en el que yo pueda estar en la Palabra de Dios sin estar en comunión con Dios.

Y conforme usted estudia la Palabra de Dios, no es nada menos que eso. No es académico, no, la oración debe ser generada por la Palabra. Debe estar arraigada en la voluntad de Dios. Me cansa la gente que anda por todos lados tratando de forzar que Dios haga algo, 18

reclamando y demandándole cosas a Dios, cuando Dios quiere que nos identifiquemos con Sus causas, las cuales ya están determinadas por Su propia perfección absoluta, siendo las mejores causas. Yo creo que la verdadera oración se caracteriza por la pasión. Claro, yo sé que sólo unos cuantos van a entrar por la puerta estrecha; pero eso no significa que yo no oro. Claro que yo sé que las cosas en este mundo van a empeorar y empeorar. Eso no significa que no oro porque la voluntad de Dios todavía sea glorificada en el medio de todo esto. Que almas sean ganadas, sean salvadas. Daniel oró de esa manera. Aunque él tenía una profecía disoluta frente a él. Bueno, esas son las primeras tres cosas. Retomaremos el resto la próxima vez.

Inclinen sus cabezas conmigo conforme cerramos. Padre, ayúdanos simplemente en la sencillez de nuestro tiempo en esta noche en enfocarnos de nuevo en la realidad de la necesidad de la oración. Tú sabes que me parece Señor, conforme miro atrás en las Escrituras, hay muy poca enseñanza acerca de cómo orar. Simplemente hay muchas oraciones. Creo que Te oigo diciendo que no es algo académico, es algo que sale del corazón. Jesús oró una oración que era un patrón. Daniel nos muestra un patrón. Que oigamos las palabras de Samuel, guárdanos de pecar al dejar de orar unos por otros. Haznos personas de oración para que nos puedas hacer parte del cumplimiento de los planes y los propósitos que glorifican Tu santo nombre, por causa de Jesús. Amén.

No sé si son los años de mi vida o qué es, pero ya me parece que el tiempo avanza más y más rápido, sean las semanas, días o meses o años. O 45 ó 50 minutos. Siempre me siento como si cuando les predico, ustedes son tan fieles. Ustedes vienen con corazones tan hambrientos y mentes abiertas, esperando que yo saque del cielo algunas cosas grandes y gloriosas que nunca antes han oído y los saque de aquí en asombro absoluto. Pero Dios parece empujarme de regreso a lo elemental y creo que con mucha frecuencia, ustedes tienen que sentarse y soportar lo que yo tengo que aprender. Y en muchas de las cosas que predico, Dios realmente está detrás de mí. Ustedes simplemente son la audiencia, conforme Él trata conmigo. Ésta podría ser una de esas. Pero yo confío que en cuanto usted oye, usted también oiga lo que el Espíritu de Dios está diciendo: el hombre de Dios es el hombre de oración.

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