1 DEL FEUDALISMO AI, CAPITALISMO. PROBLEMAS DE LA TRANSICI6N

1 I I I DEL FEUDALISMO AI, CAPITALISMO. PROBLEMAS DE LA TRANSICI6N. H. Kohachiro Takahashi. Barcelona, Ed. Crítica, 1986. Preparada por el profesor

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DEL FEUDALISMO AI, CAPITALISMO. PROBLEMAS DE LA TRANSICI6N. H. Kohachiro Takahashi. Barcelona, Ed. Crítica, 1986. Preparada por el profesor A. Soboul, amigo del autor, aparece en Francia, por primera vez, en 1983 esta compilación de cinco trabajos del profesor Kohachiro Takahashi. Ambos historiadores habian faliecido cuando el libro vio la luz. Tres años después se traduce al castellano, poniéndose en nuestras manos la aportación del historiador japonés al debate sobre el proceso de transición del feudaiisrno al capitalismo. El primer trabajo, que da titulo al libro, resulta una reflexión enmarcada en el debate tradicional entre 10s historiadores Dobb y Sweezy. Este trabajo ya fue publicado por la Editorial de las Ciencias Sociales (La Habana, 1969) en la obra de M. Dobb Estudios sobre el desarrollo del capitalismo, asi como en La transición del feudalisrno al capitalismo,por la Editorial Ayuso (Madrid, 1975) y la Editorial Crítica (Barcelona, 1977,1978,1980,1982). Una perspectiva no eurocentrista y el profundo conocimiento tanto de 10s distintos procesos de transición europeos como del japonés, le ilevan al punto inicial de partida: "La cuestión de la transición del feudalisrno al capitalismo no se limita a la transformación formal de las instituciones económicas y sociales. El problema básico debe residir en el cambio de la forma social en la que se enmarca la fuerza de trabajo". Con eilo rechaza desde un principio las tesis de Sweezy, no aceptando que la contradicción entre feudaiismo y capitalismo sea una confrontación entre "sistema de producción al uso" y "sistema de producción para el mercado". Takahashi rechaza, entonces, que la transición tuviera su factor decisivo en una causa exterior, en la incidencia del comercio a larga distancia. La contradicción feudalismo-capitalisme seria una confrontación "entre el sistema de propiedad feudal de la tierra, al que se añade la servidumbre, y el sistema de capital industrial, que viene acompaiiado del trabajo asalariado". Analiza desde esta perspectiva el proceso de supresión del trabajo servil y la aparición de la renta monetaria, que acompaña a la desintegración de la propiedad feudal de la tierra. De este análisis deduce que el paso de la prestación de servicios a la renta monetaria no indica el inicio del capitalismo, sino que significa en realidad otra forma de condición servil. Por otro lado, la expansión del trabajo domiciliari0 (putting out system) no puede ser considerado como inicio de la producción capitalista. Se trata de un trabajo forzoso del siervo en el dominio del señor, donde además el productor directo- tiene 10s medios de producción y en ningún caso presupone trabajo asalariddo. El periodo de monarquias absolutas no puede ser considerado, entonces, de transición, de "producciónprecapitalista de mercancias", puesto que :la ley de desarrollo del feudalisrno solo puede desembocar en la liberación y la independencia de 10s propios campesinos': Absolutisme significa, para Takahashi, reacción feudal.

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~Dóndedebemos buscar la génesis del capitalisrno? Takahashi matiza las teorías de Dobb y distingue entre "trabajodomiciliario" (putting out system) y "sistema domestico" (domestic system). Si el primer0 entorpecia el desarrollo del capitaiismo, el segundo gener6 pequeños y medianos capitalistas industriales que escaparon del control de 10s "capitalistas-comerciantes"vincu1adosal trabajo domiciliari~.Seria el "sistema domestico" el primer estadio de la producción capitalista. Este nuevo marco permitió el desarroiio tanto de la "clase de campesinos libres e independientes" como "la de 10s productores de mercancias a pequeña y mediana escala", clases que fueron el sostén de la revolución burguesa en Inglaterra o Francia. También nos apunta el autor la existencia de una segunda via, no revolucionaria, de aparición del capitalismo. Las estructuras sociaies preexistentes condicionan en buena medida la forma en que aparece el capitalismo, y en este sentido el ejemplo de Japón o Prusia ilustran un proceso dirigido y controlado desde el Estado para edificar el capitalisrno, sin partir de una base de campesinos libres ni burguesía. Los capítulos 11,111, IV, V insisten en esta línea mostrándonos diversos aspectos de la peculiaridad del caso japonés. Si el feudalismo japonés era en sus orígenes de la misma naturaleza que el europeo, las transformaciones del siglo XVI dan lugar a una singular diferenciación del campesinado ('7inushi"o propietari0 no trabajador, frente a "kosaku" o campesino arrendador). Esta diferenciación se desarrolla y consolida en 10s tres siglos posteriores, culminando en la Revolución Meiji, revolución que, en paiabras de Takahashi, "introdujo, consagrándolas juridicamente, las relaciones esenciales de la propiedad feudal en la nueva sociedad capitalista nipona, convirtiéndose en elementos constitutives de la misma': La Revolución Meiji marc6 el inicio del capitalisrno en Jap6n, producto de la influencia exterior y basado en un monopolio estatal de la producción industrial y en 10s recursos de la tierra (irnpuestos territoriales). Pero la estructura semifeudaljinushiana de la tierra no cambió. En esta sociedad se desarrolló un irnportante movimiento carnpesino y un numeroso proletariado industrial, vinculado estrechamente al mundo rural y a la propiedad territorial jinushiana. En este proceso capitalista la clase obrera y 10s problemas campesinos estaran ligados hasta la reforma de 1946 que liberó al mundo rural japonés de las trabas semifeudales que consagro la Revolución Mei~i. En conclusión, nos encontramos ante una obra de gran valor que proporciona instrumentos de interés para la comprendón de este irnportante proceso histórico. Con su contribución al debate "clásico" de 10s historiadores Sweezy y Dobb, y la comparación del proceso europeo y japonés pone a nuestra disposici6n nuevas reflexiones y plantearnientos.

BRAULI0 L ~ P E zAYALA

TERRA, TREBALL I PROPIETAT. Classes agrdries i rhgim senyorial als Pdisos Catalans. Diversos autors. Barcelona, Critica, 1986. Este libro reúne las trece ponencias presentadas en el Centro de Trabajo y Documentación de Barcelona hace un año, aproximadamente, bajo la coordinación de Ramon Garrabou. Bajo el titulo tan genérico de Terra, treball i propietat, 10s historiadores presentes en el coloquio-origen del libro debaten en profundidad la problemática de la estructura social rural en el h b i t o de 10s Paises Catalanes, replanteando interrogantes del viejo debate de la transición del feudalismo al capitalisrno, un tanto tendenciosamente enterrados bajo el auspicio de la llamada "modemización" historiográfica. La diversificación geográfica (7 ponencias sobre Cataluña, 2 sobre Mallorca y 4 sobre el País Valenciano) y la variedad de 10s temas tratados está perfectamente contrapesada por un excelente prólogo-balance de conclusiones de Ramon Garrabou. Sobre la situación en Cataluña escriben Núria Sales, Montserrat Durán, Eva Serra, Rosa Congost, Enric Vicedo, Enric Tello y llor en^ Ferrer; sobre Valencia versan 10s trabajos de Jesus Miilán, Mariano Peset, Carmen Garcia y Pedro Ruiz, y a Mallorca dedican su atención la ponencia de Pedro Muntaner, Isabel Moll y Jaume Suau (ésta conjunta). Revisar aquí todas las aportaciones de un libro tan pródigo en ideas como éste es tarea imposible. S610 me centraré en 10 que, a mi juicio, constituyen 10s dos grandes núcleos de problemas planteados en el debate: 1) Concepto y naturaleza del dominio señorial. La historiografia tradicional había repetido hasta la saciedad la imagen de un régimen señorial muy gravoso en el País Valenciano con el estigma de la refeudalización subsiguiente a la expulsión de 10s moriscos. Por otra parte, hasta hace muy poc0 tiempo desde Cataluña se habia contemplado la historia agraria catalana como un autentico eldorado de relaciones idilicas señores-campesinosdesde que la Sentencia de Guadalupe puso fin al confiicto remensa. De Mallorca, por Wtimo, se ha supuesto tópicamente (Quadrado y sus seguidores) que no habia feudalismo por la importancia de la burguesia comercial marítima que convertiria supuestamente a la agricultura en una actividad presuntamente marginal. El común objeto de atención de 10s ponentes de este libro es la valoración de Ia presión señorial sobre el campesinado en cada uno de 10s espacios analizados. La conclusión es, en general, coincidente. Contra imágenes rosáceas o sublimaciones idiiicas puede afirmarse la vigencia de la renta feudal -exigida en términos gravosos para el campesinado- hasta 10s momentos finales del Antiguo RBgimen. Naturalmente, ell0 con matices. En el libro planea siempre una evidencia: dificultad

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de las generalizaciones y la necesidad de diferenciación de las situaciones tanto en el espacio como en el tiempo. Las desigualdades de la comunidad campesina eran ostensibles y se fueron acentuando a 10 largo del tiempo. No siempre 10s señores poseyeron el dominio directo de la tierra ni en la base de la pirámide feudal el campesino poseyó el dominio útil. La propia imagen optimista tan tradicionalmente asurnida del crecirniento agrari0 catalán del XVIII exige matizaciones. La Segarra estudiada por Tello se refleja como Brea deprimida con una producción poc0 especializada, una clase dominante rentista parasitaria y unos campesinos crónicamente endeudados. El País Valenciano sufrió de modo muy dispar la presión señorial, aunque en cualquier caso, parece claro que la imagen clásica de la refeudalización, habria que irla matizando. M. Peset y J. Millán hacen constar, con razón, la paradoja que suponia que 10s repobladores de las tierras abandonada por 10s moriscos fueron precisamente campesinos procedentes del realengo y por 10 tanto presumiblemente dispuestos a empeorar su situación en las tierras ocupadas. Las zonas de mayor indice de explotación serian aquellas donde la nobleza consiguiera un mis eficaz control sobre el gobierno municipal. En Mallorca el predomini0 de la jurisdicción de realengo fue perfectamente compatible con una fuerte coacción señorial apoyada en 10s poderes politicos de 10s que dispuso la nobleza mallorquina. Las peculiaridades del régimen señorial mallorquin son perfectamente analizadas por Pedro Muntaner en su ponencia sobre las caballerias mallorquinas (siglos XIII-XVII). Respecto a Cataluña, si Núria Sales, inspirándose en la situación de la nobleza o Eva Serra, a través del examen de una serie de variables (demografia - endeutamiento - establecimientos - transformación en 10s cultivos - nuevas categoria sociales) tienden a subrayar la fortaleza del régimen feudal, después de Guadalupe, L. Ferrer i Albs y M. Durán enfatizan la debilidad del régimen señorial visible a través de la caida de 10s ingresos feudales entre 10s siglos XVI y XVIII. Claro, que la precisi6n cronológica es necesaria. En la segunda mitad del siglo XVI el crecimiento de la renta señorial hasta 1590,según las cifras de M. Durán, es patente, 10 que contrasta con la evolución de la misma en el siglo XVII con signos de decrecimiento y estancamiento mantenidos hasta 1663-65.En cualquier caso, la visión del regimen señorial en Cataluña de Eva Serra y Montserrat Duran, pese a 10s esfuerzos de acercamiento de sus respectivas tesis ya conocidas, sigue siendo muy diferente. El "procesoirreversible" de decadencia de ese regimen señorial después de Guadalupe, detectado por M. Duran no es asumido como tal por Eva Serra. Ramon Garrabou parece, en su introducción, apoyar mis la tesis de E. Serra al recalcar la importancia del peso económico de las detracciones señoriales. En definitiva, la cuestión básica para deducir la incidencia de la presión señorial es conocer la naturaleza y composici6n de 10s ingresos señoriales. Los ingresos de la nobleza valenciana procedian básicamente de las prestaciones y cargas ligadas a la condición de señores jurisdiccionales y solo secundariamente de arrendamientos a corto término, aparcerias o explotaciones directas. Igual puede decirse respecto a Cataluña. En Mallorca, en cambio, parece que contaron decisivarnente 10s arrendamientos a corto término. Garrabou subraya que el sistema de captación del excedente campesino basado en el poder politico y dominio directo de la tierra fue siempre frágil y dependió de la consistencia del marco politico. En este sentido queda bien patente en el libro la trascendencia de la componente política que permite al señor ejercer el dominio sobre el campesinado, elemento coactivo que se mantendri has-

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ta la abolici6n del régimen sefiorial. Las cesiones de tierras en la Lérida estudiada por Vicedo o las usurpaciones de tierras comunales obsemdas por N. Sales en el Rosellón son buenos ejemplos de la rentabilizaci6n de la condición de sefior jurisdiccional. La confiictividad de la relación señores-campesinosfue constante (motines, resistencias a las capbrevaciones, disputas sobre el uso de 10s bosques...). Por otra parte, se pone en evidencia la necesidad de revisar el concepto de enfiteusis, juzgada tradicionalmente como institución netamente favorable a 10s campesinos poseedores del dominio útil. Muchas veces 10s contratos enfitéuticos comportaron obligaciones muy gravosas aparte de 10s clkicos censos fijos en especie o en dinero. De hecho, a juicio de Garrabou, la enfiteusis fue ei mecanismo m h rentable para explotar la fuerza de trabajo y a la vez la manera m h eficaz de valorizar tierras de baja calidad e introducir cambios en 10s cultivos. 2) La historia del regimen español. El debate sobre la transición del feudalismo al capitalisno no s610 se ha planteado tradicionalmente la naturaleza del régimen sefiorial en el momento de su extinción -ifeudalismo residual o plenamente vigente?- sino que ha intentado aclarar las vias de salida del régimen feudal y las razones últimas del relevo del modo de producción feudal por el capitalismo. Los ponentes de este libro aportan lúcidas ideas a esta problemitica. El frnal del régimen sefiorial en Cataluiia y Valencia, por el hecho de que la mayor parte de 10s ingresos señoriales procedian de sefiorios jurisdiccionales, no devino en la propiedad latifundista de otros ámbitos, como ocurrió, en cambio, en Mallorca. El proceso que conduce a esta desembocadura es muy complejo. La diferenciaci6n campesina -insistimos- ha de ser siempre tenida en cuenta. La consolidaci6n de un grupo de grandes y pequeños propietarios, hábiles capitalizadores del dominio fiti1 de la tierra (en zonas como el Bages de Ferrer Albs o la Girona de R. Congost) se produce, al m i m o tiempo que el estancamiento de campesinos incapaces de superar su condición y victimas propiciatorias del régimen sefiorial. El crecimiento económico en la agricultura permitirá la incursi6n en el dominio útil de la tierra de clases sociales no campesinas (comerciantes, artesanos...). En Valencia el proceso de inversi6n en campos de tierras incluso ilega a superar la tradicional costumbre inversora en censales. Muchas mis ideas sugerentes se plantem en este libro, libro que viene a ser un expresivo testimonio de la madurez de la joven historiografia agrarista de 10s Paises Catalanes que hoy encabezan Ramon Garrabou y Eva Serra. Pocos libros, en definitiva, tan útiles como éste para desentrañar la variedad de situaciones, la riqueza de matices, la complejidad del regimen señorial en el largo proceso de la transici6n del feudalismo al capitalismo en el ámbito catalán.

INDUSTRIALIZACI6NANTES DE LA INDUSTRIALIZACI~N Peter Kriedte. Hans Medi&. Jiirgen Schlumbohm. Ed. Critica, Barcelona 1986. Casi tres aiios después de que F. Mendels presentara en 1969 su después famosa tesis sobre la economia flamenca del XVIII, Charles Tilly publicaba una reseña en el Joumal Economic History donde se destacaba la importante aportación que suponía un nuevo concepto, central en aquella tesis: la " p r o t o i n d u s t ~ c i 6 n " . Es curioso observar como un térrnino que posteriormente ha hecho furor,tardó varios años en ser considerado en 10s circulos de la historia económica. Pero la realidad, ahora, es que desde la publicación de Mendels en la misma revista de su articulo "Protoindustrialization: the first phase of the industrialization process" (1972), hasta su definitiva puesta de largo en el VI11 Congreso de Historia Económica celebrado en Budapest en 1982, y con posterioridad a esta fecha, el concepto se ha ido nutriendo de investigaciones empiricas y de reflexiones teóricas de diverso valor. Seria bueno recordar la originaria definición que proponía Mendels de la protoindustrialización: "una expansión de las actividades manufactureras, fundamentalmente en las zonas rurales cuando la abrumadora mayoría de la fierza de trabajo se componia de campesinos, propietarios o jornaleros que se dedicaban a ella además de a sus tareas agrícolas". La definición nos pone sobreaviso acerca de uno de 10s rasgos que caracterizan el desarrollo de la problemitica en cuestión: la existencia de un cierto grado de confusión a la hora de precisar el contenido del término. Fue precisarnente en aquel articulo, donde Mendels procuró ajustar mejor el concepto que formul6 en su tesis, introduciendo un criteri0 que pretendia aclarar la diferencia con respecto al de "industria nua1 tradicional". En lineas generales, se entiende por protoindustrialización el rápido proceso de crecimiento de esta industria rural concentrada en una determinada región y empleando mano de obra campesina en la producción de manufacturas, para con posterioridad ser vendidas éstas en un mercado situado fuera de la propia región. Una actividad que, por otra parte, requeria estar profundamente unida a una agricultura comercializada. Lo decisivo, como ya nos sugeria el titulo del citado articulo, era que la protoindustrializaci6n correspondia a la primera y necesaria fase (aunque no s610 por ella suficiente) para la aparición del proceso industrializador modern0 que se desarrollaria en buena parte del XVIII en Inglaterra y en el XIX en la Europa continental. Una de las aportaciones mis enriquecedoras sobre este tema, es el libro de Hans Medick, Peter Kriedte y Jürgen Schlumbohm (en adelante MKS) titulado Industrialisierung vor der Industrialisierung (1977) que, traducido posteriormente al inglés en 1981, ha visto ahora la luz en lengua castellana con el titulo Industrialización antes de la Industrialización.

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El libro, con una importante Introducción en la que no s610 se define de forma escueta 10 que 10s autores entienden por protoindustrialización, sino que ademis se realizan algunas aclaraciones muy útiles sobre el contenido y la forma de exposición del trabajo, est6 dividido en dos partes. Una primera y la mis extensa, corresponde al material elaborado por MKS, constando de seis capitulos; y la segunda con dos articules, uno de F. Mendels y otro de H. Kish, sime para ilustrar con material empirico muy concreto (Flandes, Silesia y Renania) las lineas de 10 expuesto a un nivel fundamentalmente mis teórico en la primera parte. Sin duda son de enorme valor y de una desbordante riqueza las notas, enfocadas dada su gran extensión también como material empirico de la investigación. Por último, un epílogo a la edición española que merece una especial atención por tratarse de una reflexión, diez años después de la primera edición del libro, respecto a cuestiones transcendentales del mismo. El modelo protoindustrial expuesto por estos tres profesores demanes se encuadra en el marco de sus planteamientos teóricos en la Órbita del pensamiento marxista mis innovador, conjugado no pocas veces con aportaciones de otros ámbitos. El objetivo Último es elaborar un modelo que pueda responder a múltiples interrogantes acerca de la problemática del crecimiento económico; asi como construir el edifici0 interpretativa que pueda dar razón del complejo proceso de tramici6n del feudalismo al capitalismo, y con especial atención al proceso que culminaria en la moderna industrialización. En esta dirección el debate viene de lejos en 10 referido al planteamiento del problema de la industria y las cuestiones de crecimiento económico relacionado con ella. Hay que recordar la polémica alrededor del conocido pasaje del voliunen I11 de El Capital de Marx en el que se apuntaban las dos vias para el establecimiento de relaciones de producción capitalistas en las manufacturas: la llamada 'Ma revolucionaria" donde la formación de capital se daba en la esfera de la producción, y la via de la "expansi6n del capital sobre una base de producci6n precapitalista". Dobb, Sweezy y Takahashi propusieron diversas interpretaciones a ese texto, adscribiendo de diferente manera la manufactura concentrada, el trabajo domiciliario y la industria domestica a una de las dos vias. De la aportación de Takahashi habria que destacar su idea de que ambas vias no pueden ser consideradas como soluciones separadas, porque corresponden a una caracterización histórica de dos fases distintas en 10s origenes del capitalismo. En este sentido, MKS recogen desde sus plantearnientos algunas de las orientaciones mis sugestivas del debate de la transición. Subrayaria una en especial, recordando la necesidad que planteaba G. Procacci de que "el problema de la relación entre campo y ciudad, usí como la forma histórica de la relación entre producción y comercio" debía ser resuelto de forma "orgánica". O dicho en otras palabras y en un sentido mas amplio, la necesidad de un enfoque que sea capaz de analizar 10s origenes del capitalismo de una forma "mas estrechamente integrada en la investigación de la disolución de la sociedad feudal" (G. Bois). Unos orígenes que deben buscarse en una primera fase de disolución del feudalismo que originó una división del trabajo entre la ciudad y el campo, asi como generado el "capital mercantil", elementos ambos que funcionaron dentro del sistema feudal desde una posición de "exterioridad interna" en la ya famosa expresión de Merrington que con gran frecuencia es subrayada por 10s autores.

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Cuestiones como la de la racionaüzación de la agricultura, la formación de un primer mercado de trabajo a partir de la progresiva diferenciación social en el campesinado, la aparición de las primeras manufacturas que pudieron originar unas relaciones de producción diferentes a las tradicionales del sistema feudal y el desarrollo del sistema capitalista mundial, conforman un marco inicial adecuado y son elementos precisos para abordar ese deseado anáíisis integrado que pennita establecer la "simbiosis heterogénea existente entre sociedad feudal-campesina y capital mercantil". Es evidente que en esta dirección un estudio sobre la denominada industria rural se nos presente desde las páginas del libro de MKS como de vital importancia y, como ellos mismos nos recuerdan en el epíiogo a la edición espaiiola, la protoindustrialización puede ser una contribución que perrnita superar la vieja polémica entre factores internos y externos. En ese marco que seíialábamos lineas mis arriba, quedarian establecidas las precondiciones para la aparición y desarrolio de la protoindustrialización. El crecimiento de la poblaci6n y el proceso de acumulaci6n ("reverso del proceso de desacurnulacion" en el campo, en el que jugó un destacado papel desencadenante el Estado Absoluto con la imposición de la "renta feudal centralizada" que comprometia la reproducción de la economia campesina) posibilitaron la polarización de la poblaci6n rural, procurando la aparici6n de un nfimero importante de campesinos con pocas tierras o sin ellas. Situados al límite de subsistencia se vieron obligados a ejercer la autoexplotaci6n (producción y reproducción por debajo de 10s costes de mano de obra) combinando el trabajo en el campo con su entrada en las filas de la protoindustria. La economia familiar campesino-artesana10 que buscaba era la preSe~aci6nde su propia subsistencia y, por 10 tanto, su interés no se centraba en un "cálculo de aumento de productividad", sino en el aumento de sus "ingresos totales". Cubiertas sus necesidades se retiraban de la producción artesanal mientras conservaban la base agraria. Su separaci6n definitiva de bsta a consecuencia de las razones antes reseñadas, asi como por el progresivo endeudarniento que sufrian como resultado de las condiciones impuestas por una organización capitalista del mercado, colocó a estas familias en una condición de "dependencia de 10s ingresos monetarios, fonándolas a rendir un plustrabajo (no remunerado)" sin que a pesar de ell0 quedara garantizada su subsistencia. Esta situación límite, consecuencia del proceso acurnulativo abierto en las zonas donde se a f m 6 la protoindustrialización, trajo como resultado la ruptura del sistema de equilibri0 demográficoeconómico tradicional para pasar a ser sustituido por uno de "alta presi6n". Este elemento es un punto central en la argumentación de MKS. La unidad familiar carnpesina representada en el hogar como unidad autónoma ("Ganzes Haus"), para asegurar su reproducci6n exigia un mayor ingreso, posible a partir de procurar más mano de obra familiar. Los medios: un matrimoni0 mis temprano y un mayor número de hijos. Ello tuvo consecuencias directas. Primero, que asi se aseguraba la protoindustria una elástica oferta de fuerza de trabajo: segundo, actuaba directamente sobre la demanda ampliándola. La famGia sufri6, pues, importantes cambios en su estructura interna, en la distribución de funciones y en las relaciones de parentesco, alterándose tambibn su funci6n en el'sistema socioeconómico general. Hay que sefialar que en el desarrollo de 10 que MKS denominan "modelo funcional de la economia f&' la in-

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fluencia y utilización de 10s trabajos de Chajanov se hace bien patente a 10 largo de toda su exposición. En última instancia, 10 que piensan MKS es que este modo de población afianzado ya en el siglo XVIII que procuró la protoindustrialización, constituyó una base fundamental para el posterior desarrollo fabril y convirtiéndose en dominante con la industrialización capitalista. Refdéndonos a otro aspecto, aunque ligado con la problemática de la poblaci6n, el capitulo dedicado a la economia familiar protoindustrial es, a mi modo de ver, uno de 10s mis sugestivos del libro. En él se integra con gran acierto el análisis antropológico con el histórico. En concreto, la combinaci6n sin duda fructífera del término "ganzes Haus" y el de "moral economy" elaborado por E.P. Thompson,nos permite descubrir cómo las personas integradas en la protoindustria defendieron su vida sociocultural frente al nuevo sistema de producción. La irnportancia de la reproducción de ésta actividad sociocultural -caracterizada por la sociabilidad popular, el consumo y el Zujo ostentoso una vez asegurada la mera subsistencia- supone en su objetivo final la defensa de ese "nivel de subsistencia y , por tanto, la existencia misma de su 'culturaplebeya": El factor económico, dado que era necesario que la familia invirtiera parte de sus ingresos para posibilitar esa reproducción, es 10 que hace de "la economia domestica familiar el eje central de la cultura plebeya': La fiesta, el tiempo libre -progresivamente enfrentado con las nuevas formas de protoindustria que en su transformación en industria fabril sujetaria definitivamente al trabajador a un horari0 fijo-, 10s rituales vinculados a ese ocio, la sensualidad como instrumento de percepci6n y expresión, la imitación e inversión de valores de la "vida pfiblica burguesa", la propia sexualidad, etc., constituian esa cultura que a su vez era expresada en la "vida ptiblica plebeya". Volviendo sobre nuestros pasos cuando antes hablábamos de las condiciones impuestas por una organización capitalista del mercado, hay que indicar que ello fue consecuencia del control ejercido por parte del capital comercial. Cuando un comerciante se hacía propietari0 de parte, o incluso del total de 10s medios de producción (sobre todo el suministro de materias prirnas), penetraba, por tanto, el capital en la esfera de la producción. En este sistema de producci6n de trabajo a domicilio ('Verlags-system") el pequeño productor trabajaba por encargo del comerciante ("Verleger") que controlaba el producto. Las relaciones de producción auedaban alteradas con respecto a la manufactura doméstica tradicional. Para que funcionara el sistema protoindustrial fue necesario llevar a cabo la extemalización de 10s costos de trabajo (momento central en la tesis de MKS) que el capital comercial procuró cargar sobre las espaldas del sector agrari0 al arrogarse tan s610 una parte limitada de 10s costos de reproducción del trabajo. Asi pues, el productor mantenia por su parte el control del proceso de trabajo, por 10 que puede decirse -como nos recuerdan 10s autores citando a Marxque aunque el capital mercantil "de cara a la producción se comportaba como 'condición objetiva'", la eliminación de la separación existente entre la esfera de la circulación y la de la producción, no supuso que ésta dejara de ser, con la entrada en ella del comerciante, "un momento del de circulación': En esta situación el producto de la manufactura doméstica que poseia un valor de uso, pas6 a tener dentro del sistema del 'Verlagssystem" un valor de cambio, aun cuando la economia doméstica estaba orientada hacia el valor de uso.

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El desarrollo de este "sistema de producci6n" s610 fue posible en lallamada segunda fase de disolución del feudalismo. En ella se produjeron cambios tan estratégicos como la inversión de la división entre ciudad y campo, el dominio de la pequeña producción campesina y el pago de la renta feudal en especie o metálico, que en definitiva era una consecuencia de un hecho decisivo: la retirada de 10s señores del proceso de producción, "condición previu esencial para la penetración de oficios manufacturados en el campo". Aunque expuesto en lineas muy generales, este repaso de 10s elementos básicos del complejo desarrollo histórico que hizo posible la protoindustria, y algunas de sus caracteristicas mis concretas, tal vez pueda permitir encuadrar mejor el sentido de 10 que MKS definen por protoindustrialización: "el desarrollo de aquellas regiones rurales en las que la mayoria d e la población vivia completamente, o en gran parte, de la producción manufacturera masiva dirigida a 10s mercados interregionales o internacionales". La defmición nos plantea muy directamente dos cuestiones decisivas en el concepto. Implícitamente, la necesidad de una especialización agraria, y explicitamente la región como marco de referencia, y el mercado y por extensión el problema de la importancia que pudo tener el sistema capitalista mundial. En la medida en que 10s pequeños productores manufactureros fueron perdiendo sus bases agricolas, se gener6 una creciente demanda de alimentos y de materias primas para las manufacturas. Una comercialización de la agricultura que daba salida a la mayor especialización agraria de regiones próximas a las que estaban en plena ascensión de la producción manufacturera. "La especialización de una región [que] tenia como condición la especialización de otra" fue decisiva para el incremento de la productividad de la agricultura. No hay que olvidar que el excedente agrario tuvo una importancia estratégica en todo este proceso. Su comercialización, el propio proceso de protoindustrialización y el crecimiento de las grandes ciudades situó a un creciente número de personas en una relación de dependencia para con el mercado (interregional e intemacional). Por tanto, como es obvio, ampliación también en la demanda, condición ésta indispensable para que la producción manufacturera pudiera ampliarse. Podria decirse, incluso, que el afianzamiento del sistema mundial contribuyó a la aparición de regiones rurales industrializadas tan importantes como las que podemos localizar en amplias zonas de Inglaterra, Holanda y Alemania. Pero, habria que preguntarse a partir de la tesis defendida en el libro, cómo surgió el modo de producción fabril. Recapitulemos con brevedad algunos de 10s elementos determinantes desarrollados por MKS. En primer lugar, hay que recordar que la existencia de una acumulación de capital comercial es condición necesaria, aunque no suficiente de la industrialización capitalista. Un capital comercial que en gran medida corresponde a un amplio capital circulante y, por tanto, con una muy limitada aparición de capital fijo, situación Bsta que progresivamente se ira invirtiendo. En segundo lugar, si a la crisis del XVII (en la que la presión fiscal del Estado empujaba hacia la desacurnulación en el sector agrario) se enfrentó el sistema protoindustrial con un mayor traslado al campo de la manufactura ante el alza de salarios, con una producción masiva que procurara costos unitarios decrecientes y una maximización de beneficios a través del incremento de la producción para hacer frente al descens0 de precios y con la expansión del mercado colonial, en el XVIII una respuesta similar agudizó podero-

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samente las contradicciones que podian percibirse en el interior del sistema. La no intervención de 10s mecanismos de control preventivo demográfico al haber roto la protoindustria el tradicional sistema demo-económico; el consiguiente aumento de la presión de la demanda en 10s diversos mercados -sobre todo el interior-; la tendencia a reducir la producción por parte de la economia doméstica cuando la coyuntura era favorable y estaban asegurados 10s niveles de subsistencia con menos trabajo; las cada vez mayores distancias entre 10s diferentes puntos de trabajo domiciliaria que controlaba la empresa, encarecia 10s costos marginales por unidad de producto, impidiendo su control por el empresari0 y aumentando 10s costos de distribucibn, fueron todos ellos elementos que forzaron a dar el paso decisivo hacia la concentración del proceso productivo en una fábrica, con la consiguiente inversión en capital fijo. La protoindustria habia impulsado la acumulación de capital, procurado una capacitación empresarial y fortalecido las conexiones comerciales, haciendo posible la mecanización. Un elemento destacable de la exposición de MKS es la especial atención que se presta a la cuestión de la existencia de un grupo social que se apropie del excedente y que articule y dirija el proceso de concentración de 10s productores dispersos, cuestión de crucial importancia para entender la dinámica de las diversas industria~rurales europeas. Esta profunda transformación implicaba que la acumulación de capital no fuera desviada a la esfera de la circulación, sino que acabara como capital productivo. La esfera de la circulación pasaba de esta forma a un segundo plano frente a la de la producción. La tesis de MKS, por 10 expuesto hasta aquí en apretado e incompleta resumen, dada la imposibilidad de concentrar en unas pocas páginas la gran riqueza y también complejidad del libro, pudiera dar la sensación de que por tener en principio un alto grado de coherencia teórica interna, disuelve definitivamente muchos de 10s problemas hasta ahora planteados en tomo a este tema. Pero esto no es asi. Persisten problemas, que según 10s criticos del concepto de protoindustrialización, dejan al descubierto importantes deficiencias o incluso demuestran la nulidad de esta teoria para abordar la cuestión de la aparición de la industria capitalista. En primer lugar habria que recordar que 10s propios autores en la Introducci6n nos advertim de un elemento de importante discrepancia entre ellos: la consideración o no de la protoindustrialización como un "sistema". Para Medick y Kriedte, la utilización del concepto de sistema es necesaria "para poder analizar el fenómeno de la protoindustrialización como un conjunt0 'asincrónico' de interrelaciones socioeconómicas características de todo periodo de transfomación'~Este punto de vista estima que la protoindustrialización tuvo como "componentes estructurales" las dos vias de las que hablaba Marx, "partes distintas de un mismo proceso histórico". Sin embargo, para Schlurnbohm, la protoindustria no forma parte ni de la sociedad feudal ni del capitalismo. Esta posición es mis flexible dado que se reconocen diferentes tipos de protoindustrialización, no un Único modelo sino varios, que "pudieron coexistiry no necesariamente sucederse" y que a la postre suponen diversas fases históricas, consideradas como proceso en el que las relaciones de producción capitalistas fueron apareciendo lentamente entre la "multiplicidad de relaciones de producción surgidas en el marco de la protoindustrialización". Su formación es para este autor un 'yactor de im-

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portancia estrategica para la irrupción de la revolución industrial': En el epílogo a la edición española, parece darse una aproximación en las posturas de 10s dos prirneros autores hacia las defendidas por Schlurnbohm. A partir de 10s resultados de las investigaciones empiricas realizadas en 10s Últimos afios, se reconoce la necesidad de no ceñirse únicamente a un s610 tip0 de protoindustrialización. Reconocimiento que se convierte en autocrítica al considerar la debilidad de la base empírica de su modelo en algunos aspectos esenciales, como es el caso de la demografia. Pero elio encierra una cuestión m h de fondo: esas investigaciones con la variabilidad de resultados obtenidos nos muestran, en no pocos casos, la irnposibilidad de aplicar la protoindustrialización como instrumento explicativo general, restandole mucho o todo de su capacidad predictiva -intenci6n a la que ya aspiraba la originaria propuesta mendeliana-, e impidiendo hablar de un modelo, o tal vez mis, de un sistema. El problema se complica cuando no s610 se atiende a 10s tdrminos del por qu6 y el c6mo de la aparición o no de un proceso protoindustrializador; 10s obstáculos son a h mas graves cuando hay que responder al por qué de 10 que 10s autores llarnan un proceso de desindustrializaci6n. Muchas de las criticas a este trabajo han ido dirigidas hacia este aspecto, tratado en el Último capitulo. El problema de la tesis de la protoindustrialización, tal como 10 ha señalado J. Torras, es que ésta es un instrument6 útil si 10 entendemos como un proceso con unas características determinadas que nos sirve para "integrara las industrias rurales tradicionales en el proceso que condujo a la industria fabril", pero que "no debe ser entendida en el sentido de los estadios por los que atraviesa una economia antes de la revolución industrial". Por ello, es posible que sea mis correcto hablar de la industria antes de la fábrica. Casos particulares de industrialización como el catalán no parecen adecuarse al modelo protoindustrial, según el cud un proceso de este tip0 tendria un efecto estimulante sobre la agricultura impulsando la transformación de las relaciones agrarias de producción. Pero si es más comprensible si se abordan cuestiones tales como el desarrollo de una agricultura especializada y comercializada (vitícola), que pudo repercutir en el desarrollo protoindustrial, o el aumento de la demanda y la articulación de un mercado interior, temas estos de prioritario interés en la actualidad en el ámbito de la historia económica. Podria decirse, y sin que eiio signifique un demérito a este libro, sin duda una de las mis originales e importantes aportaciones a la problematica marxista de la transición del feudalismo al capitalisme, que la que nos parece excesiva proliferación de trabajos que han pretendido aplicar como modelo absolutarnente generalizable la protoindustrialización a ámbitos muy diversos, parece ser resultado de una peligrosa "alegria" en la utilización de conceptos, en un campo como el de las ciencias sociales, donde la precisi6n terminológica es especialmente importante. Tal vez la sucesi6n indiscriminada de modelos corresponda a una "moda de la sustitución" cuando el Último en haber sido aplicado no da respuesta satisfactoris a las preguntas que planteamos al caso particular estudiado.

Fco. JAVIER BURGOS R.

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