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1 Masaje H.-U. Nepper
1.1 Desarrollo histórico del masaje Si hay que describir el tratamiento con masajes desde el punto de vista histórico, llegamos a la conclusión evidente de que esta forma de tratamiento puede ser considerada como la “más antigua medicina”. Es seguro que desde los tiempos prehistóricos el ser humano ya puso en práctica técnicas de masaje con fines curativos, para lo cual pudo haber heredado el modelo de respuesta de sus antepasados en el periodo de transición animal-hombre (Hentschel, 1986). En su tratado Geschichte und Kritik der Massage und Heilgymnastik (Historia y crítica del masaje y de la gimnasia curativa) Kirchberg (1926) escribe: “Así como todo ser humano frota o presiona de manera instintiva una parte de su cuerpo inflamada o golpeada y, por ello, dolorida, e intenta de esta manera con ayuda de una tensión reducir el dolor causado, de la misma manera también habría sido aplicado como medicina este remedio instintivo a lo largo de todas las épocas. Y allí donde, a partir del arte curativo obtenido de manera empírica, se ha desarrollado una ciencia médica que se ocupa de teorizar, también se ha elaborado de forma natural y se ha adaptado teóricamente esta medicina, el masaje”. El tratamiento con masajes en su forma original era una manipulación sencilla e inespecífica para aliviar las molestias y dolores subsiguientes a un traumatismo, para activar la función gastrointestinal, para la recuperación en las pérdidas del conocimiento o para la regeneración acelerada tras tensiones físicas, en las que el componente psicológico y psicosomático de este masaje natural desempeñaba un papel fundamental. Los hombres de medicina intentaban expulsar demonios y espíritus del cuerpo atormentado por el dolor y el sufrimiento ayudándose de “tratamientos” mágicos de exorcismo. En muchas ocasiones estos rituales de masaje se ampliaban introduciendo diferentes “sortilegios” o hechizos de origen vegetal o animal; los cantos rituales y los conjuros completaban estos procedimientos.
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Figura 1.1 Roce superficial de la región torácica dorsal en dirección a las cavidades axilares (circulación linfática).
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Figura 1.2 Roce más profundo entre las cabezas del músculo gastrocnemio desde el tendón de Aquiles hasta el cóndilo del fémur.
el sentido de la circulación de retorno de cada zona (cavidad axilar o ganglios linfáticos inguinales). La presión del tratamiento es muy suave, indolora. Los roces de gran superficie se realizan al inicio del masaje como toma de contacto y primer diagnóstico. Se usarán también como forma de compensación y distribución después de técnicas agresivas de masaje. En caso de encontrar acumulación de líquidos, estos roces de depleción tienen un efecto drenante.
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Figuras 1.6 a y b a Amasamiento a dos manos del músculo cuádriceps en la zona de conversión de tendón a músculo. b Fase final del amasamiento en el nacimiento del músculo cuádriceps y del músculo sartorio.
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Figura 1.7 Amasamiento con las puntas de los dedos del músculo trapecio.
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Occipital
M. esplenio de la cabeza M. trapecio
M. supraspinoso M. infraspinoso M. redondo mayor M. tríceps braquial Epicóndilo lateral del húmero Epicóndilo medial del húmero M. extensor largo de los dedos M. extensor largo del pulgar Cintilla iliotibial
M. aductor mayor
M. romboides M. dorsal ancho M. iliocostal lumbar M. glúteo medio M. glúteo mayor M. bíceps femoral, cabeza corta M. semimembranoso M. semitendinoso M. bíceps femoral, cabeza larga M. plantar
M. sóleo
M. gastrocnemio Cabeza lateral Cabeza medial
M. peroneo corto
● Músculos superficiales ■ Músculos más profundos ▲ Otros puntos gatillo
Figura 1.17 a Puntos gatillo (de Thom)
M. temporal M. masetero M. esternocleidomastoideo M. trapecio
M. escaleno medio M. escaleno anterior
M. deltoides M. pectoral mayor M. oblicuo externo del abdomen M. braquiorradial M. pronador redondo M. abductor largo del pulgar M. extensor corto del pulgar M. tensor de la fascia lata M. cuádriceps femoral M. vasto lateral M. vasto medial
M. bíceps braquial Cabeza corta Cabeza larga M. oblicuo interno del abdomen M. braquial M. braquiorradial M. recto del abdomen M. flexor radial del carpo M. palmar largo M. flexor cubital del carpo M. abductor corto del pulgar M. aductor del pulgar M. pectíneo M. aductor largo M. sartorio M. grácil (recto interno) Pes anserinus (pata de ganso)
M. tibial anterior
M. sóleo M. extensor largo del dedo gordo M. abductor del dedo gordo M. extensor corto del dedo gordo
M. extensor corto de los dedos ● Músculos superficiales ■ Músculos más profundos ▲ Otros puntos gatillo
Figura 1.17 b
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Figura 1.23 Técnica de estiramiento de la piel lateral en sentido diagonal a la cicatriz (de Thomsen).
Figura 1.24 Técnica de levantamiento de la cicatriz (de Thomsen).
Figura 1.25 Masaje de cicatriz interna (de Thomsen).
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Figura 1.29 a Representación esquemática de las zonas de tejido conjuntivo. Zona del brazo
Zona arterial de la pierna
Zona de la cabeza
Zona genital mayor
Figura 1.29 b Esquema de las zonas de tejido conjuntivo visibles.
Zona del corazónestómago
Zona del intestino delgado Zona de obstrucción
Zona del hígado-vesícula biliar Zona genital menor Zona venolinfática Zona de la vejiga
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Longitud del cuello Nuca Región escapular Diafragma Perímetro de la parte superior del brazo Longitud de la parte superior del brazo Longitud de la mano Anchura de la mano Longitud del antebrazo Bronquios Corazón Anillo torácico superior Vasos pulmonares Mama (pecho) Esófago Cardias (boca del estómago) Estómago Píloro Anillo torácico inferior Pared abdominal
Intestino delgado Cavidad abdominal Hígado y vesícula biliar Colon (intestino grueso) Parte del útero formada por los ovarios y las trompas de Falopio Ancho de la pelvis
Longitud del muslo Longitud de la pantorrilla Ancho de la pantorrilla Ancho del pie
Figura 1.32 Conexiones segmentarias de los principales órganos y partes del cuerpo a la columna vertebral: en la zona del cuello (C1-C8), en la zona del tórax (T1-T12), en la zona lumbar (L1-L5) y en la zona sacra (S1-S2) (de Scheidt).
2 Tratamiento de fisioterapia en grupo E. Braun*
2.1 Introducción En la práctica diaria del trabajo fisioterapéutico, el tratamiento de grupos juega un papel importante. Sin embargo es difícil facilitar normas generales para el tratamiento de grupos. Mientras que para la mayoría de las especialidades fisioterapéuticas el objetivo es en primer lugar el restablecimiento corporal (es decir, funcional) del paciente, que se va alcanzando a través de métodos y técnicas específicas de tratamiento, el tratamiento en grupos tiene además la meta de interesarse y promover su vida emocional y social. Para ello se exigen al fisioterapeuta los correspondientes conocimientos y la experiencia psicológica y sociológica, con el fin de que los aplique por medio de una fuerte ligazón con la situación. Por eso no se puede describir a corto término, como en otros campos, una técnica general, sino que se intenta idear un concepto del tratamiento de grupos en la fisioterapia. Para ello primero se señalan y comparan las diferencias y las similitudes entre los tratamientos individuales y los colectivos.
2.1.1 Características del tratamiento individual La prescripción de una “terapia individualizada” significa en el caso ideal que el paciente es atendido por un fisioterapeuta durante un largo espacio de tiempo. Dicho fisioterapeuta hace el diagnóstico, fija el plan del tratamiento, lo aplica al paciente, examina cada cierto tiempo el resultado del tratamiento con el diagnóstico y acaba el tratamiento en un determinado tiempo. Mediante este sistema se origina una relación entre dos individuos que, aun cuando está limitada en el tiempo, da lugar a la formación de un intenso sistema de comunicación. Se establecen expectativas y exigencias recíprocas. * Agradezco a la Dra. H. Schewe la cuidadosa revisión de mi manuscrito.
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3 Higiene B. Nussbaum
3.1 Introducción Para la disciplina de la fisioterapia, la higiene en los hospitales adquiere cada vez más importancia, pues las diferentes áreas de trabajo incluyen tanto a pacientes con inmunosupresión como a pacientes recientemente operados o que sufren infecciones de las vías urinarias de heridas o pulmonares, y enfermedades infectocontagiosas. El conocimiento de las vías de infección, las medidas de desinfección y las medidas especiales de higiene hospitalaria es, por lo tanto, indispensable para proteger a los pacientes de infecciones adquiridas en los hospitales. Por ello se debe presentar un manual de higiene para el área clínica de la fisioterapia. La higiene del hospital pertenece a la medicina profiláctica o preventiva. Las áreas preventiva, curativa y rehabilitadora son los tres pilares de la medicina. Los éxitos de la medicina preventiva son siempre más difíciles de reconocer que los éxitos de la medicina curativa y de rehabilitación, y, por ello, la motivación y el compromiso para adoptar las medidas preventivas de la higiene hospitalaria son, por lo general, menores. Además hay innumerables investigaciones que demuestran que las medidas de higiene hospitalaria representan, en el marco de los programas de seguridad de calidad, un factor decisivo en la prevención de las infecciones y con ello, al mismo tiempo, contribuyen al creciente ahorro de costes del hospital/sanidad pública. ■ Objetivo. El objetivo de la higiene hospitalaria es el de proteger al paciente de una infección nosocomial (adquirida en el hospital) y el de prevenir al personal de infecciones relacionadas con su trabajo.
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4 Primeros auxilios M. Kleylein
4.1 Control de las funciones vitales Las situaciones que se refieren en este capítulo se limitan exclusivamente a casos de emergencia en los que exista peligro de muerte. En cada caso de emergencia, descubrir los síntomas, así como los trastornos y las limitaciones de las funciones vitales, debe ser una cuestión primordial (figura 4.1). El control de las funciones vitales es lo primero que se realiza en cada maniobra para intentar salvar una vida. El conocimiento de las informaciones sobre la respiración, sobre el estado de conciencia y sobre la circulación (es decir, sobre la función cardiocirculatoria) ofrece una explicación sobre el estado de emergencia en el que se encuentra el paciente (tabla 4.1).
4.2 Trastorno de las funciones vitales El trastorno de las funciones vitales y del estado de conciencia se muestra con los siguientes síntomas: – – –
trastornos de la respiración, estadios de los trastornos de la conciencia, trastornos de la función cardiocirculatoria.
Conciencia
Respiración
Caso de emergencia
Función cardiocirculatoria
Figura 4.1 Esquema para la comprobación de las funciones vitales en caso de emergencia.
Figura 4.7 Estiramiento del cuello para llevar a cabo la respiración.
Figura 4.8 Punto de presión para llevar a cabo el masaje cardíaco externo. Punto de presión
–
–
Compresión: se hará aproximadamente a 6-8 cm verticalmente con los pulpejos colocados uno sobre el otro en dirección a la columna vertebral (figura 4.9). Frecuencia de presión: aproximadamente 60 compresiones por minuto.
■ Téngase en cuenta. Toda reanimación debe comenzar con 3 a 5 respiraciones.
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el reanimador lleva a cabo, con una única espiración suya, 3 o 4 fases de respiración de auxilio, las vértebras cervicales del niño se mantienen en posición neutra-0 (posición media).
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Figuras 4.10 a – c Reanimación cardiopulmonar. a En lactantes. b En niños pequeños. c En niños.
5 Técnicas de vendaje G. Rompe y R. Schweitzer-Köppern
5.1 Vendaje de heridas En este capítulo no se va a exponer el tratamiento de las heridas, sino sólo su recubrimiento.
5.1.1 Vendajes de heridas asépticas El imperativo más importante es la prevención de una infección. Por lo tanto, la persona que realiza el tratamiento, y a la hora del cambio del vendaje, debe llevar ropas que excluyan cualquier roce con la región dañada. Tras una desinfección higiénica de las manos y para el primer cambio de vendaje, hay que utilizar guantes estériles; si esto no es posible, se recomiendan guantes de protección y la técnica de non-touch. Las heridas de operaciones y las heridas ocasionales recientes, después de la desinfección de la piel, deben ser tapadas con gasas para heridas que sean suaves para la piel. Este tipo de protección de la herida no se deshilacha, es elástico y se ajusta a la superficie corporal. Mediante una impregnación, el recubrimiento, tras haber absorbido la sangre o los exudados, se dobla y se despega de la herida. Con ello se evita una secreción permanente y hace que la herida se seque y se haga costra con ayuda de la entrada de aire. También se evita que se rasguen los bordes de la herida al realizar el cambio del vendaje. Para las heridas ocasionales, se ofrecen vendajes rápidos de esparadrapo permeables al aire, al agua y con un color semejante al de la piel. Para heridas poco secretoras, pero también para las que son difíciles de tapar, dan buen resultado las películas pulverizadas que no aíslan herméticamente (Liquidoplast, Nobecutan).
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Figuras 5.3 a–c Vendaje de un brazo. Se comienza con un giro circular (1), posteriormente se rodea la articulación de la mano con un giro de ocho (2+3) y se concluye con un proceso de espiral (4-17) al antebrazo y al codo.
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Figuras 5.6 a-d Vendaje del muñón en el muslo.
Vendaje de protección del cuello Derivados de los vendajes de algodón Schanz, hoy en día se utilizan vendajes de protección de cuello de tipo solapa con ensambladuras anatómicas que, sobre todo, tienen en consideración la inclinación hacia delante de la cabeza, la inclinación lateral y descargan los músculos de las vértebras cervicales (figura 5.7). Una estabilización más grande precisa el empleo de ortesis.
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Figuras 5.8 a- d Vendaje de Desault. a Primero se fija el brazo al tórax sobre una almohadilla y con un vendaje circular (1). b y c Por medio de un vendaje desde la axila, por encima del hombro y hasta el codo y por el pecho, luego por la espalda (3), de nuevo por el pecho (3), el hombro y el codo de la parte dañada están en posición de reposo. d A continuación se coloca la mano sobre un cabestrillo sujeto al cuello (4).
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Figuras 5.10 a y b Los vendajes elásticos en red se colocan sin arrugas mediante la ayuda de aplicadores y con un ligero giro.
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Figuras 5.11 a-c Vendaje en ocho de guarismo. a Elaboración de un vendaje elástico en red relleno de algodón. b La red rellena de algodón se coloca, en forma de ocho, por las dos axilas y luego por la espalda. c Se anuda encima de una almohadilla. Al principio se debe cambiar diariamente.
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Figuras 5.12 a-c Vendaje de Desault con una red elástica de goma dura (variación del vendaje original de la figura 5.8).
Vendajes fijos Gracias a la utilización de vendajes fijos se consigue, para las disposiciones de vendajes complicados, una considerable mejora en el trabajo (figuras 5.13 a–d y 5.14 a–c).
Figuras 5.13 a–d Vendaje en ocho de guarismo como vendaje fijo.
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Figuras 5.14 a–c Vendaje fijo de Gilchrist.
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Figuras 5.15 a–f Vendaje funcional tape para la articulación tibiotarsiana. El vendaje se coloca en una posición neutra-nula o funcional. Las tiras de anclaje se colocan de un modo proximal y distal. A éstas se pegan las bridas en U (bridas de estribo) (b y c), que después se reforzarán mediante un giro de ocho (d y e). Finalmente el vendaje quedará cerrado con un giro semicircular (f).
6 Lecciones generales sobre medicina B. Rosner y K.Wurster
6.1 Enfermedad y causas de la enfermedad 6.1.1 Enfermedad Una enfermedad supone en primer lugar la vida y está totalmente asociada con todas las formas de vida, por lo que la idea de la salud se corresponde con la absoluta regularidad en el transcurso de la vida. La salud engloba el estado de bienestar pleno, tanto corporal como espiritual y social. Hipócrates (450-377 a.C.) definió la salud como el sentimiento que resulta del enlace armónico del transcurrir de la vida. La enfermedad indica el trastorno de la armonía de estos procesos vitales. La enfermedad posee dinámica y, como tal, está unida a un proceso temporal, que va seguido de un restablecimiento completo, de una larga enfermedad o de la muerte. Para el ser humano, la enfermedad tiene un significado especial, pues supone para él una limitación y una debilidad. No es posible dar una respuesta exacta y basada en hechos científicos a la pregunta “¿qué es enfermedad?”, ya que, por una parte, existen numerosos trastornos externos e internos que afectan muy diversas zonas del cuerpo, y, por otra parte, pueden influir fuertemente impresiones subjetivas y objetivas. Los seres humanos impedidos mentalmente, y los enfermos de cáncer cuya afección se encuentra en sus primeros estadios, poseen, por ello, el sentimiento subjetivo del bienestar, sin embargo, y si se les considera desde el punto de vista objetivo, están enfermos y precisan ayuda. Y a la inversa, el amplio campo de los trastornos psíquicos explica que los seres humanos se sientan subjetivamente enfermos sin que se pueda establecer un diagnóstico médico objetivo. Finalmente, entre la plena salud y la enfermedad total existe una amplia zona gris en cuyo ámbito transcurren variaciones de la norma y patologías sin que se pueda establecer una clara diferencia entre ellas y sin mucha posibilidad de coordinación. Por lo
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