1) PETICIÓN O DESEO 2) COMPROMISO

Sería ridículo que nosotros pretendiéramos ser ejemplo de perdón para Dios. Más bien deberíamos aprender a perdonar, pero Dios no perdona. En Dios los

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2) COMPROMISO 3) VIRTUD
Hasta ahora la atención estaba centrada en Dios y nuestra relación con Él: tu nombre, tu reino, tu voluntad. De ahí que hemos recurrido a las virtudes

CARTA COMPROMISO AL CIUDADANO - 1
CARTA COMPROMISO AL CIUDADANO - 1 2- CARTA COMPROMISO AL CIUDADANO CARTA COMPROMISO AL CIUDADANO - 3 4- CARTA COMPROMISO AL CIUDADANO CARTA CO

CO 2 +H 2 O O 2 +(CH 2 O)
FOTOSINTESIS CO2 + H2O l luz O2 + (CH2O) Plantas Bacterias acte as Algas fotosintéticas FASES DE LA FOTOSÍNTESIS FASE LUMINOSA FASE S OSC OSCU

V O L. 9 ( 1-2 )
V OL. 9 (1-2) 2010 2.4.28.9. Habenaria integripetala Cogn., Bull. Soc. Roy. Bot. Belgique 43: 281.1906; Feddes Spec. Nov. Regni Veg. Beih. 4: 59.190

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Sería ridículo que nosotros pretendiéramos ser ejemplo de perdón para Dios. Más bien deberíamos aprender a perdonar, pero Dios no perdona. En Dios los verbos no se conjugan, porque no tienen tiempos ni modos. “Dios es perdón”. El descubrir que Dios me sigue amando sin merecerlo es la clave de toda relación con Él y con los demás. Si perdonamos es señal de que hemos descubierto y aceptado el perdón (el amor) de Dios. Sentirnos perdonados es ya humanamente necesario para que a la vez nosotros podamos perdonar a los demás; pero es importante en sí mismo, espiritualmente, en nuestra condición de pecadores ante la santidad divina. Pero además del perdón que necesitamos del Padre en cada momento, para el creyente que aspira a una vida eterna, es importante, sobre todo, el perdón definitivo en el momento decisivo del encuentro final con Él, con la seguridad de la misericordia de su parte: “¡Perdónanos nuestras deudas para la Cuenta Final!” …Quedará el problema de la “medida” del perdón, de cómo nos atreveríamos a pronunciarla ante el Padre: ¿”Cómo” nosotros perdonamos a los demás? (¡Con misericordia divina… creo que no!). Esta petición es tan importante que es la única sobre la cual el Señor vuelve y explicita en el Sermón de la Montaña (Mt 6, 14-15; 5, 23-24; Mc 11, 25). Esta exigencia crucial del misterio de la Alianza es imposible para el hombre. Pero “todo es posible para Dios” (Mt 19, 26). 5ª petición: 1) PETICIÓN O DESEO: PERDONA NUESTRAS OFENSAS 2) COMPROMISO: COMO NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN (Jesús lo dice) 3) VIRTUD a cultivar: la HUMILDAD 4) VALOR que conseguimos cuando perdonamos: la FRATERNIDAD En Mateo aparece con el término de deuda. Lucas habla de pecados 1. NUESTRA DEUDA CON DIOS En el Padrenuestro se considera el pecado como una “deuda”, un vacío, una falta de respuesta al don inmenso de Dios. En la tradición bíblica se habla del pecado como rebelión contra Dios, alejamiento de sus caminos, desobediencia a sus mandatos, infidelidad a su Alianza, rechazo de su amor, transgredir sus preceptos. Al implorar la misericordia y el perdón de Dios para nuestras ofensas, ponemos un presupuesto o condición previa: que nosotros perdonamos a nuestros enemigos. En esta petición confesamos nuestra miseria, la misericordia de Dios y nuestro propósito de ser nosotros también misericordiosos.

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Cuando nuestros labios pronuncian estas palabras, nuestro corazón está reconociendo que somos pecadores. Es la expresión y la vivencia del publicano (Lc 18,13). Con los labios estamos pidiendo perdón; en nuestro interior, estamos en camino de vuelta a casa del Padre (Lc 15, 11-32). Estamos en deuda con Dios. El gran pecado de la humanidad es la falta de respuesta a su amor de Padre. Es la omisión. Como en la parábola de los talentos, no hizo nada malo, pero no puso a producir lo recibido (Mt 25, 14). Seremos juzgados no tanto por el mal hecho sino por lo que “han dejado de hacer” con el hambriento, el sediento, el forastero, el desnudo, el enfermo o el encarcelado (Mt 25, 45). Eso sería recibir en vano la gracia de Dios (2 Cor 6, 1). Nuestra petición de perdón solo es posible si reconocemos nuestro pecado, nuestra deuda (1 Jn, 1,8). Quien se considera justo y sin pecado porque no hace mal a nadie, no siente necesidad de perdón ni conoce su verdadera realidad. Vive como el fariseo de la parábola, que se cree santo ante Dios. Solo el que reconoce su pecado grita como el publicano: “Dios mío, ten compasión de mí, que soy pecador (Lc 18, 13)”. Para que haya verdad en nuestros labios, tenemos que sentir y decir que somos pecadores; si pensamos que no tenemos pecados, nos engañamos, no estaría con nosotros la verdad; “Si decimos que no hemos pecado, le hacemos mentiroso y su palabra no está en nosotros” (1ª Juan 1, 8-10) Seguimos orando en plural: perdonamos nuestras ofensas. Estamos entre pecadores y nos sentimos pecadores. El que no se no se siente y se confiesa pecador es incapaz de pedir perdón y de dar u otorgar perdón. Pedimos perdón por los pecados de toda la humanidad. Todos necesitamos perdón. Quien reza el Padrenuestro se ve inmerso en una humanidad que está en deuda con Dios. Así decía Oseas: “Ya no hay fidelidad, ni amor, ni conocimiento de Dios en esta tierra (Os 4,1)”. ¿Dónde podemos poner nuestra salvación? Solo en la misericordia y el perdón de Dios. Esta suplica es un recordatorio del rio de perdón y misericordia que recorre toda la Biblia. El rio desemboca en Jesús, que recibe a los pecadores, come con ellos y derrama su sangre para el perdón de los pecados. 2. PERDONANOS Dios Abbá, nuestro Padre querido, es un Dios de perdón. Compasivo, clemente, paciente, misericordioso, no está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo… porque él conoce nuestra masa, se acuerda de que somos de barro (Sal 103). Como decimos en la Oración al rezar los Dolores: “No ha venido a llamar a los justos, sino a los pecadores (Mc 2, 17)”. Es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Jn 1, 29). Y su sangre es “derramada para el perdón de los pecados (Mt 26, 28). Jesús ofrece el perdón de Dios como un regalo gratuito e ilimitado. Dios perdona sin límites, a los pecadores que hacen penitencia y también a los publicanos, prostitutas, también a gentiles y paganos. Su perdón es pura gracia. Esto es lo que escandaliza a los fariseos. Responde Jesús con las parábolas de la misericordia: la parábola del hijo pródigo, parábola de la oveja perdida que tanto cita nuestro Padre Fundador como COOPERADORES AMIGONIANOS ESPAÑA ---

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núcleo de nuestra misión: vosotros mis amados hijos, habéis de ir en pos de la oveja descarriada hasta traerla al aprisco del Buen Pastor, la parábola de la dracma perdida (Lc 15, 1-32). Ese es el Padre de la misericordia. “Penitencia y oración. Ved aquí, amados hijos, las dos alas con que nos hemos de remontar hasta el trono de la misericordia de Dios, para implorar el perdón de nuestros pecados y de los del mundo con la seguridad de conseguirlo”1.

3. COMO TAMBIEN NOSOTROS PERDONAMOS El perdón de Dios aparece vinculado al perdón que nosotros concedemos a los hermanos. Es claro que Jesús ha advertido que para recibir el perdón de Dios se requiere que nosotros perdonemos a los hermanos. Así lo expresa al hablar de la oración: “Cuando oréis, perdonad si tenéis algo contra alguien, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas (Mc 11, 25)”. “No juzguéis, y Dios no os juzgará; no condenéis, y Dios no os condenará; perdonad, y Dios os perdonará (Lc 6, 37)”. Hay una bienaventuranza que se refiere a lo mismo: “Dichosos los misericordiosos, porque Dios tendrá misericordia de ellos (Mt 5, 7)”. (Ved el anexo sobre la oración y bienaventuranzas del final) Es la única petición donde el mismo Jesús coloca el COMPROMISO (Mt 6, 14-15), bien sabe lo difícil que es perdonar. Perdonar es un oficio divino, de santos. Por eso dirá el P. Luis Amigó que para ser santo hay que tragar mucha saliva, y nuestra experiencia nos dice que para perdonar, muchas veces hace falta tragar saliva. Lo mismo se dice de la ofrenda: “Si en el momento de llevar tu ofrenda al altar recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelve y presenta tu ofrenda (Mt 5, 23-24)”. Así mismo lo refleja el P. Luis Amigó: “En señal de humildad, antes de recibir al Señor, se pedirán mutuamente perdón por las faltas de caridad que hubiesen podido cometer y malos ejemplos que hubiesen dado”2 Es el perdón de Dios el que suscita en nosotros la capacidad de perdonar y de reproducir hacia los hermanos la misma actitud que el Padre tiene con nosotros. Así lo entendían los primeros cristianos en sus exhortaciones: “Sed bondadosos y compasivos los unos con los otros y perdonaos mutuamente como Dios os perdonó en Cristo (Ef 4, 32). “Del mismo modo que el Señor os perdonó, perdonaos también vosotros (Col 3, 13)”. No es nuestro perdón el modelo para que Dios nos perdone ni la condición para ese perdón sino que es gratuito e inmerecido pero necesario para crecer en el amor. 4. EL SENTIDO DE NUESTRA PETICIÓN DE PERDÓN Si tomamos la enseñanza de la parábola del siervo sin entrañas (Mt 18, 23-35). Aquel siervo es perdonado por su señor, sin merecerlo, de una suma incalculable (diez mil talentos). Pero su corazón se cierra a la compasión con un compañero que encuentra que le debe una cantidad mínima (cien denarios) y no lo perdona. “Siervo malvado, yo te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste, ¿no debías haber tenido 1 2

OCLA, 656. OCLA, 2340

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compasión de tu compañero, como la tuve yo de ti? (Mt 18, 32-33). El perdón queda entonces anulado. La parábola concluye de forma clara: “Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si no perdonáis de corazón cada uno a su hermano (Mt 18, 35)”. Dice Pagola: “Necesitamos tu perdón y tu misericordia. Estamos en deuda contigo: no respondemos a tu amor de Padre, no entramos en tu reino. Que tu perdón transforme nuestro corazón y nos haga vivir perdonándonos mutuamente. No queremos alimentar en nosotros resentimientos ni deseos de venganza”. “Somos débiles y estamos expuestos a peligros y crisis que pueden arruinar nuestra vida. Danos tu fuerza. Nos nos dejes caer en la tentación de rechazar tu reino y tu justicia”3. “El ayuno y la abstinencia son las mortificaciones que la Iglesia nos impone en la Cuaresma para impetrar el perdón de los pecados que, como dice el Señor, no se consigue sino por la penitencia (cf Lc 13, 5)”4 5. VIRTUD DE LA HUMILDAD “Por conservarse en la humildad, fundamento de toda virtud, recibirán con más alegría los oficios despreciados”5. El que reza el Padrenuestro lo hace consciente de que Dios le ha ofrecido ya en Cristo gratuitamente su perdón total. Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios sino que se rebajó hasta someterse a una muerte y muerte de cruz. Esa humildad hasta la muerte provoca la eliminación del pecado por puro amor. Solo se puede acoger el perdón de Dios abriéndonos en humildad a ese amor perdonador y viviendo esa actitud. Quien acepta el perdón de Dios se transforma y vive perdonando. Por el contrario, quien guarda rencor y sigue pidiendo cuentas a los demás, es que no se ha transformado y no ha acogido el perdón de Dios. Nuestra oración no puede ser hipócrita. Hay que perdonar y también aprender a pedir perdón. Pronzato así nos lo dice: “Tengo siempre la impresión de que soy el acreedor. Aprenderé a perdonar cuando adquiera la capacidad (coraje, más humildad) de hacerme perdonar. Si no sé pedir perdón, lo más normal es que cuando conceda el perdón esté despreciando y humillando al hermano. Invita éste, a otorgar el perdón, no sólo en la cancelación de grandes deudas millonarias, sino en el perdón de calderilla”.

6. EL VALOR DE LA FRATERNIDAD Decía nuestro P. Fundador que “Francisco les inculcó la paz y caridad fraterna, que deben ejercitar con todos, como la principal de todas las virtudes y por lo que, decía el Señor, habíamos de ser reconocidos por discípulos suyos”6 No podemos ser inhumanos y resistirnos a perdonar precisamente cuando estamos invocando para nosotros la misericordia de Dios. No es de hermanos fraternos que 3

PAGOLA, J.A. y ALEXANDRE, D. Fijos los ojos en Jesús, p 169 OCLA, 611 5 OCLA, 2294 6 OCLA, 1015 4

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pidamos misericordia para uno mismo y rechazar el perdón para los demás. Si no perdonamos es señal de que nuestro corazón permanece cerrado al amor y, en esa medida, cerrado a recibir el perdón de Dios. Nuestro perdón no precede al perdón de Dios, sino a nuestra petición de perdón. Nuestro perdón no es una condición para que Dios nos perdone, sino para que nuestra petición sea sincera. Si podemos decir “como nosotros perdonamos…” es porque hemos recibido ya el perdón de Dios. Esto nos permite vivir en actitud práctica de perdón, renunciando a toda venganza, perdonando incansablemente “hasta setenta veces siete… Mt 18, 22”; amando incluso a los enemigos y rogando por los que nos persiguen para “poder ser hijos de nuestro Padre del cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos Mt 5, 45”.

1) VEO, VEO… palabras que empiezan por F de Fraternidad. (Cantos fraternos) 2) Características franciscanas de nuestro grupo que ya cultivamos o debemos cultivar. 3) Compromiso: ejercicio de perdón interior y, si es posible, exterior de alguna ofensa.

ANEXO SOBRE LA ORACION Y LAS BIENAVENTURANZAS Una Oración Judía Los contemporáneos de Jesús oraban con una oración que los judíos conservan hasta el día de hoy. La oración de llamaba "Kadish". El Kadish es una oración particularmente solemne que tiene una relación evidente con el Padre Nuestro. Se dice en arameo, que era la lengua hablada en la época talmúdica. De esa manera aún las personas menos instruidas podían entender su significado. El Kadish... es una doxología, una alabanza a Dios. Es la expresión de la fe en la grandeza del Todopoderoso y una petición de redención y salvación final. Kadish (Sanctus en latín) significa Santo. Esta Oración es una de las más antiguas de la liturgia judía y se remonta a la época del segundo Templo. Este es el texto: Exaltado y santificado sea el gran Nombre (de Dios) en el mundo que El ha creado según su voluntad. Establezca su reino en nuestra vida y en nuestros días y en la vida de toda la casa de Israel pronto y en tiempo cercano; y dígase: Amén. Sea su gran Nombre bendito para siempre y a través de toda la eternidad. Bendito y alabado y glorificado y enaltecido y elevado y embellecido y ensalzado y loado sea su Nombre sagrado. Bendito sea por encima de todas las bendiciones e himnos, alabanzas y consolaciones, que se pronuncian en el mundo; y dígase: Amén.

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"Haya una gran paz en los cielos y vida para nosotros, y para todo Israel y dígase: Amén. "Él que establece la paz, en las alturas celestiales, establecerá su misericordia, la paz para nosotros y para todo Israel; y dígase: Amén" Esto apunta a una primera constatación, de consecuencias no secundarias para la oración de los cristianos. Si es cierto que Jesús ora en consonancia con las categorías culturales de su época, eso quiere decir que también nosotros tenemos que hacer lo propio. Nuestra oración tiene que asumir las coordenadas de la cultura contemporánea de cada uno de nuestros pueblos. El modo de rezar de Jesús es "modelo" de nuestra oración, por lo tanto: 1.- Así como Jesús rezó en consonancia, como respuesta y propuesta a sus coordenadas culturales, así también nuestra oración debe saber asumir, potencias y liberar las formas culturales con las cuales nuestros contemporáneos se dirigen a Dios. 2.- Hay elementos en la oración que Jesús hace y enseña que corresponden a la psicología, a la cultura, a la época propias del hombre individuo Jesús y que nosotros no tenemos obligación de "imitar". No es necesario ir al templo de Jerusalén, subir a un monte, rezar en arameo... En el tema de la oración, como en tantos otros, se trata de seguimiento y discipulado, no de imitación. 3.- Tanto en la praxis como en la enseñanza de Jesús acerca de la oración aparecen algunas notas distintivas de la oración de alguien que quiere ser su discípulo. A título de ejemplo:  la oración debe de estar enmarcada dentro de una alianza que compromete toda la vida del Hombre en comunión con Dios, pobreza, mansedumbre, trabajo por la paz, perdón, magnanimidad... todo el "Sermón del Monte"  oración sin muchas palabras, en secreto, perseverante, especial en momentos especiales de la vida... 4.- San Francisco es presentado por sus biógrafos como maestro de oración para sus discípulos, y encontramos en sus escritos materiales muy preciosos sobre su forma de orar y su doctrina acerca de la oración. Es especialmente significativa la libertad y creatividad con la cual ora la Sagrada Escritura. Su glosa del Padre Nuestro motiva este trabajo, que pretende ayudar a la creatividad de los hermanos y hermanas de Francisco de Asís. El Padre Nuestro es la oración propia de un nuevo estar en el mundo. Tiene que ser entendido y rezado dentro del "nuevo proyecto" de Dios. Integra un nuevo culto que supone una nueva forma de orar, dentro de una nueva alianza. El padrenuestro forma parte de una nueva ley, tiene como trasfondo una nueva moral, una nueva forma de relacionarse con un "nuevo" Dios. Pero llega la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y los que adoran, deben adorar en espíritu y verdad.

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Un ejemplo, sin detenernos en su análisis, nos lo ofrece la estructura de las Bienaventuranzas, prácticamente idéntica a la del Padrenuestro. Vemos que la expresión "reino de los cielos" pone en paralelo a la primera y la última, quedando luego a distribuir en una estructura concéntrica las seis restantes.

Estructura de Mat 5, 3-10. Bienaventuranzas

C B A

Mt 5:6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Mt 5: 5 Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados

Mt 5: 4 Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.

Mt 5:3 "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos

A’ B’ C’

Mt 5:10 Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Mt 5: 9 Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios Mt 5. 8 Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Mt 5: 7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia

Si hacemos correr circularmente las peticiones del Padre Nuestro, aparece una estructura concéntrica muy clara y análoga a la de las Bienaventuranzas. Vemos que la del pan cotidiano corresponde a la invocación preliminar, distribuyéndose luego las seis restantes en una estructura concéntrica muy semejante a la de las bienaventuranzas. En las paradojas vividas por S. Pablo, que se corresponden con las paradojas de las Bienaventuranzas, se manifiesta lo mismo que Juan había expresado de otro modo al describir la cruz del Señor como “elevación”, como entronización en las alturas de Dios. Juan reúne en una palabra “cruz y resurrección”, “cruz y elevación”; pues para él lo uno es inseparable de lo otro. La cruz es el acto del “éxodo”, el acto del amor que se toma en serio y llega “hasta el extremo” (Jn 13,1), y por ello es el lugar de la gloria, del auténtico contacto y unión con Dios, que es Amor (1ª Jn 4,7-16). Así, esta visión de Juan condensa y nos hace comprensible lo que significan las paradojas del Sermón de la Montaña y el Padrenuestro. Estas observaciones sobre Pablo y Juan nos hacen ver que: “las Bienaventuranzas expresan lo que significa ser discípulo”. Éstos se hacen más concretos y reales cuanto más se entregan los discípulos a su misión. Las Bienaventuranzas son como una velada biografía interior de Jesús, un retrato de su figura. Él, que no tiene donde reclinar su cabeza (Mt 8,20), es auténtico pobre. Es constructor de paz, aquel que sufre por amor a Dios. en las Bienaventuranzas se manifiesta el misterio de Cristo y nos llaman a entrar en comunión con Él. (Benedicto XVI).

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PERDONA NUESTRA OFENSAS, COMO TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN7 Es preciso aprender a convivir ayudándonos recíprocamente, viviendo cada uno su propia autenticidad y respetando la del otro. Jesús sabe que nuestra vida está asediada, que es frágil, que se desarrolla en un contexto de ignorancia, y necesita continuamente ser rescatada, defendida de esa situación. Donde el evangelista Lucas utiliza “pecados”, Mateo dice “deudas”. El concepto de pecado se refiere a la ley, en cambio, la deuda indica una relación con alguien. Tenemos deudas que no podemos pagar porque hemos roto una relación de amor y no estamos en condiciones de restituirla con nuestras fuerzas si no se nos vuelve a dar gratuitamente. Si nos ponemos frente a lo que el Señor ha hecho por nosotros, al amor con el que nos ha abrazado desde la eternidad, nos ha seguido, nos ha querido, nos ha apoyado, entonces nuestra deuda ni siquiera es calculable, ni pagable, si él mismo no realiza aún un gesto gratuito y nos la perdona. “Como también nosotros…” Es la única petición en la que Jesús pone una condición y nos implica en el asunto. Es una petición bastante comprometedora porque nos compromete al perdón gratuito, un gesto que es grande y difícil. Actitudes que sugieren estas palabras: la certeza de ser perdonados. Por ello se nos invita a poner paz en nuestro corazón. Una segunda actitud: esfuerzo para cancelar todo rencor. Tercera: entrar en la misericordia del Padre.

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Card. CARLO MARÍA MARTINI, “No nos perdamos en palabras, Ejercicios espirituales con el Padrenuestro.

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