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1. Picabia Francis Picabia “La Sainte Vierge.” 391, nº12,1920. “La Sainte Vierge II.”, 1920. “De Jesucristo Rastacuero. “ 391, nº13, 1920. “Nuestra Señora de la Pintura. “ 391, nº12, 1920. Poemas de 391. “Casita.” “Inferencia.” “Asceta.” “Ella.” “Ayer.” “Esperma Chimenea.” “1ºP.S.” 391, 1917-1920.

“La Fosa de los ángeles.”, 1929 ORBES, nº2, 1920. V.V.

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“La Santa Virgen”. Francis Picabia

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“La Santa Virgen II”. Francis Picabia

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EXTRACTO DE "JESUCRISTO RASTACUERO" EL DESCUBRIMIENTO MÁS HERMOSO DEL HOMBRE ES EL BICARBONATO SÓDICO. NO HAY DESCONOCIDOS EXCEPTO PARA MÍ. ESTAMOS EN UN TUBO DIGESTIVO. AGUA DE COLONIA VERTEBRAL. DIOS ERA JUDÍO. LOS CATÓLICOS LE ENGAÑARON. HAY BASTANTES MENOS COSAS SOBRE LA TIERRA DE LO QUE NOS HA HECHO CREER NUESTRA FILOSOFÍA. SPINOZA ES EL ÚNICO QUE NO HA LEIDO A SPINOZA. EL SÁTIRO TIENE RABO DE RATÓN. NUESTRA CABEZA TIENE DOS NECESIDADES COMO EL VIENTRE. EL PUDOR SE OCULTA DETRÁS DE NUESTRA SEXO. Francis Picabia

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NUESTRA SEÑORA DE LA PINTURA El incensario de la misa mayor del lunes, humea en la catedral semi-circular; la arquitectura espiritual, magnífica belleza, se alinea, sabia de cemento armado de amianto o de yesca. El Cristo se baña en cobalto bajo las bóvedas con nervaduras de oro, los ángeles son las cometas místicas. Esta catedral está impregnada del recuerdo de las formas destinadas, y también de los colores magníficos. Todo resplandece, centellea para permitir que las vírgenes rocen la calle Madame. Sobre una mesa, sobre una silla, sobre un velador, sobre una cama, sobre una playa, sobre un tejado, sobre un sillón, sobre los retretes, el alma inmortal hace una pintura, una literatura, una música, que se parece a una mesilla de noche. Francis Picabia P.S. TODAS LAS MAÑANAS ME PONGO MIS BOTINES

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POEMAS DE 391 CASITA Obligación de una necesidad de deberes iguales en la intimidad cristianizante. Prodigioso instinto en la intimidad. Nervios cada día más histéricos. Entrar ahí deprisa y como una presa de perfección víctima de su talento. Existencia inmoral de ciertos cerebros mártires. Manera de envejecer más sutil y de mejor gusto al rechazar a la Iglesia en gran parte en la relación sexual. La casita es una jaula donde ella no puede volar. Fascinada hoy permanece en libertad. Cacao.

INFERENCIA Vivir a partir de ahora en tu último móvil Inimaginable extraño mundo Decocción de extravagancias Pequeña curiosidad fácil de organizar Auditorio mucho más que fácil Mezquindades y locas No tengo la cruz Pequeña burguesas dotadas Cuyo pensamiento divaga Creo que oigo Qué saldrá de todo esto Mezquinas barreras de la nacionalidad De innumerables silbidos.

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ASCETA Por encima de una embrujada de forma comprensible y meridional como un animal. Las lenguas de juego femenino con una audacia virtuosa y astuta quebrantan la peligrosa música Así lo exige la pasión de aguzar la interpretación sobre el corazón satisfecho de saltitos. Acaso hay que empezar por su envoltura cándida a causa de los pliegues de cosas vagas Dios Salvador auricular la doctrina ideal de voluntad una vez más hoy no es más que un objetivo. Estoy cansado bajo el escalofrío enorme semejante a un amigo abogado en el peligro de la felicidad.

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ELLA Enganchadas a la misma barra El aire de las montañas procura dejar libre la vida Esta máxima está pintada Sobre el líquido de Nazaret Donde nuestro pie se mete Como un mapa a través del agua. Veo los huesos atados a la bóveda De tu funda agrandada. Somos las voces mojadas Y el sueño espejo Sobre los biombos de la caja De tu follaje cascada Haragana las axilas del mundo.

AYER Ignorancia perpetua de un corazón de ópera extraordinario. La elección en mi dibujo me ha servido de padre algo borracho. Ya no miente el otro se ha escapado después de nuestra boda. Tabarras de embobados naturalmente era para reír por lo que ella cojeaba. Acaso me has visto alguna vez tan bello en un sillón semejante a todas las lindas mujeres. Por qué lo ha hecho ella no entiendo nada. Ella hizo sobre mí la señal de la cruz con su pequeña charca dando saltitos. Delirio de la cítara yo soy quien me la he puesto. Esta corona inalterada de mi pequeña oca. 80

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ESPERMA CHIMENEA La pierna de cordero bajo el látigo de las duchas en la porquería perdona detrás del telón en un convento de mujeres. El cuerpo de las lociones simbólicas de oro hace una cruz sobre sus nalgas. Jesús rey de la astronomía el corazón en relieve sobre su pecho como un rubí monte de piedad come una sanguina. Curas fenómenos desierto de las lujurias vuestra clientela rica se pone botínes humanos. Mi pene con la forma de mi corazón sobre los almohadones. Mimar qué enfermedad pero volveréis pronto, ¿verdad? Un hombre desnudo nunca es pobre sobre todo si ha perdido cortesmente el sueño. Hay que saltar querida mía y violar a tu hijo el onanismo es una teoría de los gestos que crispa la cornamusa. Juana de Arco botella de tinta. Tengo ganas de hacerle rabiar lector no mucho. Nunca he visto mujeres bajo una cama que puedan alzar las piernas entre los senos. Os lo suplico dejadme quiero haceros doblar los riñones lectoras terribles mujeres de gancho a quienes voy a azotar los sentidos. Soplo bajo las mantas apago el gato que me envuelve la mano realmente no sé por qué estas escenas parecen andrajos Os beso la boca al vomitar La muerte debe ser algo exquisito Soy largo.

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1er P.S. La humedad de las lamparillas borra al niño Jesús Un cáliz vestido de rojo no tiene aspecto. Una morena gorda en la escuela de medicina cogió la cola de un albino muy aburrida por este cara a cola volvió a examinar la calle

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LA FOSA DE LOS ÁNGELES Para muchos hombres, el juego de la oca representa la vida. Me horroriza la gente que habla de lo bello, del bien, que habla del genio o la fidelidad, gente que habla de todo, la gente que habla... La «conversación» es una de las cosas que ya no puedo soportar, incluso de lejos y sin verme obligado a mezclarme en ella. Por eso no puedo contar a Dios entre mis relaciones, ha hecho que se hablara demasiado de él; se ha convertido en un personaje imbécil, enemigo inveterado de la vida. Dios representa para mí el punto muerto en medio de la evolución. El movimiento circular de las evoluciones sube y baja, creando la energía, energía que sólo puede tocarnos si llega a transformar la moralidad en supuesta inmoralidad. Todos los seres, cada vez más, se me aparecen como frascos vacíos adornados con magníficas etiquetas decorativas. La sociedad se las ingenia para agruparlos como una estantería de farmacia, inofensiva pero poco atractiva. ¡Inofensiva como el agua de Vichy embotellada, esa agua que, bebida en la fuente, en demasiada cantidad, puede ser mortal! Los seres controlados, autorizados por la Sociedad, son aguas embotelladas, han perdido su radio... También podríamos asimilarlos a conservas... Si habéis cometido el error de probarlo os animo a hacer el tratamiento del dedo-en-la-boca, ¡vomitad! (No hay nada más agradable que vomitar; si se convirtiera en un vicio a todo el mundo le gustaría vomitar como nos gusta beber). Y en lo sucesivo no volváis a comer verduras, que tienen tantas vitaminas. ¡He aprendido que a Dios lo había cocido el fuego del Espíritu Santo! No me acuséis de cobardía, objetándome que Dios no puede contestarme en el próximo número; me responde todos los días en forma de jueces, patria, familia; en forma de idiotizaciones cotidianas, en forma de todo lo que deforma la vida. La vida, para un artista, debería consistir en trabajar para sí mismo sin preocuparse de los resultados de su obra con relación a los marchantes, los críticos, los aficionados, sino sólo en la alegría que esta obra puede darle: curiosidad maravillo-

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sa de sí mismo, introspección luminosa, nunca completamente satisfecha, cada día renovada; más excitante, más virilizante que todas las ojeadas a los trajes de baños de las bellas mujeres de la playa. ¡Esa es la trigésimotercera postura que quedaba por encontrar! En todas las épocas el arte ha sido egoísta, no me habléis del cuento de un arte comunista o socialista; el verdadero artista, ser excepcional jorobado por el oficialismo, sólo puede estar solo y esta soledad es un mundo magnífico distinto a ese otro mundo poblado por una multitud de idiotas, La catedral de las fortunas gigantes es tan imbécil como la que se erige a la miseria. El gentío de Saint-Tropez, disfrazado de cowboys, obreros, fontaneros, mujerzuelas y marinos, es tan estúpido como el que se apiña en los bares de moda, que por otro lado sólo trabaja para aquél. ¡Qué aburrimiento, qué tristeza ese maquillaje de la vida y del placer de vivir! Los entendidos lo han estropeado todo; en cuanto tocan algo fresco con sus manos grasientas el polen se queda pegado; ¡mirad lo que han hecho de los cantos gitanos, la música negra, los dibujos de niños y locos! Eran animales salvajes a los que enjaularon, que han perdido su color a la espera de que se les corte en trocitos y se les transforme en billetes de banco. ¡Ah, esas gentes avanzadas que tienen gusto... gusto como la carne manida! Ellos han creado esa raza de falsos artistas, tristes camaleones cuya lengua seca ya ni siquiera puede atrapar las moscas que necesitan para vivir. Existe, al parecer, un público de verdad, ¡un gran público! Quizá se oculta tras el muro donde está el escrito: «el público no entra aquí», quizó sólo se manifiesta cuando nadie tiene derecho a levantar los ojos para mirar, como algunas divinidades en los templos hindúes. ¡Mirad en vosotros mismos, sed vuestro propio público y vuestro propio Dios, alimentaos de vuestra propia sustancia y callaos para escucharme!

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