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Concertada con la Escuela de Seguridad Pública de Andalucía (Orden 12 de diciembre de 1996 – BOJA nº 5, 11/01/1997) ARTÍCULO: "Espumas. Criterios de

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Concertada con la Escuela de Seguridad Pública de Andalucía (Orden 12 de diciembre de 1996 – BOJA nº 5, 11/01/1997)

ARTÍCULO: "Espumas. Criterios de aplicación y novedades." La investigación en el campo de la extinción incendios, ha dado lugar a un gran número de espumógenos, cada vez más eficaces y al mismo tiempo, de una relativa complejidad de uso. El objeto del presente artículo es establecer los criterios de aplicación de las espumas, aclarando ciertos aspectos en los que suelen existir dudas, y dar a conocer algunos de los avances que en esta materia se están produciendo. En primer lugar trataremos someramente sobre los distintos espumógenos que existen en el mercado, después se tratará sobre los equipos y la aplicación práctica durante la extinción, finalizando con alguna de las novedades que están apareciendo en la actualidad. Espumógenos Un espumógeno es en realidad una mezcla de productos que se añaden al agua para modificar su tensión superficial y para que, mezclado con aire, se formen burbujas, consiguiéndose dos efectos distintos, por un lado la flotabilidad sobre el combustible, al reducir la densidad respecto a los combustibles y por otro, la modificación de la tensión superficial del agua de dos formas distintas y, digamos, "opuestas": óleofóbica y óleo-fílica. Con la forma óleo-fóbica, se consigue una repulsión con cualquier líquido apolar (Inmiscible con el agua), como son casi todos los combustibles derivados del petróleo, evitando que la espuma contenga restos de combustibles. Con la forma óleo-fílica, se consigue una afinidad con los productos de descomposición pirolítica de sustancias orgánicas, sirviendo éstos, a modo de camino por el que el agua que contiene la espuma se introduce por capilaridad ( Se comporta como un humectante) en el lugar donde se están formando estos productos, y a la vez, la espuma se adhiere a las superficies previamente enfriadas, actuando como barrera contra el calor, evitando que continúe la pirólisis Esta diferenciación tan drástica, da lugar a dos tipos distintos de espumógenos. La formulación óleo-fóbica da lugar a los espumógenos de clase B, es decir aptos para la extinción de combustibles líquidos, fundamentalmente hidrocarburos derivados del petróleo. La formulación óleo-fílica, da lugar a espumógenos de clase A, aptos para la Avda. Santiago Ramón y Cajal nº 105, 29014 - MÁLAGA – Tfnos: 952653250 – 952253905 – Fax: 952650552 (Nº Registro de Entidad Local 01290672 – Apartado de Correos 29071) – C.I.F. P2906700F Correo electrónico: [email protected] - Página Web: www.ayto-malaga.es

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extinción de combustibles sólidos, éstos son relativamente modernos, el primero fue obtenido en 1983. En realidad se utilizan formulaciones complejas que permiten a los espumógeno de clase A ser utilizados también para extinción de combustibles líquidos y a la vez a los espumógeno de clase B, ser resistentes a los líquidos polares. Por esto, al hablar de tipos de espumógenos, deberíamos de hablar realmente de los distintos aditivos, entre los que podemos destacar: • • • • •

Aditivos proteínicos, obtenidos en base a proteínas hidrolizadas de origen orgánico. Aditivos fluorados, obtenidos en base a tensoactivos fluorados. Aditivos AFFF, o formadores de película acuosa, obtenidos en base a surfactantes fluorados. Aditivos AR, o resistentes a alcoholes, obtenidos en base a polímeros hidrosolubles. Aditivos detergentes, obtenidos en base a tensoactivos hidrocarbonatados.

Estos tipos de aditivos han sido el resultado de investigaciones tendentes a mejorar las características de los primeros espumógenos proteínicos. Así, con la adición de aditivos fluorados a los proteínicos se ganó en la resistencia térmica de la espuma, estabilidad del concentrado en el almacenamiento y fluidez de la espuma. Posteriormente aparecieron los AFFF, con lo que se consiguió aumentar la capacidad extintora de la espuma. Con los AR se consigue solucionar parcialmente, el efecto de degradación que los líquidos polares ejercen sobre las espumas, y por último con los detergentes se ha conseguido aumentar los índices de expansión y los efectos humectantes para los espumógenos de clase A. Para un servicio de extinción, lo ideal sería disponer de un espumógeno que cubriera todos los campos de aplicación de las espumas de una forma eficaz y totalmente polivalente, pero esto no es posible. En la industria, o en cualquier otra actividad donde sea necesario el disponer de espumógeno, lo más lógico sería disponer de uno específico al riesgo a cubrir, pero para los servicios de bomberos, la diversidad de situaciones en las que puede ser necesario el uso de espumas, obliga a tener varios tipos: Un espumógeno polivalente, de tipo flúor-proteínico, AFFF-AR, sería el más ventajoso para la mayoría de las intervenciones en extinción, reuniendo las ventajas de alta resistencia térmica, estabilidad en almacenamiento, formación de película acuosa y formación de película polimérica ante la presencia de líquidos polares. Un espumógeno sintético de alta expansión, se hace necesario para el sellado de derrames, y para la evacuación de gases en espacios confinados. Un espumógeno de clase A completaría la gama de productos necesarios para cubrir Avda. Santiago Ramón y Cajal nº 105, 29014 - MÁLAGA – Tfnos: 952653250 – 952253905 – Fax: 952650552 (Nº Registro de Entidad Local 01290672 – Apartado de Correos 29071) – C.I.F. P2906700F Correo electrónico: [email protected] - Página Web: www.ayto-malaga.es

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todos los campos en los que la espuma tiene aplicación. El problema de tener varios espumógenos, radica principalmente en los siguientes aspectos: • • • •

Elección del agente espumante. Elección del equipo de aplicación. Elección de la forma de aplicación. Elección del agente espumante

Respecto a la elección del agente espumante, queda establecido prácticamente con lo expuesto en el apartado anterior. Sin embargo, conviene analizar con más detenimiento este asunto. Si el combustible es de clase A, la elección no tiene duda, pues tendríamos que utilizar este espumógeno, específico, y como veremos más adelante, será necesario el uso de equipos especiales. Como alternativa, podría dar un buen resultado, el uso de espumógeno sintético de alta expansión, a modo de humectante, sin la adición de aire y por lo tanto sin la formación de espuma, para el caso de fuegos en escombros, basuras, etc. Si el combustible es de clase B, tendremos que distinguir, si nos encontramos ante un derrame estático, o un derrame dinámico, en este último caso, tanto la espuma de baja expansión, como la película acuosa, como la capa polimérica el caso de líquidos polares, se comportan como una gota de aceite cuando cae a un río, la superficie irregular que adquiere el derrame, rompe la película, la espuma de baja expansión o la capa polimérica, haciendo muy complicada la extinción o el sellado del derrame. En este caso deberemos recurrir a aumentar el índice de expansión de la espuma, utilizando media expansión y apoyarnos (si podemos) en obstáculos transversales a la circulación del combustible, para "sujetar" la espuma sobre el derrame y que la corriente no arrastre la espuma, o aumentar la tasa de aplicación, aumentando el caudal de espuma aplicado. Si el derrame no está ardiendo y pretendemos controlar los vapores combustibles, recurriremos al espumógeno sintético de media expansión (si no es un líquido polar), por un criterio simplemente económico, pues es más barato que cualquier AFFF. Elección del equipo de aplicación. Toda sustancia al arder, proporciona calor (calor de combustión), que es distinto en cada sustancia. Parte de este calor, calienta los materiales que rodean a la sustancia que arde y se convierten en fuentes de calor radiado. Tanto el calor radiado como el calor de combustión, producen el cambio de estado de parte del agua que contiene la espuma de extinción, por lo que una cierta cantidad de espuma se destruye antes de depositarse sobre la superficie del liquido ardiendo.

Avda. Santiago Ramón y Cajal nº 105, 29014 - MÁLAGA – Tfnos: 952653250 – 952253905 – Fax: 952650552 (Nº Registro de Entidad Local 01290672 – Apartado de Correos 29071) – C.I.F. P2906700F Correo electrónico: [email protected] - Página Web: www.ayto-malaga.es

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De lo anterior se deducen dos cosas: A) Si por cualquier circunstancia se requieren varios equipos de espuma trabajando simultáneamente sobre el mismo fuego, se deberá intentar siempre que se pueda, que la espuma vertida por cada equipo, confluyan en el mismo lugar, a fin de minimizar la cantidad de espuma destruida por el calor. B) La cantidad de espuma necesaria para lograr la extinción, depende del calor generado por el incendio, y éste de la cantidad de sustancia ardiendo, y tratándose de líquidos, de la superficie en llamas. A la mínima cantidad de espuma necesaria para lograr la extinción de una determinada sustancia se le denomina "tasa de aplicación" y viene expresada en litros de mezcla espumante por minuto y por metro cuadrado de superficie ardiendo. Cada combustible tiene su tasa de aplicación específica y por ello, para lograr su extinción deberíamos conocerla, pero para un servicio de extinción esto no sería práctico, por lo que debemos suponer una tasa de aplicación teórica y calcular la superficie de llamas que es capaz, nuestro equipo, de apagar. Así, para un proporcionador de 200 l / min y suponiendo una tasa de aplicación de 6 l / min.m2, la superficie en llamas que podríamos apagar sería: S = 200 / 6 = 3,33 m2, aproximando a la baja 30 m2 Por extensión, un equipo de 400 l / min es capaz de apagar un fuego de 60 m2 y un equipo de 800 l / min es capaz de apagar un fuego de 120 m2. Una vez elegido el proporcionador adecuado al tamaño de fuego, tendremos que seleccionar las lanzas adecuadas y comprobar que disponemos de suficiente espumógeno para lograr la extinción.

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Para calcular la cantidad de espumógeno necesario debemos suponer una aplicación mínima durante 15 min. (Según normas NFPA) y tener en cuenta la tasa de mezcla recomendada por el fabricante (que en ningún caso debemos variar). Así, para un equipo de 200 l / min, con un espumógeno dosificado al 6%, durante 15 min, aplicaríamos 3.000 l de mezcla espumante, de la que el 6% sería espumógeno, es decir, 180 l. Esto no quiere decir que con menos cantidad de espumógeno no se consiga la extinción, puesto que se ha elegido una tasa de aplicación alta, pero si es importante tenerlo en cuenta, sobre todo con incendios de gran tamaño, pues la cantidad de calor generado afecta mucho a la espuma aplicada y la reserva de espumógeno se convierte en crítica, no debiéndose comenzar la aplicación de espuma en tanto no se disponga de todo el espumógeno necesario. Respecto a la elección de las lanzas, tendremos que tener en cuenta, que la resistencia de la espuma a cualquier agente externo está en función inversa al tamaño de las burbujas, es decir, mientras más pequeña sea la burbuja más resistente será la espuma, y además, mientras mayor sea el tamaño de la burbuja, menor densidad tendrá la espuma, por ello, las espumas de alta expansión, con índice superior a 1:30, quedan a merced de vientos con velocidad superior a 2 m/s y por lo tanto el propio tiro del incendio junto a las altas temperaturas generadas hacen prácticamente imposible la extinción por inundación total, de hecho, la experiencia demuestra que el empleo de lanzas de penetración con pulverización tridimensional suele dar mejor resultado que el uso de generadores de espuma de alta expansión, en la extinción de incendios, quedando relegados estos aparatos para evacuar gases contaminantes de grandes espacios. Como ya se indicó anteriormente, las lanzas de media expansión, deben emplearse en la extinción de derrames dinámicos, en la evacuación de gases confinados en espacios, relativamente pequeños, como alcantarillado etc., y en el control de todos los derrames (estáticos y dinámicos) que no estén incendiados. El uso de aditivos AFFF, permite el uso de lanzas tradicionales en la aplicación de la espuma, pero no debemos olvidar, que la película acuosa debe estar siempre apoyada por una capa de espuma, por lo que deberemos aplicar la mezcla espumante de forma indirecta, haciéndola incidir sobre un obstáculo para que las turbulencias creadas permitan la mezcla con aire creándose la mínima capa de espuma necesaria. Las únicas ventajas que se consiguen de esta forma son un poco más de alcance y disponer en punta de lanza de la opción de cortina para protección. Estas pueden ser sustituidas aplicando mayor presión en la manguera y usando trajes de aproximación al fuego. Elección de la forma de aplicación Todas las técnicas de aplicación de la espuma tratan en síntesis de evitar al máximo que la espuma se sumerja en el líquido (excepto las espumas preparadas específicamente para ser inyectadas), pues la presión hidrostática contribuirá a la destrucción de la espuma. Avda. Santiago Ramón y Cajal nº 105, 29014 - MÁLAGA – Tfnos: 952653250 – 952253905 – Fax: 952650552 (Nº Registro de Entidad Local 01290672 – Apartado de Correos 29071) – C.I.F. P2906700F Correo electrónico: [email protected] - Página Web: www.ayto-malaga.es

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Entre los métodos de aplicación, podemos destacar los siguientes: •





Método de elevación, usado cuando la superficie del líquido sobre el que se desea aplicar la espuma, queda por encima de la vista del bombero que aplica la espuma. Consiste en inclinar la lanza de forma que la espuma incida sobre la superficie del líquido con un ángulo lo más "tumbado" posible y dejar que la capa de espuma fluya por la superficie hasta cubrirla completamente, sin mover la lanza. Método de rebote, usado siempre ante la presencia de líquidos polares (miscibles con el agua) y cuando tengamos derrames contenidos. Consiste en hacer rebotar la espuma contra el borde del depósito o algún obstáculo colocado expresamente, para que la espuma pierda energía en el choque y se deposite suavemente sobre la superficie del líquido. Método del "rodillo", usado cuando queda vista la superficie del líquido y ante derrames no contenidos. Consiste en hacer "rodar" la capa de espuma usando la energía del chorro de espuma, avanzando éste conforme progrese la capa de espuma.

Novedades Recientemente (Sicur 2.000) ha aparecido en el mercado un dosificador electrónico continuo, que incorpora una bomba autoaspirante de membrana, especialmente diseñado para acoplar a las autobombas. El rango de dosificación oscila entre el 0,1% y el 9,9%. Una medición continua de los caudales de agua y espumógeno junto a una regulación electrónica por microprocesador, permite mantener la tasa de dosificación homogénea y precisa, independientemente del caudal y presión de la bomba. El desarrollo de dosificadores con bajas tasas de dosificación y regulación muy precisa de ésta, ha permitido el auge de los "CAFS" (Sistemas de espuma por aire comprimido), apareciendo junto a estos, espumógenos de alta concentración para ser dosificados por debajo del 1%, tanto de clase A, como de clase B, para ser usados en los CAFS. Los CAFS Los sistemas de espuma por aire comprimido (Compressed Air Foam System), son sistemas que mezclan la solución espumante con aire comprimido para generar una espuma muy adherente, densa y compacta de burbujas muy pequeñas, con un aspecto que recuerda a la espuma de afeitar. Los componentes básicos de un CAFS son una bomba, un compresor y un dosificador. La relación aire-mezcla espumante debe mantenerse constante, independientemente de la presión y caudal de la bomba, por lo que el compresor, suele montarse con un sistema de transmisión conectado al eje de la bomba. Avda. Santiago Ramón y Cajal nº 105, 29014 - MÁLAGA – Tfnos: 952653250 – 952253905 – Fax: 952650552 (Nº Registro de Entidad Local 01290672 – Apartado de Correos 29071) – C.I.F. P2906700F Correo electrónico: [email protected] - Página Web: www.ayto-malaga.es

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Igualmente, la tasa de dosificación debe también mantenerse fija independientemente de la presión y caudal de la bomba, por lo que se requiere un sofisticado dosificador. En los CAFS no se establecen los índices de expansión como en el resto de las espumas, pues la relación aire-mezcla espumante se mantiene dentro de un intervalo pequeño, y al variar ésta, se obtienen espumas "secas" y espumas "húmedas", en función del tipo de fuego a extinguir o el uso que se le quiera dar a la espuma. Además de la rapidez en la extinción y el ahorro, tanto de agua como de espumógeno, hay varias diferencias y ventajas de los CAFS, que conviene destacar: El aporte energético suministrado por el aire comprimido, permite, no solo eliminar las pérdidas de carga en las mangueras, sino suministrar una energía adicional, que permite alcances mayores que con agua, a igualdad de condiciones de bombeo. La generación de la espuma en el primer tramo de manguera, reduce ostensiblemente los esfuerzos necesarios para el manejo del mangaje. La homogeneidad de las burbujas y su pequeño tamaño le dotan de una alta adherencia, permitiendo actuar a la espuma como un calorífugo que aísla a los materiales susceptibles de pirólisis (con espumógeno de clase A).

Autor del artículo: D. CARLOS UTRERA MARTÍN Oficial Técnico del Real Cuerpo de Bomberos de Málaga.

© Escuela de Seguridad Pública del Ayuntamiento de Málaga - Boletín Nº 5 - 2001 - MA-1482-1998

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