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Avances del Cesor Año VIII, Nº 8 / 2011 ISSN: 1514-3899 Nodo CESOR (Centro de Estudios Sociales Regionales) del ISHIR (Investigaciones Socio-históric

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Avances del Cesor Año VIII, Nº 8 / 2011 ISSN: 1514-3899

Nodo CESOR (Centro de Estudios Sociales Regionales) del ISHIR (Investigaciones Socio-históricas Regionales) dependiente del Consejo de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) Rosario, 2011

Avances del CESOR es una revista científica editada por el nodo CESOR (Centro de Estudios Sociales Regionales) de la Unidad Ejecutora en Red, ISHIR (Investigaciones Socio-históricas Regionales) dependiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Posee una periodicidad anual y está dedicada a difundir producciones académicas, preferentemente de Historia Social e Historia Regional, aunque sin excluir otros campos tales como la Antropología, la Sociología o el Arte. Sus espacios de análisis abarcan tanto el ámbito argentino como el latinoamericano y europeo alentando, así, los estudios en clave comparativa. Está dirigida a un público conformado por investigadores, docentes, graduados y estudiantes de Historia así como de otras disciplinas sociales. Su Consejo Editor invita a la presentación de contribuciones y trabajos inéditos y originales que serán sometidos, sin excepción, al arbitraje de expertos en las distintas materias, asegurándose la reserva absoluta de la identidad tanto de los autores como de los evaluadores. Estos últimos son miembros reconocidos de la comunidad académica nacional e internacional y externos a la revista Avances del CESOR como a la institución editora.

Dirección y Secretaría Técnica de Redacción: CESOR-ISHIR/CONICET, 27 de Febrero 210 Bis (Ocampo y Esmeralda), Rosario (2000), Provincia de Santa Fe, Argentina. Tel. 0341-4851890 int. 501 E-mail: [email protected]; [email protected] Dirigir correspondencia, trabajos para publicar y pedidos de suscripción o canje: Avances del CESOR: ISHIR/CONICET, 27 de Febrero 210 Bis (Ocampo y Esmeralda), Rosario (2000), Provincia de Santa Fe, Argentina.

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CONSEJO EDITORIAL Directora: Dra. Marta Bonaudo (Universidad Nacional de Rosario - CESOR - ISHIR/CONICET) Baravalle, María del Rosario (Universidad Nacional de Rosario - CESOR) Barrancos, Dora (Universidad de Buenos Aires/CONICET) Barriera, Darío (Universidad Nacional de Rosario - CESOR - ISHIR/CONICET) Brennan, James (University of California Riverside - USA) Cerutti, Mario (Universidad Autónoma de Nuevo León - México) Fernández, Sandra (Universidad Nacional de Rosario - CESOR - ISHIR/CONICET) Fradkin, Raúl (Universidad Nacional de Luján y Universidad de Buenos Aires) Frega, Ana (Universidad de la República - Uruguay) Heinz, Flavio (Pontificia Universidade Católica do Rio Grande do Sul - Brasil) Palomeque, Silvia (Universidad Nacional de Córdoba / CONICET) Pianetto, Ofelia (Universidad Nacional de Córdoba) Ronald Raminelli (Universidade Federal Fluminense (Río) UFF - Brasil) Romero, Luis Alberto (Universidad Nacional de San Martín - CONICET) Roldán, Diego (Universidad Nacional de Rosario - CESOR - ISHIR/CONICET) Sábato, Hilda (Universidad de Buenos Aires/CONICET) Videla, Oscar (Universidad Nacional de Rosario - CESOR - ISHIR/CONICET) Secretaría Técnica de redacción Badaloni, Laura (CESOR - ISHIR/CONICET) Caldo, Paula (Universidad Nacional de Rosario - CESOR - ISHIR/CONICET) Galassi, Gisela (Universidad Nacional de Rosario - CESOR - ISHIR/CONICET) Garcilazo, Romina (Universidad Nacional de Rosario - CESOR - ISHIR/CONICET) Lollo, María Soledad (Universidad Nacional de Rosario - CESOR - ISHIR)

La Revista no se reponsabiliza por la opiniones vertidas por los autores

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Índice

Artículos Cerca de la vida y del sentir del pueblo. Gustavo Cochet (1894-1979), por Sabina Florio.................................................................................................................9 Los gobiernos lencinistas en Mendoza. Salud pública y vivienda popular, 1918-1924, por Rodolfo Richard-Jorba................................................................................................31 El exilio: un fenómeno global entre la revolución y la contrarrevolución, 1814-1834, por Juan Luis Simal...........................................................................................................63 Dossier A modo de presentación. Apuntes sobre la literatura de viajes, por Gisela Galassi y María Soledad Lollo.........................................................................83 Definición, apropiación y construcción del espacio en la tierra austral incógnita, por Carolina Martínez.......................................................................................................91 Pocahontas entre dos mundos: el derrotero de la colonización de Virginia, por Malena López Palmero............................................................................................. 111 Guerra en los libros. La competencia colonial del siglo xviii entre Gran Bretaña y Francia en los libros del Museo Etnográfico de Buenos Aires (1690-1800), por Rogelio C. Paredes....................................................................................................129 Reseñas TARRAGÓ, Griselda, De la orilla del mar a la vera del río: navegantes genoveses y comerciantes en el Plata y el Paraná (1820-1860), Ediciones Prohistoria, Rosario, 2011, 237 páginas, por Liliana Díaz.............................157

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GRUZINSKI, Serge, Las cuatro partes del mundo. Historia de una mundialización, Fondo de Cultura Económica, México, 2010, 480 páginas, por Maria Jualiana Gandini.............................................................................................160 LOLLO, María Soledad, Diarios de Viaje por América. Un instrumento del reformismo borbónico en el Río de la Plata, Universidad de Huelva Publicaciones, Huelva, 2010, 172 páginas, por Fernando Navarro.................................162

Tapa: Serie Artistas Rosarinos: “La Diversidad” de Clelia Barroso.

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Artículos

Sabina Florio Rodolfo Richard-Jorba Juan Luis Simal

Cerca de la vida y del sentir del pueblo. Gustavo Cochet (1894-1979) Sabina Florio Universidad Nacional de Rosario Resumen Gustavo Cochet (1894-1979) es un artista clave de nuestra ciudad. Miembro de la primera generación de creadores locales, exhibe un particular acercamiento al realismo que excede las caracterizaciones precedentes acerca del arte de Rosario. La presencia de Atalaya (Alfredo Chiabra Acosta) y del círculo de artistas próximos a Martín Malharro en el ambiente cultural rosarino, frecuentado por el joven creador, su participación activa en los espacios culturales de Barcelona y París –desde mediados de la década del ‘10– y su adhesión militante a la República Española, labraron su sensibilidad marcada por una firme postura libertaria y una identificación plena del arte con la vida cotidiana. Palabras clave: Gustavo Cochet - Arte y anarquismo - Modernidad y tradición Abstract Gustavo Cochet (1894-1979) is a key artist of our city. Member of the first generation of local artists, sample a peculiar approach to realism that exceeded the previous characterizations of art in Rosario. The presence of Atalaya (Alfredo Chiabra Acosta) and the circle of nearby artists to Martín Malharro in Rosario’s cultural circles, frequented by the young painter, his active participation in the cultural spaces of Barcelona and Paris (since of mid ‘10) and his militant adherence to the Spanish Republic, carved his sensitivity, marked by a strong anarchist posture and a full identification of art with the daily life. Key words:Gustavo Cochet - Art and anarchism - Modernity and tradition

“Es con nuestro ejemplo cotidiano que hemos de proclamar nuestras ideas”1

Una “célula” del ambiente del arte de Rosario Gustavo Cochet nació en Rosario el seis de mayo de 1894. Fue el mayor de seis hermanos fruto del matrimonio constituido por Víctor Cochet –maestro francés– y Marquesa

1 COCHET, Gustavo, Consejos, Barcelona, 1 de abril, 1937 (Archivo Cochet, Museo G. Cochet, sin paginar)

FLORIO, Sabina, “ Cerca de la vida y del sentir del Pueblo. Gustavo Cochet (18941979)” en Avances del Cesor, Año VIII, N° 8, 2011, pp. 9-29.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 Hernández –argentina de raíces mestizas–. Acerca de su infancia el artista señaló “... me crié en una escuela rural, en pleno campo y situada entre Esperanza, Las Tunas y San Jerónimo Norte...”,2 donde su padre ejercía la función de maestro.3 Muy joven, en 1912, se trasladó a Rosario. En palabras de Cochet “... a los diecisiete años me despedí de mis padres en pos de mi oficio”.4 Ese año fue el de la inauguración oficial de la Biblioteca Argentina en torno a la cual se formó la sociedad cultural “El círculo de la Biblioteca”, luego denominada “El Círculo”, emprendimiento de gestión cultural que constituyó un momento clave en el proceso de institucionalización del espacio del arte de la ciudad.5 Cochet comenzó su formación plástica con César Caggiano quien acababa de regresar de Europa hacia donde se había embarcado en 1911 junto a Carlos Sócrates para estudiar con Giovanni Costetti en Florencia. El estudio de Costetti –pintor, crítico y escritor– era muy concurrido. A él asistieron, años después, Domingo Candia, Manuel Musto y Augusto Schiavoni. El artista italiano se destacaba por ser el introductor del Fauvismo en la Toscana, por su admiración de la obra de Cézanne y por su singular empleo del color al que denominaba “sentimiento de paleta”. Como miembro activo del ambiente florentino mantenía relaciones de amistad con Giovanni Papini, Ardengo Soffici y Giorgio De Chirico. Con éste último compartía su pasión por la imaginería simbolista de Arnold Böcklin.6 Cuando regresó a Rosario, en 1912, Caggiano, se vinculó con sus pares para emprender la labor de construcción de un ambiente para las artes. En 1914 obtuvo el Primer Premio en el Salón Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, siendo junto a Alfredo Guido y Emilia Bertolé, de los primeros creadores de la ciudad en obtener recompensas en el certamen de mayor legitimación y prestigio del país.7 La inexistencia de un programa cultural oficial había llevado a los ciudadanos más 2 COCHET, Gustavo, Diario de un pintor, Castellvi, Santa Fe, 1948,[4º Edición] p. 68. 3 Según Cochet, su padre, era el “único pobre” en esa colonia. Ibídem. 4 Ibídem, p. 199. 5 La Biblioteca Argentina fue creada en 1910 en el marco de los “números conmemorativos del Centenario” realizándose su inauguración oficial el 24 de julio de 1912. En otro orden, Juan Álvarez deja constancia de que “El Círculo” congregó a “... los elementos sociales más significativos de la ciudad”. Álvarez, Juan, Historia de Rosario (1689-1939), UNR Editora/Editoral Municipal de Rosario, Rosario, 1998, pp. 474 y 476. 6 Hemos reparado en el ambiente cultural florentino de los años ‘10 en nuestra Tesis de Doctorado Augusto Schiavoni: obra y fortuna crítica de un artista fuera de lugar, Facultad de Humanidades y Artes, UNR, Rosario, 2009. 7 Bertolé fue distinguida con un premio estímulo en el Salón Nacional en 1915 y Alfredo Guido obtuvo el segundo permio en 1919, en los primeros intentos de formalizaciones históricas sobre el arte de Rosario, tanto Blotta (1925) como Zocchi (1926) perciben a Bertolé, Caggiano y Guido como referentes para sus pares.

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Sabina Florio notables a la formación de la ya mencionada asociación cultural “El Círculo” que organizó el Primer Salón de Bellas Artes, en agosto de 1913, donde se reunieron –con motivo de la visita del presidente Sáenz Peña– “... las colecciones particulares de los vecinos...” y “... se exhibieron telas del malogrado Augusto Juan Olivé”.8 Paralelamente, pequeños grupos de creadores e intelectuales pertenecientes a diversas clases sociales y filiaciones políticas, sintieron la necesidad de crear instancias de producción, exhibición, difusión y circulación de ideas sobre arte, autores y obras. El escultor Erminio Blotta, como miembro activo de dichos emprendimientos, dejaba constancia por escrito: “... fuimos nosotros los que organizamos el Primer Salón de Arte Nacional … con el esfuerzo personal de los que ideológicamente nos habíamos reunido al lado de Valenti”.9 Valenti era uno de los seudónimos de Alfredo Chiabra Acosta, más conocido como Atalaya, quien había arribado a la ciudad en 1911. Blotta calificó a Atalaya como “jefe espiritual”10 de un grupo al que percibía como una “célula” del ambiente del arte de Rosario. Así, “... desde las redacciones de los periódicos, en los pequeños cenáculos de café...”11 se afinaba la sensibilidad artística de un sector de la primera generación de creadores locales. En una nota manuscrita, Cochet, rememora también, “... las tertulias de ‘La Cosechera’” que “... reunían a la mayoría de los artistas y literatos de Rosario: Abel Rodríguez, Baudraco, Robertacho, ‘Atalaya’, Cesar Caggiano, Santiago Minturn y otros”. 12 Ricardo Falcón, destacó que a inicios de siglo XX, “... tras haber descendido del tren, Enrique Dickman...”13 aplicará a Rosario “... el mote de la Barcelona argentina”.14 Siguiendo al historiador “... el apelativo se ajusta al hecho de que en esas dos ciudades tuvieron lugar los dos movimientos anarquistas urbanos, más importantes, en términos relativos, en el mundo de la época, de acuerdo al peso específico de cada uno”.15 La presencia de Atalaya

8 ÁLVAREZ, Juan, Op. Cit., p. 476. Sobre la asociación ver FERNÁNDEZ, Sandra, La Revista El Círculo o el arte de papel. Una experiencia editorial en la Argentina del Centenario, Universidad de Murcia, Murcia, 2010. 9 BLOTTA, Herminio, “El arte pictórico y escultórico en Rosario”, La Nación, Buenos Aires, 04/10/1925, p. 12. 10 Ibídem. 11 Ibídem. 12 COCHET, Gustavo, página manuscrita enviada al hijo de Erminio Blotta, fechada el mes de febrero de 1976. Cochet escribió estas notas para el diario La Capital de Rosario, en razón del fallecimiento de su colega y amigo el escultor Erminio Blotta en enero de ese año. Agradezco el material a la nieta del escultor, la escritora y crítica de arte, Beatriz Vignoli. 13 FALCÓN, Ricardo, La Barcelona Argentina. Migrantes, obreros y militantes en Rosario. 18701912, Laborde, Rosario, 2005, p. 165. 14 Ibídem. 15 Ibídem.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 operó como catalizador para un conjunto de creadores que sostendrían, al igual que él, una firme postura libertaria y una identificación completa del arte con la vida cotidiana. Como ha señalado Patricia Artundo “... son las palabras de Henrik Ibsen, recogidas por el mismo Atalaya, las que pueden dar una clave de lectura: [Él] nos advierte que hasta el día en que su vida no acordó con sus ideas, no pudo crear la obra que su cerebro soñara. Su esfuerzo más grande, confiesa, no fue el de construir sus dramas y sí el de torcer, derrumbar y modelar su vida para que anticipándose como causa de arte, se desenvolviese según el latir de su pensamiento.16

Próximo a reconocidos anarquistas de la escena nacional como Ghiraldo y Gilimón y apasionado por el desarrollo de las artes visuales y la literatura, Atalaya editó junto a César Caggiano y a Valentín Thibon de Libian la revista Bohemia. Del semanario se lanzaron 18 números entre inicios de 1913 y 1914. En Bohemia Thibon de Libian publicó sus ilustraciones y Atalaya explicitó sus preferencias por “... algunos nombres que lo han de acompañar a lo largo de lo años: Walt Whitman,17 Oscar Wilde y Anatole France”.18 Según Artundo fue en Bohemia donde “... apareció la que debe haber sido la primer noticia conocida en Rosario sobre el futurismo italiano.”19 La investigadora alude a la nota “una velada futurista” publicada en 1914, hecho que evidencia “... un conocimiento ‘temprano’ de las vanguardias europeas”.20 Blotta dejó constancia también del esfuerzo denodado del grupo por otorgarle a la ciudad un carácter cultural acorde a su crecimiento urbano, económico y social. Por esa razón enfatizó: “... me permito recordar los viajes que en segunda clase, pues no había tercera, hicimos a Buenos Aires en el invierno de 1913, para traer personalmente las obras que nos confiaran los amigos Thibon de Libian, Walter de Navazio, Ramón Silva, Delucchi, Daneri, Nicolás Lamanna y Luis Falcini. De Rosario aportaron sus obras César Caggiano, Alfredo Guido, Emilia Bertolé y, por supuesto, las modestas de quien suscribe”.21 Se trata, en este caso, de creadores que idearon un salón, buscaron personalmente las obras y distribuyeron afiches “... dibujados por los mismos concurrentes”.22 Cochet enfatizó el hecho de que Blotta fue “... muy activo y dispuesto a cooperar y organizar exposiciones y otros actos en pro

16 ARTUNDO, Patricia (organizador), Atalaya. Actuar desde el arte. El archivo Atalaya, Fundación Espigas, Buenos Aires, 2004, p. 15. 17 En su Diario de un pintor Cochet menciona que los versos de Whitman “... han sido el amor de mi primera juventud”, p. 144 y p. 222. 18 Ibídem, p. 25. 19 Ibídem. 20 Ibídem, p. 26. 21 BLOTTA, Herminio, “El arte pictórico...”, Op. Cit. Gustavo Cochet participó de la muestra. 22 Ibídem.

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Sabina Florio de la divulgación cultural y artística … fue él quien reunió obras para el primer salón de Rosario, viajando él mismo a Buenos Aires a visitar personalmente a los pintores reuniendo así las obras que se encargó incluso de transportar, coronando con todo éxito su gestión.”23 Luis Falcini anotó en sus memorias que Atalaya “... durante su estadía en Rosario dio rienda suelta hacia las actividades artísticas, primero como crítico y organizador de muestras de arte nacional. Comenzó a destacarse y organizó la primera muestra de obras de artistas argentinos... ”24 en el interior del país. Así, se realizó en Rosario el “Primer Salón de Arte Nacional”25 –no oficial– en la “Casa Blanca”, un local de pintura perteneciente a Casildo Souza y que fue conocido por entonces como Petit Salón de Arte Argentino.26 En los relatos de los protagonistas notamos una afirmación recurrente, nos referimos a los vínculos de solidaridad y camaradería que explicitan haber cultivado con sus pares, entendiendo a la amistad como energía posibilitadora de realizaciones colectivas. Pensamos que este tipo de vinculaciones podrían estar relacionadas con las simpatías por el ideario anarquista profesadas por algunos de ellos y que extendieron hacia el trato con sus pares amigos. Valores como la honestidad, la ética, la sencillez, el talento, el oficio y la sinceridad –propios del anarquismo– aparecieron en los escritos de Blotta, Cochet y Musto, fundamentos que operaron como guía por sobre los principios de originalidad y novedad sustentados por las vanguardias. Cochet sostendrá años después: Abomino de lo nuevo en su sentido de actualidad desabrida … Apoyándome en el pasado doy una gran zancada y me voy hacia lo futuro … Por lo menos en arte, creo que hoy no hay salvación posible para un artista que se encasille en un ismo, cualquiera este sea.27

Al respecto, Manuel Musto, anotó tempranamente en su cuaderno personal de notas “... nosotros como no somos futuristas, no somos tampoco restauradores del anciano (sic) régimen...”,28 posicionándose como creador en una zona equidistante entre la vanguardia y la

23 COCHET, Gustavo, Op. Cit. 24 FALCINI, Luis, Falcini. Itinerario de una vocación, Losada, Buenos Aires, 1975, p. 108. 25 BLOTTA, Herminio, “El arte pictórico..., Op. Cit. 26 La datación de la muestra difiere según los autores, Blotta (1925) lo fecha en el invierno de 1913, Slullitel en su Cronología del arte en Rosario (1968, p.36) lo sitúa en 1912. María Eugenia Spinelli (2008, p. 143), a partir de una reseña publicada en el periódico rosarino La Capital (29/05/1914) infiere que se realizó en mayo de 1914. 27 COCHET, Gustavo, Catálogo Exposición de pintura de Gustavo Cochet, Galería Müller, Buenos Aires, Octubre 1944, p. 11 y p. 51. 28 MUSTO, Manuel, Cuaderno personal de notas, p. 57. El cuaderno no está fechado, sin embargo por su contenido y a la luz de ciertos datos biográficos que aparecen allí pensamos que fue escrito a

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 Academia. Una idea similar sostuvo Julio Payró para pensar a la figura de Cochet. Consciente de que la totalidad de las propuestas artísticas de los primeros años del siglo XX no podían ser homologadas a la noción de vanguardia, Payró, en su libro Veintidós pintores argentinos de 1944 señaló que: “... grave inexactitud sería considerar a Cochet como un ‘pasatista’: su realismo tiene marcados caracteres de novedad, por mucho que se relacione con una serie de manifestaciones tradicionales, y, así, ni la Academia ni los vanguardistas intransigentes colocan a este pintor en el lugar que le corresponde, una porque es demasiado avanzado, y otros, porque les parece demasiado confundido con la retaguardia”.29 Así, al igual que Musto y Cochet, hay un conjunto importante de artistas pertenecientes a la modernidad estética rosarina temprana, cuyas proposiciones plásticas han sido desestimadas o subvaloradas por no haberse desenvuelto en el ámbito de las rupturas estrepitosas.30 Además de la presencia de Atalaya fueron los discípulos de Martín Malharro quienes constituyeron una referencia productiva para nuestros creadores. Como ha señalado Laura Malosetti Costa, Malharro desplegó “... un nacionalismo original, de corte anarquista y moderno, en el cual propone la posibilidad de una pintura nacional a partir de una íntima comunión con la naturaleza del país”. Así el artista recomendaba olvidar lo “... aprendido en las escuelas europeas” y “... frente a frente a la naturaleza...” imaginar sus misterios.31 En un mismo sentido, Cochet, a lo largo de toda su vida, sostuvo la necesidad de “enfrentar el paisaje” para llegar a su “hondo sentimiento poético”,32 afirmando que “... el verdadero artista no está obligado a sintetizar nada, ni reducir nada. Su arte, su gran arte está precisamente, en que acusa, acentúa, agudiza, hace vibrar o exalta y aumenta todo lo que ve con su sentimiento profundamente humano y poético”.33 Malharro había establecido estrechos vínculos con los jóvenes artistas que sintonizaban con su espíritu combativo, nos referimos a Luis Falcini quien lo consideraba “... el maestro espiritual que necesitábamos y el rector de nuestra adolescencia vital e impulsiva...”34 a

inicios de los años ’20. Al respecto ver: FLORIO, Sabina, “Manuel Musto. La pintura como expresión de las pasiones y las emociones”, en SARTOR, Mario (director), Studi latinoamericani. Estudios Latinoamericanos, FORUM, 2005, Udine, pp. 121-132. 29 PAYRÓ, Julio, Veintidós pintores argentinos, Editorial Poseidón, Buenos Aires, 1944, p. 18. 30 Hemos desarrollado esta problemática en nuestra tesis doctoral “Augusto Schiavoni: obra y fortuna crítica de un artista fuera de lugar”, Op. Cit. 31 MALOSETTI COSTA, Laura, “Las artes plásticas entre el ochenta y el centenario” en Burucúa, José E. (director), Nueva Historia Argentina. Arte, Sociedad y política, Sudamericana, Buenos Aires, 1999, p. 206. 32 COCHET, Gustavo, Entre el llano y la sierra, Castellvi, Santa Fe, 1947, p. 93. [Una nota del autor aclara que fue terminado de escribir en 1942]. 33 COCHET, Gustavo, Diario...,Op. Cit., p. 17. 34 FALCINI, Luis, Falcini. Itinerario..., Op. Cit., p. 27.

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Sabina Florio Ramón Silva, Walter de Navazio y Nicolás Lamanna, todos éstos presentes en el Petit Salón de Rosario. En sintonía con ese clima de camaradería e ideas estéticas sobre el arte argentino, a los veinte años, Cochet viajó a Buenos Aires donde frecuentó a Walter de Navazio y Thibón de Libian. Con ese bagaje de prácticas y experiencias colectivas, atravesadas por la concepción anarquista del arte y posicionadas entre la modernidad y la tradición, Gustavo Cochet, en 1915, tras realizar una exposición en la Cooperativa Artística de Rosario, se trasladó al viejo continente para completar sus estudios.

Entre París, Barcelona y Rosario Europa, a comienzos de los años ‘10, continuaba operando como lugar a descubrir. Un flujo continuo caracterizó a esos años en los que las principales ciudades europeas funcionaban como lugares-destino para pintores, escritores y músicos procedentes de distintos lugares de América Latina. Su primer destino fue Barcelona, según el artista, había arribado con: … mis herramientas de pintor, unos pocos trapos y todavía más escasas pesetas … subí a un tranvía tomando una resolución un tanto trágicamente: ¡iré hasta donde termine su trayecto, allí me plantaré y que pase lo que pase! En el barrio ‘Poble Nou’, donde me planté, encontré ayuda y amistad.35

En Barcelona encontró un ambiente cultural dinámico y complejo. Debido a los estragos de la primera guerra mundial la ciudad se había convertido en un sitio de asentamiento de artistas e intelectuales. Allí se encontraban los uruguayos Joaquín Torres García y Rafael Barradas, el matrimonio Delaunay, Albert Gleizes, Francis Picabia y Arthur Cravan, entre otros. A comienzos de 1917, pasaron los argentinos Alfredo Guttero y Pablo Curatella Manes.36 Cochet, comenzó a trabajar en la Galería Dalmau, espacio frecuentado por Picasso, Torres García, Nonell y Miró. La galería venía desarrollando desde 1911 un programa expositivo del arte moderno. Allí, en 1919, realizó su primera exposición individual. Al mismo tiempo, su amigo Pere Daura lo inició en el oficio del grabado. Según el rosarino: “... en Barcelona me hice al trabajo, al sentido artesanal del oficio”. También conoció a Francisca Alfonso su modelo, esposa, “ángel protector” y “musa de la inspiración”, con quien se casó en 1921 y tuvo a su hijo Fernando al año siguiente.37 En 1921 se trasladó a París, convocado por el gobierno Francés para realizar el servicio militar. La capital francesa operó como punto de convergencia de un conjunto muy impor35 BRUNIARD, Mele, SERÓN, Eduardo A. y ELLENA, Emilio, Gustavo Cochet, Estudio gráfico, Buenos Aires, 1968, sin paginar. 36 Sobre la estadía europea de los artistas modernos rioplatenses ver ARTUNDO, Patricia, Artistas modernos rioplatenses en Europa 1911/1924. La experiencia de la vanguardia, Malba-Colección Constanti, Buenos Aires, 2002. 37 COCHET, Gustavo, Diario ..., Op. Cit, p. 92.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 tante de artistas latinoamericanos. Por entonces circulaban allí los argentinos Xul Solar, Emilio Pettoruti, Pablo Curatella Manes y Domingo Candia. En París sostuvo una actividad intensa de formación –asistió al taller de Maurice Loutril y visitó Museos para estudiar en múltiples obras–38 y de producción –pintó la gente, los barrios obreros y los suburbios–. En 1923 envió sus óleos Paisaje y Retrato de mujer al VI Salón de Otoño de Rosario, presentó su primera exposición individual en la Galería Fabre de París y siguió participando en muestras realizadas en Barcelona. En 1924 participó del Salón de los Independientes. En 1926 expuso en el Salón de Otoño de París y en la Galería Chapellier de Bruselas. En 1927 presentó una muestra en la Galería Fabré de París y en la Sala Parés de Barcelona, también nació su hijo Victor que vivió sólo unos meses. En 1928, tras exponer en Barcelona, en el Museo de Arte Moderno de Madrid, en Bilbao y Perpigñán, regresó a Rosario por seis meses. Durante su estadía compartió una casa con Santiago Minturn Zerva y frecuentó a sus compañeros Juan Berlengieri, Alfredo Guido, Manuel Musto y Augusto Schiavoni. La ciudad contaba con un espacio plástico rico en matices, según Juan Zocchi por entonces ya se podía afirmar la presencia de “una cultura pictórica”39 propia. Siguiendo a Zocchi, “... después del cereal … la única gloria de Rosario es la pintura … donde coexisten muchos modos, escuelas y tendencias … el impresionismo renovado y personalizado de Musto...”,40 el “geometrismo expresionista” de Julio Vanzo, “el primitivismo estilizado” de Lucio Fontana, el “... subjetivismo de Alfredo Guido, prolongado y diferenciado en Luis Ouvrard” y –agregamos nosotros– el realismo sensible de Gustavo Cochet41 y la figuración de nuevo cuño de Augusto Schiavoni. En agosto de 1928 realizó una exposición en la Cooperativa Artística acompañada con un catálogo prologado por Caggiano, donde el maestro destacaba que siendo adolescente su discípulo “... ya revelaba ser un pintor de temperamento y promisor”.42 Luego retornó a Barcelona y se dedicó a la realización de los decorados para la Exposición Internacional. En

38 Según el artista, dedicó “más de cuatro años” a copiar a “casi todos los impresionistas”. Ibídem, p. 167. 39 ZOCCHI, Juan, “Una cultura pictórica en Rosario”, en Reflejos, 20/09/1926, 3ª Sección, Archivo de Manuel Ferrer Dodero, sin paginar. 40 En diversos trabajos hemos estudiado la propuesta de Musto, la cual excede el impresionismo que aparece conjugado con procedimientos derivados del posimpresionismo y el simbolismo. FLORIO, Sabina, “Manuel Musto: una manera de armonizar los actos con las aspiraciones íntimas”, en Separata, Centro de Investigaciones del Arte Argentino y Latinoamericano, Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario, Año V, Nº 9, 2005, pp. 3-18. 41 En su artículo de 1925, Erminio Blotta augura para Cochet y Musto “un lugar promisor” en el arte de Rosario. 42 “El pintor Gustavo Cochet inaugurará esta tarde una exposición de sus obras”, Rosario, Democracia, 20/08/1928. Archivo Cochet, sin paginar.

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Sabina Florio 1929 regresó a París, obtuvo el Premio de Grabado en el Salón Nacional de Buenos Aires y participó de la Exposición de Arte Moderno Nacional y Extranjero en la Galería Dalmau. En marzo de 1930 Joaquín Torres García escribió un hermoso artículo publicado en la prensa parisina denominado “Gustavo Cochet. Pintor argentino”. Allí sitúa a su par rosarino “en el plano moderno” destacando la cualidad de considerar más “... el aspecto plástico que el descriptivo de la pintura”. Lo define como un pintor “... perfectamente adaptado al ambiente de París” y destaca de su obra el “... dibujo firme y las formas solidamente construidas”. Siendo, sus motivos pictóricos: “... aspectos de suburbio, muelles, fábricas, obreros, gentes del pueblo y del trabajo... ”, temas “... que piden para ser representados un arte viril como el de Cochet”.43 Cochet estableció lazos con Torres García, quien lo interiorizó de sus indagaciones estéticas en torno al constructivismo. Ambos sostuvieron un estrecho vínculo de amistad a través de distintas vías, el trabajo conjunto, diálogos y cartas. Cabe destacar aquí la posición del rosarino con respecto a la problemática del compromiso en el campo del arte: “... hoy poseemos tantos medios de difusión y al alcance de todos, es absurdo pedirle al arte que sirva de propaganda, … lo que siempre ha servido para propagar una idea ha sido predicándolo con el ejemplo”.44 Así, el autor, proponía, al igual que Torres García, atender a la calidad de las proposiciones plásticas como condición para obtener una obra lograda y cultivar una posición ética en la articulación del arte con la propia vida.

Joyas del arte pictórico En 1931 regresó a Rosario prolongando su estadía por tres años. 1932 resultó ser un año muy intenso para Cochet quien publicó su Diario de un pintor,45 realizó una importante muestra individual en la ciudad, expuso en Buenos Aires junto a Minturn Zerva y Alberto Pedrotti, invitado por Emilio Pettoruti y participó de la Exposición Conmemorativa del Cincuentenario de la ciudad de La Plata. Según Córdova Iturburu la exposición de Arte de La Plata fue “... la más completa que se realizó en el país...” incluyendo a Cochet entre los “envíos más brillantes” en sintonía con el arte nuevo. 46 En ese sentido Diana Weschler

43 TORRES GARCÍA, Joaquín, “Gustavo Cochet, pintor Argentino”, Op. Cit. 44 COCHET, Gustavo, Diario..., Op. Cit, p. 97. 45 Con 40 xilografías y publicado por la editorial rosarina Federico Luft. 46 Artículo publicado bajo el título “La exposición de Arte de La Plata fue la más completa que se realizó en el país” en el periódico porteño Critica en noviembre de 1932, consta en WESCHLER, Diana, Desde la otra vereda. Momentos en el debate por un arte moderno en la Argentina (18801960), Ediciones Jilguero/Archivos del CAIA 1, Buenos Aires, 1998, p. 153.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 interpretó que el Salón “... aparece como un punto de condensación dentro del proceso desplegado por el movimiento moderno en la Argentina”.47 En agosto Juan Zocchi, una voz consagratoria en el ambiente plástico local, ofreció una conferencia, patrocinada por el Ateneo, en la Biblioteca Argentina donde destacó a Gustavo Cochet y Augusto Schiavoni como los valores artísticos de la ciudad y como pintores fieles al momento. Sobre Cochet sostuvo que trabaja “... dentro de una técnica clásica y nueva a la vez...” y que “... lleva a cabo mucho de lo que quería Cezanne”. A Schiavoni lo pensó como “esteta metafísico” que participa “... del clasicismo y primitivismo actual”.48 En octubre, Cochet reseñó la exposición de su amigo Augusto Schiavoni49... para el periódico La Tierra, viendo en Schiavoni al “pintor más dotado” que “haya conocido”. Sabemos que la obra del artista resultaba muy distante de las formulas tradicionales, razón por la que el primero trató de crear los parámetros de aproximación que permitieran valorarla e invitó a visitar la muestra para ver “... el verdadero sentido del arte de la pintura”. Advirtió que “... pintores como Schiavoni que son tan profundamente humanos son cada vez más incomprendidos y lo serán cada vez más mientras la sociedad de las gentes no tome otro rumbo” y aconsejaba: … lo único que puedo es recomendar al que quiera ver la pintura de Schiavoni igual a Goya y al Fray Angélico, que haga abstracción por un momento de la mala pintura que está acostumbrado a ver y contemple con mirada clara y con deseos de comprensión y sólo así verá como la naturaleza muerta Nº6 es de una belleza de color incomparable, de un dibujo y composición sin tacha; verá cómo el cuadro de la Sandía Nº3 de un motivo tan sencillo resulta una joya del arte pictórico. 50

Aquí aparece nuevamente su idea sobre las cualidades plásticas que debe tener una obra, las que no pasan por el virtuosismo sino por la formulación de “un poema pictórico”. En otro orden, no resulta casual que Cochet haya ponderado las naturalezas muertas de Schiavoni, ya que éste ha sido un género intensamente transitado en el período de entreguerras debido a que resultaba propicio para desplegar “lecciones de pintura”. Sobre dicho género Cochet expresó: “... en la naturaleza muerta el pintor en íntimo soliloquio descubre su alma al espectador”.51 Reconocemos en Cochet una aproximación personal a la noción

47 Ibídem, p. 137. 48 ZOCCHI, Juan, Conferencia del Sr Juan Zocchi sobre ‘La vida del arte’, Archivo Schiavoni, sin paginar. 49 La exposición de Augusto Schiavoni se realizó en la sede local de la agrupación Signo, en el Salón Bleu de la confitería La Perla. El prólogo del catálogo fue escrito por Emilio Pettoruti. 50 COCHET, Gustavo, “Augusto Schiavoni”, La Tierra, Rosario, 10/10/1932. Archivo Schiavoni, sin paginar. 51 COCHET, Gustavo, Diario …, Op. Cit., p. 242.

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Sabina Florio de “Realismo”, en su Diario, el artista apuntaba: “Realismo no quiere decir imitación o copia fría de las cosas de la naturaleza, si es apasionadamente sentida, la ‘copia’ más realísticamente concebida, lleva el poético embeleso y sentimiento que le dé categoría de arte”. Para Cochet, “Fidelidad”, no significa “servilismo”, implica “fe y amor”. A lo que agrega “... todo oficio además de manejo de la herramienta comprende la dignidad, el carácter y el acento personal”.52

Toma de posición La década del treinta estuvo signada por el recrudecimiento de la lucha ideológica cuyo correlato fue un proceso de politización creciente de la cultura a escala mundial. Artistas, intelectuales y escritores comprometidos con su época conformaron frentes populares para enfrentar al fascismo. En 1934, Cochet, regresó a Barcelona. Ese año se había formado en Rosario la Mutualidad Popular de Estudiantes y Artistas Plásticos, entidad que en 1935 se enrolaría en las filas de la AIAPE (Agrupación de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores), nucleamiento fundado en julio de 1935 en Buenos Aires, en el marco de la política de formación de frentes populares ya mencionada.53 En su Diario, Cochet, anotó que “... el 19 de junio de 1936 cerré las puertas de mi taller … ¿en qué podían servirles mis pinturas al pueblo en armas en su magna lucha?”.54 Luego, en noviembre, organizó dos exhibiciones: una exposición retrospectiva denominada “25 años de pintura” en la Sala Parés en la que figuraban más de 150 cuadros de diferentes etapas y una muestra de 300 trabajos grabados, litografías, dibujos, acuarelas. Resulta interesante reparar en la reflexión del autor quien señala que “... en ningún momento se me ocurrió cambiar de tendencia o de concepto artístico para estar a tono con la guerra”. Cochet se distancia de la idea de un arte para el pueblo o para las masas, ya que, en sus palabras, “... generalmente los artistas que ilustran el mito proletario, son perfectos y acabados burgueses”.55 Encausó su compromiso con la República integrándose a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), perteneciente a la Federación Anarquista Ibérica (FAI). Fue Secretario de Propaganda y Organización del Casal de la Cultura de Barcelona, desde donde impulsó la propuesta de que “... el obrero llegue a poder conseguir y adquirir obras de arte con que

52 Ibídem, pp. 196-197. 53 Sobre la AIAPE ver, BISSO, Andrés, CELENTANO, Adrián, “La lucha antifascista de la Agrupación de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores (AIAPE) (1935-1943)”, en BIAGINI, Hugo, ROIG, Arturo (directores), El pensamiento alternativo en la argentina del siglo XX: obrerismo, vanguardia, justicia social, 1930-1960, T. II, Biblos, Buenos Aires, 2006, p. 242. 54 COCHET, Gustavo, Diario..., Op. Cit., p.173. Las citas que constan a continuación pertenecen a la misma fuente pp. 172-173. 55 Ibídem, p. 201.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 embellecer su hogar”56 restituyendo a los artistas su rol de “humildes obreros” e iniciando el “renacimiento del arte popular”.57 Cochet sostenía que del Casal de la Cultura debían salir “... las obras que decoraran los ateneos, las bibliotecas, los sindicatos, los teatros, las salas de las asambleas … los artistas del futuro”.58 Realizó ilustraciones y artículos para los periódicos Tiempos Nuevos y Tierra y Libertad, escribió sobre el sentido del arte, el arte y la religión, el rol del arte en los procesos revolucionarios y el arte y sus destinatarios. Participó del salvataje de obras de arte realizado por la FAI con la convicción de que “... las obras salvadas en la revolución que antes adornaban las casas de los banqueros y comerciantes, deberán en el futuro adornar las casas y locales de los sindicatos o los ateneos donde se reúnan los trabajadores”.59 En su Diario anotó “... puedo adjudicarme sin jactancia alguna, haber contribuido eficazmente a salvar la demolición de la Catedral de Manesa, una de las más puras de arte gótico en Cataluña”.60 Las obras recuperadas en la campaña de salvataje fueron expuestas en abril de 1937 en el local de la sección de bellas artes de la CNT. Cochet escribió un prefacio para la muestra que luego fue trasladada a París. Ese año publicó la segunda edición de su Diario de un pintor, creó un Salón Permanente, en sustitución del oficial, en el Casal de la Cultura y cinco de sus óleos61 fueron expuestos en la inauguración del nuevo edificio del Museo de Bellas Artes de Rosario. Entre 1936 y 1938 realizó su serie de treinta aguafuertes sobre los horrores de la guerra denominada Caprichos, retomando la tradición inaugurada por Callot y cultivada por Goya.62 En 1939, una vez derrotada la República, se trasladó a Francia donde asistió al entierro de Antonio Machado en Collioure y debió emigrar para preservar su vida, al igual que sus compañeros y amigos.63

56 COCHET, Gustavo, Manifiesto de la Sección de Pintores del Casal de la Cultura de Barcelona, texto manuscrito, 1936, Archivo Museo Gustavo Cochet. 57 COCHET, Gustavo, Exposición de los artistas de la C.N.T, texto mecanografiado, 1936, Archivo Museo Gustavo Cochet. 58 Ibídem. 59 COCHET, Gustavo, “Prefacio”, en catálogo de la Exposición de obras salvadas por la FAI, 10 de abril de 1937. 60 COCHET, Gustavo, Diario …, Op. Cit., p.171. 61 Retrato de mi padre, Retrato de bailarina, Lectora, Interior de molino y La cocinera. 62 Un análisis en profundidad de este cuerpo de grabados se encuentra en RIPPA, Laura, Gustavo Cochet. Caprichos, pasión y lucha, Trabajo Final de Postítulo, FHyA/UNR, Rosario, 2008. 63 Un análisis inicial del itinerario de Gustavo Cochet consta en el catálogo exposición, los textos de sala y los sueltos de la muestra Cochet utópico, Rosario, Centro Cultural Parque de España, noviembre 2010 a febrero 2011, con la curaduría de María Eugenia Prece y la investigación histórica a mi cargo.

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Una forma general de ver y sentir la vida Gracias a poseer pasaporte argentino la familia Cochet, conformada por Gustavo, Francisca y Fernando, se salva de ser trasladada a campos de concentración en Francia y es repatriada a nuestro país.64 Con respecto a su nacionalidad el artista señalaba: En Argentina, provincia de Santa Fe, y a orillas del Paraná nací, hijo de un francés rubicundo y de una criolla santafesina. Entre Cataluña y Francia he pasado la mitad de mi vida; en la primera de éstas conocí el amor, aprendí a trabajar, fui feliz. En Francia despertóse mi herencia espiritual paterna, mi cultura es francesa. De la Argentina llevo en lo más hondo de mi ser, como marca indeleble, la llanura de la pampa que significa en mí: atavismos de horizontes sin límites.65

En 1939 publicó en el periódico La Vanguardia un artículo denominado “El caracol”66 donde exaltó la figura del vagabundo como paradigma del “hombre libre”, como aquel que logra el desapego respecto de los bienes materiales. En esa dirección, en su Diario apuntó “... siempre me basta lo que tengo, nunca tengo más de lo que necesito”.67 Ese año figuró entre los expositores de la muestra Panorama del grabado desde Sívori hasta hoy organizada por Luis Falcini en el Mueso Nacional de Bellas Artes; inauguró en octubre una exposición individual en la Galería Müller de Buenos Aires y residió por un tiempo en Luján. Cochet regresó a la Argentina en un momento de institucionalización del arte moderno. En sintonía con el clima modernizador se extendieron las instituciones de enseñanza artística, se abrieron múltiples galerías de arte, se impulsaron nuevos certámenes artísticos y creció el número de coleccionistas. Entre 1941 y 1946, residió en la ciudad de Santa Fe. Se dedicó con intensidad a la producción, participó de salones municipales, provinciales y nacionales y escribió su libro El grabado, historia y técnica.68 También dictó clases en la Escuela Pro-

64 Comunicación de Silvia Cochet, abril de 2010 65 COCHET, Gustavo, Diario …, Op. Cit., p.51. 66 COCHET, Gustavo, “El caracol”, La Vanguardia, 20/08/1939. La nota está acompañada por un grabado del artista que exhibe en primer plano a un vagabundo caminando por un sendero. La valoración positiva de la figura del vagabundo es característica de los simpatizantes de las ideas libertarias. Hemos analizado la aproximación a esta figura en la obra de Cochet y de Ricardo Sívori en FLORIO, Sabina, RODRÍGUEZ, Jimena, “Ricardo Sívori: de las nuevas formas del realismo a la síntesis plástico-realista”, en Revista Historia Regional, Sección Historia, ISP Nº 3, Nº 28, 2010, pp. 59-75. 67 COCHET, Gustavo, Diario…, Op. Cit., p.151. 68 Publicado por la editorial Poseidón en 1943. Un análisis sobre el libro de Cochet, su impacto en los grabadores locales y la institucionalización de la disciplina en el ámbito del Museo consta en FLORIO, Sabina y RIPPA, Laura, ponencia “El grabado en la Argentina: un aporte para el “conocimiento” de la historia del arte nacional”, Terceras Jornadas sobre Exposiciones de Arte Argentino

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 vincial de Artes Plásticas, creada en 1940, dirigida inicialmente por Sergio Sergi y luego por José Planas Casas. Por entonces, en la capital de la provincia confluyeron creadores de distintas procedencias quienes generaron una dinámica enriquecedora en su vida cultural. En Santa Fe eligió como vivienda una casa a imagen y semejanza de su arte al igual que lo habían hecho Manuel Musto y Augusto Schiavoni en el barrio Saladillo en los años ‘20 también, Santiago Minturn Zerva cuyo hogar era “... una mezcla de taller y vivienda...”, en la que “... dominaba un olor a naranjo proveniente del patio donde coexistían cientos de macetas”.69 En su Diario, Cochet, se refirió a “los dos grandes naranjos” del patio de la casa de Santa Fe.70 En un escrito sobre Santiago Minturn, Cochet, enumeró un elenco de temas cultivados por el primero: “... los patios humildes, macetas con plantas de malvones y otras flores...”, “figuras y objetos sencillos”, “... elementos propios del ambiente familiar, común y cotidiano que le era tan querido”. Caracterizó éste tipo de elecciones como una “... forma general de ver y sentir la vida”. Definió a su amigo como: … un gran solitario... [que] ... solía tomar su caja de acuarelas e irse a pintar por las cercanías de la ciudad: algunos árboles, alguna casa de chacra solitaria con sus parvas y su molino de viento en el dilatado espacio, los yuyos y gramillas con los alambres que a lo largo de los caminos bordean sus márgenes … Todos eran elementos suficientes para elegir entre ellos los motivos para sus cuadros.71

Preferencias estéticas y motivos que encontramos también en el autor de las líneas y en un conjunto de artistas radicados en Rosario que constituyeron una alternativa estética regional. En un mismo sentido, Cochet escribió “... todavía encuentro la emoción poética en el viejo tapial de mi patio, con sus descascarados muros”.72 Manuel Musto también entendía que “un objeto pictórico” debía serlo “... por la emoción pictórica que da”.73 Siguiendo a Cochet “... el pintor debe salir a la luz, ir hacia la naturaleza, hacia el encuentro de la vida en un sentido universal hondamente sentido y hallará sus motivos a cada instante”.74

y Latinoamericano “El rol de los museos y los espacios culturales en la interpretación y la difusión del arte”, Grupo de Estudios sobre Exposiciones de Arte Argentino y Centro Cultural Parque España / AECID, Rosario, 15, 16 y 17 de junio de 2011. 69 La caracterización de la casa-taller corresponde al sobrino nieto del artista, Arnoldo Gualino, y consta en el libro Santiago Minturn Zerva. Obra xilográfica, Rosario, EBA/UNR/Editorial Municipal de Rosario, 1996, p. 13. 70 COCHET, Gustavo, Diario…, Op. Cit., p. 229. 71 COCHET, Gustavo, La Capital, Rosario, 09/09/1976. (Archivo Cochet, sin paginar) 72 COCHET, Gustavo, Diario …, Op. Cit., p. 229. 73 MUSTO, Manuel, Cuaderno…, Op. Cit., p.71. 74 COCHET, Gustavo, Diario …, Op. Cit., p. 233.

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Sabina Florio También reflexionó en torno al vínculo con las tradiciones: “... echando una mirada hacia atrás, nos encontramos con Courbet, Delacroix, Chardin, Corot, Fantin Latour, retomaremos entonces de nuevo el hilo de la verdadera tradición, adaptándonos desde luego a las conquistas del arte moderno que culminó con los impresionistas sobre todo Cézanne, Renoir y Manet”. Así, concluye: “... yo, estoy con los que siguen este camino e intuyo que por esta razón estoy... entre los precursores del arte del mañana”. 75 Las miradas a la “verdadera tradición” cruzadas con “... las conquistas del arte moderno...” se tornan explícitas, al menos, en dos obras que funcionan como cuadros-manifiesto. Al respecto percibimos en Cochet, un rasgo que detectamos también en Augusto Schiavoni, nos referimos a que hay determinadas obras-clave, donde los artistas muestran lo que miran y lo enlazan con un conjunto de tradiciones propias del género cultivado para su plasmación.76 La primera obra aludida es Desnudo dormida donde Cochet retomando la tradición de las “Venus sorprendidas”, yuxtapone a la figura recostada de su esposa Francisca una publicación donde consta el nombre: Renoir. La segunda, es una naturaleza muerta denominada Homenaje a Chardin donde, en un bodegón de cocina sólidamente construido, aparece suspendido sobre la mesa, ubicada en un primer plano, un papel que tiene escrito el nombre: Chardin. En septiembre 1943, para celebrar sus “bodas de plata como pintor” realizó una importante y consagratoria exposición en el Museo Provincial de Bellas Artes “Rosa Galisteo de Rodríguez”. Un extenso catálogo, que ostenta en su tapa un hermoso retrato de Francisca, acompañaba la muestra. El prólogo, a cargo de Horacio Caillet-Bois por entonces Director del Museo, afirmaba que “... hay un encanto tan jocundo de vida sana y de sabrosa vitalidad en los cuadros de Cochet, que frente a ellos experimentamos un goce físico y espiritual a la vez”.77 El autor sostiene que “... lo mismo que los viejos maestros del Setecientos, enamorados de la vida rabelesiana las obras de este pintor comunican a quien las contempla un bienestar de los sentidos...”, así sus paisajes y naturalezas muertas “... tienen como los de Chardin … el sabor de los manjares exquisitos, que son los ganados con el sudor de la frente”. Caillet-Bois define al rosarino como un “... hombre bueno y buen pintor...” y aclara que el artista eligió acompañar su presentación con la palabra de sus amigos en lugar del juicio de la crítica, manteniendo así nuevamente su firme postura libertaria. En el “Colofón” del

75 Ibídem, p. 238. 76 En nuestra ponencia “Entre la vanguardia y la tradición. Augusto Schiavoni y Gustavo Cochet”, desarrollamos la implementación de miradas activas a la tradición desplegadas por por ambos artistas rosarinos. En las IX Jornadas de Arte e Investigación “El arte de dos siglos: balance y futuros desafíos”, Instituto de Teoría e Historia del Arte “Julio E. Payró”, Buenos Aires, 24, 25 y 26 de noviembre de 2010. 77 CAILLET-BOIS, Horacio, “Umbral”, en Catálogo Exposición de Gustavo Cochet en sus bodas de Plata, MPBARGR, Santa Fe, septiembre, 1943, pp. 3-4. Las frases citadas a continuación corresponden al mismo texto.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 catálogo se deja constancia de que los artistas, poetas y escritores que figuran en el mismo “... han querido testimoniar al expositor su simpatía y cordial adhesión en oportunidad tan significativa para él”. Así, José Pedroni le dedica un poema que celebra su vida y su obra;78 Minturn Zerva, Pere Daura, Carlos Giambiagi, Sergio Sergi, César López Claro, Ricardo Suspiciche, y José Planas Casas aportaron sus grabados. Alfredo Guido, Miro Bardonek, Eugenio Fornells, Lino E. Spilimbergo, César Fernández Navarro, George Deniker y Enrique Cenac enviaron dibujos; Luis Falcini un bajorrelieve y Antonio Sibellino un “estudio para un relieve”. Enrique Estrada Bello dibujó a Cochet en su taller, de espaldas frente a su caballete, realizando un autorretrato y rodeado por una pintura de gran formato de Francisca y Fernando, unos cuadros de mujeres desnudas y una valija con carteles que indican España, París, Buenos Aires, Santa Fe y Rosario. Agustín Zapata Gollán escribió un texto que compone el semblante de Cochet con su “... barba florida, su pipa abatida entre sus labios, sus sandalias ascéticas, su recio cinto de cuero...” y su bondad que surge de “... su radiante corazón de niño”.79 Con respecto a su obra, propone pensarla como “... las páginas de una autobiografía...” y al artista como alguien que “... siente una verdadera pasión por su oficio...”, que encuentra sus motivos “... en las callejas de París con sus empinadas techumbres de pizarra, o en los barrios de Barcelona con sus humeantes chimeneas, o en los policromos caseríos de Cataluña, o en los pequeños pueblos de pescadores de Francia, como en el campo de su patria”. También destaca otra arista en sus proposiciones plásticas, la de los interiores, ya que “... como un viejo holandés, planta su caballete en su aposento y amorosamente, va reflejando en sus telas, la vida hogareña”. En sus cuadros residen “... las compras del mercado, la mesa tendida, el pan dorado y fresco, la albura de los manteles, el botellón de agua pura, el pequeño aparador de vajilla modesta y pulcra, la botella de vino generoso, el vaso de cristal donde amustian unas flores junto al reloj”. Finalmente, percibe en sus interiores “... un contenido dolor, quizás ese contenido dolor que, después de las sombrías jornadas de desolación y de muerte que vieron en Europa sus ojos de hombre bueno, le llevó a encerrar su vida en el refugio del hogar”.80 Leonidas Barletta habla de su “... raza de campesino y artesano … con la pipa en la boca y el buril en la mano...” y “... sus diez dedos como diez pinceles...”.81 Juan Zocchi lo define como un caso de “... comprobada identificación del hombre con el artista...”, sostiene que

78 En su Diario..., Cochet declara su “... admiración por nuestros máximos poetas, mis paisanos del litoral José Pedroni y Carlos Carlino”. Cochet, Gustavo, Diario..., Op. Cit., p. 209. 79 ZAPATA GOLLÁN, Agustín, “Loor de Gustavo Cochet”, en Catálogo Exposición ..., Op. Cit., pp. 8-10. 80 Silvia Cochet nos ha señalado en reiteradas oportunidades el dolor por la derrota de la República que marcó a su abuelo para toda su vida. 81 BARLETTA, Leonidas, “Gustavo Cochet”, en Catálogo Exposición …, Op. Cit., p. 11-12.

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Sabina Florio “... Cochet tiene una experiencia y una maestría que, reunidas con su visión del mundo, su carácter personal y su sentimiento artístico hacen un modo, un estilo particular...” y afirma que sus obras “... son una nota que ningún otro artista ha dado y que completará la pintura argentina, ampliando su horizonte y definiéndola mejor”.82 Carlos Carlino le dedica un poema de bienvenida, George Deniker le envía una afectiva carta en francés, Armando Molina afirma que “... nada se parece tanto a Cochet como su propia obra pictórica...”, que en sus producciones “... vibran al unísono la verdad y la poesía, una poesía a lo Whitman”.83 Enrique Cenac rememora la confluencia de ambos en la Galería Dalmau y destaca la coherencia del artista quien se erige en un ejemplo. Finalmente, Luis Lauzet lo define como aquel que nunca se apartó “... del digno oficio de crear belleza”.84 Con respecto al conflictivo tema de las vinculaciones del arte con la sociedad, el autor sostiene un concepto similar al que Cochet expresara en su Diario de un pintor, así “... el alud de horrores que invadió gran parte del mundo...”, no es materia para “expresiones auténticas de arte”. “Esos acontecimientos piden manifestaciones de otro orden. Por eso Cochet graba y pinta bien, con sabia ternura, paisajes, figuras, marinas, escenas de trabajo.” Otra muestra consagratoria para el artista fue la realizada al año siguiente en la Galería Müller de Buenos Aires. El catálogo que acompañó la exhibición operó como una actualización de su Diario de un pintor cuya primera edición data de 1932. En el prólogo aclara que retoma la narración después de la reedición de su libro lanzada por la Editorial Conducta del Teatro del Pueblo en 1942. Sus primeras reflexiones exaltan el oficio y expresan su desconfianza sobre los tratados de pintura a los que declara temer “... como a las peores compañías...”.85 Llama a “... volver a la naturaleza, a la tierra...”, reivindica la amistad como energía, como “reconfortamiento espiritual” con las que “... el artista puede realizar su obra”. Recomienda estudiar en un taller más que en una escuela, puesto que el que se forma en un taller “sabe para qué aprende”, en tanto que, según el autor, quien asiste a la escuela “... lo hace para conseguirse un título”. También, reflexiona sobre las causas que llevaron al mundo a la guerra, siendo éstas el “materialismo y el realismo científico” y finaliza la publicación con un cuerpo de ideas bajo el título “Mi credo” donde declara ser “un libre pensador”, amar el buen vino y la naturaleza y anhelar “... la libertad para el mundo entero”. Asimismo, un reconocimiento importante para el artista, fue la inclusión en el libro Veintidós pintores argentinos del prestigioso crítico y difusor de los principios del arte

82 ZOCCHI, Juan, “Retrato de Gustavo Cochet y su pintura”, en Ibídem, p. 17-18. 83 MOLINA, Armando E., “Gustavo Cochet, Hombre fiel a su destino”, en Ibídem, p. 22-23. 84 LAUZET, Luis, “Gustavo Cochet. Pintor y grabador”, en Ibídem, p. 25-26. 85 Catálogo Exposición de pinturas de Gustavo Cochet, Galería Müller, Buenos Aires, octubre 1944, p. 7. La publicación posee 56 páginas. Las frases citadas a continuación corresponden al mismo texto.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 moderno, Julio Payró. En abril de 1945 expuso en la Galería Witcomb de Rosario, obtuvo el Primer Premio Adquisición en el Salón de Santa Fe y publicó Honoré Daumier.86 Otra de las características marcadas del período fue la consolidación de diversas agrupaciones de carácter gremial que buscaban operar como elemento de presión ante las instituciones artísticas y las políticas culturales oficiales. Con respecto a las prácticas impulsadas por las agremiaciones locales Cochet sostuvo una posición crítica haciendo pública su renuncia a la filial santafesina de la Sociedad de Artistas Plásticos en julio de 1945.87 Pensamos que Cochet percibía que la problemática real pasaba por lograr que el pintor pueda vivir de su trabajo, que sea “su oficio” el que le dé “el pan”. Así, “... toda lucha y competición entre artistas debiera realizarse en lindes donde lo que se ponga en juego, no sean cátedras, premios u otras prebendas burocráticas, sino el sagrado ideal del arte”.88 Cochet pugnaba por que los artistas trabajaran activamente en la ampliación de las audiencias y de los consumidores de bienes simbólicos, en lugar de insistir en las instancias de certámenes y premios como eje central de sus discursos y proclamas.89

Miradas activas hacia Cochet Cochet regresó a Rosario en 1947 y publicó Entre el llano y la sierra.90 En 1948 lanzó la cuarta edición de Diario de un pintor91 y fue nombrado Profesor Adjunto de la asignatura “Figura y Ornato” en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Nacional del Litoral. En 1956 fue dejado cesante en su cargo por decisión de la dictadura militar autodenominada como “Revolución Libertadora”. El artista vivió su destitución como una brutal injusticia y manifestó por escrito la arbitrariedad de la que fue objeto, dejando constancia de que su acceso a la cátedra fue “... ganado por concurso sin mediar ningún servil sometimiento y sin

86 Editado por la editorial Poseidón. 87 Carta de Gustavo Cochet dirigida al Señor Francisco Puccinelli Presidente de la Sociedad de Artistas Plásticos de Santa Fe, fechada el 12 de julio de 1945, Archivo Museo Gustavo Cochet. 88 COCHET, Gustavo, Diario …, Op. Cit., p. 234. 89 Por entonces se las filiales santafesina y rosarina de la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos sostenían políticas de enfrentamiento con los criterios de conformación de los jurados de selección y premios del Salón de Otoño, en el marco de la gestión de Hilarión Hernández Larguía como Director del Museo Municipal de Bellas Artes “Juan B. Castagnino”. Una zona de los acalorados debates, la hemos abordado en nuestro trabajo “Manuel Ferrer Dodero, intérprete de su entorno”, en catálogo exposición Un arte serero y perdurable. Manuel Ferrer Dodero, Funes, Museo Gustavo Cochet, setiembre 2010, con la curaduría a mi cargo. 90 Publicado por la editorial Castellvi de Santa Fe. 91 También publicado por la editorial Castellvi.

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Sabina Florio ocupar el lugar de nadie por ser cargos nuevos”.92 Asimismo consignó que “... resulta incomprensible el porque de tan exclusivo y encarnado rigor contra los profesores universitarios”.93 Luego, fijó su residencia en Funes y entre 1955 y 1963 dictó clases en la Escuela de Bellas Artes de Pergamino donde tuvo entre sus jóvenes alumnos a Juan Pablo Renzi. En el marco del rastreo de prácticas soslayadas, en 1958, Emilio Ellena lanzó una colección de carpetas de estampas “... marcando un primer ciclo en la revisión y rescate de la gráfica argentina”.94 La primera carpeta –de un conjunto de cincuenta en total– estuvo dedicada a Gustavo Cochet. En un mismo sentido, Cochet, figuró entre los expositores de la muestra Veinticinco años de pintura Rosarina –realizada en agosto de 1964 en la Galería Carrillo– y de la Exposición de pintura Rosarina. Colección Isidoro Slullitel –presentada en el Museo Municipal de Bellas Artes “Juan B. Castagnino” en 1965–. Ambas muestras intentaban recuperar la actuación de los artistas modernos iniciales, invisibilizados por el prestigio ostentado por el Grupo Litoral. En palabras de Juan Grela intentaban reunir “... los eslabones dispersos de nuestra vida artística con un sentido de totalidad destinado a mostrar el panorama completo de nuestra idiosincrasia plástica”.95 En 1967 se realizó la exposición de la colección de Slullitel denominada Pintura actual de Rosario en el Museo Municipal de Bellas Artes “Juan B. Castagnino”. Según Rubén Naranjo –miembro del grupo de vanguardia– “... los vanguardistas autores de algunas de las obras, impusieron el nombre de Cochet para la presentación inaugural”.96 La razón de su convocatoria se debía, como ha mencionado Juan Pablo Renzi, a que “... la gente se había acercado mucho” a él.97 Naranjo aprovechó la coyuntura para retomar la polémica mantenida con el Grupo Litoral, cuyo momento álgido había sido el lanzamiento del suelto “A propósito de la cultura mermelada” el año anterior. Así, siguiendo a Naranjo “... a los 74 años, Gustavo Cochet, ve con más claridad que los anquilosados pintores modernos,

92 Carta de Gustavo Cochet dirigida al Doctor José María Fernández Interventor de la Universidad del Litoral, fechada en febrero de 1956, Archivo Museo Gustavo Cochet. 93 Ibídem. 94 DOLINKO, Silvia, Arte para todos. La difusión del grabado como estrategia para la popularización del arte, Fundación Espigas, Buenos Aires, 2003, p. 42. 95 GRELA, Juan, catálogo Exposición de pintura Rosarina. Colección Isidoro Slullitel, Museo Municipal de Bellas Artes “Juan B. Castagnino”, Rosario, 10 al 31 de oct, 1965. Cabe agregar que Grela fue –junto a Ellena, Sllulitel, Carrillo y Gambartes– uno de los principales impulsores de estas recuperaciones. Además Grela fue asesor de Slullitel en la conformación de su colección de arte local. 96 NARANJO, Rubén, “El revés de la trama”, Boom, Rosario, set. 1968. 97 FANTONI, Guillermo A., Arte, Vanguardia y política en los años ‘60. Conversaciones con Juan Pablo Renzi, El Cielo por Asalto, Buenos Aires, 1998, p. 45. Renzi reconocía en Cochet al artista que lo había puesto “... en contacto con la verdadera pintura”, cuando tenía 15 años. Fue Cochet quien lo puso en contacto con Grela y Gambartes cuando se radicó en Rosario.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 institucionalizados como máximos exponentes del arte del litoral...” y sus palabras “... superan la estática mediocridad del Museo Municipal”. Naranjo, en el artículo ya citado, implementó una lectura política de la figura de Cochet.98 Al modo vanguardista Naranjo apeló al montaje de imágenes contrapuestas y dispuso una fotografía de la fachada del Museo Municipal de Bellas Artes “Juan B. Castagnino”, con el subtítulo “la cara de la mentira” junto a una fotografía de Gustavo Cochet, con el subtítulo “la cara de la verdad”.99 Esta yuxtaposición inquietante proponía desmontar la lectura de la confrontación entre la vanguardia y el arte oficial por la vía de la rebelión generacional, así Naranjo escribía “... los jóvenes plásticos integrantes de la vanguardia rosarina, rodearon al viejo maestro, quizás porque saben que Cochet es una verdad”.100 En 1967, Cochet regresó a Europa después de haber sido deportado en el `39, allí pudo recuperar las obras que había tenido que dejar escondidas debido a las complejas circunstancias que lo aquejaban por entonces. Con el material recuperado, “el infatigable Emilio Ellena,”101 en 1968, organizó la muestra Gustavo Cochet. Exposición Retrospectiva, en el Museo Municipal de Bellas Artes “Juan B. Castagnino”. A la par de la exposición se lanzó la publicación denominada Gustavo Cochet, con textos de Mele Bruñard y Eduardo Serón y una selección de pensamientos de Cochet a cargo de Emilio Ellena. Emilio Ellena acude a Historia de mi vida de Joaquín Torres García y al Diario de un pintor de Cochet para construir su relato. Recrea sus viajes y desplazamientos entre Barcelona, París y Rosario. Habla de la amistad que hermanó al rosarino y el uruguayo, las discusiones que mantuvieron y los hermosos retratos de las hijas de Torres, Ifigenia y Olimpia, pintados por Cochet. Refiere a su participación en la España Republicana, la militancia en la FAI, la realización de los Caprichos puesto que el autor “... rara vez pinta ‘temas políticos’, eso lo deja para los grabados”. Mele Bruñard reseña sus grabados donde estampa “... con veracidad su mundo de todos los días: su hijo dormido, su mujer cosiendo, su calle desierta, la ciudad silenciosa o envuelta en el bullicio de una feria, los campos de sus paseos, las gentes humildes que fueron sus mejores amigos”. Eduardo Serón analiza su pintura y percibe que en sus cuadros están

98 Un análisis de estas posiciones consta en RODRÍGUEZ, Jimena, “Anselmo Piccoli frente al accionar del Grupo Rosario: diferencias y complicidades”, Documento de Trabajo, 2010. (mimeo). Emilio Ghilioni –miembro del Grupo Rosario– me ha confirmado la aseveración de Renzi. 99 NARANJO, Rubén, “El revés ...”, Op. Cit. 100 En su Diario... Cochet declaba poner toda su esperanza “en la juventud”. COCHET, Gustavo, Diario …, Op. Cit., p. 151. 101 En la nota ya mencionada Naranjo narra el itinerario europeo de Cochet, su regreso a Europa en el ’67, la recuperación de sus obras en “... el granero de una vetusta casa de Collioures”. También, destaca la “infatigable” labor de Emilio Ellena.

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Sabina Florio presentes “... las postulaciones cezanneanas sobre la estructuración de la forma”. Afirma que los géneros tradicionales posibilitaron a Cochet “... su sentido de la vida”. En 1973, Rafael Squirru prologó el catálogo de la exposición Gustavo Cochet. Obras realizadas en España, Francia y Argentina entre 1924 y 1973, exhibida en la Galería Rubbers de Buenos Aires, siendo esta instancia una oportunidad de intensa visibilidad a nivel nacional para el artista. Asimismo, en el año 2002, su nieta, Silvia Cochet, junto a un grupo de vecinos residentes en Funes, creó el Museo Gustavo Cochet en la que fuera su casa-taller, generando una experiencia de autogestión acorde con los principios éticos sustentados por el pintor. Desde entonces, las obras, las ideas estéticas y las opciones libertarias del creador iluminan nuestro presente.

Recibido: 05/07/2011 Aceptado: 04/10/2011

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Los gobiernos lencinistas en Mendoza. Salud pública y vivienda popular, 1918-1924 Rodolfo Richard-Jorba1 INCIHUSA-CONICET Universidad Nacional de Cuyo Resumen En febrero de 1918 se abrió en Mendoza un nuevo ciclo político: comenzaron los gobiernos de la Unión Cívica Radical (UCR) acaudillados por uno de sus fundadores, José Néstor Lencinas, y por su hijo Carlos Washington, con intervenciones federales intermedias y otras que clausuraron el período del segundo antes de que concluyera su mandato. El discurso antioligárquico, el trato directo con los trabajadores y sectores populares en general, junto con la sanción de diversas leyes de las que éstos resultaban beneficiarios determinaron un mayoritario apoyo que se mantuvo durante toda la década de 1920, reflejado en grandes triunfos electorales. Nos preguntamos si los Lencinas provocaron una ruptura clara y profunda con el pasado de los gobiernos conservadores o gobiernos oligárquicos que durante más de medio siglo ejercieron el poder y modernizaron Mendoza o, si, por el contrario, tuvieron continuidades. Esta es una premisa para guiar nuestra investigación, que avanza lentamente porque la muy escasa bibliografía existente sobre el lencinismo, obliga a trabajar en una reconstrucción histórica a base de fuentes diversas. El artículo está centrado en establecer si las condiciones de vida de las bases sociales de los Lencinas mejoraron en materia de salud y vivienda como producto de políticas innovadoras o si éstas significaron una continuidad de las fijadas por el régimen conservador. Palabras clave:: Lencinismo - sectores populares - salud - vivienda Abstract A new political cycle was opened in Mendoza on February 1918: the government of the Union Cívica Radical directed by one of its leaders José Nestor Lencinas and his son Carlos Washington, with intermediate federals and others that close the period of the later before the end of his mandate. The anti oligarchic discourse and the direct treatment with the working class and the common people along with the approval of several laws that benefited them, determined a great support during the 1920 decade which was reflected in great electoral triumphs. We asked ourselves if the Lencinas provoked a clear and a profound break with conservative or oligarchic governs that exerted for more that half a century the power and modernization of the province of Mendoza, or, if the had had continuity. This is a premise which guides our research, which due to

1 INCIHUSA-CONICET y U.N. de Cuyo. E-mail: [email protected]

RICHARD JORBA, Rodolfo, “Los gobiernos lencinistas en Mendoza. Salud pública y vivienda popular, 1918-1924 ” en Avances del Cesor, Año VIII, N° 8, 2011, pp. 31-62.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 the scarce Lencinismo’s bibliography forces us to work in a historical reconstruction based on diverse sources. The article aims at determining if the well being of the population improved regarding health care and housing because of the new policies or because they were just a continuity of the ones fixed by the former conservatory regime. Key words: Lencinismo - working class - health - housing

En febrero de 1918 se abrió en Mendoza un nuevo ciclo político: comenzaron los gobiernos de la Unión Cívica Radical (UCR) acaudillados por uno de sus fundadores, José Néstor Lencinas, y por su hijo Carlos Washington, con intervenciones federales intermedias y otras que clausuraron el período del segundo antes de que concluyera su mandato. El discurso antioligárquico, el trato directo con los trabajadores y sectores populares en general, junto con la sanción de diversas leyes de las que éstos resultaban beneficiarios determinaron un mayoritario apoyo que se mantuvo durante toda la década de 1920, reflejado en grandes triunfos electorales.2 Disidencias y enfrentamientos con Yrigoyen conducirían a la separación de la UCR y a la fundación de la UCR Lencinista, vinculada con el radicalismo antipersonalista. Nos preguntamos si los Lencinas provocaron una ruptura clara y profunda con el pasado de los gobiernos conservadores o gobiernos oligárquicos que durante más de medio siglo ejercieron el poder y modernizaron Mendoza. Esta es una premisa para guiar nuestra investigación, que avanza lentamente porque la muy escasa bibliografía existente sobre el lencinismo, obliga a trabajar en una reconstrucción histórica a base de fuentes diversas.3 José Néstor Lencinas, como buen radical de la época, se consideraba un revolucionario4 que

2 Sobre este período, véase la única obra que lo ha abordado específicamente en sus facetas políticas, económicas y sociales: RODRÍGUEZ, Celso, Lencinas y Cantoni. El populismo cuyano en tiempos de Yrigoyen, Editorial de Belgrano, Buenos Aires, 1979. Véase también a LACOSTE, Pablo, La Unión Cívica Radical en Mendoza y en la Argentina (1890-1946), Ediciones Culturales de Mendoza, Mendoza, 1994. El capítulo II da un panorama del lencinismo, en particular desde el plano político e institucional. Asimismo, véase el ensayo de OLGUÍN, Dardo, Dos políticos y dos políticas. Emilio Civit-José Néstor Lencinas. La oligarquía liberal y la democracia popular, Mendoza, 1956. Se traza allí una semblanza de estos dos dirigentes paradigmáticos y las diferencias en sus modos de hacer política, concepciones, etc. 3 Entre las principales, los Mensajes de los gobernadores a la Legislatura y los Registros Oficiales. También, los clásicos álbumes dedicados a resaltar las virtudes de los gobernantes. Es clave, además, apelar a la prensa. Hubo en la década de 1920 una gran abundancia de diarios y periódicos. Para esta investigación, hemos revisado un órgano claramente opositor, editado por el socialismo, El Socialista, y Los Andes, diario tradicional, crítico con José Néstor, más moderado con el hijo, aproximándose a lo que hoy consideramos prensa independiente. 4 Un artículo sobre el proceso generado contemporáneamente por el radicalismo en Jujuy, aclara que

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Rodolfo Richard-Jorba venía a regenerar la política apoyado por el pueblo (básicamente los sectores populares) y a demoler el pasado oligárquico transformando el Estado (y sus instituciones) para ponerlo al servicio de los trabajadores y de los productores.5 José Néstor Lencinas (el Gaucho) falleció en enero de 1920, a dos años de haber sido elegido y después de haber soportado en ese corto tiempo intervenciones federales motivadas, precisamente, por esas posiciones revolucionarias, que lo llevaron a avasallar las instituciones de la Constitución y perseguir con extrema violencia a sus opositores. En 1922 su hijo Carlos Washington (el Gauchito) fue elegido gobernador, cargo que ocupó hasta ser intervenido federalmente (octubre de 1924). El último turno lencinista estuvo a cargo del gobernador Alejandro Orfila, quien asumió en febrero de 1926 y cuyo período gubernativo no será analizado en este trabajo. El lencinismo fue un temprano fenómeno populista en el contexto nacional. Si bien no hay acuerdo entre científicos sociales para definir al populismo, tal como sucede con la región entre los geógrafos, sí hay elementos comunes que le son atribuidos desde diferentes posiciones académicas: la existencia de un líder en comunicación directa con las masas; las políticas reformistas que adopta; el escaso o nulo apego a las instituciones; una visión nacionalista de la economía y la política; la división de la sociedad entre nosotros y ellos, aplicación de la lógica dicotómica amigo-enemigo; carácter no clasista del movimiento, etc.6 En efecto, los Lencinas plantearon siempre estar al servicio de los trabajadores, obreros, peonadas, de los pobres en general, sectores que seguían fielmente a sus caudillos. El Gaucho, según su biógrafo y exégeta, imaginaba un nuevo mundo que surgiría rápidamente

el concepto de revolución de los radicales no cuestionaba el sistema establecido de dominación social; sólo implicaba un cambio democrático reformista y distributivo. Véase FLEITAS, María Silvia, “El radicalismo en Jujuy de los años 20. Miguel A. Tanco, el ‘hombre que levantará al obrero y hará feliz la vida del pueblo’”, disponible en historiapolitica.com/datos/biblioteca/fleitas.pdf (fecha de consulta: 8-9-2011), pp. 1-27. 5 NIETO RIESCO, Julio, José Néstor Lencinas (Jefe de Estado), Mendoza, 1926. Nieto Riesco fue Fiscal de Estado y ministro de Hacienda de la provincia; pese a su condición de partidario y contemporáneo, muestra cierta objetividad en el tratamiento del personaje que merece ser destacada. Esta discursividad parece repetirse en otras provincias, como San Juan, con los Cantoni, o Jujuy, con Miguel Tanco (Véase RODRÍGUEZ, Celso, Lencinas y Cantoni..., Op. Cit.; y FLEITAS, María Silvia, “El radicalismo en…”, Op. Cit.). 6 De la muy numerosa bibliografía acerca del populismo resultan esclarecedoras las obras de MOSCOSO PEREA, Carlos, El populismo en América Latina, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1990; y MACKINNON, María M. y PETRONE, Mario A., (compiladores), Populismo y Neopopulismo en América Latina. El problema de la Cenicienta, EUDEBA, Buenos Aires, 1999, en especial la Introducción, escrita por los compiladores, pp. 11-55, y el clásico artículo de Juan Carlos Torre, “Interpretando (una vez más) los orígenes del peronismo”, pp. 173-195.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 en la primera posguerra. En ese mundo las cuestiones económicas serían el eje de conflictos entre ideas y sentimientos. La lucha la presagiaba fuerte entre las dos fuerzas que la sustentan: conservadora, reaccionaria, capitalista, la una, bregando por el mantenimiento del orden social y económico existentes; y liberal, radical obrera, la otra, buscando una organización social más justa, más igualitaria, más concorde con los sacrificios de la lucha…7

El núcleo dirigencial que respondía a los Lencinas, muchos de ellos universitarios como sus jefes, movilizaba a las masas a través del empleo público, el reconocimiento de sus valores, la organización de banquetes y la aplicación de políticas para beneficiarlas.8 La ideología era difusa. La regeneración de la política, el enfrentamiento del pueblo contra la oligarquía, las invocaciones a la patria, etc., estaban en el discurso, que mezclaba pensamientos disímiles como los de Tolstoi, Lenin o Le Bon con recepciones ofrecidas oficialmente a Leopoldo Lugones. En los hechos, la represión de la oposición (socialistas) y de ciertos periodistas, el enfrentamiento con organizaciones obreras, la cooptación de dirigentes o la persecución e internación de los mendigos y otros marginados para limpiar la ciudad capital, contrastaban con leyes sociales de avanzada y con el apoyo a los productores vitivinícolas, en especial los más débiles, los viñateros sin bodega.

Los sectores populares en el orden conservador El desarrollo capitalista mendocino se estructuró sobre la agroindustria vitivinícola desde la década de 1880, con una producción en gran escala para abastecer un mercado nacional en permanente expansión. Entre 1914 y 1918 estaban en producción unas 70.000 ha. con vid en un marco de subdivisión de la tierra, lo que promovía la ampliación de los estratos medios de la sociedad.9 Las bodegas se multiplicaron: de 341 en 1888, todas muy

7 NIETO RIESCO, Julio, José Néstor … (Jefe de Estado)…, Op. Cit., p. 133. 8 Los Lencinas eran abogados, profesión que compartían con diversos colaboradores, entre otros, Julio Nieto Riesco, Fiscal de Estado, Ministro de Hacienda biógrafo y exégeta del Gaucho; hombre de ideas claramente progresistas. Hubo, además, médicos que elaboraron planes de salud (niñez, enfermedades infecto-contagiosas, etc.), como el Dr. Bernardo A. Ferreyra. Pero el centro del núcleo dirigencial tal vez corresponda atribuirlo al Ing. Leopoldo Suárez, quien ocupara durante estos gobiernos el estratégico Ministerio de Industria y Obras Públicas. Además de un notable técnico, fue un intelectual con gran capacidad ejecutiva y concentró en sus manos el diseño y aplicación de las políticas económicas intervencionistas que revitalizaron la alicaída economía vitivinícola. En su gestión, Suárez priorizó las infraestructuras económica y social, lo que sin dudas amplió el apoyo popular al lencinismo. 9 Entre 1881 y 1900 se iniciaron 2.900 explotaciones vitícolas, 67% de las cuales tenía menos de 5 ha; hacia 1914, los viñedos registrados eran 6.160 y el 80% tenía menos de 25 ha (RICHARD-JORBA,

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Rodolfo Richard-Jorba pequeñas (menos de 1.000 Hl. de capacidad), se llegó en 1914, a casi 1.400, varias de las cuales elaboraban entre 150.000 y 250.000 Hl. La producción total de vinos acompañaba la enorme expansión de la demanda interna: 927.000 Hl. en 1899 y 4.310.000 Hl. en 1914.10 Los impuestos al sector financiaban más de la mitad del presupuesto de la provincia. La vitivinicultura generó demandas de otros bienes, en parte satisfechas con la instalación de talleres de servicios que comenzaron a fabricar repuestos y equipos de baja complejidad para bodegas, dando origen a un incipiente brote industrial.11 En este contexto, el mercado de trabajo se volvió más grande y complejo, como fuera registrado en el Censo de 1895. Nuevas categorías socioprofesionales de trabajadores y empleados calificados para atender operaciones industriales (electricistas, maquinistas, enólogos…) o diversos servicios, se reforzaron en 1914. Sin embargo, los trabajadores con empleo precario, muchas veces temporario, agrupados como peones o jornaleros, y el personal del servicio doméstico, constituían amplias mayorías en el mundo del trabajo y estaban en la base de la pirámide social.12 Entre los años 1890 y finales de la segunda década del siglo XX, la prensa registraba de forma unánime el grave problema que representaba el incesante aumento de los precios de los principales bienes de consumo para la subsistencia de los sectores populares. Efectivamente, los trabajadores y sus familias se enfrentaban cotidianamente al drama del creciente costo de vida, cuestión que obligaba a intensificar el trabajo de todo el núcleo familiar, incluyendo los niños.13 El precio de los alquileres por insuficiencia de la oferta era otra constante que afectaba de manera creciente el ingreso de los trabajadores y la prensa denunciaba que el costo de vida en ascenso provocaba desaliento e incidía en la emigración de población. En efecto, mientras los precios subían, los jornales de los mayoritarios trabajadores no calificados (peones rurales y urbanos, mensuales o temporarios; también las mujeres y los menores) se mantuvieron estables en términos nominales durante casi tres décadas, entre 1890 y 1918, no superando los $ 2 por día como máximo. En ese extenso período la conflictividad social tuvo amplias manifestaciones, con un movimiento obrero crecientemente organizado,

Rodolfo et. al., La región vitivinícola argentina. Transformaciones en el territorio, la economía y la sociedad, 1870-1914, UNQuilmes, Buenos Aires, 2006), Cap. II. 10 Ibídem. 11 PÉREZ ROMAGNOLI, Eduardo, “Contribuciones para una geografía histórica de Mendoza: las industrias inducidas por la fabricación de vino entre 1880 y 1930”, en Revista de Estudios Regionales, CEIDER, Mendoza, 1996, Nº 15-16, pp. 53-88. 12 El empleo precario alcanzaba al 57% del total de la población en actividad (RICHARD-JORBA, Rodolfo et al, La región vitivinícola…, Op. Cit., p. 112). 13 RICHARD-JORBA, Rodolfo, Empresarios ricos, trabajadores pobres. Vitivinicultura y desarrollo capitalista en Mendoza (1850-1918), Prohistoria Ediciones, Rosario, 2010.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 en busca de mejores condiciones de trabajo y mayores ingresos, además de huelgas por solidaridad. Las condiciones de vida de los sectores populares eran muy precarias, con hacinamiento, promiscuidad, déficit alimentarios y muy altas tasas de morbi-mortalidad, especialmente la infantil.14

Las gestiones lencinistas y los sectores populares En 1918, la Ley 732 sancionada por el novel gobierno de José Néstor Lencinas provocó un significativo impacto en las relaciones laborales hasta entonces imperantes. Esa ley fijaba un jornal mínimo de $ 2,50 para los trabajadores estatales y los que cumplieran trabajos para el sector público, con una jornada máxima de 8 horas. También esa jornada se aplicaría a los privados, para quienes se fijaba un jornal mínimo de $ 2 (es decir, el máximo que percibían hasta ese momento), a fin de evitar que los patrones disminuyeran esos ingresos acompañando la reducción del tiempo de labor.15 Esto último no entró en vigencia en el período estudiado porque el Poder Ejecutivo no reglamentó la ley sino hasta 1926.16 De modo que la nueva norma tuvo inicialmente una incidencia relativa en tanto se aplicó sólo al sector estatal, pero marcó un hito muy destacado al establecer la jornada máxima y la intervención del Estado como regulador de las relaciones entre capital y trabajo. Habilitó asimismo una serie de conflictos de obreros privados que reclamaban jornadas laborales y salarios en función de aquella legislación. En años posteriores el Estado comenzaría a controlar de manera efectiva (aunque parcial y muy gradual) cuando se tornara operativa otra creación del Gaucho (Ley 731 de 1918), la Inspección General de Trabajo (luego Departamento Provincial de Trabajo), durante la gobernación de Carlos Washington Lencinas. El costo de la vida, sin embargo, continuó agobiando a los sectores populares, con brevísimos momentos de cierto equilibrio entre gastos e ingresos. Aun cuando se requiere una minuciosa revisión de fuentes para obtener datos sobre precios que posibiliten construir series o, al menos, listas en algunos años seleccionados, un informe oficial del último gobierno lencinista permite una aproximación. Ese documento presentó un esquema de la relación costo de vida/salarios entre 1916 y 1927. Se tuvo en cuenta el ingreso de un

14 Ibídem. 15 El gobernador Alejandro Orfila intentó en 1927 fijar el salario mínimo en $ 4,50 por día porque todavía se mantenían jornales de 1918 –y de fines del siglo XIX– pese al aumento del costo de vida (Ley 922, declarada inconstitucional por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en 1929). 16 Alejandro Orfila reglamentó la Ley 732 por decreto del 20-2-1926, días después de asumir el cargo. Extendió la jornada máxima a todo el ámbito laboral, urbano y rural, y prohibió a los patrones descontar de los salarios suministros que podrían haber sido entregados a los trabajadores, lo que sugiere la pervivencia de salarios de tipo arcaico, cubiertos en parte en especie. El permanente ascenso de los precios denunciado por la prensa y documentos oficiales seguramente habría reforzado esta pervivencia perjudicando a los trabajadores.

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Rodolfo Richard-Jorba obrero con una familia de cinco miembros (tres menores). Para el período que nos ocupa, esa relación habría sido neutra sólo en 1919 y 1922, mostrando desbalances contrarios a la situación de los sectores populares en 1918, 1920, 1921, 1924 y 1925.17 Sin embargo, una investigación reciente señala cierta incompatibilidad con estas cifras.18 Además, la revisión de los Presupuestos de la provincia entre 1915 y 1924 muestra otra realidad, confirmando aquella incompatibilidad: hay numerosos cargos del Estado con salarios muy bajos y sólo algunos trabajadores más calificados habrían podido sustentar sus consumos.19 Y si en el Estado persistían esos magros ingresos, resulta difícil suponer que en el sector privado serían mejores, al menos entre los mayoritarios trabajadores no calificados o escasamente preparados. ¿Qué motivaba entonces a una considerable mayoría de la población, perteneciente sobre todo a los predominantes sectores populares, a seguir a los Lencinas?20 Esta pregunta carece de una respuesta unívoca; por el contrario, deberán buscarse respuestas parciales pero convergentes para explicar un fenómeno que parece bastante complejo, que excede

17 ZULOAGA, Manuel A., Salario mínimo, Talleres Gráficos J. Peuser, Mendoza, 1927, pp. 9 y 112. Zuloaga era Ministro de Gobierno y Presidente de la Comisión de Salarios instituida por el gobernador Orfila para estudiar la situación de los trabajadores y fijar un salario mínimo en la provincia. Este estudio indica mediante un gráfico que en 1918, con un jornal de $ 2, la familia obrera necesitaba gastar $ 3; en 1919 esa relación se habría equilibrado al mejorar el jornal a $ 3; en 1921 se abrió una brecha: $ 3 y $ 3,50, restableciéndose el equilibrio por un descenso de precios en 1922-1923 ($ 3 para cada parte), no explicado ni demostrado con evidencia en el documento. Finalmente, desde 1924, la brecha se hizo cada vez más ostensible, con un jornal fijo de $ 3 y gastos que crecieron de $ 4 en 1924 a $ 5 en 1925. 18 Si para 1910-1911 hemos calculado un presupuesto de gastos de un matrimonio con dos hijos sin escolaridad en $ 103,11 mensuales, una década más tarde resultaría imposible que una familia de 5 miembros subsistiera con $ 3 por día (Véase RICHARD-JORBA, Rodolfo, Empresarios ricos…, Op. Cit. p. 256). 19 Por ejemplo, un cochero o un ordenanza, fueron cargos que pasaron de cobrar $ 60 entre 1915 y 1918 ($ 2 por día), a $ 100 (poco más de $ 3 por día) entre 1922 y 1924, lo que muestra incrementos producidos por el lencinismo. Pero otros trabajadores, como el vigilante de policía, no modificó su salario desde 1915 a 1924 ($ 90); el agente policial de campaña, que ganaba $ 70 en el período conservador y comienzos del lencinismo, recibió sólo $ 5 de aumento en 1923 (menos de un 10%); enfermeras de hospitales pasaron en esos años de $ 60 a $ 75 en 1923; y los peones y costureras de hospitales mantuvieron sin modificaciones sus ingresos ($ 50 entre 1915 y 1924). (Véanse las leyes de Presupuesto de Gastos de la Provincia de Mendoza, 1915-1922 [1916-1922 presupuesto prorrogado]; 1923 y 1924). 20 En sucesivos actos electorales tanto José Néstor como su hijo superaron por márgenes amplísimos a la oposición conservadora, socialista y de la propia disidencia radical (RODRÍGUEZ, Celso, Lencinas y Cantoni…, Op. Cit.; LACOSTE, Pablo, La Unión Cívica Radical…, Op. Cit., p. 49, reproduce en un cuadro las cifras aportadas por Rodríguez).

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 el objeto puntual de esta investigación. Y esto es así, porque la empatía de los Lencinas con los sectores populares y el carisma con que los cautivaban superan la mera respuesta material de un gobierno a necesidades de sus bases sociales. Una ideología enteramente difusa, como la radical, no era posiblemente factor de atracción masiva. Tampoco la proclamada regeneración de la política y sus prácticas. Es, más bien, el trato interpersonal21 y la articulación líder-seguidores o líder-masa, en una relación inorgánica, a diferencia –sin perjuicio de ciertas similitudes– de lo que sucedería años más tarde con el peronismo y su negociación con el movimiento obrero organizado para consolidarse como fuerza política.22 Y en esa relación, los sectores populares se sintieron interpretados, apoyados, considerados, tratados como seres humanos y como sujetos de derecho o ciudadanos por el nuevo poder político, a diferencia de lo padecido durante más de medio siglo de régimen oligárquico, de orden conservador. Un repaso a las ideas de José Néstor respecto de los sectores populares es un buen punto de partida para aproximarnos a su actuación con el objetivo de establecer si hubo coherencia entre pensamiento y acción, justificativo, en parte, del respeto reverencial que le profesaron sus partidarios. En la campaña electoral de 1917, con vistas a las elecciones que en enero del año siguiente lo consagrarían gobernador, el Gaucho dio a conocer un Manifiesto al pueblo de la Provincia de Mendoza en el que expresaba algunas de sus principales ideas y formulaba propuestas para la futura acción de gobierno si resultaba electo. Nos interesa destacar, por su estrecha complementación, las referidas a la economía –en tanto generadora de riqueza y empleo o de la pérdida de ambos–, y las que atienden al mundo de los trabajadores.23 Lencinas destacaba que había una crisis profunda: … intensa, que la soporta en primer término, la viña, que es nuestra principal y hoy casi única fuente de producción. Se hace, pues, indispensable no sólo normalizar esta situación, sino también buscar… nuevas fuentes de producción que vengan a crear un

21 Una biografía política del Gaucho destaca que desde su estudio de abogado y siendo muy joven defendió en los tribunales a los sectores populares perseguidos por la justicia o los gobiernos oligárquicos, lo que le granjeó el reconocimiento y la admiración de los marginados, que fueron convirtiéndose en sus seguidores fieles cuando se incorporó a la U.C.R. en los años 1890 y cuando se convirtió en el jefe indiscutido de la misma (NIETO RIESCO, Julio, José Néstor Lencinas (Jefe de Partido), Mendoza, 1926). Su hijo heredó parte de esa tradición y, a su manera, la siguió, aunque tuvo menos consideraciones morales que su padre (NIETO RIESCO, Julio, José Néstor…. (Jefe de Estado)…, Op. Cit.). 22 MACOR, Darío y TCACH, César (editores), La invención del peronismo en el interior del país, UNLitoral, Santa Fe, 2003. En especial, véase la Introducción, elaborada por los editores. 23 FALCÓN, Ricardo, La Barcelona Argentina. Migrantes, Obreros y Militantes en Rosario, 18701912, Laborde Editor, Rosario, 2005.

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Rodolfo Richard-Jorba estímulo para el capital y la concurrencia del brazo trabajador que, en buen número, ha salido de la provincia como causa evidente de esa misma crisis.24

Planteaba para salir de la crisis, entre otras cuestiones, repoblar los campos del llano y la montaña con ganadería vacuna para el abastecimiento interno, recuperar las antiguas superficies alfalfadas para engordar ganado y exportarlo a Chile, como sucedía antes de la modernización vitivinícola de fines del S. XIX. Esto implicaba una vuelta a un pasado que estaba irremisiblemente superado por la especialización complementaria del espacio central argentino que habían desarrollado las economías regionales extrapampeanas; mostraba, sin dudas, una escasa visión del funcionamiento de la economía nacional y su sistema de transporte ferroviario, que tornaba innecesario el engorde local de los animales en caso de que Chile volviera a demandar ganado como antaño.25 Como elemento moderno proponía algo que se cumpliría años más tarde: sacrificar el ganado en Mendoza para agregar valor a esas posibles exportaciones, para lo cual “… es indispensable la construcción de mataderos con todos los adelantos modernos que llenen esa necesidad y de donde pueden derivarse otras grandes y pequeñas industrias.”26 También pensaba en instalar frigoríficos para conservar frutas, legumbres y otros artículos porque opinaba, con buen criterio, que los mismos eran enviados a Buenos Aires para su conservación y reintroducidos luego en Mendoza con mayores costos. El frigorífico para la carne debería abastecer a toda la región cuyana y a Chile, compitiendo con sus similares instalados en Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos, una idea más que ignoraba el contexto económico nacional. Otra propuesta era desarrollar plantaciones de remolacha azucarera para producir localmente azúcar y abastecer a la industria conservera que debería instalarse. Proponía también la instalación de fábricas de vidrio que, empleando materia prima local, produjeran envases para el vino y el agua mineral; y de papel, para aprovechar como materia prima los sarmientos de la viña empleados hasta entonces sólo como combustible. Ideas no descabelladas pero que no tenían en cuenta las escalas productivas requeridas para tornar rentables las inversiones necesarias, que no eran menores. En suma, aunque deberemos ampliar la investigación en

24 “Manifiesto al pueblo de la Provincia de Mendoza”, transcripto en NIETO RIESCO, Julio, José Néstor… (Jefe de Estado)…, Op. Cit. p. 244. 25 La venta de ganado en pie a Chile decayó en el comienzo del siglo XX y si bien tuvo altibajos, la tendencia fue descendente hasta prácticamente desaparecer en la década de 1930. En el momento en que Lencinas lanzaba su Manifiesto, la exportación era ínfima: poco más de 15.000 vacunos en 1917; unos 8.500 en 1918 y apenas 300 en 1919 (Síntesis de los Anuarios de la Dirección General de Estadística de la Provincia de Mendoza correspondiente a los años 1915-1922, Peuser, Buenos Aires, 1923, p. 169). 26 “Manifiesto al pueblo…”, Op. Cit., pp. 244-245. El matadero, inaugurado por Carlos Washington, sólo abastecería al mercado local.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 el futuro, su posición económica parecía orientada casi a una autarquía de la provincia, una forma de nacionalismo económico. Lo expresaba de modo contundente: Delineada a grandes rasgos la situación actual de la provincia, debemos llegar no sólo a su regeneración institucional, sino también a una orientación… que aseguren la completa independencia económica de Mendoza al proceder a la industrialización de sus ricos productos.27

En materia agrícola, Lencinas proponía “La colonización de latifundios y tierras labradas, divididas en pequeñas parcelas con venta directa al pequeño agricultor...”, para lo cual habría de crearse un banco agrícola mixto “sin tener la influencia perniciosa de la política… como sucede hoy con el actual Banco de la Provincia...”, que tenía inmovilizado el 67% de su capital “entre 16 deudores afiliados al viejo régimen,”28 sin prestarle lo suficiente a agricultores y viñateros y sí a los oligarcas. Para esos representantes del viejo régimen, el pueblo es la gauchocracia, la chusma innoble, la turba incoherente, que debe soportar… el saqueo hecho con toda impunidad…29

Proponía, entonces, liquidar ese Banco de la Provincia y crear el Banco Agrícola. Todas estas propuestas quedaron sólo como expresiones de buenos deseos. No hubo transformación agraria promovida por el Estado sino la subdivisión espontáneamente llevada a cabo por el mercado; tampoco se instalaron las fábricas de azúcar, vidrio, papel, etc. Y lo que parecería haber estado presente en su intermitente gobierno30 era el discurso antioligárquico, acompañado de acciones de persecución de adversarios y escaso respeto a la institucionalidad ya mencionados, sin que faltaran casos graves de corrupción31 y nepotismo. Respecto de la mejora social, Lencinas prometía ocuparse de la … salubridad pública. La mortalidad infantil en los últimos años representa una proporción que verdaderamente espanta…..Los hombres de ese funesto régimen de 50 años… jamás se ocuparon de cuidar a ese pueblo …32

Estas últimas palabras no se correspondían con los hechos. Sin duda que la mortalidad

27 Ibídem, p. 260. 28 Ibídem, p. 249. 29 Ibídem, p. 250. 30 El gobierno de José Néstor Lencinas recibió las intervenciones federales de Tomás de Veyga (febrero/abril de 1919) y Perfecto Araya (mayo/junio de 1919). El gobernador falleció en ejercicio del cargo, el 20 de enero de 1920, un año antes de concluir su mandato. 31 RODRÍGUEZ, Celso, Lencinas y Cantoni…, Op. Cit. 32 “Manifiesto al pueblo…”, Op. Cit., pp. 251-252.

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Rodolfo Richard-Jorba infantil era altísima, pero no era cierto que los hombres del funesto régimen no se hubieran ocupado. Por el contrario, hasta 1914, las tasas registradas, con oscilaciones, presentaban una clara tendencia a la baja, aun cuando fueran significativamente altas.33 Pero esa tendencia parece interrumpirse en 1916-1917, años en que se presenta un muy brusco ascenso; al contrario, se inicia en 1918, con los gobiernos lencinistas, un gradual descenso, como veremos más adelante (Cuadro 1). Sin dejar de valorar el descenso de la tasa de mortalidad infantil (21,8% entre 1916 y 1925), debemos destacar que las causas que provocaban la muerte de niños de hasta 5 años de edad, se mantenían prácticamente sin variantes respecto del período 1903-1914,34 como se verá más adelante. En efecto, anticipemos que las principalísimas causas de muerte de niños seguían siendo la diarrea y la enteritis (32% del total de defunciones de niños en 1916 y 30% en 1925),35 indicio de que las condiciones de vida de los sectores populares no habían experimentado cambios significativos en orden a la higiene, la vivienda y la nutrición. En el Manifiesto, Lencinas también anunciaba una política de viviendas para los sectores populares mediante la construcción de “casas baratas para el obrero, a fin de que con los suyos habite en condiciones higiénicas, adquiriendo con el mismo alquiler la casa que ocupe…”36 y señalaba que eso sería obra del gobierno radical que contaba ya con capitales que se le habían ofrecido. En este aspecto no hubo concreciones durante las gestiones del padre y del hijo; y las muy deficientes condiciones de habitabilidad en las ciudades (ranchos, conventillos, pensiones…) continuaron como con los gobiernos del régimen.37 Salud y vivienda, son las cuestiones que abordamos con mayor amplitud para establecer si hubo o no una real mejora en las bases sociales que sustentaron el fenómeno lencinista.

La gestión de José N. Lencinas Una vez en posesión del cargo de gobernador, Lencinas se preocupó por cumplir con sus compromisos electorales. No nos extenderemos sobre cuestiones económicas, pero señalemos que buscó solucionar los problemas más acuciantes de la vitivinicultura, aquejada

33 En una serie de 1903 a 1914, las tasas comienzan con un 246 por mil y concluyen en el 146 por mil (Anuario de la Dirección General de Estadística de la Provincia de Mendoza correspondiente al año 1914, p. 35). 34 Sobre este período véase RICHARD-JORBA, Rodolfo, Empresarios ricos…, Op. Cit., Capítulo VI. 35 Los menores de 2 años constituyeron el 94% y el 97% respectivamente en 1916 y 1925 del total de niños fallecidos por enteritis en esos años. 36 “Manifiesto al pueblo…”, Op. Cit., p. 253. 37 Sobre viviendas y condiciones de vida durante el orden conservador, véase RICHARD-JORBA, Rodolfo, Empresarios ricos…, Op. Cit., Cap. VI.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 por crisis recurrentes de sobreproducción y de subconsumo que llevaban varios años. Las leyes 758 y 759, sancionadas en 1919, perseguían la regulación del mercado. La primera, ordenaba la construcción de bodegas regionales con el propósito de que los viñateros sin bodega tuvieran la oportunidad de elaborar su vino sin verse urgidos a malvender la uva a los bodegueros antes de que se produjera su deterioro. En este sentido, había una clara intencionalidad de apoyar a los grupos menos favorecidos de la economía vitivinícola: los viñateros independientes y los trabajadores, es decir sectores medios y populares, porque si se lograba cosechar toda la uva y elaborarla, se tendía a mejorar el ingreso de estos actores y a reducir la desocupación generando nuevos empleos o conservando los existentes. La ley 759 instituía un seguro agrícola contra heladas y granizo, que dejan inermes a los productores que padecen estos fenómenos. El sistema fracasó rápidamente, tanto por corrupción de los presuntos afectados como por ineficiencias del gobierno. Finalmente, sería derogada durante el gobierno de Carlos W. Lencinas, lo mismo que la ley 758, pese a algún éxito parcial de elaboración de vino por parte de viñateros cooperativizados; pudo más la presión del poder económico local canalizada a través de un movimiento denominado deroguista, que tuvo amplio apoyo social.

La salud pública En Mendoza (y en el país38) no existía, obviamente, el concepto de salud pública que se impondría en el país con el peronismo, considerada parte de un sistema integral de desarrollo económico y social.39 El hospital público era concebido como institución benéfica para atender a los sectores populares y, excepcionalmente, a grupos de mayores niveles de ingreso (por ejemplo, con cirugías). No existían clínicas privadas ni hospitales de comunidades. La medicina preventiva estaba a cargo de la Asistencia Pública, encargada de desinfecciones y campañas de vacunación; también trataba pacientes ambulantes en consultorios externos; en años sucesivos incorporó especialidades médicas que abarcaban un amplio espectro de patologías. José Néstor Lencinas se propuso extender y mejorar los servicios de asistencia médica a los sectores populares, efectivizando la descentralización geográfica iniciada con los gobiernos conservadores. Desde el momento en que asumió llevó a cabo refacciones en el más antiguo hospital mendocino, el San Antonio; concluyó obras complementarias en el hospital de Maipú –a 15 km de la capital– (25 camas) y finalizó las del hospital Regional 38 Para tener un buen panorama sobre las instituciones de salud en Buenos Aires, que era la avanzada del país en la materia, véase BELMARTINO, Susana, La atención médica argentina en el siglo XX. Instituciones y procesos, Siglo XXI editores, Buenos Aires, 2005, Capítulos 1 y 2. 39 Véase CARRILLO, Ramón, Contribuciones al conocimiento sanitario, Obras Completas II, EUDEBA, Buenos Aires, 1974. Especialmente “Sentido Justicialista de la Medicina”, p. 144 y “La Salud Pública actual desde el punto de vista peronista”, pp. 339-340.

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Rodolfo Richard-Jorba de San Martín –50 km al Este– (60 camas) que venían del denostado régimen oligárquico; propuso construir un hospital moderno en la ciudad capital destinado a enfermedades infecto-contagiosas y a la atención de tuberculosos; sugirió crear servicios para atención de enfermedades venéreas, ampliar la atención de niños y fundar un Instituto de Puericultura para educar a las madres. Asimismo, avanzó en los estudios y firma de convenios con Obras Sanitarias de la Nación para la ampliación y difusión geográfica de los servicios de agua y cloacas.40 Sin embargo, la situación de la asistencia médica a la población era precaria y la infraestructura, insuficiente, desbordada por una demanda creciente.41 Tampoco se modificaron concepciones de la Asistencia Pública provenientes del orden conservador, que avanzaban sobre la dignidad de las personas, lo que merecía la crítica desde la prensa opositora.42

La vivienda Nada se hizo durante el período del Gaucho en materia de vivienda social, pese a los reclamos de la prensa, a las promesas del caudillo hechas en su Manifiesto y a la evidencia de que la creciente población generaba una enorme demanda frente a una oferta que permanecía estancada. Esto daba lugar a la ya mencionada constante suba en el precio de los alquileres que venía, por lo menos, desde comienzos de siglo y se mantenía sin cambios con el gobierno del caudillo radical. El resultado, previsible, era el hacinamiento en conventillos en la ciudad capital (y otros departamentos), agudizando los problemas de falta de higiene y abriendo las puertas para enfermedades y posibles epidemias.43 Asimismo, algún

40 Mensaje del gobernador José Néstor Lencinas inaugurando el período legislativo 1918, transcripto en NIETO RIESCO, Julio, José Néstor … (Jefe de Estado) …, Op. Cit., pp. 266-275. 41 Por ejemplo el Hospital Provincial, el más grande y complejo, en 1918 tenía 400 camas, todas ocupadas; el San Antonio, 185 y 240 enfermos; y la Casa de Aislamiento 90 camas para 140 enfermos (Mensaje del Gobernador José Néstor Lencinas a la Legislatura, 1918, en NIETO RIESCO, Julio, José Néstor… (Jefe de Estado) …, Op. Cit., p. 277. 42 Se cuestionaban aspectos centrales: atención médica deficiente, con fallas de diagnósticos y prescripciones incorrectas, así como la obligatoriedad, para ser atendido, de presentar certificado de pobre de solemnidad (El Socialista, 25/07/1920, p. 1). Aunque Lencinas había fallecido, el lencinismo continuaba en el poder y es claro que la Asistencia Pública conservaba prácticas que venían del período anterior. 43 En un artículo titulado “La Salud Pública” se critica fuertemente al gobierno lencinista por no prevenir en la materia, lo mismo que a la Asistencia Pública y la municipalidad capitalina. Los conventillos, entre otros establecimientos, “… constituyen verdaderos focos de infección y agentes propagadores de toda clase de microbios … Falta de baños, extracción de basuras… se notan… cuando una enfermedad contagiosa hace su aparición…” (El Socialista, 03/11/1918, p. 3).

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 fenómeno natural (aluviones) provocaba migraciones internas que agudizaban el problema de la vivienda e, inclusive, daban lugar a actitudes discriminatorias de los propietarios: En este departamento [Godoy Cruz] puedo decir casi exclusivamente obrero… los gobiernos, o mejor dicho los desgobiernos, no se han preocupado de la habitación para obreros… he tenido que recorrer toda… la Villa buscando casa para alquilar y debido en algo a las recientes crecientes en la parte baja de la ciudad [capital] y el departamento de Las Heras una parte de los habitantes de dicho departamento se han venido a Godoy Cruz, y aquí el que tiene casa o casas para arrendar lo primero que pregunta es: ¿tiene hijos?, y el que conteste sí, no hay casa… así que tendremos que ir a vivir a la intemperie…44

Por la información disponible, puede afirmarse que los alquileres representaban, como mínimo, del 20 al 25% del ingreso de un obrero y superaban ese porcentaje en los de personal no calificado, jornaleros y peones.45 Y el problema se mantendría también –y recrudecería– en el gobierno del hijo del caudillo. El discurso pro-viviendas obreras había quedado sólo en eso. Para Rodríguez, finalmente … en el terreno concreto, la acción de Lencinas desde el gobierno por el mejoramiento de las condiciones de vida de los pobres no fue tan revolucionaria como la propuesta teórica de su legislación social. La situación de pobreza que afectaba a grandes sectores de la población rural y urbana no se modificó en gran medida durante su gobierno …46

44 “El problema de la habitación”, El Socialista, 18/05/1919, p. 2. Agrega el diario: “… vivimos no en casas sino en focos infecciosos… ¿Qué hombres sanos y robustos puede tener una nación? Mal comidos, mal vestidos, mal dormidos y teniendo que vivir en chosas (sic)…” Otra interesante nota, típica actitud de docencia de los socialistas, relaciona la tuberculosis y enfermedades que afectaban especialmente a los niños con las condiciones antihigiénicas de las viviendas obreras. Señala, además, que el elevado precio de los alquileres se lleva la mayor parte de las entradas del obrero, particularmente de aquellos que por estacionalidad dejan de trabajar durante un período, El Socialista, 01/06/1919, pp. 2-3. 45 El 25% lo estima El Socialista, 17/10/1920, p. 1. Otra información confirma el peso de los alquileres en el salario. Un presupuesto de obreros tranviarios (que no eran los peor pagos entre los jornaleros) ascendía a $ 118,11 mensuales; el alquiler insumía $ 25 (21% del gasto mensual), Los Andes, 30/03/1922. Como referencia más amplia para completar este panorama, entre 1893 y 1905, el alquiler de una habitación costaba $ 8; en 1927 ascendía a $ 20 o $ 40 si se trataba de dos piezas (RICHARD-JORBA, Rodolfo, Empresarios ricos…, Op. Cit., pp. 255 y 256). 46 RODRÍGUEZ, Celso, Lencinas y Cantoni …, Op. Cit. p. 102. Este autor no estudia la situación social en detalle.

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Rodolfo Richard-Jorba

El gobierno de Carlos Washington Lencinas El Gauchito fue elegido gobernador por amplia mayoría de votos y se hizo cargo en febrero de 1922.47 Aunque adoptó un discurso menos belicoso que el de su padre, inclinándose por contemporizar y reconocer a los partidos de la oposición, su gestión estuvo signada también por el escaso respeto a las instituciones, el nepotismo y la corrupción.48 Una nueva intervención, a cargo de Enrique Mosca en octubre de 1924, le impidió concluir su mandato. En 1926 asumiría el mencionado Alejandro Orfila. Y en medio del fárrago y la violencia políticos, el Gauchito terminaría sus días asesinado en noviembre de 1929, un crimen a todas luces político, que el gobierno yrigoyenista intentó hacer aparecer como pasional.49 Los Mensajes de Lencinas (h) a la Legislatura son pródigos en palabras ampulosas, edulcoradas, que recuerdan la memoria del padre y amplifican desmedidamente su obra; y tienden puentes hacia una oposición que no le perdonaba sus errores. Había abandonado el lenguaje agresivo que ayudaba a dividir la sociedad entre categorías dicotómicas (oligarquía/trabajadores; oligarquía/pueblo…), y procuraba, por el contrario, presentarse como un hombre sencillo que sólo buscaba el bienestar general, invocando al diálogo como método eficaz para la solución de las controversias. Así decía en su segundo Mensaje (1923): Los ciudadanos que ejercen el actual Gobierno… que llevan sobre sí la tarea difícil de cumplir paulatinamente con su apostolado radical de reparación moral, en todos los órdenes de la actividad pública, como en el propio reconocimiento de los humanos derechos del obrero, han de inspirarse en esos sacrificios … [para lograr] honra … de este Gobierno … [y el] bienestar general de la Provincia.50

Destacaba que su gestión había logrado superar la crítica situación en que se desenvolvía la vitivinicultura y justificaba el modo en que había cedido frente al poder económico que presionó para la derogación de las leyes que regulaban la actividad, como fuera mencionado. Colocado el Gobierno en un plano superior de equidistancia pudo graduar… la ponderación indiscutible del movimiento deroguista y… llegó al convencimiento de la necesidad de ceder a sus exigencias, convencido, como está de que un Gobierno de opinión es no sólo aquel que consigue atraer el mayor número de voluntades sino el que sabe responder… a

47 El partido se había escindido y Lencinas fue llevado al triunfo por la Unión Cívica Radical Lencinista, que adheriría al antipersonalismo en el orden nacional. 48 RODRÍGUEZ, Celso, Lencinas y Cantoni …, Op. Cit. 49 Ibídem. 50 Mensaje del Gobernador de la Provincia de Mendoza Dr. Carlos Washington Lencinas Leído ante la Asamblea Legislativa al inaugurarse el período, 1 de junio de 1923, Imp. Italia, Mendoza, 1923, p. s/n.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 las corrientes elevadas de esa misma opinión en demanda vehemente de lo que considera sus legítimos intereses. La actitud del Gobierno fue tanto más levantada y generosa si se piensa que sus vistas eran diametralmente opuestas a las sintetizadas por la opinión deroguista… Por imperio de las leyes sancionadas la industria vitivinícola recobra su amplia libertad de acción al desaparecer las trabas que creaban leyes anteriores… [aunque advierte a bodegueros y viñateros que de allí en más quedarán sujetos a los] azares de una suerte variable.51

En suma, en este aspecto central, Lencinas cedía, abandonaba el enfrentamiento de su padre con el poder económico y sus firmes posiciones intervencionistas dejando a la vitivinicultura librada a la mano invisible del mercado. El gobierno, que había logrado, desde 1922, reactivar la actividad vitivinícola y recuperar su rentabilidad gracias a medidas intervencionistas, había arriado sus banderas. Y el liberalismo tan vilipendiado volvía por sus fueros. Para completar ese retroceso, se sancionó la ley 866, en 1923, que restauró el impuesto a la uva para elaborar vino fuera de la provincia, “lo que obligó a los viñateros a vender su producción a los bodegueros de Mendoza.”52 En el Mensaje de 1924, Lencinas sólo expresa unas palabras sobre la cuestión social atribuyéndose creaciones que se originaron en la gestión paterna, aunque comenzaban a llevarse a la práctica durante su gobierno. Suya era, en cambio, la creación de la Caja Obrera de Pensión a la Vejez e Invalidez (Ley 854, de 1923), cuestionada por la prensa desde que estaba en proyecto.53 Ese cuestionamiento, al menos en parte, tenía que ver con los recursos para pagar las pensiones;54 y Lencinas lo ponía en claro: Desde luego han quedado descartados los sistemas que han pretendido basarse en la contribución pecuniaria del mismo obrero, por cuanto éste, con su natural imprevisión,

51 Ibídem. Es decir, Lencinas abandonaba el pensamiento y la acción de su padre en el sentido de que el Estado debía intervenir activamente en la economía y regular la principal actividad de la provincia, la vitivinicultura, sujeta a vaivenes que la hacían recaer permanentemente en crisis de variada intensidad. Con la derogación de las leyes reguladoras, todo volvía a estar sujeto al libre juego de la oferta y la demanda. Se restablecía así la profunda relación de dependencia de los viñateros independientes respecto de los bodegueros. 52 RODRÍGUEZ, Celso, Lencinas y Cantoni…, Op. Cit., p. 178, Nota 15. 53 El diario Los Andes cuestionaba que el proyecto no hubiera sido debidamente estudiado y acusaba al gobierno de legislar, como en ocasiones anteriores, “con un propósito ostensiblemente electoralista”, Los Andes, 27/12/1922, p. 5. 54 La ley creaba un impuesto mensual de $ 0,50 por cada persona empleada del sector público, empresas o particulares que no estuviera protegida por un régimen jubilatorio; una tasa progresiva sobre el valor de las propiedades inmuebles y otro impuesto sobre los inmuebles rurales con derecho de riego que no estuvieran cultivados. Estas imposiciones explican la reacción negativa de la prensa.

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Rodolfo Richard-Jorba y con sus reducidos recursos, no está por lo común dispuesto, ni preparado para el ahorro ni para pensar en el futuro lejano…55

Esta cita es importante porque, pese al discurso obrerista, descubre la concepción que tenían Lencinas y su grupo dirigente de los trabajadores, casi como seres incapaces de prever algo más allá del día a día; pero, además, y creemos más destacable, es el reconocimiento del muy reducido ingreso obrero que, al parecer, no había mejorado durante la gestión del lencinismo. Precisamente el diario Los Andes apuntaba que las leyes de protección social sancionadas durante el gobierno del padre eran ineficaces en su aplicación.56 La improvisación parecía primar: a la Caja, durante 1924, sólo se le había asignado un local provisorio y comenzaba su organización administrativa. No obstante, en su Mensaje el gobernador hablaba de atender a la “clase proletaria” y de cumplir con sus promesas electorales “… de mejoramiento para la clase obrera, que en reiteradas ocasiones y desde el llano hiciera al pueblo…”57 No obstante, Lencinas (h) se preocupó por poner en marcha el Departamento Provincial del Trabajo que, durante un año y medio no había hecho inspecciones, ni en la Capital58 ni, por supuesto, en los departamentos, de manera que sólo era una oficina que acumulaba expedientes de reclamos, mientras las patronales pasaban por alto la jornada de 8 hs. establecida por la ley 732, considerada ineficaz por el diario Los Andes, como ya mencionáramos. Sin embargo, entre marzo y junio de 1922 se hicieron casi 700 inspecciones, tanto para hacer cumplir las leyes de descanso dominical, las de trabajo de mujeres y menores y la de jornada máxima, como para verificar instalaciones y prevenir accidentes laborales,59 todo lo cual era un significativo avance social. Y, por primera vez, se habían enviado inspectores a diversos departamentos de la provincia “… donde se ha comprobado el incumplimiento de las leyes en vigencia”.60 El año siguiente el Departamento de Trabajo amplió su accionar, instalando oficinas de inspección permanentes en San Rafael (Oasis Sur), San Martín,

55 Mensaje del Gobernador de la Provincia de Mendoza Dr. Carlos Washington Lencinas Leído ante la Asamblea Legislativa al inaugurarse el período, 7 de junio de 1924, Imp. Italia, Mendoza, 1924, Apartado Ministerio de Gobierno-Caja Obrera de Pensión a la Vejez e Invalidez, p. s/n. Resaltado nuestro. 56 Los Andes, 27/12/1922, p. 5 57 Mensaje del Gobernador… 1924, Op. Cit. Apartado Ministerio de Gobierno. 58 Mensaje del Gobernador de la Provincia de Mendoza Dr. Carlos Washington Lencinas Leído ante la Asamblea Legislativa al inaugurarse el período, 1 de junio de 1922, Talleres Gráficos de la Escuela Alberdi, Mendoza,1922, p. 29. La oficina tenía 6 inspectores, de los que trabajaban sólo dos, según el gobernador. 59 Ibídem, p. 29. Los inspectores llegaron a clausurar 11 calderas. 60 Ibídem.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 Luján y Tunuyán, con lo cual se podía abarcar toda la provincia.61 Y si bien estas acciones mostrarían una voluntad política para hacer cumplir las leyes, no hay información sobre cantidad de inspecciones, infracciones detectadas y multas aplicadas, lo que hace pensar que el Departamento no resultaba del todo eficaz, aunque sin dudas era un buen comienzo,62 teniendo en cuenta que en otras zonas del país apenas se discutía sobre la conveniencia de crear un Departamento de Trabajo.63

La salud pública Este fue tal vez el campo donde el Gauchito desplegó sus mayores anhelos. Así lo expresaba: “[…] yo creo que parodiando (sic) a Alberdi, podríamos afirmar con honda convicción el apotecma (sic) de que para Mendoza, en primer término, gobernar es afianzar la salubridad pública…”64 En 1922 hizo una considerable ampliación del presupuesto65 destinado a salud pública, de más de un millón de pesos. Al igual que su padre, extendió servicios asistenciales a los departamentos y amplió el número de camas para internación. En 1923-1924 se crearon servicios diversos en los hospitales Provincial y San Antonio, también un instituto de bacteriología y laboratorio de anatomía patológica, salas de primeros auxilios en los departamentos, ampliación de la Asistencia Pública, con servicios de pediatría, clínica médica, ginecología y obstetricia, etc. La creación de la Cantina Maternal y Dispensario de Lactantes abrió una nueva etapa cualitativa (julio de 1924) en la que el Estado asumía el apoyo alimentario a las madres necesitadas, el seguimiento de la evolución

61 Mensaje del Gobernador de la Provincia de Mendoza Dr. Carlos Washington Lencinas Leído ante la Asamblea Legislativa al inaugurarse el período, 1 de junio de 1923, Imp. Italia, Mendoza, 1923, p. s/n. Apartado Ministerio de Gobierno. 62 Por ejemplo, se creó un registro de trabajadores menores de ambos sexos y entre el 7 de febrero y el 30 de mayo de 1922, se habían inscripto 366 menores (246 varones y 120 mujeres), que habían sido habilitados para trabajar (Mensaje del Gobernador… 1922, Op. Cit., p. 31.). 63 Véase ULIANA, Hernán A., “El Congreso del Trabajo de 1923 y la complejidad en la construcción de las ideas”, en BONAUDO Marta S. (directora), Imaginarios y prácticas de un orden burgués. Rosario, 1850-1930, Tomo II – Instituciones, conflictos e identidades, Prohistoria Ediciones, Rosario, 2010, pp. 139-164. 64 Del discurso pronunciado por Carlos W. Lencinas en la inauguración de las obras de construcción de la red cloacal de la ciudad de Mendoza, noviembre de 1923 (La Provincia de Mendoza durante el Gobierno del Dr. Carlos Washington Lencinas, en Páginas Argentinas. Revista mensual ilustrada, Número extraordinario, Buenos Aires, junio de 1924, p. s/n. 65 Era el mismo presupuesto de 1916 prorrogado sucesivamente.

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Rodolfo Richard-Jorba de los lactantes y, algo fundamental, la enseñanza de normas de higiene personal, de los niños y sobre manipulación y preparación de alimentos.66 La terminación del Hospital de San Rafael fue otro hito destacable; lo mismo que la del Hospital José Néstor Lencinas, especializado en enfermedades infecto-contagiosas y tuberculosis, como ya fuera expresado. Ambos establecimientos se libraron al servicio en 1924. El antiguo Lazareto fue transformado en hospital de crónicos, con el nombre de Luis C. Lagomaggiore, teniendo como misión actuar complementariamente con el Lencinas. Es decir que se aplicaba una verdadera concepción de la salud pública con atención primaria en los consultorios de la Asistencia Pública en la Capital y Salas de Primeros Auxilios en los departamentos; y, aumentando la especificidad, se apelaba primero a los Hospitales Regionales (San Martín, Maipú, San Rafael) y luego a los especializados o con equipamiento más complejo (Provincial, San Antonio, José Néstor Lencinas o El Carmen). Como parte de esa concepción amplia de la salud de la población, y continuando lo emprendido por su padre, Carlos Washington Lencinas concluyó gestiones ante el gobierno nacional para que Obras Sanitarias ampliara la red de agua potable para la ciudad de Mendoza67 y la construyera en las villas más importantes de la provincia (San Rafael, San Martín, Junín, Rivadavia, Alvear y Pueblo Luna); y para la construcción de la red cloacal en la ciudad capital.68 Las obras cloacales, que demandarían 5 años, fueron comenzadas en noviembre de 1923.69 Sin embargo, resulta evidente que el gobierno provincial hizo su parte con mucha lentitud, lo que entorpecía el inicio de los trabajos; y esto era severamente cuestionado por la prensa,70 que no sólo remarcaba la imperiosa necesidad de que la ciudad

66 La institución, instalada en la capital, funcionó desde julio de 1924 y fue inaugurada oficialmente el 4 de agosto por el gobernador Carlos W. Lencinas y el Director de Salubridad, Dr. Bernabé Ferreyra. El programa contemplaba extender estas Cantinas; y contaría, además, con el apoyo de la Beneficencia privada, que aportaría una “sala-cuna en la capital”, Los Andes, 05/08/1924, p. 5. En una publicación de junio, Ferreyra anunciaba la próxima inauguración de la Cantina y explicaba que se había inspirado en sus similares de Capital Federal, recordando a su “entusiasta iniciadora y a la vez que organizadora…”, Sra. Elena Acevedo de Martínez de Hoz, Los Andes, 20/06/1914, p. 5. 67 A fines de 1924, varios barrios de la ciudad de Mendoza no contaban con servicio de agua potable (Paginas Argentinas…, Op. Cit., p. s/n.). 68 Con estas obras Mendoza adoptaba tardíamente las concepciones higienistas vigentes en el país desde fines del siglo XIX y comienzos del XX. Véase al respecto SURIANO, Juan (compilador), La cuestión social en la Argentina, 1870-1943, Editorial La Colmena, Buenos Aires, 2004. Del propio Suriano, véase su trabajo “Introducción: una aproximación a la definición de la cuestión social en la Argentina”; también el capítulo específico de ARMUS, Diego, “Consenso, conflicto y liderazgo en la lucha contra la tuberculosis. Buenos Aires 1870-1950”. 69 Mensaje del Gobernador… 1924. Apartado Ministerio de Industria y Obras Públicas. Obras Sanitarias. 70 Los Andes, del 16 al 20/02/1923, publicó notas y entrevistas al subsecretario de Obras Públicas

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 capital contara con una red de eliminación de excretas, sino que esas obras, por su magnitud, dinamizarían la economía local y contribuirían a reducir la desocupación. Cuestión esta que estaría indicando que el proclamado auge vitivinícola comenzado con el gobierno de Carlos Washington no derramaba sobre el mundo del trabajo y que se mantenían niveles de desocupación elevados,71 agravados por la estacionalidad de la agroindustria. Este es un tema que necesita mayores evidencias que surgirán de investigaciones en el futuro, pero los indicios sirven para considerar que pese al voluntarismo oficial, las condiciones de vida de los sectores populares permanecían dentro de grandes franjas de precariedad.

La vivienda En la cuestión de las viviendas para los sectores populares resultaban convergentes dos graves problemas: la escasa cantidad y la baja calidad de las mismas. Ellos potenciaban otros dos problemas, que agravaban las condiciones de vida de los sectores populares; uno, económico, representado por el constante aumentos del precio de los alquileres, que absorbía parte considerable del ingreso de los trabajadores;72 el otro, se vinculaba con el hacinamiento y la escasez o ausencia de higiene en las unidades habitadas. Menor disponibilidad de dinero significaba sin duda déficit alimentarios importantes y mayor debilidad de las personas; sumado aquello a una obligada menor higiene, daba paso a enfermedades de todo tipo, especialmente las que afectaban a los niños (aparatos digestivo y respiratorio), sobre las que ampliaremos en otro apartado, y a la temida tuberculosis. En este sentido, el gobierno del Gauchito no tuvo política de vivienda para obreros pese a ser una cuestión reclamada largamente por los gremios, ya desde el período conservador,73 y apoyada por la prensa opositora y la no partidista desde el comienzo de los gobiernos lencinistas que advertían sobre la escasez y mala calidad de las viviendas.74 Éstos ignoraron,

de la Nación, en las que se destacaba que las obras cloacales no comenzaban porque la provincia aún no sancionaba la ley de donación de terrenos para el desagüe de la red. 71 “Desde el punto de vista económico, la instalación de cloacas no resultará menos interesante. Los trabajos … movilizarían más de un millar de obreros, vale decir que el problema de la desocupación quedaría casi resuelto…”, Los Andes, 16/03/1922, p. 5. 72 Véase Nota 44; también las referencias de artículos de prensa ya mencionados que al pedir políticas de vivienda resaltaban el constante incremento de los alquileres por escasez de oferta. 73 Véase RICHARD-JORBA, Rodolfo, Empresarios ricos y…, Op. Cit., Capítulo V. Cabe agregar que la ley 531, sancionada por los gobiernos conservadores, creó el Banco de Préstamos y Ahorros para efectuar préstamos sobre sueldos a empleados públicos y pignoración de joyas y otros objetos. En la gestión del Gauchito se planeaba prestar para la construcción de viviendas económicas, pero no tenemos hasta el momento información de que tales propósitos se hayan concretado. 74 Véase, por ejemplo, El Socialista, 03/11/1918, p. 3; 18/05/1919, p. 2; 01/06/1919, p. 2; 10 y 17/10/1920, p. 1; Los Andes, 16/02/1922, p. 5; 10/12/1922, p. 5; 21/12/1922, p. 5; 18/02/1923, p. 5, etc.

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Rodolfo Richard-Jorba asimismo, sus propias promesas en la materia. Al momento de asumir Carlos W. Lencinas como gobernador, el problema de la vivienda resultaba acuciante no sólo para los sectores populares, sino también para empleados y estratos medios de la sociedad.75 Y la ausencia de higiene en amplios sectores sociales llevó a dos concejales capitalinos a presentar un proyecto de ordenanza para la construcción de seis casas de baños para obreros en diferentes barrios, las que deberían estar dotadas de agua fría y caliente, a un precio no superior a 10 centavos por el servicio.76 Es decir que la principal base social del lencinismo no recibió beneficios para mejorar sus condiciones de vida en el plano de la vivienda, situación que colocaba a los sectores populares en un camino casi circular que realimentaba todos sus déficit: mala vivienda y muy cara, falta de higiene, hacinamiento, deficiente alimentación y enfermedades como conclusión de aquel camino. Y en esa base incluimos a los rechazados del servicio militar, una generación a punto de comenzar la reproducción desde malas condiciones de salud y, seguramente, con serias carencias cognitivas derivadas de una nutrición temprana insuficiente,77 lo que se transformaba en un condicionante cultural no menor a la hora de desarrollar políticas de mejoramiento social. Piénsese solamente en qué posibilidades de ascenso social podía tener una persona con estas carencias. Todo indicaría que estaban condenadas a no superar la escala de peones y sobrevivir en la precariedad laboral, fuera por la estacionalidad de la dominante agroindustria vitivinícola, fuera por la presión de la oferta de mano de obra.

75 “El obrero, el empleado y la clase media viven angustiados por el arrendamiento caro y las pésimas condiciones de las modestas habitaciones que ocupan, hasta el extremo de que millares de obreros viven en esta capital en el hacinamiento antihigiénico de los conventillos, Los Andes, 16/02/1922, p. 5. El mismo diario informaba la existencia de no menos de 150 conventillos registrados en la municipalidad de la Capital, a los que agregaba otros cien no inscriptos como tales, Los Andes, 17/03/1922, p. 5 76 Los Andes, 17/09/1922, p. 5. Algunos baños fueron construidos en la ciudad, aunque ignoramos por ahora en qué momento. Uno de ellos, situado en la actual esquina céntrica de avenidas J.V.Zapata y San Juan, funcionó hasta la década de 1960. 77 El efecto de arrastre de las pésimas condiciones de vida de los sectores populares que venían del régimen oligárquico se manifestó escandalosamente a principios de 1923, cuando se dio a conocer que el 71% (!!!) de los jóvenes convocados para el servicio militar fueron “declarados inútiles por sufrir enfermedades de diversa índole”, Los Andes, 20/02/1923, p. 3. El Gauchito, por ignorancia o por manejo político, se evadía del problema con un atajo discursivo muy simplista, atribuyendo al sedentarismo de los niños y la falta de ejercicios físicos en las escuelas la causa del rechazo; y todo era fruto “de este descuido de nuestros antecesores, pues el bochornoso porcentaje de desechados …, nos prueba concluyentemente la decadencia de nuestra juventud y nos pone… el deber patriótico de propender al mejoramiento de nuestra raza y ello ha de conseguirse principalmente por la ejercitación física y por las prácticas higiénicas que las mismas traen aparejadas.” (Mensaje del Gobernador… 1924, Op. Cit. Apartado Dirección General de Escuelas – Acción Técnica Escolar).

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011

Los niños, los más castigados por la enfermedad En este apartado hemos cuantificado en diversos cuadros los aspectos más importantes para relacionar lo tratado precedentemente y evaluar si las gestiones de los gobiernos lencinistas mejoraron o no las condiciones de vida de los sectores populares. Aunque en la elaboración de los cuadros hemos apuntado sobre todo a la mortalidad infantil y la de niños menores de 5 años porque constituyen las franjas más vulnerables de la sociedad, hemos incluido información que contribuye a formar una percepción de aquellas gestiones gubernativas regeneradoras, pero también hemos incorporado puntos de comparación con sus predecesoras del orden conservador. En el Cuadro Nº 1 hemos construido información a lo largo de una década entre fines del período conservador y los gobiernos de los Lencinas, incluyendo las defunciones producidas por grupos etarios, la evolución de la población total, de la tasa bruta de mortalidad y del porcentaje de menores de un año fallecidos en relación a la población total de la provincia. Todas las cifras confirman tendencias descendentes en la década, tanto en valores absolutos en cada uno de los ítems considerados como en las tasas calculadas.78 El Gráfico Nº 1, elaborado sobre la base del Cuadro precedente, revela claramente una tendencia sostenida a la baja de la tasa bruta de mortalidad; y si se toman los extremos del período, el descenso –significativo– alcanza casi el 22 %, como ya expresáramos. Aunque no puede ser monocausal, sí consideramos que tuvo un papel central el mejoramiento de la atención médico-asistencial y las acciones de medicina preventiva adoptadas por el lencinismo, aun cuando merecieran críticas de la prensa.79 Lo mismo sucede con la relación porcentual entre los menores de

78 En las décadas de 1870 y 1880 las tasas de mortalidad general urbanas eran muy elevadas, de hasta el 50 por mil y luego comenzaron a descender prácticamente a la mitad o menos, debido en gran medida a la disminución de la mortalidad infectocontagiosa (ARMUS, Diego, “El descubrimiento de la enfermedad como problema social”, en LOBATO, Mirta Z. (directora de tomo), El progreso, la modernización y sus límites (1880-1916), T. V, Nueva Historia Argentina, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2000, p. 518. En coincidencia con lo que dice Armus, en Mendoza, la tasa bruta de mortalidad en la capital entre 1885 y 1895 fue del 47,5 por mil; en 1910 (total provincial) ya era del 29,4 y en 1914 llegó al 22 por mil (RICHARD-JORBA, Rodolfo, Empresarios ricos…, Op. Cit., Cap. VI, Cuadro VI-%, p. 275). 79 A las ya citadas al comienzo, agregaremos otras, pequeña muestra de un amplio universo. El Dr. Lucio Funes, prestigioso médico y dirigente político conservador evaluaba en un artículo que la disminución de muertes por tuberculosis en 1920 indicaba un mejoramiento de las condiciones de salubridad e higiene y una mayor difusión de medidas de previsión y profilaxis. Señalaba no obstante, que el gobierno debería hacer hincapié en reducir el extraordinario número de nacidos-muertos “que fallecen por vicios de conformación o debilidad congénita, cuya causa inmediata –en la generalidad de los casos– es la avariosis, enfermedad cuya difusión en todas las clases sociales toma un incremento alarmante…”, Los Andes, 01/01/1922, p. 13. La avariosis era el nombre elegante con el que se aludía a la sífilis. Otros artículos señalaban, en 1922, que crecían las muertes por tuberculosis, originada en

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Rodolfo Richard-Jorba un año fallecidos y la población total de la provincia, que registra un descenso del 33,8 % en el marco de un fuerte aumento demográfico. Estas tendencias deben ser resultado de la convergencia de diversos factores, aunque esencialmente de la mejor oferta de servicios sanitarios, tanto de los médico-asistenciales como los de medicina preventiva (sin perjuicio de serias fallas80) y de higiene pública. La mayor cantidad y complejidad de estos servicios, así como su distribución geográfica (que rompía una tradicional concentración en la capital) debió jugar un papel central en la baja de los valores considerados. Una cuestión que deberá ser investigada es determinar si entre las causas de los descensos apuntados podrían considerarse los efectos de la transición demográfica,81 tema que escapa a los objetivos que nos hemos planteado en este artículo. Agreguemos que por el lado de los ingresos, la mayor parte de los trabajadores, integrantes del sector privado, habrían experimentado aumentos en sus salarios ( jornales de $ 2 en 1918 a $ 3 desde 1919 para los peones), lo que habría redundado en mayores posibilidades de mejorar su alimentación y vivienda. Aunque esos incrementos deberán ser confirmados, es oportuno señalar, además, que no tuvieron variaciones al menos hasta 1927.82

el pauperismo y la mala alimentación e instaban al gobierno a alimentar bien al pueblo, Los Andes, 15/02/1922; o destacaban las deficiencias hospitalarias que llegaban a extremos tales como que las camas de maternidad del Hospital Provincial eran ocupadas por dos parturientas simultáneamente y otras eran rechazadas por imposibilidad de ser internadas, Los Andes, 21/12/1922, p. 5. En fin, una fuerte crítica, frente al incremento de enfermos tuberculosos, muchos de los cuales venían de otras provincias, se hizo a la decisión del gobierno de habilitar el Hospital José N. Lencinas, cuando se inaugurara, para atención de enfermos generales dejando sólo un pabellón para enfermedades infecto-contagiosas, Los Andes, 28/10/1923, p. 5. Y el diario adoptaba un discurso virulento y racista porque como había numerosos casos de tuberculosos de origen inmigratorio, aumentaba el número de víctimas “… influyendo desastrosamente sobre la economía de la familia, del pueblo y del Estado y amenazando la nacionalidad”; exigía, entonces, que el nuevo hospital se destinara exclusivamente a los casos de tuberculosis y otras enfermedades infecto contagiosas: “Con eso el gobierno habría cumplido una alta misión humanitaria y nacionalista”. 80 Esto quedó manifiesto en el importante brote de viruela que se desató en la capital en 1923, con varios muertos. El gobierno no disponía de suficientes vacunas y el Departamento Nacional de Higiene no las proveyó en las cantidades necesarias, lo que dificultó enormemente la vacunación y revacunación de la población afectada, tornando ineficaces otras medidas sanitarias para controlar la difusión de la enfermedad. Véase por ejemplo Los Andes 03/03/1923 y 07/03/1923. 81 Muy ilustrativo es un libro de BOLSI, Alfredo, ORTIZ de D’ARTERIO, Patricia, Población y azúcar en el Noroeste Argentino. Mortalidad infantil y transición demográfica durante el siglo XX, UNTucumán, Tucumán, 2001. Para Mendoza, véase la obra de CERDÁ, Juan Manuel, Condiciones de vida y vitivinicultura. Mendoza, 1870-1950, UNQuilmes, Bernal, 2011, Cap. V. El autor destaca allí características que diferenciarían a la provincia de los modelos de transición propuestos para la Argentina. 82 Véase ZULOAGA, Manuel A., Salario mínimo…, Op. Cit., p. 60. Esta fuente, como ya expresá-

53

Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 El Cuadro Nº 2 es también elocuente y muestra las tasas de mortalidad infantil en una clara, aunque suave, tendencia descendente (5,25% menos) si tomamos como base 1914, que tuvo una tasa anómala en el contexto de la época; o, más importante, 21,7% menos si consideramos la década analizada en este trabajo. En este aspecto, sin duda, debieron tener incidencia la docencia con las madres en el consultorio de puericultura, los servicios de pediatría y sala de lactantes en hospitales y Asistencia Pública, los de análisis clínicos y bacteriológicos, creados entre 1923 y 1924, el servicio de ambulancias,83 así como la asistencia alimentaria, implementada para familias muy carenciadas en el transcurso de 192484 y que estuvo plenamente operativa en 1925,85 entre otras acciones. Es decir que, objetivamente, y al margen de errores, deficiencias y críticas, hubo asistencia directa a los sectores populares que redundó en mejoras de sus condiciones de salud y eso se refleja en las tasas que hemos registrado. El Cuadro Nº 3 muestra otra faceta de la problemática de la salud. Hemos incluido allí las causas de defunción de niños menores de 5 años, la franja etaria más vulnerable y más castigada. Se podría comentar mucho, pero señalaremos sólo algunas observaciones. En primer lugar, raquitismo y hambre, dos causas estrechamente relacionadas, fueron numéricamente escasas y marcaron una tendencia porcentual descendente, lo que indicaría mejores condiciones de atención de la niñez y, también, de acceso a los alimentos. Sin embargo, estas causas también pueden relacionarse con “Vicios de conformación congénitos” y “Debilidad congénita”, cuyas tasas se mantuvieron en el período relativamente estables en el primer caso y aumentaron significativamente en el segundo (123,5%). En ambos casos hemos visto que el Dr. Lucio Funes atribuía gran parte de estas muertes a la avariosis (sífilis), enfermedad

ramos, no aporta evidencia de que los obreros alcanzaran en 1919 el jornal de 3 pesos. Posiblemente se trate de un promedio, con lo cual habría muchos por debajo del mismo o bien, que sólo se tratara de una expresión propagandística. El mismo documento –recordemos que es de 1927– tiene contradicciones, porque en la p. 19, el Mensaje del proyecto de ley para aumentar salarios dice que aún estaban vigentes los $ 2,50 para estatales y $ 2 para privados establecidos por ley 732. No tenemos hasta ahora evidencia documental de que los jornales mínimos estuvieran por encima de estos valores. 83 Por ejemplo, en 1924, el denominado tren de ambulancias trasladó a hospitales 4.601 enfermos; en 1925 fueron 4.197 (Anuario de la Dirección General de Estadística de la Provincia de Mendoza correspondiente al año 1924, Buenos Aires, 1925, p. 426; y Anuario… 1925, Buenos Aires, 1926, p. 324). 84 Mensaje del Gobernador… 1924. Apartado Ministerio de Industria y Obras Públicas. Dirección General de Salubridad. 85 En 1925, además de los servicios en hospitales, el Consultorio de Lactantes atendió 8.616 niños (3.613 ya inscriptos y 5.003 nuevos); el Consultorio Obstétrico examinó 479 mujeres, atendió 65 partos y realizó 225 visitas domiciliarias; la Sala de Puericultura atendió 1.411 mujeres. En el Comedor de la Cantina Maternal, por su parte, 445 niños retiraron alimentos preparados (Anuario… 1925, Op. Cit., p. 325).

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Rodolfo Richard-Jorba que experimentaba un crecimiento fuerte y constante en los casos fatales (237,5%), lo que evidencia fallas graves en la prevención y en el control de su difusión. La sífilis también se expande en condiciones de higiene precarias, por lo que su aumento es un indicio de que las condiciones de vida de los sectores populares –especialmente el hábitat–, no registraban mejoras dignas de mención. Finalmente, las defunciones por enfermedades gastrointestinales, el gran flagelo de los niños, y las del aparato respiratorio, se mantuvieron estables o con ligeras bajas.86 Esto es otro fuerte indicio de que la manipulación de alimentos, las condiciones de muy baja calidad de la vivienda, la ausencia de servicios de agua corriente y cloacas y otros factores resultaban determinantes para el mantenimiento de unas tasas que no diferían significativamente de las registradas en el período conservador, caracterizado por las mismas deficiencias habitacionales y sanitarias.87 En este aspecto, podría pensarse que los gobiernos lencinistas fueron inoperantes; sin embargo, debe tenerse en cuenta que el crecimiento demográfico fue importante y las defunciones consideradas en valores absolutos disminuyeron claramente y, como vimos en el Gráfico Nº 1, también descendieron las tasas; y es en esa disminución en la cantidad de decesos donde sin duda hay un positivo resultado de las políticas del lencinismo. Finalmente, el Cuadro Nº 4 nos acerca a otros indicios probatorios del accionar de los gobiernos lencinistas a favor de los sectores populares. En efecto, a la menor cantidad de decesos debe agregársele el lugar en que ocurrieron; y en este sentido, los fallecimientos en conventillos cayeron un 89% en los extremos de la década considerada y en un 4,25% aumentaron los ocurridos en hospitales. Estas cifras confirman una preocupación por atender a los grupos más carenciados, radicados en conventillos, que fueron trasladados e internados en hospitales. Es decir, mejoró la cobertura médico-asistencial pese a una notoria difusión geográfica de los conventillos.88 La cantidad de fallecidos en la vía pública no tiene peso estadístico y no permite hacer suposiciones convincentes.

86 Para las enfermedades “gastrointestinales y la tuberculosis no hubo vacunas eficaces ni las obras de salubridad fueron capaces de alterar las tendencias de la normalidad que estas enfermedades acarreaban desde el último tercio del siglo XIX” (ARMUS, Diego, “Consenso, conflicto…”, Op. Cit., p. 194). Situación descripta para Buenos Aires que era un calco, tal vez multiplicado, de lo que ocurría en Mendoza. 87 Véase RICHARD-JORBA, Rodolfo, Empresarios ricos…, Op. Cit., Capítulo VI, Cuadro VI-6, p. 276. 88 Aunque no ha sido incluida en el Cuadro Nº 4, los Anuarios Estadísticos de 1923 a 1925 traen información desagregada del lugar de ocurrencia de los fallecimientos. Esto permite conocer que ya existían conventillos, además de la ciudad capital, en los departamentos de Godoy Cruz, Guaymallén, Las Heras y Luján (hoy reunidos en el Gran Mendoza) y otros más alejados (Rivadavia, San Martín, La Paz y San Rafael), de modo que las precarias condiciones de vivienda e higiene se extendían a la mayor parte del territorio provincial.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011

Conclusiones para avanzar en la reconstrucción buscada José Néstor Lencinas intentó cumplir las promesas electorales y buscó una transformación tendiente a promover el ascenso social de los sectores populares, pero por diversas circunstancias el proyecto quedó en gran medida trunco. Tal vez porque el jefe radical perdió el apoyo de Yrigoyen y fue intervenido federalmente; una vez repuesto en el cargo, murió un año antes de cumplir su mandato. Es decir, a las intermitencias de la gestión se sumó la muerte del caudillo para frenar sus proyectos. Sin embargo, avanzó en la concreción de una legislación social de avanzada en Mendoza y en el país. La jornada máxima de 8 hs., el salario mínimo –aunque sólo aplicable al sector público–, las Cajas de Jubilaciones y Pensiones de la Provincia, junto con la creación de la Inspección General de Trabajo, fueron generando una institucionalidad diferente, en la que el Estado pasaba a tener injerencia en las relaciones laborales, en los contratos de trabajo y actuar como mediador de los conflictos. Parte de esta legislación la pondría en marcha su hijo, pero la aplicación, aunque fuera parcial, de las jornadas máximas y los salarios mínimos, sin duda debió mejorar las condiciones de vida de una parte (menor) del mundo de los trabajadores, sirviendo de cimiento para un tipo de construcción de protección social que debía romper medio siglo de liberalismo. Complementariamente, el Gaucho avanzaría en una ampliación y descentralización de los servicios médico-asistenciales y de obras sanitarias, cuestión esencial si realmente se piensa en la elevación de los sectores populares a niveles mínimos compatibles con la dignidad humana. Carlos Washington siguió parcialmente el legado de su padre. Atemperó el discurso agresivo, pero mantuvo condiciones de baja calidad institucional. La legislación sobre vitivinicultura sancionada durante el gobierno de su padre fue utilizada para sacar a la agroindustria de la crisis y ponerla nuevamente en camino del crecimiento. No obstante, cedió ante el poder económico, derogó esas normas y se volvió a la ley de la oferta y la demanda, a la plena vigencia de la mano invisible del mercado. En lo social, el discurso obrerista, caro a los oídos populares, se mantuvo, pero no avanzó en la aplicación de la legislación que hubiera obligado al sector privado a pagar los salarios mínimos, es decir, nunca reglamentó (al igual que su padre), el artículo de la ley 732 que establecía esos ingresos. Sin embargo, puso en marcha el Departamento de Trabajo y comenzó las inspecciones en toda la provincia, una forma de presión sobre las patronales para que se ajustaran a la ley de jornada máxima, de trabajo de menores y mujeres, seguridad e higiene, etc. También comenzó la organización de la pensión de la vejez e invalidez y durante su gestión comenzarían los primeros pagos de jubilaciones de trabajadores estatales. Debe reconocérsele, además, la creación y ampliación de servicios médico-asistenciales en toda la provincia y el diseño implícito de una planificación de la atención de la salud para los sectores populares y de asistencia alimentaria para madres y niños lactantes. Junto con esa política, la construcción de redes de agua potable y de cloacas deberían completar las condiciones básicas para asegurar la salud de la población y bajar las altísimas tasas de

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Rodolfo Richard-Jorba mortalidad infantil que agobiaban a la provincia. No obstante, durante gobierno de Lencinas (h), las enfermedades gastrointestinales y otras vinculadas con la ausencia de higiene y mala alimentación seguían siendo la principal causa de mortalidad infantil. Este es un indicador de que las condiciones de vida de la base social del lencinismo, los sectores populares, no se habrían modificado sustancialmente respecto de las existentes en el período del orden conservador. Y como herencia de éste, debió enfrentar (ya vimos que buscando atajos simplistas) con la carga que significaba tener franjas de población en condiciones de reproducirse, pero dotadas de muy escasas posibilidades en el campo laboral por sus enfermedades y seguros déficit cognitivos. Volviendo a la pregunta del comienzo sobre si estos gobiernos populistas generaron una ruptura clara y profunda con el pasado oligárquico, la respuesta parece ser parcialmente negativa. Hubo un cambio importante al institucionalizarse una legislación obrera y la intervención estatal como reguladora del conflicto. Pero fue una institucionalización muy parcial. No hubo una transformación radical (y duradera) al volverse a las reglas del mercado como ordenadoras de la economía regional. Por ahora carecemos de respuestas para explicar por qué los sectores populares siguieron fielmente al lencinismo durante la década que estuvo en el poder y se mantuvieron con ese sentimiento hasta que la ola peronista los incorporó, condenando a este populismo provinciano al ocaso definitivo. Recibido: 15/09/2011 Aceptado: 19/11/2011

57

133

3.170

292.715

De 6 a 10 años

De 11 años y más

Población total

 

47,7

2

16,4

0,75

23,8

298.231

2.763

174

1.934

2.237

7.108

496

Valores absolutos

1917

 

 

 

38,9

2,4

27,2

31,4

100

 

%

0,67

22,1

304.323

3.208

153

1.325

2.037

6.723

538

Valores absolutos

1918

 

 

 

47,7

2,3

19,7

30,3

100

 

%

0,63

23,7

310.310

3.854

201

1.335

1.962

7.532

501

Valores absolutos

1919

 

 

 

52,4

2,7

18,1

26,7

100

 

%

0,65

19,4

318.288

2.807

181

1.129

2.075

6.192

515

Valores absolutos

1920

 

 

 

45,3

3

18,2

33,5

100

 

%

0,61

19,7

326.398

3.087

164

1.210

1.981

6.442

569

Valores absolutos

1921

 

 

 

48

2,6

19

31

100

 

%

0,59

17,8

337.002

2.929

126

945

2.006

6.006

585

Valores absolutos

1922

 

 

 

49

2,1

16

33

100

 

%

0,62

22,0

347.736

3.557

172

1.145

2.162

7.056

591

Valores absolutos

1923

 

 

 

50.7

2,4

16

31

100

 

%

0,54

18,9

359.662

2.971

135

1.122

1.961

6.189

596

Valores absolutos

1924

 

 

 

48

2,2

18

32

100

 

%

Nota metodológica: Las fuentes estadísticas incluyen hasta 1924 los llamados nacidos-muertos. Aunque figuran en el Cuadro, en la cantidad total de defunciones no están sumados. En el Cuadro sólo se ha considerado los niños nacidos y posteriormente fallecidos, eliminándose la distorsión de los nacidos-muertos para el cálculo de la mortalidad infantil. Fuentes: Síntesis de los Anuarios … 1915-1922, Op. Cit.; Anuarios…1923, 1924 y 1925, Op. Cit.

 

1.094

De 1 a 5 años

33,9

0,77

2.255

Hasta 1 año

100

 

6.652

Total defunciones

 

%

22,7

527

Nacidosmuertos

Tasa bruta de mortalidad, por mil Porcentaje menores de 1 año fallecidos sobre población total

Valores absolutos

Grupo etario

1916

1925

0,51

17,7

370.707

3.118

131

856

1.881

5.986

552

Valores absolutos

Cuadro N° 1: Provincia de Mendoza. Población total y defunciones por grupos de edad y porcentajes sobre el total anual, 1916-1925

 

 

 

52

2,2

14

31

100

 

%

Fuente: Cuadro N° 1.

Gráfico N° 1: Tasa bruta de mortalidad y porcentaje de menores de 1 año fallecidos sobre población total

Rodolfo Richard-Jorba

59

Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 Cuadro Nº 2: Provincia de Mendoza - Mortalidad infantil 1914 y 1916-1925 AÑOS

TASAS DE MORTALIDAD

PROMEDIO NACIDOS VIVOS*

DEFUNCIONES MENORES DE 1 AÑO

1914

146,6

13.556

1.987

1916

177,5

12.701

2.255

1917

180,8

12.371

2.237

1918

166,5

12.236

2.037

1919

158,4

12.382

1.962

1920

166,6

12.457

2.075

1921

155,7

12.727

1.981

1922

149,9

13.384

2.006

1923

156,8

13.791

2.162

1924

143,4

13.676

1.961

1925

138,9

13.540

1.881

* Se excluyeron los llamados nacidos-muertos, sumandos como nacimientos en la estadística oficial entre 1915 y 1924. Para los nacimientos se ha calculado el promedio entre los ocurridos en el año anterior y los del año considerado en el Cuadro. Fuentes: elaboración propia con datos tomados de la Síntesis de los Anuarios …años 1915-1922; Anuario … 1923, 1924 y 1925, Op. Cit.

Fuente: Cuadro Nº 2

60

2,9 1

104 1.157 76 96 36 10 32 3 196 116 3.349

Neumonía

Diarrea y enteritis (menores de 2 años)

Diarrea y enteritis (mayores de 2 años)

Tos convulsa

Difteria y Crup

Tuberculosis pulmonar

Raquitismo

Hambre

Vicios de conformación congénitos

Debilidad congénita

Total fallecidos

5,7

209

3.362

108

172

5

17

25

48

120

48

1.551

104

447

100

3,2

5,1

0,5

0,5

0,7

1,4

3,6

1,4

46,1

3,1

13,3

6,2

6,1

1

%

3.204

144

186

8

8

13

43

48

21

1.118

106

386

220

210

55

Cantidad

1920

100

4,5

5,9

0,2

0,2

0,4

1,3

1,5

0,7

34,9

3,3

12

6,9

6,6

1,7

%

0,9

2.951

124

142

6

11

100

4,2

4,9

0,2

0,4

0,4

28 13

3,4

0,9

35

3,6

12,4

7,4

7,1

2,5

%

100

27

1.033

106

368

219

210

75

Cantidad

1922

3.083

188

145

1

2

19

24

7

25

1.076

115

433

167

152

52

Cantidad

1924

100

6,1

4,8

0,03

0,06

0,6

0,7

0,2

0,8

35

3,7

14

5,4

5

1,7

%

2.737

209

149

4

3

15

16

17

24

942

66

360

106

137

73

Cantidad

1925

Fuentes: elaboración propia con datos tomados de la Síntesis de los Anuarios... años 1915-1922, Op. Cit.; Anuario… 1923, 1924 y 1925, Op. Cit..

100

3,4

5,9

0,1

1

0,3

2,3

34,5

3,1

10,7

192 358

Bronquitis aguda

Bronco neumonia

34

0,8 6,7

27 225

Sífilis primaria

Meningitis simple

205

Cantidad

1918 %

1916 Cantidad

Causas

3,9

5

2,7

%

100

7,6

5,4

0,1

0,1

0,5

0,6

0,6

0,9

34,4

2,4

13,1

Cuadro Nº 3: Provincia de Mendoza. Algunas causas significativas de muerte de niños de 0 a 5 años y porcentaje sobre el total de fallecidos de su grupo etario, en años seleccionados, 1916-1925.

Rodolfo Richard-Jorba

61

Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 Cuadro Nº 4 : Provincia de Mendoza. Defunciones por lugares principales donde ocurrieron y porcentaje sobre el total, 1916 – 1925 Lugar

1916

1917

1918

1919

1920

1921

1922

1923

1924

1925

Casa particular

5.558

5.980

5.598

6.313

5.573

5.750

5.532

6.183

5.517

5.176

Conventillo

161

234

85

24

18

35

16

15

9

17

Establecimientos benéficos (Hospitales)

1.270

1.180

1.337

1.324

1.093

1.211

1.018

1.392

1.244

1.324

Vía pública

32

24

24

31

22

10

23

32

11

21

Total Pcia.

7.179

7.604

7.261

7.853

6.707

7.011

6.591

7.647

6.785

6.538

% Casa part.

77,4

78,6

77,1

80,4

83,1

82

84

81

81,3

79,2

% Conventillo

2,2

3,1

1,2

0,3

0,3

0,5

0,2

0,2

0,1

0,2

% Est. Benéf.

17,7

15,5

18,4

16,9

16,3

17,3

15,4

18,2

18,3

20,2

% Vía públ.

0,4

0,3

0,3

0,4

0,3

0,1

0,3

0,4

0,1

0,3

Nota: en este Cuadro se toma el registro total de defunciones que indican las fuentes, es decir que incluyen los llamados nacidos-muertos, porque no hay manera de excluirlos por ausencia de datos desagregados sobre cada lugar. Fuentes: elaboración propia con datos tomados de la Síntesis de los Anuarios... años 1915-1922; y Anuario..., 1923, 1924 y 1925, Op. Cit.

Gráfico N° 3:

Fuente: Cuadro N° 4

62

El exilio: un fenómeno global entre la revolución y la contrarrevolución, 1814-1834 Juan Luis Simal Universidad Autónoma de Madrid Resumen: El exilio fue una de las muestras más representativas del enfrentamiento entre revolución y contrarrevolución que marcó globalmente el siglo XIX occidental. Fue un fenómeno de carácter internacional, que alcanzó dimensiones europeas e incluso globales. Tras las conmociones de las décadas revolucionarias previas, el exilio continuó marcando la historia de Europa y América. En 1814, la vuelta de los príncipes absolutistas tras la derrota de Napoleón, la recuperación de las potencias reaccionarias europeas, la creación de la Santa Alianza, la formación del sistema europeo de Congresos y la represión con la que las monarquías restauradas respondieron a la pervivencia de sectores revolucionarios o únicamente descontentos, provocó que muchos de ellos se vieran obligados a abandonar sus países de origen para buscar refugio en aquellos lugares en los que las circunstancias políticas se adecuaban a sus ideales, o en los que, simplemente, podían cobijarse. El exilio tuvo un papel central en la formación y extensión del liberalismo a nivel internacional y contribuyó a poner en contacto a liberales de varios países, promoviendo la forja de redes intelectuales que comunicaban distintas zonas del mundo occidental. Palabras clave: exilio - revolución - contrarrevolución - transnacional. Abstract: Exile was one of the most representative features of the confrontation between revolution and counterrevolution that marked the Western 19th century globally. It was an international phenomenon that reached European and even global dimensions. After the revolutionary upheaval of the previous decades, exile continued to mark the history of Europe and the Americas. In 1814, the return of the absolutist princes after Napoleon’s defeat, the recovery of European reactionary powers, the creation of the Holy Alliance, the formation of the European system of Congresses and the repression with which the restored monarchies responded to the remaining revolutionary or just discontent sectors of society, forced many of them to leave their countries of origin to seek refuge in places where the political circumstances were in line with their ideals, or where simply they could find shelter. Exile had a central role in the formation and extension of international liberalism and helped to connect liberals of various countries, promoting the forging of intellectual networks that connected different parts of the Western world. Key words: Exile - revolution - counterrevolution - transnational.

SIMAL, Juan Luis, “El exilio: un fenómeno global entre la revolución y la contrarrevolución, 1814-1834” en Avances del Cesor, Año VIII, N° 8, 2011, pp. 63-79.

63

Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011

El exilio político en una época convulsa Los grandes hitos revolucionarios atlánticos –las revoluciones norteamericana, francesa, haitiana e iberoamericana– generaron una gran cantidad de emigrados políticos. Tras la independencia de Estados Unidos, miles de leales británicos salieron del territorio de las trece colonias, con destino a Canadá, las Indias Occidentales o Gran Bretaña.1 Desde el inicio de la Revolución Francesa, Europa se plagó de exiliados de todo signo y condición. Desde labradores analfabetos hasta reyes, emperadores y papas, todos pasaron por la experiencia del exilio. No solo los oponentes de la revolución tuvieron que abandonar Francia, sino que cuando las luchas internas desgarraron la república, especialmente durante la fase del Terror, miles de girondinos y otros grupos moderados se vieron obligados a abandonar el país. Asimismo, tras la revolución de los esclavos de Santo Domingo, miles de colonos blancos franceses –junto a algunos de sus esclavos y negros y mulatos libres– se desperdigaron por el Caribe. Entre los exiliados de la gran crisis de finales del siglo XVIII y principios del XIX se encontraban las casas reales. En primer lugar, la francesa, que junto a un alto número de nobles émigrés abandonó el país durante la revolución. De hecho, la abortada fuga de Luis XVI en junio de 1791 supuso un punto de inflexión definitivo en el curso de la revolución.2

1 JASANOFF, Maya, “Revolutionary Exiles: The American Loyalist and French Émigré Diasporas”, en ARMITAGE, David, SUBRAHMANYAM, Sanjay (editores), The Age of Revolutions in Global Context, c. 1760-1840, Palgrave Macmillan, Nueva York, 2010 y JASANOFF, Maya, Liberty’s exiles. American Loyalists in the Revolutionary World, Alfred E. Knopf, Nueva York, 2011. 2 Los hermanos del rey también partieron al exilio: el conde de Provenza (futuro Luis XVIII), residió hasta su regreso a Francia en 1814 en Westfalia, Rusia y Gran Bretaña, y el conde de Artois (futuro Carlos X), se exilió en Gran Bretaña. También los orleanistas tuvieron que salir hacia el exilio, a pesar de su cercanía a los revolucionarios, y Luis Felipe, que décadas después, tras la revolución de 1830 se convertiría en el “rey burgués”, vivió en Suiza, Nápoles y Estados Unidos. Entre los émigrés se encontraban personalidades que protagonizarían la política en las décadas siguientes, como Chateaubriand, Richelieu, Madame de Staël o el Duque de Angulema. GREER, Donald, The Incidence of the Emigration during the French Revolution, Harvard University Press, Cambridge, Mass, 1951, y WEINER, Margery, The French Exiles, 1789-1815, Murray, Londres, 1960. Sobre los problemas para cuantificar esta emigración, véase DUNNE, John, “Quantifier l´émigration des nobles pendant la Révolution française: problèmes et perspectives”, en MARTIN, Jean-Clément (editor), La Contrerévolution en Europe, XVIIIe-XIXe siècles: Réalités politiques et sociales, résonances culturelles et idéologiques, Presses Universitaires de Rennes, Rennes, 2001, pp. 133-141, que estima que entre un 5 y un 20% de los nobles franceses salieron del país durante los años de la revolución. APRILE, Sylvie, Le siècle des exilés. Bannis et proscrits de 1789 à la Commune, CNRS, París, 2010, aporta la cifra de al menos 100.000 emigrados y recuerda que “... la noblesse ne représente que 16 à 25% des Émigrés … 60% des exilés appartiennent à des catégories sociales non privilèges, paysans, artisans, soldats déserteurs, négociants et commerçants réfugiés. Les 15% restant appartiennent au clergé. La

64

Juan Luis Simal Las invasiones francesas, tanto revolucionarias como imperiales, obligaron a una multitud de representantes del Antiguo Régimen europeo a salir de sus dominios. Por citar únicamente los ejemplos más célebres, los reyes de Piamonte-Cerdeña salieron del país en 1798 tras la ocupación francesa y pasaron el resto de sus días en el exilio en diferentes regiones italianas y la casa real de Nápoles vivió en el exilio en varios momentos a lo largo del período. El caso que más trascendencia tuvo fue el de la casa real portuguesa que, a finales de 1807, ante la perspectiva de la ocupación napoleónica, abandonó Lisboa con destino a Río de Janeiro, abriendo el camino para la inversión de la relación entre metrópolis y colonia, que culminó con la independencia de Brasil bajo la forma de un imperio regido por un príncipe de la casa de Braganza. La alta jerarquía de la Iglesia también experimentó el exilio. Cuando el papa Pío VII se enfrentó a Napoleón y lo excomulgó, el emperador ocupó los Estados pontificios desterrando al Papa a Savona y Fontainebleau. Napoleón, por su parte, tras sus dos derrotas, estuvo exiliado, en diferentes condiciones, en la isla de Elba y luego en Santa Elena, aunque esperaba poder recibir asilo en Gran Bretaña o Estados Unidos, como había hecho su hermano José.3 La crisis de la monarquía hispana iniciada en 1808 produjo también una gran cantidad de desplazados, entre los cuales muchos lo fueron por motivos exclusivamente políticos, como su participación en movimientos junteros, autonomistas o independentistas, tanto en la Península Ibérica como en América. La ocupación francesa de la mayor parte de la Península y la proclamación de nuevas autoridades provocó el desplazamiento de miles de españoles en dirección sur, hasta que las Cortes se vieron confinadas a Cádiz. Muchos otros se vieron obligados a pasar a Francia, entre ellos un considerable número de desertores y también numerosas familias que huían de la guerra. Con el avance de la guerra llegaron a Francia un gran número de prisioneros refugiados y rehenes civiles, 65.000 aproximadamente. La mayor parte de ellos fueron confinados en depósitos, aunque unos 10.000 formaron parte de grupos de trabajo. Casi todos estos desplazados regresaron a España a partir 1814, una vez que el imperio napoleónico había sido derrotado, aunque los oficiales juramentados, considerados traidores afrancesados, no pudieron acogerse a la amnistía ofrecida por el rey Fernando VII.4 El exilio en España también afectó a los más poderosos. Manuel Godoy, que había dirigido la política española en los últimos años, pasó el resto de su vida en el exilio, al igual que la familia real casi al completo. Fernando VII vivió los años de la guerra en noblesse émigrée est aussi minoritaire par rapport à la grande majorité des nobles qui n’a pas émigré”, p. 27. 3 WOOLF, Stuart, A History of Italy, 1700-1860. The social constraints of political change, Methuen, Londres, 1979, p. 167; SCHULTZ, Kirsten, Tropical Versailles: empire, monarchy and the Portuguese royal court in Rio de Janeiro, 1808-1821, Routledge, Nueva York, 2001; APRILE, Sylvie, Le siècle…, Op. Cit., pp. 56-58. 4 AYMES, Jean-René, Los españoles en Francia, 1808-1814. La deportación bajo el Primer Imperio, Siglo XXI, Madrid, 1987.

65

Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 Valençay junto a su hermano Carlos y su tío Antonio, mientras que su padre Carlos IV pasó el resto de su vida fuera de España junto a su esposa María Luisa, residiendo principalmente en Marsella, desde octubre de 1808 hasta mayo de 1812, y a partir de entonces en Roma, Verona y Nápoles. Ambos murieron en la Península Itálica en 1819.5 Tras el fin del período revolucionario y la llegada de la Restauración, el exilio cambió mayoritariamente de signo político y hubo exiliados procedentes de todos los países donde se intentó un retorno al Antiguo Régimen tras la instauración de regímenes constitucionales, es decir, prácticamente en toda Europa: Francia, Italia, Alemania, Polonia, Portugal, Países Bajos y España. Muchos de los que habían participado, o en ocasiones sólo simpatizado, con los regímenes liberales constitucionales, tuvieron que abandonar sus países huyendo de la represión contrarrevolucionaria. La cronología de la serie de exilios ocurridos durante la Restauración, tuvo cuatro puntos de inflexión: 1814, 1820, 1823 y 1830. Estos años marcaron cuatro grandes olas de emigración política. La primera, en 1814, llevó al exilio a un gran número de bonapartistas de todas las nacionalidades, así como a los liberales y afrancesados españoles. En 1814 se produjo el regreso del rey Fernando VII al trono de España y la eliminación de la obra constitucional gaditana, y comenzó la persecución de los liberales y los afrancesados, muchos de los cuales tuvieron que salir hacia el exilio. Las puertas de España quedaron definitivamente cerradas para los afrancesados que se habían refugiado en Francia con la circular del 30 de mayo de 1814 que prohibió la entrada a España de los miembros de la administración josefina, de los nobles y eclesiásticos que hubieran colaborado con ella y de los oficiales del ejército con graduación superior a la de capitán, así como a sus esposas. Este decreto se mantuvo vigente hasta 1820, pero fueron necesarias una serie de órdenes aclaratorias para concretar quiénes y en qué circunstancias resultaban afectados por sus disposiciones, como la circular de junio del Ministerio de Hacienda que establecía las medidas para la depuración de funcionarios en función de su nivel de colaboración con los franceses. En esta situación, las autoridades imperiales francesas fueron tomando una serie de medidas para recibir y controlar a los miles de refugiados españoles, aunque ésta era una tarea prácticamente imposible por la avalancha de afrancesados que, en condiciones miserables la mayoría, continuaban llegando. En los años siguientes miles de afrancesados que encontraban imposible el regreso a España por la negativa del Gobierno de Fernando VII a conceder una amnistía permanecieron en Francia. El regreso general de los afrancesados españoles no se produciría –y solo de forma limitada– hasta la proclamación del régimen constitucional en 1820.6 5 LA PARRA, Emilio, Manuel Godoy. La aventura del poder, Tusquets, Barcelona, 2002; SMERDOU ALTOLAGUIRRE, Luis, Carlos IV en el exilio, Universidad de Navarra, Pamplona, 2000. 6 LÓPEZ TABAR, Juan, Los famosos traidores. Los afrancesados durante la crisis del Antiguo Régimen (1808-1832), Biblioteca Nueva, Madrid, 2001; LUIS, Jean-Philippe, “Le difficile et discret retour des afrancesados (1816-1834)”, en DUROUX, Rose, MONTANDON, Alain (editores), L’émigration: le retour, Université Blaise-Pascal, Clermont-Ferrand, 1999, pp. 331-343; ARTOLA,

66

Juan Luis Simal La represión contra los liberales fue al menos tan dura como la llevada a cabo contra los afrancesados, acusados no de colaboración con el invasor o de traición, sino de atentar contra la monarquía. El número de afectados fue bastante menor y no se dio entre ellos una emigración masiva similar a la de los afrancesados, ya que por lo general solo se actuó oficialmente contra las figuras más destacadas del constitucionalismo doceañista. Las principales personalidades del liberalismo fueron detenidas y sometidas a un proceso judicial plagado de irregularidades que culminó con penas de prisión para casi todos los que no habían salido del país. Pero además del proceso contra las figuras más destacadas del liberalismo, se desencadenó una persecución contra las personas que “... habían dado muestras de afecto a las novedades...” y se inició una campaña en contra de la constitución, las medidas tomadas por las Cortes y sus simpatizantes.7 Los liberales que huían de estas penas y salieron hacia el exilio se dirigieron especialmente a Gran Bretaña y Francia, y unos pocos también a América. Varios, sobre todo los que disponían de más recursos, realizaron viajes entre diversos países a lo largo de los años que pasaron en el exilio. Un buen número de exiliados liberales continuó con sus actividades políticas e intelectuales, sobre todo desde Gran Bretaña, donde disponían de una mayor libertad de acción. Muchos se instalaron en Inglaterra confiando en el acogimiento que les podían prestar sus aliados durante la guerra, con los que algunos habían mantenido estrechas relaciones personales. Existía además un considerable apoyo por parte de ciertos sectores de la sociedad británica a los liberales españoles refugiados. Henry Vassall-Fox, barón de Holland, se convertiría en el principal benefactor de los españoles.8 La causa liberal española encontró la simpatía de numerosos sectores de la sociedad británica, aunque el Gobierno tory contemporizó con Fernando VII en los meses posteriores a su regreso. Sin embargo, una vez en Gran Bretaña, la actitud del Gobierno con respecto a los exiliados españoles fue tolerante. Las peticiones españolas de expulsión de exiliados políticamente activos fueron rechazadas por parte de las autoridades británicas, y desde Gran Bretaña se continuó prestando ayuda, tanto simbólica como material, a la causa liberal española así como a la de los insurrectos hispanoamericanos. Varias expediciones internacionales que tenía como propósito auxiliar la causa independentista de las posesiones españolas en América se organizaron desde Gran

Miguel, Los afrancesados, Turner, Madrid, 1976; BARBASTRO GIL, Luis, Los afrancesados: primera emigración política del siglo XIX español (1813-1820), CSIC/Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, Madrid, 1993. 7 LASA IRAOLA, Ignacio, “El primer proceso de los liberales (1814-1815)”, en Hispania, Nº 30, 1970, pp. 327-383; FIESTAS LOZA, Alicia, Los delitos políticos (1808-1936), Librería Cervantes, Salamanca, 2ª edición, 1994. 8 MORENO ALONSO, Manuel, La forja del liberalismo en España. Los amigos españoles de Lord Holland, 1793-1840, Congreso de los Diputados, Madrid, 1997.

67

Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 Bretaña.9 Del mismo modo, algunos exiliados en Inglaterra partieron desde allí para unirse a alguna de las insurrecciones liberales que se producían en la Península. Con la llegada de exiliados liberales españoles a su territorio, Gran Bretaña avanzaba en el proceso que la estaba llevando a convertirse en la gran receptora de refugiados políticos del siglo XIX. El otro destino principal de los liberales españoles fue Francia. Generalmente se ha asumido que su número fue menor que los que eligieron Inglaterra, ya que en la Francia de la monarquía de Luis XVIII podían esperar un recibimiento peor, pero lo cierto es que no fueron extraños los desplazamientos entre ambas orillas del Canal de la Mancha. Muchos de los que estuvieron en Inglaterra pasaron también temporadas en Francia, especialmente en las zonas fronterizas del sur, en Burdeos y, una minoría más acomodada, en París. El Gobierno francés destinó, como había hecho con los afrancesados, una cantidad a su mantenimiento, aunque esta fue progresivamente disminuyendo. La población francesa –que no tendía a diferenciar entre refugiados afrancesados y liberales– se fue mostrando desfavorable a la presencia de liberales españoles que, además del coste que suponían y de las perturbaciones sociales que causaban, eran acusados de participar en conspiraciones revolucionarias. Lo cierto es que los liberales españoles desplegaron una intensa actividad política en Francia. Desde su suelo un significativo número de ellos, en ocasiones en colaboración con afrancesados igualmente exiliados, desarrolló actividades subversivas contra la monarquía de Fernando VII. Sus actividades serían el motivo de una intensa actividad policial desplegada a su alrededor y de graves enfrentamientos diplomáticos entre Francia y España. La actitud del Gobierno francés fue ambigua, pues si bien nunca perdió de vista las actividades ilegales que se realizaban desde su territorio, llegando a intervenir para interrumpirlas en varias ocasiones, nunca colaboró abiertamente con las autoridades españolas ni entregó a ninguno de los liberales que detuvo. Esta actitud enervaba al Gobierno español, que consideraba que la moderación de los primeros gobiernos del régimen de Carta otorgada de Luis XVIII constituía un peligro para el avance revolucionario, cuando no los convertía en cómplices del mismo. Como sucedía en España, tanto en Francia como en Gran Bretaña las elites locales temían la amenaza revolucionaria y desarrollaron una legislación represiva con el propósito de frenarla. Los exiliados españoles se insertaron en este contexto conflictivo, manteniendo contactos con las oposiciones internas de ambos países, que en ocasiones les apoyaron. Su presencia llegó a convertirse en un asunto de debate público que afectó al desarrollo de la política interior francesa y británica. Además, en parte debido a la presencia de los exiliados, en ambos países se desarrolló un interés por los asuntos de España que serviría de plataforma para la amplia atención que el país ibérico recibiría a partir de la reinstalación de la constitución en 1820.

9 JIMÉNEZ CODINACH, Guadalupe, La Gran Bretaña y la independencia de México, 1808-1821, Fondo de Cultura Económica, México, 1991.

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Juan Luis Simal Como se ha indicado, tras la caída del imperio napoleónico y de los regímenes instalados bajo su cobijo en diferentes lugares de Europa, un gran número de individuos comprometidos con ellos sufrieron la represión de las monarquías restauradas. Muchos salieron hacia el exilio. El caso francés fue, junto con el español, el más significativo de esta emigración política. La represión informal del conocido como Terror Blanco fue complementada por las medidas legales impulsadas por los diputados ultras de la conocida como Chambre introuvable, entre las que destacaban una importante depuración de la administración y una serie de leyes que suspendían las libertades individuales permitiendo el encarcelamiento sin juicio, al tiempo que establecían duras medidas contra las manifestaciones sediciosas e instalaban tribunales para juzgar los delitos políticos sin jurado ni posibilidad de apelación. Unas 70.000 personas fueron detenidas por delitos políticos, de las cuales unas 9.000 fueron condenadas. Pero ante la imposibilidad de tomar medidas penales contra el grandísimo número de franceses que habían apoyado a Napoleón o que se mostraban nostálgicos de los años de la revolución, y para evitar la prolongación de los enfrentamientos, la monarquía de Luis XVIII decidió realizar un castigo ejemplar centrado en los regicidas y en los bonapartistas más destacados. A través de la ordenanza del 24 de julio de 1815 se condenó por traición a varias personalidades bonapartistas, tanto militares como civiles. Algunos fueron ejecutados y otros muchos partieron hacia el exilio bien por ser condenados a ello, o para escapar de sus condenas.10 Asimismo, los miembros de la Convención que habían votado a favor de la ejecución de Luis XVI en 1793 –y que además en su mayor parte habían apoyado a Napoleón durante los Cien Días– fueron expulsados de Francia en 1816. La Ley de amnistía del 12 de enero se convirtió en realidad en una sentencia de exilio para los regicidas. 153 de los 206 que aún vivían salieron hacia el exilio, la mayor parte de ellos a Bruselas. Además de las grandes personalidades, también salieron hacia el exilio un notable número de bonapartistas de rango inferior que huían de la represión borbónica o que se mostraban incapaces de encontrar una posición política, social y profesional en la nueva Francia, muchos de ellos afectados por el licenciamiento del ejército imperial y su inclusión en la categoría de demi-soldes. Junto a ellos se encontraban bonapartistas de diversas nacionalidades europeas que habían luchado junto a las tropas napoleónicas a lo largo del continente y que, tras la disolución del ejército napoleónico y la restauración de regímenes monárquicos legitimistas en sus países de origen, quedaron en una difícil situación. Muchos de ellos siguieron a sus compañeros de armas.11

10 DE WARESQUIEL, Emmanuel, YVERT, Benoît, Histoire de la Restauration, 1814-1830, Perrin, París, 2002, pp. 150, 171-172; RESNICK, Daniel, The White Terror and the Political Reaction after Waterloo, Harvard University Press, Cambridge, Mass.,1966. 11 Entre septiembre de 1815 y diciembre de 1816 unos 20.000 oficiales fueron apartados del servicio activo y colocados en la categoría de demi-solde, en la que sólo recibían la mitad de su paga; VIDALENC, Jean, Les demis-solde: Étude d’une catégorie sociale, Rivière, París, 1955; BRUYEREOSTELLS, Walter, La Grande armée de la liberté, Tallandier, París, 2009. Algunos de los exiliados

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 Muchos de los comprometidos con la transformación política del continente se trasladaron a América. Cuatro de los hermanos Bonaparte, incluso el propio Napoleón, consideraron exiliarse en Estados Unidos, y finalmente uno de ellos, el ex rey de España José Bonaparte, lo hizo.12 También se instalaron en la república norteamericana los hijos de Joaquín Murat, mariscal del imperio napoleónico y rey de Nápoles. Decenas de bonapartistas de varias nacionalidades, especialmente militares, pasaron a América una vez que comprendieron que la Europa de la Restauración no era lugar para ellos. Algunos habían buscado ya colocación en los ejércitos del Imperio Otomano o Persia. Una vez en el continente americano, muchos se incorporaron a los ejércitos independentistas hispanoamericanos y otros se trasladaron a los Estados Unidos, bien a ciudades del norte como Filadelfia –donde residía el hermano del emperador José– o bien a colonias del sur del país, como las instaladas en Alabama y Texas. También algunos pocos españoles cruzaron el Atlántico a partir de 1814. Dos de ellos, Javier Mina y Mariano Renovales, lo hicieron para combatir a la monarquía restaurada de Fernando VII desde sus territorios americanos.13 Las trayectorias personales de estos hombres, que les llevaron a residir en varios continentes en diversas circunstancias, muestran las dimensiones del aumento de la circulación de personas e ideas que trajeron consigo las convulsiones de la Era de las revoluciones. Varias figuras del imperio napoleónico que habían tenido que salir de Francia tras la publicación de la ordenanza del 24 de julio de 1814 se fueron reuniendo con José Bonaparte en Filadelfia. Varios de ellos formaron parte de la empresa de colonización que, junto a cientos de refugiados blancos de Santo Domingo que residían en Estados Unidos, planearon en el sur del país con el nombre de Vine and Olive. Además de los bonapartistas que huían de condenas ya dictadas, se unieron a ellos muchos más que, sin estar directamente afectados por la represión borbónica, salieron de Francia por temor a las posibles represalias que podían sufrir o porque habían llegado a la conclusión de que sus carreras allí no tenían ningún futuro.14 La segunda gran oleada de exiliados durante la Restauración se dio en los años 18201821. Afectó a aquellos que tuvieron que salir de Nápoles y Piamonte tras la intervención

pudieron regresar a Francia en diciembre de 1819 cuando una nueva ordenanza permitió su regreso. Otros continuarían exiliados hasta la revolución de 1830, y otros morirían en el exilio. 12 BLAUFARB, Rafe, Bonapartists in the borderlands: French exiles and refugees on the Gulf Coast, 1815-1835, University of Alabama Press, Tuscaloosa, 2005, pp. 1-2; STROUD, Patricia T., The man who had been King: the American exile of Napoleon’s brother Joseph, University of Pennsylvania Press, Filadelfia, 2005. 13 ORTUÑO MARTÍNEZ, Manuel, “Mariano Renovales. Expedición liberal frustrada a Nueva España”, en Trienio, Nº 36, 2000, pp. 29-60; ORTUÑO MARTÍNEZ, Manuel, Expedición a Nueva España de Xavier Mina. Materiales y ensayos, Universidad Pública de Navarra, Pamplona, 2006. 14 BLAUFARB, Rafe, Bonapartists in…, Op. Cit.; BLAUFARB, Rafe, “The Western Question. The Geopolitics of Latin American Independence”, en American Historical Review, V. CXII, Nº 3, junio 2007, pp. 742-763; BRUYERE-OSTELLS, Walter, La Grande armée…, Op. Cit.

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Juan Luis Simal austriaca que puso fin a sus experimentos liberales, y de Francia tras el fracaso de los planes insurreccionales llevados a cabo por sectores opositores a la monarquía borbónica. Muchos de ellos se refugiaron en España, que desde marzo de 1820 se encontraba bajo un régimen constitucional que había inspirado sus acciones revolucionarias. Cientos se convirtieron en voluntarios que lucharon contra las partidas contrarrevolucionarias españolas y contra el ejército francés de los Cien Mil Hijos de San Luis que invadió España en abril de 1823, poniendo fin a la segunda experiencia constitucional española. Aunque su importancia efectiva, especialmente desde el punto de vista militar, fue escasa, los exiliados europeos liberales que se refugiaron en España durante el Trienio eran el reflejo de una tendencia hacia la universalización de los valores liberales y la creación de una solidaridad internacional liberal. A partir de entonces los contactos entre liberales de distintas naciones se intensificarían aun más.15 Asimismo, durante el Trienio apareció un nuevo tipo de emigración política en España, compuesta por absolutistas que salieron del país, la mayoría con dirección a Francia, con el objetivo de organizar desde allí una oposición violenta al régimen constitucional.16 Estos exiliados contribuyeron a incidir en la internacionalización del conflicto entre revolución y contrarrevolución. La tercera ola de exiliados se produjo tras la invasión francesa de España en 1823, que repuso a Fernando VII en el trono absoluto. El ciclo revolucionario que había comenzado en España a principios de 1820 y se había extendido inmediatamente por el ámbito mediterráneo (Nápoles, Piamonte, Portugal y Francia), fue siendo borrado sucesivamente por la acción combinada de las fuerzas contrarrevolucionarias locales y la intervención de las potencias continentales. A la altura del otoño de 1823 ya no quedaba rastro de ella. Como consecuencia, miles de constitucionales de distintas nacionalidades salieron camino del mayor exilio político que hasta ese momento había vivido la Europa de la Restauración. Decenas de miles de hombres y mujeres de varias nacionalidades se desperdigaron por Euro-

15 MORÁN ORTÍ, Manuel, “La cuestión de los refugiados extranjeros. Política española en el Trienio Liberal”, en Hispania, XLIX, Nº 173, 1989, pp. 985-1016; MORÁN ORTÍ, “Los emigrados italianos de 1821 en la guerra realista de Cataluña”, en Itálica. Cuadernos de la Escuela Española de Historia y Arqueología, Nº 18, 1990, pp. 329-363; BISTARELLI, Agostino, �������������������������������������������������������� “Vivere il mito spagnolo. Gli �������� esiliati italiani in Catalogna durante il Triennio Liberale” (I) y (II), en Trienio nº 32 y 33 (1998 y 1999); BRUYERE-OSTELLS, Walter, La Grande armée…, Op. Cit.; ISABELLA, Maurizio, Risorgimento in exile. Italian Émigrés and the Liberal International in the Post-Napoleonic Era, Oxford University Press, Oxford, 2009; SPITZER, Alan B., Old Hatreds and Young Hopes. The French Carbonari against the Bourbon Restoration, Harvard University Press, Cambridge, Mass., 1971; LA PARRA, Emilio, Los Cien Mil Hijos de San Luis. El ocaso del primer impulso liberal en España, Síntesis, Madrid, 2007. 16 COMELLAS, José Luis, Los realistas en el Trienio Constitucional (1820-1823), Estudio General de Navarra, Pamplona, 1958; AYMES, Jean-René, “Españoles en Francia (1789-1823): contactos ideológicos a través de la deportación y del exilio”, en Trienio, Nº 10, 1987, pp. 3-26.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 pa, América y África, dando forma a una diáspora liberal de dimensiones globales. Muchos de ellos siguieron en contacto, manteniendo los vínculos a pesar de su dispersión, aunque la concentración que propiciaron los grandes focos del exilio –ciudades como Londres y París– impulsó el fortalecimiento de las redes internacionales. La distribución geográfica de los exiliados salidos de España a partir de 1823 tuvo una dimensión más amplia que la de los dos exilios previos y no es exagerado calificarla de global. Los emigrados llegaron a países distribuidos por toda la Europa occidental, el este del Mediterráneo, el norte de África y el continente americano. Por el volumen de refugiados acogidos, Gran Bretaña y Francia destacaron como países receptores. La recepción en los países de acogida fue heterogénea y motivó dos tipos de respuesta: una de carácter oficial por parte de los gobiernos locales y una de carácter privado por parte de la sociedad civil. La imagen internacional de Gran Bretaña como país tolerante y avanzado, su alejamiento de las potencias de la Santa Alianza y el apoyo que numerosos británicos habían dado a los liberales de España, Italia y Portugal en los años previos, hizo que el país se convirtiera en uno de los principales destinos de los exiliados políticos. Sin embargo, también fueron fundamentales motivos de naturaleza más práctica que ideológica, como su posición geográfica o su legislación en materia de extranjería. En Gran Bretaña la ayuda a los exiliados, materializada en aportaciones económicas, provino especialmente de iniciativas llevadas a cabo por individuos particulares, aunque muchos de ellos pertenecían o estaban relacionados con las altas esferas políticas del país, especialmente desde las filas de la oposición, ya fuera la whig o la radical. El Gobierno británico, dominado a lo largo de toda la década de 1820 por los tories, receló de la presencia de un número tan elevado de refugiados políticos en su territorio, aunque se vio obligado por la presión de la opinión pública a concederles algunos subsidios que complementaban los proporcionados por la iniciativa privada. A pesar de la poca simpatía que podía tener por los liberales europeos y de las protestas que le transmitieron constantemente los gobiernos reaccionarios instalados en gran parte del continente, nunca llevó a cabo sobre ellos una política represiva ni los sometió a una vigilancia policial exhaustiva.17 La situación en Francia fue bien distinta. La llegada de miles de refugiados provenientes de España no se puede explicar por consideraciones ideológicas, ya que estos no podían esperar una recepción acogedora por parte de la potencia que, en nombre de la Santa Alianza, había intervenido para poner fin al régimen constitucional. Sin embargo, fueron

17 BRENNECKE, Christiana, Von Cádiz nach London. Spanischer Liberalismus im Spannungsfeld von nationaler Selbstbestimmung, Internationalität und Exil (1820-1833), Vandenhoeck & Ruprecht, Gotinga, 2010; ISABELLA, Maurizio, Risorgimento in exile; WICKS, Margaret C. W., The Italian Exiles in London, 1816-1848, Manchester University Press, Manchester, 1937. Sobre Gran Bretaña como centro de exilio en el siglo XIX, aunque no se detiene en las primeras décadas del siglo, PORTER, Bernard, The refugee question in mid-Victorian Politics, Cambridge University Press, Cambridge, 1997.

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Juan Luis Simal precisamente las secuelas de la guerra las que llevaron a muchos miembros de los ejércitos constitucionales (españoles, pero también italianos, franceses y de otras nacionalidades) a atravesar la frontera, ya fuera como prisioneros de guerra o en virtud de las capitulaciones que les aseguraron amparo en Francia, aunque los términos de estos acuerdos nunca se cumplieron. Otros muchos exiliados pasaron a Francia por su cercanía geográfica, confiando en escapar de la violencia de los fernandinos, ya que el nivel de la represión en la Francia borbónica era significativamente menor que el de España donde, de hecho, las tropas francesas que habían participado en la invasión y ocuparon el país durante los años siguientes limitaron la dureza de las represalias de los absolutistas españoles, que rechazaron instalar un régimen monárquico moderado similar al francés tal y como el Gobierno de Luis XVIII hubiera deseado.18 Esto no significaba que se aceptara en Francia con gusto la presencia de los exiliados, que fueron estrechamente vigilados por parte de la policía. De todas formas, como había ocurrido con el exilio mayoritariamente afrancesado de 1814, el Gobierno francés proporcionó durante la década de 1820 subsidios que, aunque insuficientes, constituyeron la única o principal fuente de ingresos de muchos de los exiliados. Por otra parte, en Francia no hubo una respuesta solidaria a favor de los exiliados similar a la británica, ya que las simpatías por la causa española, que sin duda existían, no podían expresarse de manera abierta en una sociedad regida por un sistema político reaccionario que, por otra parte, carecía de los mecanismos de movilización presentes en la británica.19 Un número mucho menor de exiliados llegaron a América. En Estados Unidos algunos españoles contaron con la ayuda desinteresada de sectores de la sociedad norteamericana, entre la que se encontraba extendida la simpatía hacia la causa liberal gracias a la cobertura que la prensa había realizado de la guerra de España. De todos modos, los exiliados fueron ignorados por el Gobierno, debido a su escasa importancia.20 El número de exiliados que llegaron a las repúblicas hispanoamericanas fue escaso. Además de la lejanía, habría que añadir como causa la poca consideración que los peninsulares podrían esperar recibir en las antiguas posesiones de la monarquía española, desgarradas por las guerras de independencia. De todas formas, a algunos de los exiliados llegados a América desde la Península, antiguos súbditos de la monarquía española o de otras monarquías europeas, se les abrió en Hispanoamérica la oportunidad de integrarse en las nuevas patrias en construcción, en las

18 BUTRÓN PRIDA, Gonzalo, La ocupación francesa de España (1823-1828), Universidad de Cádiz, Cádiz, 1996. 19 ROBERTS, James, The Counter-Revolution in France, 1787-1830, MacMillan Education, Basingstoke, 1990; KROEN, Sheryl, Politics and theater. The Crisis of Legitimacy in Restoration France, 1815-1830, University of California Press, Berkeley y Los Angeles, 2000; DE WARESQUIEL Emmanuel, YVERT, Benoît, Histoire de la…, Op. Cit.; SÁNCHEZ MANTERO, Rafael, Liberales en el exilio. La emigración política en Francia en la crisis del Antiguo Régimen, Rialp, Madrid, 1975. 20 SIMAL, Juan Luis, “En la cuna de la libertad: Félix Mejía, un exiliado español en Estados Unidos, 1824-1827”, en Historia y Política, Nº 20, Madrid, julio-diciembre 2008, pp. 265-291.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 que aspiraron a poner en marcha el proyecto político por el que habían sido proscritos en sus lugares de origen, y a las que confiaban defender de la reacción que los había expulsado a ellos de Europa. Para muchos de los españoles peninsulares residentes en América, sin embargo, esto no fue posible. En México se desarrolló en los primeros años de vida independiente una importante hispanofobia promovida principalmente por motivos políticos que llevó a muchos peninsulares a tener que abandonar la república, en especial una vez que las autoridades mexicanas aprobaron varias leyes de expulsión. Estos peninsulares comenzaron un periplo que les llevaría a Estados Unidos y a diversos países europeos antes de poder regresar a las posesiones que se mantenían bajo control de la monarquía, ya fuera en la Península o en Cuba, donde el Gobierno español los miraba con recelo. Quedaba claro que el exilio político no era un fenómeno exclusivo de los regímenes represivos de la Restauración europea, sino que también fue provocado por las nuevas repúblicas liberales americanas.21 La cuarta gran ola de exiliados tuvo lugar tras la represión de las revoluciones de 1830 en Italia, Polonia y Alemania. El ciclo revolucionario iniciado en 1830 alteró la geografía del exilio establecida desde 1823, en la que Gran Bretaña figuraba como eje. Por una parte, la represión provocó una gran cantidad de nuevos exiliados polacos, alemanes e italianos. Por otra, la instalación en Francia y Bélgica de regímenes liberales que auspiciaban un mejor acogimiento e incluso despertaban ilusiones de ayuda y de esperanza para el triunfo de la revolución liberal en toda Europa hizo que miles de refugiados –especialmente españoles e italianos, pero también portugueses desde la muerte del rey Juan VI en 1826 y el comienzo de la disputa dinástica entre María y Miguel I que desembocaría en guerra civil22– que permanecían exiliados desde la diáspora de 1823 se trasladaran desde Gran Bretaña a estos países. Francia, que ya contaba con una importante colonia de exiliados, se convirtió en el nuevo centro del exilio internacional. La cuestión del exilio había tomado ya una dimensión internacional de tal relieve que suponía un asunto que afectaba directamente a la política diplomática de un Estado, como el orleanista, que buscaba asentarse en el tablero político y diplomático europeo. Al mismo tiempo, el “problema” de los refugiados tuvo un intenso impacto en la política interna francesa a partir de 1830. Si bien inicialmente el Gobierno francés los acogió con afecto y los protegió pues eran la prueba de que Francia había retomado su papel dirigente en la política europea, pronto los miraría con otros ojos. Por su activismo político los refugiados se convirtieron para las autoridades orleanistas en un peligro de orden público –real pero también exagerado– y en una amenaza para el

21 SIMS, Harold, La expulsión de los españoles de México (1821-1828), Fondo de Cultura Económica, Ciudad de México, 1974; RUIZ DE GORDEJUELA URQUIJO, Jesús, La expulsión de los españoles de México y su destino incierto, 1821-1836, Universidad de Sevilla/CSIC/Diputación de Sevilla, Sevilla, 2006. 22 NOBRE VARGUES, Isabel, REIS TORGAL, Luís, “Da revolução à contra- revolução: vintismo, cartismo, absolutismo. O exílio político”, en REIS TORGAL, Luís, JOAO LOURENÇO, Roque (coordinadores), História de Portugal, O Liberalismo, 1807-1890, Estampa, 1993, Lisboa, pp. 65-87.

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Juan Luis Simal mantenimiento de relaciones diplomáticas amables con las potencias continentales. En la gestión del “problema” de los refugiados –basada en la adopción de imperativas medidas de gestión fuertemente burocratizadas y marcadamente policiales que cristalizaron en el internamiento en depósitos no solo de los refugiados militares como se había venido haciendo hasta entonces, sino también de los civiles, y en la creciente presión para que los refugiados abandonaran el país en cuanto pudieran– se manifestó tan claramente como en la política exterior, la actividad legislativa o la acción del ejecutivo la tendencia hacia la moderación que caracterizó al régimen orleanista desde su acceso al poder. Esta aproximación contrastaba con la de Gran Bretaña, donde la gestión de los refugiados no había sido centralizada por el Estado, que tomó una actitud menos interventora. El Gobierno británico sí llegó a entregar algunas ayudas a los exiliados, pero nunca lo hizo de manera exclusiva o con un nivel de burocratización semejante al impulsado por el francés, sino que había dejado a la iniciativa privada, bajo la forma de comités formados espontáneamente en el seno de la sociedad civil, la preponderancia en el tratamiento de la cuestión de los refugiados. En el caso francés, sería el Estado el encargado de ocuparse de la cuestión a través de su maquinaria administrativa, lo que suponía toda una novedad llamada a marcar la política de refugiados posterior en todo el continente. Los refugiados liberales portugueses y españoles pudieron ir regresando a su país antes de que lo hicieran la mayoría de italianos y polacos, cuyo exilio se prolongaría a lo largo de los años siguientes. Sin embargo, el cambio de régimen en los países de la Península Ibérica, con la subida al trono de las jóvenes reinas Isabel y María en 1833 y 1834 alrededor de las cuales se agruparon los intereses liberales, no trajo consigo el fin de las disensiones políticas. Primero los carlistas, y luego simpatizantes de todos los espectros políticos, se vieron obligados a exiliarse de nuevo, siendo una vez más Francia uno de sus destinos principales. Como ya se ha indicado, también hubo exiliados entre las filas de la contrarrevolución, que tuvieron que abandonar sus países cuando los liberales accedieron al poder, como Miguel de Portugal –en Viena ya desde 1824– y sus 6.000 partidarios que en 1826 encontraron refugio y apoyo en la España de Fernando VII23, o los realistas españoles que durante el Trienio Constitucional usaron el sur de Francia como santuario. Ambos grupos se mantuvieron políticamente activos en el exilio e intentaron cambiar el estado de las cosas de sus países de origen. El sur de Francia se convirtió en el campo de organización para las milicias absolutistas y de voluntarios reales que amenazaron la monarquía constitucional española en 1822-1823, y esa misma zona recibió en 1827 a exiliados de la revuelta de los agraviados. Pero el caso más significativo del exilio de los contrarrevolucionarios españoles fue el de los carlistas a partir de la muerte de Fernando VII en 1833. El propio Carlos María Isidro

23 MORAL RUIZ, Joaquín del, “Realistas, miguelistas y liberales: contribución al estudio de la intervención española en Portugal”, en JOVER ZAMORA, José María (coordinador), El siglo XIX en España. Doce estudios, Planeta, Barcelona, 1974, pp. 239-254.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 recibió la noticia de la muerte de su hermano Fernando VII en Portugal, donde permanecería bajo la protección de Miguel I. Al pretendiente se le unieron muchos de sus partidarios en el país vecino y, tras la victoria de los liberales portugueses, a mediados de 1834, abandonó la Península Ibérica destino a Gran Bretaña, desde donde pasó a Francia y desde allí al norte de España, donde se unió a las tropas carlistas que se empezaban a organizar para plantear una resistencia armada. A lo largo de toda la guerra, la frontera francesa sirvió de refugio a los carlistas y una vez finalizado el conflicto bélico, fue atravesada por miles de partidarios de don Carlos.24 Por su parte, Miguel salió de nuevo hacia el exilio en 1834 residiendo en Roma, en Inglaterra y finalmente en varios territorios alemanes. Murió en Karlsruhe en 1866.25 Los Borbones que salieron de Francia en 1830 pasaron el resto de sus días vagando por Gran Bretaña y el imperio de los Habsburgo.26

24 RÚJULA, Pedro, “Carlistas”, en CANAL, Jordi (editor), Exilios. Los éxodos políticos en la Historia de España. Siglos XV-XX, Sílex, Madrid, 2005, pp. 167-189; CANAL, Jordi, El carlismo. Dos siglos de contrarrevolución en España, Alianza, Madrid, 2000, p. 43. Entre estos exiliados se encontraba Francisco Tadeo Calomarde, responsable de la política represora contra los liberales como ministro de Gracia y Justicia de Fernando VII desde 1824. Tras ser destituido en octubre de 1832 por su oposición a la abolición de la Ley Sálica, Calomarde fue recluido en Menorca, pero consiguió escapar y cruzar los Pirineos en noviembre de 1832 disfrazado de monje Bernardo. Murió en Toulouse en 1842; RÚJULA, Pedro, Contrarrevolución realismo y carlismo en Aragón y el Maestrazgo, 1820-1840, Prensas Universitarias de Zaragoza, Zaragoza, 1998, p. 151; RÚJULA, Pedro, Rebeldía campesina y primer carlismo: los orígenes de la guerra civil en Aragón, Departamento de Educación y Cultura, Zaragoza, 1995, p. 83. 25 El tratado de la Cuádruple Alianza firmado por Gran Bretaña, Francia, España y Portugal en 1834, contemplaba la expulsión de D. Carlos y D. Miguel de la Península Ibérica; HALPERN PEREIRA, Miriam, “Del Antiguo Régimen al liberalismo (1807-1842)”, en Ayer, Nº 37, 2000, pp. 9-64. 26 Carlos X, que ya había vivido el exilio en Gran Bretaña tras la revolución de 1789, retornó a ella en 1830 tras la Revolución de Julio. Su hijo Luis, Duque de Angulema, que dirigió la invasión francesa que en 1823 ocasionó el exilio de miles de liberales españoles, había sido él mismo un emigrado durante la Revolución Francesa y en 1815, tras ser derrotado por Napoleón durante los Cien Días, se refugió en España, donde fue acogido por Fernando VII, y más tarde en Gran Bretaña. Tras la revolución de 1830 los Borbones franceses partieron de nuevo al exilio, primero en Edimburgo y a partir de 1832 en Praga, invitados por el emperador Francisco II. Carlos murió en 1836 en Gorizia, ciudad actualmente italiana y entonces austriaca, y Luis lo hizo en el mismo lugar en 1844. Ambos fueron enterrados en el monasterio franciscano de Kostanjevica, hoy en Eslovenia, lugar que sería elegido para dar sepultura a otros Borbones en las décadas siguientes, entre ellos el pretendiente al trono Enrique, muerto en 1883. El canciller austriaco Metternich, anfitrión de los Borbones franceses en Centroeuropa, experimentó él mismo años después las amarguras del exilio, al refugiarse tras la revolución de 1848 en Inglaterra y Bélgica: APRILE, Sylvie, Le siècle…, Op. Cit., pp. 58-66; BERTIER DE SAUVIGNY, Guillaume de, Metternich, Fayard, París, 1998.

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Pensar el exilio Una vez apreciada la extensión del exilio en la Europa revolucionaria y postrevolucionaria, resulta pertinente realizar un intento de definición del fenómeno, así como de analizar sus implicaciones. El término “... exiliado político” es complejo de delimitar. Andreas Fahrmeir ha ofrecido una definición útil: “los refugiados políticos son personas que cometen actos o suscriben opiniones que son consideradas criminales en sus países de origen, pero legales (o incluso laudables) en el país que los considera refugiados”.27 Esta definición tiene la virtud de referirse no solo a las causas del exilio en el país de origen, sino de subrayar que el exilio es un hecho que resuena también en el país receptor, que con su contexto político particular y las expectativas de su sociedad respecto a los refugiados que recibe, condiciona y modifica la actitud y los proyectos de futuro de estos. En esta línea que resalta el dinamismo del encuentro, es también necesario tener en cuenta que, como recuerda Sylvie Aprile, “... ir al exilio, no es sólo cruzar una frontera, también es entrar en nuevas comunidades de hombres y mujeres, confrontar a ‘otros’ habitantes y autoridades en el país anfitrión, es en fin, crearse una memoria, un imaginario, unos ritos y una moral”.28 En cualquier caso, el término que empleaban mayoritariamente los contemporáneos, no era “exiliado” sino “emigrado”, un vocablo que actualmente se suele identificar con los que abandonan su país por motivos económicos. Antonio Alcalá Galiano, refugiado español en Gran Bretaña desde 1823, afirmaba que “emigración, aplicada a los que, o desterrados o huyendo del peligro de padecer graves daños por fallos de Tribunales, o por la tiranía de los soberanos o Gobiernos, o de las turbas, se refugian en tierra extraña” era una “voz nueva”, que había aparecido durante la Revolución Francesa para referirse a los que huían de la represión revolucionaria29. “Emigrado” era una traducción literal del término francés émigré, que en esa misma forma pasaría al idioma inglés. Otros vocablos empleados eran

27 FAHRMEIR, Andreas, “British exceptionalism in perspective: Political Asylum in Continental Europe”, en FREITAG, Sabine (editor), Exiles from European revolutions. Refugees in Mid-Victorian England, Berghahn Books, Nueva York-Oxford, 2003, p. 33 28 APRILE, Sylvie, Le siècle…, Op. Cit., p. 12. 29 ALCALÁ GALIANO, Antonio, Recuerdos de un anciano, en Obras Escogidas de D. Antonio Alcalá Galiano, Biblioteca de Autores Españoles-Ediciones Atlas, Madrid, 1955, p. 206. Alcalá Galiano entendía que los primeros exiliados modernos fueron los que produjo la Revolución Francesa, pero que también hubo exiliados durante la norteamericana y la haitiana. El mismo Alcalá Galiano estableció un breve recuento histórico de “emigraciones” del pasado, entre las que figuraban las ocasionadas por las guerras de religión en Europa. Esta obra la escribió a una edad avanzada, casi cuarenta años después de los acontecimientos que nos interesan, por lo que debe ser tratada con cautela. Francisco Espoz y Mina también empleó el término “emigración” en sus memorias, publicadas póstumamente en 1851 por su esposa Juana María de Vega.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 “expatriado”30 o “refugiado”, este último especialmente en Gran Bretaña (refugee), y en Francia (réfugié), por ser su perspectiva la de países receptores.31 En estos dos países gran parte de la documentación administrativa generada empleaba el término “refugiado”, que también abundaba en la legislación y en la prensa. De todas formas, “exiliado” no era un término ni mucho menos desconocido en la época. Por ejemplo, era usado por la prensa estadounidense al referirse al “destino y la residencia en el exilio de los principales generales y jefes del Ejército español”, o en Francia por el autor de una historia de la revolución española de 1820 que, al referirse a la represión sufrida por los liberales en 1814, afirmaba que “un gran número fueron exiliados”.32 Uno de los desafíos que el estudio del exilio ofrece es examinar la conexión entre experiencia e ideología. Para los refugiados liberales del primer tercio del siglo XIX, ¿cuáles fueron los resultados del encuentro entre su experiencia caracterizada por el exilio y su ideología liberal-republicana? Es decir, ¿cuáles fueron los frutos de lo que Lloyd S. Kramer ha llamado “[la]… ambigua intersección de experiencias vividas y textos escritos”? Los historiadores han acostumbrado a subrayar o bien la primacía de la experiencia social en la configuración de las ideas, o bien el papel decisivo que tienen las ideas en la forma en la que los individuos interpretan la realidad. Para el caso del exilio, Kramer ha argumentado que la experiencia y las ideas son mutuamente dependientes, destacando la importancia de la “influencia formativa del exilio como una experiencia socio-intelectual para la gente que se ve forzada (o elige) vivir fuera de su medio social y cultural nativo”.33 Por último, es necesario destacar que el estudio del exilio demanda una perspectiva

30 Por ejemplo en la circular por la que Fernando VII prohibía en 1814 la entrada en España a los afrancesados que se encontraban en Francia. 31 El término “réfugié” apareció por primera vez en el Dictionnaire de l’Academie Française en 1694 en relación a los hugonotes; NOIRIEL, Gérard, “Représentation nationale et catégories sociales. L’exemple des réfugiés politiques”, en DEVOTO, Fernando, GONZÁLEZ BERNALDO, Pilar (coordinadores), Émigration politique. Une perspective comparative. Italiens en Espagnols en Argentine et en France, XIXe-XXe siècles, L’Harmattan, París, 2001, pp. 45-75, p. 53. 32 Eastern Angus, 7-7-1826; LAUMIER, Charles, Histoire de la révolution d’Espagne en 1820, précédé d’un aperçu du règne de Ferdinand VII, depuis 1814, et d’un précis de la révolution de l’Amérique du Sud, Plancher/Lemonnier, París, 1820, p. 32. 33 Kramer también considera que “... the dialectical relationship between social contexts and thoughts … is complicated because those who interpret social reality inevitably understand that reality in terms of a particular interpretive framework. All people ‘read’ and interpret their social context through the conventions of their culture, though this is not always apparent to the interpreters themselves. In the case of exiles, however, the reading of the context may take a more self-conscious form because outsiders often become more aware of the assumptions by which they and others interpret social experience”; KRAMER, Lloyd S., Threshold of a New World. Intellectuals and the Exile Experience in Paris, 1830-1848, Cornell University Press, Ithaca y Londres, 1988, pp. 1-2.

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Juan Luis Simal transnacional. El exilio es un fenómeno transversal, que traspasa fronteras y que es por definición transnacional. Los Estados actuales no deben servir para realizar análisis por separado de fenómenos que en su momento no estaban claramente definidos por fronteras. Sin embargo, no debe olvidarse la existencia de monarquías soberanas, porque sin sus fronteras políticas –históricas y por lo tanto artificiales– no existiría el fenómeno del exilio.34 El exilio no debe entenderse por lo tanto como un fenómeno particular de un país, ni su estudio debe limitarse a la experiencia del exilio individual o colectivo, o a las consecuencias que ese exilio tiene para el Estado o nación de origen. El hecho de que el exilio no funciona en un solo sentido sino que repercute tanto en el exiliado como en los que lo acogen, ha sido ya señalado desde diversas disciplinas sociales. Pero se debe tener en cuenta que los países de emisión de exiliados también se convirtieron en ocasiones en países de recepción (y viceversa), y, sobre todo, que el exilio raramente afectó solo a un Estado simultáneamente (desde luego, no fue así durante la Restauración y el resto del siglo XIX), sino que fue más allá de las relaciones bilaterales entre países de acogida y países de emisión, para multiplicarse en varias dimensiones en las que los exiliados entraron en contacto con exiliados de otros países, generalmente en un tercer país que les acogía. Además, algunos de esos exiliados ya lo habían sido previamente en el país del que procedían sus compañeros de exilio. Estas consideraciones despliegan un abanico de vínculos, conexiones, interacciones, articulaciones, evoluciones y procesos que solo es posible abarcar desde una óptica transnacional, y que convierten el estudio del exilio en una estimulante actividad para la investigación histórica. Recibido: 03/10/2011 Aceptado: 10/12/2011

34 El recurso al exilio interior como práctica represiva era un recurso de las monarquías del Antiguo Régimen. El Estado-nación moderno emplea otro tipo de instrumentos represivos internos, y desarrolla instituciones punitivas como el sistema penitenciario, además de provocar exilios políticos.

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Dossier

Gisela Galassi y Soledad Lollo Carolina Martínez Malena López Palmero Rogelio C. Paredes

A modo de presentación. Apuntes sobre la literatura de viajes Gisela Galassi UNR-CESOR-ISHIR/CONICET María Soledad Lollo UNR-CESOR-ISHIR Desde hace unas dos décadas, desde las Ciencias Sociales y Humanidades, se converge en nuevos estudios y “miradas”, en la escritura y la narrativa como núcleos que condensan perspectivas teóricas y epistemológicas insoslayables sobre la problemática del viaje y la literatura de viajeros. La transposición de la experiencia de viaje por medio de una narración, un discurso o un relato de viaje se constituye en problema per se a la vez que llega de diferente manera a públicos diversos. Esta “audiencia” cambia con el tiempo y el espacio aunque siempre será susceptible de ser impactada por la narración viajera. Pero un relato de viaje además de diferenciarse por su forma, por su cadencia de escritura, lo hará también por la marca en esa escritura de un eje sobre el cual se estructura el relato. De este modo, en los siglos XIV y XV, los viajeros dibujaron la imagen del mundo y trazaron los límites de lo “mismo” y de lo “otro”; en el siglo XVIII, el viaje es la clave para la adquisición de conocimientos nuevos y la constitución y desarrollo de la ciencias en la modernidad,1 en el XIX atravesaron las fronteras para asegurarlas mejor; para que en el XX resultara difícil determinar quiénes eran los unos y los otros en la multiplicación que supuso la inmensidad del “espacio exterior”, la inconmensurabilidad del “hiperespacio”, la indeterminación del “espacio virtual” y la denegación de la frontera (política) a través de la metáfora de la “globalidad”. Los relatos de viaje del siglo XX celebraron, entonces, una particular relación con el tiempo y con el espacio que es la transitoriedad; en su doble acepción que designa un movimiento –cierta forma de circulación– y una temporalidad provisional.

1 En la Encyclopédie el artículo “Voyages” afirma: “... los viajes amplían el espíritu, lo elevan, lo enriquecen de conocimiento, lo curan de prejuicios racionales…su objeto principal es examinar las costumbres, el genio de las otras naciones, su gusto dominante, su arte, su ciencia, su manufactura y su conocimiento…”.

GALASSI, Gisela y LOLLO, María Soledad, “A modo de presentación. Apuntes sobre la literatura de viajes” en Avances del Cesor, Año VIII, N° 8, 2011, pp. 83-89.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 En consecuencia, el relato y la literatura de viajes ofrece en nuestros días un amplio campo de análisis y la posibilidad de aplicar en él distintos marcos teóricos2 asentados desde una perspectiva interdisciplinar que alienta a cruzar las fronteras específicamente históricas y estudiarlos como objetos privilegiados de análisis. Prueba de ello es el número de encuentros y publicaciones que lo tienen por materia de estudio, y se extiende cada vez más el interés por su conocimiento. Este Dossier que tenemos el agrado de presentar, reúne originales contribuciones dedicadas a estas temáticas. Espacio, identidad, alteridad, discurso, colonización, son algunos de los núcleos conceptuales que ocupan y unen la secuencia argumentativa que entretejen los mismos. Cada uno tiene una historia particular y segmentaria. Pero todos se enmarcan en el complejo proceso que se inició una vez que el hombre europeo llegó a América. El descubrimiento de América incitó tanto la realización ulterior de un sinnúmero de expediciones como el inicio de una zaga de literatura de viajes que, desde entonces, signó la historia de las cuatro partes del mundo.3 Cuando Cristóbal Colón escribió los diarios de sus cuatro viajes estaba convencido de que había llegado a Asia. Murió sin saber que la tierra que había hallado era un nuevo continente y nunca se rindió ante las evidencias que le indicaban, una y otra vez, que no estaba donde presumía. América aún no había sido “inventada” por los navegantes, la Corona, y los teóricos del siglo XVI4 pero ya contaba con relatos de viajeros.

2 Desde distintas disciplinas se lo ha estudiado haciendo énfasis en su perspectiva documental, histórica, etnográfica y estética. En los últimos años, desde la literatura y los estudios culturales se ha puesto el acento en definir como la literatura de viajes producida por escritores europeos y americanos participaron en la fundamentación epistemológica del colonialismo y el imperialismo. Véase, PRATT, Mary Louise, Ojos imperiales, Literatura de viajes y transculturación, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, [1997] 2011. 3 El relato de viajes conforma un extenso corpus, que puede afiliar, tanto a memorias, crónicas, informes de funcionarios, así como también relatos propiamente literarios colocados bajo el signo de la ficción. Sofía Carrizo Rueda ha definido claramente la hibridez de estos relatos en donde lo documental y lo literario se articulan sin perder nunca su primaria definición: el itinerario es el protagonista principal y regula la funcionalidad de todos los otros elementos y configura el discurso. CARRIZO RUEDA, Sofía, Escrituras del viaje. Construcción y recepción de ‘frag­mentos de mundo’, Biblos, Buenos Aires, 2008. Para una lectura interesada en la definición de la escritura del viaje y los procesos culturales que la atraviesan, se pueden mencionar las siguientes obras que no se agotan en una oferta mucho más amplia; MONTELEONE, Jorge, El relato de viaje, Buenos Aires, 1998; FERRONE, Vincenzo y ROCHE, Daniel (editores.) Diccionario Histórico de la Ilustración (apartado Viajes), Alianza, Madrid, 1998; PRATT, Mary Louise, Ojos imperiales..., Op. Cit.; FERNÁNDEZ, Sandra, GELI, Patricio, y PIERINI, Margarita (Editores), Derroteros del viaje en la cultura: mito, historia y discurso, Prohistoria Ediciones, Rosario, 2008. 4 O’GORMAN, Edmundo, La invención de América, Fondo de Cultura Económica, México, [1958] 1976.

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Gisela Galassi y María Soledad Lollo Los diarios de viaje del almirante evidenciaban sus expectativas y creencias pues, cuando éstas no se condecían con los hallazgos, su consecución se presentaba como una promesa para una instancia ulterior del viaje. En esta actitud de Colón, además de un intento de legitimar su empresa, encontramos huellas de la concepción que hasta ese momento se tenía respecto de los viajeros. Desde tiempos tan remotos como los de La Odisea, los viajeros no gozaban de una buena reputación. Más bien se los calificaba como impostores y mentirosos. A sus relatos no se les exigía la veracidad; al contrario, se les otorgaba la licencia de apelar tanto a la exageración como a la imaginación como compensación por haberse trasladado hasta sitios tan distantes: “La mentira, o si se prefiere ‘el embellecimiento’, era y sigue siendo el derecho, el privilegio de todo viajero y de todo historiador en tanto que autores, algo así como el justo botín de los ladrones esforzados”.5 Los relatos se condecían con lo que el público esperaba de ellos. Pero la situación cambiaría con los viajes a América y, más tarde, el ascenso del empirismo como criterio de autoridad. El nuevo mundo se convirtió en el escenario donde los europeos proyectaron sus utopías, sus mitos y sus fantasías y, en el intento de recrearlos, se transformaron a sí mismos. El Dorado, La Ciudad de los Césares, la ciudad de Cíbola y la ciudad de Quivira, entre otros mitos, alentaron las empresas de descubrimiento que irrumpieron en el continente a lo largo del siglo XVI. El reconocimiento de las costas, el afán por circunnavegar el globo y la búsqueda del paso a Asia por el estrecho de Bering, incitaron las expediciones marítimas. Españoles, franceses, holandeses, ingleses, cada uno en su momento, se lanzaron a una expansión incontenible y desafiante, en donde aparecían nuevos “otros”, nuevos horizontes, nuevas perspectivas, “nuevos mundos”, plenos de misterio y de pasos extraños; tomando el cariz de un presente inquietante e intranquilizador que debía ser conocido, transitado y finalmente medido y domesticado. Los primeros cronistas y visitadores de la América Española fueron los viajeros del siglo XVI. La dominación europea, estaba allí, inapelable e ineludible, avanzando a través de párrocos, exploradores o funcionarios; viajeros en suma de distinta naturaleza y propósitos. Cada cual a su modo y fieles a su cometido procuraron sistematizar las noticias sobre las posesiones americanas dando lugar a reportes de información de distinto tipo. Los escritos de Fray Bartolomé de las Casas y Bernal Díaz del Castillo cumplieron, si se quiere de un modo más literario –aunque no por ello exento de intencionalidad política– este cometido. Además, los informes para las autoridades metropolitanas bajo el formato de encuestas y, más tarde, de cuestionarios que desde el Consejo de Indias les proveyeron a los distintos agentes, contribuyeron en el mismo sentido. Estos últimos dispositivos funcionaron como patrones para la recolección de datos y revistieron un carácter claramente descriptivo cuyos temas oscilaban entre los recursos del nuevo continente, la caída demográfica, la geografía,

5 PIMENTEL, Juan, Testigos del mundo. Ciencia, literatura y viajes en la ilustración, Marcial Pons Editora, Madrid, 2003, p. 36.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 las culturas indígenas o las cuestiones de la Real Hacienda, según el momento en que fueron diseñados. Las Ordenanzas del Consejo de Indias (1571) promulgadas durante la gestión de Juan de Ovando indican sobre las materias que debían ser informadas, ajustándose a los principios de la Historia Natural y Moral y señalando un marcado interés por el conocimiento del otro.6 Así pues, desde el siglo XVI, las informaciones procedentes de ultramar sirvieron a los intereses de la Corona pues era menester ordenar y organizar los saberes sobre sus posesiones americanas. Las expediciones marítimas no se quedaron atrás a la hora de reconocer, descubrir y explorar las superficies aún ignotas del planeta y los pasos que habrían de interconectar el mundo conocido. Los españoles, más preocupados por sostener y defender su imperio que por aventurarse a nuevas conquistas, se interesaron inicialmente por esta empresa –de hecho, hallaron e intentaron poblar el Estrecho de Magallanes– pero, en siglo XVII, relegaron casi completamente esta ambición. Fueron los franceses e ingleses quienes llevaron la delantera en esta carrera: el pirata Francisco Drake (1577), el Capitán Narburugh (1670), Monsieur Bauchene-Govi (1698), Wodes Rogers (1708), Monsieur Amadée Frezier (1711) y Jorge Anson (1740), son los casos más representativos. La connotación del viaje, el viajero y sus relatos cambiaría radicalmente en el siglo de la ilustración. El viaje, se convierte en una forma de empresa educativa, geográfica y literaria, dando lugar a una literatura de viajeros, con un discurso y recursos diferenciados que sirvieron para plasmar esa experiencia. El viaje en el siglo de las luces, se trasforma en objeto de reflexión y deviene en una de las formas que adquiere el conocimiento, una forma de desplazamiento en el espacio, una “practica” del espacio. Los grandes viajes aparecen vinculados a la figura del peregrino laico y del peregrinaje como producción de saber. Los exploradores tienen como misión conocer lo que no se conoce, producir un nuevo conocimiento. La fuerza propulsora del movimiento ilustrado, respondió a la utilidad del saber y su propósito fue conciliar: “comercio, ciencia y progreso”.7 Los reformistas ilustrados encontraron en América el laboratorio que, por excelencia, contribuiría al desarrollo de la ciencia y al mismo tiempo a re situar a la Monarquía Hispánica a la altura de sus pares europeas. En este sentido, no podemos dejar de mencionar la expedición francoespañola encabezada por el geógrafo Charles de la Condamine que pretendía determinar de una vez y para siempre la forma exacta de la superficie de la tierra. A ésta le siguieron otras cuyo común denominador fue aportar conocimiento útil a la Corona: Hipólito Ruiz y José Pavón se trasladaron hasta Chile y Perú para reconocer nuevas especies de plantas; José Celestino

6 ALTUNA, Elena, El discurso colonialista de los caminantes. Siglos XVII y XVIII, Latinoamérica Editores, California, 2002. 7 BOURGUET, Marie Nöelle, “Voyages et Voyageurs” en Dictionnaire Européen Des Lumierés (sous la Direction de Michel Delon), París, P.U.F., 1997, pp. 1092 y ss.

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Gisela Galassi y María Soledad Lollo Mutis se dirigió al Virreinato de Nueva Granada; Martín Sessé visitó Nueva España, Alejandro Malaspina recorrió las colonias asiáticas y americanas. La modernidad abrió la aventura de viajar a “científicos heroicos”, naturalistas, mercaderes y diplomáticos que sumieron las páginas y los derroteros de los libros de viaje. El contacto directo con los hechos naturales –que por insólitos no resignaban su carácter científico– fue la llave que permitió que los viajeros adquirieran una nueva reputación. El reflejo de su auténtico saber en la escritura los emplazó como testigos del mundo: “… si el mandato de la ciencia moderna era leer directamente en el Libro de la Naturaleza, había que aprender a hacerlo, había que sistematizar esa práctica que consistía en viajar observando, recolectando y describiendo hechos naturales, una práctica muy antigua pero que ahora, en virtud de las mencionadas novedades, se revelaba como una práctica fundamental para hacer y difundir conocimiento natural.”8 Al mismo tiempo que convidaba a sus ávidos lectores con textos de aventuras, mediciones e “inventarios”, el viaje y su conversión en escritura, se constituyeron en una empresa intelectual y política de reconocida utilidad pública por parte de élites europeas, inclinadas a redefinir su entorno natural y humano. En consecuencia, esto se evidenció en el despliegue de una variada gama de operaciones intelectuales, políticas y económicas que en el contexto de la política ilustrada dio lugar a la concreción de las mencionadas expediciones científicas, impresión de obras eruditas, creación de academias y la conformación de jardines botánicos. Las investigaciones sobre viajes y viajeros se han realizado haciendo especial énfasis, por un lado, en el carácter celebratorio de los relatos de viajes, recapitulando las hazañas de intrépidos o abnegados viajeros, descubridores de nuevos espacios, ríos, especies vegetales y animales. Acentuando la relación intrínseca del viaje con la historia del descubrimiento y la colonización de nuevos espacios, el viajero aparece como el precursor de la expansión europea en el mundo, como antecesor de las conquistas militares europeas, de la conquista material y luego intelectual.

8 PIMENTEL, Juan, Testigos del mundo..., Op. Cit., p. 52. Cabe destacar la estrecha relación que, para este período, se establece entre viaje y ciencia y una cuyas manifestaciones es la institucionalización del estudio de la historia de la ciencia. Durante el siglo de la ilustración, los saberes y prácticas científicas europeos implicaron una movilización de personas, instrumentos y teoría que, una vez en América, se imbricaron con las distintas realidades locales. Como se ha señalado: “Antes de ser reconocida universalmente, la ciencia ocurre localmente, del mismo modo, los instrumentos científicos son accionados en contextos y arreglos locales, y sólo bajo el intenso proceso de desplazamiento o des-localización del lugar donde fueron creados, algunos se convierten en parte de una empresa global.” Véase: BOURGUET, Marie Nöelle, LICOPPE, Christian, SIBUM, H. Otto, Instruments, Travel and Science: Itineraries of Precision from the Seventeenth to the Twentieth Century, Routledge, 2003. Citado en CHAZARO, Laura La cultura médica instrumental: los viajes políticos de los esfigmógrafos  entre Europa y América, Nuevo Mundo Nuevos Mundos, México, 2007, http:// nuevomundo.revues.org/3092?lang=en#ftn26

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 Como ya se ha mencionado, en los últimos años, se ha superado ampliamente esta postura, dando lugar a toda una serie de trabajos y argumentaciones que desarrollan una mirada crítica de la literatura de viajeros, revisando su tradicional tratamiento como fuentes históricas primarias, deteniéndose en el análisis del contenido del relato, las especificidades como género literario y las razones y formas de su publicación. En consecuencia, Rogelio Paredes en Guerra en los libros. La competencia colonial del siglo XVIII entre Gran Bretaña y Francia…., pone de manifiesto la doble confrontación militar y editorial de estas potencias, sobre la base de los libros de viaje existentes en la biblioteca del Museo Etnográfico de Buenos Aires. Así, “... el estudio no sólo procura documentar en el plano intelectual, científico y editorial la competencia diplomática y militar entre los colonialismos británico y francés, sino también indagar en la importancia de la difusión bibliográfica como instrumento de propaganda de sus objetivos coloniales y de incorporación de los intereses del público lector a la empresa de expansión comercial y territorial en ultramar”. Por otra parte, el artículo de Carolina Martínez: Definición, apropiación y construcción del espacio en la Tierra Austral Incógnita, estudia el papel que este concepto ocupo “... en tanto espacio geográfico pero también tópico en la literatura de viaje europea de la primera modernidad jugando un papel de singular importancia en la Francia de mediados del siglo XVII, al cumplir con la doble función de justificar la expansión ultramarina y a su vez convertirse en depositaria de las múltiples sociedades imaginarias que en esta época se concibieron”. Desde esta perspectiva y partiendo desde sus remotos orígenes hasta avanzado el siglo XVIII, indaga los usos y el lugar ocupado por la tierra austral incógnita en el imaginario europeo de la modernidad clásica. El trabajo de Malena López Palmero titulado: Pocahontas entre dos mundos: el derrotero de la colonización de Virginia, en palabras de su autora: “analiza las transformaciones en la identidad de la joven indígena y las experiencias en el contacto con los ingleses, no tanto como evidencia del progreso colonial sino como imposiciones violentas de los colonos que, a una década de la expansión colonial, buscaban estabilizar el precario dominio de Virginia”. De este modo, la propuesta de investigación centra su atención en las condiciones que permitieron el establecimiento del primer asentamiento colonial inglés en Virginia, como así también la dinámica político social alcanzada en esos años. El objetivo específico, es indagar las relaciones entabladas entre colonos e indígenas, entendiendo que las posibilidades de ocupación colonial estuvieron colindadas por las dinámicas de cooperación y de resistencia de los indígenas respecto a las tentativas de dominación de los ingleses. Con estos fundamentos, los presentes estudios cumplen con el valioso aporte de transitar temas escasamente abordados por la historiografía argentina. En contraste con las fuentes propiamente dichas, que son accesibles en distintos repositorios, resulta bastante dificultoso encontrar bibliografía que estudie tanto los relatos de viajes reales o imaginarios, como la colonización de espacios por fuera de la América Española. Asimismo, no son habituales los trabajos acerca del impacto de la literatura de viajes en el imaginario y pensamiento

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Gisela Galassi y María Soledad Lollo filosófico francés de los siglos XVII y XVIII, contándose casi como excepciones los estudios de Enriqueta Bezián de Busquets en torno al libertinismo francés o aquellos de Rogelio Paredes alrededor de las relaciones existentes entre literatura ilustrada y experiencia de viaje. 9 Descontamos que la calidad de los mismos servirá para contribuir a la temática en cuestión y tal vez, por qué no, puedan materializar el anhelo de nuevos trabajos de estos mismos colegas y también de otros, en busca de interlocutores igualmente cautivados con el mismo objeto. En definitiva y acaso cerrando el inicio de estas páginas, estos aportes incitan a reflexionar acerca de las potencialidades aún no agotadas de la literatura de viajes, y sobre todo a transitar a través de las hipótesis de trabajo planteadas, las sinuosidades y bifurcaciones a las que nos obliga el trabajo histórico e interdisciplinario a comienzos de este nuevo siglo.

9 BEZIÁN DE BUSQUETS, Enriqueta (compiladora), Otras caras del libertinismo francés (S. XVIII), UNT, Tucumán, 2008; BEZIÁN DE BUSQUETS, Enriqueta, Querellas, la République des Lettres T 5, UNT, Tucumán, 2008; PAREDES, Rogelio, “Viajes Occidentales: Crítica ilustrada y literatura oriental en Francia, Inglaterra y España (1721-1789)” en FERNÁNDEZ, Sandra, GELI, Patricio, y PIERINI, Margarita (editores), Derroteros del viaje en la cultura: mito, historia y discurso, Prohistoria Ediciones, Rosario, 2008.

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Definición, apropiación y construcción del espacio en la tierra austral incógnita1 Carolina Martínez Facultad de Filosofía y Letras, UBA / CONICET Resumen La Tierra Austral Incógnita en tanto espacio geográfico pero también tópico en la literatura de viaje europea de la primera modernidad jugó un papel de singular importancia en la Francia de mediados del siglo XVII, al cumplir con la doble función de justificar la expansión ultramarina y a su vez convertirse en depositaria de las múltiples sociedades imaginarias que en esta época se concibieron. Ciertamente, fueron las primeras exploraciones al Pacífico Sur las que en gran medida alimentaron el mito de la tierra austral. Pero es al redescubrimiento y reinterpretación de los textos antiguos que tuvo lugar en Europa a partir del siglo XV que también debe atribuirse el hecho de que nociones premodernas se convirtieran ahora en las fuerzas propulsoras de aquella expansión a los confines del mundo. En el caso particular de la literatura utópica francesa de mediados del siglo XVII, representación y experiencia harán de la tierra austral incógnita el espacio de la alteridad más absoluta. El hecho de que en 1771 diera Cook pruebas irrefutables de la inexistencia de aquella gran masa continental, no deberá por ello hacer que su valor en tanto representación de un espacio deseable en el horizonte de la expansión ultramarina así como también campo propicio para la reflexión filosófica en la Francia moderna sea desestimado. Palabras clave: Tierra Austral Incógnita – expansión ultramarina – viajes imaginarios Abstract The Terra Australis Incognita both as a geographical space and a topic in travel literature in the Early Modern Age played a relevant role in mid-17th century France, as it fulfilled the double task of justifying overseas expansion and stage-setting the many imaginary societies envisaged during this period. Certainly, it was the first navigation to the South Pacific that intensified the myth of an Austral land. However, it is to the rediscovery and reinterpretation of the Ancient texts that took place in Europe as from the 15th century that we should also attribute the fact that pre-modern notions now turned into the driving force of overseas expansion. In the particular case of mid-17th French utopian literature,

1 Una versión preliminar de este artículo fue presentada en el I Taller de Jóvenes Investigadores de las Jornadas de la División de Historia de la Universidad de Luján en el mes de agosto de 2011. Las notas y citas de este artículo procuran transcribir completos los títulos de los libros citados, en su ortografía original .

MARTÍNEZ, Carolina, “ Definición, apropiación y construcción del espacio en la Tierra Austral Incógnita” en Avances del Cesor, Año VIII, N° 8, 2011, pp. 91-110.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 representation and experience will make the Austral land-unknown home of the most radical otherness. The fact that in 1771 Cook proved the inexistence of this large continental mass, should therefore not, by any means, make us dismiss the importance of the terra australis incognita as a motivating force behind France’s ambitions overseas nor its stimulating effects in Modern philosophical thought. Key words: Terra Australis Incognita – overseas expansion – imaginary voyages

En un ya clásico estudio sobre el mal llamado descubrimiento de América, Edmundo O’Gorman sostenía que debía considerarse la aparición histórica de América como “... el resultado de una invención del pensamiento occidental y no ya como el de un descubrimiento meramente físico, realizado, además, por casualidad.”2 Suponía ésto entender a la historia como un proceso productor de entidades históricas y, por ello, a la invención de América como nacida a partir de una imagen del mundo determinada.3 Ahora bien, en la influencia recíproca entre representación y experiencia, existe a su vez la posibilidad de que dichas entidades históricas también escapen y tomen una densidad propia en un período de larga duración y a través del mundo social.4 En efecto, el estudio de la Tierra Austral en tanto ente histórico, producto de una determinada imagen y concepción del mundo, bien podría demostrar que si bien sus orígenes pueden retrotraerse a la antigüedad más clásica, la dinámica y novedades de la temprana modernidad europea le otorgaron una nueva dimensión histórica, al convertirse desde el siglo XVI no solamente en el horizonte deseado de la expansión ultramarina sino también en depositario de fantasías utópicas. Es desde esta perspectiva entonces que a continuación se analizarán, partiendo desde sus remotos orígenes hasta entrado el siglo XVIII, los usos y el lugar ocupado por la tierra austral incógnita en el imaginario europeo de la modernidad clásica.

La Tierra Austral Incógnita: definición y particularidades Explicar los orígenes de un concepto tal como el de la tierra austral incógnita requiere en gran medida indagar acerca de las concepciones cosmográficas sostenidas desde la Antigüedad en torno a una específica serie de temas intrínsecamente relacionados. En este sentido, la hipotética existencia de una gran masa continental en el extremo sur del mundo debería ser comprendida en el más amplio grupo de indagaciones acerca de la circunferencia del globo, su esfericidad, o qué porciones del mismo estaban cubiertas por mar o tierra.

2 O’GORMAN, Edmundo, La invención de América, Fondo de Cultura Económica, México, (1958) 2006, p. 9. 3 Ibídem, p. 12. 4 CHARTIER, Roger, El mundo como representación. Historia cultural: entre práctica y representación, Gedisa, Barcelona, 1996, p. 11.

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Carolina Martínez Aspectos que se convirtieron entre otras incógnitas, no solamente en desafíos frente a los cuales los Antiguos brindaron sus propias respuestas sino en cuestiones que continuarían siendo debatidas hasta entrado el siglo XV.5 En efecto, la teoría de las antípodas, que defendía la existencia de una porción de tierra diametralmente opuesta al orbis terrarum y que actuaba como su contrapeso,6 carecería de sentido si no se tomase en cuenta que a partir de la tesis aristotélica y, con algunas variaciones, hasta fines del siglo XV, se creyó en el carácter insular de la tierra, y por ello, en el hecho de que estuviera rodeada por agua. En este sentido, resulta interesante señalar que la idea de un mundo dividido en dos zonas climáticas simétricas a partir de un eje equinoccial es todavía anterior, dado que la noción de las antípodas había sido introducida por Parménides en época tan temprana como el siglo V a. C.7 Ahora bien, que se creyera en la insularidad de la tierra llevó, con más o menos vigor según la época, a que surgiera la inevitable pregunta respecto de la existencia de otras islas comparables en otros hemisferios. Como bien ha señalado O’Gorman sobre este punto, “... para los griegos, si la Isla de la tierra era pequeña, había más posibilidades de que existieran tierras antípodas habitadas.”8 En siglos posteriores, sin embargo, esta idea será descartada, al encontrarla la Iglesia inaceptable por el hecho de oponerse a la procedencia única del género humano producto de una sola y original pareja. Que la Iglesia la descartara, no obstante, no significó que en ciertos ámbitos esta teoría no siguiera cosechando adeptos. Los irreverentes escritos de Gabriel Foigny, un antiguo capuchino devenido pastor pero igualmente marginal en 1676, resultan una clara prueba de aquello. En el mismo sentido, las adhesiones a la teoría preadamítica sostenida por Isaac de La Peyrère o las heterodoxas interpretaciones de Mademoiselle Bourignon para esta misma época, también serán prueba de ello. Resultaba claro, sin embargo, que la interpretación canónica negaba la existencia de las tierras antípodas, y con ella, el hecho de que estuvieran habitadas. Sobre este último punto debe señalarse incluso que en el caso de quienes como San Isidoro de Sevilla admitían la existencia de una cuarta parte del mundo, no consentían en el hecho de que ésta estuviera habitada.

5 En relación a esta temática, uno de los estudios más completos en torno a los vínculos entre una y otra teoría así como a su desarrollo en siglos posteriores ha sido Le continent austral: hypothèses et découvertes (1893) de Armand Rainaud. Dividiendo su obra en tres grandes apartados en función de los orígenes y ocaso del concepto. Ver RAINAUD, Armand, Le continent austral: hypothèses et découvertes, Armand Colin, Paris, 1893. 6 O’GORMAN, Edmundo, La invención..., Op. Cit., p. 169. 7 FAUSETT, David, Writing the New World. Imaginary voyages and utopias of the Great Southern Land, Syracuse University Press, New York, 1993, p. 10. 8 O’GORMAN, Edmundo, La invención..., Op. Cit., p. 62.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 Basculando entre las suposiciones más antiguas y los recortes impuestos por la Iglesia en un período posterior, la curiosidad frente a la posible existencia y poblamiento de tierras australes sobreviviría no obstante a las distintas épocas. Fueron dos sucesos de cabal importancia para la geografía moderna, sin embargo, los que crearon aún más expectativas en torno al mencionado dilema: el hallazgo del Comentario de Macrobio y del mapa diseñado en el siglo X a partir de sus escritos por un lado, y la traducción al latín de la Geographia de Ptolomeo a principios del siglo XV por el otro. Cerca del siglo V d.C. en su Comentario al Somnium Scipionis de Cicerón, Aurelio Teodosio Macrobio había sostenido la idea de un mundo compuesto por cuatro porciones de tierra, las cuales eran habitables y podían incluso estarlo por otro género de hombres. Las conclusiones de Macrobio, sin embargo, habían trascendido su propia época y en el siglo X se habría dibujado un mapa en el que se ilustraban estas ideas. Impreso por primera vez en Brescia, en 1483, las mismas devinieron nuevamente protagonistas al reactivar una vez más el debate en torno a la posible existencia de moradores desconocidos en las antípodas de la tierra. Por su parte, la Geographia de Ptolomeo parece haber causado un impacto todavía mayor en la forma de abordar las representaciones cartográficas de aquél mismo período. Tal como fue traducida en el siglo XV, ha sostenido Crombie, la Geographia parecía ser al menos parcialmente, una compilación tardía9 y así como con Macrobio, existe la posibilidad de suponer que los mapas incluidos en esta reedición del texto clásico fueron en realidad hechos por artistas bizantinos de los siglos XIII y XIV. Fue la obra de Ptolomeo la que ofreció por vez primera al lector de la temprana modernidad mapas con sus respectivos paralelos y meridianos. Recobrada y traducida al latín por Giacomo d’Angelo en 1406, objeto de numerosas ediciones y posteriores traducciones, los mapas en ella exquisitamente redibujados muy pronto acompañarían a navegantes y aventureros en sus viajes interoceánicos.10 En efecto, a partir de 1477, “... fecha en la que se publicó la Geographia en Bolonia, por vez primera con los mapas de Ptolomeo”,11 con la difusión de las múltiples ediciones de este manuscrito y sobre todo del atlas del mundo que éstas incluían, la Tierra Austral en

9 CROMBIE, Alistair Cameron, Historia de la Ciencia, Alianza Universidad, Madrid, (1974) 2006, T. I, p. 190. 10 ZUMTHOR, Paul, La medida del mundo. Representación del espacio en la Edad Media, Cátedra, Barcelona, 1994, p. 320: “La Geographia era en realidad un tratado de cartografía más que una descripción del mundo; los mapas que la ilustraban eran sin duda muy posteriores al texto, pero la obra se consideró como un todo. Traducida al latín antes de 1409, se extendió inmediatamente entre los medios intelectuales de Italia, de Francia, de Alemania. En 1475 se imprimió sólo el texto; en 1477, el texto y los mapas. Siguieron varias reediciones. Esta oleada fue contemporánea de las grandes expediciones.” Ver también PARRY, John, El descubrimiento del mar, Crítica, Barcelona, 1989, p. 89. 11 CROMBIE, Alistair Cameron, Historia …, Op. Cit., T. I, p. 191.

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Carolina Martínez tanto espacio real y ubicable a partir de una serie de coordenadas comenzó a ocupar un lugar por demás relevante en el imaginario del hombre moderno. Fue la versión de Ptolomeo que se conoció en Europa en el siglo XV, ha señalado Parry, la que nuevamente presentaría a “... una vasta masa de tierra continental [extendiéndose] a través del sur del océano Índico desde África hasta el extremo más lejano de Asia.”12 De tal forma, en las décadas subsiguientes, ningún mapa que se preciara de ser exacto dejaría de respetar la tradición ptolemaica y así de incluir al orbis alterius como una gran masa de tierra en los confines septentrionales del globo. En este sentido resulta interesante señalar que el mismo Waldseemuller incorporaría en su atlas de 1507 los más recientes descubrimientos, incluida la nueva América, sin rezagar los componentes heredados de Geographia para ello.13 Es así como en su aventura hacia nuevos horizontes, el hombre europeo llevará consigo un mundo de representaciones que le permitirán articular lo desconocido en función de aquello que conoce. En términos de Zumthor, “... básicamente, los mismos principios cosmográficos, los mismos prejuicios simbólicos (con fuertes connotaciones teológicas) formaron, incluso hasta las primeras travesías del Atlántico, el entramado que tuvieron más o menos que utilizar para interpretar lo ajeno, es decir, diferenciarlo y dar cuenta de ello; concebirlo.”14 Como veremos a continuación, fue éste un aspecto de crucial importancia al momento de abordar el impacto que las nuevas tierras descubiertas ejercerían en aquellas mismas representaciones. A los principios geográficos heredados de la antigüedad y resignificados en función del presente, sin embargo, también deberíamos agregar aquellas vagas nociones sobre tierras lejanas que, desde el siglo XIII, proveyeron relatos de viaje como aquellos de Marco Polo, y que en el caso de este último, continúan siendo considerados por los estudiosos del caso la crónica más informativa y completa de Asia escrita por viajeros europeos en la Edad Media.15 Tampoco deberíamos olvidar Los viajes de Sir John Mandeville, que aunque ficticios,

12 PARRY, John, El descubrimiento del mar..., Op. Cit., p. 91. 13 ZUMTHOR, Paul, La medida …, Op. Cit., p. 323: “… Martin Waldsemuller publica en SaintDié, a petición del duque de Lorena, una Cosmographiae introduction, mapa del mundo en el que se dibujan las costas del nuevo continente (detrás sólo se sugiere una estrecha franja de tierra): dos partes diferentes, llevando la más meridional el texto América. Mercator adoptará definitivamente esta denominación en 1538. Sin embargo, es con los Verrazano, en 1527 y después en 1529, cuando toma forma la tradición nueva de los mapas de América.” 14 Ibídem, p. 248. 15 PARRY, John, El descubrimiento del mar..., Op. Cit. p. 79-80: “Su posición privilegiada de funcionario imperial y los viajes que hizo en esa calidad le brindaron oportunidades excepcionales para recoger información.... sus descripciones de la administración del imperio, de ciudades, canales, ríos, puertos, industrias y recursos naturales son vívidas y convincentes. ... Donde más en boga estuvo el libro fue en Italia, Francia y los Países Bajos.” Ver también FAUSETT, David, Writing..., Op. Cit., p. 11.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 representaron un giro en la evolución del pensamiento geográfico europeo al describir “... casi todas las partes del mundo sobre las que se disponía de testimonios literarios.”16 Más allá de estos pilares de referencia debe, sin embargo, decirse que en relación a la Tierra Austral específicamente la verdadera explosión de datos que se creyeron certeros acerca de esta zona se daría una vez iniciada la expansión ultramarina. En este sentido, fueron los avances técnicos de la época los que permitieron al hombre acortar distancias entre lo conocido y aquello que restaba por conocer;17 y en este proceso, llevar a sus límites la domesticación del espacio. Como ha señalado Paul Zumhtor: ...la mayor parte de los sucesores de Colón, a partir de 1500, serán hombres de ciencia tanto como aventureros. El desafío de sus expediciones no es solamente un conocimiento de la Tierra, sino una confirmación del control humano sobre la Creación...18

La apropiación de un espacio desde la literatura utópica Entre los siglos XVI y XVIII fueron considerables los esfuerzos realizados en pos de delinear con aún más precisión el lugar ocupado por las tierras australes supuestas por los Antiguos. Aunque como hemos dicho, la experiencia real del viaje y aquello que se apuntaba haber observado respondiera en gran parte al imaginario popular, tan presente en la mente de exploradores y aventureros, sobre qué podía esperarse hallar. En este proceso, los motivos edénicos o la creencia en una renovada Edad de Oro serán ahora depositados en un área geográfica determinada en y por el imaginario Europeo, pero aún por delimitar en términos geográficos. Así, las posibilidades ofrecidas por la desconocida Tierra Austral serán muchas y desde los distintos ámbitos, el literario, el político y el económico, devendrá éste el lugar de las grandes expectativas. En el caso de Francia particularmente, representarán estas tierras el imperio colonial por construir, las posibles riquezas a obtener y el no-lugar donde se construyan sociedades ideales. Como ha señalado Paul Zumthor, en términos generales, no existe duda alguna de que es bajo el signo del imaginario que, desde el siglo XV, se desarrollará el descubrimiento del mundo. En consonancia con ello, “... la extensión que se abre, el espacio que se conquista, es también la otra cara de la realidad, antimundo donde se proyectan libremente nuestras fantasías.”19

16 PARRY, John, El descubrimiento del mar..., Op. Cit., pp. 82-83. 17 PARRY, John, Europa y la expansión del mundo (1415-1715), Fondo de Cultura Económica, México, 1952, p. 15: “La pericia técnica y la capacidad para aplicar el conocimiento teórico a fines materiales prácticos, han sido factores principales en la extensión de la influencia europea por todo el mundo...”. 18 ZUMTHOR, Paul, La medida …, Op. Cit., p. 243. 19 Ibídem, p. 240-241.

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Carolina Martínez Al momento de trazar mapas, tampoco serán representadas estas tierras como lugares vacíos: El cartógrafo concentra en estos espacios inciertos lo que les sugiere su fantasía o su ciencia: imágenes monstruosas, inscripciones (“Aquí sólo existen tierras áridas...”) o el simple reticulado de los rumbos, y la representación de los vientos. El vacío, en efecto, es absurdo, ni más ni menos.20

Vemos entonces como en una intrincada combinación de supuestos teóricos y realidades materiales no del todo comprobables, hacia mediados del siglo XVII la especulación sobre la existencia de tierras australes era alimentada desde diferentes flancos. Para la literatura utópica en el caso de Francia particularmente, los escritos propagandísticos de Pedro Fernández de Quirós (destinados al rey de España pero traducidos a otras lenguas en esta misma época), la actividad comercial holandesa en las Indias Orientales, y el nada preciso pero igualmente efectista relato de viaje de Binot Paulmier de Gonneville a tierras australes devendrán una fuente de inspiración inagotable y en total disponibilidad para quienes deseasen acceder a ella.21 A los intereses del presente trabajo, el caso de Pedro Fernández de Quirós resulta de particular importancia ya que al momento de escribir Gabriel Foigny en 1676 la Terre Australe Connue, será del Octavo Memorial de Quirós (1610) de donde más información obtenga para hacer de su fantasía utópica un texto verosímil. De tal forma, desde el prefacio, Foigny autenticará su relato de viaje vinculándolo a los viajes exploratorios iniciados por el navegante portugués, quien al servicio del Rey de España había navegado por el Pacífico Sur con la esperanza de descubrir la tan codiciada Tierra Austral, convertirla en posesión española y dar así nuevos bríos al ya alicaído imperio. Enviado al Rey de España en 1610, el Octavo Memorial de Quirós era en realidad un desesperado pedido de apoyo a la corona que bajo el título completo de Copie de la Requeste présentée au Roy d’Espagne par le capitaine P. Ferdinand de Quir sur la découverte de la cinquiesme partie du Monde intitulée terre Australe incogneue22 (1617) sería en pocos años traducido y publicado al francés. Siguiendo el modelo iniciado por Moro en 1516, desde los primeros párrafos Foigny citará los descubrimientos de Magallanes23 y del mencionado capitán Gonneville, entre otros, 20 Ibídem, p. 329. 21 FAUSETT, David, Writing..., Op. Cit., p. 22. 22 Copia del Requerimiento presentado al Rey de España por el Capitán P. Fernando de Quirós acerca del descubrimiento de la quinta parte del mundo llamada tierra Austral desconocida. 23 El primer viaje de circunnavegación comenzado por Magallanes y terminado por Juan Sebastián Elcano, descripto por Antonio Pigafetta en 1536, había despertado aún más la curiosidad sobre la existencia de un continente austral por el hecho de haber cruzado hacia el Océano Pacífico bordeando el extremo norte de Tierra del Fuego y haber desconocido justamente que se trataba de una isla. Ver

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 argumentando la falta de datos precisos hasta el presente acerca de la Tierra Austral y sus habitantes. Seguidamente, sin embargo, destacará los esfuerzos de Fernández de Quirós y de su almirante Luis Paéz Torres,24 quienes, dirá Foigny, a pesar de su magros resultados, al menos recabaron más datos que el resto sobre las desconocidas tierras australes: Este es el resumen de los relatos de aquellos dos personajes cuya memoria no puede ser más que gloriosa; a continuación se verá que si bien ellos no recorrieron aquél vasto país, se acercaron mucho a él. No es este, sin embargo, más que un leve esbozo que altera más que satisface, puesto que no particulariza en nada.25

Foigny continuará validando su propia obra al remitirse a detalles y fragmentos escritos por Quirós en el Octavo Memorial a su Majestad Católica. Las informaciones presentadas al lector como el vivo testimonio del capitán y su almirante, sin embargo, no serán siempre del todo fidedignas y por momentos se asemejarán más a sus propias “descripciones” de los habitantes de la Tierra Austral que a las aparecidas en el memorial del navegante portugués.26 En términos generales, no obstante, en su Octavo Requerimiento, Quirós ya había retratado a la Tierra Austral como una tierra excelente por su clima, fertilidad, materias primas y extensión: Diría que, como se verá a continuación, las tierras que he visto en el grado 15 son mejores que España, y que otras, que se encontraban en las alturas del frente, deberían ser un paraíso en la tierra.27

RAINAUD, Armand, Le continent austral..., Op. Cit., p. 3. 24 FOIGNY, Gabriel, La Terre Australe Connue, c’est-a-dire la description de ce pays inconnu jusqu’ici, de ses moeurs et de ses coûtumes para M. Sadeur, avec les avantures qui le conduisirent en ce Continent et les particularitez du séjour qu’il y fit durant trente-cinq ans et plus, et de son retour, réduites et mises en lumière par les soins et la conduite de G. F. À Vannes, par Jaques Verneuil, 1676, LACHÈVRE, Frédéric, Les successeurs de Cyrano de Bergerac, Librairie Ancienne Honoré Champion, Paris, 1922, p. 64: “Il est vrai que comparant la relation de Fernandes de Quir, Portugais, avec la description qui doit suivre, on est obligé d’avouer que si quelqu’un en est approché cet honneur lui est due privativement à tous ses devanciers”. (Es cierto que comparando la relación de Fernández de Quirós, portugués, con la descripción que sigue, está uno obligado a admitir que si alguien se acercó, ese honor les es exclusivamente suyo y privativo a sus predecesores.) 25 FOIGNY, Gabriel, “La Terre Australe Connue,...”, LACHÈVRE, Frédéric, La Terre Australe …, Op. Cit., p. 65: “Voilà le racourci des rapports de ces deux personnages dont la mémoire ne peut estre que glorieuse, et la suite fera voir que, s’ils n’ont pas parcouru ces vastes pays, ils en ont approché de fort près. Ce n’est cependant qu’un léger crayon qui altère plus qu’il ne satisfait, puis qu’ils ne particularisent rien.” 26 Mientras que Quirós describe a los hombres como de baja estatura y saludables, Foigny, al “reproducir” la descripción de Quirós los hace más grandes y altos. 27 The voyages of Pedro Fernández de Quirós, 1595 to 1606, Translated and Edited by Sir Clements

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Carolina Martínez Siendo que era ya la octava vez que Quirós pedía su apoyo al rey y que éste hacía caso omiso de dicho pedido,28 es posible pensar que fue el mismo Quirós quien ante tales circunstancias se vio compelido a describir hiperbólicamente las tierras australes por descubrir.29 De la misma manera, cabe suponer que el enigma construido en torno al carácter de los habitantes en el interior del continente también habría sido creado por el portugués, ansioso por entusiasmar al rey respecto de los beneficios que podría hallar España en aquellas tierras si éstas eran descubiertas.30 Como Quirós, quien había hecho particular hincapié en la abundante y sabrosa fruta hallada en tierras australes, Foigny hará de los australianos de la Terre Connue un pueblo frutívoro.31 Es también Quirós quien primero señala que las cálidas temperaturas y el clima

Markham, Hackluyt Society, London, 1904, Vol. II, Eighth Memorial submitted to His Majesty by the Captain Pedro FERNÁNDEZ de QUIRÓS on the subject of his discoveries, p. 478: “I would remark that the lands I saw in 15˚ are better than Spain, as will be seen presently, and that others, which were on the heights in front, should be an earthly paradise.” 28 Ibídem, p. 477: “…say that with this I have presented to Your Majesty eight memorials relative to the settlement which ought to be made in the land which Your Majesty ordered to be discovered in Austrialia Incognita; without, up to this time, any resolution being taken nor any reply made to me, nor hope given to assure me that I shall be sent out.” (… con ésto, he presentado a Vuestra Majestad ocho memoriales concerniendo el establecimiento que debería realizarse en las tierras que Vuestra Majestad ordenó fuesen descubiertas en la Austrialia Incognita; sin, hasta el momento, haber tomado ninguna resolución o haberme respondido, o haberme dado la esperanza de que allí seré enviado.) 29 Ibídem, p. 478: “The greatness of the land newly discovered, judging from what I saw, and from what the Captain Don Luis Paez de Torres, the Admiral under my command, reported to Your Majesty is well established.” (La grandeza de la tierra recientemente descubierta, al juzgar por lo que he visto, y por lo que el Capitán Don Luis Paéz Torres, Almirante bajo mi mando, informó a Vuestra Majestad está bien establecida.) 30 Puede apreciarse lo dicho en frases como “On the whole, these are certain indications of the neighbourhood of a more civilized people, and it is no less an indication of this that they castrate their pigs and fowls” (En general, estas son algunas indicaciones de la proximidad de un pueblo más civilizado, y no es menor indicación de ello que castran a sus cerdos y aves.) (The voyages of Fernández de Quirós, Op. Cit., p. 480) o “I declare that all that was seen and has been described is on the sea shore; so that it may be hoped that in the heart of the country such a and so great riches will be found as are foreshadowed by what has already been seen.” (Declaro que todo lo visto y descrito se encuentra en la costa, por lo que podría esperarse que en el centro del país tales y mayores riquezas puedan ser encontradas de la forma en que puede adelantarse por lo que ya ha sido visto.) (The voyages of Pedro Fernández de Quirós..., Op. Cit., p. 482) 31 FOIGNY, Gabriel, “La Terre Australe Connue,...”, en LACHÈVRE, Frédéric, La Terre Australe …, Op. Cit., p. 92: “Ils n’ont ni four, ni marmite pour cuire acucune viande, ils ne sçavent ce que c’est que cuisine et cuisinier.” (No tienen ni horno, ni marmita para cocinar carne alguna, no saben lo que es la cocina ni el acto de cocinar.)

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 saludable habían impedido que sus navegantes enfermaran durante su estadía en aquellas regiones;32 algo que Foigny recalcará a través de Jacques Sadeur, su protagonista. Respecto del clima, nuevamente será Quirós quien primero celebre la ausencia de insectos y alimañas en el supuesto continente austral;33 aspecto que no dejará de señalar Foigny cada vez que se refiera a las maravillas de esta región: No se ven ni moscas, ni orugas, ni ningún insecto, no saben lo que es una araña, ni una serpiente ni otras bestias venenosas. En una palabra, es un país bendecido que, conteniendo todas las rarezas y delicadezas imaginables, está exento de todas las incomodidades que nos rodean.34

El impacto de los escritos de Quirós en la construcción de un espacio austral abundante en recursos y propicio para el asentamiento humano, así como a nivel literario también atractivo por el halo de misterio en torno a él creado, no debe pues ser desestimado. En términos geográficos, sus descubrimientos tampoco fueron menores. En el año de 1595 el portugués ya había acompañado a Álvaro de Medaña en sus incursiones por el Pacífico Sur y hacia esta misma época, también intentado colonizar las Islas Salomón. Su descubrimiento en 1606 de la Isla de Espíritu Santo, a la que en honor a la dinastía reinante llamó Austrialia del Espíritu Santo ha hecho de él, para muchos, el verdadero descubridor de Australia. Fueron sus escritos, sin embargo, los que más atrajeron la atención del público lector. En efecto, el gran compliador de viajes y grabador Theodoro De Bry no dudará en incluir hacia 1613 la versión latina del Octavo Memorial en su colección de Petit voyages. En relación al viaje realizado por Binot Paulmier de Gonneville entre 1503 y 1505, y a la relación escrita a partir del mismo, es Michel Mollat quien más ha indagado al respecto e insertando a Gonneville dentro de la primera oleada de exploradores que intentaron sortear

32 The voyages of Pedro Fernández de Quirós..., Op. Cit., p. 484: “... the temperature and salubrity of the air is seen in all that has been said, and in this, that we all being strangers, none fell ill during a time of working…” (la temperatura y salubridad del aire se ve en todo lo antedicho, y en lo siguiente, que siendo todos extranjeros, ninguno cayó enfermo durante los tiempos de trabajo…) 33 Ibídem, p. 485: “I have not seen sand deserts, nor any kind of thistles, nor thorny trees, nor trees with roots above ground, nor mangroves, ... nor crocodiles in the rivers, nor poisonous reptiles in the woods, nor the ants that are very harmful in houses, nor jiggers, nor mosquitos.” (No he visto desiertos, ni ningún tipo de cardo, ni árboles espinosos, ni árboles con raíces sobre el suelo, ni manglares, … ni cocodrilos en el río, ni reptiles venenosos en los bosques, ni de las hormigas que son tan dañinas en las casas, ni pulgas, ni mosquitos.) 34 FOIGNY, Gabriel, La Terre Australe Connue,... , LACHÈVRE, Frédéric, La Terre Australe …, Op. Cit., p. 94 : “On n’y voit ny mouches, ny chenilles, ny aucun insecte, ils ne savent ce que c’est qu’araignée, que serpens et qu’autres bêtes venimeuses. En un mot c’est un païs de bénédiction qui, contenant toutes les raretez et toutes les délicatesses imaginables, est exempt de toutes les incommoditez qui nous environnent.”

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Carolina Martínez el obstáculo que representaba América en el camino occidental hacia Oriente, estudiando para ello el malogrado viaje de l’Espoir desde Honfleur.35 Al respecto, debe señalarse que si bien en el siglo XVII se creyó que Gonneville también había navegado por tierras australes (es por esto que Foigny habría de incluirlo junto a Magallanes y Quirós en el prefacio al lector de la Terre Australe Connue), se corroboraría luego que en realidad sus exploraciones lo habían llevado a recorrer las costas de Brasil y no más al sur de éstas. La confusión originada a partir del relato de Gonneville y de las tierras por él visitadas, lejos de leerse como una mera equivocación, sin embargo, resulta bastante ilustrativa de los ambiguos límites que, aún entrado el siglo XVII, existían en torno a las que podían considerarse tierras australes o no.36 En este sentido, las incursiones holandesas en el Pacífico Sur en busca de nuevas rutas comerciales y especias también contribuyeron a enriquecer el imaginario espacio cartográfico atribuido a las Terrae Incognita. Retrasada respecto de España y Portugual, Holanda se precipitó a los mares del sur en un intento por dominar aquella región todavía inexplorada. De sus éxitos, pero por sobre todo de sus fracasos, nacerán varios mitos en torno a la Tierra Austral. En este sentido, más allá de que los orígenes del predominio holandés en el área puedan datarse hacia 1596, dichas incursiones no impedirán que se siga especulando en torno a la existencia de esta región hasta bien entrado el siglo XVIII: En 1596, el primer navío holandés, al mando de Cornelius de Houtman, arribará a aquellos parajes. Todos los horizontes están abiertos. Sigue existiendo, es verdad, la terra incognita en los límites del amplio espacio que (por el conocimiento mismo que se ha ido adquiriendo después) se ha hecho digno del “hombre”...37

No debe resultar al lector sorprendente el hecho de que la expansión de los Países Bajos en las Indias Orientales comenzara a fines del mismo siglo en el que Portugal y España, por intermedio del tratado de Zaragosa, habían dirimido sus disputas sobre límites (en favor de Portugal) en aquella región del mundo.38 Por una serie de circunstancias ocurridas en Europa, de las que Portugal fue la menos beneficiada, y por la propia dinámica que había llevado al

35 MOLLAT, Michel, Los exploradores del siglo XIII al XVI. Primeras miradas sobre nuevos mundos, Fondo de Cultura Económica, México, 1990, pp. 62-64. 36 ZUMTHOR, Paul, La medida…, Op. Cit., p. 245: “A falta de relación suficientemente explícita, se dudó hasta el siglo XVIII sobre las tierras abordadas por Gonneville en 1505: ¿era Madagascar? ¿Australia? En realidad, se trataba de Brasil.” 37 Ibídem, p. 246. 38 PARRY, John, Europa y la expansión del mundo..., Op. Cit., p. 80: “En 1529, a pesar de la oposición de las Cortes españolas, el tratado de Zaragoza fue firmado en toda regla. Por este tratado, Carlos V cedía a Portugal por 350,000 ducados todos sus derechos a las Molucas, y se fijaba una línea arbitraria de demarcación 17˚ al oriente de las islas.”

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 imperio portugués a controlar el comercio en Oriente, hacia fines del siglo XVI la iniciativa del desenvolvimiento náutico había pasado ya de Portugal a Inglaterra y los Países Bajos.39 A la expedición de Cornelius de Houtman en el año 1595 le siguió una serie de viajes financiados por diversas compañías y sindicatos holandeses para comerciar y firmar tratados comerciales con los gobernadores de las distintas islas visitadas. Pero en 1602, los Estados Generales reunirían a las diversas compañías mercantiles del Oriente en la Compañía Holandesa de Indias Orientales, que gozaría del monopolio comercial, entre otras atribuciones económicas y diplomáticas, en el área del Pacífico Sur.40 Fue mérito de Jan Pieterszoon Coen la fundación de Batavia (en el extremo norte de la hoy llamada Isla de Jakarta), que pronto devino capital administrativa y naval de las Indias orientales. El control ejercido desde Batavia, a su vez permitió el control de puntos estratégicos en todas las Indias, y con él, la construcción de un sólido imperio colonial dominado por los Países Bajos.41 Los resultados del proyecto iniciado por Pieterszoon, sin embargo, se vieron con claridad a mediados del siglo XVII, cuando los Países Bajos finalmente se aseguraron el monopolio del comercio de especias con las Molucas.42 Resulta lógico entonces que el itinerario del viaje imaginario narrado por Denis Veiras en 1677 para su protagonista el capitán Siden haya sido la partida desde el puerto de Texel hacia Batavia y una vez en los desconocidos mares australes, el naufragio y posterior llegada a la Tierra Austral. En relación a este último punto, resulta de interés señalar que más allá del éxito comercial que la incursión holandesa en las Indias Orientales pudo haber significado, en términos geográficos, fueron estas mismas expediciones las que contribuyeron a despejar dudas en torno al conocimiento directo que de aquella zona del globo podía obtenerse; mismo que la incógnita en torno a la existencia o no de una Tierra Austral persistiera. En este sentido, si bien los viajes holandeses no pudieron comprobar la inexistencia de la Terra Australis, cartográficamente debió ser ésta relegada a los 50˚ de latitud sur; habiendo demostrado las expediciones que hasta allí sólo había mar: En el siglo XVII, los buques que hacían el tráfico con la India encontraron miles de millas de mar abierto entre los treinta y los cincuenta grados de latitud sur del Océano Índico. Nada se conocía entonces del verdadero continente antártico. La Terra Australis

39 Ibídem, p. 128. 40 Ibídem, p. 136. 41 En términos de John Parry, el lugar de Batavia fue el de “...mercado central del comercio interasiático, y el depósito general de las mercancías orientales que se exportaban a Europa”, en Ibídem, p. 209. 42 Ibídem, p. 213: “En la segunda mitad del siglo XVII la compañía estableció definitivamente su supremacía naval, comercial y política en las islas, y todos los grandes principados indonesios se derrumbaron.”

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Carolina Martínez de Ptolomeo era por ello relegada a la extremidad sur en algunos mapas y omitida por completo en otros.43

En Francia, las epopeyas holandesas fueron conocidas por el público lector a partir de la publicación de las Relations de divers voyages curieux: qui n’ont point esté publiées, et qu’on a traduit ou tiré des originaux des voyageurs françois, espagnols, allemands, portugais, anglois, hollandois, persans, arabes & autres orientaux del geógrafo y futuro bibliotecario real Melchisédech Thévenot, quien con la publicación de la mencionada serie de relatos inéditos y en gran parte en lengua extranjera, a partir de 1663 verdaderamente suscitó la atención y curiosidad del los ávidos lectores de literatura de viajes sobre el elusivo continente.44 Editadas en cinco tomos entre 1663 y 1696, las Rélations de divers voyages curieux… 45 de Thévenot contenían en sus idiomas originales un sinfín de relatos diversos,46 entre ellos textos de suma importancia a los intereses del presente trabajo como las narraciones acerca del descubrimiento de la llamada Tierra Austral y las rutas seguidas por Abel Tasman en su descubrimiento de la Nueva Zelanda.47 La existencia de compilaciones como la de Thévenot así como también las de Jean Mocquet48 o la circulación de los grabados

43 Ibídem, pp. 214-215. 44 CHINARD, Gilbert, L’Amérique et le rêve exotique. La littérature francaise au XVIIeme et au XVIIIeme siecles, Hachette, Paris, 1913, p. 194. 45 El primer tomo será publicado en 1663, el segundo al año siguiente y el tercero en 1666. Todos ellos bajo el título completo de Relations de divers voyages curieux: qui n’ont point esté publiées, ou qui ont esté traduites d’´ Hacluyt, de Purchas et d´autres voyageurs Anglois, Hollandois, Portugais, Allemands, Espagnols et de quelques Persans, Arabes & autres auteurs orientaux, données au public par les soins de feu M. Melchisedec THEVENOT, Le tout enrichi de figures, de plantes non décrites, d´Animaux innconus à l´Europe et de Cartes Geographiques qui n´ont point encore été publiées, Paris, de l’imprimerie de Jacques Langlois…, 1663. (“Relación de diversos viajes curiosos: que no han sido publicados hasta ahora o que han sido traducidos de Hackluyt, Purchas y de otros viajeros ingleses, holandeses, portugueses, alemanes ...”) 46 Figuraba, por ejemplo, la “Relation du P. Jerónimo Lobo de l´Empire des Abyssins, des Sources du Nil, de la Licorne.” (“Relación del P. Jerónimo Lobo sobre el Imperio de Abisinia, los orígenes del Nilo y de Licorne.”) 47 En los primeros tomos se encuentran la “Découverte de la Terre Australe, traduite de L´Hollandois, avec une Carte de cette cinquième Partie du Monde” y la “Route d´Abel Tasman autour de la Terre Australe, avec la découverte de la Nouvelle Zelande et de la Terre de Diemens.” (“Descubrimiento de la Tierra Austral, traducida del Holandés, con un mapa de esta quinta parte del mundo” y la “Ruta de Abel Tasman alrededor de la Tierra Austral, junto al descubrimiento de la Nueva Zelanda y la Tierra de Diemens.”) Más sobre Tasman y los descubrimientos holandeses en Parry, John, Europa y la expansión del mundo..., Op. Cit., p. 215. 48 Desde principios del siglo XVII las numerosas ediciones del Voyage en Afrique, Asie, Indes

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 incluidos por De Bry en su recopilación de Grands y Petits Voyages..., permiten suponer entonces que en Francia a mediados del siglo XVII circulaba un considerable número de obras, comprendidas las cuantiosas relaciones de viaje traducidas del holandés, en las que de manera directa o indirecta se hacía referencia a aquella parte del mundo aún ajena al dominio europeo.49 No resulta sorprendente entonces que, tres años después de la edición completa y definitiva de Thévenot, surgiera en Francia el primer relato utópico situado en tierras australes.50 Como hemos ya visto, en 1676 Gabriel Foigny publicará en Ginebra La Terre Australe Connue... y al año siguiente, será Denis Veiras quien lo siga con la publicación de L’Histoire des Sévarambes…51 A partir de entonces serán muchas las narraciones utópicas que, hasta entrado el siglo XVIII, allí se sitúen. Como ha sido previamente mencionado, en muchas ocasiones, fueron más los fracasos náuticos que los éxitos los que inspiraron la escritura de textos utópicos. Al respecto, David Fausett se ha encargado de rastraear meticulosamente el impacto ejercido en la escritura de viajes australes imaginarios por la serie de naufragios holandeses en las costas de Australia y sus alrededores en el trascurso del siglo XVII así como también el de las subsiguientes desventuras de sus tripulantes.52 En este sentido, tal vez el caso más llamativo sea el de Denis Veiras, quien tomando dos acontecimientos contemporáneos como fueron el hundimiento del Batavia en 1629 y el posterior naufragio del Vergulde Draeck o Dragón Dorado en 1656 en las costas de Australia presentó a los Sévarambes como habitantes de una tierra austral hasta aquél entonces desconocida. Del hundimiento del Batavia en el arrecife de Houtman Abrolhos en 1629, serán el motín y masacre de la mayor parte de los sobrevivientes, ocurridos tras llegar a tierra firme y conocidos por los contemporáneos a partir del relato escrito por su propio capitán, el ho-

Orientales et Occidentales, obra del encargado del gabinete de curiosidades del Rey Jean Mocquet, no cesaban de demostrar el creciente interés de los lectores por conocer más sobre aquellas tierras australes a través de la literatura. Las mismas aparecieron en París en 1616, y 1617, y en Ruán en 1645 y 1665 además de en varias traducciones, entre ellas la relativamente común edición de Londres de 1696. 49 Y no solamente del holandés. Hacia el final de la cuarta parte Thévenot incluye el relato en español de los “Dos viages del Adelantado Álvaro de Medaña con intento de poblar las Islas de Salomón y descubrir la Parte Austral Incógnita”. 50 CHINARD, Gilbert, L’Amérique..., Op. Cit., p. 195. 51 VEIRAS, Denis, (Varaisse), Denis, Histoire des Sévarambes, peuples que habitent une partie du troisiéme continent, communément appellé La Terre Australe. Contentant une Relation du Gourvernement, des Moeurs, de la Réligion, et du Langage de cette Nation, inconnuë jusques à present aux Peuples de l’Europe, Estienne Roger, Amsterdam, 1702. 52 FAUSETT, David, Writing..., Op. Cit.

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Carolina Martínez landés Francisco Pelsaert,53 los que inspiren a Veiras a recrear una catástrofe similar pero de resultados opuestos. Si en 1929 Jeronimus Cornelisz en abierta oposición a Pelsaert y mientras éste había partido hacia Batavia junto a una pequeña flota de sobrevivientes en busca de ayuda había decidido terminar con la vida de hombres, mujeres y niños para optimizar el restante de provisiones,54 tras el naufragio ocurrido al comienzo de L’Histoire des Sévarambes, el Capitán Siden se pondrá muy prontamente al frente de los sobrevivientes y organizará de forma expeditiva y severa la vida y comportamiento de los hombres y mujeres bajo su mando.55 Su iniciativa se verá colmada de éxitos, siendo que al cabo de poco tiempo la pequeña comunidad se habrá aprovisionado de víveres, construido un fuerte y reglamentado hábitos tan básicos como aquellos concernientes a la reproducción de la especie. Publicados por primera vez en 1647, es muy probable que el diario de viaje de Pelsaert junto a un escrito titulado Ongeluckige voyagie van ‘t schip Batavia o el Desafortunado viaje a bordo del Batavia hayan sido conocidos por Veiras, aunque la posibilidad de que éste último supiera de ello a raíz de la inclusión de fragmentos escritos por Pelsaert en la mencionada Rélation de diverses voyages... de Thévenot tampoco debe ser descartada. Se haya tratado de cualquiera de los dos casos, lo cierto es que esta adaptación sui generis del relato de Pelsaert proporcionó a Veiras de elementos contemporáneos y verídicos a partir de los cuales hacer de su relato un texto igualmente creíble. Si el naufragio del Batavia había llevado a la implantación del autoritarismo más despiadado entre sus sobrevivientes, podía también pensarse en la posibilidad de una organización alternativa y eficiente a la reinante en la metrópolis en tiempos de calma o a la que podía resultar de una situación desesperada. Más próximo todavía a la publicación de L’Histoire des Sévarambes..., fue el naufragio del Vergulde Draeck, que habiendo partido del puerto de Texel en 1656 y con muchos menos sobrevivientes de los que había tenido el Batavia, jamás fue encontrado en las costas de Australia.56 A diferencia del Batavia, el cual Veiras no menciona en la totalidad de la obra, el Vergulde Draeck será la mismísima nave en la que se embarque el ficticio Siden, quien

53 Ibídem, p. 26. 54 Hubo un pequeño grupo de hombres que enviado a una isla vecina a buscar provisiones pero pensando Cornelisz que estaban siendo enviados a una muerte segura, encontraron abundante agua y comida. (Ver Ibídem, p. 27.) Es este grupo el que más se asemeja en iniciativa al conducido por Siden tras el naufragio del Vergulde Draeck. 55 Una descripción más detallada de lo sucedido podrá encontrarse en “Falso viaje y verdadera crítica en L’Histoire des Sévarambes (1677) de Denis Veiras”, publicado en actas de las VII Jornadas Nacionales de Historia Moderna y Contemporánea. “Diálogos entre el pasado y el presente frente al Bicentenario,” Universidad Nacional de Cuyo, Facultad de Filosofía y Letras, Mendoza, octubre de 2010. 56 Para obtener una explicación más detallada del naufragio y de las numerosas expediciones enviadas para rescatar a sus tripulantes y cargo ver FAUSETT, David, Writing..., Op. Cit., Capítulo VII: Shipwreck and Marooning in the Southland, pp. 98-112.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 en busca de riqueza y aventuras partirá rumbo a Batavia junto al resto de la tripulación. Así como con Foigny un año antes, la necesidad del género utópico de crear un marco verosímil en el cual insertar a las sociedades imaginadas hará que Veiras tome de los recursos más próximos la información necesaria para generar en el lector la ambigua sensación de estar leyendo un relato no del todo ficticio. Además de incluir en L’Histoire des Sévarambes..., la pérdida del Dragón Dorado, el autor, que acompañando en misión diplomática a los Países Bajos al Duque de Buckingham en 1672 había probablemente escuchado sobre el naufragio, tampoco dudará en darle muerte a Siden en el conflicto naval que involucró a Inglaterra y Holanda ese mismo año. En el mismo sentido, que proveyera los verdaderos nombres del gobernador de Batavia y de un agente de la Compañía Holandesa de Indias Orientales, contribuyó también en agregar una fuerte cuota de realidad al relato utópico. En relación a la temática del viaje ultramarino propiamente dicha, no resulta extraño suponer que la suerte de Siden podría haber sido también la desventura de Pelsaert. Asimismo, la isla desierta a la que arriba la tripulación del Batavia tras naufragar podría no necesariamente haberlo estado. El hecho de que los mismos lectores y críticos literarios muchas veces hayan confundido el carácter de estas piezas literarias pareciera demostrar al igual que lo antedicho, que en materia de tierras australes, hasta entrado el siglo XVIII, la especulación y la experiencia no habían logrado aún separarse en dos campos claramente delimitados.57 En materia de viajes exploratorios, hemos visto entonces como desde el relato de Pigafetta sobre el primer viaje alrededor del mundo58 hasta los relatos holandeses contemporáneos a la escritura de utopías australes, la Tierra Austral en tanto representación de un espacio desconocido, alimentado por las imágenes fantásticas producidas en consonancia con los nuevos descubrimientos, o por las desventuradas crónicas producto de los naufragios en el Pacífico Sur, no solamente fue parte integral de los objetivos con los que se planificaron las expediciones ultramarinas de exploración sino que también devino un espacio del que la literatura utópica se apropió en tanto no-lugar. Respecto del primer punto, aunque más no sea brevemente, a continuación veremos como en el caso francés, terminada la fase de exploración,59 la posibilidad aún abierta de dar con tales tierras motivaría las expediciones ultramarinas organizadas a lo largo del

57 Ibídem, p. 34: “… in utopias a real context of travel and commerce – an imaginary voyage – was either implicit or explicit and lent an air of anxiety and ambivalence.” (Traducción de la autora: “... en las utopías un contexto de viaje y comercio reales –un viaje imaginario– estaba o implícito o explícito y proveía un halo de ansiedad y ambivalencia.” 58 En él aparecía ya reformulado un compendio de figuras simbólicas atribuidas tan tempranamente a la Tierra Austral como desde los relatos de Marco Polo o presentes en los cuentos orientales llegados a Europa para esa misma época. 59 Mollat divide el proceso de expansión ultramarina en dos etapas. La primera, articulada en torno a los viajes de exploración, y la segunda, basada sobre todo en la conquista.

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Carolina Martínez siglo XVII, pero ante todo aquellas iniciadas a mediados del siglo XVIII, en la esperanza de proporcionar territorios nunca antes reclamados ni descubiertos a un rezagado imperio en términos de expansión colonial. Recordemos que: a pesar de algunos intentos abortados en tiempos de Francisco I, Francia no emprend[ió] la gran aventura espacial hasta principios del siglo XVII, y jamás con tanta determinación como los burgueses de Holanda, que también salieron con mucho retraso.60

La construcción de un espacio como móvil de la conquista En la Francia de mediados del siglo XVIII, tanto el acto de incentivar el descubrimiento de tierras australes como la ejecución misma del proyecto colonial francés, estuvieron profundamente marcados por dos figuras paradigmáticas del deseo francés por ubicarse dentro del concierto de las grandes potencias europeas con posesiones coloniales: fueron ellas las de Charles De Brosses y Louis Antoine de Bougainville. El caso de De Brosses resulta de particular importancia al poner en evidencia que el interés (tanto político como comercial) de la corona francesa por las tierras australes no decrecerá en el siglo XVIII. En efecto, en 1756 aparecerá, con la aprobación y el privilegio del rey, y a instancias de Buffon, la Histoire des navigations aux Terres Australes..., en dos volúmenes in quarto,61 que será a su vez publicada junto a una detallada serie de mapas cartográficos sobre cada una de las regiones meridionales abordadas, incluyendo las de Australasia y Polinesia (nombres atribuidos a estas regiones por el mismo De Brosses). El objetivo resultaba por demás claro: alentar al descubrimiento y establecimiento de colonias francesas en las tierras australes por descubrir. En este sentido, en el Prefacio, De Brosses explicaba el sinnúmero de beneficios que tales acciones podían acarrear: “Il fit en effet ce mémoire, dans lequel il s’attacha principalement à montrer en général qu’une telle découverte apporteroit réellement beaucoup de gloire à la nation, & de grandes utilités à son commerce.”62 Organizada en cinco partes, cada una comprendía la serie de viajes y descubrimientos que, desde la primera circunnavegación realizada por Magallanes, habían aportado información acerca de las tierras australes.63 De los relatos de viaje de circunnaveg60 ZUMTHOR, Paul, La medida…, Op. Cit., p. 244. 61 La obra fue publicada bajo el título completo de DE BROSSES, Charles, Histoire des navigations aux Terres Australes contenant ce que l’on sait des moeurs et des productions des contrées découvertes jusqu’a ce jour; et où il est traité de l’utilité d’y faire de plus amples découvertes, et des moyens d’y former un établissement, à Paris, Chez Durand, 1756. 62 DE BROSSES, Charles, Histoire des navigations aus Terres Australes..., Op. Cit. p. lj. (“Hizo en efecto esta memoria, en la cual se avocó principalmente a mostrar en general que tal descubrimiento traería realmente mucha gloria a la nación y grandes beneficios a su comercio.”) 63 La quinta parte, resultaba para De Brosses la más interesante. En ella: “On y discute les avantages et

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 ación posteriores, de hecho, De Brosses dice haber incluido solamente aquellas partes que comprendían a la Tierra Austral: “... on supprime ici une infinité de choses intermédiaires, en un mot tout ce qui n’est pas récit des Terres Australes.”64 L’Histoire des navigations... encarnaba así el deseo de la Corona por alentar la conquista y colonización. Sus efectos se verían pocos años después con el primer y segundo viaje oficiales a los mares del sur a cargo de Louis Antoine de Bougainville. En efecto, el autor del Voyage autour du monde..., fue capitán del primer navío francés en realizar un viaje alrededor del mundo. La obra, publicada en 1771 a raíz del viaje y vuelta a editar, corregida y aumentada en 1772, se presentó al público como la versión adaptada del Journal que Bougainville había redactado en el transcurso del viaje.65 Como agente del Estado o funcionario real,66 en 1766, Bougainville, aunque con motivos diplomáticos que justificaban el viaje al menos en sus orígenes,67 emprendería el primer viaje de circunnavegación francés con la función de hallar nuevos territorios en la zona del Pacífico Sur que (desconocidos por las otras potencias europeas) pudiesen convertirse en colonias de dominio francés. Al parecer, dicha misión se había originalmente acordado tras la firma del Tratado de París en 1763 (corolario de la derrota militar de Francia en Canadá y testimonio de sus pérdidas coloniales) cuando Bougainville, motivado por su lectura de De Brosses, había sugerido a la Corona francesa financiar “un proyecto de dudosa legalidad: tomar posesión de las tierras australes y de las islas que se encontrasen en dicha ruta.”68 En este sentido y tal como había intentado hacer en el viaje anterior con las Islas Malvinas,

les désavantages d’un établissement pour chaque lieu différent ; au cas que le gouvernement françois prit un jour la pensée d’y faire un entrepôt de commerce, ou d’y fonder une colonie... Ce cinquième livre, fondé sur l’autorité des textes originaux qui le précèdent a paru le plus agéable à lire” (Ibídem, p. X) (“Se discuten las ventajas y desventajas de un establecimiento en cada sitio diferente, en el caso de que el gobierno francés decida un día crear un establecimiento y fundar una colonia. Ese quinto libro, basado en la autoridad de los textos originales que lo preceden ha parecido el más agradable para leer.”) 64 Ibídem, p. Viij. (“... se suprimen aquí una infinidad de cosas intermedias, en una palabra, todo aquello que no versa sobre las Tierras Australes.”) 65 Siendo el mismo Bougainville quien efectuaba los sucesivos procesos de selección y autocensura en función de jerarquizar o acomodar según sus propios intereses el relato de viaje. 66 Dice Bougainville en su dedicatoria al Rey: “Soy, con el más profundo respeto de Vuestra Majestad, Señor, el muy humilde y muy sumiso servidor y súbdito.” 67 Partía en misión oficial con el objetivo diplomático de devolver la posesión de las Islas Malvinas a la Corona española. 68 BOUGAINVILLE, Louis Antoine, Viaje alrededor del mundo a bordo de la fragata real la Boudeuse y la urca Étoile, en 1767, 1768 y 1769, Eudeba, Buenos Aires, 2005, p. 26.

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Carolina Martínez al llegar a Tahití, no dudará en enterrar en la misma un acta de posesión estableciendo el dominio francés sobre la isla.69 Tampoco debería olvidarse que en materia de viajes imaginarios, la expedición emprendida por Bougainville también tendrá su corolario utópico en el Supplément au voyage de Bougainville de Denis Diderot (1772). A partir de la descripción de una sociedad cuasi utópica en la isla de Tahití, a la que el mismo Bougainville había ya atribuido características paradisíacas, Diderot procederá a la mordaz crítica de la moral, religión y costumbres de la Francia de Antiguo Régimen.70 Con el objetivo de evaluar la sociedad propia, la isla de Tahití funcionará entonces como espejo ejemplarizador y será, esta vez en un sentido literario, aquél orbis alterius que conceptual y geográficamente desde la antigüedad clásica había sido concebido para significar aquello que la tierra conocida no era. Más allá de esto último, en relación al proyecto colonial ideado por la Corona, puede verse entonces como en el caso francés, la esperanza de encontrar aquél continente austral que hasta el momento parecía sólo existir en mapas, operó entonces como un fuerte aliciente y a la vez justificó los intentos de un imperio rezagado en la carrera ultramarina y, muy recientemente debilitado tras la pérdida de Canadá, por ocupar espacios hasta el momento bajo exclusivo control de las potencias rivales. En este sentido, más allá de la existencia real o no de una Tierra Austral, fue la construcción de la misma en tanto espacio “deseable” en el horizonte de la expansión ultramarina la que justificó los intentos de colonización posteriores a la primera oleada de descubrimiento y conquista.

Desmitificación y cambio de paradigma. Algunas reflexiones finales Como bien ha señalado Marie-Noëlle Bourguet, fueron las mismas expediciones impulsadas por los escritos de De Brosses, Maupertuis y Buffon (iniciadas tras la paz relativa garantizada por el Tratado de París), así como también los viajes ingleses al extremo sur del mundo, los que finalmente dieron por tierra con el mito de la Terra Australis.71 De todos estos exploradores, fue Cook quien hacia 1771 en sus navegaciones por el Pacífico Sur, terminó por comprobar la inexistencia de aquella gran masa continental tan presente en la mente de los exploradores de la modernidad temprana europea. En 1768, bajo las órdenes de la Royal Society, partiría Cook con la misión de realizar 69 Ibídem, p. 197. 70 Ver MARTÍNEZ, Carolina, “Utopía, alteridad y felicidad en el proyecto ilustrado. El Supplément au voyage de Bougainville de Denis Diderot como expresión misma de las máximas de la Ilustración,” en GANDINI, María Juliana, LÓPEZ PALMERO, Malena, MARTÍNEZ, Carolina, PAREDES, Rogelio C., Dominio y reflexión. Viajes reales y viajes imaginarios en la Europa moderna temprana (siglos XV a XVIII), Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras, Buenos Aires, 2011, pp. 215-245. 71 BOURGUET, Marie Noëlle, “Voyages et voyageurs”, en Dictionnaire Européen des Lumières, P.U.F., Paris, (sous la direction de Michel Delon), 1997.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 investigaciones geográficas en el Pacífico meridional. El hecho de que el capitán inglés comprobara la inexistencia de la Tierra Austral, modificaría radicalmente la representación del mundo que hasta entonces había provisto la cartografía moderna: En el segundo Viaje, con el Resolution y el Adventure, tocó el Cabo, rebasó el Círculo Polar Antártico, y volviendo a Nueva Zelandia, desvaneció el mito de la existencia de un continente austral. ... Cruzó el Pacífico Central hacia las Nuevas Hébridas ...., y tras cruzar y recruzar el vasto Pacífico en la totalidad de su extensión desde el sur de Australia ... desvaneció igualmente la hipotética existencia de la Terra australis....72

Resultaba ya evidente que desde la experiencia y la técnica desarrolladas en el siglo XVIII, la tierra austral incógnita, en tanto espacio geográfico en el imaginario europeo, no se correspondía ya con una representación “real” del mundo. Entre los siglos XVI y XVIII, sin embargo, la tierra austral incógnita tanto en términos geográficos así como tópico en la literatura de viajes europea de la temprana modernidad, había jugado un papel de singular importancia al cumplir con la doble función de justificar la expansión ultramarina y a su vez convertirse en depositaria de las múltiples sociedades imaginarias que en esta época se concibieron. En el caso de Francia particularmente, el impacto simbólico ejercido por la terra australis incognita en tanto definición, apropiación y construcción de un espacio en la literatura utópica del siglo XVII y hasta mediados del siglo XVIII, fue crucial al proveer al escritor de utopías de un punto geográfico verosímil desde donde instalar un discurso utópico que fuese a su vez centro de la alteridad más absoluta. Recibido: 03/10/2011 Aceptado: 20/11/2011

72 COOK, James, Relación de su Primer Viaje alrededor del mundo durante los años 1768, 1769, 1770 y 1771, Traducido del inglés por M. Ortega y Gasset, Calpe, Madrid, 1922, p. XI.

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Pocahontas entre dos mundos: el derrotero de la colonización de Virginia1 Malena López Palmero Universidad de Buenos Aires Resumen Las cuantiosas apropiaciones y representaciones artísticas sobre Pocahontas tienen una raíz propiamente histórica en el proceso de colonización de Virginia desde 1607, lo cual pretende analizar este trabajo, en una doble perspectiva. Por un lado, se indagarán las estrategias de colonización que involucraron a Pocahontas, lo que incluye una primera etapa de intercambios y una posterior caracterizada por la confrontación entre colonos e indígenas. Se indaga particularmente en la naturaleza de los intercambios entre indígenas y colonos que, dada la importancia que revestía para la supervivencia de estos últimos, se ha interpretado como un acto de colaboracionismo indígena, pero que contiene marcados signos de resistencia frente al avance colonial. Por otro lado se analizarán las transformaciones en la identidad de Pocahontas y las experiencias del contacto con los ingleses, no tanto como evidencia del progreso colonial sino como imposiciones violentas de los colonos que, a una década de la instalación colonial, buscaban estabilizar su precario dominio en Virginia. Los testimonios que posibilitan el análisis son los relatos de los testigos ingleses y, en profunda tensión con éstos, la historia oral que aun conserva la comunidad Mattaponi, cuyos antecesores conformaron la nación Powhatan. Palabras clave: Virginia - Pocahontas - John Smith - Siglo XVII Abstract Pocahontas is a character that starred a variety of artistic representations from nineteenth century till now. It is due to historical roots that involve the English colonization of Virginia since 1607, as this paper pretends to explain in a double perspective. On the one hand, it will examine colonization strategies in which Pocahontas took part, including trade and conflicts between natives and settlers, emphasizing the nature of trade. It was so important for settlers´ survival that it has been seen as part of Indian collaborationism, but trade contains deep signs of their resistance against colonial development. On the other hand, it will focus in the transformations of Pocahontas´ identity and her experiences in contact with the English people that denounce not the progress of the colony but its weakness and its

1 Las notas y citas de este artículo procuran transcribir completos los títulos de los libros citados, en su ortografía original .

LÓPEZ PALMERO, Malena, ”Pocahontas entre dos mundos: el derrotero de la colonización de Virginia” en Avances del Cesor, Año VIII, N° 8, 2011, pp. 111-127.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 violent practices that remained during the first decade of settlement. The sources that make the analysis possible are very contrasting: the English texts and the Mattaponi´s oral history, whose records have recently been published. Key words: Virginia - Pocahontas - John Smith - XVIIth century

La leyenda de Pocahontas ha dado lugar a caudalosos ríos de tinta, convirtiéndose en el relato más difundido sobre la colonización de Virginia hasta nuestros días. Esta leyenda tuvo su origen en 1624, cuando John Smith publicó en Londres su Generall Historie, donde relató su rescate a manos de Pocahontas, que por entonces tendría entre 10 y 12 años, cuando estaba a punto de ser ejecutado por su padre, Powhatan, la máxima autoridad nativa, a fines de diciembre de 1607.2 Si bien este episodio encierra una controversia de casi dos siglos, constituye el momento épico por excelencia de la colonización de Virginia. A partir de su secuestro, en 1613, Pocahontas fue bautizada y recibió un nuevo nombre, Rebeca. Poco después fue entregada en matrimonio a John Rolfe, un plantador de tabaco, a quien se le atribuye la paternidad de su hijo, constituyendo éste el primer caso de mestizaje avalado por las autoridades coloniales. En 1616 fue enviada a Inglaterra como testimonio viviente del avance colonizador en Virginia y murió inesperadamente en marzo de 1617 en Inglaterra, cuando emprendía su retorno a Virginia. A partir de los elementos señalados, Pocahontas fue convertida en una figura emblemática de la colonización inglesa. Su presunta colaboración con el proceso de instalación colonial tiene su clímax en el rescate de John Smith, mientras que su conversión religiosa, la unión matrimonial, y su nueva identidad europeizante sustanciaban los efectos “civilizadores” de la colonización. Si Pocahontas personificó el éxito de la conquista para sus contemporáneos ingleses, en el siglo XIX fue convertida en la primera heroína nacional de los Estados Unidos La leyenda de Pocahontas cobró un lugar protagónico en el proceso de construcción del nacionalismo norteamericano desde principios de siglo XIX, ya que contenía valiosos recursos para el desarrollo de la literatura romántica que confluían con los lineamientos ideológicos dominantes. Es así como proliferaron las novelas de Pocahontas con diversas licencias argumentativas, entre las que se destacan las que instalan un romance entre Pocahontas y John Smith y que a grandes rasgos simbolizaría los efectos “civilizatorios” de la colonización.3 Al día de hoy, Pocahontas es conocida más por su relación con Smith

2 El auténtico nombre de Powhatan era Wahunsenaca, pero los ingleses lo llamaron erróneamente por el nombre de la “nación” que éste lideraba. 3 Durante la primera mitad del siglo XIX, al menos ocho obras literarias, entre novelas y poemas, tuvieron a John Smith y a Pocahontas como protagonistas. Esta última también ocupó un lugar de privilegio en la pintura decimonónica, como ser “El bautismo de Pocahontas” (1840) de John Gadsby Chapman, que decora la rotonda del Capitolio. En el teatro se destacó la “burlesque extravaganza”

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Malena López Palmero que con su marido,4 ficción que domina la cultura escolar y popular en general y que sigue mostrando su vigencia a través del cine.5 Ahora bien, las cuantiosas apropiaciones y representaciones artísticas sobre Pocahontas tienen una raíz propiamente histórica en el proceso de colonización de Virginia desde 1607, lo cual pretende analizar este trabajo, en una doble perspectiva. Por un lado, se indagarán las estrategias de colonización que involucraron a Pocahontas, lo que incluye una primera etapa de intercambios y una posterior caracterizada por la confrontación entre colonos e indígenas. Se indaga particularmente en la naturaleza de los intercambios entre indígenas y colonos que, dada la importancia que revestía para la supervivencia de estos últimos, se ha interpretado como un acto de colaboracionismo indígena. ¿Fue colaboracionismo o resistencia al avance colonial, lo que primó en la lógica de los intercambios? Por otro lado se analizarán las transformaciones en la identidad de Pocahontas y las experiencias del contacto con los ingleses, no tanto como evidencia del progreso colonial sino como imposiciones violentas de los colonos que, a una década de la instalación colonial, buscaban estabilizar su precario dominio en Virginia. Los testimonios que posibilitan el análisis son los relatos de los testigos ingleses y, en profunda tensión con éstos, la historia oral que aun conserva la comunidad Mattaponi, cuyos antecesores conformaron la nación Powhatan, y que fue publicada por primera vez en el año 2007.6 Los testimonios más significativos y difundidos que involucran a Pocahontas corresponden a los escritos del capitán John Smith, quien formó parte del primer contingente de ingleses que fundaron Jamestown en la Bahía de Chesapeake, en abril de 1607. Smith fue consejero de la colonia y ocupó la presidencia desde septiembre de 1608 hasta su retorno a Inglaterra, en octubre de 1609. Sus textos nutren la historia canónica de la temprana

Pocahontas, de John Brougham y James G. Maeder, de gran éxito desde su estreno, en 1855, hasta la muerte de Brougham en 1880. Durante los años que duró la guerra civil norteamericana, la obra fue representada con igual éxito en Londres. BROOKS, William, “Pocahontas: Her Life and Times”, American Music, Vol. 2, Nº. 4, Music of the American Theater, Invierno de 1984, (19-48), pp. 19-20. 4 Robert S. Tilton ha llamado la atención sobre este punto. TILTON, Robert. S, Pocahontas: the evolution of an American narrative, University of Cambridge Press, New York, 1994, p. 76. 5 La ficción del romance entre John Smith y Pocahontas fue instalada en el cine en los últimos años por la producción de dibujos animados de Disney “Pocahontas” (1995) y más recientemente por el film “The New World” (2005), dirigido por Terrence Malick. 6 La comunidad Mattaponi representa una de las seis tribus algonquinas que originalmente conformaron el núcleo de la “nación” Powhatan (como lo llaman los propios Mattaponi) en el siglo XVI. Actualmente, los Mattaponi residen en una de las dos únicas reservas indígenas del Estado de Virginia. La antropóloga Angela L. Daniel entrevistó a Linwood “Little Bear” Custalow, quien le transmitió la historia sagrada que es estrictamente conservada y transferida, generación tras generación, por los sacerdotes de la comunidad. CUSTALOW, Linwood “Little Bear”, DANIEL, Angela L., “Silver Star”, The true story of Pocahontas. The other side of history, Fulcrum Publishing, Golden, Colorado, 2007.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 colonización de Virginia y han suscitado acalorados debates entre los historiadores desde el siglo XIX hasta nuestros días. En términos generales, puede afirmarse que el consenso historiográfico pondera a Smith como un líder hábil que evitó la ruina de la colonia merced al trato alcanzado con Powhatan para lograr el aprovisionamiento de alimentos, mientras que la controversia más notable versa en torno al rescate de Pocahontas del invierno de 1607-1608. En A True Relation,7 de 1608, Smith expone los sucesos de su cautiverio a manos de Opechancanough, el jefe (en adelante werowance, para utilizar el término algonquino) de la tribu Pamunkey y hermano de Powhatan. Smith destacó la fascinación que despertó en Opechancanough la brújula que llevaba consigo, lo cual ha sido interpretado como demostración de la superioridad técnica europea frente a la barbarie americana. Días después Smith fue conducido a Werowocomoco, el poblado donde residía Powhatan, quien con trato cordial y agasajos mediante, indagó sobre las razones de la llegada de los ingleses. Smith contestó que “luchando contra sus enemigos los españoles fueron vencidos, y emprendían la retirada cuando el clima extremo los condujo hasta la costa”.8 Es probable que las razones que Smith alegó para disuadir a Powhatan de una represalia segura, hubieran despertado, por el contrario, su empatía.9 Según la historia sagrada de los Mattaponi, Powhatan vio en los ingleses a unos aliados que, con armas equivalentes, podrían enfrentar a potenciales invasores españoles. Por esa razón designó a Smith werowance del poblado de Capahowasic 10 y le dispensó los honores respectivos mediante el envío de presentes al fuerte. Sin embargo, Smith nunca reconoció ni asumió su condición de werowance, y en lugar de actuar en el marco de la reciprocidad, respondió con amenazas y acciones violentas, lo cual suscitó las críticas de sus contemporáneos de la Compañía de Virginia, aunque fue pasado por alto por el grueso de la historiografía, que más bien destacó sus logros en el intercambio. Hacia el final de A True Relation, Smith menciona por primera vez a Pocahontas, quien había sido enviada por Powhatan al fuerte de Jamestown como representante para negociar

7 SMITH, John, “A True Relation”, en ARBER, Edward (editor), Travels and Works of Captain John Smith, John Grant, Edinburgh, 1910, V. I, pp 1-40. Este relato se basa en una carta enviada a un amigo en Londres. Una vez allí, fue publicada por el editor de la Compañía de Virginia, John Healey, quien registró el texto en agosto de 1608, con algunas modificaciones respecto de la carta original. 8 Ibídem, p. 19. Todas las citas son traducidas del inglés por la autora. 9 Los españoles penetraron en la bahía de Chesapeake en 1559 o 1560 y secuestraron a algunos jóvenes a quienes embarcaron con ellos. En 1570 intentaron instalar una misión jesuita, pero la compañía entera fue exterminada por los nativos. BARBOUR, Philip L., Pocahontas and her world, Robert Hale & Company, London, 1971, pp. 4-5. 10 En True Relation, Smith declara haber recibido tierras sin mencionar su designación como werowance: “El [Powhatan] deseó que renunciara a Paspahegh [Jamestown] y fuera a vivir con él río arriba, a un país llamado Capa Howasicke”. SMITH, John, “A True…”, Op. Cit., p. 20.

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Malena López Palmero el envío de los indígenas allí cautivos y de un muchachito inglés que oficiaba de intérprete de Powhatan, llamado Thomas Salvage: “Powhatan, entendiendo que nosotros reteníamos a ciertos Salvajes, envió a su hija, una niña de diez años de edad, que no sólo por facciones, semblante y proporción excedían al resto de su gente, sino también por astucia y espíritu, es la única Nonpariel [sic] en su país”.11 Como demostración de las intenciones pacíficas de Powhatan, el intérprete que acompañaba a la niña advirtió a Smith que “…de ninguna manera debería dudar de su amabilidad, puesto que le había enviado su niña, a la que más estimaba...”.12 Por su parte, Pocahontas hizo entrega de un venado y pan como presentes. La única alusión a Pokahontas de Map of Virginia,13 de 1612, consta en el anexo de palabras algonquinas que antecede al texto a modo de glosario. En la lista figuran palabras, números y expresiones acompañadas de su traducción en inglés, de las cuales la última corresponde a la cuestión del intercambio: “Kekaten pokahontas patiaquagh niugh tanks monotyens neer mowchick rawrenock audowgh. Bid Pokahontas bring hither two little Baskets, and I will give her white beads to make her a chaine” [Manda a Pocahontas traer dos pequeñas canastas y le daré cuentas blancas para hacerle un collar].14 La alusión de Pocahontas en el glosario evidencia el protagonismo que la niña tuvo en los intercambios entre colonos e indígenas. Si Smith sistematizó y dio a conocer una fórmula en lengua algonquina para gestionar el envío de alimentos con Pocahontas como intermediaria, entonces sus efectos como agente del intercambio eran al menos conocidos por los colonos. El episodio del rescate de Pocahontas fue publicado recién en Generall Historie, de 1624, lo que inspiró las producciones literarias que instalaron el romance entre Smith y Pocahontas en el siglo XIX. El pasaje relata la experiencia del cautiverio de Smith en Werowocomo:

11 Ibídem, p. 38. La palabra “nonpariel” deviene de la expresión francesa “nonpareil”, que significa “sin par”. Cito aquí la palabra original, ya que su contenido literario excede a la traducción. 12 Ibídem. 13 SMITH, John, “Map of Virginia. With a description of the countrey, the commodities, people, government and religion” [Oxford: Joseph Barnes, 1612], en ARBER, Edward (editor), Travels and…, Op. Cit. “Map of Virginia” se compone de dos partes. La primera, titulada “The description of Virginia by Captaine Smith” era una versión revisada y expandida del informe que presentó Smith ante las autoridades del Real Consejo de Virginia de Londres, que a su vez se abonaba por los escritos de ocho colonos. La segunda parte, titulada como “The proceedings of the English colonie” es un sumario condensado de los dichos y escritos de siete de ellos y otro testigo más, aunque Smith no figura como autor ni endorsa ningún pasaje de esta segunda parte. 14 Ibídem, p. 46. El glosario consiste en una lista de 56 términos, entre palabras y frases y 20 números. La lista habría sido tomada y adaptada de la realizada por Thomas Hariot durante la primera tentativa de colonización de Virginia, en la región de Roanoke, entre 1585-1586. David Read sostiene que Smith reordenó el listado de Hariot por rubros y que en la selección primó su interés por el intercambio. READ, David, “Colonialism and Coherence: the case of Captain John Smith’s `Generall Historie of Virginia” en Modern Philology, Vol. 91, No. 4, mayo de 1994, pp. 431-433.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 Cuando entró [Smith] para comparecer ante el Rey, todos lanzaron un fuerte grito. La reina de Appamatuck fue asignada para traerle agua para lavar sus manos y otro le trajo un ramillete de plumas, en lugar de toalla, para que se las secara: después de agasajarlo en el mejor de sus bárbaros modos, confabularon largamente, pero la conclusión fue que trajeron dos gruesas piedras ante Powhatan; después los que pudieron agarrarlo lo arrastraron hacia las piedras, donde apoyaron su cabeza, listos para machacársela con sus mazas. Pocahontas, la hija predilecta del rey, cuando todas las súplicas resultaron vanas, le tomó la cabeza entre sus brazos y posó la suya sobre la de él para salvarlo de la muerte; entonces el Emperador se conformó con dejarlo con vida a condición de que le hiciera hachas para él, y campanas, cuentas de cobre para ella….15

Este testimonio fue el parteaguas de la historiografía norteamericana del siglo XIX, que se dirimió entre los defensores de Smith, que sostenían que el rescate efectivamente había ocurrido, y los detractores, que impugnaron su autenticidad. El debate se inició en 1860, cuando Charles Deane16 argumentó que Pocahontas no había salvado a John Smith, dado que el episodio no apareció en sus escritos anteriores, como A True Relation o Map of Virginia, ni tampoco fue referido por otros testigos de la temprana colonia. Siguiendo a Deane, Henry Adams escribió un famoso artículo, en 1867, donde denostó meticulosamente a Smith, consolidando así la interpretación dominante hasta el siglo XX.17 Según esta corriente, Smith inventó el episodio con la intención de vanagloriarse, opinión sustentada por los inverosímiles relatos sobre sus experiencias militares en Europa del Este.18

15 SMITH, John, “The Generall Historie of Virginia”, en ARBER, Edward (editor), Travels and…, Op. Cit., p. 400. Es interesante destacar que Smith usaba la tercera persona del singular para referirse a sí mismo, un recurso estilístico que en su época denotaba pretensión de grandeza. 16 DEANE, Charles (compilador.), Wingfield´s Discourse of America, J. Wilson and Son, Boston, 1860. 17 El artículo de Henry Adams, “Captain John Smith”, fue publicado en la prestigiosa revista North American Review en enero de 1867. El artículo fue reeditado con revisiones en 1871 y en 1891. Entre los historiadores positivistas que impugnaron a Smith se destacan Henry Cabot Lodge en English colonies in America (1881) y Alexander Brown en Genesis of the United States of America (1890). De los contados historiadores del siglo XX que se pronunciaron a favor de Smith se destacan los trabajos biográficos de Bradford Smith, Captain John Smith: His life and legend (1953) y de Philip L. Barbour, The three worlds of Captain John Smith (1964) y la validación del episodio del rescate de J. A. Leo Lemay en Did Pocahontas save Captain John Smith? (1992). 18 Smith construyó su propia épica en “The True Travels”, primero compilada y publicada por Purchas en 1625, y luego publicado de manera separada en 1630. Allí Smith narra sus aventuras en el Viejo Mundo: participó junto al ejército rebelde de Países Bajos en dos oportunidades y a los 22 años hizo un accidentado viaje a Transilvania para luchar contra el Imperio Otomano en el ejército cristiano de Segismundo. Smith tuvo una notable actuación en un combate cuerpo a cuerpo con el jefe turco Turbashaw, a quien cortó la cabeza como trofeo. Cuando el ejército se desplazaba hacia el sur los tártaros los vencieron en combate y Smith fue tomado como esclavo y vendido a una dama noble de

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Malena López Palmero William Wirth Henry refutó a Adams en una publicación de escasa difusión, en 1875.19 En su defensa de la autenticidad del rescate de Pocahontas, Henry dio crédito a una carta de Smith dirigida a la reina Ana, en 1616, donde éste informaba que “... después de permanecer casi seis semanas destinado a aquellos cortesanos salvajes, al minuto de mi ejecución ella [Pocahontas] arriesgó su cabeza de ser aplastada por salvar la mía”.20 Henry insistió en que, de haber mentido, Smith habría sido delatado por sus contemporáneos. Pero el alegato de Henry no superó la mera especulación,21 dado que no se comprobó que la carta haya sido escrita ni recibida por la reina. La carta tomó dimensión pública cuando Smith la incluyó en Generall Historie, por lo que su contenido queda teñido de las mismas sospechas que recaen sobre esta obra. Por su parte, los Mattaponi desmienten categóricamente el relato de Smith: “Aunque Smith alegó años después que Pocahontas salvó su vida durante una ceremonia de cuatro días en el proceso de su designación como werowance powhatan, su vida nunca estuvo en peligro. Su vida no necesitó ser salvada. ¿Por qué el Powhatan hubiera querido matar a una persona que estaban iniciando como werowance? … Los miedos de Smith fueron fruto de su imaginación o bien un recurso para embellecer su narrativa”.22 Thomas Slaughter apunta

Estambul. Ella lo asignó a su cruel hermano, jefe militar de los tártaros, cerca del Mar Negro, al que Smith asesinó para luego escapar. Smith recorrió el río Don, en Rusia, volvió a Transilvania y de allí inició un periplo que lo condujo por Europa hasta África. Finalmente regresó a Inglaterra para enrolarse en la Compañía de Londres para emprender el viaje a Virginia, en diciembre de 1606. Para entonces Smith tenía solamente 27 años. “The true travels, adventures, and observations of Captain Iohn Smith, in Europe, Asia, Africke, and America: beginning about the yeere 1593 and continued to the present, 1629”, en ARBER, Edward (editor), Travels and…, V. II, parte 1, pp. 820-880, Op. Cit. 19 HENRY, William Wirt, “The rescue of Captain John Smith by Pocahontas”. Potter´s American Monthly Review, Nº 4 (1875) y Nº 5 (1875). 20 SMITH, John “To the most high and vertuous Princesse, Queene Anne of Great Brittanie”, en ARBER, Edward (editor), Travels and…, vol. 2, Op. Cit., p. 531. 21 Para afianzar su argumento, Henry se apoyó en otros textos de Smith, como New England Trials, de 1622, pero que presentaban elementos colaterales, no estrictamente ligados al rescate. A la vez, sostuvo que “... si este último fue una fabricación de Smith, ciertamente debe haber sido reconocido por aquellos testigos que habían estado con él en Virginia y con frecuencia habían visto a Pocahontas”. en LEMAY, Joseph A. Leo, Did Pocahontas save Captain John Smith, University of Georgia Press, Athens, Georgia, 1992, p. 42. 22 CUSTALOW, Linwood “Little Bear”, DANIEL, Angela L. “Silver Star”, The true story…, Op. Cit., p. 19. Además, los Mattaponi niegan que Pocahontas haya asistido a la ceremonia, porque por su carácter religioso, permitía exclusivamente la presencia de los sacerdotes: “Pocahontas no pudo haber estado en la ceremonia para arrojarse sobre Smith para salvarlo porque los quiakros [sacerdotes] no habrían permitido a Pocahontas estar allí”. Ibídem, p. 20.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 en el mismo sentido, sosteniendo que Smith “... transformó la famosa historia de su breve cautiverio con los indígenas, desde un cuento de nobleza tribal a una aventura romántica”.23 Desde la antropología, Helen Rountree aporta elementos que confluyen con la interpretación de los Mattaponi. La autora desestima la posibilidad de la ejecución ceremonial, tal como la describe Smith, aduciendo que “... una muerte rápida era normalmente aplicable a subordinados desobedientes y no a extranjeros cautivos”.24 En las antípodas de este argumento se instala Frederic W. Gleach, quien sostiene que en términos antropológicos pudo haber existido una mímesis de ejecución, en tanto rito de pasaje, por el cual Smith abandonaba su condición de extranjero y potencial enemigo y “... renacía en un nuevo mundo de relaciones culturales...” como miembro de la nación Powhatan. En ese contexto Pocahontas habría cumplido un importante papel como mediadora cultural, salvando simbólicamente a Smith.25 Desde el campo de la literatura se han sumado algunos de los más recientes aportes al análisis de la obra de John Smith. Particularmente se han escrutado sus contradicciones, que no sólo emergen del contraste entre sus escritos, sino también en la exposición de hechos. Smith escribe algunos pasajes a partir de su experiencia personal, pero en otros copia o parafrasea a distintos autores, a menudo sin aclarar lo que está haciendo.26 David Read ha interpretado la falta de coherencia de Generall Historie, especialmente por la participación de las voces nativas que Smith hace intervenir a modo de réplica del accionar colonial que él mismo comanda. Las ambigüedades y las incoherencias son, dice Read, habituales en los textos de la temprana colonia, y en Generall Historie expresan particularmente el descontrol que caracterizó a Jamestown en esos años.27 De la diversidad de enfoques e interpretaciones que inspira la obra de Smith se pondera aquí la cuestión del intercambio entre colonos e indígenas, puesto que constituye un cimiento del temprano orden colonial. En este proceso, sin dudas, Pocahontas cumplió un rol protagónico. Estos intercambios permitieron el abastecimiento del fuerte, que se encontraba en un estado calamitoso de carestía. Según aparece en Generall Historie, “Pocahontas con su séquito le trajo tanta provisión que salvó muchas de sus vidas, que de otra manera habrían

23 SLAUGHTER, Thomas P., “John Smith, uomo universale”, Reviews in American History, Vol. 15, Nº 2, The Johns Hopkins University Press, Junio de 1987, pp. 220-225. 24 ROUNTREE, Helen, Pocahontas´s. The Powhatan Indians of Virginia through four centuries, University of Oklahoma Press, Norman, 1990, p. 39. 25 GLEACH, Frederick W., Powhatan´s world and colonial Virginia. A conflict of cultures, University of Nebraska Press, Lincoln, Nebraska, 1997, pp. 118-119. La idea de Pocahontas como mediadora cultural se encuentra desplegada en KIDWELL, Clara Sue, “Indian women as cultural mediators”, Ethnohistory Nº 2, vol. 39, Duke University Press, primavera de 1992 (97-107), pp. 99-101. 26 MORGAN, Edmund, Esclavitud y libertad en los Estados Unidos, Siglo XXI, Buenos Aires, 2009, p. 490. 27 READ, David, “Colonialism and…”, Op. Cit., p. 442.

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Malena López Palmero muerto de hambre”. Smith se granjeó la responsabilidad de los intercambios con el objetivo de resaltar su liderazgo entre los colonos: “... la bondad de Powhatan (que no sabíamos cuanto duraría) revivió de tal modo sus moribundos espíritus (especialmente el amor de Pocahontas) que todo el temor de los hombres fue abandonado”.28 Dado que la colonia atravesaba una grave carestía con pavorosos números de muertos por hambre y enfermedades, quedaba naturalmente fuera de toda consideración el interés que los propios indígenas tenían en el intercambio. El cobre y el hierro eran muy apreciados entre éstos porque los utilizaban para optimizar las tareas agrícolas. En particular la posesión del cobre demarcaba las jerarquías sociales, como constatan los numerosos relatos que evidencian la posesión de adornos de cobre de los werowances. Asimismo, la cantidad de mujeres a las que podía acceder un werowance se correspondía con la cantidad de metal que poseía. En 1612, el secretario de la colonia William Strachey advirtió que los werowances principales pagaban un plato de cobre a aquellos guerreros que atacaran Jamestown.29 Los indígenas no aceptaron pasivamente los términos de los intercambios sino que, por el contrario, los fomentaban e imponían sus condiciones.30 Siguiendo esta perspectiva, Karen Kupperman sostiene que durante los tensos intercambios, tanto los indígenas como los ingleses manipulaban el lenguaje de la amistad al tiempo que mantenían subyacente la amenaza de conflicto.31 Si el rescate de Pocahontas resultó ser el puntapié de una dinámica de intercambios, resulta razonable que John Smith lo haya publicado en su Generall Historie como alegato en su defensa, atribuyéndose así el mérito de ser quien supo tratar con Powhatan y llevar así alivio a sus hombres en Jamestown. Peter Hulme aporta otra interpretación sobre la tardía publicación del episodio del rescate, en estrecha vinculación con la guerra definitiva que se desató después de la masacre de 1622, perpetrada por Opechancanough.32 Según Hulme, “después de 1622 el `rescate´ se vuelve comprensible, puede ser articulado en una narrativa en la que Pocahontas cumple un rol cada vez más importante como evidencia de que el reconocimiento de los algonquinos respecto de los valores de la cultura europea podría haber provisto las bases para una relación armoniosa, si no fuera porque la barbarie

28 Ibídem, pp. 401-402. 29 STRACHEY, William, The Historie of Travaile into Virginia Britannia (1612), Hakluyt Society, London, 1849, p. 104. 30 William Strachey denunció que “... los ingleses están ahora contentos recibir en intercambio unas pocas medidas de grano por una gran cantidad de aquel metal (valuándolo de acuerdo al extremo precio que comporta para ellos, no según la estimación que tiene para nosotros)”. Ibídem, pp.103-104. 31 KUPPERMAN, Karen Ordahl, The Jamestown Project, Harvard University Press, Cambridge, Mass, 2007, p. 230. 32 Opechancanough, quien sucedió a Powhatan después de su muerte en 1618, organizó un ataque a Jamestown que se cobró 147 víctimas, que al momento representaba un tercio de la población total del asentamiento.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 de su tío destruyó toda esperanza de cooperación pacífica”.33 Esta interpretación resulta incontrastable a la luz de los discursos que después de 1622 se organizaron coherentemente tras un mensaje intolerante y descalificador. La caracterización de los indígenas como salvajes dominó el contexto de expansión colonial. Según entienden los propios Mattaponi, la idea del salvajismo expresó la negativa de los colonos a conocer la organización social de los nativos, a la vez que fue excusa para matarlos o tomar sus tierras.34 La identidad de Pocahontas se vio severamente alterada con la dinámica de colonización. Desde enero de 1608 y por el lapso de un año aproximadamente, que fue el tiempo que perduraron los vínculos pacíficos entre Powhatan y los colonos, Pocahontas mantuvo un fluido contacto con los habitantes de Jamestown. William Strachey describió a Pocahontas como “... una bien proporcionada aunque pícara muchachita”, que a la “... edad de once o doce años conducía a los muchachos del fuerte al lugar de mercado … desnuda como estaba”.35 En ese entonces, siendo una niña, conservaba el nombre de su nacimiento, Matoaka, que en lengua algonquina se traduce como “flor entre dos arroyos”.36 Para el invierno de 1609, cuando se desataron las hostilidades entre colonos e indígenas, Pocahontas tendría doce o a lo sumo trece años. Según consta en Generall Historie, durante una visita de Smith y sus hombres a Werowocomoco, la jovencita reveló a los visitantes ingleses el complot de su padre. Según Smith, Pocahontas atravesó el bosque en la helada noche para advertirle que “Powhatan y todo el poder que podía conformar, vendría a matarnos a todos … y con lágrimas cayendo por sus mejillas ella dijo que no debía ser vista por nadie porque si Powhatan llegaba a saberlo, iba a morir”.37 Este testimonio comulga con la interpretación liberal que ve en Pocahontas a una colaboradora del proceso de colonización, una heroína que arriesgando su vida y desafiando a su propio padre aportó seguridad al asentamiento. Sin embargo, la evidencia desmiente categóricamente la “segunda salvación” de Pocahontas. En primer lugar, la naturaleza del testimonio de 1624 indica un alto grado de “elaboración” por parte del autor.38 En segundo lugar, según aducen los Mattaponi, era im-

33 HULME, Peter, Colonial Encounters. Europe and the Native Caribbean (1492-1797), Methuen & Co., London, 1986, p. 172. 34 CUSTALOW, Linwood “Little Bear”, DANIEL, Angela L. “Silver Star”, The true story…, Op. Cit., p. 36. 35 STRACHEY, William, The Historie of…, Op. Cit., p. 65. Es interesante destacar que Strachey arribó a la colonia en mayo de 1610, por lo que su testimonio alude a referencias aportadas por terceros. 36 CUSTALOW, Linwood “Little Bear”, DANIEL, Angela L. “Silver Star”, The true story…, Op. Cit., p. 6. 37 SMITH, John, “Generall Historie”, en ARBER, Edward (editor), Travels and…, vol. 2, Op. Cit., p. 455. 38 Este testimonio no figura en ninguna de los escritos previos de Smith. En relación con este episodio,

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Malena López Palmero pensable que una niña de la elite nativa fuera capaz de sortear la guardia de los guerreros que permanentemente escoltaban a Powhatan ya su familia.39 Tan articulada estaba la defensa de Powhatan que al poco tiempo hizo trasladar la población entera de Werowocomoco a Orapack, un sitio alejado y amparado por el denso bosque, para evitar el contacto con los colonos. De esa manera, los indígenas evitarían ser atacados y expoliados, mientras que los colonos se verían acorralados por la falta de provisión. Según la historia oral de los Mattaponi, Pocahontas fue iniciada en la adultez mediante un ritual llamado “huskanasquaw” (malinterpretado por los ingleses como un sacrificio de niños), que le confirió el nombre de su difunta madre, Pocahontas, que significa “alegre”. En 1610 Pocahontas se casó con un guerrero de la tribu Potomac llamado Kocoum. La única referencia europea a este matrimonio es aportada por Strachey: “la joven Pocohunta [sic] … que en tiempos pasados se dirigió alguna vez a nuestro fuerte, ahora está casada con un capitán privado, llamado Kocoum, desde aproximadamente dos años.40 Los Mattaponi agregan que Kocoum era uno de los cincuenta guerreros de elite que protegían Werowocomoco. A instancias de Powhatan, Pocahontas y Kocoum dejaron Werowocomoco para residir en el poblado de Potomac, donde estarían protegidos de eventuales ataques. En Potomac, sostienen los Mattaponi, Pocahontas tuvo su primer hijo.41 La transformación más drástica de la identidad de Pocahontas se inició a partir de su secuestro y no, como predica el imaginario popular, a causa de la supuesta admiración que le despertaba la cultura europea. Fue una transformación inducida violentamente y no voluntariamente. En 1613, el capitán Samuel Argall y el gobernador Thomas Dale concertaron el secuestro de Pocahontas, que para entonces tendría quince o dieciséis años. Según relata un testigo llamado Ralph Hamor, los colonos contaron con la colaboración de Iapazeus, hermano del werowance de la comunidad Potomac, quien habría entregado a Pocahontas a cambio de “una pequeña marmita de cobre y algunos otros juguetes menos valiosos pero altamente estimados por él”.42 Karen Robertson analizó discursivamente el pasaje de Hamor como una subversión de las responsabilidades en torno al secuestro de Pocahontas. Hamor presenta al capitán Argall como un raptor que obra siguiendo una lógica militar, a

Barbour apunta que Generall Historie es una “historia bien contada” que contiene un alto grado de elaboración, pero que eso no lo hace necesariamente falso. BARBOUR, Philip L., Pocahontas and…, Op. Cit., nota 9, p. 260. 39 CUSTALOW, Linwood “Little Bear”, DANIEL, Angela L. “Silver Star”, The true story…, Op. Cit., p. 31. 40 STRACHEY, William, The Historie of…, Op. Cit., p. 54. 41 CUSTALOW, Linwood “Little Bear”, DANIEL, Angela L. “Silver Star”, The true story…, Op. Cit., pp. 43, 47. 42 HAMOR, Ralph, A true discourse of the present estate of Virginia, and the successe of the affaires there till the 18 of Iune 1614, John Beale, Londres, 1615, p. 5.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 la que define como una represalia por el asesinato del capitán Ratcliffe,43 mientras que los colaboradores indígenas, que la entregaron a cambio de bagatelas, cumplen el condenable papel de traidores. 44 La versión de los Mattaponi, por el contrario, hace hincapié en la violencia ejercida por los ingleses, quienes antes de partir rumbo a Jamestown con la rehén, asesinaron a Kocoum.45 Como precio por la liberación de Pocahontas, los colonos exigieron que Powhatan haga entrega de los hombres ingleses que tenía bajo su control, junto con las armas de fuego y herramientas que concentraba, además del aprovisionamiento de alimentos. Pero el gran líder algonquino no reaccionó de la manera esperada y pasaron tres meses hasta que dio muestras de conciliación, que resultaron provocadoramente insuficientes: el envío de siete mosquetes inservibles y la promesa de 500 fanegas de grano en caso de liberar a Pocahontas.46 Los colonos entonces prepararon su ofensiva para forzar a Powhatan a aceptar sus condicionamientos. Para ello dispusieron una flotilla de ciento cincuenta hombres, liderados por Dale y Argall, y remontaron el río James para forzar el pago del rescate, pero Powhatan no los recibió. La renuencia de Powhatan a pactar con los ingleses posiblemente formaba parte de su estrategia de resistencia, o como sostienen los Mattaponi, evitaba posibles represalias. El gobernador Dale se lamentaba en una carta de que “... si su padre la hubiese amado, no la habría valorado menos que unas viejas espadas”.47 Antes de retirarse a Jamestown los ingleses cometieron un ataque brutal en la costa: quemaron cerca de cuarenta casas y lo que encontraban a su paso, saquearon, hirieron y mataron a cinco o seis de sus hombres. El ataque fue sintetizado sarcásticamente por Dale de esta manera: “Ahora podría juzgar Señor, si el dios de la batallas no ha brindado una mano es eso, con nuestras fatigadas espadas, matando sus hombres, quemando sus casas y tomando su grano, que finalmente nos tendieron la paz”.48 Después de ese atroz ataque Powhatan cedió a las pretensiones de los colonos, lo que

43 Ibídem, p. 7. Ratcliffe, cuyo verdadero nombre era John Sicklemore, fue asesinado junto con 14 de sus hombres durante una campaña a poblados nativos con el objetivo de proveerse de alimentos, en diciembre de 1609. PERCY, George, “A true relation…” (Londres, 1624), en Tyler’s Quarterly Historical and Genealogical Magazine, Vol. III. Nº: 4, Richmond, Virginia, abril de 1922 (259-282), p. 266. 44 ROBERTSON, Karen, “Pocahontas at the masque”, en Signs, vol. 21, Nº 3, primavera de 1996 (551-583), p. 566. 45 CUSTALOW, Linwood “Little Bear”, DANIEL, Angela L. “Silver Star”, The true story…, Op. Cit., p. 51. 46 HAMOR, Ralph, A true discourse of…, Op. Cit., p. 6. 47 DALE, Thomas, “To the R. and my most esteemed friend Mr. D.M at his house at F. Ch. in London” (1614), en Ibídem, pp. 53-54 48 HAMOR, Ralph, A true discourse of…, Op. Cit., pp. 8-55.

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Malena López Palmero éstos entendieron como el inicio de una “etapa de paz”. En todo caso una paz apoyada sobre constantes y temerarias amenazas de los colonos. Pocahontas nunca fue recuperada por su comunidad, lo cual indica que los términos de la paz eran, cuanto menos, tensos.49 Esto podría deberse a que los colonos consideraban insuficientes las entregas de grano o que Powhatan continuaba ejerciendo algún tipo de presión. Según la historia oral de los Mattaponi, Powhatan quiso recuperar a su hija y pagó el rescate consignado, pero nunca fue reconocido porque, manteniendo a Pocahontas cautiva, los ingleses disuadían eventuales contraataques indígenas. Lo que para los nativos era una dramática extorsión, para los ingleses era un principio de paz. Un punto crítico de la colonia era que muchos colonos huían voluntariamente a los poblados indígenas para escapar de la miseria y el orden marcial que dominaban en Jamestown. En su carta, Dale explicaba que el cautiverio Pocahontas le permitiría, entre otras cosas, recuperar a los “hombres que habían huido”, uno de los cuales había vuelto a escapar a otro poblado después de que Powhatan le diera la orden de regresar con sus compatriotas. 50 Otro indicio para pensar la precariedad de la paz es aportado por el matrimonio de Pocahontas con John Rolfe. Los colonos vieron con optimismo la unión matrimonial porque –según su prisma europeo– podría garantizar una paz definitiva con los nativos y de esa manera establecer condiciones que permitieran la expansión de la colonia. El matrimonio se consumó el 5 de abril de 1614 con el consentimiento de Dale y la supuesta autorización de Powhatan, que no asistió a la ceremonia en Jamestown pero envió en su lugar a un hermano suyo y a dos de sus hijos. En palabras del gobernador Dale, desde que Pocahontas “... se casó con un caballero inglés de buena posición, otro nudo ata más fuerte esta paz”.51 Tan empeñado estaba Dale en reforzar la paz a través de las alianzas matrimoniales que él mismo, que tenía esposa en Inglaterra, solicitó a Powhatan la mano “... de una hija suya (siendo ya Pochahuntas nuestra posesión) de quien se dice es su adorado deleite, y seguramente la estimaba como a su propia alma) para asegurar su compromiso de paz”.52 La negativa de Powhatan a entregar a su hija revela, como apunta Joan Linton, que éste desestimó el valor de Pocahontas como agente de paz.53 Una lectura alternativa pondera la

49 La versión opuesta considera que Pocahontas, por su incansable curiosidad por la forma de vida de los ingleses, encontró cierta comodidad en su cautiverio. Esta interpretación, tan controversial como popular, no resiste el análisis histórico. 50 DALE, Thomas, “To the R. and…”, Op. Cit., pp. 52- 54 51 Ibídem, p. 55. 52 HAMOR, Ralph, A true discourse of…, Op. Cit., p. 37. Hamor, ayudado por sus “propios conocimientos” ofició de intérprete junto con Thomas Savage. La narrativa sigue con otros asuntos lo que indica que las peticiones de Dale no tuvieron la respuesta esperada por parte de Powhatan. 53 LINTON, Joan Pong, The Romance of the New World. Gender and the Literary Formations of English Colonialism, Cambridge University Press, New York, 1998, pp.177-178.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 renuencia del gran líder algonquino a aceptar cualquier acuerdo con los ingleses, incluso los formulados en términos de amistad y paz. A una década de la ocupación colonial y su violenta dinámica, Powhatan podría considerar cualquier negociación con los ingleses como un avance de los invasores en detrimento de su propia autoridad. El planteo de Linton contribuye con esta mirada en la medida en que afirma que “... para los colonos la paz se volvió un pretexto para la expansión, un proceso facilitado por la institución de la propiedad privada de la tierra en Virginia”.54 El matrimonio Pocahontas con Rolfe se consumó merced al secuestro de la joven, aunque su bautismo colaboró en buen grado, ya que se le confirió una identidad aceptable para los ingleses de ambos lados del Atlántico. Según los colonos, Pocahontas adhirió voluntariamente a la nueva fe durante el año que estuvo cautiva. Al respecto, Dale escribió: “Yo hice que la hija de Powhatan sea cuidadosamente instruida en la religión cristiana, quien después de haber hecho algunos buenos progresos en ese aspecto renunció públicamente a la idolatría de su país, confesó abiertamente su fe cristiana, [y] fue, como ella deseó, bautizada”.55 En la misma línea, Rolfe resaltaba en la joven “... su deseo de ser enseñada e instruida en el conocimiento de Dios, su capacidad de entendimiento, su acertada voluntad en recibir cualquier buena impresión…”.56 Estos pasajes expresan la predisposición de Pocahontas a aceptar la religión y la cultura de los invasores, lo cual constituye un elemento central de la leyenda de Pocahontas que sobrevive hasta nuestros días, y que naturalmente no puede comprobarse en términos históricos. Aún la aplicación del método histórico más primario indica que es improcedente hacer afirmaciones sobre la “voluntad” de quien ha sido privado de su libertad y no ha dejado testimonio genuino, sino que se ha expresado a través de otros que, precisamente, mantienen con ese sujeto un vínculo, sino violento, al menos coercitivo. Pero a los efectos del plan colonizador, el mensaje tenía un efecto notable: que una “princesa” indígena abandonara “voluntariamente” su religión para aceptar la fe cristiana era un argumento contundente para probar los éxitos de la colonización fundados en la misión civilizadora, y de esa manera justificar y promover la conquista. Esa intención parece haber abrigado Dale en 1614 cuanto tomó su determinación de llevar a Pocahontas a Inglaterra: “... ella vive civilizada y amorosamente con él [Rolfe] y yo confío

54 Ibídem, p. 179. 55 Ibídem, p. 55. Alex Whitaker, Ministro religioso del recientemente fundado asentamiento de Henrico, fue probablemente quien bautizó a Pocahontas, “... asunto en el que Sir Thomas Dale ha trabajado largamente para que prenda en ella”. Alex Whitaker, “To my verie deere and loving cosen M. G. Minister of the B. F. in London” (18 de junio de 1614), en HAMOR, Ralph, A true discourse of…, Op. Cit., p. 60. 56 John Rolfe, “Gentle-mans letters to Sir Thomas Dale, that after married Powhatans daughter, containing the reasons moving him thereunto”, en HAMOR, Ralph, A true discourse of…, Op. Cit., p. 66.

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Malena López Palmero aumentará en bondad, tal como el conocimiento de Dios aumentó en ella. Irá a Inglaterra conmigo”.57 Según Hamor, para entonces Pocahontas era bien conocida en Inglaterra como la “Nonparella de Virginia”,58 lo que a su vez indica la popularidad que había alcanzado el texto de Smith de 1608. Dos años después, John Chamberlain, accionista de la Compañía de Virginia de Londres, escribió en una carta: “Sir Thomas Dale ha arribado desde Virginia y trajo con él cerca de diez o doce viejos y jóvenes de ese país, de los cuales la persona más extraordinaria es Pocahuntas (hija de Powhatan, un rey o cacique de ese país), casada con un tal Rolfe, un inglés”.59 Con ellos iba Thomas Rolfe, el hijo recién nacido de Pocahontas.60 Entre los pasajeros nativos viajaba un sacerdote y consejero de Powhatan llamado Uttamatomakkin, a quien Powhatan había enviado en calidad de informante con el propósito, según Smith, de “... contar la población aquí e informarlo bien de cómo éramos nosotros y nuestro estado”. En Generall Historie, Smith incluyó un pasaje que revelaba la disconformidad de este dignatario nativo por el trato recibido en Inglaterra, lo que Hulme analiza como una disrupción de los lazos de reciprocidad imperantes entre los algonquinos. Así le reclamaba Uttamatomakkin a Smith: “Tu le diste a Powhatan un perro blanco, al cual alimentó como si fuera el mismo; pero tu rey no me dio nada, y yo soy mejor que tu perro blanco”.61 Si bien en 1624 Smith reconoció que los reyes y otros nobles como Lord de la Warr (gobernador de Virginia entre junio de 1610 y marzo de 1611) habían demostrado estima a Pocahontas, ésta no fue alojada en la corte, sino en un albergue de Londres cuyos costos, cuatro libras diarias, fueron solventados por la “pobre compañía”.62 El 6 de enero de 1617, en ocasión de la Noche de Reyes, Pocahontas fue invitada junto con Uttamatomakkin al Palacio de Whitehall para presenciar “La visión de las delicias”, de Ben Johnson. Algún tiempo antes, en Londres, fue retratada por el grabador flamenco Simon van de Passe, el mismo artista que retrató a Jacobo I, John Smith y Walter Raleigh, entre otros. El retrato muestra a una joven de mentón pronunciado y mirada severa que, según Chamberlain, componía una “magnífica pintura de una no-hermosa dama”.63 Pocahontas aparece atavia-

57 DALE, Thomas, “To the R. and…”, Op. Cit., p. 56. 58 HAMOR, Ralph, A true discourse of…, Op. Cit., p. 4. 59 “Chamberlain to Carleton” (22 de junio de 1616), en BROWN, Alexander (editor), The genesis of the United States, 2 Vols., Boston, Houghton, Mifflin and Company, 1891, vol. 2, (789-790), p. 789. 60 La historia sagrada de los Mattaponi arguye que el niño fue el amargo fruto de una violación. El matrimonio con Rolfe habría sido un artificio para enmascarar y desligar del atroz hecho a las autoridades coloniales. CUSTALOW, Linwood “Little Bear”, DANIEL, Angela L. “Silver Star”, The true story…, Op. Cit., p. 65. 61 SMITH, John, “Generall Historie…”, Op. Cit., p. 534. 62 CHAMBERLAIN, John, “Letter to Sir Dudley Carleton (22 de febrero de 1617)”, en ROBERTSON, Karen, “Pocahontas at the…”, Op. Cit., p. 554. 63 Ibídem.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 da según la moda de las damas de la alta sociedad inglesa, aunque un abanico de plumas señala su origen indígena. Karen Robertson interpreta el viaje de Pocahontas a Inglaterra como una exhibición pública de los éxitos de la Compañía de Virginia64 A través de un serio análisis de los discursos que rodearon a la figura de Pocahontas en Inglaterra, Robertson encontró serias contradicciones entre éstos y la realidad que enfrentaban los colonos en Virginia. Si bien el flagelo del hambre había pasado, en buena medida por los continuos refuerzos de hombres y provisiones que enviaba la Compañía de Londres (que por otra parte enfrentaba problemas financieros), y el nuevo asentamiento de Henrico emanaba promesas de prosperidad en base al cultivo comercializable del tabaco, las dificultades derivadas de la producción y del contacto con los indígenas no se habían resuelto. En un fragmento de Generall Historie, Smith incluyó el episodio de su reencuentro con Pocahontas en Brentford, en los suburbios de Londres, donde tenía su residencia la familia Rolfe. Según Smith, Pocahontas “... después de una modesta salutación y sin mediar palabra se volvió y oscureció su cara … y así la dejamos por dos o tres horas”. Cuando finalmente se pronunció, la joven replicó a Smith: “Tú prometiste a Powhatan que lo que era tuyo sería suyo y lo mismo hizo él; tu lo llamaste padre, siendo un extranjero en la tierra de él, y por la misma razón yo debería hacer lo mismo contigo … Tus compatriotas siempre nos dijeron que tu estabas muerto, y no supe otra cosa hasta que vine a Plimoth [sic]; aun así Powhatan dio la orden a Uttamatomakkin de buscarte y saber la verdad, porque tus compatriotas mienten mucho”.65 Tal como ocurrió con el episodio del rescate de diciembre de 1607, no existen testigos que refrenden la veracidad de este testimonio. Lo que sí puede afirmarse, como se desprende del contexto de publicación de Generall Historie, es que John Smith escribió este relato como autodefensa de su liderazgo en Virginia, ya que con magistrales giros literarios se comparó con Powhatan, al tiempo que tachaba a sus contemporáneos de mentirosos. Pocahontas murió en marzo de 1617 a bordo del “George”, el navío de la Compañía de Virginia que, capitaneado por Samuel Argall, partió rumbo a la Bahía de Chesapeake. Cerca de la desembocadura del Támesis y sin razón aparente, “... quiso Dios tomar a esta joven dama para su misericordia en Gravesend, donde no provocó más que lamentos por su inesperada muerte”. Lo que para la historiografía ha sido producto de una afección de viruela, para la historia sagrada de los Mattaponi fue una muerte provocada por envenenamiento, como atestiguó a su regreso la hermana de Pocahontas y esposa de Uttamatomakin,

64 ROBERTSON, Karen, “Pocahontas at the…”, Op. Cit., p. 553. 65 SMITH, John, “Generall Historie…”, Op. Cit., p. 533.

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Malena López Palmero llamada Mattachanna.66 Su pequeño hijo Thomas Rolfe, “... fue por ese motivo trasladado a Plimoth [sic] con Sir Lewis Stukly, que deseó tenerlo bajo su cuidado”.67 Hasta aquí, el recorrido documental ha permitido acercar una interpretación histórica, donde Pocahontas pierde el velo de personaje mítico para convertirse en un actor social que, por su derrotero, tuvo un rol protagónico durante la primera década de colonización inglesa de Virginia, entre 1607 y 1617. La lectura crítica de las fuentes escritas, en contraste con la historia oral de los nativos, que merece la consideración del historiador e incorpora una interpretación que desafía los discursos y apropiaciones que se desprenden de los textos ingleses, permite avistar un nuevo paisaje de la historia colonial norteamericana. Pocahontas no fue quien salvó a la colonia de la ruina, como afirmó John Smith y que con tantas variantes se instaló en la cultura popular norteamericana, desde el siglo XIX. Su conversión religiosa y el mestizaje tampoco fueron el resultado de una dominación colonial efectiva, y mucho menos del avance civilizador europeo en América. Fueron artificios gestados en violentas campañas perpetradas por los colonos de un dominio colonial en vías de construcción. Su viaje a Inglaterra no fue tanto el trofeo de un proceso exitoso, sino parte de una campaña de propaganda de la empresa colonial, que a una década de su instauración seguía atravesando serias dificultades, y cuya contraparte era la vehemente resistencia de la población nativa. Recibido: 24/10/2011 Aceptado: 25/11/2011

66 “Pocahontas y John Rolfe cenaron junto con Argall en la recámara del capitán. Pocahontas súbitamente se descompensó. Ella retornó a su aposento por sus propios medios, enferma del estómago, y vomitó. Le dijo a Mattachanna que los ingleses le habrían puesto algo en su comida. Mattachanna y Uttamattamakin intentaron asistir a Pocahontas en su repentina enfermedad. Como Pocahontas comenzó con convulsiones, Mattachanna fue en busca de Rolfe. Cuando retornaron, Pocahontas había muerto. CUSTALOW, Linwood “Little Bear”, DANIEL, Angela L. “Silver Star”, The true story…, Op. Cit., p. 83. 67 “The government devolved to Captaine Samuel Argall, 1617”, en ARBER, Edward (editor), Travels and…, Op. Cit., p. 535.

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Guerra en los libros. La competencia colonial del siglo xviii entre Gran Bretaña y Francia en los libros del Museo Etnográfico de Buenos Aires (1690-1800)1 Rogelio C. Paredes Facultad de Filosofía y Letras-UBA Resumen Tras la prolongada decadencia del predominio español en Europa y la más reciente crisis del colonialismo holandés, Gran Bretaña y Francia se disputaron el dominio en los mares y los territorios de ultramar a lo largo de la primera mitad del siglo XVIII. El conflicto, que se resolvería a favor de los británicos con su victoria sobre los franceses en la Guerra de los Siete Años (1756-1763), dejó sus huellas en un prolongado duelo editorial con que ambos países trataron de conocer, traducir y difundir la literatura de viajes del otro, con vistas a beneficiase con sus descubrimientos y anticiparse a sus planes de conquista y adquisición. El propósito del artículo consiste en describir algunos aspectos de esta doble confrontación –militar y editorial– sobre la base de los libros de viaje existentes en la biblioteca del Museo Etnográfico de Buenos Aires. En su acervo bibliográfico se destaca una significativa cantidad de ediciones en inglés y francés. Estos documentos revelan el interés recíproco de estas potencias por sus avances geográficos, coloniales y científicos a todo lo largo del siglo XVIII. Sobre la base de los libros existentes en el Museo Etnográfico, este trabajo no sólo procura documentar en el plano intelectual, científico y editorial la competencia diplomática y militar entre los colonialismos británico y francés, sino también indagar la importancia de la difusión bibliográfica como instrumento de propaganda de sus objetivos coloniales y de incorporación de los intereses del público lector a la empresa de expansión comercial y territorial en ultramar. Palabras clave: Francia - Gran Bretaña - Colonialismo - Literatura de Viajes - Siglo XVIII Abstract After the long Spanish domination over Europe, and the decadence of Holland’s colonialism, Great

1 Una versión previa de este artículo fue presentado en las VII Jornadas Nacionales de Historia Moderna y Contemporánea. Diálogos entre el pasado y el presente frente al Bicentenario, 18, 19 y 20 de octubre de 2010, Universidad Nacional de Cuyo, Facultad de Filosofía y Letras. Las notas y citas de este artículo procuran transcribir completos los títulos de los libros citados, en su ortografía original. PAREDES, Rogelio, “Guerra en los libros. La competencia colonial del siglo XVIII entre Gran Bretaña y Francia en los libros del Museo Etnográfico de Buenos Aires (1690-1800)” en Avances del Cesor, Año VIII, N° 8, 2011, pp. 129-154.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 Britain and France disputed his domination over the seas in the first half of Eighteenth century. The conflict was solved with the brutish victory over France during the Seven Years’ War (1756-1763) and marked the books’ edition in both countries for the knowledge, translation and dissemination of voyages’.narratives, in order to achieve new discoveries and anticipate next conquest and possessions. This article proposes make a description of theses conflicts from the military and publishing events, from the books of Museo Etnográfico de Buenos Aires’ Library. This library have a lot of English and French texts on voyages and explorations of colonial territories. These books show the important and mutual interest between Great Britain and France for the geographical, colonial and scientific achievement in the Eighteenth century. About these books, this article shows the intellectual, scientific and publishing competition further diplomatic and military rivalry between British and French colonialism. Besides, it analyses the importance of voyages’. Narratives for the advertising of colonial enterprise and its commercial and territorial aims to the public in order achieve his support. Key words: France - Great Britain - Colonialism - Voyages’ Narratives - Eighteenth century

Aunque manteniendo el anonimato, el autor de la Histoire des Navigations aux Terres Australes (París, 1756) asumía plenamente, aunque entre líneas, que su tarea de historiador y de escritor dedicado a entretener al público con el tema de su obra, involucraba también inevitablemente, las responsabilidades del hombre de Estado. (Las narraciones sobre el mar austral se encontraban hasta ahora) sumidas en una inmensa multitud de relatos, en lengua latina, española, inglesa y holandesa, en las que nadie se había atrevido a buscarlas; en una cantidad de expediciones muy áridas, muy aburridas, relativas a centenares de objetos distintos, por lo cual sería casi imposible procurar una lectura interesante… Fue necesario rendirse, ante todo, a la consideración de que los conocimientos aquí reunidos pudiesen un día servir de algo a nuestra nación, para adquirir allí las más grandes y mejores posesiones sobre este mundo desconocido, cuando se haya tomado el partido de recorrer por completo sus rutas en lo que se refiere a la marina, de poner sus sentidos y sus recursos principales a organizar flotas numerosas de guerra y de comercio, como es evidente que debe hacerse con ellos por su propio interés, y lo mismo por necesidad del estado actual de Europa, en una cuestión en que una potencia vecina afecta visiblemente la monarquía universal del mar, sin consideración ni miramientos para ninguna otra nación. He aquí lo que ha dado nacimiento a esta obra que fue hecha en poco tiempo, que el autor nunca soñó hacer.2

2 Histoire des Navigations aux terres australes contenant ce que l’on sait des navigations des mœurs et des productions des Contrées découvertes jusqu’ a ces jours... Paris. Chez Durand, rue de Foin au Griffon 1756. Avec Approbation et Privilege du Roy, 2 tomos, pp. 5-6. Todas las citas de originales franceses e ingleses realizadas en este artículo son traducción del autor.

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Rogelio C. Paredes Servir a la patria y agradar al lector: el autor de este texto, Charles de Brosses (1709-1777) llegó varias veces a desempeñarse en lugares prominentes de la magistratura, pero nunca dejó acallar su vocación por las letras, la filosofía y las ciencias naturales. Su Histoire des Navigations marcó un hito en la geografía mundial, cuando bautizó con la denominación de Australasia y Polinesia las extensas regiones oceánicas que debían haber coincidido con la Terra Austral Incógnita que buscaban holandeses e ingleses desde un siglo atrás. La fecha de la publicación de la obra, 1756, el año de inicio de la Guerra de los Siete Años, y de la apertura de las hostilidades contra los británicos –con sus perspectivas de una ampliación de las posibilidades de expansión colonial francesa– muestra hasta qué punto las armas, las letras y la ciencias colaboraban íntimamente en la Francia ilustrada de Luis XV. Siete años después, cuando la Paz de París de 1763 sellaba la victoria de los enemigos británicos, los franceses tuvieron ocasión de experimentar la frustración de sus proyectos y, al mismo tiempo, la crisis de su literatura de viajes que trataba de ser su soporte discursivo. Las consecuencias del conflicto dejó sus huellas visibles en el prolongado duelo editorial con que ambos países trataron de conocer, traducir y difundir la literatura de viajes del otro, con vistas a beneficiase con sus descubrimientos y anticiparse a sus planes de adquisición. La más vigorosa literatura de viajes inglesa iba imponiéndose en los mercados europeos como un instrumento de mayor aptitud para el conocimiento y el dominio del mundo ultramarino, en un género bastante diverso del que habían cultivado los súbditos de la cristianísima monarquía al otro lado del Canal de la Mancha. Los exitosos viajes del inglés George Anson (1740-1744) y del francés Louis Antoine Bougainville (1766-1769) realizados durante el desarrollo de los conflictos militares anglo-franceses del siglo XVIII, representaron bien ese contraste en la forma de producir, escribir y hacer circular la información obtenida en los viajes por ambas potencias antagónicas y permiten, quizá, señalar algunos de sus contrastes. Una de las más notables manifestaciones de este duelo pueden reconocerse en el rico fondo bibliográfico de la sección de Viajeros de la Biblioteca Augusto Raúl Cortazar del Museo Etnográfico de Buenos Aires, que contiene numerosos relatos de viajes de los siglos XVII, XVIII, XIX e inicios del XX. Este conjunto de lecturas siguen constituyendo un material de invalorable interés para analizar las aristas culturales y editoriales de diversas etapas de la vida social, económica y política de la Europa Moderna y de sus dependencias americanas. Con sus 584 volúmenes, este fondo bibliográfico proporciona una perspectiva singular para esta parte del mundo sobre la literatura de viajes y sobre sus extensas implicancias en todos los aspectos de la historia moderna mundial, considerándola como un resultado dinámico de las interacciones entre las metrópolis y sus colonias. Sus libros de viaje constituyen una fuente estudiada de la historia europea y ultramarina, que permite situar los discursos y las prácticas de los exploradores, conquistadores y colonizadores en

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 ultramar como elemento constitutivo –y decisivo– de su propia situación en Europa y el mundo, según las cambiantes coyunturas del contexto moderno/colonial.3 Sobre la base de estas numerosas ediciones de época francesas y británicas, este artículo se propone analizar diversos aspectos relacionados con los relatos de viaje (editores, traducciones, dedicatorias y públicos) como un componente relevante de los intereses antagónicos de ambas potencias en busca de movilizar la opinión de los lectores a favor de sus proyectos y, al mismo tiempo, de alentar en ellos su participación en la empresa colonial, centrándose particularmente en los relatos de viajes franceses del siglo XVIII, numéricamente más representativos que los británicos. Se procura demostrar, entonces, de qué modo y en qué medida la materialidad y el contenido de los textos, volcados incluso a la lengua de los adversarios, no sólo refleja la intensa competencia entre Francia y Gran Bretaña por la posesión de los territorios de ultramar, sino que presenta, claros indicios de la diferencia que tenía la práctica social de los viajes a ambos lados del Canal de la Mancha en términos de objetivos, de actores sociales involucrados, de expectativas económicas y políticas y de formas de circulación social de la información. Esta doble confrontación, a la vez militar y editorial, documenta el interés recíproco de ambos países por los avances geográficos, coloniales y científicos de sus rivales desde fines del siglo XVII y hasta mediados del siglo XVIII, en el plano intelectual y literario, y la competencia diplomática y militar entre los dos colonialismos británico y francés; y procura avanzar en un intento de definir la importancia de la difusión bibliográfica como instrumento de propaganda de sus objetivos coloniales y de incorporación de los intereses del público lector a la empresa de expansión colonial. La empresa editorial puede comprenderse así como parte de una interacción más amplia en la cual el crecimiento económico, las aspiraciones sociales, el conflicto militar y la diplomacia ocupan cada una su papel, objeto de análisis de este artículo. Su desarrollo intenta documentar las diversas etapas de la competencia entre ingleses y franceses según las cambiantes condiciones de estos diversos factores.

Inglaterra toma la ofensiva: científicos de Londres y bucaneros del Caribe (1660-1715) Con la declinación de la potencia marítima y comercial holandesa, a mediados de la década de 1670, el escenario de las posesiones y aspiraciones europeas en ultramar quedó enteramente abierto a la competencia de sus grandes rivales de aquélla: Inglaterra y Francia. Después de 1672, la República de las Provincias Unidas había enfrentado el doble desafío de resistir una invasión de sus territorios por las tropas de Luis XIV y de sostener un

3 Concepto tomado de la obra de MIGNOLO, Walter, Local Histories/Global Designs. Coloniality, Subaltern Knowledges and Border Thinking, Princeton University Press, Princeton, 2000, para aludir al carácter dialéctico del proceso en la conformación de la modernidad europea.

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Rogelio C. Paredes extendido frente de guerra naval contra los ingleses en los mares de Europa, de América y Asia. Las paces sucesivas con Inglaterra (1674) y con Francia (1678), si bien preservaron la independencia política y la integridad territorial holandesa, afectaron su status de potencia naval.4 El lugar que dejaba vacante al frente del colonialismo europeo se dirimiría entre finales del siglo XVII y mediados del XVIII entre sus enemigos de 1672. En esa disputa por la herencia naval y colonial holandesa, sin embargo, resulta claro que Inglaterra obtendría una ventaja inicial sobre su rival francesa. Por la evolución de la diplomacia europea del momento5 y el estallido de la Revolución Gloriosa en diciembre de 1688, Guillermo III de Orange, estatúder de la república holandesa, se convirtió a su vez en soberano de Inglaterra hasta 1702, y ambas rivales se unieron no sólo para derrotar los planes de expansión continental de Francia, sino que los ingleses recibieron de sus aliados, además, un notable caudal de conocimientos, técnicas y recursos que supieron emplear muy bien en la preparación de su futura expansión colonial. Además de los nuevos procedimientos agrícolas, su organización bancaria, su sistema de asistencia pública y parte de los capitales de su empresa colonial, los ingleses incorporaron de los holandeses conocimientos marítimos y geográficos para sus empresarios y navegantes. La colaboración angloholandesa en diplomacia, guerra, comercio y navegación que auspiciaba el estatúder y rey Guillermo III de Orange dejó, herencias significativas. El acceso de los miembros de la Royal Society de Londres a las narraciones de viaje holandesa –que ya circulaban por Europa en versiones originales menos accesibles del holandés, o en latín– permitió la más amplia divulgación de esos textos en idioma inglés. Es el caso de la difundida recopilación de viajes de Tancred Robinson, Un relato de diversos viajes y descubrimientos recientes,6 Robinson, médico de la corte y miembro de la Real Sociedad, la publicó por primera vez en 1694 y volvió a editarla en 1711, incluyendo en ella no sólo los viajes de los ingleses John Narbrough y John Wood, con sus respectivas exploraciones del Atlántico Sur y del Mar del Norte –el segundo en busca del paso al Océano Pacífico por el Noreste– sino también las expediciones holandesas de Abel Tasman en el Pacífico Sur y de Fredrick Marteen en Groenlandia, todas ellas, como declara el título, concretadas en las décadas de 1670 y 1680. El editor inglés complementaba así, con ingenio, un esquema muy completo de trayectos muy diversos: el viaje de Tasman podía ensamblarse con el de Narborough al Estrecho de Magallanes –a través del cual llegó a Chile y el Pacífico– mientras 4 ISRAEL, Jonathan, The Dutch Republic. Its Rise, Greatness and Fall, 1477-1806, Clarendon Press, Oxford, 1995, capítulos 29-32. 5 Por el tratado de Westminster (febrero de 1674), Inglaterra y Holanda concluyeron la guerra, y se iniciaron las gestiones diplomáticas que concluyeron con la unión matrimonial entre María Estuardo, sobrina de Carlos II y Guillermo de Orange (noviembre de 1676) ambos convertidos, después de 1688, en soberanos de Inglaterra. 6 An Account of several late Voyages and Discoveries to the South and the North, Welford, London, 1694.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 que las exploraciones –comprobadamente inútiles– de Wood por los helados mares del Polo Norte podían añadirse al viaje de Marteen a Groenlandia. La versión original holandesa de los viajes de la recopilación de Robinson es la de Peter van der Aa, Naukeurige Verdameling der Gedenkwaardigste Zee en Land Reysen (Ámsterdam, 1706-1708) que incorporaba, a su vez, traducciones de algunos viajes ingleses al Caribe y al Brasil, de gran interés para la Compañía Holandesa de Indias Occidentales, que mantenía todavía posesiones en Curazao, Guyana y Antillas. En la Biblioteca de Museo Etnográfico puede verse un ejemplar de la compilación de Tancred Robinson en su edición de 1694. Las mencionadas ventajas de Inglaterra en conocimientos, recursos y adquisiciones territoriales no procedían tan sólo de la acción combinada de los círculos académicos y de los miembros de su elite mercantil, sino también de la tumultuosa vida de parte de sus sectores marginales, que habían emigrado para establecerse en las Antillas y, desde sus bases, asolaban los puertos y flotas españolas y publicaban en la metrópoli los relatos de sus aventuras. La variopinta población de europeos –no sólo ingleses– dedicados a la cría de ganado, la explotación forestal, el cultivo de caña de azúcar y el merodeo contra el tráfico español de metales y manufacturas surgía también de las tensiones sociales y culturales que atravesaban sus metrópolis. En esta experiencia particular de la colonización del Atlántico, la marginación socio-política y cultural de estos hombres, denominados genéricamente bucaneros, configuró una sociedad cuyas características originales hicieron posible el fermento de ideas, actitudes y comportamientos que pondrían en crisis el orden político y económico que los había arrastrado hasta allí.7 Hacia finales del siglo XVII, esa población sólo marginalmente dedicada al asalto y saqueo de navíos, comenzó a provocar la crisis del poder español en la región. En las tres últimas décadas del siglo XVII, la ofensiva de los bucaneros caribeños alcanzó un punto culminante. Los ataques sobre las instalaciones españolas en Antillas y Tierra Firme adquirieron grandes dimensiones, a la cabeza de las cuales estuvo en ese momento el célebre Henry Morgan, con base en Port Royal, Jamaica. Como verdadera “sociedad de fronteras” consolidada en el Caribe, los bucaneros demostraron, con sus operaciones de fines del siglo XVII, y sobre todo de comienzos del XVIII, la eficacia militar, económica, cultural y literaria de su turbulenta organización lanzada a la conquista de la riqueza arrebatada a la monarquía española. En el centro de esta experiencia inicialmente pirática y finalmente literaria y científica, se encontraba un hombre que articularía en torno de sí acciones e intereses muy diversos: William Dampier (1652-1715) quien adquirió un rápido renombre por la extensión, variedad y diversidad de los viajes realizados por América, el Pacífico, Asia Oriental y el Indico, y en cuya descripción se hizo notar por sus cualidades como narrador, geógrafo, naturalista, meteorólogo y etnógrafo. En 1697 apareció su primer libro, al que debió parte de su renombre: A New

7 LINEBAUGH, Peter y REDIKER, Marcus, La hidra de la revolución. Marineros, esclavos y campesinos en la historia oculta del Atlántico, Crítica, Barcelona, 2005.

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Rogelio C. Paredes Voyage round the World, y al que dos años más tarde agregó una segunda parte titulada Voyages and Descriptions y un Discourse of the Winds. Sus viajes posteriores (1699-1701) fueron reunidos en un nueva obra publicada en 1703 bajo el título A Voyage to New Holland, dedicaba de manera exclusiva a sus exploraciones por Australia y Nueva Guinea, a la cual completó, en 1709, con una segunda parte. Luego de desempeñarse ocasionalmente como ayudante y capataz en plantaciones de Centroamérica y Antillas, Dampier se alistó en navíos ingleses dedicados a actividades de contrabando y piratería en el Golfo de México y en proximidades del Istmo de Panamá. Pasó luego al Pacífico y a las costas de Perú y de Chile, donde entre 1678 y 1681 operó a las órdenes del capitán William Sharp (o Sharpe), atacando y saqueando embarcaciones y puertos españoles. A partir de 1683, una serie de singulares aventuras lo alejaron del escenario americano y lo llevaron desde las costas de Virginia hasta los mares de Asia, desde donde, casi sin proponérselo, terminó por realizar, en varias etapas, la circunnavegación del planeta. Su segundo viaje, previsto para realizar una navegación interoceánica entre el Atlántico y el Pacífico por el Estrecho de Magallanes, se vio modificado y lo condujo al Océano Indico a través del Cabo de Buena Esperanza. La carrera de Dampier continuó con dos nuevas travesías como corsario, en la segunda de las cuales (1708-1711) le tocó desempeñarse como piloto del célebre capitán Woodes Rogers.8 La empresa de Rogers, parte de las operaciones de la Guerra de la Sucesión Española (1702-1713), fue singularmente exitosa, y su concepción y puesta en marcha se atribuye también a Dampier.9 Dampier, hombre notable de un grupo de bucaneros y marinos, se rodeó de hombres que, a su vez, adquirieron celebridad con la publicación de sus propias aventuras. El primero de todos ellos fue su compañero Basil Ringrose, quien publicó primero sus hazañas y noticias sobre América y el Caribe.10 Otros de sus camaradas descollaron en las décadas posteriores como narradores. El año 1699, el mismo en que Dampier publicó sus Voyages and Descriptions, y su Discourse of the Winds, como apéndices de sus viajes por el Atlántico, el Indico y el Pacífico, el capitán William Hacke editaba una breve colección de narrativas bajo el descriptivo título de A collection of original Voyages containing: Capt. Cowley’s Voyage round the Globe; Capt. Sharp’s Journey over the Isthmus of Darien and Expedition into the South Sea, written by himself; Capt. Woods’ Voyage throu’ the Streights of Magellan; Mr. Roberts’ Adventures among the Corsaires of

8 SILVERBERG, Robert, The Longest Voyage. Circumnavigations in the Age of the Discovery, Ohio University Press, Athens, 1997, p. 496 y s.; WOODARD, Collin: La República de los Piratas. La verdadera historia de los piratas del Caribe, Crítica, Barcelona, 2008, pp. 51-52, 72-75 y 80-83. 9 Ibídem, pp. 72-75. 10 RINGROSE, Basil, “Journal”, EXQUEMELINM Alexander, History of the Buccaneers, V. II, Londres, 1685.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 the Levant; his Account of their Way of living, Description off the Archipelago’s Islands, Turkey and Siria, London, Imprenta James Knapton, 1699. Ambrose Cowley y Bartholomew Sharp también pertenecían al círculo de relaciones de Dampier: el primero había sido piloto del capitán John Cooke, a cuyas órdenes sirvió aquél durante la primera parte de su viaje alrededor del mundo, y el segundo, su capitán en varias empresas realizadas sobre las costas de América destinadas a controlar el tráfico español sobre el Pacífico atacándolo desde Panamá, que después de un exitoso comienzo, se interrumpieron por querellas entre Sharp y Coxon, y que en agosto de 1681 concluyeron en un regreso a Barbados por la ruta del Cabo de Hornos, donde arribó con sus hombres el 28 de junio de 1682.11 Por su parte, Lionel Waffer, aventurero, cirujano y náufrago inglés en las aguas del Caribe, que había acompañado a Dampier en incursiones sobre el istmo de Panamá, publicó ese nismo año A New Voyage and Description of the Isthmus of América, giving an Account of the Autor’s Abode there,... the Indian Inhabitants, their features, complexion... their manners, customs, employments, mariages, feasts, hunting, computation languages, etc. dedicada de manera mucho más específica al Istmo de Panamá y a las poblaciones indígenas del Darién.12

Francia replica: Froger, Frezier y los viajes de la Compañía de Indias Orientales (1689-1715) Como se ha visto, la configuración de las alianzas político-militares europeas bajo el reinado de Luis XIV operó decisivamente en el proceso de construcción y desarrollo del imperialismo ultramarino de sus protagonistas. El estallido de la guerra franco holandesa y el triunfo de la Revolución Gloriosa en Inglaterra consolidaron, como se dijo, una alianza anglo-holandesa opuesta al expansionismo del monarca francés.13 La guerra de la Liga de Augsburgo (1689-1697) sirvió para promover el estallido simultáneo de un conflicto

11 STEPHEN, Leslie y LEE, Sidney (editores), The Dictionary of National Biography. Founded en 1882 by George Smith. From the Earliest Times to 1900, Published since 1917 by the Oxford University Press, 1968, V. X VII, pp. 1357-1358. 12 HACKE, William, Voyages containing: Capt. Cowley’s Voyage round the Globe; Capt. Sharp’s Journey over the Isthmus of Darien and Expedition into the South Sea, written by himself; Capt. Woods’ Voyage throu’ the Streights of Magellan; Mr. Roberts’ Adventures among the Corsaires of the Levant; his Account of their Way of living, Description of the Archipelago’s Islands, Turkey and Siria,, Imprenta James Knapton, Londres, 1699; WAFER, William, A New Voyage and Description of the Isthmus of America giving an Account of the Author’s Abode there... the Indians inhabitants, the features, complexion... their manners customs, employments, mariages, feats, hunting, computation, languages, Londres, 1699. 13 STOYE, Jens, El despliegue de Europa, 1648-1688, Siglo XXI Editores, Madrid, 1974, capítulo 11-12.

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Rogelio C. Paredes territorial –los esfuerzos de los enemigos de Francia por resistir su avance hacia el Rhin– y otro dinástico –la lucha contra los intentos de Luis XIV por restaurar en el trono inglés a su aliado católico, Jacobo I Estuardo, en contra del holandés Guillermo III de Holanda, soberano de Inglaterra. La Francia de Luis XIV no contaba con el recurso a una alianza tan decisiva para alentar su expansión colonial, ni tampoco con un número tan significativo de súbditos aventureros que aportaran información valiosa como su competidora insular. Los franceses sabían, en efecto, que desde mediados de la década de 1680 circulaban entre los lectores ingleses y holandeses unas obritas singulares cuya eficacia superaba la de sus publicistas y hombres de Estado. En 1678, en Amsterdam, había aparecido en holandés la primera edición de la Historia de los Bucaneros de América, del emigrado hugonote francés y médico Alexander Exquemelin, cuyas traducciones inglesa (1684) y francesa (1686) tuvieron un efecto decisivo en el interés y en la forma de conocer y comprender las oportunidades que proporcionaba América a los que se atrevían a desafiar el monopolio español. Pero la Guerra de Devolución (1667-1668) y la política de “fronteras naturales” con anexiones en los Países Bajos y el Franco Condado habían provocado el enfrentamiento abierto con la monarquía española, la única potencia que, por su secular enemistad con Holanda y por su inmenso imperio colonial podría haber contrapesado la carencias francesas en ese campo.14 Esta situación permite comprender porqué Rene Ausguste Constantin de Renneville, hugonote francés exiliado en los Países Bajos, publicó en Amsterdam, en 1710, un Recueil des Voyages, qui ont servi a l’établissement et au progrès de la Compagnie des Indes Orientales formée dans las Provinces Unies des Pais-Bas, en dos tomos, dedicados al contralor general y secretario de Guerra de Luis XIV, Michel de Chamillart, funcionario impopular por su pobre desempeño en la Guerra de la Sucesión Española. Su propósito había sido, escribe el autor: …prometerme algún éxito en el designio que he tenido, de animar a nuestra nación a servirse de los viajes que han servido al establecimiento y al progreso de la Compañía de Indias Orientales formada en las Provincias Unidas de los Países Bajos, para procurarse riquezas que pueden ir hasta el infinito… que los particulares pueden llevar al exceso sin hacer sufrir a los pueblos, y que el público podrá poner con seguridad a todo uso legítimo a cambio de su servicio, proporcionando placer a los pueblos, inclusive a los más alejados, y sin el temor de algún enfadoso retorno. Tales bienes, Monseñor, que nunca dan remordimientos a quienes los procuran, ni disgusto a quienes se sirven de ellos, ni dolores a los que los disfrutan, ni quejas a la menor cualidad del honesto hombre cristiano, serán de la naturaleza de la cual Vuestra delicadeza aspira para secundar las intenciones del más sabio y más poderoso de los Monarcas.15

14 DUCHHARDT, Heinz, La época del Absolutismo, Alianza, Madrid, 1992, capítulos 2 y 5. 15 CONSTANTIN DE RENNEVILLE, Remé, A, Recueil des Voyages, qui ont servi a l’établissement et au progrès de la Compagnie des Indes Orientales formée dans las Provinces Unies des Pais-Bas,

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 La exposición de Renneville no llega tan lejos: cubre las dos décadas iniciales de la expansión de las Provincias Unidas tras la derrota de la Armada Invencible y se cierra a comienzos de 1600. La grandeza de Francia, buscada con esta divulgación de los informes de un súbdito hereje en tierras de una Iglesia Reformada –informes que se parecen mucho a la tarea de un espía– deberá proceder de la sabia imitación de los recursos holandeses para enriquecerse en ultramar. Pero los británicos disponían al respecto de fuentes de información y medios de difusión que los franceses no lograron imitar, pese a que, como se advierte, se esforzaron seriamente en hacerlo. Tratando de tomar la iniciativa, durante, el transcurso mismo de la guerra de la Liga de Augsburgo (1689-1697) la monarquía francesa intentó –y fracasó en su intento– ir por detrás de los bucaneros en su guerra contra España, prueba de la rápida y extendida circulación de las noticias sobre sus empresas. El 3 de junio de 1695, una armada compuesta por seis navíos de guerra franceses, partió de El Havre al mando del señor de Gennes, con más de setecientos hombres y 120 piezas de artillería, con el objetivo de explorar las principales bases europeas para la navegación del Atlántico y cruzar el Estrecho de Magallanes, en busca de las ricas americanas costas sobre el Pacífico de Perú y Centroamérica. El cronista de la expedición, que dice llamarse Froger y haber participado de la empresa con apenas diecinueve años, incorporó a su obra más de treinta mapas y grabados sobre peces, plantas, animales, instituciones y costumbres de los pueblos de África y de América que llegó a visitar.16 Los ingleses lo tradujeron a su lengua y lo incorporaron al elenco de relatos de viajes ultramarinos hechos por bucaneros que florecieron en torno a ese mismo año.17 Los expedicionarios franceses regresaron a su país el 21 de abril de 1697 sin haber hostigado el tráfico español sobre el Pacífico, al que nunca lograron llegar. Froger expone al lector que el proyecto de su capitán habría sido directamente inspirado por bucaneros ingleses deseosos de resarcirse de pérdidas suscitadas en aventuras anteriores Hacia el año 1686, algunos Filibusteros de la Isla de Santo Domingo... después de haber batido muchos años las costas de Caracas, Nueva España y Cuba, sin haber logrado ninguna fortuna, se resolvieron a pasar a las del Mar del Sur, que sabían que eran más ricas y menos fortificadas... El pasaje del Estrecho de Magallanes les

Seconde Edition, Au depense de Etienne Roger, Marchand Librairie, Amsterdam, 1710, 2 tomos, pp. 6-7. 16 FROGER, [François], Relation d’un Voyage de la Mer du Sud, Détroit de Magellan, Brésil, Cayenne, et les îles Antilles, ou l’on voit les Observations que l’Auteur a faites sur la Religion, Mœurs, et Coutumes des Peuples qu’y habitent. Enfin, les divers Animaux s’y trouvent du même que des Fruits et les Plantes qu’y croisent. Par le Mr. Froger. Enrichi des Figures dessinées sur lieux et gravées fort proprement. A Ámsterdam. Chez Honoré et Chatelet, 1715. 17 FROGER, [François], A Relation of a Voyage made into the years 1695, 1696, 1697 on the Coast of Africa, Streights of Magellan, Brasil, Cayenna and the Antilles, by a Squadron of French Men of War, under the Command of M. De Gennes, London, 1698.

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Rogelio C. Paredes pareció más seguro, entraron en número de cuatrocientos veinte hombres en la Mar del Sur... se retiraron a distancia hasta algunas islas donde dedicaron su tiempo a la caza y a la pesca… Luego de haber llevado esta vida funesta por espacio de siete años, resolvieron algunos regresar a la patria, volviendo a pasar al Mar del Norte, se reunieron a tal efecto en la Isla Fernando (Juan Fernández?) donde repartieron su botín... Ante la resolución de regresar, veintitrés de ellos a quienes el azar del juego había hecho perder lo que durante todo ese tiempo habían ganado, se quedaron en esta Isla con una piragua... resueltos a perecer o a volver a ganar al menos lo que tenían... Uno de ellos, nombrado Marcety, se dirigió a Monsieur de Gennes, del que sabía que era muy emprendedor. Monsieur de Gennes escuchó su proyecto y fue a París a volver a presentar las consecuencias a la Corte.18

El Museo Etnográfico conserva un raro ejemplar de la segunda edición del libro de Froger, aparecida en 1715. Para ese momento, la situación de Francia respecto de las posesiones españolas en América se había tornado crítica con el estallido de una nueva guerra ultramarina contra Gran Bretaña y Holanda. Cada vez más, Francia tuvo que interesarse en ella: la rama de los Habsburgo españoles se extinguía con Carlos II, y la dinastía francesa de los Borbones aspiraba a transmitir sus derechos al trono a Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV, en contra de los parientes austríacos del rey español, aliado a Holanda, Gran Bretaña y los principados alemanes. Un conflicto a escala paneuropea enfrentó desde entonces a las monarquías borbónicas de España y Francia aliadas entre sí, contra la casi totalidad de los Estados del continente.19 La debilidad de las colonias del aliado dinástico de Francia en América atrajo la atención del Rey Sol, de sus funcionarios y de sus mercaderes, que temían con razón la expansión de intereses rivales en ese mercado colonial. La monarquía francesa despachó un agente y observador a los dominios australes españoles con la misión de informar a su gobierno sobre el estado de las defensas que amparaban las costas de Chile y de Perú: España era una aliada insegura, y una derrota en la guerra la pondría en la lista de los enemigos. El titular de esta comisión, el ingeniero militar Amedée François Frezier (1682-1773), publicó a su regreso un notable libro con catorce láminas y veintitrés mapas titulado Relación del viaje al Mar del Sur a las costas de Chile y de Perú hecho durante los años 1712, 1713 y 1714, con el detallado inventario de las características, recursos y actividades de las poblaciones coloniales españolas de la región, del que la Biblioteca del Museo Etnográfico posee un ejemplar de la segunda edición,20 dedicada al Duque de Orleáns,

18 FROGER, [François], Relation d’un Voyage de la Mer du Sud..., Op. Cit., pp. 108-113. 19 RUDE, George, Europa en el siglo XVIII. La aristocracia y el desafío burgués, Alianza, Madrid, 1982, capítulo 14. 20 FREZIER, Amedé F., Relation du Voyage de la Mer du Sud aux cotes du Chily et du Perou, fait pendant les années 1712, 1713 et 1714. Dédiée a S. A. R. le Duc d’Orleans, Régent du Royaume, par M... Ingénieur Ordinaire du Roi..., Jean-Geoffroy Nyon, París, 1716. Avec Approbation et Privilege du Roi.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 regente del reino, y publicada en 1716. Los mercaderes y armadores francesas que iban adueñándose del tráfico colonial de los españoles, cuya metrópoli se veía superada por las nuevas exigencias comerciales, organizativas y militares, se iban convirtiendo en un público lector emergente, necesitado de descripciones de las rutas al Perú, centro neurálgico del comercio español en América. Las informaciones suministradas por Frezier fueron entonces publicadas de inmediato, incluso antes de la muerte de Luis XIV, pero en la edición aparecida en 1716 –que demuestra la gran avidez por la obra– Frezier se dirige a solicitar el patronazgo del Duque, esmerándose, paradójicamente, por declarar unas menguadas intenciones para su libro dedicadas solamente, al parecer, al entretenimiento de su ilustre protector. Es una colección de observaciones que he hecho sobre la navegación y sobre los errores de las cartas, sobre la situación de los puertos y de las radas en las que he estado. Es una descripción de los animales, de las plantas, de los frutos, de los metales y de lo que la tierra produce de raro en las más ricas colonias del mundo. Son investigaciones exactas sobre el comercio, sobre la fuerza, sobre el gobierno y las costumbres de los Españoles, los Criollos y los Naturales del país, respecto de los cuales he dicho todo con el respeto que debo a la verdad. El homenaje de todas estas particularidades que quizás podrían contribuir en alguna cosa a la perfección de las ciencias y de las bellas artes, no debe llevarse más que a los pies de Vuestra Alteza Real, que los más esclarecidos reconocen como el Padre, el Arbitro y el Protector, cualidades que no serán menos recomendables a la posteridad, que este valor heroico de haber derramado vuestra sangre, a la cabeza y con intrepidez… Me consideraré dichoso, Monseñor, si entre mis notas se halla alguna cosa que pueda distraer a Vuestra Alteza Real de las preocupaciones continuas que se toma para la felicidad del Estado…21

La labor del funcionario y del especialista se solapa aquí con la del mero cortesano, cuya tarea es servir a la recreación del soberano, incluso cuando desempeña actividades vitales para los intereses comerciales de su nación, como lo demuestra el éxito de su obra entre lectores, seguramente empresarios y burgueses. No hay invitación al público, ni promoción de otras cualidades que la que pueda proporcionar al regente el conocimiento suficiente de sus eventuales aliados o enemigos, a título casi personal. Otro de los medios ensayados para conseguir información de ultramar fue aprovechar y traducir la de los competidores ingleses. En la Biblioteca del Museo Etnográfico de Buenos Aires se encuentran dos ediciones de los viajes de Dampier: una francesa de 1715, en cinco tomos, y otra inglesa, de 1776. Los bucaneros ingleses, convertidos en exploradores de las aguas, costas e islas americanas, eran un recurso irrenunciable, en particular William Dampier, popularizado entonces como un experto navegante del Caribe y el Pacífico españoles. La exhaustiva edición francesa de sus viajes demuestra que los franceses estaban muy al tanto de esa reputación. Publicada en Ruán por Jean-Baptiste Machuell, refleja visiblemente el indudable interés del público lector de uno de los puertos más pujantes en el comercio de 21 Ibídem, pp. 4-5.

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Rogelio C. Paredes ultramar francés por la literatura de los bucaneros ingleses, dada la urgencia por adquirir un conocimiento los más detallado posible de rutas, puertos, climas, producciones y poblaciones de las colonias españolas, rubro deficitario en el país. El propietario inicial del privilegio real de edición, Robert Machell, miembro de una familia de libreros de Ruán –“mercader, impresor y librero”, anota el privilegio real, al igual que sus parientes directos, eventuales beneficiarios del mismo–22 no se limita a publicar solamente los libros de Dampier (es decir, como se ha visto, su New Voyage round the World de 1697, los Voyages and Descriptions y el Discourse of the Winds de 1699 y, por último, las dos partes de su Voyage to New Holland de 1703 y 1709): agrega también a su edición de cinco tomos en octava los relatos de los ingleses que compartieron sus aventuras. Los tres primeros tomos incluyen los textos de Dampier de 1697 y 1699 –las dos partes del New Voyage y el Discourse–, pero al cuarto, dedicado a la primera parte del Voyage to New Holland (1703) se incorpora el relato de Wafer sobre su experiencia en Darién, y el quinto presenta la continuación del viaje a Nueva Holanda (1709) junto a la edición de Hacke de 1699. Explica el editor: La pequeñez de este volumen (el viaje a Nueva Holanda de 1703) está tan lejos de la grosura de los otros (viajes de Dampier), que no he podido resolverme a publicarlo totalmente solo: de suerte que le he adjuntado la Relación del Señor Wafer, uno de sus compañeros de fortuna, que se ha impreso en Londres (en 1699) Está de más decir que el público se verá bien resarcido por su espera y que guardará alguna obligación conmigo por reunir a estos dos amigos. El señor Wafer nos da aquí un resumen de sus viajes desde 1677 hasta 1690, y ha descrito con mucha exactitud el Istmo de América o de Panamá, en donde permaneció varios meses… En fin, para presentar esta edición francesa más completa le he agregado, el Aviso que el Señor Halley da a todos aquellos que navegan a través de La Mancha, o Canal de Inglaterra, y que el Señor Dampier alaba mucho en la página 3 de este volumen.23

Esta intencionada selección de obras es muy cuidadosa: con un argumento semejante justifica el agregado de los viajes de Hacke a la segunda parte del Voyage to New Holland de 1709, publicada en el tomo V.24 La edición francesa de una fuente tan celebrada en Inglaterra, como la de Dampier, y la aparición de la obra de Frezier en el mismo año expresan la preocupación de sus dirigentes por apropiarse de un saber hasta entonces monopolizado por Inglaterra. Las hazañas de los bucaneros, esos pobladores marginales de las Antillas abandonadas por los españoles, cazadores de ganado, vendedores de cuero y madera, y sa-

22 En rigor, como solicitante y beneficiario del privilegio real figura Robert Machuell, quien, según se expresa en el prefacio del tomo V de los viajes de Dampier murió antes de la publicación del mismo. No resulta posible precisar cuál de los dos Jean Baptiste Machuell realizaron efectivamente la edición: si el Joven –probablemente hermano de Robert– o el Padre –tal vez, progenitor de ambos–. 23 DAMPIER, Guillaume, Nouveau Voyage Autour du Monde, 1698, T. IV Prefacio. 24 Ibídem, T. V, Prefacio.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 queadores de las flotas, los convertirían en modelos de súbito ascenso social, pero también de autoridad intelectual a nivel continental. ¿No intentaron los franceses, por su cuenta, repetir una experiencia semejante, arriesgada pero prometedora? Un texto francés que parece aproxima en algo al modelo de la literatura de los bucaneros es el del aventurero y mercader Dralsé de Grand Pierre, exponente de una literatura de viajes escrita por empresarios particulares de la que no abunda en la experiencia francesa de viajes que se registra en la Biblioteca del Museo Etnográfico de Buenos Aires. El joven Grand Pierre, ligado a los círculos del comercio atlántico de materias primas, esclavos y manufacturas del que Francia aspiraba a desplazar a los británicos, realizó varios viajes entre las costas de América, de África y del Caribe al calor del desarrollo de las secuelas coloniales de la Guerra de la Sucesión. Con sus experiencias publicó un instructivo librito bajo el título Relation des Divers Voyages dans l’Afrique, l’Amerique et aux Indes Occidentale, aparecido en 1718, y reimpreso en 1726 (edición del libro existente en el Museo Etnográfico) y en 1728,25 lo que documenta que su contenido despertó un interés significativo. Embarcado en ese primer viaje en 1707, Grand Pierre llegó Buenos Aires en el navío La Esfera y conoció más tarde las costas de África, en las cuales el navío en que viajaba se proveía de esclavos. Este tipo de trayectos se repitió más tarde, incluyendo visitas a Benín, Martinica y México. En su dedicatoria al Conde de Tolosa, Almirante del Reino, Grand Pierre justifica la importancia de su obra: Tantas obras de esta naturaleza han aparecido en Público, que temería que la mía no pudiese llegar hasta Vos, MONSEÑOR, si la bondad de Vuestra Alteza Serenísima no abriera los ojos. Recomendable, en principio, es convencerse de que atrae todos los corazones. Deja el campo libre a aquellos que tienen la felicidad de acercársele.

La obra de Grand Pierre –pequeña, divertida y fácil de leer– se dirigía a un público vasto y curioso –“aquellos que tienen la felicidad de acercársele”– y aspira a llenar ese hueco de autores que escriben al impulso de una experiencia que no es la del funcionario real: de ello resulta una notable guía social y cultural de los “estilos de vida” de las tierras de ultramar que visitó y de las cosas que valía la pena saber para obtener ventajosas transacciones en ellas. La dinámica social francesa que impulsaba la expansión ultramarina parecía no promover fácilmente el surgimiento de aventureros individuales de la talla de los ingleses. Sus narraciones más renombradas y exhaustivas proceden de agentes estatales, como la de Amedé Frezier. Cada vez más necesitados de impulsar el aumento de ese público lector

25 GRAND-PIERRE, Dralsé, Relation de Divers Voyages dans l’Afrique, l’Amérique et aux Indes Occidentales. Avec la description du Royaume de Juda, et quelques particularitéz touchant la vie du Roi régnant. La relation d’une île nouvellement habité dans le Détroit de Malaca en Asi, et l’Histoire du deux Princes de Golconde, 1726, pp. 2-3. Sobre el viaje de Dralsé de Grand-Pierre al Plata, ver también RIPODAS ARDANAZ, Daisy (editora), Viajeros al Río de la Plata 1701-1725, Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires, 2002, pp. 13-76.

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Rogelio C. Paredes burgués que leyera literatura de viajes –que, sin embargo, parecía ampliarse a través del éxito editorial de obras como las del propio Frezier y de Dralsé, interesado tal vez en el abastecimiento de unas colonias españolas necesitadas del comercio francés tras la caída del monopolio sevillano–26 editores y funcionarios se complementaban de la manera más eficaz posible, pero tropezaban con un sistema de relaciones políticas, sociales y culturales que, en general, enfriaba ese entusiasmo. El lector curioso, inclinado a ver en el libro de viaje una mercancía exótica y prestigiosa antes que un objeto de consumo útil –más apropiado para el noble o el burgués rentista que para el empresario o armador– parece prevalecer como el medio adecuado con el cual el editor, aunque más interesado en convertir en mercancía un saber práctico, procura seducir a un público inicialmente más distante, allegándole a través de la experiencia vital que se narra un instrumento eficaz para aplicarse a las nuevas rutas, puertos y tráficos con las colonias americanas, que aunque Dampier y sus amigos conocían tan bien, parecían tal vez menos interesante para una burguesía ruanesa que, sin embargo, debía aprovecharse urgentemente de la coyuntura.

Circunnavegaciones, expansión inglesa y crisis francesa (1740-1774) La contraposición entre sociedades, empresa colonial y narraciones de viaje alcanzaría su momento culminante en torno a las dos grandes guerras que impusieron el predominio colonial británico sobre el francés: la Guerra de la Sucesión Austríaca (1740-1748) y la de los Siete Años (1756-1763).27 La derrota francesa –primero aliada con Prusia, luego con Austria, pero siempre enemiga de Gran Bretaña– tuvo por escenario no solamente los campos de batalla de Europa, sino también los de ultramar. Durante la guerra de la Sucesión Austríaca, la descollante expedición del almirante inglés George Anson contra españoles y franceses en las colonias americanas (1740-1744) concitó la admiración de los contemporáneos tanto por sus resultados militares como marítimos, dado que completó una nueva circunnavegación, y la aparición de su crónica de viaje –que redactó el capellán de la expedición Richard Walter– publicada por primera vez en 1748 (edición que se encuentra en el Museo Etnográfico) le abrió camino a un renombre que se completaría su promoción al grado de Lord. El capellán Walter dedicó el resultado de su trabajo al Conde Beckford, secretario de Estado del rey Jorge II (1727-1760). La dedicatoria es, al mismo tiempo, una apología de la armada británica y de su empresa de expansión ultramarina, tanto a través de la guerra como del comercio.

26 MOUTOUKIAS, Zacarías, Contrabando y control colonial en el siglo XVIII, CEAL, Buenos Aires, 1988; VILLALOBOS, Sergio, Comercio y contrabando en el Río de la Plata y Chile (1700-1811), Eudeba, Buenos Aires, 1967. 27 RUDE, George, Europa en el siglo XVIII. La aristocracia..., Op. Cit., capítulos 13-14; DIAZ, Furio, Europa: de la Ilustración a la Revolución, Alianza Editorial, Madrid, 1994, capítulo 7.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 La siguiente narración es un éxito muy singular que se dirige a Vuestra Gracia, tanto en retribución de infinitas obligaciones que el Comandante en Jefe os ha profesado en todo tiempo por recibir vuestra amistad, como así también porque su tema reclama naturalmente y por sí mismo el patronazgo de alguien bajo cuya dirección, la Armada Británica ha retomado su antiguo espíritu y lustre, y lo ha exaltado al extremo por sus victorias, las más decisivas, y (si se considerase la lucha y el número de las capturas) las más importantes que puedan hallarse en sus Anales. Por cierto, una serie ininterrumpida de éxitos, y una manifiesta superioridad, que triunfaron sobre el enemigo tanto en el comercio como en la gloria, parecen ser necesario efecto de un renacimiento de la estricta disciplina y una imparcial consideración de sus méritos y servicios. Hay registros que deben distinguir el feliz período del tiempo en el cual Su Gracia presidió y asistió a la más adecuada cuestión de la historia, con una distinción propia de su naturaleza…. Que los eminentes talentos, magnanimidad y celo desinteresado, de los cuales el público ya ha cosechado tan señalados beneficios, pueda igualmente en todo tiempo proporcionar los mismos éxitos en el avance hacia la prosperidad de Gran Bretaña, es el ardiente deseo de My Lord.28

Es notable que a continuación de esta exaltada defensa de las glorias navales británicas logradas por la expedición del flamante Lord Anson, figure también la extensa lista de apellidos –entre los que destacan algunos de la más rancia aristocracia– de los suscriptores de la edición, en una expresión muy nítida de la vinculación entre las hazañas guerreras, los objetivos políticos y la ventajas empresariales –“señalados beneficios cosechados por el público”, escribe Walter– que la clase dirigente inglesa procuraba obtener de las acciones bélicas y marítimas de sus agentes. Es notable, asimismo, el contraste entre los propósitos que permite descubrir esta primera edición inglesa del viaje de Anson, y los de la traducción francesa que se encuentra en el Museo Etnográfico de Buenos Aires, publicada en Amsterdam y Leipzig en 1749. La portada reproduce el contenido de la original inglesa (Voyage autour du monde fait dans les annés MDCCXL, I, II, III y IV Par George Anson, presentement Lord Anson, Commandant en chef d’une escadre envoyée par Sa Majesté Britannique dans la Mer du Sud, tiré des journeaux et autres papiers de ce Seigneur et publié par Richard Walter... traduit de l’anglois) y lo mismo debe decirse de su introducción, que realiza una exhaustiva crónica de los viajes al Mar del Sur desde el descubrimiento del Estrecho de Magallanes. Sin embargo, la dedicatoria al Conde de Gantz que firman los editores, Arkstee et Markus, expresa valores y prácticas señoriales mucho más arcaicas que las inglesas, destacadas solamente, una vez

28 ANSON, George, A Voyage round the World in the Years MDCCXL, I, II, III y IV by... Esq., Commander in Chief of a Squadron of His Majesty’s Ships, send upon an Expedition to the South Sea, compilated from Papers and others Materials of the Right Honorable Lord George Anson, and published under his Direction by Richard Walter, M. A, Chaplain of His Majesty Ship The Centurio, Printed for the Author By John and Paul Knapton in Ludgate Street, London, 1748, pp. 2-3.

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Rogelio C. Paredes más, por la exaltación del coraje personal y la gloria militar del Almirante equiparado al de su noble destinatario: El viaje, que nos tomamos la libertad de dedicaros, es quizás uno de los más interesantes que haya aparecido jamás: al menos, nos atrevemos a decir que no conocemos ninguno como este que, en cualquier caso, pueda resultarle preferible, Costas desconocidas descritas con exactitud, observaciones propias para perfeccionar la Geografía y su Navegación, accidentes imprevistos de un tipo que la licencia de sí mismo haría incluso difícil de imaginar, acontecimientos importantes cuyo éxito se debió, principalmente al jefe de la expedición, pero por sobre todo el resto, al carácter humano, firme y generoso de este jefe, son objetos que os complacerán tanto más cuanto que conocéis de grandes hombres en grandes acciones, Este es uno de los frutos, Monseñor, que el profundo conocimiento de la historia os ha procurado, y por lo que a nosotros nos interesa, hemos creído un deber ofreceros esta relación de trabajos de Milord Anson, en la cual vos, de entre un pequeño número, extraeréis mil casos que escaparán a los lectores ordinarios. 29

Dos ediciones a ambos lados del Canal de la Mancha, con dos públicos distintos en sus prácticas y objetivos, a pesar de compartir un mismo origen aristocrático, y dos formas de editarlas y dedicarlas a cada uno de ellos. En 1756, cuando se iniciaba la Guerra de los Siete Años aparece en Lyon una nueva edición francesa del viaje de Anson, a la que se agregó un Suplemento que puede encontrarse en el Mueso Etnográfico de Buenos Aires, y que narraba las peripecias de los náufragos de The Wager, uno de los navíos de su expedición, que zozobró en el pasaje entre el Atlántico y el Pacífico. Aunque, como se ha visto, desde el comienzo del siglo XVIII, el interés de los franceses por el Atlántico Sur y la ruta magallánica se acrecentaba sin cesar, y circulaban ya ediciones francesas de la hazaña de Anson, esta última se detenía con primor en la presentación de una memoria re-escrita por el editor a partir de los testimonios directos sobre las forzadas exploraciones de los náufragos de The Wager por las rutas de la Patagonia austral y de Chile. Es notable, sin embargo, de qué manera un texto tan estratégico –que se publica, detalla el editor lionés, para dar a conocer las ventajas de un territorio “... tan fértil en pasturas, tan abundante en caballos, en ganados de toda especie; un país abundante y regado para el cultivo ...” y que “... ofrece ventajas ciertas… minas y peleterías… [que] no debe ser puesto en el rango de tierras que se pueden abandonar sin consecuencias”– se sigue armonizando, a cualquier precio, con la adecuada satisfacción del buen gusto de los lectores, que se interpone entre estos y una presentación “realista” de los datos aportados Parece que hubiera debido contentarme con traducir estas memorias (de los náufragos) y darlas al Público tal como y como son. Pero, además de que estos hubiera sido

29 Voyage autour du Monde fait dans les années MDCCXL, I, II, III y IV par George ANSON, présentement Lord Anson... p. 1.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 remitir muchas veces los ojos del lector a las mismas cosas repetidas en términos diferentes, estas memorias se encuentran escritas con tan poco orden de corrección, que no habría medio de presentarlas, dejándolas con tal descuido groseras y desagradables. Sus autores, buenos hombres de mar, y en absoluto hombres de letras, han usado de este estilo brutal y descomedido, ordinario en todos aquellos que no tienen la costumbre de escribir… He aquí el caos que una traducción literal me ofrecía a desenmarañar. Fue necesario rebuscar en esta ruina, seleccionar en la mezcolanza, separar lo bueno de lo malo… He trabajado, en una palabra, en reunir la precisión con la exactitud y en conservar el fondo de las cosas, en darle una forma que no fuese demasiado redundante. Ese trabajo no ha sido mediocre: feliz si tomando sobre mí todo lo que había de aburrido y de disgusto, no parece de este modo para los lectores.30

Una vez concluida la guerra, vencida Francia, frustrados sus planes de expansión y perdidos sus territorios coloniales en América del Norte y en la India, el intento de exaltar su reivindicación como gran potencia naval y colonial asumirá la forma de una proeza que la marina francesa se debía desde el siglo XVI: el monarca comisionó entonces a Louis Antoine de Bougainville para “devolver” las Islas Malvinas –que él mismo había poblado con colonos de su país– a la corona española y, a continuación, para completar la ruta de lo que se convertiría en una tardía primera circunnavegación francesa. El auspicio oficial y la primacía ilustrada de las letras de Francia sobre el resto del Continente otorgarían a la empresa de Bougainville una repercusión internacional cuya causa quería atribuirse a la singularidad de sus observaciones e informes antes que a la ejecución, efectuada ya tantas veces durante siglos por españoles, ingleses y holandeses, del viaje alrededor del mundo. La elevación a la consideración real de la obra resultante de la expedición, el Viaje alrededor del mundo por la Fragata de S. M. La Bordeuse y la urca L’Etoile asume así todas esas deudas y se presenta como fruto de la fidelidad y del servicio al soberano y al público lector, identificado con la Humanidad: El viaje del que voy a rendir cuenta, es el primero de esta especie emprendido por los Franceses y ejecutado por los navíos de Vuestra Majestad. El mundo entero le debe ya el conocimiento de la figura de la Tierra. Aquellos de Vuestros súbditos a los cuales se ha confiado este importante descubrimiento, elegidos entre los más ilustres sabios de Francia, han determinado las dimensiones de la Tierra La América, es verdad, descubierta y conquistada, la ruta por mar abierta a las Indias y a las Molucas, son prodigios de coraje y de éxito que pertenecen sin contraste a los Españoles y a los Portugueses… Alentados por su ejemplo, navegantes ingleses y holandeses encontraron nuevas tierras, y enriquecieron a Europa mientras la ilustraban.

30 Voyage a la Mer du Sud fait par Quelques Officiers Commandants le Vaisseaux Le Wager pour servir de suite de Voyage de George Anson. Traduit de l’Anglais. A Lyon, Chez Les Frères Duplain, Libraires, Grand rue Mercerie, 1756. Avec Approbation et Privilege du Roi, pp. 7-9.

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Rogelio C. Paredes Pero esta especie de primacía y de primogenitura en materia de descubrimientos, no impidió a los Navegantes franceses revindicar con justicia una parte de la gloria ligada a estas brillantes pero penosas empresas. Muchas regiones de América han sido descubiertas por súbditos valerosos de los Reyes. Vuestros Ancestros… Diferentes causas, tanto interiores como exteriores han parecido suspender, desde entonces, en esta perspectiva, el gusto y la actividad de la nación. Vuestra Majestad ha querido beneficiar los descansos de la paz para procurar a la Geografía de conocimientos útiles para la Humanidad. Bajo Vuestros auspicios, Señor, hemos entrado en la carrera, las pruebas de todo género nos salen al encuentro a cada paso, la paciencia y el celo que nos han faltado. Esta es la historia de nuestros esfuerzos, que me atrevo a presentar a Vuestra Majestad, Vuestra aprobación proporcionará el éxito.31

El proclamado logro naval y editorial de Bougainville atravesó rápidamente el Canal de la Mancha, y casi de inmediato se imprimió la traducción al inglés del último viaje de circunnavegación. Su editor, el pastor naturalista y viajero John Reinhold Forster (17291798), que acompañaría a James Cook en su expedición al Pacífico de 1772-1775, se mostró mucho más críticamente consciente de los verdaderos logros y límites del relato francés y explicitó en términos bastantes directos la inferioridad francesa frente a los británicos, tanto en términos científicos y geográficos como políticos. Tras encomendar la obra al beneplácito de James West, presidente por entonces de la Royal Society de Londres, anota prolijamente sobre la obra de Bougainville: Las noticias y observaciones náuticas son siempre interesantes, de cualquier parte que ocurra que ellas provengan, cuando se prueban expresión de reconocidas habilidades; y nadie, pienso, cuestionará en ello a Mister de Bougainville. La superioridad de los descubrimientos británicos en el gran océano, entre América y Asia, no puede ser confirmada más que por un auténtico relato de los descubrimientos de la nación rival que, después de gran esfuerzo, y con la ventaja de haber reemplazado a los españoles con todo lo necesario respecto de la grandes distancias al lugar de origen, que si bien se adentraron antes en el Océano Pacífico del Sur, descubrieron sin embargo muy poco; y lo que descubrieron, ha sido en parte visto por los navegantes ingleses, o al menos los de las épocas más antiguas; por lo cual el honor de los descubrimientos más grandes hechos en los últimos dos siglos, en aquellos remotos mares, está reservado a la nación británica, y a su espíritu y perseverancia en conducir este grande e interesante evento…

Y entonces, luego de acotar los méritos navales de la expedición, Reinhold se lanza con

31 BOUGAINVILLE, Louis A., Voyage autour du Monde par la Fragate du Roi la Bourdeuse et la Flûte L’Etoile en 1766, 1767, 1768 et 1769. A Paris, Chez Saillant e Nyon, Libraires, rue S, Jeande- Beauvais De l’Imprimerie de Le Breton, premier Imprimeur du Roi, 1771. Avec Approbation et Privilege du Roi, pp. 1-2.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 notable perspicacia, digna de un científico, sobre los estilos literarios y editoriales de los adversarios, sus logros y sus carencias en comparación con los que caracterizan las de los británicos, que también en esto se demuestra su superior: El Francés, que es tan notable para la impresión con la que ornamenta sus principales publicaciones, encontrará que las cartas adjuntas a esta traducción, aunque reducidas a la sexta parte de su superficie original; son, sin embargo, infinitamente superiores en lo que hace a nitidez, conveniencia y cuidado. Sin ser menos útil, hemos reunido en nuestras cartas la información la totalidad de los trayectos de sus navíos, desde el comienzo de su descubrimiento hasta Batavia. La carta del Estrecho de Magallanes es del mismo tamaño, y de la misma escala que el original, pero más detallada; y los nombres por los cuales los ingleses llaman a diversos puertos del continente, las bahías y las arribadas, se han agregado en su totalidad a los nombres franceses…

Por último, el reverendo Forster se dedica a poner en un adecuado contexto los meritos del comandante francés como observador y científico: Aunque Mister Bougainville es un hombre de indudable veracidad y capacidad, ha sido, sin embargo, en algunas instancias, engañado por falsos informes, o parcialidad a favor de su nación: en algunas notas adicionales hemos corregido, en la medida que podíamos, estos errores, revindicando parcialmente a la nación británica, respecto de lo cual pensamos que el autor se ha sido; porque el amor del propio país es, en nuestra opinión, muy consistente con la justicia y la buena educación, cualidades que nunca se necesitarían para un filósofo… (VI-VIII).32

Los lectores de Forster –incluidos los de la Royal Society– son conscientes de que el viaje francés es una obra de interés para “toda compañía” –escribe el editor– interesada en la empresa de la circunnavegación y digna de figurar entre aquellas que necesita conocer un público inglés de marinos y comerciantes, menos atraídos por el “ornamento” que los franceses dan a sus relatos de viajes. Sin embargo, el contraste entre los resultados de las exploraciones inglesas y las francesas, y sus efectos concretos, en términos militares y económicos, demostrados durante las guerras del siglo XVIII, no puede ocultar lo que se sabe a ambos lados del Canal de la Mancha: que la hazaña de Bougainville ha nacido opacada por la posición subordinada de la potencia marítima francesa a la británica. Y mientras los franceses se aprestaban a navegar el Pacífico por primera vez, el comodoro inglés John Byron –joven oficial náufrago del navío The Wager, de la flota de Anson– al mando del Dolphin, completaba la sexta circunnavegación inglesa en un record de tiempo no alcanzado hasta entonces (1764-1766). En la edición disponible en el Museo Etnográfico (Londres, 1767),

32 Voyage round the World Performed by Order of His Most Christian Majesty In the Years 1766, 1767, 1768 and 1769 by Lewis de Bougainville Colonel of Foot and Commodore of the Expedition in the Frigate La Bourdeuse and the Store-ship L’Etoile Translated from the French by John Rinhold Forster... London, 1772.

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Rogelio C. Paredes que también dispone de una traducción francesa casi simultánea, precedida de un estudio sobre la existencia de los “gigantes patagónicos” (París, 1767),33 el autor anónimo, marino del Dolphin, solicita benevolencia para sus méritos literarios, pero encarece la objetividad de su testimonio: El autor de este Viaje se da cuenta de que ni sus conocimientos ni sus habilidades lo harán digno de figurar en el Mundo de las Letras. No está acostumbrado a escribir, ni tiene ninguna inclinación que lo distinga en ese sentido; estando preparado para una profesión que requiere otro tipo de argumentos o implementos que los se usan en la Imprenta. Después de esta declaración, tiene la esperanza de poder reclamar la indulgencia del Lector, si la hallase, porque esta Obra se encuentra despojada de esas elegancias y decoraciones de estilo, que en esta época en que el Gusto y el Discernimiento literario son tan entusiastamente requeridas; sus propósitos, sostiene, fue representar la verdad y presentarla con cierto atuendo, como consistente con su natural simplicidad, y aún ni siquiera esto hubiera conseguido sino para la grata curiosidad, y para remover la dudas de sus compatriotas concernientes a algunas materias que han ocasionado últimamente muchos altercados. El curso de la Obra, sin embargo, ha sido tan conciso como le ha sido posible, y omitió tantas circunstancias del viaje y de la conducta de su tripulación, como que no siendo de interés, no podrían haber respondido a ningún otro propósito que el de aumentar el tamaño y el precio del volumen.34

La sustancia de la información sobre las calidades del estilo, la invocación a un público lector más bien general y anónimo que particular y conspicuo, la conversión gradual del libro en una mercancía a la que se accede en el mercado parecieron ir imponiéndose en las apelaciones a los lectores ingleses antes que en las de los franceses. El antecedente de la literatura de bucaneros, surgida en buena medida al margen de cualquier patrocinio oficial o nobiliario, parece ser un antecedente decisivo, transformador, frente a un editor y lector francés, todavía –de grado o por fuerza– más interesados en los logros estilísticos y en las “curiosidades” aportada por la literatura de viajes.

Conclusión: Revolución, esperanzas y utopías Como lo demuestran la edición inglesa del viaje de Bougainville y la francesa del de Byron (prácticamente simultáneas con las originales), a pesar de que a lo largo de la década de 1740, la competencia anglo francesa en Europa y ultramar quedó resuelta a favor de Gran

33 Voyage autour du Monde fait in 1764 et 1765 Sur le Vaisseaux de Guerre Anglais Le Dauphin, commandé par Le Chef d’Escadre BYRON dans le on trouve une Description exacte du Détroit de Magellan, et les Géants appelés Patagons, A París, 1747. 34 A Voyage round the World in His Majesty’s Ship The Dolphin. Commanded by the Honourable Commodore BYRON in which is Contained a faithful Account of the Several Places, People, Plants, Animals, etc. See on the Voyage... The Second Edition, London, 1747, p. 1.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 Bretaña y en contra de Francia, la aguda y recíproca vigilancia editorial sobre los logros del rival no decaería y su vigencia seguiría presente en la ediciones de viajes a ambos lados del Canal de la Mancha, por lo menos hasta la Revolución Francesa, y aún después, cuando el dominio sobre el mundo ultramarino pasase a convertirse en una empresa ya compartida y dividida con toda Europa. Pero hacia finales de la década de 1770, los viajes de James Cook (1728-1779) habían agotado prácticamente los espacios ultramarinos explorables, dejándolos limitados, solamente –salvo en algunos puntos todavía de interés, como los estrechos interoceánicos del Nordeste y del Noroeste– al círculo polar antártico. La consagración de Cook como el mayor explorador del siglo, de sus viajes, no sólo representó el triunfo geopolítico y económico de Gran Bretaña como primera potencia naval y comercial; involucró también un nuevo concepto de la superioridad británica en términos geográficos y científicos. Una extraordinaria edición de los viajes de Cook se encuentra en la Biblioteca del Museo Etnográfico, que bien puede considerarse una especie de enciclopedia general sobre los descubrimientos en el Océano Pacífico a lo largo del siglo XVIII, bajo el título A Journal of a Voyage to the South Sea on His Majesty’s Ship The Endeavour Faith fully Translated From the Papers of the Late Sidney Parkinson Draughtsman to Sir Joseph Banks, Bart. In his Expedition with Dr. Solander round the World... And An Appendix Containing an Account of the Voyages of Commodore Byron, Captain Wallis, Captain Chartered, Monsieur Bougainville, Captain Cook, and Captain Clerke (Londres, 1784) editado sobre la base de las notas científicas y astronómica de los naturalistas Joseph Banks (1743-1820) y Daniel Solander (1773-1782), quienes habían viajado junto a Cook en su navío con el propósito de realizar sus investigaciones en los Mares del Sur. El estallido de la Revolución en Francia, la destrucción del absolutismo –a cuya incapacidad organizativa y militar le atribuyen algunos autores el fracaso de la empresa colonial y su consecuente descrédito entre la burguesía–35 y los cada vez más resonantes éxitos militares y políticos de la flamante república revolucionaria en el Continente, reavivaron destellos de una esperanza renovada para la empresa ultramarina francesa y su literatura. Un testimonio de ello aparece una edición del viaje de Bougainville publicada en 1793 –durante los momentos más críticos del período revolucionario francés, en el que los dirigentes jacobinos se proponían volver a fundar, desde sus cimientos, el orden político e institucional de Francia– a la cual se anexa, en su tomo tercero, el Journal d’un voyage autour du monde fait par M: M. Banks et Solander, Angloises, en 1768, 1769, 1770 y 1771, traduit de l’anglois par M. de Freville, es decir, una traducción francesa de un digesto de la obra de Bamks y Solander. El objetivo radical de los editores, en plena consonancia con las expectativas de una república francesa pujante, parece ponerse de manifiesto en esta iniciativa francesa de reiniciar el duelo editorial con los británicos.

35 Ver particularmente SKOCPOL, Theda, Los Estados y las revoluciones sociales. Un análisis comparado de Francia, Rusia y China, Fondo de Cultura Económica, México, 1984.

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Rogelio C. Paredes M. de la Lande publicó, en 1764, una Memoria sobre el pasaje de Venus, que debió ocurrir el 3 de junio de 1769, en el cual demostró que el sitio más apropiado para esta observación se encontraba en medio del Océano Pacífico. La Sociedad Real de Londres solicitó al gobierno un navío para ir a observar este fenómeno interesante. El gobierno inglés, al que este proyecto le pareció no menos ventajoso para el comercio, que sirve al progreso de las ciencias, mandó a armar un navío al capitán Cook, y en el cual se embarcaron M. M. Banks y Solander, sabios que gozan en toda Europa de una reputación justamente merecida.36

Luego de presentar en estos términos escuetos y bastante apresurados los alcances y el interés de las memorias cuyo resumen se publica a favor de la difusión del conocimiento científico, irrumpen una vez más, en las palabras del editor los grandiosos bosquejos de una plan de colonización proyectada sobre supuestos territorios aún no descubiertos, con un énfasis y una extensión que quizás no se leía desde la Guerra de la Sucesión Española. Una expedición no menos brillante (que la de James Cook) y que cubrirá de gloria inmortal al Experimentado Capitán al que le sea confiada es la de abrirse una ruta en el Mar del Sur por el Mar Glacial. M. de Boynes, que no duda del éxito de esta navegación, obra para Francia de nuevas fuentes de felicidad, de poder y de riqueza, ha prometido a la Academia de Ciencias hacer el intento, en la próxima primavera, de este pasaje tan ardientemente deseado en Europa entera desde hace dos siglos. Es a propósito de este intento proyectado que se ha agregado a continuación de este Diario, una Carta, en la cual se expone el sistema de M. Ángel (sobre el hallazgo de un paso en el Noroeste) Las luces y reflexiones de este sabio geógrafo sobre las posibilidades de este pasaje, los métodos para ejecutarlo, y las grandes ventajas que proporcionaría, no pueden dejar de satisfacer al público.

A la expectativa de los pasos boreales nunca descubiertos entre el Atlántico y el Pacífico, se suman otras nuevas esperanzas, que recrean, imaginarios paralelos con los hallazgos portugueses y españoles en las costas de América y Asia. Se sabe bastante sobre que ya no hay dudas respecto a verificar la existencia del estrecho del Norte, sino solamente en relación a cómo reconocerlo bien, a fin de poder situar allí los depósitos sobre las costas de América y en alguna de las islas que se encuentran al Este, desde el momento en que se puedan formar los establecimientos más útiles al Oeste y al Nordeste de California. Las relaciones de los Españoles y de Drake nos enseñan que estas bellas regiones, regadas por grandes ríos, ofrecen todo lo que puede hacer florecer a las colonias. Ah! qué situación más ventajosas para un inmenso comercio!

36 Voyage de M. de Bougainville contenant le Journal d’un Voyage autour du Monde fait par M.M. Banks et Solander, Anglaises, en 1768, 1769, 1770 y 1771. Traduit de l’Anglais par M. de Freville Tome Troisième. A Paris. Chez Gay et Gidet Libraries, rue d’Enfer Nº 721, 1793, pp. 3-4.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 Si se desea poner en duda los relatos de M. M. Jeremie y de la Hontan, que nos aseguran que se encontrarían al Norte en el continente de América los pueblos civilizados que conceden al oro y a la plata los usos que nosotros damos al hierro y al cobre, es necesario al menos convenir que la mar meridional presenta en todas partes riquezas invalorables. Hacia el sur están las Islas Salomón, a las cuales e ha dado ese nombre a causa de sus ricas producciones; la tierra austral de Santa Espíritu, descubierta por Quirós; hacia el Este tiene a México y a Perú; hacia el Oeste a Japón. México, Filipinas, las Molucas, Nueva Guinea… todos países ricos y abundantes. 37

Y el discurso asertórico sobre la posibilidades de expansión vienen a rematarse con la seguridad de que se encuentran al alcance de la mano de Francia: Es incontestable que el establecimiento en las regiones que se extienden en los climas fríos en las que se encuentran las producciones más preciosas de la naturaleza, deben hacer esperar los descubrimientos más grandes y más singulares para el espíritu humano, y procurar, en vistas al comercio, las mismas ventajas que los Españoles han encontrado en México y en Perú, los Portugueses en Brasil y los Holandeses en Batavia.38

Detrás de su pretensión de difundir contenidos científicos, la traducción en Francia del diario de los naturalistas que acompañaron a Cook, el campeón de la empresa ultramarina británica, despunta la utopía geográfica que reivindica la grandeza futura de una empresa nacional que impulsará la república jacobina, continuadora tenaz, en este campo, de la obra de la monarquía absolutista depuesta. Un nuevo El Dorado parece renacer como esperanza cerca de las costas de Alaska, Canadá y, tal vez, Siberia. Junto a Inglaterra, también Francia –una de “las dos naciones más esclarecidas de Europa”– escribe el editor, consolidará al fin un vigoroso dominio colonial y pagará su deuda con la Humanidad en cuanto a los avances geográficos y científicos y a la acumulación de riquezas y poder. Con el final revolucionario del siglo XVIII volvía a sus orígenes la tradición francesa de los viajes y de la literatura que le servía como legitimación y propagación. Los tópicos del período de la monarquía absoluta renacen tras la crisis política del Antiguo Régimen, pero también del hundimiento de su empresa colonial liquidada durante la Guerra de los Siete Años. La retórica literaria que explotaba el gusto de un público curioso y ávido de rarezas y una exaltación de la empresa colonial como misión superior de la monarquía en alianza con sus nobles y sus hombres de fortuna parecieron ser rasgos compartidos por la literatura de viajes a ambos lados del Canal de la Mancha. Sin embargo, a través del estudio de las ediciones existentes en el Museo Etnográfico, se tiene la nítida impresión de que un público más atraído por las proezas militares o las especulaciones filosóficas predominaba menos

37 Voyage de M. de Bougainville..., Op. Cit., pp. 9-10. 38 Ibídem, pp. 11-13.

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Rogelio C. Paredes entre los lectores ingleses que entre los franceses, en los que los nobles y funcionarios de Estado, los literatos académicos y los burgueses ennoblecidos parecieron formar mayoría. Los aportes de Robert Darnton y Roger Chartier39 han demostrado como la práctica social de la lectura de textos impresos, lejos de resultar apenas un medio para el diagnóstico sobre la circulación social de ideas y conocimientos, es un instrumento clave para abordar valores, expectativas y “representaciones” –concepto básico en la obra de Chartier– de los públicos lectores entre los que circulaban los libros, y que incluso hasta su materialidad concreta da cuenta del empleo que han pensado para ellos los editores, o de la aceptación lograda por parte del público. En tal sentido, es posible preguntarse en qué medida nos informan los libros de viaje del Museo Etnográfico sobre sus editores, sus públicos y sus usos en Francia e Inglaterra de los siglos XVII y XVIII. En principio, las prácticas escriturarias de ambas literaturas emergían de tendencias presentes en ambas sociedades, y expresaban los rasgos predominantes de sus proyectos de expansión colonial. En el período de su monarquía absoluta, Francia trataba de mostrar que los territorios conquistados constituían, además de una expansión comercial y territorial, una ratificación visible del carácter universal de su monarquía y su religión, impulsada por agentes fieles a su rey;40 a la caída de éste, el modelo utópico revolucionario se trasladó a ultramar para encontrar allí los medios para impulsar una felicidad que consideraba su meta dentro del nuevo orden republicano. Esta inamovible vinculación entre expansión ultramarina y patronazgo estatal proveyó a Francia de notorios intelectuales y funcionarios entre los informantes y propulsores de su empresa de expansión, pero careció mayormente de un agente social que sí desempeñó un importante papel en la difusión de la literatura de viajes: en Inglaterra, y aunque más poderosa en territorio y población que su rival, permaneció también más imbuida por tradiciones nobiliarias y cortesanas que siguieron viendo en la expansión ultramarina y en su difusión el privilegio de una clase guerrera, instruida y minoritaria, y destinada a proveerla, también ella, de ocasiones de gloria y prestigio, informaciones curiosas y raros relatos editados para su solaz, con la mayor pulcritud y elegancia posibles. En Inglaterra, en cambio, la mayor pluralidad de actores sociales y culturales involucrados en la literatura de viajes inglesa –como los surgidos de la flamante Royal Society y,

39 Ver particularmente para CHARTIER, Roger, El orden de los libros. Lectores, autores, bibliotecas en Europa entre los siglos XIV y XVIII, Gedisa, Barcelona, 1994; también del mismo autor, Espacio público, crítica y desacralización. Los orígenes culturales de la Revolución Francesa, Gedisa, Barcelona, 1995; y para DARNTON, Robert, Edición y subversión. Literatura clandestina en el Antiguo Régimen, Fondo de Cultura Económica, México, 2003; también del mismo autor, El coloquio de los lectores. Ensayos sobre autores, manuscritos, editores y lectores, Fondo de Cultura Económica, México, 2003. 40 Ver particularmente BURKE, Peter, La fabricación de Luis XIV, Nerea, Barcelona, 1995; también MONOD, Paul Kleber, El poder de los reyes. Monarquía y religión en Europa 1589-1715, Alianza Editorial, Madrid, 2001.

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 los bucaneros originados de la dinámica social del Caribe y Centroamérica y, por supuesto, en su propia empresa colonial– le proporcionaron mayores oportunidades de librarse de la herencia monárquica y señorial dentro de la cual había surgido y dado sus primeros pasos, al igual que la de Francia. Esa incipiente diferenciación en discursos y prácticas coloniales quizás contribuya a comprender no solo parte de la superioridad marítima inglesa –explicable, a su vez, por múltiples razones– sino también su mayor capacidad para legitimarse socialmente, consolidar su desarrollo, encontrar un público más allá de las esferas oficiales y de la nobleza, y movilizar así más recursos que aquellos de los que disponía su rival, superiores en conjunto. En tal sentido, la literatura de viajes inglesa pareció contar con avales sociales más amplios y estables, que le confirieron mecanismos de publicidad y participación mucho más dinámicos para obtener de su propagación nuevas fuentes de hombres y recursos para su desarrollo. Después de 1740, los editores ingleses pudieron hacer coincidir plenamente la situación de objetiva superioridad británica en los mares con el amor a la propia patria, aunque ese nacionalismo militante no los obligara, en ningún modo, a renegar de la posibilidad de emplear los conocimientos adquiridos por el adversario en provecho propio. Esa vitalidad en el mercado de libros se mostró siempre sensible a las demandas de su público, y explica el hecho de que la competencia bélica anglo-francesa, reiniciada tras la guerra de Independencia de las Trece Colonias (1774-1783), le permitiera volver a editar, junto con muchas otras, incluso la obra ya ampliamente superada de William Dampier: la Biblioteca del Museo Etnográfico cuenta con una sobria edición londinense, de 1776, de un libro aparecido por primer vez casi ochenta años antes.41 En el caso de Inglaterra, la carrera por el dominio de los mares se desarrolló a partir de dos formas diversas: si bien las obras de Anson y Byron expresaban los objetivos de una armada británica al servicio de los intereses de su aristocrática clase gobernante, hombres como Dampier, Waffer o Sharp escalaron posiciones públicas gracias a la valiosa información que aportaron por su propia cuenta. En Francia, en cambio, los agentes del Estado monárquico como Frezier y Bougainville, o los fieles servidores intelectuales de su nobleza, como Renneville y De Brosses, –que en algunos casos jamás se embarcaron– restaron lugar a aventureros individuales como Grand Pierre, cuya obra, sin embargo, parece haber gozado de gran popularidad. Recibido: 05/10/2011 Aceptado: 21/11/2011

41 Voyages and Adventures of Capt. WILLIAM DAMPIER Wherein are described The Inhabitants, Manners, Customs, Trade, Harbours, Soil, Animals,Vegetables etc. of the Principals Countries, Islands etc. of Asia, Africa and America..., London, 1776.

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Reseñas

Liliana Díaz María Juliana Gandini Fernando Navarro

TARRAGÓ, Griselda, De la orilla del mar a la vera del río: navegantes genoveses y comerciantes en el Plata y el Paraná (1820-1860), Ediciones Prohistoria, Rosario, 2011, 237 páginas La migración es un fenómeno complejo y heterogéneo objeto de investigación de diferentes campos de estudio tanto de las ciencias sociales como de la filosofía. Los cuantiosos escritos y los debates intelectuales que se han generado a partir de las diversas líneas investigativas reflejan en gran medida las perspectivas ideológicas y políticas vigentes en el contexto de producción. Sin embargo, aquellos planteamientos teóricos que han simplificado el marco analítico y generalizado las respuestas a las múltiples preguntas que emergen del examen de los flujos migratorios, han resultado insuficientes dado que presuponen una objetivación de un proceso cuyo examen no solo requiere un enfoque multidisciplinar sino además una revisión y conceptualización permanente. De la orilla del mar a la vera del río: navegantes genoveses y comerciantes en el Plata y el Paraná (1820-1860) es una de las cuatro obras recientemente publicada, que integra la colección Las Ramas del Sauce dirigida por Darío Barriera y auspiciada por la Secretaría de Industrias Culturales del Ministerio de Innovación y Cultura de la Provincia de Santa Fe, en el marco de la convocatoria “Espacio Santafesino 2010.” Esta obra, originada en la tesis doctoral en Historia que Griselda Tarragó realizó en la Universidad de Milán, cobra especial importancia en la medida que pone entre paréntesis la abundante literatura que con algunos matices enfatiza el proceso lineal de los movimientos migratorios y las concepciones asimilacionistas de las sociedades receptoras, así como los estudios de enfoque cuantitativo y aquellos que acentúan las variables expulsión-recepción de los inmigrantes. En la delimitación del fenómeno migratorio que trata aquí, la autora considera la importancia de los avances en las investigaciones que incorporan a los sujetos como principales protagonistas que ponen en relieve ciertos aspectos del comportamiento social ausentes en los enfoques tradicionales y examina la dinámica migratoria como práctica global en la transición de una economía antigua a una moderna. Cada uno de los cuatro capítulos que integran esta sólida investigación se sustenta en un valiosísimo y variado corpus documental integrado por fuentes de carácter nominativo, como son los registros de embarcaciones y pasajeros y los censos de personas; fondos consulares; cartas oficiales; actas capitulares; escrituras públicas; expedientes civiles; estadísticas y otro tipo de documentación oficial que se encuentra en los archivos que corresponden a las regiones que la autora analiza. Así también se destaca la amplia bibliografía que cita a pie de página. El primer apartado refiere a la situación en el norte de la península itálica: el reino de Cerdeña y Piamonte estrechamente relacionado con la dinastía de Saboya cuyos orígenes se remonta a tiempos medievales y de suma importancia en el equilibrio de las tensiones europeas durante los siglos XVIII y XIX. Por otro lado, el repaso histórico por los inten-

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 sos debates políticos, económicos, religiosos en la Liguria, región marítima, mercantil y financiera, le permite a la autora sintetizar el período que se extiende desde el dominio francés, el reinado de los Saboya y las tensiones y enfrentamiento de dos regiones que se estructuran con diferentes perfiles, las ondas revolucionarias, la transformación política y social bajo il Risorgimento y el posterior proceso de unificación italiana entre 1860 y 1870. Luego Tarragó gira su mirada hacia el continente hispanoamericano, particularmente hacia el Río de la Plata y los sucesos a partir de 1808. Concentra su atención en los conflictos políticos y económicos, la propensión hegemónica porteña en tensión con las pretensiones autonomistas de las provincias, la experiencia rosista, la confederación urquicista y la construcción de un orden estable. En el segundo capítulo, sin dejar de mencionar la experiencia de migrantes aislados, intelectuales y profesionales provenientes de la península itálica en tiempos de la colonia, la autora disminuye la graduación óptica e indaga la presencia temprana de sardos que con un flujo constante desde 1820 se afianzan en las orillas del Plata y del Paraná y en Montevideo. La referencia previa a los procesos políticos, sociales y económicos decimonónicos correspondientes al Reino de Cerdeña y Piamonte, y al Río de la Plata contextualizan el punto de partida y de arribo de los migrantes objeto de estudio. Ambos espacios comparten la experiencia política en cuanto transitan la fase previa a la conformación del Estado moderno y experimentan la ausencia de dispositivos institucionales y jurídicos legales que pretenden controlar y ordenar la movilidad de los inmigrantes. El capítulo remite al desarrollo de las actividades navieras de sardos y genoveses, que a pesar de sus permanentes tensiones, supieron desplegar estrategias económico sociales para sortear el clima complejo imperante durante la conflictiva coyuntura rosista desarrollando actividades navieras tanto aquellas relativas a la construcción naval, al comercio de cabotaje, al tráfico ultramarino u otro tipo de trabajos calificados. Destaca en este punto figuras tales como Giovanni Batista Cúneo y Giusseppe Garibaldi que se vinculan a los avatares políticos del momento; así también resulta particularmente interesante la referencia a la no menos conflictiva instalación del Consulado del Rey de Cerdeña en Montevideo y el juego diplomático durante el bloqueo anglo francés. En un tercer momento Tarragó focaliza su estudio en el “Litoral de los Ríos” y la dinámica de los circuitos mercantiles entre 1810 y 1840, así como en la emergencia de la ciudad-provincia de Santa Fe considerando la reconfiguración del espacio y los vínculos comerciales desde tiempos coloniales y el incipiente surgimiento de la Villa del Rosario en el siglo XVIII. A través de una clara síntesis de las primeras convulsionadas décadas decimonónicas, da cuenta de la adaptabilidad no siempre satisfactoria de los comerciantes rioplatenses frente al impacto y los efectos del predominio mercantil inglés que transita desde experiencias operativas aventureras a relaciones con el poder político y acuerdos diplomáticos. Luego la autora refiere a la inserción estratégica de migrantes ligures, dando a conocer el registro de las naves y de algunos pasajeros que arriban a Montevideo y Bue-

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Liliana Díaz nos Aires entre l823 y 1845, de este modo introduce al lector en las huellas de los nombres propios de familias y grupos que se radican en enclaves litoraleños. En una escala de observación más reducida, en el último capítulo Tarragó se detiene en la historia de Rosario y en la migración ligur entre l840 y 1860. Expone las intensas transformaciones económicas y políticas del período y mediante un trabajo exhaustivo de fuentes, explora las trayectorias de los agentes y sus acciones considerando los recursos tanto materiales, relacionales y simbólicos que los genoveses supieron desarrollar al momento de su llegada e inserción. El detalle nominativo de los inmigrantes y cadenas migratorias así como la de sus actividades, brinda tanto al lector en general así como al especialista la posibilidad de ahondar y comprender el comportamiento y la experiencia de una migración temprana y su incidencia en la configuración urbana y rural. Desde sus primeras páginas el texto invita a su lectura y ofrece una relación dialéctica de los complejos procesos históricos en dos espacialidades distantes. Sin una delimitación territorial previa, la autora avanza con fundamentos teóricos y análisis de fuentes hacia niveles explicativos que construyen el espacio a partir de un ida y vuelta entre un enfoque micro y macroanalítico. Tarragó, que pone en suspenso las explicaciones generales, logra la inteligibilidad de los procesos migratorios en la historia local y regional recuperando la dinámica hombre-espacio en una realidad discontinua y heterogénea en vinculación al sistema capitalista en expansión que la contiene. Liliana Díaz CEDCU- UNR

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GRUZINSKI, Serge, Las cuatro partes del mundo. Historia de una mundialización, Fondo de Cultura Económica, México, 2010, 480 páginas Este libro, publicado originalmente por Éditions de la Martinière en el año 2004, tiene como tema principal lo que el autor denomina primera mundialización ibérica. Este fenómeno consiste en la interconexión inédita entre las ‘cuatro partes del mundo’ a las que se refiere el título de la obra (Europa, África, América y Asia, retomando la definición el cronista mestizo Chimalpahin) bajo el dominio de la monarquía católica, la unión de las coronas de España y Portugal entre 1580 y 1640. Esta unidad política que se pretendía universal, aseguró una conexión permanente entre los cuatro continentes, lograda a partir de la circulación continua de personas, bienes e ideas entre ellos. Dejando de lado la visión unidireccional y eurocéntrica propia del concepto de expansión ultramarina, el autor procura reconstruir las interacciones recíprocas dadas no sólo entre Europa y el resto del mundo, sino también entre Asia, América y África. El análisis de las lógicas de la globalización (la reproducción mimética de los hábitos y del sistema de pensamiento europeo en el resto del mundo), del mestizaje (la mezcla surgida del contacto intenso entre distintas sociedades e individuos) y la occidentalización (la transformación de los saberes y tradiciones europeas en patrimonio potencialmente universal) se aplica a un vasto conjunto de fuentes documentales e iconográficas surgidas de los cuatro continentes. El libro se estructura en cuatro partes, a las que se suman un prólogo y un epílogo. La primera plantea que la visión de una modernidad definida sólo en función de procesos europeo-limitados (la Revolución Científica o el Absolutismo), soslaya la importancia capital que tuvo en su conformación el choque entre los distintos mundos y su novedosa conexión a nivel planetario. La segunda parte trata de las formas concretas en las que se establecieron las distintas conexiones intercontinentales/interculturales (mestizajes, migraciones, producción de informes y transmisión de noticias, circulación de libros y mercancías, transplante de instituciones civiles y eclesiásticas). La tercera, a su vez, se concentra en los hombres que articularon estos nexos: expertos que escriben extraoficialmente, miembros laicos y religiosos de las elites católicas que informan, evangelizan y gobiernan, mestizos que hacen equilibrio entre la herencia nativa y los horizontes planetarios de los que son expresión, todos sostienen los lazos planetarios que permiten el dominio de la monarquía católica. La cuarta y última parte se refiere a los mecanismos que sostuvieron la globalización del saber europeo y cómo este, reduplicado en ultramar, permaneció en cierto grado ajeno a las influencias de los mundos que se integraron en el seno de la monarquía católica. Así, el autor recupera la dimensión política y el desequilibrio de poder propio de toda situación colonial, que limita la dinámica de los mestizajes y deja intactos aspectos como la organización y validación del saber o las normas de distinción de la sociedad dominante. La investigación se basa en el análisis de numerosas fuentes documentales e iconográficas producidas in situ, en las áreas de contacto entre los continentes desde mediados del siglo

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Maria Jualiana Gandini XVI hasta las primeras décadas del XVII. Sin duda, la variedad de las fuentes es uno de los puntos más interesantes del libro, en consonancia con la amplitud de miras geográficas, culturales y sociales que el tema analizado en él requiere. Recoge, además, un muy variado espectro géneros y registros, que van desde la poesía y el diálogo humanista hasta el rudo informe del soldado conquistador o de la más técnica investigación médico-farmacéutica, al diario de un mestizo. El autor se beneficia de la mirada global con que la World History aborda las relaciones planetarias que se dan a raíz de la primera modernidad. A ella suma el concepto de connected histories enunciado por Sanjay Subrahmanyam, para explicar los mecanismos de anclaje que la movilización ibérica construye para sincronizar las distintas sociedades con las que entra en contacto. Este marco le permite proyectar sus reflexiones previas sobre los procesos de mestizaje y la construcción de una modernidad temprana ampliada a las relaciones europeo-americanas a un nivel de análisis planetario, en el que la monarquía católica sirve como unidad de análisis. Se plantea asimismo una perspectiva descentrada, que ve el mundo desde México, Manila o Cabo Verde, dejando de lado la lógica binaria de un centro/periferia, en favor de una imagen compuesta por múltiples centros y fronteras de contacto o middle-grounds; zonas en las cuales el mundo europeo choca y pone en relación comunidades e historias que habían transcurridos ajenas unas de otras. Estas experiencias de confrontación, asimilación e imposición, en las que la agencia de los “otros” se torna insoslayable en la construcción de estas relaciones, se interpretan como parte esencial de la historia temprano moderna. América, África y Asia dejan de ser así un mero “margen” de la modernidad europea, para pasar a ser escenarios dinámicos y activos en la construcción de una inédita dimensión planetaria que dio sus rasgos a la primera modernidad. Llama la atención, la casi nula mención que el autor hace de uno de los géneros literarios más populares de la época como lo fue la literatura de viajes, clave en la transmisión de las experiencias de ultramar a Europa. No obstante ello, la recuperación de las múltiples conexiones que articularon y dieron forma a la primera experiencia de mundialización, devuelve una imagen enriquecida del mundo temprano moderno. A lo largo del análisis, el autor rescata la historicidad específica del proceso, reivindicando a la Historia como una magnífica “caja de herramientas” con la cual reconstruir y reconectar fenómenos que los hechos posteriores, la lógica disciplinar, o las modas historiográficas velaron o dejaron de lado. Fenómenos de los cuales seguimos siendo testigos mientras continuamos transitando las encrucijadas que unen y acercan las distintas partes del mundo y los seres que lo habitan. Maria Jualiana Gandini Museo Etnográfico J.B. AmbrosettiUBA-CONICET

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LOLLO, María Soledad, Diarios de Viaje por América. Un instrumento del reformismo borbónico en el Río de la Plata, Universidad de Huelva Publicaciones, Huelva, 2010, 172 páginas El impulso exploratorio iniciado en 1492 encuentra su apogeo, esplendor y consumación en el marco del proyecto ilustrado del siglo XVIII; un siglo en el que se consolida la instalación efectiva de un mercado mundial que impone los mecanismos de su propia expansión a través de la producción de bienes y símbolos. Las expediciones científicas estaban promovidas por las Monarquías de Inglaterra, Francia y España que confiando en la ciencia y sus prácticas habían encontrado el mejor discurso de legitimación a las acciones de dominio político y económico. Este trabajo se concentra en el proceso reformista que involucró a la Monarquía Borbónica y a los territorios americanos. Preocupada por redefinir los contornos de su poder jurisdiccional y relanzar su economía, la creación de las expediciones científicas implicó una intervención territorial y jurisdiccional que se fundó en la apelación, real y simbólica, a la ciencia. En el primer capítulo Los Diarios de viaje y los viajeros, se efectúa un análisis pormenorizado de qué significado tienen los desplazamientos, cómo se configura la imagen del viajero, qué sucede cuando fruto de ese viaje se elige una transmisión en la escritura, qué inscripción se hace de los destinatarios y cómo la lógica del viaje es en definitiva un suceso hacia la alteridad. Los relatos de viajeros han capturado el interés crítico de los historiadores en diversos siglos y han provocado profundas discusiones que, en última instancia, constituyen el testimonio fehaciente de su propia relevancia cultural. Es durante los últimos años que la producción organizada desde las ciencias sociales se ha concentrado en un análisis más complejo y transdisciplinar sobre los relatos de viajeros y en esta tarea se ha accedido a una acumulación de conocimiento que permite observar estos objetos de estudio desde una perspectiva que incide en cómo se construye el relato de viaje como entidad cultural, pero esencialmente en los mecanismos desde los cuales ese relato concibe al espacio, legitima el tiempo y organiza la imagen del otro, de lo otro en una dialéctica constante, producto fundamentalmente del proceso especular y pendular de lo narrado, la narración y el narrador. Todas estas argumentaciones, la autora, las lleva adelante a través de los últimos aportes de la historiografía, la antropología y la crítica cultural. Es de destacar, por una parte, la elección del género de “diario de viaje” para el período trabajado en el que claramente se produce una identificación entre el autor/narrador y viajero como aquel que ordena los signos del texto así como ordena el diario vivir en el viaje. Pero a su vez, la interpretación que de este escrito hicieron los funcionarios del reformismo. Por otra parte, el haberse tenido, especialmente en cuenta los trabajos de los antropólogos, geógrafos e historiadores españoles contemporáneos como Juan Pimentel, Manuel Lucena Giraldo y Carlos Martínez Shaw.

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Fernando Navarro El segundo capítulo, El Río de la Plata en los Diarios de Viaje desde “el hambre” hasta “la abundancia”, se describe cómo el espacio rioplatense fue visto por los viajeros. Toda la argumentación se sostiene a partir del concepto de frontera. La polisemia del mismo hace que la autora tome como estrategia el análisis de una doble frontera, de manera tal que “Viajeros e ilustrados constataron la presencia de las fronteras. Los viajeros perfectos lo hicieron a través de una óptica europea pero situados en una zona de contacto….” Los Ilustrados –viajeros imperfectos– en cambio, percibieron las fronteras desde la Metrópoli y a partir de la lectura de los diarios de viaje. La principal diferencia entre unos y otros radica en que los primeros, por su contacto empírico con el continente americano, pudieron advertir con más facilidad que los segundos la dinámica interna de las colonias” (pág.80). Y en esta línea de tratamiento se muestra cómo el espacio rioplatense se conformó en un espacio de frontera en el que diferentes grupos inter-actuaban en busca de consolidar su poder sobre el mismo. Pero, también, como un espacio de frontera asediado por la amenaza extranjera. Asimismo, el trabajo explora cómo y por que los diarios de viaje fungían de instrumentos del reformismo. En la deseada regeneración que detuviera el declive de la corona (el tema por excelencia del siglo XVIII de España) participan los vínculos más estrechos de los territorios de América y la más amplia explotación de sus recursos fiscales, políticos y naturales. Dentro de este contexto de reforma política y social, el programa de expediciones científicas a América promovidas por la corona de los años 1760 en adelante fue el signo más claro de la dinámica de la Ilustración de la ciencia española. Los territorios de América podrían ser recuperados, y su rentabilidad podría aumentar a ciento por ciento. Finalmente el capítulo tercero “Desde “Noticias Secretas” hasta “El Lazarillo de Ciegos Caminantes” se examinan los escritos de José del Campillo y Cosio, referente de la primera etapa del reformismo borbónico y Pedro Rodriguez Campomanes, quien ocupó diversos puestos en la administración borbónica hasta llegar a justificar y legitimar las reformas que debían implementarse. La autora pone en tensión los escritos de estos funcionarios con los diarios de viaje. Tanto Noticias Secretas de América de Jorge Juan y Antonio de Ulloa como el Lazarillo de Ciegos Caminantes de Concolocorvo son diarios de viaje profusamente trabajados pero la novedad de la lectura que se propone está dada por señalar la analogía que se establece entre el viaje, lo visto y el conocimiento como un tópico común de la época. Esta analogía muestra que para los hombres del siglo XVIII, ser viajero era ser poco confiable, y la tarea era vista como una actividad similar a los poetas, actores, ladrones, mentirosos. Cuando los viajeros se arman con los métodos y prácticas de la ciencia moderna comenzaron a ser percibidos como personas fiables, pero esa creencia necesitaba ser sostenida. Estos “testigos imparciales del mundo” recurrían a todas las estrategias retórico/discursivas que facilitaran la transmisión de lo leído en el libro de la “Naturaleza” pero fundamentalmente son los funcionarios de la administración borbónica quienes insertaron ese relato en las necesidades de reforma de las colonias. En definitiva, Lollo destaca la capacidad de la escritura de viaje para que se evidencien las dimensiones “objetivas” y “subjetivas”, es decir los aspectos literarios y científicos. Es en este punto

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Avances del CESOR - Año VIII, N° 8 / 2011 de intercambio conflictivo entre lo científico, lo político y la experiencia singular, desde donde propone interrogar a los relatos de viaje con el objeto de acercarse a su contexto y a su significado histórico y cultural. La cuidada edición y los anexos cartográficos se aúnan al estudio detallado y lúcido de María Soledad Lollo constituyendo un valioso aporte a los estudios de literatura de viaje en general y de este tópico en el reformismo borbónico. Fernando Navarro CESOR-CIEHUM/UNR

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Normas para la presentación de artículos a Avances del Cesor, Revista del nodo CESOR (Centro de Estudios Sociales Regionales) del ISHIR (Investigaciones Socio-históricas Regionales) dependiente del Consejo de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y de la Universidad Nacional de Rosario (UNR)

A- CARACTERISTICAS DE LOS MANUSCRITOS Los mismos deberán ser originales e inéditos y se presentarán en formato Microsoft Word, tamaño A4, interlineado doble y letra Times New Roman tamaño 12. Su envío se realizará, por correo electrónico (como archivo adjunto) a [email protected]; secretaria@ ishir-conicet.gov.ar y por correo postal (copia de respaldo en un CD convenientemente rotulado) a la Secretaría Técnica de Redacción: ISHIR/CESOR - CCT-CONICET/Rosario, 27 de Febrero 210 Bis (Ocampo y Esmeralda), Rosario (2000), Provincia de Santa Fe, Argentina. El límite de extensión de los textos será para los artículos, 25 carillas ( incluyendo las citas, cuadros, notas, etc.) y 3 carillas para reseñas y comentarios críticos. Debe acompañar a los trabajos una hoja aparte con datos personales (nombre, dirección y teléfono) y profesionales (Universidad, institución de pertenencia, etc.) de la/el o las/os autoras/es.

B- DATOS QUE DEBEN CONTENER LOS ARTICULOS/RESEÑAS ● Título general completo en mayúsculas, alineado en el centro, resaltado en negrita y respetando la misma letra indicada para el artículo en general. Los subtítulos y títulos internos irán resaltados en negrita, alineados a la izquierda y en minúscula. ● Nombre y pertenencia institucional de la/el o las/os autoras/es ● Un resumen de un máximo de 15 líneas (interlineado simple, letra Times New Roman, tamaño 10) en español (bajo el título Resumen en negrita) y en inglés (bajo el título Abstract en negrita) y con (sus respectivas) palabras claves, en español e inglés. ● En el caso de las reseñas, el nombre y apellido así como la pertenencia institucional de la/el autora/or de la reseña irán consignados al final del texto, en negrita y alineado a la derecha. El encabezado (en negrita) de las mismas deberá respetar el siguiente orden: ▪ GARCÍA FERRARI, Mercedes, Ladrones conocidos/Sospechosos reservados.

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Identificación policial en Buenos Aires, 1880-1905, Prometeo Libros, Buenos Aires, 2010, 216 páginas.

C- NOTAS Y CITAS (ESTILO) Las citas irán a pié de página enumeradas siguiendo el formato automático de Word. Cuando el número de cita se encuentre a continuación de un signo de puntuación, deberá ubicarse siempre detrás del mismo. Las características generales son: mayúsculas para el apellido de la/el o las/os autores/as y tras la coma, su nombre. Títulos de libros en itálica; títulos de artículos entre comillas y nombre de la publicación en itálica; editorial, lugar y año de edición, volumen, tomo (V., T.), número (Nº) en caracteres romanos, página/s (p., pp.), si correspondiera. Ejemplos (evitar el uso de abreviaturas) Libros de autor:

VIDAL-NAQUET, Pierre, Los judíos, la memoria y el presente, Fondo de cultura Económica de Argentina, Buenos Aires, 1966, p. 23.

Artículos de revistas

IRUJO, Andrés María de, “Don Tomás Yoldi y Mina”, en Boletín del Instituto Americano de Estudios Vascos, Buenos Aires, 1968, V. XIX, pp.19-26.

Capítulos de libros colectivos:

AROSKIND, Ricardo, “El país del desarrollo posible”, en JAMES, Daniel (director) Violencia, proscripción y autoritarismo (1955-1976). Nueva Historia Argentina, T. IX, Sudamericana, Buenos Aires, 2003. Prensa o publicaciones períodicas:



La Capital, 11/09/1972, p. 16.

Citas de recursos electrónicos: Responsable principal. Título [tipo de soporte]. Responsable(s) secundario(s). Edición. Lugar de publicación: editor, fecha de publicación, fecha de actualización/revisión. Descripción física. (Colección). Notas. Disponibilidad y acceso [Fecha de consulta]. Ejemplo:

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Wollstonecraft, Mary. A vindication of the rights of women [en línea]: with strictures on political and moral subjects. [New York]: Columbia University, Bartleby Library, 1996. XVI, [17]-340 p. Transcripción y conversión al formato HTML de la ed.: Printed at Boston: by Peter Edes for Thomas and Andrews, 1792. [Consulta: 5 mayo 1997].

La reiteración de referencias a la misma obra se hará de la siguiente manera: ● Cuando la misma obra se reitera en diferentes partes del texto no consecutivas: VIDAL-NAQUET, Pierre, Los judíos..., Op. Cit., p. 453. ● Cuando la misma obra se reitera de modo consecutivo: 1

VIDAL-NAQUET, Pierre, Los judíos, la memoria y el presente, Fondo de cultura Económica de Argentina, Buenos Aires, 1966, p. 23.

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Ibídem, p. 25.

La transcripción de fragmentos de fuentes (o de obras de otros autores) en el cuerpo del artículo se hará de la siguiente manera: ● Si se incorpora a continuación de la oración debe hacerse en el mismo formato del texto ( Times New Roman 12) y resaltada por comillas. No utilizar otra forma de resaltado; salvo que se trate de palabras o frases en otro idioma distinto al español. En este último caso, se utilizarán itálicas. Si se omiten partes del escrito se las reemplazará por tres puntos suspensivos sin paréntesis ni corchetes. Si se agrega algo a la cita que no corresponde ni a la fuente ni al autor se coloca entre corchetes. ▪ Las mismas indicaciones se seguirán en caso de reproducir fragmentos de fuentes o de obras de otros autores en notas al pié. ▪ En el caso de las fuentes, si se prefiere centrarlas, se escribirá: sin comillas y con márgenes izquierdos y derechos de 1,5 cm, interlineado simple y letra Time New Roman 10. Si se decide incluir mapas, ilustraciones y/o cuadros, enviar en archivo aparte, indicando en qué sitio del texto deben ser incluidos. Si son escaneados deben ser enviados en archivo, formateados con la extensión “.tif”. Se recomienda no utilizar colores porque la impresión de la revista es en blanco y negro. Los vocablos en otros idiomas deberán resaltarse en cursiva sin excepción. Por utilizar el estilo de cita a pie de página se excluye la presentación de bibliografía final en los artículos.

D- ARBITRAJE Los manuscritos serán recibidos por la Secretaría Técnica de Redacción y se notificará de su recepción a la/el o las/os autores/as en un plazo que no exceda los 15 días. No se aceptarán contribuciones que no cumplan con las normas de publicación especificadas.

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Los trabajos serán sometidos al arbitraje confidencial de dos especialistas anónimos y externos tanto a la revista como a la institución editora de la misma. La comunicación a la/el o las/os autoras/res del resultado de las evaluaciones se concretará en un término menor a 4 meses. A partir de estas evaluaciones la Secretaría Técnica de Redacción podrá solicitar modificaciones a la/el o las/os autoras/res. Luego de ser aceptado el artículo el mismo no podrá sufrir ningún cambio y su aprobación implicará que la/el o las/os autoras/es autorizan la publicación del trabajo por la revista Avances del Cesor. La revista no se compromete a la devolución de los originales recibidos aún en el caso de no ser publicados.

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Impreso en los talleres de Propuesta Gráfica, Larrea 2902 - Rosario, T.E. 431-3436 en el mes de diciembre de 2011 e-mail: [email protected]; [email protected]

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