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ÍO) (liMeclur hauorativ del Instituto Rubio) Dr. D. José Goyanes Gapdevila (Director del Instituto i.e Oncología) Or. D. Francisco Huertas Barreré
Author:  Carla Ruiz Duarte

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Domótica RF (Radiofrecuencia) Sistema domótico RF (Radiofrecuencia) Domótica RF para la automatización de viviendas basado en tecnología de radio fr

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ÍO)

(liMeclur hauorativ del Instituto Rubio)

Dr. D. José Goyanes Gapdevila (Director del Instituto i.e Oncología)

Or. D. Francisco Huertas Barreré

Dr. 0. Enrique Slocker La Rosa

(De la neuericencia general V de la Academia Nacional de Medtcin.i)

(Me la Benefii«-n-ia l'roTíncia; y de la / ^ d e m i a Nacional ¿e Mcdicin.v)

Dr. D. Antofflo Crespo Alvarez

Dr. 0. Fidel Fernández Martinez

iDe la r.»-»lt:Hl de Medicina de Madfiíl)

(l»e t.i FacnKad de MrilKiir.i de Cr¡inacl.f)

DIRECTORES DE ESI'kCIAÚDADES Aparata ifif^csti'co y imlrición--. Santin^o Carro, — Aparato respiratorio : J, ¡Mitt y VÁ\. —Canliotolíía : .A. Jlitt.—Cirugía general: Santiajaro Pallares y J. Berítens.—Dcrmo^ifiliografia : Barrio de .^ledína.—f;.•)!"f()/oJ?/a : A. Pnmarino.—Ncurt logia : E. Oótncz Merino.—Odontología : Miguel S. de Pipnón.—Oftalmdogía : A. Cortés.—Osteo-artropatfas y LirugíJ Ortopédica : A. 3lart.'n«z .4ngel.—Otorrinolaringología : E. Plana.s de Castro.—Pr tanto, las defensas sanguíneas; de otro exacerbando los focos ganglionares, facilita el arrastre de los bacilos hacia la corriente sanguínea. Da, pues, facilidades para que aumente el número de bacilos que lleguen a la sangre y disminuye la capacidad de ésta para destruirlos. En muchas radiografías en las que la siembra pulmonar no es la protagonista se advierten, sin embargo, huellas reveladoras de que se haya realizado. El número de casos en que la siembra es el drama principal aumenta de día en día a medida que la diagnosticamos mejor, y en estos últimos tiempos ha adquirido una extraordinaria importancia. Estas formas de diseminación hemática pueden ser consideradas como iniciales en el adulto, porque parecen ser producidas por reinfecciones recientes, y además son punto de partida para la producción de cavidades, de difusiones brcmquiales, etc., que forman e t ^ a s en el camino de la tisis; el desarrollo de infiltraciones sobre estas áreas sensibilizadas apresura muchas veces esta evolución des» favorable. El mecanismo de producción de tales diseminaciones es el 33Bámm> qtte el observado en la infancia : mtK^hos de los individuos ea quienes las vemos las habrán tenido ya en la niñez o en la

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edad escolar, y en estos individuos se prolonga en rigor el período secundario, qtie se revela clínicamente según hemos hecho notar por las infiltraciones perifocales y por estas diseminaciones intra o extrapulmonares. Es muy difícil sorprender en la clínica la aparición de una siembra hemática por la escasez habitual de su sintomatología. Éstas formas se descubren principalmente en los dispensarios eu qne se radiografía a los convivientes expuestos a frecuentes reinfecciones, que si exacerban focos antiguos pueden también producir brotes nuevos. Señalemos, por lo tanto, como características de las diseminaciones discretas la conservación de un buen estado general, la parquedad de los síntomas, la relativa brevedad de los episodios febriles, cuando existen, y la frecuencia del análisis de esputos negativo. Constituyen estas formas una demostración clara de cómo el proceso tuberculoso no se desenvuelve uniformemente en las distintas zonas pulmonares, y vemos cómo en algunas se extiende y agrava, mientras en otras permanece estacionario o experimentan regresión las lesiones. Ello indica que debemos huir de un concepto demasiado general de la alergia y ligar más ésta a coiidiciones locales, probablemente al mayor o menor acumulo de bacilos en cada zona. Las siembras sanguíneas, por la mayor extensión que abarcan, permiten apreciar grandes diferencias en la evolución del proceso en cada una de las áreas pulmonares. Es indudable también que la alta inmunidad de la sangre adquirida por repetidas irrupciones bacilares, cuando no son muy intensas, es la causa del confinamiento de las lesiones en el pulmón en los casos favorables. La naturaleza cierra a los bacilos existentes en el pulmón camino del resto del organismo, no con válvulas ni compuertas, sino con las defensas sanguíneas, como pe din atajar el paso al enemigo un país en guerra envenenando las aguas de un río fronterizo. Formas infiUraUvas.—Sobre zonas pulmonares de más o menos tiempo contaminadas se extienden a veces infiltraciones que las reactivan, y estas regiones que parecían agotadas, sin porvenir patológico, pueden ser origen de un nuevo brote que conduzca a formas ya graves de la tisis pulmonar. Con frecuencia también vemos producirse en el adulto infiltraciones en zonas sanas o que aparen-

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lemente lo sean, porque su pasado patológico no haya dejado exI>resión radiográfica apreciable. Se han dividido estas infiltraciones en primarías y secundarias, y se han distinguido, además, las precoces y las tardías según se asienten en un área pulmonar indemne o poco modificada, o sea reacción de antiguos campos indurados a proteínas tuberculosas o extrañas, etc. Con toda esta diversidad de infiltraciones, el origen de las cuales es clínicamente muy difícil a veces esclarecer, se ha hecho un tejido de hipótesis de trabajo que oscurece la realidad, constituyendo andatnios que encubren las líneas de la fachada. Prácticamente debemos considerar que en cualquier área pulmonar pueden producirse infiltraciones, si llegan a ella bacilos procedentes del exterior o de otro foco que las despierten o productos tóxicos bacilares o no que las irriten. En ocasiones podemos advertir que recaen en zonas previamente induradas; en otras no lo sabemos. Algunas veces las infiltraciones parecen ligadas a reinfecciones exógenas, pero la prueba falta, y esta suposición tan razonable que hacemos todos los días es también en fondo una hipótesis de trabajo. Respecto a infiltración precoz, ya advertía Redeker que es un concepto clínico radiográfico, no etiológico ni anatomopatológico; de ahí que hoy ampliemos el concepto que primitivamente formamos de esta lesión, reconociendo que puede deber su origen a mecanismos variados (diseminación bronquial, siembras hemáticas, reactivación de focos antiguos o contaminaciones de otro orden). Siendo varios sus origenes y distinta su gravedad, seria interesante saber si esto variaba según el mecanismo de su producción. Mientras éste y otros problemas se resuelven, estemos atentos a la aparición y desarrollo de las sombras infíltrativas de cualquier clase que sean, neumotorizando al enfermo en cuanto se advierta tendencia a la cavemizadón, pues esta fuente de difusión bronquial es un comienzo rápido para las diseminaciones graves de la tuberculosis. Iniciaciones apicales.—^Las formas de vértice que han tenido tanta importancia en el pasado la han perdido en gran parte desdé que sabemos qae las alteraciones que descubrimos en esta región no son ^ o excepdonalm^ite de naturaleza tuberculosa. Sería meríl negar que hayamos cometido errores en la ínter-

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pretación de las alteraciones de los ruidos respiratorios de estas 2onas pulmonares. Debo recordar, sin embargo, que yo en todos mis escritos antiguos he exigido, aparte de estos trastornos, la presencia de síntomas para hacer el diagnóstico y decidir el tratamiento ; también he hecho observar que no eran los tuberculosos incipientes, sino los bronquíticos crónicos los que ofrecían signos fisicos de vértice más separados de lo normal y sombras radiográficas más densas y extendidas. No dejan de presentarse en las radiografías nodulos apicales, producto de diseminaciones sanguíneas en diverso grado de induración, que a veces han determinado reacción pleural; o han alcanzado estas regiones reacciones infiltrativas fraguadas en las proximidades. Acaso la reinfección o la reactivación de estos focos da lugar a manifestaciones patológicas en la edad adulta. Tienen éstas principalmente por síntomas (aparte de inaretencia y adelgazamiento) fiebre de intensidad media, tos, expectoración y pequeñas hemoptisis. A veces se producen pronto i^equeñas cavidades, y si la intensidad de un proceso reactivo no las cierra, se da ya en esta forma en época temprana la posibilidad de una defensión considerable. He tratado, abarcando las formas clínicas tan variadas de la juventud, de dar acerca de ellas una visión de conjunto, pero principalmente a demostrar cómo los mismos mecanismos que determinan la evolución de la tuberculosis en la niñez, van también continuando en la juventud su obra devastadora.

Sesión correspondiente al día 28 de abril de 1932. II Concepto patogénico actual de la epilepsia con aplicación a su trstamientc. Conferencia dada por el Dr. Enrique Gómez y Merino. Señores: He elegido este tema como asunto de la presente conferencia, por parecerme a la vez interesante y práctico. Interesante, porque la patogenia de la epilepsia es una de las cuestiones más debatidas

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y de más amplios horizontes de la Neurología moderna; práctico, jiorque seguramente no habrá ni un solo médico, general o especialista, que no tenga entre los enfermos sometidos a sus cuidados algún epiléptico. Ya es un conocimiento vulgar y corriente que la epilepsia no podemos considerarla como una afección única y distinta, sino más bien como un complicado síndrome neuropático. En su forma más típica, alrededor de las convulsiones, se agrupan los demás síntomas para constituir una entidad nosológica bastante bien definida, aunque obedeciendo a causas muy diversas. Un intenso o grave traumatismo craniocefálico (fractura del cráneo, herida del cerebro, etc.), una lesión a distancia visceral o periférica, que pueda desarrollar una acción refleja ; una infecci

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