Actas II Congreso Internacional Latina de Comunicación Social Universidad La Laguna, diciembre de 2010

Actas – II Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – Universidad La Laguna, diciembre de 2010 “POR EL ‘PARCHE’ ME HAGO MATAR”: DISCURSOS

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Revista Latina de Comunicación Social. La Laguna (Tenerife) julio-diciembre de año 7º - número 58
Revista Latina de Comunicación Social La Laguna (Tenerife) – julio-diciembre de 2004 - año 7º - número 58 D.L.: TF - 135 - 98 / ISSN: 1138 – 5820 htt

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UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA «Estudio de la prevalencia de marcadores de infección y de la respuesta inmunitaria postvacunal frente a la hepatitis B en p

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Actas – II Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – Universidad La Laguna, diciembre de 2010 “POR EL ‘PARCHE’ ME HAGO MATAR”: DISCURSOS DE LA PRENSA ESCRITA FRENTE A LOS JÓVENES MARGINALIZADOS, UN ESTUDIO DE CASO EN CALI/COLOMBIA Víctor Hugo Valencia Giraldo Com. Social y Msc. en Estudios Políticos Profesor Asistente Pontificia Universidad Javeriana Cali - Colombia [email protected]

Palabras clave: Juventud, Masculinidad, Honor, Representaciones Mediáticas 0. Resumen: Los medios de comunicación – y entre ellos, la prensa escrita – como reproductores de la cultura de control [Hall-Jefferson; 2010] crean definiciones hegemónicas sobre distintos fenómenos sociales; siempre desde la perspectiva de la fuente oficial. De allí que buena parte de las miradas a las problemáticas asociadas a la violencia juvenil (en particular, la que es cometida por bandas de jóvenes marginalizados adscritos a barras de futbol, pandillas o redes de crimen organizado) sean de carácter explicativo y no comprensivo; lo que conduce a que las medidas estatales siempre sean del mismo talante: más coerción, mayor control, menos tolerancia. Al ser la prensa el espacio idóneo para la exhibición del honor masculino – categoría operativa principal en el tema de investigación del proyecto “La Juventud y el Honor: representaciones mediáticas de jóvenes populares en Cali, Colombia”–, es este medio uno de las primeras fuentes en ser estudiadas. En la ejecución de dicho proyecto se ha realizado revisión, sistematización y análisis de registros mediáticos de los 4 periódicos principales de la ciudad de Cali (El Caleño, Q’Hubo, Occidente y El País) entre 1984 y 1995; años éstos que se han caracterizado por la escalada de la violencia como forma de resolución de conflictos entre jóvenes de distintos sectores populares de la ciudad. Esta ponencia intentará cimentar las bases teórico/conceptuales del estudio sobre el honor masculino como variable emergente de las relaciones entre jóvenes; a fin que desde instancias decisionales del orden político y cultural de la ciudad se intenten nuevas formas de abordaje, de mediación o de intervención al fenómeno de la violencia juvenil en los contextos urbanos. 1. Introducción: El concepto de Honor ha sido abordado desde una variopinta escena disciplinar: la literatura Latinoamérica – desde Borges hasta Rulfo; desde Guillén hasta Amado – ha narrado las biografías heroicas de aquellos personajes que actuaban regidos por tácitos acuerdos, por códigos apócrifos, que desde la aparición de la ley como espacio aceptado para dirimir los conflictos empezaron a languidecer ante la imperial mandato del derecho. Así mismo, la historia y la sociología han usado el honor como categoría para entender las maneras de apropiación social de los espacios urbanos en las grandes ciudades latinoamericanas, desde su época de masificación y/o densificación [Romero, 1999]; hasta el momento actual, cuando la migración voluntaria o (como en el caso Colombiano) el desplazamiento interno forzado, sigue propiciando encuentros – o ISBN: 978-84-938428-0-2

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Actas – II Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – Universidad La Laguna, diciembre de 2010 desencuentros – culturales en los perímetros de los grandes centros urbanos del subcontinente. Más recientemente, la antropología urbana ha intentado analizar los códigos de honor que esgrimen hoy algunas organizaciones llamadas sugerentemente tribus, o subculturas, como por ejemplo los barristas del fútbol (fanaticadas seguidora de un nuevo tipo de identidad discursiva, provista de mitos fundacionales, de insignias, divisas, himnos y uniformes que recuerdan acontecimientos épicos, al interior del estadio/templo… o en sus inmediaciones); así como otros tipos de agrupación (estable o efímera) que casi siempre encuentran sus caracteres identitarios en la música, el tiempo libre, y en la facticidad de su condición etárea. Incluso la musicología – en particular, la que estudia los aspectos estéticos referidos a la música popular – ha tomado la idea del honor como uno de sus referentes temáticos obligados. Se puede incluso decir que aparece en las letras del cancionero popular una distinción importante del concepto de Honor: entre hombres se lucha por ganarlo o recuperarlo si ha sido maculado… pero en el caso femenino, es la Honra, no el honor, el motivo de disputa [Anahory- Librowicz, 1986]. En el campo político y del derecho no se ha exceptuado el tratamiento a este tema: extensos estudios en materia jurídica [Martín Morales, 1994] y penal [Speckman Guerra, 2006] han mostrado cómo el tema del honor excusaba a aquellos quienes – presa de un momento de ira e intenso dolor, o en su legítima defensa – cometían lo que en otra circunstancia sería considerado delito, por lo tanto, quedaban exentos de responsabilidad penal y no eran merecedores de sanción. En esos casos, la ley masculinizaba un asunto que la cultura patriarcal reconocía como imperativo, y que valía la pena defender aun con la muerte. Lo anterior lleva a pensar que este concepto hoy ha sufrido un proceso de, si se permite, secularización que empieza con la transformación, en la modernidad, de la noción de honor en dignidad [Berger, 1983; Taylor, 1994]. Sabiendo que hasta finales del siglo XIX, época en que los duelos entre caballeros eran usuales, el Honor era un asunto de clase y, por lo tanto, reservado para unos pocos; es comprensible que la lucha por la dignidad como condición igualitaria a toda persona suceda hoy en otros escenarios, como los estrados judiciales. Ya la idea del reto como protocolo previo al enfrentamiento varonil, la posibilidad de preservar e incluso acrecentar el honor familiar (pues la tradición era condición necesaria para pedir la reparación de una afrenta, además porque el honor ha tenido carácter acumulativo), y la inmediatez de la respuesta sin los respectivos vericuetos jurídicos de hoy; han entrado en franco desuso, por lo menos en contextos “civilizados”, o avenidos a los convencionalismos hegemónicos de la presencia estatal. Sin embargo, existen aun espacios urbanos localizados en donde el honor como código de procedimiento se ha mantenido en latencia. Tal vez no es aquel mismo tipo de honor caballeresco y tradicional; pero aun opera en ciertos grupos sociales mecanismos restitutorios y/o de conservación del honor. Es público que la literatura y la música muy especialmente han sido las disciplinas artísticas que más han contribuido en el posicionamiento de la Heroicidad popular – del compadrito, del malevo, del guapo o del malandro… medio delincuente, medio ISBN: 978-84-938428-0-2

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Actas – II Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – Universidad La Laguna, diciembre de 2010 don Juan –, encontrándose obras de diverso tipo inspiradas en personajes de leyenda, como en Evaristo Carriego, El Sur, Juan Muraña, El Hombre de la Esquina Rosada, entre otros, de Jorge Luís Borges; o El Gaviota, de José Díez-Canseco1; o en la poesía mestiza y descolonializante de Nicolás Guillén; así como en las obras de Amado y Rulfo. En las Milongas de John Moreyra de Homero Expósito, o en la Sangre Maleva de Juan Miguel Velich y Pedro Platas. También en la Trova Popular Mexicana 2, o en la Bossa Nova brasilera que teatraliza dicha heroicidad en A Volta do Malandro, o exalta su condición marginal en Mambembe, ambas piezas de Chico Buarque. La música caribeña hecha en Nueva York – lo que la dota de elementos puramente urbanos, distinta al Son del campesino cubano – ha influido en la creación de arquetipos como Pedro Navaja o Juanito Alimaña que intervinieron decididamente en los imaginaros sociales de los sectores populares de la sociedad latinoamericana. Igualmente, el cine ha hecho su parte utilizando intertextualmente las historias narradas en la literatura o la música popular, o erigiendo nuevos personajes que se turnan el papel de héroes o villanos de la cinematografía latinoamericana: desde El Jaibo de Los Olvidados de Luís Buñuel (1950), hasta Zé pequeno de la Cidade de Deus, de Fernando Meirelles (2002); se han recreado las vidas de aquellos que la cultura hegemónica denomina antihéroes, pero que en las barriadas gozan de estatus y admiración. Pero también son espacio permanente de exhibición del honor masculino los medios masivos de comunicación: éstos, por el contrario, construyen un clima de opinión deletéreo y adverso frente a los hombres que actúan al margen de la legalidad; motivo éste que hace ilegibles e incomprensibles las decisiones individuales o colectivas de aquellos jóvenes que por su condición marginal se convierten en “desadaptados” sociales: “Las noticias, las informaciones, las opiniones emitidas y las representaciones culturales proyectadas, tanto en el ámbito de los medios audiovisuales como de los escritos, configuran un universo decisivo de discursos que crean valores, actitudes y juicios respecto a nuestro entorno social, cultural y político. Los estudios de especialistas sobre procesos interculturales han indicado la continuidad de prácticas discursivas discriminatorias” [Nash, 2004]. De allí que sea crucial estudiar cómo es 1

“por otra parte, el protagonista aparecerá marcado por una peculiar característica: su machismo. Este rasgo, lejos de parecer un defecto, entraña una virtud, consistente en el sometimiento a un código de comportamiento ético que contribuye a la mitificación del delincuente. De hecho, esta forma de vida del hombre macho le sirve a Gaviota para ganarse el respeto de sus compañeros de aventura a través de los océanos, así como el favor del capitán. Como el protagonista de Don Segundo Sombra, como el Martín Fierro de Hernández, como el compadrito y el cuchillero de las historias borgianas, Gaviota es un personaje con rasgos de hombre rudo, entre los que se incluye su machismo, un personaje al margen de la legalidad, ya que su código de honor es otro, y es la afrenta a su código de honor, a su virilidad, lo que desencadena su peripecia y el desenlace de su aventura como marino en los cinco océanos. Este detalle presente desde el principio de la novela cobra especial relevancia en la escena en la que Gaviota es acusado de ser demasiao bonito pa‟ grumete”. En: VERES, Luís. Imaginarios de la urbe o el lenguaje de la delincuencia: El Gaviota y José Díez-Canseco. Disponible en: https://www.ucm.es/info/especulo/numero23/index.html 2 “El sociograma del “valiente”, tal como se presenta en numerosos corridos populares, es uno de los que han marcado más profundamente el imaginario popular mexicano desde finales del siglo XIX hasta nuestros días. El valiente no es el bandolero común que trabaja o actúa movido esencialmente por el interés personal, ni un trasgresor criminal, ni mucho menos el tipo de macho fanfarrón, irreflexivo y suicida frecuentemente evocado en el cine clásico mexicano o en algunas canciones de José Alfredo Jiménez. El valiente es, ni más ni menos, el héroe popular mexicano que se define esencialmente como un desobediente civil frente al gobierno, en nombre y a favor de su comunidad”. En: HÉAU L. Catherine y GIMÉNEZ Gilberto. La representación social de la violencia en la trova popular mexicana. Revista Mexicana de Sociología, año 66, núm. 4, octubre-diciembre, 2004. México, D. F., pp. 627-659. ISSN: 0188-2503/04/06604-02.

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Actas – II Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – Universidad La Laguna, diciembre de 2010 tratado el tema de los conflictos juveniles en los distintos discursos periodísticos como elemento disociador o cohesionador de grupos sociales determinados. 2. Las fuentes conceptuales y de Representación del Honor: Existen un buen número de tratados, la mayoría de ellos europeos, que desde aspectos teóricos ayudan a clarificar el Honor como concepto clave para este estudio: una de las primeras distinciones ya ha sido mencionada al comienzo de este documento, es la que tiene que ver con la diferencia entre el Honor masculino y la Honra femenina: “Lo primero que salta a la vista es que el honor femenino y masculino no se apoyan en los mismos criterios. De modo general, el honor del hombre es un concepto amplio y dinámico. Se puede acrecentar, perder o recobrar. El libre albedrío constituye un elemento importante a este respecto. El caballero eleva su honor mediante sus actos, por ejemplo, sus hazañas bélicas, sus acciones viriles, su conducta valerosa, etc. O sea que se define, en términos de honor, como hijo de sus obras. En la mujer, en cambio, el honor lleva connotaciones negativas y fatalistas. Encerrada desde el principio en el estrecho marco de la conducta sexual, la honra femenina no se acrecienta, mas sí se puede arruinar con el menor "deslice" sentimental” [Anahory- Librowicz, 1986]. Pero el hombre no sólo pierde su honor cuando su mujer lo deshonra: la modernidad y la vida urbana impelieron a la mujer a convertirse en otro motor de ingreso familiar, lo cual en círculos machistas era también señal de deshonor masculino, pues su exclusivo papel de proveedor quedaba menguado al tener una compañera que ejerciese labores productivas y no sólo se dedicara al hogar y a los hijos: “…el sistema del honor corresponde a la distribución de los papeles en la familia nuclear. Especialmente, como lo nota Pitt Rivers: „una mujer la [vergüenza] preserva al abstenerse de las acciones que son propias de los hombres, lo que es posible y necesario teniendo en cuenta la división del trabajo‟. Por esto, ya que „el honor masculino está orientado hacia el exterior y el honor femenino hacia el interior‟, sólo el trabajo interior forma parte del sistema de honor femenino”. [Caillavet, 1987]. Para intentar clarificar los orígenes del concepto, se podría seguir a Claude Chauchadis, quien afirma “Como lo hizo William J. Entwistle en su artículo Honra y duelo, que en algunos casos las dos palabras llegan a ser sinónimas3. Tal sinonimia se produce 3

“¿Por qué duelo va asociado con las leyes del honor preferentemente a otras palabras como reto o desafío? Parece sorprendente en efecto que duelo se imponga a finales del siglo XVI para designar el modelo de comportamiento de muchos españoles, mientras que un siglo antes dicho vocablo no tenía en castellano más que el significado de „manifestación de dolor‟ (dolus) y nunca el de „alarde honroso‟ (duellum) . Este último significado no aparece nunca en los textos medievales, como lo demuestra el Tratado de los rieptos y desafíos de Diego de Valera que, al recoger toda la tradición del combate singular en la Edad Media, en particular a través de las leyes de Partidas, no usa sino los vocablos desafío, riepto, batalla o lid. Si bien el Diccionario de Autoridades nos proporciona una primera ocurrencia de duelo en un texto de fines de la Edad Media, en el Doctrinal de Caballeros de Alonso de Cartagena (escrito antes de 1456 y publicado en 1487), se puede observar que se trata de un uso reservado a la lengua esotérica de los letrados: „esta manera de lid, que para prueba de maleficios se hace, la

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Actas – II Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – Universidad La Laguna, diciembre de 2010 cuando duelo significa código del honor como en la obra de Calderón titulada ¿También hay duelo en las damas? No es sin embargo el teatro el único terreno en que se establece el parentesco entre honor y duelo. (…) en la lengua de los moralistas se suelen usar las expresiones leyes del duelo o libro del duelo, aplicadas en particular a las reglas de la venganza del honor” [Chauchadis, 1987]. A pesar que existen distintos modos de estudiar la relación honor/masculinidad/juventud; es también cierto que los estudios en torno a las masculinidades son un campo más bien reciente dentro de los estudios de género. Aunque el hombre siempre ha estado presente en gran parte de la bibliografía feminista en calidad de miembro del patriarcado, es desde hace muy poco que se forja una corriente orientada a entender a los hombres desde su situación y condición de género. Algunos de los autores más relevantes dan cuenta de la construcción social de la masculinidad y de la emergencia de una masculinidad hegemónica que no sólo oprime a las mujeres sino a otras masculinidades subordinadas (Connel, 1995; Kaufman 1997; Kimmel, 1997). Asimismo, no es posible entender estos estudios sin los antecedentes del feminismo tanto político como académico. Desde la condición de género masculino se reconocen un cierto número de estudios cualitativos, como el de identidades, discursos y representaciones masculinas que desarrolló Norma J. Fuller (1997) entre los varones de clase media en el Perú, o el de Lidia Alcalay y Roberto González (1994) sobre el rol masculino; o aquellos que enfatizan en la construcción de la subjetividad y la sexualidad masculina [Burin et. al, 2000]. En Cali, se tiene noticia del trabajo sobre Identidad Masculina, adelantado por las profesoras María Elena Díaz Rico y María Cristina Tenorio del Centro en Investigación Psicológica, Cognición y Cultura de la Universidad del Valle (en convenio con el Instituto CISALVA), u otros que tratan dos tipos de representación de la masculinidad: la de sí mismos [Medina, et. al., 2004], o la psicosocial [Tobar, et. al., 2004]. También en Cali se han realizado estudios sociológicos [Urrea, et. al., 2000] sobre la construcción social de la masculinidad entre jóvenes afro que habitan barrios y sectores populares de la ciudad (siendo la procedencia de sus familias una variable que incide en su identidad masculina), sin embargo – muy seguramente de forma involuntaria, o por no ser ese el asunto central de dichas investigaciones – los asuntos propios de la investigación histórico/cultural referida al honor como expresión propia de masculinidad han sido soslayados. Ahora bien, Emile Durkheim es pionero en dar un estatuto científico social al término Representación: la noción aparece en 18984, aun cuando su elaboración tiene un mayor qual los juristas dizen duelo que quiere decir batalla de dos‟.”Ver: CHAUCHADIS, Claude. Libro y leyes del duelo en el Siglo de Oro. En Criticón (Toulouse), 39. 1987. Págs. 77-113. 4 BERIAIN, Josetxo. Representaciones colectivas y proyecto de modernidad. Barcelona: Anthropos, 1990, pp., 28 y 73. Al respecto, este autor vasco señala: “representaciones colectivas y representaciones individuales aparecen recogidas en el volumen Sociology and Philosophy (1924)”.

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Actas – II Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – Universidad La Laguna, diciembre de 2010 desarrollo en las “Formas elementales de la vida religiosa”, en 1912, cuando advierte cómo “una sociedad está compuesta principalmente por la idea que tiene de sí misma”5. Y agrega que “la condición social de una representación no procede sólo porque la sociedad la ha fundado; también por su contenido”6. Es decir que se está frente a una categoría conceptual de contenido social, no simplemente derivada de su origen: se encuentra inmersa en la realidad social de la cual hace parte y contribuye a su constitución. Aquí cabe destacar que Durkheim emplea la expresión representación colectiva para diferenciarla de la representación individual, esta última correspondiente a “estados individuales que se explican enteramente por la naturaleza psíquica del individuo”7. Ello a efecto de no confundir la representación colectiva con la sumatoria de representaciones individuales, como bien lo expone, posteriormente otro autor que también desarrolla la noción, esta vez desde la psicología social: refiriéndose a la representación colectiva, Serge Moscovici señala que “de hecho, es uno de los signos de la primacía de lo social sobre lo individual, uno desborda al otro”8. Otros autores y desde otras disciplinas de las ciencias sociales han retomado la noción, conviniendo en que “toda relación social incluye una parte ideal, una parte de pensamiento, de representaciones. Estas representaciones no son únicamente la forma que reviste esa relación para la conciencia, sino que hacen parte de su contenido”9. Y, más aún, que “no todas las representaciones llegan a hacerse presentes en la conciencia como visiones a posteriori de realidades que habrían nacido antes de ellas, fuera de ellas y sin ellas. Lejos de ser una instancia separada de las relaciones sociales, de ser su apariencia, su reflejo deformado-deformante en la conciencia social, forman parte de las relaciones sociales desde que comienzan a formarse y son una de las condiciones para su formación”10. Con ello es posible afirmar que representar socialmente es producir sentido social. Luego, parafraseando a Beriain, se puede admitir que ninguna sociedad existe sin definir un componente simbólico el cual configura la experiencia y comprensión del mundo. Es decir que representar socialmente es dotar de sentido al mundo a partir de un sistema de conocimiento que se sustenta sobre una estructura simbólica (sistema cultural, como lo denomina este autor) gracias a la cual “una sociedad organiza su producción del sentido, su identidad, su nosotros”11, estableciendo un lenguaje común de reconocimiento. Moscovici, a su vez, define la representación social como “una modalidad particular del conocimiento, cuya función es la elaboración de los comportamientos y la comunicación entre los individuos. La representación es un corpus organizado de conocimientos y una de las actividades psíquicas gracias a las cuales los hombres hacen inteligible la realidad física y social, se integran en un grupo o en una relación cotidiana de intercambios, liberan los poderes de su imaginación”12. 5

DURKHEIM, Emile. Las formas elementales de la vida religiosa. Op. cit. p. 661. Ibid., p. 685. 7 Ibid. p. 50. 8 MOSCOVICI, Serge. El psicoanálisis, su imagen y su público. Buenos Aires: Editorial Huemul, 1973, p. 16. 9 GODELIER, Maurice. Lo ideal y lo material, pensamiento, economías, sociedades. Madrid: Taurus Humanidades, 1990, p. 157. 10 Ibid. p. 157. 11 Berian también apunta que dicho mundo instituido de significaciones sociales lo comprenden las técnicas, morales, artísticas, mitológicas, etc. Op. cit., p. 27 12 MOSCOVICI, Op. cit. pp. 17 y 18. 6

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Actas – II Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – Universidad La Laguna, diciembre de 2010 Otros autores encuentran la representación como una construcción ideal dotada de contenidos sociales que pueden cambiar según sus usos; señala cómo “toda actividad humana construye en torno de sí formas de representación de carácter imaginario que son elemento distintivo de lo que se llama la cultura”13. Sin embargo, el concepto de Representación no está referido exclusivamente al dominio de un campo disciplinar: se podría afirmar que hay estudios que refieren el concepto con las representaciones relacionadas con la imagen fotográfica (Tagg, 2005) mismos que utilizan la idea de representar desde el arte; otros trabajos se concentran en la imagen “idealizada” – positiva o negativamente – de sectores periféricos (Montero, 1993) (Zubieta, 2003); ni que decir de los estudios de comportamiento electoral que auscultan desde la politología las formas de representación en los órganos oficiales de sectores sociales a través del voto (la crisis de estos tipos de representación han sido ya largamente estudiadas por Roberto Gargarella, entre otros); y más relacionado con el campo de la comunicación el premiado estudio adelantado por un equipo de profesores y profesionales de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad del Valle, en el 2004, sobre la representación de “lo indígena” en distintos medios de comunicación regional, el cual fue merecedor en el 2005 del Premio ASCUN, El Espectador y Embajada de Francia. Dicho lo anterior, se debe aclarar que para los efectos propios de este estudio se tomarán las nociones de representación más cercanas al campo de la comunicación, ya que en esta propuesta se plantea la necesidad de estudiar la representaciones mediáticas – escenario éste mucho más acotado, y más propio de los estudios de la comunicación -. Es así como se utilizará el concepto extraído de S. Hall que refiere: “La Representación es una parte esencial del proceso por medio del cual el significado es producido e intercambiado entre los miembros de una cultura. Esta involucra el uso del lenguaje, de signos e imágenes los cuales significan o representan cosas”14. Así, los elementos antes mencionados (lenguaje, signos, imágenes) y otros que signifiquen o representen las distintas formas como se exhibe, se evidencia o se exterioriza el honor entre los jóvenes habitantes de los barrios estigmatizados como “peligrosos” por los(as) caleños(as), y que son registrados en la prensa escrita, han conducido el corpus conceptual bajo el cual se explicará y contrastará los hallazgos adelantados por el trabajo aquí presentado. Una premisa básica para recolectar la información que hasta ahora se ha acopiado proveniente de los periódicos de circulación local y regional es que - aunque el derecho haya creado un marco referencial que instituye la igualdad ante la ley y la dignidad universal como sus principales postulados - hoy en las ciudades existen grupos conformados principalmente por hombres que descreen de las instancias judiciales como espacios de reivindicación del honor, pues como suele decirse popularmente en Colombia “la justicia es para los de ruana”. Tal desconfianza se ha naturalizado hasta el punto de ser uno de los principales factores para la permanencia de altos índices de violencia urbana, particularmente en barrios y sectores marginados y subnormales. La justicia por la propia mano es usada como recurso por bandas y pandillas juveniles, grupos delincuenciales organizados, etc; los cuales – a diferencia de otras épocas – colectivizan el honor, cobrando venganza por las afrentas sufridas contra alguno de sus integrantes por otro clan o grupo enemigo. La mayoría de las disputas suceden por 13

SILVA, Renán. Los ilustrados de Nueva Granada 1760-1808. Medellín: Fondo editorial Universidad Eafit, 2002, pp. 491 y 492 14 Traducción propia, tomada de Hall, Stuart (1997). Representation, Cultural Representation and Signifying Practices, The Open University, Cambridge.

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Actas – II Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – Universidad La Laguna, diciembre de 2010 cuestiones territoriales, por rivalidad (muy frecuente entre las mencionadas barras bravas), o por traición (en algún negocio, o en cuestiones sentimentales), y en buena parte de los casos dichas disputas se resuelven con sangre. De allí que este proyecto también proponga entender las distintas motivaciones alrededor de los fenómenos asociados a las distintas violencias urbanas en espacios de alta exclusión social. Las comunas periféricas de la ciudad de Cali han sido tradicionalmente estigmatizadas por los casos de violencia que en ellas se presentan, y porque es allí en donde comúnmente se asientan las familias recién arribadas a la capital del Valle del Cauca, provenientes del pacífico colombiano y del sur del país [Valencia, 2007]. Uno de los propósitos de una investigación de esta naturaleza es también servir de referente para conocer los diversos modelos de masculinidad, que tienen como centro el respeto, en las ciudades latinoamericanas. En ese sentido, se quiere hacer de este proyecto una propuesta teórico/metodológica ajustable a las distintas realidades urbanas, y acoplada a los distintos contextos inmediatos. 3. Avances metodológicos: Desde el mes de Julio /2010 se ha realizado este estudio de tipo cualitativo, en el cual se indaga un caso temporal, física y socialmente limitado en tamaño, complejo en su naturaleza, único y, en consecuencia, no comparable con otros casos (Verschuren, 2003:122). A decir de Creswell (1994), los estudios de caso son aquellos en los cuales el investigador explora una entidad singular o fenómenos asociados a un tiempo y a una actividad (a un programa, un evento o un grupo social), recolectando información detallada, a través de la utilización de una variedad de procedimientos durante un tiempo continuado. Para este estudio se están usando dos técnicas de recolección de información: la referenciación histórica de información y la revisión documental. Para adelantar el registro de las noticias aparecidas en los periódicos El País, Q‟hubo, Occidente y El Caleño sobre delitos relacionados con el honor entre jóvenes, se están seleccionando, catalogando y sistematizando las noticias, reportajes, informes especiales, crónicas y entrevistas aparecidas en cualquier sección de los periódicos antes mencionados desde el año 1984 hasta la fecha. Esto significa que se está adelantando un registro detallado de cada edición y se considerará todos los géneros periodísticos, excluyendo los comentarios, columnas, editoriales, y demás textos de opinión que no sean puramente informativos. También, aunque muy preliminarmente, se está comenzando una revisión propositiva de las principales producciones, expresiones y objetivaciones culturales (literarias, musicales y cinematográficas) que han abordado desde su diversidad estética el tema del honor entre los hombres pertenecientes a grupos delincuenciales. Finalmente, se está efectuando el análisis de documentos escritos de tipo normativo, jurídico, investigativo, circunstancial (discursos o entrevistas), e informes técnicos puestos a disposición de la opinión pública local y nacional desde el año 1999 y hasta la fecha. ISBN: 978-84-938428-0-2

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Actas – II Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – Universidad La Laguna, diciembre de 2010 El estudio aquí esbozado busca servir de sustento teórico y empírico a futuras investigaciones que recaben en fuentes directas y que permitan comprender las situaciones sociales que orillan a hombres jóvenes de estratos populares a optar por el delito como forma de sobrevivencia en contextos urbanos convulsionados y excluyentes. El principal peso de la recolección de datos secundarios está a cargo de 13 estudiantes de la carrera de Comunicación de la PUJ Cali, y 2 egresados recientes de las carreras de Comunicación y Psicología, quienes - bajo la tutela y asesoría permanente de los investigadores titulares - se han vinculado al proyecto en calidad de monitores de investigación formados por la Coordinación Institucional de Investigación a fin de ser coherentes con la propuesta académica de la PUJ Cali. El instrumento de sistematización utilizado – el cual deben entregar tras la revisión secuencial de los periódicos asignados los(as) monitores(as) de investigación - fue elaborado preliminarmente en Word 2007, pero se espera trasvasar la información allí consignada a una base de datos que permita el cruce de información cuali/cuantitativa (en software especializados como ATLAS/TI ® o TESTQUEST ®). Dicho instrumento tiene una Ficha General (con 20 variables de clasificación de la información, 13 de tipo cualitativo y 7 cuantitativo); posteriormente aparecen dos Fichas de Fuentes (con 7 variables cualitativas la primera – misma que enfatiza en la descripción de las fuentes consultadas – y 6 variables cualitativas la 2ª, que enfatiza en el manejo del discurso por parte del/a redactor/a del informe). Enseguida esta una Ficha de Hecho Delictivo (con 27 variables: 3 cualitativas y el resto cuantitativas. En ellas se discriminan los tipos de delito contra el honor según el Código Penal Colombiano, y los móviles o causas que pueden ocasionar desenlaces violentos por fuera de la ley). Finalmente, aparece un última Ficha de Análisis de Contenido (Gráfico y Discursivo), que incluye 5 amplias variables sobre distintos contextos y calificativos usados en el medio impreso; siendo ésta una ficha puramente analítica, a diferencia de las anteriores que son eminentemente descriptivas. A la fecha se han acopiado un total de 266 registros; todos ellos tienen al final un anexo con la fotografía de la información aparecida en el respectivo periódico. Se estima que en aproximadamente un año se cuente con la totalidad de la revisión planteada (últimos 25 años); y se emprenderá la elaboración de la base de datos y la revisión de temporalidades anteriores a la fijada por el actual trabajo. Vale aclarar que el periodo escogido para adelantar las pesquisas en las fuentes secundarias seleccionadas para este estudio coincide con la época de mayor violencia en la ciudad, debida entre otras razones a la persecución y desmantelamiento por parte de las autoridades a las mafias del narcotráfico que operaban en la ciudad desde hace más de 40 años; así como a sus posteriores reacomodos y reorganización producto de la anomia reinante tras la captura de los principales cabecillas y el asenso de grupos emergentes liderados por generaciones recientes de capos y sus nuevas estructuras delictivas. 4. Hallazgos preliminares Partiendo de la salvedad que de los 4 medios escritos utilizados para recoger la información empírica sólo 3 refieren información correspondiente a los años 1984-1994 (periodo en el que hasta el momento se han levantado los datos aquí presentados), pues el periódico Q’Hubo comenzó a circular sólo el 29 de Agosto de 2005; se debe advertir que hasta el momento, se han obtenido registros correspondientes a los 10 primeros años seleccionados como muestra de la investigación. ISBN: 978-84-938428-0-2

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Actas – II Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – Universidad La Laguna, diciembre de 2010 La información recabada da cuenta de un mayor número de apariciones de delitos cometidos por móviles o causa relacionadas con el honor en el periódico El Caleño, el cual para el periodo auscultado era el único diario de corte amarillista existente en Cali15.

El periódico El País, por su parte, es el medio que históricamente responde con mayor precisión al canon informativo, siendo su sección de noticias judiciales (o de crónica roja) una reproducción casi exacta de los boletines o comunicados oficiales. Cercano ideológica y estilísticamente está el periódico Occidente, el cuál – para el periodo revisado – contaba con alta circulación; pero que a la fecha quedó convertido en un impreso de pocas páginas y sin secciones establecidas, mismo que se distribuye gratuitamente en distintos lugares estratégicos de la ciudad.

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A Joseph Pulitzer y a Randolph Hearst se les ha considerado respectivamente los padres del sensacionalismo y del amarillismo: el primero buscó desde sus inicios en el periodismo impactar al lector; contando lo que nadie se atrevía a contar y usando recursos como los enormes titulares de página completa que hicieran énfasis en lo más polémico del hecho narrado. Para Salomé Arnáiz Gonzáles, se “optaba por crear un ambiente ciertamente hiperbólico en sus formas, pero siempre siendo fiel por lo general a lo que sucedía a su alrededor por lo que a los contenidos se refería”. El amarillismo, en cambio, se caracterizó por un falseamiento de los sucesos del momento; recurriendo a la prolífica imaginación y al morbo social como gancho publicitario y comercial.

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Es significativa la diferencia en número de fuentes – todas ellas directas - consultadas en los periódicos sensacionalistas El Caleño y Q’Hubo frente al unifuentismo oficial del los periódicos “serios” y dirigidos a estratos socioeconómicos con mayor poder adquisitivo. Esto se debe muy seguramente a que las rutinas productivas de la información en los periodistas de El País y Occidente cambiaron notablemente, al punto que ya no se desplazan al lugar donde ocurrieron los hechos informados por la fuente oficial; mientras que los periódicos que tienen como público destinatario los sectores populares sí se presentan en los espacios habituales tanto de las víctimas como de los victimarios; razón esta que les permite abordar la información desde distintas perspectivas informativas; así la mayoría de ellas sean fuentes comunitarias o testigos de excepción. Los delitos más comunes relacionados con el honor entre jóvenes son la el homicidio, el atentado de hecho o palabra, y el enfrentamiento territorial. Como se anotó anteriormente, la mayor diferencia entre un periódico sensacionalista como Q’Hubo y uno amarillista como El Caleño es notorio, pues mientras el primero intenta que su público reaccione emocionalmente ante la información ofrecida; el segundo se regodea en el detalle macabro y en los primerísimos planos fotográficos y en una forma de titular particularmente sardónica.

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Actas – II Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – Universidad La Laguna, diciembre de 2010 Al tratarse este estudio sobre el delito juvenil en sectores populares bajo la categoría operativa del Honor como condición o causa particular a la que se le ha prestado especial atención; es meridianamente importante conocer las principales motivaciones por las cuales se presentan los 2 delitos más comunes arriba esbozados (homicidio y atentado). No es común que los códigos penales enfaticen en los móviles para así considerar los delitos cometidos, pues el derecho juzga o condena hechos cumplidos. Mas sí existe una rama del derecho penal – la criminología – que se encarga de reconocer mediante procesos abductivos las causas más seguras de acometimiento de un delito. En el actual sistema penal acusatorio colombiano esta rama del derecho ha tenido un significativo desarrollo, siendo especialmente notoria la proliferación de escuelas de criminalística y de estudios forenses en las capitales colombianas. De allí que sea de enorme valor reconocer si los medios de comunicación revisados consignan los móviles o causas relacionados con el delito registrado como hecho noticioso. He aquí lo obtenido hasta la fecha:

Es especialmente notorio ver que la mayoría de las informaciones recolectadas atribuyen a venganzas personales el intento o acometimiento de un crimen; registrándose en segundo lugar el delito pasional, y en tercero el ajuste de cuentas. Esto demuestra el descreimiento de amplios sectores de la población caleña en las instancias judiciales, al punto que optan por la justicia por mano propia, casi la mayoría de las veces con desenlaces fatales. También indica el anterior gráfico que los hechos delictivos que impactan las agendas mediáticas son aquellos que terminan resolviéndose violentamente, pues no es noticia o digno de ser divulgado los delitos menores como la injuria (de hecho o palabra) o la calumnia - mismas que pueden solucionarse pacíficamente a través de una retractación pública -, pero que así como es una contravención puede llegar a ser el detonante de una venganza o un ajuste de cuentas ISBN: 978-84-938428-0-2

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Actas – II Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – Universidad La Laguna, diciembre de 2010 (no necesariamente de naturaleza económica) que termine cobrando la vida de una persona. Otra consideración sobre la prensa escrita caleña con respecto a los datos anteriormente referidos es que tienden a particularizar el delito en la víctima y en el victimario; soslayando el carácter grupal o colectivo del acontecimiento criminal. Pocas veces – cuando es un joven el protagonista de un acto delincuencial – se contextualiza su condición como integrante de una determinada agrupación juvenil; pues ante todo la responsabilidad legal es de naturaleza individual, según el derecho positivo [Saleilles, 2005], lo que reafirma la tendencia periodística de elaborar sus noticias basándose casi de forma exclusiva en la información suministrada oficialmente. También se reafirma el protagonismo masculino en los hechos violentos hasta ahora registrados. Las mujeres son, antes que perpetradoras, las excusas que motivan el enfrentamiento viril. Los periódicos caleños de la década revisada no son explícitos en el rol femenino dentro de las organizaciones delictivas, pero sí refieren hechos en los que aparece la figura de la mujer como el “objeto” en disputa, o el “trofeo” por el que se lucha hasta la muerte. Finalmente – y sin decir por eso que los análisis se agoten en este trabajo – son notorias las diferencias en el uso del lenguaje entre los periódicos El País y Occidente, frente a El Caleño y Q’Hubo: el solo nombre del último (con apóstrofe incluido que representa el uso coloquial de la expresión “qué hubo”, un tipo de saludo bastante informal entre los caleños) es el indicador principal del tipo de construcción discursiva que hace en su interior. Así, el lead del registro 0803 del Lunes 5/1/1987 del periódico El Caleño dice “Un aprendiz de árbitro fue ultimado de una puñalada que le propinó un menor cuando jugaban un “picadito” de fútbol en el Bosque Municipal, el sábado en la tarde”; siendo el titular “Sacó tarjeta roja y lo mataron”. Y repite El Caleño el Lunes 30/3/1987 “A cuchillo hizo respetar el honor de la jovencita en hechos ocurridos en Floralia”. Por su parte el periódico Q’Hubo titula (Lunes 28/7/2008) “Yesenia llevó del bulto”, expresión vulgar para decir cómo no necesariamente quien la hace la paga, sino que un tercero inocente puede salir comprometido en una venganza. Así mismo, es común encontrar en este tipo de periodismo la recreación de los hechos mediante el uso de elementos narrativos cercanos a otro tipo de géneros menos informativos, como por ejemplo: “La madrugada del lunes, Patricia Bravo transitaba con su nuevo esposo a la altura de la carrera 75 con calle 2 oeste, sector de la cancha en la zona de ladera (Los Chorros) rumbo a su casa. Como si hubiese salido de la nada, José Tola, ex compañero de la agraciada mujer se apeó del campero en que viajaba y los abordó. Supuestamente víctima de los celos de ese amor que aún guarda por Patricia, en cuestión de segundos se convirtió en criminal al cegarle la vida de dos impactos de bala a Carlos Iván Miranda Díaz, de 25 años de edad, el compañero de Patricia quien milagrosamente salió ilesa”.

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Actas – II Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – Universidad La Laguna, diciembre de 2010 Ha de advertirse que la información acopiada es mucho más rica en detalles y que arrojaría muchos elementos nuevos sobre el papel de la violencia en las situaciones relacionales en contextos marginalizados. Aun más, la prensa como reproductora de categorías hegemónicas comienza a convertirse en un especie de nuevo espacio para los mitos disciplinares de la ciudad moderna; pero dicho elemento no disuade a quienes conviven en medio de la conflictividad social, sino que – por el contrario – parece que el cubrimiento noticioso de sus dramas humanos hace más atractivo el delito en sí; llegando incluso por momentos a que algunos teatralicen su peligrosidad y su respetabilidad como valerosos orilleros, varones en todo el sentido de la palabra, y que la prensa sólo alcance a generar discursos estigmatizantes que alejan de esa otra realidad a los sectores sociales que se autoperciben incluidos y normalizados. Finalmente; se ha notado cómo en los últimos años la prensa sensacionalista de Cali ha dado mayor despliegue en su agenda a las formas de asociación delictiva que han emergido en algunos sectores populares de la ciudad: el título que abre esta ponencia es una alusión al reconocimiento mediático de este tipo de fenómenos de identificación juvenil… los aquí llamados “Parches” no son otra cosa que la mutación sufrida por las bandas, las tribus y las demás formas de vínculo social – a veces violento, siempre contracultural, y por lo mismo pocas veces obediente con la ley y el orden – que hoy se explayan en nuestras ciudades latinoamericanas. 5. Referencias bibliográficas 1.

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