ACTO PRIMERO. ESCENA PRIMERA

ACTO PRIMERO. ESCENA PRIMERA Montañas: una gruta á la derecha medio oculta por e al lado una campana entre dos altos pales, de la ci una cadena; el ER

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ACTO PRIMERO. ESCENA PRIMERA Montañas: una gruta á la derecha medio oculta por e al lado una campana entre dos altos pales, de la ci una cadena; el ERMITAÑO sentado al pié de la el valle aparec?n ¡as doncellas polacas en su traje ( sinas, y se dirigen la montaña arriba, cantando al la música el siguiente CORO

Wístula corriente, recibe en tus olas las lágrimas tristes, continuas, ardientes. que caen, resbalan, que ruedan candenti por nuestras mejillas, escuálidas ya... Acrece tus aguas y míranos solas, y míranos, rio, contémplanos tristes, y ya que otro tiempo dichosas nos vistes llorando prosigue tu curso á ia mar.

Ya no cantaremos alegres danzando al pié de los olmos de amor encendidas; ya no cantaremos las sienes ceñidas de rosas de grato balsámico olor. Ya no; se secaron los ojos llorando, y ya no respiran las almas amores; terribles secaron crueles dolores el antes dichoso feliz corazón. (Se ocultan en las montañas. El ermi

¡Qué triste soledad! ¡Qué horrible luto! ¡Qué lóbrego, qué fúnebre silencio! ¡Ay!Hogares de muerte me parecen los campos antes de alegría llenos. ¡Pobre Polonia! Sobre tí sus alas la desgracia cruel viene batiendo, y tal parece que á tus justas quejas ' está cerrado, ensordecido el cielo. El buitre de las nieves iracundo rasgó feroz tu dolorido pecho, y de tus hijos la valiente sangre bebió como el vampiro del desierto. Yertas quedaron nuestras tristes almas,' tus campos ricos se quedaron yermos,' y ni el sol de placer tendió sus rayos sobre tu estéril y enlutado suelo. ¡Dios santo! ¿Cuándo tu potente diestra (Se arrodilla.) con dura espada de divino fuego hundirá del tirano la cabeza y dará á los herejes escarmiento? ¿Cuándo el Wístula alegre con sus olas compás habrá de hacer al canto nuestro? ¿Y nuestras puras vírgenes hermosas ceñirán de azucenas el cabello? ¿Cuándo?... Mas ¡ay! Señor, parece nuestro pesar y fervoroso ruego... inútil ¿Acaso necesita tu justicia una víctima?... Entonces al momento yerto ante tí cual victima se ofrece este fiel servidor: su triste anhelo es que de un golpe tu fulmínea espada siegue su anciano y dolorido cuello

En tanto

se, ve por el lado opuesto venir á KOSZCIUSKO; cuando cae el anciano de rodillas y se ofrece en holocausto á la patria, se detiene, le oye, y dice

KOSZCIUSKO

Álzate, anciano; Hermenegildo, eleva tu noble frente. ERMITAÑO

¿Tú me has escuchado? (No le conoce de pié.) Debes morir para salvar mi vida. ¡Tiembla, siervo cobarde del tirano! (Saca un puñal.) KOSZCIIWKO

Mírame, Hermenegildo, soy Koszciusko, tu compatriota, el infeliz polaco que entre el luto y dolor y entre las lágrimas miró correr sus infantiles años. • ¡Ah, ya no me conoces! Razón tienes; apártate de mí: cobarde, incauto en milozana juventud, contemplo á mi heroico país débil y esclavo... ERMITAÑO

Débil no ¡vive Dios! mejor dirías cien veces y cien milinfortunado. Infortunado, sí, Koszciusko amigo; sus leyes la desgracia le causaron, que la ley es la base y fundamento del hermoso edificio de un Estado. ¡Ah,Federico Augusto! ¡Federico!

¿No miraste que el lobo sanguinario siempre dirige sus terribles ojoM y carniceros dientes al

rebaño?^H

KOSZCIUSKO

Hermenegildo, la profunda huesa respetemos del rey... Vivos estamos, venguémosle, venguémosle, que siento mi corazón radiante de entusiasmo. Sí, sí, venganza suene por do quiera, el grito sea que á los aires lanzo;, no haya miedo, vencer al enemigo, ó si no... con la patria perezcamos; que nuestra sangre fructifique heroica; ¡ó nuestra libertad ó nuestros lauros! Miremos á la historia, y los ejemplos de Sagunto, Numancia y de Cartago, fielmente hasta la muerte, hasta la glo: renovemos valientes y sigamos. Que cada gruta sea un Covadonga; disputad el terreno palmo á palmo, y leguemos al mundo nuestra historia escrita con la sangre del tirano. ERMITAÑO

¡Koszciusko! KOSZCIUSKO

Sí, yo soy el que se eleva y que al pueblo animar he procurado; lo procuré: mas ¡ay! inútil fuera mis ruegos y amenazas, y ya es tanto, que yo me vengaré en los jefes rusos que encuentre y que se opongan á mi y al menos hallaré la honrosa muerte que huyen mis compatriotas.

No, no; sigue el ejemplo que gloriosos nuestros nobles mayores te legaron, y muera yo en el hórrido suplicio. ¿Qué importa, di, la vida de un anciano que no puede ser útilá su patria, destituido de poder y brazo? No, Koszciusko, levanta el estandarte, anima al pueblo, lucha y vence al cabo, que yo oraré por tí, y ante las aras del Dios del cielo y tierra soberano, pediré por tu causa y tu victoria y por la libertad de los polacos. KOSZCIUSKO

No lo consentiré; tu muerte es cierta si te encontraran con fervor orando; y ¡pobre Hermenegildo! ¿tú, qué harías? ERMITAÑO.

¡Morir! Morir cual deben los cristianos, con la frente embargada de esperanza, con la oración y con lafé en los labios. KOSZCIUSKO

Hermenegildo, cuando acabe el dia me verás otra vez acompañado del pueblo todo, á la oración dispuesto y á combatir á su opresor insano. Bastante hemos sufrido sus insultos; terminen ¡vive el cielo! sus escarnios; arrojemos, rompamos la cadena que nos amarra al czarino carro...

¡Koszciusko, héroe serás! La fé te arroja contra el déspota cruel y sanguinario; ¡abrázame, columna de la patria! (Se abrazan.) Estréchame otra vez, querido hermano! KOSZCIUSKO,

¡Adiós, anciano, adiós! ¡Guerra y venganza! ERMITAÑO.

¡Guerra y venganza! ¡Adiós, hijo adorado! (Vase Koszciusko.)

ESCENA III. Vase á retirar el anciano ERMITAÑO, y aparece por las s tanas ERASKI con su hijo en brazos. Cuando llega al j cenio ya se ha como ocultado, pero observando HERME GILDO. ERASKI

Sola estoy... sola estoy... ya no hay recurso de que pueda vivir,¡pobre hijo mió! Débil y abandonada en el desierto, con el objeto estoy de mi cariño; sin agua que beber, sin un bocado que llevar á sus labios ateridos. Abandonada estoy; mi padre muertomi esposo en el combate... ¡Czar Y toda mi familia, de los rusos maldito! á su ciego furor víctima ha sido... ¡Ay! Parece que el ángel de la muerte blande hacia mí su espada de exterminio

y condena á morir con furiahorrenda á un huérfano infeliz de hambre y de frió. ¡Dios del cielo y Señor, vuelve tus ojos y fíjalos en mí, dulces, benignos! ¡Consuela mi dolor y mi amargura, Señor, Señor, que riges el Empíreo! Arrebátame, sí; pero... ¡siquiera un pedazo de pan para mi hijo! (Permanece arrodillada é indecisaun momento; luego se levanta y dice con tono resuelto): Pues que sordo es el cielo á mis pesares, pues que el mundo desprecia mis gemidos, antes que ser de la horrorosa muerte del fruto de mi amor cruel testigo, muera junta con él, sí, perezcamos; un consuelo á su lado solo ansio; (Con más resolución.) muramos, hijo, sí; sea nuestra tumba de este monte el más alto precipicio; sí, hijo adorado, estréchame en tus brazos; ten esos ojos en Eraski fijos; regálala tus últimas sonrisas cual la aurora á las flores el rocío; dame á aspirar tu congelado aliento, que entusiasmada tu presencia miro, yruega... no, no ruegues, pobre ángel, acaba tu carrera de martirio; muramos, sí, muramos; ya la vida es para mí un enorme sacrificio; sacrificio cruel y malhadado que ha de tener por término el suicidio. Muramos de una vez, hijo del alma; abrázate otra vez, amado hijo; juntos bajemos á la horrenda sima; une tus labios á los labios mios, para que nuestras almas vayan juntas al seno del Señor á un tiempo mismo. (Con resolución de precipitarse abrazados. Se acerca á una roca, tiembla al ir á precipitarse

¡Ay!me faltan las fuerzas, tiemblo toda. ¿Seré un ser tan cobarde y tan indigno, que ni tenga en mis penas sufrimiento ni el valor de dejar el mundo impío? ¡Ah!¡Sí, sí, moriré! ¡Maldita sea la desdichada hora en que he nacido! (A lllegar aquí sale sin ser sentido el e. y se va acercando.) Mas no: quiero su muerte, valor sobra en mí para tamaño sacrificio; quiero verle morir, sea en el momento... no debo abandonarle á su martirio.

ESCENA IV Al irle á arrojar al precipicio, cuando le levanta y li con este intento, llega el ERMITAÑO hacia ella, por el brazo y ella le mira, le conoce y cae al suelo. ERMITAÑO

¿Qué ibas á hacer, mujer desventurada* (Eraski vuelve la cabeza y dice): Encontrar un consuelo en el abismo á mis pesares. \u25a0

ERMITAÑO

Joven infelice, mejor consuelo encontrarás conmigo ERASKI.

¿Con vos? (Se levanta.) ERMITAÑO

Sí, que hallarás, aunque seapo' un lugar do acogerte en el camino

que sigues en un mundo tan precito; sí, que al menos tendrás una cabana do calentar tu cuerpo entumecido, y tendrás alimento, aunque sea parco, para tí, débil ser, para tu hijo. ERASKI

¿Y quién es la persona que alimenta un corazón tan bello y compasivo? ¿Quién acoge á los seres desdichados en este cruel y malhadado siglo? ¿Quién? Y le adoraré. ¿Sois vos acaso? ¿Sois vos? ¿Cómo os llamáis? Por Dios, i

(Se arrodilla.) Que ángel seréis que adorará por siem

con grato amor mi corazón rendido. ERMITAÑO

Alza, desventurada criatura;

yo soy el ermitaño Hermenegildo; no soy un ángel, no; que soy un homb: á quien la triste vida causa hastío... No me debes tu bien á mí, hermana; lo debes á la ley de Jesucristo. eraski

(mirando al cielo).

¡Cielo santo! perdona mis palabras con tu poder eterno é infinito... perdona al pobre ser desventurado, víctima de su bárbaro destino. Perdona mis blasfemias; hijas fueron de un movimiento de este ser indigno, de este ser débil, que una sola frase destruirá de tu inmenso poderío... Perdóname; de Adán la descendencia, el error ha heredado y el delito, y el pobre humano por el mundo vaga entre miserias y dolor perdido...

Hermosa joven, tu dolor conmueve aun el helado corazón de risco: sí, que el dolor encuentra compañeros en el perverso mundo, y halla amigos; así hermanados sin cesar vagamos por el dolor y sufrimiento mismos. Así en la triste, en la infeliz Polonia, todos en medio del pesar vivimos. Aceptad, infeliz; entrad al punto; alimentaos vos y vuestro hijo. (Se entran.)

ESCENA V Almismo tiempo sale MIKALIcorriendo, asustada y desgreñado el cabello.

MIKALI

¡Venganza! ¡Hermenegildo!

ermitaño (saliendo de la cueva) ¿Qué sucede? MIKALI.

¡Venganza! ¡Santo Dios! hablar no puedo. ¡Ah! me faltan las fuerzas. (Cae.) ERMITAÑO.

¡Desdichada!

acaso la miseria... MIKALI.

Desfallezco,

de limpios ojos de un azul de cielo ERMITAÑO

La flor de las campiñas y las selvas; el liriode los valles más risueños; la azucena odorante, pura y candida; el retoño florido de los pueblos; Mikali,la heroína de Varsovia, la que animó en el campo á los guerreros. MIKALI.

No, no: soy yo la mísera polaca, que muere de dolor y sufrimientos. ERMITAÑO

Mas ¿por qué? MIKALI.

Cual pudiere hora deciros, voy el desastre á referiros presto de que he sido testigo por desgracia al lado del vecino campamento. ermitaño (aparte).

Koszciusko, acaso... MIKALI

Cual sabéis, amigo, tenemos que pedir en nuestros pueblos

á los convoyes de los mismos rusos, aun con mucho pesar, el alimento. Pues bien, esta mañana muy temprano salí de mi cabana, y por los cerros lejanos, dirigíme á los cuarteles que ocupa un batallón de granaderos. Iba á pasar, cuando un feroz cosaco aguijó audaz á su caballo negro; terció la lanza, apareció en el bosque, y aunque lleno de riscos el terreno, hacia mí vino con ligero trote; en vano fué el huir... no hubo remedio. Llegó por fin á donde yo me hallaba de pérfida malicia sonriendo; apenas se acercó, con sus nervudos brazos me sujetó con rudo esfuerzo, y á pesar de mi fuerte resistencia me colocó sobre su arzón de cuero; su objeto fué, cómo creeréis, ¡oh padre! contra mi honor torpísimo, siniestro. ERMITAÑO

¡Infame! ¡Miserable! MIKALI

El vilsoldado al fin no consiguió su cruel empeño; pues á mis tristes gritos de ¡socorro! vi aparecer por medio de los cerros un hombre, que apretaba con sus manos largo fusil, enmohecido y viejo. La niebla me impidió mirar su rostro; mas un inadvertido movimiento que hice, de placer y de alegría, advirtió á mi raptor, que audaz y presto le vio, y entonce amartilló en su mano una pistola con dañado intento... Avanzó más el del fusil, al punto

me conoció; como pintado ciervo salvó el bosque, y llegando á la llanura encaró su fusil de rabia lleno. Se oyen dos tiros y rodó el cosaco atravesado por la bala al suelo, mientras que yo en los brazos de Koszciusko sonreía de dicha y de contento. ERMITAÑO.

¿Era Koszciusko? MIKALI.

Mi dichoso amante, adorador, gran guerrero. el mi fiel ERMITAÑO

Prosigue MIKALI

¿Proseguir? La lengua mia no acierta á pronunciar ya. ERMITAÑO.

¿Cómo es eso? MIKALI

Porque después Koszciusko el valeroso, lleno de rabia el generoso pecho, y viéndose atacado por los rusos, que en número infinito allí acudieron, sin munición con que cargar el arma arrebató la lanza al uno de ellos, y en medio del combate desfallida volé á pedir auxilios á los nuestros.

Encuentro luego al valeroso Erouski, el fiel amigo de Koszciusko fiero; salió cual nuevo Pílades del bosque para ayudarle con heroico esfuerzo. ERMITAÑO.

La esperanza apreciada de la patria, el valiente soldado de este reino, en el combate, desigual acaso, con su ilustre y valiente compañero, desfallecidos en horrenda lucha y agobiados del número habrán muerto. MIKALI

No sé más; el combate encarnizado acaso acabe con Koszciusko mesmo (Llora.) con Koszciusko, el valiente entre valientes, de la patria el mejor sostenimiento(Cae fatigada.)

ESCENA VI ERASKI saliendo ERASKI

El, joven tan osado y generoso; él, tan heroico en el combate horrendo, acaso espira ante el furor del ruso; acaso desdicha lo prisionero muere tras la cruelísima agonía que acompaña al que espira en el tormento. ERMITAÑO

¡Yno poder

salvarle y en su auxilio acudir y pasar á sangre y fuego

del czar los sanguinarios servidores, los ateridos hijos de los hielos! ¡Yno poder ser útilá la patria! ¡Yno poder exterminar sangriento, de nuestra libertad heroica en nombre, ese montón de tigres carniceros ! Pero ¿qué puede hacer, qué poder tiene un débil infeliz, un pobre viejo que ya gastó sus juveniles años por salvar su país del cautiverio? Yo, sí; yo que elevé de independencia y libertad el estandarte excelso; yo que mi sangre derramé en el campo; yo que luché en los montes largo tiempc yo que abatí las águilas altivas del czarino y orgulloso imperio... ¡Ah!sí, que en mis soldados valerosos encontrarán sus múltiples ejércitos, no un rebaño cobarde abandonado sin jefes y sin armas é indefenso, sino de héroes aguerridas huestes, de espíritus más firmes y resueltos... Gloriosa tropa morirá luchando antes que á las cadenas dar el cuello; • ciudadanos que saben que la vida es sin la libertad un yugo horrendo. ¡Ah! volemos, volemos en su auxilio. ERASKI

A salvarle ó morir, padre, volemos. (Se MIKALI

¡Ah! nome abandonéis, que yo á su ladc también debo morir. ¡Cielos! ¡No puedo (Desfallecida de cansancio.)

Sale por el otro lado KADIUBEK con su laúd KADIUBEK.

¡Mikali, vida mia! al fin te encuentro; errante por los montes te buscaba. Tú, la luz de mis ojos más querida; tú, el hechizo y encanto de mi alma; tú, la azucena del desierto mundo que mi estro inspiras y mi amor exaltas. MIKALI.

No vengas hoy á importunarme osado pintándome tus males y tus ansias; si quieres á mi pecho dar consuelos abandona el laúd, ciñe la espada, y al frente de los bravos montañeses contémplete marchar á la batalla, y teñido en la sangre de los rusos débate libertad hoy nuestra patria. Entonces serás digno de Mikali, si otro hombre que á Koszciusko esta polaca pudiese amar. KADIUBEK

¡Gran Dios! ¿Tanto le adoras? MIKALI

Tanto, Kadiubek, que soy su esclava; no hay bien para mis ojos sin Koszciusko; sin él, odio la vida, me es amarga. Por él voy por los valles y los campos, por él cruzo los bosques y montañas. por él diera mi vida una. y mil veces.

¡Cómo mi corazón cruel desgarra! ¿Mientras invoco el numen y las musas, y al Eterno dirijo mis pljgarias, y al compás del laúd los pueblos armo, y contra el ruso con furor avanzan, cuando en tu amor el premio hallar pretendo siempre te encuentro á mi placer contraria, desoyendo mis penas y amarguras? Ángel no debes ser, mujer ingrata, sino el genio del mal, que en mi camino se interpone feroz. MIKALI

¡Cobarde, calla! ¿Quieres mi amor? Merécelo en la lucha, del tirano batiendo á la canalla; solo los pechos en valor nutridos son dignos del amor de las polacas; los pechos que arrostrando los combates su vida exhalan ó victoria claman, y de la libertad al santo grito contra el ruso opresor valientes marchan. KADIUBEK

Pues entonces, marchemos al combate; en patrio fuego tú mi pecho inflamas; ven á mi lado, ven, y en la pelea animarán mi pecho tus palabras; nadie me excederá. MIKALI

Entonces digno y de Polonia serás de la fama. Ven, ayúdame pues; andar no puedo

Mibrazo te dará la ayuda ansiada. (Le da el brazo, se incorpora y se oye fuera ruido de pelea, pero muy lejano, y de tiros y cañonazos.)

ESCENA VIII Dichos: POLACA 1.a corriendo. polaca

1.*

¡Padre mió! Que matan á tu hijo. KADIUBEK.

¿Qué sucede? ¿Qué pasa? MIKALI.

¡Santo cielo! polaca

1.a

¿Quién sois? ¡Ah!Kadiubek. ¡Ah!perdonadme perdonadme el pesar... MIKALI.

¿Oís qué estruendo? KADIUBEK.

Es verdad, es verdad, en las montañas. MIKALI.

Ah! No , no os engañáis. ¡Gran Dios, es cierto!

Dinos lo que sucede lo primero. polaca

1.*

¡Decíroslo! No sé más que salia de mi cabana, cuando vi á lo lejos un negro grupo de confusas formas y armas y cascos con el sol luciendo. Iba mi hermano cerca; de repente oí detrás un grito lastimero y visoldados rusos que á Koszciusko llevaban amarrado, herido y preso. Inadvertida pronuncié su nombre, y mi hermano salvando un montezuelo gritó: ¡Koszciusko! que los altos riscos sordos zumbaron con lejanos ecos. Al punto por las rocas y los valles montañeses do quier aparecieron, que con fusiles y afiladas hoces llegaron juntos por el lado opuesto. En tanto á Erouski en paso acelerado miré venir cual flecha del abeto ó envenenado harpon que el aire cruza yque lanzara el tirador certero. KADIUBEK

¡Preso! ¡Preso! El valiente entre valientes, el joven de los héroes el modelo, el que hizo renacer mil esperanzas en este corazón débil y yerto. El que animó mi pecho y cuyas frases

fueron gratas palabras de consuelo; el que endulzó el dolor que me embargaba; el que calmara mi pesar acerbo; pues ya me figuraba de Polonia verle ser el mejor sostenimiento. mikali (aparte.)

Koszciusko, te he perdido y has dejado

el corazón de tuMikaliseco. Pues cuando se ama bien tan solo existe para un hombre de amor el casto fuego. Koszciusko cual te amo, el predominio de mi amor en tus penas yo comprendo, pues que parece que el dolor que sientes también ¡gran Dios! por tus desdichas siento POLACA

1."

Feliz Mikali,mueres y te mata el mismo amor que fué tu dicha un tiempo: pero llevas, mujer afortunada, su corazón enamorado al menos. KADIUBEK.

Yo, yo, triste seré, busco la muerte no por causa de amor, sino por celos. MIKALI

¡Que se salve Koszciusko! ¡Dios sagrado! A salvarle ó morir corramos luego. (Corre y se agarra al cordel; con campana.)

¡oca

KADIUBEK,

Sí, salvemos al mártir de la patriacorramos ¡vive Dios! Venga un acero:

furor

venga un acero, venga, que parece que á fuerza de furor recobro aliento. Los montañeses de la patria mia á mí, á mí que se acerquen al momento, que prueben que los héroes gloriosos de esta tierra infeliz heroicos fueron.

ESCENA IX Díchos: varios polacos corriendo por un lado; por otro HERMENEGILDO y ERASKI corriendo también. í ruido de fusilería, aunque muy lejano. HERMENEGILDO

¿Qué es esto? MIKALI

Koszciusko está en peligro. (Abrazándole.) ERASKI

Volemos á salvarle presurosos polacos.

¡Armas! ¡Armas! ¡Fusiles!

ermitaño ¡Compañeros! marcho vosotros, con A la venganza que, aunque anciano, mi sangre se electriza, y al combate feroz me encuentro pronto; armas tendréis, pues las pedís amigos, coged las que queráis, armaos todos; milmuertes antes que sufrir cobardes la esclavitud, la infamia y el oprobio. (Llega á una peña, la abre, y se ve un monlt

armas en una cueva. Se arman y se preparan á la lucha.)

POLACOS.

¡Viva la patria! KADIUBEK

¡Hermenegildo viva! ERMITAÑO.

Partamos al combate valerosos; id, gallardos soldados de la patria, á vencer ó morir; marchad heroicos, yo vos dirigiré; no os cause espanto el ejército ruso y numeroso, que nosotros sabremos libertarnos y sus legiones convertir en polvo. MIKALI.

¡Viva Polonia! ¡Hermanos! POLACOS.

¡Viva! ¡Viva! ERMITAÑO

¡Sus! Alcombate, al campo los católicos.

Haced saber á esos rapaces lobos que no se han de cebar con nuestra sangre; que antes sabremos, pues polacos somos, sucumbir en la lid, ó hallar la tumba en los inmensos precipicios hondos: partamos al combate. POLACOS

¡Ala batalla! ERMITAÑO.

¡Viva la patria! TODOS

¡Viva! ERASKI

No iréis solos (Se

van lospolacos con Kadiubek.)

ESCENA X MIKALI

No, que también iremos ERMITAÑO

¡Desdichadas! MIKALI.

Sí, Hermenegildo; iremos con vosotros

i

Sí, que claman venganza nuestros hijos, nuestros padres también, nuestros esposos. ERMITAÑO

Sí; mas vais á morir. MIKALI.

¿Qué nos importa? Hermenegildo, esa muerte, Con me honro, y antes que ser escarnio del soldado, muera entre los combates horrorosos. ERASKI

Sí, sí; sepultaremos á los rusos con rudas piedras y enmohecidos troncos, ó con ellos peleando espiraremos de la patria infeliz en los escombros. ERMITAÑO

No lo consentiré, que las mujeres tienen su fin más santo, más piadoso; es la paz del hogar, y de sus hijos ser la tranquilidad, dulce reposo... ellas son los arcángeles que endulzan los pesares del hombre y sus insomnios; ellas las que le alientan, y al trabajo les animaron, si les ven dudosos; al combate los lanza, y sus deberes los muestra el llanto de sus bellos ojos; si mueren por la patria y sus altares, oran bañado en lágrimas su rostro.

Por eso la mujer no es solo esclava del hombre y del sagrado matrimonio; también lo es de su Dios y sus deberes y de la sociedad y su honor propio. MIKALI.

Así nosotras, si vencida fuese la causa que os anima valerosos, cual hijas de Cartago, moriremos antes que ser las víctimas del Godo. ERASKI.

Sí, sabremos morir como heroínas. MIKALI

Defender de Polonia el territorio. ERASKI.

La patria lo reclama y moriremos. MIKALI

Sí, que combatiremos con arrojo; no combatimos solo por nosotras, que también combatimos por vosotros. ERMITAÑO

Alza, Polonia, la abatida frente, aleja los pesares y sonrojos, porque tienes Arístides valientes y espartanas de esfuerzo generoso. Sí, elévate, que no te encuentras sola,

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