ADORACIÓN EUCARÍSTICA PARROQUIAL DÍA 5

ADORACIÓN EUCARÍSTICA PARROQUIAL | DÍA 5 Bienvenida Queridos hermanos: Ya estamos próximos a la celebración del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Estos dí

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2 Misión Kerigmática Parroquial. Impresión
2 Misión Kerigmática Parroquial Autor: CENACAT Coordinación editorial: Departamento de Producciones y Comunicación Diseño y diagramación Lorena

Story Transcript

ADORACIÓN EUCARÍSTICA PARROQUIAL | DÍA 5 Bienvenida Queridos hermanos: Ya estamos próximos a la celebración del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Estos días previos han ido preparándonos para volver la mirada a Jesús, que quiso quedarse con nosotros en los simples dones de pan y vino. Dirigimos también la oración a Dios y nos unimos especialmente a aquellos hermanos nuestros que participarán del Congreso Eucarístico Nacional, a celebrarse en Tucumán a mediados de junio. Pidamos al Señor que se haga presente en medio de su Pueblo, para que aprendamos a ser una Iglesia que vive de la Eucaristía. Dispongamos entonces una vez más nuestro corazón y nuestros sentidos, para favorecer el encuentro con el Señor, para entrar en comunión con Él, para acrecentar nuestra fe. Antes de comenzar es necesario que recurramos al silencio para alejarnos de toda distracción, de modo que nuestra oración y nuestra vida hecha ofrenda, suban hasta el altar del cielo como incienso perfumado. Pausa breve (Esta parte 5’)

Introducción Adorar significa reconocer a Dios como nuestro Señor y Salvador. Significa confiar en su misericordia y abandonarnos a su providencia. Nos enseñan nuestros obispos: “Los cristianos nos unimos a Dios a través de Jesucristo. Él nos refleja el rostro del verdadero Dios que nos ama y nos salva, y al mismo tiempo nos enseña la dignidad sagrada de cada ser humano. (…) En el colmo de su amor, que quiere estar cerca de cada uno de nosotros, Jesús nos dejó su presencia en la Eucaristía. Allí podemos unirnos íntimamente a Él, recibir su fuerza y su luz, alimentar nuestra fe y vivir su mensaje”. El Papa Francisco nos recuerda que la Eucaristía no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles´”1. En comunidad, queremos compartir este momento de oración, pidiendo a Jesús Sacramentado que nos dé la gracia de experimentar su Amor. Contemplemos al Señor presente de manera real y cercana junto a nosotros. Dediquemos este tiempo de oración para adorar a Aquel que se quedó en medio de su Pueblo para asistirlo. Pausa breve (Esta parte 5’)

Exposición del Santísimo Ya que Cristo mismo está presente en el sacramento del Altar, es preciso honrarlo con culto de adoración. La visita al Santísimo Sacramento es una prueba de gratitud, un signo de amor y un deber de adoración hacia Cristo, nuestro Señor 2. Nos enseña Santo Tomás: "…en este sacramento está presente el verdadero Cuerpo de Cristo, no se puede captar con los sentidos, sino sólo con la fe".3

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Mensaje de la Conferencia Episcopal Argentina para la preparación pastoral XI° Congreso Eucarístico Nacional: “Jesucristo, Pan de Vida y comunión para nuestro pueblo”. Año 2016. 2 Cf. Catecismo de la Iglesia Católica N 1418. 3 Summa theologiae, III, 75, 1; cfr Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1381.

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Estamos aquí porque creemos y tenemos plena certeza de que, si estamos junto a Jesús, podemos recuperar el sentido más profundo de nuestras vidas. El Señor se hará presente en medio nuestro, especialmente en el Pan Consagrado. Ante Él nos arrodillamos. Pausa, silencio.

El sacerdote expone el Santísimo y reza según lo usual con la participación de la comunidad. Puede retirarse luego y confesar mientras tanto si así lo considera, lo que será anunciado. 

Canto: Alabado sea el Santísimo (o el que consideren oportuno)

Pausa breve (Esta parte 10’)

PARTE 1 – La Palabra 

Antífona cantada y repeticiones “Jesucristo, pan de vida y comunión para nuestro pueblo” (se repite 3 veces)



Lectura bíblica sobre la Eucaristía

Del Evangelio según San Juan (Jn. 6, 51-58) “Enseñando un día en la sinagoga dijo Jesús a la multitud: “Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. El que coma de este pan, vivirá eternamente; y el pan que yo voy a dar, es mi carne por la vida del mundo‟. Los judíos discutían entre sí y diciendo: “¿Cómo puede este hombre darnos a comer su carne?‟ Jesús les respondió: “Yo les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre, y no beben su sangre, no tendrán vida en ustedes. Y el que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré en el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. A mí me envió el Padre que tiene vida y yo vivo por el Padre, de la misma manera el que me come vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; que no es como el que comieron sus padres, y murieron; el que coma de este pan vivirá eternamente”. Palabra del Señor 

Reflexión y preguntas personales para meditar en silencio partiendo de la lectura bíblica.

“Las siete afirmaciones repiten una sola idea. Jesús es el verdadero pan, el pan que da la vida eterna. Vivimos de lo que recibimos y este pan tiene que ser comido, y comerlo significa no solamente asimilarlo como palabra y como ejemplo, como modelo de vida, sino asimilarlo como víctima ofrecida en sacrificio por mí. Víctima con la cual hay que entrar en una misteriosa comunión. Cada vez que comulgamos, estamos invitados a asimilar el pan que es Cristo”. 4 El Beato Pablo VI nos dijo en relación a ello: “Así, pues, a nosotros, los cristianos, nos corresponde ser, en medio de los demás hombres, testigos de esta realidad, pregoneros de esta esperanza. (…) Lo que tal vez más necesita el mundo actual es que los cristianos levanten alta, con humilde valentía, la voz profética de su esperanza… ¡Hermanos e hijos queridísimos, estrechémonos, pues, en torno al altar! Aquí está presente Aquel que, habiendo compartido nuestra condición humana, reina ahora glorioso en la felicidad sin sombras del cielo”. 5 4

P. Fidel Oñoro, cjm Centro Bíblico del CELAM. Solemnidad del Cuerpo y la Sangre del Señor. Homilía de Su Santidad Pablo VI. Basílica de San Pablo extramuros. Domingo 28 de junio de 1978. 5

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Reflexionemos en torno a estas preguntas:    

¿Qué sentís cuando estás frente al Santísimo? ¿En qué momentos difíciles has podido escuchar las palabras del Maestro? Si lo que pide el Maestro, parece contrario a lo que creés posible, ¿cómo reaccionás? ¿En qué instantes concretos has podido experimentar la alegría después de seguir a Jesús?

Silencio



Canto: Dios está aquí (u otro que consideren adecuado)

Pausa breve (Esta parte 12’)

PARTE 2 – El Magisterio Sección 1 

Presentación del documento que servirá para la reflexión

Como sabemos, a mediados del mes de junio de este año, la Iglesia que peregrina en Argentina, estará celebrando el Congreso Eucarístico Nacional. Nuestros obispos han redactado un mensaje en torno a la Eucaristía, que iluminará ese encuentro nacional. En él nos muestran la necesidad que tenemos como Iglesia de caminar guiados y alimentados por el Señor Jesús Sacramentado, que sale a nuestro encuentro en cada Misa y en cada Sagrario. Y nos señalan el camino: Desde el Corazón de Dios, hacia el corazón del hombre. 

Antífona cantada y repeticiones “Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos” (se repite tres veces)



Lectura de un fragmento del documento

Desde el Corazón de Dios Cuando leemos las Sagradas Escrituras, lo primero que percibimos de Dios es su proximidad, su cercanía. Él habita en la tierra, y especialmente en el corazón humano humilde y pobre, generoso y justo, fraterno y libre. El Dios que se aproxima a nosotros nos quiere hacer experimentar su ternura, su paz, su inagotable amor que nos salva. Esta cercanía de Dios, que desborda nuestros esquemas humanos, se nos manifiesta como relación paterna, amistosa y familiar. Jesús se dirigía a Él con una palabra de conmovedora intimidad: “Abbá”, que podríamos traducir por “papá”. Los cristianos creemos que este Padre lleno de amor engendra desde siempre un Hijo amado, que es Jesús. El Padre y el Hijo se aman con un Amor sin límites, el Espíritu Santo. Por eso sabemos que Dios no es un ser solitario.

Desde siempre y para siempre Él es una Familia, una Comunidad entrañable. El “sí” total de Jesús a la voluntad amorosa del Padre transforma, desde dentro, el sentido trágico de la Cruz. En ese infierno florece el cielo: “hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc. 23,43). A partir de su entrega se abre en el mundo y en la historia un camino nuevo, para todos. Tal como nos señala el Papa Francisco: “Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría” (Evangelii Gaudium 1). La violencia humana es redimida por el amor del Cordero inocente, que, atravesando el abismo de la muerte, renace a la vida plena y feliz, vestido de gloria infinita. ¡Él ha resucitado! Él es “el Viviente” (Ap. 1,17), vive con nosotros cada día, y en su resurrección hemos triunfado todos. Pero en su cuerpo resucitado y colmado

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de luz, han quedado marcadas sus llagas, para que nunca olvidemos cuánto nos amó. Y no quiso que ese sacrificio de amor fuera sólo el recuerdo de un hecho que pasó. Quiso que esa entrega llena de amor y de vida estuviera siempre presente entre nosotros como luz, como alimento, como fuerza de nuestra existencia: “Esto es mi Cuerpo, que se entrega

por ustedes… mi Sangre, que se derrama por ustedes…” (Lc. 22,19.20). Desde la conmovedora humildad de esa comida, Él anhela ardientemente nuestra presencia. Somos su alegría cuando dejamos que su amor triunfe, nos reconcilie con Él y nos transforme en sus amigos.

Pausa



Preguntas para meditar en silencio, comentarios del texto / meditaciones leídas

Dios quiso siempre derramar vida y felicidad gratuitamente, hacer una Alianza con nosotros sus hijos para que vivamos en plenitud. El sueño del Padre es hospedarnos en su casa, sentarnos a su mesa, y compartir con todos el pan de su propia Vida. Sin embargo nosotros, con la libertad que Él nos dio, muchas veces equivocamos el camino. Pero el Padre responde con más amor, y envía a su propio Hijo, que entró en nuestra historia haciéndose hombre. Tomó en su propio cuerpo la violencia de la muerte en la Cruz, y nos regaló la vida, su Vida.   

¿Cómo vivimos la experiencia de la misericordia de Dios? ¿Nos perdonamos a nosotros mismos? ¿Somos conscientes de nuestras debilidades y se las confiamos al Señor, abandonándonos a su gracia?

Pausa para meditar en silencio unos segundos

“Siempre es Jesús quien toma la iniciativa, para que le conozcamos y lo sigamos. (…) La invitación de Jesús es a dar ese paso para que seamos contados entre los que sin ver acontecimientos extraordinarios, creamos en el amor que Dios nos tiene, en su Hijo vivo y actuante”.6  

Jesús resucitado nos ha traído la paz ¿La experimentamos? ¿Hemos sentido la alegría de creer sin ver? ¿Cuáles son, si las tenemos, las dudas de nuestra fe? ¿Qué hacemos para afrontarlas?

Pausa para meditar en silencio unos segundos



Canto: Amigos en Jesús (u otro que consideren adecuado)

Pausa breve (Esta parte 12’)

Sección 2 

Antífona cantada y repeticiones “Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos”



Lectura de un fragmento del documento

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http://lectionautas.com/site/files/lectio/2k15/Abril/12_de_Abril_de_2015_2_Domingo_de_Pascua_ciclo_ b.pdf

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Hacia el corazón humano Cuando “vamos a Misa”, cuando celebramos la Eucaristía, hacemos lo que el mismo Jesús pidió en la Última Cena: “Hagan esto en conmemoración mía”. Cuando lo comemos, Él quiere ser también nuestro, y su cuerpo es nuestro pan: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Quien coma de este pan vivirá para siempre” (Jn. 6,51). Lo que Jesús ofrece en la Eucaristía es Vida, “vida eterna” (Jn. 6,58). No solamente una vida después de la muerte, sino una vida que ya desde ahora está liberada de la muerte, porque es una forma de caminar con sentido divino, con serena alegría, con profundidad. Esa nueva Vida produce en nosotros un movimiento de fe, esperanza y caridad. La fe es 

“tocar”, dejarnos “tocar” por Jesús, y recibir la fuerza de su gracia. San Agustín decía: “Tocar con el corazón, esto es creer” (Sermón 229, L, 2). Creer es pronunciar “amén” delante del amor del Padre manifestado en Jesús, para pasar con Él de la muerte a la Vida: “El que cree en mí, aunque muera, vivirá” (Jn. 11,25). Al dejar entrar en la propia vida esa Vida nueva, los creyentes gustamos ya lo que confiamos alcanzar. Esta es nuestra esperanza que nos lanza siempre hacia adelante llenos de confianza. Creyentes esperanzados, nos transformamos en amigos de Dios y de nuestros hermanos, y la caridad llena de gozo y de amistad la vida compartida.

Preguntas para meditar en silencio o bien, comentarios / meditaciones leídas

El Papa Francisco nos recuerda que “quien celebra la Eucaristía no lo hace porque se considera o quiere parecer mejor que los demás, sino precisamente porque se reconoce siempre necesitado de ser acogido y regenerado por la misericordia de Dios, hecha carne en Jesucristo”.7 - Cuando participo de la Eucaristía ¿me mantengo atento o distraído? ¿Recuerdo que Jesús está allí presente? - Cuando comulgo ¿Siento que me estoy uniendo a Jesús y a su Iglesia? Pausa para meditar en silencio unos segundos

Jesús se nos manifiesta diariamente en los acontecimientos sencillos de nuestra existencia, y así fortalece nuestra fe. Nosotros somos llamados a ser testigos de Jesús Resucitado, para que otros crean... 8 - ¿A qué nos compromete el tener fe? - ¿Cómo he sentido el soplo de Jesús resucitado? - ¿A qué me envía hoy Jesús? Pausa para meditar en silencio unos segundos



Canto: Dios Amigo (u otro que consideren adecuado)

Pausa breve (Esta parte 12’)

Sección 3 

Antífona cantada y repeticiones “Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos”



Lectura de un fragmento del documento

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Papa Francisco. Audiencia General. Plaza de San Pedro. Miércoles 12 de febrero de 2014. http://lectionautas.com/site/files/lectio/2k15/Abril/12_de_Abril_de_2015_2_Domingo_de_Pascua_ciclo_ b.pdf. 8

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La Iglesia como cuerpo místico La Eucaristía se convierte en una tarea que nos toca realizar, para construir en el amor un Cuerpo que nos una a todos: “Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos miembros, a pesar de ser muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo. Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo” (1 Cor. 12, 12.13). La Iglesia es ese Cuerpo formado por todo el Pueblo de Dios. La Eucaristía, sacramento de la unidad, siempre nos invita y nos impulsa a sanar los lazos que nos unen, a crear vínculos, a construir entre todos una unidad que nada pueda romper. En la Eucaristía descubrimos nuestra verdadera identidad, la que vivimos no en la árida soledad de un “yo aislado” sino en la comunión. Cuando San Pablo hablaba de la Eucaristía, nos enseñaba que “ya que hay un solo pan, todos nosotros formamos un solo cuerpo, aunque somos muchos, porque participamos de ese único pan” (1 Cor. 10, 17). Si la Eucaristía se llama “comunión” no es sólo porque nos une con Jesús, sino también porque exige y alimenta la unión con los demás. El mismo Jesús que nos dice “ustedes son mis amigos” (Jn. 15,14), inmediatamente agrega: “lo 

que les pido es que se amen unos a otros” (Jn. 15, 17). Las comunidades cristianas deberían ser el modelo más luminoso de esta fraternidad. Lamentablemente, como nos recuerda el Papa Francisco, a veces entre nosotros “consentimos diversas formas de odio, divisiones, calumnias, difamaciones, venganzas, celos, deseos de imponer las propias ideas a costa de cualquier cosa, y hasta persecuciones” (Evangelii Gaudium 100). ¡No permitamos que nos dividan las fuerzas del mal que habitan en nuestro interior! Cuando hay heridas que nos alejan y separan, recordemos aquellas palabras de Jesús que nosotros relacionamos con la Eucaristía: “Si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda” (Mt 5, 23-24). Querer vivir efectivamente con otros, es la base de toda posible convivencia en sociedad, y también la base de nuestra unidad nacional. La Eucaristía nos inserta en este movimiento de manera profunda y vital, buscando que fructifique ese “nosotros” de una renovada amistad social.

Preguntas para meditar en silencio o bien, comentarios / meditaciones leídas

El Papa Francisco, cuando nos habla de la relación entre la Eucaristía que celebramos y la vida como Iglesia, nos pregunta:  ¿Cómo vivimos la Eucaristía en nuestras comunidades? ¿Cómo vivimos la Misa?  ¿Es sólo un momento de fiesta, una tradición consolidada, una ocasión para encontrarse o para sentirse bien, o es algo más? Pausa para meditar en silencio unos segundos

Cuando participamos en la Santa Misa, nos encontramos con hombres y mujeres de todas las clases: jóvenes, ancianos, niños; pobres y acomodados; originarios del lugar y forasteros; acompañados por sus familiares y solos... - La Eucaristía que celebro, ¿me lleva a sentirlos a todos, realmente, como hermanos y hermanas? - ¿Hace crecer en mí la capacidad de alegrarme con el que se alegra y de llorar con el que llora? - ¿Me empuja a ir hacia los pobres, los enfermos, los marginados? - ¿Me ayuda a reconocer en ellos el rostro de Jesús? Pausa para meditar en silencio unos segundos



Canto: Alma de Cristo (u otro que consideren adecuado)

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Pausa breve (Esta parte 12’)

PARTE 3 – La Oración 

Lectura Salmo

(Se invita a la comunidad a leer a coro el Salmo. Al finalizar la lectura hacemos un momento de silencio antes de escuchar la meditación) SALMO 118 ¡Aleluya! ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor! Que lo diga el pueblo de Israel: ¡es eterno su amor! Que lo diga la familia de Aarón: ¡es eterno su amor! Que lo digan los que temen al Señor: ¡es eterno su amor! En el peligro invoqué al Señor, y él me escuchó dándome un alivio. El Señor está conmigo: no temeré: ¿qué podrán hacerlo los hombres? El Señor está conmigo y me ayuda: yo veré derrotados a mis adversarios. Es mejor refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres; es mejor refugiarse en el Señor que fiarse de los poderosos. Todos los paganos me rodearon, pero yo los derroté en el nombre del Señor; me rodearon por todas partes, pero yo los derroté en el nombre del Señor; me rodearon como avispas, ardían como fuego en las espinas, pero yo los derroté en el nombre del Señor. Me empujaron con violencia para derribarme, pero el Señor vino en mi ayuda. El Señor es mi fuerza y mi protección; él fue mi salvación. Un grito de alegría y de victoria

resuena en las carpas de los justos: «La mano del Señor hace proezas, la mano del Señor es sublime, la mano del Señor hace proezas». No, no moriré: viviré para publicar lo que hizo el Señor, El Señor me castigó duramente, pero no me entregó a la muerte. «Abran las puertas de la justicia y entraré para dar gracias al Señor». «Esta es la puerta del Señor: sólo los justos entran por ella». Yo te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación. La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular Esto ha sido hecho por el Señor y es admirable a nuestros ojos. Este es el día que hizo el Señor: alegrémonos y regocijémonos en él. Sálvanos, Señor, asegúranos la prosperidad. ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! Nosotros los bendecimos desde la Casa del Señor: el Señor es Dios, y él nos ilumina. «Ordenen una procesión con ramas frondosas hasta los ángulos del altar». Tú eres mi Dios, y yo te doy gracias; Dios mío, yo te glorifico. ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor!

Pausa

Este Salmo contempla la misericordia de Dios a favor de su pueblo. De edad en edad, Dios ha mostrado su preocupación, cercanía y amor. Desde la alianza con Abraham hasta la Resurrección de Jesús, pasando por la salida de Egipto. En la Pascua, las manifestaciones del amor de Dios llegan a su cumbre. Dios ha roto las cadenas de la muerte y ha resucitado a Jesús, y con él a nosotros. Por nuestra parte, podemos unirnos a la acción de gracias de Jesús, quien lo hace de una manera perfecta. En esta solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo, elevémosle a Dios “la copa de la salvación” para festejar la liberación definitiva que nos ha

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alcanzado la sangre de la Cruz9. La Resurrección de Jesús es la piedra de fundamento de nuestra fe y de nuestra esperanza 

Momento de silencio 



Canto: Bienaventurados los misericordiosos -Himno JMJ Cracovia 2016- (u otro que consideren adecuado)

Preces

A Jesús Resucitado, vida y esperanza de toda la humanidad, orémosle diciendo: Acrecienta nuestra fe, Señor -

Para saciar el hambre y la sed más profundas… Para que nunca más nos sintamos solos… Para crecer en la fe, la esperanza y el amor…. Para aprender a vivir y caminar juntos… Para reconocerte en los más pobres y abandonados…. Para encontrarte en nuestras preocupaciones y en nuestras alegrías…. Para llevar tu luz y tu amor a los demás…. Cantamos antífona de la misericordia x 3 veces

Pausa breve (Esta parte 12’) Silencio para meditación personal 5’

Retiro del Santísimo 

Previa bendición del sacerdote

(El Sacerdote finaliza la adoración, con las oraciones correspondientes y la bendición con el Santísimo)  Canto: “Te adoramos hostia divina” (u otro que consideren adecuado) (Instantes breves de silencio. Despedida del sacerdote) (Esta parte 10’)

Despedida La Eucaristía, en la que Cristo se da generosamente, es una llamada a sus discípulos para hacer lo mismo. Desde el Bautismo el cristiano es un misionero, invitado a inundar de amor, de justicia y de paz el mundo cotidiano. Todo lo que recibimos es para comunicarlo, y nuestra propia vida en esta tierra sólo se puede entender como una misión para el bien de los otros. Renovados por este encuentro con el Señor y con nuestros hermanos, concluimos esta adoración recordando el itinerario de todo cristiano: partir desde el Corazón misericordioso de Dios, hacia el corazón del hombre.

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Cf. http://www.homiletica.org/fidelonoro/fidelonoro0049.pdf

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Recitamos juntos la oración para el Año de la Misericordia, de nuestro Obispo Mons. Antonio Marino: Dios Padre eterno, que en tu Hijo Jesucristo nos mostraste tu inmenso amor, cuando aún éramos pecadores, nosotros creemos que tu gran poder se muestra sobre todo en el perdón y en la misericordia. Te pedimos que nos envíes el Espíritu Santo prometido por Jesús, que nos lleve a experimentar y entender tu gran misericordia y a convertirnos en mensajeros e instrumentos de la misma ante nuestros hermanos más necesitados. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. -

Salve Gloria

(Esta parte 5’)

Oración del Congreso Eucarístico Nacional Tucumán 2016 Jesucristo, Señor de la historia te necesitamos. Tú eres el Pan de Vida para nuestro pueblo peregrino. Conscientes de tu presencia real en el Santísimo Sacramento te alabamos y adoramos, te celebramos y proclamamos, te recibimos y compartimos. En el bicentenario de la independencia de nuestra Patria agradecemos tu presencia constante en nuestra historia, pedimos tu gracia para forjar el presente guiados por tu Evangelio. Ponemos en tus manos nuestro futuro con esperanza y compromiso. Con la alegría que nos da tu Palabra salimos al encuentro de todos los argentinos, sin excluir a nadie, para gestar juntos una cultura del encuentro en la Patria, siendo auténticos discípulos misioneros. Con nuestra Madre, la Virgen María, y unidos a los santos que son nuestros modelos nos ponemos en camino dejándonos conducir por la Providencia del Padre y animados por el fuego del Espíritu Santo. Amén.

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