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TEMA

UNIDAD 6

¿Qué significa para mí ser Hijo de María?

Miramos la realidad

Al escuchar el testamento que Jesús nos dejó en la Cruz, nos preguntamos: ¿Por qué Dios nos dejó a su propia Madre, como madre nuestra?, ¿Qué implica en nuestra vida cristiana que Aquella que formó en su seno al Hijo de Dios y lo educó en su vida terrenal, haya recibido el encargo de ser nuestra Madre?. El papel de una madre en la vida de los hijos es fundamental. La madre acoge, forma, da seguridad, sostiene, muestra el camino, etc.

¿Eres consciente del hermoso don y de la importancia de la maternidad espiritual de Santa María?

“Jesús, viendo a su Madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: `Mujer, ahí tienes a tu hijo´. Luego dice al discípulo: `Ahí tienes a tu madre´. Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa” 1.

1 Jn 19, 26-27.

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UNIDAD 6

Iluminamos al mundo con la fe Para empezar este tema vamos a pedir a Santa María que nos ayude rezando juntos “Para obtener la piedad filial”2. Madre del amor Misericordioso, bien sabes que tu Hijo, desde lo alto de la Cruz, señaló el camino de la piadosa filiación como aquél que deberíamos recorrer. Te imploro me obtengas la gracia de acercarme a tu Inmaculado Corazón, desde mi propio corazón, para aprender a amarte y a honrarte con el amor que el Señor Jesús te tiene. Cuida que este hijo tuyo ingrese así en el proceso de amorización y vea algún día cumplida la gran esperanza de verse conformado con el Salvador. Amén. Hablar de Santa María es hablar de nuestra Madre. Muchas veces la tenemos ante nosotros como alguien muy importante. Sin embargo, no terminamos de descubrir y ahondar en el verdadero papel que tiene en nuestra vida y la necesidad que como cristianos tenemos de Ella. El Señor Jesús, desde lo alto de la cruz, nos explicitó que somos hijos de María. Él nos ha entregado a su Madre con la conciencia de que a través de Ella, 2 3 4

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Luis Fernando Figari, Con María en oración, segunda edición, Fondo Editorial, Lima 2004, pp. 44-45. Pintores de la talla de Giotto, el Greco, Caravaggio tienen a la Madre de Dios como protagonista de muchas de sus obras maestras. Podemos nombrar la Basílica de Santa María la Mayor en la ciudad de Roma, la Basílica de Nuestra Señora del Pilar en la ciudad de Zaragoza, etc.

Él podrá entrar en los corazones de todos sus hijos. A lo largo de la historia, constatamos el inmenso amor y piedad filial que los cristianos han tenido con su Madre. Cabe mencionar que grandes obras maestras de arte3, de la arquitectura4, de la literatura5, hablan de su presencia a lo largo de la historia de la humanidad.

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Doctores de la Iglesia como San Bernardo de Claraval y San Alfonso Maria de Ligorio han hecho uso de las más bellas formas literarias al momento de escribir poemas e himnos de profundos alcances teológicos dedicados a la Madre de Dios. Basta recordar el himno de San Bernardo que comienza así: “Si se levantan los vientos de las tentaciones... mira a la estrella, llama a María”.

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1. ¿Quién es Santa María? Para realizar la reconciliación de los hombres, Dios escogió a una mujer sencilla, de los anawim, (los pobres de Yahveh), para que fuera la Madre de Dios. Por su Inmaculada Concepción la preservó6 del pecado original, en orden a la misión reconciliadora de su Hijo, pues, el Señor Jesús, la Segunda Persona de la Trinidad, nacería de Ella. Un día Dios envió al ángel Gabriel a la ciudad de Nazaret, a la Virgen María, que estaba desposada con San José. La saludó llamándola “llena de gracia”7, y le expuso el Plan de Dios: Ella sería la Madre del Salvador por obra del Espíritu Santo, porque para Dios nada hay imposible. La Virgen María aceptó de inmediato el Plan de Dios, diciendo: “He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra”8. En aquel momento, se hizo hombre la segunda persona de la Santísima Trinidad, sin dejar de ser Dios. María es verdaderamente Madre de Dios porque es la Madre del Hijo eterno de Dios hecho hombre, que es Dios mismo. Al mismo tiempo, es también Madre nuestra, en el orden de la gracia, porque por medio de su formación y de sus cuidados maternales, tiernamente nos va conduciendo desde su propio corazón al Corazón de su Hijo, y así, vamos aprendiendo a amarla como la ama

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el Señor Jesús y vamos siendo dóciles a sus cuidados. María está ligada al misterio central de la Reconciliación. La Encarnación es el acontecimiento crucial que inserta al Verbo en la historia humana. Y esta irrupción de Dios en la historia se logra a través de la libre cooperación de María. Ella se hace Madre de Dios en el momento del Fiat en la Anunciación, cuando el Espíritu Santo la cubre con su sombra. Así, la Theotokos (Madre de Dios), está sumamente unida al misterio reconciliador del Señor Jesús. De la maternidad del Señor Jesús se pasa a la dimensión de la maternidad de la Iglesia, pues, lo es también de todos sus miembros. Es el mismo

Preservó: resguardó, conservó, salvó. Lc 1, 28. Lc 1, 38.

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Cristo quien, desde su Testamento en la Cruz, hace explícito ese misterio de la maternidad espiritual de María. “Mujer, ahí tienes a tu hijo... Ahí tienes a tu Madre”9. Con estas palabras el Señor expresa que la maternidad de su Madre encuentra continuación en la Iglesia, simbolizada por Juan.

2. La Cooperación de Santa María en su respuesta al Plan de Dios

“La Anunciación” de Bartolomé Esteban Murillo

Y ante la pregunta, el ángel le revelará los caminos de Dios. María entiende y responde con docilidad absoluta: “He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu Palabra”. Santa María es el mejor ejemplo de respuesta fiel al Plan de Dios. Desde su naturaleza libre del pecado original, ella se educó en buscar siempre los caminos del Señor. Esto lo vemos cuando San Lucas narra con sencillez el pasaje tan importante de la Anunciación-Encarnación del Verbo. El ángel Gabriel anuncia claramente el designio divino a una joven mujer. Habiendo escuchado, María

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pregunta: “¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?”10. Pregunta, pero no duda. María anhela más luz, más comprensión. Su pregunta es ya una respuesta afirmativa y, al mismo tiempo, un pedir instrucciones para obedecer mejor. Expresa, a su vez, la consagración virginal que había hecho a Dios. Y ante la pregunta, el ángel le revelará los caminos de Dios. María entiende y responde con docilidad absoluta: “He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu Palabra”11. María confía totalmente en el Señor porque lo conoce; y lo conoce porque se ha ido educando a sí misma con la ayuda de su gracia. Ella nos enseña que en los momentos en los que no nos quedan claras las cosas, no tenemos razones para desesperarnos o rebelarnos por no entenderlo todo. Al contrario, debemos poner nuestra confianza en Dios y pedir luces que nos orienten al cumplimiento de su Plan. Ella espera y confía en el Señor porque sabe que para Dios nada es imposible. Cuando Jesús tenía doce años, se pierde en el Templo y María le dice: “Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando. Él dijo: ´Y ¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debía estar en las cosas de mi Padre?´”12. María no comprende la respuesta de Jesús, pero no desespera. No comprendía sus palabras, pero “conservaba cuidadosamente todas estas cosas en su corazón”13. Vive de la esperanza; atesora lo que

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Jn 19, 25ss.

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ahora no entiende para más adelante. La Virgen se va preparando para lo que Dios le pedía, no solo ser Madre de Jesús sino también de todos nosotros. Esta docilidad la hacía responder cada vez con mayor generosidad. Es por eso que al pie de la Cruz, María acoge al apóstol Juan, y en él a todos nosotros. María ha ido ejercitando en su vida diaria su propia libertad. Y esto la ha ido llevando a ser cada día más fiel a Dios. La gran fidelidad se va construyendo de pequeñas fidelidades. La vida de María ha pasado por el aprendizaje del dinamismo del dolor alegría. Dolor porque su Hijo va a ser signo de contradicción, no va a ser aceptado, va a ser rechazado y a ella misma una espada le traspasará el corazón. Alegría, porque la humanidad entera puede gozar de los frutos de la reconciliación traída por Cristo. Alegría, porque su Hijo es luz y gloria de los hombres. Así, la Virgen María va haciendo de su vida una respuesta constante. Su “fiat”, es decir su “hágase”, no fue sólo en el momento de la Anunciación-Encarnación sino que se prolongó —cada vez más maduramente— durante toda su vida, hasta llegar al pie de la cruz.

María nos enseña que en los momentos en los que no nos quedan claras las cosas, no tenemos razones para desesperarnos o rebelarnos por no entenderlo todo.

María, nuestra Madre, nos enseña a responder al Señor. Nos enseña a no tener miedo en las dificultades sino a entregarle un corazón cada vez más íntegro, puro y reconciliado.

Lc 1, 34. Lc 1, 38. Lc 2, 48-49. Lc 2, 51.

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3. Función dinámica de María VI en su Carta Encíclica Mense Maio dice: “La persona que encuentra a María no tiene otro remedio que encontrar también a Cristo”, y es que todo en María apunta hacia Jesús. La maternidad espiritual de María no es, pues, una piadosa analogía, ni una figura literaria. Tampoco se trata de una maternidad adoptiva. María es verdadera y realmente Madre nuestra.

“La persona que encuentra a María no tiene otro remedio que encontrar también a Cristo” Papa Pablo VI en su Carta Encíclica Mense Maio

El papel de María en el Plan de Dios es muy importante, es el mismo Dios quien ha querido darle ese lugar. Ella ejerce la maternidad en el orden de la gracia ayudando a que en los hombres nazca el Señor Jesús14. La presencia de María es activa, educadora y luminosa que nos conduce a Jesús y nos ayuda a captar, comprender y vivir la totalidad de sus misterios. El Papa San Pío X en su encíclica Ad diem illum, enseña: “No hay camino más seguro y fácil que María, por el cual los hombres puedan llegar a Cristo”. El Papa Pablo

Como hemos visto al iniciar el tema, en el momento del amor llevado al extremo, en la Cruz, Jesús le explicita a su Madre el don maravilloso de su maternidad espiritual. Así le confía la misión de ejercer una función dinámica en la formación y educación de los discípulos. Es también en este momento solemne en que el Señor Jesús invita a todo discípulo a acoger la maternidad espiritual de María, para que, encontrándose con Ella desde el amor de Cristo, pueda “conocerla, acercarse a su corazón, amarla con afecto de amor filial, y así ir recorriendo, en la esperanza y el amor, con el calor y aliento de su presencia, el camino que lleva a la configuración con el Señor Jesús”15.

sotros ante el Padre. Por esta participación, Ella se convierte en auxilio y maternal intercesora de todos los creyentes. Este servicio intercesor de la Madre es universal, se extiende a toda la humanidad, pero especialmente a los fieles cristianos. Ella ejerce el servicio de acercar a cada hijo suyo al Señor Jesús, para que cumpla con el Plan que Dios tiene para su realización y felicidad. ¿Te descubres hijo de Santa María? ¿Te dejas educar por ella? ¿Has experimentado su amorosa intercesión y protección? ¿Cómo? ¿Acudes a nuestra Madre para que interceda por ti y te obtenga las gracias que necesitas?

Desde los primeros tiempos de la Iglesia se tiene la clara conciencia que María es la Madre de Dios y que dista mucho de ser un simple personaje histórico. Ella como persona real y concreta participa de manera dinámica de la historia de la humanidad desde hace ya más de 2000 años. Hay un gran número de apariciones marianas que hablan de la presencia de María: Lourdes y Fátima, y existen muchas más. El testimonio del amor filial a María en la vida de los santos y santas es también un hermoso signo de su presencia en la vida de la Iglesia. María ha ayudado a que muchos hombres y mujeres alcancen la Comunión de Amor.

María actúa maternalmente en la forja de la Iglesia, y conduce suavemente a sus hijos al pleno encuentro con el Señor Jesús.

La Virgen María está íntimamente asociada a la obra de su Hijo. Ella participa, de forma subordinada, pero totalmente real, de la mediación que el Señor Jesús hace por noVirgen de Guadalupe (México)

Virgen de Fátima (Portugal)

14 Ver Luis Fernando Figari, Haced lo que Él os diga, Vida y Espiritualidad, Lima 2009, pp. 21-30. 15 Luis Fernando Figari, María Paradigma de Unidad, Vida y Espiritualidad, Lima 1992, p. 6.

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a.  Dejarnos educar por María

4. El Proceso de Amorización

Como hemos visto, Santa María tiene un papel dinámico en nuestras vidas, ella tiene la misión de educarnos como educó a Jesús, con cariño y paciencia. Todo en ella nos remite a su hijo Jesús.

En nuestra Espiritualidad Sodálite el camino para alcanzar la santidad es vivir el proceso de Amorización. Éste es un sendero de configuración vital mediante el cual aspiramos a amar como Cristo, no a amar como una mera imitación externa, sino que apunta a una transformación real, hasta lograr que el Señor sea el principio de nuestra vida interior. Progresivamente, en este proceso, nos vamos haciendo de alguna manera “otros Cristos”16, para amar con su amor. Siendo plenamente nosotros mismos, no seremos ya nosotros quienes amemos, sino Cristo quien ame en nosotros17.

dida en que vayamos haciéndonos como Cristo, conformándonos a Él. Ser como el Señor Jesús significa amar lo que Él amó. Esto lo podemos sintetizar en sus tres grandes amores: a Dios Padre, en el Espíritu, a María, su Madre, y a todos los hombres, por quienes murió en la cruz. Nosotros también estamos llamados a amar al Padre, a María y a los demás, y el camino para hacerlo es siempre mirar fijamente a Jesús.

Por el Proceso de Amorización vamos a crecer en el amor en la me-

Los dos movimientos de este proceso se resumen en:

En nuestra Espiritualidad Sodálite nuestro amor filial mariano es cristocéntrico: • Es por Jesús que llegamos a María, pero no para quedarnos en ella. • El amor que le demostramos a María lo aprendemos de Jesús. Debemos dejarnos educar por Santa María para conformarnos con el Señor Jesús. Para hacerlo es importan“Nacimiento de Jesús” de El Cigoli te el conocer más a nuestra Madre. (Ludovico Cardi) Tengamos una relación personal con ella. Consagrémosle nuestras vidas ofreciéndole nuestras actividades cotidianas y a nosotros mismos, y esforcémonos por vivir el “Proceso de Amorización”. Existe una oración muy hermosa que podemos rezar todos los días: el “Acto de Consagración a María”. ¡Oh Señora mía, oh Madre mía! Yo me entrego del todo a Ti, y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón. En una palabra, todo mi ser, ya que soy hijo tuyo, ¡oh Madre de Bondad!, guárdame y protégeme como hijo tuyo. Amén.

“Por Cristo a María y por María más plenamente al Señor Jesús”18.

a.  “Por Cristo a María… ” “Para conocer a María, condición para amarla intensamente, debemos mirar al Corazón de Jesús: Él nos lleva hacia su Madre, nuestra Madre”19. La vida cristiana comienza con el don inmerecido, regalado, de la fe en Cristo, que recibimos en nuestro bautismo. Es una fe inicial, incipiente, y en la cual escuchamos a Jesús que nos dice “He ahí a tu Madre”. Jesús nos muestra a Santa María como Madre y nos lleva a acercarnos a ella.

16 Ver Catecismo de la Iglesia Católica, 2782. 17 Ver Gál 2,20. 18 Ver Luis Fernando Figari, En Compañía de María, Vida y Espiritualidad, Lima 1995, pp. 9-22; también María Paradigma de Unidad, pp. 5-7, y Camino ha-

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Éste es el camino que estamos llamados a vivir para acrecentar la fe en nuestra vida, don que nos llevará a la plenitud humana.

cia Dios, Tomo I, Vida y Espiritualidad, Lima 1997, pp. 21-24. 19 Luis Fernando Figari, En Compañía de María, Vida y Espiritualidad, Lima 1995, pp. 16-17.

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¡Sí! ¡María, la Madre de Dios es también Madre nuestra! La maternidad espiritual no es un acontecimiento separado, independiente de nuestra existencia como creyentes. Todo lo contrario. La maternidad de Santa María constituye piedra angular de nuestra vida cristiana. Implica todo un programa de vida para quien verdaderamente busca con sincero corazón ser fiel a su vocación de hijo de Santa María.

b.  “ ... y por María más plenamente al Señor Jesús” “Amando a María llegamos a su corazón, y en él descubrimos que es todo de Jesús”20. Cuando nos acercamos a María, vemos que todo su ser nos conduce al Señor Jesús, a un encuentro más hondo y pleno con Él. María no está disuelta en el misterio del Señor Jesús. Ella guarda su personalidad propia, esto nos permite una relación personal con Ella. Descubrir a Santa María, conocerla, nos lleva a un encuentro filial en donde como una madre lleva de la mano a un hijo, así nos lleva Santa María para encontrarnos más plenamente con su Hijo.

De ahí que nuestra devoción a Santa María no sea una devoción más. No se trata solamente de honrarla, de amarla y recurrir a Ella. Buscamos amar a Santa María con verdadero amor filial, ya que realmente somos hijos suyos. Sin embargo, el mismo significado y alcance de este amor filial es muchísimo más grande. Nos acercamos a María desde el amor de Jesús. El amor filial, o piedad filial, es una actitud relacional afectiva que implica toda nuestra existencia, en las distintas dimensiones de nuestra fe integral: la mente, el corazón y la acción. Todo eso desde el corazón de Jesús, desde la fe en Jesús. Es en el corazón de Jesús en el que aprendemos las disposiciones de Él hacia su Madre. Debemos amarla con el mismo amor del Hijo. Esa es la meta del que quiere seguir al Señor Jesús. Vemos como la relación entre Jesús y Santa María es el cimiento del pro-

ceso de amorización, el que sólo se entiende desde esa íntima unión entre ambos. Es tal la cercanía entre Jesús y Santa María que no hay palabras para describir esta relación. Es esto lo que da dinamismo al proceso.

Viviendo la piedad filial respondemos a la invitación que el Señor Jesús nos hizo desde lo alto de la Cruz: profesar el amor filial a María, reconociéndola como Madre y profundizar en su Inmaculado Corazón, dejando que la desbordante presencia de su Hijo llegue a nuestro propio corazón y nos enseñe a amar con sus mismos amores: al Padre Eterno con un amor obediencial; a María, su Madre y nuestra también, con profunda piedad filial; y a los seres humanos, con caridad fraterna. En el Proceso de Amorización vemos que en todo momento el centro es el Señor Jesús. María es siempre entendida desde una perspectiva subordi-

nada a Él. Eso no le quita valor, pues, es el justo lugar que tiene. Debemos amar a María a tal punto que sea Jesús el que la ame a través nuestro. De esta manera nos vamos conformando al estado de Jesús, como Hijo de María.

20 Luis Fernando Figari, En Compañía de María, Vida y Espiritualidad, Lima 1995, p. 18.

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5. Seamos con María artesanos de la reconciliación

mana a nuestros hermanos. Así, nuestra acción apostólica se vuelve fecunda prolongación del don de la reconciliación que Dios nos entrega en la persona del Señor Jesús.

El Apostolado es una consecuencia de la Maternidad Espiritual de María. Quien aspira recorrer las sendas de la piedad filial a María, no puede prescindir de la dimensión apostólica que ésta necesariamente implica. En efecto, María ha recibido del mismo Dios la misión de conducir a los hombres hacia el encuentro plenificador con el Señor Jesús, su Hijo, para reconciliarse con Él.

“La función de María es hacer llegar a todos el don de la Reconciliación. Nuestra tarea en la gesta de la nueva evangelización, no puede dejar de considerar que nuestra cooperación con Santa María, consiste en acoger el don que María nos trae acogiendo la reconciliación con el Padre, viviendo el dinamismo sanante de la Reconciliación de nuestras rupturas interiores y asumiendo activamente la misión de ser artesanos de comunión y solidaridad con todos nuestros hermanos, particularmente los más pobres en las tareas por una sociedad más justa y reconciliada”21.

6. Conclusión El vivir el proceso de Amorización en nuestra vida implica dejarnos amar, formar y educar por la Madre de Dios. Santa María nos enseña a “Hacer siempre lo que el Señor Jesús nos diga”22 y nos enseña el Amor, que tiene como fuente la Trinidad misma. El ser hijos de Santa María, nos mueve a cooperar activamente con Ella en la misión apostólica que le ha sido encomendada por su Hijo, el Señor Jesús, de llevar a todas las personas hacia Él, para que en Él encuentren la respuesta a sus anhelos más profundos.

Estamos llamados a cooperar con María desde nuestra situación, asumiendo la misión de ser ministros de la reconciliación. En ella descubrimos cómo comunicar el amor de Cristo a todos los hombres, pues,

aprendemos a amar como Jesús amó. El amor filial a María nos introduce de lleno en el dinamismo del amor solidario a los hombres y nos impulsa a proyectarnos en el servicio evangelizador y de promoción hu-

21 Luis Fernando Figari, Haced lo que Él os diga, Función Dinámica de María, Vida y Espiritualidad, Lima 2009, p. 38.

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22 Ver Jn 2, 5.

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Vivamos nuestra fe

“Haced lo que Él os diga”. Jn 2,5.

¿Qué haré para cooperar con la gracia?

Interiorizamos... ¿Cómo vivo esto?

Acciones personales

“Y tú, a quien el Señor te dice: ‘He ahí a tu Madre’, ¿Pasarás de largo sin ahondar el derrotero23 que tal legado te señala? La maternidad espiritual de María, por explícita decisión del Señor Jesús requiere de ti de un vivir con toda intensidad el camino de la piedad filial. María es verdaderamente tu Madre. Si quieres ser de los que viven, Ella es el camino más adecuado para acercarte a la Vida, pues, es la Madre de los vivientes. María es el camino al Señor Jesús. Él desde la cruz te la señala. Desde su corazón amoroso y doliente, te muestra a la Madre, y te convoca. No dice Juan, sino pronuncia unas palabras que no pueden dar lugar a equívoco: ‘He ahí a tu Madre’. ¡Se refiere a ti!”24.

• Esfuérzate en conocer a María para que puedas ser como Ella. Te recomendamos que leas el libro “En compañía de María” de Luis Fernando Figari25.

Preguntas para el diálogo • ¿En qué consiste el proceso de amorización? • ¿Tienes una relación cercana con Santa María? ¿La amas con verdadero amor filial? • ¿Te dejas educar por Santa María en las circunstancias concretas de tu vida? • ¿Te esfuerzas por conocerla, por ahondar en pasajes bíblicos que se refieren a su vida con el Señor Jesús? • ¿Le pides cotidianamente que te ayude a ser santo(a) y te confías a su intercesión?

• Pide su intercesión por tus necesidades personales y por tu apostolado; y pídele que te ayude a conocer mejor a su Hijo, el Señor Jesús. • Acércate a María, reza con Ella, pide su intercesión con una oración mariana. (Te sugerimos que tomes oraciones del devocionario mariano “Con María en Oración”26). • Comienza a rezar el rosario. En el anexo 1 encontrarás la explicación de cómo hacerlo. • ¿Tienes una imagen de Santa María en tu cuarto o en tu escritorio? Este me-

dio sencillo puede ayudarte a tenerla presente en tu vida cotidiana. • Medita en la oración de San Bernardo a Santa María que está en el anexo 3 de este tema.

Acciones Comunitarias • Reflexionen en grupo sobre el significado de nuestra advocación “Nuestra Señora de la Reconciliación, la Inmaculada dolorosa”. Está en el anexo 2 de este tema. • Visiten un santuario, Basílica o Iglesia dedicada a la Virgen María. Allí pueden tener un momento muy especial de encuentro y oración con la Madre. • Recen un rosario en comunidad. Pueden meditar los misterios que se encuentra en el Anexo 1 de este tema.

• ¿Le das gracias a Santa María por todo lo que por Ella has recibido? • ¿Cooperas activamente en la misión que le ha sido encomendada a Santa María de llevar a todos los hombres al Señor Jesús? • ¿Le pides ayuda antes y después de hacer apostolado? 23 Derrotero: rumbo, itinerario. 24 Luis Fernando Figari, En Compañía de María, Vida y Espiritualidad, Lima 1995, p. 118.

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25 Luis Fernando Figari, En compañía de María, Vida y Espiritualidad, Lima 1995. 26 Luis Fernando Figari, Con María en Oración, segunda edición,Fondo Editorial, Lima 2004.

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UNIDAD 6

Celebramos nuestra fe

Recemos en Comunidad

Todos: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Lector 1: “Jesús, viendo a su Madre, y junto a Ella al discípulo que Él amaba, dijo a su Madre: Mujer, he ahí a tu hijo. Luego dijo al discípulo: He ahí a tu Madre, y desde aquel momento el discípulo la acogió en su casa”27. Monitor: El Señor Jesús, nos ha bendecido con el don de la maternidad espiritual de Santa María. En la cruz, dando cumplimiento pleno a su misión se dirige a Santa María y nos confía a sus cuidados maternales. Nosotros, como hijos de María, estamos invitados a amarla como Él mismo la ama. Lector 2: Santa María, Madre nuestra, a ti confiamos nuestras vidas. Intercede por cada uno de nosotros, para que acercándonos a tu Inmaculado corazón, podamos vernos conducidos más plenamente a tu Hijo, el Señor Jesús. Rezamos juntos el “Acto de Consagración”:

Todos: 1. Venturoso el mortal que, amante, guía María los pasos al peregrinar que el nombre de la Virgen es María y estrella significa en turbio mar. ¡Oh tú que remas con trabajo y arte contra el negro huracán que te persigue, si del revuelto mar quieres salvarte esa estrella contempla y su luz sigue! 2. María es nombre junto a Dios propicio; luz que al mundo ilumina; hoguera lenta que enciende la virtud, consume el vicio y a todo el ser y espíritu calienta. Ese nombre de amor que hasta en reflejos presta a la oscura noche luz brillante, que nunca sea de tu boca lejos, que del corazón distante nunca esté. 3. Si te amenaza en la mundanal pelea ya calumnia, ya rencor, busca esa guía, si atribulada tu constancia ondea, si te rinde el dolor llama a María. María es la salud, la paz amiga. María es la esperanza, el bien más caro; en seguirla doquier nunca hay fatiga, ni naufragios jamás bajo su amparo.

Todos: Oh Señora mía, oh Madre mía, yo me entrego del todo a Ti. Y en prueba de mi filial afecto, te consagro en este día, mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón, en una palabra todo mi ser. Ya que soy todo tuyo, Oh Madre de bondad, guárdame y protégeme como hijo tuyo. Amén.

4. ¡Inmensurable bendición del Hijo que nos asume al vientre virginal y nos concede la esperanza de un bien fijo por el sendero de la piedad filial! Que el nombre de la Virgen es María, que estrella significa en turbio mar; ¡Venturoso el mortal que, amante, guía María los pasos al peregrinar!

Monitor: Terminamos cantando: El nombre de María.

Todos: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

27 Jn 19, 26-27.

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Anexo 1 El Santo Rosario Lo constituyen veinte misterios agrupados en cuatro grandes grupos, que resumen toda la vida de Jesús: los momentos de gozo, luz, dolor y gloria; a estos momentos los llamamos misterios; cada grupo consta de cinco misterios y se rezan unos días determinados de la semana.

Misterios del Rosario Misterios Gozosos (Lunes y sábado) Primer Misterio de Gozo La Encarnación de Dios en el seno purísimo de María Virgen. Segundo Misterio de Gozo La Visitación de Santa María a su prima Isabel. Tercer Misterio de Gozo El Nacimiento del Señor Jesús en Belén. Cuarto Misterio de Gozo La Presentación del Señor Jesús en el Templo. Quinto Misterio de Gozo El Hallazgo del Señor Jesús en el Templo después de tres días. Misterios Luminosos (Jueves) Primer Misterio Luminoso El Bautismo del Señor Jesús en el Jordán. Segundo Misterio Luminoso La autorrevelación del Señor Jesús en las bodas de Caná. Tercer Misterio Luminoso El Anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión. Cuarto Misterio Luminoso La Transfiguración del Señor Jesús. Quinto Misterio Luminoso La Institución de la Eucaristía.

Tercer Misterio de Dolor La Coronación de Espinas. Cuarto Misterio de Dolor El Camino al Calvario llevando la Cruz. Quinto Misterio de Dolor La Crucifixión y Muerte del Señor Jesús. Misterios Gloriosos (Miércoles y domingos) Primer Misterio de Gloria La Resurrección del Señor Jesús. Segundo Misterio de Gloria La Ascensión del Señor Jesús. Tercer Misterio de Gloria La Venida del Espíritu Santo sobre Santa María y los Apóstoles. Cuarto Misterio de Gloria La Asunción de la Virgen María. Quinto Misterio de Gloria La Coronación de Santa María.

ANEXOS

ANEXOS

UNIDAD 6

El Rosario es una oración vocal y mental, donde el rezo de las avemarías va unido a la meditación de la vida del Señor Jesús. Para rezarlo mejor suelen darse varios consejos: • Antes de empezar buscar un momento y lugar apropiado. • Rezarlo por alguna intención. Por ejemplo, en acción de gracias o para pedir la intercesión de nuestra madre María.

Misterios Dolorosos (Martes y viernes) Primer Misterio de Dolor La Oración y Agonía del Señor Jesús en el Huerto de Getsemaní. Segundo Misterio de Dolor La Flagelación.

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Agrupaciones Marianas

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TEMA

Modo de rezar el Rosario

Anexo 2

• Persignarse: Hacer con el pulgar de la mano derecha tres cruces pequeñas: sobre la frente (Diciendo: “Por la señal de la Santa Cruz”), sobre la boca (Diciendo: “de nuestros enemigos”) y sobre el pecho (Diciendo: “líbranos Señor, Dios nuestro”).

Santa Maria de la Reconciliación

• Antes de empezar los misterios rezar el Credo, tres Avemarías y el Gloria. • Anunciar el primer Misterio del Rosario que corresponda al día y recitar un Padre Nuestro, en la cuenta grande. • Rezar 10 Avemarías, en las cuentas chicas, y al final el Gloria. • Cada una de las siguientes decenas es recitada de la misma manera: anunciando el correspondiente misterio, recitando un Padre Nuestro, diez Avemarías y un Gloria. • Cuando se ha concluido el quinto misterio, se reza la Salve.

a.  El manto de María. María está con el manto abierto. Ella nos invita a cobijarnos bajo él. María sabe que muchas veces somos débiles, sabe de nuestras flaquezas y grandezas. El manto abierto es una manifestación de la protección que ejerce Santa María en nuestras vidas ante el peligro y las insidias del enemigo.

ANEXOS

ANEXOS

UNIDAD 6

b.  El corazón de María. María fue educada por la pedagogía divina en la alegría y el dolor. Dolor que nos lo expresa un corazón atravesado por una espada y alegría expresada en un corazón fulgurante en llamas de amor, llamas vivas que denotan la presencia transformante del Espíritu Santo. Las flores blancas significan su pureza. c.  La mirada de María. María nos mira con indescriptible dulzura. Su mirada invita en forma franca y directa al encuentro personal y sitúa a quién la observa en una comunicación de tierna paz, de serenidad, de esperanza intensa. d.  Las manos de María. La mano derecha que con enérgica finura apunta hacia su corazón, nos invita a tener un corazón como el de ella, siguiendo su ejemplo. Su mano izquierda nos invita a caminar hacia Cristo junto con Ella. e.  María pisa la serpiente. María aparece ante nosotros triunfando sobre la maligna serpiente, símbolo del mal, del demonio. La imagen muestra el delicado y firme pie de la Madre pisándole la cabeza mientras que ésta, de fauces abiertas y lengua extendida, la amenaza.

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Manual de Formación Agrupaciones Marianas - Nivel 1

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Anexo 3

NOTAS

ANEXOS

Agrupaciones Marianas

Oración de San Bernardo Si se levantan los vientos de las tentaciones, si tropiezas con los escollos de la tentación, mira a la estrella, llama a María. Si te agitan las olas de la soberbia, de la ambición o de la envidia, mira a la estrella, llama a María. Si la ira, la avaricia o la impureza impelen violentamente la nave de tu alma, mira a María. Si turbado con la memoria de tus pecados, confuso ante la fealdad de tu conciencia, temeroso ante la idea del juicio, comienzas a hundirte en la cima sin fondo de la tristeza o en el abismo de la desesperación, piensa en María. En los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María. No se aparte María de tu boca, no se aparte de tu corazón; y para conseguir su ayuda intercesora no te partes tú de los ejemplos de su virtud. No te descaminarás si la sigues, no desesperarás si le ruegas, no te perderás si en ella piensas. Si Ella te tiene de su mano, no caerás; si te protege, nada tendrás que temer; no te fatigarás si es tu guía; llegarás felizmente al puerto si Ella te ampara.

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