Ajoblanco. Una revista libertaria y contracultural,

Ajoblanco. Una revista libertaria y contracultural, 1974-1975 Ajoblanco: a Contracultural and Libertarian Magazine, 1974-1975 AUTORA ROSA USÓN BANDRÉ

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Ajoblanco. Una revista libertaria y contracultural, 1974-1975 Ajoblanco: a Contracultural and Libertarian Magazine, 1974-1975

AUTORA ROSA USÓN BANDRÉS Universidad de Zaragoza. rosaubrivas@ hotmail.com

Fecha de recepción: 03/11/2014 I Fecha de aceptación: 30/12/2014

Resumen Este artículo es una síntesis de un trabajo más amplio en el que se analizan los siete primeros números de la revista Ajoblanco, publicación referente del underground y de la contracultura en Barcelona y en España. Gestada con el objetivo de crear una nueva cultura contra la oficial, muchos serán los nombres y las expresiones de la misma, que tendrán cabida en esta primera etapa: la poesía, el teatro y el cine independiente. Actuará como foro público fuera de los márgenes de las cámaras políticas para los círculos afines al libertarismo, en contra de la política oficial y de los partidos de la izquierda antiautoritaria, y será un altavoz para la expresión de los nuevos movimientos sociales. Palabras clave Transición, underground, contracultura, libertarismo, movimientos sociales, prensa contracultural.

Abstract This article is part of a larger essay which examines the first issues of Ajoblanco, a magazine which referred to the underground and countercultural movements in Barcelona and Spain during the 1970´s. This magazine was born to create a new culture, against the official one, and a lot of topics referring to this counterculture are covered in its early period: poetry, theatre, and independent cinema, for instance. This magazine became a place where people could express their left-wing ideas about libertarianism and against the establishment outside parliamentary chambers. Ajoblanco was a voice for the new social movements. Key words Transition, underground, counterculture, libertarianism, social movements, countercultural press.

DOI: 10.3232/CIHC.2015.V1.N1.14 CUADERNOS IBEROAMERICANOS. REVISTA DE HISTORIA Y COMUNICACIÓN (CIHC) I EL EXILIO ESPAÑOL REPUBLICANO I NÚM. 1 - AÑO 2015

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INTRODUCCIÓN

la felicidad aquí y ahora…; si por contracultura entendemos reivindicar una cultura viva e incidir en el poder de las ideas, de la imaginación y de las expresiones artísticas, frente al poder político1, Ajoblanco fue en esencia una revista contracultural y libertaria. Se publicó inicialmente en Barcelona, aunque se difundió en seguida en el resto de España, entre 1974 y 1980 en su primera etapa, y entre 1987 y 1999 en la segunda. Junto a otras revistas constituyó uno de los primeros puntos de encuentro y difusión de la cultura marginal, cultura underground, es decir, de muchos y variopintos grupos que no se identificaban con la cultura oficial vigente en España2, y que intentó responder, a través de sus contenidos a esta demanda.

Ajoblanco fue una publicación muy conocida, leída e incluso utilizada de manifiesto, por aquellos jóvenes que, en los años setenta, se mostraban sensibles, cercanos, o atraídos por los círculos contraculturales y libertarios del momento. En una aproximación al estudio y análisis de la primera época de la revista, se pretende constatar su relevancia y significación histórica como una de las revistas significativas en la Transición Española y posteriormente mitificada por sus lectores e incluso por los que no lo fueron, y otorgarle así el espacio histórico cultural que merece su propuesta sobre nuevos modos alternativos de hacer vida y política.

Se han analizado en mayor profundidad los números publicados entre 1974 y 1975, correspondientes al primer año de existencia de la revista, por constituir el momento fundacional de la misma, y el momento en el que van definiendo sus señas de identidad a través de artículos que constituirán unos manifiestos por la renovación de una cultura, la oficial, que les es ajena, y con la que no se identificaban. Los seis primeros números la definirán principalmente como una revista cultural, aunque se podrá observar su progresiva politización en la intención de utilizar esa propuesta de renovación o transformación de la cultura vigente, como una forma de cambiar la sociedad y los modos de vida, así como de definir el papel que la juventud debía desempeñar en esa transformación. Por ello, al abordar la elección del objeto de estudio, se partió del momento de gestación y nacimiento del proyecto, un momento en el que el dictador todavía estaba vivo, la conflictividad estudiantil y obrera aumentaba progresivamente, y el aparato de censura seguía en plena actividad. El entorpecimiento de la libertad de expresión a través de multas, suspensiones y cierres de diarios y de revistas revelaba el espíritu fiscalizador de la nueva ley Fraga bajo el disfraz aperturista. Sin embargo, a pesar de los riesgos, o precisamente por ellos, las expectativas que generó la posibilidad de estar llegando al final de una etapa, dieron lugar al nacimiento de publicaciones cada vez más audaces en el tratamiento de la información y en sus contenidos3, siendo un ejemplo la revista que nos ocupa y otras citadas en el presente estudio.

Esta investigación se inserta dentro de un marco teórico de estudio muy amplio que engloba estudios generales sobre los nuevos movimientos sociales y sobre los movimientos sociales en la España de la transición, con el objeto de valorar la dimensión de la contracultura como movimiento social y también político. En el mismo, se hace necesario incluir los orígenes de la contracultura, definir el concepto dentro de su indefinición, y señalar sus características. También se hace necesaria una búsqueda en las historias culturales del tardofranquismo y la transición referencias a esa contracultura para constatar la escasa relevancia dada al tema. Para dotar la investigación sobre Ajoblanco de un contexto histórico y cultural, es necesario exprimir los escasos estudios sobre contracultura en España, ahondar en las memorias de algunos de sus protagonistas, y adentrarnos en el mundo subterráneo de la Barcelona de los años setenta. Este marco teórico requiere dedicar un espacio al estudio de la prensa contracultural, como medio de expresión y difusión del underground, y, por último, abordar la situación de los movimientos libertarios en Cataluña, y el papel que Ajoblanco pudo desempeñar como difusora de la ideología libertaria. Si por contracultura entendemos un deseo de ruptura respecto a los valores de la cultura vigente, a través de innovaciones en el arte, la ciencia, la espiritualidad, la proyección de una filosofía hedonista y vitalista orientada a la búsqueda de

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Ajoblanco ejerció una función de medio de expresión o altavoz de esa juventud que se rebelaba no con ideas sino con vivencias, y que no protestaba con argumentos sino con formas de vida nuevas, alternativas, buscando en pensadores libertarios y en tradiciones culturales exóticas el apoyo teórico a sus actitudes vitales4. De este modo, contraculturales y libertarios se articulaban como agentes activos y alternativos en una sociedad en transición, expresando su voluntad de construir una democracia más radical y no representativa. Fueron, en parte, los partidos de la oposición democrática, los que gestaron el proceso transicional materializado en las elecciones de 1977 y la Constitución de 1978. Junto a ellos, los nuevos movimientos sociales de mediados de los setenta proponían unas alternativas políticas diferentes a las pactadas por los partidos. La función de portavoz de aquellos movimientos sociales alternativos, es la que le otorga interés histórico al estudio de Ajoblanco. Teniendo en cuenta que las revistas fueron canales a través de los que circularon representaciones alternativas de lo social, y que las contraculturales, además, fueron reductos donde compartir noticias e información del movimiento, más allá de las vertidas por los medios de comunicación que se distribuían por los canales aceptados oficialmente, el estudio de ésta nos permitirá descubrir el desarrollo de una nueva cultura cívica extraparlamentaria. Ajoblanco puede ser un medio para adentrarnos en el mundo de la cultura política de estos movimientos sociales, que proponían alternativas fuera del sistema, y daban voz a los movimientos ciudadanos.

del tardofranquismo y la transición, más centrados en el movimiento obrero y sus sindicatos, o en el movimiento vecinal, estudiantil, y en las historias de las organizaciones de extrema izquierda. Creemos que ello ha podido reducir la visión sociocultural y política de esos años, al tomar menos en serio estos otros movimientos culturales, sociales y políticos de la época y no ser considerados como objeto pertinente de estudio hasta hace relativamente poco tiempo5. Partimos de la idea de que esta revista representaba a una parte relevante de la juventud española de los setenta porque sus conductas contestatarias, su estética, sus formas de vivir esa juventud chocaban frontalmente con las normas sociales moralmente aceptadas por la sociedad tardofranquista, ¿representa Ajoblanco las inquietudes y expectativas de la juventud española de la época? ¿Constituyó un referente para aquellos jóvenes que querían experimentar nuevos modos de vivir y de pensar? ¿Eran esas expectativas las mismas que habían movido a la generación del 68? Por otro lado, y a modo de hipótesis, planteamos que esta publicación fue la revista contracultural más influyente entre la juventud catalana y española de los años setenta, convirtiéndose además en un referente de la prensa alternativa de la transición española. Comenzó a publicarse en el momento en que empiezan a editarse en España los primeros textos de referencia sobre la contracultura norteamericana, y cuando se conocieron las revistas underground extranjeras. En esta línea nos planteamos otras cuestiones: ¿Existió una contracultura en España con, y más allá de Ajoblanco? ¿Por qué se ha obviado la prensa underground o contracultural de las historias culturales del tardofranquismo y la transición? Ajoblanco, ¿tan sólo pensó la contracultura o además, pasó a la acción?

Estudiar Ajoblanco arroja luz sobre la asimilación de la contracultura o cultura underground en España, sobre la trayectoria ideológica y política del libertarismo en su lucha antifranquista a través de las propuestas de los nuevos movimientos sociales no adscritos a partidos políticos. Pero sobre todo, en el estudio realizado se muestra también un interés por la trayectoria vital, ideológica y política de aquellos jóvenes contraculturales, freaks o hippies…, fotografiados en blanco y negro en los festivales de Granollers , en los Canet Rock, o en las Jornadas Libertarias del 77 en Barcelona, y que no han encontrado demasiado eco en los estudios

Por último, se parte de la premisa de que esta revista tenía implícita desde su primera etapa un componente político afín al libertarismo y a lo ácrata, que la llevó a desempeñar un papel representativo dentro del movimiento libertario y que la convirtió en altavoz de los nuevos movimientos sociales

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que eclosionaron a mediados de los setenta, y que no encontraban, por otra parte, otro espacio en el panorama cultural español. ¿Podía definirse como ácrata y libertaria la redacción de esta revista? ¿Llegó a ser una realidad como revista de alternativas y utopías ácratas?

En octubre de 1973, Ribas conoció a Toni Puig, maestro que vivía en comunidad con actores y naturistas, y que estaba decidido a sacar una pequeña revista sobre cuentos y cultura popular en catalán. A Ribas le sedujo la idea de unir la cultura literaria y aventurera urbana con la visión de la Cataluña profunda y republicana. Pep Rigol, amigo de Puig, también soñaba con una revista abierta que comunicara las inquietudes de aquella juventud que se negaba a más sometimientos e hizo de Ajoblanco su nuevo proyecto, contribuyendo al mismo con dos nuevos contactos, dos periodistas independientes recién llegados de Vietnam, Quim Monzó y Albert Abril. Sin nombre para el proyecto, Ribas convenció a su padre para la utilización de sus contactos, entrevistándose con el entonces Gobernador Civil, Rodolfo Martín Villa, para obtener los permisos de la revista. Recordando la famosa noche donde se tomó la gran decisión de comprometerse con la creación de una revista cultural que revolucionase conciencias, cayeron en la cuenta de que siempre se referían a la misma con el nombre de “la noche del ajoblanco”. En enero de 1974, Ribas llamó a la editorial Kairós para pedir el teléfono personal de Luis Racionero, y se produjo una entrevista con el subdirector de la revista Tele Express, en cuya redacción encontraron el director periodista que necesitaban para cumplir los requisitos legales, Ramón Barnils, que tras escuchar el proyecto accedió a darles sus datos. Desde ese momento ya contaban con nombre, despacho, sociedad, equipo, imprenta, distribuidora y permisos presentados a Pío Cabanillas con una carta de recomendación de Martín Villa. En abril salió el número cero sin depósito legal, como de “uso privado”, y fue presentado en la parte de atrás de la cafetería Turia de Rambla Cataluña. Tras él, el equipo varió bastante. Los motores pasan a ser Tomás Nart, Toni Puig y Pepe Ribas, aunque importante también fue el papel de Ana Castellar, Pep Rigol, Albert Abril y Quim Monzó, quienes atrajeron al equipo a Biel Mesquida y a Claudi Montaña. También apareció Cesc Serrat que se convirtió en el maquetador de la revista, y Luis Racionero se hizo asiduo colaborador del grupo y amigo de los motores de la revista. Quim Monzó fue el creador del logotipo jugando irónicamente con la marca de la multinacional Coca Cola. La publicidad que hicieron del primer número consistió

AJOBLANCO, RADIOGRAFÍA DE UNA JUVENTUD EN LOS MÁRGENES Ajoblanco, no constituye una radiografía de toda la juventud de los setenta, pero sí de una parte contestataria, en una búsqueda permanente de su propia identidad. Fue creada por un grupo de estudiantes que pertenecían, en su mayoría, a la burguesía catalana y que constituyeron un grupo poético, los Nabucco. Pepe Ribas, por ejemplo, procedía de una familia de clase acomodada. Desde estos orígenes familiares burgueses y acomodados, e incluso franquistas, en algunos casos, de los jóvenes que crearon Ajoblanco, ésta pretendió ser la voz y la expresión de unos sectores de la juventud, que construyeron su identidad en contraposición a la sociedad que conocen, proyectando un mundo lejano a los modelos ofrecidos por las generaciones precedentes, para ellos alienantes. Su revolución se basaba en nuevas formas de expresión, de relación, de organización política, y de creación de una nueva cultura que transformara la vida cotidiana. Buscaron los márgenes para encontrar un espacio donde poder expresarse, comunicarse, y construir alternativas. Recorrieron el camino desde la reivindicación de una cultura al margen de la oficial que acabe relegándola, hasta la contracultura, con la que debatirá y a la que acabará rechazando para abrazar una cultura libertaria. Hay que señalar, que no será la única publicación en estos años que pretenda actuar en los márgenes, es decir, que responda a través de sus contenidos a las demandas de una cultura marginal, y que se posicione en contra del modelo político que desde los partidos oficiales se estaba fraguando. Junto a ella estará la revista Star, el Rollo Enmascarado, El viejo Topo o Mientras tanto.

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en el reparto de octavillas en las puertas de cines y facultades, y la portada con la boca que agarra el ajo comenzó a ser visible en los kioscos. Ya tras el número 1 de la revista comenzó a observarse una escisión entre el grupo catalanista de la redacción (Quim, Albert, Biel, Pep y Claudi), y el de Tomás, Ana, Luis Racionero y el propio Ribas6.

al sistema capitalista. Fue en este contexto vital y expansivo donde un grupo de poetas universitarios decepcionados ante el dirigismo de la izquierda universitaria, decidimos intervenir, sin dogmatismo, en la vida cultural desde la más absoluta de las independencias. Así nació la idea. Así nació Ajoblanco9.

Era una Barcelona en la que confluían luchas obreras, cierres de facultades, izquierdistas, desengañados, snobs de más edad asiduos a Bocaccio, estudiantes, jóvenes de barrio herederos del las bandas rockeras, grifotas del chino, hippies extranjeros o negros rambleros. Un cruce de caminos entre la Plaza Real y bares como el Jazz Colón, el más permisivo con respecto a la marihuana y el más avanzado en cuanto a música, Les Enfants Terribles que abrió en el 69, el Salón Iris, el bar London donde se reunían frustrados y perseguidos para formar grupos libertarios, anarquistas y radicales y el Zeleste que se abrió en 1973 para ser el centro freak número 17. Una Barcelona en la que se juntaban los señores mayores venidos de los pueblos con las putas del Café de la Ópera, con los jóvenes de las comunas de la calle Comercio o de la calle Bruc, y con los que querían expresarse a través del arte en la Sala Villarroel o el Saló Diana, además de con los homosexuales y travestis que paseaban del brazo del artista Ocaña por el paseo de las Ramblas8. Una Barcelona, sin duda underground en la que se concibe Ajoblanco:

ÉPOCA DE MANIFIESTOS Los siete números que siguieron al cero, se publicarán con una periodicidad muy irregular en los catorce meses posteriores, siendo las fechas de aparición en los kioscos: octubre de 1974 (Nº 1); diciembre de 1974 (Nº2); enero-febrero de 1975 (Nº3); abril de 1975 (Nº4); mayo de 1975 (Nº5); juniojulio de 1975 (nº6); y diciembre de 1975 (Nº 7). Esta falta de regularidad en la presencia de Ajoblanco en la calle fue debida a los problemas de financiación, una constante en este tipo de prensa, aunque solucionados con ayuda de algunos accionistas de la revista, y los esfuerzos de todo el colectivo. Más allá del primer año, en conjunto, desde octubre de 1974 a mayo de 1980, se publicaron 55 números, además de 16 extras, los cuales desarrollaban temáticas como las energías libres, literatura y prensa marginal, los viajes, la naturaleza, la antipsiquiatría, la sexualidad tántrica, la magia, las drogas y la astrología, más alternativas y contraculturales incluso, que los de la propia revista. Ajoblanco, además, editó un almanaque a finales de 1979, y publicó, como productora, tres revistas más: Alfalfa, ecológica; Xiana, feminista; y La Bañera, de literatura. También publicó el libro de Jiménez Losantos Lo que queda de España, en 197910.

Corrían tiempos de rebeldía. La cruenta batalla de los mandarines del sistema capitalista por controlar el mundo de las ideas, de la cultura, de la opinión aún no había conseguido arruinar toda la disidencia. En 1973, la vida social conservaba cierta capacidad de organizarse a sí misma. El arte, por poner un ejemplo, implicaba un compromiso activo frente a una realidad injusta. Los jóvenes contestatarios de entonces no sólo luchábamos contra el franquismo. Alentados por los imaginarios del rock contestatario, por las prácticas de la nueva izquierda americana, por la contracultura y por los rescoldos situacionistas y antiautoritarios del Mayo Francés, muchos jóvenes captamos la onda y exploramos las partes más ocultas de la sensibilidad y del subconsciente reprimido con la pretensión de crear una alternativa antiautoritaria

Esta etapa es un intento de hacer una revista de “expresión cultural” y de una “nueva cultura” fundamentada en una crítica de la cultura que existía en España, con influencias claras del underground norteamericano (estética Pop, Andy Warhol, la Nueva Izquierda de Berkeley…). Pero además se entrevé un atisbo de crítica ante la política que la izquierda antiautoritaria, a la que tildaban de dogmática, estaba desarrollando justo a la muerte de Franco. La primera etapa de la revista,

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en palabras del propio fundador de la revista José Ribas, se denominó “Época de manifiestos”11:

con todos los que luchan por una nueva cultura. Se te ofrece como revista y pide tu colaboración en esta utopía que estamos poniendo en marcha para reflejar en ella, con toda fidelidad, nuestros sueños y nuestra acción, lo que nos llevamos entre manos13 .

La revista Ajoblanco nace en 1974, en una España sin libertad. Los primeros números fueron manifiestos. Buscábamos la participación activa del lector. Éramos contrarios a los manejos de los comunistas que trataban de manipular la creatividad cultural emergente y luchábamos contra la censura franquista. La respuesta fue sorprendente desde el primer momento. Jóvenes de toda España querían ser poetas, hacer cine, ir a conciertos de rock, montar comunas, vomitar el antiautoritarismo, conectarse entre ellos y formar una utópica acracia12 .

Así, del deseo de una nueva cultura surgida del poder de la imaginación, pretendían pasar a la acción, a través de la provocación, de la intervención en el mundo despertando nuevas sensibilidades que arrojaran fuera a todos aquellos mercenarios del sistema que impedían la realización de esa utopía que soñaban. Cualquier llamamiento a la renovación de la cultura, a la evasión de la cultura dominante, todo lo que sea vida, tenía cabida en Ajoblanco. Todo menos instalarse en la comodidad y en la conformidad:

Tanto de sus editoriales como de algunos de sus artículos, se desprenden auténticas declaraciones de principios que nos hacen entender de dónde partían estos jóvenes y cuál era su principal objetivo: ¿Por qué esta nueva revista?

Ajoblanco quiere ser un espacio gráfico para la expresión libre, sin barreras ideológicas, generacionales…, como un espacio de libertad y juego para la cultura. […] Intenta ser unos papeles abiertos a todo el que trabaja a cualquier nivel en el laboratorio de la cultura, renovándola con ilusión. […] En los anuncios incluiríamos todo tipo de programa, proclama, manifiesto y propaganda que tan en uso están hoy y en especial en los círculos de Ajo. […] Si quieres estar en este proyecto de diseño, por una cultura renovada que Ajoblanco desea comunicar como pared libre a la calle, te pediríamos…14

1. Porque no queremos una cultura de imbecilistas. 2. Porque estamos ya hartos de divinidades, sacerdocios y élites industrial culturalistas. 3. Porque queremos intervenir, provocar, facilitar, y usar una cultura creativa. 4. Porque todavía somos utopistas. 5. Porque queremos gozárnosla con eso que llaman cultura. 6. Porque tenemos imaginación para diseñar otra, si ustedes quieren. 7. Porque siempre hay un porqué que nos apremia y AJOBLANCO intentará entenderlo y manejarlo a nivel de revista. 8. Porque, porque, porque, porque, porque sencillamente AJOBLANCO se sitúa fuera de los cenáculos de los grandes iniciados en el juego y el rito de pasarse la pelota cultural. AJOBLANCO no es una revista deportiva para información de jugadores de 1ª división. AJOBLANCO vuelve a la simplicidad, la creación, el interés por todo aquello que sea nueva sensibilidad. Porque ha oído ella también el grito: “¡Despertad jóvenes de la nueva era! ¡Desplegad vuestras inteligencias contra los mercenarios ignorantes! Pues llenos están los campamentos, los tribunales y las universidades de mercenarios que si pudieran prolongarían para siempre la guerra de los cuerpos y arruinarían la lucha de la inteligencia. Esto oyó William Blake. AJOBLANCO quiere sintonizar

Sin olvidar que, en su deseo de difusión de estas nuevas ideas, estaba implícita la supervivencia del proyecto: “A pesar de no tener mecenas, (¡pena!), se ha de vender. No es un órgano de investigación. Pero sí un medio de progresión y comunicación”15. Sobrevivir, sí, pero en los márgenes. Por lo que se desprende de sus intenciones, ofertaban contenidos situados en la periferia, en la marginalidad, en el universo de la contracultura: “La información que transmitimos adolece de proceder de un fragmento de periferia cuando lo que pretendemos ser es periferia entera”16. En su búsqueda de iguales con los que construir una nueva cultura, que fuera contracultura, se ofrecen como espacio de expresión para todo aquel, que también desde

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los márgenes de la cultura oficial, les elija como muro donde plasmar su firma y colaborar con la renovación de la misma:

Porque vivimos en una cultura capturada que ha optado por la alienación y el trip erótico de Warhol, […]. Optamos con Warhol más allá del pequeño universo que alguna vez apuntó en su corta estela under, por la utopía de un medio ambiente socio-políticamente abierto y al margen de cualquier poder restrictivo, anclado en la construcción de una cultura liberadora, erótica, permisiva (adjetivos sinónimos y adaptados al gusto), que facilite el devenir de una nueva cultura parienta de un romanticismo y un renacimientopor citar tópicos comunes- que estructuras de poder truncaron y continúan (con mil sutilezas) imposibilitando. Sin negar que el enfrentamiento ciego y devastador, pueda utilizarse aquí, como arma desenmascaradora20 .

Un medio de comunicación como éste debería ser un muro en el que todo aquel que cree que la imaginación es cosa importante pueda escribir espontánea y libremente. Que para eso están los muros. AJOBLANCO desea que cualquiera, cualesquiera, tú mismo, mande lo que haya escrito, dibujado, fotografiado, poetizado, politizado, analizado, intuido, visto, viajado, soñado, despierto, creado, destruido, amado, trotado, andado, bebido, leído, sonado, tocado, comprado, regalado, escalado, fugado, lavado, entrado, salido, dejado, tejado, ventana, cepillo de dientes, lavavajillas, puntos Elena…17.

La raíz anarquista estaba presente en la base ideológica de numerosos integrantes de la redacción, lo que contribuyó, entre muchas otras causas a la revivificación del anarquismo en Cataluña, que comenzó a principios de los años setenta21. Esta visión libertaria de la vida se materializaba incluso en la metodología del trabajo: “La forma de realizar la revista ha sido confiando en la colaboración de amigos y espontáneos, la anarquía”22. Y, aunque aún faltaba mucho tiempo para que numerosos miembros de Ajoblanco se definieran como ácratas, la utopía reivindicada por la revista bebía de ese anarquismo que aspiraba a la consecución de un mundo en el que se respirara “una acracia feliz”, y así inauguran una nueva etapa más freak, que conducirá a otra que llamarán “libertaria pura”.

Justificando el nombre con el que denominan este periodo, reeditan el Manifiest Groc o manifiesto amarillo, “aparecido en marzo de 1928, es el exponente más claro de la ruptura que representó la vanguardia respecto a las artes y movimientos estéticos y literarios en nuestro país”, porque “la forma más idónea para expresar una ruptura frente a la tradición cultural fue la forma del manifiesto”18. Pepe Ribas se declaró en contra de la realidad, en contra de que los intereses económicos siguieran moviendo el mundo, y para ello manifestó su propuesta de “desenterrar la madeja cultural, desenterrando para siempre esos viejos conceptos que tanto nos entorpecen”. Así, en su Manifiesto de un visionario19, proponía “vivir ampliamente y sin tabús, equivocándose y reaccionando para poder gozar”, en la línea de un hedonismo humanista contracultural.

POR UNA NUEVA CULTURA EN CONTRA DE LA CULTURA

Así, pasaron de pensar la contracultura a hacerla, pues la revolución cultural se llevaría a cabo a través de la revolución de la vida cotidiana, lo que implicaba pasar a la acción. Augurando lo que vendrá en sucesivas etapas de la revista, se manifiesta la necesidad de unir cultura y política, rebasando los límites de lo underground, entendiendo cultura como “vida y creatividad”, y política como “participación abierta o democracia directa”:

Pepe Ribas manifestaba su interés por averiguar cómo y quiénes diseñaban las políticas que reprimían los logros de la contracultura. Ribas se sumaba a la teoría de que en ese mundo bipolar surgido de la Segunda Guerra Mundial, sumido en una guerra fría, las democracias occidentales pretendían consolidar la idea de que no había mejor sistema que el del libre mercado para garantizar las libertades, y mantener el poder del mismo a cualquier precio23.

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En esta línea escribió uno de los artículos del número cero, en el que se preguntaba qué es y qué pretende la contracultura. No es un movimiento compacto, no tiene líderes ni jerarquías, prefiere la espontaneidad a los dogmas y al poder, la paz a la guerra, el amor a la opresión, y pregona una auténtica revolución individual que conllevará a un cambio en la sociedad. Llamaba a la profundización en el análisis freudiano de los deseos inconscientes, a la revolución psíquica, a la herencia del surrealismo, a la ruptura entre el consciente y el inconsciente, realidad y deseo, pero alcanzando la unidad para que los avances de la técnica se utilizaran conforme a la naturaleza sin alentar un consumismo que amenazaba el equilibrio ecológico del planeta. El artículo ponía de manifiesto la necesidad del reestudio de los principios cristianos, de las filosofías hindúes y orientalistas, creencias ocultistas, civilizaciones muertas, el uso y abuso de las drogas psicodélicas, que habían servido de argumento para desprestigiar el movimiento. Pero ante esto, parte de la juventud, rabiosa, rechazaba parte de la comodidad y ventajas de la sociedad de consumo para emprender la ruptura de los mitos y los dogmas. Porque “ahí está la crisis económica y moral que sufre el mundo actual. Ahí están las llamaradas a una civilización que o muere o nos destruye”24.

Expresiones y nombres de la contracultura en Ajoblanco: literatura, teatro y cine Muchas fueron las expresiones y los nombres de la cultura o contracultura que tuvieron cabida en Ajoblanco. De todas ellas, la literatura y la poesía fueron las que más páginas ocuparon en esta primera etapa analizada. La sección de literatura incluirá textos aportados por lectores, con más o menos calidad, pero de gran originalidad, y con temáticas muy diversas. Desde la revista se puso de manifiesto la no existencia de nueva literatura.: “la nueva generación, menos oportunista y más idealista, está sola, sin guías, ni editores, sin crítica, sin profesores y sin cauces”. Expresaban un rechazo hacia las publicaciones de las editoriales vanguardistas y proponían crear canales y medios de edición y difusión propios, sus propias contraeditoriales. Proponían la necesidad de prescindir del negocio de las editoriales, creando nuevos cauces para los jóvenes con inquietudes de desarrollar una nueva sensibilidad y lanzaron la propuesta de creación, a través de la revista, de grupos de coordinación en diferentes ciudades españolas como Barcelona, Zaragoza, Madrid y Santiago, que recogieran material y sugerencias para ser publicadas en boletines mensuales ciclostilados que distribuyeron de forma independiente y sin ningún ánimo de lucro. Hasta obtener los permisos necesarios, los materiales, los gestionarían desde la sección Litercrak27. Desde aquí se promovieron muestras de poesía en facultades, para dar a conocer a los nuevos jóvenes poetas y abrirles nuevos espacios. La revolución poética y el desarrollo de la vitalidad creativa a través de una poesía combativa era una de las posibles vías de ruptura de las estructuras del sistema28.

Y desde la propuesta de cambio, Ribas escribió también sobre la posibilidad de una juventud rebelde capaz de transformar la sociedad de consumo, de realizar y realizarse fuera de ella, de comunicar y comunicarse a través de una nueva cultura que rompa para siempre el falso estigma, reaccionando, actuando y potenciando el activismo contra las formas convencionales de la izquierda y la derecha: “estado-patria-mito-jerarquías-órdenespartidos-poder-jerarquía-dinero-miedo-temorfuerza-armas-ejércitos-guerras-juicios-represaliase s p e c i aliz a c i ó n - s e l e c ti v i d a d - i m p ote n c i as números…”25. Porque la cultura quizá no fuera sino “enciclopedismo erudito y oportunista”, “un gran rollo” excepto para “un pequeño mundo que goza del poder que la cultura en nuestro medio comunica”26, que se había encargado de crear la necesidad de consumir cultura al servicio de los intereses políticos de los poderosos.

Ajoblanco incluyó poesía en casi todos los números de esta primera etapa con nombres como el de Jorge Bacaria, Joan Roma, José Luis Domingo Millán, Biel Mesquida, Xose Luis Mendez Ferrin, Xoan Manuel Casado, Juan San Martín, Escuder de Girona, Antoni Nomen, y Jesús Fernández Palacios. Pocas de estas figuras literarias aparecen en los estudios referentes al tema29, por lo que se abre otra vía futura de investigación que aportará luz sobre la trayectoria y trascendencia de los mismos a la literatura y poética posterior.

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Otra expresión cultural que ocupa muchas páginas en la Época de Manifiestos de Ajoblanco es el teatro, que atravesaba una complicada situación en aquel momento, y los problemas a los que debía hacer frente fueron recogidos en uno de los artículos de un dossier dedicado a este tema, incluido en el número 5. La revista denunciaba que no existían auténticos equipos de trabajo con estabilidad artística y económica, debido a la manipulación de medios de comunicación como la televisión, los treinta y nueve años de censura y los empresarios que habían impedido subir a los escenarios a muchos personajes y conflictos de la realidad social. Influía también que los Teatros Nacionales y las Campañas Nacionales funcionaran igual que las empresas privadas. Los teatros independientes de nuevos autores, y las cooperativas de producción no habían tenido salida posible a sus problemas financieros. Se hacía necesario ligar el teatro a la sociedad española y promover el desarrollo democrático como único camino para articular una auténtica política teatral democrática. Para ello, había que abordar la creación de una Ley de Teatro pendiente, con unas bases indispensables que conllevarían la descentralización, creación de núcleos o Centros de Teatro estables y un trabajo de agitación cultural hacia los sectores populares. Además señalaban la necesidad de proporcionar un lugar para el teatro en la escuela, y otorgarle una función de responsabilidad cívica y social30.

Murga, Tábano, Tabanque, La Cuadra, Los Cítaros, Crótalo, Ditirambo, Els Comediants o La Cazuela32, en tanto hacían un teatro independiente, que rompía todos los moldes clásicos del teatro convencional. Hacía participar al espectador con todos los sentidos del espectáculo total: danza, luz, música, plástica, palabra… Este nuevo teatro transgredía el espacio reducido del escenario y daba a los otros elementos escénicos (visuales, táctiles, olfativos y gustativos) capacidad de comunicación propia en detrimento del texto, absolutamente defenestrado por los grupos teatrales más radicales. El Teatro Independiente pretendía contribuir al progreso del teatro en España mediante la concienciación del actor, la abolición de las jerarquías, el cambio de la relación entre autor y espectáculo, la economía comunitaria, la evolución del director, y la experimentación con el espacio escénico33. Más allá de los problemas con los que se encontraba el teatro en la España de los setenta, así como la situación particular del teatro catalán34, la revista conectó con la actualidad reflejando la problemática de los actores que se unieron al contexto político de protestas cuando el 12 de febrero de 1975 protagonizaron una huelga que consiguió paralizar el mundo del espectáculo en todo el país, evidenciando los “estrechos límites de la relación sindical”. Los actores querían que los representantes sindicales fueran elegidos por ellos mismos, concienciar a toda la profesión de la necesidad de cambiar las estructuras profesionales del teatro para cambiar las estructuras políticas del país35. Además, Ajoblanco otorgó un lugar al teatro feminista36, al teatro en euskera37, a grupos como Els Joglars y a una de una de las obras que convulsionó a los espectadores catalanes, “Alias Serrallonga”38, a Ricard Salvat y su labor en la E.A.D.A.G. (Escola d´Art Dramatic Adrià Gual)39. Dió a conocer algunas de las obras representadas en esos momentos tanto en Barcelona como Madrid, y también hizo referencia a otras actividades como el Ciclo Internacional de Teatro Contemporáneo celebrado en Barcelona entre enero y marzo de 1975 40, así como a propuestas de teatro marginal para facilitar la comunicación y comunidad entre teatro y barrio fomentando la acción social41.

En varios artículos se hacía referencia a que el teatro es política y a que “hacer teatro es siempre un acto político”31. Aunque no podía hablarse de una gran politización del teatro, el teatro político era uno de los que más interés ofrecía. Se revitalizó además el teatro circense o trovadoresco, el de máscaras y muñecos, que bajo formas grotescas o triviales, ejercía una gran labor de crítica social. Establecía algunos de los valores por los que el teatro encontraba una razón a su lucha: “la liberación total del hombre, de todos los hombres, de todas las mujeres, de todos los países, de todas las razas, la liberación total, económica, política, espiritual, sensorial, anímica, física…”. El trabajo teatral que Ajoblanco consideraba que era el que daba vida a la cultura de nuestro país dependía de grupos como Els Joglars, Goliardos, El Candil, La

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Ajoblanco centró otra de sus líneas de actuación y transformación de la cultura en la promoción del cine independiente como vía para la actuación y transformación de la sociedad. El cine ocupó bastantes páginas durante el primer año de existencia de la revista, fue un canal de comunicación de realizadores con carencia de medios para formarse y escasez de recursos para llevar a cabo sus ideas. A través de dos de sus secciones, Cineprajna y Acción Súper 8, intentó montar toda una red de realizadores que pudieran ofrecer sus películas en muestras abiertas y festivales de cine con objeto de acercar los nuevos proyectos a gente con ganas de experimentar nuevas realidades a través del cine.

a los “lúcidos”, en la marginalidad44. En un intento de recordar y animar a la nueva creación, Ajoblanco se hizo eco de la celebración de las Primeras Jornadas Internacionales de Escuelas de cinematografía, en Sitges, el 6 de octubre de 1967. Estas jornadas fueron una verdadera asamblea en la que se discutieron asuntos como el valor ideológico del cine, su carácter como mercancía, el papel del realizador en una sociedad capitalista, e incluso se habló del papel de la Escuela Oficial de Cine como un aparato estatal de control. El extremismo de las conclusiones, redactadas y editadas por los estudiantes y realizadores allí reunidos, que socavaban cada uno de los principios que sostenían el Nuevo Cine Español, causó estupefacción a las autoridades locales y a los profesores de la Escuela Oficial de Cine. La respuesta fue inmediata: el secuestro de todos los ejemplares de las conclusiones para evitar su difusión45.

Desde el número 1, Ajoblanco comenzó a perfilar el proyecto partiendo de la idea de que cualquier individuo podía hacer cine. Su objetivo era inundar el paisaje de películas vivas, sin dogmas, jerarquías, ni disciplinas, llevadas a cabo por utópicos y realistas, visionarios y técnicos. La primera propuesta consistió en crear un grupo generacional con personas que se pusieran en contacto con la revista, y que coordinaran debates, mesas redondas, o correspondencia. La hoja de ruta para la realización de los proyectos pasaría por la creación comunitaria del guión, la escenografía, el movimiento y el sonido42. La revista se decantó en su número 4 por el formato súper 8 y propuso un festival nacional e internacional súper 8 español para despertar el interés del público, estimular la creatividad, confrontar la técnica e ideología del momento, ofreciendo “al público, realizadores, colectividades, grupos marginales, etc., la posibilidad de expresarse libremente”. El proyecto se debía llevar a cabo en colaboración con los organismos extranjeros, de cuyos contactos se estaba encargando Enrique López. Del éxito de la propuesta había de depender la realización de los proyectos43.

En Ajoblanco aparecieron entrevistas a realizadores como Antoni Padrós, Carles Durán, Jordi Cadena, Josep A. Salgot y su Grupo Abierto de Diseño46, José Manuel Huerga Guerrero, Emilio Auget, Emilio Taltdvull, Jordi Cerdá, e Ignacio Juliá Campos. En todos ellos podemos encontrar unos puntos comunes como una intencionada falta de coherencia, una voluntad de no pasar por los canales comerciales para hacer cine publicitario de masas, una disposición a trabajar colectivamente desde el guión, algunas influencias del cine underground americano, una producción de formatos subestandard, un planteamiento independiente, no sólo de producción, sino sobre todo de distribución y exhibición, para lo que se debían crear canales. La función debía ser paralela a la del cine industrial, pero el objeto de trabajo debía ser ideológico, sin rentabilidad exclusivamente económica. Muchos eran los obstáculos oficiales que obligaban al cumplimiento de un montón de requisitos legales, que evidenciaban el nulo apoyo a este tipo de cine.

El cine independiente y underground no existía fuera de canales alternativos, algunos de ellos clandestinos. A modo casi de manifiesto, Ajoblanco partió de la premisa de que el “cine perfecto es casi siempre un cine reaccionario”. Creía en una salida en las calles, sin canales, sin producción, sin estrategia, sin estructura, adentrarse en lo subterráneo de las ciudades y repartir superochos

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EL AJO DE LOS JÓVENES MOVILIZADOS: CONTRA LA POLÍTICA OFICIAL Y EXPRESIÓN DE LOS NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIALES

la experimentación psicodélica con drogas, sobre nuevas prácticas sexuales y nuevas formas de expresión artística51. En el desafío social que planteaba la juventud ajoblanquista de romper con unas formas de vida en las que no se reconocía, se enfrentó a la dificultad de definir un proyecto que conciliara el universo bohemio de la corriente hippie con el activismo político de la izquierda radical cristalizado en torno al movimiento universitario. La trayectoria de Ajoblanco reunió ambas expresiones de protesta y en algunas ocasiones reivindicó la nueva izquierda, desmarcándose de ideologías ya instaladas en la historia de la izquierda, rechazadas por lo caduco y convencional de sus formas organizativas y de funcionamiento, y por la distancia generacional que le separaba de sus líderes52. En ese contexto, un artículo del número 6 escrito por Ribas manifestó la crisis de las democracias occidentales que no hacen sino manipular la voluntad popular en aras de los interese de los gobiernos. Para Ribas:

En el editorial-manifiesto del número 1, escrito por Quim Monzó, el colectivo redactor de Ajoblanco se definía como “utopista”47. Más tarde, en el número 3 se publicó un extracto de El anarquismo en la sociedad de consumo48, donde se hacía una crítica al marxismo y una propuesta de relectura de los textos de Marx, orientada a entender que no se puede hacer la revolución desde los postulados del pasado. Este artículo nos deja entrever el anarquismo al que se adscribe el pensamiento “ajoblanquista”, basado en la disolución de la jerarquía, la dominación de clases y la opresión para que cada individuo tome el control de su vida cotidiana y haga de ella una revolución integral. Se afirmaba que todas las instituciones de la sociedad de apropiación –dominación clasista, jerarquía, familia patriarcal, burocracia, Estado- estaban agotadas. Se denunciaban crímenes sociales como la explotación industrial, el racismo, la violación del derecho de autodeterminación, el imperialismo y la miseria, la polución, la urbanización galopante, la perversa socialización de los jóvenes y la represión sexual, y refieren las instituciones anarquistas (asambleas, comités de fábricas, comités de acción) que ejecutarían la revolución que haría posible una sociedad liberada49.

Hoy, económica y culturalmente nuestro país necesita una democracia para construir progresivamente el futuro e irlo ganando todos paulatinamente. Necesita una democracia que reconozca de forma efectiva los derechos humanos; a partir de esta debemos desarrollar un nuevo sistema de organización social que autorrealice completamente a todos los ciudadanos. Y para que esto se realice debe escucharse a esa juventud que ha comenzado a dar signos de estar en otro lugar distinto, y con unas alternativas completamente diferentes, que tienen cierto parentesco con las que desde hace siglos vienen proponiendo ciertos socialistas llamados utópicos y ciertos ácratas, y que hasta hoy no han podido ser practicadas por ninguna colectividad por falta de medios materiales, tecnológicos y culturales, pero que hoy- al fin- ya existen53 .

Tras cerrar el número 5 saltaron las alarmas de algunos de los primeros integrantes de Ajoblanco frente a la incipiente politización de la revista. Ajoblanco, empeñada en ser una avanzadilla generacional, apostó por la libertad, el naturismo, la ecología, las comunas y las cooperativas50. El número 7, de transición hacia la etapa freak, ya estuvo dedicado a las comunas y al socialismo utópico de los nuevos freaks, dirigiendo la revista hacia un periodismo en la línea de la agitación y de paso a la acción, hacia la búsqueda de la consecución de esa utopía libertaria y acracia feliz. Por ello, no terminó de encajar con una militancia libertaria clásica más afín a la rama sindical, acentuándose esta distancia a medida que la revista recogió contenidos sobre

A esta emergente clase social que es la juventud, que reivindicaba su papel de vanguardia en el texto anterior y a la que ya se le había dedicado el Manifiesto de un visionario, le correspondía, superando el proyecto de la izquierda oficial y la propia realidad política española, liderar una revolución individual sin la que no podría existir una revolución colectiva:

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interior de la península contribuyendo a concebir el viaje como “experiencia vital y como instrumento al servicio de encuentro de jóvenes con los que compartir afinidades y a la búsqueda de espacios creativos que permitiesen escapar del centralismo tan detestado desde la redacción”55.

Dylan había cavado en el surco por donde pasaba underground la corriente del futuro; había puesto el dedo donde más dolía, y su actitud fue seguida por miles de jóvenes de su generación que estaban en su mismo dilema y sentían su misma urgencia de abrir una tercera alternativa vital y política hacia el futuro: la política vitalista de los drop-outs, hippies y freaks. Política vitalista que es hacer política, no con los partidos, con las reuniones y con los libros, sino con la vida, con el trato humano, con el comportamiento personal diario guiado por valores diferentes a la sociedad de consumo, al puritanismo y al autoritarismo. Un comportamiento guiado por el único valor inasimilable por ningún sistema antihumano, antiautoritario y explotativo: “déjeme decirle-declaraba Che Guevara- a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor”. […] Su ejemplo es prototípico de los miles de jóvenes drop-out que se dejan caer “fuera del sistema” para ocupar su tiempo en volver a nacer. Nacidos en una cultura que es la única que sabían ofrecerles sus padres y que no les gusta, ahora tienen que renacer por su propio esfuerzo en otra cultura que ellos mismos y sus amigos están creando. Para todos los que opinen que este trabajo personal es previo e imprescindible a toda verdadera revolución, el ejemplo de Dylan es una impresionante constatación del poder de un hombre solo para cambiar el mundo54 .

Muchos fueron los colectivos que llenaron esos “espacios Ajoblanco”, a lo largo de su trayectoria hasta 1980. Uno de ellos fue TARA, un colectivo preocupado por la ecología que apostaba por crear asociaciones libres en barrios y pueblos que fomentaran la descentralización y los recursos sostenibles con alternativas a la energía, a las centrales nucleares, a la salud, la agricultura, el urbanismo, la construcción y el transporte desde planteamientos libertarios y no capitalistas. Realizaron un número dedicado a la autoconstrucción de viviendas, chozas, cúpulas geodésicas, establos, graneros, remolques, autobuses, camionetasvivienda, tiendas, cuevas…, y que se materializó en el especial “Energías Libres”, que situaba las energías alternativas en un mapa de España menos dependiente así de las multinacionales. Otro colectivo era el de Antipsquiatría de Manuel Baldiz que lideraba un equipo del Hospital Clínico, en el que denunciaba los tratamientos basados en el castigo, o el de las feministas radicales de LAMAR, cuya máxima representante en Ajoblanco fue Karmele Marchante. Este colectivo de libertarias entre las que se encontraban Aurora Segura, Teresa Huelin y Mercedes Beneto, muy relacionadas con la CNT, escribieron sobre “Los hechos de mayo del 37”, “Las colectividades de la revolución española” y “La delincuencia en los barrios marginados”. Otros colectivos que colaboraron fueron TRI-COCO (Tribus, cooperativas y comunas) o COPEL (Colectivo de presos en lucha)56.

Obviando los nombres propios, el extracto anterior demuestra la voluntad de un Ajoblanco que encarna a esa juventud que, desde una izquierda fuera de la política oficial de los partidos, rechaza la política dentro del sistema, pero no la política en sí misma. Se compromete a hacer política con la vida, fuera del sistema, y pretende convertir su proyecto, su revista, en un foro público en el que todo aquel dispuesto a volcar su deseo de hacer lo mismo pueda expresarse y compartir sus experiencias, desde la libertad y la independencia.

Ya desde el número 2 Ajoblanco dedica un espacio al mundo comunero y freak. Este espacio denominado Taller 7 ocupó con una periodicidad irregular un lugar en la revista. Taller 7 se presentó como un “intento de armonía entre el hombre y la naturaleza”, como “centro abierto de expresión e investigaciones”57. Respondía a las inquietudes de un colectivo que se expresaba a partir de la reflexión sobre conceptos como armonía, cambio, energía y consciencia,

Ajoblanco fue concebida como una revistamovimiento por Ribas, el conjunto de la redacción, y toda la nómina de lectores-colaboradores, además de como expresión de las manifestaciones que se sucedían en las calles, expresando a gritos sus lemas y protestas. Desde la sede de Barcelona, se estimulaban y planificaban desplazamientos en el

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materia, estado, vida y movimiento. Por otro lado, O.D.A.F. se presentó en Ajoblanco en diciembre de 1975. Esta oficina de intercomunicación y ayuda a los freaks de toda España ocuparía un espacio en el número 7 de la revista para hacer un llamamiento a todos los que hubieran salido de su casa para dar un nuevo sentido a la vida, a todos los que desearan recorrer países y conocer gente nueva, y a todos los que supieran compartir con los demás y vivir en comunidad: “el fenómeno freak ha resultado del individualismo que se opone a la masificación de la sociedad”58. Debido al incremento de las cifras de freaks, se hacía necesario organizar el movimiento y Ajoblanco creó su propio canal de comunicación para ayudar a los que se encontraban colgados y sin trabajo, prestando cobertura en toda España gracias a una red coordinada de voluntarios, que atendieran a la búsqueda de trabajo, facilitara comedores, residencias, asistencia médica, jurídica, financiándose a través de exposiciones de fotografía, muestras de arte y festivales de música freak, venta de periódicos, papeles y recogida de objetos antiguos para ser vendidos59.

como motor de cambio, la libertad sexual, la vida en comunidad, una concepción diferente del mundo del trabajo y su utilidad, el respeto a la naturaleza, el pacifismo… Sería importante profundizar en el perfil de todos aquellos colaboradores que participaron de la redacción de Ajoblanco, y en la trayectoria del grupo, lo que serviría para arrojar luz, a falta de estudios sobre la juventud transicional existentes, valorando que si bien pudieron fracasar en lo político, dejaron un importante legado cultural. Si la revista se puede considerar únicamente expresión de esa generación, quizá sea por ello que dejó de existir cuando acabó la década de los setenta. Ajoblanco fue una revista contracultural por sus contenidos y por sus intenciones. Es verdad que la contracultura llega a España con retraso, pero tanto aquí como en el resto de países, esta corriente reivindicaba lo mismo, una transformación radical de la cultura vigente frente a los poderes políticos establecidos. Cambiaba únicamente la naturaleza de ese poder en el caso español, al tratarse de una dictadura. Además, esperaba superar las expectativas generadas por la izquierda, que por su política de pactos, no confiaban en que terminara construyendo un sistema de democracia real y participativa.

CONCLUSIONES Ajoblanco respondió a las inquietudes de esa parte de la juventud que no se identificaba con la lucha antifranquista de los poetas y escritores de la generación de 1968, aunque cumplan sin pretenderlo esa función. Esta vanguardia politizada y anclada para ellos en el pasado y de la que reniegan, se dejó la piel y la identidad en luchas y compromisos políticos desde la izquierda más radical por una libertad arrebatada tras una guerra, y por la conquista de una parcela de representatividad en la democracia que estaba por construir. Los jóvenes a los que representa Ajoblanco son los que apropiándose del mismo proyecto político, lo van a hacer desde una propuesta de revolución cultural a través de la liberalización de las costumbres y transformación de las prácticas cotidianas, rechazando todo tipo de imposición jerárquica y autoridad desde la familia patriarcal a la Universidad o a las instituciones y partidos políticos. Además, reivindicaron el papel de la juventud como clase, la concepción de la rebeldía

Así, Ajoblanco pasó de pensar la contracultura a hacerla desde el momento en que propone pasar a la acción a través de propuestas de nuevas formas de vivir, y de la inclusión de colectivos que utilizarán el espacio cedido por Ajoblanco para incluir las reivindicaciones que no eran asumidas por los partidos políticos, pasando a defenderlas y a lucharlas desde una espacio extraparlamentario y fuera de las cámaras políticas. El análisis de Ajoblanco también nos confirma cómo ciertas dinámicas sociales pudieron construir una forma de hacer política desde visiones libertarias, contraculturales, más allá de los pactos que consolidaron el consenso antifranquista, superado por tendencias más radicales como la autonomía obrera, y que hicieron de la política un hecho extraparlamentario, cotidiano, intentando

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desmontar las certezas argumentadas por la mayoría de los partidos y organizaciones de la izquierda. Esto incluye, obviamente, una interpretación crítica del proceso seguido por la oposición antifranquista y democrática en la Transición. En este proceso, determinados personajes y siglas políticas se apropiaron en exclusiva, durante una primera etapa historiográfica, de la narración de una historia en la que participaron muchos más colectivos. Se habla de una transición y no de múltiples transiciones, como deberíamos hacer al referirnos a la historia de una juventud, la de los setenta, de donde nacieron la mayoría de las ideas que tomaron fuerza en la política de las décadas siguientes, y por ello los nuevos movimientos sociales se convierten en uno de los motores de ese cambio.

La influencia de la coyuntura de crisis económica y desempleo que afectó a la generación de jóvenes de los setenta, la llegada de drogas como la heroína, pudo condicionar la evolución de las formas de protesta de los nuevos movimientos sociales, y pudo tener algo que ver en la crisis de Ajoblanco, y del resto de movimientos contraculturales y libertarios, que únicamente se han podido ver reconocidos recientemente por el movimiento 15M, que ha revivificado prácticas asamblearias, que no representaban líderes ni banderas, a favor de una democracia real y participativa, propuesta desde las nuevas redes sociales, y materializadas en un movimiento cívico que asombraría al mundo. Con Ajoblanco comprobamos que muchas de las críticas al poder y de las propuestas alternativas recogidas en sus páginas siguen vigentes en nuestro presente.

NOTAS Ken GOFFMAN: La contracultura a través de los tiempos. De Abraham al acid-house, Barcelona, Anagrama, 2005; Mario MAFFI: La cultura underground, vols. I y II, Barcelona, Anagrama, 1975 (1972); Theodore ROSZAK: El nacimiento de una contracultura, Barcelona, Kairós, 1970 (1968); Luis RUIZ AJA: La contracultura, ¿qué fue? ¿Qué queda?, Madrid, Mandala Ediciones, 2007. 1

Mónica GRANELL TOLEDO: Ajoblanco y la contracultura en España (1974-1977), Trabajo de investigación, Universidad de Valencia, 2005 y Mónica GRANELL TOLEDO: “Papeles de Contracultura. La prensa alternativa en la transición española: Ajoblanco (1974-1980)” en Gonzalo CAPELLÁN DE MIGUEL y Julio PÉREZ SERRANO (coords.): Sociedad de masas, medios de comunicación y opinión pública, vol. 2, Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 2008. 2

Para el estudio del papel de la censura, cfr. Ricardo MARTÍN DE LA GUARDIA: Cuestión de tijeras. La censura en la transición a la democracia, Madrid, Síntesis, 2008. 3

4

Luis RACIONERO: Memorias de California, Madrid, Mondadori, 1988, p. 10.

Pablo CARMONA PASCUAL: Libertarias y contraculturales: el asalto a la sociedad disciplinaria: entre Barcelona y Madrid 19651979, Universidad Complutense de Madrid, Madrid, 2012. Tesis doctoral; Ramón GONZÁLEZ FÉRRIZ: La revolución divertida, Barcelona, Debate, 2012; Mónica GRANELL TOLEDO: Verdes, rosas y violetas, espacios políticos y nuevos movimientos sociales: la revista Ajoblanco (1974-1977), en José María Ortiz de Orruño Legarda, Javier Ugarte Tellería, Antonio Rivera Blanco (coords.): Movimientos sociales en la España contemporánea, [en línea] http://www.ahistcon.org/docs/Vitoria4-movimientos. pdf; Antonio ORIHUELA: Poesía, pop y contracultura en España, Madrid, Berenice, 2013; Jordi MIR GARCÍA: “Salir de los márgenes sin cambiar de ideas. Pensamiento radical, contracultural y libertario en la Transición Española”, Ayer, nº 81, 2011. 5

6

Pepe RIBAS: “La madura locura de juventud”, Ajoblanco, nº 68 (1994), y entrevistas habidas con el autor.

7

Pau MALVIDO: Nosotros los malditos, Barcelona, Anagrama, 2004, pp. 24, 30, 32, 44, y 52.

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8

NAZARIO: La Barcelona de los setenta vista por Nazario y sus amigos, Castellón, Ellago Ediciones, 2005, pp. 46-102.

9

NAZARIO: La Barcelona..., op. cit., p. 56.

10

Mónica GRANELL TOLEDO: Ajoblanco..., op. cit., p. 281.

Pepe Ribas fue entrevistado el 18 de Junio de 2013 con objeto de la realización de este proyecto, aprovechando la presentación de su novela Encuentro en Berlín en la librería Cálamo de Zaragoza. 11

Pepe RIBAS: “El periodista deje de existir cuando escribe lo que dicen los poderosos”, citado en Mónica GRANELL TOLEDO: Ajoblanco..., op. cit., p. 282. 12

“Editorial”, Ajoblanco, nº 1 (1974), p. 3. Según cuenta Pepe Ribas en sus memorias, y en las entrevistas el texto corresponde a un manifiesto escrito por Toni Puig tras horas de debates entre los miembros de la redacción del primer número. 13

14

“Editorial”, Ajoblanco, nº 4 (1975), p. 5.

15

Ibíd.

16

“Editorial”, Ajoblanco, nº 2 (1974), p. 3.

17

Ibíd.

18

Teresa DURÁN: “El Manifest Groc, reeditat per l’Ajo”, Ajoblanco, nº 2 (1974), pp. 14-19.

19

Pepe RIBAS: Manifiesto de un visionario, Ajoblanco, nº 2 (1974), p. 21.

20

“Editorial”, Ajoblanco, nº 6 (1975), p. 9.

21

Joan ZAMBRANA: La alternativa..., op. cit., pp. 77-78.

22

“Editorial”, Ajoblanco, nº 5 (1975), p. 5.

23

Pepe RIBAS, Los 70 a destajo, Ajoblanco y libertad, Barcelona, Destino, 2007, pp. 193-195.

24

Pepe RIBAS: “El fin de la civilización o el nacimiento de la postcivilización”, Ajoblanco, nº 0 (1974), pp. 16-17.

25

Pepe RIBAS: “Manifiesto...”, op. cit., p. 21.

26

Pepe RIBAS, “El fraude literario o en busca de literatura castellana”, Ajoblanco, Nº 3, (1975), pp. 6-7.

27

Ibíd, p. 6.

28

“Litercrak”, Ajoblanco, nº 5 (1975), p. 30

Germán LABRADOR MÉNDEZ: Poéticas e imaginarios de la transición española. Campo, discursos, fracturas, Salamanca, Universidad de Salamanca, 2008. Tesis doctoral, pp. 194, 355 y 553, refiere a Biel Mesquida (participó en la revista literaria Diwan), como uno de los escritores importantes de la cultura juvenil de los setenta; a Xose Luis Méndez Ferrín, y a Xoan Casado, poetas en la órbita de Leopoldo María Panero o Xaime Noguerol; Pepe RIBAS: Los 70..., op. cit., p. 300, también aporta un dato sobre José Luis Millán, como miembro de la revista La mano en el cajón.

29

30

Juan Antonio HORMIGON:“El teatro español. Guión para un cambio posible”, Ajoblanco, nº 5 (1975), pp. 13-14.

31

María José RAGUÉ: “Marsillach, la huelga y una generación de mentiras”, Ajoblanco, nº 5 (1975), p. 16.

32

María José RAGUÉ: “Sobre la posible muerte del teatro o el replanteamiento más radical de su función”, Ajoblanco, nº 1 (1974), p. 6.

33

Alberto MIRALLES: “El teatro independiente en el Boletín Oficial”, Ajoblanco, nº 5 (1975), pp. 16-17.

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34

Xavier FABREGAS: “El teatro catalán. Una dramaturgia “diferente””, Ajoblanco, nº 5 (1975), pp. 20-21.

35

María José RAGUÉ: “Marsillach, la huelga y una generación de mentiras”, Ajoblanco, nº 5 (1975), p. 16.

María DE BARBERÁ: “Marta Català hasta ahora actriz de Joglars crea un grupo de teatro feminista “Only women””, Ajoblanco, nº 5 (1975), p. 14. 36

37

“Informaciones sobre teatro Euskera”, Ajoblanco, nº 5 (1975), p. 15.

María José RAGUÉ: “Joglars contra un teatro de prostitución”, Ajoblanco, nº 5 (1975), p. 15; José Antonio CARBALLO: “Alias Serrallonga: Primera aproximación al último montaje de Joglars”, Ajoblanco, nº 4 (1975), p. 25. 38

39

Ricard SALVAT: “ Ricard Salvat=Sobre mi trabajo teatral”, Ajoblanco, nº 5 (1975), p. 22.

40

Alex BROCH: “Ciclo Internacional de Teatro Contemporáneo”, Ajoblanco, nº 5 (1975), pp. 19-20.

41

Eduard DELGADO y María VILANOVA: “Inter/Action/Space”, Ajoblanco, nº 5 (1975), p. 24.

42

Sara DE AZCÁRATE et al.: “Cineprajna, O el cine de la espontánea sabiduría”, Ajoblanco, nº 1 (1974), p.18.

43

Enrique LÓPEZ, Ignacio NART y Fernando MIR: “Cineprajna”, Ajoblanco, nº 4 (1975), p. 22.

44

Albert ABRIL y Quim MONZÓ: “Simplemente Salida (desayuno con diamantes para la eternidad)”, Ajoblanco, nº 2 (1974), p. 22.

S. ERASO BELOKI, Y. ROMERO GÓMEZ, M. J. BORJA-VILLEL y P., ROMERO (dirs.): Desacuerdos sobre arte, políticas y esfera pública en el Estado español, Proyecto de investigación coproducido entre Arteleku, Diputación Foral de Guipúzcoa, centro José Guerrero, Diputación de Granada, Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, y Universidad Internacional de Andalucía, p. 23. 45

Agrupación de cineastas, fotógrafos, arquitectos, pintores y diseñadores con un estudio en una torre situada en una de las colinas que rodeaban Barcelona, creado a partir de la escuela barcelonesa Eina. En “Súper 8”, Ajoblanco, nº 4 (1975), p. 18. 46

47

“Porque todavía somos utopistas”, Ajoblanco, nº 1 (1975), p. 3.

48

Murray BOOKCHIN: El anarquismo en la sociedad de consumo, Barcelona, Kayrós, 1976.

49

“Escucha, marxista”, Ajoblanco, nº 3 (1975), pp. 14-22.

50

Ibíd., p. 401.

Jordi MIR GARCÍA: “Salir de los márgenes sin cambiar de ideas. Pensamiento radical, contracultural y libertario en la Transición Española”, Ayer, nº 81 (2011), pp. 100-101. 51

Aranzazú SARRÍA BUIL: “Ajoblanco (1974-1980), cuando la forma quiere ser fondo” en N. LUDEC y A. SARRÍA BUIL (eds.): La morfología de la prensa y del impreso: la función expresiva de las formas, Bordeaux, Presses Universitaires de Bordeaux, 2010, p. 158. 52

53

“Contraportada”, Ajoblanco, nº 7 (1975).

54

Luis RACIONERO: “Like a Rolling Stone”, Ajoblanco, nº 7 (1975), p. 4.

55

Aranzazú SARRÍA BUIL: “Ajoblanco...”, op. cit., p. 156.

56

Pepe RIBAS: Los 70..., op. cit., pp. 499- 524.

57

“Taller 7”, Ajoblanco, nº 2 (1974), p. 20.

58

“O.D.A.F.”, Ajoblanco, nº 7 (1975), p. 11.

59

Ibíd., p. 11.

CUADERNOS IBEROAMERICANOS. REVISTA DE HISTORIA Y COMUNICACIÓN (CIHC) I EL EXILIO ESPAÑOL REPUBLICANO I NÚM. 1 - AÑO 2015

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