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Al despertar... ... nos encontramos cada día con la tarea de cuidar y luchar por las cosas que le dan razón de ser a nuestras vidas... Cada día distinto al anterior, cada vuelta del destino un nuevo reto... Pero lo que no cambia nunca es este deseo de atravesar valles y montañas agarrada de tu mano, de concluir cada día así, y de encontrarme en tus ojos cada nuevo día, todos los días... al despertar...

... Y el alba las encontró desnudas y abrazadas, y los tibios rayos del nuevo día iluminaron la ilusión que reflejaban sus rostros dormidos. Sus cuerpos cansados de tanto amar eran como siluetas esparcidas por un lienzo. Nuevamente, la artista y su musa se conjuraban para crear un incomparable cuadro, una locura sublime e incomprensible que estuvo predestinada a ser desde el primer día... Maca fue la primera en despertarse. Serían apenas las 7, y toda la casa estaba en silencio. Entre sus brazos, Esther parecía disfrutar del mejor de los sueños porque la sonrisa que se dibujada en sus labios era todo un lujo. Maca se acomodó un poco para contemplarla, así, en calma, furtivamente, sin intrusos que le impidieran extasiarse en ella, ni siquiera la propia Esther. Cuando ya no pudo resistirse más, se acercó para robarle el primer beso del día... E: ¡Ayyyy, que gusto!... ¡Hola! M: ¡Hola preciosa! E: Sospecho que todavía es temprano, y que los tres bichos que habitan en esta casa no se han levantado aún... M: Eso es así. ¿Cómo has dormido? E: ¡Mejor imposible!... ¿y tú? M: ¡Cómo en los brazos de una reina! E: ¡Vaya, que rico saber que no pierdes tu puntito galante...! M: ¡A tu lado, imposible! Las miradas cruzadas no cesaban y los dedos traviesos reptaban por los senderos contrarios en busca de parajes excitantes al tacto. Pero antes de que la situación se les fuera de las manos, decidieron detenerse casi al unísono. Sabían que debían conversar E: Maca, pienso que deberíamos hablar con los niños, lo primero. No me gustaría verlos confundidos o ansiosos por este nuevo desarrollo de eventos... M: Estoy de acuerdo, sobretodo Pedro, que ya está hecho un hombrecito, y percibe y razona a su manera todo lo que absorbe del mundo a su alrededor

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E: ¡Así es!, aunque Patricia también reconoce lo que significa que las “mamis” estén separadas, yo diría que ella te extraña especialmente cuando les toca quedarse conmigo M: ¿Y eso por qué? E: Pues yo creo que ella se identifica contigo, que te admira, ¡como eres la mami guay que va en moto, así toda alta, morena, guapa! M: ¡Ay que ver, que ni mis hijas se me resisten! La sonrisa de Esther se disipó ante ese último comentario, y bajó su vista para esquivar la mirada de Maca. Esa casi inocente fanfarronería le hizo recordar por un momento a Verónica junto a Maca M: Esther, cariño, ¿he dicho alguna burrada? Te has quedado callada... E: No es nada, una tontería... Me has hecho recordar a Vero... Maca cayó en cuenta enseguida de su traspié, e intento arreglarlo: M: Perdóname, no quise... E: Maca, no pasa nada, no eres tú, soy yo, comprende que aún tengo que superar ciertos recelos y ciertas rabias que me fastidian... M: Esther, Vero ya no es parte de mi vida, y quizás en realidad nunca lo fue. No voy a intentar justificar ninguno de mis desaciertos, pero espero poder ir demostrándote que posiblemente ella más que todo ha sido la excusa o el empujón que necesitaba para reencontrarme contigo y los niños, y también conmigo E: Sabes, no quiero restarle meritos a lo que nos ha pasado esta noche, ¡te juro que ha sido maravilloso!, pero siento que deberíamos ser... ir con calma... M: ¿Te refieres a que no vivamos todos juntos aún, como una familia...? E: ¡Sí... no...! Quiero decir, estoy segura que a los niños (“tanto como a mi”) nos haría mucha ilusión que volvieras a casa. Pero me refería a nosotras, a nuestra vida como pareja... M: ¿Qué con ella...? ¿Acaso no te apetece que retomemos nuestra intimidad al 100%...? E: Sí me apetece, pero necesito ir... con calma. Por favor, trata de entenderme, hasta hace muy poco compartías tu cama, tu baño, tus desayunos, tus paseos en moto por la ciudad, a la sierra, los besos robados, todas las caricias con otra persona. Es inevitable que esa situación me dejará un poco tocada, y aunque ya había logrado superar bastante mi hundimiento y empezaba a andar por mis propios pies, también me había hecho a la idea de que nunca volveríamos a estar juntas. Ahora, es como si una nueva historia comenzará y necesito irme acomodando dentro de ella, ¿no sé si me entiendes? M: Creo que sí. Entiendo que esencialmente fui yo quien abandonó su puesto de batalla junto a ti, quien traicionó sus promesas y mintió hasta el cansancio, y que ahora tiene que recorrer todo el tramo perdido hasta alcanzarte. ¡Pero no dudes que lo haré! E: ¡Eso lo sé!, pero yo también quiero estar libre de rencores y miedos, que cuando me entregue a ti, no haya más nada ni nadie entre las dos. Quiero volverte a amar completa, sin reservarme nada M: Esther... yo no te he preguntado, pero creo que debo... necesito hacerlo... Esther, ¿tú aún me quieres? E: Mírame Maca, a los ojos. ¿Lo dudas? ¡Te quiero como una tonta quinceañera, Dios, si es que no lo puedo ni disimular! M: ¡Bueno, ante ese aliciente, creo que podré ir despacio, y también ser tierna y romántica, y encargarme de los desayunos los domingos, y de hacer las tareas del cole

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con Pedrito, y de ayudarte con los pedidos de farmacia para que no te pille tarde cuando nos queramos escapar a un matinée antes de pasar por los chicos, y... E: ¡Ja! ¡Tú lo que quieres es sobornarme! M: ¡Lo que sea necesario! Haré lo que tenga que hacer para no volverme a sentir tan idiota, sola y perdida sin ti... E: ¡Ven acá tonta! Y sin más, Esther dio por terminada aquella primera de muchas conversaciones, atacando los labios de Maca con la ilusión de quien siente que la vida le sonríe. Pero ese beso fue interrumpido por el llamado del deber Pedrito: ¡Mamitaaaaa, Patri, Paula y yo tenemos hambre, vennnn...! La voz de Pedrito proveniente del cuarto de Patri y Paula resonó por toda la casa M y E: ¡Ya empezamos! Menuda sorpresa se llevaron los tres cuando vieron a sus dos mamis sonrientes entrando al cuarto de las niñas Pedrito: ¡Mamita,... mami, pero... tú... ¿Tú qué haces aquí? Patricia: ¡Mami, que bueno que estás aquí, vas a desayunar con nosotros? Mientras Pedrito y Patri se abalanzaban sobre Maca hasta casi hacerla perder el equilibrio, Paula desde su cuna extendía sus bracitos en señal de que también quería que la levantara. Maca se acercaba para darle un beso con sus otros dos vástagos colgando de cada brazo M: ¡Buenos días mis soles!, ¿cómo están, cómo han dormido? Todos: ¡Biennn...! E: ¡Pero bueno, parece que una está aquí pintada en la pared! ¿Y para mamita no hay un beso de buenos días? Pedrito y Patricia: ¡Siiii, buenos días mamita! (¡muaks, muaks!) E: ¡Hola mis tesoros! (los besaba y abrazaba) Vamos a ir bajando, ¡que mami se ha ofrecido a prepararnos un suculento desayuno! M: ¡Oye guapa, tampoco te pases! E: ¿Pero si mal no recuerdo, me pareció escuchar: “... y me encargaré de los desayunos los domingos..”? M: ¡Vale! E: Yo me encargo de Paula, tú sigue con Pedrito y Patri M: Muy bien, ¿bajamos chicos? Sin tan siquiera contestar, salieron corriendo hacia la sala donde sin más encendieron la tele para ver un programa de muñequitos infantiles. En un minuto entraba Esther con Paula a la cocina, y la dejaba en su sillita. Maca ya había empezado a sacar sartenes y escudillas del gabinete, huevos, leche, mantequilla, sirope de Maple, fresas frescas del refrigerador, sal, canela y anís del estante de las especies, y pan en rebanadas. Todo sugería que esa mañana desayunarían tostadas francesas a la Mami. Esther se le acercó por un costado y la abrazó por la cintura

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E: Voy rompiendo los huevos mientras vas mezclando los ingredientes, ¿vale? ¿Tostadas francesas, no? M: Sí, ¿quieres un poco de nata también? E: ¡Hummm, sííííí! M: El día que dejes de ser golosa... E:... El día que deje de ser golosa, ese día me dejarás de querer... M:... Y como eso es imposible... E: ...¡Supongo que golosa moriré! (carcajada a dos voces) M: ¿Eres un poco creída tú? E: ¡Sólo lo justo! (y le daba a Maca un pico un poco sugerente que la dejaba con cara de tonta pérdida) M: ¿Puedes, por favor, poner a derretir la mantequilla en el sartén que esto ya está? E: ¡Vale! Toma, usa este plato hondo para pasar las lascas de pan por el batido de huevo. Voy a preparar un poco de zumo mientras se cuela el café En un suspiro todo estuvo listo y se trasladaron al comedor con los niños y el festín. Todo era un gran alboroto en la mesa porque aquel era el desayuno favorito de los chicos y se lo estaban saboreando con gusto y ganas. Ambas los miraban embarrarse las caras de sirope y nata, con una expresión de felicidad que les llenaba el pecho. Instintivamente, Maca acarició la mano de Esther que descansaba sobre la mesa, mientras que ésta le agradecía el gesto con una enorme sonrisa. Ninguna de las dos se dio cuenta de como Pedro se había percatado de aquel intercambio de gestos entre sus mamitas, y sonrió para sí en señal de satisfacción Luego de recoger la mesa y dejar todos los trastos en el lavavajillas, regresaron a la sala con el último café en mano, mientras los niños se atrincheraban de nuevo frente a la tele. Esther miró a Maca como indagando su opinión, y todo fue acordado en una mirada. Maca se acercó a la tele aprovechando que el programa infantil hacía una pausa para anuncios, y puso el sonido en silencio bajo los gritos de protesta de los tres rufianes Todos: ¡Ahhhh! M: ¡Un momento, un momento! Mamita y yo queremos hablar con ustedes de algo muy importante, y nos gustaría que nos atendieran por sólo un minutito... Silencio total en la sala... E: A ver, seguro que se estarán preguntando porque mami está aquí en casa hoy tan temprano... Los dos mayores asintieron con la cabeza. Paula miraba atenta también, como si entendiera lo que estaban diciendo M: Bueno, como saben, mamita y yo habíamos decidido vivir en casas separadas porque tuvimos unos problemas que necesitábamos resolver... Pedrito: ¿Tuvieron... ya no los tienen...? (les preguntó con una alegría contenida que por poco las hace llorar) E: Sí, mi amor, “tuvimos”. Mamita y yo hemos hablado mucho, mucho, y hemos empezado a solucionar esas cositas que nos molestan y nos gustaría que pronto volviéramos a vivir todos juntos aquí en “nuestra casa”. ¿Qué les parece la idea?

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La contestación no se hizo esperar, más bien estalló en gritos de alegría casi en el mismo instante cuando Esther terminaba de hacer la pregunta Pedrito: ¡Sí, sí, que guay, de nuevo todos juntos, aquí, gracias, gracias, mami, mamita! (e iba de una a la otra llenándolas de besos y abrazos) Patri daba saltitos y se reía eufórica, llenándolas también de besos, mientras Paula reía, seguramente de verlos a todos tan felices. Maca no podía contener las lágrimas, y Esther la miraba y le tendía la mano con lágrimas en sus ojos también. La fiesta se extendió por un buen rato más, ya todos estaban repartidos por la alfombra y no dejaban de reír llorando. Cuando el furor se apaciguó lo suficiente, Esther se levantó con Paula en brazos para hablarles E: A ver, propongo una excursión al parque, nos podemos llevar los patines o las bicis y aprovechar el calorcito del mediodía, ¿qué dicen? Pedrito: ¡Sí, los patines Y las bicis! M: ¡Vaya, aquí mi niño que no se corta, como no! Pues bien, yo diría, ver los muñequitos un ratito más para que bajen el desayuno un poco, y luego ya nos vamos de excursión, ¿vale? Todos: ¡¡¡ SIIIII!!! E: Maca, sospecho que querrás darte una ducha antes de salir... Ven, que tienes algo de ropa por aquí... M: Esther... gracias... (sin poder disimular sus nervios) E: ¿Por...? M: ¡Por todo! (exhaló desde el fondo de su alma) E: ¡Gracias a ti por volver! (acariciaba su cara mientras Maca dejaba un beso en sus manos)

Con el paso de los días se esforzaban en rescatar una normalidad que a toda luz les sabía a nueva. Antes de que Maca se re-instalara nuevamente en “la casa familiar”, decidieron tomarse un corto periodo de preparación, lo que no les impedía verse a diario, compartir con los niños, cenar todos en familia, obsequiarse mutuamente un momento de paz frente a la tele o escuchando música, robarse un beso, ¡en fin! Prefirieron no comunicar todavía a sus familias y amigos su decisión de regresar a estar juntas. Confidencialmente le pidieron ayuda a Carlos para que les recomendara un consejero en relaciones de pareja. En el hospital nadie sospechaba porque en realidad nunca dejaron de tenerse un trato cordial y profesional. Eso sí, regresaron los momentos furtivos cargados de deseo y ternura, en los baños, el despacho, el cuarto de la lencería. Poco a poco iban recopilando evidencia que validaba un hecho irrefutable: que seguían queriéndose profundamente Esa tarde luego de la guardia les tocaba su primera sesión con el consejero, el Dr. Gerardo Páez. Su consulta les pillaba bastante cerca, y como Maca se había traído la moto esa mañana, llegaron con tiempo suficiente para un café antes de subir hasta donde éste tenía su consulta M: ¡No tengo ni idea de cómo van estas cosas, a ver si no terminamos como en las series de la tele tirándonos hasta con los zapatos!

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E: Desconozco, pero quizás de eso se trate Esther no dejaba de mover una de sus piernas ni dejaba de jugar con un hilo que se asomaba por el costado de su chaqueta M: ¿Estás preocupada? E: Estoy ansiosa, porque aunque no podemos negar que la comunicación parece fluir mejor entre nosotras, hay temas que no hemos tocado, y es inevitable que lo hagamos, ¿sabes? M: Sí, lo sé. Te confieso que lo único que hago cuando regreso al apartamento por las noches es pensar en todo lo que nos ha pasado. Aunque me siento fuerte y segura con que podremos salir adelante, no puedo evitar el malestar que me causa recordar mis meteduras de pata y las tuyas, no te creas... E: Ya, si a mí me pasa igual... M: Nos va a ir bien, lo sé Esther, apretando su mano en un gesto de solidaridad y confianza, le replica: E: ¡Por supuesto, estoy segura! ¿Subimos ya? Tocaron al timbre de la suite 337 y el propio Dr. Páez les abrió para recibirles Dr. Páez: Ustedes deben ser Maca y Esther, adelante por favor. Soy Gerardo Páez, Gerardo ¿de acuerdo? El espacio que ocupaba la consulta era cálido, con buena luz natural, difuminada por unos toldos tipo venecianos. Estaba amueblado con butacas y sofás muy mullidos, había varios cuadros al óleo, afiches enmarcados y otros accesorios que completaban la sensación a “hogar”. El ambiente las relajó lo que ayudó a darle una tregua a sus nervios. Cada una ocupó una butaca para quedar contiguas pero no necesariamente juntas. Dejaban un espacio cómodo entre las dos para no abrumarse durante la sesión M: Encantada Gerardo, yo soy Maca, y ésta es mi pareja, Esther E: Mucho gusto Gerardo, Carlos nos ha hablado muy bien de ti y de tu trabajo Gerardo: ¡Ese Carlos es un canalla de temer! ¡El tiempo que hace que nos debe a Adela y a mí una cenita y unas cañas, ja! Adela es mi pareja, pero no se crean, ese “canalla”, como yo le llamo, es como mi hermano M: No sé cuanto te habrá contado Carlos de nuestro caso... Gerardo:... Carlos no me ha dicho nada, eso se lo dejo a ustedes. ¿Empezamos? *** M: Soy de Jerez, y llegué a Madrid hace varios años para trabajar en el HC, fue allí donde nos conocimos E: Así es. Cuando Maca se incorporó a la plantilla de médicos de Urgencias, ya yo trabajaba allí como enfermera. Nuestros primeros encuentros fueron un poquito “difíciles”, por así decirlo, pero ya después fuimos limando asperezas. Yo nací en un pueblo cerca de aquí, allí me crié, y ya en mi adolescencia mi madre decidió que nos mudáramos a Madrid para que me fuera más fácil estudiar y eso ***

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M: Creo que me enamoré de ti (dirigiendo su mirada a Esther) casi desde la primera bronca que me montaste, ¡aunque claro no lo hubiera admitido así me torcieran un brazo! E: ¡Ya, hija, pero es que entre mi primera confusión y las borderías que te gastabas, no había quien te bebiera el caldo! M: Sin embargo, confieso que tu sonrisa y tu ternura pudieron conmigo... E: Y yo confieso que tu puntito borde y ver la dedicación con la que hacías tu trabajo y todo lo que te apasiona pudieron más que mis reservas para acercarme a ti... *** M: ¿Qué fue lo primero que note que no me gustaba de ti? Pues, tu falta de confianza y tu cabezonería. ¿Recuerdas las que me montabas por Raquel, la Inspectora? E: ¡Ala!, pero mira quien me ha llamado cabezota: ¡la cabezota mayor! Digo, aparte de ser “Doña Perfecta y Encerrada en si Misma”... *** M: Yo siempre quise protegerte... E:... Pero sin querer, me coartabas de volar con mis propias alas. No niego que me llegué a sentir muy vulnerable y temerosa, es más, hubo un tiempo cuando no concebía mi vida sin ti M: Ni yo tampoco sin ti... *** E: Creo que tu engaño con Vero más que aniquilarme, me ayudó a ser valiente y a sacar fuerzas de donde no pensé nunca, por mi y mis hijos... M:... “Nuestros” hijos... E: Ya... *** Durante todo este coloquio de verdades dulces unas, amargas y temerosas otras, Gerardo se mantuvo callado y al margen. Las observaba desahogarse y soltar el dolor que las consumía, pero también apoyarse, modulando sus tonos y la intensidad de sus miradas. Cuando lo entendió prudente, las interrumpió: Gerardo: Bueno, ¿y cómo se sienten ahora, luego de este diálogo tan sincero? Las dos levantaron la mirada hacia Gerardo, y luego se giraron para quedar nuevamente de frente: E: De mi parte, un poco alterada, pero creo que bien, es más, yo diría que mejor que cuando llegamos, sí. ¿Maca, y tú? M: Siento como una mezcla de dolor y alegría, es difícil describirlo... No recuerdo cuando fue la última vez que tuvimos una conversación así... E:... Yo no recuerdo que la hayamos tenido nunca... Gerardo: Creo que ambas han logrado ya dos cosas muy importantes: reconocer que ha faltado comunicación entre las dos, y comenzar a tenerla. Vamos a dejar la sesión aquí, creo que con el terreno un poco allanado pueden continuar el diálogo a solas si lo desean y se sienten capaces. No les voy a mentir, veo que entre ustedes existen muchas áreas grises donde necesitaran adentrarse para que éstas no opaquen su felicidad y su sana convivencia. Pero con la misma les digo que es obvio que se aman, y eso deberá ser su mejor y mayor aliciente. El proceso va a ser largo, y por momentos van a sentir que se estrellan contra muros infranqueables. Sólo les puedo sugerir que traten de no

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perder la confianza y su foco, ya yo he podido ver que ganas de superar sus dificultades no les faltan. Yo les veo otra vez la próxima semana, ¿martes, vale?, a esta misma hora M: Gracias Gerardo, se siente que el proceso no va a ser fácil, pero las recompensas son obvias y bien lo ameritan E: ¿Te podremos llamar si quisiéramos consultarte o algo? Gerardo: Por supuesto, cuenten con eso, hasta luego y que vayan bien Al salir a la calle y ver que aún tenían tiempo antes de recoger los chicos, decidieron dar un paseo para compartir un ratito sus silencios. El frío se colaba furioso, lo que invitaba a caminar muy pegadas. Anduvieron un corto trecho antes de llegar a un pequeño parque. Una haló a la otra para sentarse un momento M: ¡Bueno, eso fue nuestra primara sesión... ¿qué te ha parecido? E: Bien, muy bien, de hecho... M:... Hablé con el corazón ¿lo sabes? E: Sí, y yo también... (aspirando fuertemente, para llenarse de fuerza) Yo estoy conciente que he sido celosilla y cabezota, me he esforzado en superar esas tonterías, que al fin y al cabo, eran películas que me montaba, como muy bien tú decías... M: Bueno, yo tampoco he sido un saco de virtudes que se diga. Empezando por que no tuve razón al irme a Jerez llevándome a Pedrito a pasar prácticamente la baja por maternidad lejos de ti. Yo... yo estaba muy dolida por tu distanciamiento, sentí que no te importaba ya tanto... E: Siento tanto que pensaras eso, porque desde que te conocí has sido lo más importante para mí, pero reconozco que mis inseguridades me impidieron demostrártelo como merecías... M: Sentí deseos muchas veces de montarme en un avión o en el AVE sólo para verte, sólo para poderte abrazar y sentirte, es que nadie me ha transmitido lo que tú, ese gusto por compartirme, esas ganas por dejarme ir... E: Yo estaba igual, pero estaba como bloqueada... M:... E:... M: ¡El miedo, el maldito miedo, que siempre me hace reaccionar contrario a como quisiera! Yo tenía miedo de perderte Esther, que me dejarás, no lo podía soportar... E: ¿Por qué iba a querer dejarte, si eres lo que más quiero en esta vida? Bueno, ahora a “nuestros” hijos y a ti... M: ¡Por imbécil, ya te dije! E:... ¿Y ahora que piensas... de tus miedos? M: Creo que miedos, lo que se dicen miedos, los tendré siempre, pero estoy aprendiendo a confiar... en mi misma, y en nuestra relación... E: ¡Es bueno saberlo! ¿Nos vamos? M: Sí, ¡antes de que nuestros “angelitos” se transformen en fieras y nos los echen del cole y la guardería por trastos! Y tomándose de las manos, retomaron sus pasos para buscar la moto y regresar al hospital por el carro de Esther

¿Mami, porque nunca te quedas a dormir aquí con mamita, antes tú dormías con Vero cuando eran novias, y ahora mamita y tú son novias, no?

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La inocencia de Pedrito refleja ciertamente una perspicacia y una claridad que le falta a muchos adultos, pero Maca pensó en como explicarle a un niño tan pequeño que a veces los adultos confunden los sentimientos por pasiones efímeras, y que la intimidad entre dos personas que se aman es un asunto, como decirlo, demasiado especial como para tomarlo a la ligera Las sesiones con Gerardo iban avanzando bien, hecho que él mismo les reafirmaba. Poco a poco iban desenterrando penas y rabias que se habían guardando dentro de sí sin tan siquiera darse cuenta. Algunas veces terminaban tan afectadas que apenas podían mirarse a la cara, pero alguna daba el primer paso para no despedirse sin al menos ofrecerse el consuelo de un abrazo Es curioso darse cuenta que el mejor momento para afrontar una dificultad, una duda, ese algo que nos incomoda, es precisamente cuando surge, porque ya después hecha raíces en el corazón y se apodera de nuestra razón como un hongo Sin necesidad de pronunciarlo, cada día se sentían más listas para re-encontrarse en ese espacio mágico que eran sus cuerpos. Lo difícil era atravesar esa barrera invisible que las hacía retroceder. Ya sea por temor a lastimar a la otra con una palabra mal empleada, por un mal gesto, o porque la idea de enfrentarse con el alma al descubierto las hacía sentir formidablemente vulnerables. Necesitaban una señal que les indicará que ya era el momento... ... Era sábado, de encargarse de los quehaceres de la casa, de hacer la compra y cualquiera otra diligencia pendiente, de coordinar con la mamá de Rodrigo el amiguito de Pedro que se había ofrecido a recogerlo para llevarlos al cumpleaños de Tatiana esa tarde y también de albergarlo esa noche en su casa, de regresar corriendo para preparar la comida porque Claudia dijo ayer que se auto-invitaba, nada, un sábado normal en toda regla Estaba ya en plena faena culinaria cuando oye un estruendo de vocecitas saludando a gritos a su mami. Ni cinco segundos transcurrieron cuando Maca entraba a la cocina con Patri agarrada de una mano mientras que con la otra luchaba por sostener a Paula y asir una bolsa de compras sin perder el equilibrio Patricia: Mamita, mira, mami ya está aquí, y trajo palitos de Jacob y helado, ¡yupiii! E: ¡Hum, que rico! Patri, mi amor, ¿ayudas a mami con las cosas que ha traído en lo que yo sigo con esto? Patricia: Yes, mom! Mirando a Maca con gesto de espanto exagerado: E: ¿Has escuchado mami? ¡No, si ya te digo, éstos no sólo son unos listos, sino que son unos “listos bilingües”! Es increíble lo que aprenden y con que facilidad M: Bueno, la genética que se hace presente... E: Ven, acércate... (le ofrecía sus labios para besarla) M: ¡Ves, este beso sí que está rico! Cariño, en verdad que no sé como te apañas para hacer tantas cosas en tan poco tiempo

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E: ¿Tengo alguna opción? (dejando escapar una medio sonrisa con gesto de resignación) M: ¡No, supongo que no! Ya abandonadas por sus hijas en la cocina, se concentraron en terminar la comida porque la hora se les echaba encima, habían quedado con Claudia sobre las dos y ya eran pasadas la una. Una vez terminaron y mientras se disponían a recoger la cocina, Esther tomó la palabra: E: Sabes... estaba pensando que quizás... ya va siendo hora de que recojas tus cosas y te mudes para acá del todo, ¿no crees? Eso de estarte repartiendo entre dos sitios tampoco es nada fácil para ti, y no sé, aparte de que siento que estamos listas para dar el paso... M: ¿Estás hablando en serio? E: ¡Muy en serio! Rodeándola por la cintura y girándola para mirarla a los ojos: M: Yo estoy lista si tú lo estás... (y le plantaba un beso) E: Pensé que ya que Claudia viene a comer, aprovechar y empezar a alertar a los amigos sobre que estamos juntas otra vez. ¿Qué te parece? M: Me parece perfecto... (sin poder disimular su emoción) Claudia llegó, sin sorprenderse realmente de encontrar a Maca allí. Ésta había picado un poco de jamón y queso como aperitivo, que pisaban con una cervecita a gusto. Cuando estuvo todo dispuesto sobre la mesa, se fueron sentando todas las chicas (Maca, Esther, Patri, Paula y Claudia) alrededor de aquella cazuela de pollo y legumbres que a Esther le quedaba de muerte Claudia: ¡Esther, no sé como lo haces para que las cazuelas te queden... ¡orgásmicamente exquisitas, hummm! M: ¡Oye, oye, un poco de respeto que ando por aquí! Aunque te tendría que dar la razón, a Esther TODO lo queda “orgásmicamente” bien... (enfatizando su intención con una mirada que la dejó en aprietos) E: ¡Ya mira que son exageradas las dos! (la mirada de Esther a Maca era un verdadero reproche avergonzado) Claudia: ¡Exagerada nada! A ver, ¿Patri, verdad que mamita cocina siempre como para chuparse los dedos? Patricia: ¡Siiiiii! ¡Mi mamita es la mejor cocinera del mundo mundial! (y se echaba otro bocado cerrando los ojos en gesto de gustativo) E: ¡Aduladora como la madre, jaja! M: ¡Conocedora, querrás decir! (le tiraba un beso al aire) Otro gesto que no pasó desapercibido por Claudia, quien ya venía notando cosas en el hospital. Cuando ya habían terminado y levantaron la mesa, Patri y Paula se desaparecieron rumbo al cuarto para jugar con su consola de Wii, o más bien Patri acompañada por las monerías de Paula. Ellas se movieron a la sala para tomarse un humeante café acompañado por los palitos de Jacob que había traído Maca. Así que sin más preámbulos, Claudia les lanzó la pregunta Claudia: ¿Ustedes no tendrán algo que contarme por casualidad?

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E: Pues... va a resultar que sí (sin ocultar su felicidad) M: ¡Esther y yo hemos vuelto! Bueno, estamos yendo a terapia de parejas y cogiéndole de nuevo el ritmo a todo, ya sabes. Pero nada, que estamos muy felices de habernos decidido a atajar nuestros “conflictos” y que vamos recuperando terreno poco a poco... Claudia: ¡Pero... pero eso es... fantástico! ¿Cómo?... ¿cuando pasó esto? ¡Gamberras, ya me parecían sospechosas a mi algunas miraditas y reuniones a puerta cerrada en tu despacho! ¡Pero que alegría, no imaginan lo que feliz me hacéis! Se levantaba a abrazarlas toda emocionada. Claudia había sido la amiga fiel que estuvo con ellas siempre al pie del cañón durante los momentos más difíciles de su separación. Y fue a quien le toco aguantar los desahogos y confidencias cuando Maca estuvo con Vero y Esther con Bea. Nunca se resignó a verlas separadas porque no le hacía sentido. Lo normal es esto que veía ahora, a las dos juntas, compenetradas, con sus hijos, en su casa M: Creo que llevamos ya sobre un mes y medio, ¿no Esther? (ésta asentía sin dejar de sonreír) Supongo que me llegó a mí el turno de estrellarme contra mis “boludeces”, como diría Héctor, y eso me dio el valor de caminar hasta aquí un sábado porque necesitaba hablarlo con Esther... E: Me tomó desprevenida, pero a medida que fuimos conversando, los puntos fueron cayendo sobre las i’s y pues... M: ¡... Pues que esa noche no regresé al apartamento, no me dejaron! E: ¡Claro, como aquí la niña no tiene voluntad propia! M: La voluntad la perdí cuando te conocí... (caricia de manos y guiño de enamorada) Claudia: ¡Que emoción!, ¿así que estamos otra vez de “noviecitas”? E: ¡Algo así, aunque lo “bailao no nos lo quita nadie”, así que estas noviecitas están un poquito más avanzadas en la materia! Claudia: ¡Y eso está muy bien! Pero, ¿cómo es que aún sigues en el otro apartamento Maca? M: Porque habíamos decidimos llevarlo con calma para evitar dar algún traspié, como también empezaríamos a ir a terapia para parejas, era preferible esperar un poquito. Pero hoy precisamente hemos hablado sobre mudarme definitivamente para acá Claudia: ¡Pues que bien, ¿no?! ¿Y cómo llevan la terapia? E: Pues fíjate, ya llevamos varias sesiones, básicamente hablamos mucho entre las dos, hasta ahora hemos recorrido bastante campo en cuanto a nuestras áreas problemáticas, yo siento que nos esta ayudando mogollón M: Coincido contigo, parece mentira pero lo que más trabajo que nos había dado siempre era precisamente “hablar”, y en ese sentido siento también que hemos avanzado un montón E: De hecho, la sesión de esta semana fue la que me convenció para pedirte que regreses ya a casa... M: Cuando supe que estabas embarazada de Raúl, sentí que me derrumbaba, no lo podía asimilar, pensé que me habías dejado de querer, que te perdería definitivamente. Me dolió mucho que me ocultaras lo que había pasado, no sé, pero también me sentía herida en mi orgullo E: Yo nunca estuve enamorada de Raúl, nunca. Lo que ocurrió con él solo me lo puedo explicar como el resultado de un estúpido error. Sé que no lo justifica, pero el día que pasó había sido horrible. Tú te habías vuelto a rehusar a volver, y con la muerte del bebé que atendía Héctor y el ataque de la paciente de psiquiatría, me sentí desbordada.

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Raúl se ofreció a acompañarme para que no estuviera sola, y yo necesitaba la compañía de alguien desesperadamente. Se lo agradecí porque, aunque te duela oírlo, él era en esos momentos un amigo incondicional, el que me alentaba a llamarte y a que fuera a buscarte. Pero supongo que a mí también me venció el orgullo... ... Sé que lo peor no fue que quedara embarazada, sino que cediera ante la situación, que faltara a mi fidelidad hacia ti, lo sé. Me arrepentí al instante de haberlo hecho. Pero de lo que no me arrepentiré jamás es de haber tenido a Patricia, a nuestra niña, porque no importa cómo haya ocurrido, yo siempre he estado clara de que quería tener mis hijos junto a ti M: No podía soportar verte con él, que él estuviera siempre pendiente de ti, cuidándote, mimándote, me superaba. Él me estaba quitando algo que me pertenecía a mí: ¡a ti Esther! E: Él no podía quitarte nada, porque siempre he sido tuya en cuerpo y alma. A mí también me atormentaba el dolor que te estaba causando, sentí que me merecía que me rechazaras. Quizás por eso cuando regresamos, no me sentí con el valor o con el derecho de exigirte que habláramos sobre lo que nos pasaba. Esta conversación la debimos tener entonces. Pero temía que al hacerlo, abriéramos una brecha entre las dos que luego no pudiéramos zanjar. Sin embargo, podía sentir tus dudas y tus recelos en cada abrazo que me dabas, en cada beso. No debí permitirlo, lo sé, y me arrepiento mil veces de haber sido tan débil... M: Yo también fui una cobarde... Cuando nació Patricia y nos percatamos de su enfermedad, me hundí. Ahora no sólo sufría el dolor de poder perderte a ti, sino también a mi niña. “Mi niña” sí, porque la quise desde el momento que supe que crecía en ti. ¡Cómo no iba a adorarla! Pero el hecho de que tuvieras que embarazarte de Raúl nuevamente, aunque fuera por inseminación artificial, perpetuaba inevitablemente su presencia en nuestras vidas, y eso terminó de perderme... ... Cuando conocí a Vero, no lo pensé, me lancé en sus brazos, ella fue como la excusa perfecta para huir de todos mis errores... Permití que nuestro mal rollo alcanzara dimensiones que nunca debió alcanzar. Pero no sabía como estar a tu lado, me sentía incapaz de estar contigo y apoyarte. Convertí mi frustración en un deseo descontrolado por ella, al punto de convertirme en una vil y rastrera mentirosa... (Esther trato de interrumpirla) ¡No, déjame continuar! ... Cuando me dejaste luego de nacer Paula, fue que me di cuenta de lo equivocada que había estado. Aún así, seguía asiéndome de la tabla de salvación que me ofrecía el cuerpo de Vero, supongo porque no podía soportar la soledad que dejaste en mí al irte. Sé que fue un error cuando me dejé llevar por la necesidad que sentía de estar contigo, sin hablar y aclararnos primero. Sé que fue otro error precitarme a pedirle a Vero que viviéramos juntas, pretendiendo un amor que no existía. Ahora me doy cuenta que tu amor es lo que me centraba y me permitía ver mi norte, sin ti no sabía bien que hacer con mi vida E:... Para mí fue mi duró levantarme luego de aceptar que fui una estúpida al aceptar que te refugiaras en Vero, sabiendo que nos queríamos. Mi auto-estima estaba hecha un asco, pero miraba a nuestros hijos y encontraba la fuerza y el ánimo para levantarme cada día y seguir con mi vida. Comprendí que no bastaba con querernos, si tú habías optado por alejarte y estar con alguien más, sólo me restaba asimilarlo e intentar rehacer mi vida M: No creas que no me chocó cuando regresaste al trabajo transformada en esta mujer que emanaba vitalidad y voluntad por los cuatro costados. Esta mujer que sonreía al mundo con valentía. Esta mujer que hizo tambalear mis cimientos nuevamente, pero a quien también sentía más distante que nunca de mi vida. Traté de engañarme y hacerme

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creer que podría tener un futuro con Vero, pero el tiempo se hizo cargo de sacarme de ese error, de hecho, a las dos. Aunque nunca volviera a estar contigo, y ese fuese el saldo a pagar por mis ejecutorias, estoy convencida que con Vero nunca habría tenido una vida plena. Tú has sido la única persona capaz de avergonzarme ante el amor... E:... Yo también traté de darme una oportunidad con Bea, lo reconozco. Su ternura y su cercanía me brindaron el calor que mi corazón necesitaba. No te niego que me atrajo, pero no pude entregarme a su cariño porque definitivamente no estaba enamorada. No te voy a mentir, el fin de semana que nos fuimos a Canarias llevábamos la intención de consumar nuestra relación,... pero no pude. Lo hablamos largo y tendido, ¡lloramos como dos Magdalenas y cuando amaneció ya nos reímos juntas por habernos librado de cometer una metida de pata mayúscula!. ¿Sabes? Ella fue la primera que me ánimo a buscarte para que habláramos y tratáramos de aclarar nuestras cosas M: Me tenías rabiando de celos, ¿lo sabías? E:... Y tú me tuviste muy preocupada por tu bajón después de la ruptura con Vero. Llegué a pensar que estabas así porque la extrañabas y querrías que volvieran. ¿Qué te hizo reaccionar finalmente? M: ¡Supongo que Carlos me abrió los ojos cuando me halo las orejas! No, en serio, hablar con él me ayudo a ubicarme, fue como un “wake-up call”. Ya no sólo iba mal mi vida personal, sino también mi trabajo, y tenía que hacer algo, ¡pero ya! Aparte de que le estaba cediendo la victoria a las circunstancias sin siquiera luchar E:... Me siento orgullosa de ti, cada día me demuestras que no me equivoqué cuando supuse que tras tu bordería y tu pijería existe una mujer que sabe luchar por lo que quiere. Y ahora más, porque también me demuestras que sabes reconocer y aprender de tus errores para superarlos como sólo saben hacerlo los seres que están hechos de una pieza M: El crédito, en todo caso, no es sólo mío; mi inspiración se nutre en tu presencia, porque conocerte ha sido el hecho que más ha avivado en mí el deseo para luchar por las cosas que quiero E:... ¡Cuando dices esas cosas,... cuando las dices así,... es que me puedes! ¡Tú... tú... eres mi ángel...!

La noticia de su reconciliación ya era voz populis por todos los pasillos de Urgencia antes de que las chicas terminaran de comunicársela a Teresa. Era difícil caminar en medio de los saludos y parabienes de los compañeros que las detenían a cada paso. Por suerte, y exceptuando lo desafortunado del hecho en sí, entró un trafico que los obligaba a todos a tomar sus puestos de batalla. Cuando bajó la intensidad de la acción, Esther tenía que tomar inventario en Farmacia y Maca aprovechó para refugiarse un ratito en su despacho Claudia: ¿Se puede? (Claudia se asomaba por la puerta) M: Adelante, ¡hola guapa! (se acercaban para saludarse con dos besos) Claudia: ¿Muy ocupada como para una charlita entre viejas amigas? M: No realmente. Aunque... si me has pillado en mi despacho a solas será para torturarme sin testigos, ¿o me equivoco? Claudia: ¡Eso es a-f-i-r-m-a-t-i-v-o! M: ¿Posibilidad de escapatoria? Claudia: ¿¡La ventana!? M: ¡Vaya, tú sí que te has levantado payasa hoy! A ver, ¿qué hay? Claudia: ¿Cómo estás? (mirándola a los ojos)

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M: ¡Aún sin creérmelo, como un flan! Claudia: ¿Pero todo bien, no? M: ¡Sí, sí, los niños están tan felices que nos han sorprendido, de verás! Una piensa que los niños hoy están más aptos a que sus padres, ¡bueno, sus mamis!, se separen y tener que vivir dentro de un cuadro familiar extendido, pero cuando los veo ahora y pienso en cuando estábamos separadas, puedo decir que les faltaba esa chispa de felicidad que ahora les salta... Claudia: Será que ellos realmente no sufrieron los “momentos difíciles” entre ustedes dos y quizás por eso añoraban tenerlas a las dos como siempre las habían conocido, como una pareja bien avenida y como unas mamitas super amorosas con ellos, ¿no crees? M: Sí, te doy la razón, aunque Esther llevó la mayor parte de la labor de que ellos no sufrieran por nuestras desavenencias... (decía con un atisbo de nostalgia en su voz) Claudia: ¿Y cómo están en el departamento “íntimo” las tortolitas? ¡Anda, y no te muerdas los detalles que bastante en ascuas me han tenido, las dos! M: Bueno, ahí... ahí estamos avanzando con más “cautela”... Claudia: ¿Qué me estás contando, que ustedes aún no... no han retomado formalmente sus “votos matrimoniales”? M: ¡Pero que bruta eres! No, a ver, como te lo digo, ahí todavía estamos buscando como mejor abordar la situación... (con cara de “no sé, no sé...”) Claudia: ¿Pero ya será menos, no? M: Supongo... Verás, Esther y yo hicimos el amor la misma noche que comenzamos a superar nuestros conflictos, y fue todo lo mágico y apasionado que hubiera deseado que fuera, pero sin embargo, una vez transcendido el momento nos encontramos recelosas del bagaje que ambas traemos a la “nueva” relación. Lo mío con Vero, lo de ella con Bea y con un par de ligues que tuvo por ahí... nada serio según ella me lo describió Claudia: ¿Te importa mucho... me refiero a sus “ligues”? M: Si te digo que no, te miento. Pero lo entiendo perfectamente, y creo que puedo lidiar con la situación sin convertirme en “Hulk” Claudia: ¿Y ella? M: Ella... creo que también, aunque me ha reconocido que aún batalla con la “sombra de Vero”... Una cosa es lo que la razón le dice, me explica ella, y otra muy distinta y muy fuerte lo que la pasión le hace sentir. Esther es muy sensata, está consciente de que no vamos a olvidar, ninguna de las dos, las cosas que han pasado, eso sería negar los hechos y no es correcto. Pero tenemos que hallar el modo de que no nos duelan, o quizás, de que no nos impidan disfrutar lo que ahora queremos hacer, que es estar juntas, deseándonos, amándonos, peleándonos, reconciliándonos, compartiendo nuestras vidas como pareja... El asunto no es en realidad lo que hallamos tenido con otras personas, sino más bien lo que vayamos a tener ahora nosotras... Claudia: Pero ya me confirmaste que la otra noche estuvo... muy bien... M: ¡No es tan sencillo como parece! Claudia:... Ni tampoco es tan difícil como lo quieren pintar...

Un par de días más tarde Maca tenía turno intermedio, así que Esther quiso aprovechar al salir de su turno y antes de recoger a los chicos en el cole y la guardería para citarse con Cruz en un café del Centro. Maca al salir relevaría a la canguro para quedarse con Paula en lo que llegaba el resto de la familia para cenar

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Con tres chiquitines, una jefatura y escaso tiempo para ella misma, Esther agradecía aquellas escapadas con su vieja amiga Cruz, otra con una agenda de los mil demonios. Extrañaba a su vieja compañera de trabajo, dentro y fuera del Central. Con Cruz desligada de la vorágine del Central, Laura en África y Vilches inaccesible viviendo bajo una identidad falsa, eran pocos los compañeros realmente cercanos con quienes compartir la discusión de un caso médico o el último episodio de tristeza o alegría con tu pareja. ¡Por suerte Cruz al menos aún vive en Madrid! C: ¡Benditos los ojos! (Esther llegaba hasta una de las mesitas al fondo un poco estresada) E: ¡Hola Cruz! (intercambio de besos y un abrazo muy sentido) C: ¡Cuando me llamaste ayer, no me lo podía creer! ¿Cuanto hace, tres meses, más... desde tu cumpleaños, no? E: ¡Uff, sí, pero ya sabes, desde que regresé de mi baja por maternidad apenas me sobra tiempo, el Central es una olla de presión siempre a punto de estallar! C: ¿Y mis sobrinos, qué tal? E: ¡Ricos, preciosos... y hechos unos trastos de cuidado, ja! C: ¡Pues, no se quedan atrás de mi María, que está hecha una digna engendro de Vilches! Siguieron poniéndose al día, de Candela, de Alejandro, ¡de Guille, el futuro papá, de Vilches, y así se les fue un buen rato. Cuando ya iban para la tercera dosis de té de menta: C: Yo a ti te veo, no sé, ¡radiante! ¿Los romances van viento en popa...? E: Algo así... (con una sonrisa más traviesa que tierna) C: ¿¡Qué...!? E: ¡Maca y yo estamos retomando nuestra relación! La cara de Cruz sólo era comparable a la de Julia Roberts cuando se ganó el Oscar, y su reacción ciertamente no se hizo esperar... C: ¡Pero, eso sí que es estupendo! ¿Desde cuando, cómo fue? (alzando sus brazos al aire y palmeando sobre la mesa) E: No sé si sabes que Maca lo dejó con Vero hace ya un tiempito. Luego de eso, se centro bastante en el trabajo, los niños, yo la veía bastante opacada. No fui la única, Carlos la sentó un día y le cantó las cuarenta. Pues ella me dice que aquel sacudión le funcionó ... Yo, por mi parte, también tuve “mi hora cero” con Bea cuando nos fuimos de fin de semana a Canarias, ¿recuerdas que te comenté que planeábamos una escapada? ¡Pues no funcionó, no pude! Lo hablamos, lo lloramos, luego lo reímos, y ahora hemos quedado como buenas amigas ... Para hacerte la historia larga, corta, una noche hace ya como dos meses, Maca me llama para que habláramos, y así lo hicimos. Hablamos largo y tendido, sobre nosotras, sobre cada una, sobre lo que sentíamos por la otra, sobre los tropiezos, las malas decisiones, hasta que nos confesamos que nos seguíamos queriendo y acordamos poner de nuestra parte para rehacer la relación. ¡Y ahí estamos!, un día a la vez, disfrutando de los niños juntas, de nuestras cosas, nuestras batallas en el trabajo, nuestros planes para la Navidad... ¿Qué te puedo decir? ¡Estoy feliz y aterrorizada al mismo tiempo! C: ¿Y eso, por qué?

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E: Las dos hemos cambiado, nuestras circunstancias han cambiado... (hacia una pausa) ¡Yo la quiero, Cruz, mucho! Pero sé que nos tenemos que volver a “conquistar”, las dos sabemos lo que es “estar por ahí, con otras personas” y quizás ha sido sólo suerte que alguna de las dos no se haya enamorado de alguien más. Eso te hace detenerte a pensar sobre las cosas que consciente o inconscientemente nos tomamos por sentado... C: ¡Y dímelo a mí! (su voz sonó lastimera y nostálgica) Yo hubiera deseado que lo mío con Vilches hubiera tenido otro desenlace, pero en una pareja hacen falta dos para luchar, sino, se estrella la cosa tarde o temprano... Si me preguntas, te tendría que decir que aún lo quiero y lo querré, pero ya no estoy enamorada. Nuestro momento pasó y ahora lo que nos toca es arrear y seguir echando pa’lante... Ustedes cuentan con la ventaja de que se aman, que lo saben y quieren dar la pelea E: ¡Ya! ¿Pero qué si cualquiera de las dos conoce a alguien alguna vez y se enamora de ésta...? ¿Cómo estar segura de que lo nuestro va a ser para siempre? C: ¿No has escuchado la canción de Presuntos? “Nunca es para siempre”... Pero lo que dure, pero sobretodo “que perdure” dependerá del empeño que le pongan, que luego no tengan que lamentar por lo que dejaron de hacer... ¿no crees? (le levantaba la barbilla con la mano para verse a los ojos) Su respuesta fue una sonrisa amplia, franca y emotiva, enmarcando a dos lágrimas furtivas que ya comenzaban a resbalar mejilla abajo...

Completar la mudanza de Maca demoró un poco más de lo estimado. Había que liquidar el contrato de arrendamiento, acomodar en cajas a los objetos de valor (sentimental), buscar asilo para lo demás que no querían o necesitaran retener, en fin, clausurar una etapa para dar paso a otra En la sesión de esa semana le comunicaron a Gerardo su decisión y él las respaldó entusiasmado. Él estaba consciente que aún les quedaba camino por andar, pero confiaba en que la convivencia les vendría bien, sobretodo porque la decisión salía de ellas, sin coacciones ni dudas, aunque sus nervios eran más que evidentes. Algo positivo que tenían a su favor era el hecho de ambas reconocían como su mejor aliada a la otra Sin embargo, Maca aún sentía unas tímidas reservillas que le que hacían preferir no pernoctar en “su casa” aludiendo cualquier excusa. Esther no le insistía al percibir su reticencia. De hecho, desde su acercamiento hace ya más de dos de meses, no habían realmente retomado su intimidad propiamente dicho. Claro que habían tenido sus instantes de pasión salpicados de ternura, pero no se habían concedido un encuentro de total apertura, en cuerpo y alma, eso que transciende lo carnal, incluso lo sentimental, eso que abarca lo espiritual y lo humano en todos sus sentidos, ese desnudarse ante alguien mientras te viste su presencia. Lo deseaban, de eso estaban seguras. Y ya iba siendo tiempo... Ese viernes, aprovechando que Aimé estaba ese fin de semana en Madrid, Maca les pidió de favor (a Claudia y a él) que se quedaran con los niños durante un par de horas al finalizar la guardia en el Central. Necesitaba un tiempo a solas con Esther antes de salir definitivamente de su antigua morada Maca la esperaba en el estacionamiento con el motor del coche encendido y la calefacción puesta. La vio a la salida de Urgencias despidiéndose de Teresa. Por los

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gestos podía adivinar el tercer grado al que Teresa la tendría sometida. La pobre aún no cabía en su emoción, no sé cuantas veces las besó y las abrazó cuando le dijeron la noticia. Era de esperar, ella es y será siempre “su madrina de bodas”. Aceleró su paso y cuando estuvo a corta distancia del coche le regaló una maravillosa sonrisa E: Hola, ¿hace mucho que esperas? M: El suficiente para disfrutar viéndote desde lejos tratando de neutralizar el ataque de Teresa E: ¡Ayyyy! ¡No me lo recuerdes, que yo la quiero como a una madre, pero a veces siento deseos de escapar por la entrada principal del hospital para evitar que me pille! M: ¡Sí, la verdad es que hay que quererla ¡mucho! para no desear amordazarla a veces! ¡Oye!, ¿y tú no me piensas saludar como se debe? E: ¡Pero si hace ni diez minutos que nos despedimos con un beso en el cuarto de enfermeras! M: ¡Exactamente!... Y me dejaste con deseos de más... (Esther se desabrochó el cinturón para agarrarla por el cuello y darle un beso rápido pero profundo) E: Y bien, ¿ya me vas a decir que te traes con tanto misterio, ni que me fueras a secuestrar? Te recuerdo que no soy más que una pobre enfermera que trabaja para el sistema público, o sea, sin aval para pagar un rescate que valga la pena... M: En eso te equivocas, si yo tuviera que pagar por tu rescate, daría lo que tengo y no, con tal de tenerte siempre a mi lado... La emoción espontánea desbordada en esas palabras fue acogida en silencio por las dos, Maca con los ojos brillosos pendientes de la carretera y Esther refrenando sus ganas de besarla para no provocar un accidente E: Entonces... (tratando de sonar burlona para disimular su temblor) M: Quiero compartir algo contigo... E: ¿Y a dónde vamos? M: Vamos a mi otro apartamento...

Nada daba la impresión de que aquel lugar estuviera habitado. Apenas un sofá, un par de sillas plegadizas, una mesa pequeña arrinconada en una esquina. En la habitación principal, una desolada cama matrimonial constituía toda la decoración. No había rastros de calor humano, de vida, sólo era eso, un espacio vacío Maca había removido casi todo de lo poco que allí hubo, algunas cosas fueron devueltas a su lugar de origen (CD’s de música, fotos de los niños), y otras fueron donadas para recibir mejor uso a uno de los hogares de acogida para mujeres maltratadas que ambas apoyaban en sus escasos ratos libres Lo más sobresaliente allí adentro era la impresionante pintura que cubría prácticamente una de las paredes de la sala. Maca la invitó a sentarse junto a ella, de frente a aquel... espectáculo M: Quería que lo vieras, es lo que pinté el día cuando te llamé para que habláramos... Esther se quedó inmóvil frente a aquello. No sabía bien porque, pero lo que emanaban aquellas expresiones plasmadas sobre la macilla la hicieron tiritar. Contuvo incluso su

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respiración por un instante para escuchar su propio corazón acelerarse a consecuencia de todo lo que estaba sintiendo E:... No sé que decirte, esto me sobrecoge... ¡Tanta angustia y tanto júbilo combinados! (y se giró hacia a Maca para abrazarla) ¡Puedo tan sólo imaginar lo que te tiene que haber costado pintar algo así! (y esto se lo decía con su voz ahogada en un sollozo) Maca se separó un poco pero sin perder el contacto, sobretodo el visual. Luego se giró hacia la pared. Se acercó hasta cierta distancia de su graffiti multicolor, lo suficiente para todavía poder tener una visión total del mismo. Con su vista en él y de espaldas a Esther, continuó hablando: M: ¿Sabes? Pintar estas cosas, exteriorizar lo que llevaba guardado en mí y que me pesaba como un lastre, fue lo mejor que pude haber hecho. Fue muy duro, sí, pero cuando vi mi presencia en estos parajes, sombríos y retorcidos algunos, ávidos y exuberantes otros,... ¡me liberé!... de mi inútil vanidad,... de mis muchas tonterías ... El día cuando me dijiste en la sesión con Gerardo que yo “no te dejaba volar con tus propias alas”, comprendí que te estuve proyectando mi propia cobardía... ¡Yo necesitaba tanto que me necesitarás, Esther, que no me daba cuenta de nada! ¡Por favor, perdóname! Lentamente, Esther se fue acercando hasta Maca mientras ésta se dejaba caer al suelo de rodillas, llorando, conteniendo su llanto con sus dos manos. Se arrodilló frente a ella y la abrazó. Estuvieron así unos instantes interminables, mientras Maca dejaba emanar su pesadumbre a raudales. Esther la sostenía suave y tiernamente, no quería interrumpir ese proceso emancipador Se había hecho bastante tarde y debían regresar para rescatar a Claudia y a Aimé de las garras de los “Piratas del Caribe”. Con la ayuda de Esther, Maca se puso de pie y con una sonrisa humedecida aún por el llanto la miró a los ojos E: ¿Te sientes mejor? M: Sí, ya se me está pasando... Perdóname la escena, no era mi intención... E: No tienes que pedir perdón por ser “humana”... (le sonrió) No somos perfectas y seguiremos cometiendo errores, lo importante es que confiemos en la otra y los compartamos, ¿vale? Maca asentía, y Esther acortó la distancia que las separaba para acariciar su rostro y luego besar sus labios entreabiertos. Maca reaccionó agradecida a aquel beso, la abrazó por la cintura e inicio ella otro beso, más intenso y más urgente. Esther rodeó su cuello con ambas manos, deslizándolas luego por su espalda, para sentir su cuerpo muy pegado al suyo. Separaron sus labios, pero unieron sus frentes, ni una sola palabra hizo falta. Luego Maca cobijó sus lágrimas en el hombro amigo y amante de Esther sin intentar o querer romper aquel abrazo. Se sintieron nuevamente como las mismas dos camaradas que un día acordaron luchar en la misma trinchera por las mismas causas E: Maca, antes de que limpiemos esta pared, quisiera que nos quedáramos con una imagen de esta pintura. Ven, nos esperan en casa...

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Cerraron las puertas y ventanas (todas menos una ventana pequeñita en la cocina), apagaron las luces, agarraron sus bolsos y abrigos, y salieron de aquel espacio vacío,... vacío excepto por aquel graffiti con ínfulas del Greco matizado de Kandinsky

Al regresar a la casa serían cerca de las nueve y media. Se podían escuchar los alaridos de Pedrito y Aimé jugando en la consola de videojuegos de lo que parecía ser una aplastante victoria para Pedrito. Paula no duró despierta mucho más allá de la cena, y dormía en su cama-cuna sin enterarse de nada. Patri duraba un poco más pero parece que su día-de-juegos había sido extenuante, y ahora bostezaba en el regazo de Claudia, acomodadas las dos en un enorme butacón de la sala leyendo un cuento M: ¡Hola! Perdonen la tardanza, ¿cómo les fue con los “piratas”? (se acercaban para achuchar a la niña y poder saludar también a Claudia) Patricia: ¡Mami, la tita y yo jugamos con los disfraces de Yoni y Orlando; teníamos que rescatar un tesoro de chuces de yogurt y miel que el tito trajo de Marsella! (trascripción a lenguaje adulto de las lengüeterías de Patri) E: ¿Qué han hecho qué? ¡Que chulo, así que aquí la tita ha podido comprobar “en carne propia” (enfatizando y ofreciéndole una sonrisa guasona) la energía que hay que tener cuando tienes “piratas en casa”! ¡Es como “estar de turno” 24/7”, sus ansías de aventura no cesan, tú toma nota, jaja! (Maca se reía de aquel comentario, arqueando las cejas y asintiendo con la cabeza, lanzándole al aire un beso de “apoyo solidario” a Esther) Claudia: ¡Pues no sé de que os quejáis, si estos “piratas” mejores tripulantes no pueden ser, se portan fenomenal! Encargamos paella valenciana y helado de limón para llevar en el restaurante que queda a dos cuadras del Central, y hemos cenado aquí como reyes. ¡Se lo han comido todo y con un gusto que da asco, ni que fueran hijos de pijas!” E: ¡Eh, eh, eh, que “pijas” es mucha gente! M: ¡Ya!, ¿pero no nos vamos a negar ahora que los estás criando como principitos? E: ¡“Estamos”, mijita, “estamos”, que tú tampoco te quedas atrás! M: ¡Y a mucha honra! Claudia: ¡Me parto con las dos!, pero ¿es que no paráis? M: ¡No me da la gana! (y obligaba a Esther a sentarse en su falda, mirándola con suavidad, abrazándola, dejado un beso en su hombro mientras Esther le acariciaba el rostro ensimismada) E: ¡Bueno! (exhalando un suspiro y volviéndose a levantar, recibiendo una caricia de Maca en su espalda), creo que es hora de que cierta personita se despida de nuestros amigos y les dé un besito de buenas noches y las gracias por ser unos de titos de lujo... (alzaba a Patri en brazos y la llevaba a despedirse de los titos, de Pedrito y de Mami) Claudia: ¿Y... qué tal todo, bien...? M: ¡Todo MUY BIEN, MEJOR QUE BIEN!... (decía con una sonrisa de oreja a oreja) Claudia: ¡Me alegro! ¿Fueron al apartamento entonces? M: Sí. ¡Se podría decir que finalmente hemos derrumbado las “murallas de Jericó”! Siento que hemos llegado a un punto necesario que necesitábamos afrontar, aún se siente raro,... es como un milagro el que podamos mirarnos nuevamente a la cara y no temer decirnos que nos queremos... que nos tenemos mutuamente para ayudarnos a salir de nuestras encerronas Claudia: ¡Me alegro tanto! (y la abrazaba como la hermana postiza, como esa “mejor amiga” que la suerte había puesto en su camino)

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Esther se había ido a despegar a los “recios combatientes” que seguían hipnotizados a la videoconsola, y llegabas con ellos a la sala Pedrito: ¡Mami, le he dado una zurra al tito Aimé, increíble! (agitaba sus bracitos mientras Maca bajaba a su altura y lo llenaba de besos) M: ¡Mi amor, pero que guay, estás hecho el Nadal de las canchas de videojuego! A: ¡Este Pedrito es de lo que no hay, hay que ver lo bien que maneja los controles este niño! (decía muerto de la risa) E: ¡Bueno, bueno, creo que ya va siendo hora caballerito de que usted de las buenas noches y las gracias a la tita Claudia y el tito Aimé por cuidarlos, y a la cama que ya es bastante tarde! Pedrito: ¡Gracias titos! (los besaba y abrazaba con mucho cariño; justo antes de irse) ¡Tito Aimé, la próxima vez te dejó ganar aunque sea un juego, ¿vale?! A: ¡Suerte de principiante, mijito!

M: ¡Gracias en verdad, a los niños les encanta quedarse con ustedes! (los invitaba a sentarse en la sala) E: ¿Qué les parece si abrimos una botella de vino para celebrar que la noche aún es joven... ¡y que los niños ya están durmiendo!? Todos: ¡Maja, ya estás tardando! (rompieron a reír) E: Maca, ¿me ayudas...? M: ¡Vale! ¿Por qué no ponen un poco de música en lo que preparamos todo...? En la cocina, Maca buscaba un tinto en la tablilla de la despensa reservada para los vinos mientras Esther le acercaba el quita-corchos y buscaba las copas M: Me encanta esta sensación, de estar en casa, de que los niños estén dormiditos, sanos y seguros, de tener a dos buenos amigos esperándonos en la sala para compartir una copa vino y un rato de tertulia,... de mirarte y sentir que el corazón me va a estallar si no te beso ahora mismo... (Esther la abrazaba por la espalda, dejando besos suaves sobre su espalda, y la fue girando para quedar de frentes) E: Maca, no me ha sido fácil estar sin ti. Cuando nos separamos, me quedé con la congoja por las tantas cosas que no te dije y hubiera querido. Sé que cualquier cosa, todo puede cambiar en cualquier momento, por eso quisiera que apreciáramos este justo momento, el de ahora, para cuidar y guardar... M: Te quiero Esther. Créeme que esta es la verdad más simple y sincera que puede expresar mi corazón. Quizás pudiera querer a alguien más, pero no me interesa. Tú eres todo lo anhelo, tu cuerpo es el lugar donde quiero volver al terminar mi jornada, para que me ames y me hagas descansar E: Maca... Instintivamente buscaron sus bocas para sellar el acuerdo que acababan de pronunciar. Bocas ávidas de besos tibios, bocas sedientas de humedad, labios necesitados de aprisionar el alma escapando por sus gargantas, lenguas sabias y meticulosas, entablando el diálogo interminable de los que han compartido un largo camino juntos Así como subieron a la cima de lo infinito, así retomaron su camino de vuelta al mundo terrenal, concediendo una pausa a sus intenciones para regresar con sus amigos

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E: Adelántate con la botella y las copas, que yo voy a preparar unos trozos de Manchego, jamón y pan de hogaza para acompañar, que de besos y achuchones solamente no se vive, ¡qué me vas a matar del hambre!... M: ¿Te estás quejando? E: Te estoy cuidando, que no es lo mismo, ¡guapa! (le guiñaba un ojo a cambio de una sonrisa) La velada con sus amigos fue divertida y muy cálida. Ambas parejas intercambiaron bromas por sus respectivas “increíbles historias de amor”. Hacia la medianoche se marcharon, y M&E se pusieron manos a la obra para dejar todo recogido E: ¿Te apetece una última copa? M: Mejor un poco de agua, estoy sedienta E: ¡Vale, ahora la traigo! (se dirigió a la cocina por dos raciones de agua y regresó a la sala)... Aquí estoy. Voy un momento al lavado, ya vuelvo (quería asearse un poco, había sido un día largo) Mientras, Maca también aprovechó para usar el cuarto de baño del pasillo para hacer lo propio. Al salir, se dirigió al equipo de música y buscó el CD de Plácido Domingo junto a John Denver, le apetecía escuchar el tema “Perhaps Love” Se descalzaron y acomodaron en el sofá semi-recostadas, con Esther reclinada de espaldas sobre el torso de Maca. Maca actuó el remoto para tocar la canción. La escuchaban en silencio, tomándose el agua y acariciándose lentamente “... Perhaps love is like a window, perhaps an open door, It invites to come closer, it wants to show you more... ... Perhaps love is like the ocean, full of conflict, full of pain, Like a fire when is cold outside, thunder when it rains...” E: ¿Tú crees en lo que dicen esas canciones de amor? M: Creo que el amor es cierto en la medida que lo sintamos así. Todas las formas de expresarlo son válidas, todo lo que se cuente de él también... E: Maca... ¿alguna vez sentiste que mi amor te agobiara, quiero decir que si hayas sentido que fuera demasiado empalagosa ó...? M: ¡Jamás, me oyes, jamás me han “empalagado” o abrumado ni tus cariños, ni tu forma de amarme, de acariciarme!... ¿Acaso yo a ti sí? E: ¡No! Tú siempre me has hecho sentir lo que es tocar la belleza de lo abstracto con mis manos, con mi alma desnuda... M: Tu alma habla en tu voz, ¡eso nunca me empalagará porque es lo que me hace desearte cada vez que te pienso! Esas palabras fueron como la chispa que encendió el pebetero. Esther dejó su vaso sobre la mesita de centro e hizo lo propio con el de Maca. Se colocó de rodillas de frente a Maca, envolviéndola con su mirada. Maca posó sus manos sobre su cintura, para sujetarla firme y fuerte Al terminar la canción, se hizo el silencio, permitiendo oírse a sus respiraciones acelerarse. Esther acarició sus labios con sus dedos bajo la mirada palpitante de Maca. Se reclina más hacia ella para acortar la distancia entre sus alientos. De nuevo, un beso que conduce la emoción que emana de ambas en ese momento se

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adueña de sus bocas abiertas. Todo es un forcejeo, un tentar a seguir, un seducir de gestos que las va envolviendo lenta y fulminantemente E: Ven... Apagaron todo y salieron de allí. Maca marcaba los pasos de Esther a un ritmo unísono. Llegan a su cuarto y no encendieron la luz. Esther jala de ella hacia adentro sin romper la prisión de sus brazos. En la penumbra que sólo osaba violentar el resplandor de una luna casi invernal, sus cuerpos empezaron a orquestar una sinfonía de movimientos largamente procrastinados E: ¡Te quiero...! M: ¡Y yo a ti, tanto...! Labios hábiles para dar con los puntos exactos donde se aviva el deseo hicieron alardes de sus talentos, excitando todo lo que rozaban a su paso. Bocas abiertas como corazones tendidos al sol apuraban la entrega del maná que las saciaría luego de tanta carestía. Brazos y piernas ansiosos de abrigar la presencia de quien por fin llega a puerto tras navegar por todos los mares del sur. Manos conocedoras de senderos secretos las condujeron al altar de sus almas desnudas, y entregaron su amor henchido como ofrenda a las diosas de la divinidad bajo el estruendo de una majestuosa tormenta de verano Dos figuras que eran una se abrazaban bajo los pliegues de unas sábanas arrugadas y húmedas de sudor y llanto. Tras la furia se hizo la calma, que como se sabe, apenas dura un momento antes de que los vientos retomen su pasión E: Dime por qué lloras... M: De felicidad... E:... Te he extrañado tanto,... ni yo misma sabía cuanto hasta hoy... Necesitaba tenerte así, completamente, sin amarras, bebiendo de mi todo lo que tengo y lo que soy... M:... Yo necesitaba sentir la cura de tus labios para aliviar las heridas de mi pecho... Tu fervor me estremece y me hace desear volver por más... Más de tu sabor, de tu aroma, de tu calor que no quema, más sin embargo me consume hasta dejarme convertida en un mero aliento en tu boca... No sé de que otro modo explicarte que en esta vida sólo tu amor me ha hecho sentir que logro amar a alguien con todas mis fuerzas E: Mi fuerza la emanas tú En ese momento Esther se movió para acomodarse sobre Maca con sus piernas dobladas a ambos lados de su cuerpo mientras la miraba insinuante. Su vista fue a parar a aquellos dos senos redondos y erguidos, mientras sus manos recorrían su costado como buscando un punto de anclaje ante de desfallecer. Maca se apoyó en una mano para levantarse lo necesario para alcanzar su oído M: En ese caso, te advierto que mis fuerzas están a punto de estallar de nuevo porque tenerte tan cerca, desnuda y a mi merced, es algo que me puede... (su voz sonó ronca y sensual en su oído, matizada por el tacto de una lengua que también le hablaba sin palabras) Y la furia tempestuosa de los vientos que rugían dentro de sus pechos buscando escapar embistió con fuerza contra a aquella barca. Y la batalla por resistir los embates de las

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olas fue campal, pero al final más pudo el sabio Neptuno que sus mañas de navegación, y la barca maltrecha por el oleaje naufragó... Los cuerpos de las tripulantes flotaban de cara al sol del amanecer, asidos entre si como dos maderos, inundados de aguas saladas y tibias que dejaron en sus bocas un sabor embriagante a mar...

E: “Me encanta mirarte cuando duermes, podría pasarme la vida así... ¡pero más me vale que vaya a chequear a los niños! Regreso enseguida...” Dejó un beso suave en su pelo. Esther se levantó y se cubrió con una bata. Fue al baño antes de abandonar la habitación. La casa estaba en silencio, parece que la faena de anoche aún les rinde a los chiquillos, pensó. Sólo Paula retozaba en su cama-cuna, jugando entretenida con unas figuras de armar E: ¡Buenos días preciosura! La tomó en brazos y la aseó para dejarla toda fresquita y olorosa a colonia de bebé. Se fueron a la cocina para que mamita le preparara un bibi de cereal, y mientras se lo daba, Esther le hablaba acariciando sus cabellos: E: Mami ya esta en casita con nosotros, ¡qué alegría! Tenemos que demostrarle lo mucho que la queremos, lo que nos alegra tenerla de nuevo con nosotros, para que las cositas que a veces la ponen triste la vayan molestando menos, ¿no es así mi amor? (y se hacían carañotas las dos, como manifestando que todo estaba claro con lo dicho) Esther regresó a Paula a su cuarto, quien se quedó dormidita nada más tocar la almohada. Patri ni se había inmutado con el ruido. Las miró dormir, a sus niñas, a sus dos soplos de vida, quienes sin pretenderlo eran las protagonistas de una larga madeja de errores sucedidos entre ella y Maca. Pensó que no vale la pena empecinarse con el lado oscuro de las malas experiencias porque esa actitud nos impide ver la luz que siempre brilla cuando las nubes de tormenta se disipan. Interceptó con su mano una lagrimita que comenzaba a brotar de sus ojos y sonrió a aquel nuevo día tan afortunado Cuando regresó al cuarto se recostó junto a Maca para besar su hombro desnudo y acariciarlo casi imperceptiblemente. Se deleitó en su silueta cansada. Rezó en su mente una plegaria a la vida en agradecimiento, y desapareció rumbo al baño Maca despertó y demoró unos segundos en acostumbrar sus ojos a luz que ya se colaba por la ventana. Buscó a Esther con sus manos. Miró a su alrededor y vio la puerta del baño abierta, entonces escuchó el ruido del agua de la ducha. Se sentía el fresquito mañanero, así que uso lo primero que pudo dar alcance con su mano para cubrirse. Camino al baño, se detuvo justo en el umbral, y pudo escuchar la voz de Esther desentonando “Te amaré” de Miguel Bosé. ¡Tuvo que reírse ante aquello! Esther no se enteraba de nada, su ímpetu superaba el ruido del water al descargarse y los ruiditos peculiares de Maca al cepillarse los dientes Con un solo pensamiento en mente, Maca se despojó de su rauda vestimenta y abrió la mampara para posar sus ojos en aquella Venus que se le antojaba esplendorosa. Se invitó a entrar en su aposento

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M: Si Bosé te oyera, lloraría... ¡de la emoción, cariño! (susurró en su oído mientras acariciaba su abdomen y terminaba con sus labios en su cuello mojado) E: ¡Uhhh! ¡Si Bosé descubriera mis talentos vocales, lo tendría aquí metido conmigo bajo esta agüita calientita! (le replicó retándola) M: ¡Ese, en el caso que aplicará, ni que sueñe con disfrutar lo que ya tiene dueño! (y afianzó sus caricias ahora torturando sus senos despiertos) E: ¡Ahhh! ¿Y quien dices que es ese dueño? M: ¡Mi devoción por ti! (y la giró para quedar de frentes) Sus miradas dialogaron sobre las posibilidades de aquel encuentro. Juntas concluyeron que querían adelantar el desayuno con una porción generosa de besos y caricias suculentas. Cada una, con sus esponjas en mano, procedió a embadurnar de espuma la piel que era bandeja de tales manjares E: ¿Me acercas la sal? Y Maca, complaciente, se entregó rendida ante aquella boca y aquellas manos que hacían añicos su voluntad sin remedio. Y Esther, incontenible, develaba sus propuestas “culinarias” ante la aceptación entusiasmada de su juez Se recorrieron completas, de norte a sur, por valles y quebradas, para finalmente adentrarse en la dimensión divina de su éxtasis... y volar... El agua caía aún sobre sus cuerpos recostados contra la pared. Se bebieron ese último beso entre sonrisas enamoradas M: ¡Estuvo delicioso! (Esther la secundo guiñando ambos ojos) ¿Ahora habrá que alimentar a la tropa, digo yo? E: ¡Anda, tu recoges los destrozos de anoche en el cuarto, mientras yo los levanto y lo bajo a desayunar! ¡No tardes! M: ¡Ayyyy, no sé como hay gente que reniegue de sus sábados en familia!

M: Hola mamá, ¿cómo estás?... ¡Bien, bien... ¿los niños?, estupendos, bien ricos, espera a que los veas el sábado cuando estén aquí!, ¿podrán venir, no...?... Pues, perfecto, la tropa y yo los recogemos en la estación a esa hora, que seguro que Esther me va a agradecer que se los quite de encima en lo que ella termina en la cocina... ¡No, por supuesto que no son molestia, por Dios!, si incluso Encarna se ha empeñado en preparar ella un cocido madrileño que ni te cuento, así que la labor más difícil de Esther será controlarla en la cocina, ja!... Bien, sí, pues hablamos el viernes por cualquier cosa, ¡vale, un besito a cada uno! ¡Ciao!... ... E: Mamá, que ya te dije que nosotras nos encargamos de los aperitivos y el postre, ¡no seas cabezota!... Rosario y Pedro vienen en el AVE, y Maca y los chicos los irán a buscar cuando lleguen, sí... Pues sólo se pueden quedar hasta el lunes pero quieren aprovechar para adelantar unas compras y demás, me dijo Rosario... ¡Mamá, cuidado a donde quieres meter a Rosario, mira que juntas son un peligro, ja!... ¡Vale, pues el viernes recoges al Pedro y la Patri y nos esperan aquí en casa, que Maca y yo tenemos ambas guardia de tarde, de paso te quedas a dormir y así andamos con menos apuros el sábado... ¡Perfecto, claro! ¡Un besito mamá, ciao!...

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La cita con Gerardo de esta semana las dejó de muy buen ánimo. Según él, no prevé que necesiten más de un par de sesiones adicionales. Visualiza que aún quedan un par de puntos críticos de conflicto que ventilar y que puedan necesitar su intervención. Aparte de eso, considera que están bastante preparadas para continuar trabajando ellas solas Maca estaba en quirófano con Héctor, así que Esther aprovechó para “cotillear” tranquila con Teresa en la cafetería. Aún no eran las once y estaba bastante vacía. Se hicieron de sus cafés y se sentaron en una de las mesas laterales T: ¡Hija, que desde que andas con novia no se te consigue ni para un triste café! (ponía pose de resentida aunque en el fondo estaba feliz de verlas juntas) E: ¡Bueno, tienes que entender que una tenga que acumular puntos y eso! (imitando la voz de Antonio Banderas) T: ¡Ya, tú lo que tienes son ganas viejas! E: ¡Por favor!, ¿por quién me tomas? ¡¡¡JAJAJAJA!!! Se reían con entusiasmo, con soltura, con paz. A una amistad de tantos años no se le puede ocultar lo duró que fueron los tiempos de engaño, cobardía, separación, soledad, incertidumbre... Teresa veía a sus amigas (sus casi hijas) felices, pero podía reconocer a veces un atisbo de temor aflorando en sus rostros. No era para menos, saber todo lo vulnerable que puedes ser ante el miedo y el dolor no se supera aplicando un truco de ilusionismo: ahora lo ves, y ahora no lo ves... T: Así que Maca ya está totalmente instalada en la casa. ¿Cómo lo lleva? E: ¡Maravillosamente! Y los niños y yo, ni se diga, ¡estamos encantados! Tu sabes lo altos-y-bajos que pasé para hacerme a la idea de que lo nuestro no tenía remedio T: ¡Más yo nunca perdí la esperanza de que encontraran otra vez el camino! E: Así como te digo que estamos muy entusiasmadas con como van las cosas, también te digo que aún nos quedan heridas por sanar. Nos ayuda el hecho de que nos queremos mucho. Teresa, yo la quiero con toda mi alma, a pesar de las mentiras y el silencio que por poco nos destruyen, no logró que mi espíritu se estremezca por alguien más, que mi cuerpo desee a nadie más que a ella... T: Oírte a ti es como oírla a ella, por eso es que no podían rendirse... ¡cabezotas! E: ¡¡¡JAJAJA!!!! T: Y la familia, cuéntame, ¿cómo se lo ha tomado? E: Precisamente, este sábado esperamos a Rosario y Pedro para comer, y de paso se une mamá a los festejos. ¿¡Ya sabes!? Sería la primera vez que estemos todos juntos desde que volvimos. Con mamá, ya claro hemos hablado más, pero vamos a ver que cara traen los suegros... (haciendo un gesto de preocupación arqueando las cejas) T: ¿Y qué cara van a traer...? ¡De alegría, como todos! ¡Ay mijita, tú no acabas de entender que cuando ustedes están bien, el mundo las imita!

Desde el portal llegaba el cuchicheo de voces de las chicas al abrir la puerta de la casa. Esther caminando al frente, trae de los hombros colgada a una Maca refunfuñando porque no la deja robarle un beso. Cuando por fin salen del recibidor hacia la sala se tropiezan de frente con Encarna que lleva a Paula en brazos

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E: ¿Pero mira quien está aquí? ¡Hola mi vida! (y se la arrebata de los brazos a su madre para llenarla de besos) M: Hola Encarna (saludándola con dos besos) ¡Mejor me voy a buscar al resto de mis hijos, porque ahora hasta que “mamita” no suelte a la chulísima, ni caso me va a hacer! (ponía cara de niña abandonada y triste, ignorada totalmente por Esther y la chiquita) Pedrito y Patricia: ¡Mami, mami, llegaron! (y una avalancha desbocada se lanzaba sobre la Mami) M: ¡Mis amores! ¿Cómo están? Patricia: Yaya nos preparó galletitas de avena, ¡bien ricas! Pedrito: Y fuimos al parque porque había un show de payasos. Paula se asustó con uno que tenía la nariz bien grande y roja, ¡y yo lo espanté para que se fuera y no llorará más! (contaba orgulloso el “hermano mayor”) M: ¡Bueno parece que nuestro bebé se nos está haciendo mayor! (Encarna asentía emocionada) E: ¡Bueno, bueno!, ¿y se puede saber cuando ustedes piensan saludar a Mamita? (le entregaba la niña a Maca, que ya le extendía los bracitos) Superada la sesión de achuchones y besos maternales, los dejaron regresar a sus juegos para ellas sentarse con más calma a conversar en la sala En: ¿Vendréis hambrientas supongo? ¡Preparé un bacalao a la vizcaína con arroz blanco que está para chuparse los dedos, en un momentito se los caliento! M: Encarna, no te preocupes que yo me encargo, tú siéntate aquí tranquila. Cariño, ¿quieres cenar ahora? E: En un ratito, ¿vale? Voy a cambiarme, ahora vuelvo Esther se perdió por el pasillo y Maca la siguió con la mirada embelesada hasta que la perdió de vista. Al girarse se encontró con la cara sonriente de Encarna mirándola con mucho cariño En: ¡Que felicidad siento al verlas así, no te lo puedes imaginar! Te confieso que estuve a punto de tirar la toalla con ustedes M: ¡Estamos bien Encarna, felices! ¿Qué te puedo decir?, ¡estoy que no quepo en mi propia felicidad! No necesitaba hablar, su sonrisa lo decía todo. Encarna era una piedra angular importante para aquella familia que había formado con Esther. Sus palabras y consejos, prudentes y sabios, habían sido claves para que ellas pudieran mantener la cordura en los peores momentos de crisis En: Maca, yo sé que no es nada fácil lo que están haciendo, rescatar un amor y una confianza maltrechas, pero créeme que el amor con voluntad todo lo puede M: Lo sabemos y estamos decididas a lograrlo Encarna la estrechó entre sus brazos, un abrazo que le hizo sentir el calor a hogar que durante tanto tiempo extraño

El sábado amaneció luciendo un sol brillante. A las nueve ya estaban todos sentados desayunando en la cocina. Las tostadas con mermelada y mantequilla, los tazones de

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leche con cola-cacao, el zumo de naranja y el café humeante ambientaban la charla matutina A eso de las diez, Maca empaquetó a los tres intrépidos para bajar con ellos al parque para “quemar energías”. A la hora regresaban con sus mochilas al hombro, exhaustos y satisfechos de haber cumplido bien su misión. Se acomodaron en la alfombra con cojines y mantitas para ver una peli mientras las mamis y la Yaya trajinaban en la cocina. Esther y Encarna se encargaban del cocido mientras Maca confeccionaba una de sus especialidades: tarta de limón y crema El Ave llegaría a las dos, así que tuvieron tiempo suficiente para terminarlo todo antes de que Maca saliera a buscar a Rosario (Yaya Charo) y (Yayo) Pedro Pedrito: ¡Mamí, mira, allí vienen! ¡Yayo, Yaya, aquí! (y agitaba sus mamitas sobre su cabeza para llamar la atención de los Yayos de Jerez) Yayo Pedro: ¡Pedrito, pero que enorme está mi nieto! (y Pedrito, quien se había soltado de la mano de Maca, corría para saltarle en brazos) Yaya Charo: ¡Hola hija! ¡Pero que bella están mis niñas, por Dios! (Patri y Paula la abrazaban y llenaban su cara besos bajo la alegría desmedida de su Yaya Charo) M: ¡Hola Mamá, Papá! ¿Tuvieron buen viaje? ¡Que alegría tengo de verlos! (los abrazaba con verdadero cariño) Pedrito: Yayo, cuando lleguemos a la casa te voy a enseñar mi videoconsola, ¡está bien guay! Todos se reían con el entusiasmo de Pedrito, y se imaginan al Yayo Pedro retando al campeón Pedrito “Nadal” M: Vamos, que tengo el coche estacionado cerca. Encarna y Esther nos deben estar esperando con la mesa servida. ¡Espero que tengan hambre porque nos espera un banquete! Sin más, enfilaron rumbo a la casa. Las niñas acapararon a la Yaya Charo, quién se dejaba gustosa. No poder compartir con sus nietos más a menudo era un dolor que tanto ella como Pedro trataban de compensar cada vez que los podían ver. El tráfico fluía bastante bien, aún así no llegaron a la casa hasta pasadas las tres. A esa hora, los tres rufianes hijos de las chicas estaban a punto de desfallecer del hambre Pedrito: ¡¡¡Yaya Encarna, TENGO MUCHA HAMBRE!!! (fue su saludo tan pronto entró por la puerta, lo que arrancó las carcajadas de todos) E: ¡Ay, pero que fino mi hijo, ni que no comieras nunca! ¡Hola Rosario, Pedro!, ¿cómo están? Yaya Charo: Sin terminar de llegar y ya me estoy destornillando con estos hijos vuestros, ¡están tan ricos...! (se saludan todos efusivamente con besos y abrazos) Yaya Pedro: Encarna, ¿no me vas a negar que nuestros nietos están hermosos a rabiar? En: ¡Y cómo se quieren los granujas! E: Vengan, pasen y acomódense, que cuando lo deseen podemos comer. Pedrito, mi amor, ¿te llevas a Paula para que se laven las manos? En: Rosario, acompáñame a chequear la sazón del cocido, que aquí algunos estamos a dieta de poca sal Rosario: ¡Venga, vamos, y así chismeamos un poquito sin que nos molesten, jaja!

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Mientras en la sala: Pedro: Hijas, las veo muy bien, radiantes diría yo E: Bueno Pedro, la verdad es que las cosas van marchando muy bien, ¿no Maca? M: ¡Mejor que bien! (acariciando su rostro) Pedro: Ya tu madre se los dirá, pero de mi parte quiero que sepan que estoy muy feliz de verlas, no sólo juntas sino sobretodo felices. Sabemos los tiempos duros que hemos pasado todos, en especial ustedes dos, así que yo les diría: no se ofusquen con el pasado y miren hacia el futuro, viviendo intensamente el “hoy” M: Papá... E: Pedro, gracias por sus palabras. No lo vamos a negar, esto es un proceso que no admite atajos, pero siento que estamos ganando la batalla... (buscó a Maca con la mirada inclinando su cabeza hacia atrás; Maca, quién estaba de pie tras ella en el sofá, se inclino para besar sus labios) Encarna y Rosario llegaban con la fuente del cocido y la del arroz al comedor, Pedro descorchaba una botella mientras Maca colocaba las copas y Esther traía una jarra de agua fresca, y lo colocaban todo sobre la mesa. Una vez sentados, fue Rosario quien tomó la primera palabra para hacer un brindis Yaya Charo: Quisiera decirles a nuestras hijas Maca y Esther, que me siento muy orgullosa y muy feliz de verlas así como las vuelvo a ver hoy. Todas las familias tienen problemas, pero lo que destaca a una familia unida por el amor y la comprensión del resto, es precisamente el valor que se requiere para arriesgar la piel defendiendo eso, como ustedes lo están haciendo ahora. ¡Yo brindo por eso, SALUD! Todos: ¡SALUD!

Con la Navidad llegan las fiestas, las reuniones con viejos amigos que apenas logramos ver entre el año, la compra de regalos, los turrones, las uvas... y también, como no, ¡las gripes, los ataques de asma, las congestiones de tráfico (o sea, choques de auto), el caos total! El Central no podía ser inmune a tantas emociones, por tanto, lograr acomodar un huequito chiquitito, en el poco simpático calendario de guardias, para poder ir a comprar los ajuares de Noche Buena y Navidad para sus tres tesoros se estaba convirtiendo en una verdadera pesadilla para Maca y Esther Finalmente, ese viernes previo a la Noche Buena consiguieron hacer ambas un arreglo espeluznante: interrumpir sus turnos a la quinta hora durante tres horas, que utilizarían para completar su misión, y luego regresarían al hospital a terminar lo restante de sus jornadas. (Los detalles de cómo lograron tal arreglo escapan la cordura de esta historia, sólo se dirá que el poder de convencimiento de Teresa entre los compañeros de Urgencias fue crucial para lograrlo...) También, como parte del arreglo, Encarna y la canguro se encargarían de los niños hasta que ellas pudieran llegar a la casa esa noche Ya montadas en el coche y con rumbo a su destino, verificaban su bitácora animadamente... E: ¡Maca, cariño!, ¿pero Jacadi otra vez...? ¡ufff!

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M: ¡Esther, por favor, trata de entender! No vamos a desfalcar nuestras tarjetas, es un regalo de mis padres, y a ellos les hace mucho ilusión verlos vestiditos como príncipes que son... ¿¡porfa...!? E: (silencio sepulcral...) M: ¿Podemos transar en esto...? ¡Van a estar precisos,... imagínatelos! (casi poniendo morritos) E: ¡Ayyy, está bien! Pero que conste, ¡nuestros niños son príncipes sin necesidad de ropajes fastuosos, ¿vale?! M: Eso lo sé, no me tienes que convencer, pero igual, gracias. ¡Anda, ven a acá! (y estiraba el cuello para darle un beso) Llegaron al mall y se dirigieron directamente a la tienda. Nada más entrar, se olvidaron de sus diferencias de criterio y quedaron fascinadas ante las bellezas de modelitos para sus rufianes. En menos de hora y media salían de allí satisfechas con su botín. Las niñas van a causar sensación (pensaron) con sus conjuntos iguales de falditas de talle bajo, jerseys, cinturones, medias y sandalias a juego, y, ¡por supuesto!, ¡collares y pulseras, porque cual de las dos más coqueta! El caballero de la corte Pedro “Nadal” también promete deslumbrar con sus pantalones y jerseys/camisas haciendo juego, sus zapatos y zapatillas, en fin, toda la pinta de un galán. Estaban felices y caminaban abrazadas, cargadas de bolsos y chucherías E: Hemos avanzado mucho, ¿qué tal un café y algo ligero de picar, y así nos damos un respiro antes de regresar al hospital? M: ¡Suena bien! ¿Dónde quisieras ir? E: ¿Qué te perece el japonés que está en la primera planta? M: Suena perfecto,... para recordar viejos tiempos... Me apetecería una copita de Sake para calentarme el cuerpo (y le lanzaba un pico al aire) E: Me parece bien también, pero recuerda que después tenemos que regresar a trabajar,... ¡a trabajar! Así que nada de extralimitarse... M: ¡Vale! Oye, voy a los lavados antes, ¿me esperas aquí con los paquetes? E: ¡Okis! Y porque la vida es caprichosa, porque el mundo es un pañuelo o porque las cosas son así, punto, la espera de Esther no iba a estar desprovista de un encuentro cercano del tercer tipo... Voz: ¿Esther? (acelerando el paso hacia ella) ¡Esther, pensé que eras tú! ¿Cómo estas? E: (quien ya había reconocido aquella voz) ¡Bea, hola, que alegría...! Y se fundieron en un abrazo muy sentido, felices de verse. Hacía mucho que no coincidían aunque trataban de mantener contacto al menos por el móvil. A pesar de su “historia”, no quedó un mal sabor entre ellas cuando se “separaron” (curiosa palabra para cualificar algo que realmente nunca empezó) Bea: Supongo que andarás de compras de último minuto... E: Supones bien, Maca y yo nos hemos casi escapado del hospital para terminar unas compras a los niños antes de que nos caiga la Noche Buena encima. ¿Y tú, qué cuentas? Bea: No mucho más. También estamos de compras Luis y yo, pero más bien paseando y consumiendo la tarde, que hoy me lo pedí libre para pasarlo solitos los dos, ¡como dos noviecitos, ja!

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E: ¡Pues eso está muy bien! Por cierto, ¿dónde está él que no lo veo? Bea: Allí lo tienes, montado en el carrusel. (y le señalaba con la mano) Pero cuéntame, ¿cómo van las cosas...? Mientras, Maca ya ha salido de los lavados y se encamina hacia donde había dejado a Esther. Vio algo que llamó su atención en una vitrina y se detuvo. En esos momentos, dos personas se acercan charlando y riendo, y una de ellas se tropieza con ella sin querer Voz: “Disculpe...” Maca al reconocer la voz se gira, y entonces las reconoce, eran Vero y Amanda (su actual compañera) M: ¿Vero? ¡Pero si eres tú petarda, no en balde andas arrollando personas si es que tú no fijas nunca, jajaja! Vero: ¡Maca! (soltándose un poco de Amanda, para acercarse a Maca y darle dos besos) ¡Que bueno verte! ¿Qué haces? M: ¡Ya ves, como buena pija, gustándome la fortuna en ropa y joyas! (Amanda la miró un poquito consternada, cosa que notó Maca)... ¡Amanda, que son bromas mías, no te preocupes mujer! (y la saludaba ahora con dos besos) Esther y yo vinimos a terminar con las últimas compras para los niños. ¡Ufff! Vero: ¡Que bien! ¿Y cómo han logrado las dos escapar del Central un día como hoy...? (al notar el gesto de “no quieras tu saber” de Maca) ¡No me digas, no quiero saberlo, jajaja! Iban caminando juntas, interesándose cada una por sus mutuas cosas. Al poco tiempo de terminar con Maca, a Vero le surgió la oportunidad de compartir la consulta privada con un viejo colega de facultad y decidió tomarse el chance. También, ha empezado a dar talleres cortos en centros de rehabilitación para adictos a drogas, cosa que la satisface enormemente y en cierta forma lo utiliza para canalizar su interés hacia el servicio público. Ella y Amanda se conocieron casi empezando a trabajar en la consulta privada, y parece que fue un flechazo para ambas. Maca y ella nunca han perdido el contacto, y se mantenían más o menos al día de cómo le iban las cosas

Y mientras, en otro lugar del mall: E: ¡Las cosas nos van bien Bea, muy bien! (su sonrisa hablaba por ella) Seguimos con las terapias, el consejero nos dice que ya nos falta bastante menos, pero bueno que ya estamos casi fuera. Las cosas en casa van caminando, con los niños bien, tratando siempre de armonizar nuestros horarios y compromisos (como hoy), para no sobrecargarnos y poder dedicarles el mayor tiempo posible Bea: ¿Y las cosas entre ustedes? E: Esas... también van marchando bien, no te lo voy a negar. Siento que cada día estamos más cerca una de la otra, más compenetradas. ¡Yo que pensé que antes hablábamos y compartíamos bastante, ahora te puedo decir que se siente un mundo de diferencia en cuanto a como podemos conversar con más soltura y confianza de todo,... o casi todo... (dejaba ese último pensamiento suspendido en el aire)

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Bea: Bueno, sabes que nunca podemos abarcarlo todo, y que total cada día surgen cosas nuevas. No te martirices por eso, al contrario, piensa que eso les motiva a trabajar cada día por la relación E: Lo sé, tienes toda la razón. Es lo mismo que nos dice Gerardo, nuestro consejero. Pero entiende que haya momentos en que alguna vieja espinita se nos escapa, a mí o a ella, y entonces las teorías y los consejos parecen desaparecer momentáneamente... (arqueando las cejas) Bea: Esther, yo te veo muy bien, para como te veía cuando nos conocimos digo que has superado mucho ya. No te agobies, y haz distancia entre las cosas que te parezcan inmanejables y tú para que no pierdas la perspectiva justa de las cosas E: ¡Gracias Bea, por tus palabras! (a punto de echarse una lagrimita) Bea: ¡Que gracias y que pamplinas, tonta! (la abrazaba) Cuando ya estaban bastante cerca de donde estaban Esther y Bea, Maca se percató de la presencia de la segunda, y de ese abrazo. Algo parecido a un leve escalofrío la recorrió, pero pudo disimularlo. Esther también, al ver de quien llegaba acompañada, y se tensó un poquito Bea: ¡Hola Maca, que gusto verte! (se acercaba a saludarla con dos besos, gesto que respondió Maca pero no muy efusivamente) M: Hola Bea, igual digo. Esther (entonces la miró, con ojitos algo raros), ¿mira con quien me he tropezado? E: ¡Qué tal Vero,... que... sorpresa! (y la saludó normal, dos besos y ya) Vero: ¡Hola Esther, no sabes que alegría siento de verlas! Ven déjame presentarte a Amanda (se saludaban también cordial, con dos besos) Vero, Amanda y Bea terminaron también de presentarse y hablaban tranquilamente. Por sus nombres, Vero y Bea reconocieron quien era la otra y su rol en la vida de las chicas. No necesitaban entrar en detalles. Sin embargo, sintieron el intercambio de miradas y silencios entre sus “ex’s” y la tensión que se había creado entre ellas. Sin necesidad de discutirlo (“a buen entendedor, pocas palabras bastan”), entendieron que era momento de hacer un mutis y desear a todo el mundo una “Feliz Navidad”. Así lo hicieron. Se despidieron sin mucho ruido y retomaron sus respectivos rumbos, dejando a las chicas con sus sensaciones a flor de piel E: Quizás sería mejor que regresáramos al Central ya, se nos ha ido el tiempo volando... (sin saber exactamente hacia donde mirar) M: Estoy de acuerdo. Podríamos comprar unas ensaladas para llevar o algo, y ya nos las comemos más tarde... (jugando con sus manos, hasta terminar metiéndolas en los bolsillos de su cazadora) E: Vale, pues vamos... Recogieron todos los paquetes, compraron lo que se iban a llevar para comer y finalmente se encaminaron a buscar el carro, en silencio. El tráfico estaba un chin pesado y las luces de la ciudad empezaban a centellear. Parecía que medio Madrid había tenido la misma idea que ellas, porque las aceras rebozaban de personas caminando, y en cada intersección las filas de peatones cruzando les parecían interminables como si los periodos entre cambio de luces fuese infinitamente largos. Todo esto ocurría allá afuera, mientras en el carro Maca conducía hasta que finalmente llegaron al hospital, en silencio

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Al llegar a recepción para firmar su re-entrada, apenas cruzaron un par de palabras que sonaron más a murmullos: “Te veo luego, voy a entrar...” “Yo también, me llevo esto, te busco luego para comer...” Y “luego” fue que casi terminaron las tres horas que les faltaban por cumplir de sus jornadas sin que se hubiesen cruzado. Las ensaladas reposaban sobre el escritorio de Maca, y allí se quedaron sin que nadie las reclamara Se encontraron de nuevo al firmar para salir. Esther la miró tímida y le sonrió. Maca reaccionó a ese gesto extendiéndola su mano: “¿Nos vamos a casa?” Esther tomó su mano, asintiendo con sus ojos Llegaron a la casa, y fue como penetrar en otro mundo. Las risas de los niños, los historias de fábula de Pedrito y Patri, las monerías de Paula, Encarna dándoles la queja por los destrozos a la hora del baño: “... ¡es que piensan que eso de bañarse es como enfrascarse en la batalla de Waterloo!...” Encarna insistió en que Maca la llevara a su casa, quería levantarse temprano mañana sábado para aprovechar y terminar de preparar sus cosas ya que viajaría al pueblo para pasar la Navidad junto a sus hermanas. Como ya habían acostado a los niños, Esther quiso aprovechar para darse una ducha caliente en lo que Maca regresaba Maca entró sin mucho alboroto. Colgó su cazadora en la percha que hay en el recibidor, dejó las llaves sobre el bowl de cerámica que reservaban para ese fin, y se adentró pensativa a la sala. No vio a Esther allí y pensó que quizás estaría en el cuarto. La puerta estaba abierta así que entró sin avisar. No la encontró, pero escuchó su voz desde lejos tarareando una nana, sonrió tranquila y se metió al baño para ducharse y despabilar el desazón que sentía Al salir de la ducha la esperaba la sonrisa de Esther con su albornoz en mano: “Ven, apúrate, que prepare algo de picar, te espero abajo.” Se terminó de secar y se vistió con su pijama de pantalón y camiseta corta de manguillos. Al llegar a la sala, la esperaba Esther con una bandeja de embutidos surtidos, quesos y frutas secas, agua, dos copas de vino servidas, platillos, cubierto y servilletas para servirse, y todo dispuesto sobre la mesa de centro Empezaron a picar, conversando de todo y nada, más que nada para relajarse un poco. Cuando agotaron las tácticas de relajación, Maca se decidió a romper aquel silencio a voces M: ¿Tenemos que hablar, no es así? (Esther asentía) E: Vale, yo empiezo... (tomando aire) No sé que me pasó, cuando te vi llegar con Vero me dio como un vuelco el corazón... M: Y cuando yo vi como abrazabas a Bea, se me fue el alma a los pies... E: Ya... ¡Me siento tan tonta! (haciendo casi un puchero) M: ¡Ya somos dos! (se miraron a los ojos y sonrieron) E: ¿Por qué nos pasa esto? M: Quizás porque tenemos que trabajar un poco más sobre nuestra confianza en nosotras mismas, ¿o me equivoco?

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E: No, tienes razón. Lo que quisiera entender es de donde me viene este mal sabor al verte con Vero. Incluso ahora que está con Amanda y se nota que está feliz. Es normal y comprensible que puedan y quieran seguir siendo “amigas”, ustedes no terminaron de malas M: Igual tú con Bea, si me lo has dicho, que mantienen contacto y eso E: Sabes, nunca te he preguntado como te sientes en relación a mi amistad con Bea... M: ¿Honestamente? Pues, si pudiera escoger, creo que preferiría que no fueran amigas. Pero esa es mi parte irracional hablando, porque no debería importarme para nada. Pero pienso que quizás la asocio con el daño que te hice y mis descuidos. Ella fue quien estuvo a tu lado, apoyándote y ayudándote, la que creyó en ti, de quien pudiste haberte enamorado... E: Lo has dicho bien, pude haberme enamorado, pero no lo hice. No olvides que para ella fue fácil creer en mí, yo no la engañe con otra persona... M: Esther, yo también te engañe, y de la peor forma... E: Sí, y ahora mantienes amistad con esa otra persona, ¡no te jode! Silencio ominoso... E: Perdona, no debí... ¿Sabes qué? Me miró y siento ganas de reírme de mi misma. Lo que ya pasó, pasó, punto. No lo podemos cambiar, mejorar, eliminar,... pero tampoco me da la gana de que no me deje disfrutar de mi presente. (sacudía su cabeza) Vero, Bea, Azucena, ¡ya no importan, estuvieron pero ya no están! Lo que ellas hayan tenido o compartido con alguna de nosotras queda ahí, y nada tiene que ver con lo que tú y yo compartimos, ni antes ni ahora, eso es nuestro (hacía una pausa y continuo diciendo con firmeza) ¡Yo estoy segura de una cosa, y esa es que te quiero y te quiero conmigo! M: Y yo a ti conmigo... E: ¿Entonces... nos dejamos de chorradas...? M: Esther, necesito abrazarte y que me abraces... E: Mi amor... Las aguas desbordadas de la insensatez poco a poco fueron retomando su cauce. Se sentía la calma regresando a ese espacio habitado por sus laberintos íntimos. Necesitaban sentirse, transmitirse esa fuerza que les daba paz y seguridad, ilusión y gozo, esperanza. El lugar del encuentro fueron sus cuerpos; su misión, amarse, sencillamente

Noche Buena, Navidad, Noche Vieja, Año Nuevo, Día de Reyes, una tras otra fueron sucediéndose las festividades del periodo navideño. Algunas en Jerez con los Yay@s Wilson, otros en Madrid con Yaya Encarna y los amigos, el caso es que en medio de tanto revuelo y excitación, las chicas guardaron en un rinconcito de sus espíritus lo que habían sentido a raíz del encuentro con Bea y Vero Se sentían bien y tranquilas luego de su conversación, aún así cada una pensaba que era algo de lo que debían hablar con Gerardo en su próxima sesión. Lo conversaron entre ellas y estuvieron de acuerdo. Entendieron que no era necesario molestar a Gerardo durante las fiestas, así que esperaron hasta ya entrado enero para verle

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Después de un caótico día en Urgencias, salieron con los minutos exactos para llegar a tiempo a la consulta. Gerardo las recibió con mucho cariño, estaba feliz de verles y ellas a él Gerardo: ¡Pero bueno, hay que ver que guapas que están, adelante! E: ¡Feliz Año Nuevo Gerardo! M: ¡Hola Gerardo, muchas felicidades! (le entregaba un paquete bellamente decorado que contenía una botella de coñac Wilson Reserva Especial) Para ti Gerardo: ¡Vaya, un Wilson Reserva, joder! ¡Muchas gracias chicas! E: ¡No, gracias a ti, que lo disfrutes! Y bien, cuéntanos un poquito, ¿cómo las pasaron? Gerardo: ¡La pasamos increíbles! En Noche Vieja después de atragantarnos las uvas en casa de mis suegros, la seguimos de marcha con Carlos, Meche y otros amigos, y no paramos hasta ver salir el sol y darnos un atracón de churros con chocolate. ¿Y ustedes, qué tal la pasaron? M: ¡La verdad que muy bien, como hace bastante que no lo hacíamos diría yo! E: ¡Sí!, las fiestas estuvieron divinas, los niños estuvieron más trastos que nunca con sus regalos, las visitas con los yayos, los tíos y los primos. El año lo despedimos acá y nos partimos con Pedrito y Patri cantando y bailando como los de Calle 13. La abuela estaba escandalizada pero por poco se los come a besos Gerardo: ¿Y no sintieron los efectos de las nostalgias navideñas esas que dejan a la gente deprimida y haciendo el brindis del bohemio cuando dan las doce campanadas en Noche Vieja...? Las chicas se miraron instintivamente ante ese comentario M: De esas no tuvimos, pero sí nos paso algo “interesante” que nos gustaría compartirlo contigo... E: Días antes de Noche Buena estábamos en un mall terminando unas compras, y nos encontramos con Bea y con Vero y su pareja Amanda... Gerardo: Bien, ¿y cómo les fue...? M: No sé, fue un poco raro. Por un lado no me gusto mucho encontrar a Esther con Bea, aunque me sentí ridícula de reaccionar así Gerardo: ¿Y tú, Esther? (que se mantenía callada y pensativa observando a Maca) E: Yo... yo me bloquee un poco... Gerardo: ¿Hablaron de cómo se sintieron? M: ¡Sí! Y nos dimos cuenta que reaccionamos así no por celos de Bea o Vero, sino por nuestros remordimientos... Gerardo: A ver, explíquenme eso E: Supongo que verlas nos hizo recordar las estupideces de ambas que nos hicieron alejarnos hasta el punto de enredarnos con otras personas, a pesar del sufrimiento que le causábamos a la otra... Gerardo: Maca, ¿estás de acuerdo con lo que dice Esther? M: Fundamentalmente, sí Gerardo: ¿Y cómo se sienten ahora, me refiero si todavía creen que pueden volver a cometer esas estupideces...? Las dos se miraron sin saber exactamente que responder Gerardo: Yo tengo un nombre para lo que creo que les pasa. Lo llamo el síndrome de “me dedique a perderte”. Tiene que ver con las culpas o las recriminaciones que se

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hacen a ustedes mismas por haberse fallado. El nombre se me ocurrió un día que escuché a Alejandro Fernández cantar una canción que lleva el mismo título, ¿la han escuchado? (ambas negaban con la cabeza). Creo que tengo copia de un video de Alejandro cantándola a dúo con Amaia Montero. Me resulta fascinante la de cosas reveladoras que pueden esconder estas canciones pop sobre nuestras verdades ocultas y oscuras. Me gustaría que la escucharan con detenimiento y luego me cuentan, ¿vale? Buscaba el video en su iPod que tenía conectado a un plasma, y le dio al “Play” [Me dedique a perderte (Alejandro Fernandez y Amaia Montero).avi] PLAY A medida que avanzaba la canción, las miradas de ambas se perdían por algún rincón de sus almas. Sus ojos apenas pestañaban. Y las lágrimas empezaron a aparecer y a rodar como gotas de lluvia en un aguacero que se desata de pronto. Sus manos se buscaron por instinto y se estrecharon Cuando la canción terminó, regresaron de donde se habían ido, y buscaron sus ojos para no sentirse solas. No hablaban, pero no hacía falta, ellas habían entendido Gerardo las miraba desde un segundo plano. Luego de unos largos segundos, retomó la conversación Gerardo: Creo que captaron la “moraleja”... (ambas asintieron aún llorando) Chicas, tienen que perdonarse y aceptarse, de otro modo el temor a fallar las puede vencer cuando menos se lo imaginen. ¿Lo han comprendido, verdad? (asentían nuevamente) Es así de simple. Las dejo solas, ¿vale? (y salió hacia la otra habitación de la consulta) E:... Lo más que me duele a mi en la vida es hacerte daño, y te he hecho tanto... M:... Gerardo tiene razón, si no nos perdonamos a nosotras mismas, si no nos creemos merecedoras del amor de la otra, jamás podremos hacernos completamente felices... E:... y hacerte feliz es mi mayor anhelo... M:... y el mío... E: ¿Entonces...? M: ¡Ya está! ¿Nos vamos? Salieron de allí sintiendo una seguridad que hasta ahora les faltaba. Sus rostros sonreían, sus brazos se abrigaban, pero sobretodo sus corazones latían con un renovado ritmo Si hasta ese momento habían sentido una pasión y una ternura renovadas, esa noche cuando sus almas se citaron en sus cuerpos para amarse, descubrieron pasadizos y altares aún más rebosantes de luz y magia que todos los antes vividos. Sintieron algo realmente maravilloso. Descubrieron la verdadera grandeza del perdón

“Maca, por favor cielo, ¿traes la gorra de Pedrito que está en la percha de su armario cuando bajes...?” Ese soleado domingo de primavera la familia García y Wilson llevaban como destino el nuevo acuario. Su misión: conocer a los dos nuevos delfincitos que habían nacido en cautiverio. Está de sobra decir que la noche anterior por poco se convierte en una “vigilia” por parte de Pedrito y Patri, por suerte el fervor se les agotó cerca de las diez y media

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Maca bajaba con la gorra de Pedrito colgada de unas de las trabillas del vaquero y con Paula en brazos. Esther y los chicos les esperaban sentados en la nueva adquisición de la familia: una Baby Rover color roja, pequeña pero robusta, con la capacidad suficiente para apoyar todas sus aventuras familiares. Por cierto, la Baby Rover fue la causante de la primera “negociación familiar seria” desde su reconciliación El carro de Esther ya estaba francamente de cambiar y ella estaba consciente, pero con los apuros y el sorteo de prioridades luego de la separación, la verdad es que el asunto había pasado a un quinto plano. Pero, las cosas a veces se acomodan solas en la agenda, y así, dos semanas antes de la excursión “acuarística”, les tocaba ¡la última! consulta con Gerardo y se fueron en el carro de Esther. Por suerte, ese martes ambas libraban así que pensaron en comer algo por ahí antes y luego dar un paseo andando para disfrutar el buen tiempo que hacía. Tapearon en una pequeña tasca que conocían desde antes de nacer Pedrito, disfrutando de su mutua compañía, la música que sonaba por los altoparlantes de Ketama, Ismael Serrano, Auté, los manjares de la tasca, la mera oportunidad de un rato a solas La tasca queda muy cerca de El Retiro y hacía allá dirigieron sus pasos. Estuvieron paseando un buen rato hasta que decidieron ir por el carro para darse suficiente tiempo para llegar a su cita con Gerardo. Una vez se acomodaron y abrocharon sus cinturones, sucedió lo inevitable: E: ¡Ayyy, otra vez! (el carro apenas hacía un leve amague de querer arrancar) ¡No, sí no sé ni para que cuelgan los mecánicos sus certificados en los talleres, si es que ni con certificados podemos confiar en que acierten a dar con la solución de nada, uff! ¡Dos veces por lo mismo, dos veces, no si ya te digo, éste me va a oír la próxima vez! Maca la mirada sin decir palabra, tratando de pensar en como ayudar sin parecer impositiva, al fin y al cabo, es el carro de Esther M: Cariño, ¿qué dices que le arreglaron al carro? E: Algún cable que conecta con la batería,... ¡qué sé yo! El asunto es que ya es la segunda vez, ¡y la segunda batería! Por suerte que la garantía la cubría completa, porque si no, ¡¡te aseguro que quien se iba a quedar pie iba a ser otro, no yo!! Maca sonreía para si sin que Esther la notara, no lo podía evitar, a ella siempre le ha encantado la Esther-Sargento M: Voy a echarle un vistazo, dale a la palanca de enganche, igual se le ha aflojado un cable y no está habiendo buen contacto Esther actuó la palanca y Maca levantó el capo para mirar. Esther también bajaba del carro y se quedaba a su lado M: A ver, voy a mover un poco los cables. Sube al carro y trata de arrancar Así lo hizo, pero nada, estuvieron un rato tratando varias alternativas pero parece que el problema de cables de batería podría ser algo más complicado. Con cara de poquísimos amigos, Esther llamó al seguro para que la remitieran a asistencia en carretera. El conductor de la grúa llegó, y luego de varios otros intentos fallidos, optaron por

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enganchar el carro para remolcarlo hasta el taller más cercano. Una vez allí, les explicaron que el carro lucía tener el alternador averiado, pero que por la hora no lo pondrían tener listo hasta el próximo día en la tarde. Esther trepaba paredes, así que Maca discretamente se encargo de ultimar detalles con el mecánico Salieron a la calle para buscar un taxi. Con todo el jaleo, ya se les había echado encima la hora de la sesión. En el trayecto, Maca notaba como Esther resoplaba de la rabia y la impotencia. Acercó su mano para acariciar la suya, gesto que le agradeció con una sonrisa resignada M: Quizás podríamos considerar cambiar el carro, éste lo tienes desde antes de casarnos y la verdad que parece que ya a dado su servicio y en lo venidero no va a parar de dar problemas... E: Sí, lo he pensado, pero cambiar el carro ahora me resulta complicado. Asumir una cuenta nueva con la economía como está, y ya pronto Paula comenzará a ir también a la guardería, no se M: Pero Esther, nos sentamos, vemos los números y seguro que por algún sitio encontramos por donde ajustarnos. Lo que no parece una alternativa es que sigas aguantando los apuros de un carro que continuamente te deja a pie E: Bueno, en eso te doy la razón, ahora que hemos podido consolidar algunas cuentas, es posible que nos alcance para un compacto M:... Yo estaba pensando más bien en una todoterreno... (decía bajito, casi en un murmullo) ¡No me mires así, tenemos un familión! E: No, si la razón la tienes, en cuanto a que somos un familión, pero en cuanto a endeudarnos con una todoterreno... A ver, ¿en cuál estabas pensando? (temiendo que le saldría con uno de sus pijerios) M: Bueno, el otro día vi el anuncio de las Rover nuevas, y me perecieron justo lo que nos pudiera servir... E: ¡¡¡ Una Rover, pero te estás escuchando!!! M: Esther, en nuestra finca en Jerez tenemos una y te digo, son un caballo de trabajo, créeme E: Si no lo dudo, pero... Cortó su comentario ahí cuando el taxi se detuvo frente al edificio de la oficina de Gerardo. Antes de bajarse del taxi y mientras le pagaban el importe al taxista: E: Mejor dejamos este tema para otro momento (y empezó a caminar sin exactamente esperar por Maca)

Gerardo: ¡Buenas tardes, adelante chicas! ¿Cómo se encuentran hoy? E: Hola Gerardo... (fue todo su saludo, y pasó rápido a dejar su bolso y sentarse) M: Hola Gerardo. (y le daba un par de besos, mientras le decía bajito) No le tomes en cuenta su humor, que se nos acaba de averiar el carro y viene cabreada... Gerardo: ¿Desean café o un té? El café está recién hecho M: Te acepto el café de mil amores. Esther, cariño ¿deseas algo? E: Si tienes una tila creo que me sentará bien, gracias Gerardo (le dedicó una sonrisa ya más relajada) Gerardo: ¿Y cuál fue el problema con el carro? (les hablaba desde la cocinita mientras prepara los café y la tila)

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M: Parece que el alternador E: ¡Ya, pero es que cuando no es una cosa, es otra, me tiene harta! Llegando con todo en una bandeja: Gerardo: Ya será menos, mujer, quizás está pidiendo que lo reemplacen M: De eso precisamente veníamos hablando en el taxi, que deberíamos verlo por el lado positivo y... E: ¡Y endeudarnos con una Rover! Gerardo miró a Maca que le hacía un gesto como de “tema sensible”, y luego a Esther, que había vuelto a bajar la vista, esta vez hacia su tila Gerardo: ¿Quieren hablar de eso? Ambas se miraron, y al unísono contestaron: “Sí” E: Yo sé que te bromeo con lo de “pija”, pero la verdad del caso es que estás habituada a unas comodidades un poco glamorosas... a veces, y yo no logro equipararme a esos estándares, ni creo que quiera... M: ¿Pero quién habla de que alguien aquí tenga que equipararse a nada? Cada una trae consigo lo suyo a esta relación, el punto es armonizar los gustos y criterios... E:... y buscar un balance, ¡ya lo sé! Pero nuestros “gustos y criterios” no pesan igual al momento de tomar decisiones M: No estoy de acuerdo. La casa, por ejemplo, la compramos al gusto de las dos... E:... aunque se salía bastante de nuestro presupuesto... M: Ya, pero eso lo pudimos resolver liquidando unos activos que Papá tenía a mi nombre para reducir el monto de la hipoteca E: ¡Exacto, los activos de Papá! (un tanto irónica, un tanto triste) M: No Esther, te corrijo, son “mis” activos por que me corresponden por herencia. (haciendo una pausa) Mira, yo ni voy a renegar ni voy a renunciar a lo que soy y tengo. Eso es parte de mi circunstancia, la que tú conociste de mí desde el principio. Como también lo es mi educación, mis viajes, mis “encopetados” conocidos, mis valores personales, mis sueños que he querido compartir contigo. Y si yo decido poner lo que es “mío” a la disposición de la felicidad y la seguridad de los seres que más amo, o sea ustedes, y eso te parece cuestionable, pues ¡lo siento! Esther se mantenía cabizbaja ante la exposición acalorada y emotiva de Maca E:... no me parece cuestionable, al contrario. A veces quisiera tener más para más darles... M: ¿Más de lo que nos das? ¡Imposible! Cariño, sin tu inmensa capacidad para acarrear todas las cosas que se nos vinieron encima, no hubiéramos logrado salir a flote. ¡Yo lo que tengo de pija lo tengo de desastre, y lo sabes! (ambas sonrieron tímidamente ante el comentario) De todos mis “activos”, haberte conocido es mi activo más valioso. Tu sabiduría, adquirida a fuerza de estrecheces, y tu inmenso corazón me hacen ponderar mis excesos frívolos para hacer de mí una mejor mamá, una mejor compañera de trabajo, una mejor persona para entregarte mi amor (tomaba su mano y depositaba en ella un beso) E: ¡Te amo!

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M: ¡Te amo! E: Aunque estuvieras arruinada... M: Aunque procuraré que eso nunca pase... E: ¡Pija! M: ¡Pija y borde!, ¿pero así te gusto, no? E: ¡Mucho! M: Entonces, ¿vemos las Rover? E: Entonces,... ¡ya veremos que es lo que mejor nos conviene! (le lanzaba un beso al aire, arqueando la cejas) Gerardo las miraba complacido. Estaba convencido de que las chicas estaban listas y preparadas para continuar afrontando sus altibajos sin su ayuda. Era un gusto verlas tan compenetradas, ¡y un alivio, como no! Por más que sea, nadie se acostumbra jamás a los desastres y tragedias que las parejas traen a estas consultas, pero el haber trabajado con ellas le llenaba de satisfacción y esperanza. Han pasado tanto y han logrado que sus sentimientos no sucumbieran ante los embates de las circunstancias, que merecen poder disfrutar de sus logros Gerardo: Bueno, creo que hemos terminado. Luego de esta última sesión, siento que mi trabajo con ustedes ha concluido. Cuando una pareja logra armonizar su amor apasionado con el árido tema financiero, y aún declararse que se aman, ¡está lista para lo que sea! ¡Ha sido un verdadero placer tenerlas de clientes! E: Gerardo, disculpa mi mal humor de antes, y muchas gracias por tu ayuda. Desde afuera parece fácil, pero sin tu intervención, dudo que hubiéramos podido llegar al meollo de nuestros conflictos M: Yo también te quiero agradecer tu paciencia y tu buena voluntad para con nosotras. Cuando llegamos el primer día, ¿recuerdas? (mirando a Esther) No teníamos ni la más remota idea de que esperar de estas sesiones. Ahora comprendo que la clave está en luchar por lo que se quiere, un poquito cada día, todos los días Gerardo: Tienen mi número, así que si sienten que necesitarán contactarme para lo que sea, no duden. Igual espero que me llamen para tomarnos unas cañas cuando quieran, ¡que todo no pueden ser penas y tragedias, ¿vale?! Ambas: ¡Vale!

Los niños ya están dormidos, la cocina recogida y la casa en silencio. En el baño de su habitación, específicamente en la bañera repleta de espuma y rodeada de velitas aromáticas encendidas, retozan las chicas luego de un largo y cargado día. Maca rodea con sus brazos y piernas a Esther, quien reposa su espalda contra su pecho, mientras saborean una copa de cava E: La semana que viene es nuestro aniversario... (Maca la miró un poco extrañada porque su aniversario de bodas no caiga para esas fechas) E: Dentro de unos días se cumplen seis meses desde que retomamos nuestra relación... (y Maca calculó mentalmente el tiempo desde que volvieron a estar juntas la noche que pintó el graffiti) M: ¡Tienes razón! ¿Habrá que celebrarlo, supongo? E: ¿Qué te gustaría hacer? M: Hace tiempo que no vamos a la casa de la sierra tú y yo, solas. ¿Te gustaría? E: ¡Me encantaría!

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M: Entonces, mi bella dama, tenemos una cita... (Esther le contestó con una sonrisa hermosa y chocaron sus copas en son de brindis) E: Me siento fuerte y segura de nosotras. Pero sobretodo, ¡me siento enamorada de ti hasta las trancas! (y le daba un beso rápido y sensual, sin despegar sus ojos de los suyos) M: ¡Yo no sé como lo haces, pero siempre me puedes! E: ¡Una que vale! (recibía un mordisco en el cuello) M: ¿Te puedo preguntar algo? E: ¡Claro, siempre! ¿Qué es mi amor? M: ¿Vamos a ver las Rover, verdad? Y empezaron una batalla de aguadillas que fue ganando intensidad hasta convertirse en maremoto. Y de la bañera terminaron en la cama, intercambiando todo tipo de tácticas de guerra, queriendo dominar el campo de la adversaria, pero a la vez queriendo ser dominadas. Gritos, gemidos, cantos de sirenas lujuriosos, colmaron los espacios de su habitación como su pasión colmó sus cuerpos y almas, ¡divina dualidad! Al final, cuatro piernas y cuatros brazos entrecruzados dibujaron el desenlace. Y así yacieron, hasta que las encontró el alba...

Lunes, guardia de noche en el Central. En la cafetería, Esther y Teresa tomaban un receso luego de entrar un tráfico con varios heridos, dos que requirieron cirugía... y, como no, a Esther. Esther preparó dos cafés y los llevaba a la mesa T: ¿Como van los preparativos para el finde con Maca... ya lo tendrás todo listo, mira que ya hoy es... (miraba su reloj para confirmar la hora), ¡martes!...? E: ¡Pues no sé Teresa, no sé si van! (cara de circunstancia) T: ¡Pues deberías saber! Si no te espabilas... E: ¡Ayyyy! ¡No me agobies que estoy de un estrés! Aún no sé con quién vamos a dejar los niños... T: Bueno, la verdad que conseguir cuido para tres niños pequeños durante casi tres días no está sencillo E: ¡Exacto! Con mamá la verdad es que no, porque una cosa es por unas horas los tres, o alguno por par de días, ¡pero los tres, tres días, como que no era...! ¡Se nos muere! T: ¡Tampoco es para que exageres! (persignándose) ¿Oye, y Claudia y Aimé, ellos son locos con los niños...? E: ¡Ya, pero con el escaso tiempo que tienen para estar juntos, no es como para endosarles a los niños tampoco! T: ¡Pues tienes razón, sí! (alargando ese “sí”) E: ¡Bueno, seguro que algo se nos ocurrirá, que sino lo suspendemos para otro momento, que no pasa nada, digo yo... (sonando cada vez más triste y frustrada) T: ¡Anda, no te desanimes! ¡Venga, vamos a currar un poco, a ver si así nos fluyen las ideas! E: ¡Venga, vamos! ¡Que seguro que así nos fluyen, jaja! La situación no pintaba nada fácil en verdad. Sus tres granujas eran sus más grandes ilusiones en la vida, y eso significaba sacrificar a veces (¡en realidad, a menudo!) ciertas actividades “estrictamente” de pareja. Cabía la posibilidad de irse todos a la sierra, que aunque de seguro lo disfrutarían un montón, derrotaba el propósito de una escapada a solas. Las ideas no parecían venir al rescate de Esther y su ansiedad crecía por

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segundos, así que pensó que mejor se concentraba en el trabajo, al menos eso le daría la satisfacción de que algo sí le saliera bien... A dos pasillos de distancia, alguien ultimaba detalles por teléfono, mientras tanto...

El jueves las chicas coincidían en sus turnos. Esther buscaba a Maca, y la encontró en el gabinete de los médicos, leyendo medio recostada en el sofá... E: ¡Hola cariño! ¿Un café? (Maca asintió con la cabeza y le tiró un beso) Maca continuaba ensimismada en su lectura cuando Esther se sentó a su lado, le acercó su taza mientras le quitaba la revista y colocaba su brazo libre (el de Maca) alrededor de sus hombros (los de Esther). Es un gesto mimoso, se acomodó sobre ella y suspiró M: ¿Necesitas mimitos? E: ¡Aja! M: ¿Qué te pasa, me quieres contar? E: Pues, que he estado pensando que, aunque me hace mucha ilusión que nos pudiéramos ir solitas a la sierra, la verdad es que no hemos tenido tiempo suficiente para organizarlo todo y... (Maca la interrumpió) M: ¿... y que hay que organizar? E: Pues, ¡todo Maca! ¡Quién se queda con los niños, terminar de cuadrar nuestras guardias, porque te recuerdo que aún te toca trabajar este domingo,... que sé yo, TODO! (empezando a hiperventilar) M: A ver Esther, ¡respira!... con calma... muy bien. ¿Mejor? (Esther asiente) Mira, se supone que es una sorpresa, pero para que estés tranquila, te adelanto que todo está listo y arreglado, incluyendo mi guardia del domingo, ¿vale? E: (ojos como platos y mandíbula desencajada) M: ¿Nos podemos tomar ese café ahora?

El viernes llegó sin penas ni glorias, y sin saber que se tramaba Maca... Se supone que a la mañana próxima saldrían hacia la sierra, pero ni idea... Tuvieron guardia juntas y al salir se encontraron para firmar M: Cariño, tengo algo que hacer, te veo en casa en un rato... (beso y salir corriendo, ante la cara asombrada de Esther) T: ¡Vayas prisas! E: ¡Me tiene en ascuas! Me voy, vaya a saber que se trae ésta entre manos, ¡hasta el lunes Teresa! T: (bajito y maliciosa) ¡Sí, claro, hasta el lunes! Camino a casa, recogió la ropa en la tintorería, y luego pasó por el mercado para comprar leche, frutas, pan y alguna sorpresita para los niños. Al acercarse a la casa se percató de un carro que reconoció estacionado frente al lote del chalet, y sonrió E: ¡Vaya, buenas noches familia! Y como no, Encarna, Pedro y Rosario se acercaron a saludar a la recién llegada

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E: Déjenme adivinar... ¡Maca! Y la mentada que venía por el pasillo con Paula en brazos, y perseguida por Patri y Pedrito. Ya con todos acomodados entre el sofá, las butacas y la alfombra de la sala... Rosario: Maca nos llamó y nos hablo de vuestros planes de celebrar su aniversario, y nos ha parecido la excusa perfecta para tener a los chicos enteramente para nosotros todo un fin de semana. ¡Ideal!, ¿no? E: ¡Ya te digo Rosario! (entendiendo la alegría de sus suegros, y expresándole su agradecimiento a Maca con una enorme sonrisa) Pedro: ¡Y digo yo!, ¿qué tal si cenamos que hace hambre? Pedro y Encarna se habían encargado de la cena esa noche: puré de vegetales frescos sazonado con especias y cilantro para empezar, creación de Encarna, y pasta (penne) primavera y filetes de dorado marinados cocidos a la parrilla y adornados con alcaparra y hojas de albahaca fresca, todo “a la Don Pedro” La cena fue una delicia de bromas y actualizaciones de Madrid y Jerez. Cuando estuvieron satisfechos, pasaron al café y el coñac, en la misma onda. Pedro y Rosario se retiraban acto seguido, esa noche pernoctarían en el apartamento de Jero, pero Encarna se quedaba en la casa de las chicas. Ellas partirían a la mañana siguiente, como planificado, hacia la sierra...

De camino a la sierra... E: Maca, tengo que reconocer que me has sorprendido una vez más... (la sonrisa no se borraba de su expresión esa mañana) M: Bueno, ¡yo pensé!, nosotras queremos estar solas un par de días, los abuelos siempre andan buscando como “secuestrar” a nuestros hijos para tenerlos como a ellos le dé la gana, así que me sonó lógico unir ambas cosas..., “el hambre y las ganas de comer...” ¡Ah!, y no te he dicho la mejor parte: las dos libramos el lunes, así que nuestro “finde” es en realidad un puente. ¿Qué te parece? E:... ¡Qué no te he dado las gracias como mereces, guapa!... (y aprovechando que iban en un tramo recto del expreso (la autovía), atrapó su rostro para plantarle un beso, breve pero no lo suficiente como para no dejarla casi jadeante...) En breve, tomaban la salida hacia la ruta que llevaba hasta el pueblito donde tenían su casa en la sierra. Cuando faltarían unos cinco minutos para llegar, Maca detuvo el carro a la orilla del camino y le pidió a Esther que le dejara cubrir sus ojos con una venda. Una vez llegaron, aparcaron el carro en la entrada del garaje. Maca ayudó a Esther a bajarse del carro y la condujo hasta la entrada principal E: ¡Tanto misterio Maca! M: ¡Ya vas a ver! Una vez adentro, Maca removió la venda de los ojos de Esther...

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E: ¿Pero que es esto?... ¡Maca! (girándose hacia ella con expresión de asombro y felicidad) La cabaña que se presentaba ante sus ojos era una imagen transformada a la que recordaba. Su recuerdo era la de una cabaña relativamente pequeña a dos niveles, con salita-comedor, cocina y medio baño en el primer nivel; dos baños y tres habitaciones en le segundo nivel: la habitación más grande con su baño y una diminuta terracita, y dos habitaciones más pequeñas, iluminadas por ventanales enormes La imagen que tenía ante sus ojos mostraba una estructura de techo que le parecía altísimo y espacios abiertos, con funciones sugeridas por sus elementos de decoración (mesa grande y sillas = comedor; sofá, dos butacas, cojines = salita; isla con cocina y horno de gas, fregadero, gabinetes, campana de techo, frigorífico al margen = cocina) La escalera al segundo nivel seguía estando donde la recordaba, excepto que ahora ésta se elevaba adentrándose a un volumen que parecía estar suspendido. Las habitaciones ahora comunican al volumen inferior a través de pequeñas antesalas abiertas, separadas del espacio ocupado por camas y armarios por puertas corredizas de vidrio grueso y opaco. El baño del pasillo lucía mucho más simple y cómodo, al haberse sustituido la bañera por una ducha con hidromasajes encerrada en una urna de cristal La gran revelación fue el cuarto principal. La pequeña puerta que comunicaba a la terracita fue sustituida por una gran puerta corrediza de cristal. Igualmente, el techo inclinado de madera ahora era un enorme tragaluz. Ambas, la puerta de cristal y el tragaluz, eran de tonalidades azulosas. En el baño, la bañera dio paso a un espacioso jacuzzi, y un armario adjunto cedió su lugar a otra ducha con hidromasajes aislada por paredes de cristal. También, grandes ventanales y nuevos tragaluces se encargaban de inundar de luz el lugar La “nueva” cabaña era como tantas veces la pensaron juntas abrazadas frente al calor de los maderos ardiendo en la chimenea Regresando del recorrido y recuperándose de su asombro... E: ¡Mi amor, es hermoso! ¡Tal y como siempre lo imaginamos! Pero, ¿cómo, cuando ocurrió esta transformación? M: Cuando nos separamos y durante el tiempo que estuve con Vero, comisioné los cambios a un grupo de artesanos locales. Necesitaba un lugar que pudiera sentir sólo mío pero que a la vez me conectara con ese pasado del cual tú formabas parte. Nunca traje a Vero aquí, y de hecho tampoco a los niños. Ha sido mi refugio, mi lugar secreto donde podía estar contigo... Esther la rodeo con sus brazos y la besó con la misma ilusión y la misma vehemencia que Maca había puesto en esas palabras. Flotaron en ese beso abrazadas hasta que sus pulmones reclamaron aire. Lentamente se fueron separando, pero sólo lo necesario porque aún querían respirar sus alientos E: Pues ahora estoy aquí, contigo... (juntando sus frentes y agarrando sus manos que colgaban estiradas a sus costados) Cuando pienso en todos los momentos felices que

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hemos compartido, hay uno que inconfundiblemente recreo en mis sentidos una y otra vez... la primera vez que estuvimos aquí, ¿lo recuerdas? M:... ¡Cómo olvidarlo! Vinimos en la moto, prácticamente con lo puesto, y las dos temblábamos como flanes... E: Fue mi primera vez... realmente la primera que sentí el amor fluyendo desde mi cuerpo hacia el de alguien más... Nunca nadie me había brindado tanto, me había enloquecido tanto, me había hecho acariciar la vida como tú... M: Lo que tengo y lo que soy,... es por ti y para ti... Guardaron silencio para dejarse acariciar simplemente por sus miradas E: Vamos a bajar las cosas del carro y acomodarlas. ¿Te apetece que pasemos al abasto de Doña Blanca por algunas provisiones? Podríamos aprovechar y comer en la posada de Don Fermín... M: Buena idea, vamos Dicho y hecho. El balance perfecto entre una brisa fresca y un sol tibio invitaba a pasear sin prisas. Decidieron que comerían primero, luego darían un paseo hasta los rápidos atrechando por el camino de los pinos, y al final comprarían lo que necesitaran de regreso a la cabaña Un día perfecto, sin una nube de tormenta en cielo que pudiera empañar la magia. Todo el tiempo iban agarradas de la mano, abrazadas por la cintura, jugueteando con sus manos, hurtando un beso a cambio de una sonrisa Ya caía el sol cuando emprendieron su camino de regreso. En el trayecto, Esther había recogido unas flores silvestres y tan pronto entraron a la cabaña fue a ponerlas en agua para que perfumaran el salón. Maca sacó dos cervezas heladas del refrigerador, cortó un poco de jamón y lo llevó todo a la terraza para reposar del paseo. Acomodadas sobre una de las tumbonas enormes, Esther de espalda entre las piernas de Maca, escuchaban los sonidos que cargaba el viento: el aleteo de pájaros en vuelo, hojas meciéndose en la copa de los árboles, sus respiraciones pausadas... M: ¡Me encanta el sonido de este silencio! E: Y a mí el de tu voz, incluso cuando callas... (Maca la estrecho más fuerte) M: Esta semana te noté realmente estresada, cariño, y creo que tengo el remedio perfecto para remediarlo: ¡primero, un bañito calientito y luego un buen masaje corporal con aceites del Mar Rojo, te voy a dejar irreconocible! E: ¡Vaya! ¿Y desde cuando presumes tú de tus dotes de profesional de spa...? M: ¡No te burles, que todavía te quedas sin tu ración! Empecé a practicar algunas técnicas con los niños, así los ayudaba a relajarse cuando tenían un día inquieto (¡que eso es prácticamente casi todos los días!) Luego, empecé a estudiar masajes para compartirlos con la pareja, solo que estaba esperando el momento idóneo para demostrarte lo que he aprendido E: Pues a mí el momento me parece idóneo... (y se levantó agarrando sus manos para halarla y que se pusiera de pie; la miró con la tentación dibujada en sus ojos y su voz enronquecida) Maca la siguió, tratando de alcanzarla pero Esther la esquivaba hábilmente. En el camino, Esther fue dejando un rastro de señas: las botas, las medias, el suéter, el

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vaquero... Maca la seguía con la mirada, extasiada. Al llegar al cuarto, Esther se había terminado de despojar de sus prendas y estaba ahora envuelta en una toalla. Miraba a Maca desnudarse, y en sus ojos ardía el deseo de perderse en el paraíso de su cuerpo. Maca se le acercó y le susurró al oído: “vamos a la ducha”. La tomó de la mano para invitarla a entrar, pero antes abrió la llave para dejar correr el agua hasta alcanzar la temperatura deseada. Esther la abrazaba por la espalda Maca tomó la ducha de mano y las mojaba a ambas, dejando besos superficiales e insinuantes por todos sitios. Esther se hizo del gel y empapó la esponja para empezar a cubrir de espuma sus cuerpos, aprovechando cualquier descuido de Maca para atrapar sus labios, su cuello, sus pechos con su boca. Maca se encargo de aplicar el shampoo a sus cabellos hasta dejarlos limpios y sedosos. Una vez sus cuerpos estuvieron limpios y libres de toda espuma, Maca colocó la ducha de mano devuelta en su soporte, y cerró el agua. Dieron un paso al frente hasta tocarse de cuerpo entero, y sucumbieron al impulso de saborear el néctar que goteaba de sus pieles ardientes. Por un momento, fueron solo bocas y manos abarcando el universo Pero a medida que el vaho caliente se fue disipando, la humedad sobre sus cuerpos al desnudo las hizo tiritar. Salieron de la ducha, se secaron mutuamente y se vistieron con sus albornoces. Maca echó loción humectante en sus manos y le murmuró a Esther al oído: “date la vuelta”. Ahora ambas quedaban de cara al espejo. Colocada detrás de Esther, Maca le abrió su albornoz y lo dejo deslizarse hasta su cintura. Comenzó a frotar la loción en sus manos por los hombros, la espalda, los pechos, el abdomen de Esther. Esther podía ver sus imágenes reflejadas en el espejo, los gestos de lujuria de Maca al acariciarla, los suyos al sentirse idolatrada. Maca la despojó completamente de su vestimenta, y continuó su labor por muslos, piernas, tobillos, pies... Esther trataba de acariciarla también extendiendo sus brazos hacia atrás para palparla. El silencio se fue llenando de gemidos cada vez más feroces. Maca abrió su propio albornoz y comenzó a frotar su cuerpo contra el de Esther buscando embadurnarse también con aquella loción mágica que las estaba embrujando y poder saciar así el deseo que empezaba a consumirlas Con un movimiento imperceptible, disminuyo su avancé y logró hacer que Esther la siguiera hasta la cama. “Túmbate boca abajo, tu sesión de masajes apenas comienza...” Equipada con pomos de aceites de almendra y miel, se sentó a horcajadas sobre las nalgas de Esther, y cubrió con éstos toda su espalda, brazos, hombros y cuello. Sus dedos empezaron entonces a masajear con movimientos circulares, ascendentes y descendentes por todos los resquicios musculares que presentaban resistencia a relajarse. Maca se giró en el mismo sitio, y repitió el protocolo sobre muslos, pantorrillas y pies Concluida su labor, hizo que Esther se girará para quedar de frente. Esther desprendía una sensación tal de paz y levedad en su rostro, que provocó en Maca el deseo de besar sus labios entreabiertos. Un beso que dio paso a un mordisco, a mil caricias desenfrenadas, a sumergirse en sus adentros para beber lo único que les podía aplacar su sed... Y bebieron hasta embriagarse y caer borrachas de tanto placer. Sus cuerpos cayeron rendidos cual dos naufragas sobre la arena

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Despertaron de su letargo con hambre. Maca bajó a la cocina y preparó algo de picar, regresando a la habitación con una bandeja con uvas, fresas, jamón y queso en una mano, y una botella de vino blanco con dos copas en la otra. Comieron, bebieron, rieron, lloraron, retozaron, y a medida que sintieron que sus fuerzas regresaban a sus cuerpos, así también sus deseos de volverse a poseer bajo los rayos azulosos de la luna. Y cabalgaron por todos sus caminos, una y otra vez, hasta el amanecer...

Los domingos se prestan para distintas cosas dependiendo de sus protagonistas. Para las chicas, este domingo no guardaba otro propósito que el de reafirmar las razones de su vida compartida Se despertaron pasado el mediodía, cuando el sol asediaba brillante sus figuras en la cama. Esther fue la primera en desperezarse, recostada de lado admirando a su adorada tormento. Le fascinaba escuchar sus quejidos ininteligibles cuando la trataba de despertar rozando su piel con la punta de sus dedos. Pensó: “... definitivamente, el trasto más perfecto que me ha obsequiado la vida...” Se adelantó a ducharse en lo que su “trasto” despertaba De pronto Maca abrió sus ojos para encontrarse con la sonrisa tierna de Esther acariciándola. “Hola...”, acercándola hacia ella; “hola tú...” Y sin más, un beso fue su “buenos días” E: Te advierto que hoy de aquí no salimos (excepto a algún paseito cerca). Hoy serás mi reina (cautiva). Y para que veas que yo no me corto cuando se trata de presumir frente a mi reina, para empezar te he dejado todo preparado en el baño, mientras, yo voy preparando la comida. (Pico rápido y palmada en su trasero.) Maca la observó salir del cuarto abrazando a su almohada (la de Esther) y soltando un suspiro que inundó la casa. “... amo a esta mujer, yo amo a esta mujer...” Bañada, perfumada y enfundada en vaqueros y un suéter, bajó hasta la zona de la cocina. Esther cortaba ingredientes mientras buscaba más cosas en el refrigerador y el gabinete. Se escuchaba música de Ana Belén y todavía flotaba en el aire la fragancia de las flores que trajeron ayer M: ¿Qué haces? E: Una ensalada griega (espinaca fresca, aceitunas negras, cebolla, pepinos, tomates, queso feta, bañada en un aderezo de aceite de oliva, vinagre balsámico, yogurt, miel y menta fresca) y unas tiras de carne de cordero hechas a la brasa. ¿Quieres tomar vino con la comida? M: Creo que un rosado le iría bien, voy a descorchar una botella (y mientras lo hacía) ¿Tú últimamente como que estás cocinando más... saludable, no? (robaba una aceituna y se la echaba a la boca) E: Sí, estoy tratando... Desde el embarazo de Patri, cuando tuve síntomas de prediabetes, ¿te acuerdas que me tuviste que inyectar y hacer dieta? (Maca asentía masticando ahora un tomate) Pues, me preocupe bastante y ya durante el embarazo de Paula y luego de tenerla, he estado “aprendiendo a comer sano”. Ya sabes, el metabolismo comienza a ponerse más lento y lo que antes no era problema ahora

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empieza a causar molestias... Nada, que total, se come sabroso sin sacrificar la salud. Cortar en chuches, pasteles extra-azucarados, hamburguesas grasosas, me ha ayudado también a bajar el peso que gané con las dos barrigas, aunque todavía me falta un poquito... M: ¡Pues lo que te falta no lo noto, porque para mi estás preciosa! E: ¡Ya, pero a mi me gusta verme y sentirme ágil, así que te aguantas si no luzco exactamente como una maja desnuda de Goya! M: (Abrazándola por la espalda y besando su cuello) Delgadita o de nueve meses, sabes que tú siempre me pones, cariño... E: ¡Venga, a comer, que se enfría la carne! Luego de comer (y comerse a besos con la excusa de probar el bocado de la otra), dieron un paseo por las veredas que llegan de la casa al río. Soplaba una brisa fresquita, lo que invitaba a caminar abrazadas. Ya de regreso, quisieron tomar algo caliente y Maca se ofreció a preparar café. Esther aprovechó en ese momento para buscar algo al carro. Cuando regresó, Maca ya la esperaba en el sofá con las tazas de café servidas M: ¿Dónde fuiste? E: A buscar esto... Esther traía en sus manos algo envuelto en papel de traza. Se sentó junto a Maca y recostó el objeto de la mesa de centro M: ¿Y qué es? E: Ábrelo... Maca removió el papel con cuidado por no saber de que se trataba. Cuando vio lo que era, pegó un ligero grito de asombro M: Pero Esther, ¿cómo, de dónde? E: ¿Recuerdas que la última vez que estuvimos en tu antiguo apartamento te pedí que tomáramos una foto de la pintura que habías hecho en a pared? Consulté con un amigo artista de Claudia para que me diera sugerencias sobre cómo recrear la imagen, y este es el resultado... ¿Qué te parece, verdad que quedó bien? Maca estaba sin palabras. Su graffiti se había transformado en un hermoso montaje en medio mixto de fotografía (sobre tela), pintura y piedritas en relieve dando textura, todo montado en un marco de madera y metal repujado. Toda la fuerza que inicialmente proyectada se magnificaba exuberante y armoniosamente sin haber perdido su emoción original. Visto de aquella manera, evocaba con más claridad al canto a la vida que le impulsó a pintarlo E: Cuando decidimos celebrar esta escapada, pensé que sería un buen momento para entregártelo. Y ahora que he visto como quedó la casa luego de los cambios, creo que estaría perfecto en nuestra habitación, ¿no te parece? M: ¡Sí... sí me parece! (las lágrimas bajaban por su rostro) E: ¡Mi amor, por favor no llores! (mientras se secaba ella misma una lagrimita) Subieron a la habitación para decidir el mejor lugar donde colocarlo, y lo encontraron en una de las paredes que recibían luz indirecta a través del tragaluz del techo, a un

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costado de la cama. La vista en perspectiva desde de la cama era la de un bosque encantado. De pie frente al cuadro se quedaron un rato a contemplarlo, abrazadas, regalándose besos de felicidad Durante todo el día no habían llamado a su casa para hablar con sus niños. Se divirtieron un ratito a expensas de los cuentos de Pedrito y Patri, rematados por las explicaciones de los abuelos. Al colgar, quisieron ver una peli y se decidieron por “Antonia’s Line” (El linaje de Antonia), una favorita de ambas La tarde se sumergió en las primeras sombras de la noche, desapareciendo como en un acto de magia. Acostadas sobre cojines en la alfombra, no dejaban de jugar con sus manos, su pelo, sus bocas sedientas. Con la pereza del atardecer, apenas se movían, simplemente se dedicaban a sentirse sin más esfuerzo M: ¿... Recuerdas que te pedí que pensaras en un tema que quisieras compartir conmigo especialmente, y que lo copiaras en la iPod...? E: ¡Ajá! Tengo la iPod en mi bolso (deslizando sus labios por su vientre) M: ¡Ahhh! (mordiendo sus labios sin poder contener el gemido) Pues... yo también pensé en uno para ti, y quisiera proponerte algo, espérame aquí... Maca se levantó y fue a buscar la iPod en el bolso de Esther, y de paso buscó su iPod Nano en su mochila. Conectó ambos equipos a los altoparlantes. Regreso y le ofreció su mano a Esther para que se pusiera de pie M: Esther, estos pasados seis meses han sido tremendamente importantes para mí. Durante este tiempo que hemos caminado cada una, pero junto a la otra, los baches y los días de sol que han significado enfrentar a los fantasmas que asediaron nuestra relación antes, he reconocido algo crucial para mí. Que nada en esta vida es más insufrible e inútil que vivir mi vida sin ti. Porque la vida es frágil y es breve, y no quiero desperdiciarla en banalidades, porque he aprendido a ver mi copa medio llena y no medio vacía. Porque ahora sé que ningún problema o sufrimiento me puede superar si lo comparto contigo... ¿Quisieras considerar compartir tu vida conmigo por un poco más de seis meses adicionales, quizás lo que nos reste de vida? En ese momento dejó un beso en sus manos para luego pulsar el “play” de su Nano y ofrendar a Esther su declaración en aquella canción A medida que escuchaban la canción, miles de imágenes de tiempos mejores y peores cruzaron por sus mentes. El llanto emocionado de Esther fue cediendo ante una sonrisa que le salía de adentro. Tomó entre sus manos el rostro de Maca, y lo acarició con ternura E: Maca, cuando te pedí separarnos, lo hice porque sentí la necesidad de buscar dentro de mí las razones que pudieran hacerme querer quedarme a tu lado o, por el contrario, arrancarte de mi vida para siempre. En el proceso, que me costó mucho dolor, aprendí a verme como soy, con mis virtudes y defectos, y me di cuenta que amo mi libertad para elegir y decidir. Si hoy estoy contigo nuevamente, no es llevada por alguna necesidad desesperada. Estoy contigo porque lo he elegido así, porque mi corazón se siente libre a tu lado. Y sí,... me gustaría arriesgarme contigo... seis meses, seis años, ¡seis vidas!, el tiempo que queramos las dos...

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Pulsó ahora ella el “play”, y al son de aquella melodía la invitó a bailar... Y bailaron, y lloraron, e hicieron el amor por todos los rincones de aquella casa, como queriendo contaminarla de toda la energía que emanaba de ellas. Aquella casa que era compañera y cómplice de sus confesiones y propuestas...

“¿¡Quieres estarte quieta...!?” Maca emergía de las profundidades del jacuzzi, con la regadera en una mano y con la otra mano presta a rodear a Esther para acercarla y besarla con desespero, trazando surcos que corrían de norte a sur su espalda, eventualmente llegando hasta los montes encantados de sus pechos, para ascender por ellos hasta acariciar las palomas que anidan en su cima E: ¡Uhhhh, estás imparable, cielo... sí, sí... no conocía de tus destrezas con la regadera... ahhh! (echaba su cuello hacia atrás y cubría su boca con una mano, mordiendo ligeramente sus nudillos) La “carcelera Maca” la torturaba sin piedad, dirigiendo su arma mortal a su “puntito vulnerable”, justo ahí, un poquito a la derecha... no mucho... ¡ahí! Sabía que había acertado al escuchar un grito de placer de Esther escapar de sus pulmones con fuerza, y sentir su cuerpo vibrando cual cuerda de un cello bajo las caricias de Yo-Yo Ma Recuperando su respiración, aún jadeante y ardiendo en deseos de venganza, logró girar a Maca en una maniobra magistral para atraparla de espaldas contra su cuerpo. Sentada un escalón más alta que Maca facilitó que pudiera pasar sus piernas entre las de ellas, inmovilizándola por completo. La tenía a su merced E: (Susurrando en su oído) ¿Disfrutas torturándome? Veremos quién puede ser más “cruel”... En su cuello, su boca mordía aquel escondite con labios y dientes. Dedos y uñas rabiosos por marcar territorio, sordos a las súplicas de piedad de Maca, deambulaban por sus pechos, su vientre, sus piernas, los labios y las cavernas de su sexo a punto de estallar. La prisionera, incapaz de resistir tanto castigo, sucumbía a las órdenes de su torturadora moviéndose al compás que ésta le marcaba. Enormes olas rompían contra su debilitada barca, presagiando la grandiosa tormenta que la haría zozobrar M: ¡Ohhhh! ¡Por favor, Esther, yaaaa...! Esther la soltó de entre sus piernas mientras rodeaba su cuerpo para quedar frente a frente, acopladas a la perfección. Entonces, la embestida final: danzaron juntas al ritmo de sus jadeos, acercando sus bocas para beber de la pasión que ya no les cabía en el cuerpo. Con el alma colgada en sus miradas, se entregaron el cielo y la tierra, y todos sus misterios... Al resucitar de entre los caídos por la pasión, se secaron, se vistieron con apenas las sabanas raídas de su cama aún desecha. Durmieron satisfechas y exhaustas, hasta que el sonido lejano de un móvil las trajo de vuelta al mundo de los mortales...

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M: Sí mama, todo bien, ¡perfecto! Estaremos saliendo en un rato, así que espérennos para cenar. Un beso a los niños de nuestra parte, sí... ciao E: (Mirándola con amor desde la cama) Supongo que debemos empezar a recoger las cosas para que no se nos haga muy tarde... M: Vale, sí. ¿Sabes? (llegando hasta donde ella) No recuerdo desde cuando no me sentía tan plena, tan desbordada en sensaciones tan maravillosas,... ¡tan feliz! E: (Invitándola a recostarse sobre su pecho) Ha sido mágico... descubrir, re-descubrir tantas cosas que me fascinan de ti, que me hacen perder la cordura y me transforman en una amante salvaje y niña a la vez... M: ¡Mi niña! E: ¡Tu mujer! (besándola)

E: ¡Ufff, este calor me va a volver loca! M: Cariño, perdona que te corrija: El calor te derrite, YO te vuelvo loca (sacándole la lengua) E: ¡Creída! No, pero en serio, este verano no da tregua M: ¡Está mortal! No hay más que ver las caritas de los peques, apenas hace unos minutos que llegamos al parque y ya parecen tomatitos. ¡No veo la hora de que llegue agosto y nos podamos refugiar en la casa de playa de mis padres! E: Los llamaste para confirmar, ¿no...? M: “Yes, Mom...!” (imitando la voz de Patri)

Junio se había ido volando y julio le iba pisando los talones. Ambas deseaban llegar a su receso de dos semanas de vacaciones, en buena parte para descansar de sus respectivas cargas laborales que empezaban a saberles estresantes. Trabajando con una plantilla incompleta como consecuencia normal de las vacaciones de verano de médicos y enfermer@s sobrecargaba el trabajo de los restantes, provocando esporádicos episodios de crisis en Urgencias. Por suerte, las chicas dominaban cada una sus funciones y salían a flote, pero no sin costarles nubarrones de rayos y centellas Contrario a toda impresión, no era tarea fácil armonizar las agendas de dos sendas “jefas” como Esther y Maca. Antes no habían tenido realmente la oportunidad de lidiar como pareja con el marrón que significa dirigir las operaciones de enfermería y las médicas de una Sala de Urgencias como la del Central. La línea divisoria entre sus vidas profesionales/laborales y personales era prácticamente inexistente M: ¿Sales ya? E: ¡No puedo! Martina llamó para decir que amaneció con flu estomacal y no va a poder llegar. Me quedo a cubrirla medio turno que con la congelación de plazas estamos bien cortos de personal y la noche no está como quedarnos sin una enfermera. Por suerte conseguí que Ernesto entre antes para que me releve (su cara reflejaba cansancio y frustración) M: ¡Lo siento! (la rodeaba con sus brazos) E: ¡Ya, no pasa nada, todos estamos siendo azotados por los efectos de las caídas en las bolsas bursátiles, los cortes de presupuestos, la deceleración económica global, el divorcio de Madonna, la muerte del perro de Michael Jackson y vaya a saber cuantos “fenómenos atmosféricos” más, ¡hay que joderse! Tú misma tuviste que doblar turnos anteanoche y hoy estás aquí sin apenas descansar (se abrazaba más a ella)

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M: ¡Jajaja! ¡Ces’t la vie!... E: ¡Anda, ve tirando para la casa, que nuestros rufianes deben tener a la canguro atada a un asta a punto de sacrificarla a los dioses! M: Te espero levantada... que te sea leve (beso tierno)

“¡No puedo creer que el Ministerio nos haga esto, pero de que coño creen que estamos hechos, no podemos implantar turnos dobles compulsorios “hasta nuevo aviso”, JODER...!” La voz de Maca resonaba dentro y fuera de su despacho. Esther y Claudia, flanqueándola a cado lado, no fuera a ser que en un descuido se escapara por la ventana transformada en una “alien”... Claudia: Maca, tienes razón, pero no podemos perder nosotros la tabla porque los “magnánimos señores del Ministerio” la hayan perdido. Vamos a ver, tenemos que pensar en una buena contra-propuesta... M: ¿Y tú que crees que hago? (en tono bastante borde) E: ¡Maca! (muy seria) M: Lo siento Claudia... ¡pero es que me están buscando, y me van a encontrar!... ¡uffff! (cerrando los ojos y recostándose hacia atrás en la silla) (intercambio de miradas entre Claudia y Esther) E: Pero reaccionar sin pensar las cosas primero es lo que menos nos favorece en situaciones como esta. El Ministerio no está por la labor de pensar en consecuencias más allá del impacto en su agenda de actividades “oficiales”. Sólo nosotros, quienes hacemos el trabajo “sucio”, entendemos como mejor atajar estas “crisis”. El Ministerio acatará nuestras propuestas siempre y cuando se ajusten al presupuesto M: Tienes toda la razón. Eso haremos, nos sentamos y exploramos alternativas. Aunque me temo que en esta ocasión será crucial que contemos con el apoyo de la gente, porque sospecho que aún las alternativas no van a ser del todo “simpáticas”... Claudia: Yo propongo una tregua para afinar nuestros pensamientos con unas cañitas en el café de Pepe. Por suerte hoy la situación parece calmada y ya casi terminan nuestros turnos, ¿qué dicen? E: ¡Pues yo digo que sí! Maca, podemos llamar a la canguro para que nos cubra una horita extra... M: ¡Vale! Total, hoy no vamos a resolver este lío y nos vendrá bien despejarnos un poquito Claudia: ¡Así se habla JEFA! Al poco rato salieron de allí las tres rumbo a ese café de Pepe; Esther y Maca iban agarradas de la mano, en son de “te quiero mucho, verás como lo resolvemos...”

Noche cálida del sábado, a una semana apenas de comenzar sus vacaciones. Los niños al final cayeron rendidos después de una tarde de piscina y juegos. Las “mamis” no estaban mejor, ¡pero vamos, para acurrucarse en una tumbona de la terraza con un Cosmopolitan helado en mano siempre hay ganas! A esas horas ya la brisa obsequiaba una temperatura más agradable e invitaba a la conversación M: ¿Crees que la gente se haya tomado bien los cambios por el plan de emergencia que implanté esta semana?

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E: ¡Bueno cariño, felices lo que se dice “felices, dando saltos de alegría”, no es que estemos. Pero sabemos que la alternativa eran despidos y cancelación de vacaciones, y eso hubiera sido mucho peor. El que tengamos que estirar los turnos de ocho a diez horas tres veces por semana, y que las guardias las vayamos a cobrar a tiempo sencillo es algo que podemos manejar “emocionalmente” en lo que descongelan los fondos en el Ministerio. El asunto es que lograste ajustar gastos y presupuesto sin sacrificar recursos ni la plantilla, y eso la gente lo aprecia, créeme M: ¡Ya! Nosotras mismas tuvimos que acortar nuestras vacaciones una semana para que cuadraran las guardias de agosto y septiembre E: No me pesa, es nuestro trabajo, que hacemos por opción y no por imposición M: Esther... quería que habláramos de lo que pasó el jueves... Sé que en el momento lo hablamos y aclaramos mi exabrupto, pero aún así, no sé... E: ¿Qué no sabes? M: ¡Bueno, que por más que digo que voy a controlar mis arranques, siempre termino explotando, y tú recibiendo el impacto de mi furia! E: ¿Sabes? Si no supiera que tu furia no va ni dirigida a mí ni a nadie en realidad, sino a las cosas intangibles que te enervan porque eres una médico comprometida con la misión de tu trabajo, un ser humano sensible y una tontita cuando se trata de sus pacientes, no podría ni trabajar contigo ni estar contigo como estoy ahora... Maca se levantó un poco para poder mirar a Esther de frente M: No me cansaré de decírtelo: ¡me encantas! Me encanta trabajar contigo, criar los niños junto a ti, discutir contigo y luego reconciliarnos,... ¡vivir contigo! (la besaba) E: ¡Bueno, a mi también se me sale el monstruo, y bien que aguantas mis cabezonerías conteniendo las ganas de lanzarme por la azotea del Central! M: ¡Vale, touché...! E: Es importante que mantengamos esta “línea psíquica” activa entre las dos, porque por más que me extasíe en tu cuerpo serrano ¡guapa!, sin complicidad y voluntad no sobreviviría nuestra vida en pareja M: ¿Me abrazas? E: ¿Me abrazas tú?

E: ¡Y tú que no querías colocar el soporte de las bicis y el extra maletero en la techo de la “Baby”! ¡Con todos los cachivaches de los niños (¡y los nuestros, vale!), no sé como nos hubiéramos acomodado! M: Reconozco que me quedé un poco corta en mi juicio... ¿crees que puedas exonerarme? E: ¡Si te lo curras! M: ¡Eso déjamelo a mí, tu preocúpate de no agotarte demasiado que prometo saldar contigo mis faltas esta noche después que nos instalemos... ¡y hayamos neutralizado a estos salvajes! ¡Chicos, por favor, haya paz! En realidad, la travesía hasta Jerez no fue tan tortuosa, los niños pronto caían rendidos por la emoción y el soponcio provocado por el calor y el fastuoso desayuno preparado por mami (¡adrede!) Según el plan trazado, estarían tres días en la finca de los “Yayos” para disfrutar de éstos con calma, ponerse al día, alguna que otra reunión familiar “semiformal de

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negocios”, montar a caballo, dormir largas siestas, y abusar de los Wilson & Fernández para robar cachitos de tiempo a solas para ellas dos: “Creo que no había vuelto a estar así contigo desde nuestra escapada a la Sierra. La luz de esta luna te hace resplandecer, ¿sabes?... ¿Te he dicho que me encantas...?” Aquel chalecito en madera, refugio de juventud de Maca, se convertía durante sus días en Jerez en el altar donde Maca rendía culto a su diosa Esther. Era el paraje donde las dimensiones de tiempo y espacio desaparecían en el infinito Luego irían a Cádiz a la casa de playa de los padres de Maca. ¡Bueno!, más bien la “casa de playa de las chicas y sus niños” (por decisión ya declarada de los “suegros de Esther”): “Tu madre y yo hemos pensado pasar las escrituras de la casa de Cádiz a vuestro nombre, así le tendrías a tu disposición como queráis. Nosotros ya nos estamos haciendo mayores y apenas la usamos. Piensé que es un regalo para nuestros nietos, y ustedes como sus madres seréis albaceas de la propiedad” Así lo sentenció Don Pedro sin dejar mucho espacio a réplicas Tendrían una semana de playa, sol, juegos en la arena, caminatas al atardecer, paseos en bici, comidas a la barbacoa y buen vino. Esperaban la visita de Cruz y familia, Claudia y Aimé, Teresa y Manolo... ¡Nada! Que acabarían todos destrozados, por lo que estimaron conveniente pasar los últimos tres días de vuelta en la finca para reponerse, lavar ropa, dejarse mimar por los cuidados y delicias culinarias de “una ya retirada Carmen”, y abusar un poco más de los “Yayos” para escaparse del torbellino familiar y dedicarse sesiones de mutua complacencia, ¡como no! “... Yayo, ¿cómo se sabe cuando las uvas están listas para hacer vino?... ¿Cómo se doman los caballos, yayo?... ¡Yo quiero montar mi ponny en las competencias como mami!... ¡Yayo, yo de mayor quiero ser bodeguero como tú!...” Las expresiones de Pedrito dejaban descolocado a un más que alucinado “abuelo Pedro Wilson”. Pensar que si se hubiera cerrado en banda ante la decisión valiente de su hija menor, hoy tal vez no estaría disfrutando el maravilloso regalo de ver su legado siendo “asumido” por un heredero en ciernes de su sueño de vida. Sus “hijas”, Maca y Esther lo habían hecho posible... Y ni hablar de las querendonas Patri y Paula, ¡esas sí que eran dos canallas en lo concerniente a sus yayos! Si bien “la artista” Patri podía ser el alma de cualquier fiesta, Paula era la lengua-de-trapo zalamera por excelencia Esos momentos cuando podían tenerlos cerca, Pedro y Rosario los agradecían con el alma. Las chicas, concientes de su felicidad, cada día se sentían más complacidas de poder compartir sus tesoros con ellos. La vida es frágil y es breve (recordó Maca), y como pensó, no admite desperdicios

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Un cielo limpio de nubes, la noche estrellada, una brisa con olor a azahares adormeciendo sus párpados y un suave coñac Wilson acariciando sus gargantas... E: Ahora que regresemos a Madrid, he pensado que podríamos apuntar a Pedrito en el club de fútbol del vecindario. Leí en un anuncio colgado en la tienda que los admiten de cinco años en adelante, así que ya podría. A él le encantaría y quizás así aprende a refinar sus “movimientos”, ¡vaya, a no ser tan bruto jugando por Dios!... M: ¡Si lo dices por los empujones que da y los goles que quieren tumbar la malla, estoy de acuerdo contigo al 100, porque mira que nos ha salido bruto el niño! (reían a carcajadas las dos) Yo también pensé que es buen momento para empezar a las chiquitinas en natación. Pedrito ya sabe flotar y nadar como sapito, pero el dúo dinámico no atina a nada ni con flotadores. Si queremos construir una piscina en el patio el próximo verano, creo que más nos vale que las anotemos ya E: ¡Estoy de acuerdo!... ¿Has visto lo rápido que crecen? M: ¡Ya lo creo! Cuando una piensa en tener críos no puede imaginar lo maravilloso que es realmente tenerlos, cuidarlos, verlos crecer... (hace una pausa mientras acaricia con sus dedos la mano de Esther) No creo que hubiera podido hacerlo sin ti... E: ¡No digas chorradas, que no he conocido a una mami más “super-mami” que tú! (la besaba con los ojos) M: ¿Tú los ves bien, me refiero a que son niños felices y se sienten queridos? E: Son el vivo reflejo de nuestro empeño para que así sea... Ven, recuéstate aquí anda (haciéndole un hueco a su lado en la hamaca), regálame la magia de verte sonreír...

Madrid amanecía bajo un cielo nublado y gris, pero por suerte no llovía. Maca se servía su primera taza de café cuando escuchó ruido de llaves y la puerta de la entrada abrirse. Acto seguido, Esther hacía su aparición en la cocina, vestida de sudadera, pantalones de lycra y zapatillas de correr. Venía totalmente empapada en sudor y con una sonrisa en los labios M: ¡Buenos días mi amor! (recibía un pico sonado y salado) ¿Cuánto corristeis..? E: Unos 5 Km más o menos, pero los hice en la pista porque la calle estaba muy oscura aún cuando salí. Toma, traje croissants acabaditos de hornear M: ¡Hummm, que ricos! (tomaba uno y se lo daba a probar a Esther) Vete, date una ducha en lo que terminó el desayuno de los niños E: (alejándose escalera arriba) ¿Viste la documentación que te dejé anoche sobre la certificación y el postgrado? M: ¡Sí! Pero hablamos de eso con calma luego, ahora apúrate que el tiempo vuela... Desde que regresó de su baja por maternidad luego de nacer Paula, Esther venía contemplando la posibilidad de completar las gestiones para cuadrar su certificación en “Enfermería Familiar y Comunitaria”, e incluso de hacer un postgrado en “Gerencia y Administración de Servicios Médicos Comunitarios”. Tal esfuerzo le supondría acogerse a una jornada parcial y seguramente tendría pedir una licencia de su puesto de Jefa de Enfermería en el hospital Otrora pensaba en su futuro como “madre soltera” y quería apertrecharse de recursos personales para apoyar a sus tres “piratas”, amén que le apetecía avanzar profesionalmente. Ahora, debía cuadrar una ficha más en su tablero: Maca...

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Urgencias vivía un día normal de heridos de tráfico, partos sin avisar y en los sitios más inoportunos, gripes reventando en bronquitis y las sesiones “sacras” de cotilleo entre Teresa y todo el que se acercara a la recepción T: ¡Hija, que te digo que sí, que lo he leído en el “People”, los Jackson 5 se vuelven a juntar! ¡Si es que la crisis económica está acabando hasta con la farándula! ¿A quien más van a reciclar o a resucitar... ¡a Elvis!? Claudia: (quién abría los ojos como woks chinos) ¡Vaya, sí resucitan a Elvis, me apunto, yo la primera! E: ¿A que te apuntas? (que llegaba en esos momentos cargada de historiales y sólo alcanzó a escuchar la última parte de la frase de Claudia) Claudia: ¡Al Tour de Elvis, ¿te imaginas?: “Elvis Alive!”, tremendo bombazo! (las tres se partían ante el comentario) T: Bueno, ¿y tú que cuentas? ¿Cuándo pides la baja para comenzar el postgrado? (dirigiéndose a Esther con su gesto de gafas a media asta tan típico) E: Todavía no sé, Maca y yo no hemos tenido tiempo para hablarlo en detalle, y bueno, es algo que supone bastante sacrificio por parte de ambas... Claudia: Ya, pero es algo que hace mucho deseas hacer, y digo mejor que empieces ahora que al menos las niñas están aún pequeñas y no van al cole. Estoy segura que Maca no tendrá ningún inconveniente en apoyarte en lo que sea E: Si eso lo sé... Pero bueno, todavía tengo hasta fin de mes para entregar los papeles y pillar el curso de este año T: ¡Pues sólo te digo que no lo dejes pasar que para luego es tarde! Había quedado con Maca para comer en el puesto de comida libanesa que estaba a una cuadra del hospital. No habían coincidido hasta que se encontraron para salir. Maca venía seria y refunfuñando algo entre dientes, pero al momento de tropezarse con la sonrisa de Esther y ese “¿nos vamos?”, se le suavizo la expresión y recuperó el apetito M: ¡Hola! E: Venías por el pasillo muy fea de seria... M: Una que se va poniendo vieja y decrépita... (con ojos de Anita La Huerfanita) E: (mirándola con cierta lascivia) Yo no diría vieja, más bien “madurita”, pero de decrépita ni un pelo ni una arruga... M: ¡Vamos ya, que estas no son ni las horas ni el lugar para tales insinuaciones! (la abrazaba por la espalda obligándola a caminar frente a ella) Ya sentadas y servidas en el café libanés: E:... Esta es la parte cuando empiezas a contarme porque traías esa cara... M: ¡Ah! Perdóname, estaba en el limbo, ¿me decías? E: Pues eso mismo, que estás en el limbo, y acá “mi dedo y yo” ya no encontramos de que más hablar, ¿verdad dedo? (haciéndole pucheritos a su dedo índice logró arrancarle una sonrisa) M: Antes de salir, estuve reunida con el inspector del Ministerio, y me dijo el muy cabrón que quieren que hagamos rondas preventivas “para disminuir el hurto de misceláneos”... (tonito burlón) ¡Pero será gilipollas, como si nos sobrara personal y tiempo para tal estupidez! Por supuesto, le contesté que me parecía una idea magnífica,

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que hasta podríamos pedirle a los niños escuchas que nos cedieran tiempo voluntario para hacerle ese gran servicio al país. ¿¡Pero de verdad, no te jode tanta idiotez concentrada!? E: ¡Ay Maca, ¿qué voy a hacer contigo? jajaja! M: ¿¡No apartarte de mí...?! ¡Porque te juro que un día de estos me lo cargo! (cambiando su expresión a una mirada tierna)... pero no son de estas estupideces que deberíamos estar hablando, sino de tus planes de estudio... E: Ya... M: ¿Sometiste la petición de licencia por tu puesto de Jefa al Director Regional? E: Bueno, lo llamé y hablamos. Él me dice que no prevé ningún problema con que me la aprueben M: ¡Eso está muy bien! Entonces, ¿a qué viene esa cara? E: A que no sé como pedirte que te metas en este rollo por mi causa... M: ¿Tú te estás escuchando? Es que no me lo tienes que pedir, lo hago yo y punto. Lo hago porque lo que sea importante para ti, también lo es para mí. Además, así podré presumir de los títulos de mi mujer, ¡qué a lo de pija no pienso renunciar ni aunque esté casada con una proletariada!... E: ¡Jajaja! Pues eso está muy bien, excepto que no vas a poder presumir que estemos casadas... nos divorciamos, ¿te acuerdas? (sin dejar de reír) M:... Eso lo arreglamos en un plumazo... (sosteniéndole la mirada y la sonrisa) Esas palabras resonaron con fuerza en la mente y el corazón de Esther. Desde que habían retomado su relación, no habían ni mencionado la posibilidad de volverse a casar. A las dos les hacía ilusión, pero ninguna daba el paso M: ¿Sabes? (tomándole la mano) Hasta ahora no le hemos hablado, pero al menos a mí me haría ilusión... si decidiéramos... eso, pues... volvernos a casar... E: ¡Tú de verdad que no aprendes, lo has hecho otra vez, ni anillo ni nada! La felicidad que sentía Esther en esos momentos no le cabía en el cuerpo. Las lágrimas comenzaron a escapar. Esther se levantó de su silla para bordear la mesa hasta llegar junto a Maca. Se puso en cuclillas y mirándola a los ojos... E: Macarena Fernández y Wilson, ¿te volverías a casar conmigo, digamos, cuando terminé el postgrado y salgamos de todo el estrés? M: ¡Sí, sí... lo volvería a hacer, cuando tú quieras, mi amor, cuando tú quieras!

Todo listo para empezar una nueva rutina en la casa de los García y Wilson. Esther, de baja de “Jefa” y a media jornada (esencialmente dedicada a cirugías y papeleo administrativo), asistía a sus clases tres veces por semana. El curso completo le demoraría un año, y comprendía cuatro sesiones de dos materias por sesión y un trabajo investigativo final. Noches y fines de semana dedicados a estudiar el material asignado, los mismos en donde Maca se barajaba para atender a los niños y echarle una mano a su “consorte” Terminó la primera sesión, misión cumplida con éxito. Había que aprovechar la semana libre antes de empezar nuevamente. ¿Qué mejor excusa que una escapadita a Barcelona, aprovechando un Congreso de Traumatología que tendría sesiones en pediatría y

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enfermería quirúrgica? Encarna y una prima de Esther que estudiaba en Madrid se ofrecieron para echarles un cable con los niños E: Ya terminé de acomodar mis cosas en la maleta, ¿cómo vas tú? (le hablaba a Maca desde la cocina) M: Ya cerré la mía, sólo me falta guardar la cámara digital, los pasajes del AVE y los documentos de la reserva del hotel. ¿A qué hora te dijo Encarna que vendrían? E: Alrededor de las nueve, Betsy iba a pasar por mamá a su casa así que ya deben estar al caer (volviendo su atención a Paula que caminaba por allí con una muñeca de trapo bajo el brazo) ¡A ver preciosa, ahora vamos a vestirla como se merece, que no se quien está más traposa, si la muñeca o tú! (Paula le tiraba los bracitos para que la cargara y acto seguido llenarle la cara de besitos) ¡Ayy, pero que ricos esos besitos de mi niña! ¡Cómo la voy a extrañar,... como los voy a extrañar a los tres estos días! M: Cariño, ¿has visto la camiseta verde a rayas de Pedrito? No la encuentro por ningún lado, y la va a necesitar esta semana para sus prácticas E: La dejé secándose anoche, debe estar en la secadora aún. Por cierto, ¿qué hacen Pedrito y Patri, no los escucho? M: Están en el cuarto de Pedrito bailando con el Wii, ya los conoces, ¡los más marchosos! E: (llegando hasta ella luego de dejar a Paula en el piso en medio de un mar de legos) Está usted muy guapa, ¿no estará pensando ir a ligar a Barcelona...? M: Bueno, casualmente hay una enfermera que es un bombón que va también al Congreso, y quien sabe, a lo mejor me decido y me lanzó... E: ¿Y ese “bombón de enfermera” no tendrá alguna amiguita pediatra que me pueda presentar? (con sus dos manos subiéndole la camisa por la espalda) M: ¡Eso está hecho! (dándole un pico y guiñándole el ojo)

El viaje fue tranquilo aunque con el contratiempo de 45 minutos de retraso a la salida. Al llegar a la estación ferroviaria de Sants chocaron inmediatamente con la maravillosa densidad de esa pequeña gran ciudad que es Barcelona. Con destreza se movieron hacia la calle en busca de un taxi que las llevara al hotel Llegaron cerca de las tres a la ciudad, y una leve llovizna se encargaba de empañar los cristales de los carros y las fachadas de los edificios esa tarde de domingo otoñal. Optaron por comer algo rápido en un café cercano al hotel, y tomarse una siesta para estar descansadas a la hora que abría el congreso, que sería a las siete más o menos ¡Bueno!, ellas hicieron lo posible por no demorarse demasiado,... ¡pero el bañito juntas se les fue un poco de las manos! Aún así lograron llegar con sólo media hora de retraso al hall donde se realizarían las inscripciones y la ceremonia de inicio a las actividades del congreso. Una vez adentro y registradas, y como siempre ocurre, comenzaron a tropezarse con viejos colegas ya sea de otros hospitales o de facultad Mujer: Perdona... No estaba segura pero sí,... ¡Macarena!, ¿cómo estás...? M: ¿Leticia? ¡Pero bueno, que alegría y que sorpresa verte! (dos besos efusivos de parte y parte) ¿Pero cómo es que estás en un Congreso de Traumatología, lo tuyo no era la Administración de Empresas?

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Leticia: Sí, y lo sigue siendo, sólo que me especialicé en Administración de Hospitales, y en el Congreso van a presentarse varias ponencias sobre el tema. ¡Pero déjame verte, estás guapísima! M: ¡Exagerada! ¡Pero a ti si que los años parecen perdonarte! Leticia: ¡Déjate de zalamerías que nos conocemos! Pero cuéntame, ¿estás aquí con... ¿cómo se llama... sí, Vero? M: Pues va a ser que no, Vero y yo lo dejamos hace tiempo. Ahora estoy con mi pareja nuevamente, Esther Leticia: ¿Esther, tu “ex”? ¿Pero como? ¡Empieza a contar! M: No hay mucho que contar. Después de dar bastantes bandazos las dos, decidimos dejarnos de rehuir lo obvio y darnos otra oportunidad Leticia: ¿Y qué tal? M: ¡Pues muy bien, felices, satisfechas, “estresadas” con nuestros trabajos y nuestros niños, que por cierto están majísimos, ¿qué más te puedo decir?! Leticia: Mujer, que alegría, pero si es que se te nota En eso se acercaba Esther con dos copas de vino blanco y las encontró en medio de sus risotadas E: ¡Vaya, si está visto que no te puedo descuidar mucho rato! (le dijo entregándole una copa y abrazándola por la cintura) M: ¡Pues ya ves! Cariño, está es Leticia, nos conocemos desde la Universidad E: Encantada Leticia, yo soy Esther (se saludan con dos besos) Leticia: El gusto es todo mío Esther. ¡Y más sabiendo que le has enderezado la vida a ésta, jaja! M: ¡Oye, que “ésta” tiene nombre! (haciéndose la ofendida) E: No, si tendré que darte la razón Leticia M: ¡Pero bueno, van a seguir! E y Leticia: ¡JAJAJA! L: ¡Bueno, yo las tengo que dejar que debo hacer acto de presencia en un “cocktail de Administradores de Organizaciones Médicos” (haciendo gesto de devolver) M: ¡Estás como una cabra, anda, que no quiero que me pese en la conciencia cuando te echen! (se despedían todas) E: Veo que no eres la única a quien reconocen sus fans... M: ¿Qué, tú también has ligado...? E: Pues sí, apenas te dejé y me volteé para buscar estas copas, por poco me llevo de frente a Noelia, la jefa de Enfermeras de El Provincial M: ¿Oye, pero esa no es la quería tirarte los trastos con todo y la barriga de Paula? E: ¡Ajá! M: ¡No te puedo dejar sola! E: ¡Pues no lo hagas! (el tono insinuante de ambas caldeaba el aire en al ambiente) M: Estos trapos se lavan en casa, ¿no crees? E: Yo creo que debemos escaparnos de aquí tan pronto termine la ceremonia de apertura... M: ¡Hecho! Siguieron disfrutando de la actividad, agarradas de manos, robándose un beso, acomodándose los escotes (¡no hay por que exhibir tanto lo que no es público!), saludando amigos, envolviéndose en una que otra discusión improvisada sobre la

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situación del país y las condiciones de los servicios sanitarios públicos, en fin, pasándolo muy a gusto, como colegas, amigas,... pareja

La semana se les hizo poco. Las ponencias durante el congreso fueron, para su sorpresa, muy buenas y tuvieron la oportunidad de entablar nuevos y buenos contactos. También pudieron disfrutar un poco de los encantos de la ciudad. El espíritu cosmopolita de una ciudad-puerto como Barcelona ofrece algo para todos, con una vida que se vive en las afueras El lunes por la noche fueron a un pub latino de salsa y bachata junto a un grupo de amigos de facultad de Esther. Las dos gustan mucho de esos ritmos caribeños (Esther especialmente), y tuvieron suerte que “el bailador” Rogelio (un cirujano de la Clínica Reina Sofía) estuviera, porque bailaron hasta reventarse los pies. No faltó quien quisiera ligar con ellas, pero ninguna cedía un ápice de territorio. Y por supuesto que la última bachata, “Burbujas de Amor”, la reservaron para bailarla ellas dos. Baile que continuo hasta tarde en la habitación de aquel hotel de Barcelona... El martes escaparon temprano del Congreso; querían cenar en una marisquería en el puerto y pidieron recomendación en el hotel. La tasca a la que fueron fue todo un acierto: pequeñas mesas sorteadas por toda una amplia terraza abierta a la impresionante vista del Mediterráneo al anochecer. Mientras esperaban, llamaron a la casa para hablar con los niños y Encarna. Pedrito se sacó un “10” en geografía y las mamis no cabían en su orgullo. En eso llegaron sus órdenes a la mesa: un surtido de manjares frescos, preparados con sabrosa sencillez que pudieron acompañar con un vino de la región. Luego de cenar, caminaron por los tablados del muelle, dejándose mimar por la brisa y el canto de decenas de aves que regresaban a puerto E: La última vez que estuve aquí fue antes de conocerte, y en verdad en esta ocasión me ha parecido más hermosa... tú la haces ver más hermosa... (cortaba su paso para acariciar su rostro y besar sus labios) M: (abrazándola con ternura) ¿Regresamos al hotel y me lo explicas mejor? El miércoles cesaron las actividades luego de la comida para reanudarse a la hora de la ponencia magisterial que ofrecería un distinguido profesor de la “Universidad di la Sapienza di Roma” por la noche, y como antesala al cocktail de cierre. El receso les vino bien porque pudieron visitar el Museo Picasso y el Museo de los Niños. Regresaron al hotel cargadas de pequeños afiches para obsequiar y juguetes educativos para sus peques. La velada nocturna estuvo insuperable. Ya en la habitación: M: ¡Estoy muerta! (mientras regresaba del baño ya cambiada para acostarse) E: Ven aquí... (recostada en la cama, vestida con una pijamita corto de seda negra que Maca recordaba muy bien) M: ¡Tú me quieres acabar de matar! (mirándola totalmente enamorada) E: Digamos más bien que quiero hacerte caer rendida de amor en mis brazos... Se perdieron bajo las sabanas y en la negrura de aquella noche serena. Las caricias se sucedieron suaves y prolongadas hasta incitar sus deseos de alcanzar lo más intacto de sus vidas: su amor compartido. Y tal como predijo Esther, cayeron rendidas y saciadas de tanto amarse, descansando en el regazo de sus sueños

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El congreso concluyó al mediodía del día siguiente. A las dos abordaron el AVE de regreso a Madrid

La segunda sesión de estudios de Esther coincidió con las festividades Navideñas. Las dos materias que cursaría le consumían mucho tiempo revisando literatura y redactando monografías de discusión y análisis, por lo que amó al Internet como nunca antes. Por más que trataron, no lograron librar las fechas de Noche Buena y Noche Vieja (sólo la Noche Buena y Navidad), por lo que decidieron no moverse de Madrid. Los Yayos de Jerez vinieron para pasar el Día de Navidad con sus bribones, lo que fue al menos un consuelo para todos Un poco con nostalgia por no contar con todo el tiempo que quisieran para dedicárselo a los niños, vieron partir otro año y recibieron el nuevo con muchas ganas de terminar sus proyectos en progreso. Por fortuna, en una maniobra de último minuto lograron librar el Día de Reyes que aprovecharon para disfrutar de un día en familia, con competencias en el Wii con los nuevos juegos, pelis de muñecos animados y terminando con lectura de cuentos por las mamis a la hora de dormir Observando a las niñas ya dormiditas desde el resquicio de la puerta de su cuarto... E: Maca, a veces me siento mal por la rutina a la que hemos sometidos a los niños desde que empecé mis estudios. ¿Crees que resientan el poco tiempo que podemos pasar con ellos, sobretodo yo? M: Creo que te estás torturado sin razón. Los niños están muy bien y como ellos mismos dicen, “mamita a veces no puede jugar porque está estudiando como Pedrito”. Ellos lo entienden a su manera y por suerte no tienen tiempo para aburrirse, cada uno tiene su agenda copada de actividades: fútbol, natación, manualidades... ¡Apenas les sobra tiempo para nosotras! (logró arrancarle una sonrisa) E: Te agradezco mucho tu apoyo, quiero que sepas que para mí es invaluable. (abrazándola por la espalda) M: ¡Estás un poco tontita hoy! A ver, ¿qué te preocupa realmente? (dándose vuelta para quedar de frente) E:... Que tampoco me resta mucho para ti... (en tono bajito) M: Y supongo que por esa razón me voy a cansar de ti, y un buen día no me verás el pelo más... (auscultándola con la mirada) E: No, sé que eso no pasará, estoy clara de lo que tenemos y lo que significa para las dos. Pero me duele no poderte dar siempre lo que quisiera... lo que quisieras tú... M: ¿Y eso es...? E: Ya sabes... M: ¿¡Sexo salvaje a toda hora!? E:... No exactamente, pero sí el poder compartir de nuestros momentos íntimos, sin la prisa o el cansancio que ya nos afecta a las dos... M: Escúchame, no te lo voy negar, ¡me encanta nuestra vida sexual!, pero sobretodo me encantas tú... En cualquier circunstancia, de la forma que sea, ¿vale? E: Pero quiero que sepas que tú no dejas de incitarme y provocarme, que deseos no me faltan nunca para querer hacerte el amor y que me colmes de ti,... ¡aunque a veces me quedé dormida en el intento! (haciendo un leve pucherito) M: ¡Dios!, ¿cómo puedes ser tan adorable...? (besándola con devoción)

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Tras un final de película y un breve receso, comenzaba la tercera sesión de clases de Esther. La vida seguía su curso, como las estaciones del año, a su ritmo y sin pausa. La primavera se asomaba ya por las ventanas, Pedrito clasificó para la liga infantil y pronto empezarían las prácticas. Patri y Paula se apuntaban a su futura nueva aventura: clases de “tap-dancing”. ¿Y mami y mamita? ¡Bueno!, mamita (o sea, Esther) se enfermó con una gripe fuertísima apenas arrancó la sesión y perdió sobre una semana de conferencias presenciales (tuvo que recurrir a las consignas grabadas para compensar, lo que bajó un poco su rendimiento; por suerte pudo hacer arreglos con los profesores sobre los trabajos asignados para que no se viera afectado su promedio “de honor”): E: ¡Maca, que no veo llegar el final! M: Vamos cariño, no te desesperes, que ya estás casi al día. Tómate el consomé que te preparó Encarna, descansa un ratito, y ya luego sigues y terminas lo que te falta de esta semana. ¡Lo estas haciendo muy bien! E: ¿Qué hacemos esta tarde? M: Los chicos sacaron la película de “Cars” para verla después de comer. En sus propias palabras: van a “cocinar hoy para las mamis su comida favorita: hamburguesas con cebollas y queso derretido”. ¡Que te parece! E: ¡Ay, pero que ricos mis niños! Avísame cuando tengan hambre que nos metemos todos a la cocina, ¡no vaya a ser que acabemos comiendo hamburguesas carbonizadas, jaja! M: ¡Dios, mándame más si más me merezco! (gesticulando con sus manos una plegaria) E: ¡Pero que dices de “más”, si tres son más que suficientes! ... Mami (o sea, Maca) también tuvo que manejar una situación de pánico rayando en crisis, en su caso en el hospital. Las instalaciones eléctricas que suplen los cuartos de cirugía designados a Urgencias sufrieron una avería mayor, lo que provocó que tuvieran que compartir salas quirúrgicas con planta. ¡Los problemas no se hicieron esperar! Por suerte, y con el excelente apoyo de Héctor y Javier, navegó este reto a sus destrezas como administradora, estratega, diplomática, relacionista pública y hasta consejera espiritual con magistral éxito Claro, que la clave de ese éxito recayó en buena parte en los cariños de los peques acompañados de los mimos y masajes de Esther al final del día E: Entonces, ya entregan las salas de operación, ¡albricias! Sentirás que te quitan 100 kilos de encima... (mientras la enjabona sentada tras ella en la bañera llena de burbujas) M: Si no terminaban esta semana te aseguro que me veía de baja, ¡pero en psiquiatría! No puedo concebir que haya gente aún en el Central que no entienda la diferencia entre “una situación de urgencia” y todo lo demás. No quieras tú haber visto la bronca que tuve con Salgado hoy por una “cirugía plástica” puramente estética de la nariz de una modelo que concursa en “Miss España”. El muy cretino quería ocupar la única sala disponible y Héctor con un paciente de un choque de auto con hemorragias múltiples esperando turno, ¡lo iba a estrangular!

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E: ¡Anda, no te sulfures gruñona que te pones muy fea! (le besaba en el hombro mientras acariciaba y enjuagaba sus brazos con agua clara) M: ¡Humm, que gusto Esther! ¡Por esta recompensa me sacrifico todos los días, como no! E: ¡No lo digas ni en broma! Yo a ti te recompenso sin necesidad de un motivo, y mucho menos si son así. No me gusta verte en este estrés... ¿Te chequeaste la presión? M: ¡Sí mami! E: ¡Que odiosa eres, si no fuera porque te quiero tanto! M: ¡Y yo a ti, créeme, y yo a ti! (tomando su cara entre sus manos para acercarla a su boca, dejaba en sus labios un beso para expresar lo que ni mil palabras podrían...)

“¡Por fin Maca! ¡Dos materias más y la tesina, y volveré a ser una mujer libre!” Habían sido unos meses muy duros sin duda, pero el final ya podía divisarse la claridad al final del túnel Esther ya había escogido su tema de tesina, estaría centrado en los servicios de salud en las chabolas ubicadas en la periferia de Madrid. Quería discutir la viabilidad de una propuesta para atajar condiciones de salud pública apremiantes (como diabetes e hipertensión) desde la perspectiva de programas de prevención administrados efectiva y eficientemente. Sobre el tema, Esther venía amasando ideas casi desde que empezó a trabajar en el sector público y sentía que ahora era su oportunidad de aportar algo en concreto Mientras tanto, en la casa de los García y Wilson comenzaba la construcción de una piscina soterrada. Un evento de tal magnitud no podía ocurrir en ausencia de contratiempos, añadiendo más matices a las peripecias que adornarían esta singular temporada E: ¡A la que vuelvan a decir que no tienen cemento suficiente, que la tubería no es la correcta, o que no le llegaron las losas, te juro que los despido! (decía colérica mientras Maca trataba de calmarla) M: Mi amor, estas cosas siempre son así, pero siempre se terminan, hay que tener paciencia... (Esther arqueaba las cejas con gesto incrédulo; Maca le hablaba suavemente acercándose para abrazarla) E: ¡Uff! Perdona, no tengo porque venirte a ti con mi mal humor... tienes razón, es una tontería enfadarse por esto... al fin y al cabo, el trabajo estará terminado cuando este terminado, no antes (¡o cuando yo quiera!)... ¡Pero es que me desespera llegar a la casa y encontrarme con este reguero por el patio, los niños apenas tienen espacio para salir a jugar, no es justo para ellos! M: ¡Ya me dirás si ellos van a pensar en la injusticia a la que han sido sometidos cuando vean la piscina terminada...! (le hablaba seriamente burlona) ¡Van a flipar cuando vean la chorrera en forma de Nemo! Esther no pudo disimular su ilusión ante aquel recordatorio. Ciertamente, Maca y ella habían volcado su amor por sus niños en el diseño de aquella obra. En realidad ya le faltaba poco y seguro que estaría lista para cuando los peques terminaran el curso escolar. Para ese momento, Esther habría terminado prácticamente con sus últimas materias y podría enfocarse enteramente en su tesina. Ya tenía bastante del trabajo adelantado y confiaba en terminarlo a tiempo para irse unos días todos juntos a Jerez

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Una tarde a la salida de la guardia, y aprovechando que los niños estarían con la prima Betsy, Maca se permitió ir a tomarse un par de cañas con Cruz, Claudia, Javier, Mónica y Héctor. La “justificación”: planear el cumpleaños de Esther, que se avecina pronto Aunque fuera algo sencillo (una tarta de chocolate y fresas en la cafetería con globos y refrescos) todos coincidían en que le haría mucha ilusión a Esther. Últimamente no podía compartir con sus amigos tanto como desearía, y su ganga del Central ha sido y será siempre su “familia extendida” Cruz ofreció su casa un domingo por la tarde, sería una sorpresa porque Cruz invitaría a Esther a una reunión tipo familiar con paella y demás, con ella y su familia, Maca, Esther y todos los niños. La idea gusto y se pusieron manos a la obra... ... Y llegó el domingo. El plan: Las chicas y sus niños llegarían primero (alrededor de las dos), y el resto de la tropa lo haría luego cuando recibieran una pérdida de Cruz (estarían reunidos en el Central) Fueron dejando sus bolsos, los niños se perdieron rápidamente hacia el cuarto de María para conocer su nueva anémona en su pecera de agua salada, mientras Maca y Esther acercaban una ensalada de frutas frescas junto a una jarra de sangría a la terraza E: ¡Cruz, que alegría de verte, te agradecemos tanto la invitación! ¡Oye, el jardín está hermoso, que muchas flores!, ¿Y estas, gardenias no? C: Sí, las planté tan pronto empezó a subir la temperatura y ya están brotando ¡La fragancia me encanta! M: Carmen tiene dos arbustos de gardenias plantados junto a la ventana de su cuarto y llevan echando flores desde que yo recuerdo, y es cierto, el perfume lo llena todo, son deliciosas C: ¡Esther, a ver cuéntame mujer, ya estás a punto de terminar el postgrado! E: ¡Ay Cruz, ha sido una locura, no se como aquí la “socia” me ha aguantado todo este tiempo! (Maca le sonreía, tirándole un beso y guiñándole un ojo) M: ¡Porque, aunque un poquito histérica “a veces”, esta mujer no sé que me hace para tenerme locamente enamorada! (se daban un beso lento) El timbre de la puerta sonó y Cruz se apuró a abrir E: Cruz, no sabías que esperabas a alguien más... hubiéramos preparado más ensalada fresca... Y sin haber terminado la oración, los recién llegados irrumpieron en un grito unísono: Todos: ¡Feliz Cumpleaños Esther! E: ¡Pero...! ¿Como... Maca...? (quien la tenía rodeada con sus brazos por los hombros) ¿Cruz...? Ricardo (actual compañero de Cruz) entraba guitarra en mano entonando “Las Mañanitas”, y todo el mundo se le unió. Dos lagrimitas resbalaron por el rostro de Esther

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Y la tarde fue todo lo que desearon que fuera, un buen rato entre amigos, la mejor excusa para hacer un alto a sus agitadas rutinas y saborear de una inigualable paella con el toque secreto de... ¡Manolo, por supuesto! ... de degustar unos Wilson Reserva, cosecha del 92, exquisitos... ... de saborear cafés expreso preparados por la mano diestra del “Che” Héctor... ... de disfrutar los cantos y juegos de los niños (¡y sus padres y madres!) acompañados por el karaoke de María y el Wii de los “Piratas del Caribe”... ... de cantarle “cumpleaños feliz” a la amiga Esther y ayudarla a apagar las velas de su torta de chocolate y fresas...

Luego de darse una ducha y envueltas en sus albornoces, se recostaron un momento en el sofá de la sala, Esther sobre Maca, a reposar la excitación producto de un gran día que ya estaba a punto de terminar. Escuchaban un tango melancólico y sensual grabado para una película de Saura, y algo parecido a una inmensa paz se instauró en aquel recinto... M:... No te he dado mi regalo... E: ¿Y que esperas? Aprovechando que la tenía de espaldas a ella, estiró su brazo hacia la mesita lateral para alcanzar el regalo... Esther escuchaba la música con los ojos cerrados y no vio cuando Maca sujetó aquello frente a sus ojos... M:... Hace unos meses conversamos sobre algo que acordamos dejar pendiente para más adelante, algo muy importante para mí... Quizás sea un poquito pronto aún, pero yo quisiera entregarte esto a modo de recordatorio... Sin más y antes los ojos estupefactos de Esther, Maca le mostraba un aro de oro blanco con tres pequeños diamantes incrustados y una inscripción que leía: “hasta el fin del amor”... Esther se giró, y sin poderse contener se lanzó a sus labios para besarlos, morderlos, empaparlos de sus lágrimas que brotaban de felicidad... E: ¡Confirmado el trato,... te quiero... te quiero!

Otro caluroso día de finales de julio golpea los suelos y aires de Madrid. En los banquillos del pasillo frente a la Sala de Conferencias de la Facultad de Medicina, una Esther impaciente espera por la deliberación de su Comité Evaluador. La unidad del acondicionador de aire trabaja a toda capacidad para templar aquellos espacios cerrados, sin embargo siente sus manos y su frente sudorosas. Al cabo de treinta y siete largos minutos, emerge por la puerta de aquel salón su profesor consejero (el Dr. Alcántara): Dr. Alcántara: Esther, disculpa la demora, pero nos tomó un poco más de tiempo deliberan sobre el último punto... E: Dr. Alcántara, por favor, si reprobé ¡dígamelo ya, que no puedo con este agobio de espera!

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Dr. Alcántara: ¡Bueno Esther, pero a que tanto pesimismo! A ver, aquí tengo la decisión por escrito, lee tu misma... Si Esther había tenido “caras de poemas” espectaculares en su vida, la que presenció su profesor de tesina fue posiblemente la mejor “momento Kodak” de todas. Mientras leía su expresión iba cambiando de angustia a incredulidad a sorpresa, hasta finalmente levantar sus ojos de aquel papel con una sonrisa agradecida bajo la mirada de unos ojos vidriosos de júbilo. En esos momentos se acercaba Maca con una botella de agua que hace unos minutos se había ofrecido a buscar. Al ver la expresión de Esther y la mirada sonriente del Dr. Alcántara, comprendió lo ocurrido y aceleró sus pasos M: ¡Mi amor, te lo dije, cabezota, tú tan preocupada y no dejándome dormir con tus nervios, y mira! (la abrazaba fuerte, dejando repetidos besos por toda su cara) E: ¡Maca, Maca, he aprobado con honores... no me lo puedo creer! Dr. Alcántara: ¡Muchas felicidades Esther, felicidades a ambas, os lo merecéis! No sé desde cuando no tenía el gusto de compartir un trabajo de tanta excelencia como el que nos has presentado hoy. Aún no te he dicho pero el Comité Evaluador quiere nominar tu trabajo para el Premio de la Facultad, esto te haría merecedora a su vez de poder someter tu proyecto de investigación para las competencias de propuestas de la Organización Mundial de la Salud (“WHO”, siglas en ingles) del próximo año. Espero que esto recompense aunque sea un poco por todo el empeño que has demostrado E: Profesor, ¿no sé que decirle? Dr. Alcántara: No hace falta que digas nada, todo lo has expresado con tu trabajo, ¿qué mejor que eso? (selló sus felicitaciones con un fuerte abrazo)... ¡Bueno, y ahora a celebrar, ¿no creéis? M: Sí, precisamente nos esperan los niños y mi suegra en casa con una deliciosa cazuela y luego una larga noche ¡para descansar, por finnn...! E: (un poco más compuesta) ¡Gracias otra vez, profesor, por todo, su apoyo y su guía fue realmente importante para mí, no muchos se arriesgan a apoyar temas como los planteé en mi trabajo Dr. Alcántara: ¡Pues ya sabes donde tienes un colaborador incondicional!

A la próxima semana salían de vacaciones para Jerez (¡tres largas semanas!), y en esta ocasión Encarna les acompañaría. Rosario le había extendido una invitación “muy especial” que no podía rechazar. Salieron un viernes por la mañana porque querían darse tiempo para detenerse cuantas veces quisieran sin arriesgar llegar a Jerez a una hora razonable. Los niños estaban eufóricos porque desde la Semana Santa no veían a sus yayos y los echaban mucho en falta Desde los balcones de la casa grande se veían las manos saludando de Rosario, Carmen y Pedro, indiscutiblemente contentos de volver a ver a sus tesoros. Maca estacionó casi frente a la escalinata de entrada y los tres salieron disparados tan pronto Encarna y Esther los liberaron de sus asientos Los 3: ¡Yaya... Yayo... Ya llegamos...! Encarna se acercaba y saludaba a sus consuegros y Carmen a medida que los niños los iban soltando. Esther y Maca les observaban risueñas mientras empezaban a descargar los bultos

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Rosario: ¡Maca, Esther, hijas, ¿qué tal el viaje? (y antes de esperar respuesta, las abrazaba y besaba a ambas con mucha emoción) M: ¡Hola mamá! El viaje ha estado bien a pesar del calor, ahora que nos refresquemos un poco estaremos perfectos E: ¡Hola Rosario, que guapa estás! ¡Oye, perdona a los salvajes de nuestros hijos (con tono irónico) que a veces parecen bestias que nunca salen de sus jaulas! Rosario: ¡Pero que dices, si son adorables! M: ¡Mamá, quien te ha visto y quien te ve! Pedro: ¡Hijas, ¿qué tal?! ¡Y tú Esther, ¿debes estar feliz de haber terminado con tus estudios? M: ¿Feliz? ¡Eso pregúntamelo a mí, que estuvo a punto de mandarme al hospital con un ataque al corazón! E: ¡Exagerada! En: ¡Voy a sacar la cara por mi nuera porque la verdad es que nos traía por la calle de la amargura con su histeria! ¡Total, al final arrasó con todos los premios y honores! Maca miraba a Esther orgullosa mientras los suegros la abrazaban nuevamente Carmen: ¡Pues yo digo que esto merece un buen aperitivo y un brindis! Mientras Antonio, el ayudante de la finca, ayudaba a entrar los bultos a la casa, Carmen colocaba sobre una mesa del jardín una bandeja de tapas de mariscos surtidos y Pedro descorchaba una botella de cava helada para brindar Pedro: ¡Brindo por la hermosa familia que formáis y por todos vuestros triunfos, especialmente por tu magnifico trabajo Esther, que ya Maca nos ha contado! ¡SALUD! Todos: ¡¡¡SALUD!!!

Algo que las chicas no sabían de antemano era la sorpresa que los Yayos les tenían preparada: unas vacaciones para ellas dos ¡solas! a las islas griegas de Espóradas. Las chicas agradecieron el regalo de mil amores, y más aún sabiendo que “los suegros” se aprovecharían de cualquier treta para secuestrar a sus nietos Saldrían el siguiente miércoles en un vuelo hasta Atenas, donde abordarían una avioneta que las llevaría a Skiathos, la ciudad capital de una de las islas de este pequeño conglomerado localizado en el Mar Egeo

Skiathos

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Desde Skiathos se desplazarían en un pequeño velero (¡incluido en el paquete vacacional, capitán incluido!) por las otras Islas Espóradas:

Skopelos

Alonissos,

Y la más distante hacia el sur, Skyros,

Skyros Ajuar de viaje: muchos pantalones y faldas cortas, camisas de manguillos, sandalias, gorras, gafas de sol y varios conjuntos de bikinis... Tan pronto aterrizaron en Skiathos, se maravillaron ante la tranquila exuberancia de aquel paraje escondido del mundo. Ciertamente, la selección de Pedro y Rosario había sido todo un acierto. Se alojarían en una pequeña villa cerca del puerto y a pasos del pueblo, así que no tendrían problemas para salir afuera a comer y demás, o quedarse en la villa a gusto. A unos 100 metros de la villa y bajando por unos empinados escalones, podían acceder a una cristalina playa arropada de árboles de parra Llegaron a media tarde lo que les permitió explorar el pueblo y sus ofertas. Cuando se sintieron “ubicadas” regresaron a la villa ducharse y cambiarse para ir a cenar. Encontraron un pequeño establecimiento muy popular por sus platos de pescado fresco que no les defraudo Por suerte, era noche de luna nueva y el cielo estaba completamente despejado y brillaba con un azul tan intenso que podía cegar. Decidieron llevarse una botella de vino de regreso a la villa, caminando sin prisas por el malecón de cara al mar, abrazadas, devengándose caricias y besos con generosidad M: ¿Estás contenta? E: Con ustedes, ¡siempre!, pero este viaje me tiene flotando no te lo voy a negar... M: ¡Tenemos que agradecérselos a tus suegros! ¿Sabes?, no recuerdo que me trataran tan bien sino desde que estamos juntas, ¿ves como no te puedo dejar ir?

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Esther no le contestó, se limitó a agarrarla por la cintura y la nuca para atraerla a su cuerpo y ahogarla en un beso largo y profundo. Sintiendo la falta de aire en sus pulmones, se fueron separando apenas lo suficiente para susurrarse: E: ¡Ni se te ocurra irte a ningún sitio sin mí,... te amo! M:... ¡Y yo a ti, sin cordura y sin remedio! ¿Seguimos? Se perdieron calle abajo rumbo a la villa. El vino sólo fue una excusa para degustar mutuamente sus bocas sedientas de pasión y amor. La noche se les escurrió fugaz y cómplice, y mientras aún dormían arrulladas por el rumor de las olas, un nuevo día amanecía

Optaron por dedicar un día o dos en cada una de las islas con mayor actividad, dependiendo de la diversidad de atracciones. El velero las esperaba en el puerto cada mañana y regresaban por la noche a Skiathos luego de sus recorridos, excepto por alguna noche que prefirieron pernoctar en el velero para darse más tiempo para disfrutar de las bellezas del lugar. Era fácil atracar cerca de casi cualquier playa, lo que les sirvió para nadar y disfrutar del sol y la calidez de las aguas de aquel mar mágico, así como para poder acceder a distintos puntos alrededor de las islas Skopelos fue un ensueño de talleres de alfarería, bares y restaurantes típicos. Interesantemente, descubrieron un par de salas de jazz que las motivaron a quedarse dormir en el velero esa noche Alonissos fue un regalo de bellezas naturales sin duda. Pudieron disfrutar de unos increíbles bancos de delfines saltando junto al velero. Almorzaron (comieron) en un café al aire libre en el puerto de Patitiri y luego disfrutaron las maravillas del Parque Marino, con sus focas mediterráneas y delfines Dedicaron dos días para visitar Skiros por ser la más distante de Skiathos. Se trasladaron en autobús dentro de la isla para visitar distintos puntos donde pudieron apreciar legados arquitectónicos bizantinos y medievales particularmente El viaje les estaba resultando un sueño. Estaban completamente bronceadas y felices. El último día decidieron no moverse de Skiathos y quedarse en la villa para disfrutar a sus anchas de cada una, ... descansando en las tumbonas de la terraza envueltas en toallas (por vestirse con algo), ... saboreando frutas frescas (uvas, fresas, albaricoques) y quesos artesanales, ... compartiendo un baño de burbujas en la tina de estilo antiguo, ... embriagándose en ese ultimo atardecer de fuego donde las aguas Egeas aplacaban al astro Sol hasta convertirlo en espuma... ╬ De frente a la ventana de su despacho miraba a todo y a nada... simplemente pensando... recordando. De repente alguien interrumpió sus pensamientos, hablándole muy de cerca a su espalda:

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Voz: Sra. García, pensé que tal vez le apetecería un café... (Esther se giraba hacia esa persona, reconociendo su voz y su calor; ofreciéndole una sonrisa que iluminaba toda la estancia) E: ¡Pues has acertado!... (recibía un pico y un vaso grande de papel grueso conteniendo un rico capuccino) Pero... ¿qué tú haces aquí, no tienes clase a esta hora? (comenzando a saborear su café) M: Sí, pero despaché a los estudiantes para que se fueran a empapar de información sobre enfermedades neurodegenerativas en infantes. Quiero que estén que corten este viernes cuando vayamos a visitar el Hogar Amor Con un gesto de ojos la invita a acercarse a ella junto a la ventana, se abrazan de frente, simplemente, brevemente M: ¿Estás bien? ¿En que pensabas cuando entré? (la tomaba de la mano y empezaba a acariciarla con los dedos de la suya) E: En la lista de compras del supermercado... (hace un gesto ligero de burla)... No, pensaba en los últimos once años de nuestras vidas... Once años desde la primera vez que te vi entrar por la puerta de Urgencias, que me enamoré por primera vez de una mujer de quien vivo enamorada aún... Han sido tantas cosas, buenas y terribles... (esto último lo dijo con cierto dolor, calló unos segundos, cuando se repuso, continuo)... Me resulta inverosímil estar parada en esta ventana, en este despacho, dirigiendo los programas sanitarios de prevención del WHO en mi país... y al mismo tiempo estar casada, ¡por segunda vez!, con la jerezana ¡más bella del planeta! y ser la madre de tres maravillosos hijos que no dejan de enorgullecerme cada día que abro mis ojos. ¡Temo descubrir donde está el error en la ecuación! M: ¡No hay error, es así! Has luchado como buena que eres para alcanzar lo que tienes, ¡incluyéndome! (haciéndose la chula, tratando también de ahuyentar esa sombra que notó en los ojos de Esther hace unos instantes) E: ¡Ya! Pero tú también has tenido tu cuota de luchas, ¿o me vas a decir que haber dirigido Urgencias y todo el Central, haber obtenido una cátedra en la prestigiosa Universidad Complutense, y correr una clínica pediátrica para niños de hijos de inmigrantes y trabajadores en paro o infra-remunerados peleando todo el tiempo con la junta directiva y los representantes del gobierno, no es hazaña de titanes...? M: ¡Por supuesto, pero no me quites el mérito de ser también la técnico más buenorra del mejor equipo infantil de fútbol femenino de la Liga de Madrid! (ya soltando una carcajada) E: ¡Claro que no cielo, la más “buena moza” y la mejor! (riendo con ella)... Pero sabes, a mí lo más que me importa es ser la mejor madre para nuestros hijos y la mejor compañera tuya que yo pueda ser, lo demás cae por añadidura... M: En ese caso, ya estamos las dos bien servidas... E: Oye, yo casi he terminado aquí por hoy, me faltan contestar dos emails para acordar un par de reuniones y ya está, los informes que necesito revisar me los puedo llevar a casa y los veo a la noche. ¿Qué me dices si les damos una sorpresa a Patri y a Paula, las recogemos al cole para llevarlas a las clases de baile? M: Me parece bien, así mientras las niñas terminan su clase yo puedo ir a buscar a Pedrito a sus clases de pintura para que mamita luego nos invite a unos batitos en el puesto de frutas que está en la glorieta del parque... (poniendo cara de no matar un mosquito) E: ¡Anda, bribona, que no será lista ella!

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El día terminó mejor de lo planeado. Una vez estuvieron todos juntos y luego de los batidos y un rato de juegos por el parque, se dirigieron a una relativamente nueva pizzería que había abierto cerca de la Gran Vía. A todos les encantaba por ser la única en tener un horno de ladrillo y barro donde de cocían las pizzas y otros platos con leña. Claro que a los chicos les gustaba especialmente porque Damiano (el dueño y chef) les dejaba pasar a la cocina abierta para montar las pizzas a su gusto En eso estaban cuando, de pie observando como sus hijos se “emblanquecían” de harina, Maca rodea a Esther por la cintura y la atrae cerquita a su oído... M:... ¿Y me vas a contar porque has puesto esa cara de pena esta tarde en tu despacho...? E: (Girando su rostro para mirarla con ternura)... Mo fue nada, por un momento recordé a mamá y me doy un pequeño bajón... Durante ese último año se le detectó a Encarna un cáncer muy agresivo de páncreas. Cualquier tratamiento se dificultaba por su condición diabética y un corazón que ya empezaba también a dar signos de agotamiento. La decisión de desistir de la quimio no fue fácil, sobretodo para Esther... En: ¡Esther, hija, compréndeme! Aunque me someta a eso que me ha explicado la doctora Méndez, la inmunoterapia con esos nuevos medicamentos, no mejora mucho mi posibilidad de estirar mis días por mucho tiempo más y los efectos secundarios me tendrían hecha un guiñapo, ¡y eso sí que no! Yo quiero poder disfrutar de mis nietos y mis hijas todo lo más que me conceda esta vida, canjear un día sin poderlo hacer no es opción para mí. Todos tenemos que dejar de respirar algún día, pero antes de ese momento (si me es posible) quiero “vivir” no simplemente “sobrevivir” E: (Embozando una sonrisa empapada en lágrimas) ¡Y así será mamá, te quiero, te quiero mucho...! Cinco meses más tarde Encarna sucumbía ante un paro respiratorio. Murió tranquila y en paz. Desde una semana antes de su deceso estuvo prácticamente sedada. En un momento breve de lucidez, se despidió de sus nietos y sus hijas con una sonrisa en los labios, regaños para todos, achuchones y un “hasta luego” Pidió ser cremada y que sus cenizas sirvieran para abonar un rosal que desde niña había cuidado en el pequeño parquecito que hay junto a la plaza de su pueblito natal. ╬ Paula crecía a pasos agigantados, bueno, los tres. Hoy le celebrarían el cumpleaños número cinco a la querendona de la casa, y por supuesto que habría fiesta con piscina, payasos, juegos, música y una enorme tarta decorada con motivos de los personajes estrellas de Quino incluidos Todo era un revuelo por parte de los niños, y por parte de las mamis, la emoción combinada con histeria colisionaba por toda la casa

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E: ¡Maca, que te pedí que fueras sacando los canapés de refrigerador para que no estén helados cuando empiece a llegar la gente! (gritaba desde el comedor) M: ¡Esther, cariño, que estoy colgando los globos... ¿no podrías encargarte tú de eso? Anda Pedrito, pásame el cordel de hilo para amarrarlo aquí... ¡Tu madre me mata hoy de un infarto, ufff! (Pedrito reía a carcajadas porque estaba acostumbrado a las reyertas de sus mamis) E: ¿Has visto los platos y las servilletas que compramos con motivos de Mafalda? (seguía gritando) M: (Sin querer responder con otro grito) Pedrito, mi amor, ve con mamita y dile que las cosas que compramos para la fiesta están en las fundas de compra en el armario del recibidor... ¡ah! y dale un besito para que se calme, ¿vale? Pe: ¡Vale mami! (chocando sus manos en alto) Todo estuvo listo, como siempre, ¡a la perfección! La gente empezó a llegar, los niños empezaron a formar bandos para jugar a distintas cosas, Pedrito y Patri en eso eran los mejores anfitriones. Paula estaba preciosa en su conjunto Agatha Ruiz de la Prada (obsequió de sus Yayos), que no cesaban de piropearla y tomarle foros Los payasos-mimos encantaron a chicos y grandes, y más cuando les tocó sacar a bailar el vals a la homenajeada... ¡bueno, vals lo que se dice “un vals” no era exactamente lo que parecía aquello, pero todos estaban gozando de lo lindo! Maca había preparado algo especial para ese día, así que llegado el momento fue llamando a todos al salón donde tenía preparada la portátil conectado al plasma. Su asistente, Cyber-Pedrito, verificaba que todo estuviera bien ajustado antes de empezar. Cuando todos estuvieron más o menos acomodados, comenzó a explicarles... M: Ante todo, muchas gracias por estar aquí compartiendo este día tan especial para Paula y para todos nosotros. Como saben, hoy sería la primera vez en una actividad de nuestra familia que no contamos con la compañía de la Yaya Encarna y por esa razón, pues para no echarla mucho en falta, Pedrito y yo habíamos pensado en preparar un popurrí de recuerdos que nos gustaría compartir con todos ustedes, que son nuestra familia y amigos Esther, quien no sabía de esta sorpresa, dejaba escapar una lagrimita mientras Paula agarrada de su mano le daba un beso y Patri se abrazaba a su cintura. Pedrito comenzó a controlar el ordenador mientras Maca seguía hablando... M: Hace ya once años que comenzó nuestra maravillosa odisea juntas (dirigiendo sus ojos y su sonrisa a Esther), y durante todo este tiempo hemos pasado de todo... (Imágenes en diapositivas digitales empezaron a aparecer en la pantalla)... Enamorarnos... pelearnos... contentarnos... ¡casarnos!... (viejas fotos de sus primeras vivencias iban apareciendo) Embarazarnos de nuestro primer retoño (Pedrito)... de nuestra primera princesa (Patri)... de nuestra querendona zalamera (Paula)... (y en aquellas imágenes aparecía Encarna con su alegría acompañando todos esos instantes) Rosario y Pedro se habían acercado a Esther y la abrazaban también, transmitiéndole ese cariño que se había establecido entre ellos como un vínculo inquebrantable

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M: Ustedes, que han sido nuestros amigos y aliados todos estos años, saben también que hemos tenido nuestros momentos difíciles y que tuvimos que batallar contra las cosas que a veces se empecinan en destruir los regalos hermosos que nos brinda la vida. Por suerte supimos reconocer lo realmente valioso y supimos separar la mies de la paja para retomar nuestros senderos... Seguían apareciendo fotos de ellas y los niños,... en la finca de los yayos en Jerez, de Esther dormida sobre los libros durante el postgrado, durante la construcción de la piscina, de aquel viaje a las islas griegas, de su “segunda boda”, de los niños participando en el Belén del cole, del primer viaje a esquiar, a bucear, el primer recital de baile de Patri, la primera copa del club de Pedrito, del rosal florecido que acunaba el recuerdo eterno de la Yaya Encarna... E: (Con pucheros, pero sonriendo) Para mí esto también ha sido una maravillosa sorpresa... ¡muchas gracias mi amor! (le lanzaba un beso a Maca)... Yo también quisiera decirles que estoy muy feliz de tenerlos de amigos, a todos, y que la vida me ha reafirmado algo que mamá siempre me repetía, “que vivir la vida con miedo es vivirla a medias, y así no vale la pena vivirla”. Vivir es amar, y para amar hace falta mucho valor, el mismo que todos ustedes me infunden con su amistad, ¡gracias!... ¡Bueno, yo creo que ya va siendo hora de cantarle a nuestra Paula su “cumpleaños feliz” y de picar la tarta!, ¿no creen? ╬ Maca terminaba de asearse y cambiarse en el baño mientras Esther, quien ya se había cambiado, llegaba al cuarto con dos copas de vino y una escudilla con uvas. Busco en su iPod una canción en particular y conectó el aparato a los altoparlantes que tenían en el cuarto para escucharla Cuando Maca apareció encontró a Esther recostada en la cama mirando en la cámara digital las fotos del cumpleaños. Al ver a Maca, se levantó y fue hacia ella ofreciéndole una de las copas M: ¿Por qué brindamos? E: ¿ Por la fortuna de seguir juntas, dando la pelea...? M: ¡Me parece muy bien! (daban un sorbo a sus copas)... ¿Qué escuchamos...? E: “El tiempo es veloz”... La recordaba de la vez que fuimos al recital de Mercedes Sosa hace unos meses... El show de fotos de esta tarde me ha hecho pensar en ella... Esther recostada en el espaldar de la cama y Maca sentada de lado frente a ella, saboreaban el vino y las uvas mientras dibujaban caricias con sus manos. En un momento dado Maca tomó ambas copas y la escudilla, y las colocó sobre la mesita de noche. Ofreciéndole su mano a Esther, la invitó a ponerse de pie M: ¿Bailamos? Envueltas por esa melodía y por las miles de sensaciones que les había dejado el día, bailaron abrazadas, Esther con su rostro guarecido en el cuello de Maca, y Maca con sus labios posados en los cabellos de Esther

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Cuando la música terminó, llevaron todo de vuelta a la cocina, apagaron las luces y se acostaron, con sus rostros de frente y con su amor a flor de piel Enjuagaron sus alientos con besos jadeantes y entrelazaron sus cuerpos con caricias hasta fundirse en un solo deseo tendido sobre las suaves olas de sus sabanas

La bruma de la noche anterior parece haberse evaporado con el frescor de los primeros rayos del alba. Todo está en calma, el viento, los ladridos de los perros del vecino, el aleteo de los pájaros en sus nidos. Todo incluso la respiración pausada de Maca, durmiendo con su rostro contra la almohada, con su silueta desnuda, despreocupada y descubierta, exudando por todos sus caminos la paz de una vida plena Esther, guardiana de su sueño, la contempla a su lado. Traza con su mirada la curva de sus ojos dormidos, sus labios entreabiertos, su perfil imperfectamente helénico, se fija en un par de rebeldes hebras plateadas asomadas en su cabellera y piensa en el instante cuando tuvo el valor de decir, de admitir: “... yo también te quiero...” Si es cierto lo que proponen los miembros de la tribu Hopi, el tiempo no existe, o más bien, su transcurrir. Entonces, pasado y futuro colapsan ambos en el “hoy” y el “ahora”. De esa gran revelación se percataron ellas, instintivamente, cuando sus senderos se cruzaron y a partir de ese hecho quisieron continuar andando juntas... ╬ “... ¡Qué vicio el tuyo de andar mirando mujeres desnudas...!” Esa voz interrumpió sus pensamientos y acaparó su atención. Frente a mis ojos se materializaba aquella sonrisa, la misma que hacía de cada despertar el mejor... E: Hola... M: Hola, aún es temprano... E: No para mirarte bajo este haz de luz... Me encanta como el tragaluz del techo desvía los rayos del sol o la luna hacia el cuadro del graffiti, y como este los devuelve convertidos en acuarelas de luz. Hace un momento apenas, tu espalda era un mar sereno y azul... Otras veces, tus pechos me han parecido dos montañas pintadas de color verdeyerba... M: Entonces, ¿admites que me espías mientras duermo... desnuda? E: ¡Siempre! M: ¿A que hora dijimos que deberíamos salir de aquí para ir a buscar las niñas? O sea, quise decir, a nuestras dos hijas adolescentes... (riéndose de su propio comentario, haciendo que Esther se recostara sobre ella enlazando sus piernas) E: Conque salgamos de aquí alrededor de las doce, iremos sobradas de tiempo, recuerda que en el campamento ecuestre no esperan a los padres hasta después de las seis, y de aquí a Toledo nos echamos unas tres horas más o menos M: ¡Me muero por ver la cara de esas dos... con lo que nos persiguieron para que las apuntáramos! ¡Te apuesto que nos van a tener levantadas hasta tarde dramatizándonos sus historias! E: ¡Eso puedes darlo por hecho! Por cierto, debemos confirmar con Pedrito (¡me da gracia que aún lo llamemos así!) a que hora aterrizan mañana en Barajas. Hay tormentas en Berlín y quizás su vuelo se retrasa un poco

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M:... Quiere eso decir que tenemos toda la mañana aún para nosotras... E: ¡Ajá! Y si por mí fuera, no saliéramos de la cama hasta la hora de irnos... M: ¡No tenemos que hacerlo! (su tono era algo más que sugerente) E: Pero... ¿te quedan energías después de las prácticas de tango anoche? ¡Digo, de tango y de todo lo demás! (levantándose un poco apoyada en sus codos, paseando sus dedos por su vientre) M: Yo he descansado muy bien, ¿y tú? (acariciando su espalda y jugando con su pelo que caía sobre sus hombros y su rostro) E: También... (mordisqueando sus dedos mientras acariciaba sus senos) M: ¡Ahhh...! ¡Sra. García, me sorprende su ímpetu! E: ¡Dra. Wilson, la edad es solo una excusa para los pobres de espíritu! (bajando por su pecho para mordisquear y humectar sus pezones erguidos) M: ¿Es eso un reto? E: ¡Usted misma! Y en un rápido movimiento, Maca la hizo voltear para quedar ahora ella en dominio de la situación. Los labios de Esther provocaban a ser devorados. Piernas, entrepiernas, muslos en conjunto fueron tomando su mejor posición de ataque y contraataque. Brazos, labios, manos y lenguas cargaban sus municiones. ¡La suerte estaba echada! Batallaron por el botín de sus deseos como amazonas sedientas de conquista. El calor encendía sus cuerpos, el éxtasis les hacía perder la razón. Uno a uno caían derrumbados muros de contención formidables, liberando a cada roce de piel contra piel las gaviotas de sus adentros. Y en ese audaz vuelo a ras del suelo, unieron finalmente sus alas extendidas para quedar suspendidas en el infinito... Una imperceptible melodía les llegaba desde algún lugar en el tiempo y danzaron a su compás como siempre pensaron que lo harían... como dos esencias que son una, y viceversa...

Epílogo Final: “... lo que no cambia nunca es este deseo de atravesar valles y montañas agarrada de tu mano, de concluir cada día así, y de encontrarme en tus ojos cada nuevo día, todos los días... al despertar...”

FIN

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Al despertar... ... nos encontramos cada día con la tarea de cuidar y luchar por las cosas que le dan razón de ser a nuestras vidas... Cada día distinto al anterior, cada vuelta del destino un nuevo reto... Pero lo que no cambia nunca es este deseo de atravesar valles y montañas agarrada de tu mano, de concluir cada día así, y de encontrarme en tus ojos cada nuevo día, todos los días... al despertar...

¡Amaneceres en mi alma! ¡Amaneceres en mi mente! Cuando se abre la puerta íntima para entrar a una misma, ¡qué de amaneceres! Recoger la hora que pasa temblando a nuestro lado, y hacerla presente, y hacerla robusta, y hacerla universal ¡Amanece el mundo! Cuando se abre la puerta íntima para entrar a una misma, ¡qué de amaneceres! (Fragmento de “Amaneceres”, de Julia de Burgos)

Ha de haber un color por descubrir, Un juntar de palabras escondido, Ha de haber una llave para abrir La puerta de este muro desmedido Ha de haber una isla más al sur, Una cuerda más tensa y resonante, Otro mar que nade en otro azul, Otra altura de voz que mejor cante Poesía tardía que no llegas A decir la mitad de lo que sabes: No callas, cuando puedes, ni reniegas De este cuerpo casual en que no cabes... (“Ha de haber” de José Saramago (escritor, portugués), traducido por Ángel Campos Pámpano)

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Falacias sobre la libertad y otras verdades aprendidas... por ahí... (Sólo el amor nos hace libres...) ... Libre al fin, te vas de mí, Voy a ser, libre al fin, Comenzaré a tejer mi soledad de ayer Tal vez fue que fui tan ciego Que tu amor no pude ver, Tenías que partir, y entonces comprendí... Libre al fin, voy a vivir al fin, Mi libertad de ayer, Voy casi sin saber, buscando tu sombra entre la lluvia, Voy gritándote, ya no lo vuelvo hacer, Que debes ya volver para decirte, Que sin ti, mi casa está vacía Y ya no soy feliz, Te necesito aquí, Para poder vivir, Libre al fin, soy libre al fin, Ser libre hoy quiere decir amarte a ti, Me duele ya este juego que jugué, Y ya no se que hacer, Ni si me has de creer Porque antes de mentir, Más necesito, por favor, que tu creas en mí, Para hacerme feliz, y abrazarte, Y guardarte aquí en mi pecho hasta el fin... (“Libre al fin”, de Glen Monroig, paisano cantautor...) (¿La palabra inútil?... , ¡la no dicha!) ... Asomaba a sus ojos una lágrima y a mis labios una frase de perdón... Habló el orgullo y se enjugó su llanto, y la frase en mis labios expiró Yo voy por un camino, ella por otro; pero al pensar en nuestro mutuo amor, yo digo aún: “¿Por que callé aquél día?” Y ella dirá. “¿Por qué no lloré yo?” (RIMA XXX, de G.A. Bécquer, romántico, español) ... donde vayas tú está mi casa, Allí plantaré mi corazón, Donde vayas tú, eres mi bandera, Tu cuerpo mi patria, y yo tu mar, Con aguas tan azul, como tus ojos hoy...

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(“Pasión existe”, fragmento, de Inma Serrano, cantautora, española) Hagamos un trato Compañera, Usted sabe, Que puede contar conmigo, No hasta dos ni hasta diez, Sino contar conmigo Si alguna advierte, Que a los ojos la miro, Y una veta de amor, Reconoce en los míos, No alerte sus fusiles, Ni piense que delirio, A pesar de la veta, O tal vez porque existe, Usted puede contar conmigo Si otras veces me encuentra, Huraño sin motivo, No piense que es flojera, Igual puede contar conmigo Pero hagamos un trato, Nada definitivo, Yo quisiera contar con usted, Es tan lindo saber Que usted existe, Uno se siente vivo, Y cuando digo esto, Quiero decir contar Aunque sea hasta dos, Aunque sea hasta cinco No ya para que acuda, Presurosa en mi auxilio, Sino para saber A ciencia cierta Que usted sabe que puede Contar conmigo... Mario Benedetti (escritor, uruguayo) Epílogo Final: “... lo que no cambia nunca es este deseo de atravesar valles y montañas agarrada de tu mano, de concluir cada día así, y de encontrarme en tus ojos cada nuevo día, todos los días... al despertar...”

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