Al pie del Támesis de Mario Vargas Llosa

Al pie del Támesis de Mario Vargas Llosa Datos de Contacto GRUPO ACTORAL 80 www.grupoactoral80.com Teatro Espacio 80. Edf San Martín. Sótano 1. Parqu

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Por Mario VARGAS LLOSA
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Al pie del Támesis de Mario Vargas Llosa

Datos de Contacto GRUPO ACTORAL 80 www.grupoactoral80.com Teatro Espacio 80. Edf San Martín. Sótano 1. Parque Central Caracas, Venezuela 58-212-5773124 (Ofic. Telef-fax) 58-4143087755 (Director – Héctor Manrique) e-mail: [email protected] DIRECTOR DE LA AGRUPACIÓN: Héctor Manrique TELÉFONO: 58-212-7930141 E-MAIL: [email protected]

Al pie del Támesis Él no es él. Ella tampoco es ella sino él. En el fondo nadie es quien aparenta ser. Es un problema de identidad el que plantea el más reciente premio nobel de literatura Mario Vargas Llosa en su obra, Al pie del Támesis, estrenada en marzo de 2008 en Lima, y que saltó al escenario caraqueño el 8 de agosto del mismo año de la mano de Héctor Manrique, la producción general de Carolina Rincón y las extraordinarias actuaciones de Carlota Sosa e Iván Tamayo. Un encuentro en Londres, entre el escritor cubano Guillermo Cabrera Infante y su par venezolano, Esdras Parra, convertido en mujer tras una cirugía de cambio de sexo, inspiró a Vargas Llosa. En el Hotel Savoy, muy cerca del río Támesis en Londres, se encuentran "Chispas" Bellatín y la supuesta hermana de su viejo amigo "Pirulo" Saavedra, de quien se separó violentamente hace 30 años. En la reunión irán quedando al desnudo sus inconsistencias como seres humanos, la máscara con la que han vivido desde siempre, las tareas pendientes... El célebre escritor peruano Mario Vargas Llosa visitó Caracas durante la temporada, para ver la puesta en escena venezolana de su pieza teatral a la que calificó de "creativa" y "maravillosamente bien interpretada", por cuya razón considera que "extrae riquezas escondidas de un texto teatral". "Presencié la obra conociéndola y desconociéndola. Eso es lo maravilloso que tiene el teatro. El teatro es como la vida, siempre permite interpretaciones diferentes según el ángulo desde el cual se la observe, y el ángulo que Héctor (Manrique) ha optado para crear esta obra es realmente muy original. Está lleno de pasión, de humor de juego y también de misterio". MVL Además de la extensa temporada caraqueña, la obra fue invitada en el año 2009 a la ciudad de Bogotá donde se realizó una función benéfica en el Museo Nacional con la presencia del autor para recolectar fondos para la construcción de la sede de la Fundación Notas de Paz que funciona en Cali.

Ficha Técnica Elenco: Chispas Bellatín: Iván Tamayo Raquel Saavedra: Carlota Sosa Asistente de Dirección: Luis Bisbal Realización de vestuario femenino: Raquel Ríos Espacio escénico: Héctor Manrique Iluminación: José Jiménez Vestuario: Eva Ivanyi Producción general: Carolina Rincón Dirección: Héctor Manrique Número de Personas que viajan: 6 (4 hombres, 2 mujeres). Escenografía: 2 sillas 1 Alfombra 1 Puerta doble con su marco

DURACIÓN: 1 hora (sin intermedio) ESPACIO ESCÉNICO: Cerrado. MONTAJE: Frontal.

IDEAL MINIMO

Tiempo de Montaje: 6 Horas Tiempo de desmontaje: 1 Hora

Ancho

Profundidad

Altura

8

6

4,5

7,20

5

4

Críticas, comentarios y entrevistas Al pie del Támesis Por Alberto Barrera Tyszka [email protected] Si la imagen estuviera en blanco y negro, ella podría ser una fan de los Beatles. Pero vivimos a color. Es sábado en la noche y estamos en el teatro Trasnocho. En una de las butacas de la fila de adelante, una mujer aprieta entre sus manos un ejemplar de Travesuras de una niña mala. Habla a la distancia con alguien que está varias filas detrás. Habla sin sonidos. Recortando con sus labios las palabras. No me lo puedo creer. Qué emoción. Lo que dice, se puede leer. Hasta que, de pronto, gira, voltea, se pone de pie: Mario Vargas Llosa está entrando en la sala. Vino por 24 horas, de paso entre Lima y Madrid, para asistir especialmente a una función de su obra Al pie del Támesis, montada en Venezuela por el Grupo Actoral 80. Hacía unas horas, un poco después de llegar al país, había dado una rueda de prensa, donde –por suerte para él y para todos nosotros– los periodistas también le hicieron preguntas sobre la obra, sobre su experiencia literaria. Por supuesto que el tema político estuvo presente. Pero ocupó su lugar. Vargas Llosa, con cordial franqueza, narró su propio proceso, su tránsito y su decepción por la Revolución Cubana. Podrá ser criticado por muchas cosas, pero nadie puede negar que ha vivido y defendido a fondo sus creencias. Ha perseguido genuinamente sus propias dudas, intentando atajar las preguntas que nos lanza la realidad. Ha vivido siendo auténtico con sus contradicciones. Y esa misma libertad y esa misma honestidad están presentes en su literatura.

Al pie del Támesis es una obra corta, con dos personajes conversando en un solo espacio. El punto de partida es el reencuentro de dos amigos, después de demasiados años. Uno de los dos, sin embargo, se ha cambiado el sexo, ahora es una mujer. A partir de este presupuesto dramático, Vargas Llosa mantiene constantemente al auditorio entre la expectativa y la confusión. La obra siempre sortea cualquier facilidad tremendista. Esquiva las direcciones predeterminadas. Esquiva lo predecible. Va rotando las posibilidades de una tragedia, a veces en clave de comedia, para regalarnos varias posibles versiones del pasado. Esta vez, Vargas Llosa se sirve de la experiencia transexual, de una anécdota moderna e incómoda, para darnos a respirar, de nuevo, una de las inquietudes

más persistentes en su obra: la relación entre lo real y lo imaginario, la consistencia de lo invisible, el poder de la ficción, el juego de espejos entre la vida y sus inventos. Esa es la verdadera noticia de Al pie del Támesis, llevada a escena ahora en Caracas con la extraordinaria actuación de Carlota Sosa y de Iván Tamayo. En sus memorias, Carson McCullers da cuenta de la expectativa que puede sentir un autor ante la representación de su texto. Ella, que también fue fundamentalmente narradora, novelista, sucumbía ante su propia fragilidad, ante la velocidad de sus nervios. "No asisto a los estrenos", confiesa. Pero tampoco era capaz de huir demasiado lejos. La noche en que se estrenó su obra Square Root of Wonderful, ella esperó afuera, vestida con un antiguo traje chino, caminando por la calle, de un lado a otro, administrando su ansiedad en cada paso. De repente, observa que una pareja se sale del teatro antes de que termine la función. Una de las diferencias fundamentales, al menos para los escritores, entre un libro y un espectáculo es la rapidez con que llega la reacción del destinatario. Un lector es siempre una soledad que mira un libro. No es un público, en plural y en movimiento. El espectáculo exige otro tipo de participación. El auditorio, siempre, de alguna manera, completa la obra, aunque sea aportando un ambiguo silencio. La literatura tiene otro tiempo, otro tipo de regresos. No cuenta con esa combustión instantánea, con la respuesta inmediata ante el texto. Ese sábado en la noche, Mario Vargas Llosa también fue público. En ese instante, quizás, el autor era parte de la invención, un escritor imaginado, fugado detrás del escenario, mientras él sólo era un espectador, atento a la versión de la obra que proponía el director Héctor Manrique. Al final, de pie sobre el escenario, Vargas Llosa se confesó conmovido y sorprendido, maravillado, ganado por el asombro de quien se redescubre en el milagro de la ficción. Nada mejor, entonces, para celebrar los 25 años del Grupo Actoral 80, fundado por Juan Carlos Gené y dirigido hoy por Manrique, que se ha empeñado durante todo este tiempo en hacer del teatro venezolano una experiencia exigente, profunda y diversa. Nada mejor para celebrar esa otra vida que –como escribe Vargas Llosa– podemos "sólo soñarla gracias a las esplendorosas mentiras de la ficción".

El Nacional, 24 de agosto de 2008

Memoria de un amor secreto Por Alfonso Molina En los últimos días se ha comentado mucho la situación de desconcierto que se creó cuando —a principios de los años ochenta— el poeta venezolano Esdras Parra visitó —después de varios años sin verse— al narrador cubano Guillermo Cabrera Infante en su casa de Londres. Este último descubrió con asombro que su amigo se había convertido en una honorable señora, después de haberse practicado una operación de cambio de sexo. Esta anécdota constituye el punto de partida dramático de Al pie del Támesis, el más reciente texto teatral de Mario Vargas Llosa —estrenado en Caracas según el agudo montaje de Héctor Manrique y con las conmovedoras actuaciones de Carlota Sosa e Iván Tamayo— que se revela como una pieza compleja, reveladora y, sobre todo, extremadamente emotiva. El nervio central de la pieza no reside en la condición transexual de uno de sus dos personajes sino en la profunda disfunción emocional del otro. De hecho, sin esta falencia afectiva el personaje transexual no tendría sentido en la construcción del tejido dramático. El encuentro en el hotel Savoy de Londres, al pie del Támesis, entre Pirulo Saavedra, ahora conocido como Raquel Saavedra, y Pinchas Bellatín, amigos que tienen tres décadas sin verse, impulsa un poderoso descalabro emocional que se mueve entre la realidad y la imaginación. En el fondo, más allá de lo anecdótico, subyace la necesidad del perdón y la nostálgica memoria de un amor secreto. Aunque Al pie del Támesis se percibe inicialmente como una obra lineal, justo en la mitad adquiere un rumbo distinto que combina situaciones y tiempos diversos y propone al espectador una visión heterogénea y prolija sobre la vida interior de un ser humano que arrastra un recuerdo y una culpa desde su adolescencia. El exitoso hombre de negocios Pinchas Bellatín es un prisionero de sí mismo y de su pasado. La imagen de Pirulo Saavedra no lo ha abandonado ni un sólo día —como le confiesa a Raquel Saavedra— pues la lleva amarrada a un dolor íntimo. Sobre todo, cuando regresa a su memoria aquel día lejano cuando Pirulo quiso besarlo en la boca y él respondió con violencia. Observar a Raquel le permite reconstruir — y tratar de justificar— la situación que lo atormenta. Pero la mente es indómita. Los hechos vuelven a su cauce real aunque la imaginación intente escabullirse entre fisuras. Vargas Llosa regresa a ciertos ambientes y personajes de su narrativa temprana, especialmente los de su volumen de relatos Los cachorros y su novela La ciudad y los perros. Personajes juveniles en una sociedad de clases poco permeable que enfrentan sus contradicciones en situaciones extremas. Pero en este caso los observa desde una óptica retrospectiva que dramatiza aún más el conflicto. Prioriza el personaje de Pinchas sobre el de Raquel —no podía ser distinto— en términos de una personalidad compleja que se revela desde la simpleza y linealidad de su condición de workoholic que se ha casado —y divorciado— tres veces sin encontrar satisfacción en la sexualidad femenina. Tal vez por ello su mirada sobre Raquel es inicialmente la del rechazo —no hay que olvidar que

Raquel era antes Pirulo, quien quiso besarlo— que poco a poco deviene en admiración y en amor. A Raquel puede besarla, algo impensable con Pirulo. Ella encarna los fantasmas de su pasado en su propio ajuste de cuentas. Dicho de otra forma: Pinchas es el personaje principal mientras Raquel es el personaje liberador. Hasta cierto punto. La puesta en escena de Manrique es limpia y elaborada a la vez. Hay que anotar que este montaje es distinto al que en Lima estrenó en marzo pasado el director Luis Peirano con las actuaciones de Alberto Isola y Bertha Pancorvo, según ha confesado el propio escritor peruano. El trabajo caraqueño recurre a cierta forma de humor que no intenta generar la risa fácil sino exigir una actitud del público menos convencional. Lo de la transexualidad nunca deja de ser anecdótico, nunca adquiere un espacio dominante. En cambio, el intenso diálogo entre Raquel y Pinchas es incesante, intranquilo, incontrolable. Conforma el caudal dramático de la pieza. La acción transcurre en una suite del hotel Savoy, casi en tiempo real. La iluminación se ajusta a la evolución emocional de Pinchas y a las revelaciones de Raquel. La realización maneja el juego de lo real y lo imaginario como dicotomía entre conciencia y emociones. Interpretar a Raquel y Pinchas debió haber sido un reto importante para Carlota Sosa e Iván Tamayo. dos actores venezolanos que no han cedido a las exigencias del teatro fácil. Al representar a personajes complejos, alejados de los estereotipos, conforman un dueto que se desdobla de manera reveladora. En el caso de Sosa el asunto se manifiesta de manera doble porque interpretando a Raquel también interpreta a Pirulo, los cuales son dos personajes en uno. Pirulo es aquel muchacho que sin ser homosexual se siente mujer en el cuerpo de un hombre y manifiesta la necesidad de besar a su amigo. Raquel es, en cambio, una mujer con pasado masculino que ha tenido el coraje de afrontar su vida y de ir a saldar sus cuentas con Pinchas. Los espectadores observamos a Raquel y nos relacionamos emocionalmente con ella, pero también sentimos la presencia de Pirulo y su terrible soledad. En el caso de Tamayo la situación es aparentemente más sencilla, incluso porque aparece encerrada en el clásico esquematismo masculino, pero a medida que el personaje se desarrolla el actor logra comunicar la ansiedad de una vida no resuelta que necesita la presencia de aquel amigo a quien tres décadas atras agredió de forma cruel. Cuando apreciamos el trabajo de ambos intérpretes entendemos el sentido real y no cursi de esa frase que reza: el amor no tiene fronteras. Sólo tiene verdades y mentiras. Afortunadamente el Grupo Actoral 80, fundado hace 25 años por Juan Carlos Gené, sigue ofreciendo teatro de calidad. Poco a poco, a lo largo de un cuarto de siglo, se ha convertido en una suerte de marca de profesionalismo. Criterio, talento, esfuerzo y perseverancia lo hacen posible. Es una vieja fórmula irrebatible.

Blog de Alfonso Molina 3 de septiembre de 2008

Se estrenó la comedia "Al pie del Támesis" Por E. A. Moreno Uribe Raquel Saavedra revive a su hermanito Pirulo Carlota Sosa e Iván Tamayo materializan obra de Vargas Llosa Caracas. Aún el transexual Esdras Parra Uzcátegui no está en los escenarios venezolanos, pero llegará y se le aplaudirá como personaje teatral, porque a ese ciudadano, identificado con la cédula No.662.843 (Santa Cruz de Mora, 1 de enero de 1930/Caracas, 18 de noviembre de 2004), lo execraron por su decisión existencial. Mientras tanto, para cuando corresponda ponderar lo que él hizo y lo que vivió, se puede ir degustando la pieza Al pie del Támesis, creada por Mario Vargas Llosa precisamente a partir de una "visita inesperada" que ese intelectual criollo sí realizó al escritor cubano Guillermo Cabrera Infante, en su residencia londinense, durante el 2002. Este aleccionador hiperrealista espectáculo, muy centrado en los conflictos que se presentan con la identidad sexual o identidad de género, está en el Teatro Trasnocho, gracias a las vigorosas actuaciones de Iván Tamayo y Carlota Sosa, la minimalista puesta en escena y la excelente dirección de Héctor Manrique. ¡Y es un regalo que hace el Grupo Actoral 80 al público que lo ha acompañado durante los últimos 25 años! MELODRAMA No es "una perita en dulce" esta octava obra teatral de Vargas Llosa, como tampoco lo son ninguna de sus novelas, ensayos y artículos periodísticos. Este intelectual (Arequipa, 1936) ha utilizado su arsenal literario para denunciar las contradicciones sociales, y económicas de América Latina y entrar en conflicto con todas aquellas equivocadas o perversas manifestaciones culturales de las sociedades de los siglos XX y XXI donde le ha correspondido vivir. En Lima, el pasado 26 de abril, vimos el montaje de Al pie del Támesis, estrenado en el Teatro Británico, el 29 de marzo, por el director Luis Peirano y los comediantes Alberto Isola y Bertha Pancorvo. Es un melodrama donde un asesino lleva 30 años sin purgar una sanción moral hasta que sueña con su víctima y ésta se le presenta, de manera inesperada y sin que el otro lo identifique inicialmente, convertido en "mujer", para obligarlo a que revise lo ocurrido, confiese su culpa e inicie un proceso de aceptación de su verdadera sexualidad, o sea que "salga del closet".

VISITA INESPERADA Al pie del Támesis germinó a partir del shock de Cabrera Infante al toparse con Parra Uzcátegui convertido en "mujer", después de una reasignación de sexo, realizada en Londres décadas atrás. Eso lo usó Vargas Llosa para el conflicto de su pieza: un desconocido, o desconocida, irrumpe en la vida y altera la rutina del exitoso limeño Chispas Bellatín (encarnado por Tamayo), le hacer vivir una alucinación en la suite del londinense hotel Savoy, donde se aloja para realizar importantes transacciones comerciales. Ahí lo asalta Raquel Saavedra (materializada por Carlota Sosa) y en cuestión de largos minutos le revela que ella es su hermano Pirulo Saavedra, su amigo íntimo a quien mató en un gimnasio, cuando tenía 16 años, porque se atrevió a besarlo. CREATIVO ENREDO Todo ese enredo de un muerto que resucita y además cambiado de sexo, es la creación del dramaturgo para confrontar al personaje realista, Chispas Bellatín, con su sórdido pasado y los fantasmas que ahí moran. La crisis, siempre en el ámbito de la ensoñación, muestra a un hombre triunfador, rico en bienes pero incapaz de ser feliz, tras tres matrimonios fracasados y añorando lo que pudo haber pasado si no rechaza el beso de su víctima Pirulo Saavedra. Es un macho prototipo que no ha tenido valor para acudir al psiquiatra ni al psicólogo para que le ayuden a poner en orden o clarificar su identidad y su orientación sexuales. La utilización de un transexual es una licencia del autor para mostrar además esa disconformidad de género cuando un hombre, o una mujer, rechaza su sexo biológico y lucha para cambiarlo aunque tenga que desafiar a una sociedad que no lo acepta.

LECTURAS POSIBLES Al pie del Támesis es una pieza de teatro perfecta, donde el espectador tiene que aceptar la fantástica propuesta, entrar en su juego de niveles de interpretación y tener claro que lo irreal se hace real y cómo ésta realidad se transforma en alucinante pesadilla para el atormentado Chispas. Sus diálogos son breves, punzantes y preñados de corrosivo humor. En Caracas, como en Lima, el director usa una actriz para el rol transexual, cuando podía serlo un hombre, para obligar a que el público se introduzca más en la anécdota y acompañe a Chispas en su expiación. Originalmente, así fue en Lima, la pieza cierra con la irrupción en la suite de un asistente, de nombre Pirulo Saavedra, quien despierta al millonario y lo regaña por su tardanza. Pero Chispas le da como única explicación: "Si te digo qué, te caerías de espaldas, Pirulo". Aquí en Caracas, Manrique borró este epílogo de diez líneas y dejó a Chispas emergiendo solitario de su pesadilla. Vargas Llosa ha reiterado que escribe

historias y que no las interpreta, dejando eso a los hacedores del teatro, al público o los críticos Creemos que el final que propone el autor es para redondear aquello de "que los sueños sueños son", para que se interprete como una pesadilla, más nada, y que el público debe tomar lo que más le satisfaga. No hay que olvidar que América lleva 500 años bajo la férula del machismo, recuerda Vargas Llosa, y situaciones como las de esta obra, tienen otras soluciones en capitales europeas y grandes ciudades norteamericanas, donde las comunidades se sobreponen al poder de las religiones, pero otra cosa ocurre en las pequeñas poblaciones. Él insiste en que el tema de la ficción y la realidad, la fantasía y la vida vivida, son incluso más importantes que la identidad sexual. El Mundo, 11 de agosto de 2008

Cuatro actores como pocos Por Aquilino José Mata

La semana pasada les comenté la obra "Monogamia", del escritor, psiquiatra y dramaturgo chileno Marco Antonio de la Parra, que se está presentando en el Teatro Trasnocho. En esta pieza, que narra la conversación entre dos hermanos sobre un tema muy de hoy, Antonio Delli encarna a un empresario de éxito que presume de ser monógamo, mientras Javier Vidal desempeña el rol de un escritor, infiel e irresponsable, según la óptica de su atildado hermano. Aquí todo se sustenta en atrayente interpretación de va poniendo al descubierto tan correcto como parece, hermano.

un diálogo fluido e ingenioso y en la impecable y los dos actores. A medida que transcurre la trama, se la verdadera esencia de los protagonistas: ni Juan es ni Felipe es un irresponsable e infiel como aduce su

¿Monogamia? es una eficaz radiografía de la falta de autenticidad que revelan los seres humanos ante la imposibilidad de ser fieles a sí mismos y a sus propias utopías. El texto es chispeante, ágil y lleno de sorpresas que nos llevan a no perder un solo detalle. Durante la hora y veinte minutos que dura la obra, nos regocijamos de que su interpretación haya recaído en dos actores de la talla de Vidal y Delli, quienes salen más que airosos de este compromiso. En la misma sala debutaron el fin de semana pasado otros dos actores de primera línea: Carlota Sosa e Iván Tamayo. Y lo hicieron con Al pie del Támesis, una obra corta, de apenas una hora, de Mario Vargas Llosa. El notable escritor peruano ha dicho que esta pieza nació a partir de una conversación con Guillermo Cabrera Infante. Su colega cubano le había relatado, sin perder aún el asombro, su reencuentro con el poeta venezolano Esdras Parra, quien décadas después de la última despedida, había cambiado visiblemente. Se había convertido en una celebrada poetisa. Esta situación dio pie para que Vargas Llosa escribiera un texto, en tono de tragicomedia, ambientado en Londres. La trama muestra a Chispas Bellatín (Iván Tamayo), quien es visitado por la supuesta hermana de su viejo amigo Pirulo Saavedra, Raquel Saavedra (interpretada por Carlota Sosa). Durante la conversación, ella le reclama la forma en que trató y luego se alejó de su supuesto hermano, quien había intentado besar a Bellatín en la regadera de un gimnasio, recibiendo a cambio un

contundente golpe de parte de su mejor amigo, episodio que propició que desde entonces dejaran de verse. Chispas Bellatín, luego de exponer sus razones para tal alejamiento, se da cuenta de que Raquel Saavedra no es otra que el mismo Pirulo, pero transformado en mujer, luego de una dolorosa y larga operación de cambio de sexo. Es a partir de aquí cuando la obra desencadena todo su poder dramático, el mismo que le da pie a Carlota Sosa e Iván Tamayo para desplegar todas sus potencialidades histriónicas, mostrándolos sobrados y sencillamente atrayentes en escena. Pieza, sin duda, breve pero difícil, que requiere de dos actores de probado talento e inteligencia. La dirección siempre experta de Héctor Manrique y el vestuario de Eva Ivanyi contribuyen igualmente a darle relevancia a este montaje, donde la calidad y el buen hacer profesional son lo predominante. El Mundo, 11 de agosto de 2008

Vargas Llosa del Támesis al Guaire Por Angel Ricardo Gómez Él no es él. Ella tampoco es ella sino él. En el fondo nadie es quien aparenta ser. Es un problema de identidad el que plantea Mario Vargas Llosa en su obra, Al pie del Támesis, estrenada en marzo en Lima, y que salta al escenario caraqueño el próximo 8 de agosto de la mano de Héctor Manrique y las actuaciones de Carlota Sosa y Iván Tamayo. El autor peruano ha confirmado su visita a Venezuela para ver la versión.

Vargas Llosa hizo el borrador de la obra en dos semanas, pero necesitó cinco años para culminarla (cortesía ga80)

Un encuentro en Londres, entre el escritor cubano Guillermo Cabrera Infante y su par venezolano, Esdras Parra, convertido en mujer tras una cirugía de cambio de sexo, inspiró a Vargas Llosa. En el Hotel Savoy, muy cerca del río Támesis en Londres, se encuentran "Chispas" Bellatín y la supuesta hermana de su viejo amigo "Pirulo" Saavedra, de quien se separó violentamente hace 30 años. En la reunión irán quedando al desnudo sus inconsistencias como seres humanos, la máscara con la que han vivido desde siempre, las tareas pendientes... "Como todas las obras que están bien escritas, ésta tiene distintos enfoques: a mí me habla de la búsqueda del ser, de la identidad, pero también plantea otra cosa y es que muchas veces nos vamos enredando en cosas formales como el éxito y nos olvidamos de lo fundamental", comentó Iván Tamayo, responsable de darle vida al Chispas, un hombre de 45 años que ha encontrado el éxito en los negocios pero que no es feliz. Carlota Sosa tiene -si se quiere- el mayor peso, pues debe dar vida a ese hombre que siente que nació con el sexo equivocado y toma la decisión trascendental de

cambiarse de género con una cirugía. "No conozco a personas transgénero, pero sí he visto videos de la operación y es algo brutal. Mucha gente se confundirá y pensará que voy a interpretar a un travesti o a un homosexual, pero no es así y ahí está el reto más grande", comentó Sosa, quien ha trabajado durísimo para no caer en lugares comunes o interpretaciones erróneas sobre esta condición humana. Pero por encima de la anécdota están los planteamientos de fondo. Carlota Sosa coincide con Tamayo en cuanto al tema de la identidad que impregna la obra, pero agrega el de "un amor imposible por inconcluso, por algo que pudo ser y no fue; las consecuencias extremas de dejarse llevar por los prejuicios". Héctor Manrique cataloga Al pie del Támesis como una obra muy valiente de Vargas Llosa. "Hay un llamado de atención, un pellizco en las nalgas, sobre un mundo que rueda, que se desarrolla y que nos plantea expresiones distintas, aquello que era especulativo ahora es una realidad (la posibilidad de elegir un sexo), así que es una invitación a la aceptación, a la tolerancia... a abrir los ojos al mundo, contemplarlo y procurar comprenderlo, más allá de aceptarlo o no", comentó el director, quien no descarta que haya también un replanteamiento del concepto de la libertad. Manrique encuentra una seria continuidad entre esta pieza de Vargas Llosa y el resto de su obra literaria. "Es un autor que sigue indagando en los resortes más profundos del ser humano, hay una coherencia en el escritor al abordar este tema posmodernista como lo es la transexualidad". El GA80 está de fiesta El Grupo Actoral 80 fue fundado en 1983 por el argentino Juan Carlos Gené, a su paso por Venezuela. Por 12 años el maestro estaría al frente del colectivo hasta que su patria lo llamó de nuevo. La dictadura lo había forzado al exilio, mas los vientos de libertad y reconstrucción soplaban de nuevo hacia el Sur.

Al pie del Támesis servirá para celebrar los 25 años de una compañía que ha seguido con Héctor Manrique, uno de sus fundadores, al frente, pero también un equipo de personas que han hecho posible la permanencia del colectivo en un país cuya principal virtud no es precisamente la solidez de sus instituciones. Iván Tamayo entró al GA80 en el 86 y considera que las claves para la permanencia de la compañía ha sido el trabajo con honestidad. "Hemos hecho con honestidad el teatro que hemos querido, un teatro de texto, que quiere hacer un cuestionamiento a la realidad, pero también hemos hecho reír". Manrique piensa que la compañía ha servido a cada uno de sus miembros como una posibilidad de realización artística y crecimiento.

La celebración continuará en septiembre con el reestreno de Final de partida de Beckett, donde actúa la nueva generación del GA80. La misma pieza saldrá de gira por España en octubre. [email protected]

De Lima a Caracas Al pie del Támesis se estrena el 8 de agosto en el Teatro Trasnocho de Las Mercedes. Las funciones serán los viernes y sábados a las 10:00 pm y los domingos a las 8:00 pm. El estreno mundial se produjo el 29 de marzo pasado, en el Teatro Británico de Lima, bajo la dirección de Luis Peirano y las actuaciones de Alberto Isola vinculado en una época al GA80- y Bertha Poncorvo. Mario Vargas Llosa (Arequipa, 1936) tiene ocho obras de teatro escritas, según reporta su página web oficial, sin contar la extensa obra literaria. Probablemente, el autor asista a la función del 16 de agosto en Caracas.

El Universal, 31 de julio de 2008

Vargas Llosa al pie del Támesis La obra del escritor peruano se presentará por primera vez en Venezuela este fin de semana Por Martha Cotoret El escritor Mario Vargas Llosa visitará Caracas para asistir a una función de una pieza teatral de su autoría, Al pie del Támesis, la cual será estrenada este viernes a las 8:00 pm en el Teatro Trasnocho por el Grupo Actoral 80. La visita del autor peruano está prevista para dentro de diez días.

La pieza, que se presentará bajo la dirección de Héctor Manrique y la producción general de Carolina Rincón, cuenta la historia de dos amigos que después de treinta años deciden reencontrarse sin imaginarse que, uno de ellos, ha cambiado de sexo.

El génesis de esta pieza –cuentan las malas lenguas– fue un encuentro en el cual el autor Esdras Parra, quien se sometió a una cirugía de cambio de sexo, le habría jugado una broma a Guillermo Cabrera Infante. Por un rato, le hizo creer que él no era él, sino su hermana, la señorita Parra. En la pieza, el reencuentro entre los personajes se produce en un lugar cercano al río londinense Támesis. Chispas Bellatín (Iván Tamayo) es visitado por la supuesta hermana de su viejo amigo Pirulo Saavedra, Raquel Saavedra (interpretada por Carlota Siosa), poco antes de una reunión de negocios de aquél. Ella se presenta y durante la conversación le reclama la forma en que la trató y luego se alejó de su supuesto hermano. Poco después, Chispas Bellatín, luego de exponer sus razones para tal alejamiento, se da cuenta de que Raquel Saavedra no es otra que el mismo Pirulo, pero transformado en mujer luego de una dolorosa y larga operación. Durante el diálogo, ambos se confiesan sus fracasos sentimentales y fantasean de lo que pudo pasar de haber tenido ambos una relación de pareja. En medio de confesiones, Chispas le dice a su amigo Pirulo (ahora Raquel) que siempre le rondó en la cabeza la idea de qué hubiera pasado si él se hubiera dejado dar ese beso, pues aún duda de su verdadera identidad. El texto le vino como anillo al dedo al Grupo Actoral 80. "Estábamos buscando una obra para celebrar por todo lo alto los 25 años de esta agrupación. Edgar Moreno Uribe nos trajo la pieza de Vargas Llosa, la sometimos a consideración e, inmediatamente, comenzamos las conversaciones con el escritor para solicitar los permisos correspondientes", cuenta Manrique. "Es una pieza que celebra el teatro, porque demuestra cómo el poder de la ficción que se presenta puede ser completamente revelador de las angustias y la existencia del hombre", afirma Manrique en referencia al hilo conductor del montaje. Al pie del Támesis responde a preguntas fundamentales como ¿quién soy?, ¿qué hago? y ¿qué he hecho para ser feliz? Es una pieza en la que la sexualidad, la amistad, la identidad y los prejuicios son temas fundamentales. La obra, dice Manrique, es también un "llamado para que las personas abran sus cabezas y comprendan que las personas tienen derecho de correr por el camino que más le provoque, mientras en ese camino no se lleven a otros por delante. En este país en el que vivimos debemos apostar a una vida plena y libre", concluye el director. Tal Cual, 06 de agosto de 2008

Metamorfosis sexual Al pie del Támesis El Grupo Actoral 80 celebra su 25 aniversario con el estreno de la más reciente pieza teatral de Mario Vargas Llosa, inspirada en el recuerdo de la poetisa venezolana Esdras Parra Por Marco Bell El recuerdo de la venezolana Esdras Parra, bautizada por Carlos Flores como "la poetisa que fue hombre", es el germen de la más reciente obra teatral de Mario Vargas Llosa, Al pie del Támesis, que hace pocos meses se estrenó en Perú y que a partir del viernes será interpretada en el país por el Grupo Actoral 80, con la dirección de Héctor Manrique.

Hace aproximadamente seis años, el autor de La casa verde tuvo una conversación con Guillermo Cabrera Infante, quien le relató asombrado su reencuentro con

Parra. El cubano le contó que había charlado décadas atrás con un poeta venezolano y que tiempo después lo hizo con una poetisa que aseguraba ser la misma persona. Había cambiado de sexo. A partir del relato de Cabrera Infante, Vargas Llosa escribió Al pie del Támesis, una tragicomedia que narra la historia de dos amigos que no se veían desde hace 35 años. Su relación se rompió en un gimnasio, luego de que uno de ellos rechazó con una bofetada el beso que el otro pretendió darle. El reencuentro ocurre en Londres, al pie del río Támesis. Antes de marcharse a una reunión de trabajo, Chispas Bellatín (Iván Tamayo) es visitado por una misteriosa mujer, la supuesta hermana de su viejo amigo Pirulo Saavedra, Raquel (Carlota Sosa). Desde ese momento se comienzan a revelar, uno tras otro, asombrosos acontecimientos. "Es una obra sorprendente. Es profundamente orgánica y verdadera. Es abordada desde un gran respeto del autor a la condición del personaje. En el montaje, el equipo se ha preocupado por darle un tratamiento cuidadoso que –por desconocimiento– podría ser escenificado satírica o caricaturescamente", indicó el director de la pieza. "Va más allá del cuento. Se centra en la identidad y los prejuicios, la incomprensión y el miedo que puede producir lo que no se conoce. Los transexuales nacieron con un sexo que ellos piensan que no es el indicado para sus vidas. No es una perversión ni una frivolidad. Si no asumen esa nueva condición de género, se sentirían infelices. Esta condición vital, obviamente minoritaria en la población, tiene que ver con cuestiones genéticas, con cargas cromosómicas diferentes a la común", apuntó la actriz Carlota Sosa. Respecto al aniversario del grupo teatral, Manrique expresó: "Son 25 años de trabajo ininterrumpido. Celebrarlos con un montaje de Vargas Llosa tiene para nosotros un significado muy importante. Además de la admiración que siempre le he tenido, nadie puede negar que es una figura netamente influyente en el mundo entero. Es un escritor y un intelectual verdaderamente monumental". El director informó que Vargas Llosa apartó una noche en su apretada agenda para visitar Caracas y asistir a la función que se ofrecerá el próximo sábado. El Nacional, 05 de agosto de 2008

"Los pueblos tienen los gobiernos que quieren tener" Presente en el país para ver el montaje de su obra Al pie del Támesis, Mario Vargas Llosa ofreció su visión no sólo de la literatura, sino de la política latinoamericana Por Nerea Dolara Pocas veces tienen los actores y el director de un montaje la oportunidad, el atemorizante reto, de presentar la pieza frente a su autor. Ése fue el caso de Héctor Manrique, Carlota Sosa e Iván Tamayo, quienes ayer en la noche subieron al escenario bajo la mirada de uno de los mayores intelectuales vivos de Latinoamérica: el peruano Mario Vargas Llosa, que vino por unos días a Caracas para asistir a la función de su obra Al pie del Támesis.

"Estoy muy agradecido con todos los que han hecho posible este montaje. Me da alegría que se presente aquí porque esta obra tiene una inspiración venezolana. Y aunque la historia de estos dos amigos me rondó por mucho tiempo, un día me ocurrió un episodio de esos que ponen a funcionar la imaginación. Sucedió en Londres, luego de una anécdota de Guillermo Cabrera Infante sobre un joven poeta venezolano que había conocido en mis visitas al país entre las décadas de

los años sesenta y setenta. Cuando Esdras Parra fue a Londres lo invité a mi casa y me llevé la sorpresa de que ahora era una señora. Fue una reunión extraña en la que constantemente metía la pata. Pero se convirtió en el eslabón que estaba buscando", señaló el escritor, que adelantó que trabaja en una novela histórica y que recibirá un doctorado Honoris Causa de la Universidad Simón Bolívar el 8 de diciembre. Dos temas surcaron la conversación con el autor: su obra y sus métodos y la política. Al poco de comenzar la rueda de prensa comenzaron las preguntas sobre la actualidad latinoamericana y sobre la nube negra que predijo, en 1999, que se quedaría sobre Venezuela por un tiempo. "Ya entramos en la candela. Me lo esperaba. No sé responder hasta cuándo estará esa nube negra, de la que hablé en mi artículo, sobre este país. Ésa es una respuesta que deberían dar los venezolanos. Éste, al igual que el de Bolivia, es un caso muy interesante porque ambos gobernantes fueron elegidos por el pueblo, que, a veces, se equivoca. Y paga muy caro sus errores. Es importante tener conciencia de que, salvo casos excepcionales, los pueblos tienen los gobiernos que quieren tener. Me espanta que en Latinoamérica haya todavía sectores que creen que el populismo es la salida. Desgraciadamente, la democracia cobra atractivo y revela sus bondades sólo cuando se pierde".

Sobre el auge de los gobiernos de izquierda en el continente señaló: "Es un fenómeno que en la región haya una izquierda que cree en la democracia. Es bienvenida. No pone en peligro la democracia, la refuerza. El caso de Venezuela es distinto porque su gobierno no cree en la democracia, cree en una que no existe, autoritaria y centralista. Es insensato. Todos los

experimentos de políticas económicas intervensionistas y estatizadoras han fracasado. Un mínimo de lucidez permite darse de cuenta de que esas políticas sólo conducen al fracaso, a la pobreza". En las tablas. Ya lejos de la política, Vargas Llosa confesó que su primer amor fue el teatro y que, probablemente, si en la Lima de su juventud hubiera habido un movimiento teatral interesante no se habría convertido en novelista. El autor no sabe explicar por qué selecciona algunas historias para el escenario o para la página escrita. "No tengo respuesta. Sólo sé que siento muy claramente cuándo una historia debe ser teatro y cuándo debe ser novela. Y aunque invente algunas explicaciones, lo cierto es que no me convencen. Lo que sí creo que prueba esto es que los géneros no son tan artificiales como se creyó en los años setenta. Responden a algo profundo, a una cierta visión de los relatos, a su esencia, que los hace vivir a través de encarnaciones distintas". El escritor, que sigue haciendo sus borradores a mano y que hace poco incursionó como actor en las tablas, no cree que las nuevas tecnologías amenacen la existencia del libro. "No va a cambiar la ficción. Nos hemos mantenido inventando historias con el paso del tiempo. No hay diferencia en que sean escritas en un papel o en una pantalla. Eso no modifica la esencia de la literatura. Pienso que el libro va a sobrevivir y pienso que quienes opinan lo contrario están sumidos en un pesimismo que no se corresponde con la realidad". Tras una hora y algunos minutos de conversación terminó el encuentro. Frente al destino ineludible de la presentación quedaron los actores, el director y el autor. Sosa afirmó: "Lo que va a pasar esta noche será el momento más importante de mi carrera". Y así los dos personajes salieron a escena a enfrentarse con su creador. El Nacional, 17 de agosto de 2008

Vargas Llosa calificó de "creativa" y "maravillosamente bien interpretada" a la puesta en escena venezolana de su obra teatral Al pie del Támesis Por Betty Vázquez El escritor peruano elogió el montaje que dirige Héctor Manrique y protagonizan Carlota Sosa e Iván Tamayo, del que dijo está concebido desde un ángulo "lleno de pasión, de humor, de juego y también de misterio"

El célebre escritor peruano Mario Vargas Llosa visitó Caracas este sábado 16 de agosto, para ver la puesta en escena venezolana de su pieza teatral Al pie del Támesis –dirigida por Héctor Manrique (director del Grupo Actoral 80) y protagonizada por Carlota Sosa e Iván Tamayo-, la que calificó de "creativa" y "maravillosamente bien interpretada", por cuya razón considera que "extrae riquezas escondidas de un texto teatral". "Presencié la obra conociéndola y desconociéndola. Eso es lo maravilloso que tiene

el teatro. El teatro es como la vida, siempre permite interpretaciones diferentes según el ángulo desde el cual se la observe, y el ángulo que Héctor (Manrique) ha optado para crear esta obra es realmente muy original. Está lleno de pasión, de humor de juego y también de misterio". Vargas Llosa dio su apreciación sobre esta pieza, que se presenta de viernes a domingo en el Teatro Trasnocho, montado en el escenario, al finalizar la función de este sábado 16 de agosto, junto a Manrique y a los primeros actores, quienes se sintieron halagados con las palabras del escritor. "He visto esta noche a mi texto enriquecido por la originalidad de la lectura que ha hecho el director y, desde luego, por la maravillosa interpretación de esta pareja de actores. A todos ellos muchísimas gracias y muchas gracias también a todos ustedes por acompañarme en una noche que va a quedar siempre viva en mi memoria, como una de la experiencias más gratificantes que he tenido como autor de teatro", concluyó Vargas Llosa, quien posteriormente se retiró a descansar y se marchó del país el domingo 17 en la mañana. Contacto de prensa: Betty Vázquez Tlfs: (0414) 135-6660 / (0426) 919-5207.

Tocata y fuga Por Martha Cotoret Mario Vargas Llosa se fue del país sin haber compartido con los venezolanos sus impresiones del montaje local de Al pie del Támesis. El escritor estuvo menos de 24 horas en Caracas, donde ofreció una rueda de prensa antes de asistir a la función sabatina de la obra de su autoría. Estaba previsto que Vargas Llosa asistiera a un cóctel posterior a la función, pero la ocasión no se concretó. El autor abandonó discretamente la sala de teatro del Trasnocho Cultural, sin firmar libros ni tomarse fotos. Antes de la función comentó que recurrió a los fantasmas emocionales para abordar el tema de la identidad. "Me planteo si la identidad es algo con lo que se nace, o se trata de un aspecto que se va creando durante la vida y que puede cambiar con el tiempo". La pieza parte de una anécdota real que le contó Guillermo Cabrera Infante. Su amigo Esdras Parras lo visitó en una ocasión en Londres, convertido en mujer. Cabrera Infante le confesó luego al autor de La casa verde que cometió muchas imprudencias en esa conversación. "Tenía mucho tiempo dándole vueltas a esta obra; éste era el eslabón que necesitaba", explicó Vargas Llosa. En el escenario, Chispas Bellatín y Raquel Saavedra se reencuentran en una suite del Hotel Savoy, en Londres. Entre risas, llantos y discusiones, Chispas se da cuenta de que la mujer que tiene enfrente no es más que su amigo de la infancia, Pirulo, a quien tenía 30 años sin ver. A partir de este momento, el peso del montaje recae sobre el ambiente psicológico de los personajes. Chispas reconoce que no ha podido ser feliz desde la partida de Pirulo. El magnífico desenlace sorprende a los espectadores que no logran descubrir lo que esconde la historia. Tal Cual, 18 de agosto de 2008

TEATRO El escritor abrazó a los actores al final de la función

Vargas Llosa reconoció a uno de sus hijos teatrales El autor estuvo en Caracas por pocas horas para asistir a la presentación del montaje que el GA 80 hizo de su pieza Al pie del Támesis Por Juan Antonio González Casi a la medianoche del sábado pasado, el escritor peruano Mario Vargas Llosa subió al escenario del Teatro Trasnocho para abrazar a Carlota Sosa e Iván Tamayo, encargados de dar vida a "una interpretación diferente" –según sus propias palabras– de la pieza de su autoría Al pie del Támesis. Como el padre biológico que agradece a los adoptivos los cuidados que han dispensado a su hijo, Vargas Llosa alabó el trabajo de ambos actores y del director Héctor Manrique, del Grupo Actoral 80. "Se trató de un montaje rico en matices, que he vivido conociendo y reconociendo mi obra. Fue una puesta en escena original, llena de pasión, humor, juego y sueños", dijo el intelectual, que la tarde de ese mismo día llegó al país procedente de Lima, ofreció una prolongada rueda de prensa y asistió al teatro sin que en su rostro se notara el cansancio de la intensa jornada. En Al pie del Támesis, Chispas Bellatín y Pirulo Saavedra, dos amigos de la infancia que se separaron con el amargo sabor de un mal momento que terminó en pelea se reencuentran 30 años después. Pero ya no son Chispas ni Pirulo, sino Chispas y Raquel. Uno de ellos ha cambiado de sexo para, sin proponérselo, mantenerse atado a los fantasmas del pasado. No obstante, es el heterosexual de esta peculiar relación quien más presente tiene los hechos de su adolescencia; hechos que definitivamente han marcado su vida adulta. La reunión de Chispas (Tamayo) y Raquel (Sosa) degenera así en un dramático tour de-force en el que los estallidos emocionales aumentan progresivamente de intensidad, a pesar de que el montaje de Manrique no deja exenta a esta historia de algunas salidas jocosas, de efectos predecibles en la audiencia. A la velada teatral asistieron, como espectadores, Isaac Chocrón, Manuel Caballero, Ibsen Martínez, Teodoro Petkoff, Javier Vidal, Tania Sarabia, Iraida Tapias, Nelly Garzón, Amanda Gutiérrez, Leonardo Henríquez y Moisés Guevara, director artístico del Teatro Trasnocho, entre otras personas ligadas al mundo de la cultura en el país. El Nacional, 18 de agosto de 2008

VARGAS LLOSA TRIUNFA CON SU NUEVA OBRA TEATRAL

"Al pie del Támesis" impacta en Lima por su denuncia social Un "ruidoso cóctel" mediático sobre el sexo y los negocios Por E. A. Moreno Uribe Lima. El encuentro inesperado entre Guillermo Cabrera Infante y Esdras Parra en Londres, ocurrido hace mas de siete años, tras una castradora "cirugía de reasignación de sexo" a que se sometió el poeta venezolano, no es más que la fuente de inspiración o motivación para crear Al pie del Támesis, obra de Mario Vargas Llosa estrenada en el Teatro Británico, bajo la conducción de Luis Peirano. Eso le ha permitido al célebre intelectual peruano abordar con prudente elegancia en un mismo espectáculo la temática de la homosexualidad combinada con la transexualidad, un "ruidoso cóctel" informático que está de moda no sólo en el ámbito del show business sino especialmente en congresos de psicólogos y psiquiatras. No es un secreto que hay una revisión a fondo de los derroteros de la sexualidad en el siglo XXI y desde ya se estimula una necesaria investigación científica ante el incremento de dichas conductas o comportamientos sociales nada convencionales y totalmente transgresores para la moral y la ética burguesas, sin contar el rechazo que hay en las naciones socialistas y en regímenes teocráticos a todo aquello que pueda interpretarse como "desviaciones de la normalidad" o cual otra manifestación de la libertad humana. En pocas palabras, sin temblarle el pulso y rompiendo con la pacata burguesía, para Mario Vargas Llosa (Arequipa) ese "encuentro inesperado" le permitió abrir la escena para mostrar una historia ficcionada sobre "Chispas" Bellatin, un adolescente de la rancia sociedad limeña que mató a su compañerito de estudios "Pirulo" Saavedra, porque este intentó darle un beso en la boca mientras se entretenían en el gimnasio. 35 años después, "Chispas" (encarnado por Alberto Isola) revela una de sus más lacerantes pesadillas, mientras descansa en una suite del hotel Savoy de Londres: "Pirulo" se le presenta convertido en su "hermana" Raquel Saavedra (Bertha Pancorvo) tras una compleja operación en Casablanca y lo invita a vivir lo que no pudieron antes, cuando eran jóvenes: amor, matrimonio y feliz vida de pareja. PELIGROSAS PESADILLAS "Chispas" en esa prolongada situación onírica, porque así es la técnica doble que usa el dramaturgo, desnuda su vida íntima frustrada, su desastre físico-psicológico con las mujeres (lleva tres divorcios en fila) y asoma que es un homosexual que no se asume, lo cual queda materializado al final, porque otro "Pirulo" con toda la carga que ese personaje tiene, lo despierta para llevarlo a una importante reunión de negocios, que es el único ámbito donde "Chispas" ha triunfado y ganado

fortuna. El sueño del irredento asesino finaliza con un estrujante monólogo que recuerda al Willy Loman de La muerte de un viajante de Arthur Miller, pero que no conduce al suicidio de "Chispas", sino que lo lanza a proseguir con su vida del disimulo y su desenfrenada carrera por más riquezas, aunque sea infeliz en su mundo privado. Dicho de otra manera, Mario Vargas Llosa usó el caso Esdras Parra como pretexto para plasmar en la escena limeña otro lamentable suceso de homofobia no asumida y la solución que "Chispas" sueña dentro de su sueño: un cambio de sexo para que todo sea simulado. Pero nosotros creemos -el teatro tiene razón de ser por las metáforas que encierra- que el autor de La casa verde va más allá. Abofetea a la sociedad peruana y a sus similares en el resto del continente americano, porque juegan a la indefinición en la política como en el sexo, se traicionan a sí mismas con tal de ganar unos dólares más, aunque desgracien a las clases más pobres de sus repúblicas. ¡Ya Moliere lo hizo antes! Hay, pues, una lectura política muy obvia en Al pie del Támesis porque sus personajes son símbolos, aunque el escándalo del sexo sea más sugerente, estridente y muy directo, y puede que asuste a unos cuantos mojigatos que aún quedan aquí o allá, a los que moran en sus closets de día y de noche salen cual lobos de cacería. MONTAJE MINIMALISTA El espectáculo, logrado gracias a la paciencia y al talento del elenco ahí reunido y al rigor del director Peirano, es una muestra depurada de esa tendencia del contemporáneo teatro estadounidense donde lo que se busca es la materialización de los personajes por encima de adornos y elementos escenográficos. Convertir al escenario en verdadera "caja negra", donde el espectador pueda disfrutar del desarrollo de las psiquis de los personajes, con todas esas pulsiones, como acota el puestista, "que cada uno puede eventualmente reconocer en sí mismo" y permitir así la expiación, ese estado de ánimo que tanto anhelaban los clásicos griegos. Hay un especial cuidado con los ritmos de los personajes y un rigor para obtener y mantener la dramática atmósfera donde ellos se mueven cual peces en un acuario de culpas propias y ajenas. Es un espectáculo intelectual para quienes pretendan reflexionar sobre lo que está pasando más allá de las apariencias, en Lima y el resto del planeta, cuando los seres humanos pretendan vivir por encima de lo normado, que pretendan tener libertad para escoger. Los actores son conmovedores por lo que encarnan y por cómo lo muestran en el escenario. No hay desperdicio sino exceso de talento y pasión, fundamentales para estos buenos 80 minutos de teatralidad al máximo. Ahí todos ganan, pero el único que pierde es Esdras Parra a quien casi nadie recuerda a pesar de ser un personaje único para el teatro por su periplo vital. Esa es una deuda que la intelectualidad venezolana no ha asumido. http://elespectadorvenezolano.blogspot.com

Con un beso al pie del Támesis Por Juan Martins

Héctor Manrique nos produce una vez más placer ante el escenario. Una relación entre lo literario y el espacio escénico. Una puesta en escena que se impone con un lenguaje que ya nos dice de este joven director: una obra estructurante, limpia y condicionada hacia el espectador: las actuaciones adquieren ese ritmo, se explayan sobre el discurso del relato teatral con aquella corporeidad que se necesita en el espectáculo: divertimento, gracia y sentido se componen en aquella relación.

Al pie del Támesis de Mario Vargas Llosa es una pieza que nos dice de un escritor el cual nos tiene acostumbrados a ver en sus personajes la condición humana. Esa «condición humana» adquiere entonces su movimiento interno: las circunstancias de vida de esos personajes se nos hace relevante por el conflicto en el que están. Y desde allí, en esa relación con el conflicto, Manrique saca el mayor provecho de ese lugar del texto: aquel relato que describe un encuentro inesperado entre el escritor Guillermo Cabrera Infante y Edras Parra (una vez que ésta se había cambiado de sexo, «de gesto y de voz»). Ese hecho inesperado no lo hace en sí un hecho literario, menos teatral. Pero Vargas Llosa lo compone desde sus necesidades literarias. Esto es, cómo éste ha comprendido del oficio su propia visión: el ser humano en su oportuno ascenso de comprenderse o de explicarse a sí mismo. Se hace literario puesto que ese relato es una metáfora de la vida: entendida en ese conflicto de contrarios, de seres humanos que se comportan en la realidad, mejor dicho, sobre la esfera subjetiva de aquella realidad, como individuos «diferentes», contrarios a la definición que le damos al concepto de hombre o de mujer, en una visión distinta del género y a su vez -por aquella condición de lo humano- de trasgresión social. Sobre esa representación de lo transexual se hace irreverente ante el espectador: el público va a establecer su propia relación con la vida y con sus concepciones, con su visión de mundo y, por tanto, arriesga sus propios códigos morales. El entretenimiento (constituido por el ritmo de las actuaciones) se somete a ese lugar de las emociones: no nos gusta, por ejemplo, en nuestra posición de público, que nos recuerden la escala de valores y el nivel de compromiso que tenemos con lo moral, incluso, con nuestros temores. Someternos a esas diferencias nos pone en un lugar de rigor reflexivo: entender que podemos coexistir en esas diferencias que son, además, parte de la vida y, por lo mismo, no debemos «suprimir» al otro por ser diferente. Al colocar esto en forma de obra de teatro, Manrique tiene claro cuál es el lugar que debe desarrollar en la puesta en escena: el texto se corporiza en la dicción, la expresión, la proyección de la voz y la técnica con la que se desplazan la actriz (Carolina Sosa en el rol de «Pirulo Saavedra/Raquel Saavedra») y el actor (Iván Tamayo como «Chispas Bellatín») respectivamente. Allí se sostiene la simetría del espectáculo: cada quien en su lugar, componiéndose en la iluminación y dentro de la sobriedad

de la escenografía. Todo, como decía, estructurándose en un mismo nivel del discurso. Manrique, incluso, de los diálogos extensos hace un privilegio cuando coloca en el actor los arreglos que son exclusivamente teatrales y de representación: giros verbales y fuerza en la proyección de las voces (como sistema de signos) nos otorgan aquel sentido de teatralidad que tiene toda buena puesta en escena. Como para no perder el desarrollo del relato, la imagen de esa representación se da a lugar en un espacio sencillo y sobrio que detalla el «gusto» de la clase media. Como si lo que allí se representara fuera un cuestionamiento del pensamiento burgués: el detalle del vestuario, en su buen acabado, y el decorado blanco subrayan esa significación. Los signos son evidentes: lo que se nos pone de manifiesto, es un registro de lo moral. Así que, queramos o no, es un cuestionamiento de ese aspecto ideológico de la clase media. Por tanto, registramos la necesidad de concebir las emociones en su verdadero arraigo: en la praxis del amor como único valor legítimo en la sensibilidad del hombre, en el ejercicio de lo amoroso. Ese ejercicio de lo amoroso se nos hace pensamiento en la medida que los diálogos se sostienen con ritmo: con una actuación sentida u orgánica de parte de la actriz, del actor. Y eso se sostiene a lo largo de la puesta en escena. Es una manifestación de placer: de abrir los sentidos hacia otras concepciones del pensamiento liberal (entendiendo por liberal el ejercicio intelectual, también espiritual, de la libertad). Y en esa composición las imágenes juegan su complicidad: el arte es síntesis y es lo que nos muestra su director. Un dominio del oficio en la interpretación literaria de este escritor. En lo particular pienso que las actuaciones han sido coherentes en esa búsqueda: la interpretación semiológica que hacen del texto ha considerado estos aspectos conceptuales para la representación. De allí la formalidad del discurso y la presencia actoral. Es un riesgo bien constituido que nos permite entender el compromiso del teatro: quizás -en mi caso lo fue- una liberación emocional de las ideas. De comprender la necesidad del que el otro existe, es diferente a mí y me complementa en la «condición humana».

Crítica Teatral, 1 de diciembre de 2008

Vargas Llosa: entre la narrativa y el teatro Por Luis Alberto Rosas No todo buen narrador es buen dramaturgo, ni todo buen dramaturgo necesariamente es buen narrador. Ambos cuentan historias; y ciertamente, podríamos decir que los dos son entonces creadores de anécdotas. Sin embargo, la forma de plasmarlo en el papel es distinta, la forma de llegar al lector o espectador, difiere; existen grandes contrastes entre la dramaturgia y la narrativa o prosa, aunque siempre apunten al mismo objetivo: contar una historia.

La diferencia más definitiva, es que la narrativa crea tiempo, pero carece de espacio, el espacio cobra vida en la mente del lector. El drama crea espacio y tiempo, porque ocurre ante nuestros ojos, se revela a través de los actores que encarnan los personajes, que "hacen", que accionan; por ello la narrativa se vale de la descripción y el drama –por el contrario-, se vale de la acción, porque si no, ¿cómo lo representa un actor? La narrativa nos relata hechos en pasado, hechos que ocurrieron. El drama nos relata hechos que ocurren ante nuestros ojos, de otra manera los actores serían simples narradores, no necesitarían hacer nada en el escenario, sino hablar. Lo anterior nos sirve de introito para el análisis del más reciente montaje del Grupo Actoral 80, quienes celebrando sus primeros 25 años sobre las tablas, nos ofrecen en el Teatro Trasnocho, su lectura de la más reciente pieza del reconocido escritor peruano Mario Vargas Llosa, Al pie del Támesis. La obra parte de una anécdota personal que le relatara un amigo al autor sobre el peculiar encuentro que sostuvo después de treinta años, con un poeta venezolano, transformado en poetiza gracias a una operación de reasignación de sexo. La pieza de ficción, relata el supuesto encuentro entre Chispas Bellatín (Iván Tamayo) y Pirulo Saavedra, transformado en Raquel Saavedra (Carlota Sosa) quienes "aparentemente" sostienen una conversación en un lujoso hotel de Londres, donde el primero se hospeda por asuntos de negocios. Pirulo engaña a su entrañable amigo y haciéndose pasar por su hermana, produce el encuentro que llevará a Bellatín a confesar su desequilibrio emocional, ocasionado por un episodio violento ocurrido entre los dos hace treinta años en el gimnasio donde asistían y en el que Pirulo intentó besar a Chispas. Lo interesante del giro de la historia es que se revela que el encuentro de hace tres décadas, fue la concreción del asesinato de Pirulo por parte de Chispas como reacción al intento de seducción. Lo inteligente del texto radica precisamente en este particular: la conversación vista, ocurre sólo en la mente del trastornado Bellatín, quien no ha podido superar el hecho y que no es capaz de asumir su homosexualidad. Sin embargo, esta aparente conversación es sólo eso, una conversación.

El director, Héctor Manrique, hábil hombre de teatro, elige un elenco de veteranos que por una hora y algo más hacen de actores-narradores; actores que hablan, extraordinarios actores que deben recrear todo con la palabra. Y no les queda otra, porque no hay teatralidad; no existe acción teatral en la que el director pueda ampararse. Su correcto manejo en la conducción de los actores a la hora de la interpretación textual, hace que el público se enganche. Cuesta arriba lo coloca Vargas Llosa, pero el Actoral 80 logra salir airoso. Pero no sólo este particular se logra sortear. Manrique, procura que sus intérpretes no rayen en el melodrama de la insólita situación planteada y las consecuencias que ésta trae a los personajes involucrados en el hecho. En este tipo de teatro de la "no acción", los actores están tentados hacia el exceso dramático para no aburrir al espectador, y el director debe cuidarlos para conseguir el resultado que espera. Al pie del Támesis podría ser una novela convertida en drama o un drama narrado, y no por ello carece de ingenio y tino en la construcción del conflicto y los personajes. Este un tipo de teatro muy complejo de llevar, muy difícil de representar y que obliga al intérprete a localizar todo el peso de la acción dramática dentro de sí; la acción se transforma en interna y no externa, no se representa, no se hace; se siente y se lanza al público. Y mayor riesgo el aceptado por el Grupo Actoral 80. Estamos seguros que con las sólidas actuaciones del dúo Sosa-Tamayo, quienes se muestran seguros, convincentes, conmovedores y demostrando su amplia experiencia en el oficio, Al pie del Támesis logrará cautivar al público venezolano ofreciéndole teatro venezolano de altura.

L. A. R. * Caracas, 3 de Octubre de 2008

Al pie del Támesis de Mario Vargas Llosa Por primera y única vez en Colombia, se presentará la obra de teatro del famoso escritor. Por primera y única vez en Colombia, se presentará la obra de teatro Al pie del Támesis de Mario Vargas Llosa, [por el Grupo Actoral 80]. La función se llevará a cabo el 26 de mayo en el Museo Nacional y luego habrá una cena de gala en la que también asistirá el escritor peruano que viene exclusivamente a este evento que busca recoger fondos para la construcción de la sede de la Fundación Notas de Paz que funciona en Cali.

Esta fundación creó las orquestas infantiles y juveniles Notas de Paz generando un modelo de construcción de espacios de paz a través de la educación y formación musical en los barrios menos favorecidos de Cali, donde los índices de pobreza y violencia son muy altos.

Actualmente ya son 140 niños entre 5 y 15 años de edad que han encontrado en la música un espacio para huir del medio violento en el que han crecido. Desde el primero de marzo de 2007, la orquesta, que comenzó como un proyecto de la Fundación Scarpetta en el Barrio Bellavista, está sonando gracias a estos niños que no solo reciben capacitación de expertos en el tema sinfónico sino también alimentación. La función y la cena de gala son una gran oportunidad para ayudar a esta buena causa. Para el que quiere aportar su grano de arena también lo puede hacer apadrinando niños o colaborando con la alimentación de los mismos.

Con 20 mil pesos mensuales se puede hacer todo más fácil para un niño de los barrios desprotegidos de Cali.

Para más información usted puede ingresar a http://www.notasdepaz.org

FECHA> Mayo 26 de 2009 SITIO: Museo Nacional de Colombia

Las confesiones de Mario Vargas Llosa Por Dominique Rodríguez Dalvard El año pasado fue estrenada en Lima la obra de teatro 'Al pie del Támesis,' escrita por Mario Vargas Llosa, con un tinte dramático y muy rápidamente pasó a tener una versión en comedia en las tablas venezolanas, gracias a la interpretación del Grupo Actoral 80. Justamente esta última mirada fue la que el público capitalino pudo apreciar el martes 26 de mayo pasado, en el auditorio del Museo Nacional de Colombia. Solo a manera de anécdota, resulta curiosa la elección de esta obra para el evento para el cual fue presentada en Colombia: para recaudar fondos para la construcción de la Fundación Notas de paz en Cali. Esto, porque el tema de la obra es tremendamente complejo y, para muchos, moralmente cuestionable. Bien haya sido algo planeado o no, el resultado fue demoledor y muy aplaudido. Se trata de un intenso diálogo entre 'Chispas' (Iván Tamayo) y 'Pirulo' (Carlota Sosa) (convertido en Raquel) treinta años después de un desafortunado encuentro en donde el primero le dio un golpazo al otro porque éste último quiso darle un beso. Evento que les cambió la vida a ambos. En un austero escenario -vale la pena resaltar que el Museo resultó ser es un espacio muy interesante para presentar obras de teatro-, una elegante puerta doble con manijas doradas, que daba entrada a la suite del Hotel Savoy de Londres, un tapete y dos sillas, se desarrolla la acción. 'Chispas', un empresario latinoamericano de 45 años al que el Financial Times le dedica una nota por su visita a la capital británica, recibe la extraña llamada de alguien que le hace rememorar su adolescencia. "Habla con Raquel Saavedra (con las a muy arrastradas), hermana de su amigo de la infancia", dice la voz. Chispas, devorado por la curiosidad de volver a oír un nombre que le trae mil recuerdos, la recibe en su suite. Rápidamente, llegan las preguntas. "Nunca supe de una hermana en esa familia, nunca oí de Raquel, y eso que me la pasaba allá todos los días", dice, dudoso, creyéndose engañado. Pero ella sabe demasiados detalles, demasiados para tratarse de una broma. El golpe, la sangre, el intento de darle un beso, las duchas... ¿cómo va a saber tantos detalles tan íntimos? Pasará poco tiempo para que él entienda que Raquel es en realidad su amigo 'Pirulo'.

Por supuesto que le caerá como un baldado de agua fría. Las preguntas incómodas sobre la operación, el asco que profesa, la burla incluso, serán apenas un capítulo previo para que 'Chispas' empiece a abrirse a esta mujer inquietante y decidida. Poco tiempo pasará para que éste revele que es inmensamente infeliz, "poco feliz no es lo mismo a desdichado", le dice entredientes, tratando de excusarse, sus tres matrimonios fallidos son apenas una consecuencia de ello. Y empieza a confesarle que su vida también cambió del todo ese día, y que nunca le pudo perdonar que se desapareciera como lo hizo, que se borrara de la faz de la tierra. "Éramos los mejores amigos, íbamos al cine, conquistábamos a las chicas, hacíamos ejercicio juntos", dice embalado. Excusas superficiales para ir mostrando el vacío que le provocó la pérdida de su amigo. Algo que lo quebró por dentro, lo desconfiguró, lo incompletó, le hizo cambiar su sueño de volverse arquitecto para convertirse en un calculador administrador de empresas. "Solo la ausencia me mostró lo importante que eras", expresa casi desesperado. Todo va subiendo de tono, es una confesión lo que sucede en escena gracias a la habilidad de estos dos excelentes actores Iván Tamayo y Carlota Sosa y de un gran texto, cuando empiezan a hacerse saltos temporales, escenas de un matrimonio de ellos dos, de un momento inmensamente feliz. Luego, los delirios de Raquel que le exclama que por qué la mató, y él, trata de explicarle que todo fue un accidente, que no quería hacerle daño, que nunca pensó que esa pesa le haría tanto mal... Es un mal sueño, son 30 años de culpa disfrazada en éxito, 30 años de fantasmas que no dejarán en paz a 'Chispas'. Un solo acto, tremendo y doloroso.

Cambio, Colombia, 30 de mayo de 2009

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