ALQUIMIA OCT. 03 OPINEL 3.14 Joseba Roldán. 04 BLANCO Unx. 07 LOS PROVERBIOS QUE SABÍAN May Gorostiaga. 08 BAJO NINGUNA BANDERA Txefo Yagüe

ALQUIMIA OCT 32 2012 03 OPINEL 3.14 El fanzine que siempre vuelve. Portada: Javi Ibañez Ilustraciones: Naroa García (pág. 6), Jose Antonio Ruiz-Ros

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ALQUIMIA OCT 32 2012 03 OPINEL 3.14

El fanzine que siempre vuelve. Portada: Javi Ibañez

Ilustraciones: Naroa García (pág. 6), Jose Antonio Ruiz-Roso (pág. 10). Textos: Joseba Roldán, Fran Sala, Ander Poetaipunto, Unx, C. Torrre, Txefo Yagüe. Distribuyen: • Floristería Mimiku (Mercado de San Martín, Donostia) • Farmacia Ezquerra-Uriarte (Plaza Benta Berri, Donostia) • Librería Kaxilda (Arroka 6, Donostia) • Taxi 74, Donostia. (In itinere) • Bar Alboka (Easo 37, Donostia) • Pottoko 2garren eskuko bitxiak. (Herriz Herri) Agradecidos a: Gari, the man who sold the ink. Suscripción: alquimiafanzine.org/suscripcion [email protected] Distribución: alquimiafanzine.org/distribucion

Joseba Roldán

04 BLANCO Unx

07 LOS PROVERBIOS QUE SABÍAN

May Gorostiaga

08 BAJO NINGUNA

BANDERA

Txefo Yagüe



OLAS Y ADIOSES



Arnau F. Ragó

09 SOFRITO SIN SAL

Carla C.

11 LUCES

Joseba Roldán

La corriente que se forma por las lluvias entre la acera y la carretera trae un barco de papel de periódico. Me acerco a cojerlo y un bicho me pica en la mejilla, junto a la nariz. Lo espanto con un manotazo al aire y me acaricio el moflete. Me sale un bultito. Duele. El barco se aleja. Voy a por él. Otro insecto que me pica. En la frente. Cabrón. Golpe al vacío, agito los brazos y grano sobre la ceja derecha. El barquito se va. Acelero el paso para cogerlo. Ya no camino, corro. Estoy a un par de metros de él. Lo tengo a punto. Ahora son varios insectos los que me pican. Me acribillan cara y brazos. Malnacidos. Pero si ya no es verano. La distancia entre el buque y yo se agiganta. Me pican en las piernas. Acelero la marcha. Más mosquitos. Son decenas. Centenas. Pierdo el equilibrio. Me derrumbo en el césped. Todavía cae algún picotazo en las orejas. El navío desaparece por el agujero de una alcantarilla. Punto y aparte. En la cubierta del acorazado Paperezko Enterprise, que navega tranquilo por la cloaca rumbo a Tximistarri, el capitán reúne a la tripulación en cubierta, entre los anuncios de alquiler de coches y los de venta de instrumenos musicales y les da la enhorabuena por haber repelido el ataque. La banda toca una de jazz. 3

BLANCO Unx

Blanco. Justicia y Paloma. Paloma y Justicia. Blancas. En mitad de la inmensidad de un templo. Blanco. Frente a frente, una a la otra. No se mueven. De piedra una, petrificada la otra. Mira. Quien puede. Es mirada. Quien puede. Una frente a la otra, inamovibles mientras pasa el tiempo. Dórico, jónico, corintio; Toscano y compuesto después. Y Dios sabe qué. Y blanco. Justicia es de mármol blanco. Un material tal vez demasiado duro frente a la gente de a pie, tal vez demasiado blando para quien tiene las herramientas adecuadas. Como las que tiene el tiempo, cuya insistencia durante siglos ha logrado desdibujar su solemne figura. Primero sus finos dedos fueron perdiendo su identidad, después su espada perdió el filo, hasta que al final un golpe de viento le arrebató la venda de los ojos.

4

La luz le quemaba la vista. No veía más que un abrasador blanco. Mas no fue mucho problema, pues cuando su vista se hizo al mundo descubrió que no distaba mucho del color de su entorno. Blanco, salvo por dos pequeños puntos negros. Esos ojos, negros, de la paloma, blanca, se clavaban en ella. Petrificada. A la pétrea.

»aunque no sabemos si la miraba, mucho menos si observaba.« Casi imperceptiblemente, la erosión continuaba su marcha. Justicia iba perdiendo sus otrora privilegiadas formas, y Paloma lo veía. Aunque no sabemos si la miraba, mucho

menos si observaba. Pero Justicia, siempre orgullosa, se avergonzaba de que le pudiesen ver así. Deshaciéndose. Echándose a perder. Las partículas de Justicia tropezaban con Paloma. No eran fuertes, pero una tras otra terminaban por hacerle daño. Pero ahí seguía. Inmóvil. Estoica. La estatua no aguantó más y se movió por primera vez en siglos. Cogió su venda del suelo y la ató alrededor de aquellos ojos que la atormentaban. Tal vez despertando del trance, la cegada paloma alzó el vuelo. Revoloteó alrededor de la estatua hasta que se posó en uno de los platillos de la balanza que aguantaba uno de sus muñones. Y mientras Justicia sufría haciendo fuerza por sujetarla, el ave se echó a dormir. Y la erosión seguía su curso.

5

Los proverbios que sabIan May Gorostiaga

şş “Los bancos son como gigantescas huchas de cerdito, de ahí salen los mayores chorizos.” (Proverbio charcutero) şş “Si quieres sacarle más jugo a tu discurso, déjate una perilla conferencia.” (Proverbio frutero) şş “Entre caracol y caracol… ¡Caralechuga!” (Proverbio vegetariano) şş “A base de pruebas se descubre el pastel.” (Proverbio repostero) şş “Quien no haya hecho el ganso en la edad del pavo es un gallina.” (Proverbio avícola) şş “Si el caldo te está quedando soso, pídele a alguien que te eche una mano.” (Probervio caníbal)

6

Ilustración: Naroa García

7

BAJO NINGUNA BANDERA Txefo Yagüe

SOFRITO sin sal Carla C.

Se me ha quemado la cebolla. Chamuscada, negra, tostada. No caramelizada. Torrada, incendiada, carbonizada. No caramelizada. Calcinada, achicharrada, incinerada. No caramelizada. Consumida, abrasada, destrozada.

El día que ganemos la batalla, lo haremos bajo ninguna bandera, la palabra será nuestra lanza… los besos el final de la lucha, el deseo, nuestra única patria.

OLAS Y ADIOSES Arnau F. Ragó

Mar, me perdí en tus olas. Y cuando me devolviste exhausto y boqueando a la arena, ya no sabía ni quién era. Me había salvado, pero ya no importaba. Necesitaba de tu vaivén, de tu espuma, de tu raza. Nada me daba más miedo que ahogarme en el aire después de naufragar en tierra.

8

Inservible. La he tirado y he vuelto a empezar. De lo contrario todo hubiera sabido negro. He perdido la cuenta de cuántas veces se me ha quemado la cebolla en la vida. No quiero pensar cuántas veces se me volverá a quemar. Todo será cuestión de volver a empezar.

9

LUCES Joseba Roldán

A Lukas alguien le dijo que las luciérnagas hembra encienden una pequeña luz para ser vistas en la noche. Así atraen a los machos y pueden copular.        —Lukas, para quieto. Pesado, que eres un pesado. Ponme un cortado, cariño—a la camarera—. Qué pesado eres, de verdad. ¡Ven aquí!—a Lukas.

»¡¡Lukas!!« La cafetería de la esquina de la calle San Jerónimo ha sido durante años el parque de Lukas. Su guardería. Cinco horas cada día en las que juega con las servilletas, con los taburetes, con los rollos de papel higiénico de los baños. Le dejan una mesa al fondo, entre la tragaperras y la máquina de tábaco, para que se distraiga. Los machos también emiten parpadeos mientras sobrevuelan los campos de trigo en verano. Brillan como estrellas. No obstante, si las luciérnagas se sienten amenazadas, apagan la luz.

10

Ilustración: José A. Ruiz-Roso

Los clientes ya le conocen por su nombre. “Lukas, majo, guapo, qué grande estás, cómo has crecido”. A veces le llevan chucherías o juguetes o cualquier cosa que tengan de sobra por casa. Enrique, un viejo que trabajó en el puerto le suele contar historias de la mar. De cómo los marineros se orientaban siguiendo la luz de los faros. —Lukas, no molestes. —No se preocupe, no molesta. —Lukas, ven aquí. Ponme un cortado, cariño. Cuando llega a casa se va directo a su habitación y del cajón de la mesilla saca un llavero que le regaló Enrique, uno de esos que tienen luz. Lukas se sienta en el borde de la cama, lo enciende y apunta hacia la ventana. Tres cortos, tres largos, tres cortos. —¡Lukas, a cenar! Lukas casi nunca tiene hambre. Escucha los pasos que se acercan por el pasillo. Pasos que se arrastran por el parqué. Apaga la luz y esconde el llavero. No le importa no saber qué significa copular.

11

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