Apuntes de Clase: 1 Corintios 9: 7-12 y sus implicaciones para la iglesia en la actualidad

Apuntes de Clase: 1 Corintios 9: 7-12 y sus implicaciones para la iglesia en la actualidad Por: Héctor A. Delgado Contenido Introducción Una mirada a

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Apuntes de Clase: 1 Corintios 9: 7-12 y sus implicaciones para la iglesia en la actualidad Por: Héctor A. Delgado

Contenido Introducción Una mirada a 1 Corintios 9: 7-12a Análisis de palabras claves usadas El contexto histórico de 1 Corintios Contexto mediato e inmediato de 1 Corintios 9: 7-12 El derecho del apóstol Pablo de ser sustentado por la iglesia La hermenéutica paulina de Deut. 25: 4 1 Corintios 9: 7-12 y sus implicaciones para nosotros hoy Conclusión Introducción El estudio de la Biblia siempre es edificante y remunerador aunque muchos de sus pasajes no siempre sean fáciles de comprender. De hecho, comenzar la tarea de investigar un tema o texto bíblico en particular trae consigo desafíos que ningún investigador sincero y dedicado puede ignorar. Por eso, no sólo necesitamos emplear las herramientas de investigación correctas, sino que debemos depender de la conducción e iluminación que Dios ha provisto por medio del Espíritu Santo. Siendo que Él inspiró los escritores de la Biblia (1 Ped. 1: 21), es quien puede ayudarnos a comprender lo que ellos plasmaron como revelación divina ( Jn. 16: 13). Y así, el pasaje que nos ocupa ahora (1 Cor. 9: 7-12) debe ser analizado en su contexto original (exégesis) y subsecuentemente aplicarlo a nuestra experiencia (hermenéutica) como creyentes en este tiempo.1

1  El  doctor   R.  C.  Sproul,   dice  que   la  exégesis  significa  “aplicar   lo   que  la   Escritura  dice   […]   Hacer   exégesis  de   la  Escritura   es   extraerle   a   las  palabras  

su  significado,   ni   más  ni   menos”.  Luego   nos  dice   que   la   hermenéuHca   “se   ocupa   de   transmiHr   un   mensaje   que   pueda   ser   entendido”.  También   expresa   que   “el   propósito  de   la   hermenéuHca   es  establecer   pautas  y   reglas  para  la   interpretación”  (Cómo  estudiar  e   interpretar  la   Biblia   [Miami,   Florida:   LOGOI,   Inc.,   2004],   págs.  38,   43).  En  un   senHdo  más  estrecho  (no  clásico)  la   hermenéuHca   puede   ser   entendida   (y  aplicada  en  nuestro   análisis  del   texto  sagrado)  como   la   ciencia   que   nos  permite   “escuchar”  el   mensaje   original   del   texto   (lo  que   dijo  a   los   receptores   originales)   en   “la   variedad   de   nuevos   o   diferentes   contextos  de   nuestros  días”   (Véase   a   Gordon   Fee   y   Douglas   Stuart,   La   lectura   eficaz   de   la   Biblia,   nueva   edición  [Miami,  Florida:  Editorial  Vida,  2007],  pág.  15).

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Una mirada a 1 Corintios 9: 7-12a Lo primero que haremos en procura de familiarizarnos con nuestro texto es, mirarlo en su forma puntual como lo traduce la VRV 1960, y luego observar cómo lo traducen otras versiones de la Biblia. “¿uién fue jamás soldado a sus propias expensas? ¿uién planta viña y no come de su fruto? ¿O quién apacienta el rebaño y no toma de la leche del rebaño? ¿Digo esto sólo como hombre? ¿No dice esto también la ley? Porque en la ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al buey que trilla.  ¿Tiene Dios cuidado de los bueyes,  o lo dice enteramente por nosotros? Pues por nosotros se escribió; porque con esperanza debe arar el que ara, y el que trilla, con esperanza de recibir del fruto. Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo material? Si otros participan de este derecho sobre vosotros, ¿cuánto más nosotros? […]”. Veamos ahora la traducción de la Nueva Versión Internacional.2 “¿ué soldado presta servicio militar pagándose sus propios gastos? ¿ué agricultor planta un viñedo y no come de sus uvas? ¿ué pastor cuida un rebaño y no toma de la leche que ordeña? No piensen que digo esto solamente desde un punto de vista humano. ¿No lo dice también la ley? Porque en la ley de Moisés está escrito: «No le pongas bozal al buey mientras esté trillando.» ¿Acaso se preocupa Dios por los bueyes, o lo dice más bien por nosotros? Por supuesto que lo dice por nosotros, porque cuando el labrador ara y el segador trilla, deben hacerlo con la esperanza de participar de la cosecha. Si hemos sembrado semilla espiritual entre ustedes, ¿será mucho pedir que cosechemos de ustedes lo material? Si otros tienen derecho a este sustento de parte de ustedes, ¿no lo tendremos aún más nosotros? […]”. Dada la relevancia de este pasaje, citaremos otra traducción, la Biblia de las Américas. ¿uién ha servido alguna vez como soldado a sus propias expensas? ¿uién planta una viña y no come de su fruto? ¿O quién cuida un rebaño y no bebe de la leche del rebaño? ¿Acaso digo esto según el juicio humano? ¿No dice también la ley esto mismo? Pues en la ley de Moisés está escrito: NO PONDRAS BOZAL AL BUEY CUANDO TRILLA. ¿Acaso le preocupan a Dios los bueyes? ¿O lo dice especialmente por nosotros? Sí, se escribió por nosotros, porque el que ara debe arar con esperanza, y el que trilla debe trillar con la esperanza de recibir de la cosecha. Si en vosotros sembramos lo espiritual, ¿será demasiado que de vosotros cosechemos lo material? Si otros tienen este derecho sobre vosotros, ¿no lo tenemos aún más nosotros?”. 3

2   Esta  

traducción   es   evidentemente   mucho   más   clara   (lo   que   hace   que   sea   más  comprensible   para   el   lector),   y,   en   una   revisión   de   ambas   traducciones  encontré  que  la  única  frase  que  traducen  igual  es  la  siguiente:  “Porque  en  la  ley  de  Moisés  está  escrito”. 3  Esta   versión   de   la   Biblia,  

como   es  evidente,   vierte   estos   versos  en  una   forma   muy   parecida   a   la   VRV   1960.  De   manera   que   esto  revela   que   la   gramáHca  del  texto  no  es  problemáHca.

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Si bien la gramática griega de estos versos no es problemática, necesitamos estudiar este pasaje con la intención de asimilar lo mejor posible su significado para los cristianos de la iglesia de Corintios en el 1er siglo y su relevancia e implicación práctica para nosotros en la actualidad. Análisis de palabras claves usadas Como es natural no necesitamos analizar cada una de las palabras usadas por el apóstol aquí, pero sí resulta instructivo para nuestro estudio observar algunas de ellas. Por ejemplo, los términos “ley”, “trillar” y “derecho”. La palabra “ley” aparece en el verso 8b y complementada en el verso 10a (“ley de Moisés”). Esto puede implicar que ambas expresiones funcionan como sinónimas, pero también puede ser que Pablo esté pensando en un principio universal abarcante con la palabra “ley” para lo cual se toma como ejemplo el pasaje de Deut. 25: 4 (la “ley de Moisés”, específicamente). Es bueno saber que en algunos pasajes de la Biblia la palabra “ley” hace referencia a todo el Pentateuco (Mat. 7: 12; Luc. 16: 16; etc.). En nuestro pasaje la palabra “ley” o “ley de Moisés” parece referirse al libro de Deuteronomio solamente. En otros casos la expresión “ley de Moisés” hace referencia también al Pentateuco (Hech. 28: 23). Y hay casos en que “Moisés” es el equivalente de la ley o Pentateuco (cf. Luc. 16: 29, 31). Es interesante notar también que “la ley de Moisés” era una expresión un tanto ecléctica, pues en Hechos 15: 5 hace referencia a la circuncisión. La palabra “trillar” es interesante porque en el caso que nos ocupa constituye una referencia a la labor del buey que trillaba el grano y a quien por su trabajo, no se le podía privar de alimento. Una antigua inscripción jeroglífica en Eileithyas dice: Trillaos osotros, o bueyes, Medidas de grano para osotros mismos, Medidas de grano para osotros dueños.4 En algunos casos, cuando los amos de los bueyes usados para trillar el grano, era injustos (o inhumano, si se quiere) y querían impedir que los animales comieran mientras trillaban (quizás para sacar el máximo de provecho del producto), colocaban un embozalamiento en el hocico o le colocaban una canastita atada en sus cuernos, de manera que cuando el buey trillara pudiera respirar sin problema alguno pero no comer.5 En el caso contrario, cuando el amo era un hombre justo, dejaba que el buey comiera todo el grano que pudiera mientras tiraba del tablón. Se nos dice que cuando “un judío le ponía bozal al buey, corría el riesgo de ser disciplinado en la Sinagoga”.6

4  Citado  en  Robertson,  A.  T.  Comentario  al  Texto  Griego  del  Nuevo  Testamento  (Barcelona  España:  Editorial  CLIE,  2003),  p.  442.

5  Véase  Comentario  Bíblico  AdvenHsta  (ArgenHna:  Asociación  Casa  Editora  Sudamericana,  1996),  tomo  VI,  p.  723. 6  Kitesmaker,  Simón  J.  Comentario  al  Nuevo  Testamento,  1  CorinHos  (EE.UU.  Libros  Desamos,  1998),  p.  319.

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Como veremos más adelante, el apóstol Pablo, dentro de los argumentos a favor de sus privilegios como apóstol del Señor, utilizó la “ley de Moisés” en lo referente al buey que trilla, para dar autoridad normativa a sus argumentos, lo cual pesa mucho más que las pruebas analógicas que usó en los versos 7-8. La última palabra a la que hacemos referencia es “derecho” que a su vez constituye una traducción del término griego exousía (“autoridad”, “prerrogativa”). A esta “prerrogativa” o “derecho” propio del oficio apostólico fue a la que Pablo estuvo dispuesto a renunciar con el propósito específico de “no poner ningún obstáculo al evangelio de Cristo” (v. 11b; cf. v. 4, donde “comer y beber” debe ser visto como un modismo que significa ser sostenido por la iglesia de Corinto). Cabe decir, que autoridad, derecho y prerrogativa son palabras fuertes. De manera que si un hombre o mujer que sirve al Señor está en disposición de renunciar a sus “derechos” con tal de que el evangelio avance, entonces existe allí verdadera virtud cristiana. El género literario de 1 Corintios 1 Corintios es una epístola. Una epístola bien puede ser llamada “carta”, pero algunos académicos han hecho distinción entre los dos términos, sin embargo no creo que sea necesario detenernos aquí en estos detalles.7 Lo que sí diremos es que hubo un tiempo cuando algunos cristianos devotos llegaron a creer que las cartas de Pablo poseían un formato único, algo así como un estilo final que el Espíritu de Dios había creado. Por increíble que parezca, pero esta idea parecía tener sentido para algunos, sin embargo, las cosas comenzaron a cambiar a partir de 1897, cuando un dos jóvenes académicos de Oxford, descubrieron accidentalmente en una ciudad egipcia (Oxirinco, actual EL-Bahnasa) unos 500 mil fragmentos de papiros de siglos antes y después de Cristo.8 Se encontraron también algunas facturas antiguas, declaraciones de impuestos y cartas personales. Lo más importante es que dentro de este descubrimiento había “algunas de las copias más antiguas de los escritos del NT”. Cosaert (teólogo especializado en el NT) no dice que “fue una sorpresa para algunos que el formato básico de las cartas de Pablo resultó ser idéntico al usado por todos los que escribían cartas en su época. Incluía los siguientes elementos: (1) una salutación inicial que mencionaba al remitente, el destinatario y luego un saludo; (2) una expresión de acción de gracias; (3) el cuerpo principal de la carta; y, por último, (4) una observación final”.9 Aquí hacemos bien en prestar atención al hecho de que por ser las epístolas del NT correspondencias o cartas que fueron enviadas a muchas de las iglesias cristianas del primer siglo, no por eso debemos concluir que son documentos de fácil lecturas. Como bien observa Gordon Fee, “lo ‘fácil’ de interpretar las epístolas puede ser muy engañoso. Esto es así sobre todo a nivel 7  Para   los  que   desean   dar   un   vistazo  a   estas   disHnciones,  recomendamos  la  opinión  de   Gordon  Fee   y   Douglas  Stuart,  La   Lectura  Eficaz  de  la   Biblia  

(Miami  Florida:  Editorial  Vida,  2007),  nueva  edición,  págs.  54,  55. 8   En   este   punto   sigo   de   cerca   las   informaciones  del   erudito   Carl   P.  Cosaert,  

de   su   libro   Gálatas,   una   respuesta   apasionada   para   una   iglesia   con   problemas  (Doral,  Florida:  Asociación  Publicadora  Interamericana,  2011),  p.  16. 9   Ibíd.,  

págs.  16,   17.   El   mismo   Gordon   Fee,   reconoce   que   de   miles   de   cartas   anHguas   que   se   han  encontrado,   “la   mayoría   de   ellas  Hene   una   forma  exacta  a   las  del   Nuevo  Testamento  (cf.  la   carta  del   concilio   de   Jerusalén  en   Hechos  15:   23-­‐29)”   (Ibíd.,   pág.  54).  Aún   así,   Adolf  Deissmann,   sosHene  “sobre  la  base  de  los  numerosos  descubrimientos  de  papiros,  […]    una  disHnción  entre  cartas  y  epístolas”  (Ibíd.)

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de la hermenéutica”.10 Y es que muchos consejos que fueron dados a los primeros cristianos pueden estar condicionados por algún elemento cultural que ya no constituye un obstáculo para nosotros hoy; y, aún en aquellas partes en la que los consejos inspirados trascienden la cultura y el tiempo, debemos ejercer sumo cuidado en aplicarlos. Ignorar el mensaje de la Escritura es un error grave, pero malinterpretar sus consejos y amonestaciones constituye un error igualmente peligroso. Por consiguiente, debemos ejercer especial cuidado a la hora de hacer una interpretación de los consejos apostólicos registrados en las epístolas/cartas del NT. Contexto histórico de 1 Corintios Debemos ver ahora el contexto histórico que vio el origen de la primera carta del apóstol Pablo a la iglesia de Corintios. Es harto conocido que la ciudad de Corinto era muy popular en los días apostólicos y además una ciudad históricamente muy antigua, sus orígenes se remontan al segundo milenio antes de Cristo. Para el siglo VII a.C. Corinto llegó a la cima de su poder. Pero una serie hechos importantes en los siglos siguientes hicieron que la ciudad de Corinto perdiera parte de su prestigio. Aún así, para el año 196 a.C., cuando Roma la conquistó fue puesta “a la cabeza de las confederaciones de las ciudades de la provincia de Acaya”.11 Años después fue destruida completamente por los romanos, y después de un siglo en ruinas, fue reconstruida por Julio César en el año 44 a.C. Desde entonces la ciudad alcanzó nuevamente gran prestigio y prosperidad. En términos morales Corinto era un desastre. Algunos escritores griegos y romanos describieron con frecuencia la ciudad como un centro de fornicación y prostitución. Kistemaker observa acertadamente por el hecho de que Pablo “tenga que exhortar explícitamente a los corintios a que huyan de la inmoralidad sexual (5: 1; 6: 9, 15-20; 10: 18) es una indicación precisa de que la promiscuidad era algo bastante común en la ciudad”.12 La iglesia de Corinto fue fundada por el apóstol Pablo en ocasión de su segunda viaje misionero (después de la reunión en Jerusalén), por el año 50 (cf. 1 Cor. 3: 6; 4: 15). Pablo permaneció en la ciudad por 8 meses (Hech. 18: 11). En cuanto al año en que fue escrita 1 Corintios, se nos dice que “no es posible establecer a la perfección la fecha exacta […] pero el año 55 sería la fecha aproximada”.13 Robertson nos dice que puesto que sabemos dónde la carta se escribió (en Éfeso) y el momento en que se escribió (“la primavera antes del Pentecostés”, 1 Cor. 16: 8), “se puede suponer que se trata de la primavera del 54 o 55 ad.C.”14 10  Ibíd.  pág.    53. 11  Sigo  de  cerca  aquí  las  informaciones  de  Simón  J.  Kistemaker,  Ibíd.,  págs.  4-­‐5. 12  Ibíd.,  pág.  6. 13   Ibíd.,  

pág.  10.  Esta   es   la  misma   fecha   que   nos  dan  los  traductores   de   la   Nueva   Versión  Internacional   en  la   introducción  a   esta   carta   (ver   pág.   1818).  William   Barclay   opta   por   esta   fecha   también   (ver   Comentario   al   Nuevo   Testamento,   Obra   Completa,   [Barcelona,   España:   Editorial   Clie,   1999),  pág.  612. 14  Ibíd.,  pág.  421.

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Por otro lado, el Comentario Bíblico Adventista nos dice: “La Primera Epístola a los Corintios fue escrita en Éfeso (1 Cor. 16: 8). Esta ciudad fue el escenario de la actividad misionera de Pablo durante ‘tres años’ (Hech. 20: 31), y el centro principal de su obra durante su tercer viaje misionero (Hech. 19; 20: 1). La carta fue escrita cuando él estaba por partir para Grecia y Macedonia, pero esperaba permanecer en Éfeso ‘hasta Pentecostés’ (1 Cor. 16: 5-8); sin embargo, las circunstancias apresuraron su partida (Hech. 19: 21 a 20: 3). Las evidencias permiten que situemos la carta en la primera parte del año 57 d.C.”15 Las circunstancias locales que predominaban en la iglesia de Corinto motivaron que Pablo escribiera su primera carta. Si tomamos la declaración de 1 Cor. 5: 9 como haciendo referencia a una correspondencia anterior (donde amonestaba a sus lectores a no juntarse con los fornicarios), 1 Corintios sería realmente la segunda carta dirigida a la iglesia.16 Cuando comparamos la expresión “en mi carta os escribí (pasado)” (5: 9a), con “Pero en esta carta” (v. 11, NVI), es evidente que estamos hablando de dos correspondencia distintas. Kistemaker observa que “Pablo escribió muchas cartas que no llegaron a ser parte del Nuevo Testamento (1 Cor. 16: 3; 2 Cor. 10: 10). Por tanto, concluimos que [1 Cor. 5: 9] se refiere a una carta anterior que no ha sido preservada”.17 De hecho, según parece, la misiva que enviaron los corintios con Estéfanas, Fortunato y Acadio (16: 17) parece ser una respuesta a esta carta perdida. El problema de la inmoralidad sexual no había sido erradicado de la vida de algunos miembros de la iglesia (y así de la vida misma de la iglesia), por consiguiente, este con otros tópicos particulares (que fueron informado a Pablo por carta, cf. 1 Cor. 1: 11; 7: 1 y una delegación que vino a él), constituyeron la razón de la epístola que hoy conocemos como 1 Corintios.18 Algunos de estos otros tópicos son: Facciones en la iglesia (1: 10 – 4: 21); Litigio de los creyentes ante tribunales seculares (6: 1-20); Aspectos relacionados al matrimonio (7: 1-40); Alimentos sacrificados a los ídolos (8: 1 – 11: 1); la conducta en el culto cristiano (11: 2 – 14: 40); y asuntos relacionados a la resurrección (15: 1-58). Contexto mediato e inmediato de 1 Corintios 9: 7-12 Veamos ahora dónde y cómo encaja nuestro pasaje en el contexto más amplio del mensaje de Pablo a los Corintios. Aunque algunos han sostenido que el capítulo 9 parece un interludio que se desvía de lo que el apóstol está discutiendo en el capítulo 8 y en 10: 14-30, 15   Ibíd.,  

pág.  651.   Citado  anteriormente   en   la   referencia   No.   5.  En   la   pág.   106  se   nos  dice   más  específicamente,   después  de   analizar   algunos   detalles  adicionales,  que  1  CorinHos  fue  escrita  “entre  abril  y  junio  del  año  57  d.C.,  cuando  se  aproximaba  la  salida  de  Pablo  de  Efeso”.   16  William  Barclay,   al  analizar   1  Cor.  5:  9  no  dice:  “Está   claro  que   se   refiere   a  una  carta   previa   que,   o  se  ha  perdido,   o  se   encuentra,   por   lo   menos  

en  parte,   en   algún  lugar  dentro  de   una   de   las  dos  que   conocemos.  Algunos   estudiosos  creen   que   está   en  2  CorinHos  6;   14  -­‐   7:  1.  Es   verdad   que   ese   pasaje   se   refiere   al   tema  que  Pablo  hace   referencia.  Parece   que   no  enlaza  bien  con  el   contexto;   y,   si   quitamos   esos  versículos,   hay  una   mejor   conHnuidad.  Los   estudiosos  llaman  a   esa   carta   como  la  carta  previa”  (Ibíd.,  págs.   612,   613,   las  cursivas  están  en  el  original).  A.  T.  Robertson  es  de   la  opinión  de  que  1  Cor.  5:  9  hace  referencia  a  una  carta  “que  se  ha  perdido”  (Ibíd.,  pág.    421). 17  Ibíd.,  págs.  186,  187. 18   En  su   análisis  de   1   Cor.  1:   11,   Kistemaker   observa   que   aparte   de   la   carta   y   la   comiHva   que  

vino  de   Corinto,   “los  que   le   han   informado  […]   es   gente   que   vino  a   él   espontáneamente.  Es  obvio  que   no  fue   la   congragación  que   tomó  la   iniciaHva   de   informarle   acerca   de   las  discordias  que   se   daban  en  la  iglesia”  (Ibíd.,  pág.  53).

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realmente no es así. Una mirada cuidadosa revelará que, si bien el capitulo 9 aborda un tema un tanto distinto (la libertad de elección), y que está incrustado dentro de un prolongado catalogo de correcciones y amonestaciones, forma parte integral del mensaje completo de Pablo a la iglesia de Corinto. Aunque aborda una temática distinta, sus palabras pueden ser determinadas como parte de aquellas cosas que los corintios necesitaban tener bien entendidas. La lista de amonestación y respuestas paulinas a las problemáticas que arropan la iglesia comenzó en el cap. 1: 10 con la expresión “les suplico, hermanos (NVI), y se extiende hasta el cap. 16: 1 con su repetida expresión: “En cuanto a […]”. Se ha observado que esta última expresión funciona como un “indicador recurrente” en toda la carta (cf. 7: 1, 25; 8: 1; 12: 1; 16: 1, 12). Habiendo analizado el contexto mediato de nuestro pasaje, veamos ahora el contexto más cercano. Esto nos trae de regreso al argumento que propone el capítulo 9 como un interludio que se aparta de tema principal, pero que como ya dijimos brevemente esta propuesta no es necesariamente cierta. Nos disponemos ahora a demostrar que el argumento de Pablo en este capítulo (especialmente los versos que nos conciernen) es parte inseparable del argumento mayor. Por ejemplo, la pregunta “¿No soy libre?”19 constituye un “puente natural entre el último versículo del capítulo precedente (8: 13) y este versículo”.20 De esta manera se hace más clara la relación entre este verso y el último del capítulo 8. Con esta pregunta Pablo motiva a sus oponentes a renunciar a sus libertades y no usarla arbitrariamente tal y como él está en disposición de hacerlo; y, que de hecho, mostrará con dos argumentos sumamente fuertes, que ha renunciado a la “libertad” de ejercer sus derechos apostólicos. Pero Pablo no demostrará sus credenciales apostólicas sino hasta después de formular algunas preguntas que, por su construcción gramatical, demandan una respuesta afirmativa. La última de esta pregunta, precisamente pone el dedo sobre la llaga: “¿No sois vosotros mi obra en el Señor?”. Y si así es (porque esta pregunta demanda un respuesta positiva), ellos mismos constituyen “el sello de” su “apostolado […] en el Señor”. Entonces, sabiamente, el apóstol lanza otra serie de preguntas retóricas que también requieren respuestas positivas (vv. 3-7), solo que estas dan paso a otras serie de preguntas retóricas que demandan respuestas negativas. A estas alturas debemos detenernos un punto importante en relación con los versos que ahora analizamos. Se nos ha dicho que los eruditos “no se ponen de acuerdo en cómo dividir el capítulo en esta sección. Algunos creen que el versículo 7 pertenece al párrafo precedente (vv. 3-7), otros piensan que empieza un nuevo párrafo (vv. 7-12) y a otros les parece que la sección es más amplia (vv. 3-12)”.21 Pero las preguntas que Pablo viene formulando en una sabia construcción gramatical, que exigen respuestas afirmativas primero y luego respuestas negativas 19   Se   observará   que  

la   VRV   Hene   como   primera   pregunta   “¿No   soy   apóstol”?   antes   que   “¿No   soy   libre?”.  El   caso   es   que   la   evidencia   textual   establece  que  la  úlHma  pregunta  debe  ser  la  primera  (así  traducen  la  NVI,  BA,  CasHlian). 20  Kistemaker,  Ibíd.,  pág.  310. 21  Ibíd.,  pág.  317.

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(las preguntas de los v. 7), nos permiten conectar todo el argumento. Así, el versículo 7 sirve de introducción para los versículos 8-12. El derecho del apóstol Pablo de ser sustentado por la iglesia En las preguntas del versículo 7 Pablo utiliza argumentos analógicos corrientes. El apóstol “semeja al obrero del Señor a un saldado, a un viñador, a un pastor. Contiende contra el mundo, planta iglesias y ejerce sobre ellos el cuidado de un pastor”.22 Debe decirse que aunque Pablo apela a la “ley” para dar un fundamento final a sus razones, en su referencia al viñador, parece tener en mente el dicho proverbial de Deut. 20: 6 “¿Y quién ha plantado viña, y no ha disfrutado de ella?”. Por consiguiente, aunque los tres ejemplos que Pablo provee “pertenecen a la cultura del tiempo apostólico”, se reconoce que con frecuencia la Escritura presenta “al pueblo de Dios como un ejército, una viña y un rebaño”.23 De manera que, los cristianos corintios podían entender las analogías usadas por Pablo tanto por su conocimiento del entorno cultural como por su relación con las verdades reveladas del AT. Después que Pablo ha buscado tres respuestas negativas con un propósito claramente positivo (instruir a los corintios sobre el tema que le trata así como probar sus derechos apostólicos), entonces, relaciona el argumento anterior con una cita de la ley: “¿No dice esto también la ley? Porque en la ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al buey que trilla”. Luego Pablo (como si refutara un opositor imaginario), dice: “¿Tiene Dios cuidado de los bueyes, o lo dice enteramente por nosotros? Pues por nosotros se escribió; porque con esperanza debe arar el que ara, y el que trilla, con esperanza de recibir del fruto. Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo material? Si otros participan de este derecho sobre vosotros, ¿cuánto más nosotros? […]”. Los argumentos analógicos y escriturarios de Pablo confrontan a los cristianos de Corintios con una realidad que está presente en todas partes, en la naturaleza de las cosas de este mundo y en la revelación escrita del AT. Por consiguiente, si las cosas del mundo natural (donde interactúa el ser humano con la naturaleza y los seres inferiores) revela que el soldado que se alista en el ejército o el obrero que trabaja la tierra así como el pastor que cuida las ovejas, lo hacen con la “esperanza” de obtener algún dividendo que remunere sus esfuerzos, no puede ser incorrecto entonces que, aquel que ha trabajo lo espiritual espere ser sustentado por aquellos a quienes ha alcanzado con la verdad del evangelio. Y para que no se lleve al argumento a un extremo peligroso (que lo que se busca aquí es algo puramente material), Pablo dice que, aunque es merecedor (tiene derecho) de ser sostenido, está predicando el evangelio gratuitamente. Pero el argumento es clarísimo: “Si otros (que no lo engendraron espiritualmente) participan de este derecho sobre vosotros, ¿cuánto más nosotros? […] (cf. Rom. 15: 27)”. Pero la solución que Pablo encontró no estaba exenta de problemas y menos en el contexto cultural de los habitantes de Corinto. El medio que Pablo había encontrado para su 22  Robertson,  Ibíd.,  pág.  442. 23  Aquí  Kistemaker  sigue  la  idea  de  Frederic  Louis  Godet.

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sostén físico al renunciar a ser sostenido por la iglesia de Corinto (no así con otras iglesia fundada por él, cf. 2 Cor. 11: 7-12) fue la del trabajo manual de la construcción de tiendas (Hech. 18: 3). ¿No era esto digno de admiración? Sí, pero el hecho es que en aquellos tiempos, la mentalidad griega trataba con desprecio a los que realizaba trabajos manuales. Para ellos, este tipo de trabajo estaba destinado para los “madereros y aguadores”. Se nos dice que los oponentes de Sócrates y Platón se burlaban de ellos por el hecho de que no cobraban por enseñar. Si ellos no cobraban – decían sus oponentes – era porque sus enseñanzas no servían para nada.24 De manera que Pablo tomó una salida que, si bien contrariaba la norma cultural de los maestros de aquel entonces, estaba en completa armonía con las virtudes cristianas más elevadas. El mensaje fue claro para los cristianos de Corinto. Es más, la decisión de Pablo fue tan singular que, aun para los que tenían conocimiento del culto hebreo debía ser motivo de asombro. Se nos dice que mientras una “familia judía no comía carne más de una vez a la semana si acaso, los sacerdotes padecían de un enfermedad estacionaria por comer demasiada”.25 Proveerse para sí mismo en lugar de recibir provisiones por parte de otros revela que Pablo era “una de esas almas independientes que prefiere morirse de hambre antes que depender de nadie”.26 En su segunda carta a los corintios, Pablo les dice que aún estaba firme en la misma decisión de mantenerse a sí mismo para no serles “una carga” y que “seguiría evitándolo” (11: 9, NVI). A estas alturas debemos responder una pregunta importante: ¿ué o cuales cosas motivaron al apóstol Pablo a renunciar a su derecho de ser sostenido en su ministerio? Creo que las siguientes razones satisfacen nuestra pregunta: Algunos en la iglesia ponían en duda el apostolado de Pablo (9: 1; cf. 15: 7, 8). Si ciertas marcas que distinguían a un apóstol era formar parte de los Doce y haber estado con Jesús, entonces – decían los detractores – Pablo no calificaba para ser un apóstol. Pero Pablo responde: “¿No he visto a Jesús el Señor vuestro?” (v. 1; cf. Hech. 22: 14-15; 26: 16; 1 Cor. 15: 8-9). Pero aún así, sus oponente seguían cuestionándolo (cf. 2 Cor. 10:1 – 13: 10), de manera que creo que una de las razones por la que Pablo renuncia a sus “derechos” y “prerrogativas” como apóstol en lo referente al sustento material, es para dar lo menos razones posible a la oposición que detractaba su ministerio estorbando así el avance del evangelio (cf. 1 Cor. 9: 14-19). Pero como hemos visto, aun esta solución tenía sus inconvenientes. Es digno de admirar que el apóstol Pablo no solo renunció al derecho de recibir sustento material de las iglesias, sino que también renunció a otro derecho que era fundamental, la de tener un esposa como la tenían los demás apóstoles (1 Cor. 9: 5). El texto griego dice “hermana mujer”, lo que se podría entender como “una hermana como mujer”. Algunos sostienen que una traducción más pulida sería “una esposa creyente”. Pero, ¿Por qué razón decidió Pablo estar soltero? Las razones por la que Pablo decidió la soltería posiblemente se encuentran en sus 24  Véase  a  Barclay,  Ibíd.,  pág.  630. 25  Ibíd.,  pág.  631. 26  Ibíd.

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propios consejos del capítulo 7 (cf. vv. 3, 4, 26, 29, 32b-35, 37). En su pasión por predicar el evangelio (saturado de feroces peligros y necesidades apremiantes, cf. 4: 9-13), Pablo no sería completamente libre para hacer la obra del Señor, así que decidió sacrificar otro de sus “privilegios”. ¡Y todo por el evangelio! La hermenéutica paulina de Deut. 25: 4 Lo que estamos procurando hacer con el pasaje de 1 Cor. 9: 7-12 (una exégesis y hermenéutica adecuada), es precisamente lo que esperaríamos que hiciera el apóstol con el pasaje de la ley que citó a los corintios. Pero nada de eso, el no hizo un exégesis del pasaje de Deut. 25: 4, sino una aplicación. Una lectura superficial daría la impresión de una hermenéutica defectuosa que no pasaría la prueba no siguiera de esta asignatura. Pero debemos ser lentos en emitir juicios sobre la forma en que los escritores del NT se valieron de muchas de las declaraciones del AT. 27 Lo primero que debemos notar en el caso particular que nos ocupa es que Pablo no niega que Deut. 25: 4 tenga una aplicación histórica específica para los antiguos receptores del pasaje, sino que está reforzando un principio que él entiende no sólo se puede comprobar por medio de analogías humanas corrientes, sino que puede ser extraído de ciertas declaraciones del AT. No es que Pablo deje de tomar en cuenta lo que Dios quiso decir cuando ordenó que no se le pusiera bozal al buey que trilla, más bien la verdad implicada aquí es que si Dios tienen cuidado de los animales (y el hombre debe tenerlo también, pues a ellos fue que se le dio el mandamiento), no será también sabio pensar que si los seres humanos deben proveer para los animales (como mayordomos de la creación), deben proveer también para los obreros. Cuando el apóstol pregunta “si Dios se preocupa de los bueyes, no quiere decir que sólo se preocupa del ser humano y descuida a los animales […] “Lo que la expresión quiere decir es que si Dios manda al hombre que cuide de los animales, a otro nivel más importante instruye a la iglesia de que cuide de sus ministros del evangelio”.28 El Comentario Bíblico Adventista, nos dice: “Pablo está destacando el hecho de que la disposición humanitaria que permitía que el buey comiera del grano que estaba trillando, contiene un principio de aplicación universal. Los que trabajan tienen derecho a ser sostenidos con los frutos de su esfuerzo (1 Cor. 9: 7; 2 Tes. 3: 10)”.29 De manera que Pablo tomó de Deut. 25: 4 el principio universal que subyacía en el mandamiento, sin negar de esa manera que este pasaje tuviera un significado puntual para los receptores originales, como ya hemos visto. 1 Corintios 9: 7-12 y su mensaje para nosotros hoy Si había un refrán que no se le podía aplicar a Pablo era el siguiente (que de hecho fue dicho a un predicador): “No puedo oír lo que dices porque estoy escuchando como eres”. El gran apóstol de los gentiles mantuvo sus manos limpias y también su conciencia. No hizo nada que 27  Un  buen  tratamiento  de  este  tema  lo  hace  Gordon  Fee  en  Ibíd.,  págs.  201-­‐204. 28  Kistermaker,  Ibíd.,  págs.  319,  320. 29  Ibíd.,  pág.  722.

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conscientemente supiera pudiera afectar el avance del evangelio que con tanta pasión había creído y predicaba. Los pasajes que hemos estudiado, más allá de su significación histórica local, contienen importantes lecciones para la iglesia cristiana del presente que no debemos perder de vista. Al ejercer su libertad de elección, Pablo nos legó un modelo de conducta cristiana que, si bien tiene que ver más directamente con aquellos que trabajan como ministros del evangelio, abarcan en principio también la vida de los miembros de la iglesia. 1) Es digno de imitar la disposición paulina de renunciamiento propio con tal de no ser un tropiezo para el avance del evangelio. Si en esta época marcada por un fuerte énfasis materialista, encontráramos más ministros que imiten el ejemplo de Pablo, la iglesia se ahorraría muchos males y escándalos financieros públicos. 2) La disposición de Pablo a renunciar a sus “derechos” como apóstol en lo referente al sostenimiento material (y a estar casado, lo que implicaría recibir ayuda para su esposa también), tenía estrecha relación con su respecto y amor por el evangelio que había conocido. No debería existir nada de mayor valor en la vida de un ministro de Dios que la verdad del evangelio y su avance entre aquellos que perecen en el pecado. Deberíamos estar dispuestos a renunciar a todo lo que podría estorbar semejante obra. 3) Es increíble, pero tantos años después que Pablo escribiera esta carta a los corintios, la iglesia seguía adoleciendo de los mismos males. Criticas despiadadas contra los líderes del Señor, y careciendo de hombre verdaderamente consagrados dispuesto a sacrificarse por el adelanto de la obra. Esto revela aquí que si una iglesia ha de crecer espiritualmente debe hacer caso de los consejos de sus líderes consagrados. 4) El conocimiento que Pablo tenía del Señor Jesús y su evangelio era de tal magnitud que nada pudo detener su pasión por vivirlo y comunicarlo a otros. Pensar que hizo una obra tan grande aun teniendo que trabajar para obtener su sustento material, hace que nos preguntemos cuánto más abarcante habría sido su obra si se hubiera dedicado a tiempo completo a la predicación del evangelio. 5) Admiramos la disposición de Pablo al renunciar a sus derechos, pero admiramos también la verdad implícita aquí: “¿No sabéis que los que trabajan en las cosas sagradas, comen del templo, y que los que sirven al altar, del altar participan? Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio” (1 Cor. 9: 13, 14). Una cosa no niega la otra. Por consiguiente, el deber de mantener a los ministros sigue en pie. 6) Partiendo de lo anterior deberíamos evitar los extremos a los que llegan algunas iglesias. Uno de ellos es matar de hambre a sus ministros “en nombre de la piedad”. Otro error sería permitir un manejo irresponsable de los recursos que son destinado en buena fe para el sostenimiento del ministerio. 11  |  P a g e

7) Debo enfatizar aquí que como todo verdadero y buen líder, Pablo estableció con su ejemplo, un modelo que no solo sirvió de motivación (y base de su consejo) para la iglesia de Corinto, sino también para todos nosotros. “Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles” (cap. 8: 9, leer los vv. 10-13). Este consejo no tendría fuerza alguna, si quien lo dio no demostraba tener la capacidad de sacrificar algo para no ser tropiezo a la fe de los más débiles y la predicación del evangelio. 8) Finalmente, podemos extraer de estos pasajes un elemento escatológico: Pablo, con su ejemplo de renunciamiento propio estableció un precedente que será el paradigma a imitar por los ministros de Dios en los últimos tiempos, cuando caiga sobre nosotros la crisis final. Cuando se prohíba comprar y vender (Apoc. 13: 16-17), entonces se verá quién puede ser ministro a “expensas” de Dios solamente. Conclusión El estudio de los temas bíblicos es una tarea enriquecedora y maravillosa, nos lleva por un mundo de información que nos induce a vivir en la vida práctica los grandes principios de la ley de Dios. En forma particular, nuestro análisis de 1 Cor. 9: 7-12 nos ayudó a conocer más de cerca el carácter y las enseñanzas del gran apóstol Pablo. Es difícil entrar en contacto con sus epístolas y no sentir la impresión de “cuando poco hacemos” en comparación con lo que Pablo fue capaz de hacer. Incluso, muchos de nosotros cuentan con recursos materiales y tecnológicos que, si hubieran estado en las manos de Pablo (y los demás apóstoles), habrían servido para multiplicar la obra que hicieron. El pasaje que estudiamos nos puso en contacto con el entorno cultural e histórico de la iglesia de la ciudad de Corinto. Aprendimos que la iglesia apostólica no era tan “santa” como podríamos esperar o desear que fuera, pero si nos revela que, sin importar los problemas que puedan surgir en una congregación cristiana, si esta cuenta con líderes capaces y consagrados a Dios, esos problemas serán enfrentados con firmeza y prontitud. Muchas congregaciones que han sido luminarias y ejemplo para otras iglesias han fracasado miserablemente por el hecho de que transigieron en el pecado por largo tiempo. No contaron con ministros consagrados al Señor que fueron capaces de llamar al pecado por su nombre, o si contaron con ellos, perecieron por su necedad. La forma abierta en que Pablo abordó los problemas que había en la iglesia de Corinto, revela cuál es el trabajo que hay que hacer frente a los desafíos que el pecado plantea a nuestras congregaciones en la actualidad. Por otro lado, y este es el puto principal, no podemos exagerar la disposición singular de Pablo a estar dispuesto a renunciar a sus libertad de elección así como a sus derechos y prerrogativas como apóstol con tal de mantener la unidad de la iglesia y no ser un obstáculo para el avance del evangelio. El ejemplo de Pablo se yergue ante nosotros como un modelo de verdadero liderazgo y ejemplificación de las grandes virtudes cristianas. *Para comunicarse con el autor, puede escribir a: refl[email protected] 12  |  P a g e

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