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ARGUMENTACIÓN, BIVOCALISMO Y FIGURAS RETÓRICAS EN LA NARRATIVA HISPANOAMERICANA El objetivo de esta ponencia es explorar las posibilidades de la imagen como detonador ideológico en la novela. Su análisis se centrará en la argumentación de los personajes, en cuya imaginería se traslapan también el bivocalismo dilucidado por Bajtín1, así como las figuras retóricas que constituyen el estudio de la Estilística. Puesto que además de la narración y la descripción, considero que la argumentación es también una macro-operación del discurso de la novela, resulta pertinente emprender el análisis de sus formas para conocer más a fondo el alcance ideológico en lo relativo a la intención estética del autor. Desde luego, dadas las numerosas variables que podrían suscitarse, la argumentación en el discurso novelístico constituye un desafío para el investigador. En este espacio, además de valerme de la aportación que
1 Me refiero a las imágenes bivocales o del lenguaje que el pensador ruso, MIJAIL M. BAJTÍN, identificó como propias del discurso novelístico. En la base de éstas se combinan la voluntad de representación del autor y el discurso representado del personaje. Bajtín divide las imágenes bivocales en tres grupos: 7) hibridación, 2) correlación dialógica de lenguajes sociales y 3) diálogos puros. La hibridación o construcción híbrida se caracteriza por una mezcla de dos o más lenguajes sociales que interaccionan en el marco de un mismo pasaje, pero sin fundirse simultáneamente. En cuanto a la correlación dialógica de lenguajes sociales el autor trabaja los lenguajes sociales desde adentro; el autor trabaja con una palabra ajena que al convertirse en imagen del personaje logra en mayor o menor grado captar su otredad al mismo tiempo que la-voluntad autorial hace su trabajo de fondo. Por eso, en la correlación dialógica se topan simultáneamente dos intencionalidades. Con la estilización, el efecto de la bivocalidad no supone discrepancia entre la instancia del autor y del personaje. En contraste, la estilización paródica significa una oposición del autor contra el argumento o la concepción ideológica que se construye del personaje; en este caso, sea sutil o intensa, el autor sabotea a través de la imagen ciertos vicios y tendencias ideológicas. La ironía es en este sentido, uno de los recursos más empleados. Además del empleo de los diálogos puros, Bajtín identifica otras imágenes bivocales más como la variación y la motivación pseudo-objetiva ("La palabra en la novela", Teoría y estética de la novela, Taurus-Alfaguara, Madrid, 1989, pp. 17 4181 ).
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Vicenzo Lo Cascio hace en Gramática de la argumentadón2 , tendré en cuenta tres condiciones que exige el análisis. En primer lugar, el "circuito pragmático" de la argumentación, en la medida de que puede tratarse de un monólogo o un diálogo. En segundo lugar, la "referencia de origen", es decir, si es que la argumentación se suscita a partir de un hecho o situación percibida, o bien en el sentido de un enunciado verbal. Y finalmente, el "índice de credibilidad'', es decir, en qué sentido la intención estética del autor caracteriza al personaje representado según argumentos objetivos o subjetivos. De una manera u otra, a través de estas condiciones se produce lo que con mayor vehemencia motiva este trabajo: el análisis del efecto ideológico que el autor intenta crear por medio de las imágenes argumentativas. A este efecto, haré un recorrido por algunas imágenes argumentativas de novelistas hispanoamericanos: Durante una hora estuve esperando sin resultado. Analicé las diferentes posibilidades que se presentaban: l. La gestión era larga; en este caso había que seguir esperando. 2. Después de lo que había pasado, quizá estaba demasiado excitada y habría ido a dar una vuelta antes de hacer la gestión; también correspondía espemr. 3. Trabajaba allí; en este caso había que esperar hasta la hora de la salida.
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Lo Cascio desarrolla el modelo de Stephen Toulmin y lo utiliza en diversos textos hablados o escritos. Las categorías o funciones argumentativas que maneja, y sobre las que fundo mi análisis se dividen en fundamentales y facultativas. Las fundamentales son: 7) los datos del argumento, 2) la opinión, tesis o convicción y 3) la regla general que sirve como garantía o justificación de la opinión. Las facultativas, a diferencia de las fundamentales, no integran la estructura básica del argumento, sino que pueden o no aparecer. Ellas son: 7) la fuente, 2) el calificador, 3) el refuerzo, 4) la reserva y 5) la contraopinión. Dos aspectos que Lo Cascio puntualiza también, es que algunas de estas categorías pueden lexicalizarse, o bien permanecer implícitas. En segundo lugar, un término de importancia en esta propuesta es el de indicadores de fuerza, es decir, aquellos conectores que apuntalan a la organización interna y la dirección que toma el argumento. Aunque no analizo aquí los indicadores de fuerza, los cuales pueden también permanecer implícitos, en el argumento analizado de El túnel, los he puesto en negritas. En cuanto a los entimemas o categorías implícitas, me he visto obligado en mi análisis a traducir cuando ha sido necesario el sentido que encierran (VICENZO Lo CASCIO, Gramática de la argumentación, Alianza, Madrid, 1998, pp. 121-164, 199).
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"De modo que esperando hasta esa hora-razoné- enfrento las tres posibilidades".
El argumento monológico de Juan Pablo Castel, en este pasaje de El túnel 3 está construido como una estructura múltiple en el sentido en que Eemeren y Grootendorst definen este concepto. En otras palabras, cualquiera de los argumentos, ya sea 1, 2 o 3 "es suficiente para justificar por separado la opinión a defender" 4 • Cualquiera sea el caso, Castel se propone esperar a María Iribarne hasta la hora de salida. La referencia de origen se basa en una situación observada y se sustenta en una regla general objetiva: Todo el que entra a un edificio en horas de trabajo saldrá en algún momento a más tardar a la hora de salida. En El túnel esta deducción, aunque goza de un alto índice de objetividad, fracasa, ya que Castel, poco antes de su argumentación había entrado al edificio al momento en que María salía, premisa que se comprueba posteriormente. Sin embargo, lo que importa en todo este episodio de dos capítulos es la manera en que Sábato estiliza por medio de la argumentación la actitud obsesiva en el discurso de este personaje. Más adelante, hay otros dos pasajes claramente argumentativos que evidencian lo propio de la estilización que Sábato construye para representar así el estado patético y morboso de Castel. Uno de ellos es el proceso mental que lo lleva a concluir que María es amante de Hunier (pp. 122-123), y el otro es el paralogismo5 : María y Ú1 prostituta han tenido una expresión semejante; la prostituta simulaba placer; María, pues, simulaba placer; María es una prostituta (p. 139). Este último argumento por su subjetividad es, a todas luces, una falacia, por lo que el índice de credibilidad, a diferencia del primero, es bajo para un lector crítico que no comparte la mentalidad morbosa de Castel. Sin embargo, dentro de las infinitas variantes de imágenes argumentativas que se pueden analizar en el discurso novelístico, hay también argumentos que se sustentan en una interpretación o tergiversación ideológica de una teoría. Por ejemplo:
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Seix Barral, Barcelona, 1986, pp. 34-35. Lo CASCIO, op. cit., p. 104. 5 Un sofisma o paralogismo es una argumentación defectuosa. Este concepto, según CHRISTIAN PLANTIN, procede de las reflexiones de Aristóteles sobre las condiciones de validez del silogismo. He llamado paralogismo al falso silogismo de Castel, toda vez que intenta formularse según la estructura del silogismo, pero fracasa (La argumentación, Ariel, Barcelona, 2001, p. 9). 4
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.. .lo dejé hablar con su voz redonda, bella, bien cuidada, que decía todas las eses y todas las des y donde todas las eres eran eres y comencé a comprender mientras hablaba por qué era tan famoso actor de radio y por qué recibía miles de cartas femeninas todas las semanas y comprendía por qué rechazaba las proposiciones que le hacían y comprendí también por qué le gustaba conversar, contar, hablar: era un Narciso que dejaba caer sus palabras en el estanque de la conversacwn y se oía complacido en las ondas sonoras que creaba. ¿Fue su voz lo que lo hizo homosexual? ¿O al revés? ¿O es que en cada actor hay escondido una actriz? En este monólogo de Tres tristes tigres6 , de Guillermo Cabrera Infante, todos los segmentos subrayados son datos que de manera inductiva van fortaleciendo la regla general de una convicción: los homosexuales se caracterizan por conductas narcisistas. El segmento en cursiva concluye el proceso argumentativo-inductivo con la opinión final de Códac: Arsenio Cué es un narciso, por lo cual es homosexual. Decir que todo homosexual es un narciso es la base de la regla general y los datos lo confirman, según Códac. En medio del argumento hay una alusión mitológica al mito de Narciso, una metáfora ("el estanque de la conversación") y dos sinécdoques, la antonomasia de "Narciso" y la mención de lo abstracto ("ondas sonoras") por lo concreto (voz). La referencia de origen en la opinión de Códac proviene de una interpretación del psicoanálisis 7, y por el otro, de la confirmación que de ella se hace a partir de una generalización empírica. Dentro de una sociedad hay conductas que se repiten y en estos casos la experiencia 6
Seix Barral, Barcelona, 1981, p. 82. En efecto, al analizar la relación del narcisismo con la vida amorosa del ser humano, Freud distinguió entre dos tipos de conducta narcisista: la que construye su narcisismo a partir del modelo de la madre como objeto sexual simbólico, y la de los perversos y homosexuales, cuyo modelo como objeto sexual simbólico es la propia persona. FREUD añade en este caso: "manifiestamente se buscan a sí mismos como objeto de amor, exhiben el tipo de elección de objeto que ha de llamarse narcisista" ("Introducción del narcisismo", Obras completas, Amorrortu Editores, 1979, t. 14, pp. 84-85). Ahora bien, no debe perderse de vista que, además de la distinción entre narcisismo primario y secundario, el concepto ha sido desarrollado posteriormente, volviendo con mayor sutileza al planteamiento inicial de Freud por Lacan, al referirse a la fase del espejo, y de un modo más totalizador en la personalidad humana en el libro Narcisismo o la negación de nuestro verdaderoser(Pax, México, 1987) de Alexander Lowen. Puesto que todo individuo social participa de alguna manera de esta condición, la idea del narciso estrictamente homosexual se torna insuficiente. 7
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acumulada es el mejor registro de probabilidades con que se cuenta. Si los datos de la conducta narcisista confirman la regla general, entonces, la opinión de Códac sería cierta. Sin embargo, a pesar de que en Tres tristes tigres, la idea de que el personaje de Arsenio Cué es homosexual vuelve a aparecer dos veces, lo cual sirve para dejar establecida ficcionalmente "la veracidad" del juicio de valor, el argumento no deja de ser subjetivo en la medida en que estereotipa de algún modo la homosexualidad con la idea del narcisismo. De todas maneras, aunque tenga un alto índice de credibilidad, las preguntas retóricas que siguen, esbozan falacias. En todo caso, la visión de Códac comporta cierta postura ideológica que está determinada por la diferenciación androcéntrica hacia el mismo género8 • Un caso parecido, aunque distinto, toda vez que la diferenciación ideológica va del género femenino al masculino, es el siguiente: -Es más que eso -repetiste-. Les molesta que la mujer no sea un puro coño disfrazado de ilusión romántica. Lo que más les enfurece es ver cómo nace al amor en que la mujer es tan persona y tan libre como el hombre; cuando Vitti y Delon van al apartamento y en vez de acostarse se descubren lentamente y juegan como pequeños animales y no se acuestan porque primero necesitan descubrirse y tener en común una risa y un juego y sólo acostarse apocalípticamente, ¿me entienden?, el todo por el todo, comprometidos con sus defectos y terrores y odios y debilidades ... eso es lo que injuria a los machos mexicanos. ¿Qué gritaban? -Ya tíratela- rió Isabel. 8 Se podría incluso plantear que Tres tristes tigres es una novela androcéntrica. Al interrogar Rita Guibert a Cabrera Infante en el sentido de que se había dicho que este libro es más para hombres que para mujeres, él contestó: "Nadie me había expresado esta opinión antes, pero, cosa curiosa, traduciendo el libro al inglés encontré que había entre sus personajes masculinos una relación tan íntima como ese amor de camaradas que no existe entre las mujeres. Abundando, uno de los protagonistas resultaba en inglés, un misógino pavoroso, más ofensivo en inglés que en español, infinitamente más notable, tal vez porque esta expresión del machismo es mucho más corriente en la literatura y en la vida diaria de los pueblos que hablan español que en los países anglosajones. Es así que pienso que tal vez sea posible que el lector ideal del libro sea un hombre y no una mujer, sin siquiera regresar al tema del lector ideal. En todo caso, éste es un libro que mi mujer no ha leído entero, aunque no sólo le está dedicado, sino donde ella está presente" ("Guillermo Cabrera Infante: Conversación de Tres tristes tigres. U na entrevista de Rita Guibert", G. Cabrera Infante, Fundamentos, Caracas, 1974, p. 27).
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-Sí. Eso. -Le dirigiste una sonrisa fingida a Isabel-. Quieren a las mujeres para un acto rápido. En el fondo los machos mexicanos son onanistas. Si pudieran hacerse el amor a sí mismos, lo harían. La mujer es una cosa, un estorbo necesario ... Me dan asco. El machismo
mexicano es un homosexualismo disfrazado.
En este pasaje de Cambio de pi,ef!, Carlos Fuentes, representa un diálogo en discurso directo. El tema de discusión es la reacción de un público masculino al tratamiento de un romance en una película de Antonioni. El personaje de Elizabeth, después de escuchar una opinión de Javier, adopta una postura ideológica feminista contra el machismo mexicano. Puesto que las reacciones del público masculino percibidas por Javier, Isabel y ella en el cine se mantienen implícitas en el argumento inicial de este personaje, cabe afirmar que la referencia de origen se fundamenta tanto en la teoría feminista como en una situación percibida: la conducta de los hombres en el cine es reveladora del machismo mexicano. Esta opinión se justifica con la regla general: esta conducta es propia de los hombres machistas. Los datos en que se sustenta esta opinión aparecen en cursiva y cabe resumirlos de la siguiente manera: 7) los machistas ven a la mujer exclusivamente como objeto de seducción; 2) los machistas consideran que la mujer no tiene los mismos derechos sociales del hombre y 3) los machistas entienden el erotismo como un proceso que se centra únicamente en la penetración, no en la totalidad del juego de la seducción. Para completar esta primera opinión en que se describe la conducta machista, en su segunda intervención Elizabeth construye un argumento inductivo, cuya inferencia y opinión es "El machismo mexicano es un homosexualismo disfrazado". Estas opiniones se entrelazan, de modo que la regla general que las justifica sería "todos los machistas mexicanos actúan así". Si el índice de credibilidad del primer argumento de Elizabeth está fundamentado en el análisis feminista del machismo, en el segundo, su postura ideológica deviene falacia de causa y de generalización, toda vez que sólo pretende atribuir esa explicación del machismo mexicano y se sabe, por trabajos como los de Pierre Bourdieu y Lucía Guerra, que la magnitud de este fenómeno es tal, que debe estudiarse como una estructura simbólica, cuya raigambre opera en el sistema patriarcal de un
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Joaquín Mortiz, México, 1967, pp. 122-123.
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modo más amplio y generalizado 10 • Llama la atención que este argumento falaz lo comparte el propio Fuentes, según se desprende de una entrevista de 1973: "la mujer es tan fuerte en México que convierte a los hombres en homosexuales larvados: esto es el machismo" 11 • Como cabe inferir, se trata de la misma opinión que traza un puente entre homosexualismo y machismo. Como tal, la misma pudiera comportar cierta visión prejuiciada tendiente al estereotipo. De modo que, aunque la intención de Fuentes significa una denuncia del machismo como fenómeno social, desde el momento en que se atribuye una causa errónea y generaliza, aunque sea sólo en la sociedad mexicana, el
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Para Bourdieu: "La preeminencia universalmente reconocida a los hombres se afirma en la objetividad de las estructuras sociales y de las actividades productivas y reproductivas, y se basa en una división sexual del trabajo de producción y de reproducción biológico y social que confiere al hombre la mejor parte, así como en los esquemas inmanentes a todos los hábitos. Dichos esquemas, construidos por unas condiciones semejantes, y por tanto objetivamente acordados, funcionan como matrices de las percepciones -de los pensamientos y de las acciones de todos los miembros de la sociedad-, trascendentales históricas que, al ser universalmente compartidas, se imponen a cualquier agente como trascendentes. En consecuencia, la representación androcéntrica de la reproducción biológica y de la reproducción social se ve investida por la objetividad de un sentido común, entendido como consenso práctico y dóxico, sobre el sentido de las prácticas. Y las mismas mujeres aplican a cualquier realidad y, en especial, a las relaciones de poder en las que están atrapadas, unos esquemas mentales que son el producto de la asimilación de estas relaciones de poder y que se explican en las oposiciones fundadoras del orden simbólico" (PIERRE BOURDIEU, La dominación masculina, Anagrama, Barcelona, 2000, p. 49). Por su parte, LUCÍA GUERRA, después de brindar ejemplos sobre la antigua Grecia y Tenochtitlan llega a esta conclusión: "Esta coincidencia ideológica entre culturas tan disímiles como la griega y la azteca con respecto de la asignación de los territorios Naturaleza/Cultura y Casa/Entorno de Afuera expresa un rasgo esencial de la estructura patriarcal: la diferencia entre dos sexos como paradigma básico en la organización e interpretación del mundo. Esta diferencia no sólo es el principio organizativo de los papeles primarios de la sociedad sino también el núcleo de toda una axiología que permea el lenguaje, el sistema religioso, los códigos éticos, los modos de conducta y la caracterología atribuida a cada sexo" (La mujer fragmentada: historia de un signo, Casa de Las Américas, La Habana, 1994, p. 18). 11 JAMES R. FORTSON, Perspectivas mexicanas desde París. Un diálogo con Carlos Fuentes, Corporación Editorial, México, 1973, p. 98.
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argumento de Elizabeth se vuelve subjetivo 12 • A través de él, este personaje se convierte, pues, en portavoz de la opinión de Fuentes al respecto 13 • Las imágenes argumentativas vistas hasta aquí cumplen un cometido ideológico en el circuito pragmático que entabla el autor con el lector. Esto se explica porque, en primer lugar, en todas estas imágenes se halla implicado el psicoanálisis como metatexto. En segundo lugar, porque en todas se plantea alglÍn conflicto de género, cuyo común denominador es el androcentrismo. Y, en tercer lugar, porque, dado este último aspecto, en todas subyacen construcciones ideológicas que responden a las condiciones asimétricas de poder prevalecientes en los sistemas de dominación 14 • 12
Una tesis que me parece objetiva porque resulta comprobable es la que plantea MATTHEW C. GUTMANN: "el destino del machismo como arquetipo de la masculinidad siempre ha estado íntimamente ligado al nacionalismo cultural mexicano" (Ser hombre de verdad en la ciudad de México: ni macho ni mandilón, El Colegio de México, México, 2000, p. 341 ). 13 Aunque estuve tentado a referirme aquí a que la opinión de Fuentes funge como fuente en tanto se vale de una autorreferencia argumental, me he convencido de que no procede el concepto en este caso. Según Lo CASCIO, op. cit., la fuente (allí donde se cita) debe proveer la garantía de que los argumentos presentados responden a la verdad o son aceptables, o que la regla general sobre la que se basa la corrección de la conexión entre argumento y conclusión es efectivamente verdadera, vigente (p. 127). Se infiere, pues, que la fuente es tal cuando se cita a alguna autoridad, ya sea de un experto, religiosa o de la masa (p. 128). Sin embargo, en el meta texto que hace Códac de Freud sobre el narcisismo y en el metatexto de Marx que infiltra Roa Bastos sobre la revolución y la explotación en el discurso del Dr. Francia, los personajes sustentan su argumento en una autoridad. En este caso la fuente es indirecta y no se puede tomar como cita textual o intertexto. 14 Se podría ir más a fondo en esto. Los sistemas de dominación son al mismo tiempo sistemas simbólicos, cuya concreción axiológica y epistemológica se configura en las ideologías (androcentrismo, etnocentrismo, etc.).A este respecto, JOHN B. THOMPSON ha elaborado una clasificación de modos de operación de la ideología con algunas estrategias típicas de simbolización. Los modos generales son: 7) legitimación, 2) simulación, 3) unificación, 4) fragmentación y 5) cosificación (Ideología y cultura moderna. Teoría Crítica social en la era de la comunicación de masas, UAM, México, 1993, p. 91). Así, en cuanto al discurso androcéntrico, éste con frecuencia se produce dentro de la unificación de una estrategia de estandarización de su conducta, mientras que dentro de la fragmentación, una estrategia de diferenciación. Por otra parte, el sistema de la dominación masculina en sí misma está tan arraigada que puede hablarse de la estrategia de naturalización en la mente humana, como un derivado de la cosificación. Con la
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El tema de la dominación aparece, desde luego, no sólo vinculado al tema de las relaciones humanas, sino también al tema político. Esto se hace evidente en la llamada novela del dictador, por ejemplo, Yo el Supremo 15 de Augusto Roa Bastos: Los oligarcones se quedan en éxtasis hojeando el Almanaque de las Personas Honradas de la Provincia, trepados a las ramas de sus genealogías. No quisieron comprender que hay ciertas situaciones desgraciadas en que no se puede conservar la libertad sino a costa de los más. Situaciones en las que el ciudadano no puede ser enteramente libre sin que el esclavo sea sumamente esclavo. Se negaron a aceptar que toda verdadera Revolución es un cambio de bienes. De leyes. Cambio a -fondo de toda sociedad. No mera lechada de cal sobre el desconch~o sepulcro. Procedí procediendo. Puse el pie al paso del amo, del traficante, de la dorada canalla. De bruces cayeron del gozo al pozo. Nadie les alcanzó un palito de consuelo. Redacté leyes iguales para el pobre, para el rico. Las hice contemplar sin contemplaciones. Para establecer leyes justas suspendí leyes injustas. Para crear el derecho suspendí los derechos que en tres siglos han funcionado invariablemente torcidos en estas colonias. Liquidé la impropiedad de la propiedad individual tornándola en propiedad colectiva, que es lo propio. Acabé con la injusta dominación y explotación de los criollos sobre los naturales, cosa la más natural del mundo puesto que ellos como tales tenían derecho de primo-genitura sobre los orgullosos y mezcladizos mancebos de la tierra. Celebré tratados con los pueblos indígenas. Les proveí de armas para que defendieran sus tierras contra las depredaciones de las tribus hostiles. Mas también los contuve en sus límites naturales impidiéndoles cometer los excesos que los propios blancos les habían enseñado (pp. 45-46). Si se deja establecido con Plantin que "la argumentación es la confrontación, de una manera polémica o cooperativa, de un discurso o un contra-discurso orientados por una misma cuestión, lo que plantea en último término el problema de aquello que los argumentadores esperan del discurso del otro" 16 , evidentemente, los escritos simulados del Dr. Francia entrarían en este concepto. En este pasaje, Roa Bastos construye un naturalización un estado de cosas que es una creación social o histórica se concibe como un estado natural (p. 99). 15 Siglo XXI, México, 197 4. 16 PLANTIN, op. cit., P· 119.
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soliloquio del tirano. El estilo de ese soliloquio, que por momentos se dirige a Patiño, el escriba, es altamente retórico. En él se utiliza la paradoja, el juego de palabras y la paronomasia, principalmente, pero también hay una buena cantidad de metáforas. Se trata de un estilo culto y por su barroquismo, conceptista. Comienza con una narración de hechos sobre los oligarcas que el Dr. Francia sometió a su régimen, de donde se saca en claro la primera opinión: "Los oligarcas se negaron a aceptar los cambios de mi régimen". Luego, en ese mismo párrafo aparece la convicción que es núcleo del argumento: "toda Revolución es un cambio de bienes. De leyes. Cambio a fondo de toda sociedad". Esta convicción, que curiosamente también es regla general, es el equivalente a la opinión del tirano. Todas las acciones que enumera en el párrafo que sigue son los hechos, las medidas tomadas que emanan de su convicción. Esos hechos son también datos si es que se considera la opinión que expresa de los oligarcas. De manera que, en este argumento, en el cual, dicho sea de paso, resalta la teoría marxista como metatexto, se rebate el tema polémico de cómo se ha entendido la forja de una nación. Los oligarcas con la independencia del Paraguay (1811) querían mantener su poder y sus privilegios, y se saca en claro que, en este sentido hay una oposición ideológica de parte de ellos. En este argumento, por lo tanto, se plantea una ideología de Estado, cuyas medidas revolucionarias, según se infiere de la novela, atizan el fuego de una oposición de clase. En Yo el Supremo, Roa Bastos, fundiendo el bivocalismo, las figuras retóricas y la argumentación, logra construir la imagen paradójica de un discurso revolucionario de resistencia que al mismo tiempo es de dominación. Otro tipo de dualidad de sentido en la argumentación puede servir para representar las argucias del ocultamiento ideológico. Así, en La fiesta del Chivo 17 de Vargas Llosa, el lector se encuentra con el siguiente diálogo: -¿Qué sintió su excelencia al dar la orden de eliminar a esos miles de haitianos ilegales? -Pregúntale a tu ex Presidente Truman qué sintió al dar la orden de arrojar la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki. Así sabrás qué sentí aquella noche, en Dajabón (p. 224).
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Alfaguara, México, 2000.
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Aquí se produce la falacia conocida como transferencia de la carga de la prueba. En vez de contestar a la pregunta que le hace Simon Gittleman, el embajador de Estados Unidos, el personaje de Leonidas Trujillo, dictador de República Dominicana, evade su respuesta revirtiéndosela a su interlocutor. Pero el argumento no queda ahí; más que esa salida astuta que responde y evade, que oculta y justifica, en el fondo de todo hay un contra-argumento implícito que le cuestiona a Gittleman la posibilidad de una segunda intención subterránea a su pregunta. El contra-argumento de Trujillo en este caso podría traducirse en los siguientes términos: El lanzamiento que hizo Truman de la bomba atómica y las muertes que causó en Hiroshima y Nagasaki fue más aparatosa que la eliminación que hice de los haitianos ilegales, por lo que si intentas criticarme debes reconocer que también ustedes tienen las manos manchadas de sangre 18 • La respuesta es sagaz, ya que toma como blanco una característica propia del etnocentrismo estadounidense: la incapacidad de reconocer que su praxis política incurre también en atrocidades parecidas a las de los regímenes foráneos. Otro caso en que se crea por medio de la argumentación una imagen · de la ideología, en tanto manifestación del etnocentrismo, se produce en la novela Figuraciones en el mes de marzo 19 de Emilio Díaz Valcárcel: Católico práctico, Aguayo Cristeto U.S. 50 50, conteniendo apenas las emocionadas lágrimas, contaba las peripecias de los servidores de Dios que mientras aplicaban la extremaunción a un moribundo sabían blasfemar heroicamente contra las deidades enemigas (Buda, etc.), refiriendo acto seguido, detalladamente, cómo el padre Bob Sullivan, de Kentucky, había dejado de lado mil veces su breviario para empuñar la ametralladora. La alta silueta del padre Bob podía verse aureolada por los resplandores de granadas y obuses, rezando con las manos unidas, sus ojos azules dirigidos hacia el cielo o lanzando con ecuménica destreza granadas, batiéndose cuerpo a cuerpo y haciendo gala de un virtuoso dominio de la bayoneta. Y 18
Reconozco que ésta es mi lectura particular de este diálogo. Sea como fuere, no considero que esta interpretación se distancie de la do ble intencionalidad que evidentemente comporta la respuesta del personaje de Trujillo. Precisamente, es esta dualidad de sentido lo que me ha llevado a plantear en un libro mío que está por salir, Carnaval y liberación: la estética de la resistencia en Figuraciones en el mes de marzo, la necesidad de hablar del argumento vertical del texto novelístico, porque en resumidas cuentas, el autor participa de modos muy sutiles como argumentador de los temas tratados en su obra. 19 Seix Barral, Barcelona, 1972.
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Cristeto ponía fin a su conferencia narrando una graciosa anécdota. Contaba que en cierta ocasión, mientras se confesaba ante el padre Bob en la tienda de campaña que servía de iglesia, Cristeto le hizo saber que se sentía celoso de la fama de cuchillero que él (Bob) iba ganando en el regimiento. El padre Bob respondió que para salvar las almas blancas del mundo era preciso saber manejar las armas blancas, sonriendo con conocida dulzura, añadiendo que pronto dejaría el uso del cuchillo, que, siendo coherente con su vocación sacerdotal, se inclinaba cada vez más por el lanzallamas, ya que el fuego había sido el elemento primordial durante los felices siglos de la Inquisición (p. 177). En este relato intercalado en la novela se cuenta la historia de Cristeto Aguayo, un soldado sumamente sádico que desde chico dio muestras de una precoz habilidad para matar. Antes de cumplir la edad reglamentaria se enlista en el ejército para participar en la Guerra de Corea. Y si bien, por su proclividad hacia el exterminio se convirtió en el alma de la tropa y fue ascendiendo de rango de manera meteórica, llegó a sentir celos de Bob Sullivan, el capellán, quien iba ganando fama de cuchillero. Al final del pasaje citado cuando le externa su sentir, Bob Sullivan le contesta con dos argumentos que son estilizaciones paródicas, según Bajtín. En el primer argumento, además de la imagen bivocal, se utiliza la paronomasia almas blancas/armas blancas, mientras que el adjetivo "blancas" en el primer caso es una dilogía que junta de manera ambivalente dos sentidos: blancas de buenas, bondadosas, y blancas en un sentido racial. Es en el contraste de ambos sentidos, al igual que sucede con el verbo "salvar", donde se conjuga la crítica velada contra el etnocentrismo e imperialismo estadounidense en este argumento. La convicción del padre Bob, aunque aparezca citada en discurso indirecto, y aunque sea un artilugio retórico del narrador, juega por igual un papel argumentativo. El segundo argumento en discurso indirecto también se mantiene dentro del bivocalismo que instaura la estilización paródica. El sarcasmo que culmina en el epíteto "felices siglos" es la más clara confirmación de que la ironía es el recurso retórico básico que permea en todo este pasaje. La opinión del padre Bob en éste, y en el caso anterior, está saboteada y sólo puede entenderse como una imagen argumentativo-satírica. Lo que logra Díaz Valcárcel con este relato es representar la complicidad de la Iglesia con el Estado en las acciones de guerra del imperialismo estadounidense. La dominación se observa claramente en el etnocentrismo, el racismo y el sentido de crueldad de los personajes.
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ARGUMENTACIÓN, BIVOCALISMO
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De este análisis llego a varias conclusiones. En primer lugar, que las imágenes de los personajes en la novela deben abordarse no sólo a la luz del bivocalismo y las figuras retóricas, sino también de la teoría de la argumentación. En segundo lugar, que la función básica de la argumentación en la novela es la construcción de imágenes con sentido ideológico. Finalmente, que el análisis argumentativo, en la medida en que la novela es un género sobre la multiplicidad de conflictos que se generan en las relaciones humanas en todos los ámbitos, constituye una herramienta adecuada para examinar la intención estética del autor respecto de las formas existentes de dominación. La validez de estas conclusiones apunta a confirmar el hecho de que la argumentación resulta ser tan esencial para la novela como la narración y la descripción, toda vez que en ella gravita la profundidad ideológico-estética del texto.
EDUARDO E. PARRILLA SOTOMAYOR
Instituto Tecnológico de Monterrey Campus Monterrey
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Actas XV Congreso AIH (Vol. III). EDUARDO E. PARRILLA SOTOMAYOR. Argumentación, bivocalismo y f...
..... Centro Virtual Cervantes
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Actas XV Congreso AIH (Vol. III). EDUARDO E. PARRILLA SOTOMAYOR. Argumentación, bivocalismo y f...
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