Psicología Conductual,Asimetría Vol. 4, Nºcerebral: 3, 1996, hemisferio pp. 285-305 derecho y lenguaje
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ASIMETRÍA CEREBRAL: HEMISFERIO DERECHO Y LENGUAJE José Barroso1 y Antonieta Nieto Universidad de La Laguna
Resumen La dominancia del hemisferio izquierdo para el lenguaje es un hecho bien establecido. Esta superioridad no es absoluta. La posible contribución del hemisferio derecho al procesamiento verbal se ha estudiado desde diferentes perspectivas. En este artículo se presenta una revisión de la bibliografía al respecto, atendiendo especialmente a los efectos de las lesiones del hemisferio derecho sobre el lenguaje, a los estudios con sujetos comisurotomizados y a los realizados con sujetos neurológicamente normales. Tomados en su conjunto, los datos disponibles apoyan la idea de que el procesamiento del lenguaje no es competencia exclusiva del HI. La integridad del HD es necesaria para el procesamiento léxico-semántico y para una adecuada relación lenguaje-contexto. La definición de la contribución real del HD es aún una tarea por completar. PALABRAS CLAVES: asimetría cerebral, hemisferio derecho, lenguaje. Abstract The dominance of left hemisphere for language is a well-estabished fact. This superiority is not absolute. The possible contribution of the right hemisphere to verbal processing has been studied from different approaches. In this article we present a review of the literature, with special attention to a) the effects of right hemisphere damage on language, b) studies with commissurotomized patients and c) studies with neurologically normal subjects. Taken as a whole, the data support the idea that language processing is not an exclusive competence of left hemisphere. The integrity of the right hemisphere is necessary for lexico-semantic processing and for an adequate relation language-context. The definition of the actual contribution of the right hemisphere is a work that remains to be done. KEY WORDS: cerebral asymmetry, right hemisphere, language.
1 Correspondencia: José Barroso. Área de Psicobiología. Facultad de Psicología. Campus de Guajara. Universidad de La Laguna. La Laguna. 38200. S/C de Tenerife. E-Mail:
[email protected] Agradecimientos: Este trabajo ha sido parcialmente posible gracias a la concesión de la Consejería de Educación, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias del Proyecto 93/45.
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Introducción Una primera mirada a nuestro cerebro nos llevaría a pensar que existe una simetría derecha-izquierda casi perfecta. De hecho, no es hasta el siglo XIX cuando se introduce la idea de la existencia de una asimetría cerebral. La primera constatación de la asimetría funcional cerebral se le atribuye a Paul Broca. En 1861, este autor localiza un área en el lóbulo frontal del hemisferio izquierdo (HI), que sería responsable del control del habla, sin equivalencia en el hemisferio derecho (HD). En los años siguientes, las aportaciones de John Hughlings Jackson, Carl Wernicke, etc., completan el cuadro de la dominancia cerebral izquierda para el control del lenguaje. Mientras tanto, el hemisferio derecho permanece prácticamente inexplorado, siendo considerado como el hemisferio «subordinado», «menor» o «dominado». El reconocimiento de unas funciones específicas para este hemisferio se realiza posteriormente, a partir de los primeros informes sobre déficits en las habilidades espaciales y musicales producidos por lesiones derechas. A partir de este momento, los estudios de asimetría cerebral se orientan a la detección de las capacidades específicas de cada hemisferio y sus interrelaciones. El término dominancia cerebral deja de utilizarse para referirse a la superioridad absoluta de un hemisferio, pasando a reflejar, en cada caso, el mayor predominio de un hemisferio frente al otro en el control de una determinada función. A medida que se avanza en esta línea va emergiendo la concepción de la especialización hemisférica como un fenómeno relativo y no absoluto. Desde esta concepción, y situándonos en el campo de la lateralización del lenguaje, el HI no se contempla actualmente como el único responsable del procesamiento verbal. Aunque su papel predominante es un hecho bien establecido, diversos autores han propuesto la existencia de ciertas capacidades lingüísticas en el hemisferio derecho. El origen de estos informes es diverso. Un primer grupo lo constituyen los estudios sobre la capacidad del HD para asumir algunas funciones verbales tras lesión del HI. Los resultados de estos trabajos pueden considerase como evidencias indirectas sobre una potencialidad del HD para participar en los procesos verbales en condiciones no patológicas. Evidencias más directas proceden de estudios específicamente dirigidos al examen de esta capacidad. Estas investigaciones podemos, a su vez, agruparlas en función del acercamiento metodológico realizado: el estudio de los efectos de las lesiones del HD sobre el lenguaje, el examen minucioso de las consecuencias de la sección de las comisuras cerebrales y el estudio de sujetos neurológicamente normales. Evidencias indirectas Las hemisferectomías tempranas constituyen una evidencia clara de la plasticidad cerebral. Una hemisferectomía izquierda, realizada en los primeros años de vida, conlleva una reorganización cerebral en la que el HD asume las competencias habitualmente asociadas al ausente HI. Esta reorganización permite un desarrollo del lenguaje aparentemente normal. La cuestión planteada es si un hemisferio que puede llegar a asumir el control neural del lenguaje, no podría tener cierta participación en el procesamiento lingüístico en condiciones naturales. Hay que señalar que un exa-
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men detallado de estos sujetos pone de manifiesto que la capacidad del HD para asumir las funciones lingüísticas no es completa. El grupo de Dennis ha contrastado el efecto de hemisferectomías izquierdas y derechas, observando que el desarrollo del lenguaje no era equivalente en ambos casos. Las principales diferencias se debían a la dificultad de los hemisferectomizados izquierdos para el procesamiento sintáctico y fonológico de cierta complejidad (Dennis 1980; Dennis, Lovett y WiegelCrump, 1981; Dennis y Whitaker, 1976). Este tipo de estudios ha estado sometido a diversas críticas metodológicas relativas a la comparabilidad de los grupos de sujetos, el procedimiento de examen, etc. (p.ej., Bishop, 1983). En cualquier caso, la significación de estos datos es difícil de determinar: los sujetos hemisferoctomizados constituyen una población con una grave y masiva patología, de etiología y curso diverso. Esto limita la interpretación de los resultados obtenidos, tanto por lo que respecta a la plasticidad cerebral en general, como a la ontogenia de la especialización hemisférica, o a las capacidades verbales del hemisferio derecho. Hay que resaltar que el desarrollo del lenguaje en el HD puede ser también fruto de lesiones tempranas focales. Así, por ejemplo, Guerreiro, Castro-Caldas y Martins (1995) informan de una paciente afásica tras lesión temporoparietal derecha. Esta paciente había sufrido a la edad de dos años una hemiplejía derecha y pérdida del lenguaje adquirido hasta ese momento. Posteriormente, experimentó una lenta recuperación de los déficits, alcanzando un nivel normal de lenguaje a los 7 años. El examen de neuroimagen constató la presencia de un lesión isquémica frontal izquierda antigua, responsable del episodio infantil y de la consiguiente reorganización de los sistemas neurales para el control del lenguaje en el hemisferio derecho. En esta misma línea de evidencias indirectas podemos incluir los estudios con adultos que han sufrido una lesión izquierda que afecta al área silviana. Un primer grupo de evidencias lo constituyen los datos sobre la evolución de la afasia global producida por lesiones masivas del HI. En general, el lenguaje espontáneo se mantiene prácticamente ausente, aunque con la posibilidad de realizar ciertos automatismos verbales o emplear sustantivos; la comprensión, aunque muy limitada, suele experimentar una evolución más positiva, permitiendo la realización de ciertas tareas de designación o la comprensión de órdenes simples (Cambier, Elghozi, Signoret y Henin, 1983; Landis, Cummings y Benson, 1980). Dada la destrucción masiva de las áreas clásicamente vinculadas al lenguaje, esta evolución ha sido atribuida a la participación del HD. Además, el cuadro es similar al que nos encontramos en los escasos casos de hemisferectomías izquierdas en adultos que han podido ser sometidos a un estudio evolutivo: un grave trastorno expresivo, junto a una evolución positiva de la comprensión auditiva y una cierta capacidad para producir automatismos orales (Burklund y Smith, 1977). EL hecho de que el HD pueda contribuir a la recuperación de la afasia se ve reforzado cuando una segunda lesión en el HD produce un empeoramiento del cuadro afásico. A favor de esta idea, formulada ya a finales del siglo XIX por W.R. Gowers, contamos con los informes de Basso, Gardelli, Grassi y Mariotti (1989), Cambier et al. (1983) o Lee et al. (1984). El grupo de Basso, por ejemplo, estudia dos pacientes que presentaron una afasia global tras lesión izquierda con una recuperación parcial posterior. Como consecuencia de una segunda lesión vascular de-
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recha, ambas pacientes sufrieron un importante empeoramiento de sus funciones verbales. Proponen que la explicación más plausible es que el HD haya asumido parcialmente las funciones verbales, aunque señalan también que este fenómeno no debe considerarse como habitual ya que la recuperación de las afasias globales no suele ser sustancial. Otra línea de evidencias procede de los estudios en los que se ha anestesiado selectivamente cada hemisferio (Test de Wada). El lenguaje residual de los pacientes afásicos desaparecía tras la anestesia del HD, sin verse afectado por la anestesia del HI (Kinsbourne, 1971), de forma especial en aquellos casos en los que el tiempo transcurrido tras la lesión era mayor (Czopf, 1979). Recientemente, estudios de la actividad metabólica y electrofisiológica (p.ej., mediante SPECT o Potenciales Evocados) y trabajos con Estimulación Magnética Transcraneal, han aportado también datos a favor de la participación del HD en el lenguaje residual de pacientes afásicos (Cardebat et al., 1994; Coslett y Monsul, 1994; Knopman et al., 1984; Meyer et al., 1980). Efectos de lesiones cerebrales unilaterales Ya hemos señalado que los primeros datos sobre la especialización hemisférica surgen de la observación de los efectos producidos por las lesiones unilaterales. En la actualidad continúa siendo una de las principales líneas de investigación sobre asimetría cerebral. Se trata de contrastar el rendimiento de sujetos con lesiones en uno u otro hemisferio en determinadas tareas. De esta forma, si las lesiones izquierdas producen, por ejemplo, una alteración en la producción oral verbal, mientras que las lesiones derechas no tienen ningún efecto sobre la misma, se puede concluir que es el hemisferio izquierdo el que controla esa función. Esta metodología, aparentemente sencilla, entraña una serie de dificultades que se deben, por un lado, a los complejos efectos de las lesiones cerebrales y, por otro, a la necesidad de determinar qué aspectos o dimensiones particulares de la función son alterados por la lesión y cuáles permanecen indemnes (Barroso, 1994). En el caso que nos ocupa, las lesiones del HI son las que producen alteraciones evidentes en la comprensión y/o producción del lenguaje que, en algunos casos, conforman los grandes síndromes afásicos. Por el contrario, cuando la lesión se localiza en el HD se ha considerado, tradicionalmente, que no tiene efecto alguno sobre el lenguaje, a excepción de una alteración en la prosodia. Ahora bien, aunque los importantes trastornos que se producen en el lenguaje tras lesiones del HI están ausentes cuando la lesión afecta al HD, un examen del procesamiento del material lingüístico en sujetos con lesiones derechas ha puesto de manifiesto la existencia de ciertas alteraciones. Los primeros estudios se sitúan en la década de los sesenta, destacando los realizados por Jon Eisenson (1962). Este autor examina la ejecución de sujetos con lesión del HD (LHD) en diversas tareas (definición de palabras, selección de palabras de acuerdo a una definición dada, completar frases) observando un rendimiento inferior al del grupo control (sujetos normales emparejados en edad y escolarización). Otros trabajos pioneros informaron también de desórdenes en el lenguaje en sujetos con LHD en tareas de denominación, escritura y lectura (Critchley, 1962;
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Kinsbourne y Warrington, 1962; Marcie, Hécaen, Dubois y Angelergues, 1965; Weinstein y Keller, 1963). R. Lesser realiza el primer estudio sistemático de la comprensión verbal en pacientes con LHD observando una alteración en las tareas léxico-semánticas, junto a la preservación de las fonológicas y sintácticas (Lesser, 1974). Ahora bien, la lesiones derechas pueden ir acompañadas de alteraciones visoperceptivas y visoespaciales que pueden ser la causa de los errores cometidos por estos pacientes. Por otro lado, la dificultad para controlar adecuadamente el deterioro intelectual general de los pacientes, es un impedimento importante para la extracción de conclusiones. De hecho, la presencia de negligencia unilateral, un cierto deterioro mental, una alteración de las capacidades atencionales, una tendencia a la perseveración y a la rigidez, son factores que se han citado como relacionados con estos resultados. A este respecto, es de destacar la serie de trabajos realizados por el grupo de Gainotti, atendiendo especialmente al control de las variables mencionadas y utilizando tareas diversas: seleccionar entre varios dibujos el correspondiente a la palabra estímulo, la cual puede presentarse escrita (comprensión lectora) o ser leída por el examinador (comprensión auditiva); decidir si dos sílabas sin sentido leídas por el examinador eran iguales o diferentes; dar el nombre correspondiente a una serie de representaciones pictóricas de objetos. En este último caso, los errores se clasificaban según su naturaleza, así, por ejemplo, la respuesta «pera» al dibujo de una «manzana» se consideraba un error semántico, la respuesta «pelota» era considerada como error visual, y responder «melocotón» se clasificaba como error visuosemántico. Los resultados de sus investigaciones han demostrado que los pacientes con LHD rinden significativamente peor que los sujetos de control, neurológicamente normales, en las tareas de discriminación semántica-léxica, no cometen un mayor número de errores fonémicos, ni tienen afectada la ejecución en la discriminación de sílabas sin sentido. Tienden, además, a cometer un número mayor de errores cuando se emplea la modalidad auditiva para la presentación de los estímulos. En la tarea de denominación por confrontación visual, los sujetos con LHD sin deterioro cognitivo rinden peor que los sujetos control cuando se atiende a los errores semánticos y visuosemánticos, mientras que no hay diferencias entre ambos grupos al considerar los errores visuales. Los autores interpretan sus resultados como una confirmación de que las LHD producen un déficit lingüístico selectivo a nivel léxico-semántico. A pesar de ello, Gainotti y colaboradores señalan la posibilidad de que un trastorno cognitivo de carácter leve, no detectado mediante los instrumentos usados para evaluar el deterioro mental, pueda contribuir a las alteraciones semánticas del grupo de LHD considerado como «no deteriorado» (Gainotti, Caltagirone, Miceli y Masullo, 1981; Gainotti, Caltagirone y Miceli, 1983). Chiarello y Church (1986) observan también una alteración específica de los sujetos con LHD en una tarea de juicios de similitud semántica, junto a un buen rendimiento en tareas de rima. Estos resultados no son, según sus autores, atribuibles a un deterioro mental subclínico, y son interpretados como evidencia de una implicación bihemisférica para algunos aspectos del procesamiento léxico-semántico. De forma similar, Joanette y Goulet (1986) encuentran una reducción en la fluidez verbal de los pacientes LHD ante consignas semánticas, independiente de la localiza-
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ción frontal-no frontal de la lesión. Se ha informado también de déficits para apreciar relaciones de antonimia entre palabras (Gardner, Silverman, Wapner y Zurif, 1978); una preferencia por el componente denotativo frente al connotativo (Brownell, Potter, Michelow, y Gardner, 1984), y una dificultad para interpretar significados alternativos de las palabras (Brownell et al., 1990). Sin embargo, otros trabajos no han puesto de manifiesto la posible participación del HD en el procesamiento semántico (Goulet, Joanette, Cagnon y Sabourin, 1989; Sabourin, Goulet y Joanette, 1988; Wilkins y Moscovitch, 1978). Las discrepancias entre estudios pueden deberse, al menos parcialmente, a diferencias metodológicas relacionadas con el tipo de sujeto o con el tipo de tarea y procedimiento. En cualquier caso, a la hora de valorar los déficits encontrados hay que tener presente si no pueden estar relacionados con la presencia de una disfunción frontal, de déficits visuoperceptivos, o de un deterioro intelectual general. Por otro lado, hay que señalar que los trastornos encontrados pudieran, en algunos casos, ser atribuibles a un efecto no específico de la lesión. Esto no descartaría, siguiendo a Joanette, Goulet y Hannequin (1990), la participación del HD en los procesos léxico-semánticos, sino que enfatiza la complejidad de tales procesos. De hecho, estos autores, tras una extensa revisión al respecto, llegan a la conclusión de que la hipótesis de una contribución específica léxico-semántica del HD es plausible, aunque requiere todavía un mayor estudio. En los últimos años, se ha prestado un especial interés al papel del HD en el establecimiento de las relaciones entre el lenguaje y el contexto en que es usado. Así, por ejemplo, en un análisis del discurso de estos pacientes se ha observado una dificultad para organizar o comprender un relato, para inhibir respuestas tangenciales y confabulatorias, así como para extraer la «moraleja» en una «fábula» o trabajar con inferencias (Beeman, 1993; Brownell, Potter, Bihrle y Gardner, 1986; Gardner, Brownell, Wapner y Michelow, 1983). Tienen dificultades para organizar frases en una historia coherente (Delis, Wapner, Gardner y Moses, 1983), así como para reconocer y beneficiarse de la presencia de frases temáticas explícitas en las narraciones (Schneiderman, Murasugi y Saddy, 1992). Se han observado también déficits en la adecuada comprensión de demandas indirectas en función del contexto (Stemmer, Giroux y Joanette, 1994; Weylman, Brownell, Roman y Gardner, 1989), en la comprensión del humor y del lenguaje no literal en general (metáforas, ironía, sarcasmo) (Bihrle, Brownell, Powelson y Gardner, 1986; Kaplan, Brownell, Jacobs y Gardner, 1990), junto a una capacidad preservada para el procesamiento de historias o de conversaciones que siguen una forma canónica (Rehak, Kaplan y Gardner, 1992; Rehak et al. 1992). Contamos, por tanto, con numerosas evidencias a favor de una contribución del HD al procesamiento verbal aunque la naturaleza de la misma no está aún bien definida. El desafío actual es, por un lado, sistematizar la descripción de los aspectos alterados y preservados en estos pacientes, desde los niveles más simples a los más complejos. Por otro, intentar avanzar en la relación entre las características del déficit y la lesión responsable. Desde estas perspectivas será más factible definir la naturaleza de las alteraciones descritas y, consecuentemente, de la contribución del HD.
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Efectos de la desconexión interhemisférica El estudio de sujetos a los que se les ha seccionado algunas de las comisuras cerebrales ha tenido una gran relevancia en el campo de la especialización hemisférica. La comisurotomía (sección de las comisuras cerebrales que interconectan ambos hemisferios), es una intervención poco frecuente. Se acude a ella en pacientes epilépticos, con el objetivo clínico de evitar la propagación interhemisférica de la actividad epileptógena, una vez que ha fracasado el tratamiento farmacológico y dada la inconveniencia de la ablación unilateral. Philip Vogel y Joseph Bogen realizaron las primeras comisurotomías radicales en pacientes epilépticos, incluyendo la sección completa del cuerpo calloso y de la comisura anterior. Ello permitió la obtención de la primera serie de pacientes con cerebro dividido o split brain, que fueron estudiados por Roger Sperry y su grupo. El desenvolvimiento de los pacientes en su vida diaria no se vio significativamente afectado. Sin embargo, cuando se examina cada uno de los hemisferios independientemente, los efectos de la comisurotomía quedan patentes. La posibilidad de realizar este examen viene dada por la ausencia de comisuras, que impide que la información que recibe un hemisferio sea accesible al otro. El problema reside en conseguir restringir la información al hemisferio deseado. Para ello, mediante el análisis de la organización de las vías correspondientes a cada modalidad sensorial, se han diseñado procedimientos para la presentación de los estímulos que posibilitan que el input sensorial sea recibido exclusivamente por uno de los hemisferios (lateralización de estímulos). En la modalidad visual, se presenta el estímulo en el campo visual contralateral al hemisferio deseado. Así, dada la organización de las hemirretinas y las vías sensoriales, la información presentada en el campo visual derecho (CVD) se proyecta en la corteza estriada del HI, mientras que la presentada en el campo visual izquierdo (CVI) será recibida en el HD. Este tipo de presentación debe cumplir con una serie de requisitos relativos al tiempo de exposición, grado de excentricidad y control de la fijación de la mirada. Para la presentación de estimulación auditiva se emplea, mayoritariamente, la técnica de escucha dicótica, esto es, la presentación simultánea de estímulos a ambos oídos. Aunque de cada oído parten vías ipsi y contralaterales, la estimulación simultánea inhibe las vías ipsilaterales. De esta forma, cada hemisferio recibe el «input» presentado en el oído contralateral. Es posible también lateralizar información táctil mediante la presentación de los estímulos en la mano contralateral al hemisferio objeto de estudio. En esta modalidad, la información necesaria para la identificación de un objeto precisa de la exploración activa del mismo (tacto ligero) y es transmitida por el sistema contralateral lemniscal interno. A este respecto, y a la hora de interpretar los resultados, es importante tener en cuenta la existencia del sistema espinotalámico, relacionado con el tacto pasivo, que posee algunas conexiones ipsilaterales. Lógicamente, es posible hacer combinaciones de procedimientos para lateralización de estímulos de diferentes modalidades sensoriales. Finalmente, y en relación con la respuestas manuales de los sujetos, señalar que el control de los movimientos distales es también contralateral. En resumen, los diferentes procedimientos descritos permiten examinar el funcionamiento de cada hemisferio independientemente. De esta forma, si un hemisferio aislado puede realizar correcta-
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mente una tarea, mientras que el hemisferio contrario no es capaz de ello, tendremos una considerable evidencia sobre la importancia de la relación entre esa tarea y el hemisferio que se trate. Tal como hemos señalado anteriormente, este acercamiento ha sido clave en el estudio de la asimetría cerebral. A pesar de ello, las limitaciones inherentes al estudio de los sujetos comisurotomizados obligan a mantener cierta cautela a la hora de contemplar sus resultados como definitivos (Barroso, 1994). Por un lado, se trata de sujetos con características muy particulares y que, además, forman una población reducida y poco homogénea. Por otro lado, el grado de aislamiento de cada hemisferio a largo plazo es aún tema de debate. Finalmente, la desconexión interhemisférica hace desaparecer, o altera significativamente, los procesos de interacción hemisférica característicos de un cerebro intacto. En resumen, aunque estos sujetos nos brindan una oportunidad única para estudiar el funcionamiento de cada hemisferio, debemos tener presente las limitaciones comentadas a la hora de valorar los datos obtenidos mediante su estudio. Por lo que al lenguaje se refiere, la especialización del HI quedó patente desde los primeros estudios. Así, por ejemplo, al proyectar el dibujo de un objeto en el CVD-HI, el sujeto nombraba y describía el objeto. Si la proyección se realizaba sobre el CVI-HD, el sujeto no podía referirse verbalmente a ella. No se trataba de un problema de percepción o reconocimiento, ya que al mostrarle después varios objetos podía elegir correctamente el que se correspondía con el dibujo, o bien elegirlo mediante el tacto (mano izquierda) entre varias alternativas. El problema residía, por tanto, en la incapacidad para referirse verbalmente a lo percibido por el HD aislado. Usando la modalidad táctil o auditiva para la presentación lateralizada, los resultados fueron en la misma línea. En resumen, los sujetos se mostraban «afásicos» y «agráficos» cuando la información se proyectaba al HD, sin acceso a los centros del lenguaje del HI; cuando la información se lateralizaba al HI, mostraban tener una capacidades verbales aparentemente intactas. Estos resultados vienen a abundar en la dominancia izquierda para el lenguaje. Posteriormente, comenzaron a reunirse datos que ponían de manifiesto que el HD podía tener una cierta participación en el lenguaje. Estos datos proceden, por un lado, del examen en condiciones «normales» de la competencia lingüística de los sujetos comisurotomizados y, por otro, del empleo de las técnicas ya mencionadas que permiten la lateralización de información a cada hemisferio. Cuando se interactúa verbalmente con un comisurotomizado, o cuando se le administra una serie de pruebas para evaluar sus habilidades lingüísticas, se asume que se está interactuando con el HI del paciente. Los posibles déficits pueden ser atribuidos a la ausencia de la contribución del HD a la comunicación verbal. Administradas en estas condiciones de «campo libre», las pruebas clásicas para la evaluación de la afasia no ponen de manifiesto alteraciones. Sin embargo, cuando se realizan exámenes más minuciosos se observa la presencia de ciertos déficits. Se apreció un empobrecimiento crónico de la descripción verbal de la experiencia emocional personal, trastornos en la comprensión lectora y déficits en la interacción conversacional. Mediante tareas similares a las utilizadas con los sujetos con lesiones unilaterales, se detectaron problemas para comprender metáforas, para la compren-
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sión adecuada de demandas indirectas en un contexto dado, o para reconocer la entonación emocional. En general, se trata de problemas relacionado con el uso del lenguaje en el contexto (Zaidel, 1990), en línea con los resultados comentados en el apartado dedicado a los sujetos con lesiones unilaterales derechas. Sin embargo, hay que señalar que existe una importante variabilidad interindividual. Así, por ejemplo, L.B., uno de los pacientes estudiados por Zaidel, no presentó problemas en las tareas de metáforas verbales, comprensión de narraciones y realización de inferencias a partir de un texto. Tanto L.B. como los restantes sujetos comisurotomizados estudiados por este autor parecen comprender el humor correctamente y hacen uso del mismo en la conversación, utilizan proverbios de forma apropiada y sus gestos y entonación son normales. A partir de estas observaciones, Zaidel concluye que algunas funciones que son deficitarias tras lesiones derechas no parecen verse afectadas por la desconexión interhemisférica, lo cual podría indicar que se trata de funciones especialmente sensibles a un mal funcionamiento de la interacción interhemisférica ocasionado por el daño cerebral unilateral. La mayor fuente de datos sobre la posible participación del HD en el procesamiento del lenguaje ha sido el análisis de la competencia de cada hemisferio en condiciones de lateralización de la información. Algunos de los primeros estudios ya pusieron de manifiesto la existencia de ciertas, aunque limitadas, capacidades verbales en el HD. Los trabajos de Gazzaniga a comienzos de los años 70 constituyen un ejemplo de estos primeros acercamientos mediante presentación taquistoscópica (ver. p.ej., Gazzaniga y Hillyard, 1971). Cuando el nombre de un objeto se presentaba en el CVI-HD el paciente era incapaz de nombrarlo, pero podía seleccionar el objeto correspondiente con su mano izquierda. En otros casos, se utilizaron representaciones pictóricas. Así, por ejemplo, al proyectar al HD el dibujo de un niño, el sujeto, aun cuando decía no haber visto nada, era capaz de seleccionar entre varias tarjetas la que contenía escrita la palabra «niño», o reaccionar cuando el examinador decía la palabra adecuada entre varias alternativas. Sin embargo, si se presentaba una escena, por ejemplo, un niño besando a una niña, los pacientes eran incapaces de elegir entre dos frases cuál se correspondía con la escena: «el niño besa a la niña» o «la niña besa al niño». Utilizaron también frases en voz pasiva, frases en futuro vs. presente, en singular vs. plural. En todos los casos, los aciertos del HD no superaron lo esperable por azar. Por el contrario, tenía una ejecución casi perfecta cuando debía decidir si la escena estaba representada por una frase afirmativa o negativa. En función de estos resultados, Gazzaniga concluye que el HD es capaz de reconocer nombres de objetos, pero carece de habilidades para reconocer relaciones sujeto-verbo-complemento, para distinguir entre tiempos verbales o entre formas singulares y plurales; sin embargo, el HD tiene una capacidad notable para discernir entre afirmación-negación. Posteriormente, Zaidel y colaboradores han aportado evidencias de una mayor capacidad lingüística del hemisferio derecho. Sus trabajos han estado especialmente centrados en la evaluación de dos pacientes, L.B. y N.G. que habían sido sometidos a una comisurotomía completa. Por lo que respecta a la técnica para el examen de cada hemisferio, Zaidel utiliza una alternativa al procedimiento habitual para la lateralización de la información visual. Consiste en un sistema de lentes que,
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mediante un ingenioso sistema óptico, impide la visión de una hemirretina. Este procedimiento tiene la ventaja de permitir la libre exploración de los estímulos, superando así las limitaciones de la presentación taquistoscópica en cuanto al tipo de tareas y estímulos que pueden utilizarse (Zaidel, 1977). El tipo de tareas utilizadas por Zaidel es considerablemente amplio, evaluando mayoritariamente aspectos relacionados con la comprensión del lenguaje. Así, por ejemplo, en algunos casos se pide a los pacientes que señalen con su mano izquierda cuál de los dibujos presentados al HD se corresponde con una palabra (pronunciada por el examinador o presentada por escrito junto a los dibujos), en otros casos deben elegir los dibujos que representan palabras que riman, o bien se les presenta una palabra escrita junto a varios dibujos pidiéndole que elija aquél cuyo nombre rima con la palabra dada, etc. De esta forma se examina, por ejemplo, la capacidad del HD para comprender una palabra oída o escrita, la capacidad para evocar la «imagen sonora» a partir de una representación pictórica de un objeto o a partir de la correspondiente secuencia de grafemas. Mediante otras tareas se ha examinado la capacidad del HD para comprender determinadas categorías gramaticales y estructuras sintácticas, o para establecer relaciones semánticas de sinonimia, pertenencia a una categoría dada, etc. A partir de los resultados de sus diversos estudios Zaidel propone que el HD tiene una buena capacidad para comprender el lenguaje auditiva y visualmente, aunque su léxico auditivo es superior al visual; puede realizar tareas de decisión léxica con nombres concretos pero no con nombres abstractos, siendo su nivel de precisión siempre menor al del HI; puede comprender no sólo nombres sino también verbos y adjetivos, además de diversas categorías gramaticales (género, número, etc.); posee cierta capacidad para procesar estructuras sintácticas simples, limitada por su déficit en memoria verbal a corto plazo; comprende la relación sujeto-complemento, tanto en voz activa como pasiva. Según Zaidel, el hemisferio derecho no puede construir la imagen fonológica de una palabra escrita, extrae su significado sin mediar recodificación o representación fonológica, es decir, sin realizar una codificación grafema-fonema, posiblemente a través de reglas visuales ortográficas o ideográficamente. De manera similar, la comprensión auditiva parece ser de tipo acústico y no fonético. Partiendo de estos resultados concluye que el hemisferio derecho tiene un rico sistema léxico-semántico, junto a unos sistemas sintácticos y fonológicos reducidos, sin ningún tipo de mecanismo fonético. Señala, además, que la organización semántica del léxico es diferente en cada uno de los hemisferios (p.ej. Eviatar, Menn y Zaidel, 1990; Eviatar y Zaidel, 1991; Zaidel, 1977, 1983, 1990; Zaidel y Peters, 1981). Frente a estas conclusiones, Gazzaniga y colaboradores mantienen un planteamiento diferente que ha dado lugar a diversas polémicas. Para este autor, las capacidades lingüísticas del hemisferio derecho en los comisurotomizados están sobrevaloradas y basadas en un conjunto no representativo de pacientes. Las capacidades demostradas en la mayoría de los sujetos comisurotomizados son, según su valoración, muy rudimentarias (Gazzaniga, 1983a,b; Gazzaniga, Smylie y Baynes, 1984). Además, los casos más espectaculares, los pacientes conocidos como P.S. y V.P., han experimentado una considerable evolución desde la intervención quirúrgica hasta alcanzar niveles de habla expresiva y escritura en el HD (Gazzaniga et al.,
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1979; Gazzaniga et al., 1982). Según estos autores, la razón de esta evolución y del alto nivel lingüístico alcanzado por el hemisferio derecho reside en el desarrollo de una especial habilidad para establecer comunicación entre los dos hemisferios, estableciendo vías alternativas para la interacción interhemisférica. Esta capacidad puede haberse desarrollado igualmente en otros pacientes. Finalmente, si se acude a realizar una comisurotomía es, precisamente, porque existe algún tipo de patología cerebral. Una patología extracallosa y temprana en el HI habría propiciado el desarrollo de unas habilidades lingüísticas en el HD, y serían estas habilidades «anormales» las puestas de manifiesto tras la comisurotomía. Según Gazzaniga, por tanto, las capacidades detectadas en los comisurotomizados no pueden generalizarse a la población normal, en la que el HD carecería de capacidad lingüística. La argumentación de Gazzaniga no puede, sin embargo, dar cuenta de todos los resultados comentados. En primer lugar, el procedimiento de lateralización empleado por Zaidel permite, gracias al uso de las lentes «Z», una exploración libre y sin restricciones de la información presentada en el campo visual izquierdo y, por consiguiente, el uso de una gran diversidad de estímulos y tareas que posibilitan un examen en mayor profundidad. En segundo lugar, los pacientes a las que se refiere Gazzaniga (P.S. y V.P, de la serie de Cornell) no son en los que Zaidel basa sus conclusiones. Tanto P.S. como V.P. pueden considerase excepciones dentro de la población de comisurotomizados ya que han desarrollado un nivel de habla importante en el HD. En ambos casos la sección no incluyó la comisura anterior. En P.S. existía una lesión temporal izquierda temprana y en V.P. se presume también la existencia de daño temprano en el HI. Por lo que respecta a los sujetos estudiados por el grupo de Zaidel, ya hemos señalado que se trata de pacientes de la serie de California; de entre ellos ha estudiado de forma especial a L.B. y N.G., que han sufrido una sección completa del cuerpo calloso, comisura anterior y comisura hipocampal. El interés de estos pacientes reside en que son los que presentan un menor daño extracalloso y, en ningún caso, lesión sustancial del HI. La revisión realizada por el propio grupo de Gazzaniga de las historias clínicas de estos pacientes, no ha detectado ningún factor crítico que pueda ser responsable de la presencia de una reorganización del lenguaje en el HD (Gazzaniga, Nass, Reeves y Roberts, 1984). De hecho, en el caso de N.G. los signos preoperativos indicaban la presencia de una lesión derecha. Ninguno de estos pacientes, además, ha desarrollado capacidades de producción de habla por parte del HD. Por tanto, las capacidades lingüísticas demostradas por el HD de estos y similares sujetos comisurotomizados deben ser tomadas en consideración, aunque mantengamos las debidas precauciones a la hora de realizar generalizaciones desde una población con tales características. En cualquier caso, tal y como el propio Zaidel señala, los límites precisos de las capacidades verbales del hemisferio derecho son desconocidos aún y el estudio de una única población no puede aportar todos los datos necesarios para su esclarecimiento. Evidencias a partir de estudios con sujetos neurológicamente normales Algunas de las técnicas de lateralización de estímulos, diseñadas para el examen de los comisurotomizados, pueden también utilizarse con sujetos neurológicamente
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normales. Entre los diferentes procedimientos, las técnicas taquistóscopicas son las de mayor uso. La presentación durante un breve tiempo del estímulo visual en un hemicampo visual nos permite proyectar la información a un hemisferio determinado. Ahora bien, las comisuras cerebrales permanecen intactas en estos sujetos, por tanto, la información puede transferirse vía cuerpo calloso al otro hemisferio. Las diferencias entre las presentaciones en cada campo visual pueden deberse, por un lado, a la necesidad de transmitir la información de un hemisferio a otro cuando ha sido recibida por el hemisferio que no dispone de los mecanismos necesarios para procesarla. En ese caso, se producirían mayores tiempos de reacción y/o errores en el procesamiento de los estímulos que deben ser transferidos, en comparación con los recibidos directamente. Sin embargo, algunos autores proponen que la transmisión transcallosa es lo suficientemente rápida y precisa como para poder explicar la existencia de diferencias entre las presentaciones lateralizadas. En este caso, los resultados deben interpretarse en términos de las diferentes capacidades de procesamiento de cada hemisferio, esto es, cada hemisferio procesa la información recibida con un cierto nivel de eficacia y las diferencias, si se producen, se deben a las distintas capacidades de los hemisferios para el tratamiento de la información o tarea de que se trate. Zaidel (1985) señala que estas dos posibilidades pueden ser consideradas como los extremos de un continuo teórico, en el que los dos hemisferios interaccionan, en mayor o menor medida, para la realización de una tarea determinada. Con ciertos planteamientos metodológicos, podemos intentar diferenciar en cuál de las posibilidades se sitúan nuestros resultados. Así, por ejemplo, la transmisión callosa pudiera verse afectada por factores relacionados con la calidad de la información a transmitir (p.ej., tamaño de los estímulos, calidad gráfica, longitud y familiaridad, etc.), pero no por el contenido verbal de los estímulos (p.ej., palabras concretas frente a abstractas). Sin embargo, si manipulando factores relacionados con el propio contenido/naturaleza de la información verbal observamos algún efecto sobre la diferenciación entre campos, se favorece la interpretación de las diferencias observadas como un reflejo de las capacidades de cada hemisferio. Dada la dominancia del HI para el procesamiento lingüístico, es de esperar que las presentaciones lateralizadas de material verbal produzcan una ventaja del CVD, esto es, del material proyectado al HI. Si bien este es el resultado que, efectivamente, solemos encontrar, diversos factores pueden hacer desaparecer esta superioridad del CVD-HI o, incluso, invertirla. Un primer grupo de factores están relacionados con los aspectos sensoriales /perceptivos. Así, por ejemplo, Gibson, Dimond y Gazzaniga (1972) pidieron a los sujetos que realizasen un juicio «igual-diferente» entre pares de palabras, la primera presentada en visión libre (no lateralizada y durante varios segundos) y la segunda lateralizada a un hemisferio determinado, utilizando tiempos de exposición muy breves, de tan sólo 40 milisegundos. Los sujetos respondían con mayor precisión cuando las palabras fueron presentadas en el CVIHD. Resultados similares se han obtenido en otras tareas de identificación con la utilización de tipos de letras complejas o inusuales (Bryden y Allard, 1976), estímulos muy similares perceptivamente (Jonides, 1979), o la degradación del estímulo mediante enmascaramiento (Polich, 1978). La manipulación de la estrategia utilizada por los sujetos para realizar la tarea puede también modificar la dirección de las
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diferencias entre los campos visuales. Niederbhul y Springer (1979) obtienen una superioridad del CVD-HI cuando se le instruye a los sujetos para que utilicen una estrategia de tipo verbal y una ventaja del CVI-HD al pedir la utilización de una estrategia basada en la forma del estímulo. En nuestro laboratorio hemos obtenido una ventaja del CVD cuando la tarea primaba la utilización de un procesamiento analítico, junto a una desaparición de las diferencias cuando se demandaba un procesamiento holístico-espacial (Barroso y Nieto, 1986). En ocasiones, aunque haya una clara superioridad del CVD, el análisis del tipo de error cometido para los estímulos proyectados a cada hemisferio puede resultar también revelador. En esta línea, Pirozzolo y Rayner (1977) observaron que para las presentaciones del CVI los errores eran predominantemente visuales. En los estudios de asimetría cerebral en procesos de decisión léxica (decidir si una secuencia de letras es una palabra) y de naming, no es frecuente la manipulación de variables que afecten a la calidad sensorial del estímulo. Aunque algunos autores han obtenido ventajas del CVI manipulando factores como el tiempo de exposición y el tamaño del estímulo (Bradshaw, Hicks y Rose, 1979; Pring, 1981), el resultado mayoritario es la permanencia de la ventaja del CVD (Babkoff, Genser y Hegge, 1985; Chiarello, Senehi y Soulier, 1986; Regard, Landis y Graves, 1985; Young y Bion, 1980). Por tanto, si bien algunos autores defienden la influencia de este tipo de factores sobre las diferencias observadas entre las presentaciones a uno u otro hemisferio (Sergent, 1983, 1984), su relevancia no parece ser tal en tareas léxicas (Chiarello, 1988). Si parecen relevantes, por el contrario, variables como la orientación del estímulo (horizontal vs. vertical) o la tipografía utilizada. En este sentido, la presentación vertical del estímulo parece favorecer la disminución de las ventajas del CVD (Howell y Bryden, 1987; Lambert y Beaumont, 1983), así como la utilización de códigos taquigráficos (Regard et al., 1985). En resumen, a pesar de la existencia de datos contradictorios, se puede concluir que la manipulación de ciertas variables que afectan a los primeros niveles de análisis de los estímulos puede disminuir la ventaja del CVD, llegando en ciertas ocasiones a hacer aparecer una superioridad del CVI. Esto pone de manifiesto la participación del HD en el procesamiento de estímulos verbales en los niveles de análisis visoespacial o perceptivo, lo que estaría más relacionado con sus capacidades de procesamiento espacial, gestáltico, etc., que con una participación en el procesamiento verbal en sí mismo. Mayor interés revisten los estudios donde las posibles capacidades verbales del HD se han puesto a prueba manipulando la naturaleza de las palabras (concretas frente a abstractas, familiares frente a no familiares, nombres frente a verbos o adjetivos, etc.). Para ello se ha utilizado, mayoritariamente, tareas de decisiones léxicas y de naming. Según algunos autores, la superioridad habitual del CVD disminuye o desaparece cuando se presentan palabras concretas o de alta imagen (Day, 1977, 1979; Ellis y Shepered, 1974; Mannhaupt, 1983; Young y Ellis, 1985), incluso en la utilización del American Sign Language por parte de sujetos sordos (Emmorey y Corina, 1993). Otros estudios, por el contrario, no han observado este efecto de la «imaginabilidad» o concreción (Boles, 1983; Howell y Bryden, 1987; Jackman, 1985; Lambert y Beaumont, 1983; McMullen y Bryden, 1987; Schmuller y Goodman, 1979). Una posible razón para estas discrepancias puede residir en el grado de familiaridad
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o frecuencia léxica de las palabras utilizadas. Aunque la simple manipulación de la frecuencia no afecta de manera importante a la superioridad del CVD (Koenig, Wetzel y Caramazza, 1992; Koff y Riederer, 1981; Leiber, 1976), contamos con datos sobre un efecto interactivo de la frecuencia léxica y la concreción sobre las diferencias entre los campos visuales, en el sentido de que la disminución de estas diferencias se produce en el caso de palabras concretas y de uso frecuente (Bradshaw y Gates, 1978; Hines, 1976, 1977; Young y Ellis, 1985). Aunque la mayor parte de los estudios se han realizado sólo con nombres, o no se ha tenido en cuenta la clase gramatical, algunos autores si han contemplado la posible influencia de esta variable. Para Hines (1976) y Goodall (1984) las capacidades verbales del HD se reducen al procesamiento de nombres, mientras que otros autores amplían esta capacidad a la clase adjetivos (Day, 1979). En trabajos realizados en nuestro laboratorio, hemos observado que las diferencias hemisféricas se veían moduladas por la imaginabilidad de las palabras así como por la clase sintáctica a la que pertenecieran, existiendo una participación más amplia del HD en los nombres que en los adjetivos o verbos (Hernández, Nieto y Barroso, 1992; Nieto, 1988). Otro acercamiento ha consistido en diferenciar entre palabras «abiertas o de contenido» (nombres, verbos, adjetivos), frente a palabras «cerradas o función» (pronombres, adverbios, preposiciones). Bradley y Garret (1983) encuentran una superioridad general del CVD, pero observan que hay un efecto diferencial de la clase de palabra en cada campo visual: mientras que en el CVD las palabras contenido eran identificadas con mayor precisión que las palabras función, en el CVI no hay diferencias contenido-función. Sin embargo, Chiarello y Nuding (1987) no han podido reproducir este efecto observando, por el contrario, la tendencia inversa. Mohr, Pulvermüller y Zaidel (1994), utilizando sólo palabras de alta frecuencia, obtienen una ventaja del CVD para las palabras función, junto a una ausencia de diferencias entre los campos en el caso de las palabras contenido. La capacidad del HD para realizar juicios semánticos se ha puesto a prueba mediante tareas de categorización. En la realización de juicios de pertenencia categorial (decidir si un concepto pertenece a una determinada categoría: cochevehículo), Day (1977) y Urcuioli, Klein y Day (1981) no encuentran diferencias entre los campos visuales, concluyendo que el HD puede establecer relaciones semánticas entre conceptos (nombres concretos) y sus categorías supraordinadas tan eficazmente como el HI. Sin embargo, diversos factores metodológicos pueden haber favorecido la no aparición de diferencias (p.ej. la utilización de una presentación vertical de las palabras). En tareas de semejanza categorial (decidir si dos conceptos forman parte de la misma categoría: coche-tren), se ha observado una superioridad del CVD, aunque esta superioridad no aparece en los primeros bloques de ensayos y depende de la constancia de las categorías (Gross, 1972; Klein y Smith, 1985; Urcuioli et al., 1981). En nuestro laboratorio hemos realizado una serie de trabajos al respecto controlando algunos de los factores mencionados. Se obtuvo una superioridad del CVD cuando los conceptos se representan verbalmente, tanto en tareas de pertenencia como de semejanza categorial, pero una ausencia de tal ventaja cuando los nombres se sustituyen por el dibujo correspondiente; el HD, por tanto, podría establecer categorizaciones cuando el procesamiento semántico se inicie a partir de los
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referentes pictóricos de los conceptos (Nieto; Hernández, González-Feria y Barroso, 1990). Utilizando diferentes tipos de relaciones semánticas, Drews (1987) observa también una superioridad general del CVD. Ahora bien, en el CVD el rendimiento era mejor cuando se trataba de relaciones coordinadas (intraconceptuales: cochetren) que en las relaciones locativas (interconceptuales: niño-cuna), mientras que en el CVI se observó el patrón inverso. Estos y similares resultados han llevado a concluir que existe una organización semántica cualitativamente diferente en cada hemisferio (Drews, 1987; Koivisto y Laine, 1995). Otro acercamiento al estudio de la participación del HD en el procesamiento semántico está representado por los estudios sobre priming semántico: el efecto facilitador que tiene sobre el reconocimiento de una palabra (target) el hecho de que sea precedida por una palabra semánticamente relacionada (prime). Así, por ejemplo, podemos estudiar el efecto de priming sobre la realización de decisiones léxicas: si presentamos la palabra «gato» como prime, podemos esperar que la activación del campo semántico relacionado con «gato» facilite el reconocimiento del target «perro» como una palabra. El objetivo de los estudios que utilizan este paradigma experimental es observar si, junto a la típica superioridad del CVD-HI en el reconocimiento de palabras, se produce un efecto de priming diferente en cada campo visual: la existencia de diferencias cualitativas en el perfil del priming entre los campos visuales sería un indicador de que se produce algún procesamiento semántico en el hemisferio que recibe el input. Además, el estudio de cada perfil nos ayudarían a definir las características del sistema semántico de cada hemisferio. En este área son de destacar la serie de estudios realizados por Chiarello y colaboradores, partiendo de la distinción entre priming automático y controlado (ver, p.ej., Chiarello, 1985; Chiarello, Burges, Richards y Pollock, 1990; Chiarello, Senehi y Nuding, 1987; Richards y Chiarello, 1995). Entienden por priming automático el que se produce cuando se impide que el sujeto utilice activa y conscientemente el prime como una ayuda para su acceso al léxico. Esto puede conseguirse bajo diferentes condiciones metodológicas: cuando el prime se presenta enmascarado, cuando los intervalos prime-target son muy breves, cuando sólo un pequeño número de primes y targets están relacionados. El efecto facilitador se produciría a partir de la propagación pasiva de la activación a través de la red semántica. Por el contrario, el priming controlado ocurre cuando determinadas condiciones permiten que los sujetos hagan un uso activo, consciente y voluntario del prime. Por lo que respecta al priming controlado, los resultados parecen indicar que su efecto es mayor en el CVD-HI, lo que ha llevado a proponer que sólo el HI es capaz de usar activamente el conocimiento semántico para facilitar el procesamiento de ciertos items e inhibir el de otros. Por lo que se refiere a la situación de primimg automático, los resultados obtenidos indican que en el HD se puede producir una activación semántica automática para palabras concretas y/o de alta imagen y, probablemente, también para palabras abstractas y/o no imaginables. Esta actividad parece estar determinada, principalmente, por la naturaleza de la relación semántica. Así, por ejemplo, encuentran un efecto de priming asimétrico, con una predominancia del CVI-HD, para palabras que pertenecen a la misma categoría semántica (caballo-tigre), mientras que este efecto fue simétrico en el caso de palabras pertenecientes a la misma categoría y que,
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además, son consideradas como asociadas (médico-enfermera). A partir de estos resultados proponen que el HD tiene un papel especial en el procesamiento de las relaciones categoriales. La activación del HI parece ser más restringida que la del HD para información categorial, mientras que la activación asociativa es tan rápida y extensa en el HI como en el HD (Chiarello, Burges, Richards y Pollock, 1990; Richards y Chiarello, 1995). En resumen, la manipulación de las dimensiones concreto-abstracto, de la imaginabilidad, frecuencia, o clase sintáctica ha dado lugar a un panorama poco consistente. Las razones para esta falta de consistencia son varias. Por un lado, las dimensiones con las que se ha trabajado pueden en si mismas no ser válidas para captar diferencias en el procesamiento lateralizado. Por otro, aún siendo válidas, es necesario contemplar simultáneamente el efecto de varias de ellas, ya que parece que se modulan mutuamente. Por otra, no todos los paradigmas experimentales utilizados para la manipulación de estas dimensiones son adecuados para obtener evidencias sobre la participación del HD en el procesamiento verbal. Si el objetivo es poner de manifiesto la participación del HD, no parece adecuado acudir a una tarea de naming. La superioridad del HI para el control del output fonológico es patente, por tanto, utilizar una tarea que implica mecanismos tan claramente lateralizados al HI supone ya una primera y gran dificultad para obtener tales evidencias. De hecho, en los trabajos que emplean la tarea de namimg, no suele obtenerse resultados que favorezcan la participación del HD. Por tanto, aunque hay datos que apoyan una especial participación del HD en el procesamiento de palabras concretas y/o de alta imagen, de elevada frecuencia léxica y determinada clase sintáctica, ésta es aún una cuestión controvertida. Por otro lado, se ha observado que el HD tiene capacidades para realizar juicios semánticos, capacidades que parecen ser dependiente del tipo de representación de los conceptos y del tipo de relación semántica que exista entre ellos. De forma similar, los estudios sobre priming semántico han puesto de manifiesto el potencial del HD para los procesos semánticos automáticos, dependiendo también esta capacidad del tipo de relación semántica. Tomados en conjunto, estos datos, junto a los obtenidos en el estudio del efecto de las lesiones unilaterales y del efecto de la desconexión interhemisférica, apoyan la idea de que el procesamiento del lenguaje no es tarea exclusiva del HI. Las evidencias con las que contamos nos indican que la integridad del HD es necesaria para que haya un procesamiento léxico-semántico adecuado y para una correcta relación lenguaje-contexto. Ahora bien, definir la contribución real del HD es aún una tarea por realizar y, posiblemente, sólo pueda llevarse a cabo conjuntando los datos aportados por cada uno de los acercamientos revisados. Únicamente desde esta visión conjunta podremos aprovechar las ventajas y superar las limitaciones inherentes a cada acercamiento. Referencias bibliográficas Babkoff, H., Genser, S., y Hegge, F.W. (1985). Lexical decision, parafoveal eccentricity, and visual hemifield. Cortex, 21, 581-593. Barroso, J. y Nieto, M.A. (1987). Asimetría cerebral en el procesamiento de material verbal, diferencias cuantitativas. Psiquis, 8, 41-53.
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