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ATENCIÓN A LA DIVERSIDAD Y DELFINOTERAPIA: UNA NUEVA FORMA DE INTERVENCIÓN PSICOMOTRIZ GLOBAL EN EL MEDIO ACUÁTICO
ROGELIO MARTÍNEZ ABELLÁN Universidad de Murcia. Reproducido de Polisea(2001) 61, 17-24 y Polisea(2002) 62, 13-21 INTRODUCCIÓN Conocemos muy poco acerca de cómo los animales afectan física y psicológicamente al desarrollo infantil y a las interacciones sociales. En los últimos años ha aumentado el interés por las diversas maneras en las que los animales se pueden utilizar terapéuticamente para mejorar la salud física y emocional de los seres humanos. Estos programas están muy difundidos y se centran en la diversidad: personas con problemas médicos específicos ( enfermos de cáncer, SIDA), personas con deficiencia física, sensorial (sordos, ciegos, sordociegos), personas con deficiencia mental (Síndrome de Down), personas con deficiencia motórica (parálisis cerebral, espina bífida…), personas con trastornos del desarrollo (autismo), personas con problemas emocionales, ancianos, etc. Aunque algunos de los programas se iniciaron hace más de un siglo, no se comenzó a recopilar la documentación científica de una forma rigurosa hasta hace 30 años. Desde hace años, expertos de diferentes países se dedican a estudiar el comportamiento de los delfines. El desarrollo de sus sentidos, su sociabilidad, su inteligencia, los peligros que sufren en su hábitat, sus relaciones con los humanos, son algunos de los temas que más preocupan a quienes dedican su esfuerzo a conocer las grandes posibilidades que esconden estos seres. Existen relatos de la Grecia Clásica (Plinio el Viejo, 23-79 a.C.) en los que se citan casos de delfines que han rescatado a personas que se estaban ahogando, manteniéndolos en la superficie e incluso empujándolos hasta la playa. Cuando se edificó el Oráculo de Delfos, dedicado al dios Apolo, los animales consagrados a ese santuario eran delfines.
Antes de pasar a explicar el concepto y la metodología de la Delfinoterapia, también denominada Terapia Humana Asistida con Delfines y su aplicación a personas que presentan determinados problemas médicos y Necesidades Educativas Especiales, vamos a centrarnos en comentar a grandes rasgos algunas de las principales características de estos animales. I) LOS DELFINES En algunos aspectos los delfines son los mamíferos menos semejantes a los humanos. Siguiendo la línea evolutiva, nuestros caminos se separaron hace unos 6 millones de años cuando sus antepasados, unos ungulados muy primitivos, abandonaron la tierra firme para aventurarse en el océano. Sus
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cuerpos, su cerebros y sus sistemas sensoriales fueron evolucionando para adaptarse al nuevo elemento. El término "mamífero marino" engloba varios grupos de especies muy distintas por lo que se refiere al origen, la morfología y el modo de vida. Todos ellos son mamíferos, su sangre es caliente, respiran aire a través de pulmones, y dan a luz a unas crías totalmente formadas que se desarrollan en el vientre de sus madres y que se alimentan succionando la leche de sus mamas. Algunos siguen siendo esencialmente terrestres y su adaptación al medio acuático bastante limitada, aunque pasen en el agua una gran parte de su vida. Las demás especies están perfectamente adaptadas al medio acuático y pasan la mayoría de su vida en el agua. Estos mamíferos pertenecen a tres órdenes: los pinnípedos (focas, morsas y otéridos o leones marinos), los sirénidos (manatíes y dugones o vacas marinas) y los cetáceos (odontocetos o cetáceos con dientes y misticetos o cetáceos con barbillones). Los cetáceos constituyen el grupo estelar de los mamíferos marinos. Sus antecesores se han encontrado en los sedimentos de la Era Terciaria (- 50 millones de años). La duda persiste sobre el origen de los cetáceos actuales. Los expertos no están de acuerdo sobre si los dos grupos, odontocetos (cetáceos con dientes) y misticetos (cetáceos con barbillones) tienen antecesores comunes. Ni tampoco si las adaptaciones que se observan en ellos son el resultado de una convergencia evolutiva. Los odontocetos (cetáceos con dientes) se dividen en una decena de familias de desigual importancia. Algunos sólo incluyen una o dos especies, mientras que otros comprenden varias decenas. Así, podemos diferenciar entre: delfines de los ríos, belugas y narvales, marsopas y los delfínidos. Los odontocetos comprenden dos familias más: los zifios y los cachalotes. Los misticetos (cetáceos con barbillones) no tienen dientes, sino unas grandes láminas córneas que penden de la mandíbula superior. Estos barbillones actúan como filtro y retienen a su paso las pequeñas gambas que forman el krill, en los mares polares y pequeños peces. Los misticetos se dividen en tres familias: las ballenas francas, los rorcuales y las ballenas grises. Los delfínidos, la familia principal de los odontocetos, son los delfines, en el sentido estricto del término. Entre las 32 especies existentes distinguiremos, para facilitar la tarea, por una parte a los delfines de boca alargada ("pico") y mandíbulas con numerosos dientes finos y puntiagudos, y por otra, a los delfines sin "pico" y con cabeza redonda (calderones y orca). El delfín mular (Tursiops Truncatus) es el más común; esta especie está presente en todos los mares. Vive hasta 37 años, alcanzando un tamaño máximo de 4 metros. Habita en las aguas costeras templadas y cálidas y puede penetrar en los estuarios. Es la estrella de los acuarios y está acostumbrado al hombre, e incluso busca su compañía en ciertas ocasiones, hasta el punto de ayudar a los pescadores de Mauritania y de ser el héroe de los medios de comunicación, donde se explica su participación en actos de salvamento. Vive en grupos relativamente sedentarios; cada manada efectúa migraciones y se alimenta básicamente de pequeños peces, calamares y camarones.
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La evolución de los cetáceos les ha proporcionado unos cuerpos especialmente hidrodinámicos y que les permite nadar de forma muy eficaz. En este proceso se ha eliminado también todo aquello que pudiese romper el perfil hidrodinámico y aumentar su rozamiento: pelo, extremidades inferiores, oído externo (orejas). El delfín consigue alcanzar los 40 kilómetros por hora gracias a la peculiar estructura de su piel, que disminuye las turbulencias, ya que contrae la piel formando múltiples pliegues que absorben los remolinos, creando así un flujo envolvente laminar. Tampoco tienen sus órganos genitales en el exterior; por lo tanto, todo permanece resguardado en unas hendiduras del abdomen. Los Tursiops macho suelen ser algo más grandes que las hembras, pero dada la gran variedad que existe entre los diversos individuos y entre las poblaciones de una región o de otra, el tamaño no suele ser un indicador fiable para distinguir el sexo de la mayoría de los cetáceos. En los machos, el pene se aloja en una hendidura situada aproximadamente a medio camino entre el ombligo y la aleta caudal (El ombligo de los delfines parece un hoyuelo o una marca de viruela de buen tamaño). El orificio anal de los machos está situado aún más hacia la cola y a unos 7 u 8 centímetros de la abertura genital. Las hembras tienen la vagina y el ano en una misma hendidura. La hembras también tienen dos pequeñas hendiduras mamarias, una a cada lado de la hendidura genital y en cuyo interior se encuentran los pezones. Según Howard (1996), los delfines no nos reconocen por nuestras caras, al menos no de forma primaria. La identificación facial parece ser una exclusiva del hombre y de algunos otros primates. A nivel visual, los delfines se reconocen entre sí en función de las características de mayor tamaño (aspecto general, marcas del cuerpo, forma de moverse, etc.) más que por el rostro. Es posible que identifiquen a los humanos en función de los mismos parámetros. También es muy probable que los delfines nos reconozcan más por los sonidos que emitimos, más que por nuestro aspecto. Los delfines se reconocen entre sí mediante sonidos. Entre los Tursiops y algunas otras especies, cada individuo tiene su propio silbido de identificación, es como su firma, su versión de un nombre propio. Es muy probable que los delfines puedan deducir muchas cosas al oír el silbido de otro, como por ejemplo el sexo, la edad, el estado emocional y quizás incluso algo acerca del origen geográfico de su interlocutor. La disposición de la nariz permite a los delfines nadar sin sacar la cabeza del agua y respirar al mismo tiempo. Los orificios nasales se encuentran en lo alto de la cabeza, para poder respirar en la superficie. Una membrana externa controlada muscularmente, permite cerrar dichos orificios, impidiendo cualquier filtración de agua dentro de las vías nasales. El orificio, parcialmente abierto en el momento de la espiración, se dilata totalmente en la inspiración. Su capacidad pulmonar les permite sumergirse durante 20 minutos a 300 metros de profundidad. En una inspiración, los delfines renuevan cerca del 85% de su capacidad pulmonar frente a un 15% en el hombre. Las vías respiratorias están totalmente separadas del esófago, gracias a un dispositivo especial denominado "pico de pato". Así pueden alimentarse durante la inmersión sin peligro de ahogarse.
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El hocico alargado, de carácter canino, con más de 40 dientes es utilizado también para golpear a sus atacantes; lo emplea fundamentalmente para defenderse de los tiburones y como herramienta. Las aletas pectorales revelan la adaptación del delfín al medio terrestre en épocas muy remotas (50 millones de años); constan de cuatro dedos formados por falanges y permiten mantener el equilibrio y la dirección al nadar. La cola musculosa, horizontal, propulsa al animal batiendo de arriba-abajo. Los delfines no poseen olfato e incluso carecen ya de bulbo olfatorio en su cerebro. Poseen sentido el tacto, pero carecen de manos con las que puedan tocar o acariciar, en cambio, utilizan prácticamente cada parte de su cuerpo (aleas, cola, hocico, incluso pene) para tocar a los otros, para estudiar objetos y para llevar cosas. Pasan hasta el 30% del tiempo en contacto físico con otros delfines, frotándose y acariciándose mutuamente, especialmente en las relaciones madre-cría, los juegos sociales y sexuales. Respecto al sentido de la vista, es buena, pero poseen poca o ninguna visión de los colores y tampoco tienen mucha visión binocular. Sus ojos funcionan independientemente y pueden ver un círculo completo a su alrededor (visión de 360º) ya que en su mundo acuático se mueven en un espacio tridimensional, y es necesario poder ver lo que sucede en todas las direcciones simultáneamente, pues los tiburones pueden venir de cualquier punto: arriba, abajo, izquierda, derecha, delante, detrás. No tienen pestañas ni cejas; sus ojos brillan en la oscuridad más que los de un gato. Están hechos para ver en la oscuridad de las profundidades oceánicas y para soportar unos niveles de intensidad luminosa, como el que se da justo debajo de la superficie, que son muy superiores al brillo solar al que los humanos están acostumbrados en el aire. Gracias a unos músculos oculares poderosos, la forma del cristalino se adapta al medio ambiente, lo que les permite la visión en el agua y en el aire. Una sustancia emitida por unas glándulas especiales protege los ojos de la sal; no poseen glándulas lacrimales. Los párpados están abiertos cuando hay poca luz, se cierran al aumentar la intensidad luminosa y permanecen cerrados cuando el animal duerme. Poseen el mejor sistema auditivo de este planeta y que abarca casi diez veces el espectro de frecuencias que puede oír el ser humano. Y para la ecolocación, su oído se ha perfeccionado y adaptado hasta dar lugar a un nuevo sentido, un sentido que le permite "ver" con sus oídos, usando los sonidos para formarse una imagen tridimensional del mundo que le rodea. Incluso han llegado a desarrollar nuevos canales acústicos: emiten ultrasonidos a través de su frente y los captan con el hueso de su maxilar. La parte hueca del maxilar está rellena de una grasa especial que conecta directamente con el hueso del oído; el sonido puede penetrar a través de este hueso tan sumamente delgado y llegar hasta el oído a través de la grasa. Actualmente se disponen de pruebas más que suficientes para ratificar la teoría de que los delfines emiten sonidos a partir de la frente y no de la laringe, como es el caso de los otros mamíferos (a pesar de que la localización exacta sigue siendo tema de debate) y de que este sonido lo captan a través de ese mismo hueso de la mandíbula.
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Podemos definir la ecolocación como el proceso en el que un animal registra el eco de unos sonidos emitidos por sí mismo y emplea dicho eco para determinar una posición, un espacio o las características del objeto en el que rebota el eco. También pueden establecerse diferencias entre dos tipos de señales que emplea el delfín durante la ecolocación: clics de orientación, empleados para orientarse y para hacerse una idea general del medio en que se desenvuelve, y clics de identificación, que los emplea cuando necesita una mayor precisión. Al producir una serie de "clics" y registrar sus ecos, el animal no sólo obtiene información acerca de la distancia a la que se está un objeto y la dirección en que se mueve, sino que también puede averiguar su tamaño, forma, textura, densidad e incluso, su estructura interna. Los ultrasonidos de alta frecuencia le proporcionan información de objetos hasta a 400 metros de distancia; los ultrasonidos de baja frecuencia, le informa acerca de la topografía. La ecolocación parece ser como un tacto a larga distancia: los delfines son capaces de prolongarse y tocar el mundo que les rodea mediante sonidos. Debido a la gran densidad del agua, los delfines son capaces de "notar" los sonidos en sus cuerpos. Esta cualidad táctil se los sonidos bajo el agua tienen también otros efectos secundarios: a niveles de muy elevada intensidad, el delfín puede emplear sus sonidos como arma, para aturdir a sus presas; a baja intensidad, como caricia. El delfín no deja de nadar mientras ecolocaliza. Los sonidos que emiten los delfines para la ecolocación se proyectan hacia el exterior a través de la masa de grasa de su cabeza y en forma de un haz muy estrecho y enfocado con gran precisión. La estructurada naturaleza del haz de salida indica que si el delfín se mueve también lo hace el haz de sonido. Los movimientos que efectúan los delfines podrían servirles para mover el haz sónico alrededor de un objeto que les interese de la misma forma que los humanos podríamos analizarlo pasando los dedos sobre su superficie. Existe un notable paralelismo entre la ecolocación y lo que Gibson (1969) denomina "tacto activo" y que describe como un sentido exploratorio más que receptivo. Los delfines poseen diversos medios de comunicación, tanto vocales como no. Dado que los delfines son animales que se orientan mediante sonidos, lo más probable es que se basen sus comunicaciones en el empleo de los medios acústicos. Al adoptar sus cuerpos una forma hidrodinámica que les permite nadar a gran velocidad, han perdido gran parte de la movilidad del rostro, cuerpo y extremidades que normalmente intervienen en la comunicación de lo mamíferos terrestres. Mientras que otros mamíferos terrestres se comunican con apoyo de sus expresiones faciales, gestos de las manos, movimientos de la cola y nariz, etc., los delfines se ven obligados a depender más de sus vocalizaciones. No poseen cuerdas vocales. El aire se almacena en tres pares de sacos aéreos a cada lado del conducto nasal que lleva al exterior. Es el paso del aire de un saco a otro lo que produce los sonidos. La laringe parece jugar un papel en la emisión sonora. El aire expulsado por los pulmones hacia el conducto
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nasal interno transita a través de los labios de la laringe, situada en la base del conducto nasal. Además de sus silbidos y clics para ecolocalizar, la presión más o menos importante ejercida por los labios produce la emisión de una gran variedad de sonidos complejos (silbidos, gruñidos, gemidos, chasquidos…) de una forma pulsante. También parece ser que a través de estos sonidos complejos, transmiten gran parte de las emociones y son especialmente frecuentes en los encuentros agresivos, la actividad sexual y en respuesta a objetos o situaciones nuevas para el animal. La emisión de sonidos no es el único medio de comunicación de los delfines. El lenguaje corporal ocupa igualmente un lugar importante. Los saltos, los golpes de aleta caudal en la superficie, pueden tener el papel de señal de alarma, de disuasión, de incitación al juego. Las posturas del cuerpo pueden igualmente servir para transmitir un mensaje. La investigación sobre la comunicación entre el animal y el ser humano puede dividirse en dos categorías: verbal y no verbal. Bajo estas categorías se incluiría: a) b) c) d) e) f) g)
El paralenguaje y las características temporales del habla. Las expresiones faciales. El comportamiento cinético de los movimientos corporales. El comportamiento visual. La proxémica, la utilización del espacio y la distancia. El comportamiento táctil, y La sensibilidad química.
También debemos incluir la empatía como una vía de comunicación entre el delfín y el hombre, es decir, la capacidad humana o animal de experimentar las necesidades y sentimientos de los demás como si fuesen propios. Las emociones básicas son los elementos que más fácilmente pueden transmitirse de humanos a delfines y no es extraño que los delfines capten mejor nuestro estado emocional, que nosotros el suyo. Algunos investigadores afirman que los delfines poseen la capacidad o facultad innata que permite la comunicación entre distintas especies, incluida la humana. De hecho, el efecto del sonar de los delfines en los humanos y el potencial uso terapéutico (Cole, 1995, 1996) continúa siendo investigado. El trabajo inicial sobre los efectos sonoquímicos del sonar de los delfines en el tejido humano y los datos electroencefalográficos resultantes de la interacción humano-delfín, muestran un incremento en la producción de ondas cerebrales alfa. Los ritmos alfa son característicos de un estado relajado y de reducción de la ansiedad. Estas investigaciones sobre los efectos del sonar de los delfines en poblaciones con discapacidades (deficiencia mental, autismo, etc.) pueden proporcionar nuevas perspectivas sobre la reducción de la ansiedad, el aumento del foco de atención, el incremento de las vocalizaciones y del habla, la aparición de la interacción social, así como potenciales efectos sobre el sistema inmunológico humano. Los delfines muestran acusadas diferencias de aspecto y de carácter, tanto a nivel de especies como de individuos. Los Tursiops pueden tener una
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apariencia dulce, pero su temperamento quizás es más individualista que el de la mayoría de los delfines. Los delfínidos son la familia con mayor desarrollo cerebral. Poseen la base física necesaria para ser inteligentes. Según un parámetro conocido como "cociente de encefalización" (relación entre el peso del cerebro y el peso del cuerpo), los Tursiops Truncatus van por delante de los demás delfínidos. Están algo por debajo de los humanos, pero muy por encima del resto de los animales, incluyendo a nuestro pariente más cercano, el chimpancé. También es importante tener en cuenta la estructura y organización del cerebro. Los cerebros humanos se caracterizan por tener una gran proporción de neocórtex, la capa más externa y nueva del cerebro y que suele asociarse a las facultades mentales superiores. Los cerebros de los delfines tienen muchas más circunvoluciones que los nuestros, por lo que la superficie de su córtex cerebral es incluso mayor. Los dos hemisferios cerebrales de los delfines funcionan por separado y con un grado de independencia que no se encuentra en ningún otro mamífero. Los delfines no sólo pueden mover los ojos independientemente, sino que cada uno de sus hemisferios cerebrales cuenta también con un sistema de riego sanguíneo independiente; y lo más asombroso es que ambas mitades duermen por separado y cerrando sólo un ojo. Su respiración es un acto reflejo voluntario; si pierden el conocimiento no pueden respirar y se asfixian. Una de las teorías que tratan de explicar el gran tamaño del cerebro de los delfines se basa en el gran desarrollo de su aparato auditivo para poder emplear la ecolocación y la complejidad de sus vidas sociales y sus sistemas de comunicación. Los delfines también tienen unas pautas de comportamiento social muy complejas y que requieren un sofisticado sistema de comunicaciones y un largo aprendizaje. Estos sistemas sociales suelen ser bastante complejos e incluyen funciones tales como la división del trabajo, interdependencia, cohesión del grupo o manada y permanencia en el mismo. También se caracterizan por una mayor esperanza de vida, bajas tasas de natalidad, reducida talla de los recién nacidos, un sistema de comunicaciones discreto pero eficaz, y una "infancia" muy larga en la que deberán dedicarse a prender las reglas de la sociedad en que viven. Los delfines nacen con el cerebro en un estadio de desarrollo superior al nuestro, algo más del 40% de su peso final. Necesitan un período de gestación muy largo, de casi 12 meses en el caso de los Tursiops Truncatus, para que al nacer sean capaces de nadar y de respirar voluntariamente desde el primer instante. Al parecer alcanzan su máximo desarrollo cerebral a la edad de 9 o 10 años, aproximadamente la mitad del tiempo que necesitan los cerebros humanos, pero mucho más que la mayoría de los mamíferos superiores. II) EL PROYECTO "INREACH"
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La Delfinoterapia consiste en el empleo de los delfines en programas terapéuticos para atender a la diversidad. En la península de Florida, en Estados Unidos, expertos en delfines y en Educación Especial llevan cerca de 23 años aunando esfuerzos para tratar a niños y adultos con problemas muy diversos. A principios de los años 70, el "World Dolphin Foundation" estableció un programa llamado "El Proyecto Delfín" en la Isla de Mashta en Key Biscayne, Florida (U.S.A.). En 1972, el Dr. Henry Truby, presidente y director de la investigación científica del "World Dolphin Foundation", observó que el estrecho contacto con delfines nadando en libertad, parecía provocar reacciones positivas en niños con problemas neurológicos. Una serie de reuniones entre distintos responsables del programa y una asesora de la Sociedad para Niños Autistas del Sur de Florida, dio origen al nacimiento y desarrollo del "Proyecto Inreach" en Diciembre de 1978. Las hipótesis de trabajo para este proyecto fueron , en primer lugar, la posibilidad de que delfines especializados pueden provocar expresiones comunicativas en niños autistas; en segundo lugar, el posible beneficio terapéutico para los niños, los padres y los asistentes sociales; y, en tercer lugar, la creación de datos adicionales para estimular la creación de programas interespecíficos serios. Los investigadores del proyecto establecieron un criterio simple de participación: Los padres debían entender los objetivos del proyecto y estar de acuerdo en que ellos y sus hijos se comprometieran a lograr las metas establecidas. Los niños debían ser lo suficientemente mayores como para hablar, aunque no hablaran y no debían tener miedo al agua ni a los animales. Después de una sesión inicial, y de la eliminación de algunos padres, se seleccionó a un total de ocho niños con edades comprendidas entre los 10 y los 17 años. El personal científico estaba formado por 3 investigadores principales, un padre coordinador, personal para grabar las sesiones en vídeo, entrenadores de delfines y estudiantes. En cuanto al entorno físico, un acuario grande de aproximadamente 6 metros x 9 metros y con 3 metros de profundidad permitía dar de comer a los delfines con la mano, acariciarles, aproximarse y contactar con ellos. Un acuario circular, de unos 9 metros de diámetro y con 9 metros de profundidad estaba conectado con el grande mediante una galería y una compuerta. Las paredes del acuario eran redondeadas por encima y lisas para que las personas pudieran alcanzar el agua sin hacerse daño y para que los delfines pudieran emerger parcialmente sin dificultad. Se efectuaron seis sesiones de encuentros entre Diciembre de 1978 y Agosto de 1979. Las sesiones se realizaron los domingos o días festivos y duraban entre 4 y 6 horas. El tiempo entre una y otra sesión podía variar entre una semana y un mes. Todas las sesiones se grabaron en cassette y en vídeo mediante una cámara fija y otra móvil y también se hicieron fotogramas. La función de los
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estudiantes consistió en moverse en busca de interacciones entre los participantes humanos y los delfines, además de interacciones hombrehombre. Los investigadores principales se dedicaban a observar las actividades acuáticas de juego, siempre alertas a cualquier variación en los modelos de sonido emitidos por los niños. El padre coordinador era responsable de observar las reacciones de los otros padres y de alejarles desde el lado del acuario a un mirador. Descripción de la Primera Sesión
1) Presentación informal del espacio físico, del personal, los animales y la zona de los acuarios. 2) Reparto de un cuestionario a los padres para obtener información médica básica. 3) Grabar los sonidos de cada delfín, antes de que legaran los otros niños. 4) Grabación aislada de los sonidos de cada niño. 5) Grabar en vídeo a los padres y a los niños mientras tomaban parte en interacciones no estructuradas entre ellos, con el personal, y el entorno físico para clasificar los sonidos iniciales y el lenguaje corporal. 6) Presentación inicial de los 3 delfines a los niños.
Descripción de la Segunda Sesión
1) Continuación de la grabación en vídeo y en cassette de la voz y de los movimientos corporales. 2) Inicio del juego acuático con los delfines, incluyendo echar cubos de agua sobre ellos; salpicar a los delfines y a los participantes; se hacía salir a los delfines parcialmente del acuario para permitir el contacto físico entre los padres, los niños y los delfines.
Descripción de la Tercera Sesión
1) La continuación de la grabación en cassette y vídeo de voces y de movimientos corporales. 2) La continuación de los juegos acuáticos. 3) La introducción de la pelota, pasándola entre los padres, los niños y los delfines. Los delfines persistían en tirar la pelota hasta que varios niños respondiendo a los mimos de padres e investigadores devolvieron la pelota al acuario. Dos niños devolvieron la pelota directamente al delfín, quien se la devolvió varias veces. Algunos niños, respondiendo a los mimos de padres e investigadores, acariciaban al delfín con más frecuencia.
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Descripción de la Cuarta Sesión Al llegar a la mitad de la sesión, los padres voluntariamente se alejaban de la zona de actividad y asumían el papel de observadores. 1) Continuación de la grabación en vídeo y en cassette de los movimientos corporales y los sonidos. 2) Continuaba el juego acuático de los niños sin la estimulación del personal. 3) Los niños seguían tirando la pelota. Dos de los niños jugaban con la pelota con los tres delfines sin la sugerencia del personal. 4) Los niños acariciaban constantemente a los tres delfines, tres de ellos de forma espontánea.
Descripción de la Quinta Sesión 1) Se continuó grabando la voz y lo movimientos corporales. 2) Continuaba el juego acuático espontáneo de los niños. Dos niños iniciaron una actividad de juego acuático cooperativo, implicando un cubo. 3) Continuaron las caricias espontáneas y el juego con la pelota. 4) Dos de los niños entraron en el acuario con los delfines y una vez allí los imitaban: escupían agua, salpicaban y respondían a los sonidos de los delfines
Descripción de la Sexta y última Sesión 1) Los investigadores discutieron entre ellos la continuación del programa debido a la gran dificultad física para acceder dentro del acuario. Examinaron diversos acuarios y las zonas de acceso y decidieron que la falta de una entrada y salida segura inhibiría cualquier otro intento de producir un contacto dentro del agua. 2) Los padres y los investigadores debatieron los obstáculos físicos para continuar el proyecto. 3) Se siguió grabando la voz y el movimiento corporal mediante vídeo y cassettes. 4) Los niños seguían con los juegos acuáticos. 5) Los niños seguían tirando la pelota y acariciando a los delfines.
Sesiones de "Feedback" de los padres Uno de los investigadores y el coordinador de los padres se reunieron dos veces para ver las cintas de vídeo y celebrar una serie de debates con los padres. Dividieron las sesiones en dos temas: cambios de conducta verbal y no verbal de los niños y cambios de la conducta o de los "sentimientos" de los mismos padres y de la familia como una unidad. Muchos padres manifestaron un mayor sentimiento de "proximidad" hacia su hijo, de alegría y de disminución de la tensión.
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Beneficios terapéuticos de las sesiones Los padres, los profesores y los investigadores notaron el efecto beneficioso de estos encuentros. Se observó que los niños eran más tratables, muchos estaban más tranquilos. El progreso más importante del proyecto fue el incremento constante de la capacidad de concentración durante y después de cada encuentro niño-delfín. Los niños cuya capacidad de concentración oscilaba entre 5 y 10 minutos, después podían llegar hasta 1 hora. En uno de los niños se produjeron imitaciones de los sonidos de los delfines e incluso se advirtió que disminuían y cesaban algunas conductas autolesivas tales como morderse los dedos o golpear su cabeza. Estas observaciones fueron hechas durante períodos de hasta dos semanas después de cada sesión. III) LA DELFINOTERAPIA: UNA APROXIMACIÓN CONCEPTUAL Y METODOLÓGICA También en la década de los 70, el Doctor David Nathanson, uno de los científicos pioneros en difundir mundialmente esta técnica, se propuso demostrar a la comunidad científica y a la opinión pública en general que los delfines no sólo podían, sino que además eran animales idóneos para ayudar a niños con necesidades educativas especiales. Nathanson tomó como punto de partida el problema de los niños autistas. Tras varios años tratando y observando a niños con problemas de desarrollo, llegó a la conclusión de que la principal dificultad de estas personas no residía tanto en su incapacidad para el aprendizaje, como en su dificultad para prestar atención. Nathanson bautizó su prueba como Hipótesis de la Atención Deficiente y se ayudó de los delfines para verificar su experimento. Seis niños con minusvalías de distintos grados (desde Síndrome de Down hasta hidrocefalia) le ayudaron a probar que cuando estos chicos entraban en contacto visual con un delfín, mejoraban su atención y su aprendizaje. Los estudios piloto de la Terapia Humana Asistida con Delfines o Delfinoterapia, tuvieron lugar de 1978 a 1979 en Ocean World, en Ft. Lauderdale, Florida (Nathanson, 1980), y se desarrolló con una frecuencia de dos días por semana un programa de Terapia en el Dolphin Research Center en Grassy Key, Florida, desde 1988 hasta 1994. De 1995 a 1996, se incrementaron las sesiones de Terapia Humana Asistida con Delfines a 5 días por semana, llegando a ser un Programa de Terapia Múltiple, en Dolphin Plus, en Kay Largo, Florida. En 1997 pasó a ser un Programa de Terapia Múltiple en Miami Seaquarium, en Virginia Key, en Miami, Florida. Y desde 1998 hasta la fecha actual, es un Programa de Terapia Múltiple en Key Biscayne, Miami, Florida, siendo miles los niños tratados y que proceden de diferentes estados de Norteamérica y de diferentes países del mundo. El movimiento en el medio acuático permite los mismos efectos del movimiento en el medio terrestre, pero con las ventajas indiscutibles en referencia al ámbito mecánico, térmico y psicológico. La actividad física en el
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medio acuático provoca innumerables beneficios en el ser humano, entre los que podemos destacar: •
La liberación de la gravedad La actividad acuática desempeña un papel importante en la prevención y cura de muchos trastornos estáticos inherentes a la postura del hombre. El medio acuático, al liberar el esqueleto de la acción deformante (aplastamiento de las vértebras) de la gravedad, alivia las articulaciones, facilitando, por tanto, la relajación de la columna vertebral y mejora la amplitud de los movimientos.
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Mejora de la tonicidad muscular
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La inmersión en el agua favorece la regulación tónica, en la medida en que ésta disminuye debido a las condiciones de ausencia de gravedad relativa que se encuentra en ella, y las reacciones de defensa que el cuerpo está habitualmente obligado a desplegar para luchar contra la fuerza de atracción terrestre ejercida sobre él por la gravedad. De esta forma, algunos ejercicios de flexibilidad que son difíciles de realizar sobre tierra firme, incluso en la posición de tendido, se realizan fácilmente en el medio acuático. Dicho medio favorece la relajación de los centros nerviosos, cuyos estímulos mantienen la contracción muscular, originando como consecuencia un estado de relajamiento fisiológico. Lucha contra las aptosis abdominales El efecto pasivo que ejerce el agua sobre las vísceras, aliviadas de su peso a través de las fuerzas de flotación de Arquímedes, facilita su ascensión hacia la cavidad abdominal. Además, al intervenir de manera permanente los músculos abdominales (transversos, sobre todo) en la movilidad del tronco y de los miembros inferiores, la actividad física acuática constituye un eficaz ejercicio de sostén y refuerzo muscular.
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Aumento de la capacidad pulmonar Los pulmones se hinchan al máximo, a fin de almacenar la mayor cantidad de aire posible. Además, el empuje ascendente de las vísceras abdominales ofrece un apoyo sólido a la contracción del diafragma, que se ejerce sobre las costillas inferiores y hasta los cartílagos costales.
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Mejora de la circulación La actividad acuática constituye un elemento ideal para mejorar el funcionamiento del sistema cardiovascular. Es al respecto, un excelente medio de reeducación o tratamiento en los casos de insuficiencias circulatorias de las arterias coronarias, de las artritis de los miembros inferiores, de la hipertensión arterial y de la insuficiencia circulatoria venosa. La posición horizontal contribuye a repartir mejor la presión que ejerce el agua sobre el cuerpo, especialmente a nivel de las piernas, a condición de que se respeten las exigencias relativas a la temperatura del agua.
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Tratamiento de determinadas deficiencias El agua, debido a las condiciones específicas del medio (ausencia de gravedad relativa, temperatura), desempeña un papel determinante en muchas de las técnicas de reeducación y de curación (reeducación funcional, balneoterapia, etc.), aplicándose en un principio a las deficiencias físicas y motóricas y extendiéndose a otras discapacidades (mental, visual, auditiva, trastornos del desarrollo-autismo-, etc). Por otra parte, la actividad física o práctica acuática tendría una triple función:
1) Una función de abrazo tranquilizador, protector, unificador; el agua sería apreciada por los sujetos como una segunda piel ("el agua piel"), sustituyendo o restableciendo la que la madre no a sabido o no ha podido dar de niños en las primeras fases de su desarrollo (contención y sostén). 2) Una función de delimitación del propio cuerpo: el agua sería como la frontera que separa el interior del exterior, como una especie de interface que diferencia el sí, el Yo (el interior) y el mundo (el exterior), y en consecuencia, la construcción de una identidad corporal elemental. 3) Una función de conocimiento y de situación del entorno: el agua sería el medio gracias al cual se opera el descubrimiento y la aceptación progresiva del espacio (espacio aéreo, terrestre y acuático) del objeto físico (los que flotan, los que se pueden llenar y vaciar, los que se pueden cambiar…), del objeto social (el adulto/monitor de natación, los padres y otros niños o adultos compañeros de juegos). Si a esta actividad física en el medio acuático se le suma el hecho de producirse junto a delfines, los beneficios serán aún mayores, tal y como indican numerosos estudios. Investigaciones sobre la inteligencia en los delfines y estilos de aprendizaje (Herman y Arbeit, 1973; Tayler y Saayman, 1973: Charkovsky, 1986) e investigaciones sobre la reducción del estrés en el agua (Levine, 1984; Riddick, 1985; Smith, 1985; Wrigth y Cowden, 1986; Slade y Simmons-Grand, 1987; Wolfersdorf, 1988; Burton y Edwards, 1990; Visnic, 1994), sugieren que trabajar en el medio acuático con delfines, puede generar las condiciones óptimas necesarias para lograr cambios fisiológicos, así como mejoras cognitivas, motóricas (ayuda en los desplazamientos o deambulación, equilibrio, flexibilidad…), lingüísticas y socioafectivas, en poblaciones con Necesidades Educativas Especiales (Nathanson, 1989; Nathanson y de Faria, 1993).
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La Delfinoterapia tiene su origen en el Dolphin Reseach Center (DRC) de Grassy Key, en Florida o del Dolphin Therapy Centre de California. El DRC fue fundado en 1958, siendo el centro más antiguo en el entrenamiento de delfines para uso terapéutico; en sus instalaciones se ha criado ya la tercera generación de delfines de Grassy Key.
Tanto el Dolphin Research Centre como el Dolphin Therapy Centre son un importante marco de referencia para todas aquellas personas (investigadores, profesionales de la Educación Especial, etc.) que deseen profundizar en el mundo de los delfines y sus múltiples funciones en el tratamiento y atención a la diversidad. El delfín puede actuar como un "objeto transicional" para que el niño establezca una relación, primero con el animal, después con el terapeuta y finalmente con los demás. En sus archivos se pueden encontrar historias y testimonios como algunos de los que vamos a comentar brevemente.
1) Justin era un niño de 3 años con parálisis cerebral y que nunca había podido pronunciar ninguna palabra. Sus padres se enteraron de que el Dolphin Research Centre tenía en marcha desde 1988 el Dolphin Child Program, uno de los proyectos más completos desarrollados en Norteamérica sobre el tratamiento de niños discapacitados. El programa se inició a raíz del experimento realizado por el Dr. David Nathanson. Los padres de Justin, tras informarse sobre los objetivos y características del curso que impartía el DRC, viajaron durante dos semanas a Florida para que el niños participara en el programa. En la primera sesión, el Dr. Nathanson, acompañado de la madre de Justin y de Linda, monitora del delfín hembra Anna, introdujo al niño en el agua. Al principio el niño no cambió la expresión de su rostro y permanecía abrazado a sus madre. Anna, el delfín comenzó a dar rápidas vueltas alrededor de Justin, mientras éste seguía sin mostrar interés alguno por lo que sucedía. El delfín paro sus movimientos alrededor del niño y se aproximó lentamente hacia éste. Al sentir el niño la caricia del animal en su mejilla, alargó sus brazos hacia el delfín y le abrazó al mismo tiempo que sonreía. A la sonrisa siguieron unos sonidos balbuceantes en los que siempre se escuchaba la letra "B". El Dr. Nathanson hizo que el niños asociara la letra con el delfín Anna. Así, cada vez que Justin pronunciaba la letra "B", el delfín, como recompensa se desplazaba a su lado. Los padres del niño no podían imaginar que durante el desarrollo de la segunda sesión, la primera palabra que escucharían de su hijo sería en un delfinario y que no sería "papá" o "mamá", sino "Anna".
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2) Nathanson (1980), hizo un examen previo de Andrew, un niño de 3 años con Síndrome de Down, inexpresivo, y de Susie, una niña de 7 años también con Síndrome de Down, pero muy habladora y bilingüe (inglés y español), para determinar qué ilustraciones del Test de vocabulario ilustrado de Peabody eran incapaces de identificar, bien señalándolas (en el caso de Andrew), bien nombrándolas o señalándolas (en el caso de Susie). Diez palabras monosilábicas (en inglés, cat, spon, crib, etc.) fueron representadas gráficamente con dibujos muy sencillos en cuadrados de madera laminada de ocho pulgadas para uso de Andrew, mientras que otro juego de veinte palabras monosílabas, bisílabas y trisílabas se preparó del mismo modo para Susie. Una fase inicial de entrenamiento inicial de los niños con sus padres tuvo lugar en Ocean World de Fort Lauderdale para facilitar que los niños y la hembra de delfín, de tres años de edad, llamada Cricket, se habituaran a estar juntos. Las ocho pruebas del experimento con cada niño (cuatro con Cricket, cuatro con Sherry- la madre de Andrew- o con Nathanson) se realizaron alternativamente (prueba 1- delfín, padre; prueba 2- padre, delfín, etc.) y el orden de la presentación de las palabras variaba en cada prueba. Esto permitió comparar con precisión el efecto de presentación de los cuadrados ilustrados por los delfines y por las personas, evaluando las respuestas significativas. El análisis de las respuestas se realizaba con la ayuda de cintas de vídeo que se grabaron a todo lo largo del experimento. Los resultados de este estudio demostraron que Andrew respondía más frecuentemente a Cricket que a su madre, en una proporción de cuatro a uno, y que Susie retenía 13% más de las unidades del vocabulario cuando trabajaba con Cricket. Para estos niños, la experiencia realizaba resultó muy estimulante, y aunque sólo se obtuvo un aumento de la atención de los niños que facilitara su proceso de aprendizaje lingüístico, las implicaciones a futuras investigaciones son enormes. 3) En el caso de Danny, sordociego, los investigadores responsables del programa de Grassy Key, no sabían realmente cuál podía ser la evolución del chico (debido a su grave deficiencia sensorial) tras someterlo al contacto con el delfín Little Bit. Al principio de las sesiones el delfín rodeó al niño a cierta distancia y poco a poco se le fue aproximando.
La primera reacción del niño fue colocar su mano sobre el orificio respiratorio del delfín , pero éste se siguió manteniendo cerca y colocando la parte superior de su cabeza para que pudiese tocarle y retirándose tan sólo de vez en cuando para respirar.
4) Christopher, un niño de 8 años con autismo ha conseguido gracias a la Delfinoterapia una gran mejora de su comportamiento y su vocabulario.
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Comenzó en 1991con un vocabulario de 500 palabras y ahora posee más de 5.000.
5) Jane, de 8 años, no podía caminar por un defecto de nacimiento. Tras recibir sesiones de iniciación al medio acuático y de Delfinoterapia de forma periódica, ha seguido nadando y ha logrado la fuerza suficiente como para someterse a una operación.
Nathanson (1998), aplicó un cuestionario a 71 padres de niños con diferentes Necesidades Educativas Especiales, de Estados Unidos, Alemania, Inglaterra, Irlanda, Suiza, Corea y Escocia, que durante dos años (de 1995 a 1996) recibieron cerca de 8000 sesiones de Terapia Humana con Delfines, para analizar 15 ítems referentes a la efectividad a largo plazo del programa. El contenido del cuestionario fue validado mediante la selección de diferentes ítems de comportamiento pertenecientes a diferentes escalas de observación del desarrollo de niños con discapacidades severas ya estandarizadas y publicadas: Adaptative Behavior Scale, School Edition (Nihira y cols., 1986); Comprehensive Test of Adaptative Behavior (Adams, 1986); y Developmental Assessment of Life Experiences (Barber y cols., 1986). Cada niño había recibido al menos 9 sesiones de terapia en una semana, aunque la mayoría recibió 17 sesiones en dos semanas. Todos los niños recibieron sesiones de Terapia Humana con Delfines durante 12 meses. Las sesiones fueron grabadas en vídeo y posteriormente, analizadas.
El cuestionario interrogaba a los padres sobre el mantenimiento/mejora del comportamiento específico como resultado directo de la Terapia Humana Asistida con Delfines. Cada ítem iba precedido por la afirmación: "Como resultado de la Terapia Humana Asistida con Delfines, mi hijo se ha mantenido o ha mejorado en su capacidad para...". El procedimiento para cada pregunta requirió una respuesta a elegir entre 6 posibles:
1) 2) 3) 4) 5) 6)
Nunca (0% tiempo). Pocas veces (25% tiempo). A menudo (50% tiempo). Habitualmente (75% tiempo). Siempre (100% tiempo). No sabe/no contesta.
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Los niños se clasificaron formando tres grupos:
Grupo 1: Necesidades Educativas Especiales asociadas a problemas genéticos (Síndrome de Down, Síndrome de Algelman, microcefalia, esclerosis tuberosa).
Grupo 2: Necesidades Educativas Especiales asociadas a daño cerebral (parálisis cerebral, hidrocefalia, daño cerebral por traumatismo). Y
Grupo 3: Necesidades Educativas Especiales de etiología desconocida (Síndrome de Asperger, autismo, desordenes por déficits de atención, Síndrome de Rett).
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TABLA 1: RESUMEN DE LAS RESPUESTAS DE LOS PADRES SOBRE EL MANTENIMIENTO O MEJORA DE CONDUCTAS Y DESTREZAS TRAS LA APLICACIÓN A LARGO PLAZO DE LA TERAPIA HUMANA CON DELFINES (Nathanson, 1998) 1. Mantenimiento del foco de atención
56%
2. Mantenimiento del contacto ocular
60%
3. Iniciación de actividades de juego
52%
4. Interacción con otros niños
54%
5. Participación en actividades de autocuidado
51%
6. Uso del lenguaje de signos
40%
7. Uso del lenguaje oral
44%
8. Escritura
26%
9. Lectura
31%
10. Beneficios en Logopedia
59%
11. Beneficios en Educación Física/Terapia Física
54%
12. Beneficios en Terapia Ocupacional
57%
13. Beneficios en las clases de Educación Especial
65%
14. Participación en actividades familiares
69%
15. Iniciación de contactos y relaciones sociales
58%
La Tabla 1 muestra los porcentajes en las respuestas de los padres sobre el mantenimiento/mejora de conductas en relación a los 15 ítems planteados. Los resultados obtenidos indican una mejora del 69% en la participación de actividades familiares, un 65% en las clases de Educación Especial, un 60% en el mantenimiento del contacto ocular, un 59% en Logopedia y un 58% en la iniciación de contactos y relaciones sociales.
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TABLA 2: DISTRIBUCIÓN DE LAS RESPUESTAS DE LOS PADRES SEGÚN LA ETIOLOGÍA DE LAS DEFICIENCIAS (Nathanson, 1998)
1. 2.
GRUPO 1 Anomalías Genéticas Mantenimiento del foco de 47% atención 53% Mantenimiento del contacto ocular
GRUPO 2 Daño Cerebral 58%
GRUPO 3 Etiología Desconocida 55%
62%
62%
3.
Iniciación en actividades de juego
40%
51%
58%
4.
Interacción con otros niños
47%
58%
47%
5.
Participación en actividades de autocuidado
38%
50%
48%
6. Uso del lenguaje de signos 7. Uso del lenguaje oral 8. Escritura 9. Lectura 10. Beneficios en Logopedia 11. Beneficios en Educación Física/Terapia Física 12. Beneficios en Terapia Ocupacional 13. Beneficios en las clases de Educación Especial 14. Participación en actividades familiares 15. Iniciación de contactos y relaciones sociales
38% 45% 19% 23% 54% 52%
38% 42% 38% 33% 55% 67%
35% 62% 28% 28% 74% 60%
50%
55%
65%
60%
48%
65%
65%
72%
65%
51%
63%
63%
La hipótesis inicial era que no había diferencia en los efectos del tratamiento a largo plazo entre niños con discapacidad severa debido a causas genéticas, daño cerebral y etiología desconocida. Se utilizó el análisis de varianza (ANOVA) para comprobar si había diferencias entre los tres grupos, en función de la etiología. La Tabla 2 indica que la más amplia discrepancia en porcentajes entre los tres grupos fue en el ítem de comportamiento 10. El análisis de varianza indica también que el efecto del tratamiento no fue estadísticamente significativo, en función de la etiología, para el ítem 10.
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TABLA 3: RESPUESTAS DE LOS PADRES A LA DURACIÓN DE LA TERAPIA (Nathanson, 1998)
1. Mantenimiento del foco de atención 2. Mantenimiento del contacto ocular 3. Iniciación en actividades de juego 4. Interacción con otros niños 5. Participación en actividades de autocuidado 6. Uso del lenguaje de signos 7. Uso del lenguaje oral 8. Escritura 9. Lectura 10. Beneficios en Logopedia 11. Beneficios en Educación Física/Terapia Física 12. Beneficios en Terapia Ocupacional 13. Beneficios en las clases de Educación Especial 14. Participación en actividades familiares 15. Iniciación en contactos y relaciones sociales
UNA SEMANA 47% 50%
DOS SEMANAS 63% 62%
43% 45% 33% 43% 52% 27% 31% 67% 47% 58% 54% 57% 50%
57% 79% 73% 56% 46% 32% 33% 64% 63% 77% 78% 72% 72%
La hipótesis inicial planteaba que no había diferencia en los efectos a largo plazo entre niños que recibieron una semana de terapia y niños que recibieron dos semanas de terapia. La Tabla 3 indica que las dos semanas de terapia producían por término medio un 15% de mayor efecto a largo plazo, que se recibía una semana de terapia. Según los resultados obtenidos tras la administración del cuestionario a los padres, los datos indican que la Terapia Humana Asistida con Delfines proporciona ayuda con efectos beneficiosos a largo plazo, para aproximadamente el 95% de lo niños tratados. Clínicamente, estos resultados son extremadamente alentadores, dada la variabilidad de Necesidades Educativas Especiales que presentaban los niños, diferentes tipos de medicación, problemas de conducta, cultura y actitudes de los padres, idioma, y diferentes oportunidades terapéuticas y educativas en cada país. En cuanto a la admisión de los niños que van a recibir tratamiento de Delfinoterapia, quedan excluidos todos aquellos que son menores de 4 años y los que muestran un claro rechazo del agua, además de otras restricciones establecidas en el protocolo de admisión del centro. De la misma manera que existen una gran variedad de necesidades Educativas Especiales, existen a su vez varios focos de lo que denominamos origen de la demanda del tratamiento o sesiones de Delfinoterapia:
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•
Entidades especializadas en algún tipo de deficiencia, ya sean privadas o públicas, de las que son representativas las Asociaciones, ya sea como agrupación de padres o de especialistas.
•
Padres con algún hijo con una determinada discapacidad, problema médico, etc. que trabajan para obtener una mejora en su calidad de vida.
•
Personas que buscan la rehabilitación de algún tipo de dificultad a través del medio acuático.
•
Entidad social para favorecer la integración del afectado a través de la actividad física en el medio acuático.
Una vez aceptado el compromiso de realizar sesiones de Delfinoterapia con un colectivo determinado, se debe recabar toda la información específica sobre cada alumno (niño, joven o adulto), su patología, su evolución, su pronóstico, etc.; en general, todos aquellos datos que se necesitan para poder trabajar con una mínima garantía de acción correcta. La mejor opción es la de poder contar no sólo con la información, sino que además ésta fuera transmitida por los especialistas del caso concreto: Médicos, Fisioterapeutas, Pedagogos (Educación Especial), Psicólogos, Asistentes Sociales, etc., y por los propios padres. La posibilidad de recabar esta información dependerá del interés personal del especialista encargado de llevar a cabo las sesiones de Delfinoterapia y su capacidad para lograr la participación interdisciplinar en el tratamiento de los afectados. Cuando se plantean las sesiones de Delfinoterapia, se realizan en base a unos objetivos intrínsecos y variables, en función del tipo de discapacidad, grado de afectación y de las características psicoemocionales del individuo. A veces, los objetivos, pueden no quedar suficientemente definidos, entre otras cosas porque a veces son demasiado elementales, demasiado evidentes y por lo tanto se obvia su definición. Normalmente se pueden obtener el contenido de objetivos de los responsables que acompañan al afectado, y de hecho, es así como sucede en una gran mayoría de casos. Pero puede ser que el/los acompañante/s no sepan con claridad cuales pueden se las necesidades a estructurar como objetivos. Así, por ejemplo: •
Entidad pública/privada especializada en un tipo de deficiencia y que cuenta con personal médico-rehabilitador especialista, Pedagogo (Educación Especial), Psicólogo, etc. Seguramente tendrán claros los objetivos básicos y se adaptarán a una colaboración en cuanto a
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objetivos a trabajar en el medio acuático en las sesiones de Delfinoterapia. •
Padres con hijos que presentan Necesidades Educativas Especiales interesados en que realicen una actividad física en el medio acuático. Sólo tienen claro que seguramente obtendrán un beneficio, pero no sabrían definir qué posibilidades les reportaría esta actividad.
Queda claro, que la definición de los objetivos vendrá determinada, entre otros aspectos, por el origen de la demanda.
El Programa de Terapia Humana Asistida con Delfines usa técnicas de modificación de conducta para tratar a niños con discapacidades graves. Para lograr que el tratamiento de Terapia Humana con Delfines aplicado a niños con Necesidades educativas Especiales resulte efectivo, es fundamental que funcione como un servicio interdisciplinar en el cual participan diferentes profesionales: profesores de Educación Física (monitores de natación), Pedagogos (profesionales de Educación Especial), Psicólogos, Médicos, Fisioterapeutas, Logopedas, Asistentes Sociales, Educadores…, que trabajan directamente con la familia del niño, lo cual proporciona mejores resultados en el tratamiento (Kurtz y col., 1996). Las sesiones con delfines duran entre 30 y 60 minutos, y en ellas, además del niño y del delfín, se requiere la presencia del cuidador del animal, del monitor de actividades acuáticas (Profesor de Educación Física) y del Pedagogo o Psicopedagogo encargado del chico que va a ser tratado.
La interacción del niño y el delfín, así como la iniciación al medio acuático atraviesa varias fases:
Al principio, el niño se inicia en un programa de intervención psicomotriz en el medio acuático, junto con un monitor de actividades acuáticas (profesor de Educación Física); cuando termina el programa de natación, el niño recibe durante quince días unas sesiones iniciales con delfines para ver si el proceso de amistad que se debe crear entre animal y el niño se desarrollo con normalidad. En las primeras sesiones el niño no tiene por qué meterse en el agua con el delfín, pero sí aprende a acostumbrase a su presencia.
Tras un progresivo acercamiento que incluye el contacto con el medio acuático, el chico empieza a tocar al delfín, aprende a que no le asusten sus movimientos, sus roces, sus caricias. Si la respuesta es satisfactoria, se pone en marcha la segunda fase, que incluye un programa de trabajo personalizado donde el niño va aumentando el contacto con el animal; es entonces cuando los expertos dan un paso más en la terapia, en la que se incluyen distintos juegos con el animal y paseos acuáticos con él, hasta que finalmente, en un
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período medio de tres meses, se realiza un balance psicofísico de la evolución y los progresos detectados en el paciente. En España, este tipo de investigaciones se plasmaron en un proyecto que comenzó a desarrollarse en Cadaqués. En esta localidad gerundense, la asociación de carácter privado Delfín Mediterráneo consiguió la concesión por 10 años de una cala y trabajó desde 1989 a 1993 en la preparación de la infraestructura de lo que iba a ser el primer centro europeo que trabajaría en programas de Educación Infantil y Educación Especial con delfines que viven en el mar. En el proyecto trabajaban tres veterinarios y un biólogo dirigidos por August Barangué. Basándose en las experiencias desarrolladas en Estados Unidos, entrenaron a cuatro delfines para dedicarlos a relacionarse con los niños. El objetivo era doble: por una parte, trabajar de forma didáctica con alumnos de centros educativos, y por otro, realizar trabajos de investigación con niños que presentaban necesidades educativas especiales y determinados problemas médicos. Al centro acudirían niños de entre 6 y 14 años enfermos de SIDA, con Síndrome de Down, aquejados con tumores cancerosos, tretrapléjicos, etc., durante el tiempo que determinara el programa. El centro estaría también abierto a niños que no presentaran necesidades educativas especiales ni problemas médicos y que podrían participar, como una actividad escolar más en las llamadas aulas didácticas. Sin embargo, lamentablemente, por falta de recursos económicos, la Asociación Delfín Mediterráneo desapareció. Tras varios años de rodaje, la Delfinoterapia, la técnica ampliamente consolidada en Norteamérica y con un gran desarrollo en países como Israel, Japón, México y Cuba, ha comenzado a implantarse con fuerza en España, siendo Tenerife el único lugar del continente donde existe un centro especializado en programas con delfines para niños con necesidades educativas especiales: el Delfinario-Aquapark, al frente del cual se encuentra su Director, José Luis Barbero, con una experiencia de más de 20 años trabajando con delfines. En los cinco años que lleva en funcionamiento este centro, cerca de mil niños procedentes de todos los lugares del mundo han recibido ya tratamiento gratuito en las más de 1.600 clases que se han impartido en el Aquapark. La actividad que se desarrolla en el Delfinario de Tenerife abarca todo el día. La Asociación Orobal, una organización de padres de niños con Necesidades Educativas Especiales colabora con el Delfinario en la organización de cursos. Entre muchas otras funciones, la Asociación se encarga de admitir a los niños que van a recibir tratamiento y de organizar todas las modalidades de cursillos con delfines que organiza el centro. IV) ALGUNAS REFLEXIONES FINALES
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Existe en muchos países un importante movimiento a favor de la Delfinoterapia y su aplicación a personas con Necesidades Educativas Especiales, con problemas médicos, emocionales, etc. Es importante tener en cuenta toda una serie de aspectos en relación a la Delfinoterapia: •
Efectuar un "sistema" de análisis completo, antes de empezar con el tratamiento de Delfinoterapia, estudiando la institución, el personal médico y educativo y la familia.
•
Emparejar cuidadosamente el delfín, su edad y temperamento, a las necesidades y a las capacidades del individuo, en función del problema específico que presente.
•
Definir el criterio de las metas y resultados.
•
Comprender los beneficios y riesgos.
•
Orientar correctamente a todos los implicados, contando con el apoyo y la cooperación del máximo número de personas: Equipo Técnico Multidisciplinar, familia, voluntarios…
•
Supervisar a los pacientes, al personal y a los delfines.
•
Evaluar los datos del coste-beneficio y modificar, añadir o mejorar el Programa.
•
Mantener expectativas realistas. La Delfinoterapia no es una panacea, no es un sustituto de las terapias o tratamientos educativos o reeducativos convencionales, sino un complemento. Precisa de un trabajo continuado, y hay que dejar claro que es una Disciplina que requiere de tantas técnicas personalizadas como niños con Necesidades Educativas Especiales vayan a ser tratados.
Si tal y como hemos comprobado, diferentes estudios e investigaciones indican que la Delfinoterapia ofrece resultados que permiten mejorar de forma global las capacidades de las personas con Necesidades Educativas Especiales o que presentan problemas médicos o de otro tipo y mejorar así su calidad de vida, es nuestra obligación como profesionales investigar, explorar y difundir su conocimiento para su utilización.
Nota del autor:
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Mi agradecimiento más sincero al Dr. David Nathanson y a su Equipo de Dolphin Human Therapy, en Key Biscayne, Florida, por su eficaz y valiosa ayuda en todo momento.
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REFERENCIAS
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