Autoridades, colegas, alumnos, personal no docente, amigos,

Autoridades, colegas, alumnos, personal no docente, amigos,….. Es realmente para mi un privilegio enorme asumir el cargo de vicerrectora académica de

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Autoridades, colegas, alumnos, personal no docente, amigos,….. Es realmente para mi un privilegio enorme asumir el cargo de vicerrectora académica de la universidad. Normalmente en los discursos académicos se deja para el final un párrafo destacado al tema de los agradecimientos. Permítanme invertir el orden: quiero comenzar estas palabras agradeciendo: a las autoridades de la universidad por la confianza depositada en mi persona. Invoco a Dios me ilumine en este nuevo camino para dar lo mejor de mi y de lo que ustedes esperan de mi. Como muchos de los aquí presentes saben, ingresé a esta casa como alumna en la carrera de Ciencias de la Educación y cuando egresé fui convocada para trabajar en cursos de extensión. Desde entonces he transitado distintos espacios en mi querida Facultad de Educación: he sido coordinadora, secretaria técnica, decana y fui asumiendo cada uno de esos espacios con la convicción de que asumía un servicio, servicio que se brinda desde el lugar que la universidad nos convoca. Mi agradecimiento entonces, para mi querida gente de la facultad de Educación, docentes, personal no docente, investigadores, alumnos, un equipo maravilloso académica y humanamente, por lo que …es realmente difícil… poner en palabras todos los sentimientos que afloran en ocasión como ésta, porque junto a ustedes he crecido y me he enriquecido profesional y personalmente de manera sustantiva. Gracias infinitas! Agradezco el apoyo de mis amigos, esos que están desde la infancia, y a los que fui conociendo desde que vivo en Córdoba, a los colegas y amigos de otras instituciones donde trabajé y que hoy me acompañan. A los colegas de las distintas áreas y unidades académicas de nuestra institución y que en este poco tiempo que llevo trabajando aquí han ofrecido su ayuda incondicional, les agradezco de corazón. Ustedes saben que las personas pasamos por las instituciones, pero es nuestro deber trabajar para que las

instituciones perduren y puedan continuar de la mejor manera cuando ya no estemos en nuestros respectivos lugares. Finalmente, quiero recordar y agradecer el apoyo incondicional de mi familia: mis padres: quienes apostaron fuerte para que mi querida hermana y yo pudiésemos estudiar en los difíciles años 70, y a mi esposo y a mis tres hijos por el amor, la paciencia y el aliento permanente. Sin ellos hoy no podría estar aquí. Los amo.

Asumo este cargo de gestión de una institución de educación superior muy particular: una universidad confiada a la Compañía de Jesús. “jesuita” … y sabemos que decir una universidad jesuita no es agregarle algo de calificativo, un simple adjetivo al sustantivo, sino que es hablar de un sello muy particular. Pronto cumpliremos 60 años de la creación de nuestra querida universidad, primera universidad privada del país y que hoy orgullosos exhibimos algunos datos que nos posicionan como una de las prestigiosas universidades no solo a nivel local sino también a nivel regional e internacional. Mas de 30000 egresados han sido formados en las distintas unidades académicas bajo el postulado de formar personas con ciencia, conciencia y compromiso inspirado en el ideal ignaciano. Ya lo expresaba quien fuera primer rector, el padre Camargo SJ, en febrero de 1956 en las reuniones que se mantenían para concretar el proyecto de constituirse en Instituto Universitario pro Universidad Católica de Córdoba cuando afirmaba “ la universidad debe ser formadora de hombres cabales y (...)no simplemente el lugar donde se obtienen títulos profesionales” (Rezzónico, 2002). Consecuente con ello, nos distinguimos por concebir a la docencia y a la investigación como dos pilares indisolubles que se hacen eco de los problemas del contexto que nos rodea y que renueva día a día el compromiso en trabajar para formar personas competentes académicamente y comprometidas socialmente desde la producción de conocimiento y el ejercicio ético de la profesión.

Hoy nuestra Universidad, pertenece a una red de más de 200 instituciones de educación superior en todo el mundo y forma parte de la federación de aproximadamente 3000 universidades católicas. Nos enorgullecen también, entre otras cosas, mas de 100 proyectos de investigación acreditados - y prestigiosas publicaciones que difunden los conocimientos que se producen. Carreras de grado y posgrado acreditadas, crecimiento sostenido en movilidad internacional, en fin… no quiero reducir en una simple lista de datos, la enumeración de todo lo bueno que podemos ofrecer o de los desafíos aún pendientes que tenemos por delante. Sí quiero enfatizar que es en este escenario que me comprometo a centrar mi gestión en torno a algunas palabras simples pero que considero claves que los que me conocen, saben que forman parte de mi estilo de trabajo y que guiarán mi proceder. Son, entre otras: continuidad, apertura, escucha, diálogo y trabajo en equipo…. Uno de mis propósitos es enmarcar la gestión en la continuidad de los procesos y proyectos iniciados durante estos años pasados. Cuando digo “ continuidad” hago referencia a una continuidad activa, fortalecida por la mejora permanente y en diálogo constante con las demandas internas y externas. Diálogo, entendido como desafío, en el que los límites o los disensos no son obstáculos sino nuevas oportunidades para favorecer acciones transformadoras que se nos demanda desde las estructuras internas y también externas. Ante el complejo escenario actual y fiel a la misión de nuestra universidad debemos estar atentos a las necesidades y problemas del contexto, de allí que considero clave propiciar la apertura, apertura a todos los sectores, a todas las voces, escuchando diferentes posturas. Soy una convencida de que “escucha y diálogo” van de la mano siempre, indefectiblemente. Y cuando recién decía apertura a todas las voces, también destaco allí a la búsqueda que eso implica:

es la búsqueda constante del magis ignaciano con el que nos identificamos. Magis , que significa lo más, lo mejor, lo mayor, pero no para sí, sino con respecto al servicio que se hace con el otro. Para que esto no quede solo en un enunciado formal, sé que sólo será posible de llevar a cabo si construimos verdaderos equipos de trabajo, con las autoridades, los señores decanos y decanas, verdaderos pilares de la institución, con los secretarios, docentes, investigadores, administrativos, es decir, toda la comunidad universitaria que conforma esta gran familia que es nuestra querida universidad. Sólo así tendrá sentido. El trabajo en equipo permite profundizar las huellas del camino ya iniciado, imaginar, planificar y construir nuevos senderos, con compromiso y responsabilidad para apostar así, al crecimiento sostenido de nuestra universidad en su posicionamiento a nivel internacional y local, propiciando el desarrollo del quehacer académico a partir de un concepto de calidad construido desde la identidad institucional y la proyección social consolidada desde el enfoque de la responsabilidad social universitaria. En otras palabras, avanzar, crecer, innovar, con la firme convicción de que necesitamos distinguirnos por una enseñanza actualizada y comprometida con una educación de calidad, inclusiva y humanizadora, por una investigación que se haga preguntas, que nos sean útiles y contribuya a la búsqueda de respuestas a los acuciantes problemas y una proyección social que supere el asistencialismo académico para dar paso a una academia capaz de construirse desde las necesidades del otro y en especial, de los más postergados… Cerrando, vuelvo al inicio: me comprometo a trabajar para contribuir al fortalecimiento de este perfil distintivo que tenemos y que son los rasgos característicos del carisma ignaciano y la tradición pedagógica de la compañía de Jesús, preocupándonos por las necesidades de cada tiempo y lugar, poniendo en el centro a la persona que formamos, …personas que serán profesionales muy competentes, …pero serán antes que nada… personas capaces de servir mejor y hacer el bien a los que mas nos necesitan…

personas que sean capaces de ser protagonistas ante la realidad que nos interpela y no meros espectadores. Lo resumía admirablemente Peter Hans Kolvenbach quien fuera Padre general de la Compañía, cuando por el año 2000 en un memorable discurso en la universidad de Santa Clara nos decía: “Todo centro jesuita de enseñanza superior está llamado a vivir dentro de una realidad social y a vivir para la realidad social, a iluminarla con la inteligencia universitaria, a emplear todo el peso de la universidad para transformarla..” Pido a San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, me ilumine y me guíe para que al finalizar mi mandato pueda dar cuenta de que he cumplido y he sido fiel a lo que hoy me he comprometido aquí, a través de estas palabras junto a ustedes. Muchas Gracias!!!!!

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