Babel, Capital de Europa por Santiago Grasso

Babel, Capital de Europa por Santiago Grasso ¿Es la Torre de Babel un mito, un símbolo o una profecía? 1 Pedro Brueghel, el Viejo. La Pequeña Tor

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Babel, Capital de Europa

por Santiago Grasso

¿Es la Torre de Babel un mito, un símbolo o una profecía?

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Pedro Brueghel, el Viejo. La Pequeña Torre de Babel (1563)

2

E

l

micro

recorría

la

autopista,

mientras

esporádicos

y

empobrecidos poblados pasaban rápidamente en esta, mi última excursión, programada dentro de la antigua y desolada Alemania; otrora orgullo y prepotencia, hoy desierto y miseria. Había estado adormilado gran parte del viaje en micro, hasta que un rumor de admiración surgido del grupo de unas viajeras, me hizo despertar la atención, pues todos se agolpaban a las ventanillas y gesticulaban animadamente. – Estamos llegando – me dijo mi acompañante quien miraba desesperadamente hacia afuera. Sobre la llanura cercana al Rin, se observaba la gran torre hexagonal recortada en el horizonte y un velo vaporoso de bajas nubes ocultaba su cima. – Estaremos allí en un par de horas – volvió a decirme mi acompañante de asiento. – Dicen que casi nunca se ve la cima por las nubes, tan alta es... – intercaló mi vecina que se sentaba delante mío, la cual estaba literalmente arrodillada en el asiento. Lentamente los ánimos se fueron calmando, todos preparaban sus cámaras de fotos reclamando al conductor que se detuviera, porque querían fotografiarla desde esa distancia. Bajamos del micro cuando faltaban unos ocho kilómetros para llegar a uno de sus lados; su figura recortada en ese horizonte plano, era realmente impresionante. Luego de sacar unas fotografías, reiniciamos el viaje preparándonos para perdernos en esa masa de cemento. El micro llegó a sus pies y se encaminó por una de sus calles, paralela a la cara oriental, bordeándola durante varios minutos, hasta que se estacionó en un lugar indicado y descendimos con los ojos hacia arriba, 3

contemplando semejante construcción. –¿Impresionante, verdad? – me dijo esta vez mi vecina mientras fotografiaba parte de su cara. – Estuve en las pirámides de Egipto, pero esto no tiene comparación – dije. Al rato se presentó la cicerone de la empresa de turismo. – Están ustedes viendo una cara lateral de la gran torre. Como saben, están en la ciudad de Babel. –¿Por qué se llama así? – preguntó una turista, de esas que nunca saben. – Nombre tomado del arameo: ‘Bab’ que es ‘puerta’ e ‘Il’, ‘Dios’, su nombre significa La puerta que conduce a Dios o a la morada de Dios, es decir, el cielo. Babel significaría la escalera o la entrada hacia el cielo. – ¿Cómo se les ocurrió ponerle ese nombre? – Preguntó otro turista, que revelaba escasos conocimientos de historia postmoderna. – Porque la Europa Unida, pretendía erigirse a sí misma en la diosa del universo. Traten de no dispersarse, la torre es un laberinto. Si se dispersan, algunos jamás podrán salir de ella. – Esto es peor que una catacumba, – acotó el conductor. Subimos al micro, que bordeó la gran torre buscando la calle del ascenso; avanzamos durante varios minutos situándonos sobre el primer escalón y bajamos para caminar por la acera tomando algunas fotos. – La torre es un hexágono regular de base, – dijo la cicerone, – cuyos lados tienen mil cien metros cada uno. Posee once escalones de seiscientos metros de altura, lo cual hace una altura de seis mil seiscientos 4

metros, es decir más de seis kilómetros de altura. Los cuatro últimos escalones nunca llegaron a construirse. El segundo escalón es un hexágono de mil metros de lado, el tercero de novecientos metros, el cuarto de ochocientos metros, y así sucesivamente, el último debió ser de cien metros de lado. Previniendo terremotos, el centro de la torre está rellenada de tierra, piedras y escombros, donde las construcciones para la vivienda y pequeñas callejas se hicieron en su ladera. Hacia dentro, se construyeron los espacios públicos cerrados. La idea fue de los japoneses, los planos de los italianos, los materiales y los robots lo proporcionaron los alemanes, el hierro y los medios de transporte los ingleses, los franceses produjeron los servicios y toda la publicidad antirreligiosa. La mano de obra se trajo del sur de Italia, de Grecia, España, de los Balcanes, del norte de África y de Turquía. Una ciudad de albañiles fue fundada para atender su construcción. –¿Por qué se construyó esta torre? – preguntó otro viajero, que tampoco había concurrido al ciclo superior escolar. – Una vez unida la Europa, se pensó en hacer una capital gigantesca, que palidecieran todas las obras realizadas hasta el presente por el hombre. Debía ser superior a las pirámides, más impresionante que cualquier otra capital. Sería la capital de la Europa Unida. El hombre debía mirar y estar convencido del poder europeo y sobre todo del poder creador del hombre, como paso previo para creer en su propia divinidad. Entonces los japoneses vendieron la idea: en vez de construir una capital convencional sobre la llanura, sería más impresionante y de mejor criterio construir la misma dimensión, pero lentamente rumbo hacia el cielo, así mostraron algunos bocetos que luego los italianos desarrollarían. En una sesión del parlamento europeo se aprobó la idea que fue convertida en ley continental. Se cobraron elevados impuestos. Se trazaron los planos, con sus planificaciones señalando las etapas e indicando la parte que debía estar lista y el tiempo indicado. Ahora subiremos al tercer escalón, ¡por favor, todos al micro! El transporte comenzó a trepar y llegamos al lugar señalaldo, donde nos bajamos y sentimos el fresco aire que asomaba como el duende de las alturas, estábamos a 1.800 metros, mientras hacia abajo relucía la vieja 5

campiña, un verdadero desierto en la actualidad, ajena a todo el orgullo europeo de una época que ya se hacía escombros. – Aquí tienen los tanques de agua y las cloacas, hacia allí los generadores eléctricos. –¿Cómo debían respirar en los escalones superiores? – preguntó una dama. – Estaba previsto, el aire acondicionado con su presión estable, cosa que nunca se pudo poner en práctica. Ahora tomaremos nuevamente el micro y ascenderemos al fin del quinto escalón. ¡Cuidado!..., la altura descompone a muchos, si alguien se siente mal, me avisa que con nosotros viene un médico. Allí estaremos a 3.000 metros sobre el nivel del mar. – Yo no subo – dijo una señora gorda, – me da vértigos. – Los que quieren quedarse esperan aquí, no se muevan de este lugar. Iremos con el micro lentamente, la calle está destrozada, es un riesgo que todavía podemos hacer. Más del quinto escalón es imposible ascender, pues el sexto se cae a pedazos en forma lenta. El deterioro de este escalón y el quinto es gigantesco y cada día se acentúa más por la falta de mantenimiento. El séptimo está prácticamente en ruinas y su ingreso está terminantemente prohibido. Observen... aquí se esperaban los helicópteros para ascender... ¿Listos?... ¡Vamos! Subimos por el cuarto y el quinto escalón, palpitando mi corazón por la vista evidente del deterioro, que me causaba un miedo extraño; anduvimos por la calle lateral de esas gigantescas ruinas; llegamos luego de tomar varios pozos en la calle descuidada; bajamos y miramos por la baranda de la calle que limitadaba la torre. Soplaba un viento helado y penetrante, cuando de pronto mi compañero de asiento, empujó a varios turistas contra un costado del micro; vimos con toda claridad como varios escombros, apelotonados de ladrillos en cemento, caían rebotando en los inclinados techos de la solitaria ladera, uno de ellos se estrelló a unos 6

metros de nuestra presencia, con su estruendo propio de piedras deshechas. No hacían falta las palabras: la torre del orgullo y la prepotencia, se caía minuto tras minuto. Ascendimos al micro que cambió de carril, cruzando algunos escombros y emprendimos velozmente el regreso, mientras las nubes bajas de esa tarde corrían debajo de nosotros. En el tercer escalón, descendimos del micro y nos unimos al resto que nos aguardaba, y juntos, mientras contemplábamos esa inútil mole, hicimos algunas reflexiones: –¿Podría explicarnos el motivo político por el cual se eligió este nombre? – preguntó un turista a la cicerone cuando todos estaban en silencio mirando cada uno un detalle distinto. – El Parlamento Europeo estaba constituido de acuerdo al régimen político de entonces, por mayoría de ateos, y decidieron efectuar un desafío a los escasos creyentes, construyendo lo que el génesis cataloga como gran fracaso de la organización humana. Para ellos era echar por tierra una gran superstición y demostrar que la organización del hombre era efectiva, iniciando así una nueva era: la era del hombre nuevo, ascendido por la gnosis que habían aportado varias generaciones. –¿Podría contarnos cómo fue que se abandonó este gigantesco proyecto? – Nos cuenta la historia, que todo anduvo bien hasta el sexto escalón. Buscaron encarar la construcción de la última etapa, o sea del séptimo al undécimo. El último de los escalones, era tan solo una pista de aeropuertos tanto para aviones continentales o espaciales, pensaron que así ahorrarían gran cantidad de combustible... Como les decía, en la construcción del séptimo escalón, el Parlamento se puso a discutir la lengua oficial que se usaría de ahora en más en la administración dentro de Babel. Los ingleses llevaron la ventaja desde un inicio, sus enemigos eran los franceses que antes de hablar el inglés preferían verse muertos. Entonces la mayoría se inclinó por el francés, pero los ingleses amenazaron con dinamitar las bases si se tomaba tal decisión. Ningún inglés iba a usar el francés. Se buscaron lenguas menos problemáticas, un 7

grupo de diputados se inclinaron por el alemán, pero entonces los italianos pusieron el grito en las nubes, diciendo que se negaban a seguir su construcción con una huelga general, si el relincho alemán era la lengua de Babel. Se pensó en el italiano, pero los españoles dijeron que se retiraban de Babel si se cometía tal locura, no cuento las opiniones de los griegos a este respecto. Entonces propusieron el español, pero los franceses e ingleses dijeron que era volver a la barbarie medieval con esa lengua que se asemeja a ruidos de tambores y trompetas. Muchos buscaron una lengua muerta como el latín, pero si la torre era contra Dios, ¿cómo se usaría una lengua usada tanto tiempo por la Iglesia Católica, contra la cual se edificaba la ciudad de Babel? – ¿Entonces? – preguntó un turista, para que se resumiera el final. – Entonces se comenzó a usar el esperanto y todo parecía ir bien, hasta que se hizo efectiva la ley de la relatividad y el derecho inalienable de ser distinto y propio. Esto trajo numerosas opiniones imposibles de amalgamar. La lengua o la forma de pensar, era un derecho constitucional inalienable, ergo ¿cómo se imponía un esperanto, masificador? Resumo, no hubo acuerdo, la división se fue haciendo cada vez más profunda y abandonaron el séptimo escalón. Los sindicatos acusaron a las autoridades de explotación por los bajos sueldos, mientras los obreros tomaron la torre. El Parlamento Europeo comenzó a discutir, dividido por partidos y también por gran cantidad de nacionalismos. La división se profundizó y llegó hasta la guerra civil que ustedes ya conocen. Así todo quedó en la nada, quedando la torre en el lamentable estado que ustedes la ven en el presente. –¿Yo no entiendo bien por qué sobrevino esa fatídica guerra que echó todo por tierra?, – me preguntó mi acompañante. – Tome los libros y lea. Construyeron la unidad basados en la economía, es decir en la moneda, algo aparentemente estable para construir una unidad, pero no para configurar una polis. Se debían buscar motivos más profundos, cosa que algunos no supieron hallar. Puesto que se construía Babel para quitarse el trauma del pasado cristiano común a 8

todos, ninguno encontró algo para reemplazar tal motivo de unidad. –¿Tan profundo puede ser ese simple pasado cristiano? – me interrogó un viejo con anteojos negros que oía nuestra meditación. – Parece que sí, o al menos no encontraron nada para reemplazarlo. –¿Por qué no miraron para el futuro y dejaron de lado las antigüedades del pasado? Ya a esta altura del diálogo éramos varios turistas discutiendo estos temas. – Porque el pasado es lo que enlaza a los pueblos, – contestó uno de ellos que llevaba pantalones cortos. –¿Si vivían en un parlamento, no deberían estar unidos?– me preguntó la turista de mi asiento delantero. – La unidad no es una suma, – respondí mientras examinaba una fisura en la ladera, – recuerde lo que decían los viejos romanos de la unidad: “Sic senatus et populus, quasi unum corpus, discordia pereunt, concordia valent.” 1 –¿En qué idioma me habla? – En aquel que debían hablar los que construyeron esta inútil mole. Mi acompañante cabizbajo por el desastre de Babel me preguntó: – ¿Realmente cree que el ateísmo haya destruido la vida interna de Babel? – Mi amigo, – respondí – el dogma ateo destruyó Babel. 1 – “Así el senado y e1 pueblo, como si fueran un cuerpo, perecen por la discordia, viven por la concordia.” (Tito Livio)

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– ¿Cómo una idea puede destruir una unidad? – Es una unidad basada en el vacío de la negación y para colmo, esta negación es irreal. Babel cae por su misma irrealidad. – No entiendo. – Si no existe un ser superior al hombre, el hombre es el dios, y ¿quién de los hombres es el dios? ¿Los franceses? ¿Los alemanes? ¿Los ingleses?... – Los que construyeron Babel... – ¿Y si los hombres de Babel no se ponen de acuerdo? –¿Dirá que la unidad es imposible? – Aprenda de la antigua Roma. –¿Qué me pueden enseñar los romanos? – Una sola ciudad se fijó como meta unir todo el mundo y lo consiguió; pero esa unidad se basó en que cada romano debía tener una virtud: la piedad; la cual fue considerada el primer valor de un romano. Aprenda de los hombres medievales. – ¿Qué? ¿También tengo que aprender de estos oscurantistas bárbaros? – Tal vez. Vivían separados por reyes y príncipes e indisolublemente unidos por una misma religión. –¿Me va a negar que la economía no puede unir? – No sea ingenuo, la economía solo une intereses, no une personas. Luego acontece que los intereses cambian, se termina la unión y entonces 10

comienza la división. –¿No se podía haber comenzado haciendo hincapié en lo económico para después buscar una unidad más profunda? – ¿Qué puede existir más profundo que la virtud de la piedad? ¿Ocurrió esto en Babel? La unidad de una polis requiere una vida interna, un alma, la cual no es más que una historia vivida, es decir una Tradición. – ¿Entonces, ese arcaico escrito del Génesis, que relata la Torre de Babel, es un mito, un símbolo o una profecía? – Yo diría que es un icono de todos los tiempos, que entre muchas cosas revela una sola condición. – ¿Cuál? – La estupidez humana. Nos encaminamos al micro y descendimos de la torre. Ya en la calle lateral, el ómnibus hizo una última parada, bajamos y tomamos nuevamente fotografías de su base. Así estuvimos un rato caminando, hasta que con mi compañero de asiento, vimos un grupito de turistas de otro contingente, que parecían hindúes y leían en un perfecto inglés, con la voz alta, un graffiti que alguna mano traviesa había escrito. No le di importancia, hasta que algunos de raza negra lo leían en francés. Mi compañero que era italiano, se aproximó como todos al graffiti y leyó de modo que pude escucharlo: – “Se il Signore non fa la casa, in vano lavorano gli operai”. ¿Quién escribió esto? – me preguntó. – ¡Cómo voy a saber quién escribe las paredes! – le respondí mientras me acerqué un poco más para leerlo y así mi asombro aumentaba a cada paso. Con la vista recorrí perplejo la inscripción pintada por esa mano 11

“traviesa”, pero la misma no estaba en inglés, ni francés, ni italiano. Ella decía: “Nicaso enblemem karosilem perpegim, solocoatioma xiprovigem.” Junto conmigo la leyó un matrimonio de chilenos: – “Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los obreros”. Con nosotros venía un árabe, que intrigado me preguntó: – ¿En qué idioma está escrito? – ¿No se da cuenta?, está escrito en una sola lengua. – ¿Pero cuál es? – La de la unidad, esa que se usó en Pentecostés. © Solo con autorización del autor.

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