Bakalářská diplomová práce

MASARYKOVA UNIVERZITA Filozofická fakulta Ústav románských jazyků a literatur Bakalářská diplomová práce 2015 Zuzana Faltusová MASARYKOVA UNIVER

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MASARYKOVA UNIVERZITA Filozofická fakulta

Ústav románských jazyků a literatur

Bakalářská diplomová práce

2015

Zuzana Faltusová

MASARYKOVA UNIVERZITA Filozofická fakulta Ústav románských jazyků a literatur Španělský jazyk a literatura

Zuzana Faltusová

La soledad y la incomunicación en El túnel de Ernesto Sábato Bakalářská diplomová práce

Vedoucí práce: Mgr. Daniel Vázquez Touriño, Ph.D. 2015

Prohlašuji, že jsem bakalářskou diplomovou práci vypracovala samostatně s využitím uvedených pramenů a literatury a že tištěná verze je totožná s verzí elektronickou.

…………………………………………….. Zuzana Faltusová

Quiero dar las gracias al tutor de mi tesina, Mgr. Daniel Vázquez Touriño, Ph.D., por su ayuda, su tiempo, sus consejos útiles y por la paciencia que ha tenido conmigo. También quiero dar las gracias a todas las personas que me ayudaron a conseguir los materiales utilizados en mi trabajo.

ÍNDICE 1.

2.

Introducción.................................................................................................................. 6 1.1.

Interpretaciones de El túnel .................................................................................... 6

1.2.

Objetivo .................................................................................................................. 8

1.3.

Metodología ............................................................................................................ 9

Existencialismo ........................................................................................................... 11 2.1.

3.

Existencialismo en la literatura sabatina ............................................................... 12

La soledad y la incomunicación en El túnel ............................................................. 13 3.1.

Juan Pablo Castel, solitario arquetípico ................................................................ 13

3.1.1.

Protagonista predestinado al encierro ............................................................ 14

3.1.2.

Caracterización de Castel .............................................................................. 15

3.1.3.

Acciones de Castel......................................................................................... 19

3.2.

3.1.3.1.

Asesinato como un medio de poder ....................................................... 20

3.1.3.2.

Castel, destructor de su felicidad............................................................ 23

La comunicación errónea en El túnel.................................................................... 25

3.2.1.

3.2.1.1.

Juan Pablo Castel ................................................................................... 26

3.2.1.2.

María Iribarne ......................................................................................... 28

3.2.1.3.

Los demás ............................................................................................... 30

3.2.2.

3.3.

Personajes y sus formas de comunicar .......................................................... 26

Tipos de interacciones entre María y Juan Pablo .......................................... 31

3.2.2.1.

Encuentros .............................................................................................. 32

3.2.2.2.

Cartas ...................................................................................................... 34

3.2.2.3.

Llamadas telefónicas .............................................................................. 36

Los símbolos de la soledad y la incomunicación .................................................. 37

3.3.1.

Túnel .............................................................................................................. 38

3.3.2.

Imaginario muro de vidrio ............................................................................. 39

3.3.3.

Pintura............................................................................................................ 41

3.3.4.

Sueños............................................................................................................ 42

4.

Conclusiones ............................................................................................................... 45

5.

Referencias bibliográficas.......................................................................................... 47

5

1. Introducción

El túnel es la primera novela de Ernesto Sábato publicada en 1948. Junto con Sobre héroes y tumbas y Abaddón el exterminador forma una trilogía en la que transitan los personajes de una a otra obra. Se trata de un testimonio del protagonista Juan Pablo Castel que mató a la única persona que le entendía, María Iribarne, o sea, María Allende. Gracias a la narración en primera persona gana la credibilidad y el protagonista logra acercarse al lector. Esta obra notó un gran éxito y llevó a Ernesto Sábato entre los escritores más destacados de Sudamérica del siglo XX. A primera vista, puede parecer que El túnel representa una novela corta, de una historia trivial sobre un asesinato provocado por el amor desesperado. No obstante, bajo las pocas páginas el lector puede descubrir una historia trabajada, llena de los símbolos que dan forma definitiva e interesante al relato de Juan Pablo Castel. El túnel no llamó la atención de varios críticos literarios solamente porque fue escrito por el autor que hasta esa época era conocido más bien como un físico apreciado, sino justo por todos los aspectos interesantes que el libro ofrece y por sus varios niveles de lectura.

1.1.

Interpretaciones de El túnel

Ernesto Sábato escribió en el prólogo del libro Sobre héroes y tumbas (2000) unas líneas sobre su creación literaria: Existe cierto tipo de ficciones mediante las cuales el autor intenta liberarse de una obsesión que no resulta clara ni para él mismo. Para bien y para mal, son las únicas que puedo escribir. Más, todavía, son las incomprensibles historias que me vi forzado a escribir desde que era un adolescente.

A partir de estas líneas resulta claro que el propio autor era consciente de que sus obras parecen un rompecabezas y cada uno puede interpretarlas de distinta manera. Por lo tanto, exigen en cierto modo un trabajo de exegesis o una interpretación hermenéutica para que el lector las pueda descifrar.

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Eva Lukavská en su monografía Ernesto Sábato: Cesta labyrintem comenta las distintas interpretaciones de las obras sabatinas. Según ella, la mayoría de los libros del autor argentino es interpretada desde la perspectiva existencialista, sobre todo El túnel en el que aparece la búsqueda de la esperanza. Otras interpretaciones de los que habla son la interpretación psicoanalítica, que se basa en las teorías de Freud y Jung; sociológica e histórica que, según ella, dan al libro un significado falso. La última perspectiva mencionada es estructuralista (Lukavská 2000, 49-50). El túnel ha sido estudiado varias veces, y por ello varían tanto sus interpretaciones como las opiniones sobre su tema principal. La mayor parte de los autores, entre los cuales podemos mencionar a José Ortega, dan la importancia al tema de la maternidad. La buscan en el cuadro del mismo título que estructura la obra; en la relación de Juan Pablo y María y en el simbolismo de sus nombres. Los símbolos tienen un papel importante en la literatura de Ernesto Sábato, y por eso, no se esconden solamente en los nombres de los protagonistas, sino también en el título del libro y en los sueños. A los símbolos se dedica por ejemplo, José Miguel Oviedo en Historia de la literatura hispanoamericana 4: De Borges al presente y Eva Lukavská en “Algunas reflexiones sobre la lectura mitológica de El Túnel de Ernesto Sábato”. Existen materiales, artículos y libros en los que los críticos analizan otros rasgos de la novela, entre los cuales domina la personalidad compleja de Castel analizada según los psicólogos mencionados. El túnel es considerado una novela psicológico-existencial, y por eso, aparecen asimismo unos estudios existencialistas. Lilia Boscán de Lombardi dice: «El túnel1 es el triunfo de la soledad, es la tragedia del hombre en un mundo hermético y hostil, silencioso y obscuro como el túnel mismo. El hombre está condenado a vivir en un túnel, incomunicado y recluso en sí mismo y en el mundo» (1978, 31). Esta afirmación capta bien la esencia de la primera novela sabatina y el tema estudiado en esta tesina. Al tema existencial de la soledad y la falta de comunicación se le dedica junto con la investigadora venezolana el crítico Marcelo Coddou.

1

La letra cursiva es nuestra.

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1.2.

Objetivo

Hemos visto que El túnel presenta una obra atractiva para los críticos que la interpretan de distintas maneras y estudian varios rasgos interesantes que se encuentran en esta novela corta. Los temas más analizados son la maternidad, la personalidad compleja de Juan Pablo Castel, la soledad, la incomunicación y el significado de los símbolos. Aunque la primera novela de Sábato ha sido estudiada varias veces de distintos puntos de vista, hemos decidido analizarla otra vez. Cabe preguntarse por qué hacerlo. ¿Hay algo más que se pueda tratar? Los críticos suelen denominar El túnel novela existencial con lo que estamos absolutamente de acuerdo. Nos identificamos con la opinión de Óscar Barrero Pérez quien escribió que el existencialismo es «la reflexión sobre la soledad y la incomunicación del hombre» (Barrero Pérez, 275). Exactamente estos rasgos existenciales, son los que a nuestro parecer abundan en la novela sabatina y presentan el tema principal lo que además de Barrero Pérez afirman, por ejemplo, Lilia Boscán de Lombardi y James Predmore. Creemos que a pesar de que los autores denominan este libro novela existencial, solamente pocos autores estudiaron este tema interesante en profundidad o lo relacionaron con su objeto de estudio. Esta opinión nos llevó a la idea de estudiar la soledad y la incomunicación que, según nosotros, están escondidas casi en cada de los aspectos estudiados por ellos. El propósito de este trabajo no es descubrir algo nuevo y revolucionario, sino que sintetizar diversas formas en las que se proyecta tanto la incomunicación entendida como la falta de habla o de contacto con otras personas, el estar en silencio, la imposibilidad de comunicar con los demás, la incapacidad de expresar sentimientos y pensamientos; como la soledad percibida como el abandono, la falta de compañía o de alguna alma gemela, en el libro expresada más bien como un estado negativo vinculado con la tristeza y el miedo que un estado voluntario relacionado con nuestro desarrollo y conciencia. Nuestras observaciones sobre este tema se van a unir con las de los autores que le prestaron atención. Además, con esta sinopsis intentaremos comprobar si es justo categorizar esta novela entre las obras existenciales. Este trabajo debería ofrecer una nueva lectura de la novela sabatina. Se prestará atención sobre todo al protagonista Juan Pablo Castel con el propósito de presentarlo de 8

otra perspectiva de cómo lo presenta la mayoría de los críticos. Nuestro propósito no es mostrar su personalidad paranoica que es evidente a primera vista y más bien estudiada por los psicólogos, sino que se observará como un personaje solitario. Vamos a ver si es justo llamarlo solitario arquetípico que podría representar, por ejemplo, a Werther2 de la literatura argentina. No omitiremos analizar la comunicación errónea de los personajes primarios, los factores que los afectan y los medios de comunicación que emplean. Los dos rasgos existenciales se buscarán también en varios símbolos que se repiten en el libro.

1.3.

Metodología

En cuanto a la metodología de la tesina, vamos a estudiar El túnel desde el punto de vista existencial. Vamos a definir las formas más significantes en las que se proyectan la soledad y la incomunicación apoyándonos en los estudios de varios investigadores. Los estudios más importantes para nuestro trabajo consideramos Un estudio crítico de las novelas de Ernesto Sábato de James R. Predmore y Aproximaciones críticas a la narrativa de Ernesto Sábato de Lilia Boscán de Lombardi. Los autores en sus estudios aportan unas ideas excelentes que concuerdan bien con nuestro tema tratado, y por eso van a servir de mayor apoyo y van a dar fundamentos al trabajo. Vamos a utilizar sus citas para comprobar nuestras hipótesis añadiendo los fragmentos de El túnel para ver algunos ejemplos. Entre las fuentes útiles y relevantes están asimismo algunos estudios o artículos de revista como, por ejemplo, “Algunas reflexiones sobre la lectura mitológica de El túnel de Ernesto Sábato” de Eva Lukavská, “Los cuatro sueños de Castel en El túnel de Ernesto Sábato” de Agustin F.Segui, “La estructura y la problemática existencial de El túnel de Ernesto Sábato” de Marcelo Coddou y el artículo escrito por José Ortega “Las tres obsesiones de Sábato”. Estos trabajos van a complementar el análisis de la novela, dado que nos ayudan a entender los rasgos de la literatura sabatina y nos facilitarán ver en ellos los elementos buscados para poder demostrarlos. Para nuestra tesina será imprescindible el ensayo Heterodoxia de Ernesto Sábato 2

Nos referimos al protagonista de la novela epistolar Las desventuras del joven Werther escrita por Johann Wolfgang von Goethe en 1774.

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que nos aporta varias explicaciones y opiniones del autor acerca del tema tratado lo que nos posibilitará entender aún más las posturas y el mundo del protagonista. Todas las afirmaciones introducidas las vamos a fundamentar citando los fragmentos de la obra estudiada. Se nos presenta importante e interesante complementar nuestro trabajo con unas observaciones sobre el abandono y la falta de comunicación en dos obras relacionadas con El túnel con el propósito de aclarar algunos puntos estudiados, ver posibilidades distintas de trabajar este tema y penetrar más en la creación de Ernesto Sábato. Por ello, hemos decidido prestar atención a la segunda obra de la trilogía, Sobre héroes y tumbas, en la que los rasgos estudiados se manifiestan de manera semejante. Vamos a buscarlos en la relación de los personajes Martín y Alejandra, dado que en algunos aspectos se parece a la de Juan Pablo y María. Por último, se introducirán unas observaciones sobre este tema en la adaptación fílmica basada en la novela estudiada. Se empleará la película del mismo título3 que fue rodada bajo la dirección de León Klimovsky cuatro años después de la publicación de la novela, es decir, en 1952. En el caso de la película vamos a reflexionar si el director logró trasmitir el mensaje esencial de la novela, si la impresión de la soledad y la incomunicación es en la pantalla tan fuerte como en el libro o si la trama desliza más bien a la historia sobre el amor desesperado y el asesinato.

3

El túnel (1952), 94 min.; dirección: León Klimovsky; guion: León Klimovsky en colaboración con Ernesto Sábato; intérpretes: Laura Hidalgo (María), Carlos Thompson (Juan Pablo), Santiago Gómez Cou (Hunter); Argentina Sono Film S.A.C.I. Disponible en YouTube.

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2. Existencialismo El existencialismo es conocido como un movimiento filosófico y artístico. En general, es percibido como una corriente pesimista y lúgubre. Pietro Prini en su artículo “Las tres edades del existencialismo“ afirma que el existencialismo antes de asumir una doctrina fue «una experiencia profunda, una crisis de la costumbre, la aventura literaria de un nuevo estilo y de nuevos modos expresivos del pensar reflejo» (1957, 4). Hay varias maneras de estudiar el existencialismo. Prini distingue tres grupos principales: existencialismo romántico, metafísico y humanista. El autor encuentra las raíces del existencialismo romántico ya en el año 1830. Este movimiento surgió como una protesta del padre del existencialismo, Søren Kierkegaard, que se opuso al mito hegeliano de la vida como razón y al mito romántico de la vida como arte. Como precursores de la filosofía existencialista se consideran asimismo Dostoievski, Kafka y Nietzsche, conocidos por la protesta contra la razón. El concepto del existencialismo conocido hoy día aparece en Alemania después de la primera guerra mundial. Prini denomina el grupo de esa época el existencialismo metafísico representado por Karl Jasper y Martín Heidegger, quien en 1927 publicó la obra fundamental Sein und Zeit (Ser y tiempo). La filosofía existencialista se difundió por Europa. Se desarrolló sobre todo en Francia de donde proviene el representante del existencialismo humanístico y el quien más influyó a Ernesto Sábato, Jean-Paul Sartre. En el libro Existencialismo es humanismo explica su filosofía como el existencialismo ateo con el que se identificaba Albert Camus y Martín Heidegger. Esta corriente típica francesa se basa en la negación de Dios, trata el tema de la existencia vinculada con la subjetividad de cada individuo, la originalidad y el rechazo de las masas. La existencia es esencialmente libertad de empeño, cada uno es responsable por sus hechos y por su destino con lo que surge la angustia provocada por esta responsabilidad y el sentimiento de abandono, puesto que Dios no existe, y por eso no hay quien nos ayude y quien decida qué es justo. El hombre es libre, toma sus decisiones y tiene una necesidad de formar parte del mundo en el que vive y en el que es mortal (Sartre 2004).

11

2.1.

Existencialismo en la literatura sabatina

Como hemos dicho, el existencialismo no es solamente el movimiento filosófico, sino que se ha reflejado también en el arte. Debido a la crisis del hombre de nuestro tiempo, los autores buscaban un nuevo hallazgo de la existencia. Para eso utilizaban sobre todo la literatura. Las ideas existencialistas las proyectó a la literatura, entre otros, JeanPaul Sartre que escribió varias obras teatrales y novelas. «El ambiente más expresivo y más frecuente de sus personajes es la habitación cerrada […] donde el hombre es condenado a la propia y hermética soledad. La misma sensualidad se muestra bajo el signo del disgusto, del cansancio, de la necesidad de liberarse» (Prini 1957, 17-18). Parece como si se describiera el mundo de Juan Pablo Castel, el protagonista de El túnel. Ernesto Sábato conoció el existencialismo durante su estancia en París, y por eso José Miguel Oviedo destaca que fue justo el existencialismo francés, representado por Sartre y Camus, lo que influyó su creación. Oviedo observa en las obras sabatinas «una exploración en la zona oscura del alma humana» (2001, 61). Algunos críticos ven en su literatura la inspiración por los escritores Dostoievski y Kafka. Óscar Barrero Pérez en cuanto a la literatura de este autor habla sobre el nihilismo absoluto que, según él, proyectó en El túnel. Agustin Segui subraya los motivos de la incomunicación, la inautenticidad, la inadaptación social y los celos. Por último, Marcelo Coddou explica mediante la perspectiva existencialista la necesidad de Juan Pablo de dominio y posesión absoluta del ser amado por María y la destrucción por muerte. Resulta claro que la creación literaria de Ernesto Sábato fue influida por los filósofos y escritores existencialistas. Otros rasgos existencialistas que se esconden en su primera novela El túnel son la soledad y la incomunicación que, según nosotros, presentan el tema principal. Por ello, en este trabajo prestaremos atención a estos dos elementos.

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3. La soledad y la incomunicación en El túnel La idea inicial de Ernesto Sábato era «escribir un cuento, el relato de un pintor que se volvía loco al no poder comunicarse con nadie» (1973, 38). Nosotros estamos de acuerdo con la afirmación de Lilia Boscán de Lombardi que escribió: «Sábato ha universalizado a través de esta novela el drama de la soledad y de la incomunicación del hombre del siglo XX» (1978, 30). ¿Pero cómo percibe el autor el tema de la soledad y la incomunicación? En su ensayo Heterodoxia afirma que «[e]l Yo aspira a comunicarse con otro Yo, como alguien igualmente libre, con una conciencia similar a la suya. Sólo de esa manera puede escapar a la soledad y a la locura» y añade que «[s]olamente mediante la plena relación con un sujeto (cuerpo y alma), podremos salir de nosotros mismos, trascender nuestra soledad y lograr la comunicación» (133). Sin embargo, según él la realidad es distinta: «[l]as almas no se pueden comunicar sino a través de los cuerpos. Intentar, como pretende Maeterlinck, la comunicación de dos almas puras es tan grotesco como pretender una amistad entre dos libros» (174-175). El protagonista de El túnel lo entiende de la misma manera, puesto que trata comunicar y apoderarse de María a través del amor físico. Sábato comenta desesperado su acto con estas palabras: «¡Pero es tan vano ese empeño!» (38). Cree que el «sexo puro» es triste, nos deja en la soledad inicial, el erotismo sexual se une con la violencia, el sadismo y la muerte lo que el lector puede observar en la historia de Juan Pablo y María.

3.1.

Juan Pablo Castel, solitario arquetípico

En los capítulos anteriores se ha afirmado que el tema de la soledad y la incomunicación está presente a lo largo de El túnel, una novela psicológicoexistencialista en la que el protagonista, Juan Pablo, relata su crimen. A través de la narración en primera persona el lector puede conocer bien la vida del protagonista, llega a saber todo sobre sus pensamientos, sentimientos y hechos. Por lo tanto, la descripción de Juan Pablo Castel formará la mayor parte de la tesina. Resulta apropiado hacer hincapié sobre todo en la personalidad compleja de Castel y en su comportamiento mediante los que muestra su soledad e incomunicación. El propósito de este capítulo es buscar en qué forma se proyectan estos rasgos en el protagonista y hacer un resumen de ellos. Además, 13

el resumen puede descubrir el motivo de su aislamiento y la falta de la comunicación. Se va a realizar la caracterización de Juan Pablo para poder decidir si se puede considerar solitario arquetípico. Para la descripción del protagonista se van a emplear dos métodos: la caracterización directa y la caracterización indirecta. En el primer caso se trata más bien de la autocaracterización, es decir, la caracterización realizada por el propio personaje, ya que el protagonista es a la vez el narrador. Se van a buscar las citas en las que informa al lector sobre sus cualidades. La caracterización indirecta se observa a lo largo de la obra, dado que consta en los actos, nombre y habla del protagonista (Fořt 1973). Igualmente en este caso los fragmentos del libro van a servir de apoyo tanto como los estudios de los críticos literarios que se dedican a la personalidad compleja de Juan Pablo Castel.

3.1.1. Protagonista predestinado al encierro La obra sabatina está llena de los símbolos que tienen un papel importante, puesto que ayudan a dar forma definitiva al argumento. En cuanto a El túnel, Ernesto Sábato pensó hasta los nombres del protagonista y los demás personajes y les dio nombres que los caracterizan. Juan Pablo Castel no es un nombre casualmente elegido, sino que lleva muchos significados escondidos que se van a descubrir sucesivamente. Primero, se presta atención a su apellido, Castel. El término castel es un arcaísmo de la palabra castillo que Sábato atribuyó al protagonista de la segunda obra de su trilogía, Martín del Castillo. Según José Miguel Oviedo castel se vincula con la palabra explícita encierro (2001, 62). Estas palabras evocan una metáfora de la soledad del protagonista y se pueden relacionar con el segundo aspecto estudiado si se toma en cuenta que la persona que vive encerrada no es capaz de comunicar con nadie. No obstante, José Ortega afirma que «[e]ste encerramiento, o ensimismamiento, imposibilita el acercamiento a otros para de esta manera proteger su «yo» no exponiéndolo al mundo, preservando lo que él considera su identidad» (1983, 127). Por ello, no es correcto percibir las murallas del castillo solamente desde su lado oscuro y negativo, ya que puede tener su lado positivo sirviendo para la protección del mundo malo. El hecho de que Juan Pablo se identifique con una persona encerrada no lo indica solamente su apellido, sino también sus sentimientos de desesperanza y soledad. Como insinúa el título de la novela, Castel está convencido de que vive encerrado en un túnel 14

solitario, o sea, separado del resto del mundo, incluso de María. El túnel no es la única metáfora de su aislamiento, ya que encontramos a Castel sintiéndose «en una especie de inmunda cueva» (1989, 117) y como un «pobre ser encajonado» (161) (Predmore 1981, 17). Aunque el existencialismo rechaza la idea del determinismo y cree que cada uno es responsable de su destino, el apellido del protagonista cumple su papel previsor: en el final de la narración se realizan las preocupaciones del protagonista-narrador y queda aprisionado. El autor deja a los lectores sin decirles directamente cómo continúa el destino del protagonista. Juan Pablo se va a confesar su crimen a la comisaría y de repente queda aprisionado en un lugar desconocido al lector. ¿Pero en qué tipo de cárcel terminó encerrado este asesino paranoico? Al tomar en cuenta la mente enferma de Castel, resulta razonable pensar que al relatar su crimen se encuentra en el manicomio. Esta hipótesis la sostiene asimismo su queja que «los médicos se ríen a [sus] espaldas» (Sábato 1989, 165). Como hemos visto, aparecen varias metáforas que identifican a Juan Pablo con un personaje solitario y encerrado. Los sentimientos del encarcelamiento y del aislamiento se sienten hasta la última frase del libro en la que el asesino termina su testimonio pronunciando: «Y los muros de este infierno serán, así, cada vez más herméticos» (65).

3.1.2. Caracterización de Castel Como ya hemos dicho, el tema de la soledad y la incomunicación se presenta antes de todo en la personalidad compleja del protagonista. En el párrafo anterior se han empleado las metáforas que predestinan su vida solitaria. Los párrafos siguientes siguen analizando a Juan Pablo utilizando los dos métodos de la caracterización mencionados. Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne; […] (Sábato 1989, 61).

El protagonista se presenta al lector inmediatamente en la primera página de su testimonio. De la frase introductoria resulta que se trata de una persona conocida por cometer un crimen. Juan Pablo se autocaracteriza como una persona tímida que es el único rasgo de su personalidad que dice sobre sí mismo. Acaso es la única cualidad con la que 15

puede ganar las simpatías del lector, puesto que a lo largo de la obra muestra indirectamente solamente su personalidad negativa. Sin embargo, en su opinión, es justo la timidez la que le causa su soledad, dado que le impide comunicar con las mujeres. Informa al lector que nunca fue mujeriego y lamenta «permanecer ajeno a la vida de cualquier mujer» (66). No obstante, siempre tenía mucha envidia de los hombres que eran capaces de comunicar con las mujeres sin problema. Por la causa de su timidez nunca tuvo novia y sus amores quedaron platónicos. El acto de la comunicación no es lo único que le asusta de las mujeres: Me ha sucedido estar enamorado de una mujer (anónimamente, claro) y huir espantado ante la posibilidad de conocer a las hermanas. Me había pasado ya algo horrendo en otra oportunidad: encontré rasgos muy interesantes en una mujer, pero al conocer a una hermana quedé deprimido y avergonzado por mucho tiempo: los rasgos que en aquélla me habían parecido admirables aparecían acentuados y deformados en la hermana, un poco caricaturizados (68).

De la confesión sobre el problema de comunicar con las mujeres se puede deducir que Castel es un personaje solitario. Como escribe José Ortega, parece que el protagonista «no tiene verdaderos amigos en quien confiar» (1983, 132) lo que Castel admite indirectamente cuando utiliza el tiempo pasado al decir: «[e]n la época en que yo tenía amigos4, […]» (Sábato 1989, 97-98). Ortega añade la idea de que Castel «[s]e considera un artista incomprendido y ni sus supuestos mejores amigos (Lartigue, Mapelli) pueden comprender su valor como artista» (1983, 132). Esta afirmación resulta de la confesión de Castel sobre la amistad con el doctor Prato del que dice que «tiene mucho talento» y continua con las siguiente palabras: «lo creía un verdadero amigo5, hasta tal punto que sufrí un terrible desengaño cuando todos empezaron a perseguirme y él se unió a esa gentuza» (Sábato 1989, 68). En este caso se da otra vez la importancia al tiempo pasado. Otro rasgo al que se puede atribuir la causa del aislamiento de la sociedad del protagonista es su carácter negativo, es decir, Juan Pablo es un nihilista, nunca está contento y considera el mundo un lugar malo. Igualmente María ve esta cara de Castel lo que muestra comparándolo con Richard, un hombre que estaba enamorado de ella: «Era un hombre incapaz de crear nada, era destructivo, tenía una inteligencia mortal, era un nihilista. Algo así como tu parte negativa» (112). Su conflicto con el mundo exterior se 4 5

Subrayado por nosotros. Subrayado por nosotros.

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reconoce a través de sus pensamientos sobre la gente. Expresa el odio por la gente confesando: «siempre he mirado con antipatía y hasta con asco a la gente, sobre todo la gente amontonada» y «en general, la humanidad me pareció siempre detestable» (90). Sartre afirma que en el existencialismo ateo no existe Dios ni la moralidad, por eso el individuo es libre, responsable por sus actos y no está dado lo que es correcto y lo que es malo (Sartre 2004). Y como Juan Pablo es el representante existencialista, también él tiene su propia opinión de lo que es justo. Para que no exista la gente mala en el mundo tiene la única solución: «¿Un individuo es pernicioso? Pues se lo liquida y se acabó. Eso es que yo llamo una buena acción» (Sábato 1989, 61-62). De su antipatía nos asegura otra vez con la cita siguiente: «ahora lamento no haber aprovechado mejor el tiempo de mi libertad, liquidando a seis o siete tipos que conozco» (62). Lo que más detesta son los grupos de gente, las sectas, las cofradías, los gremios, los «conjuntos de bichos que se reúnen por razones de profesión, de gusto o de manía semejante» (66), los ciegos y sobre todo los pintores y los críticos. Castel califica estos grupos como grotescos, ya que sus miembros son solamente los tipos repetidos que se creen superiores al resto de los hombres. Con el odio por los rasgos comunes de la gente, que ya hemos visto en el caso de las mujeres que le gustaban, otra vez muestra su carácter existencialista, porque al existencialismo le interesa un individuo particular, único que se difiere de los demás. Aunque los críticos alaban sus obras, los detesta puesto que le parece absurdo que la gente critique algo que ellos no saben hacer. Además, no entienden el sentido de su pintura mediante la que Castel se expresa y comunica. Lo que Castel odia a los críticos el lector no lo llega a saber solamente mediante sus declaraciones, sino que lo puede deducir asimismo de su estado de ánimo en el que se encuentra al hablar sobre ellos. Cuando el pintor explica la razón del desdén que siente por ellos se pone furioso y grita a María: «[…] ni un solo de esos charlatanes se dio cuenta de la importancia de esa escena. Hubo una sola persona que le ha dado importancia: usted. Y usted no es crítico» (85). Después de analizar las relaciones amorosa y amistosa, queda por tratar la última relación que el protagonista podría mantener: la relación familiar. No obstante, carecemos de datos suficientes sobre su infancia. Juan Pablo habla muy poco sobre su madre, que tuvo cáncer. Cuando era pequeño la admiraba, pero admite que un día descubrió en ella la cualidad humana que detesta: «un sutilísimo ingrediente de vanidad o de orgullo» (63). Parece que existe algo inusual en la relación con su madre, como es típico de los personajes sabatinos. Lo que nos lleva a este supuesto es el hecho de su búsqueda de la ternura materna en María tanto como Martín del Castillo, un hijo indeseado, la busca en 17

Alejandra incluso con la salida de su soledad. Es muy curioso que nunca menciona a su padre, por ello el lector no sabe si su padre murió o si solamente no está en contacto con él. Juan Pablo representa a un personaje solitario existencial parte de cuya vida son la angustia, el desamparo y la desesperación. Se siente solo e incomprendido por los demás muy a menudo lo que muestran las citas en la página 64: «Puedo hablar hasta el cansancio y a gritos delante de una asamblea de cien mil rusos: nadie me entendería» y en la página 104: «Me ha sucedido a veces darme vuelta de pronto con la sensación de que me espiaban, no encontrar a nadie y, sin embargo, sentir que la soledad que me rodeaba era reciente y que algo fugaz había desaparecido, como si un leve temblor quedara vibrando en el ambiente» (104). Parece que la única persona que lo quería y que lo entendía era María que lo «salvó (momentáneamente) de la soledad» (134). Pese a este hecho la mató. Así destruyó el único puente con la sociedad, la única comunicación y relación profunda que mantenía. Aquí encontramos otro elemento que une las dos primeras obras de la trilogía, se trata del desenlace trágico de muerte, tanto física (María, Alejandra, Fernando) como espiritual (Juan Pablo, Martín) (Boscán de Lombardi 1978, 49). Los críticos literarios ofrecen otros puntos de vista a la personalidad de Juan Pablo. Marcin Kazmierczak define a Castel como una persona ficticia narcisista y describe dos formas de su narcisismo. Por un lado, determina el polo de inferioridad, que es, según él la aversión que el protagonista siente por sí mismo. De otro ejemplo pueden servir sus gestos de inferioridad: «la besé tiernamente en los ojos, le pedí perdón con humildad, lloré ante ella, me acusé de ser un monstruo cruel, injusto y vengativo» (109). Por otro lado, Kazmierczak menciona el llamado polo de superioridad, o sea, el odio y el desprecio de la gente, la arrogancia, el egocentrismo que, en su opinión, son el mayor motivo de su aislamiento y su incomunicación. Su afirmación la apoya en el fragmento siguiente:

Volví a casa con la sensación de una absoluta soledad. Generalmente, esa sensación de estar solo en el mundo aparece mezclada a un orgullo sentimiento de superioridad: desprecio a los hombres, los veo sucios, feos, incapaces, ávidos, groseros, mezquinos; mi soledad 6 no me asusta, es casi olímpica (119).

Después de hacer un análisis del carácter complejo de Juan Pablo Castel llegamos a la conclusión de que Juan Pablo Castel representa a un solitario arquetípico, ya que no 6

Todas las cursivas del fragmento son nuestras.

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mantiene relaciones amorosas, familiares ni amistosas. El protagonista es consciente de su soledad y le echa la culpa a su carácter tímido. Sin embargo, su autocaracterización no parece ser la buena razón de su aislamiento y la falta de comunicación, ya que mediante la caracterización indirecta hemos descubierto otros rasgos de su personalidad que parecen ser el motivo más posible de su soledad. Hablamos sobre todo del carácter nihilista de Castel que detesta a la gente, no quiere tener nada en común con ellos y se distancia de la sociedad. Otros factores que apoyan la afirmación que se trata de un solitario arquetípico son sus sentimientos de soledad los que expresa muy a menudo, su apellido que le predestina a estar encerrado sin poder comunicar con los demás y, sobre todo, sus rasgos del carácter existencialista, puesto que el existencialismo vincula con la soledad y la incomunicación.

3.1.3. Acciones de Castel El carácter y el comportamiento son dos rasgos que no se pueden separar ni en la vida real ni en la vida ficticia, puesto que la personalidad nos influye en cómo nos portamos. En la parte anterior se han buscado la soledad y la incomunicación escondidas en la personalidad del protagonista-narrador Juan Pablo, y por ello, ahora nos toca a caracterizar su conducta para no omitir nada de lo que hace de Castel un solitario arquetipo. Por lo tanto, vamos a mostrar qué acciones lo llevan la falta de comunicación y el aislamiento, cómo el protagonista lucha contra ellos y qué provocan en él. Ya sabemos que se trata de un relato escrito en primera persona, y por eso el protagonista-narrador describe directamente lo que hace en las situaciones en las que se siente abandonado. Por ello, este subcapítulo se va a basar en sus citas en las que describe su comportamiento que se van a ejemplificar con los fragmentos que confirman su declaración. Se divide en dos partes: en la primera parte la soledad y la incomunicación se va a poner en relación con sus necesidades, sobre todo, con la necesidad de estar con María y se va a observar cómo se comporta el protagonista cuando está poseído por estos sentimientos. En la segunda parte se van a generalizar los hechos de Castel que lo condenan a su aislamiento y qué suele hacer al quedarse solo.

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3.1.3.1. Asesinato como un medio de poder Primero, vamos a enlazar con el tema del carácter de Castel describiendo sus necesidades que vamos a poner en relación con el tema tratado en este subcapítulo, es decir, vamos a observar cómo transmite sus necesidades unidas con el aislamiento y la incomunicación mediante su comportamiento. Resulta claro que el personaje central de El túnel no sabe comunicar con los demás. Sin embargo, aunque expresa el odio por la gente, a veces muestra la necesidad o el deseo de comunicación. Después del asesinato de María no le queda nadie con quien mantuviera una relación, está encerrado en el manicomio donde solo puede hablar con los médicos que, según sus palabras, se ríen de él y no le entienden. Después de un tiempo pasado allí, Castel siente la necesidad de relatar su crimen. Varias veces escribe que le importa un bledo lo que opinan los demás de él, no obstante, su confesión parece como una explicación y una excusa a la vez. Juan Pablo explica los motivos de escribir este libro así: pensé que podrían ser leídas [estas páginas] por mucha gente, ya que ahora soy célebre; y aunque no me hago muchas ilusiones acerca de la humanidad en general y de los lectores de estas páginas en particular, me anima la débil esperanza de que alguna persona llegue a entenderme. AUNQUE SEA UNA SOLA PERSONA (64).

A partir de la cita se puede deducir que el verdadero motivo que lleva a Castel a escribirlo es el deseo de comunicar y de la comprensión del lector, que se puede entender como un deseo de encontrar a otra María. En este punto se puede observar la mayor diferencia entre el libro y su adaptación fílmica de León Klimovsky en la que Castel cuenta su historia a los médicos porque lo exigen. Según nosotros, con este hecho se pierde la esencia de la obra, es decir, la necesidad de Castel de no estar solo y de encontrar a alguien quien le entienda. Antes de volverse loco, Juan Pablo necesitaba sentir el amor de María con el que desapareciera el sentimiento de soledad. Necesitaba estar con ella, tenerla en su vida, porque sin ella surgían sus estados de desesperación. Ella le daba la esperanza de no estar solo en el mundo malo, parecía «ofrecer[le] un puente» (Sábato 1989, 88). Castel afirma esta hipótesis al decir: «ella había empezado a serme indispensable (como alguien que uno encuentra en una isla desierta) para convertirse más tarde, una vez que el temor de 20

la soledad absoluta ha pasado, en una especie de lujo que me enorgullecía» (133). Juan Pablo confiesa que «el amor anónimo que […] había alimentado durante los años de la soledad se había concentrado en María» (99) y que la «amaba desesperadamente» (102). Sin embargo, nunca pronunciaron la palabra amor entre ellos, lo que hace a Castel pensar: ¿es el amor que siente María por él verdadero?, ¿de qué tipo es? Por ello, le pregunta: «¿Pero cómo me querés? Hay muchas maneras de querer. Se puede querer a un perro, a un chico. Yo quiero decir amor, verdadero amor, ¿entendés?» (104). Aunque ni él sabe explicar qué entiende con el amor verdadero, casi siempre llega a la conclusión que el amor de María es falso, a veces hasta maternal que no le satisface nada y exige su declaración. Castel describe una de esas situaciones: «me echaba sobre ella, le agarraba los brazos como con tenazas, se los retorcía y le clavaba la mirada en sus ojos, tratando de forzarle garantías de amor, de verdadero amor» (107). José Ortega en su obra Las tres obsesiones de Sábato comenta que «Juan Pablo busca en María un instrumento que pueda ayudarle a superar su radical incomunicación» (1983, 131). Sin embargo, veía en María algo más que a su amante y la única persona que le entendía, veía en ella a su madre. Según Masoliver Ródenas en la obra sabatina la madre y la mujer tienen una estrecha relación, hasta el punto de llegar a confundirse (1983, 275). Sábato asegura en su ensayo Heterodoxia que «[c]uando en la mujer termina la amante aparece la madre» (1973, 148). El tema de la maternidad es uno de los más importantes del libro. Lo encontramos en el cuadro Maternidad, que estructura la novela, y en la relación de Juan Pablo y María. En el libro se encuentran varios rasgos que indican que su relación se parece al vínculo de la madre y su hijo. En este caso otra vez figuran los significados de los nombres. Eva Lukavská aclara los nombres de pila bíblicos de esta manera: «El nombre de María evoca, por un lado, el tema de la madre de Cristo; por el otro, el de María Magdalena. La relación Juan (Pablo) — María tiene su prototipo en la relación bíblica entre Juan, el Evangelista, y María: las últimas palabras de Cristo en El Gólgota hacen de Juan el hijo de María y de María, la madre de Juan» (Lukavská 1995, 20-21). La identificación de Juan Pablo con el hijo de María la observamos asimismo en sus sentimientos. Nos informa que al lado de ella parece un niño, lo que más tarde confirma María al decirle que de verdad es un hombre muy joven (Sábato 1989, 106) y con la frase: «Qué niño sos!» (76). Según Predmore, María se identifica con «la madre compasiva y protectora» (1981, 28). Su actitud la describe Castel en varias escenas del libro: «Vi, sin embargo, cómo me miraba con ternura. Luego, y en plena oscuridad, sentí que su mano acariciaba mi cabeza» (Sábato 1989, 103) 21

y «Como con mi madre cuando chico, puse la cabeza sobre su regazo y así quedamos un tiempo quieto, sin transcurso, hecho de infancia y de muerte» (138). Eva Lukavská define la postura de Juan Pablo como «infantil, inmadura del hombre- niño mimado hacia la vida» (1995, 23). Con esta idea está de acuerdo James Predmore que ve esta postura, entre otros, en la última llamada telefónica en que Juan Pablo le ruega que vuelva a Buenos Aires y le amenaza que se suicidará para salir con lo suyo. Además, la observa en la escena en que Castel sale de la estancia de Hunter y espera que María venga a pedirle perdón (Predmore 1981, 27). Castel expresa el fracaso de conseguir la comunicación y la posesión de María a través de las escenas celosas y violentas. No sabe aceptar la realidad que en la vida de María hay más personas y se pone agresivo lo que muestra cuando María regresa de la estancia: «Le estrujé el brazo. Gimió.» «¿Por qué me dejaste solo?» (103). En el libro se pueden observar unas escenas en las que le apodera una rara necesidad de hacerle daño a María sin tener motivo. Como un ejemplo sirve la descripción de sus sentimientos cuando María le explica sus sentimientos y su identificación con la escena de su cuadro: «Y un sordo deseo de precipitarme sobre ella y destrozarla con las uñas y de apretar su cuello hasta ahogarla y arrojarla al mar iba creciendo en mí» (138). Un día María se va a la estancia a cuidar de Hunter que está enfermo y no acude a la cita con Castel. Él se siente solo y engañado y al recordar sus palabras «[s]i alguna vez sospecho que me has engañado […], te mataré como a un perro» (109), no queda tan sorprendente que con este hecho María se condenó a la muerte. Por lo tanto, Castel queda abandonado, furioso y «movido por la frustración, la desesperación y la pasión de los celos realiza el asesinato de su amante» (Kazmierczak 2011, 521). –¿Qué vas a hacer, Juan Pablo? Poniendo mi mano izquierda sobre sus cabellos, le respondí: –Tengo que matarte, María. Me has dejado solo. Entonces, llorando, le clavé el cuchillo en el pecho (Sábato 1989, 163).

Ernesto Sábato escribió en Heterodoxia que «[e]l amor ansia lo absoluto, causa por la cual todos los grandes amores son trágicos y de alguna manera terminan con la muerte» (1973, 176). De este modo, la historia de Juan Pablo Castel y María Iribarne no pudo terminar de manera distinta. El autor explica la escena del asesinato con las palabras siguientes: «Por fin, cuando el protagonista mata a su amante, realiza un último intento de apoderarse de ella, de fijarla para toda la eternidad» (139). 22

En este subcapítulo hemos visto que Juan Pablo no sabe controlar sus sentimientos. Llevado por el sentimiento de soledad se pone furioso y es capaz de hacer todo lo posible para lograr lo suyo, hasta matar a la mujer querida. Castel buscaba el amor verdadero para no sentirse solo, sin embargo, reducía el amor al deseo de poseer la mujer. Nunca se ha logrado la comunicación absoluta con María, y por eso cae en los estados de desesperación. La necesidad de comunicación prevalece en él aún después de matarla lo que lo lleva a escribir el relato de su crimen. Con este relato busca a alguien que le entienda, a otra María, e intenta superar de este modo la soledad infinita.

3.1.3.2. Castel, destructor de su felicidad

Juan Pablo es un personaje de carácter complejo y retorcido lo que manifiesta asimismo mediante sus hechos. Según Predmore, Castel «organiza y caracteriza el mundo en torno suyo» (1981, 18) que lo lleva a la soledad y al aislamiento. Parece como si no supiera disfrutar de los momentos felices y tuviera que hacer algo para estar otra vez en el estado de desesperación. Otra fuente importante de su desgracia es su costumbre de buscar «sospechosos detalles» (Sábato 1989, 92) para convencerse a sí mismo que María, la única persona que le entiende, no lo quiere. Para él es más fácil comunicarse con ella en su mundo imaginario y al tener una duda sobre la vida de María, nunca le pregunta cuál es la verdad, sino que inventa las respuestas convenientes para él. De manera que Castel la acusa de ser amante de Hunter y la considera una prostituta, porque vio algo de ella en la cara de la prostituta rumana. Ernesto Sábato comenta este vicio de crear una realidad conveniente en la cita siguiente: El hombre esquizoide no se contenta en general con esta realidad: busca o se construye otras, se lanza a la exploración de tierras desconocidas y de mundos misteriosos, descubre América y los espacios de n dimensiones, el universo de Platón y el de los objetos ideales, de Meinong. La creación y el descubrimiento representan a la vez la grandeza prometeica, la intrepidez del macho, y su esencial ansiedad, su interminable descontento, su trágica soledad (1973, 158).

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Juan Pablo suele hacer cosas espontáneamente que siempre terminan con una escena violenta y su lamento posterior. Es consciente de que su actuación le hace daño, no obstante, no sabe explicar por qué se comporta de esta manera y no es capaz de cambiarlo. En la página 119 expresa que se da cuenta de que está solo por sus malhechos cuando dice: «[…] me encontraba solo como consecuencia de mis peores atributos, de mis bajas acciones». Por la causa de su comportamiento incontrolable María va alejándose de él poco a poco. La ausencia de María lo irrita más que entristece, le domina la furia, los celos y la desesperación. Estas situaciones resultan dramáticas, casi lamentables por sus exclamaciones a Dios: «¡Dios mío, no tengo fuerzas para decir qué sensación de infinita soledad vació mi alma!» (1989, 162). En los momentos de la soledad, Castel considera el mundo un lugar malo y despreciable, se apodera de él «una furia de aniquilación», se deja «acariciar por la tentación del suicidio» (119), que es una de las vías posibles como solución existencial; «ahoga la angustia provocada por su estado de total desamparo en los aspectos bajos de la existencia» (Coddou, 127-128) acudiendo al alcohol y a las prostitutas. Así ocurre, por ejemplo, después de una pelea de los amantes en la que Castel destruye parcialmente su relación por su cruel reproche «[e]ngañar a un ciego» del que acusa a María. Lo que siguió esa noche describe Castel de esta manera: «me emborraché en un cafetín del bajo. Estaba en lo peor de mi borrachera cuando sentí tanto asco de la mujer que estaba conmigo y de los marineros que me rodeaban que salí corriendo a la calle» (Sábato 1989, 119). Como otro ejemplo sirve la escena en la que Castel, desesperado por la ausencia de María, le amenaza con el suicidio, empieza a beber, busca líos en un bar y termina con una prostituta rumana en su taller. En suma, Juan Pablo tiene varios vicios que le impiden socializarse igual que sus estados violentos e incontrolables con los que hace a los demás alejarse de él. Él mismo es el destructor de su felicidad lo que intenta resolver mediante los actos miserables: tomando, lamentándose y acudiendo a las prostitutas. Con el análisis planteado en este capítulo llegamos a la conclusión que Juan Pablo Castel representa a solitario arquetípico y a destructor de su felicidad, puesto que la soledad y la incomunicación forman parte inseparable de su vida. No puede superarlas, dado que destruye la posibilidad de la salvación que le ofrece María. Castel no sabe aceptar lo que tiene, desea alcanzar «la salvación definitiva, posible sólo en la comunicación total» (Coddou 1966) y el amor absoluto que María no le puede dar, porque en su vida existen más personas importantes como, por ejemplo, su marido ciego al que admira y Hunter que 24

está enfermo. El protagonista expresa su aislamiento y la falta de comunicación de distintas maneras: se autocaracteriza como una persona tímida en que busca el motivo de su incapacidad de comunicarse con las mujeres, expresa en sus sentimientos y pensamientos y, sobre todo, los muestra indirectamente mediante sus hechos. La culpa de su aislamiento consiste igualmente en su postura nihilista, en los rasgos existenciales que le impiden aceptar la masa de la gente por su semejanza y por la falta de libertad; en sus vicios de recrear la “realidad” y en buscar los sospechosos detalles.

3.2.

La comunicación errónea en El túnel

En el capítulo anterior se ha analizado el tema de la soledad y la incomunicación en cuanto a la personalidad compleja del protagonista-narrador Juan Pablo Castel. Esta parte no va a pertenecer solamente al pintor, sino que van a estudiarse también los demás personajes. A pesar de que se trata de una obra corta, se establecen múltiples escenas de comunicación de distintos tipos. Aunque Juan Pablo representa a un personaje solitario, no suele estar encerrado en su taller, sino que se comunica con los demás personajes bien sea por su deseo o por la necesidad. Por ello, en este capítulo se va a prestar atención a la comunicación realizada en el texto sobre todo a las formas en que se comunican los personajes con el propósito de encontrar los errores que los personajes cometen al conversar y que les impiden tener una relación con los demás, o sea, los llevan al aislamiento y la falta de comunicación posterior. En la segunda parte se van a definir los medios de comunicación que utilizan Juan Pablo y María y se va a observar cómo influyen a su relación. Igualmente se va a pensar en el valor de su comunicación, ¿puede ser la comunicación un instrumento para superar la soledad o es una herramienta errónea que les hace solamente daño? Tampoco se va a omitir el tema de la incomunicación como tal, por ello, se va a observar qué hacen los personajes si no tienen ganas de hablar.

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3.2.1. Personajes y sus formas de comunicar El túnel presenta al lector varios tipos de personajes. Cada personaje es distinto y tiene su manera de comunicar. Esta diversidad de los caracteres puede ser el mayor problema de la comunicación errónea y de la siguiente destrucción de las relaciones. A consecuencia de esta hipótesis se van a definir las formas de comunicación de los personajes, sobre todo, del protagonista-narrador y su amante, y se van a contemplar los errores que son las fuentes posibles de la incomprensión frecuente y de la mala comunicación lo que en el caso de los amantes desemboca en el asesinato de María.

3.2.1.1. Juan Pablo Castel De la caracterización de Juan Pablo resulta claro que es un personaje complejo, odia a los demás y no tiene necesidad de agruparse con ellos. A pesar de este hecho, en algunas situaciones es inevitable comunicar. Al conocer a María incluso surge un deseo de comunicar con ella, porque cree que esta mujer es la única persona en el mundo que entendió su pintura. En el subcapítulo anterior se ha dicho que Juan Pablo se caracteriza como una persona tímida y que tiene problema de conversar. Con la incapacidad de establecer una conversación se relaciona la primera costumbre que es típica del protagonista: por la culpa de su complejo de inferioridad suele pensar en todas las posibles situaciones de encuentro, analizar todos los gestos y posibles temas de conversación para estar preparado y no ser ridículo. Su inseguridad y la incapacidad de comunicar se pueden deducir ya de las primeras escenas de la narración. Después de ver a María en la exposición, Castel está poseído por la idea de conocerla, y por eso, empieza a crear las situaciones y conversaciones posibles. No obstante, estas posibilidades no le parecen buenas y las rechaza con la decisión de que para su plan necesita a una persona que sea un amigo común y que les presente. Al final, llega a la conclusión de que la única posibilidad de hablar con María es que ella sea la iniciadora de la conversación. Aunque Castel termina siendo el iniciador del primer coloquio, sus problemas de comunicación no desaparecen. Más tarde muestra su inseguridad con su costumbre de dibujar con una ramita mientras habla con María en vez de mirarla a los ojos. 26

La creación de las situaciones imaginarias no es su único vicio. El lector puede observar otros gestos de Juan Pablo que se vinculan con la incomunicación y el aislamiento. En varias situaciones se repite su costumbre de huir de la sociedad como en el caso cuando Castel se fue con el doctor Prato a un cóctel. Todo le pareció grotesco y la gente idéntica. Además, sintió vergüenza por su traje viejo, y por eso, escapó a la calle. Cuando llegó a la casa de Allende por primera vez a recoger la carta de María, «[n]o veía el momento de huir de aquella sala maldita» (Sábato 1989, 94). Por segunda vez apareció en su casa para decirle sobre el asesinato de María. En ese momento el ciego le llamó insensato y Castel terminó huyendo como un cobarde. Por este acto quedó sin explicación de las palabras de Allende y aún al escribir el relato piensa en el significado posible. Es solamente uno de los ejemplos en el que el protagonista no deja a los demás que le expliquen sus palabras o cuál es la verdad. La incapacidad de escuchar al hablante no es la única falta de comunicación del pintor. En varias escenas muestra que oye solamente lo que quiere oír, le quita la palabra al hablante y todo lo percibe a su modo. El mayor problema del protagonista consiste en su forma de comunicar. Al hablar con María no sabe controlar sus emociones ni su carácter furioso y casi siempre le grita. La expresión grité aparece detrás de muchas frases pronunciadas por Castel. ¿Pero cuál es la razón de sus gritos? El motivo es simple: él mismo no sabe expresar lo que piensa ni lo que siente que le pone violento. Se pone aún más feroz si María no entiende lo que él quiere decir o no le desmiente sus sospechas celosas. A veces se da cuenta de sus palabras crueles dedicadas a María, sin embargo, en vez de pedirle perdón salen de su boca otras crueldades y acusaciones falsas. El pintor recuerda una de esas escenas dañinas para su relación: «Por un instante, sentí el deseo de llevar la crueldad hasta el máximo y agregué, aunque me daba cuenta de su vulgaridad y torpeza: ‒ Engañar a un ciego» (116). En ese momento le «acometió la idea de que ese puente se había levantado para siempre» (117118). Por la culpa de este comportamiento María va alejándose de él y encerrándose en su mundo propio. Otro factor importante que impide la comunicación absoluta entre María y Juan Pablo son las preguntas infinitas del protagonista: «Mis interrogatorios, cada día más frecuentes y retorcidos, eran a propósito de sus silencios, sus miradas, sus palabras perdidas, algún viaje a la estancia, sus amores» (110). Además, agobia a María con otro elemento molestoso: le emocionan los detalles, y por eso necesita que María le explique todo de su vida, sus relaciones y sus sentimientos y, sobre todo, que le declare constantemente el amor. En este caso otra vez podemos observar la personalidad doblada 27

del protagonista. Nos referimos al contraste de las infinitas preguntas y su incapacidad de escuchar al hablante. A pesar del verdadero interés por conocer cada detalle, Castel no oye las respuestas. Se ha observado que Juan Pablo tiene miedo de comunicar lo que expresa mediante las huidas frecuentes y con la costumbre de preparar los temas posibles. Además, el protagonista comete varios errores al conversar: no sabe escuchar al hablante, expresa su carácter violento y cruel, grita, necesita conocer cada detalle y molesta con las preguntas infinitas.

3.2.1.2. María Iribarne María es una personaje débil, que sufre de inseguridad emocional tanto como Juan Pablo, no obstante, lo expresa de manera distinta. Juan Pablo le grita mientras que ella está callada, no tiene fuerzas de resistir ni de desmentir las acusaciones. Le hieren sus palabras lo que expresa llorando. María nunca da explicaciones a su amante ni si tiene oportunidad de hacerlo. Por ello, ni el lector puede entrar en su mundo lleno de misterios, ni él sabe qué relación tiene con Hunter, ni qué de verdad siente por Juan Pablo. La imagen más clara, sino sin gracia de la mujer misteriosa nos da la adaptación fílmica del libro en la que se dan las explicaciones de unas escenas y sentimientos de María mediante su diario que tienen a la disposición los médicos de Castel. En la película María no parece tan fría, el espectador está seguro de que María fue amante de Hunter, odia la vida burguesa solitaria y quiere separarse de su marido para poder estar con el pintor. Juan Pablo afirma que María tiene un modo extraño de hablar, «con la manera de apretar la boca da impresión de una mujer que ha vivido mucho» (84). A diferencia de Castel, siempre habla con tranquilidad. La única vez que María se enfada es justo en la escena cuando el pintor le pregunta por su edad. A pesar de que Juan Pablo es un enfermo que no tiene miedo de preguntar por cada detalle, sabe que ya nunca puede repetir esa pregunta. A lo largo de la obra aparecen otros factores extraños en cuanto a la comunicación con María los que vamos a tratar en otro subcapítulo. Queda claro que María no sabe comunicar cara a cara. El único lugar en el que se abre al pintor es la estancia Allende donde parece como si se sintiera más segura. Allí narra a Castel sobre sus relaciones con su primo Juan y con Richard, que se suicidó por ella. 28

El peor medio de comunicación para ella parecen ser las llamadas telefónicas. Al llamar por teléfono se comporta como otra persona, es muy fría, cambia a un tono que es, según el pintor, casi oficinesco. Este medio de hablar puede utilizarlo solamente a escondidas y aun cuando cierra la puerta nunca habla con Castel como con su amante, sino que siempre mantiene cierta distancia. Por lo tanto, se puede suponer que María prefiere escribir al hablar, puesto que en sus cartas ofrecen sus declaraciones más abiertas de todo el libro. Resulta razonable pensar que María sufre la frustración amorosa también. Aunque en su vida existen muchos hombres, parece que no está feliz. Para describir las relaciones con esos hombres suele utilizar unas comparaciones extrañas, por ejemplo, sobre su marido dice que lo quiere «como a un hermano» (115) y que Richard, un hombre que le escribía cartas, la atraía como «la muerte o la nada» (113) (Ortega 1983, 132). Hay que darse cuenta de que María está caracterizada por Castel, un hombre loco. No obstante, no aparecen ningunas escenas mediante las cuales el lector pudiera cambiar la opinión sobre ella, quitarle el papel de la mujer misteriosa que le dio el pintor y descubrir algo más de su vida. Por ello, María representa a una mujer con secretos asimismo para el lector. Lo poco que el protagonista y el lector llegan a saber de ella es mediante los interrogatorios de Castel. Sin embargo, a veces María parece como si no estuviera presente y como si no oyera nada de lo que el pintor le dice. Para ejemplificar, en el segundo encuentro María mira un árbol lejano en vez de hablar. En suma, María es una mujer misteriosa tanto para Juan Pablo como para el lector. A lo largo de la obra no es posible descubrir ni uno de sus secretos. Dejando las opiniones de Castel aparte, ni Allende ni la conversación entre María y Hunter nos posibilitan conocerla. Lo único que la caracteriza es su manera de comunicación que difiere mucho de la de su amante. En su caso depende del ambiente en el que se encuentra y del medio de comunicación elegido. Parece que María tiene problema para expresarse en voz alta y prefiere comunicar mediante las cartas. Además, cada vez se identifica con otra mujer, una vez está abierta, sincera y llena de entusiasmo y otra vez solamente llora. Si habla, habla con ternura o tranquilamente y nunca grita como Castel. No obstante, lo más típico de ella son sus secretos y silencios en los que queda con lo que representa la incomunicación en la obra a lo máximo y mantiene al lector en tensión.

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3.2.1.3. Los demás En El túnel aparecen otros tres personajes interesantes cuya forma de comunicación merece la pena analizar, puesto que su forma de hablar los caracteriza. Hablamos de Mimi, Allende y Hunter que no tienen el problema de hablar con los demás, sin embargo, ofrecen al lector otra manera de conversación establecida en la obra. Allende es el marido ciego de María. «[A] diferencia de Hunter, no se ve como competidor al amor de María; es más bien una especie de índice que usa Juan Pablo para medir y evaluar la sinceridad del amor que dice tenerle María» (Predmore 1981, 37). Según los diálogos y las palabras de su mujer, Allende parece ser un hombre bueno, sereno, filosófico y estoico. Con los mucamos funciona como el intermediario entre Juan Pablo y María. Castel y Allende representan un contraste por su comportamiento. Allende se porta muy bien con el pintor, es generoso y amable. Lo recibe en su casa, le extiende la mano y le ofrece un cigarrillo, habla con él con cordialidad y expresa interés por su arte. Se puede suponer que Allende se siente solitario también, y por ello tiene interés en conocer al pintor y espera verlo otra vez. Según su manera de hablar, parece ser el único personaje sincero del libro, y por eso puede ganar las simpatías del lector. El lector puede tenerle lástima por su ingenuidad, puesto que es él quien entrega la primera carta al amante de su mujer y por la frase que pronuncia: «Ahora, por ejemplo –prosiguió Allende–, se levanta temprano y me dice que se va a la estancia» (94) lo que prueba que María está con otro hombre. Cuando Castel le dice sobre el asesinato de María, este hombre sereno se pone furioso y lo llama insensato. Según José Ortega, «parece estar implicando que con esta muerte se ha eliminado la posibilidad de amor que esta mujer ofrecía como demuestran esos momentos fugaces, pero absolutos, que les hizo vivir a todos los que la conocieron» (1983, 133). Por lo tanto, a pesar de su ceguera, al final parece que Allende ve más cosas que el protagonista. A esta idea nos lleva su apellido metafórico, dado que Allende quiere decir él que ve más allá. Hunter es el primo de Allende al que María visita a menudo en la estancia. El lector llega a saber que Juan Pablo lo odia antes de su primer encuentro realizado en el libro. El protagonista caracteriza a su adversario como un «imbécil, mujeriego y cínico» (Sábato 1989, 94), «un abúlico y un hipócrita» (124). Según Predmore, Hunter «contribuye al misterio que rodea a María y alimenta el fuego de los celos que consumen a Juan Pablo» (1981, 37). A diferencia de Castel, Hunter sabe controlarse, no expresa sus celos y furia cuando está esperando a María y al pintor para cenar con ellos, sino que prefiere estar 30

callado. Hunter lleva un debate superficial, frívolo y seudointelectual sobre la literatura empleando un tono irónico para expresar las antipatías a Castel. Parece que le alegra oponerse a su prima, responderle con malignidad y reprocharle su mala pronunciación de los nombres rusos. Su prima Mimi lo apoya en el debate superficial y seduointelectual. Esta mujer esnob, «malvada y miope» (124) suele utilizar las expresiones francesas como, por ejemplo, «Tiens.» (126) y «Quelle horreur!» (127); intenta asombrar a los demás con su conocimiento del arte y la literatura, que juzga exageradamente. Se refiere a los escritores rusos y a Jorge Borges llamándole “Georgie”. Su carácter malo expresa mediante las faltas de comunicación que comete: varias veces pregunta a Castel por su opinión y no espera su respuesta con lo que expresa de manera maleducada su desinterés. La figura de Mimi desempeña en el El túnel un papel ridiculizado, «una caricatura del europeizante argentino de clase alta» (Predmore 1981, 40). En este subcapítulo se ha analizado la forma de hablar de los personajes secundarios. Su manera de comunicar se puede señalar como una fuente importante para su caracterización. Mediante los diálogos Allende se identifica con el único personaje sincero y amable, Hunter representa a un personaje irónico e hipócrita y Mimi desempeña una mujer ridiculizada por sus expresiones francesas y el esfuerzo de parecer inteligente. En este análisis hemos visto distintas formas de hablar de los personajes secundarios que contrastan visiblemente con la manera de comunicar de Juan Pablo y María lo que nos ayuda a ver su incapacidad de comunicar y la comunicación errónea. Por otro lado, Mimi y Hunter muestran cierto tipo de la incomunicación, es decir, la conversación en la que se presentan como dos hipócritas, hablan solamente de ellos mismos y no oyen las respuestas de su huésped Juan Pablo.

3.2.2. Tipos de interacciones entre María y Juan Pablo En El túnel se desarrollan varios tipos de interacciones entre Juan Pablo y María. La primera interacción estalló cuando el pintor vio a María en su exposición de cuadros, sin embargo, ese día solamente la observaba y no se comunicaban. A lo largo de la obra, los dos personajes se comunican cara a cara, mediante las cartas y por teléfono. Su conversación se distingue según los medios de comunicación mencionados, y por eso en esta parte se estudiará cómo se difieren los debates y se observará el comportamiento de 31

los amantes. ¿Mediante qué medio de comunicación mantienen la relación más sincera y cuál les produce más daño que placer?

3.2.2.1. Encuentros El primer tipo de la comunicación es la comunicación en persona. Se supone que los encuentros deberían representar el medio de comunicación más íntimo e intenso que los personajes enamorados pueden emplear y que los amantes aprovechan cada momento que pasan juntos. Juan Pablo busca exactamente este tipo de comunicación, desea lograr con María la comunicación íntima, absoluta. Por ello, los encuentros representan las interacciones más frecuentes. Sin embargo, no se puede hablar de los momentos más intensos solamente en sentido positivo. Sus encuentros se pueden considerar un elemento destructivo para su relación, puesto que como ya se ha comentado, el protagonista agobia a María con sus preguntas infinitas y sus silencios le desesperan y lo llevan al comportamiento violento. El lector puede deducir que no se trata de una típica relación amorosa ya desde los primeros encuentros. En El túnel no se relata una relación común, sino que todo va muy rápido y espontáneamente ya desde el principio. Castel ve a María en su exposición de cuadros, la busca por Buenos Aires, después de unos días la encuentra y le pregunta directamente por lo que le interesa sin disimular la casualidad de su encuentro. En el primer encuentro los personajes sienten la necesidad de hablar sobre sus sentimientos y sobre el cuadro que los une, sin embargo, aún prevalece el pudor y la inseguridad de sus actos lo que demuestran con las huidas. No obstante, ya en el segundo encuentro Castel se porta violento, al ver a María la toma «de un brazo casi con brutalidad» (Sábato 1989, 82), la lleva a la plaza de San Martín y ella ni puede resistir. Ese día estalla una escena típica que va a repetirse más veces: El protagonista dice todo lo que tiene en la mente y le grita como un loco: «¡Le digo que la necesito! ¿Me entiende?» (84). María no responde a la mayoría de sus preguntas, solamente lo avisa: «Hago mal a todos los que se me acercan» (88). En las escenas de encuentros se ve claramente el contraste de la forma de comunicar de los personajes: Castel grita sus preguntas, está furioso, necesita las declaraciones de amor, mientras que María prefiere no hablar, expresa su resistencia 32

llorando y si abre la boca, le habla suavemente y con ternura, sin buscar peleas. Los encuentros son las interacciones de las que los lectores llegan a saber más informaciones de la vida de los personajes. A lo largo de El túnel Juan Pablo y María se encuentran en tres distintos lugares de Buenos Aires que influyen su conversación: los primeros encuentros tienen lugar en la calle de la capital argentina, concretamente en la plaza de San Martín que se halla cerca del edificio de la Compañía T, donde María posiblemente trabaja. Castel no tiene problema en hablar de lo que siente y gritar en el pleno centro de la ciudad, no obstante, María queda en silencio. Para otro encuentro María elige la Recoleta, donde tienen más privacidad. Se reúnen por la noche y la oscuridad causa que María es más abierta que de día. Otro lugar de encuentro es el taller de Castel donde pasan el tiempo «a la vez maravilloso y horrible» (106). Allí las escenas dolorosas y crueles se cambian por las escenas de enamoramiento, «pero esos momentos de ternura se fueron haciendo más raros y cortos» (109). En el taller ocurre la mayoría de las peleas y las declaraciones de amor verdadero. Como ya se ha dicho, ni el pintor sabe explicar qué entiende por amor verdadero, y por eso lo busca en el amor físico. Castel forzaba a María a unirse corporalmente con el propósito de comunicarse más firmemente con ella. La unión física como probable medio de comunicación no fortaleció su amor, sino que causaba otro distanciamiento de María. Castel recuerda estas escenas en la página 108: «cuando ella intuía que nos acercábamos al amor físico, trataba de rehuirlo. Al final había llegado a un completo escepticismo y trataba de hacerme comprender que no solamente era inútil para nuestro amor sino hasta pernicioso.» El hecho de que el erotismo fracasa y con él asimismo la comunicación une El túnel con otra obra sabatina Sobre héroes y tumbas donde se puede observar una situación parecida en la relación de Martín y Alejandra (Boscán de Lombardi 1978). La estación Allende es el último lugar donde Juan Pablo visita a María. Allí parece que María se transformó en otra persona. El ambiente conocido hace de ella una persona abierta y llena de entusiasmo. Allí «más cerca llegan a comunicarse de veras, ya que María confía en él por primera vez y empieza a hablarle de su pasado. No es casualidad que su diálogo se verifique en un lugar que mira hacia el mar. La escena del mar repite la de la pintura y su función es casi demasiado obvia» (Predmore 1981, 24). Solamente en este ambiente María habla sobre su vida sin obligación, cuenta sus sueños, amores y visiones. Admite que entendió todo lo que Castel decía, ella lo llamaba todo el tiempo, nada de lo que ocurrió fue una casualidad, solamente se cumplieron sus sueños. 33

La estancia muestra al lector otro punto de vista de la relación de María y Juan Pablo. Allí pasan juntos tiempo sin peleas, además, mienten frente a los primos para poder estar solos. A pesar del hecho que el campo es el lugar donde María más se abre a Juan Pablo y donde se siente bien en su compañía, la estación misma es el lugar de la finalización de su relación mediante el asesinato. En El túnel prevalecen las escenas de la incomprensión entre los personajes. A pesar de que Castel está convencido de que María le entiende, casi en cada escena se puede ver prueba de que no es así. El protagonista dice que lograban comunicarse de forma sutil, pasajera y tenue y que lograban algunos momentos en común, sin embargo, quedaba desesperadamente solo (Sábato 1989, 108). Igualmente María expresa su preocupación por la incomprensión al decir: «Temo que tampoco vos me entiendas» (104). Aunque dominan las escenas de este tipo, a veces parece que María y Castel viven en una harmonía, como si sus almas estuvieran unidas. En estos momentos para comunicarse no necesitan las palabras, sin embargo, funcionan entre ellos dos factores interesantes. Juan Pablo describe una de las distintas formas de comunicación en la cita siguiente: «Bastaba que nos mirábamos para saber que estábamos pensando o, mejor dicho, sintiendo lo mismo» (108). Otra capacidad de comunicarse la tiene solamente María. Se trata de su capacidad de leer los pensamientos que muestra en la Recoleta: «Qué extraño, pensé. –¿Qué es lo extraño? – preguntó María. Me quedé asombrado […]» (105). A lo largo del libro, aparecen las escenas en las que Juan Pablo y María comparten su soledad. La conexión se siente sobre todo cuando Castel visita a María en el campo. Lo lleva hasta un monte y María le admite que había soñado de compartirlo con él: «¡Cuántas veces –dijo María– soñé compartir con vos este mar y este cielo!» (137). Una escena parecida estalla cuando hablan sobre el cuadro Maternidad que debe representar su desesperanza. Castel describe ese momento con esas palabras: «quizá sintió mi ansiedad, mi necesidad de comunicación, porque en un instante su mirada se ablandó y pareció ofrecerme un puente, pero sentí que era un puente transitorio y frágil colgado sobre un abismo» (88) (Coddou 1966).

3.2.2.2. Cartas En la novela aparecen diez cartas escritas por los amantes que suelen utilizar este medio de comunicación cuando María está en la estancia y Juan Pablo queda solo en 34

la capital. Si pensamos en el papel de las cartas en la literatura, podemos llegar a la definición de este medio de comunicación como reflexivo, llevado a lo dramático mediante el que los amantes declaran sus sentimientos. Al principio, las cartas de Castel y María cumplen esta imagen de la comunicación íntima y dramática. A pesar de que sus cartas suelen ser cortas, a menudo compuestas por una sola frase, explican bien todo lo que el recibidor necesita saber. Parece que son el medio de comunicación apropiado para María que sabe expresarse mejor mediante la pluma que hablando cara a cara o por teléfono. Resulta razonable pensar que las cartas dan al lector una imagen falsa de la relación de María y Juan Pablo, puesto que las primeras cartas se parecen a las cartas de amor. En la primera carta María escribe al pintor que pensó en él y así admite las simpatías que siente por él. En otra carta Castel le declara su amor a través de las palabras: «¡Te quiero, María, te quiero, te quiero!» (Sábato 1989, 102). Cuando María expresa otra vez su preocupación por hacerle mal, recibe una respuesta que parece ser de un hombre enamorado, decidido superar todo para estar con ella: «No me importa lo que puedas hacerme. Si no pudiera amarte me moriría. Cada segundo que paso sin verte es una interminable tortura» (102). Por esta razón al principio las cartas parecen ser un buen medio de comunicación para ellos. Los detalles que Castel encuentra en las cartas convierten sus estados de desesperación en los momentos de esperanza y felicidad. La firma simple “María” le da «una vaga idea de pertenencia, una vaga idea de que la muchacha estaba ya en [su] vida y de que, en cierto modo, [le] pertenecía» (62). En una de las cartas María le tutea por primera vez con lo que hace su relación más íntima y apoya en Castel el sentimiento de que la posee: «Hasta el hecho de tutearme de pronto me dio una certeza de que María era mía» (101). No obstante, con tiempo el tono de las cartas cambia. Juan Pablo empieza a leer entre líneas, o sea, cambia la realidad a la manera suya otra vez y comienza a escribir las cartas espontáneas para hacerle daño a María y enviarlas en seguida a pesar de saber que no debería hacerlo. Al escribir una de las cartas muestra otra vez su postura infantil: «Debo agregar que mientras describía mis actos más bajos y la desesperación de mi soledad en la noche, frente a su casa de la calle Posadas, sentía ternura conmigo mismo y hasta lloré de compasión» (122). Queda por mencionar que la primera carta tiene un papel importante en la obra, ya que es el motivo del primer encuentro de Castel y Allende. Un día el pintor tiene que ir a recoger la carta de María a su casa. Allí llega a saber una información importante 35

y fundamental: su mujer ideal está casada con el ciego que en aquel momento funciona de intermediario. Llegamos a la conclusión de que las cartas se ven como el medio de comunicación mediante el que los amantes saben declarar su amor, abrirse, sobre todo María. Mediante las cartas el lector llega a saber sobre los sentimientos que parecen ser idílicos. Sin embargo, el pintor sabe herir a su amante también con palabras escritas.

3.2.2.3. Llamadas telefónicas Las llamadas telefónicas funcionan en el libro justo para lo que se espera: sirven como el medio de comunicación el que el protagonista utiliza para ponerse en contacto con María inmediatamente a cualquier hora. Aunque Castel a veces abusa de esta posibilidad de conectarse con María cuando se le antoja, este medio es el menos frecuente. Al hablar por teléfono, suena estar desesperado, casi siempre pide una cita y termina gritando, irritado por el tono herido de María. Parece que a María no le gusta este tipo de comunicación, dado que al hablar por teléfono no parece natural y hace los gestos raros. Un día Juan Pablo llama a la casa de María y llega a otras dudas sobre su vida. Como ya se ha dicho, María se porta como otra persona, es muy fría y cambia el tono. Sin embargo, no son los únicos aspectos sospechosos de la llamada. Cuando Castel llama a su casa, pregunta por la señorita Iribarne que provoca en la mucama un titubeo. Allende se lo explica en su primer encuentro: María ya no es señorita, sino que está casada con él. A pesar de estar casada, suele utilizar tanto el apellido de su marido como su apellido de soltera. Además, para poder hablar María cierra la puerta con la excusa que «entra y sale mucha gente» (88). Explica que «[c]uando cierr[a] la puerta saben que no deben molestar[la]» (89). Según Predmore, «su explicación no es convincente» (1981, 35) y provoca en Castel otras sospechas. ¿Tiene María más llamadas secretas? ¿Con quién habla? ¿Quién no puede oír su conversación? María prefiere las llamadas telefónicas cortas, no hablar sobre sus sentimientos y decir solamente lo más necesario. Por el contrario, Castel otra vez no tiene vergüenza ya que le grita y amenaza hasta por teléfono. No quiere aceptar el hecho de que por teléfono nunca puede hablar con su amante Iribarne, sino que habla con una mujer fría, con la señora Allende que pertenece a otro hombre. Es una mujer ajena que provoca en él un sentimiento de soledad. Una vez que Castel le amenaza de suicidio si María no vuelve 36

a Buenos Aires, María expresa el temor por su relación justo por medio de una llamada telefónica: «Pues yo creo que sólo lograremos hacernos un poco más de daño, destruir un poco más el débil puente que nos comunica, herirnos con mayor crueldad» (Sábato 1989, 155). No obstante, María es muy débil para terminar la relación con el pintor. Al final, el débil puente está destruido completamente por Juan Pablo. Este tercer medio de comunicación es el menos utilizado por los amantes, no obstante, el que causa la mayoría de las sospechas de Castel. Al llamar por teléfono María representa a la señora Allende, no quiere comunicar por este medio ni expresar sus sentimientos. Juan Pablo casi siempre termina obligando a María a encontrarse con él a pesar de su temor. En esta parte de la tesina se ha podido observar que el tipo de la comunicación de Juan Pablo y María se basa en el medio de la comunicación que los personajes eligen y en el lugar de su encuentro. A veces su relación puede parecer idílica, como en la mayoría de las cartas. Los dos personajes primarios saben comunicar incluso mediante la mirada, y por eso pueden dar impresión de personas afines. Sin embargo, los momentos armónicos no son numerosos y de los diálogos se puede deducir que la comunicación les causa más daño que placer. María intenta prevenir este dolor alejándose de Castel que quiere lograr la comunicación

absoluta

mediante

el

acto

amoroso.

Como

dice

Coddou,

«la incomunicabilidad básica de ambos seres no pudo ser superada sino por fugaces instantes, de modo que el desamparo preside sus vidas» (1966). El abismo de soledad y de incomunicación afirma la consideración de que el El túnel representa novela existencialista.

3.3.

Los símbolos de la soledad y la incomunicación

La obra El túnel contiene varios símbolos que forman parte importante de la narración. En el capítulo dedicado a Juan Pablo Castel ya se han visto algunos de los símbolos que tienen ese papel, concretamente el nombre y apellido del pintor que ayudan a explicar su relación con María y su estado psíquico. Dejando los nombres aparte, en la obra se encuentran otros símbolos que se unen con la soledad y la incomunicación. Por consiguiente, en esta parte de la tesina se van a analizar estos elementos y se va a descubrir 37

su sentido apoyándose en los estudios de los críticos literarios. A lo largo de El túnel aparecen cuatro símbolos notables: el túnel, el muro de vidrio, la pintura y los sueños del protagonista.

3.3.1. Túnel El primer símbolo que se relaciona con el tema del aislamiento y la falta de comunicación es evidente a primera vista, puesto que se encuentra en el propio título de la novela. El túnel es un símbolo explícito, dado que expresa el contenido de la obra. Presenta una metáfora del mundo en el que el protagonista Juan Pablo está encerrado y separado de los demás. Aparecen varias interpretaciones del significado del túnel. James Predmore afirma que este símbolo subraya el sentimiento de soledad y aislamiento de Castel y define su condición y su mundo (1981, 22). Además, cree que «la unidad estructural lograda con esta imagen central es esencial para demostrar la entereza de la dimensión simbólica de la novela» (16). Eva Lukavská considera el túnel-título como un símbolo iniciático, de la angustia, la espera, el miedo y el deseo, lo que explica de esta manera: «la angustia de dos individuos que llevan vidas separadas sin posibilidad de comunicarse uno con el otro; la espera y el deseo de que éstas se unan un día, el miedo que nos inspira la soledad y el aislamiento» (1995, 21). No hay duda de que Castel vive en un conflicto con el mundo exterior. Sin embargo, es consciente de que forma parte de este mundo malo, dividido según él en dos lugares distintos: en un lado está la gente que vive afuera, la que lleva una vida normal, agitada, curiosa y absurda en que hay bailes y fiestas y alegría y frivolidad; en el lado opuesto vive la gente en túneles. Solamente los segundos son «los auténticos existentes» (Coddou 1966). Juan Pablo creía haber encontrado a una persona auténtica que vivía en un túnel paralelo al suyo, separado por un muro de vidrio y a veces de piedra negra: «Y era como si los dos hubiéramos estado viviendo en pasadizos o túneles paralelos, sin saber que íbamos el uno al lado del otro, como almas semejantes en tiempos semejantes, para encontrarnos al fin de esos pasadizos […]» (Sábato 1989, 159-160). No obstante, al final el protagonista llega a la conclusión que todo era una ridícula ilusión y termina identificándose con una idea opuesta:

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en todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío, el túnel en que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida. Y en uno de esos trozos transparentes del muro de piedra yo había visto a esta muchacha y había creído ingenuamente que venía por otro túnel paralelo al mío, cuando en realidad pertenecía al ancho mundo […] (160).

José Ortega afirma que «María habría llevado a Castel hasta el fondo del túnel, y éste la mata como único medio de establecer una comunicación, de fijar su sentimiento» (1983, 133). Con el asesinato de la única persona que le entendía, destruyó la posibilidad de unirse con el mundo exterior. Por ello, «llega a las conclusiones radicalmente pesimistas: no hay salida del túnel, no hay posibilidad de superar el trauma primordial de la falta del amor que, a su vez, genera la letal incapacidad de amar» (Kazmierczak 2011, 521). Como hemos visto el túnel es un símbolo significativo. No solamente da título al libro, sino que presenta una metáfora explícita de la vida solitaria del protagonista. Si pensamos en el túnel, imaginamos un lugar sombrío, vacío, abandonado, de donde cada uno intenta huir. Por lo tanto, esta visión concuerda bien con la vida del protagonista que considera el mundo un lugar malo, oscuro, donde nadie le entiende, y por eso busca la luz que suele aparecer en el final de cada túnel. Castel pensaba haberla encontrado en María. Veía en ella su salvación deseada. Sin embargo, con su asesinato apagó aquella luz, y por eso se perdió en el túnel completamente. Ya no hay remedio para él y el símbolo de túnel presenta su prisión sin salida.

3.3.2. Imaginario muro de vidrio El símbolo de túnel está en una relación con otro símbolo importante. Se trata del mencionado muro de vidrio que se halla entre María y Juan Pablo. Por la culpa de la separación de este muro imaginario el protagonista-narrador no es capaz de comunicar con su mujer querida ni tocar su «rostro mudo y ansioso» (Sábato 1989, 101). [María] había sido como alguien detrás de un impenetrable muro de vidrio, a quien yo podía ver, pero no oír ni tocar; y así, separados por el muro de vidrio, habíamos vivido ansiosamente, melancólicamente (158).

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Lo único que Castel puede hacer es observarla. La ve «como una figura silenciosa e intocable» (160). Su desesperación y deseo del acercamiento expresa claramente en la página 158: […] para ponernos una vez más frente a frente a través del muro de vidrio, para mirar nuestras miradas ansiosas y desesperanzadas, para tratar de entender nuestros signos, para vanamente querer tocarnos, palparnos, acariciarnos a través del muro de vidrio, para soñar una vez más ese sueño imposible (158).

A veces el muro vuelve a ser de piedra negra y le impide verla o María lo olvida y no se acerca al muro. Por ello, el pintor queda completamente aislado. En ese momento se describe como «ese pobre ser encajonado». Sus sentimientos de la soledad culminan sobre todo en este fragmento: con la cara apretada contra el muro de vidrio, la veía a los lejos sonreír o bailar despreocupadamente o, lo que era peor, no la veía en absoluto y la imaginaba en lugares inaccesibles o torpes. Y entonces sentía que mi destino era infinitamente más solitario que lo que había imaginado (160-161).

José Ortega y Juan Antonio Masoliver Ródenas reflexionan sobre la metáfora del muro de vidrio en sus obras. Ortega interpreta este muro como una «protección (en cuyo caso equivaldría a casa), y como transparencia que apunta hacia algo no visible» (1983, 131). Queda claro que la imagen del muro de vidrio representa otro símbolo importante vinculado con nuestro tema tratado. Nos ponemos de acuerdo con Masoliver Ródenas que cree que el vidrio y la ventana muestran un reflejo de la incomunicación y la desesperanza. Como es obvio de las citas de Juan Pablo Castel, «el vidrio nos permite ver y comprobar la existencia de las cosas pero no alcanzarlas» (Masoliver Ródenas 1983, 273). Por ello, el muro de vidrio funciona como otro elemento del aislamiento y de la separación de Castel y María.

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3.3.3. Pintura La pintura desempeña un papel importante en la vida del protagonista no solamente por ser su profesión, sino que es su medio de comunicación y su refugio. Cuando está en el manicomio informa al lector que el arte es lo único que le quedó después de matar la única persona con la que comunicaba: «Al menos puedo pintar» (164). Ernesto Sábato afirma que el artista «es el único por excelencia, el que gracias a su incapacidad de adaptación, a su rebeldía, a su locura, ha conservado paradojalmente los atributos más preciosos del ser humano» (Sabato 2014, 32). Además, «[e]l arte nace de la necesidad de expresar y comunicar; pero expresar y comunicar una añoranza de eternidad» (1973). La pintura es una manera posible de escape de su túnel, o sea, de su aislamiento, puesto que mediante sus cuadros puede compartir su vida y sus pensamientos. En sus lienzos se proyecta su desesperación y su cambio psicológico. Nos referimos al hecho de que Castel después de conocer a María cambió el estilo de pintar. Desde ese momento pinta solo para ella. El pintor dice sobre su arte que ha sufrido un «cataclismo cósmico» (Sabato 1989, 151). En el libro aparece un elemento que posee de un valor especial: el cuadro Maternidad al que la mayoría de los críticos dedica más atención que a la imagen del túnel. El cuadro funciona como mediador entre los protagonistas. El hecho de que ella se fija en el detalle del cuadro produce en Castel una esperanza de encontrar a una persona que le entiende y de no estar solo en el mundo hostil (Boscán de Lombardi 1978, 24). Castel pintó dos escenas: en el primer plano, que ha interesado a todos los críticos, se encuentra una mujer que mira jugar al niño. Arriba, a la izquierda, hay una ventana en la que se ve una escena pequeña, sino de gran importancia para el pintor: una playa solitaria y una mujer que mira el mar y que parece esperar algo, «quizá algún llamado apagado y distante» (Sábato 1989, 65). Fijémonos en la imagen de la ventanita que aparece otra vez. Ya se ha mencionado que Juan Pablo observa a María por la ventana colocada en el muro imaginario y además utiliza esta imagen en el lienzo. A través de la ventana siempre se ve lo más importante para el protagonista. El autor de El túnel dice sobre la escena de ventana que sugería «una soledad ansiosa y absoluta» (1973, 65) lo que el protagonista dice en la novela. María apoya esta idea al señalar la escena como un mensaje de desesperación. El cuadro deja al lector entrar en el inconsciente del artista, a su ánima que ha proyectado tanto en la mujer abandonada 41

como en la mujer expectante (Ortega 1983, 130). Eva Lukavská observa en el cuadro la oposición binaria de la maternidad cumplida en el primer plano y la maternidad frustrada o deseada en el segundo plano lo que podemos vincular con la relación entre Juan Pablo y María, puesto que como ya se ha mencionado, María se porta como la madre de Castel y se identifica con esa mujer solitaria de la ventanita. Queda por mencionar que el cuadro estructura toda la novela, puesto que él unió María con Juan Pablo. La mujer solitaria que mira hacia el mar representa a la protagonista y la maternidad deseada. Con la destrucción del cuadro con un cuchillo Castel predestina el asesinato de su amante. En suma, la pintura tiene en la obra varios papeles que se vinculan con nuestro tema. Uno de ellos es el papel estructural que muestra el enlace y la ruptura entre los amantes. Además, funciona como un medio de comunicación mediante el cual Castel sabe expresarse bien, puesto que proyecta al lienzo sus sentimientos solitarios que lo unen con María. Al final, la pintura y la escritura son el único consuelo que le queda cuando está en el manicomio.

3.3.4. Sueños Resulta claro que Juan Pablo Castel es un paranoico que inventa su propia realidad. En esta parte de la tesina se va a prestar atención a los distintos tipos de sus invenciones, concretamente a los sueños que tienen una función muy importante en la narrativa de Sábato. Según el autor, «[l]os sueños suelen ser terribles, las pesadillas suelen ser espantosas pero por eso mismo son útiles», puesto que está comprobado que el hombre sin soñar es un loco (Vásquez 2010, 60). No obstante, antes de volverse loco, Castel tuvo cuatro sueños en los que se proyecta el inconsciente del protagonista y sus verdaderos padecimientos. Tres de ellos contienen varios rasgos simbólicos entre los que el lector puede encontrar la soledad y la incomunicación. En el primer sueño visitaba una «vieja casa solitaria» de su infancia donde a veces se encontraba «perdido en la oscuridad» rodeado de misteriosos enemigos escondidos. En esta casa recuerda sus amores de la adolescencia con el temor y alegría. Al despertar entendió «que la casa del sueño era María» (Sábato 1989, 100). En general, la casa da imagen de algo familiar, seguro, puede significar un escondite y un amparo. En el caso de 42

nuestros protagonistas no es así. Predmore cree que María se identifica con una casa solitaria en la que Castel se siente incómodo (1981). Se supone que no se siente seguro allí por la culpa de los enemigos que deberían representar a Hunter y Allende, puesto que tuvo este sueño unos días después de conocer al marido de María y después de llegar a saber que está con Hunter en la estancia. Mediante este sueño Castel expresa sus preocupaciones, está solo y necesita estar en la compañía de María, pero se lo impiden estos dos enemigos. Además, si relacionamos la imagen familiar de la casa con este sueño, resulta conveniente entenderlo cómo una búsqueda de la madre que aparece varias veces a lo largo del libro. En el segundo sueño se pueden observar la falta de comunicación y la soledad del protagonista al máximo. Juan Pablo es invitado con sus amigos a la casa de un señor. Al llegar, el dueño empieza a apoderarse de él y lo convierte en un pájaro. En esa escena se puede observar cómo Juan Pablo se transforma en un monstruo en sus propios ojos. Cuando por fin llegan sus amigos, no se fijan en su cambio. ¿Lo veían como un monstruo siempre? El pintor no admite su mal carácter, sino que le echa la culpa al dueño de la casa por su monstruosidad, su separación, soledad, incapacidad de comunicar y por la incomprensión (Segui 1992). El hecho que sus propios amigos no notaron su transformación le pone desesperado. Empieza a gritar, pero de su boca sale un chillido de pájaro. Sus amigos no oyen ese chillido con lo que el protagonista expresa su silenciosa necesidad de comprensión y comunicación. Está convencido de que no hay salida de esta situación: «Entonces comprendí que nadie, nunca, sabría que yo había sido transformado en pájaro. Estaba perdido para siempre y el secreto iría conmigo a la tumba» (Sábato 1989, 122). El último sueño lo describe el protagonista en la página 149: «espiado desde un escondite me veía a mí mismo, sentado en una silla en el medio de una habitación sombría, sin muebles ni decorados, y, detrás de mí, a dos personas que se miraban con expresiones de diabólica ironía: una era María; la otra era Hunter». En este sueño el protagonista se ve otra vez abandonado y engañado por su querida mujer. Los personajes están a sus espaldas, así que no puede comunicarse con ellos ni ve sus caras. En los sueños de Castel se ha podido observar una gradación de la incomprensión y de la incomunicación. En el primer sueño el protagonista se encuentra en un ambiente conocido, familiar que puede ser para él un refugio visto en María. Sin embargo, está solo, rodeado por los enemigos escondidos. En el segundo sueño vemos un enorme esfuerzo de comunicar, no obstante, nadie oye sus gritos, nadie ve su transformación en un pájaro, y por eso no puede ser salvado. En el último sueño el pintor se encuentra en una casa 43

desconocida, ya ni intenta comunicarse, parece que no tiene fuerza para acercarse a María. Está callado, pasivamente “observa” cómo lo engaña con Hunter. Se le confirman las sospechas de que los dos son amantes lo que tiene en la consecuencia el asesinato de María (Segui 1992). Por lo tanto, podemos decir que Juan Pablo se siente cada vez más abandonado, débil, desvalido e incapaz de comunicarse. En los sueños ve a sus enemigos que van acercándose a él y quieren separarlo de María, pero ya no tiene fuerza de luchar contra ellos. María decidió estar con Hunter y lo dejó solo.

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4. Conclusiones El propósito de nuestro trabajo ha sido sintetizar las formas en las que se proyectan la soledad y la incomunicación, dos aspectos existenciales, dado que, según nuestra opinión, se trata del tema principal y ningún autor hizo resumen de estos rasgos a pesar de denominar El túnel novela existencial. Hemos visto que las formas son diversas, presentes en los objetos estudiados por los críticos y que no son presentadas solamente por el estado sin compañía y por el silencio. El protagonista describe claramente sus sentimientos de abandono y de incapacidad de comunicar lo que se ha podido observar en las citas introducidas. No obstante, estos elementos se proyectan asimismo en formas que no tienen que ser evidentes a primera vista.

Por ello, primero, hemos estudiado detalladamente la personalidad

y el comportamiento del protagonista-narrador Juan Pablo Castel. Mediante su narración en primera persona hemos conocido su vida en el túnel a la que lo predestina ya su apellido Castel, el arcaísmo de la palabra castillo. Hemos deducido que el pintor no mantiene relaciones amistosas, familiares ni amorosas. Por lo tanto, parece razonable llamarlo solitario arquetípico. La culpa de su soledad y la incomunicación no se da solamente a su carácter tímido, sin embargo, la atribuimos sobre todo a su carácter incontrolable lo que muestra mediante las escenas agresivas y celosas. En consecuencia, lo hemos denominado también destructor de su felicidad, puesto que mediante este comportamiento hace a la única persona que parece entenderle alejarse de él y al final queda solo en el túnel sin la luz en el final, es decir, sin salida. Dado que la incomunicación no tiene que significar solamente la falta de habla, hemos hecho hincapié en la comunicación de los personajes buscando los errores que comenten y que les impiden lograr la comunicación absoluta con los demás. Hemos visto el contraste entre los gritos de Castel y el silencio de María. Hemos dado la importancia a las formas y al ambiente donde comunican y al acto amoroso como el medio de comunicación con el que el pintor intenta apoderarse de María. La literatura sabatina conlleva muchos símbolos, y por ello, hemos encontrado el aislamiento y la falta de comunicación escondidos en el título del libro, en el muro de vidrio, en la pintura de Castel y por último, en los sueños mediante los que el lector puede leer en su inconsciente y descubre su soledad absoluta, su desesperación y sus preocupaciones de quedar solo sin poder comunicarse.

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En suma, con esta síntesis se ha comprobado nuestra hipótesis que la soledad y la incomunicación prevalecen a lo largo de toda la obra y aparecen en los objetos estudiados por los críticos como, por ejemplo, en la maternidad que es un tema muy atractivo para ellos. Por lo tanto, resulta justo categorizar El túnel entre las novelas existencialistas lo que sostiene asimismo la caracterización del protagonista del libro que presenta a solitario arquetípico. Como hemos visto, Ernesto Sábato era capaz de esconder en su literatura varios significados los que el lector puede ir descubriendo poco a poco con lectura. Por consiguiente, no podemos decir con certeza si hemos analizado todas las formas posibles de la soledad y la incomunicación. No obstante, creemos que hemos planteado las formas más importantes que se hallan en el laberinto de El túnel, que gracias a sus misterios y la capacidad de avivar la imaginación de lectores presenta una obra extraordinaria.

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5. Referencias bibliográficas Sábato, Ernesto. El túnel. Madrid: Cátedra, 1989. Sabato, Ernesto. El escritor y sus fantasmas. 1ª ed. Barcelona: Seix Barral, 2014. Sábato, Ernesto. Hombres y engranajes; Heterodoxia. Madrid: Alianza, 1973. Sabato, Ernesto. Sobre héroes y tumbas. Barcelona: Editorial Sol 90, 2000. Boscán de Lombardi, Lilia. Aproximaciones críticas a la narrativa de Ernesto Sábato. Venezuela: Universidad del Zulia, Facultad de Humanidades y Educación, Centro de Estudios Literarios, 1978. Fořt, Bohumil. Literární postava: vývoj a aspekty naratologických zkoumání. Praha: Ústav pro českou literaturu AV ČR, 2008. Lukavská, Eva. Ernesto Sábato: Cesta labyrintem. Brno: Masarykova univerzita, 2000. Oviedo, José Miguel. “La búsqueda existencialista: la ficción y la reflexión de Sábato”. Historia de la literatura hispanoamericana 4: De Borges al presente. Madrid: Alianza Editorial, S. A., 2001. Predmore, James R. Un estudio crítico de las novelas de Ernesto Sábato. Madrid: Ediciones José Porrúa Turanzas, 1981. 156. 84-7317-101-2. Sartre, Jean-Paul. Existencialismus je humanismus. Praha: Vyšehrad, 2004.

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