- Buenos días! Que fresquito hace hoy. Cómo te encuentras?

La gota del Rocío En una hora fría de la madrugada nació nuestra protagonista, una gota de agua que al condensarse la humedad reinante se posó sobre

0 downloads 28 Views 147KB Size

Recommend Stories


quien te critica te hace IMPORTANTE, que aquellos que te desean lo peor
PRIMERA PARTE: POEMA INTRODUCTORIO Quien te lastima te hace FUERTE, quien te critica te hace IMPORTANTE, quien te envidia te hace VALIOSO, y a veces

NO ENCUENTRAS LO QUE BUSCAS?
NUESTRAS SUGERENCIAS 01 02 03 04 05 06 07 08 09 10 11 12 Costa Rica y Playas de Manuel Antonio Costa Rica y Playas del Caribe Costa Rica y Playas de

MILLENNIUM. Lo que no te mata te hace más fuerte David Lagercrantz
4 M Lisbeth Salander ha salido de caza: acaba de participar en un complejo ataque hacker sin razón aparente asumiendo riesgos que en otras circunstan

La igualdad te hace más hombre
“La igualdad te hace más hombre” Iniciativa para promover la concienciación, participación e implicación de los hombres a favor de la igualdad de sexo

Al servicio del instalador Si no encuentras lo que quieres, te lo buscamos
Ferretería Al servicio del instalador Catálogo para el sector de la pintura Si no encuentras lo que quieres, te lo buscamos Ferretería Herramient

01. Introducción a los problemas de salud, enfermedades y síntomas. Qué te pasa? Te encuentras bien?
Programa de español. Naciones Unidas Regular 5. Objetivo 1 01. Introducción a los problemas de salud, enfermedades y síntomas ¿Qué te pasa? ¿Te encue

Hoy mejor que ayer, mañana mejor que hoy
Hoy mejor que ayer, mañana mejor que hoy. Kaizen "cambio para mejorar" o "mejoramiento" en japonés; el uso común de su traducción al castellano es "me

Story Transcript

La gota del Rocío

En una hora fría de la madrugada nació nuestra protagonista, una gota de agua que al condensarse la humedad reinante se posó sobre el pétalo de una rosa. La acostumbrada flor le dio la bienvenida a la vida a nuestra querida gota de agua.-¡Buenos días! Que fresquito hace hoy. ¿Cómo te encuentras? -Pues es como si hubiese nacido ahora mismo. Puedo hablar como puedes comprobar, pero no recuerdo mi pasado. Ni siquiera me acuerdo de mi nombre. -No te apures – le contestó la rosa - Yo te bautizaré. Te llamarás Rocío, como tu procedencia. Es un bonito nombre. -Me gusta, gracias señora Rosa. Permíteme decir que hueles maravillosamente. -Ja, ja, ja. Bueno, conmigo se hacen regalos sobre todo los enamorados. -¿Y yo, tengo alguna función en este mundo Rosa? – le preguntó algo inquieta Rocío a la flor. -Tú eres fuente de toda vida Rocío. Tú eres agua, y sin ti no podríamos crecer los vegetales, que alimentan a su vez a los animales y éstos a otros animales. Sin ti la Tierra sería un desierto. -¡Vaya! Menos mal – se sintió aliviada e importante en el devenir. Rosa y Rocío estuvieron hablando de todo un poquito, hasta que llegó el mediodía. Salió el Sol y empezó a hacer un calor sofocante. Rosa le había prevenido a Rocío de la inminente transformación que iba a sufrir con la energía del Sol. Se calentaría y se transformaría en vapor de agua para seguidamente elevarse hasta las nubes. Entonces se volvería a enfriar y viajaría con miles y miles de compañeras gotitas de agua como ella subidas en nubes por toda clase de paisajes. En las nubes Rocío hizo amistad con muchas nuevas amigas. Era una gotita de agua feliz y normal, con el cariño sincero de sus semejantes. Hablaban de sus procedencias y experiencias. Que si venían de un charco, de un arroyo o de un rio, en fin, cosas de gotas de agua. Ella se hizo un grupito reducido de amigas íntimas de humedad condensada, en el que se introdujo una gota de lago llamada Rodolfo. Esta singular gota de agua tenía mucha experiencia, llevaba muchos ciclos a la espalda, y recordaba toda

su vida. Era un caso excepcional. Era el que hacía de guía turístico, explicando a las gotas del rocío sin memoria, lo que observaban desde las alturas. Habían dejado atrás las altas montañas y los bosques, y estaban a punto de traspasar una gran ciudad. Rodolfo contrajo un poco el rostro por la pena debido a lo que veía y olía. -¿Veis toda aquella zona industrial y todos aquellos vehículos a motor? Es el motivo de este mal olor y de la contaminación. Tapaos la boca si no queréis intoxicaros. Rocío, que era la gota más curiosa, preguntó - ¿Pero a quién se le ocurriría envenenar el aire que ellos mismos respiran?- Rodolfo estaba serio y consternado -La humanidad es capaz de lo mejor, pero al mismo tiempo de lo peor si es necesario defender su status. Es una raza muy extraña, capaz de matarse entre sí por cualquier motivo. El hombre resulta una enfermedad para nuestro amado planeta. De repente comenzó a vislumbrarse en el horizonte una línea extensa de color azul. Las nubes se dirigían en lenta progresión hacia ese inconmensurable contenido de agua. Rocío se sobresaltaba cada vez más, sorprendida ante aquella inmensidad. No pudo contenerse más y preguntó - ¿Pero qué es esto Rodolfo? ¡Dios mío! Pero si todo es agua en movimiento ¡es espectacular! -Es el Mar querida amiga. Es donde conviven innumerables gotas de agua como nosotras. También viven otras criaturas, millones y millones de ellas - dijo Rodolfo -¡Vaya! , solo pensarlo me causa un poco de vértigo – contestó Rocío. -Pues me parece que tenemos altas probabilidades de que nos precipitemos hacia el Mar – Rodolfo parecía presagiar un acontecimiento no esperado por el grupito de amigas de gotas del rocío sin memoria. -¿A qué te estás refiriendo? – preguntó una de ellas preocupada. -Empieza a soplar el viento y estamos entre dos masas de aire de diferente temperatura. Pronto comenzarán a haber descargas eléctricas llamadas rayos y todas nosotras iremos a caer al Mar – dijo Rodolfo. A los pocos minutos comenzaron a sonar los primeros truenos, y los rayos iluminaban el cielo y el Mar. El viento empezó a soplar con fuerza acelerando la velocidad de las nubes y agitando al Mar aumentando el oleaje.

Rocío estaba aterrorizada. Todos aquellos cambios climáticos alteraban sus sentidos. ¿Y qué era aquello de que se iba a precipitar al Mar? Allí no conocía a nadie. La tormenta y su miedo ante un incierto futuro paralizaban su pensamiento racional y se dejó llevar por el terror, sin poder asimilar todo lo que le estaba ocurriendo. Rodolfo vio aquel rostro desesperado y desencajado de su amiga Rocío. Se acercó hacia ella y con el rostro sereno y dulzura en la voz le dijo – no desesperes Rocío, es el momento de ser fuerte. El frente frio chocó contra su nube y un gran estruendo estalló en medio de su hábitat. El rayo parecía dibujar la senda a seguir hasta el Mar. Todas las gotas de agua empezaron a caer sobre el agua. Rocío se estampó con estrépito contra su superficie. La gravedad hizo que se zambullera a cierta profundidad, donde observaba, con ojos atónitos, su nuevo hogar. La tormenta le produjo un gran shock, sumado al miedo a lo desconocido, la introdujo a un estado extraño de sentir la realidad. Las innumerables gotas de Mar que pasaban a su lado se la miraban con cierta extrañeza, miradas que Rocío interpretaba como si la estuvieran vigilando. – ¿Pero qué le pasa a esa? – preguntó medio en guasa una de ellas – Se creerá que está en el infierno – contestó otra entre las risas de todas ellas. Rocío estaba muy alterada. No entendía porque la observaban, y porque se reían de ella. Lo cierto es que tenía el rostro desencajado y que parecía desentonar bastante con el resto. Preguntó a una gota escurridiza que a dónde se dirigían. Ésta se la quedó mirando con altivez y le contestó – Perdona pero tú no eres Mar - Maldecía su suerte, con lo feliz que era en su nube, con sus amigas y largas conversaciones con Rodolfo. Aquí no era nadie, todos la rechazaban, y sentía una presión extraña en la cabeza que no la dejaba pensar bien. Pasó cerca de ella un Tiburón y se espantó hasta perder el aliento - ¿Qué era ese pez enorme con esa mirada gélida y sonrisa maléfica? – Pensó para sí misma. Pero empezó a tener miedo de todos los peces, incluso a la mirada de una simple Sardina, que le sorprendió que ante su presencia alguien pudiera sentir temor. A cierta distancia había una gota de agua que estaba examinando el horror y desesperación que sufría Rocío en silencio. Decidió acercarse hacia ella y echarle un cable. Las gotas de agua estamos para eso, se dijo a si misma. -¡Hola! Me llamo Lágrima. Si te preguntas porque me llamo así te diré que nací de un ojo humano. Si me preguntas ¿qué hago aquí? Te diría que es una larga historia. -¡Hola Lágrima! Gracias por tu ayuda. Me llamo Rocío. -No se merecen Rocío. ¿Tú no eres de por aquí verdad?

-No, caí de mi nube en la tormenta. Soy una gota del rocío evaporada. -Se nota ¿Estás muy estresada aquí en el Mar no? -No me siento bien. Me miran mal el resto de gotas, y los peces me causan espanto. No sé qué me ocurre. -Tranquila, es normal, la tormenta te produjo un trauma, más la novedad de la vida en el Mar te han provocado los síntomas nocivos que sufres. A mí me pasó igual cuando llegué aquí. Genéticamente tenía altas probabilidades de padecer depresión debido a mi procedencia. El hecho de caer aquí sin conocer a nadie despertó mis ganas de llorar. Mi tristeza inagotable la mitigó un poco de polvo de algas que me dio una gota sabia. A Rocío le interesó mucho la historia de Lágrima. Había cierto paralelismo con lo que le estaba ocurriendo a ella. Así que se apresuró a preguntar quién era aquella enigmática gota sabia. -¿Y quién es esa gota sabia que tiene esos conocimientos sobre el estado de ánimo? -Es una gota nacida del esfuerzo, una gota de sudor, hace miles de años. Es una de las gotas más célebres de este Mar. Puede recordar todos sus ciclos, y conoce a la perfección nuestra constitución emocional y remedios para curar cualquier tipo de enfermedad. -¿Dónde vive y como se llama esta gota tan excepcional? --Vive a un día de aquí en caballito de Mar. Se llama Guillermina -No se hable más – dijo Rocío decidida – vayamos a visitarla ¿Me acompañarás verdad Lágrima? -La duda ofende. Hoy por ti y mañana por mí. Iremos con un caballito que conozco. Al rato las dos gotas se montaron a lomos del caballito de Mar conocido por Lágrima. Ésta le susurró el destino a las orejas del caballito y éste se puso en marcha hacia la casa de Guillermina. Al día siguiente, tras un largo viaje de 24 horas, el caballito de Mar y las dos gotas llegaron a unas cuevas marinas, donde vivía la gota sabia. -Bueno Rocío, aquí te dejo. Espero que te recuperes pronto. Debo ir a visitar a unos familiares. Guillermina tiene su consulta en aquella cueva de allí. -Muchas gracias Lágrima por todo.

No tenía pérdida. Se veía a una gota de cierta edad y una larga cola de gotas de agua esperando su turno. La cueva estaba iluminada por un rayo de sol que se abría camino desde la superficie hasta la estancia. Rocío se puso en la cola a la espera de su vez. Observó al resto de gotas que esperaban y todas parecían tener problemas por su semblante. Allí no había ninguna gota feliz. Sintió un poco de pena por ellas, pero luego, meditando un poco, tuvo que admitir que ella era una más. Cuando casi le tocaba el turno pudo ver a Guillermina a la distancia. Su rostro era sereno y con la mirada traspasaba el alma. Su voz llenaba el lugar, sonaba grave y envolvente. Era la próxima y se puso más nerviosa todavía. Siguiente – dijo la gota sabia. -Buenos días señora Guillermina. Me llamo Rocío y he venido…he venido aquí porque… -Porque tienes miedo ¿no? -Sí. Todos se burlan de mí menos Lágrima que me ayudó y me trajo aquí. -Mmm. Ya veo. Me acuerdo de Lágrima. ¿Y qué te pasó antes de venir al Mar? -Estaba viviendo muy feliz en una nube y una tormenta me envió al Mar. -Una tormenta, vaya – Guillermina miraba fijamente a Rocío. Parecía saber todo lo que pasaba a su alrededor. Rocío siguió con su relato. -Y cuando caí aquí todos me miraban fijamente y se reían de mí. Todas hablaban de mí. Luego pasaron a mi vera algunos peces y les cogí mucho miedo. También clavaban sus ojos a los míos. Creía que me estaba volviendo loca. -No Rocío, no pienses eso. Lo único que te hace falta es un poquito de sal. -¿Sal? – Preguntó Rocío. -Sí. Tómate 0’001mg la primera semana. Si desaparecen los síntomas negativos y esos miedos, ves reduciendo la concentración de sal. Cuando te sientas como cualquier gota de Mar ya sólo deberás tomar 0’0000001mg al día. -¿y ya está?

-Ya está no Rocío. La sal te ayudará, pero tú has de poner el resto. Deberás poner ganas en hacer cosas diferentes y conocer gotas nuevas. Estás en el Mar y aquí oportunidades no te van a faltar. -Muchas gracias señora Guillermina. Es usted un Sol. -Ja, ja, ja, gracias – dijo la gota sabia- Me parece que Lágrima ya ha hecho bien su trabajo. ¡Siguiente! Rocío salió encantada de aquel encuentro. Se iba a poner bien si ponía de su parte el esfuerzo necesario para su total recuperación. Sólo tenía que tomar aquella sal y perder el miedo buscando al prójimo. Se acercó una Sardina y Rocío hizo un esfuerzo y le dirigió la palabra. -¡Buenos días pez! ¿cómo se encuentra hoy? -Bien, pero soy una Sardina para tu información. -Usted perdone, no quería ofenderla – respondió Rocío -No me has ofendido. Perdona pero es que me tengo que ir con aquel banco de compañeras. -¡Adiós, buen viaje! -Gracias hombre – que gota más salada, pensó para sí misma la Sardina. Rocío fue hablando con peces, moluscos y gotas de Mar para perder ese estúpido miedo que adquirió en la tormenta. Pudo demostrar que era un temor infundado, que la mayoría de todos ellos eran simpáticos y que vivir en el Mar era fascinante. Un buen día Rocío volvió a toparse con un Tiburón. Al principio sintió una punzada de terror, que la trasladaba a la tormenta. Pero decidió hacerle frente con la simple arma de la palabra. Así que se dirigió al gélido escualo. -¡Buenas tardes señor Tiburón – no supo que más añadir. -Buenas ¿por qué? Hace tiempo que no como nada. -Pues espero que pronto encuentre algo que comer.

-Muchas gracias hombre – dijo el Tiburón. Se quedó mirando a Roció y le preguntó ¿Pero es que no tienes miedo? Tengo muy mala fama por aquí. -Tenía pavor con solo oír tu nombre. Pero Guillermina me dijo que tenía que poner todo de mi parte, así que decidí hablarte para comprobar si era en realidad un miedo merecido o inventado. Oye, ¿y tú cómo te llamas? -Me llamo Roberto. -Un buen nombre para un Tiburón. Escucha Roberto ¿tú crees que ya soy una gota normal de Mar? -Pues claro que eres una gota de Mar normal ¿Qué clase de pregunta es esa? Además, eres de las gotas más valientes que he conocido -Gracias Roberto. Necesitaba saberlo. --No se merecen. Bueno me voy, que tengo hambre. Adiós Rocío, que te vaya todo bien. -Adiós Roberto. Lo mismo te digo.

Patricio Lanuza Arto

Get in touch

Social

© Copyright 2013 - 2024 MYDOKUMENT.COM - All rights reserved.