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Universidad Diego Portales Literatura Española Del Cid al Autor La fecha exacta en que fue compuesto el Cantar de Mio Cid es desconocida, se especula que fue entre el 1099 y después del 1140. Esta última fecha es la que he escogido como definitiva para mi trabajo, y evidentemente indica que el Cantar fue compuesto en el siglo XII, plena Edad Media. Después de la Reconquista Española, con tiempo suficiente para recordar héroes del pasado, y poder de esta manera, inventar cosas sobre ellos, y hacerlos más increÃ-bles de lo que realmente fueron; sabida es la conveniencia de escribir sobre personas o acontecimientos que pasaron hace mucho tiempo. Castilla conquista Plasencia, Calatrava, Cuenca. León toma Coria. Aragón y Cataluña conquistan los reinos musulmanes del Valle del Ebro; se toman Zaragoza, Tudela, Calatayud, Daroca, Teruel, Lérida, Tarragona, Tortosa. Portugal conquista Lisboa. Se constituye de esta manera el Cantar de Mio Cid como literatura medieval. Alejado del Siglo de Oro y el Renacimiento, puede que el Mio Cid fuera un relato que se escapaba del análisis renacentista de la individualidad y la subjetividad, por lo menos sus personajes, porque tal vez el autor, secretamente nos llama la atención constantemente, para que vayamos del Cid al Autor. Para que escuchemos la voz del compositor anónimo de esta gran pieza de la literatura medieval, que cuenta mucho más que las hazañas de Ruy DÃ-as de Vivar. Toda historia gira en torno a una trama, y ésta sólo llega a la acción a través de los personajes; por supuesto el Mio Cid no es una excepción, por el contrario, tal vez sea uno de los mejores ejemplos de cómo los personajes mueven la historia. Acordemos que el Cid y el Rey son, cuando menos, personajes muy especiales. El cantar del Mio Cid gira en torno a la justicia, podrÃ-amos decir, en términos generales. El destierro del Cid es, en sÃ-, un acto de injusticia, y la afrenta de los infantes de Carrión requiere una venganza, la cual se obtiene únicamente por derecho y juicio, y no matando al ofensor. Pero a pesar de que, y como dije antes, al igual que en toda historia los personajes mueven y ejecutan, podrÃ-amos decir, la trama, en el Mio Cid los personajes no poseen una individualidad marcada, siquiera levemente; el subjetivismo que adorna el Renacimiento está aun lejos de la obra, evidentemente porque tratamos con un épica medieval. Pero a pesar de esta ausencia en el desarrollo y en la constitución de los personajes, hay en la obra un individualismo y un subjetivismo presentes y marcados. Estoy refiriéndome, por supuesto, al desconocido autor del cantar. Advierto inmediatamente que si bien los razonamientos de los cuales me voy a servir a continuación son de base exocrÃ-tica, no es mi intención probar nada acerca de esta metodologÃ-a crÃ-tica del en−torno, más bien quisiera buscar respuestas, argumentos que expliquen los pasajes de la obra que nos llevan del Cid al autor. El autor del Mio Cid construyó su obra en torno a situaciones polÃ-ticas especÃ-ficas, probablemente de gran conmoción para la época (digamos que ridiculizar a la nobleza, o parte importante de ella, representantes e Ã-conos de su paÃ-s, y convertirlos en malvados e incluso maquiavélicos (los infantes de Carrión) podrÃ-a significar, cuando menos, una leve conmoción para las gentes de la época) acusando a 1
la nobleza de crÃ-menes y sometiéndola a castigos que sabemos que históricamente nunca sucedieron. No es mi intención hacer hincapié en esto, sino más bien dejar que la literatura sea ficción y la historia realidad, claro, hasta donde se la pueda aceptar como tal, o como el discurso de los vencedores sobre los vencidos, pero dejemos eso para otra ocasión. Lo importante es esclarecer los hechos. Bien sabemos entonces que ciertos hechos narrados en el cantar no ocurrieron en la vida real; entonces cabe preguntarse ¿por qué fueron escritos? No estamos hablando de una historia de dioses y semi−dioses, o fantasÃ-a desbordante que narra hechos que a la lectura del más ingenuo, literal y poco docto lector siguen siendo fantasÃ-a, y no se confundirÃ-an jamás con la realidad. Sin embargo el Cid fue hombre real, y de no tener los conocimientos necesarios al empezar a leer el cantar, podrÃ-a llegarse a creer fácilmente en la veracidad histórica de los hechos narrados. Tratemos entonces de contestar a esa pregunta. ¿Por qué el autor del Mio Cid inventó tales hechos? o quizás una mejor pregunta serÃ-a (ya que a esta alguien pudiese contestar para crear los antagonistas enemigos del Cid y podrÃ-a no estar lejos de la verdad) ¿por qué el autor del Mio Cid llegó tan lejos en ridiculizar a la nobleza? Pues parece que el autor no sólo se empeña sino que se esmera en ello; la teorÃ-a del antagonista ahora vacila, ¿acaso necesita el Cid un antagonista de tales caracterÃ-sticas para resaltar sus bondades? Personalmente creo que no, creo que en duelo, fuese cual fuere, con el más honorable caballero, el Cid habrÃ-a seguido siendo la misma figura paternal y justiciera. Pero aun asÃ-, busquemos una repuesta que pueda ser basada y ratificada por hechos documentados e invariables. Retrocedamos unos siglos y situémonos en el contexto histórico del Cid Ruy DÃ-as de Vivar en el siglo XII. Durante este siglo se formaron los cinco reinos que perdurarán hasta la época de los Reyes Católicos: Portugal, Castilla−León, Navarra, Aragón−Cataluña y Al−Andalus. A lo largo de la primera mitad del XII el poderÃ-o de los reinos cristianos les habÃ-a permitido avanzar en la Reconquista, pero se produjo un pequeño retroceso con las invasiones de almorávides y almohades que reforzaron los débiles reinos de Taifas y detuvieron los progresos castellanos. No ocurrió asÃ- en Aragón, donde Alfonso I `El Batallador' alcanzó el Ebro y tomó Zaragoza. En la Edad Media los diferentes reinos tenÃ-an tres instituciones comunes: la monarquÃ-a, las cortes y los municipios. La monarquÃ-a tiene un carácter feudal y autoritario. Es autoritaria porque el monarca asume todos los poderes (no es una monarquÃ-a absoluta tampoco). Es feudal porque el rey es el vasallo más importante. Ocupa el lugar preferente, serÃ-a el señor de todos los vasallos. A monarquÃ-a medieval está representada por el rey, que asume todos los poderes (legislativo, ejecutivo y judicial). Es una monarquÃ-a con carácter de centralismo polÃ-tico, centralista. El rey es quien hace las leyes y obliga a su cumplimiento, además es la cabeza visible del ejército, es quien administra el reino. Se puede hablar de autoritarismo. Hacia el siglo XII, la caballerÃ-a se habÃ-a convertido en una forma de vida. Las reglas básicas del código de caballerÃ-a eran las siguientes: * La protección a las mujeres y a los débiles. * El triunfo de la justicia frente a la injusticia y el mal. * El amor a la tierra natal. * La defensa de la Iglesia, incluso a riesgo de perder la vida. 2
En la práctica, los caballeros y aristócratas ignoraban este código cuando les convenÃ-a. Las disputas entre nobles y los enfrentamientos por la tierra tenÃ-an preferencia ante cualquier otro código. ¿SerÃ-a acaso esa falta de moral una razón para la ridiculización de la nobleza? PodrÃ-amos pensar que el autor del Mio Cid querÃ-a burlarse de la falta de caballerosidad de la nobleza poniendo como ejemplo la afrenta de los infantes de Carrión, que intentan asesinar a sus esposas al huir del Cid. Todos se habÃ-an ido, ellos cuatro solos son, asÃ- lo habÃ-an pensado los infantes de Carrión: «AquÃ- en estos fieros bosques, doña Elvira y doña Sol, «vais a ser escarnecidas, no debéis dudarlo, no. «Nosotros nos partiremos, aquÃ- quedaréis las dos; «no tendréis parte en tierras de Carrión. «Llegarán las nuevas al Cid Campeador, «asÃ- nos vengaremos por lo del león». Los mantos y las pieles les quitan los de Carrión, con sólo las camisas desnudas quedan las dos, los malos traidores llevan zapatos con espolón, las cinchas de sus caballos ásperas y fuertes son. Cuando esto vieron las damas asÃ- hablaba doña Sol: [] Lo que ruegan las dueñas de nada les sirvió. Comienzan a golpearlas los infantes de Carrión; con las cinchas de cuero las golpean sin compasión; asÃ- el dolor es mayor, los infantes de Carrión: de las crueles heridas limpia la sangre brotó. En cuanto a la economÃ-a, habÃ-a un contraste entre dinero y objetos preciados y la base económica de la nobleza cortesana: el solar, las tierras y las villas poseÃ-das por heredad. La tensión, que le poema de Mio Cid pone tan claramente de manifiesto entre dos `clases' Bien diferenciadas, no sólo social sino económicamente, creo que se explica teniendo presentes las transformaciones sufridas por la España cristiana como consecuencia del colapso de la polÃ-tica imperialista de Alfonso VI en el al−Andalus. [En efecto, la interrupción del flujo de dinero desde 3
al−Andalus, la escasez de `aver monedado', creo las condiciones básicas para la explosión polÃ-tico−social que se produjo en la España cristiana después e la muerte de Alfonso VI] Lamentablemente después de esta breve pero completa revisión sobre la historia del en−torno que rodeaba al Cid realmente, y sólo suponiendo el año aproximado en que el cantar fue compuesto, no hemos podido llegar a una respuesta con base argumentativa, por el contrario, sólo hemos formulado hipótesis, suposiciones sin base alguna y que no pueden ser probadas. Tenemos ahora más incógnitas que antes, pero algo se ha esclarecido a través de este ejercicio de revisión histórica, que en el fondo no fue más que una excusa que nos condujera a esto, y esto es que, si bien no sabemos cuál es la razón, podemos suponer con bases lógicas sólidas que hubo una razón, y ésta, sea cual fuere, nos lleva, a través de la metodologÃ-a cualquiera de la que se quiera servir el lector, del Cid al autor. La individualidad y subjetividad del autor arrastra nuestra atención hacia él constantemente, robándose el protagonismo de sus personajes heroicos. Pero la obra sufre, a raÃ-z de esta acción, repercusiones graves sobre sus otros personajes, los antagonistas; como lectora del Mio Cid percibo, muy personalmente, la carga del misterio del autor sobre los personajes en los cuales recae tal misterio; en otras palabras, los personajes que se ven involucrados en el ridÃ-culo y en la ridÃ-cula exageración del ridÃ-culo y el deshonor llevan la carga emocional del misterio detrás de tal exageración. Esto en su punto los hace más interesantes, incluso, tal vez, llamativos, pero no les da el individualismo que representarÃ-a, quizás, el paso a la cumbre de una épica casi perfecta. Llegados a este punto hay muchas preguntas que podemos hacernos, aunque tal vez sólo podamos contestar unas pocas. Primero aclaremos unas cosas. El Cantar del Mio Cid es, como sabemos, un cantar de gesta medieval, y del cual poco sabemos en cuando a su autor y su época de composición nos concierne. De manera que ¿por qué hablo de individualismo y subjetivismo, ambos elementos esencialmente renacentistas, en una obra medieval que no alcanza el Siglo de Oro? ¿Por qué hablar de caracterÃ-sticas que no le corresponden? Decir que no se puede separar tan abruptamente la Edad Media del Renacimiento puede sonar a excusa barata si tenemos en cuenta la diferencia temporal (XII − XVI, tomando el año 1140 como el año de la composición del Mio Cid) Pero lo cierto es que la lÃ-nea de tiempo tal como la conocemos es una ilusión, bien sabemos que un año no separa dos periodos de tiempo; simplemente simboliza el quiebre con un hecho o acontecimiento de gran importancia, en palabras sencillas. Sobre esta base podemos pensar que el Mio Cid constituye parte del pasado que forjó el renacimiento, el mismo que precedió a las Coplas a la muerte de su padre que de alguna manera podrÃ-amos decir separa la Edad Media del Renacimiento; asÃ- como el Lazarillo de Tormes se remonta a la Celestina de Fernando de Rojas. Puede que ahora ya no sea tan descabellado adjudicarle términos y caracterÃ-sticas al Cantar de Mio Cid; además, me permito recordar que el individualismo y el subjetivismo que adjudico al Mio Cid, los adjudico a su autor y no a su obra o a sus personajes. Pero si estos elementos son renacentistas, debemos primero, entonces, aclarar la constitución no individual y subjetiva de la Edad Media. ¿Cómo es o deberÃ-a ser el Mio Cid? Para esclarecer esta diferencia entre dichos periodos de tiempo, quiero ejemplificar los opuestos con las Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique, ya que, como dije antes, constituye esta obra el mejor ejemplo del quiebre entre la Edad Media y el Renacimiento. Las Coplas a la muerte de padre contienen ambos mundos, renacentista y medieval; por un lado está el individuo como centro el universo y creador de su obra, y por otro lado está la restricción moral del 4
catolicismo que limita la libertad del hombre, del individuo, subordinándolo a una dependencia divina. AsÃ- como la literatura medieval tenÃ-a un carácter moralizante demostrado a través del personaje modelo, heroico, que simboliza la existencia perfecta (descripción muy aproximada del Cid Ruy DÃ-az), las Coplas también se estructuran a través de este personaje perfecto, creando asÃ-, al igual que el Cid, un patrón moral que debe ser seguido por todo cristiano que aspire a la vida eterna; la obra se convierte en un manual, un ejemplo a seguir. Pero las Coplas también están presentes en el Renacimiento, a partir de la voz en primera persona de las Coplas, se produce un quiebre con la estructura narrativa medieval; existe una subjetividad, la subjetividad de un individuo que se impone con un discurso filosófico verdadero, un discurso que da paso al descubrimiento del hombre a través de su voz; prestarle voz al personaje de la obra es de capital importancia para que el individuo pueda, con su propia voz, rebelarse ante las fuerzas superiores y divinas, en fin, ante dios. De manera que si ahora comprendemos las diferencias estructurales entre la literatura de la Edad Media y la literatura del Renacimiento podemos volver a la pregunta que nos hicimos en un comienzo. En el Cantar de Mio Cid el propósito moralizante de la perfección del Cid se ve opacado por la exageración del ridÃ-culo que sufren los nobles y por sobre todo los infantes de Carrión. ¿Por qué? ¿QuerÃ-a decir algo el autor a través de este ridÃ-culo? ¿Era una venganza tal vez? ¿Una rebelión contra la nobleza? Sea cual fuere la respuesta, si nos basamos en nuestra suposición inicial que el autor del Mio Cid dijo algo, por algún motivo, eso querrÃ-a decir que el autor se prestó voz a sÃ- mismo a través del discurso de exageraciones que cantó el narrador (digámoslo asÃ-); técnicamente entonces el autor le dio voz al narrador para que sin hablar dijera cosas. Cosas que nos hacen ir del Cid al autor. El individualismo y el subjetivismo podrÃ-an ser términos aceptables, entonces, aunque desarrollados en un nivel muy inferior al alcanzado en el Renacimientos, pero con el mismo objetivo revelador. Para dar a entender mis palabras, desarrollaré un pequeño ejemplo: El autor del Mio Cid no nos revela un mundo al cual desee escapar, como sÃ- lo hará en el Siglo de Oro Garcilaso (y también Góngora), donde se desea evadir el mundo; y esto se ve reflejado en el apego emocional a la naturaleza, que se contrapone a la ciudad y lo aleja del mundo, y donde el hombre pastoril rechaza la creación del mundo como propiedad de dios, pues son ellos mismos y sus propias vivencias lo que alterarán el orden del universo; la voz poética se transforma en divinidad en un universo autónomo, que es la poesÃ-a de Garcilaso. Como bien es el objetivo de la literatura del Siglo de Oro mostrar una realidad despreciable (a sabiendas del contexto histórico en el cual está sumido este Siglo de oro Español) Quizás no sea tan loco decir que el autor del Mio Cid quiso decir algo, mostrar, a través de sus exageraciones, una realidad desconocida para el pueblo. Tal vez se prestó a sÃ- mismo la voz para mostrar una realidad despreciable. A pesar de esta extendida búsqueda para dar con la argumentación final que apoye mi hipótesis, no he podido hayar ese hecho histórico, o esa afirmación irrefutable. Tal vez me falte aun mucho por leer sobre el Mio Cid, y leer el Mio Cid varias veces más. Sin embargo creo firmemente en mi hipótesis, y creo que aunque nunca pueda probarse, es una teorÃ-a interesante, una forma tal vez desesperada de saber algo más acerca del autor de esta obra. BibliografÃ-a: EconomÃ-a y PolÃ-tica en el Cantar de Mio Cid − Diego Catalán
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De la exocrÃ-tica a la endocrÃ-tica − Miguel Garci−Gómez http://www.edadantigua.com/edadmedia/edadmedia.htm http://www.isftic.mepsyd.es/w3/eos/MaterialesEducativos/mem/aventlitera/html/marco/c_sxi.html http://html.rincondelvago.com/la−peninsula−iberica−durante−los−siglos−xi−xii−y−xiii.html 11
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