CARTUJA. EL SANTO ROSARIO *

A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA. EL SANTO ROSARIO* EL CULTO J. IBAÑEZ y F. MENDOZA En la cuna misma de la O rden, encontramos ya, cual Madre so

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Página 1 de 18 EL SANTO ROSARIO San Pío V atribuyó la victoria de Lepanto, el 7 de octubre de 1571 -con la cual desaparecieron graves amenazas para l

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A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA. EL SANTO ROSARIO*

EL CULTO

J. IBAÑEZ y F. MENDOZA

En la cuna misma de la O rden, encontramos ya, cual Madre solícita, a M aría . Ella se encargó de cuidarla y proveyó maternalmente a su subsistencia, sin abandonarla jamás. En efecto, a principios del año 1 084, san Bruno con sus seis com­ pañeros, enamorados como él de la soledad, se arrojaban a los pies del obispo de Grenoble, Hugo de Chateauneuf, pidiéndole les indi­ cara un lugar solitario donde servir a Dios bajo la mirada maternal de María. El santo obispo , advertido por un sueño misterioso de Siete Estrellas rutilantes que brillaban sobre un lugar desierto llamado Cartuja , los condujo a aquella soledad, inaugurando allí la vida ere­ mítica los nuevos restauradores del Yermo . El primer cuidado de san Bruno al llegar con los seis compañeros al desierto de la Cartuja, fue levantar, rodeado por sencillas chozas, un oratorio a la Madre de Dios, a quien había aprendido a amar desde su más tierna infancia, y cansagrarle Ja familia de la cual venía él a ser providencialmente padre y cabeza. Poco tiempo después, los acontecimientos vinieron a confirmar el sello mariano de la Orden. A los seis años de la llegada de san Bruno a la soledad de la C artuja, el papa Urbano I I , apena� subido a la silla de san Pedro, se acordó del que fuera su maestro en Reims y ordenó a san Bruno trasladarse irimediatamente a Roma. Era el año 1 090 . La ausencia del fundador representó una dura prueba para la naciente comunidad cartujana. Desalentados los compañeros y a punto de cambiar su género de vida, el Cielo intervino milagrosamente. Se les apareció un anciano de aspecto venerable, a quien toman por san Pedro. «¿Qué hacéis -les dice-?; Dios os quiere aquí, quedaos. *

Ponencia leída en la XLIV Semana de la Sociedad Mariológica Española celebrada en

Guadalupe (septiembre 1978).

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Pero si queréis en adelante ser fuertes contra la tentac1on, colocaos bajo la protección especial de María Santísima rezándole cada día fielmente su Oficio» . Los cronistas cartujanos coinciden substancialmente al narrar este hecho sorprendente, pero algunos precisan un poco más: «Hermanos míos, les habría dicho el misterioso personaje, dudáis si os conviene o no partir; vengo de parte de Dios a deciros que la Santísima Virgen María os alcanzará la perseverancia si le rezáis cada día las HORAS de su Oficio, recitándolas antes de las correspondientes del Oficio Canónico, salvo Completas que diréis después» 1 • 1 El suceso lo refieren casi en los mismos términos Dom Enrique Egher de Kalkar (t 1408) Y Dom Lorenzo Surio (t 1578). Cfr Dom Le Couteulx. t. 1, p. 90 . Dom Pedro Dorlando (t 1507) ( autor de una interesante Crónica Cartujana, en latín, im­ presa en Colonia en 1608 , fuente obligada de todos los cronistas posteriores), y más tarde Dom Nicolás Molín (t 1638), añaden este inciso en sus Crónicas: « ... si cantáis sus Horas como la Iglesia Romana acaba de instituirlo ... » (en el Concilio de Clermont, noviembre de 1095), (Historia Cartusiana, t. I , p. 17, Advertimos, sin embargo, que el inciso de Dorlando y de Dom Molín, que escribían a varios siglos de distancia , puede ser muy bien una conjetura per­ sonal . La simple lectura de la alocución que Molín pone en boca de san Pedro, hace ver que no intenta citar palabras textuales, sino simplemente la sustancia del hecho, siguiendo a Dor­ lando) . Según esto, la aparición habría tenido lugar alrededor de los años 1096-1097 , después del Concilio citado, durante la permanencia en Italia de san Hugo de Grenoble, su gran amigo y protector. Que el hecho debía ser cosa reciente lo persuade también la cariñosa carta escrita por san Bruno en 1099 a los religiosos de la Gran Cartuja, de la q ue fue portador el prior Landuino, cuya visita había recibido en Calabria en dicho año . En ella hace alusión el santo a las .insidias de los turbulentos ermitaños; «Permaneced, hermanos míos, en el estado de perfección q ue habéis abrazado, y huid, como de la peste, el trato perjudicial y el contacto con ciertos laicos falaces que propalan sus ideas y hablan de lo q ue no aman ni entienden, rebeldes a toda dis­ ciplina y obediencia, perezosos y vagabundos ( «gyrovagi» ), cuyos hechos están en abierta con­ tradicción con su lenguaje y su conducta» ( PL 152, 418 s . ); José Ignacio Valentí, san Bruno y la Orden de los Cartujos, p. 37 (Valencia , 1899); Vie de Saint Bruno, pp. 381 y 437 ss. El autor de esta Vida es DoM EucHER CusTER, profesor de la Gran Cartuja (24-VI-1887), nacido el 23-V-1852, en la diócesis de Lyon y fallecido en la Cartuja de Parkminster el 15 de no­ viembre de 1924) . Otros opinan, sin embargo, que la tentación de los padres y la aparición de san Pedro tuvo lugar después de su regreso de Roma , a donde habían ido a reunirse con su santo fundador (septiembre de 1090), y antes del Concilio de Plasencia (Cuaresma de 1095). El fundamento de esta opinión es el haber propuesto san Bruno en el citado Concilio de Plasencia la adopción en la Iglesia del Oficio Parvo de la S antísima Virgen, ya rezado por los religiosos de San Pedro Damiano y, antes, por los de Monte Casino, como lo prueba una Cons­ titución de Gregario H, que data del año 715 . La realización de sus deseos se remitió al Concilio de Clermont, habido al final del mismo año (noviembre de 1095), presidido por el Papa Ur­ bano 11, el cual otorgó el Decreto postuJado por su caro maestro. Si colocamos la aparición antes del Concilio de Plasencia, la iniciativa de nuestro Santo Padre se explicaría de la manera más natural por el suceso milagroso y providencial relatado, del cual, sin duda alguna tendría opor­ tuno aviso y conocimiento. Lo que hizo sospechar a los padres que el anciano que les . había aconsejado el rezo del Oficio Parvo no podía ser otro que san Pedro, fue precisamente, según graves autores, la noticia de que su sucesor en la Silla Apostólica acababa de decretar su rezo en la Iglesia (Vie de Saint Bruno, citada , pp. 380-382). Los que participan de esta opinión añaden que, lógicamente hablando, es más verosímil y natural que la tentación de los antiguos padres tuviese lugar después de su vuelta de Roma, cuando flacos aún por el esfuerzo que suponía el volver a emprender una vida de austeridad y penitencia, y privados de los ejemplos y alentadores consejos de q uien les había conducido a la _

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Los Padres, iluminados y reconfortados con la celeste visión, aceptaron con gozo el PACTO que los reconciliaba con su santa vocación. El PACTO entre María y los cartujos Uno d ; costumbre que no tuvo en cuenta I:l

Annales. t . IV. pp. 73-7 5 . Tomada d e san Agustín. cfr P L 3 9 , 2107 , Sermo d e A nnuntiatione Dominica, CXCIV, alias 18 de Sanctis. Se duda si este Sermón es de san Agustín. Algunos lo han atribuido a san Ambrosio Autperto (cfr Mgr. P. Gr.oRil:TX, Pour revaloriser Migne, Mélanges de Science Religieuse, I Xe. anné, 1 95 2 . p. 2 6 ) . Dom J. Winandy, gran conocedor de cuanto se refiere a san Ambrosio Autperto, no lo incluye entre las obras del abad de Saint Vicent. DOM E. KERK· KERS , en la Clavis Patrum latinorum, n. 368. p. 69, lo considera simplemente como de origen dudoso. Por lo mismo permanece incierto el verdadero autor de la Antífona en cuestión. l'i Dom Le Couteulx, t. IV, p. 26 1 . H

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la Tercera Compilación d e 1 509, a l prescribir (cap . 1, 7 0 ) l a adición del Evangelio de san Juan y oraciones anexas, y consiguientemente la Salve Regina , con sus oraciones, en el Oficio de Completas, después de los tres Pater Noster. Por donde se echa de ver - según reflexión de Dom Le Couteulx - que se quiso terminar el día con las mismas preces con que se terminaba la vigilia nocturna (el Evangelio de san Juan y la Salve se rezaban en la Misa Seca de Beata desde 1 368) 16, produciéndose un desplazamiento o sustitución que alguno inició por devoción, la cual originó muy pronto la costumbre general, erigida luego en ley17•

E)

El Confiteor

Mucho se engañaría quien pensase que el Oficio de Beata del rito cartujano tiene la misma extensión que el Oficio Parvo de la Santísima Virgen en el rito romano . Excepción hecha de los Maitines, que constan únicamente de un Nocturno , todas las demás Horas tienen una longitud más o menos igual a la de las Horas correspondientes del Oficio Divino. Para confesar y reparar las faltas cometidas durante el día y la noche, especialmente en la recitación de tan largos Oficios, el cartujo reza dos veces el Confiteor, a saber, en Prima y Completas del Oficio Divino , o sea , al levantarse y al acostarse, acudiendo a la intercesión de su buena Madre del Cielo , con una fórmula tan sincera y devota , que por s e propia del rito cartujano agradecerá e l lector que la tras­ lademos aquí . Dice así : Confieso delante de Dios y de ti, oh pi·adosísima Madre de Dios, y de vosotros santos todos, que pe­ qué con mucha culpa mía y por so berbia, de pensamiento, pala­ bra, o bra y omisión; te suplico a tí, oh piadosísima Madre de Dios, y a vosotros santos todos, que roguéis por mí.

Confiteor Deo, et tibi, o piissima Dei Genitrix, et vo biS, omnes Sancti, quia peccavi nimis mea culpa per superbiam, cogitatione, locutione, opere et omissione; pre­ cor te, o piissima Dei Genitrix, et vos, omnes Sancti, orate pro me.

Misereatur mei Omnipotens Deus per i'ntercessionem tuam, o piissi­ ma Dei Genitrix, et vestram, om­ nes Sancti, et dimittat mihi om-

Compadézcase de mí el Dios Om­ nipotente por tu intercesión, oh piadosísima Madre de Dios, y vuestra, santos todos, y me. per-

16 17

Nova Statuta, l.ª parte, cap. V, 2. Dom Le Couteulx, t. IV, p. 262.

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nia peccata mea, et perducat ad vitam aeternam. Amen.

done todos mis pecados, y con­ duzca a la vida eterna. Amén.

3.

Las misas de «Beata»

A)

la misa cantada de Beata en sábado

La misa cantada del sábado es antiquísima: su origen se remonta al siglo X I I . Leemos en las Constituciones de Dom Basilio , general de la Orden desde 1 1 5 1 hasta 1 1 74, que la misa Rorate Coeli, se cantaba todos los sábados de Adviento que no tenían misa propia . Mas no había nada establecido regularmente para todos los sábados del año: esta práctica se dejaba a la piedad y devoción de los priores y de sus comunidades. La institución oficial debe ser colocada en 1 22 2 . En efecto, en los Estatutos publicados en dicha fecha por el R . P . general Dom Jancelin, se declara que cada sábado , salvo impedimento legítimo o disposición contraria del prior, se cantará la misa Salve Sancta Parens. Y algunos años más tarde, para sustraerla a la arbitrariedad de los priores, se la imponía casi como obligatoria. «Recomendamos que cada sábado, a no ser que ocurra misa de aniversario o una fiesta de X I I Lecciones, se celebre una misa de Beata, sea conventual, sea privadamente» 1 8• Por último, �l C apítulo General de 1 270 la impuso obligatoria en tér­ minos precisos. Hasta 1 240 la misa de Beata tuvo siempre rito feria·!. Efectiva­ mente, en las Constituciones de Dom Basilio se lee: «En las misas voti­ vas del Espíritu Santo y de Beata se omite el Gloria in excelsis». Pero en dicha fecha, según Dom Le Couteulx, se le otorgó el rito festivo con la introducción del Gloria in excelsis y otras particularidades pro­ pias de dicho rito; privilegio que no fue concedido a la misa del Espíritu Santo hasta 1 438 . Una Ordenación del añ Ó 1 250 le dio pri­ macía sobre las misas de aniversarios o de difuntos; y en 1 25 3 adquirió un rito particular, por decirlo así, al dársele preferencia sobre las misas de un rito litúrgico superior, como son las misas de tres leccio­ nes, al decidirse que la fiesta de tres Lecciones que ocurriere en sábado tendría su misa en privado , y la misa de Beata, no obstante ser simplemente votiva , sería cantada. En los Antiguos Estatutos de 1259, se lee que cuando una vigilia o un día de ayuno con misa conventual obligatoria cayere en sábado, IS Es una Ordenación posterior a los Estatutos de D . Jancelin (1222), pero anterior a los Antiguos Estatutos (1259), ad calcem del manuscrito de siglo XII I , B. 1, 551, del Archivo de la Gran Cartuj a .

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se dirían dos misas conventuales cantadas, a saber, la del ayuno o vigilia, y la de Beata: lo que suponía una docena de casos por año . En 1 27 0 , una Ordenación manda que se diga en privado la misa de Beata cuando ocurriere en sábado alguna fiesta del Capítulo o so­ lemnidad. Otras excepciones existían también, dictadas por la pru­ dencia y previstas por los Estatutos que dispensaban de la misa can­ tada; como la concurrencia de una fiesta de 12 Lecciones o sepultura, etcétera. Hoy día, en virtud de una disposición del Capítulo General de 1 949 , iterada y confirmada en 1 951, la misa de Beata se dice en privado siempre que en sábado ocurra otra misa cantada obligatoria . E n los Nuevos Estatutos d e 1 368, se declara que la misa conven­ tual de Beata del sábado, será en adelante celebrada por el sacerdote Hebdomadario de la semana siguiente . Entre todos los puntos de regla litúrgicos, relativos a la misa de Beata, ninguno tan conmovedor y significativo como éste, por el cual la misa de Beata del sábado pertenece de derecho al sacerdote que entra de turno : el orden de la Tabla se detiene para dejar paso a ese venerable o{iciante que durante toda la semana va a representar a la comunidad y a bendecir y rogar en nombre de todos sus hermanos. Es como la ofrenda anticipada de sus piadosas fatigas y trabajos depo­ sitados a los pies de la Divina Madre. B)

La misa votiva cotidiana de Beata

No contenta la liturgia cartujana con el rezo íntegro del Oficio de la Santísima Virgen, y con hacer conmemoración de Nuestra Señora en el Oficio C anónico de Vísperas y Laudes, mediante las bellísimas antífonas Salve Regina y Tota Puchra es1 9 que se dicen de pie y des­ cubiertos, vueltos hacia el altar, en señal de profundo respeto y reve­ rencia a María, manda además que en cada una de las Casas se cele­ bre todos los días, aun en las fiestas solemnes, una misa votiva de Beata, excepto en los tres últimos días de la Semana Santa 20• Conforme se indicó en el número precedente , esta misa se canta conventualmente el sábado, siempre que en dicho día no concur�a

1 9 El Manuale Caeremoniarum de la Gran Cartuj a , de fines del siglo XIV . consigna el si­ guiente significativo detalle: «Los sábados, las Antífonas Salve Regina y Tota Pulchra es ( con las cuales se hace Conmemoración de Nuestra Señora en Vísperas y Laudes) deben ser entonadas más alto, para mejor honrar a María» . Desde el Capítulo General de 1 965 se cantan. no ya como formando parte del Oficio Divino, sino a Título de devoción. La Antífona «Tota pulchra es», ha sido sustituida por «Gloriosa dicta sunt» . 20 H asta 1953 se exceptuaban también las tres Pascuas de Mavidad , de Resurrección y de Pentecostés, en las cuales, según el antiguo uso monástico, conservado durante tantos siglos ,en la Orden, los religiosos comuigaban todos de manos del prior, motivo por el cual la misa de B eata quedaba suprimida entonces. Hoy, al ser abrogada dicha costumbre en virtud de una disposición de la Santa Sede (3 de julio de 1 952) , la misa de Beata se celebra también en dichos días.

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otra misa cantada obligatoria; los demás días se dice en privado , pero en el altar mayor, para darle más realce e importancia . Como suele suceder de ordinario , esta constumbre se introdujo paulatinamente . Su origen es el siguiente : siendo prior de la C artuja de Bellary (diócesis de Never), años 1 2 3 7 a 1 247, un tal Dom B arto­ lomé, profeso de Val-Saint-Piérre , que ardía de amor por María , «a quien daba culto con todas las fuerzas de su alma» , según hermosa expresión de los Anales, habíasele ocurrido la feliz idea de instituir o hacer celebar en su monasterio una misa cotidiana, en honor de María Santísima . Costumbre que acaso habría él tomado de otras Cartujas, o que, en todo caso, fue como el punto de partida de la mism·a , como observa Dom Le Couteulx: «No dudo - dice - que esta costumbre fuese también admitida en otras muchas Casas» 2 1 • Algunos años más tarde , en 1 282, Rolando Taberna, obispo de Espoleta , fundador de la Cartuja de L'Ecole-Dieu (Escuela de Dios) , cerca ·tie Parma, establecía por testamento dos misas diarias de las cuales :.ima debía ser de la Santísima Virgen 22• Posteriormente , en 1 32 1 , Humberto Vétone fundaba una misa diaria1 también de la Santísima Virgen, en la C artuja de Curriere , situada en los límites de la Gran Cartuja 2 3• Así las cosas, el Capítulo General de 1 33 5 , para satisfacer el común anhelo , declaró que: «Aprobaba y alababa la costumbre de algunas Casas, en las que cada día se dice una misa de la Bienaventurada Virgen María, y exhortaba a las Casas retardatorias a imitar su ejemplo» . Finalmente, el Capítulo General de 1 33 7 , juzgando madura la costumbre y consumada la prueba del tiempo , prescribió de manera ' definitiva y obligatoria para todas las Casas dicha misa, que debería celebrarse siempre en el altar mayor, después de la misa conventual de comunidad24• Cost.umbre observada aún en nuestros días. C)

Otras mi'sas de Beata

El afecto a la misa de beata ha ganado de tal manera la estima y aprecio de los Padres, que se ha convertido oficialmente en misa de honor por excelencia, y en el « Palladium» o salvaguardia de la Orden . Cuando una calamidad pública hiere a la Orden o a la Iglesia , los C apítulos Generales recurren a María, prescribiendo una misa de 21 22 23 p. 11. 24

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Dom Le Couteulx, t. IV, p. 53 y 1 26- 1 27; Dom Molín, t. I, p. 1 45 y 2 7 3 . Dom Le Couteulx, t. IV, p . 382 . Dom Molín, t. I , p. 380; Dom Le Couteulx, t. I V , p. 450; Le culte de la T. S. Vierge. . . , · Cfr Le c ulte de T. S. Vierge dans L 'Ordre des Chartreux, p. 1 1 .

EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . . .

Beata o alguna otra obra piadosa. S e comprueba por la Colección de las C artas C apitulares, donde apenas hay una en la cual no .se en­ cuentre alguna noción relativa al culto de la Divina Madre. Así en 1 270, el C apítulo General ordena una misa semanal en honor de la Santísima Virgen en cada una de las 50 Gasas de la Orden, durante la Cruzada de Túnez . Otros capítulos, 1 2 9 7 , 1 30 7 , 1 3 1 1 , 1 3 1 8 , etcétera, prescriben misas de Beata por personas particulares; o también por el bien espiritual de las Casas, como el de 1 34 1 , etc . Los C apítulos Generales d e la Obediencia d e Aviñón d e 1 406 y 1 409 y el C apítulo General de la Obediencia Romana de 1 40 9 , de­ cretan que todos los ·sacerdotes digan una misa de Beata por la extin­ ción del Cisma de la Iglesia. En 1 4 1 0 , habiéndose ya obtenido, la unidad de la Orden, merced al nombramiento de Dom Juan de Griffen­ berg como General único, el C apítulo General mandó que todos los celebrantes dijesen una misa de Beata por el nuevo General. Cuando quiere recompensar algún servicio, ofrecer algún favor, agradecer un beneficio, es frecuentemente una misa de Beata lo que otorga. Tal fue, por ejemplo, lo que hizo el R. P. General Dom Jerónimo Marchant, quien además de una misa de la Asunción, que debería ser dicha «en toda la Orden», concedida al prior de Pavía ( 1 593), gratificaba con una misa de Beata, igualmente «en toda la Orden», a cada uno de los monjes de dicha C artuja, por haber con­ tribuido a la reconstrucción de la Gran Cartuja. incendiada por sexta vez y sufragados los gastos del Capítulo General celebrado entonces en la citada C artuja de Pavía. Para retener en el cargo a algún oficial, a quien los encantos de la soledad sonríen, no halla industria más halagadora que ofrecerle una misa de Beata: es la conducta del Capítulo General de 1 53 6 , que promete al vicario de Erfurt, a condición de permanecer en el cargo, una misa de Beata, que deberán decir todos los Padres de su Provincia después de su muerte . Para solicitar del Cielo el socorro oportuno en favor del R. P. Gene­ ral, encargado de velar por los intereses de la Orden 2 5; para impetrar las luces de lo Alto sobre las sesiones del Capítulo General 2 6, es siempre la misa de BEATA, juntamente con la misa del Espíritu Santo, la escogida. 25 En 1356, el Capítulo General prescribió a cada sacerdote una misa de Beata por el prior de la Gran Cartuja. Este tributo anual de reconocimiento y de piedad filial, vigente aún actual­ mente, puede vanagloriarse de un origen bastante antiguo (cfr Le culte de la T. S. Vierge. . . , p. 25). 26 Aún más antigua que la anterior es esta costumbre: se encuentra ya legislada en los Esta­ tutos de Dom Jancelin ( 1222), que el segundo día de las Sesiones del Capítulo General se cante una misa de Beata en presencia de todos los padres capitulares. (Cfr Le culte de la T. S. Vier­ ge . . . , p. 24).

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IBAÑEZ Y F. MENDOZA

Cada año también la C arta del Rvdo . Padre General o del Capítulo General prescribe en todas las Casas de la Orden un cierto número de misas de BEATA, por diversas intenciones. Y , ¿podrá creerse? La misa de Beata es además la misa privile­ giada de los difuntos: por un bienhechor fallecido, por un cartujo ejemplar que termina santamente su carrera, después de largos años de fidelidad, se ha estimado como el mejor regalo el concederles una misa de Beata. Esta concesión de misas de Beata por razón de servicios hechos a la O rden, o por razón de antigüedad (Antiquior O rdinis), son b as­ tante frecuentes. Se trata de sufragios por sus almas, para cumplir después de su muerte. D)

La misa «seca» de Beata

¿ Qué se entiende por misa «Seca» de Beata? Se entiende el rezo o lectura del texto de la misa Salve Sancta Parens. ·Se reza siempre en la celda al volver de maitines, después del Oficio de Prima de la Santísima Virgen, o bien por la mañana , después de Tercia. a)

b)

Impropiamente se le da en la Orden el nombre de misa (>7º. Murió este ilustre devoto y defensor de la Inmaculada Concepción de María en 1428 . De Enrique de Piro , cartujo alemán, prior de Tréveris, muerto en 147 3 , se refiere que: «Como otro poderoso Aquiles, defendió con cuantas pruebas de amor pudo , por medio de muchos escritos, la pureza Inmaculada de la .Concepción de María . . . , refutando con gran valor y victoriosamente la loca temeddad y la locuacidad llena de malicia de todos aquellos que, aun hoy día, tan ineptamente, con tanta protervia, con tanta petulancia y con tanta impiedad, propalan, a pesar de tantos escritos de lo� Santos Padres, de tantos testimonios de los más doctos y óptimos varones, de tantos milagros como aún en nuestros días se ven y se oyen, que la Santísima Madre de Dios, por lo menos en algún tiempo , estuvo manchada del pecado» 7 1 . N o e s menos explícita la fe del devoto e incomparable Lanspergio , cuando escribe en un sermón sobre la Inmaculada Concepción, sin ambages, ni rodeos: «Hemos de sentir y tener firmemente que la Bien67 Id. lugar cit . : «In Ordine S. Brunonis alte insedit de Mariae Immaculata Conceptione opinio» . Cfr DOM TAPPERT , Vida de San Bruno, p. 315 . 68 Dom Benito Tromby (t 1788) , profeso de la Cartuja de Calabri a , es autor de una extensa obra, en italiano, en forma de Anales, cuyo verdadero título es Storia-critico-crono­ logica-diplomatica del Patriarca S. Brunone e del suo Ordine Cartusiano, 10 vols. , Nápoles, 177 3 a 1779, Vicenzo Orsino. 69 Dom Tromby, t. I, p. 142 , nota 44 . · Por dicha nuestra hemos hallado este precioso manuscrito en los cartapacios provenientes de la antigua Cartuja de Nápoles, actualmente en la Biblioteca Nacional de dicha ciudad. He aquí el título exacto: La Certosa immacolata e sempre costante nel glorificare il mistero dell'lmmacolata concezione di Maria, Madre di Dio, per sette secoli. . . dedicata a tutte le Certose del mondo, Nápoles, 1698, manuscrito de 267 fol. , registro X I , a . 48. 70 R . P . A R NOLDO BosTI US , en su obra De Viris illustribus Sacri Ordinis Cartusiensis, cap. XVI I ; Dom Le Couteulx , t. V I I , p. 574; Dom Tromby, t. V II I , p. 6 9 . 7 1 R . P. ARNOLDO BosTI US , De Viris. . . , c a p . X X X I I .

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aventurada Virgen M aría fue concebida sin pecado original» 72 • Y en el sermón de la Natividad de Nuestra Señora añade con su unción y gracia características: «Convenía que el más bello de los hijos de los hombres tuviese por M adre la más bella de las hijas de los hom­ bres, toda pulcra, toda Inmaculada, llern� de gracia, de virtudes, perfectísima, toda gloriosa . . . » ; y más adelante: «Cuánta, finalmente, sería la pureza de la Virgen gloriosísima, cuánta su luz, su candor, su belleza, su hermosura, su claridad, pues nunca tuvo Mácula, nunca desagradó a Dios y nunca dejó de agradarle perfectísimamente, y estuvo siempre adornada de la plenitud de todas las gracias» 73• Y en otro lugar, en una de sus hermosas oraciones, dando gracias a Dios exclama: «Ea , Jesús benignísimo , seáis bendito · para siempre por haber elegido desde la eternidad por Madre esta Virgen singu­ larísima, preservándola de todo pecado, Inmaculada y Hermosa, adornándola de la plenitud de todas las gracias y virtudes . . . » 74• Se puede, pues, afirmar con el cronista Dom Tromby, que todos los cartujos han entrado, en pos de su glorioso patriarca, en la noble milicia de la Inmaculada Concepción 7 5•

A ntigüedad del culto lz"túrgico Por otra parte, la fecha de la introducción en la liturgia cartujana de la fiesta de la Inmaculada Concepción ( 1 333) , podría b astar por sí sola para confirmar lo dicho anteriormente. Pocas familias reli­ giosas tienen la dicha de una posesión tari antigua. Doblemente significativo parecerá si se tiene en .cuenta la lentitud en materia legislativa que gasta la Orden. Es un principio tradicional en la Cartuja, que una práctica o institución cualquiera no tiene fuerza de ley, ni es mandada como regla por el Capítulo General, sino largo tiempo después de haber sido experimentada a título de simple cos­ tumbre: es el «facere et docere» del Evangelio, en pleno ejercicio en la Orden. No se legisla , generalmente, sino para sancionar un hecho adqui­ rido. La consecuencia legítima que se deduce de esta proposición es que, cuando en 1 33 3 la fiesta de la Inmaculada Concepción de María ocupó sitio de honor en esta liturgia, la fe y el culto y devoción de los padres, relativos a esta prerrogativa y privilegio de M aría, hacía ya largo tiempo que honraban los Lares de la Cartuja. ¡Qué gloria y que ' consuelo para el cartujo saber que remonta a fecha tan lejana el culto 72 73 74 75

190

Opera O mnia, t. I I , p. 48. Opera O mnia, t. I I I , pp. 503-505. Id. t. V , p. 53. «Tutti sono intrati nela Concezionistica milizia» ( O bra citada).

EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . . .

a s u Inmacl!lada M adre! Y nótese que. s e trata tan sólo del culto litúr­ gico, ya que como devoción privada es inmemorial en la Orden, ciertamente. Es verdad que en el año 1 341 se cambió en la liturgia cartujana, el término «Concepción» por «Santificación» , y que los Nuevos Estatu tos de Dom Guillermo Raynaldi ( 1 368) lo confirmaron; y que el Capítulo General de 1 406 mantuvo firme y conservó la expresada pa­ labra, para evitar toda controversia . Pero ello nada significa para la fe de los padres: era cuestión de prudencia, por acomodarse a la época y a las circunstancias. Desde 1 4 1 8 empieza a reaparecer en esta liturgia el término de «Concepción» , y de una manera definitiva desde 1 47076•

Cartujas dedicadas a la Inmaculada Concepción Nadie ignora el celo apremiante de los devotos de la Inmaculada Concepción de María a través de todos los siglos, máxime después de la Definición Dogmática, por colocar las congregaciones, las casas reli­ giosas, los establecimientos, las instituciones, obras pías, etc . , bajo vocablo de la Inmaculada Concepción. Los cartujos no se quedaron atrás en este plebiscito de amor. Antes de la Revolución francesa, Es­ paña solamente poseía tres cartujas fundadas bajo el título de la Con­ cepción de M aría: La Concepción de Cazalla ( 1 479) ; la Concepción de Zaragoza ( 1 6 34) ; y la de Ara Christi, en Valencia ( 1 585 ) . V arias revelaciones precedieron a la fundación d e esta última y cé­ lebre C artuja: entre otras, la del venerable padre Martín Alberto, S. l. , «el cual aconsejó tomasen por titular de la Casa la Concepción de la Santísima Virgen»77• Los prodigios obrados hicieron ver cuán agra­ dable había sido a la Reina del Cielo la elección del nombre. Cierto año, a fines del siglo XVI, mientras las praderas y campos de los alre­ dedores perecían por el sol y los insectos, los de la C a.rtuja permane­ cieron frescos y prósperos 78• Esta misma protección de la Virgen Inmaculada la vemos manifes­ tarse de una manera sensible sobre una de las Casas de Francia que llevaba tambié,_p. .su. non'i'bre, la Cartuja de Bosserville, cerca de Nancy . . Fue--fu:ndada en 1 632 por C arlos IV, aquel piadoso duque de Lorena que había constituido a la Madre de Dios Soberana de sus Estados79• Debía corresponderle el nombre de Cartuja de Santa Ana, por ocupar primitivamente un lugar de este nombre. Pero no sucedió así: al ser 7 6 MoiS de Marie Ca �tusien, par un Chartreux, p. 1 1 3 . Cfr Dom Tromby, t. I, p. 142 . nota 42. 77 JOSÉ DE VALLÉS , Primer Instituto de la Sagrada Religión de la Cart uja , p. 254 , ed. 1 79 2 . 7 8 Dom Le Vasseur, t. I I , p. 468. 79 La Chartreuse de Bosserville, par l'Abbé Berseaux, p. 1 7 8 ( P arís, 1 868).

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trasladada en 1 666 al s1t10 que hoy ocupa, el Reverendo Padre Dom Juan Pégon, general entonces de la Orden, decidió que se lla­ mara «Cartuja de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María» . La Inmaculada Madre no podía menos de corresponder a esta de­ licada atención. Sin duda alguna, a su protección se debe el que no se registrase ninguna defección durante la Revolución francesa: varios religiosos de la C asa pagaron con su vida su adhesión a la fe católica. Por un inexplicable olvido de los vándalos del terror, quedó en su sitio, sin tocarla, la monumental estatua de la Virgen, que dominaba todo el convento y sobre cuyo zócalo se leía: «lnrnaculatae Conceptioni» . Providencialmente fue protegido también el monasterio en 1 848 y 1 87 0 . La comunidad se había comprometido con voto a cantar todos los años una misa en honor de la Inmaculada Concepción80•

Cartujos devotos de la Inmaculada M as todos estos hechos exteriores no eran sino el brote de la devo­ ción que llenaba los corazones y la manifestación externa de los sen­ timientos que embargaban el ánimo de los padres. Antes hemos afirmado que el culto de la Inmaculada Concepción era en la Cartuja una herencia de familia . Efectivamente, según Dom Trornby, san B runo, el Gran P atriarca, se habrí a hecJ:io alistar, a la edad de 34 años, en una congregación parroquial de la Inmacu­ lada C oncepción, fundada en la iglesia de Santa María ad Gradus, en Colonia, por el arzobispo Annón8 1 , No deja de ser significativo el que en el rito cartujano, las ocho primeras Lecciones del Oficio de Maitines de la Octava de la Inmacu­ lada Concepción, se hayan tomado del Sermón De Nativitate, atri­ buido a san Bruno. Testimonio explícito de la creencia del santo padre fundador en el dogma de la Inmaculada Concepción, lo encontrarnos en las palabras con que explica y expone el versículo Dorninus de Coelo in terrarn as­ pexit, del Salmo 1 0 1 : «El Señor ha mirado desde el cielo a la tierra cuando de su Trono real descendió al Seno Purísimo de la Virgen San­ tísima . M aría es, en efecto, esta Tierra sin corrupción que Dios ha ben­ decido y 'preservado del hálito del pecado' . Por Ella hemos encontrado el C amino de la Vida, y recibido la Verdad»81 • «Sí - añade e l biógrafo d e san Bruno - , fue por l a Virgen Inmacu­ lada, canal de todas las gracias, como el Patriarca de los cartujos obtuvo la luz y la gracia que le guió al desierto para ser Padre de nu8º 81

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Manuscrito Elude sur le culte de la Sainte Vierge ii Bosserville (passim). Dom Tromby, t. 1, pp. 1 37 - 1 38 . ·

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merosa posteridad. B ajo l a dirección y mirada maternal de María encuentra ciertamente el solitario el valor para perseverar en la peni­ tencia y tender sin cesar a aquella perfección de que María nos ofrece un acabado modelo8 2 • Otro general de la Orden , muerto en 1 67 5 , Dom Juan Pégon, so­ bresalió también por su devoción a la Inmaculada. Por su propia ini­ ciativa impuso, como arriba indicamos, el nombre de Concepción a la Cartuja de Nancy. De tal manera llenaba su alma esta devoción, que quiso dejarla en testamento a sus religiosos reunidos en torno de su lecho de muerte. Después de haber hecho la profesión de fe ordinaria, añadió algunas palabras sobre la Inmaculada Concepción de María. Se conserva de él un sermón sobre el mismo tema, en donde deja des­ bordar libremente los afectos de su corazón84• Veinticinco años antes (en 1 650) , un religioso de Val de Cristo, en España, Dom Cirilo Avendaño, había pronunciado piadosamente, antes de expirar, en presencia de los que asistían, estas palabras tex­ tuales: «María concebida sin pecado orignal» . «En esta misma hora - refieren las Crónicas - , o sea, estando para morir, movido el ve­ nerable padre Dom Cirilo por inspiración divina, y por auxilio de la Virgen, que quiso mostrar cuán devoto le era, y en particular de su Purísima Concepción, volvió a hablar (había perdido la voz) , con voz clara, y mirando a todos dijo muchas veces estas palabras: María con­ cebida sin pecado orignal' . El motivo que tuvo para esto no se pudo saber; sin duda convidaba a los circunstantes a defender la Purísima Concepción de M aría hasta morir en defensa de ella, como parece él lo hacía, con lo que cerró los ojos para no hablar ya más»85• Como se ve, son los mismos términos de la leyenda inscrita sobre la Medalla Mila­ grosa, tal como apareció a santa C atalina Labouré, Hija de la Ca­ ridad. Lo notable es que un solitario cartujo haya encontrado, 200 años antes, la fórmula exacta de que debía valerse más tarde el Papa Pío IX en la Bula de la Definición Dogmática: «María absque peccati origi­ nalis la be concepta» . Preciso es que la creencia en este dogma de la teología mariana haya echado hondas raíces en el corazón y en el espíritu de los Padres, para que un cartujo de Liget, Dom Francisco Cossart, muerto en 1 66 1 , declarase estar dispuesto a soportar los más grandes suplicios y sufrir la muerte, si fuese necesario, en defensa de la Inmaculada Concepción de M aría86• 82

Expositio in Psalmos, ed. de 1 89 1 , p. 450. Vie de Saint Bruno, par un Chartreux, ed. 1 898, p. 256. 84 Dom Le Vasseur, t . 111, p . 555. 85 A nales de Val de Cristo, por Dom JOAQUÍN ALFAURA , p . 399, de la copia manuscrita que posee la Cartuja de Porta Coeli . Cfr Dom Le Vasseur, t. 111, p . 458. 86 Dom Le Vasseur, t . IV, p. 30. 83

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Antes que él, Dom Santiago. de la Riviere, profeso de Lyon (+ 1 632), animado de deseos semejantes, gustaba decir que de buena gana daría su sangre para testimoniar que la Bienaventurada Virgen María fue concebida exenta de la común mancha del pecado original : «Ab omni peccati labe expertem p raedicabat, hanc opinionem effusione sui san­ guinis obsignaturus» . Acostumbraba este santo religioso rezar el Oficio de la Inmaculada Concepción y el Rosario. Algunos momentos antes �e morir manifestó a su prior el gran deseo que tenía de partir para el cielo: «No es - de­ cía - que no me reconozca indigno , pero pongo toda mi confianza en el socorro de la Reina del Cielo» . Esta extraordinaria devoción para con tan buena Madre la había aprendido en el hogar paterno, en el cual desde su tierna infancia se había iniciado ya en una práctica car­ tujana, es a saber: cada mañana rezaba con sus hemanitos el Oficio de la Santísima Virgen, y lo rezaban de dos en dos, . como lo hacen los cartujos para la Hora de Te_rcia_, que_ precede a las misas privadas87. Otros hechos edificantes pudiéranse, sin duda , referir. Añadiremos, para terminar, un caso que no dejará de llamar la atención . Se cuenta de Dom Fulgencio Ceccaroni, profeso y más tarde prior de Bolonia y de varias otras Cartujas (el cual a su muerte mereció el «Laudabi­ liter vixit in Ordine») haber rezado durante cerca de 60 año� que vivió en la C artuja , la Corona especial de la Inmaculada Concepción de María, de quien fue siempre muy devoto88. ¡Hermoso ejemplo de perse­ verancia en la fe y devoción a la Inmaculada Madre de Dios, que sim­ boliza y deja trasparentar la actitud y disposiciones de la Orden entera a este respecto!

Escritores y defensores de la Concepción Inmaculada de María Terminamos este apartado anotando como botón de muestra al­ gunas de las obras escritas por cartujos , cuyo argumento principal es la Inmaculada Concepción 89• Dom Enrique de Hassia , prior de varias C artujas y visitador, hom­ bre de preclaro ingenio, ciencia y santidad relevantes, fallecido en la Cartuja de Arnheim el 12 de agosto de 1 42 7 , además de un sermón sobre la Inmaculada, dejó : Epistolae I V, Contra decertationes et con­ trarias praedicationes ff mendicantium super Conceptione JV!ariae Virginis et contra Maculam S. Bernardo mendaciter impositam. Impreso en Milán en 1 480 . Dom Santiago de Junterbock, profeso de Erfurt, sajón, muerto el 87 88 89

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Dom Le Vasseur, t. I I , p. 80 . Dom Le Vasseur, t. I , p. 3 7 6 . Extracto d e la Bibliotheca Cartusianomariana, d e Dom

EsTANISLAO

MARÍA AuTORE .

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3 0 d e abril de 1 465 , varón sumamente docto, compuso: Dos sermones so bre la Concepáón de María (en latín) , de los cuales el segundo es un verdadero tratado, bastante extenso , sobre la Inmaculada Concepción de María. Bostius, M aracci y otros autores atribuyen a Dom Enrique de Piro, nacido en 1 403 y fallecido a la edad de 70 años en la Cartuja de Colo­ nia, su ciudad natal, el 1 9 de febrero de 1 47 3 , una Defensa de la In­ maculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María, obra que desgraciadamente no ha llegado hasta nosotros. «Este gran devoto de M aría, escribe Dom Le Vasseur, propagó su culto por la voz , la pluma y la acción» 90• Dom Enrique Arnoldo, hombre devotísimo de Nuestra Señora, sajón, prior de la C artuja de B asilea, muerto el 5 de junio de 1487 , escribió D e Conceptione Immaculata Virginis Mariae, Antuerpiae, 1 5 2 7 , en 4 . 0 Dom Juan de Visch, flamenco, visitador y prior de varias Cartujas, que trocó el destierro por la Patria verdadera el 14 de agosto de 1 488, varón clarísimo en virtudes y milagros, dejó un libro manuscrito, De Conceptione B . Virginis Mariae. De Dom Juan de Lapide, suizo (según otros alemán) , célebre doc­ tor de París, profeso de la Cartuja de Basilea, que murió el 12 de marzo de 1 496 , corre impresa una Praemonitio fratris Joannis de La­ pide, sacrarum litterarum humilis professoris parisiensis, circa ser­ mones de Conceptione gloriosae Virginis Mariae per quemdam meffrth nuncupatum collectos, declarans quid in hac materia sentiendum ac tenendum sit. Se encuentra en el tomo III de los Sermones de Mef­ freth, editados en Basilea por Nicolás Ressler, año 1 488 . . Dom Faustino Salerno, napoli tano, prior de la C artuja de l,a Pa­ dule, que abandonó este valle de lágrimas el 1 de agosto de 1 62 3 , escri­ bió, con el seudónimo de C arolo Ramello, la siguiente obra: De Beatae Virginis praestantia ejusque sacrati'ssima conceptione et sanctificatione, et quam peri'nde ejus gloria in sancta refulgeat Ecclesia, cui triparti­ tum psalterium additum est, quo Christi et Mariae magna trophaea canuntur. In lucem edita per U . I .D. Carlum Ramellum, Venetiis, 1 62 1 . De Dom Damián Fasolio , italiano , de la Cartuja de Pavía, que pasó a mejor vida el 28 de agosto de 1 62 3 , nos queda : Divozione della Con­ cezione e Nas Cita della B. V. Maria. Manuscrito. Dom Matías Mittner, alemán, antiguo jes u i t a que ingresó en una Cartuja cerca de Ratisbona, rector y vicario de varias C asas, hombre de vasta erudición y mucha virtud , escritor ilustre, que murió el 27 de •

90 Eph e m erides Ord. Cart. ,

t.

I, p . 203 .

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julio de 1632 , nos dejó entre otras obras: Figurae vel conceptus pro Conceptione Immaculata B. Virginis Mariae. Manuscrito. Preclara gloria de la Cartuja de Miraflores fue el venerable padre don Nicolás de la Iglesia, natural de Burgos, muerto en 1674, que pasó de los ruidosos claustros universit arios a los silenciosos de Miraflores, de donde llegó a ser prior. Devotísimo de Nuestra Señora , en especial del misterio de su Inmaculada Concepción, dedicó a María una capilla particular con el título del monasterio. Insigne por su piedad y doctrina, dejó varias obras, entre otras, una muy curiosa que tituló Flores de Mz'.raflores, hyeroglíficos sagrados, verdades figuradas, sombras verdaderas del misterio de la Inmaculada Concepción de la Virgen y Madre de Dios, María Señora Nuestra. Impresa en Burgos, por Diego de Nieva y Murillo, a costa de la Real C artuja de Miraflores, 165 9 . E s u n ramillete, por decirlo así, d e emblemas o jeroglíficos, cada uno de los cuales se declara con una tercerilla, y después se explica y expone en prosa . Por ejemplo, pinta una luna llena y sobre la figura el texto: «Luna plena in suzs», y debajo la tercerilla :

L a Luna llena d e Gracia Ni por un mínimo instante Tuvo en sus días menguante . .Viene luego la argumentación y declaración en prosa . Dom Bruno d e Solís y Valenzuela , colombiano, profeso d e la Car­ tuja de El Paular, fallecido el 10 de octubre de 1677, dejó manuscrito una Selva de la Purísima Concepción. Es también autor de una poesía impresa en 1 66 1 que tituló: Víctor y festz"vo parabz"én a la Emperatriz de los Cielos, María Santísima en la victoria de su Purísima Concep­ ción . . . », en la que glosa este antiguo verso: «Sin pecado orignal» . De Dom Dionisio María Tappert, bávaro, rector de la C artuja de San Bruno en Colonia, que trocó el destierro por la Patria el 3 de fe­ brero de 1886, nos queda un Tractatus de lmmaculata Conceptione Beatae Virgznis Mariae. El gran devoto de María Inmaculada, Dom Manuel María Gar­ cía (t 1 903), fundador de la Felicitación Sabatzna91 , además del opúsculo 9I Este ejemplar sacerdote y luego religioso cartujo (llamado Juan en el siglo). devotísimo de María Inmaculada, nació en Biar (provincia de Alicante , España) el 8 de febrero de 1 82 0 . A é l s e debe la Felicitación Sabatina a María In,maculada, fundada a raíz de la Definición del Dogma de la Inmaculada Concepción de M aría . Ordenado sacerdote (28-II I - 1 852) y dedicado de lleno a la música religiosa, en la cual era maestro eminente, desempeñaba el cargo de profesor de canto llano en el seminario de Valencia, y el de organista en la parroquia de los santos Juanes de la misma ciudad, cuando un acontecimiento que llenó de júbilo al pueblo cristiano vino a fijar el derrotero de su vida entera. Por aquel entonces se definió el Dogma de la Inmaculada Concepción ( 1 854). En el ardor

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que explica y propaga dicha devoción, del que se han hecho innume­ rables ediciones, nos dejó plasmada su alma de artista y su ardiente devoción a la Inmaculada en la A ureloa musical de la Inmaculada Concepción, o sea , «Colección de cánticos corales, melódicos armó­ nicos, dedicados a la Virgen toda Pura, por el fundador de la 'Felide su celo y amor a M aría , no se contentó nuestro Dom M anuel con las fiestas celebradas en Valencia y en la cristiandad entera, sino que su corazón ansiaba «felicitar siempre a María» , para perpetuar el entusiasmo de los fieles y el de su propio · corazón por tan fausto aconteci­ miento. Esta Celestial Reina, que se complacía en sus fervorosos deseos, le inspiró la idea y traza de este monumento espiritual que habría de perpetuar la memoria de aquel 8 de diciembre de 1 854. Concebida la idea, su idea , se inauguró primeramente en el Seminario Conciliar ( 5 - I II - 1 859) y luego en la parroquia de los Santos Juanes de Valencia , donde se erigió pública y canónicamente la Asociación, denominada por él Felicitación Sabatina a María Inmaculada, ' que se propagó rapidísimamente en España . «Los progresos de la Asociación y el deseo de hacerla más útil a las almas - escribe el fundador- me movieron a dirigirme personalmente a Roma, en julio de 1 86 3 , para hacer presente por mí mismo a nuestro Santísimo Padre Pío IX el estado de la Asociación y obtener en su fabor nuevas gracias. El Santo Padre. que había aprobado ya en sus principios esta Institución tan íntimamente relacionada con el acto más glorioso de su Pontificado, me recibió con suma bondad, y oyó con muestras de especial complacencia mi relato. Prueba de ello son las palabras de singular amabilidad y dignación que pronunció después de oírme, asegurándome que tomaría con grande interés el asunto de la Felicitación. Interés que empezó a manifestar desde luego, llevando su dignación hasta el extremo de tomar por sí mismo la pluma y escribir en el Memorial de las preces que yo le había entregado, una recomendación de su propio puño, para que con ella me presentase a la Secretaría de Breves. Pero aún se mostró más tierna su amabilidad cuando, tomando uno de los libritos de la edición latina de la Felicitación, que igualmente le había yo entregado, expresó su fervorosa devoción a María Inmaculada , escri­ biendo también por sí mismo, al lado de la la � inita de la Concepción que está al principio de dicho librito, estas palabras de la Sagrada Escritura: «Tu gloria Jerusalem» , devolviéndome inmediatamente, como un recuerdo que estimo sobremanera y conservaré siempre como la más rica prenda, este precioso librito; y dignándose además concederme aquella misma pluma de su uso con que había escrito las expresadas palabras en honor de la Santísima Virgen, y la recomendación de la Felicitación. Para complemento de tanta bondad me regaló también cinco medallas de la Inmaculada Concepción de las que Su Santidad había mandado acuñar en memoria de la declaración dogmática, y además una de su propio busto» . (Al recibirlas, el agraciado le dijo: «Santísimo Padre, recibo estas cinco medallas en memoria de las cinco letras que forman el dulcísimo nombre de María»).. «El Santo Padre - prosigue nuestro favorecido Dom M anuel - dispuesto desde luego a enriquecer con nuevas gracias la piadosa Asociación, concedió que en adelante tuviese un carácter más elevado en la Iglesia , y contase con mayores garantías de estabilidad. A este fin la elevó a la categoría de 'primaria', ordenando que a ella debiesen agregarse las que se hubiesen erigido o en adelante se erigiesen en todos los dominios de España. Así consta en el Breve Pías Christi fidelium Societates, expedido por Su Santidad el 14 de agosto del mismo año 1 86 3» . (Felicitación Sabatina a María Inmaculada, pp. 2 1 ss. , 34. ª ed. , Barcelona, 1 922, Librería Religiosa. Opúsculo compuesto en español por el mismo fundador de la Felicitación Sabatina con objeto de dar a conocer y propagar dicha devoción, editado por primera vez en Valencia , 1 860, Imp. de José Rius. Primera ed. en francés (traducción del P. Bernardino de Sainte-Marie, franciscano), Bolbec, 1 86 1 , Valin imprimeur-editeur. Primera ed. latina, Valencia, 1 862, Typis Josephi Rius. Numerosísimas ediciones en español). En el mes de julio del año 1 866, Pío IX recibía de nuevo al fundador de la Felicitación Sabatina con su benevolencia acostumbrada, expresándole su vivo gozo por los progresos de la Felicitación y dignándose darle él mismo instrucciones para que la obra produjese un bien mayor. Con el fin de propagar la Felicitación y atraído por las apariciones de Lourdes pasó el fundador a Francia. Recorrió luego algunos países de Europa, logrando que la Felicitación

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citación Sabatina' . . . Para uso de los seminarios, colegios, asociaciones pías, escuelas, etc . Ausente el autor y con aprobación de sus superiores la publican, por encargo del mismo , los señores Dom Luis Badal, ca­ nónigo de la santa iglesia catedral de Valencia, D. Juan B autista Guz­ mán, maestro d e capilla de la misma, y D. José María Ubeda, orga­ nista del colegio del Corpus Christi' de esta ciudad. Con licencia y apro­ bación de la autoridad eclesiástica, Valencia, 1 887» .

B) La Asunción Hablaremos en segundo lugar de aquel misterio que los corona a todos, y al cual se da en la Orden cierta preferencia y mayor solem­ nidad exterior que a los demás . Podemos afirmar cuán afectos han sido los cartujos a este gran misterio, prenda y símbolo de nuestra futura resurrección gloriosa . A é l gustan dedicar y consagrar sus iglesias y monasterios. La Gran Cartuja lo tiene por fiesta patronal . La iglesia (y por lo mismo la Casa) de la C artuja de Aula Dei (Zaragoza) , cuyo magnífico retablo en tres cuerpos represen.ta la Muerte («dormición») , Asunción y Coronación de María, tiene asimismo por titular el Misterio de la Asunción de Nuestra Señora . Por Patrona , en la advocación de su Asunción, la tenía la primera Cartuja fundada en España, Scala Dei, hoy desa­ parecida. La antigua y artística Cartuja de Granada , monumento de arte nacional , lleva por nombre la Asunción de María. B ajo el mismo título consolador existió una en Piamonte (la Cartuja de Val- de- Pez) ; otra cerca de York (Nuestra Señora de Mount Grace) , en Inglaterra; otra en Walditz (diócesis de Praga) , en Bohemia . . . Esa festividad es también el día preferido pot los cartujos para emitir sus santos votos . . . el día en que anhelan dejar este valle de lá­ grimas o en el que María se digna venir por ellos. Los hijos de san Bruno han creído siempre que María subió en cuerpo y alma a los Cielos. Por centenares se cuentan los cartujos que se conociese y practicase no sólo en Europa, sino que, saltando las fronteras, se extendiese . también por Asia , Africa y América. En Lourdes se inauguró el 31 de mayo de 1 86 7 . Un año después, en junio de 1 868, Dom Manuel se postraba por tercera vez a los pies de Su Santidad Pío I X , con cartas del obispo de Tarbes, en las que este prelado solicitaba la erección en archicofradía de la Felicitación Sa batina establecida ya en la iglesia de la Inmaculada Concepción de Lourdes. El gran Pontífice, siempre tan bueno y generoso, otorgó la gracia pedida mediante el Breve Postquam e la pso, del 14 de julio de 1 868; y por un segundo Breve, expedido el mismo día, concedía a la archicofradía las mismas indulgencias, gracias y favores de que gozaba la Asociación primaria de Valencia . Por otra parte. e l ilustre fundador, músico notable, n o cesaba d e escribir nuevas compo­ siciones sobre su tema favorito, la Felicitación Sa batina: en la A ureola Musical de la Inmaculada, dejó impresos estos cánticos corales melódico- armónicos.

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han escrito sobre l a Santísima Virgen, y no s e encuentra ninguno que no haya adoptado o defendido la creencia tradicional de la Iglesia to­ cante a la Asunción de Nuestra Señora, aun en el cuerpo. Algunos, incluso han tratado ex professo este interesante tema. Tal, por ejem­ plo, Santiago de Junterbock, un abad mitrado de la Orden del Císter ' que se hizo cartujo en Erfurt, en ei siglo XV . Sus notables tesis sobre la Asunción de María , tal como lt;i entiende la Iglesia, atrajeron la atención de sus contemporáneos9 2• Oigamos al padre Lanspergio , testigo a bona do de la tradición de la Orden: «Este cuerpo sacratísimo que permaneció siempre virgen, no podía estar sujeto a la corrupción, ni ser reducido a polvo . . . Dios anti­ cipó para María la hora de la resurrección, llevándola en cuerpo y alma a los Cielos . . . » 93. Hoy, es una consoladora realidad la definición del Dogma · de la Asunción de M aría, merced al augusto pontífice Pío XII, en fecha me­ morable, 1 de noviembre de 1 950. La fidelidad de los cartujos en creerla y enseñarla quedaba satisfecha. C) La A nunciación La Anunciación de Nuestra Señora ha sido siempre objeto de una de_voción particular por parte de los padres cartujos: los Anales y Efe­ mérides dan fe de ello. En los sellos de las C asas de la Orden hallamos representado este misterio no menos de 26 veces. Siete de las Cartujas llevan el nombre de Anunciación. En Francia tenemos Bellary, en la Nieve Nievre; Ripaille (Haute Savoie) ; Macourt (Valenciennes) . En Italia, la Anun­ ciación de Turín. En Inglaterra, la Salutación de Nuestra Señora , en Londres. En Westfalia , la Cartuja de Conradsbourg. En España, aun­ que de efímera duración, la Anunciata, cerca de Valencia ( 1 442- 1 445) . Es natural que honren especialmente l a Anunciación de M aría aquellos religiosos que desde la mañana a la tarde tienen continua­ mente el A vemaría en los labios y en el corazón. Por lo demás, María, de rodillas conversando con el ángel, _María solitaria en N azareth antes del . Nacimiento del Salvador, o en compañía de su Jesús durante los treinta años que precedieron a su vida a_postólica, ¿no es el verdadero prototipo del verdadero religioso contemplativo , del solitario cartujo? Se nos ocurre al pensamiento que los Padres, al honrar así de una ma­ nera tan especial el Misterio de la Anunciación, no han puesto exclu­ sivamente la mira en la Virgen saludada por el ángel, o en el Verbo Eterno encarnándose en su seno virginal, sino acaso también, en esa 92 93

La Chartreuse du Val-Sainte Marguerzte Opera Omnza, t. I I , pp. 4 9 y 268-461 .

a

Bale, por el abate NICKLES , p . 2 1 5 .

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soledad de M aría , llena de misterio y tan fecunda en frutos de gracia de salvación y santificación, fiel reproducción de su vida. Los años de la Santísima Virgen en N azaret fueron de los más fe­ lices de su vida y como el mediodía de su existencia terrestre. Allí, oscura e ignorada, vivió días apacibles, en el silencio y el trabajo soli­ tario, poseyendo a su Jesús, que no era ni vivía sino para Ella sola. Y allí, en la casita de Nazaret , pasaba dulcemente el tiempo ocupada en contemplar a su Divino Hijo, consagrada a servirle y a dejarse for­ mar por sus lecciones y ejemplos. Y estas tres palabras: contemplar, servirle, dejarse formar, ¿no son, acaso, el compendio de toda su vida? ¿ No resumen ellas también la de un cartujo? Una C artuja, a la verdad, se nos antoja otro N azaret . Como María, el religioso de san Bruno pasa allí su existencia contemplando a Jesús, ocupado en servirle, y santificarse en la escuela de sus enseñanzas y sus ejemplos. Contempla a Jesús, en su oratorio, en el laborioso y saludable ejercicio de la ora­ ción; le sirve, sobre todo en la iglesia, en el coro, en aquellos largos oficios cantados, por los cuales el Divino Maestro infunde y alimenta la Vida de su Cuerpo místico; finalmente, se abandona a la acción de su Dios y Señor, la sufre; y padece más que obra, ese trabajo mis­ terioso, a menudo penoso y crucificante, pero siempre fecundo, de la propia santificación, a la cual nada favorece tanto como la soledad: porque la soledad es el fondo de su vida, como lo fue para María. Todas las ocupaciones de la Santísima Virgen en N azaret tuvieron por único objeto a Jesús; nada, en verdad, le atrajo fuera de El: Jesús y sólo Jesús fue el centro absoluto y universal de su existencia. En la casa paterna se debía a sus padres; en el templo hilaba para orna­ mentación del santuario; después de la Ascensión aconsejaba a los apóstoles y sostenía la fe de los primeros cristianos; pero en Nazaret vivía solamente para su Jesús. De idéntica manera, el cartujo, separado de la vida de familia, enteramente aislado del mundo, extraño a todo ministerio activo, apar­ tado y como sepultado vivo en su voluntaria soledad, no tiene otra ocupación, día y noche, que contemplar a Jesús, amarle y unirse a El. . . El mundo vive por estos sacrificios de los religiosos y por estos miste­ riosos connubios, como vive por el fíat creador y por el fíat de María.

D) La compasión de María Sin sufrimiento no se da a luz a las almas, no se las hace nacer a la gracia. Por el hecho de su consentimiento al honor de la Maternidad Divina, María venía a ser la M adre de los Dolores: La Anunciación llamaba y suponía la Compasión de la Divina M adre, que debía ser Corredentora con Cristo. Este Misterio de Nuestra Señora_, como fácil200

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mente s e comprende, n o podía menos de ser carísimo a l a piedad car­ tujana. El cartujo está también consagrado a la penitencia y a las lágri­ mas; su vida entera no es sino un tejido de privaciones y austeridades que acepta gozosamente en expiación de sus pecados y de los ajenos. Como M aría al pie del C alvario, llora por aquellos que no lloran; y sus lágrimas unidas a las de la. M adre de la Piedad y de la Misericordia , s e cambian e n lluvias de gracias por l a conversión d e los pecadores. Por las Crónicas sabemos que siempre ha existido en los monasterios cartujanos un culto particular a lla Pasión del Salvador y, por tanto, a los Dolores de María, que son inseparables de aquélla. Entre los sellos mariales de las C asas, la Virgen Santísima al pie de la Cruz se encuen­ tra representada no menos de 1 4 veces. Algunas Cartujas, incluso, han adoptado el vocablo del Misterio: tales como Nuestra Señora de la Pie­ dad, en Mougeres (Hérault, Francia) ; Nuestra Señora de los Siete Dolores en Lille (La Boutillerie) ; la Compasión de la gloriosa Virgen María, en Gidle o Gelda ( Polonia) ; la Compasión de Nuestra Señora, en Cantave (Alemania) . Existe en casi todas las Casas una capilla dedicada a la Compasión de María. Para satisfacer su devoción los padres no han temido dar una tregua a su tradicional simplicidad. Así leemos en las Efemérides que en 1 649 se invitó a la Cartuja del Reposoir a monseñor Carlos Augusto de Sales, obispo y príncipe de Ginebra, a bendecir una capilla erigida en honor de la Compasión de Nuestra Señora, con el fin de dar mayor esplendor y solemnidad al acto94• Estos homenajes de la piedad cartujana han sido maternalmente acogidos por la M adre de la Piedad, que se ha dignado a veces recom­ pensarlos con el brillo de los milagros, como sucedió en España en la C artuja de las Fuentes. Poseyó dicha C asa una imagen de la Compa­ sión de María, regalo de monseñor Pedro Gregorio, obispo de Huesca ; era una pintura sobre madera , debida a u n pincel romano muy hábil . En las horas de angustia, los religiosos veían muydistintamente un sudor frío bañar el rostro de la Señora. Este milagro se renovó varias veces, siempre en viernes. Como fechas más notables se citan las de 4 de enero y 1 5 de febrero de 1 70 9 . Esta última vez se recogió el sudor en un pu­ rificador que se guardó entre las reliquias de la C asa, levantándose acta delante de notario público. Posteriormente se repitió el sudor en los años 1 73 7 y 1 74895• El infante de Castilla, don Fernando, más tarde rey de Aragón, donó a monseñor Jun Vásquez de Cepeda, obispo de Segovia, fundador de la Cartuja de Aniago, una estatua de la Compasión de María, que 94 95

Dom Le Vasseur, t. 11, p. 3 6 7 . R . P . FAcI , A ragón, Reino d e Cristo y Dote d e María, p . 439 , Zaragoza, 1 739.

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llegó a ser milagrosa . El obispo la regaló a su vez a los cartujos. Y , con­ traste curioso: el rostro de la Señora, sonriente y gracioso, dejaba correr a lo largo de las mejillas gruesas lágrimas . En una visita que la reina Margarita hizo a la C artuja, una dama de su séquito, cediendo a la curiosidad femenina y queriendo cerciorarse de si las lágrimas que corrían eran naturales, llevó audazm�nte la mano a la imagen. Mas, ¡oh prodigio! , su brazo se paralizó instantáneamente , experimen­ tando tan vivos dolores que la hicieron prorrumpir en grandes gritos. Testigo de esta escena el religioso que la acompañaba se puso en ora­ ción y obtuvo de la Madre de las Misericordias que el brazo de la cor­ tesana volviese a su estado normal 96• Numerosas páginas nos serían necesarias para dar a conocer todos los cartujos devotos de la Pasión, de las Cinco Llagas, de la Cruz del Salvador y por su necesaria correlación, de los Dolores de María. No obstante , hay dos nombres que no podemos pasar en silencio: son los de un prior de la C artuja de B asilea y del padre Lanspergio. Don Enrique Amoldo, profeso y prior de Basilea, murió el 5 de ju­ nio de 1 48 7 , después de más de 50 años de Orden . Su vida se manifestó por un amor extraordinario para con la Santísima Virgen. Se cuenta de él que con motivo de dar mayor esplendor a ciertas fiestas marianas, introdujo modificaciones litúrgicas que fueron sancionadas por el Ca­ pítulo General, pero que no obs.t ante , no se juzgó oportuno mantener y confirmar. Consistían principalmente en la introducción de Leccio­ nes propias en Maitines, debidas a la elegante pluma del mismo ve­ nerable padre Prior. Fue él también el primero en obtener del Capítulo General . el permiso de celebrar la fiesta de la Presentación de María, fiesta que no se admitió en toda la Orden hasta algunos años más tarde. Pero de todas las solemnidades de María, la de la Compasión halló eco especial en el corazón de Dom Amoldo : fue también el pri­ mero en hacerla celebrar en su Casa . Ardientemente deseaba ver es­ tablecida en todas partes la fiesta de su predilección; a este fin hizo componer un Oficio propio completo, con notas para la parte can­ tada en el coro. El ardor de su celo logró verla introducida en la dió­ cesis de B asilea. Finalmente trabajó tanto a este respecto, que se le debe considerar corno uno de los principales autores de la extensión del culto mariano en la Orden al declinar . el siglo XV97 • Pero quien fue y permanecerá sin rival en los testimonios de su filial piedad para con la M adre de los Dolores es sin duda el devoto Lans­ pergio. De él se pudo escribir «que la Pasión de Cristo era la pasión 96 ]OSÉ VALLÉS , Primer Instituto de la Sagrada R eligión de la Cartuja (2 . ª ed. , Barce­ lona , 1 792) , p. 227 . 97 Abate NICKLES , La Chartreuse du Val-Sainte-Marguerite a Bale, p. 143.

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dominante de su corazón» , como la Compasión de María su tema favorito. No conocemos, en verdad, ningún otro autor cartujo que haya tra­ tado este asunto tan extensamente como él. Puede decirse que de los cinco volúmenes de sus Obras Completas, tres lo están especialmente consagrados, a menos que alguien intente separar la Madre del Hijo. Pero escribió, además, una obra ex professo sobre la Compasión de M aría. La intituló : Threni de CompasS'ione et planctu piissimae Vfr­ ginis Mari'ae, dividido en 19 lamentaciones o trenos. Con él termina el quinto y último volumen de sus obras. C aracteriza la obra una piedad tierna y amorosa hacia la Augusta Madre de Dios; se desliza toda ella en una larga y dolorida cantinela, llena de tristeza y amor, variando al infinito sus modulaciones, siempre sobre el mismo fondo. Un solo pensamiento, o mejor un solo sen­ timiento, domina e impregna todas las páginas: el dolor y compasión del afligido Corzón de M aría. El autor le da vueltas por todas sus caras y facetas, saturándolo de un cabo a otro de la más suave unción y cubriéndolo con un velo de duke melancolía que impresiona y con­ mueve el corazón por el relato emocionante de los sufrimientos de Jesús y de M aría.

E} La mediación de María He aquí un misterio que entraña de consoladoras esperanzas y dul­ císimas alegrías para el fiel amante de Nuestra Señora y para el alma del cartujo en particular, que espera y confía plenamente en su po­ derosa intercesión y maternal intervención. ¡Con cuánto fervor la invoca frecuentemente en privad.o y algunas veces en comunidad, ex­ playando su corazón en transportes de gozo a los acentos vibrantes del Sub Tuum Praesidium : «Domina nostra, Mediatrix nostra, Advocata nostra, tuo Filio nos reconcilia, tuo Filio nos commenda, tuo Filio nos nunc et in hora mortis nostrae representa»! : ¡Señora nuestra, Media­ dora Nuestra, Abogada nuestra, reconcílianos con tu Hijo, encomién­ danos a tu Hijo, intercede por nosotros cerca de tu Hijo ahora y en la hora de nuestra muerte! Esta insigne prerrogativa de María la proclaman los cartujos prác­ ticamente esperándolo todo de Ella y teóricamente sintiendo, confe­ sando y defendiendo tan consolador privilegio mariano. Podríamos aducir textos de los escritores cartujanos en que se reco­ noce a María su maternal y universal intercesión: pero para no ser prolijos, nos contentaremos con dos citas que resumen el pensamiento cartujano sobre la Mediación de María, una de Dionisia el C artujano, y otra de Lanspergio. 203

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Comentando el A ve Maris Stella, escribe Dionisia lo siguiente a pro­ pósito del verso Solve uincla reis: «Esto y lo que sigue, la piadosísima y Omnipotente Soberana lo opera , no como causa eficiente principal, sino como Mediadora y causa cooperante de orden instrumental. Y desde luego más excelentemente que los otros santos o santas, su­ puesto que el Reino de la Misericordia le ha sido confiado. Ella tiene por este título de Reina de la Misericordia y M adre de la Gracia y de la Salvación, como recibida por prerrogativa y derecho de Maternidad Divina, una sub-procuración o intendencia en todas las cosas, a la manera que Cristo en su naturaleza humana por relación a los efectos de los Sacramentos . . . 'Nada quiere Dios Nuestro Señor que tengamos que no pase por las manos de María' .. Por lo mismo, todo el bien que hay en nosot:rns, reconozcamos haberlo recibido por 'Ella , como Me­ diadora' ; y demos gracias a Dios por tan grande beneficio»98• Sobre la Mediación de M aría tiene el padre Lanspergio páginas llenas de doctrina y de persuasiva elocuencia. Colocado en un medio protestante, defiende con ardor este privilegio de M aría contra los no­ vadores que reconociendo en Nuestra Señora su cualidad de Madre de Dios le rehusaban toda intervención en la distribución de las gra­ cias. El devoto cartujo pone en boca de Nuestro Señor, hablando al alma fiel, las siguientes palabras: «Hija mía, cuánto se engañan, y cuán ingeniosos son para hallar medio de endurecerse en el mal y per­ derse sin remedio aquellos que no hablan con respeto de esta (María) Tesorera de mis gracias y que rehúsan reconocerla como su Abogada, . cerca de Mí, como Yo lo soy cerca del Padre . No teniendo cerca de Mí nadie que se interponga e interceda por ellos y que retenga mi brazo dispuesto a castigarlos , ¿ piensan sustraerse a mis golpes?»99• «Al constituirla Tesorera de la Gracia - dice en otro lugar - Cristo ha querido que recibiésemos por Ella todo lo que le pedimos a El. Acostumbran los reyes otorgar por medio del tesorero real las limosnas que quieren distribuir a los pobres» . Y un poco más adelante añade: «Así como el Padre Celestial puso a su Hijo como Mediador entre el mundo y El, así Nuestro Señor quiso que su Madre fuese Mediadora entre El y los hombres, dándole para ello un Corazón misericordiosí­ simo para con los pecadores que quieran arrepentirse y recurrir a Ella, entregándole todos los tesoros de sus gracias y de su Misericordia, de tal modo que nada quiere otorgar a los hombres - como dice el divino Bernardo - si no es por manos de su bendita Madre» i o o .

98 99 1 00

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Opera Omnia, t. XXXV, p . 84, ed. Tornaci, 1 908. Opera Omnia, t. IV, p . 348 . Opera Omnia, t. I I , pp. 497 y 503.

EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA.

111.

El Santo Rosario en la Cartuja

Una devoción mariana que ha dejado surcos profundos en la his­ toria cartujana, es la del Santo Rosario. No vamos a abordar aquí la controversia suscitada en estos últimos tiempos sobre el origen del Rosario, ni a investigar si esta santa institución, que tan de lleno ha en­ trado en la piedad popular, se debe toda entera a santo Domingo 1 0 1 , o s i s e desarrolló progresivamente a través de las edades cristinas, o si por ventura, como llega a sospechar el R. P. Thurston, S. J . , toda la confusión en la mente del beato Alano de Rupe ( t l475) , proviene de la identidad de nombres entre el fundador de la Orden de Predi­ cadores y Domingo de Tréveris 102 • Nuestra labor más modesta , se limita en estos momentos a consignar la devoción de los padres cartujos por el Santo Rosario y a dejar registrada su contribución a la forma­ dón del mismo y sus esfuerzos en pro de su restauración y propagación.

A) Los primeros vestigios del Rosario en la Orden Uno de los más antiguos vestigios de la práctica del Santo Rosario en la C artuja, lo hallamos en una obra de Hugo de Balma de Dorche, que vivió en la segunda mitad del siglo XIII en la Cartuja de Meyriat, de la cual fue prior (se ignora la fecha precisa) 1 º3• Es autor de un ex101 Será bueno hacer notar (para que mejor pueda comprenderse lo que luego iremos diciendo en páginas posteriores) que, al paso que algunos autores atribuyen a santo Domingo la formación entera del Rosario, otros, por el contrario, limitan su acción a solas las 1 5 0 A ve­ marías. El padre Mézard mismo, a pesar de sus tendencias en contrario, llega a decir que: «De buena gana creeríamos que la acción de santo Domingo tendía principalmente a esto: a hacer rezar el A vemaría lo más posible; y de este impulso salieron las 50 A vl, las 1 50 , y también las 1 . 000, de que la historia dominicana nos ofrece tantos ejemplos» (Etude sur les origines du Rosaire, p. 1 25). Y en otro lugar añade: «Si alguno ha sido el inspirador y propa­ gador de esta recitación de las 1 50 Avemarías en el siglo X I I I , como lo creemos que lo ha sido santo Domingo, y si su celo ha acertado a hacer de ellas un uso popular y universal, ¿ no merecería éste tal ser llamado el autor del Rosario, aun cuando no hubiera introducido ni el Pater, ni el Gloria, ni esta meditación que ahora poseemos?» (Etude citado, p. 1 74). 1 º 2 Sabido es que Alano fue el primero en atribuir el Rosario a santo Domingo (poco tiempo después de la muerte de Domingo de Tréveris) y en hablar de una revelación hecha al mismo santo por la Santísima Virgen, en orden a la predicación del Rosario; de todo lo cual afirmaba él (Alano) haber tenido noticias por revelación. Aludiendo a este hecho escribe el R. P . Thurston en la revista «The Month» , p. 527 ( Londres, 1 900): «Alano habría quizás visto en alguna parte estas palabras: D. Dominicus; pero en lugar de leer Dom Dominicus (el cartujo), leyó Divus Dominicus (santo Domingo)» . Y en el artículo CHAPELET , del Diction­ naire d 'A rchéologie, col. 406, se expresa así el citado padre: «No parece inverosímil que la creencia que vincula el Rosario a santo Domingo, haya sido sugerida al espíritu de Alano por una suerte de confusión entre el santo fundador de los predicadores y Domingo el cartujo» . (Véase a este respecto lo que decimos más adelante en el párrafo: La tradición dominicana y el silencio de los cartujos). 1 0 3 Cfr D. T. C . , t. V I I , col . 2 1 5 , art. HucuEs DE BALM A . Es cierto que en 1 205 vivía un Hugo de B alma , cartujo, a quien Dom Le Couteulx atribuye la Theologia Mystica (Annales, t. 1 1 1 , pp. 309 ss. ) , pero la crítica moderna se la adjudica hoy al prior de Meyriat, Hugo de B alma de Dorche, que vivió al final del mismo siglo.

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celente tratado de espiritualidad conocido con los nombres de Theo­ logía Mystica o De triplici via ad sapientiam, nempe purgativa, zUu­ minativa et unitiva, y también con el de Viae Sion lugent, tomado de las palabras con que empieza la obra . Erróneamente se la ha atribuido durante varios siglos a san Buenaventura e incluido en las Obras del santo doctor104• «En ella se aconseja rezar en honor de María: Cua­ renta o cincuenta veces el Avemaría, dividiendo ( con el Pater?) a� llegar a cierto número , o haciendo algo semejante , según mejor pare­ ciere. Esto se le ofrecerá diariamente a manera de tributo, en señal de amor y espiritual homenaje» 1º5 • Se lee en los Anales, que en el año 1 2 6 1 vivía en la Cartuja de Be­ llary (Francia) un religoso que «se había propuesto ofrecer a la Santí­ sima Virgen, tanto por el día como por la noche, 1 00 veces el Ave del ángel, seguida de la beatificación del fruto de su vientre» (o sea, aña­ diendo las palabras: Y bendito es el fruto de tu vientre) 106 • La primera mención ofz"áal del Avemaría en la Orden la encon­ tramos hacia el año 1 2 3 3 (más bien un poco ant�s que después), en una Carta de un Capítulo General, que exhortaba a los priores a en­ señarla a los novicios conversos. Y el primer documento oficial que prescribe o manda el rezo de la misma es también una Carta de un Capítulo General, el de 1 2 7 9 , que ordena a los conversos el rezo de 50 Pater y 50 Ave, por algunos amigos de la Orden. En adelante se hizo frecuente el imponer el rezo de 25, 30, 5 0 , 1 00, 1 50 Pater y Ave, que solían recitarse en serie y separadamente . Era, sin duda , el Rosario en su forma primitiva . No obstante, no deja de ser curioso que nunca el Rosario (50 Ave) o el Salterio de María ( 1 50 Ave) , ni aun en tiempos más recientes haya sido preceptuado con su nom bre prop1:0 y en cuanto tal en la legis­ lación cartujana; se han contentado siempre los antiguos padres con indicar simplemente el número de Avemarías que debían decirse. Sófo una vez , incidentalmente, se habla del Salterio de María en . una Carta del Capítulo General de 1 374. Es el caso de que a cierto prior, por nombre Reginaldo Deschenilles (de Cuppis, según Dom Le Couteulx) , gran devoto de Nuestra Señora, se le había concedido un Monacato en toda la Orden 1 0 7, ' "'d e suerte que a su muerte todos 1 º4 La edición crítica de las obras de san B uenaventura, de la BAC (6 vols. , Madrid, 1 946 ss. ) , y a n o incluye la Theologia Mystica d e Hugo d e Balma entre l a s obras del Seráfico Doctor. l O'> He aquí el texto latino exacto: «Et tune dicat ei : A ve Maria , quadraginta vicibus, ve! quinquaginta. sub ceno numero, si voluerit . dividendo, ve! consimile, prout sibi melius videbitur. Hoc quasi in signum dilectionis et spiritualis homagii reddens ei Quotidie pro tributo» . Cfr Opera O m nia S. Bonaventurae, ed. A. C. PELTIER . t. V I I I , p. 8, París, 1 86 6 . Dom Laage. p. 2 1 . 1 06 Cfr Dom Le Couteulx , t . I V . pp. 2 3 3 ss. 1 07 Se da el nombre de Monacaro en la Orden Cartujana , a ciertos sufragios concedidos a los monjes de la propia Casa de Profesión , a los de Casas asociadas entre sí, o a determinadas

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los sacerdotes debían decir dos salterios o seis misas, y cada converso 300 Pater, la mitad de ellos con «venia» . Pero este religioso, o por caridad, o por devoción a Nuestra Señora, renunció a esos beneficios, rogando que los sacerdotes celebrasen solamente dos misas de Beata a su muerte, y los demás rezasen tres Salterios de la Virgen, con «ve­ nia» , a cada Avemaría. El C apítulo General de 1 374 se contentó con publicar esta disposición, sin imponerla a nadie10 8• Si en la legislación cartujana no tropezamos con la palabra Salterio o Rosario ( acaso por aquello de que «por sabido se calla» , o por con­ servar la costumbre, etc . ) , es cierto, sin embargo, que, como devoción privada y con sus propios términos, había invadido ya los claustros de la Cartuja desde la segunda mitad del siglo XIV, si no antes . En efecto desde 1 366 empezó a propagarse en la Orden y fuera de ella, el Salterio de María (llamado luego Rosario) , enseñado por María San­ tísima - según atestiguan las Crónicas - a Dom Enrique Egher de Kal­ kar, y que no era otra cosa que nuestro actual y auténtico Rosario de 1 50 Avemarías, con Pater antes de cada decena, pero sin misterios 1 09•

B) Dom Enrique Egher de Kalkar y el Salterio de María Este santo religioso se había mostrado siempre devotísimo de María: la M adre de Dios recompensó largamente su piedad filial. Hacia el año de 1 36 6 , Ella misma se dignó enseñarle, en una visión, la manera de componer un Salterio en su honor. «Fue Dom Enreque, mientras vivió, devotísimo de la Bienaventurada Virgen María; y porque la amó tan ardientemente la Madre de Dios se mostró a él en pleno día, en una visión, en la Celda «S» , antiguamente «H» , instruyéndole sobre la menera de componer un Salterio , añadiendo que primero debería decir un Padrenuestro, luego 1 0 Avemarías, y así sucesivamente hasta completar 1 5 Padrenuestros y 1 50 Avemarías. Comunicó por escrito su revelación a uno de los priores de Inglaterra, y por su medio se di­ vulgó en la Gran Bretaña este Salterio o manera de dar culto a la M adre de Dios, de suerte que apenas había quien no tuviese su Rosario personas de la Orden, y que, como se indica arriba en el texto, consisten en seis misas o dos Salterios (que a los legos se les conmutan por cierto número de Padrenuestros y Avemarías) y además en un treintenario de misas que se inicia con un oficio y misa de difuntos en comu­ nidad. 1 08 Cfr Le culte de la T. S. Vierge , p . 28. DOM LE CouTEULX , t. VI , p. 149, opina que se trataba del Psalterium B. M. Virginis, de san Buenaventura. No parece probable, por cuanto que por una parte el Salterio de san Buenaventura era poco conocido; y por otra nos encontramos en la época, precisamente, en que se había comenzado a propagar el Salterio de María, de Dom ENRIQUE DE KALKA R , y por haber sido Dom Reginaldo prior de varias Casas y visitador, podía estar bien enterado del movimiento de restauración del Salterio: de dopde nada extraño que quisiese dar una muestra de devoción a M aría , y la adhesión al movimiento. 1 0 9 Nacido en Kalkar ( Prusia) en 1 328, ordenado sacerdote en 1 360, ingresó en la Cartuja de Colonia en 1 36 5 . Murió en 1408. . . .

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de 1 5 décadas, y nadie se sentaba a la mesa sin antes haber ofrecido este obsequio a la Madre de Dios» 1 1 º. Dom Teodoro Petreyo, autor cartujo, escribía en 1 608 en sus Notae seu elucidationes breves in septem Petri Dorlandi Chronici car­ tusiensis Libros (Coloniae, apud Petrum Cholinum, pág. 1 33) que en su tiempo aún se veneraba el lugar en el cual se decía se le había parecido la Santísima Virgen a Dom Enreque de Kalkar. Dicho lugar no era otro que la celda «H» , según el anterior relato. De donde se des­ prende claramente que Dom Enrique no ejercía por entonces el cargo de prior, puesto que la celda «H» se encontraba dentro del claustro de las celdas de los monjes y la celda prioral fuera del mismo. Ahora bien, esto no pudo ser sino en los períodos de 1 365 a 1 367 , o de 1 396 a 1 408 , los únicos años que no ejerció superioridad alguna . El padre Hartzheim y más netamente Dom Le Couteulx, se inclinan a creer que el hecho es posterior al año 1 396. Pero probablemente no conocieron una carta de Dom Juan Dotz (o Dotzheim) , profeso de la C artuja de Maguncia , prior de esta misma Casa y de la de Basilea ( t l 4 1 8) , a Dom Enrique Kalkar, fechada en 1400, que abona por una mayor antigüedad del hecho. Dice así : «Un antiguo hermano me dijo haber sabido de vos que en otro tiempo se os apareció alguna vez la Bienaventurada Virgen María diciéndoos: Conozco tu deseo y sé que de buena gana me servirías de una manera más de mi agrado, si lo supieras. Te digo, pues, que me ofrecerás un homenaje muy agradable, si cada día rezas devota y aten­ tamente, prosternado en tierra , cincuenta veces la Salutación A n­ gélica>> . El texto alegado contiene substancialmente el hecho de la apari­ ción de Nuestra Señora , y la antigüedad de la visión. El hacerse mención de 50 Avemarías, y no de 1 50 , puede explicarse fácilmente por debilidad de la memoria en el que lo refiere o más probablemente por abreviación del rezo de las 1 50 Avemarías en 5 0 . En s u respuesta , Dom Enrique , a l eludir hábilmente y con mucha humildad la cuestión, confirma la verdad de la aparición, según aque­ llo de «quien calla otorga» : «Respecto de la Salutación A ngélica y del número que es preciso decir, sabed que el jubileo es el número místico de la gracia y del perdón; en consecuencia , rezar 50 Avemarías agrada a la Bienaventurada Soberana y gloriosa Virgen María. Saludad a mis antiguos conocidos ccr:>n un Avemaría» 1 1 1 • 1 1 0 Dom juAN LoTTLEY Origo et series Pri·orum Cart. in Colonia (del Archivo de la Gran Cartuja, fondos de Colonia . manuscrito A-5, b2 , p. 1 7 ) . Cfr Dom LE VASSEUR , t. IV, p. 54 1 ; Dol]l LE CoUTEt' f X , t : \,'J I , p. 3 . . 1 1 1 Copia manuscrit;1 en el Archivo de la Gran Cartuja, fondos de Tréveris, A - 5 , 242 , a , · p . 28. Cfr Abate N1cKU:s , L a Chartreuse d u Val-Sainte Marguerite a Bale, p. 7 1 . Le culte de la T. S. Vierge, p. 33.

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Notemos e n esta respuesta: l . 0 Que s i no hubiese habido una vi­ sión, lo hubiera confesado: lo contrario hubiera sido una falta de humildad y de veracidad. 2 . 0 Que no extrañaba ni disgustaba a Dom Enrique el rezo de las 50 Avemarías en lugar de las 1 50 , acaso por estar ya acostumbrado a verlo hacer así a su alrededor: lo cual es fuerte indicio de la antigüedad de la visión, porque de haber acaecido ésta pocos años ha, fuera natural que de una manera u otra manifestase su disgusto por inmutar tan pronto lo que la Santísima Virgen le había enseñado. 3. 0 Las palabras: «Respecto del número que es preciso decir . . . » , indican una reticencia que se podría traducir por esta frase : «No hay inconveniente en rezar 50 Avemarías, en lugar de 1 50 , como me enseñó Nuestra Señora; también 50 Avemarías agradan a la bien­ aventurada Soberana , puesto que el jubileo es el número místico de la gracia y del perdón» . La revelación del Salterio de María hecha a Dom Enrique de Kal­ kar es uno de los hechos mejor adquiridos de la crítica y de la historia cartujana, fundada en los documentos y en la tradición constante de la familia . Ni faltan testimonios ajenos a la Orden que así lo reconocen. Así el padre José Hartzheim , S . J . ( t l 757) asegura: «Era fama en la Cartuja de Colonia que la M adre de Dios había enseñado a Enrique el Salterio de 1 50 Salutaciones Marianas, con la interposición de 1 5 Padrenuestros que, a manera de cotidiano homenaje, ofrecía a la dueña de su corazón» 1 12 . Con lealtad digna de encomio el R. P . Mezard, O . P . , reconoce también la revelación hecha a Dom Enrique , cuando escribe: «Hacia 1 360 (sic) , la Santísima Virgen se apareció a un cartujo, Enrique Egher, y le enseñó a rezar un Salterio en su honor; por consecuencia de esta visión, la devoción recibió una grande difusión en Inglaterra» 1 1 3 • De lo dicho se desprende que Nuestra Señora habría renovado en favor de Dom Enrique la revelación del Rosario hecha a santo Do- · mingo. El silencio de los primeros biógrafos del santo fundador de los predicadores, en los cuales no se encuentra la más ligera alusión a re­ velación alguna sobre el Rosario, ni a la institución o propagación del mismo por el santo, así como la escasez de datos sobre el Rosario hasta la época de Dom Enrique de Kalkar, han hecho sospechar a algunos que éste es el verdadero institutor del Santo Rosario. Pero el argumento de tradición ( «ut pie creditur>> , «prout in historiis legitur>> , de las Bulas papales) invocado por la Iglesia en favor de santo Domingo, parecía decisivo y ha mantenido siempre a la Orden Cartujana en una pru­ dente reserva. El analista cartujano Dom Le Couteulx, que escribía 1 12 1 13

Bibliotheca Coloniensis, p. 1 1 7 . Etude sur les origines du Rosaire, p . 3 7 0 (Trévoux, 1 9 1 2).

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a fines del siglo XVI I , dice a este propósito con mucha circunspección: «La opinión común, que no osamos contradecir, atribuye la institu­ ción del Rosario a santo Domingo : Hay quines no obstante, lo atri­ buyen a otros. Sea lo que sea no puede rehusarse a Dom Enrique de Kalkar la restauración de una práctica acaso completamente olvidada entonces» 1 1 4 • No solamente se ha de conceder a Dom Enrique de Kalkar el título de restaurador del Rosario (que comparte con Domingo de Tréveris, como luego veremos) , sino además el honor de haber sido el primero en introducir los 1 5 Pater para dividir las decenas. Al decir el primero, no pretendemos señalar un número absoluto : dejando aparte la reve­ lación con que fue favorecido, pudo Dom Enrique haber hallado ves­ tigio de ello en épocas anteriores; mas el dio el primer impulso estable, eficaz y definitivo 1 1 5. El sabio jesuita, R. P. Thurston, confirma lo dicho cuando dice: «La introducción de los 5 Pater para dividir las 50 Ave, es atribuida por graves autoridades a un cartujo, Enrique Egher, conocido con el nombre de Kalkar>> 1 1 6 . Y monseñor Righetti escribe: «Fue un monje cartujo, Enrique Egher, el que introdujo el uso de intercalar un Paternoster en cada uno de los dieces del Rosario» 1 1 7 . Nos dejó también Dom Enrique d e Kalkar, entre sus obras, un Himno en honor de Nuestra Señora, que contiene 1 50 palabras. Lo trae Dom Molin en su Historia Cartusiana (t. I I , pág. 24) , con el título de Psalterium B eatae Virginzs, 1 50 Dictiones Conti'nens. Se le en­ cuentra también, por un error del editor, entre las obras de Lanspergio (Opera Omnia, t. V, pág . 430) 1 1 8• 111

A nnales Ord. Cart. , t. VII , p . 4 . Su caso e s semejante al d e santo Domingo: e l santo s e encontró con q u e el Avemaría se rezaba, de ordinario, en número indeterminado, y él fue el primero en concretar el número de 50, o de 1 50 , perpetuándolo con su predicación. Muy atinadamente observa el R. P. Mé­ zard, O . P. , a este respecto: «El verdadero institutor del Rosario nos parece debe ser aquel que ha sido el µrimer apóstol y a q uien cabe el honor de haberlo puesto entre las manos de los fieles y haber hecho su uso general y popular. A los demás q ue le han precedido no los miremos sino como precursores. Habrán rezado las 1 50 Ave, es posible; pero no han engendrado un movimiento que se haya perpetuado en pos de ellos» (obra citada , p. 289). El caso se repite después con Domingo de Tréveris, al introducir éste la meditación de los misterios en el santo Rosario, aun cuando antes de él se encuentren vestigios vagos de meditación. Su acierto estuvo en concretar los misterios, 50 en número, que luego cristalizaron en nuestros 15 misterios actuales, probablemente por obra del dominico bretón Alano de Rupe. Es el mismo caso de los inventores. No surge un invento de la noche a la mañana: se lleva gloria y la patente de inventor el que le da una forma estable y práctica o lo propaga. 116 D. A. L . , art. CHAPELET , T. I I I , col. 406 . 1 1 7 Historia d e la Liturgia (BAC, 1 32), t. 1 , p. 205 . E n el t. X , p. 4 8 3 , d e L a Pala bra de Cristo ( BAC, 1 83), leemos: «El primero de quien se tiene datos ciertos de que dividiera el Rosario en quince partes fue el cartujo inglés (sic, por alemán) Enrique Egher, que intercaló un Paternoster por cada diez A vemarías». 118 No debe confundirse este «Salterio en verso» , con el legítimo S alterio de las 1 50 Ave1l5

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La circunstancia de constar de 1 50 palabras y empezar cada estrofa por la palabra Ave son un claro indicio de devoción a su caro Salterio de M aría, que ellas le recuerdan. El himno es sencillo, pero de una belleza y unción incomparables. Helo aquí : SALTERIO DE 1 50 PALABRAS (Himno en honor de Nuestra Señora)

A ve, Virgo Virgznum, laus et lux justorum. Ad te clamat jugiter turba populorum, Nos malis erzpe, quos in via morum Detorquere satagit tractus vitiorum. A ve, torrens gratiae, torrens fontis viví, Torrens de quo profluunt ubertatis rivi: Fac ut Deum sitiam magis quam sitivi, Qui per mundi scelera currens circuivi. A ve, Nostrum gaudium, nostra spes et vita: Per quem sunt remedia aegris impartita. Generalem generis sortem non o blita, A d aeternae pa bulum vitae nos invita. A ve, fons clementiae, veniaeque vena, Per quam nobis redditur vitae cantilena; A peccato libera nos et ab ejus poena, A d aeternae patriae perduc nos amoena. A ve, nostri generis parens et patrona, Supra cunetas possidens gratzarum bona; Tuis sanctis p.recibus meritisque dona Ne mens nostra solito sit zn malum prona. A ve, Virgo, susczpe mentís in conclavi' Verba, quibus venzam toties rogavi: ·

m¡irías, por él propagado, como lo hace, por ejemplo, el articulista de la Enciclopedia ES PASA (palabra KALKAR , Enrique de), quien no solamente confunde el Salterio de María con el Salterio de las 1 50 palabras, sino también a Enrique de Kalkar con Dom Domingo de Tréveris. Véase : «También escribió (Dom Enrique) un tratadito (¡un himno!), Psalterium Beatae Virgini.s 1 50 Dictiones continens, que recibido sin gran entusiasmo por sus contemporáneos por lo poco práctico del modo de oración en él contenido (¡no contiene ningún modo de orar!). ha alcan­ zado en nuestros días relativa popularidad en ciertos medios, por suponérsele el punto de partida de la evolución de la práctica piadosa del Rosario (¡ese punto de partida no es otro que el Salterio de las 1 50 Avemarías!) . . Sobre no conocerse un solo caso de recitación de las cláusulas de Kalkar, éstas nada tienen que ver con la esencia y modalidades de la devoción del Rosario . . . » (¡los casos de recitación de las «cláusulas» de Domingo de Tréveris. no de Kalkar, son numerosísimos, como luego veremos!).

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Et audite saepius A ve tam suavi, Fac me, quaeso, Domina, procul a Vae gravi. Y termina así:

Offero verba tibi ter qw;nquaginta Maria. Hoc breve Psalterium su.scipe, Virgo pia. Vengamos ahora al movimiento de restauración del Rosario que arranca con Domingo de Tréveris, dentro del ambiente preparado por Dom Erique de Kalkar.

C) El Rosario en la Cartuja de Tréveris Es un hecho cierto, admitido por todos, que el Santo Rosario, des­ pués de una desgraciada época de completo olvido y abandono, debió su renovación a los cartujos Enrique de Kalkar y Domingo de Tréveris, que vivieron del siglo XIV al XV. En esta época , en efecto , la devo­ ción del Santo Rosario, tal como la enseñaba Dom Enrique de Kalkar ( 1 50 Ave con Pater intercalados) o la comprendía Domingo de Tré­ veris, a saber, añadiendo a la recitación de las Avemarías (50, sin Pater probablemente) , la meditación de los misterios de la Vida de Nuestro Señor y de Nuestra Señora, comenzó a propagarse en los monasterios cartujanos. La feliz iniciativa de Domingo de Tréveris es un hecho histórico, plenamente admitido aún por los autores dominicos: «Que el cartujo Domingo de Prusia haya inventado, al comienzo del siglo XV, un gé­ nero de meditación del Rosario , es 'incontesta ble. Su sistema consistía en añadir al fin de cada Avemaría algunas palabras que recordaban un misterio. En un principio las «cláusulas» variaban con todas las A vemarías de la cincuentena; pero más tarde una misma cláusula sirvió para recordar el misterio durante toda la decena» 1 1 9 • «En cuanto a l a meditación d e los llamados misterios (del Rosario) durante la recitación de las 1 50 A ves, los trabajos del padre Esser, O . P . , han demostrado que tuvo su origen primeramente en un cartujo de Tréveris , el P . Domingo Pruteno, hacia el año 1 4 1 0» 12º . En efecto, el R. P . Tomás Esser, O . P . , a quien se alude en el pá­ rrafo anterior, publicó una serie de artículos en la revista «Der Katho­ lik» , de Maguncia (años 1 897 a 1 906), en los cuales demuestra con me­ ridiana evidencia , después de prolijas investigaciones y de exhumar manuscritos y más manuscritos . del polvo de bibliotecas y archivos, 1 1 9 Mézard, o. c . , p. 1 5 9 . Se alude en las dos últimas líneas de la cita a la costumbre existente en algunas regiones de Suiza, Alemania, etc. , de repetir 10 veces invariablemente el enunciado del misterio al cual está consagrada la decena. 1 20 RIGHETTI , Hist. de la Lit. ( BAC, 1 32), t. I , 205.

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la parte muy principal que han tenido los cartujos en la formación y propagación del Rosario . Suya es la siguiente afirmación que trans­ cribimos literalmente. «La adición de los puntos de meditación de la vida de Nuestro Señor mezc lada al rezo del Rosario, remonta a los comienzos del si­ glo XV. Se debe a dos cartujos de Tréveris ligados entre sí por estrecha amistad: Domingo de Prusia y Adolfo de Essen. Este era prior de la Cartuja de San Albán, cerca de Tréveris, cuando Domingo ingresó en ella; y, a pesar de ser Domingo el más joven de los dos, a él co­ rresponde la parte más considerable en la introducción de estos puntos de meditación» 1 2 1 •

a) Dom Santiago de Meisenberg Ante todo hemos de hacer notar que ya desde fines del siglo XIV hallamos en la C artuja de Tréveris un monje, Dom Santiago de Mei­ senberg, muy devoto de la Reina del Cielo y de su santo Rosario. Fue él, según aseguran las cartujanas Efemérides, el iniciador de Domingo y de otros muchos en esta preciosísima devoción: «Singulari erga B . V. Mariam devotione affectus, eumdem amoris sensum instillavit beato Dominico Trevirensi et multis aliis, quos inflamavit ad Rosarii recitationem» 1 22 • Probablemente a él se refiere Domingo en su auto­ biografía1 2 3 cuando dice que cierto religioso le había contado su con­ versión: cada noche rezaba , antes de ir a maitines, todo el Salterio de María, es decir tres veces el Rosario . Se durmió en el Señor el 5 de junio de 1 42 7 . Después d e él, Dom Adolfo d e Essen fu e e l hombre escogido por la providencia para abrir el camino a Domingo y señalarle horizontes desconocidos y servirle de ayuda y aliento en los primeros ensayos de su celo. 1 2 1 Der Katholik, nov. de 1 8 9 7 . 1 22 Dom L E VASSEUR , t . II , p . 2 9 5 . 1 2 3 Por obediencia escribió Domingo s u autobiografía , q u e intituló Libri experimeHtiarum duo cum libello humilis confessionis. Comprende, por tanto, dos libros: el primero comenzado

hacia el año 1 440, contiene las «Narrationes»; el segundo, escrito 10 años más tarde, terminado cerca de 1458, éncierra 38 «Collationes» o conferencias: uno y otro compuestos en forma de diálogo, en el que con el seudónimo de Ruperto. cuenta su vida a un joven religioso. El ejemplar más antiguo del Libri experientiarum se conserva en la biblioteca de la ciudad de Tréveris: remonta al siglo XV, y proviene de la Cartuja de San Albán, cerca de Tréveris, donde vivió Domingo. Manuscrito en pergamino. Una copia manuscrita, hecha en la Cartuja de N ancy en 1 86 9 , tomada de este ejemplar, posee la Gran Cartuja. Otra copia posee el Seminario de Tréveris, datada en 1 65 1 . Finalmente la Cartuja de Valsainte (Suiza) posee una copia proveniente de la Cartuja de B uxheim, pero falta el II volumen. Varias otras o b ras dejó Domingo: Corona B. V. Mariae, en la que se compara la vida de M aría a las piedras preciosas. De pallio B. Virginis conficiendo. De aula B. Virginis . cons­ truenda . . y otras muchas que pueden verse en Dom LAAGE: Le Rosaire et les chartreux, p. 42. o bien en Mou N , t. I I , p. 6 7 , y BoHic , t. IV, p. 24 1 . .

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b) Dom A dolfo de Essen Pertenecía a una noble familia. Después de sólidos estudios en la Universidad de Colonia, de donde salió muy aprovechado en Filosofía, Teología y Derecho C anónico, ingresó en la Cartuja de Tréveris (en 1 398), haciéndose notar por su saber, piedad y grande abnegación. En 1 409 fue elegido por unanimidad prior de la C asa, que gobernó durante seis años . . Severo para sí mismo como bueno para con los de­ más, tenía un don especial para calmar los ánimos turbados . Devotísimo de la Santísima Virgen desde su infancia, vió con inde­ cible gozo el éxito de la innovación de Domingo respecto del santo Rosario y nada escatimó para darlo a conocer, secundando la labor de Domingo y adoptando las «fórmulas» que éste escribía, ayudado de sus hermanos de religión, de tal suerte que familiarmente las llamaban: «el Rosario del Padre Adolfo» . El C apítulo General de 1 4 1 5 le envió de rector a la nueva funda­ ción de Marienfloss (Río de María) , cerca de Sierck (debida a la du­ quesa de Lorena, Margarita de Baviera) , de donde regresó en calidad de vicario a Tréveris, en 1 42 1 , no sin antes haber rehusado la dignidad de abad que instantemente le ofrecían los benedictinos de Tréveris. Según el testimonio de Domingo de Tréveris, Dom Adolfo gozab a de un alto don de oración, hasta ser arrebatado en éxtasis varias veces al día . Célebre y muy consoladora es la visión con que fue favorecido respecto del santo Rosario, relatada ya en otro lugar 124• Murió en olor 1 24 «Vio dicho padre cartujo, entre otras cosas que le fueron mostradas, cómo la Virgen Santísima , rodeada en el Cielo de toda la Corte Celestial, cantaba devotamente delante del Trono de Dios, el Rosario con las 'fórmulas' , añadiendo al final de cada una de ellas, un triunfal A lleluia. Al pronunciarse el nombre de María, todos inclinaban la cabeza ; al nombre de jesús doblaban la rodilla , conforme a las palabras del apóstol: 'Al nombre de Jesús todos doblen la rodilla: en el Cielo, en la Tierra y en el Infierno '» . «Vio también la augusta asamblea de los elegidos, dar gracias a Dios Omnipotente por todos los beneficios concedidos y frutos conseguidos mediante el rezo del santo Rosario; y cómo rogaban al Señor con gran devoción y afecto por todos los que lo recitaban, a fin de que se dignase iluminarlos y fortificarlos con una gracia especial en orden a su provecho espiritual, otorgándoles finalmente la dicha eterna. Vio igualmente innumerables coronas de flores inmarcesibles, resplandecientes y perfumadas, preparadas para aquellos que rezan el Rosario en alabanza de Dios y de su bendita M adre la Virgen María» . «Le fue también revelado de una manera muy cierta que quien, a imitación de los santos del Cielo, rezase el Rosario con las inclinaciones y genuflexiones a los santísimos nombres de Jesús y de Marí a , obtendría una completa remisión de sus pecados» . «Esta visión se renovó varias veces y en todas ellas se le aseguró al padre que la devoción del santo Rosario era una prenda segura de predestinación» . (Cfr Dom LAAGE, Le R osaire et les Chartreux, pp. 50 y 1 2 3 ss. , manuscrito de Aula Dei; Le c.ulte de la T. S. Vierge. . , pp. 40-4 1 . Erróneamente se ha atribuido esta visión a Domingo de Tréveris, q uizás por referirla éste en su Líber experimentiarum, Narratio 38a . ; pero él mismo nos advierte: «_revelatum fuit Vicario domus hujus in proximo defuncto: fue revelado a un vicario de esta Casa muerto hace poco» . (Dom Adolfo de Essen, prior y luego vicario de Tréveris, hasta 1 43 3 ) . Está , pues, fuera de duda que el favorecido con la visión fue Dom Adolfo. Al error contribuyó también Dorlando al referirla en el capítulo en que precisamente habla de Domingo ,

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de santidad, el 4 de junio de 1439, haciéndose leer las Pasiones y uniéndose a la recitación del Salmo XXI . Dom Adolfo de Essen tµvo l a dicha d e recibir en los comienzos de su priorato ( 1 409), como novicio, a Domingo de Tréveris, llamado a desempeñar papel tan importante en la propagación del Rosario.

e) Domingo Helión (Eloinus, en latín) Llamado comúnmente de Tréveris o de Prusia , su patria, nac10 en 1 384 , de padres de modesta condición, pero temerosos de Dios. Al morir su padre, su madre lo confió a un anciano predicador que le enseñó los primeros rudimentos y el Pater, haciéndole copiar los maitines del Oficio Parvo , y él mismo nos cuenta que por este tiempo su oración cotidiana era rogar a Nuestra Señora que le ayudase a aprender para ser maestro y sacerdote. Frecuentó luego la escuela con tanto aprovechamiento que su rnadre decidió enviarlo a Cracovia, a continuar sus estudios en la Universidad. Sus disposiciones y apti­ tudes para el estudio brillaban tan sorprendentes que sus compañeros decían de él: Si no se entrega al juego y al desorden, será el mejor clé­ rigo de Cracovia. Desgraciadamente sucedió lo que se temía, y con la pérdida de sus economías, comprometió además su posición y reputación. Su fondo naturalmente recto le hacía exclamar cuando le acon­ tecía burlarse de los religiosos : «Sí , si yo me burlo de los religiosos, esto no me impedirá que si me convierto, me haga también religioso» . Y cuando los compañeros le reñían por el exceso de sus desórdenes, les replicaba : «Puesto que estoy en el mundo, me conduzco según el mundo; pero el día que vuelva a Dios, cumpliré entero mi deber» . En alguno de estos buenos momentos intentó, aunque infructuosa­ mente, ingresar en la Cartuja de Praga; mas vióse luego arrastrado de Tréveris ( Chronicon Cartusiense, lib. VII , cap. I I ) ; y Dom LE VASSEUR (t. I V , pp. 547 - 548) que copia a Dorlando). Además de la obra de Dom ADOLFO DE ltssEN , De nobilitate, utilitate, etc . . . . , y del Liber experientz"arum, dan noticia de la visión:

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a) El Novale Sanctorum, de Jc A N C I E L M A N S , canónigo regular y sub-pnor de Rouge­ Cloitre, cerca de Bruselas (t 1487) (cfr Analecta Boll . , t. XIV, p. 6 1 ) . Manuscrito que en 1 905 pertenecía a la biblioteca privada de S. M. el emperador de Austria . La Cartuja de Parkmisnter posee tres clichés fotográficos del mismo. b) Un manuscrito de la Biblioteca N acional de París, n . 0 1 90 , fols. CX LVI -CLI. E s de la mano de Luis de Brujas, en plena actividad literaria hacia 1 480. e) Un manuscrito del año 1 50 l, de un religioso del convento de Santa María del Lago (Alemania). d) Otro manuscrito proveniente de la Cartuja de Buxheim conservado hoy en Parkminster, del año 1 509. e) Opera Omnia, de LuDov1co BL0s10 , Colonia, 1 606, p. 1 2 1. f} Obras y escritos de S. LUIS MA. G. DE Mo N FO RT ( M adrid, 1 954, BAC), pp. 356-358, donde por error se atribuye la visión a Domingo de Tréveris.

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por el torbellino de las pasiones , que le retuvieron aún cuatro años en el mundo. Finalmente sonó para él la hora de Dios . A los 2 3 años se convirtió. He aquí la ocasión : Perseguido por la gracia, en una Cuaresma, entró en una iglesia, y acosado por los remordimientos se arrojó a los pies del altar. De improviso, una señora muy distinguida, cubierta con un manto azul, se le acerca y le pide una limosna para un pobre del hos­ pital, prometiéndole que en retorno Dios le libraría de todas sus mi­ serias. Generoso, le alarga la única pieza de moneda que le quedaba . Más tarde, reflexionando e n los peligros de cuerpo y alma d e que s e vio libre en los dos años que aún tardó en acogerse al puerto seguro de la religión, comprendió que la señora del manto azul no podía ser otra que la Santísima Virgen, de quien fue siempre devoto. En 1409 se presentó a la Cartuja de Tréveris, dispuesto a hacer penitencia de sus pecados y reparar su pasado. Contaba entonces 25 años. Rudas pruebas le esperaban y Dios, que le destinaba a gran santidad, le hizo pasar por un verdadero purgatorio. En visiones de infieno tenía que habérselas con las potencias del Averno y con el de­ monio en persona . Tentaciones terribles de blasfemia y de desespe ­ ración, y conqa la fe, etc . Verdaderos combates diabólicos en que el demonio le torturaba y flagelaba de todas maneras, y cuyo relato for­ man la parte más considerable del primer volumen del Libro de las Experiencias, su autobiografía . Pero pronto le colmó la Divina cle­ mencia, en premio de su fidelidad, de consuelos interiores y regalos de visiones y visitas del Cielo, etc. Desde su ingreso en la Cartuja, se dejó ganar Domingo por el apos­ tolado mariano de su prior, Dom Adolfo de Essen, que se había en­ tregado a propagar el Rosario de 50 Avemarías, rezado probable­ mente en serie, sin Pater intercalados . Dom Adolfo había compuesto, poco tiempo después de abrazar el instituto cartujano, dos trataditos en latín intitulados Recomendación del Rosario y Vida de Nuestro Señor jesucristo y de su Madre Santísima, o sea, Meditaciones sacadas de la Vida de Cristo del padre Ludolfo 1 2 5, traducidas luego al alemán para uso de la, duquesa de Lorena, que gustaba dirigirse con Dom Adolfo. Naturalmente, al recibir a Domingo en la Orden, se apresuró a recomendarle el Rosario y su librito de Meditaciones, declarándole confidencialmente que él debía su vocación al rezo del santo Rosario, pues desde el momento en que empezó a rezarlo, estando en el mundo, comenzó a reflexionar seriamente en d negocio de su salvación. Como dijese Dom Adolfo cierto día delante de Domingo: «que no había hombre, por malo que fuese , que no experimentase alguna en1 25 De commendatione R osarii, y Vita D. N. ]esu Christ?." et Bea lissz·mae Matris ejus, seu meditationes excerptae ex vita Chrúti Ludolphi nostri.

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mienda o mejora e n s u vida, s i consentía e n rezar e l Rosario durante un año» , éste, impresionado por estas palabras, se propuso rezarlo fiel­ mente. La experiencia le demostró cuán fructífera devoción era y cuánto ayudaba al aprovechamiento espiritual. Fue entonces cuando Nuestra Señora le alcanzó la gracia de hallar las Fórmulas, es decir, de asociar al rezo de las Avemarías, la Meditación de los Misterios de la Vida de Cristo y de María. Para ello se inspiró en el libro de Medita­ ciones de Dom Adolfo, reducidas a pequeñas cláusulas, en número de 50 , añadidas a las Avemarías. Persuadido de la eficacia del Rosario y viendo que las almas gus­ taban de la modalidad por él introducida en el rezo del mismo, se dio a la tarea de propagarlo de palabra y por escrito. En tan noble labor encontró decididos colaboradores entre sus hermanos en religión, que le ayudaron personalmente o con su valimiento. B asta citar a Santiago de Meisenberg (t 1 42 7 ) , Juan Rode (t 1 439), Juan Pluntz (t 1 456), y los conversos Pedro y Conrado de Tréveris; sus Superiores, como Adolfo de Essen (t 1439), Pedro Eselweg (t. 1439) que había sido su maestro de novicios, Bernardo de Colonia ( 1 440) , Enrique de Piro (t 1473), etc . Pronto las copias manuscritas de las Fórmulas, saltando los muros de la clausura , corrieron por varios países de Europa 1 26• Su método para el rezo del santo Rosario, conocido con el nombre de «Fórmulas o cláusulas de Domingo de Tréveris» , estuvo muy en boga en los siglos XV, XVI y XVII , sobre todo en la Orden cartujana. La visión de Dom Adolfo de Essen, en la cual Nuestra Señora aprobaba la forma dada al Rosaiio por Domingo de Tréveris y que fue conocida después de su muerte por un escrito que se encontró en su celda titu­ lado De nobili'tate, utüitate et fructuositate Rosarii Beatae et Gloriosae semper Vi'rgi'nis Mariae, contribuyó a levantar los ánimos y sirvió de 126 Las «fórmulas» se escribieron originariamente en latín, pero luego se tradujeron al alemán. El manuscrito más antiguo conocido que las contiene en alemán, es el del convento de San Gall, que se remonta al año 1454. Y el opúsculo más antiguo impreso, año 1480, que las reproduce también en alemán, se conserva en el Museo Británico. Son innumerables por lo demás, los manuscritos que cita el R. P. BsEN , O. P . , en Der Katholic, que las repro­ ducen en latín o en alemán. En latín aparecieron también en la citada revista (noviembre de 1 897), y en el mismo idioma se pueden leer en la Vida de san Bruno (escrita en alemán), por Dom DIONISIO MARÍA TAPPERT , cartujo (Luxemburgo, 1 872 , Bruck, pp. 482-484). En francés las trae Le Rosaire et les chartreux, y Dominique de Prusse, obras ambas de Dom PLÁCIDO LAAGE , cartujo, pp. 46 y 1 5 respect. de los originales manuscritos conservados en la Cartuja de Aula Dei . El Rosario auténtico de Domingo de Tréveris, inédito hasta ahora en español, aparece por primera vez en el presente artículo algo más adelante; pues si bien es verdad que en 1 6 1 1 se imprimió en Madrid una versión del Rosario de las «fórmulas» , hecha por el célebre Lope de Vega, a instancias del Prior de El Paular Dom Pedro Manuel Deza , y q ue atros -i:n-as tarde este mismo padre hizo una versión directa del latín en cuartetas, no lo es menos que� trataba del Rosario que, a imitación del de Domingo de Tréveris, compuso el padre Lanspergio, como más adelante explicaremos con detalle.

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poderoso estímulo a los cartujos de Tréveris que hacía 30 años que �rabajaban en la propagación del santo Rosario. Llegó un momento, sin embargo, en que nuestro cartujo se pre­ guntó si hacía obra agradable a Dios al entregarse a este apostolado de la pluma, y si no haría mejor, como verdadero contemplativo, en ocuparse únicamente de Dios en la soledad .. Sus temores se acrecen­ taron cuando sus tres primeros dedos de la mano d�recha · le rehusaron todo servicio, hasta el_ punto de no poder sostener la pluma . Tentado estuvo de detenerse creyendo ver una manifestación de la Voluntad Divina; mas habiendo consultado con su prior, éste le ordenó conti­ nuar en sus trabajos para provecho propio, edificación del prójimo y gloria de Dios y de Nuestra Señora. Fortalecido, con la obediencia, se entregó de nuevo con ardor al trabajo y «la Santísima Virgen, nos dice él mismo, le dio con la fuerza suficiente para continuar su trabajo, el consuelo e n sus sufrimientos» . Sin duda ninguna que Domingo aprovecharía el tiempo de su estancia en la C artuja de Sierck corno vicario de Dom Adolfo Essen ( 1 4 1 5 - 1 42 1 ) , y luego en Colonia ( 1 42 1 - 143 1 ) como procurador, y más tarde en M aguncia (probablemente del 1 440 - 1 442) como naestro de novicios, para propagar activamente su Rosario. El tiempo restante de su vida lo pasó en Tréveris 1 27• Probado con una llaga incurable y con otros achaques, debió per­ manecer los últimos 1 7 años de su vida recluido en su celda , sin poder acudir a la iglesia. Esta soledad forzosa y completa favorecía sus ansias de contemplación y unión con Dios y le -proporcionaba, en medio de sus dolencias físicas, abundantes consuelos celestiales. Todos quedaban edificados de su invicta paciencia y tranquilidad de ánimo . Mientras más se cebaba el mal en su cuerpo, más gozosa resonaba en lo íntimo de su alma la alabanza divina que le conformaba a Cristo paciente. Murió en olor de santidad , en el cargo de vicario, agobiado de en­ fermedades y privado de toda asistencia al coro , el 2 1 de diciembre de 1 460 128•

D) El R osan:o de las > , según él, aunque al parecer con menoscabo de la autenticidad del texto de Alano. El libro apareció bajo el título de B eatus A lanus de Rupe, redivivus, de Psalterio seu Rosario Christi ac Mariae174• Es muy probable - en sentir del R . P. Esser, O. P . - que el término revelación en boca de Alano, haya que interpretarlo en un sentido amplio , en el sentido de inspiración. Igualmente, para el 1 74 L a obra estaba dividida en cinco partes: l . ª Apología del Rosario; 2. ª Relatos, rev� la­ ciones y visiones acerca del Rosario; 3 . ª De sermonibus S . P. Dominici; 4 . ª De sermonibus Beati Alani; 5. ª Ejemplos y miiagros del Rosario. Otras ediciones: Colonia, 1 624; Nápoles,

1 630, 1 642 , 1 660 . . .

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R. P . Echard, O . P . , n o tienen otro alcance las visiones y revela­ ciones del beato que el de parábolas expuestas en esa forma de visio­ nes o revelaciones p ara atraer mejor la atención de los oyentes. Era una manera bastante común de hablar en la Edad Media; pero nadie se engañaba acerca del akance de lo que se decía, comenta el R. P. Mortier, O . P . 1 7 5• A partir de su muerte se multiplicaron los libros y opúsculos acerca del Rosario, ya para propagarlo, ya para divulgar nuevos métodos o maneras de rezarlo . Alano mismo había propuesto cinco métodos diferentes de meditación durante el Rosario, aunque acon­ sejaba el método de los 1 5 misterios. Entre sus obras se encuentra, incluso, un Rosario con . «cláusulas» semejantes a las de Domingo de Tréveris, a cuya influencia no pudo sustraerse 1 7 6• l. 0

¿ Qué Rosario predica ba el b eato A lano.'?

El beato Alano predicaba y propagaba el Salterio de 1 50 Ave­ marías, o sea, nuestro actual «Rosario completo» , que él prefería llamar Salterio, dividido en decenas con 1 5 misterios para meditar. Salta a la vista su diferencia con el Rosario de las «fórmulas» , que contenía tantos puntos de meditación o misterios como Avemarías, 50 en total. Oigamos a una autoridad en la materia (no hacemos más que résumir su pensamiento) : «Hay dos cosas en el beato Alano que deben distinguirse cuidadosamente : en primer lugar, su actuación personal en la difusión del Rosario, atestiguada por su vida entera y sus escri­ tos, y, en segundo lugar, el papel que en esos mismos escritos asigna a santo Domingo en la institución del Rosario. No intentamos zanjar la cuestión del origen de esta devoción; sólo queremos constatar la 1 75 R . P. MoRTIER , O . P . , Histoire des Maitres Généraux d e l'Ordre des Freres Précheurs, t. I V , p. 635, París, 1 90 9 ; R. P. EcHARD , Scriptores Ord. Praed. , t. I, pp. 845 -852 , t. 1 1 , p. 448 , París, 1 7 1 9 . Los autores modernos e n general están de acuerdo con e l criterio de los padres dominicos mencionados arriba en el texto. Véase el artículo A lain de la Roche en: D . T. C . , t . XVI (Tablas), col . 63; D. H. G . E. , t. 1, col. 1 . 306 s. ; D . S . , t. 1, col 2 6 9 . 1 7 6 Las cinco maneras de rezar el Rosario indicadas por Alano consistían: 1 . ª En orar con la mente en Dios. 2. ª Dirigirse a Cristo por medio de los santos. 3. ª Dirigir la atención a las virtudes. 4 . ª Rogar por los prójimos. 5. ª Orar en orden al cumplimiento de nuestros deberes. Otros métodos de meditación durante el Rosario proponía el beato, como por ejem plo: meditar solamente en una de las tres series de misterios, gozosos, dolorosos y gloriosos; o bien pensando en los siete sacramentos; o también contemplando la gloria y la bienaventuranza eternas, etc. Y él mismo añadía: «Si alguna de estas vías indicadas no te conviéne y acaso tu devoción te lleva a otra, adóptala, pero con fervor que te haga provechosa esta alabanza de la Bienaventurada Virgen . . ( MoRTIER, t . IV, p . 628). Como se ve, el beato daba bastante amplitud para la elección de las meditaciones. .»

25 1

J. IBAÑEZ Y F. MENDOZA

parte que ella ha tenido en la vida de Alano y qué impulso le dio él. ¿Cuál fue el objeto de la predicación de Alano? Un método especial de honrar y rezar a María : el Salterio de la Santísima Virgen. Se le dice rezando 150 Avemarías, divididas de diez en diez por un Pater; al rezo de estas oraciones va unida la meditación de los principales misterios de la fe. ¿ Qué parte corresponde exactamente a Alano en la organización de esta nueva manera de rezar el Rosario? Respecto del número de Avemarías, la obra personal de Alano habría consistido en restaurar la antigua costumbre de rezar 150 Avemarías en lugar de 50. Por lo demás parece más probable que ambas maneras de rezar hayan coexistido, aunque es el Salterio el que va ganando terreno a consecuencia del impulso dado por Alano. En cuanto a. la meditación que acompaña o sigue al rezo de las Avemarías, no pertenece su iniciativa a Alano. Un cartujo de Tréveris, Domingo de Prusia , compuso, en la primera mitad del siglo XV, una serie de «cláu�ulas» para cada una de las 50 Avemarías del Rosario tal como se rezaba entonces. Lógicamente, pues, el beato debía hacer extensiva esta manera de continuar la invocación del Avemaría , a las 150 Avemarías del Salterio. Por una parte, conocía las «cláusulas» de Domingo de Prusia y, por otra parte, él mismo afirmaba haber sabido por revelación de la Santísima Virgen, un gran número de «cláusulas» semejantes. . . La organización de estas invocaciones difería un poco de las de Domingo. En suma, no es iniciador para ninguna de las partes del método. Lo que verdaderamente le pertenece en propiedad es la institución de la Cofradía del Rosario (que luego se multiplicaron) : en esto es verdaderamente iniciador» 1 77 El mérito del beato Alano consistió, pues, en organizar o coordinar y unificar los diversos elementos del Rosario, dándole forma definitiva. Con santo Domingo y con Dom Enrique de Kalkar mantuvo el número de 150 Avemarías; igual que este último, dividió las decenas por medio del Pater; con Domingo de Tréveris, añadió la meditación de los misterios; pero iniciativa suya (probablemente) fue el reducir­ los a 1 5 . Al limitar a 15 los misterios, y a n o era necesario tener u n escrito a la vista como sucedía con las «cláusulas» , puesto que 15 podían retenerse fácilmente en la memoria . Esto explica por qué el método de Alano se hizo tan pronto popular. Alano dejaba cierta libertad en la elección de los misterios, lo que motivó el que aún se tardará más de un siglo para el establecimiento uniforme y general de nuestros 15 misterios actuales l ?8 . •.

177 D. H . G. E. , col. 1 . 308 s. 1 78 Cfr R. P . MÉZARD , O . P., o. c. , p . 1 7 9 . El primer libro impreso con los 1 5 misterios apareció en Ulm, 1483, CONRADO DINCKMllT . Su título en alemán, Unser lieben fra wen Psa lter. Tuvo numerosas ediciones. ·

252

EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . . .

E n Alano d e Rupe, dominico, s e reanudaba l a tradición d e su Orden referente al Rosario predicado por santo Domingo. Pero la renovación conseguida por él no se explica - para que el efecto sea proporcionado a la causa - sin la acción latente y los esfuerzos, precursores a los suyos, de los cartujos de Tréveris y de otras Casas. Lo adivinó el R. P . Danzas, O . P . , no obstante ignorar la campaña de los cartujos en_ pro del Rosario: «Todo hace creer que la renova­ ción del Rosario llevada a cabo por Alano, había sido preparada desde hacía largo tiempo. La misión que fue su gloria, duró muy poco espacio de tiempo: unos dos años. Restringida en su duración, tampoco parece haberse extendido más allá de los límites de Holanda y Alemania inferior. Acababa apenas de morir el beato cuando la predicación del Rosario repercutió por los Países B ajos, Francia, Italia, Alemania y viéronse multiplicar las cofradías. Ahora bien, para hallar cierta proporción entre el efecto y la causa, habría que suponer, no solamente una chispita latente durante un siglo entero, que Alano había reanimado, sino además esfuerzos precursores a los suyoS>> 179•

2. 0

Origen de los 15 mz"st erios

No todos los autores están conformes en otorgar a Alano la inicia­ tiva de los 15 misterios; sin embargo, parece lo más verosímil, pues antes que él nadie que se sepa ha hablado de ellos. Que los 1 5 misterios traen su origen de las «cláusulas» de Domingo de Tréveris es cosa indudable para el R. P. Esser, O . P . 180• Veamos cómo explica esta transición el R. P. Mézard: «El beato Alano es autor de un cambio muy importante referente a la medi­ tación que debía acompañar el rezo de las Avemarías. . . Al comienzo del siglo XV un cartujo, Domingo de Prusia, imaginó unir a cada Ave una cláusula relacionada con algún hecho de la Vida del Sal­ vador. Esta innovación era piadosa y tuvo éxito. Pero . ofrecía graves inconvenientes. En primer lugar, las cláusulas eran demasiado largas y difíciles de retener en la memoria: era preciso un escrito para ser­ virse de ellas, y por lo mismo saber leer. En segundo lugar, podían variar al infinito, no constando de una fórmula precisa, corta, que pudiera ser de uso universal; Domingo mismo había permitido esta variedad» . «Era necesario simplificar: así lo comprendió el restaurador del Rosario (Alano) . Sin combatir ni despreciar directamente el método de las «fórmulas» , las pasó en silencio al explicar en el capítulo XIV 1 79

Etudes s u r les temps primitzfs d e l'Ordre d e Saint Dominiq ue, t. I V , p. 340. LAAGE , pp. 64 y 9 6 .

1 80 Citado por Dom

253

). IBAÑEZ Y F. MENDOZA

de su Apología las meditaciones que han de. emplearse en el Rosario proponiendo, entre otros sistemas, el de los 1 5 puntos de meditación. Por consiguiente, en lugar de 50 o de 1 50 misterios para meditar, en adelante no habrá más de 1 5 , uno para cada decena» 1 81 • La ideología de este periodo de transición se transparenta con suficiente claridad a través rl.e un manual del Rosario: Liber perutili's de Fraternitate Rosarii, impreso en 1 5 1 7 por los Brigitinos de M ai (Nordlingue) 1 82 • Este manual indica varias maneras de rezar el Rosario y propone finalmente un sistema de meditaciones sobre los 1 5 miste­ rios, los mismos poco más o menos que hoy tenemos; pero añade esta nota significativa: «Muchos religiosos adjuntan a cada Ave un detalle de la vida de Nuestro Señor, formando una muy devota oración. Sin embargo, para el pueblo simple basta el rezo de 5 Pater y 50 A ve» 1 8 3• La alusión a las «cláusulas» de Domingo el Cartujo no puede ser más clara, como también que van siendo suplantadas por los 1 5 misterios. Es de advertir que el primero, o uno de los primeros en sustituir la palabra «cláusula» por «misterio» , fue el padre Alberto da Castello, dominico, en su obra Il Rosario de la gloriosa Vergine Maria, Venecia, 1 52 1 1 84• Y concluye el R. P. Mézard: «Todo el estudio de la meditación unida al Ave, puede resumirse así: . 0 En el siglo XIII la triple cin­ cuentena (el Salterio) iba acompañada , algunas veces, de una triple contemplación ( aunque vaga) sobre la vida, muerte y glorificación de Nuestro Señor. 2 . 0 Al comienzo del siglo XV, el cartujo Domingo de Prusia añade, por medio de sus «cláusulas» , el recuerdo de un misterio diferente para cada Ave. 3 . 0 El beato Alano de Rupe crea finalmente el sistema de los 1 5 misterios, uno para cada decena» 1 8 5• 3. 0

¿ Conocía el beato A lano el Rosario de las 5 : era un acercamiento al método primitivo de Domingo de Tréveris. Con ello se pretendía mantener la atención en el rezo del Rosario y facilitar la ma­ nera de meditarlo. Este sistema es conocido y practicado aún en nues� tros días 197• 1 97 He aquí algunos d e los autores y manuales q u e difundieron y propagaron con fruto dicho sistema: - Rosario della gloriosa Vergine María, por el P. ALBERTO DA CASTELLO , O. P. ( Venecia, 1 52 1 , 1 524, etc . ) . - Rosario della sacratissima Vergine Maria, por e l P . ANDRÉS GIANETTI , O . P . ( Roma , 1 57 5 ) . - Meditazione d e l R osario della gloriosa Maria Vergine (Venecia, 1 582) apresse Domenico y Gio. Battista Guerra, fratelli. - Rosarium seu Psalterium B. V. M. ( Amberes, 1 600, Kerbergium) . Obra escrita en 1 585 por un sacerdote cautivo por la fe en la Torre de Londres y retocada en 1 5 99 por un eclesiástico belga. - Viridarium Marianum, por el P . VICENTE HENSBERG , O. P . (Amberes, 1 6 1 5 ) . - De R osario et Psalterio Dezparentis Mariae, etc . , por e l P . L EONARDO DossAEI , O . P . (Friburgo d e Brisgovia , 1 660). - La Divine Méthode de reciter le Saint Rosairé par articles, mise en lumiere par le B. A lain de la Roche et renouvellée par le R. P. Louis de Sainte Marie, O. P. ( Douai , 1 67 7 , Baltasar Bellere). - Heures a l'usage des confreres du Rosaire ( París, 1 7 1 0) . O bra de un dominico. - El Santísimo Rosario, explicado por san A ntonio María Claret ( B arcelona, 1 864 , Imp. del Heredero de Pablo Riera ) . - Manuel d u Tres-Saint Rosaire, por el R . P . ANDRÉS PRADEL . O . P . ( París, 1 866, Poussielgue et fils) . - Le R osaire médité e t récité, d'apres la méthode d e Saint Dominique, por e l R . P . ANDRÉS PRADEL, O. P. ( Mazéres-Ariege, 1 87 7 , Imp . Blanc et Puel). Esta obra contiene un juego de 40 Rosarios completos con fórmulas, adaptadas a diversas clases de personas y para todas las necesidades de la vida; el Rosario del niño, de la joven, del estudiante, del religioso, del rico, del pobre, del obrero, el Rosario en la tentación, el Rosario del enfermo, etc . , etc. (cada Rosario 1 50 fórmulas) . - Manuel Practique du R eligieux et du directeur, por el R. P . MEYNCKEN , S . l . , ( 1 9 1 1 ) . - Méthode tres courte es tres Jacile de méditer. les mysteres du Saint R osaire (Bonne Presse, París, 1 90 1 , Imp. P. Feron- Vrau). - Le Rosaire médité par l'áme religi·euse (Bonne Presse, París, 19 1 8) . - Obras de San Luis Maria Grignion de Montfort ( Madrid , 1 954 , BAC ) . E l santo ofrece cuatro métodos para el rezo del santo Rosario: Dos en las páginas 658 ss. de la edición aquí citada, compuestos para las Hijas de la Sabiduría, uno de ellos con 1 50 clá.usulas para añadir antes o después de las correspondientes A vemarías. Otros dos en su obra El Secreto del R osario, pp. 392 ss . , de los cuales uno con cláusulas intercaladas. ·

26 1

) . IBAÑEZ Y F. MENDOZA

Hacemos notar que la combinación de ambos métodos sería tan an­ tigua como el beato Alano de Rupe , puesto que la Santísima Virgen le habría revelado toda la vida de Nuestro Señor Jesucristo en igual número de «cláusulas» que Avemarías tiene el Rosario, si hemos de creerlas: «A fin de que en adelante - le dijo Nuestra Señora - reces el Rosario con más atención y fervor, quiero explicarte distintamente todos los artículos y las principales circunstancias que componen la vida de mi Divino Hijo; y los imprimiré en tu memoria en igual nú­ mero que Salutaciones Angélicas se rezan en Mi Rosario» 198 • O tro sistema y ensayo de fusión que ha prevalecido también es el que intercala en medio de cada Avemaría, después de la palabra Jesús una «fórmula» que repite 1 0 veces invariablemente el enunciado del misterio al cual está consagrada la decena . A la cláusula o misterio sigue el «Santa María, Madre de Dios» . . . correspondiente. Véase la ma­ nera de rezarlo199: 1.

DIOS TE SAL VE, María, llena eres de gracia; el Señor es con­ tigo; bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, JESUS , a quien, sin dejar de ser Virgen, con­ cebiste del Espíritu Santo. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. (Se repite 1 0 veces) .

2.

D I O S T E SALVE, M aría . . . JESUS , a quién llevaste, o h Virgen en tu Visitación. SANTA MARIA . . ( 1 0 veces) . .

3.

DIOS TE SAL VE, María . . . JESUS , a quien, siempre Virgen, diste a luz en Belén. SANTA MARIA . . ( 1 0 veces) . .

4.

DIOS TE SAL VE, María . . . JESUS , a quien presentaste, oh Virgen, en el templo. SANTA MARIA . . . ( 1 0 veces) . ·

5.

DIOS TE SAL VE, María . . . JESUS , a quien hallaste, oh Vir­ gen, en el templo: SANTA MARIA . . . ( 1 0 v'eces) .

6.

DIOS T E SAL VE, María . . . JESUS , que por nosotros sudó san­ gre . SANTA MARIA . . . ( 1 0 veces) .

7.

DIOS T É SAL VE, María . . . JESUS , qu� por nosotros sufrió la flagelación. SANTA MARIA . . . ( 1 0 veces) . DIOS T E SALV E , M aría . . . JESUS , que por nosotros fu e co­ ronado de espinas. SANTA MARIA . . . ( 1 0 veces) .

8.

1 98 Cfr La Divine Méthode, Preface, ed. de 167 7 , del R. P. Lou1s DE SAINTE MARIE, O. P. 1 99 Este mismo Rosario, en latín, puede verse en Le Culte de la T. S. Vierge dans l'Ordre des Chartreux, p. 5 3 .

262

EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . . .

9.

D I O S T E SALV E , María . . . JESUS , que por nosotros llevó la Cruz a cuestas. SANTA MARIA . . . ( 1 O veces) .

10.

DIOS TE SAL VE, M aría . . . JESUS , que por nosotros murió crucificado. SANTA MARIA . . . ( 1 0 veces) .

11.

DIOS TE SAL VE, M aría . . . JESUS , que resucitó de entre los muertos. SANTA MARIA . . . ( 1 0 veces) .

12.

DIOS TE SAL VE, M aria . . . JESUS , que subió a los Cielos. SANTA MARIA . . . ( 1 0 veces) .

13.

DIOS TE SAL VE, María . . . JESUS , que envió al Espíritu Santo M aría . . . ( 1 0 veces) .

14.

D I O S T E SALVE, María . . . JESUS , que t e elevó, o h Virgen, a los Cielos. SANTA MARIA ( 1 0 veces) .

15.

DIOS TE SAL VE, María . . . JESUS , que t e coronó, oh Virgen, en los Cielos. SANTA MARIA . . . ( 1 0 veces) .

Este método de rezar el Rosario, el que mejor recuerda el Rosario de las «cláusulas o fórmulas» de Domingo de Prusia, tiene la ventaja de fijar mejor la atención en los 1 5, misterios y facilitar su meditación. Muy del agrado de los fieles de la lengua alemana , se divulgó también, a partir de 1 849 por Dinamarca , Suecia y Noruega, cuando debido a la prohibición de predicar en lengua vulgar, se debió recurrir al alemán. Obtuvo la aprobación de los obispos, a la que se añadió la del Papa Pío IX, en 1 85 9 . A l declarar e l nuevo Código d e Derecho Canónico (Can . 934 , 2 ) , que l a adición hecha a una oración le hacía perder las indulgencias, alguien interrogó privadamente a la Santa Sede si se podía, sin perder las indulgencias del Rosario , conservar y propagar la costumbre exis­ tente en ciertos países de añadir, para facilitar la meditación de los misterios, una corta fórmula referente a los mismos. Habiendo respon­ dido la Santa Sede negativamente el 27 de julio de 1 920 , varios obispos de Suiza y Alemania se permitieron recordarle la concesión de Pío I X , añadiendo que esta costumbre había d e tal suerte prevalecido e n sus diócesis y esto desde hacía tan largo tiempo («inde a remota aetate») , que n o era posible suprimirla sin escándalo y sin perjuicio de sus dio­ cesanos. La Sagrada Penitenciaría, después de pensar maduramente las co.s as, juzgó : 1 . 0 Declarar que el Canon 934 , 2 , contenía una ley general que de ninguna menera revocaba la aprobación de Pío IX. 2 . 0 Que se había de rogar a Su santidad se dignase extender la aprobación a todos aquellos lugares donde se acostumbraba rezar el Rosario en esa forma. 263

). IBAÑEZ Y F. MENDOZA

El 2 1 de enero de 1 92 1 , el Santo Padre aprobaba la declaración de la Sagrada Penitenciaría y se dignaba conceder la extensión de la apro­ bación en la forma pedida . De esta suerte las «fórmulas» de Domingo de Tréveris, reducidas ' a los 15 misterios de nuestro Rosario actual e insertadas en cada A ve­ maría, después de la palabra Jesús , han subsistido hasta nuestros días200 . I) Resumen Para terminar resumiremos brevemente, en una vista de conjunto retrospectiva, todo cuanto hemos expuesto sobre la labor desarrollada por los cartujos en la formación y restauración del Rosario. Dejando aparte la cuestión histórico- crítica sobre. su origen 201 , hemos de reconocer - con los mismos autores dominicos - que durante un lapso de tiempo considerable, más de un siglo que media entre la muerte del santo fundador de fos predicadores (t 1 22 1 ) y el adve­ nimiento de Dom Enrique de Kalkar y Domingo de Tréveris (fines del siglo XIV, y principios del XV) , el Rosario cayó completamente en el olvido, no encontrándose de él sino vestigios imprecisos y aislados. 200

C fr AAS , vol. X I I I ( 1 92 1 ) , p. 1 63 ._ Le culte de la T. S. Vierge, pp. 52 _s�. prometimos al principio, eludimos toda controversia a este respecto. Mariólogos y críticos modernos han hablado ya claramente sobre este asunto.· Nos contentamos con citar dos testimonios, únicamente: « Los padre dominicos · dice el mariólogo Roschini, O. S. M. han sido y son todavía celosos propagadores del Rosario. No obstante, aparece privada de fundamento histórico la pía leyenda que atribuye a santo Domingo la institución del santo Rosario. Si así fuera sería inexplicable el silencio de más de 300 testimonios tolosanos en el proceso de canonización; inexplicable el silencio de los primeros biógrafos del santo, no menos que la poca importancia que dan al Rosario las 'Acta Capitu­ lorum' de las provincias dominicas de España y Roma. Santo Domingo no ha hecho otra cosa que recomendar - como era verosímil - la costumbre de recitar las 1 50 Avemarías, costumbre ' y a en vigor antes de él . El primero en atribuir a santo Domingo la institución del santo Rosario fue el dominico Alano de Rupe (t 1 475), en su Vita S. Dominici, que no tiene valor histórico. El P. Duval, O . P . , hace justamente notar ( cfr art . La Dévotion Mariale dans l'Ordre des Freres Précheurs, en « Maria» , H. ou MANO I R , S. J. , vol. 1 1 1 , p. 7 7 7 ) , hablando de las Bulas Pontificias que reconocen a santo Domingo como ' Institutor del Rosario', que «redactadas con arreglo a las súplicas que las provocaron, no es para maravillarse de que las prill).eras Bulas Pontificias de las cofradías del Rosario atribuyen su institución a santo Domingo; el mismo error material se transmite a continuación de una Bula a otra, perdiendo poco a poco la gradación de matices. El prudente 'ut pie creditur' («como piadosamente se cree») de san Pío V , n o será jamás repetido por sus sucesores» . E l P . Duval termina reconociendo que sin duda santo Domingo no instituyó el Rosario» (cfr RoscH I N I , t. I I , 579). Por su parte, la revista Etudes afirmaba categóricamente en 1 9 1 3 (vol. 1 34 , p . 853), al hacer la recención (o mejor, refutación) de la obra tantas veces aquí citada del P . Mézard: « Para concluir: bastante gloria es para la familia dominica haber tenido la principal parte en el magnífico desarrollo de la devoción del Rosario al fin del siglo X V y a principios del X V I . En cuanto a la institucionalización propiamente dicha del Rosario, pensamos con varios sabios dominicos, que no es debida a la iniciativa de un particular o de una Orden. La devoción del Rosario tiene su raigambre en una evolución comenzada tiempos atrás de santo Domingo y que no terminó sino variós siglos qespués de él» . 201

Fieles a nuestro propósito, como

-

2 64

EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJA . . .

Instruido celestialmente e n una visión por Nuestra Señora (año 1 366), Dom Enrique de Kalkar, resucitó y propagó el Salterio de María (como se llamaba entonces al Rosario completo de 1 50 Avemarías) , logrando que penetrase y arraigase en la Gran Bretaña, como una costumbre familiar. Pero su Salterio, aunque dividido en decenas, con Pater inter­ calados, carecía de la meditación de los misterios. Para llenar este vacío, Nuestra Señora suscitó a Domingo de Tréveris, quien, cerca del año 1 4 1 O, tiene la feliz inspilración de añadir a cada Avemaría algún misterio de la vida de Jesús y de María. La dichosa iniciativa de estos dos ilustres cartujos, bendecida y apro­ bada por M aría Santísima , como lo demostró su éxito y una visión que tuvo · Dom Adolfo de Essen (lazo de unión entre Enrique de Kalkar y Domingo de Tréveris) , propagandista incansable también del santo Rosario, cundió rápidamente por toda Europa, renovando la devoción del ya casi extinguido Rosario, y preparando providencialmente el ca mino al dominico bretón Alano de Rupe, quien, a su vez , alentado por una visión maternal de la Santísima Virgen, como él mismo lo re­ fiere 2º2 se dedica a predicar y propagar el Salterio Mariano (o Rosario de 1 50 Ave) , cuya forma definitiva pronto se precisa al impulso del celoso apóstol. En Alano y sus discípulos se reanudaba la antigua tra­ dición dominicana del Rosario, para no tener ya más ocaso. J) Todo lo hasta aquí expuesto acerca de la influencia y colabo­ ración de los cartujos en la formación y restauración del Rosario, puede recogerse en las siguentes

Confusiones: 1 . ª En la segunda mitad del siglo XIV ( 1 366) Dom Enrique Egher de Kalkar restaura el Salterio de María (es decir, el Rosario de 1 50 Ave­ marías) , dividiendo las decenas por medio del Pater. 2 . ª Domingo de Tréveris añade en los comienzos del siglo X V ( 1 4 1 0 ) , la meditación de los misterios unidos a las Avemarías, dando un fuerte impulso a la devoción del santo Rosario y preparando el te­ rreno al dolili:nico Alano de Rupe . 3 . ª El beato Alano, aprovechándose de las mejoras introducidas por los cartujos, organiza y da forma definitiva al rezo del santo Ro­ sario, reduciendo a 1 5 los misterios, fundando cofradías y logrando hacer de él una devoción popular. 4. ª Puede tenerse por cierto que los 1 5 misterios traen su origen y vienen a ser una reminiscencia de las «fórmulas» de Domingo de Tré202 A lanus redivivus, cap. 1 3 , Serm . 3 , p . 4 ( citado por el P. LollIS DE SAINTE MARIE, La Divine Méthode, Preface).

265

J. IBAÑEZ Y F. MENDOZA

veris; sobreviven en nuestro actual Rosario, no sólo en los 15 misterios, sino también en el hecho de que ciertos autores dividen en 10 detalles diversos cada uno de los 1 5 misterios, colocándolos antes o después del Avemaría, a manera de «cláusulas» ; e igualmente en la costumbre alemana de repetir el misterio después de la palabra Jesús de cada Avemaría.

K)

Cartujos devotos del Rosario

Las Crónicas han conservado los nombres de algunos de aquellos padres antiguos que se distinguieron a este respecto . Hoy día no sería necesario hacerlo, puesto que esta devoción es de dominio público y forma parte integrante de la piedad mariana popular común; mas, en los siglos, XV, XVI , XVII era señal de un amor poco común con la Santísima Virgen . Añadamos que el ejercicio de esta devoción su­ ponía un mérito no mediocre, tratándose de religiosos cuya jornada diaria está ya recargada de numerosas preces, oraciones y largos Oficios litúrgicos. Algunos años después de la muerte de Domingo de Prusia , la C ar­ tuja de Tréveris, elegía prior a Dom Enrique de Piro. Digno heredero del celo de sus ilustres antecesores, puso al servicio de la Reina del Cielo, su elocuencia , su pluma y ratos de ocio que le dejaba su cargo. M urió el 1 9 de febrero de 1473 2º3• Uno de sus sucesores, Dom Miguel Arnoldi, llevó su amor al Ro­ sario a tal grado, que no consentía en separarse de él ni aún en su lecho; y Rosario en mano iba también a visitar a sus religiosos. Uno de ellos, intrigado , le preguntó un día la razón: «Esta costumbre, hijo mío, adquirida por amor de Dios y de M aría, es una fuente de méritos incalculables» . Sus súbditos procuraban por esta causa proporcionarle rosarios, sabiendo que nada más at:radable podrían hacer que pro­ veerle de medios para propagar el culto de Nuestra Señora . Su sem­ blante se iluminaba entonces con una franca sonrisa, acogiendo con gozo, benévolamente; estos piadosos objetos más valiosos a sus ojos que el oro y el topacio. Murió en 1 6592º4• Uno de los más fieles devotos y propag�ndistas del Rosario de las «fórmulas» de Domingo de Tréveris fue, sin duda, Dom Pedro M anuel Deza , cartujo español, nacido en Córdoba hacia el año 1 5 8 3 . De noble familia, lo fue aún más por su virtud. Su madre, doña María , era her­ mana del cardenal Deza, y su padre, don Gonzalo M anuel, llegó a ser corregidor de Madrid. Deseoso de consagrarse al Señor y temeroso de la oposición de su familia ; se retiró secretamente a la C artuja de 203 Dom LE VASSEU R , . 204 Dom LE VASSEUR ,

2 66

t. t.

1, p. 203 . 111, p. 1 39 .

EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN EN LA CARTUJ A . .

El Paular. Descubierto por las pesquisas de los suyos, s e vieron éstos en la necesidad de sacrificarlo al Señor al comprobar la firmeza de su pro­ pósito y dejarlo en libertad para seguir el llamamiento Divino . Profesó con gran gozo de su espíritu en dicha Cartuja el 29 de septiembre de 1 607 , edificando luego a todos con el buen olor de sus virtudes. Mostróse siempre ejemplar en la observancia regular y fiel discípulo de san Bruno. Desempeñó sucesivamente y con lucimiento, merced a sus reconocidas dotes de gobierno, los cargos de procurador, vicario y prior de la Cartuja de Granada (este último de 1 624 a 1 629), y poco después, también, el de prior de El Paular ( 1 630 a 1 634) . Amante de Nuestra Señora y siervo devoto suyo, no pasaba día sin obsequiarla (además de otros ejercicios piadosos en su honor) con el Rosario de las «cláusulas» de Domingo de Tréveris. Lo . propagó den­ tro y fuera de la Cartuja, cuanto le fue posible . El mismo hizo u:na tra­ ducción directa del latín, que ofrecimos anteriormente en el texto. Falleció santamente el 30 de junio de 1 635 20 5• Entre sus biógrafos se cuenta el V . P . Dom Bruno de Solís y Valenzuela, colombiano, pro­ feso de El Paular, coetáneo del padre Deza, cuya Vida nos dejó ma­ nuscrita 206• La práctica cotidiana del santo Rosario, según el método de Do­ mingo de Tréveris, práctica que nunca omitió durante sus 65 años de vida cartujana, fu e para Dom Sebastián Nicolás, prior de Mallorca, muerto en 1 662 , la fuente de las gracias más preciosas. Una de ellas, un atractivo y afecto notable hacia la Vida y la Pasión del Señor. Su corazón ocupado sin cesar en estos inefables Misterios exhalaba ardientes suspiros, que le era imposible contener. El fuego de sus mira­ das y el vivo encarnado de su rostro lo delataban. M ás de una vez se le halló en su celda arrebatado en éxtasis, levan­ tado del suelo. · Su increíble humildad y su caridad a toda prueba , causaban la admiración y las delicias d e sus hermanos; y los extraños, atraídos por el perfume de sus virtudes, venían a pedirle favores de curaciones, que obtenían inmediatamente . El virrey tuvo a mucho 20 5 Cfr Dom LE VASSEUR , t . I I , pp. 438 ss . ; DORE.\ L' . t . I, p. 348 , y Dom juA;-..; DE LA TORRE, Varones ilustres de la Cartuja, t . I I I , folios 250 ss. , manuscrito de Miraflores. 206 El venerable padre Dom Bruno de Solís y Valenzuela , nació en 1 6 1 6 en S anta Fe de ·

Bogotá (Colombia). Siendo ya sacerdote y doctor en Teología, vino comisionado a traer el cuerpo del arzobispo de Bogotá, Dom Bernardino de Almansa, al convento del Caballero de Gracia , en M adrid, y se quedó en la Cartuja de El Paular, donde profesó el 15 de septiembre de 1 640. Es autor de una treintena de obritas. A él se debe una muy buena traducción de El Combate Espiritual, de Escúrou , que se ha reeditado vari as veces. Ejerció el cargo de prior de la Cartuja de Aniago (España) desde 1 656 a 1 65 9 . Pasó a mejor vida el 1 0 de octubre de 1 67 7 . (Cfr Biblioteca cartujano- española de Tarín, p . 1 3 6 , manuscrito de Aula Dei; A dmira ble Vida de Dom Dionisia Rickel, del P. JosE: CASSANI , S. I . , p . 338 , M adrid, 1 73 8 , y Escritores cartujos d e España, p . 249) .

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J. IBAÑEZ Y F. MENDOZA

honor conservar su Rosario como reliquia , y su esposa los libros de su devoción207 • Asimismo, Dom José de la Peña, de la C artuja de Jerez, no dejaba pasar ningún día sin rezar el santo Rosario. No podía meditar en la Sagrada Pasión sin d erramar abundantes lágrimas. Un Viernes Santo, en que le correspondía en calidad de diácono de semana, cantar el Evangelio de la Pasión, al llegar al relato de la Flágelación y Corona­ ción de Espinas, estalló en sollozos, de tal suerte que le fue imposible continuar, y otro en su lugar tuvo que proseguir el canto. Llegó a una alta perfección y amor de Dios, y el Señor le honró con el don de mi­ lagros. Murió santamente el 27 de julio de 1 660208 • Tuvo por imitador a su contemporáneo Guillermo de Hackstein ( t 1 653), prior de Molsheim , en Alsacia , del cual se ha escrito: «Siervo adictísimo de la Bienaventurada Virgen ,María, cuyo rosario siempre llevaba consigo» 2º9 • Migud de Zarzosa, profeso de Las Cuevas y prior de Aniago, siendo aún sacerdote secular se mostraba devotísimo del santo Rosario; dicién­ dolo experimentaba grandes consuelos hasta el punto de hacerle ex­ clamar: «Pero, si esto es así en medio del mundo, ¿ qué sería en un con­ vento?» . Cartujo ya, se dio a la contemplación y a la vida interior de tal manera, que un día rogado por su superior de conducir a algunos visitantes a la hospedería del monasterio, tuvo que- confesar ingenua­ mente que no sabía donde quedaba. Murió el 1 1 de gctubre de 1 6 1 62 10 • Dom Juan B autista Bellot (t 1 605), prior de Porta Coeli y del Val de Cristo, llevaba siempre su rosario en la mano2 1 1 • El cronista de Val de Cristo, añade que no se contentaba cada día con rezar una tercera parte del mismo, sino que frecuentemente lo rezaba todo entero2 1 2• Pero, acaso nadie amó tanto el Rosario como Dom Jerónimo M aya , prior de Montalegre, muerto en 1 6 1 3 . Horas enteras empleaba en fabricarlos, e hizo tan gran cantidad, dicen las Crónicas , que un navío no bastaría para contenerlos todos (perdónese la piadosa exageración) . Dios . sólo sabe el número de rosarios que distribuyó y se asegura que con ellos se obraron varios milagros 21 3• Nada hemos dicho aún de los hermanos conversos. Sin duda alguna que han sido muy amantes del santo Rosario, tanto más cuanto que Dom LE VASSEUR , t . 1, p. 207. Idem , t . U , p . 546 . 209 Idem, t. I I I , p. 20. 2 1 º Dom LE V ASSEUR , t. I V , p . 2 6 ; CUARTERO Y HUERTA , Historia de la Cartuja de las Cuevas de Sevilla, t. I , pp. 590 ss. ; Memoria Necrológica de la Cartuja de las Cuevas, manus­ crito de Aula Dei , p. 1 4 6 . 211 Dom L E VASSEUR , t. I V , p. 5 3 3 . 212 Dom JOAQUÍN ALFAUR A , A nales d e la Cartuja d e Val d e Cristo, copia manuscrita d e Porta Coeli, p. 249 . 2 1 3 Dom LE VASSEU R , t. I I , p. 4 1 0 . 207

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es la forma regular de sus Oficios compuestos de Pater noster y A ve María. No dejaremos de recordar a Adrián Lhommel, profeso de Noyón, que en c'ualquiera parte del convento que estuviese, dentro, fuera, solo, acompañado, dejaba correr entre sus manos continua­ mente el rosario, e incluso durmiendo lo rezaba . Este infatigable cam­ peón de M aría murió en la vigilia de la Anunciación, en 1 65 3 214• Otro converso, Esteban de Sotomayor, de la C artuja de El Paular, rindió su alma rezando devotamente el Avemaría: era el 13 de julio de 1 66 1 . Momentos después de su muerte cierto monje de El Paular, digno de toda fe, le vio cabe su lecho, por la noche, con ropaje blan­ quísimo y rostro venerable, haciendo ademán de despedirse de él. Según el testimonio de los que le conocieron, su memoria quedaba para los que vendrían después de él, como ejemplo ilustre de bien vivir y morir2 1 5• En la primera mitad del siglo último moría en Santa Cruz de Beau regard, en el Delfinado, una monja cartuja, una de las fundadoras de esta C asa, vuelta felizmente al aprisco cartujano, después de la Re­ volución francesa , la madre Badin. Poco favorecida con dotes natu­ rales, pero rica en dones del Cielo, se había entregado de todas veras a la vida interior, dedicando gran parte de su tiempo al rezo del santo Rosario. Frecuentemente se la hallaba absorta en coloquios con la Madre de Dios. En sus últiJllOS momentos se notó que tenía fijos los ojos en un punto particular. Se le preguntó qué era lo que contemplaba con tanto gozo y fijeza; a lo que respondió : «¡Eh! ¿no veis esa montaña de Ro­ sarios que forman como una escala para subir al Cielo?» . Algunos ins­ tantes después entregaba su bella alma al Creador2 1 6• ·

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214 Dom LE VASSEU R , t . l , p . 3 7 0 . . 2 15 . Dom LE VASSEUR , t . 1 1 , p . 485 . 2 16 Nota manuscrita de la Cartuja de los Sagrados Corazones.

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