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Claves de los modelos internos de rating El empleo de modelos de rating de agencias de calificación externa se ha estandarizado para el segmento de la banca corporativa, sin embargo aún quedan sectores de empresas que están fuera de cobertura. Para las entidades financieras conocer la calidad crediticia de esas posibles empresas clientes se puede convertir en una ventaja competitiva
, Miguel Fernández Alonso Jefe de la División de Modelos y Estrategias de Riesgos de CECA
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a existencia de los modelos internos de rating para el segmento de empresas responde a la necesidad, por parte de la entidades financieras, de mejorar sus prácticas de gestión del riesgo mediante la integración en sus políticas, procedimientos y circuitos, de herramientas que les proporcionen una estimación a futuro de la calidad crediticia de sus empresas clientes, que incorporadas en sus procesos de decisión, les genere una ventaja competitiva en la admisión y seguimiento de sus riesgos. La utilización de modelos de rating para resolver el problema de estimar la solvencia y capacidad de reembolso de una empresa, no es nueva. Las primeras experiencias a nivel empresarial, se producen a finales del siglo XIX, para generalizarse a lo largo del pasado siglo. De este modo, la necesidad inicial de proporcionar a los inversores una calificación objetiva de la calidad crediticia de las emisiones de títulos de deuda, se ha ido transformando hasta convertirse en un estándar de mercado, no sólo a nivel emisión sino también de emisor. La actividad de las agencias de calificación externa (ECAI’s) en este proceso ha permitido obtener calificaciones crediticias para emisiones, empresas, entidades financieras, países, corporaciones públicas, etcétera. Si bien la cobertura de estas agencias es extensa dentro del mercado, y es patente su intención de ampliarla aún más, es también un hecho evidente que está eminente-
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mente relacionada con el segmento de banca corporativa, quedando otros segmentos de empresas sin cobertura por parte de estas agencias de calificación. La necesidad de proporcionar cobertura por parte de este tipo de sistemas a segmentos de negocio tradicionales, es una de las razones por las que se ha ge-
Ficha Técnica AUTOR: Fernández
Alonso, Miguel de los modelos internos de rating FUENTE: Estrategia Financiera, nº 238. Abril 2007 LOCALIZADOR: 29 / 2007 RESUMEN: La integración de los modelos de rating en la gestión de riesgos de las entidades es práctica habitual entre las distintas entidades que conforman el sistema financiero español. La evolución de la aplicación en cada una de ellas depende en gran medida de la confianza que las propias entidades tengan en sus herramientas, de la importancia del segmento en su balance y de la madurez de sus sistemas de gestión, haciendo particular hincapié en la posibilidad de alinear los esfuerzos de las áreas comercial y de riesgos sobre la base de una metodología solidamente implantada. La sana competencia entre entidades, la madurez del sistema financiero español y la actuación del supervisor, propiciarán sin duda la evolución de la integración de los modelos de rating hacia los enfoques mas avanzados. DESCRIPTORES: Riesgos, modelos de rating, rentabilidad, toma de decisiones, Basilea II, solvencia, inversión, financiación, endeudamiento, riesgo de crédito TÍTULO: Claves
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neralizado en los últimos años la construcción de modelos internos de rating por parte de las entidades. En el sistema financiero español, a pesar de la existencia de experiencias anteriores ciertamente notables, esta generalización se inicia durante los años 90, para consolidarse a finales de la década y comienzos del nuevo siglo. Hay otras tres circunstancias que han propiciado este proceso: – El proceso análogo desarrollado con anterioridad en el segmento de banca de particulares y que, salvando las distancias y exigencias de cada segmento, ha permitido que las entidades ganen confianza en la utilización de herramientas de calificación desarrolladas sobre una base estadística, en la gestión del riesgo. – La segunda circunstancia deriva de la decisión por parte de las entidades de adoptar metodologías de rentabilidad ajustada a riesgo basadas en el establecimiento del concepto del capital económico como entorno homogéneo de medición y la optimización del binomio rentabilidad-riesgo. – La oportunidad de que las entidades calculen sus necesidades de capital regulatorio en función del riesgo subyacente de su cartera, sobre la base de modelos internos de rating, anticipada, en cierto modo, por el Banco de España con la aparición del FONCEI o Provisión Estadística, que permitía el cálculo de las necesidades de provisión para carteras sanas, mediante sistemas internos de calificación crediticia debidamente homologados por el supervisor. Más recientemente, este planteamiento ha sido consolidado internacionalmente mediante la publicación del Nuevo Acuerdo de Capital de Basilea II.
CARACTERÍSTICAS BÁSICAS En la siguiente exposición se pretende mostrar las características básicas de este tipo de modelos, describiendo su proceso de desarrollo, haciendo hincapié en la aplicación al negocio y a la interacción sobre la relación entidad-empresa y tratando de dejar en un segundo plano los argumentos técnicos y estadísticos que lo dirigen. Con un claro objetivo de divulgación en mente, una aproximación inicial a este problema de negocio
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puede realizarse situándose en el momento de la admisión del riesgo. En ese momento, y en el esquema más básico, la entidad tiene la necesidad de responder a una solicitud de financiación por parte de la empresa en cuestión, resolviendo el problema fundamental de si en el futuro la empresa responderá en tiempo y forma a los compromisos de pago derivados de la financiación solicitada. A la vista de la información que conforma los distintos esquemas de análisis de las entidades y con ciertas licencias en la argumentación, toda ella tiene el factor común de “hablar” a la entidad de qué “ha pasado” en la empresa en el pasado, o qué “ocurre” en la actualidad. Son la experiencia y el talento del analista y el conocimiento del segmento por parte de la entidad, los que permiten, sobre la base de dicha información, establecer una estimación de la situación de la empresa en el futuro próximo sobre la que tomar la decisión. En este esquema de toma de decisiones sería bueno para la entidad contar con una nueva pieza de información a incorporar en su decisión, que le “hablara” acerca de lo que puede pasar y le “dijera” precisamente en qué medida la empresa analizada será capaz de atender sus compromisos de pago.
SOLUCIÓN PARA UN PROBLEMA DE NEGOCIO El desarrollo de un modelo de rating interno avanzado debe realizarse siguiendo dos perspectivas básicas que han de conjugarse, de manera equilibrada, para que ninguna de ellas prime sobre la otra a la hora tomar una determinada decisión. En primer lugar, debe garantizarse que la herramienta proporciona una solución integral al problema para el que ha sido diseñada, tanto desde el punto de vista de negocio como desde el punto de vista de riesgos. En segundo lugar, se ha de garantizar un aprovechamiento óptimo del conocimiento incluido en la base histórica de experiencias sobre la que tiene lugar el desarrollo, mediante la conjunción de técnicas analíticas apropiadas, herramientas estadísticas eficientes y talento del desarrollador. Desde el punto de vista metodológico, y recogiendo el planteamiento esbozado anteriormente de solución para un problema de negocio, el desarrollo suele afrontarse mediante la aplicación de metodologías de desarrollo de herramientas de Bussiness Intelligence. De manera general, este tipo de metodologías establece el desarrollo en un esquema cíclico estructurado en etapas consecutivas con objetivos
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Uno de los errores consiste en considerar las tareas de análisis como actividades exclusivamente estadísticas o matemáticas y los argumentos analíticos como criterio primordial para la toma de decisiones a lo largo del desarrollo
tuación económica interna o externa, ya sea en un momento de bonanza o de recesión), los productos que comercializa la entidad, las peculiaridades de su red de gestión comercial, las políticas de riesgos y sus modelos de análisis y circuitos de autorización, las metodologías de gestión, el entorno de supervisión establecido y las exigencias que impone, etcétera.. Sobre la base del análisis esbozado anteriormente, la entidad procede a recoger la información interna necesaria para llevar a cabo el desarrollo. Este tipo de información tiene como premisas básicas su relevancia con respecto al negocio del segmento y su disponibilidad en el momento de obtener una nueva clasificación para la empresa. Bajo esta doble perspectiva, dicha información suele obtenerse de tres fuentes principales: • Información proveniente de los estados económico-financieros de la empresa.
perfectamente definidos. Sin pérdida de generalidad, el desarrollo a acometer suele comenzar por la definición conceptual del problema de negocio, para a continuación realizar la evaluación del entorno de información, que permitirá pasar del conocimiento de negocio al conjunto concreto de información a manejar. En la etapa de construcción, se estructura la información definida anteriormente de manera óptima para el análisis y se afronta el desarrollo analítico de dicha información aplicando determinadas metodologías y técnicas analíticas que garantizarán no sólo la construcción del modelo, sino lo que es más importante, su generalización entendida como la eficiencia del modelo en la aplicación futura a las necesidades de negocio requeridas. El final de esta etapa coincide con la aprobación e implantación del modelo desarrollado. Por último, la etapa de revisión permitirá analizar todo el desarrollo efectuado desde la perspectiva de la eficacia de la solución aportada al problema de negocio inicial y posiblemente identificar nuevos problemas de negocio a los que dar solución, dando lugar a la mencionada concepción cíclica de la metodología.
DEL CONOCIMIENTO DE NEGOCIO A LA DISPONIBILIDAD DE INFORMACIÓN El punto de partida de todo desarrollo debe proporcionar una descripción general del modelo de rating que la entidad quiere desarrollar, que defina de manera clara y concreta sus características, así como todos los condicionantes a tener en cuenta de cara a su implantación. Aspectos claves a considerar suelen ser, las características del negocio de la entidad (por ejemplo, en cuanto a tamaño de empresas en cartera, sectores, implantación geográfica), las líneas de negocio estratégicas implantadas o a implantar (por ejemplo, en cuanto a la necesidad de penetrar en un determinado sector o región, establecer un tratamiento determinado a los clientes actuales decidiendo ampliar, mantener o extinguir la relación con ellos, o adecuar el riesgo vivo de la entidad a la si-
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• Información acerca de la relación de la empresa con la entidad, proveniente del uso de los productos y servicios que la entidad facilita. • Información cualitativa de la empresa obtenida por los gestores de la entidad como fruto de su propia actividad. En el sector financiero español, el primer grupo de información es el más habitual en este tipo de desarrollos, además de ser al que se recurre en primera instancia al pensar en automatizar el análisis de una empresa. Es un hecho que en entornos maduros de gestión, los desarrollos analíticos llevados a cabo demuestran que la importancia de los otros dos grupos de información es equiparable a la del primero, e incluso en algunos sectores y segmentos de facturación aporta una información más rica de cara a la predicción de la morosidad. Bajo una perspectiva más amplia y sin pérdida de generalidad, la información anterior puede agruparse conceptualmente bajo los enunciados siguientes: solvencia, capacidad de generación de recursos, rentabilidad, capacidad de acceso al crédito, gerencia y accionistas, y producto, demanda y mercado. Por regla general, dentro de los tres primeros grupos, se consideran los conceptos, variables y ratios financieros sobre los que se sustenta el análisis tradicional de balance, cuenta de resultados y estado de origen y aplicación de fondos. La valoración de la capacidad de acceso al crédito suele tener una doble perspectiva: • Táctica, en cuanto a la utilización de la facilidades financieras proporcionadas en la actualidad y las posibilidades, llegado el caso, de reposición ordenada de estas por otras entidades. • Estratégica, en cuanto a determinación de la posición como proveedor de financiación que la entidad quiere tomar con cada empresa.
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La valoración de los conceptos restantes aporta una visión muy valiosa de la empresa, difícil de obtener si no es fruto de la gestión cotidiana de la entidad. De este modo, por ejemplo, será importante conocer el grado de apoyo de los accionistas a la gestión de la empresa, así como su implicación en ella, la experiencia en el sector de actividad de los gestores actuales, la profesionalidad de esta gestión a través de la implantación de sistemas de planificación y control, calidad y eficiencia, la existencia de productos sustitutivos a los más punteros de cada empresa, la capacidad de penetración en un nuevo mercado o de un nuevo producto, la dependencia de los proveedores, etcétera.
CONOCIMIENTO INTEGRADO. ANÁLISIS ESTADÍSTICO, NEGOCIO Y RIESGOS El proceso de abstracción y transmisión de conocimiento descrito anteriormente, seguido del siempre engorroso proceso de obtención de información de los sistemas de la entidad, proporciona una situación óptima de cara a emprender las tareas de análisis para obtener el modelo de rating. Llegado a este punto, uno de los errores más habituales en los que se suele incurrir habitualmente consiste en considerar estas tareas de análisis como actividades “exclusivamente estadísticas” o “eminentemente matemáticas”, y por tanto, delegar su desarrollo en las personas de la entidad o colaboradores externos que aportan este tipo de habilidades, y considerar los argumentos analíticos así obtenidos como criterio primordial para la toma de decisiones a lo largo del desarrollo. Esta aproximación tremendamente habitual, suele dar lugar a problemas de implantación del modelo de rating derivados de la no alineación entre necesidades de riesgos y bondad estadística. Una aproximación generalmente más exitosa y en consonancia con el esfuerzo realizado al definir el problema a resolver con el modelo de rating, consiste en afrontar su desarrollo analítico sin perder de vista las circunstancias en las que el modelo de rating deberá implantarse. De este modo, se debe conseguir la integración equilibrada entre un conocimiento de negocio y riesgos (aportado a priori por la experiencia de la entidad), y las evidencias analíticas (obtenidas como resultado de la aplicación de la metodología de desarrollo). Este proceder permite contrastar ambas perspectivas, reforzar unos conocimientos adquiridos
con anterioridad y criticar algunos otros llegando incluso a desecharlos, pero sobre la base de una evidencia empírica obtenida de la propia información de la entidad. Es un hecho ampliamente comprobado, a fuerza de verse obligado a resolver problemas, que los modelos de rating desarrollados de este modo, no sólo consiguen dar respuesta a los problemas planteados de inicio, sino que se constituyen en una verdadera herramienta a integrar en decisiones de negocio, lejos de ser únicamente un ejercicio estadístico más o menos notable.
APROVECHAMIENTO ÓPTIMO DE LA INFORMACIÓN Sobre la base de la definición robusta de todo el desarrollo y con la orientación clara de implantación e integración de conocimiento, llega el momento de afrontar el desarrollo analítico que, mediante el aprovechamiento óptimo de la información recogida, garantizará que el modelo de rating proporcione las estimaciones de calidad crediticia adecuadas para la toma de decisiones. Dentro del ámbito del desarrollo de modelos internos existen planteamientos analíticos muy diversos, pero todos suelen tener en común las características descritas a continuación. En la argumentación inicial, se mencionaba la necesidad por parte del modelo desarrollado de “decir precisamente en qué medida se estima la capacidad de atender sus compromisos de pago”. La abstracción anterior se incorpora al desarrollo analítico mediante el establecimiento de la definición de incumplimiento. Dicha definición determina, por un lado, el evento a predecir por parte del modelo y, en segunda instancia, el periodo de tiempo en que se observa si ocurre dicho evento. Por lo general, suelen considerarse tres categorías dentro de dicha definición, denominadas sin pérdida de generalidad: buenos, malos e indeterminados, aunque también hay ocasiones en las que sólo participan las dos primeras. Lo habitual en la definición es que la categoría de “malo” se establezca mediante criterios próximos a los de mora contable (más de 90 días de retraso en el pago), que en la categoría de “bueno” se consideren las empresas que nunca tuvieron incidencias, y que los “indeterminados” se definan por exclusión de las dos anteriores. Sobre esta definición suelen apreciarse variaciones significativas entre entidades: desde aquellas que consideran situaciones menos graves a la mencionada de 90 días en incidencia, a las que consideran situaciones de incidencia en todo el sistema finanw
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ciero mediante el uso de la información proveniente de la Central de Información de Riesgos del Banco de España, pasando por las entidades que introducen comparaciones entre la situación en incidencia y la posición global en riesgo. Desde la perspectiva del cliente, es importante tomar consciencia de que, mediante estas definiciones, las entidades, tomarán en consideración para su predicción las situaciones adversas producidas en el pasado en periodos de tiempo que variarán entre los seis meses y un año, observados en consonancia con cada uno de sus estados financieros anuales. La definición de incumplimiento determina los resultados del modelo de rating puesto que la estimación o “probabilidad de incumplimiento” que ofrece se refiere precisamente a dicha definición, tanto respecto al evento producido, como al periodo de ocurrencia.
Las entidades financieras cuentan con la posibilidad de anticipar cuáles van a ser los efectos de una determinada política de inversión emprendida con una de las empresas con las que deciden relacionarse En segunda instancia, se establecía anteriormente la necesidad de que el modelo de rating “hablara acerca de lo que va a ocurrir”, sobre la base de la información que “hablaba” acerca de lo que ocurre en el momento de la decisión y lo que había ocurrido en el pasado. La solución a este problema se enmarca dentro del desarrollo clásico de modelos predictivos en el que se asume como hipótesis de partida que el comportamiento del futuro próximo será similar al pasado reciente, y se utilizan evidencias observadas en éste para obtener predicciones sobre eventos que ocurrirán en el futuro. Este planteamiento requiere la organización de la información histórica de acuerdo a dos momentos en el tiempo, que delimitan dos periodos consecutivos completamente excluyentes y relacionados entre sí mediante el concepto de empresa: • Periodo de observación: durante este periodo se recogen las evidencias con las que se intentará explicar el incumplimiento incluido en la definición básica. • Periodo de comportamiento: en este período, continuación en el tiempo del anterior, se recoge el comportamiento de pago de la empresa. En
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función de este comportamiento se determina si la empresa es buena o mala. A modo de indicación, suele ser suficiente establecer períodos de observación en torno a un año y de comportamiento entre seis meses y un año. Desde la perspectiva del cliente, ya es habitual tener que proporcionar los estados financieros de varios años, como información necesaria para las entidades financieras. Ahora bien, a la vista del planteamiento anterior, conviene observar que este componente histórico se extiende también a la utilización razonable de las distintas facilidades financieras, a la evolución de sus saldos y riesgos, a la calidad de los efectos comerciales descontados, etcétera., y como es lógico al comportamiento de pago de los compromisos adquiridos en estas facilidades de financiación.
DESARROLLO ANALÍTICO. METODOLOGÍA, TALENTO Y ELECCIÓN DEL MEJOR MODELO Las metodologías que dirigen el desarrollo analítico de los modelos de rating varían de una entidad a otra. Es habitual encontrar desarrollos en los que los modelos comparten la misma estructura básica, pero con variaciones en aspectos tales como la selección de la muestra, el enriquecimiento de variables, las técnicas de mejora de la calidad de información, el tratamiento previo al ajuste del modelo y los ajustes definitivos post desarrollo. Sin pérdida de generalidad, las metodologías aplicadas en el sistema financiero español, pueden enmarcarse bajo dos denominaciones: • Por un lado, el desarrollo de modelos paramétricos, basados en estructuras matemáticas que establecen la relación entre la variable objetivo (la definición de incumplimiento) y las variables de entrada (estados financieros, ratios, inf. cualitativa, etcétera). Esta relación viene dada por la función de nexo o transferencia que incorpora una serie de parámetros. Entre este tipo de modelos se encuadran las diferentes y muy habituales variaciones del modelo de regresión (modelos lineales) y las redes neuronales (modelos no lineales). • En segundo lugar, está el empleo de algoritmos predictivos, que se basan en la ejecución de un proceso recursivo de partición de la muestra, hasta obtener grupos homogéneos, y significativamente distintos entre ellos respecto de la variable objetivo. Entre estos modelos de partición recursiva se pueden englobar los comúnmente denominados árboles de decisión o clasificación con sus habituales variaciones en cuanto a estructura, criterios de partición y algoritmos de elección del árbol maximal y poda. Sería objeto de una discusión teórica más amplia glosar las bondades y carencias de cada una de estas metodologías, además de no ser el objeto de este artículo y existir amplia documentación al respecto. No
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obstante, sí es conveniente por lo ilustrativo detenerse brevemente en algunos aspectos comunes a cualquier desarrollo. El primero de estos aspectos es relativo a la cantidad y calidad de la información que se maneja. Al contrario que en el segmento de retail, donde es habitual contar con grandes cantidades de operaciones y un número de incumplimientos significativo, en el segmento de empresas estas buenas condiciones para el análisis estadístico no son tan frecuentes, especialmente al aumentar el volumen de facturación de las empresas o los riesgos a asumir. Este hecho puede incluso llegar a condicionar la metodología a aplicar, como frecuentemente ocurre en el segmento de banca de corporativa o de muy grandes empresas y ha de ser tenido en cuenta a lo largo de todo el desarrollo. El segundo de los aspectos se refiere a la necesidad de garantizar la buena generalización del modelo, es decir, el modelo elegido ha de ser el que proporcione mejores estimaciones no sobre la muestra sobre la que se desarrolle, sino sobre la muestra de futuros solicitantes, lo cual es fácilmente comprensible si volvemos a posicionarnos en el momento de admisión. En este sentido, incorporar de manera dinámica a los desarrollos este criterio, supone una ventaja cuantitativa definitiva a la hora del resultado final. El tercer aspecto se refiere a la elección del modelo definitivo. A lo largo de toda esta discusión, se ha postulado la necesidad de integrar diversos conocimientos en el proceso de desarrollo, por lo que no ha de extrañar que llegado este punto se postule la elección del modelo que mejor integre este binomio de conocimientos riesgos y estadística. Es decir, no sólo se ha de garantizar que los estadísticos de ajuste habituales proporcionen medidas razonables, sino también que el modelo sea fácilmente interpretable desde el punto de vista de riesgos, tanto en cuanto a su estructura, como a las variables que lo constituyen, y por último, que proporcione la mejor solución a las necesidades que motivaron su desarrollo bajo una perspectiva de implantación. Cabe aclarar que los estadísticos de ajuste anteriormente mencionados, miden la capacidad del modelo para separar los dos grupos definidos por la definición de incumplimiento, es decir, buenos y malos, comparándola con el comportamiento que tendría un modelo totalmente aleatorio, y un modelo óptimo. Los estadísticos de aplicación más frecuente son el estadístico de poder (“Power Stat”), el estadístico de Gini y el estadístico de Roc. Los tres proporcionan distintas medidas y modos de comparar, pero no son más que distintas
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visiones de la misma realidad, siendo el primero el de uso más frecuente para el segmento de empresas y el último el que permite establecer comparaciones entre modelos sobre una base analítica más sólida.
MODELOS EXPERTOS Y MODELOS MIXTOS El proceso descrito hasta aquí se corresponde con el desarrollo de un modelo de rating con una perspectiva analítica, es decir, contando con una base histórica de experiencias y basado en la aplicación de una determinada metodología analítica para la obtención del modelo. Por desgracia, este planteamiento no siempre es viable para una entidad por razones de diversa índole, entre las que destacan dos por su frecuencia: • Es frecuente que la entidad no tenga una base histórica de información lo suficientemente rica para poder llevar a cabo el desarrollo o, lo que es más normal en el segmento de empresas, que esta base histórica sea incompleta en alguno de sus componentes. Por su origen público, contar con los estados financieros es quizá la posición más asequible, ahora bien, ésto no es tan frecuente si de lo que hablamos es de información cualitativa y de relación con la entidad. • Es habitual por parte de las entidades complementar los resultados analíticos con un componente de naturaleza “experta” en el que se incorporan con un cierto grado de objetividad aquellos aspectos que se considera que el desarrollo analítico no ha cubierto o no lo ha hecho en modo suficiente. Estas dos situaciones suelen resolverse con el desarrollo “experto” de un modelo de rating. Este tipo de desarrollo comparte con el analítico, todas las buenas condiciones expresadas en el planteamiento anterior (variables, definiciones, estructura del modelo, estimaciones proporcionadas, etcétera), pero se diferencia de él, en que las variables que forman parte del modelo, la importancia relativa de cada una de ellas y la manera en que se relacionan con el resto de variables para proporcionar el resultado final del modelo de rating, se fijan siguiendo un criterio eminentemente experto sin ser el resultado de la aplicación de un algoritmo matemático a una base histórica de experiencias. En este caso, no se trata de integrar conocimiento de riesgos y evidencias estadísticas, sino más bien de transmitir todo este conocimiento al modelo. En ocasiones se suelen emplear a posteriori técnicas de simulación sobre una base de experiencias reducida,
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para realizar los ajustes necesarios al modelo. Desde un punto de vista de supervisión, la carencia de una base de experiencias robusta sobre la que llevar a cabo el desarrollo analítico, condiciona las estimaciones que proporcionan este tipo de modelos, lo cual ha de ser tenido en cuenta a la hora de decidir su utilización con estos fines diferentes pero íntimamente relacionados con los de la gestión del día a día de riesgos. La convivencia de los dos enfoques suele ser bastante habitual y de hecho es frecuente encontrar modelos combinados que constituyen un enfoque “mixto”, en el que las estimaciones proporcionadas por ambos enfoques se combinan a alto nivel para proporcionar una medida de gestión conjunta. Desde el punto de vista estrictamente analítico, es frecuente sacrificar un cierto grado de correlación entre ambos modelos, proveniente por el uso de información similar o en ocasiones la misma, a cambio de obtener un mayor grado de confianza en el modelo por parte de las áreas de riesgos y de negocio, que facilite su implantación a nivel de gestión. En principio, este tipo de desarrollos puede ser una buena estrategia para la implantación inicial de un modelo de rating, para que a medida en que se disponga de una base histórica de experiencias suficientemente robusta y se gana confianza en los desarrollos analíticos, se pueda ir evolucionando de un modelo a otro de manera gradual, siendo posiciones intermedias ciertamente eficientes.
INTERPRETACIÓN BÁSICA. DECISIONES. GESTIÓN Y ASIGNACIÓN DE RECURSOS Como ya se ha mencionado anteriormente, el objetivo último del proceso de desarrollo descrito es contar con una herramienta que proporcione estimaciones de la calidad crediticia de cada una de la empresas a las que se aplique el modelo de rating. A nivel individual estas estimaciones se plasmarán de manera numérica, ya sea a través de una puntuación o una probabilidad de incumplimiento. Ambos términos son equivalentes, aunque suelen parecer distintos. El primero de ellos alude al resultado directo del modelo ajustado siguiendo la metodología basada en modelo lineal. La herramienta asignará una puntuación mayor a los clientes de mayor calidad crediticia, y recíprocamente menor a los de peor calidad. El segundo término traduce las estimaciones anteriores al concepto de probabilidad mediante la simple aplicación de una función de enlace en función de la metodología utilizada (logit, probit, etcétera...). Dicha probabilidad no es más que el porcentaje de clientes que una vez clasificados con una determinada puntuación, incumplieron sus obligaciones de pago en el pasado. Desde el punto de vista de gestión, el primer término puede facilitar en cierta medida la comprensión de las estimaciones y el uso del modelo, pues puede ser adaptado a escalas más manejables, granulares y homogéneas. De hecho, en el contexto de una entidad financiera madura en la aplicación de
modelos internos de rating, suele ser una práctica habitual adaptar las estimaciones que proporcionan los distintos modelos de cada segmento a una escala maestra que establece a nivel entidad, la relación entre puntuación y probabilidad de incumplimiento y permite comparar la calidad crediticia estimada de dos clientes diferentes estimadas con modelos distintos. Llegado a este punto, la analogía con los rating externos proporcionados por las agencias externas de calificación (ECAI’s) es directa y en ocasiones internamente algunas entidades adoptan la nomenclatura alfanumérica de aquéllas. Este proceder es uno de los pilares que permite a las entidades establecer comparaciones directas a nivel de recursos propios dentro de un entorno homogéneo de gestión sobre la base del capital. Desde el punto de vista de cartera, mediante la aplicación del modelo de rating, las entidades tiene la capacidad de obtener una distribución de su cartera de empresas con respecto a una medida continua diseñada con el objetivo de separar de manera óptima a los buenos y los malos pagadores. En términos más llanos, se puede decir que las entidades tiene la capacidad de “ordenar” sus empresas, con respecto a una “medida” que les indica la probabilidad de que cada una de ellas en un cierto horizonte temporal incumpla con sus obligaciones contractuales. La importancia de esta ordenación se refuerza aún más si se retoma el inicio de este discurso y se percata de la circunstancia de que, tanto el evento, como el periodo de estimación se han diseñado con un enfoque claro de gestión. En definitiva, las entidades financieras cuentan con la posibilidad de anticipar en cierta medida, cuáles van a ser los efectos de una determinada política de inversión emprendida con cada una de las empresas con las que deciden relacionarse. Combinando este componente con otros relativos a la estimación a futuro de la posición de riesgo que una empresas puede llegar a tener en el momento de producirse el incumplimiento y un tercer grupo relativo a la estimación de la cantidad que, en el caso anterior, la entidad debería detraer de su cuenta de resultados y destinar a pérdidas. Por tanto, la composición de lugar que la entidad hace ante un inversión o política de inversiones se configura ciertamente completa, pues permite cuantificar el binomio rentabilidad-riesgo para optimizarlo y más aún cuando se configura dentro de una estrategia de gestión global.
TOMA DE DECISIONES, GESTIÓN Y RENTABILIDAD La integración en la gestión de los modelos de rating de empresas es el objetivo último de su desarrollo. El grado de integración varía de unas entidades a otras, pero de manera evolutiva se extiende a todos los ámbitos de gestión del riesgo de crédito ya sea en admisión, seguimiento y recuperaciones. El esquema inicial de implantación suele reducirse a la utilización del rating a nivel informativo y por tanto, no vinculante, con w
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la intención de sistematizar la recogida de información e ir ganando confianza en las estimaciones que proporcionan. De este modo, se incorpora al expediente de cada empresa la calificación proporcionada por el modelo de rating para ser consultado en cualquiera de las actividades en las que la empresa sea analizada, ya sea la decisión de un nuevo riesgo, el análisis y seguimiento de los ya existentes y de la rentabilidad que proporcionan, o las acciones a tomar ante una situación adversa en alguno de ellos. La utilización de los modelos es muy diversa, pero un esquema que suele ser habitual parte del análisis de la disponibilidad de información de la empresa por parte de las entidades financieras. En primer lugar, la información económico-financiera anual, siendo pública, tiene un esquema anual de aprovisionamiento y en el mejor de los casos suele estar a disposición de la entidad con un desfase de tres o cuatro meses. En cuanto a la información cualitativa suele ser de difícil obtención y es habitual que su obtención coincida con la de la información económico-financiera o con el momento de la solicitud de una nueva operación. Hay entidades que en función del volumen de su negocio, la importancia en su balance del segmento de empresas o la madurez de sus sistemas de gestión, suelen trabajar con balances cuatrimestrales e información cualitativa recogida con menor periodicidad para toda su cartera o al menos para un grupo de empresas de seguimiento especial. La información de relación con la entidad, por sus características propias y su mantenimiento interno, permite establecer una disponibilidad mayor, cosa de la que las entidades se empiezan a aprovechar mediante los desarrollos de expedientes electrónicos que centralizan toda esta información para dar soporte al análisis. Este esquema de disponibilidad de información condiciona, por un lado, la aplicación del modelo de rating y contrasta, por el otro con las necesidades de financiación del segmento que se caracterizan por el dinamismo propio de cada ciclo de negocio. Un esquema habitual en estas situaciones, suele pasar por la aplicación del modelo de rating integrado en un sistema de asignación de limites que permite a las entidades establecer sobre la base de la nueva información, los límites para cada tipo de financiación que asignan a cada una de la empresas con las que se relaciona o se quiere relacionar, asociados a un determinado periodo de vigencia. En estas estrategias de asignación el resultado del modelo de rating se integra con el resto de criterios de riesgos que la entidad decide aplicar para proporcionar la citada asignación. El uso del modelo de rating suele va-
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riar, pero de igual manera es frecuente encontrarlo en dos niveles distintos, en primer lugar, delimitando qué empresas tienen un nivel de riesgo que no es adecuado en función de la política de la entidad, y en segundo lugar, matizando el limite asignado conjuntamente con variables como el cashflow o la rentabilidad. Ambas aplicaciones son inmediatas si se tiene en cuenta la ordenación de la cartera que proporciona el modelo de rating y su íntima relación con la estimación del incumplimiento en un futuro próximo. Mediante estos sistemas, las entidades proporcionan a sus áreas comerciales la información relevante acerca de la posición de la entidad con cada cliente, para de este modo establecer la relación con dicho cliente sobre unas bases analíticas sólidas. En paralelo a estos sistemas suelen establecerse sistemas de alertas que ante la aparición de nueva información acerca de la empresas suelen actuar sobre los límites asignados o lo que es mas habitual sobre los gestores del área comercial. En un estadio más avanzado de gestión, se suelen situar aquellas entidades que aplican metodologías de rentabilidad ajustada al riesgo y dentro de los cuales, la integración de los modelos de rating se convierte en uno de sus pilares, pues proporciona uno de los parámetros para estimar la rentabilidad, tanto al nivel operación como de producto. En estos casos, el esquema anterior definido con una visión clara de admisión, se completa de manera definitiva, dado que todas las decisiones se toman desde el punto de vista de la rentabilidad, en vista de que la entidad decide integrar en los parámetros de gestión aspectos tales como las estimaciones que proporcionan los rating incluso en un esquema interanual, los costes de transformación de su negocio, los beneficios del negocio inducido, los costes del capital, etcétera. En definitiva, la integración de los modelos de rating en la gestión de riesgos de las entidades es práctica habitual entre las distintas entidades que conforman el sistema financiero español. La evolución de la aplicación en cada una de ellas depende en gran medida de la confianza que las propias entidades tengan en sus herramientas, de la importancia del segmento en su balance y de la madurez de sus sistemas de gestión haciendo particular hincapié en la posibilidad de alinear los esfuerzos de las áreas comercial y de riesgos sobre la base de una metodología solidamente implantada. La sana competencia entre entidades, la madurez del sistema financiero español y la actuación del supervisor, propiciarán sin duda la evolución de la integración de los modelos de rating hacia los enfoques mas avanzados. 9
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