Climatología de La Mancha durante el siglo XVIII

Climatología de La Mancha durante el siglo XVIII JUAN DÍAZ-PINTADO Doctor en Historia. Jefe del Departamento de Historia del 1. de B. de Manzanares (

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Climatología de La Mancha durante el siglo XVIII JUAN DÍAZ-PINTADO

Doctor en Historia. Jefe del Departamento de Historia del 1. de B. de Manzanares (Ciudad Real)

A José U. Martínez Carreras

EL CLIMA Hoy, años después que Domínguez Ortiz lanientara la falta de datos con los cuales esbozar el clima del siglo XVIII sobre fundamentos seguros’, los estudios de climatología histórica avanzan todavía con lentitud. La cuestión no estriba en una falta de atención investigadora sino en la dificultad que entraña hallar información suficiente y sistemática en sentido cronológico. Lejos de cualquier exageración, son muchos libros de acuerdo y expedientes esencialmente agrarios, sin descartar de otro carácter, los que es preciso rastrear exhaustiva y pacientemente en busca de referencias atmosféricas, casi siempre escuetas, estados del tiempo que coinciden y se interrelacionan la mayoría de las veces, excepto en el caso de pequeños dominios climáticos. De lo que se trata es de desvelar las características de este poderoso agente natural y las fluctuaciones cíclicas, que obraban de modo condicionante sobre una agricultura de secano atrasada y tecnológicamente estancada. Cuantificar las cosechas de la centuria sin conocer los comportamIentos climáticos equivaldría a dejar sin respuesta demasiadas nebulosas e interrogantes. Este análisis paleoclimático no tiene pretensiones ultimistas y categóricas sino abiertas a nuevas indagaciones. Preferimos hablar de cimentar e iniciar un camino que de rematar un friso, actitud más que justifiAntonio DOMÍNGUEZ ORTIZ: Sociedad;, Estado en el siglo XVIII español. Ariel, Barcelona, 1976, 532 Pp.; concretamente p. 406. De nuevo se ratifica en ello en El Antiguo Régimen: Los Reyes Católicos y los Austrias. Alianza Editorial, Madrid, 1988, 448; ver

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cada al tratarse de un campo de investigación en el que tanto queda por hacer y deben extremarse las precauciones para no incurrir en precipitacion. También nosotros rechazamos de plano los testimonios de Olagúe intentando probar el cambio climático registrado en el quinientos: retroceso de las cifras de ganado lanar y propagación del mular. Contrariamente a esto, parece que las motivaciones fueron de índole mercantil, en un caso y de rentabilidad laboral en otro2. Volviendo a esa intensa degradación, Le Roy Ladurie considera el clima del XVIII reflejo de una fase fría y húmeda, a su vez efecto del avance glaciar alpino. Los cultivos dependian más imprescindiblemente de la pluviosidad y moderación térmica que los pastizales, a pesar de que también para éstos existían años buenos y malos. Los cabildantes municipales, en buena parte labradores, no diremos que se apresuraban a celebrar sesión en cuanto observaban atisbos de tiempo desfavorable pero sí habiendo motivos razonables de preocupación y avecinándose, consiguientemente, subidas del precio de los granos y del pan. Providencialistas convencidos, en esas reuniones disponían cultos de diverso tipo y duración, demandando intervenciones milagrosas de advocaciones patronales (Virgen de Peñarroya en La Solana, del Espino en Membrilla, de las Nieves en Almagro, de Cortes en Alcaraz, de la Caridad en Villarrobledo, Cristo del Consuelo en Torrenueva, en fin, cada pueblo la suya) y otras especialmente veneradas, radicadas en ermitas y conventos (Cristos de Santo Domingo y de la Soledad en Alcaraz y Daimiel, Vírgenes de la Cabeza en Torrenueva y del Carmen en Campo de Criptana y San Antonio Abad en La Solana, tan venerado en las casas de labradores. Que dicha iniciativa fuese adoptada por las autoridades civiles en modo alguno significa indiferencia eclesiástica, pues no en balde los párrocos vivían muy dc cerca las angustias y los pesares de sus feligreses y, además, es ,

2 Bartolomé BENNASSAR: Valladolid en el Siglo de Oro. Ayuntamiento de Valladolid, 1983, 486 pp.; exactamente pp. 44-45. Como bibliografia de máximo interés sobre climatologia histórica y preferentemente de los tiempos modernos, E. LE ROY LADURIE: Histo¡re dv clima depuis tan mil. Paris, 1967; de este autor, igualmente, «Aspects bistoriques de la nouvelíe climatologie». Revue Historique. 1961. En DOMíNGUEZ [1], p. 406. Pierre PEDELABORDE: Le climnt de Bassin Parisien. París, 1957. En BENNASSAR 123, p. 42. Francia ha seguido contando con trabajos de interés, como el de GOUBERT, DESAIRE, LE ROY y otros: Medicins, clima! et epidemies a la fin dv XVIII siecle. París, 1972. A través de Jerónimo LOPEZ-SALAZAR: «Evolución demográfica de la Mancha en el siglo XVIII». Hispania, nY 133, 1976, pp. 233-299; vid. p. 267. Concisas alusiones en PEREZ MOREDA: Las crisis de mortalidad en la España, interior. Siglos XVl-XlX. Siglo XXI, Madrid, 1980, 526 Pp.; en concreto pp. 360-370 y 377-378. No podían faltar menciones en Gonzalo ANES: Las crisis agrarias en la España Moderna. Taurus, Madrid, 1970, 517 Pp. Estudios más recientes y de bastante amplitud son Pierre ALEXANDRE: Le clima! en Europe au Moyan Age. Contribution a l’hisroire des ,‘ariatíons climatiques de 1.000 a 1.425 d’apres les sources narrad ves de l’Europe Occidentale. París, 1987, 827 Pp. y A. BRYSON REíD y Thomas T. MURRAY: El clima y la historia. México, 1985, 183 Pp.

Climatología de La Mancha durante el siglo XVII!

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que les afectaban directamente. Sin otra capacidad de previsión que la sabiduría popular, los campesinos estaban inermes frente a los factores atmosféricos negativos. Si la mejoría o el beneficio suplicado no llegaba les quedaba la conformidad de haber cumplido un recurso religloso y podían decir resignados: «no lo habrá querido Dios». De los años o estaciones en que no hay o bien escasean las referencias, entre pensar en un desaliento a la vista de la inutilidad de las rogativas o en una situación de normalidad climática, estamos por esto último, de una parte, porque aquella sociedad se mostraba inasequible al desaliento religioso y de otra, porque en coincidencia con las primeras manifestaciones devotas se producían favorabilísimos cambios de tiempo3. No era sólo esto, también se creía en prácticas conjuradoras de tempestades, heladas, pedriscos, etc. algunos de cuyos vestigios aún perviven. ‘~,

OSCILACIONES PERIODICAS Con los datos de que disponemos relativos a temperaturas y precipitaciones en su diversidad de formas hemos analizado hasta la profundidad que ha sido posible el clima manchego del siglo XVIII. De 1700 a 1807 se perfilan elementos de juicio suficientemente evidentes como para jalonar con nitidez tres períodos, de los cuales el más benigno y favorable fue el primero, condiciones que no retornarían durante los otros dos sino de forma racheada y en cortas intermitencias. a)

Período templado-húmedo (1700-1727)

Los años 1700-1709, no obstante ciertos matices iniciales de falta de agua, obsequiaron con primaveras suaves, a propósito para el campo aunque alargándose en ocasiones el tiempo lluvioso más de lo necesario ¿Llovía en abril y mayo más que hoy? Es dificil demostrarlo. Esta bonanza dio paso a unos inviernos de incesantes temporales, principalmente los de 1708 que convirtieron una vez más a Miguelturra en una especie de pequeña Venecia, con las calles transformadas en improvisados canales recorridos por barcas, las plazas en vados y muchos edificios anegados. En Daimiel la Virgen de la Paz fue llevada al convento carmelita, visto que las precipitaciones no

Ramón GONZALVEZ: «El clima toledano en los ss. XVI-XVII». BRAH, 1977, Pp.

305-332; ver pp. 306-309 y 316. Antonio DOMINGUEZ ORTIZ: Hechos y figuras del siglo XVIII Español. Siglo XXI, Madrid, 1980, 366 Pp.; ver Pp. 179-184, 193 y 195.

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Juan Díaz—pintado . “ Ibídem, fols. lO, II y 14. Aparte, hubo 800 fgs. infectadas que estaban rodeadas de sembrados. Una carta fechada el 28 de junio especificaba el reparto a pueblos y dehesas de

particulares.

Fecha tardia para estar todavía sin segar, tal vez porque se alargó la primavera. AHN: Consejos, leg. 2832, exp. 4 Informe del Ayuntamiento de fecha 17 de agosto. 40 AUN: Consejos, leg. 31253, exp. 9 y, asimismo, exp. II, fols. 5 y 14. “‘ Planta ramosa y espinosa de 1 m. de altura conocida también por «aliagas». AHN: Consejos, leg. 4026, exp. 27. 38



148

Juan Díaz-Pintado

b)

El Campo de Monde!

También este territorio fue castigado por las plagas. Aún estaban en el recuerdo de los vecinos de Villamanrique los años 1756-1757 en que por su culpa no emparvaron, cuando retornaron en 1779 dejando la cosecha reducida casi a la nada. Al escasear los cerdos (sólo tenían 60), extraían el canuto con azadones, barras y palos de hierro y madera. Faltos de apoyo para «conquistar» al insecto, 200 vecinos se quedaron sin grano para sembrar y 20 yeguas y 1 .200 cabezas de menor, sin pienso. La negligencia de Torre de Juan Abad no labrando de invierno la dehesa de Gudea, motivó el paso de la plaga a Almedina en 1784. Los daños en razón del trigo, la cebada, las huertas y los garbanzos roídos fueron tasados en 40.000 rs. Para colmo, las cercanías de los barbechos colindantes quedaron preparadas para la aovación, de forma que en cuanto se verifique su nazencia irremediablemente se introduce en las siembras y por consiguiente enteramente laa debora...» ~ «.

No resultó menos destructiva su presencia en las dehesas de Infantes, en las que eran observables «los buelos mansiones o posadas de la multitud de cordones» “¾los cuales, tras haber consumido las hierbas de dos de dichas dehesas y diversos melonares, se extendieron por rasos y aguaderos camino de Montiel, Alcubillas, Alhambra y Carrizosa, pueblos situados «a levante que es la carretera o curso que toma la langosta volatil>08. Al paso por Alhambra devoraba lo que encontraba: el «monte bajo», «una cara de la sie«a», legumbres, 300 fgs. de tierra sembrada y los alrededores de 2000 fgs. barbechadas en la vega. Tablazos de agua, arroyos y manantiales resultaron invadidos. No dejó patatas y habichuelas y de no a...

haver havido la felicidad de la abundancia de yerba que han arrojado en las memoradas dehesas se hubieran comido la mayor

este presente año

parte de las siembras»

.

En año tan lluvioso se dio la paradoja de que las yeguas y ovejas de don Sancho Abat abandonaron los roídos pastos de la dehesa Nueva y el abrevadero Matigúclo, tan cubierto de insectos ahogados que «ha havido dos hombres continuadamente sacando la langosta» 5Q Ambos ganaderos presentaron el 6 dc abril de 1794 un apurado memorial al Alcalde Mayor, don AHN:

Consejos, leg. 1172, exp. 12, bIs. 1-4 rectos. AHN: Consejos, leg. 1668, exp. fol. 4 ‘e’. 48 Ibídem, fol. 9 yo. ~“ Ver nota 47, fol 13 y0. Hizo la observación el guarda jurado del cuarto de Masegosa (dehesa Vieja), que tenía en arrendamiento la familia Melgarejo. ~ Ibídem, fol. 14 recto. ~

“~

Climatología de La Mancha durante el siglo XVIII

149

José Tapia51, dando fe en tono casi bíblico, junto a otros extremos, de que tal dehesa estaba «poblada de multitud de canuto de langosta en estado de hobación con tanta abundancia que si llegaba a bolar taparia el sol». Si bien menos saturada, la dehesa Vieja era un peligro para los sembrados de las lindes. Pensando en el posterior año se creía aconsejable ararla a fin de que «echandose el canuto fuera se lo comiesen las aves y se consumiese con la fuerza de los yelos». Esta invasión dio lugar a un conflicto entre labradores partidarios por sistema de extinguir el insecto a base de rejas, cuando se podía, y ganaderos que preferían ver sus hierbas devoradas a roturadas52. Examinados los casos precedentes es comprensible la preocupación que sentía el mundo campesino, tan grande como por la sequía y con un agravante, que su actividad podía prolongarse varios años. De otra parte, no hay sino que aproximar cronológicamente climatología y langosta para notar que no siempre coincidían paralelamente plaga y aridez. Ahí están 1708, 1725, 1727, 1768-1770, 1783 y 1786 como exponente de lo que decimos. Lo que hacía el ambiente desapacible y fresco era dejarla amortiguada e inactiva. CLIMA Y CRISIS DE COSECHAS Una nutrida serie de trabajos53 ocupa el espacio historiográfico que hace referencia a la producción agraria. Su valor metodológico y referencial en un estudio de los agentes climáticos, en tanto que desncadenantes de las crisis

Y

~‘ el Procurador Síndico, 52 Ver nota 47, fols. 5 y 10

Mateo Silvestre, y al Diputado, José García Solera. rectos y otros Sm enumerar.

‘~ Hemos seleccionado los principales: ANES 12]; del mismo autor: «Tendencias de la producción agricola en tierras de la Corona de Castilla (siglos XV- XIX)».Hcienda páblica Española, n.0 55, 1978; En la España del siglo XVIIL obstáculos para el crecimiento agrario, como también E/Antiguo Régimen: los Borbones. Alianza Editorial, Madrid, 1978, 513 PP Y en colaboración con J. P. LE FLEM: «La crisis del siglo XVII; producción agrícola, precios e ingresos en tierras de Segovia», Moneda y Crédito, no93, 1965. Abarcando hasta finales del XVII, 1. LOPEZ-SALAZAR y M. MARTIN CALAN: «La producción cerealista en el Arzobispado de Toledo 1463-1699». Cuadernos de Historia Moderna y Contemporánea, n.0 2,1981, PP. 21-103. Igualmente de LOPEZ SALAZAR 12], y Sociedad rural y estructuras agrarios en La Mancha (ss. XVI-XVII). Instituto de Estudios Manchegos, Ciudad Real, 1986, 744 Pp. Otros estudios sobre productividad son los de J. GOY y E. LE ROY LADURIE: Les jluctuarions du produit de la dime, conjocture decimale et domaniale de la fin du Moyen Age Au XVIIIt Paris, 1972 y Guadalupe BERAZA: Diezmos y rentas de la Mesa ArzobispaL Salamanca, 1972. Sugerentes planteamientos en Emiliano FERNANDEZ DE PlNEDO: Crecimiento económico y transformaciones sociales del País Vasco (1180-1850). Madrid, 1974; Angel GARCíA SANZ: Desarrollo y crisis del Antiguo Régimen en Castilla la Vieja. Economía y sociedad en tierras de Segovia de 1500 a 1814. Akal, Madrid, 1977, 484 Pp.; asimismo, «Agronomía y experiencias agronómicas en España durante la segunda mitad del siglo XVIII» Moneda y Crédito, no 131, 1974, Pp. 29-54 y «Los diezmos del Obispado de Segovia del siglo XV al XIX: problemas de método, modos de percepción y regímenes suces’vos de explotación». Actas de las 1 Jornadas de Metodologia de la Historia Moderna,

150

Juan Díaz-Pintado

agrarias, es obvio. La relación de caracterizaciones de cosechas54, en clara alusión a su volumen, tomadas de boca de los mismos labradores, define el balance de cada año agrícola de cereales. No es caso de referirse a otros factores naturales no menos importantes(tierra y fertilidad) peco sí al hecho de que existan suelos distintos a efectos de las incidencias climáticas: cortos, que se hartan de agua enseguida; frescos, los cuales con poca llevan buena cosecha, y fuertes, donde la cebada no espiga si no llueve regularmente. Omitimos factores favorables de menor repercusión: terrenos que adelantan oretrasan la maduración de los frutos, otros que tienen facilidad para arrojar hierbas o, contrariamente, son limpios, etcétera. De la escueta enumeración de cosechas resulta la siguiente clasificación: Muy buena: 2~ Buena: 5 Regular: 10

Escasa: 15 Comida de langosta: 5 Abochornada o apedreada: 5

Mala: 33

Los años de que poco o nada se habla en la documentación habría que considerarlos hipotéticamente buenos y aceptables. La primeras crisis del siglo en La Solana Sabemos de las primeras crisis de producción habidas en la primera década del siglo56. La tendencia depresiva tomaba decidido marchamo en 1706 y los efectos acumulados se dejaban sentir en marzo dc 1707 en La Solana, concurriendo el ser todos los vezinos de esta villa exzepto algunas rinquentas casas de pobres misserabilissimos que viven a expensas de sus jornales tan extenuados q< estan de tanto gasto y alojamiento57 que se vetan precisados a mendigar» «...

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1975, 143-152. Pueden consultarse Abel WILHELM: Crisis agrarias en Europa (XIII-XIX s~ecles). Flammarion, París, 1973, 459 Pp.; Pierre, PONSOT: «En Andalausie Occidentale: lesfluctuations de laproductions de blesous l’Ancien Regime». Etudes Rurales. n.0 45, 1972. y Francisco QUIROS LINARES: «Geografía agraria del Campo de Calatrava y Valle de Alcudio». Estudios Geográficos, n.« 99, 1965, Pp. 207-230. ~‘ Se distribuyen así: Campo de Calatrava: 43; Valle de Alcudia: 3; Campo de Montiel: 49; pueblos agregados: 3; partido de Alcaraz: 11 y provincia: 8. ‘-~

»

Estas y las siguientes sin duda fueron muchas más por lo que enseguida diremos. ANES 121, Pp 155 y 428; Henry KAMEN: La guerra de Sucesión en España, 1700-

1715. Grijalbo, Barcelona, 1974, 458 Pp.; ver PP. 402 y 424 y LOPEZ-SALAZAR 121, pp.

267-275. ~ De los muchos soldados de paso con motivo de dicha guerra. ~> A. SI. de La Solana. Libro de Acuerdos.

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1964.

Se trata de la crisis postrera de la centuria. Ver mención en ANES [2], p. 209. 64 AHN: Consejos, leg. 1781, exp. 3. Integraban aquel Ayuntamiento, Mateo Bellón, Alcalde Ordinario; don Luis Valdeloznar, regidor Preeminente; don Juan A. Jiménez Bravo, don Francisdco Núñez Barranco y don Melchor Fernández Mayoralas, Regidores Perpetuos; Luis Fiérrez, alguacil Mayor con voz y voto; Martín Garcia de la Calera y Sebastián Morales, Diputados, y Alfonso Rodriguez de Palma, Sindico Personero; en cuanto a la escribanía, la desempeñaba Pedro García de Mora. El pueblo sólo contaba con dos pósitos privados, uno administrado por el cabildo parroquial y otro por Jose Utiel y Bravo

156

Juan Díaz-Pintado

por haver faltado las aguas del otoño y no haber nacido el pan de las muchas que se experímentaron en el imbierno y produgeron tanta abundancia de yerba que en algunos parages sofoco el poco grano nacido y finalmente de la escasez de lluvias padecida en la primabera pues en los meses de Mayo y Junio no se berifico cayese una gota de agua...». «...

Situación tan penosa se temía que no la soportase hacienda alguna por fuerte que fuese65. El valle de Alcudia: 1797-1806. Insertamos relaciones parciales que corresponden a núcleos cercanos a Puertollano y Almodovar. ARGAMASILLA DE CALATRAVA

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clusivamente para beber. A eso se achacaba que hubiese pocas legumbres, panizo, vides y olivos.

Lo que mejor se adaptaba al término eran los cereales, garbanzos y pitos. AHN: Consejo de las Ordenes, leg. 5734.

66

157

Climatología de La Mancha durante el siglo XVIII SAN CARLOS Diezmos pagados por los vecinos Año

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fi 10 7 38 27 30 29 14 14 24

ce.

1 3/4 II 2/4 7 1/4 4 3/4 43/4 2 2

Garbanzos

fi

ce

22 6 15 5 1 1/4 19 4 3/4 27 11 1/4 28 3 871/42 8

fi

Pitos ce.

9 1/4

13/4

5 2/4

Por lo referente a las sernas, la cebada duplicó al trigo en 1798, 1802 y 1804, superándolo en los demás años. Centeno se sembará muy poco y testimonialmente, no en balde se trataba de buenos pedazos en la proximidad del pueblo. En 1797 y 1798, el trigo se apunta sendos hundimientos, igual que en 1802 y 1803. La cumbre de la trayectoria está en 1799, para caer bruscamente a continuación y recuperar de nuevo un mejor tono. Se estaba a las puedas de una crisis de carácter acumulativo con fondo en 1804; la inversión de tendencia se produjo lentamente en 1806. En cuanto a la cebada, no observamos en 1798 y 1799 la repentina discontinuidad que en el trigo. Todavía 1802 sostuvo una buena cota, y 1805 deja vislumbrar la salida de la crisis. Los garbanzos marcan parecido ritmo salvo un inesperado máximo en 1800, ¿se habían sembrado en mayor cantidad o es que les favoreció el tiempo? Idénticamente ocurrió a los pitos. Ambas leguminosas no se sembraron en 1805 y 1806, acaso por dejar su lugar al cereal. Por contra, la encomienda de Obreria recibió más trigo en este periodo exceptuando el principio. El movimiento de la producción no varía respecto al de Argamasilla, con inclusión del centeno, sin embargo la caída de 1800 es más sostenida. En lo concerniente a los diezmos pagados por Villanueva de San Críos, ambos cereales están bastante equilibrados, excepción hecha de 1797 y 1805. Y, por cierto, ¿qué fue del trigo en 1800? ¿es que apenas se sembró? El hecho no tiene una explicación lógica. Por lo restante, se aprecian ciertas oscilaciones dignas de mención. En vísperas de crisis y enfermedades, 1802 se despegó de 1801 en trigo y cebada, pero no en las demás cosechas. En el «ojo» de dicha crisis, 1804 intercaló una elevada punta, y para finalizar, 1806 experimentó un relanzamiento considerable. Las series de los pueblos montieleños probarán hasta qué punto tienen similitud con los anteriores tramos situados a caballo entre dos siglos.

Juan Diaz-Pintado

158

La Solana, tendencia secular Junto con Infantes, cabecera de las 23 villas del Campo, La Solana era la de mayor poder agrícola-ganadero, de ahí que su variable productiva sea arquetípica en ese territorio. Iniciamos su estudio por la encomienda para continuar con la parroquia.

Diezmos de la encomienda«Y Cebado

Trigo

Año

f

152 1701 175 1702 245 ¡700

ce-

fi

ce-

7 3/4 144

4 2/4 201 142 1703 177 lo 2/4 188 1711 238 6 268 1712 280 2/4 208 1713 208 9 1/4 175 1714 258 7 2/4 262 1715 sí 60 1719 315 1267 1720 272 205 224 1721 209 1722 142 202 1723 185 264 1724 148 120 1733 209 3 316 52 1734 68 233 1735 159 1736 155 3 1/4 199

Año

Trigo

fi

ce-

2 8 1 8 1 7 1 8 5

3 2 2

Centeno

Aceite

Uva

ce-

a.

o.

fi 1/4 1/4 2/4

1/4 2/4

1/4

12 5 9 lO 3 8 83 177 80 10 2/4 625,5 44 4 2/4 535 109 10 2/4 210 5 3 8 2/4 30 145 64 316 98 47 4 402 740 86 29 9 2 loo 2 2 ‘/4 13 2 4 10 1/4 35

Cebado

Candeal

fi

ce.

fi

397 1802 252 1803 270 1804 266 ¡805 348

5 3/4 421

7

1/4

668

315 284 304

8

3/4

730

1806 736 180’? 108

7

1801

67

1 8

334 602 207

7 3

ce.

1.038 1.035

1402 2.030 1021

AHN: Consejo de las Ordenes, leg. 1848.

950 640 1130 570 1280

Centeno

fi

3 2/4 248 3 1/4 158 8 152 6 168

6 6

¡24

267 364 155

ce. 3 2 2/4 8

11 6 6 6

Aceite a-

lib. onzas

38 775 108

3

2

6

4

966

3

8

672 24 2.149 31

6 14 8

Climatologia de La Mancha durante el siglo XVIII

159

Diezmos de uva Año

Uva capa

Uva blanca Uva tinta

Vino

capa

capa

1801 369 1802 338

354,5 338

15

390 12/4’-’ 428 13/4”

1803 1804 1805 1806 1807

432 615

18 69

526 412

32 27

665 819 955 751

460 684 ¿? 548 439

a. -

4/4”

Lo primero en poner de manifiesto estos fragmentos decimales es el incremento de la producción cerealista de 1801 respecto a 1736, efecto, probablemente, de la mayor superficie sembrada y recientes rompimientos. Lo que en el caso del trigo es un 56,7 % de aumento, en la cebada es un 82,5 % y en el centeno más aún, 89,8 Yo, subidas explicables por la presión demográfica y fuerte demanda de cereales-pienso. Ahora bien, el cultivo de centeno en 1736 es insignificante. Por otro lado, deducir de la producción de aceite si aumentó o no el número de olivos es arriesgado. Debe tenerse en cuenta lo irregular de su producción, en cualquier caso, no disminuyó y nos inclinamos por un incremento del 20 % en sus plantíos. Tenida en cuenta la carencia de diezmos de vino durante varios años, no se registran apenas variaciones. Con ciertos paréntesis sin datos, 1711 y 1712 se anotan las máximas de 1700 a 1736, pasada una de las peores crisis del siglo. Tras el mínimo de 1715 hay que registrar un alza que se debilita en 1722. La sequía castigó fuertemente a 1700 y 1724 y, más adelante, 1734 quedó cual mal recordatorio al perderse todos los frutos. Cuanto indican las series de aceite es, como se ha dicho antes, la irregularidad con que producía el olivo, en buen grado a influencia del tiempo. Naturalmente, algunas cosechas nulas o desgraciadas coinciden con idénticas de granos, y. gratia las de 1715 y 1734. Sin embargo, la de 1807 es de ésas que se llaman «cosechas del siglo». Respecto a las de uva, no ayudan demasiado a realizar estimaciones acerca del crecimiento del viñedo. De la cosecha de 1801, un 4 % era de uva tinta, baja proporción. El rendimiento del año siguiente fue de 1 a. y 3 cuartillas (12 litros) por capacho. En 1803 descendió a 1 a. y 7 litros a causa de las pérdidas originadas en el proceso de elaboración y conservación68. En 1804 la uva blanca aumentó un 30% y la tinta un 20%; fue éste mejor año de aceite y vino que de cereales. A 1805 le corresponden cerca de 800 capachos. El rendimiento de 1806 volvió a ser de 1 a. y 7 litros y la producción, como la de 1807, descendente69. 6S 69

Las mermas durante la cocción se estimaban en un 15 %. AHN: Consejo de las Ordenes, leg. 4486, exps. 9, 13 y 15.

160

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y

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