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A través de la colección Caminos para el Hacer la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte propone explicitar los lineamientos y modos de gestión que tienen las entidades públicas del sector central, así como del sector descentralizado y local para responder a los derechos y las necesidades culturales de la ciudad.
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Caminos para el Hacer presenta los lineamientos vigentes para avanzar decididamente en la garantía del ejercicio de los derechos culturales por parte de las personas y comunidades que habitan los territorios urbanos y rurales de la ciudad, a partir de una mirada integral que promueva el reconocimiento de la diversidad de identidades y las formas de expresión de las poblaciones, el acceso a la oferta, la producción de bienes y servicios y el reconocimiento de las manifestaciones artísticas, culturales y patrimoniales en constante transformación, todo ello en condiciones de equidad y no segregación.
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Las cartillas Caminos para el Hacer abordan asuntos específicos de la democracia cultural, relacionados con la generación de condiciones para la expresión libre y autónoma del saber, la tradición, la imaginación, la innovación y la creatividad de la ciudadanía. Se despliegan los criterios culturales que fundamentan la planeación territorial de la ciudad y el fortalecimiento de la construcción cultural y significativa del territorio, el reconocimiento y el diálogo cultural, social e institucional y la promoción de espacios adecuados para la creación de proyectos colectivos de la ciudad.
ISBN: 978-958-8321-72-1
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CAMINOS HACER PARA EL
Lineamientos para la identificación y manejo del
patrimonio cultural inmaterial
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LINEAMIENTOS PARA LA
IDENTIFICACIÓN Y MANEJO DEL
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LINEAMIENTOS PARA LA
IDENTIFICACIÓN Y MANEJO DEL
PATRIMONIO CULTURAL INMATERIAL
Dirección de Arte, Cultura y Patrimonio Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte
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© Alcaldía Mayor de Bogotá © Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte Dirección de Arte, Cultura y Patrimonio Primera edición: junio de 2014 Gustavo Petro Urrego Alcalde Mayor de Bogotá Clarisa Ruiz Correal Secretaria de Cultura, Recreación y Deporte Yaneth Suárez Acero Subsecretaria General y de Control Disciplinario Marta Bustos Gómez Directora de Arte, Cultura y Patrimonio
María Eugenia Martínez Directora Instituto Distrital de Patrimonio
Fernando Escobar Neira Subdirector de Prácticas Artísticas y del Patrimonio
Alejandro Burgos Subdirección de Divulgación Instituto Distrital de Patrimonio
Manuel Salge Ferro Sonia Alfonso Natalia Barón Quiroga Profesionales de Patrimonio Catalina Mejía Villegas Jefe Oficina de Comunicaciones Ángel David Reyes Durán Diseño Jaime Beranyer Sanabria Lara www.crisalida.us Diseño de carátula, diagramación y armada electrónica María Bárbara Gómez Rincón Coordinación editorial
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Subdirección Imprenta Distrital-DDDI Impresión Impreso y hecho en Colombia ISBN: 978-958-8321-72-1 Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada en sistema recuperable o transmitida en ninguna forma o por ningún medio magnético, electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros, sin previo permiso escrito de los editores.
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Contenido
Presentación.................................................................................................................9 Introducción.............................................................................................................. 13 1. ¿Qué es el patrimonio cultural?.......................................................................... 15 2. ¿Qué es el patrimonio cultural inmaterial?..................................................... 19 3. ¿Cuáles son los criterios generales que deben cumplir las
manifestaciones para ser consideradas como patrimoniales?................ 23
4. ¿Cómo se catalogan las manifestaciones
del patrimonio cultural inmaterial?.................................................................. 27
5. ¿De dónde viene la idea del patrimonio cultural inmaterial?................... 35 6. ¿Por qué es importante el patrimonio cultural inmaterial? ..................... 41 7. ¿Para qué el patrimonio inmaterial? ................................................................ 45 8. ¿Cómo se salvaguardan las manifestaciones del
patrimonio inmaterial? ........................................................................................ 47
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9. ¿Cuál es el procedimiento para la inclusión de una
manifestaciónen la lista representativa del Distrito?.................................. 49
10 Salvaguardia, autenticidad y comunidad,
¿cómo entender estas ideas?............................................................................... 55
11. ¿Qué problemas existen alrededor del concepto de patrimonio
cultural inmaterial?................................................................................................. 59
12. ¿Qué manifestaciones del patrimonio cultural inmaterial
existen en Bogotá?................................................................................................... 63
13. ¿Cuáles son las competencias en el manejo del patrimonio
cultural inmaterial en la ciudad?........................................................................ 71
14. Contactos.................................................................................................................... 73 15. Normas........................................................................................................................ 77 16. Bibliografía................................................................................................................. 79
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Presentación
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ogotá es reconocida en el contexto nacional y regional como una ciudad con una importante riqueza cultural. Lo que representa un compromiso trascendental para los responsables de la política y para el sector cultural en general. De esa riqueza dan cuenta la conformación histórica de la ciudad por poblaciones de una muy diversa y rica entraña cultural y una importante producción y circulación artística asociada tanto a la actividad comunitaria como a la de redes integradas por editoriales, distribuidores de música, librerías, empresas de grabación, auditorios, bibliotecas, salas de cine, galerías de arte, museos, centro culturales y salas de teatro y el uso de espacios alternativos como parques, plazas y paseos peatonales, entre otras. Bogotá cuenta también con un patrimonio material e inmaterial cuya preservación y valoración es creciente, con una importante institucionalidad cultural basada en políticas y programas reconocidos y debatidos mediante un sistema de participación que es garantía de muchos logros principalmente en el plano local. Puesto en otros términos, Bogotá es una capital cultural por la diversidad étnica y cultural arraigada en sus territorios y por la vitalidad y creatividad de su producción cultural. Este panorama, así como la emergencia de discursos en ámbitos académicos y políticos que identifican la fortaleza de las prácticas culturales como una característica de la calidad de vida de una ciudad, sin duda como una ventaja comparativa de las economías de las ciudades y como elemento central en la conformación de su identidad local frente al mundo, han sido razones determinantes para que a través de las políticas culturales de la ciudad se haya avanzado en la construcción de una ciudadanía intercultural que valora los territorios, las personas y comunidades
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que los habitan y las expresiones y prácticas culturales, artísticas y patrimoniales que ellas generan. El Plan de Desarrollo Bogotá Humana y las entidades del Sector Cultura, Recreación y Deporte están comprometidos de manera concertada en la construcción e implementación de estas políticas. En esta labor de gestión conviene desglosar los diferentes componentes y las estrategias de una política compleja y diversa como la cultural. De manera incluyente y participativa se vienen construyendo herramientas que le permitan al agente del sector, como al ciudadano corriente, conocer y proyectar acciones de política pública y rutas de gestión a seguir en temas estratégicos del campo cultural. A través de la colección Caminos para el Hacer la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte propone explicitar los lineamientos y modos de gestión que tienen las entidades públicas del sector central, así como del sector descentralizado y local para responder a los derechos y las necesidades culturales de la ciudad. Caminos para el Hacer presenta los lineamientos vigentes para avanzar decididamente en la garantía del ejercicio de los derechos culturales por parte de las personas y comunidades que habitan los territorios urbanos y rurales de la ciudad, a partir de una mirada integral que promueva el reconocimiento de la diversidad de identidades y las formas de expresión de las poblaciones, el acceso a la oferta, la producción de bienes y servicios y el reconocimiento de las manifestaciones artísticas, culturales y patrimoniales en constante transformación, todo ello en condiciones de equidad y no segregación. Las cartillas Caminos para el Hacer abordan asuntos específicos de la democracia cultural, relacionados con la generación de condiciones para la expresión libre y autónoma del saber, la tradición, la imaginación, la innovación y la creatividad de la ciudadanía. Se despliegan los criterios culturales que fundamentan la planeación territorial de la ciudad y el fortalecimiento de la construcción cultural y significativa del territorio, el reconocimiento y el diálogo cultural, social e institucional y la promoción de espacios adecuados para la creación de proyectos colectivos de la ciudad. Caminos para el Hacer busca tender puentes y abrir espacios para la interacción, la sinergia y el trabajo en red. Para ello es necesario comunicar y poner a disposición
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Presentación
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de la ciudadanía, las instituciones, los agentes y organizaciones culturales, estas reflexiones, modos de hacer y rutas de la gestión cultural de trascendencia, tales como: la revitalización y consolidación de territorios simbólica e históricamente significativos para la ciudad (Corredores Culturales y Recreativos); las formas de apoyo a las iniciativas culturales de la sociedad de manera democrática y transparente (Convocatorias); el reconocimiento y la consolidación de relaciones entre las diversas personas y grupos humanos que cohabitan en la ciudad (Enfoque Poblacional Diferencial) y las dinámicas de valoración y reconocimiento de aquellas manifestaciones o bienes de los que nos sentimos parte y nos representan (El patrimonio cultural). Estos títulos conforman la primera serie de cartillas. Esta colección es en síntesis un espacio para hacer públicos los saberes construidos y un espacio para su análisis, crítica y permanente construcción colectiva.
Clarisa Ruiz Correal Secretaria de Cultura, Recreación y Deporte
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Introducción
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a cartilla Lineamientos para la identificación y manejo del patrimonio cultural inmaterial de la Dirección de Arte, Cultura y Patrimonio de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte de Bogotá tiene por objeto general poner a disposición del público una herramienta conceptual básica y a la vez servir de guía en la gestión de proyectos patrimoniales para la ciudad de Bogotá. Su objetivo particular se enfoca en llegar a las localidades, a su gobierno, gestores culturales e investigadores para contribuir a la comprensión, manejo e implicaciones del concepto de patrimonio cultural inmaterial en la ciudad. Esta cartilla explica qué es el patrimonio cultural y qué es el patrimonio cultural inmaterial, sitúa las definiciones en un contexto amplio y hace una serie de precisiones sobre el uso del concepto. Presenta un recorrido histórico de los cambios que ha sufrido esta noción a lo largo del tiempo y la ubica en un espacio dinámico en el que se han venido negociando diferentes intereses y expectativas. En este sentido, identifica su importancia y, más allá de esto, pone de manifiesto su función y los usos que se le pueden dar al concepto y al marco normativo que la regula. Este documento hace un énfasis especial en el concepto de salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial, definida como una de las acciones más importantes de las políticas sobre el tema del patrimonio cultural inmaterial, al tiempo que define los principales riesgos asociados a la noción de patrimonio y su gestión. Por lo anterior, esta publicación incluye un mapa institucional sobre el manejo del tema en el distrito y un cuadro con la normatividad que regula el sector. Si bien esta cartilla presenta información básica, somos conscientes de que el campo en el que se sitúa es amplio y tiene tensiones que deben ser expuestas y analizadas para garantizar un manejo responsable. A pesar de que tradicionalmente
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el patrimonio cultural inmaterial se ha percibido como no controvertido y bien regulado, la experiencia en torno a su manejo ha demostrado infinidad de aristas que actualmente lo hacen digno de una profunda reflexión por los conceptos con los que se relaciona y las implicaciones económicas y políticas que conlleva. Esperamos que esta cartilla sea un documento de consulta sobre la materia; una herramienta de gestión para la definición, el manejo y el seguimiento de temas patrimoniales; una guía de procedimientos y una hoja de ruta para entender la forma en la que el Estado y la administración de la ciudad se relacionan y comunican con los ciudadanos interesados en la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial.
Marta Lucía Bustos Gómez Directora de Arte, Cultura y Patrimonio
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1. ¿Qué es el patrimonio cultural?
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n algunos de los objetos, lugares o prácticas que nos rodean podemos identificar un valor especial que los hace únicos y que pone en evidencia nuestros afectos y la forma de ver el mundo que nos define. Este conjunto de elementos cargados de sentimientos y significados ha sido denominado por instituciones y teóricos como patrimonio cultural. Sin embargo, a partir de este postulado surgen una serie de consideraciones necesarias, para situar este concepto: •
El patrimonio cultural no debe entenderse como algo que existe por fuera de la experiencia y la memoria de las personas, esto quiere decir que en la naturaleza no hay algo cuya esencia sea patrimonial. Por el contrario, este carácter es algo que las personas otorgan en función de su historia y mediante un proceso de construcción social.
•
Si bien para entender la idea de patrimonio cultural podemos pensar en un conjunto de cosas y prácticas que tienen una estrecha relación con el pasado, el acto de definir, y más allá de eso, de sentir y experimentar algo como patrimonial depende del presente. En otras palabras, somos nosotros los que aquí y ahora interpretamos algunos elementos del pasado como algo que nos gustaría proteger y perpetuar porque nos ayuda a establecer quiénes somos en el presente.
•
Así, al considerar el patrimonio como algo que ha sido construido sobre la horma de nuestra experiencia en el presente, estamos reflejando nuestros anhelos y aspiraciones. En esta medida, el patrimonio tiene una finalidad y una dirección. Siempre que otorgamos el carácter de patrimonio lo hacemos con un fin utilitario de fondo según nuestro sistema de deseos, por ejemplo: legar algo a las generaciones venideras o resaltar la importancia de un objeto, un lugar o una práctica.
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Aun cuando una de las motivaciones principales para otorgar el carácter patrimonial sea la preservación en el tiempo, esto no quiere decir que el patrimonio sea uno solo, ni que sea estático. Por el contrario, el patrimonio, como acto continuo de interpretación, es dinámico, cambia, se amolda a nuestras necesidades y deseos. Tanto se puede sostener que la idea de patrimonio se ha modificado a lo largo del tiempo en su definición, alcances y motivaciones; como que el sentido de lo que hemos declarado como patrimonio cambia, se amolda y se adapta a nuestras necesidades.
•
Lo que se ha expuesto hasta el momento podría llevar a pensar que el ámbito del patrimonio es una estrategia de manipulación de la memoria y la identidad de un grupo; sin embargo, existen una serie de procedimientos, criterios y compromisos que desde diferentes instancias públicas y privadas se han desarrollado para regular el campo del patrimonio. Por lo tanto, si bien contamos con algo que es significativo y que podemos nominar como patrimonio, a una escala mayor ese carácter se reglamenta en función de nuestro sistema normativo.
En resumen, el patrimonio es un procedimiento intelectual que se vale de las relaciones que establecemos en el presente para ordenar nuestro sistema de deseos y expectativas y que tiene como objeto evidenciar lo que somos frente a un sistema que regula el grado de protección colectiva que se le puede llegar a otorgar. Dicho en otras palabras, el patrimonio es algo que creamos mediante un proceso de pensamiento que depende de cómo estructuramos el mundo, de qué es más importante para nosotros y, en esa medida, nos representa y habla sobre las cosas de las cuales nos sentimos parte. De esta forma, podemos aspirar a que se conserve y a evaluar hasta qué punto las instituciones y mecanismos diseñados para este fin se comprometen a ello. Después de presentar estos planteamientos resulta clara la definición de patrimonio cultural que da el Estado colombiano en el artículo 4 de la Ley General de Cultura 1185 de 2008 que modificó la Ley 397 de 1997: El patrimonio cultural de la Nación está constituido por todos los bienes materiales, las manifestaciones inmateriales, los productos y las representaciones de la cultura que son expresión de la nacionalidad colombiana, tales como la lengua
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1. ¿Qué es el patrimonio cultural?
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castellana, las lenguas y dialectos de las comunidades indígenas, negras y creoles, la tradición, el conocimiento ancestral, el paisaje cultural, las costumbres y los hábitos, así como los bienes materiales de naturaleza mueble e inmueble a los que se les atribuye, entre otros, especial interés histórico, artístico, científico, estético o simbólico en ámbitos como el plástico, arquitectónico, urbano, arqueológico, lingüístico, sonoro, musical, audiovisual, fílmico, testimonial, documental, literario, bibliográfico, museológico o antropológico.
A lo anterior se le puede sumar que Colombia propende por la gestión integral del patrimonio cultural, lo cual indica que el Estado reconoce que si bien existen diferentes categorías dentro de las cuales se clasifican los bienes que hacen parte del patrimonio cultural: mueble, inmueble, inmaterial y natural entre otros, en la realidad esos campos están integrados, se complementan mutuamente y deben ser tratados como un todo complejo. Así mismo, el Estado colombiano reconoce que son las comunidades las que crean, transforman y otorgan valor al patrimonio y, en esta misma línea, el patrimonio debe reflejar la diversidad de la Nación de forma incluyente y participativa. Adicionalmente, el Estado identifica un gran potencial relacionado con el campo del patrimonio al asumirlo como un factor de bienestar y un motor del desarrollo sustentable. Ahora bien, podemos afirmar que el patrimonio cultural ha cobrado una especial relevancia porque toca aspectos de la vida cotidiana que en la actualidad están visibles y tienen un peso importante dentro de la configuración de lo que somos como comunidad; asimismo, los postulados y las ideas que de él se derivan son compartidas por un gran número de movimientos que involucran sectores como la política, la academia, los medios de comunicación, los gestores culturales y los empresarios de las industrias culturales. El éxito de esta empresa y su proyección se debe en gran parte a la acción de tres mecanismos que complementan la definición del patrimonio cultural: •
La conformación de memorias compartidas. Si bien el patrimonio cultural es un campo de negociación activa donde se encuentran diferentes agentes, motivaciones y trayectorias sobre el valor, la construcción y la interpretación del pasado, su institucionalización provee marcos sociales, cuadros interpretativos y recursos de sentido capaces de ofrecernos un cierto grado de seguridad y estabilidad sobre el pasado.
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•
La conformación de signos con un valor social reconocido. El patrimonio cultural, al asignar valor a un conjunto de objetos, produce una serie de representaciones que se encarnan en símbolos que nos hablan de las relaciones políticas y culturales que cohesionan o distancian a las personas. Este mecanismo da un soporte material a la memoria y a la identidad colectiva y contribuye al desarrollo de sentimientos de pertenencia, identificación y arraigo.
•
La conformación de procesos de selección de recuerdo y olvido de objetos, lugares y prácticas. El patrimonio refuerza los mecanismos que tiene la memoria para su reproducción en el tiempo, en la medida en que contribuye a nuestra selección, administración y archivo del recuerdo. Este mecanismo ayuda a hacer de la memoria un acto dinámico que responde a las necesidades y aspiraciones de nuestro presente.
Estos mecanismos caracterizan al patrimonio cultural como un acto que, si bien es de carácter interpretativo, comporta una dimensión colectiva que, relacionada con el campo de la memoria, une a personas, grupos y comunidades a partir del vínculo que establecen con diversos objetos, lugares y prácticas. Podemos concluir entonces que el patrimonio incide directamente en la construcción de agentes capaces de afirmar su identidad y de reclamar su reconocimiento y, en este sentido, el patrimonio como imaginación compartida puede transformarse en un escenario para la acción social. Teniendo en cuenta lo anterior, y poniéndolo en contraste con la encuesta aplicada por la Línea de Investigación en Cultura, Arte y Patrimonio del Observatorio de Cultura Urbana del Instituto Distrital de Cultura y Turismo (IDCT) en 2004 se afirma que: “Del total de encuestados, 53 % relaciona el patrimonio con bienes raíces, algo que les pertenece, lo que se tiene a nivel familiar en valores económicos y propiedades, y el 19,5 % con bienes culturales, patrimonio nacional y mundial, legado cultural, lo que es de todos” (Instituto Distrital de Cultura y Turismo, 2005, p. 91). Podemos afirmar que existe un vacío en la identificación y en las asociaciones que los ciudadanos hacen del concepto de patrimonio. Sin embargo, como se ha expuesto hasta el momento, el ámbito de lo patrimonial va mucho más allá de la perspectiva económica.
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2. ¿Qué es el patrimonio cultural inmaterial?
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ara el otoño de 2003 en París se realizó una reunión en la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en la que se aprobó una Convención que recogía años de inquietudes y debates sobre el patrimonio cultural inmaterial.
Foto: Archivo SCRD.
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La Convención para la Salvaguardia del patrimonio cultural Inmaterial debatió a partir de tres grandes consideraciones: • • •
El peligro que representan los procesos de mundialización y transformación social para la preservación de los conocimientos tradicionales. La necesidad de crear un marco de referencia normativo, vinculante y de carácter internacional. La sensación de riesgo representada por la falta de visibilidad y ruptura generacional frente a las manifestaciones del patrimonio cultural inmaterial.
Con el fin de proponer: •
Una definición del concepto, los órganos e instancias de competencia, las recomendaciones para su salvaguardia, el sistema de listas representativas y los mecanismos de inclusión y asistencia internacional sobre la materia.
La Convención señala un hito fundamental para el campo del patrimonio cultural inmaterial porque, por primera vez, se cuenta con un marco normativo internacional que sirve a los países para adecuar sus políticas públicas en función de la sensibilización, difusión y salvaguardia de las manifestaciones de este tipo de patrimonio. Para el caso colombiano, mediante la Ley 1037 de 2006, el Estado ratifica la Convención y sienta la base para el desarrollo de los capítulos de patrimonio inmaterial incluidos en la Ley 1185 de 2008 que modifica y complementa la Ley General de Cultura y da las directrices para el desarrollo del Decreto 2941 de 2009 que reglamenta lo correspondiente al Patrimonio Cultural de la Nación de Naturaleza Inmaterial. La ciudad de Bogotá cuenta con los decretos 627 de 2007 y 455 de 2009 mediante los cuales reglamenta el marco normativo del Sistema Distrital de Arte, Cultura y Patrimonio y en particular el Subsistema de Patrimonio Cultural. A la fecha, son más de 150 países los que se han adherido a esta Convención, haciéndola una de las más exitosas en la historia de la Unesco. Parte del éxito de su amplia difusión y aceptación ha radicado en la oportunidad que brinda al encausar
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2. ¿Qué es el patrimonio cultural inmaterial?
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bajo una sola idea conceptos tradicionales para las ciencias sociales, como memoria e identidad, dándoles un nuevo valor al situarlos en diversos escenarios que van de la gestión institucional al uso político del concepto; de la construcción del sujeto contemporáneo a la reproducción de la vida cotidiana. En síntesis podemos decir que, con la Convención de 2003, la Unesco institucionaliza una nueva categoría patrimonial, innova con su propuesta sobre el modo de pensar los bienes culturales como manifestaciones de la cultura y se ubica en una definición antropológica de la cultura mucho más amplia, democrática y participativa que la definición humanística que había usado en sus programas iniciales. La Convención define el patrimonio inmaterial como: Los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas —junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes— que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural. Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana. A los efectos de la presente Convención, se tendrá en cuenta únicamente el patrimonio cultural inmaterial que sea compatible con los instrumentos internacionales de derechos humanos existentes y con los imperativos de respeto mutuo entre comunidades, grupos e individuos y de desarrollo sostenible.
En otras palabras, el patrimonio cultural inmaterial es una categoría que agrupa un conjunto de manifestaciones culturales que las personas consideran importantes y a las que asignan un valor especial. Estas manifestaciones tienen una amplia proyección en el tiempo y se mantienen activas al evidenciar las relaciones que los grupos humanos establecen con su entorno social, ambiental e histórico. Y en esta medida, el patrimonio inmaterial nos ayuda a entender quiénes somos y a qué grupo nos sentimos vinculados. Su salvaguardia debería inculcar la idea de que existen múltiples formas de ver el mundo y una amplia variedad de formas de expresarlo.
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En esta definición se identifican cuatro componentes esenciales: • • • •
Una manifestación del patrimonio que nos remite a un componente objetivo. Una comunidad de personas, un componente subjetivo. Un espacio cultural con el que se relaciona y en el cual se desarrolla un componente espacial. Un conjunto de elementos que son representados, un componente social.
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3. ¿Cuáles son los criterios generales que deben cumplir las manifestaciones para ser consideradas como patrimoniales?
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iguiendo la Política para la Gestión, Protección y Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial elaborada por el Ministerio de Cultura en 2009 y que soporta el Decreto 2941 de 2009 que regula el manejo del tema para el caso colombiano, las manifestaciones del patrimonio cultural tienen una serie de características que nos permiten ubicar mejor cuáles manifestaciones hacen parte de nuestro patrimonio y cuáles no. En esta medida, actúan como criterios para ser consideradas como patrimonio por parte del Estado. •
Colectividad. Las manifestaciones del patrimonio cultural inmaterial son el reflejo de un sentimiento compartido y el producto de una forma especial de expresarlo que se ha ido moldeando a través de varias generaciones. Por lo tanto, al poner de manifiesto una memoria compartida y una forma de ser comunitaria, su naturaleza es colectiva. Esto trae como consecuencia que ningún individuo puede atribuirse la titularidad o la propiedad de este tipo de patrimonio, por tanto es un ámbito que responde y se regula desde los derechos colectivos. En síntesis, el patrimonio inmaterial es un dominio común en el que los miembros de una comunidad tienen las mismas condiciones para acceder, disfrutar y salvaguardar dicho patrimonio.
•
Vigencia. Si bien existe una estrecha relación entre las manifestaciones del patrimonio y el pasado de las comunidades, es muy importante que esa
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relación tenga un asidero en el presente, porque su práctica es la mayor evidencia de apropiación y una garantía para su salvaguardia en el tiempo. Precisamente, es en el presente donde la manifestación establece un vínculo con el pasado en relación con lo que se es y lo que se aspira seguir siendo. Las manifestaciones del patrimonio inmaterial se recrean, experimentan y cambian tanto como las comunidades que las detentan. Ahora bien, en casos excepcionales se puede llegar a pensar en dar impulso a manifestaciones que han desaparecido, pero eso solo es posible por la existencia de una necesidad comunitaria que le atribuya una razón de ser. •
Dinamismo. El patrimonio cultural inmaterial es el testimonio de la creatividad, el ingenio y la capacidad de adaptación de una comunidad a su medio físico, social y cultural, y en esta medida nos habla de la capacidad humana de armonizar la vida según sus necesidades, anhelos y tensiones. Así, podemos afirmar que el patrimonio no solo comprende manifestaciones vivas sino que además está abierto al cambio para construir, interpretar y recrear su acontecer cotidiano y los avatares que trae el futuro. Por lo tanto, estas manifestaciones constantemente experimentan una tensión entre la tradición y la innovación que, en últimas, caracteriza la identidad y las formas de asumir el cambio de un grupo de personas. Estas fuerzas oscilan entre lo local y lo global, entre el pasado y el futuro.
•
Valoración simbólica. Las manifestaciones del patrimonio inmaterial cobran pleno sentido cuando una comunidad ha codificado en ellas las claves para entender su forma de ser y actuar; es decir, cuando las ha cargado de significados y, a través de ellas, puede comunicarlas a otras comunidades. En otros términos, se considera al patrimonio inmaterial un activo social, un contenedor de mensajes y un transmisor de información que compendia elementos de la memoria, la identidad y la tradición de un grupo. En esta medida, es vital para la reproducción en el tiempo de la comunidad misma la salvaguardia de estas manifestaciones ya que contienen elementos que determinan el carácter que las define, las singulariza y les otorga un lugar en el mundo.
•
Normatividad consuetudinaria. Al hacer parte de un sistema cultural, las manifestaciones del patrimonio inmaterial responden a un conjunto de lógicas, principios y protocolos particulares. Consecuentemente, su partici-
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3. ¿Cuáles son los criterios generales que deben cumplir las manifestaciones para ser consideradas como patrimoniales?
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pación en este universo implica que deben responder a normas que han sido fundadas a partir de la costumbre y que encuentran su razón de ser en las estructuras de poder que les son connaturales. Es decir, las manifestaciones del patrimonio inmaterial siguen reglas de juego particulares que determinan sus formas de acceso, recreación y transmisión. Resulta fundamental conocer el marco de acción en el que se desenvuelven las manifestaciones para no vulnerar su carácter, ritmo y sentido. Estas características sitúan las manifestaciones del patrimonio cultural inmaterial como una parte integrante y constitutiva de la vida social de una comunidad y, en esta medida, están expuestas tanto a los acuerdos como a las tensiones que afectan a los grupos humanos. Por tanto, el campo del patrimonio es un terreno de disputa en donde agentes sociales se movilizan en procura de satisfacer sus necesidades y expectativas frente a la historia y a la identidad comunitaria. Las luchas por el sentido, el uso de la memoria y la administración de la diferencia encuentran en el patrimonio inmaterial un territorio fértil para su reproducción, lo que hace del campo algo vivo, importante, dinámico y rico en significados y un asunto sensible para las comunidades.
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4. ¿Cómo se catalogan las manifestaciones del patrimonio cultural inmaterial?
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hora bien, desde las instituciones globales, nacionales y locales encargadas de regular el patrimonio cultural inmaterial, tradicionalmente ha existido una marcada preocupación en la definición de un conjunto de ámbitos dentro de los cuales poder ubicar las manifestaciones que lo componen. Por ejemplo, la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco establece cinco grandes campos: 1. 2. 3. 4. 5.
Las tradiciones y expresiones orales. Las artes del espectáculo. Los usos sociales, rituales y actos festivos. Los conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo. Las técnicas artesanales tradicionales.
Para el caso colombiano, el proceso de definición de estos campos ha sido largo, ha atravesado diferentes etapas y seguramente seguirá cambiando en función de nuevos desarrollos conceptuales y de los intereses de quienes administran el quehacer de la gestión patrimonial. En la actualidad, siguiendo la Guía para el Conocimiento y la Gestión del Patrimonio Cultural Inmaterial producida en el 2011 por el Ministerio de Cultura y en línea con la política pública sobre la materia, se definen trece campos en los cuales se clasifican las manifestaciones del patrimonio cultural inmaterial: Lenguas y tradición oral. Organización social. Conocimiento tradicional sobre la naturaleza y el universo. Medicina tradicional. Producción tradicional. Técnicas tradiciona-
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les relacionadas con la fabricación de objetos artesanales. Artes populares. Actos festivos y lúdicos. Juegos y deportes tradicionales. Eventos religiosos tradicionales de carácter colectivo. Conocimientos y técnicas tradicionales asociadas al hábitat. Cultura culinaria. Patrimonio cultural inmaterial vinculado a espacios culturales. Cabe anotar que enumerar las manifestaciones culturales es un ejercicio de orden administrativo, por lo que, en últimas, se traduce la realidad compleja y relacional en un lenguaje apropiado para su gestión. Por lo tanto, las manifestaciones pueden pertenecer al mismo tiempo a varios campos. En suma, podemos afirmar que el listado es de carácter indicativo y en ningún momento agota el universo del patrimonio cultural inmaterial. 1. Lenguas y tradición oral. Se considera la lengua como un campo central del patrimonio cultural inmaterial, por ser el medio que utilizamos para expresar, transmitir y compartir los sistemas de pensamiento con los cuales organizamos y nombramos el mundo que nos rodea. Por lo tanto, es uno de los vehículos para comunicar quiénes somos y cómo nos relacionamos entre nosotros y con el medio que nos rodea. Así mismo, la lengua contiene elementos como las tradiciones orales que describen nuestras cosmogonías, mitos, leyendas y tradiciones; los lenguajes que conforman el sistema comunicativo y que pueden ser gestos, silbidos o gritos; las expresiones como trabalenguas, adivinanzas o chistes que materializan una forma de ver el mundo y las variaciones regionales o locales del castellano que nos hablan de la capacidad del lenguaje para adaptarse a nuestras necesidades y entornos. Ejemplos de esta categoría pueden ser: narraciones de origen, lenguas criollas o algunas expresiones del habla. Un trabajo rico en este tipo de referencias es el Bogotálogo escrito por Andrés Ospina y editado por el Instituto Distrital de Patrimonio. 2. Organización social. El patrimonio cultural inmaterial se manifiesta también a través de los sistemas y mecanismos que hemos creado para regular nuestra vida, es decir, a través de las formas en las que nos organizamos y que tienen una estructura tradicional como son nuestros sistemas de parentesco y de organización familiar que nos asignan un lugar, unas obligaciones y unos beneficios en nuestro entorno más cercano; las normas de convivencia,
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control y justicia que hacen referencia al derecho consuetudinario y que establecen mecanismos de relación dentro de una sociedad y las organizaciones basadas en la solidaridad que están encaminadas a satisfacer necesidades colectivas y que comprenden diferentes formas de intercambio y retribuciones. Ejemplos de esta categoría en el país pueden ser: el sistema de organización de los palabreros wayuú para la resolución de conflictos, los kuagros en los que se organizan por su edad y afinidades los habitantes de San Basilio de Palenque o las mingas como formas de trabajo solidario que se presentan en todo el país. Para el caso bogotano, se puede hacer referencia a los cierres de tejado como celebraciones que indican finalización de la obra negra de una construcción y que pueden estar vinculados a una forma de retribución de trabajo colectivo. 3. El conocimiento tradicional sobre la naturaleza y el universo. La relación que hemos establecido con el medio ambiente también produce manifestaciones del patrimonio cultural inmaterial porque, al ir adaptando nuestras prácticas cotidianas al entorno en el que desarrollamos nuestra vida, se acumulan saberes sobre la naturaleza, el territorio, los recursos ecológicos e incluso sobre el cosmos, los cuales nos facilitan actuar en armonía con lo que nos rodea. Así, existen modos tradicionales de aprovechar y conservar la biodiversidad y formas de interacción con el entorno que nos permiten establecer qué y cómo sucederá un fenómeno ambiental como el clima o las estaciones. Esto puede verse en los calendarios ecológicos basados en el conocimiento tradicional de los ciclos de la naturaleza, o en las malokas, construcciones que, además de ser sitios de vivienda o reunión, tienen un significado, una simbología y una razón de ser en correspondencia con el cosmos. En ciertas regiones de Colombia tenemos las expresiones ‘espantabobos’ o ‘espantaflojos’ que referidas a la lluvia, dan cuenta del conocimiento de algunas condiciones atmosféricas que nos llevan distinguir la intensidad de las lluvias. 4. Medicina tradicional. El patrimonio cultural inmaterial tiene como uno de sus campos de expresión la medicina tradicional, entendida como el conjunto de prácticas de diagnóstico e interpretación, estrategias de prevención y el tratamiento de enfermedades que se basa en conocimientos curativos
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desarrollados a lo largo del tiempo de forma comunitaria. Comprende no solo las prácticas curativas en sí mismas, sino también aspectos de orden psicológico y espiritual relacionados con el manejo de las enfermedades, así como los conocimientos, usos herbolarios y etnobotánicos. A este campo se asocian los saberes y prácticas de sobanderos, parteros o yerbateros y sus conocimientos sobre plantas medicinales, técnicas de masajes, soplos o rezos. Para el caso de la ciudad de Bogotá y otros puntos del país se le atribuye al agua de panela caliente con limón facultades especiales para tratar y curar los resfriados. 5. Producción artesanal. Este campo se refiere a sectores como el agropecuario, el forestal, el minero y el pesquero y hace referencia a prácticas y conocimientos desarrollados a nivel local en concordancia con sistemas de pensamiento tradicionales y a partir de una relación y un conocimiento sobre el medio ambiente muy particular. Básicamente, señala el uso de los recursos naturales y su transformación, o si se quiere a la inserción de estos elementos dentro de sistemas culturales que les dan un significado, un lugar y un valor. Para esta categoría se suelen citar ejemplos como las chagras de cultivo, que reproducen la estructura social de las comunidades que habitan el Amazonas; o la minería tradicional de hoyadero, que supone la participación de toda la familia y que es propia del Pacífico colombiano. 6. Técnicas y tradiciones asociadas a la fabricación de objetos artesanales. Como su nombre lo indica, en esta categoría se intenta agrupar una serie de prácticas que están incluidas en el proceso de elaboración artesanal. Así, se reconoce que en la orfebrería, la alfarería, la cestería, la talla de madera, la producción de tejidos o la ornamentación corporal existen particularidades propias de cada comunidad, que reflejan formas singulares del quehacer y que tienen una razón de ser específica en relación con el pasado de cada una de ellas. Colombia es un país rico en ejemplos que pueden organizarse en estas categorías: el barniz de Pasto, la filigrana momposina, las mochilas arhuacas, los chinchorros wayuú, los canastos de la zona cafetera, las ruanas y cobijas boyacenses o los sombreros bogotanos. 7. Artes populares. Con esta categoría se ha buscado incluir en las competencias del patrimonio cultural inmaterial prácticas que se relacionan con la
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música, la danza, la literatura y las artes plásticas que, por su naturaleza, y por la forma como se han configurado históricamente, no se identifica en ellas un autor pero sí un conjunto de ejecutantes que reproducen sus prácticas con el fin primordial de expresarse a través de la recreación de la manifestación. Por lo tanto, se puede rescatar que son manifestaciones de carácter eminentemente colectivo. Los ejemplos del altiplano cundiboyacense pueden ser las músicas del tiple y las danzas como el bambuco o el pasillo. Resuenan en la memoria los ecos de La gata golosa o Bochica cuando nos remitimos a esta categoría. Así mismo, son ejemplo las representaciones escénicas de origen campesino como los zainetes y las mojigangas; o expresiones orales como las que se presentan en el baile de los saludos de Fómeque. Dentro de esta categoría también podrían situarse expresiones como el graffiti o el breakdance asociado a grupos juveniles que expresan así su visión del mundo. Sobre las artes gráficas vale la pena revisar el libro Ciudad [in] visible: Gráfica e iconografía popular urbana, editado por el Instituto Distrital de Patrimonio (2004). 8. Actos festivos y lúdicos. Esta categoría refleja uno de los campos con los que comúnmente se asocia la idea de patrimonio cultural inmaterial y con el uso de un lenguaje técnico describe acontecimientos sociales y culturales que se realizan periódicamente, que tienen un conjunto de reglas definidas en el espacio y el tiempo pero que son excepcionales frente al acontecer diario y que pueden tener un carácter lúdico. Es decir, integran esta categoría carnavales, fiestas populares o conmemoraciones históricas siempre y cuando sean generadoras de identidad, refuercen los vínculos de pertenencia y fomenten la cohesión social. Aparecen además comparsas, desfiles, mascaradas y competencias. Para la ciudad de Bogotá existen muchas fiestas pero la más representativa es la Fiesta de Bogotá que, si bien hace relativamente poco adquirió este nombre, puede trazar sus orígenes en los festejos carnestoléndicos del siglo XVI. Otras celebraciones como el Festival de la Chicha que se realiza en el barrio La Perseverancia está lleno de significado y valoraciones culturales. 9. Juegos y deportes tradicionales. El patrimonio cultural inmaterial encuentra en juegos y deportes escenarios fructíferos para su reproducción en la medida en que estos ofrecen un espacio por excelencia de aprendizaje, socialización y transmisión de valores sociales y memorias compartidas. Así mismo, se le atribuye a estas prácticas un alto valor en la resolución concreta y simbóli-
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ca de conflictos y de tensiones y, por tanto, contribuye a la reconstrucción permanente del tejido social. En particular, juegos de mesa, infantiles y tradicionales, componen esta categoría. Ejemplos de esta categoría pueden ser los juegos infantiles de la golosa, el trompo o la coca. Para el altiplano cundiboyacense y la ciudad de Bogotá uno de los juegos más representativos es el tejo. 10. Eventos religiosos tradicionales de carácter colectivo. Este aparte le otorga un espacio especial a las celebraciones con fines religiosos, rituales o devocionales. Al igual que otros tipos de celebraciones, estas se realizan en un tiempo y en unos espacios definidos, se organizan en torno a reglas precisas de orden tradicional y contribuyen a fortalecer la identidad de una comunidad. Dentro de esta categoría no solo se ubican las celebraciones en sí mismas, sino también las prácticas que las componen y caracterizan como romerías, pagamentos o rezos, entre otras. Así mismo, las costumbres que están asociadas a los ciclos de vida y el paso del hombre se pueden localizar bajo este apartado. Como ejemplo para sintetizar bien esta categoría están las manifestaciones culturales alrededor del Divino Niño del Veinte de Julio que comprenden romerías y peregrinaciones, novenarios, rezos, leyendas y milagros. También se pueden citar las procesiones dedicadas a la Virgen del Carmen practicadas por transportadores y creyentes en el mes de julio y las celebraciones de la Semana Santa en Bogotá que tienen como característica la visita al santuario de Monserrate. 11. Conocimientos y técnicas tradicionales asociados al hábitat. En esta categoría se han agrupado aquellas manifestaciones que están vinculadas a la vida doméstica, e incluye desde conocimientos, tipos y técnicas de construcción hasta las prácticas tradicionales que se dan en este espacio. Para el caso del altiplano cundiboyacense se puede mencionar la técnica ampliamente difundida de la tapia pisada, que consta de procedimientos tradicionales establecidos. 12. Cultura culinaria. La alimentación es un universo que nos remite inmediatamente a memorias individuales y colectivas y nos acerca física y simbólicamente al grupo al que pertenecemos. Este espacio comprende una cadena de prácticas en donde se manifiesta nuestra relación con el entorno
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y con nuestra comunidad. Así, la transformación, conservación, manejo y consumo de los alimentos pueden llegar a tener un carácter especial vinculado a recuerdos y formas de hacer que producen experiencias y sabores que nos transmiten información sobre lo que somos. Bajo esta categoría se incluye, además, la selección, elaboración y decoración de los alimentos. El ejemplo clásico es el ajiaco santafereño que, más allá de ser un plato, es una institución que tiene un contexto, normas, elementos y significados bien establecidos. Sin embargo, bajo esta categoría, para el caso bogotano, se puede situar la tradición confitera con las panochas, las obleas, los cotudos o las panelitas de leche. Las preparaciones relacionadas con las onces santafereñas, como el tamal, las almojábanas, el pan de yuca, el chocolate y el masato, y las sopas, como el puchero y la sopa de pan, ocupan un lugar destacado en la gastronomía local. 13. Espacios culturales. Esta categoría es interesante porque apunta a integrar tres grandes campos del patrimonio: natural, material e inmaterial, bajo el presupuesto de que existen espacios muy especiales en donde la relación entre estos elementos es tan fuerte que es imposible pensarlos de manera separada y su salvaguardia debe realizarse de forma integral. Estas geografías de alto valor cultural pueden ser sitios sagrados o rituales, espacios urbanos que se han consolidado como referentes de memoria o áreas de alta concentración lingüística. Un ejemplo de esta categoría puede ser el centro histórico de Bogotá, en donde se conjugan prácticas sociales, elementos arquitectónicos y un rico conjunto de acontecimientos históricos que lo hacen único y le otorgan un carácter particular. Cabe hacer énfasis en que si bien las categorías nos permiten entender y aterrizar mejor la idea del patrimonio cultural inmaterial, este es un espacio complejo, rico y variado que las desborda y supera. Al ser la creatividad humana uno de los fundamentos que alimenta el campo, sus posibilidades y potencialidades son infinitas. Por lo tanto, las categorías nos ayudan a entender la coyuntura histórica en la que se ubica la reflexión del patrimonio en la contemporaneidad.
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l uso de la acepción moderna del concepto de patrimonio puede atribuirse a la Revolución francesa debido a que, a la par con el proceso de nacionalización de las propiedades que habían pertenecido a la monarquía, se decretó la existencia de un conjunto de bienes de carácter público que pertenecían a la nación. Así, el concepto de patrimonio se amplió al hacer referencia no solo a bienes privados de orden familiar legados a un patriarca que hereda, sino también a bienes de propiedad colectiva que pueden compartir significados.
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A partir de ese momento, la idea del patrimonio cultural comenzó a ganar un espacio y, para el siglo XIX en Europa occidental, ganó mucha fuerza como resultado del enlace de dos fenómenos. Por una parte, la formación y consolidación del Estado-nación moderno impulsó el interés por establecer un conjunto de elementos que sirvieran como referentes de la identidad nacional y que fueran capaces de agrupar y aunar a sus conciudadanos. Y por la otra, un debate entre los pioneros de la arquitectura y la arqueología sobre el valor innato y heredable de la cultura material. La unión de estos dos fenómenos permitió el desarrollo y la consolidación de un discurso del patrimonio cultural que sostenía la existencia de lugares y objetos dotados de un carácter singular y de una esencia particular, capaz de hablar a las generaciones venideras sobre su origen, de construir sentidos de pertenencia y continuidad y de señalar el lugar en el mundo que cada uno debía ocupar. En síntesis, podemos decir que para este momento de su trayectoria histórica, el patrimonio cultural fue sinónimo de monumentos colosales, objetos excepcionales y lugares singulares que reforzaban la memoria y la identidad de los nacientes Estados nacionales. Por lo tanto, durante este periodo el patrimonio se realiza en su dimensión material y se concibe como algo tangible que hace parte de la naturaleza de los objetos y que puede ser catalogado, cuantificado, medido y conservado. Ahora bien, es durante el siglo XX, en el contexto de las instituciones internacionales, donde el patrimonio adquiere a pleno título una dimensión cultural. En particular, resulta clave la inclusión de la conservación y la protección del patrimonio universal como uno de los alcances que estructuran la constitución de la Unesco en 1945. Durante el periodo comprendido entre 1945 y 1972, en el contexto internacional se acuerdan algunos mecanismos para la protección del patrimonio como la Convención de La Haya en 1954, la Carta de Venecia en 1964 o las Normas de Quito en 1968. Sobre la base de estas iniciativas es importante señalar cuatro puntos que van definiendo el carácter y las tensiones del campo. El primero, que se sigue ampliando la definición del término en la medida que se introducen categorías como patrimonio arquitectónico, arqueológico, monumental o industrial, lo que demuestra la riqueza y complejidad del campo. El segundo, que se pone de manifiesto la necesidad de establecer una serie de criterios que ayuden a la selección de los bienes que merecen ser conservados. El tercero, que sugiere que el patrimonio contribuye a crear las condiciones para el desarrollo económico y social de una comunidad en
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cuanto puede existir un uso compatible entre los bienes culturales y las actividades turísticas. Y el cuarto, que se comienza a criticar lo inadecuado de una definición monumentalista del patrimonio. Ahora bien, 1972 señala un hito fundamental en la historia del patrimonio con la redacción de la Convención del Patrimonio Cultural y Natural Mundial. Este acuerdo surge de la idea expresada por el Comité para la Conservación y el Desarrollo de los Recursos Naturales de los Estados Unidos en 1965, durante una conferencia sobre la cooperación internacional que se llevó a cabo en la Casa Blanca, con la propuesta de la institucionalización de un fondo para el patrimonio mundial que incentivara la cooperación entre los Estados para la protección de las áreas naturales y los sitios históricos más relevantes del mundo. Paralelamente, la Unesco, a partir de una solicitud expresada por la Conferencia General de Países miembros en 1966 al director general, comenzó a trabajar en la adopción de una convención internacional para la protección de un número restringido de monumentos que hacían parte del patrimonio de la humanidad. Así, para 1972, un comité especial de expertos consideró la viabilidad de producir una única convención que tuviera como objeto tanto el patrimonio cultural como el patrimonio natural, finalmente se adoptaría el 16 de noviembre de ese año. A la par de la consolidación de la Convención del Patrimonio Cultural y Natural Mundial, se comienzan a hacer manifiestas sus limitaciones demarcando el camino para la institucionalización de la idea del patrimonio cultural inmaterial. Por ejemplo, países como Australia y Bolivia, haciendo eco de las críticas sobre lo inadecuado de apoyar una definición monumentalista del patrimonio, llamaron la atención sobre la imposibilidad de nominar sus propios lugares y monumentos dentro de la lista del patrimonio mundial y recalcaron que la lista tenía un sesgo eminentemente occidental y eurocéntrico que no brindaba apoyo para la preservación de sus saberes tradicionales. El trabajo que comenzó a adelantarse sobre esta línea llevó al interior de la Unesco a la creación de la Comisión de Expertos en la Salvaguardia del Folclor y a la apertura de la Sección de Patrimonio No Físico. Con estos antecedentes, para 1982 se firma la Carta de Burra, donde se señala que el significado cultural de un sitio está representado por su valor estético, histórico, científico y social, por tanto, lo que se valora no son tanto las cualidades intrínsecas de una obra, sino nuestra capacidad para reconocer en ellas un conjunto de valores.
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Desde ese momento y hasta 1989 se comienza a trabajar en un instrumento normativo para la protección del folclor: Las recomendaciones para la salvaguardia de la cultura tradicional y popular. Sin embargo, el documento no genera el éxito esperado ya que no tiene un carácter vinculante para los países. Sirve, eso sí, para poner de manifiesto la importancia del tema y como antecedente para la creación del Centro de Patrimonio Mundial y para el desarrollo de la Estrategia Global para hacer una Lista del Patrimonio Mundial balanceada, representativa y creíble impulsada por la Unesco ante los reclamos mundiales por el desbalance geográfico de los bienes incluidos en la Lista del Patrimonio. Los resultados de la ‘estrategia global’ se pueden concretar en tres puntos centrales: la introducción de nuevas categorías patrimoniales, como los paisajes e itinerarios culturales que buscaban dar un significado amplio a los sitios del patrimonio, el énfasis sobre valores simbólicos que van más allá de las referencias estéticas o materiales, haciendo que un universo que se proponía como estático, fijo y monumental pasara a ser una expresión viva que debía ser salvaguardada en función de sus propios cambios, y la firma del Documento de Nara que discute el concepto de autenticidad y lo desliga de su condición material, al tiempo que hace énfasis en que esta no se define de manera unívoca sobre criterios fijos, sino que depende de cada cultura. Como síntesis de estos procesos se puede afirmar que un nuevo grupo de especialistas intercedió para desmontar la idea de la materialidad del patrimonio y puso en duda el carácter inmanente del mismo, por cuanto se criticó la idea de que el patrimonio es por esencia algo que hace parte de un objeto o un lugar y se alegó que el patrimonio podía ser entendido como una construcción social o, si se quiere, como un proceso cultural donde se negocia y se asigna un cierto tipo de valor a un conjunto de lugares, objetos y prácticas. Este fenómeno trajo como consecuencia dejar de considerar el patrimonio como una cosa y entenderlo como un ejercicio que responde a intereses puntuales sobre la administración de la memoria y la identidad de un grupo de personas. Durante la década de los años noventa y hasta el año 2003, en razón del fin de la Guerra Fría, los países de la Europa central y oriental tenían importantes razones ideológicas para preservar y acentuar la importancia de la cultura popular. Así mismo, durante este periodo la fuerza económica y política del Japón ayudó a impulsar
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la introducción de una nueva terminología influenciada por las experiencias de programas como el de Tesoros Humanos Vivos, reflejo de las lógicas patrimoniales de Oriente. En términos institucionales esto se tradujo en el cambio de nombre y enfoque de la Sección de Patrimonio No Físico a la Sección del Patrimonio Intangible de la Unesco y el desarrollo del programa de apoyo financiero denominado Salvaguardia y Promoción del Patrimonio Cultural Intangible. Para 1997 se lanza el Programa de Proclamaciones de Obras Maestras del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad que tomó como bandera la amenaza de modernización de la plaza de Jemma-el-Fna en Marruecos impulsada por intelectuales españoles y marroquíes. Y se adoptó la resolución presentada por Marruecos de situar el Programa de Patrimonio Inmaterial dentro de las prioridades del campo cultural. Durante este periodo se adelantaron múltiples reuniones y seminarios regionales para reflexionar sobre el concepto de patrimonio cultural inmaterial y se tuvieron en cuenta una serie de recomendaciones provenientes de diferentes espacios de discusión para consolidar, en 2003, la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Para el caso colombiano, la idea del patrimonio cultural puede ser rastreada históricamente desde la Conquista con una serie de disposiciones y actitudes de los gobiernos hacia los objetos, los lugares y las prácticas de los grupos humanos que habitaron este territorio. Se puede afirmar que el concepto de valor vinculado a ellos ha venido cambiando en función de los contextos históricos. Así, de los procesos de extirpación de la idolatría en la Conquista, donde las manifestaciones culturales indígenas eran feas, aberrantes y debían ser destruidas en función al usufructo de sus materiales, se pasó a finales de la Colonia a testimoniar el poder de los grandes imperios europeos dándole a objetos, lugares y prácticas connotaciones exóticas y misteriosas, basta pensar en las salas de tesoros o en los jardines botánicos de las casas reales europeas. Con la Independencia al tiempo que se emanan las primeras normas para la protección de algunos lugares considerados importantes y únicos como San Agustín, los elementos que hoy consideramos como patrimonio pasan de ser curiosidades a ser piezas de colección que alimentaban la curiosidad de las élites. Durante el siglo XX y a causa de la importancia del discurso científico, lugares, objetos y prácticas pasan de ser objetos del deseo que alimentan el interés de coleccionistas espon-
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táneos a ser fuentes de información, documentos de carácter científico que trasmiten información sobre lo otro y lo distante. El discurso científico del XX para el XXI, a partir de la fuerza del concepto de patrimonio, transformó estos elementos en sinónimos de la identidad nacional y los instituyó como símbolos y referentes colectivos de lo que significa hacer parte de la nación. Durante los últimos años se ha venido perfilando un proceso interesante sobre el valor de lugares, objetos y prácticas que se han ido configurando como instrumentos de legitimación étnica, es decir como contenedores que pueden ser cargados de significado en función de la reivindicación, visibilización, participación y reconocimiento políticos y económicos de grupos tradicionalmente excluidos. En términos legales el país ha seguido las disposiciones de la Unesco sobre la materia, ratificando y convalidando sus convenciones y acuerdos y, a partir de ello, adecuando sus normativas nacionales y locales en función de los postulados globales sobre el tema. Puntualmente, en lo que hace referencia al patrimonio cultural inmaterial, es importante resaltar el papel que tuvo la Revista Colombiana del Folclor del Instituto Etnológico Nacional porque desde los años cuarenta aportó elementos críticos para la definición de este campo en el país. Posteriormente, sobresale el trabajo adelantado para la presentación del Carnaval de Barranquilla y del Espacio Cultural de San Basilio de Palenque dentro del marco de proclamaciones de Obras Maestras de la Unesco, y durante ese mismo periodo la Campaña “Patrimonio Cultural Inmaterial, Demuestra Quién Eres”. Finalmente, despunta el establecimiento de una política pública sobre el manejo del patrimonio cultural inmaterial en el país. Mencionamos estos esfuerzos aparte de varias iniciativas locales que han contado con más ganas que recursos para llevar a cabo sus gestiones. Para la ciudad de Bogotá, se debe hacer énfasis en dos casos, por una parte, el Censo del patrimonio cultural intangible de la ciudad de Bogotá adelantado en 2007 y que tuvo como objeto levantar y analizar información de las prácticas del patrimonio intangible en las veinte localidades de Bogotá a partir de un Sistema General de Registro de Información Cultural. Por otra parte, el proyecto Estado del Arte para el Campo del Patrimonio Cultural en la Ciudad de Bogotá, adelantado en el 2009 por la Universidad Nacional, y que tuvo como objeto la realización de un estado del arte sobre el establecimiento de las bases para la formulación de una política pública para la ciudad. Estas dos iniciativas se ven reflejadas en buena medida en el Subcampo de Patrimonio Cultural del Plan Decenal de Cultura de Bogotá 2012-2021.
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6. ¿Por qué es importante el patrimonio cultural inmaterial?
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espués del recorrido que hemos hecho por las definiciones y la historia del concepto debemos detenernos a considerar cuál es la importancia del patrimonio cultural inmaterial para los ciudadanos. En esta medida, podemos iniciar señalando que el concepto está en armonía con el carácter pluriétnico y multicultural de la nación expresado en nuestra Constitución Política. Esto significa que, al reconocer y salvaguardar las manifestaciones del patrimonio cultural inmaterial, estamos dándole un espacio a la diferencia y actuando en favor de su respeto, promoviendo así la tolerancia hacia prácticas, costumbres y manifestaciones, que así no sean las nuestras, tienen un espacio en la configuración de nuestra nación.
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Así mismo, en la Constitución Política de 1991 están contenidas tres ideas fundamentales en lo que al patrimonio cultural se refiere: 1. Es obligación del Estado y de las personas la protección de las riquezas culturales y naturales de la nación; 2. La cultura en sus diversas manifestaciones es fundamento de nuestra nacionalidad, y 3. El patrimonio cultural de la nación está bajo la protección del Estado. Estos puntos son claves porque ponen de manifiesto que el Estado reconoce el potencial de la cultura y le asigna la razón de ser de lo que significa ser colombiano, a su vez, reconoce una responsabilidad directa en su protección y salvaguardia en el tiempo. Con referencia al tema del patrimonio, podríamos proponer la idea de que este es la razón de ser de nuestra forma de ser, es decir que el conjunto de manifestaciones que conforman el patrimonio cultural inmaterial son el reflejo de nuestra diversidad cultural que, en últimas, es la que nos define como colombianos. Siguiendo con las ideas expuestas en la legislación, resulta central acudir a la Ley General de Cultura 1185 de 2008, cuando señala que la política estatal dirigida al patrimonio cultural tiene como objetivo principal su salvaguardia, protección, recuperación, conservación, sostenibilidad y divulgación para que sus elementos sirvan como testimonio de la identidad nacional para el presente y el futuro. Esto nos indica que la identidad nacional y el proyecto de nación que desplegamos a futuro están relacionados directamente con el patrimonio y que, en esta medida, el Estado debe procurar los mecanismos para protegerlo, otorgando otra vez un papel central a las manifestaciones que conforman el patrimonio. Otro referente normativo que nos permite dimensionar la importancia del patrimonio cultural inmaterial es la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial promulgada por la Unesco en 2003 y ratificada por Colombia a través de la Ley 1037 de 2006. En donde se expone que una forma de contrarrestar los fenómenos negativos que traen la mundialización y la transformación social, como la pérdida de los conocimientos y prácticas tradicionales y la intolerancia, puede ser a partir de la salvaguardia del patrimonio, al tiempo que señala que esta idea es sinónimo del crisol de la diversidad cultural y garante del desarrollo sostenible de las comunidades. Finalmente, el Decreto 2491 de 2009 constituye uno de los ejes básicos de la legislación nacional sobre la materia y señala que la finalidad de la declaratoria
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de una manifestación como patrimonio cultural inmaterial es el desarrollo de un Plan Especial de Salvaguardia (PES) que debe ser el resultado de un acuerdo social establecido por los interesados en mantener en el tiempo ciertas manifestaciones significativas para una comunidad. Ahora bien, esto nos permite entender dos cosas, por una parte, que algunas manifestaciones culturales son tan significativas para las personas y para sus descendientes que ameritan la elaboración de una estrategia específica para su conservación en el tiempo, y por la otra, que son las mismas comunidades las que deben comprometerse y organizarse para su protección. A nivel distrital, el Decreto 455 de 2009 resulta clave en la medida en que establece los mecanismos que regulan en Bogotá el tema del patrimonio, definiendo un Subsistema de Patrimonio Cultural y un Consejo Distrital de Patrimonio, que responden a lo establecido por la legislación nacional sobre la materia. Entre otras cosas, la importancia de este Decreto se refleja en el establecimiento de una Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial en el Distrito Capital, que será explicada más adelante en el capítulo “¿Cuál es el procedimiento para la inclusión de una manifestación en la lista representativa del Distrito?”, en donde, mediante un proceso participativo y reflexivo, se incluirán manifestaciones significativas para la ciudad que requieran el desarrollo de un Plan Especial de Salvaguardia para su protección en el tiempo. Ahora bien, este recorrido por los marcos normativos globales y locales sobre el patrimonio nos permite poner de manifiesto su relevancia a diversas escalas y según diferentes necesidades. Sin embargo, se pueden rescatar elementos comunes a las diferentes instancias que ponen de manifiesto esta importancia: •
El patrimonio inmaterial contribuye al reconocimiento, respeto y promoción de la creatividad, la libertad de pensamiento y los valores democráticos de una comunidad, lo cual, en últimas, construye un proyecto colectivo de convivencia, paz y equidad.
•
El patrimonio inmaterial refleja la identidad de la nación, su salvaguardia fomenta el pluralismo, la convivencia intercultural y es uno de los caminos para comunicar expresiones libres del pensamiento, la memoria y la identidad colectiva.
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El patrimonio inmaterial contribuye a la integridad social y puede ser encaminado para impulsar el respeto y el bienestar de las comunidades; en este sentido, da pie para reconocer y respetar las propias visiones de desarrollo de las comunidades.
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El patrimonio inmaterial y la legislación que lo soporta está en sintonía con el respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales. Así mismo, reconoce y respeta el bienestar de los animales y fomenta una armonía en las relaciones humanas con su entorno.
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El patrimonio inmaterial es un campo de y para las comunidades, si bien el Estado debe contribuir en su reconocimiento, apoyo y salvaguardia no puede intervenir en procesos culturales de carácter comunitario.
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El patrimonio inmaterial y los procesos que de él se desprenden pueden fortalecer las organizaciones sociales y los procesos culturales, esto ayuda a la cohesión social y a la reafirmación de la identidad colectiva. Y, sobre todo, a la participación y el diálogo sociales.
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El patrimonio inmaterial es un espacio comunitario que permite a los individuos reflexionar sobre su memoria y sobre su identidad. En últimas, favorece un diálogo sobre sí mismos, propendiendo al conocimiento, la práctica y la transmisión de las manifestaciones a lo largo del tiempo.
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7. ¿Para qué el patrimonio inmaterial?
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o que hemos expuesto hasta el momento permite perfilar bien el campo del patrimonio cultural inmaterial, sin embargo, se debe hacer una salvedad que en últimas nos conducirá a percibir mejor para qué nos sirve pensar y operar sobre lo que se define como patrimonio. La pregunta entonces es: ¿todo es o podría llegar a ser patrimonio cultural de la nación? A esto debemos responder que no. En parte la respuesta está en lo que se ha expuesto hasta el momento, pero sobre todo porque, para que algo se considere patrimonio de la nación, son las instituciones, con competencias atribuidas legalmente, las que, a partir de un proceso razonable, reflexivo, transparente y público, confieren esta condición. Pero vamos por partes, lo anterior no quiere decir que yo, mi familia, mi comunidad o los grupos a los cuales pertenezco no podamos sentir como parte de nuestro patrimonio algunos elementos, todo lo contrario, lo que señala es que en el plano distrital, municipal, departamental y nacional hay una serie de instancias encargadas de recibir las solicitudes comunitarias y, tras los procedimientos correspondientes, dictamina, si cumplen con los requisitos para representar un patrimonio compartido. Así las cosas, estamos frente a un concepto que requiere un cierto tipo de autorización para ser reconocido y dicha autorización es importante porque es la que hace posible que se activen los mecanismos estatales para su protección. Siguiendo con esta idea, podemos recapitular diciendo que aun cuando existen cosas que se pueden sentir como patrimoniales por parte de diferentes grupos, solo algunas, tras surtir un proceso de selección, entran a formar parte del patrimonio oficial que reconoce el Estado. Consecuentemente, la pregunta que se plantea es: si el patrimonio depende de las comunidades y son ellas las que lo definen, ¿cuál es la necesidad de que este sea reconocido por las instituciones que conforman el
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Estado? La respuesta es sencilla y nos pone de cara con el punto central del capítulo: el reconocimiento de una manifestación como patrimonio sirve en la medida en que garantiza el desarrollo de un Régimen Especial de Salvaguardia. De forma preliminar podemos decir que un Régimen Especial de Salvaguardia es un ejercicio de intervención en procura de garantizar el interés general de una comunidad y la satisfacción del derecho colectivo a disfrutar de una manifestación cultural. Para el caso del patrimonio cultural inmaterial, el Estado ha definido los mecanismos para regular este proceso mediante la política pública de patrimonio cultural inmaterial y el Decreto reglamentario 2491 de 2009. En este punto es clave señalar que en Colombia, a causa de la forma como se introdujo la idea del patrimonio cultural inmaterial en las instituciones públicas y del desarrollo de los mecanismos y las normas para su regulación, existen dos tipos de declaratorias como patrimonio. Por una parte, las que realizan el Ministerio de Cultura y en el Distrito la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, que serán explicadas en detalle más adelante en el capítulo: “¿Cuál es el procedimiento para la inclusión de una manifestación en la lista representativa del Distrito?”; y por la otra, las que realiza el Congreso de la República y en el Distrito, el Consejo de Bogotá. La distinción entre las dos quedó zanjada por la sentencia C-742/06 de la Corte Constitucional que señala que las primeras cuentan con un Régimen Especial de Protección establecido por la Ley General de Cultura y sus decretos reglamentarios, mientras que las segundas no. Como señalamos una líneas más arriba, el patrimonio cultural inmaterial sirve en la medida que garantiza la salvaguardia de una manifestación en el tiempo, así las cosas, resulta claro que el nivel de compromiso y la trascendencia de cada tipo de declaratoria es diferente; las que realiza el Ministerio de Cultura y a nivel distrital la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte cuentan con un seguimiento en el tiempo que se plasma en un Plan Especial de Salvaguardia que define alcances, competencias y estrategias frente a la manifestación que los otros tipos de declaratorias no tienen y que, a pesar de las buenas intenciones, lamentablemente muchas veces se quedan solo en un reconocimiento en el papel.
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8. ¿Cómo se salvaguardan las manifestaciones del patrimonio inmaterial?
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omo se señaló, la Ley General de Cultura y los decretos reglamentarios sobre el patrimonio cultural inmaterial han regulado los procedimientos encaminados a poner en acción un Régimen Especial de Salvaguardia de estas manifestaciones. El Decreto 2491 señala que la salvaguardia se estructura sobre la base de un sistema de listas representativas del patrimonio cultural inmaterial del nivel nacional, departamental, municipal, distrital y de los grupos étnicos. Para ser incluida en estas listas, la manifestación debe tener un Plan Especial de Salvaguardia que debe ser el producto de un acuerdo social establecido entre quienes conocen, practican y están interesados en la manifestación. Este Plan Especial de Salvaguardia debe contar con la aprobación del Consejo de Patrimonio Departamental respectivo, o Nacional, según corresponda. Es, en síntesis, una lista escalonada de competencias de las administraciones locales, departamentales y del Ministerio de Cultura cuando se trate de una manifestación nacional. Expuesto lo anterior resulta claro lo que se plantea en el artículo 6° del Decreto 2491 de 2009: La Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial es un registro de información y un instrumento concertado entre las instancias públicas competentes señaladas en el artículo siguiente y la comunidad, dirigida a aplicar un Plan Especial de Salvaguardia a las manifestaciones que ingresen en dicha lista. La inclusión de una manifestación en la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial constituye un acto administrativo mediante el cual, previo análisis de los criterios de valoración y procedimientos reglamentados en este Decreto, la instancia competente determina que dicha manifestación, dada su especial significación para la comunidad o un determinado grupo social, o en virtud de su nivel de riesgo, requiere la elaboración y aplicación de un plan especial de salvaguardia.
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9. ¿Cuál es el procedimiento para la inclusión de una manifestación en la lista representativa del Distrito?
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ntes de describir en detalle el procedimiento para la inclusión de una manifestación en el sistema de listas se describirán los criterios de pertinencia, representatividad, naturaleza colectiva, vigencia, equidad y responsabilidad que, según el Decreto 2941 de 2009, son necesarios para distinguir si una manifestación hace o no parte del patrimonio cultural inmaterial de la nación en cualquiera de los ámbitos territoriales: •
Pertenencia. Indica que las manifestaciones deben poder clasificarse en los campos que ha señalado la ley como parte del patrimonio cultural inmaterial y que definimos extensamente en el capítulo que describía qué es el patrimonio cultural inmaterial: Lenguas y tradición oral. Organización social. Conocimiento tradicional sobre la naturaleza y el universo. Medicina tradicional. Producción tradicional. Técnicas y tradicionales relacionadas con la fabricación de objetos artesanales. Artes populares. Actos festivos y lúdicos. Juegos y deportes tradicionales. Eventos religiosos tradicionales de carácter colectivo. Conocimientos y técnicas tradicionales asociadas al hábitat. Cultura culinaria. Patrimonio cultural inmaterial vinculado a espacios culturales.
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Representatividad. Este criterio hace énfasis en que las manifestaciones deben estar estrechamente ligadas con la identidad colectiva de la comunidad que las pone en práctica. En otras palabras, se busca garantizar que la
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mayoría de las personas que conforman el grupo se sientan representadas en la manifestación. •
Relevancia. Está relacionada con el papel que juega la manifestación para el grupo que la pone en práctica, es decir que no solo debe ser una manifestación reconocida sino que además debe ser importante para la comunidad, en el caso que sea condición para el bienestar colectivo.
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Naturaleza e identidad colectiva. Este criterio está relacionado directamente con la trascendencia en el tiempo de una manifestación. Es decir, para que una manifestación sea patrimonial debe haber sido heredada de una generación a otra. En otras palabras, se debe certificar la existencia de larga duración en el tiempo.
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Vigencia. Consecuentemente con el requisito anterior una manifestación no solo debe contar con un marco temporal amplio sino que en la actualidad debe estar viva o, en últimas, representar un valor que amerite recuperar su vigencia en razón a su importancia comunitaria.
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Equidad. Señala que el uso y los beneficios derivados de la manifestación deben ser aprovechados de forma colectiva y distribuidos de manera justa, respetando los usos y las tradiciones de las comunidades que detentan la manifestación.
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Responsabilidad. Este criterio señala que las manifestaciones que buscan ser declaradas como patrimoniales no pueden atentar contra los derechos humanos, los derechos fundamentales o colectivos, la salud de las personas o la integridad de los ecosistemas.
A continuación se presenta lo expuesto en el Decreto reglamentario 2941 de 2009 relativo a los artículos 10 al 19 donde se describen en detalle las pautas para la postulación y los requisitos que debe aportar quien solicita la postulación, también se describe el procedimiento para la inclusión en la lista representativa y todos los detalles relacionados con el Plan de Salvaguardia de una manifestación del patrimonio.
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9. ¿Cuál es el procedimiento para la inclusión de una manifestación en la lista representativa del distrito?
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Postulación. Para que una manifestación sea incluida en la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial de cualquier ámbito, puede provenir de entidades estatales o grupo social, colectividad o comunidad, persona natural o persona jurídica. Del mismo modo, la iniciativa puede ser impulsada por la entidad competente para realizar la inclusión en la Lista.
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Requisitos. La postulación de una manifestación para ser incluida en la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial debe acompañarse de los siguientes requisitos y soportes que deberá suministrar el solicitante o postulante:
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1. Solicitud dirigida a la instancia competente. 2. Identificación del solicitante, quien deberá especificar que actúa en interés general. 3. Descripción de la manifestación de que se trate, sus características y situación actual. 4. Ubicación y proyección geográfica y nombre de la comunidad(es) en la(s) cual(es) se lleva a cabo. 5. Periodicidad (cuando ello aplique). 6. Justificación sobre la coincidencia de la manifestación con cualquiera de los campos y con los criterios de valoración que han sido expuestos. 7. Plan Especial de Salvaguardia.
Cabe anotar que cada institución se reserva el derecho de solicitar información adicional en función a la solicitud y al tipo de manifestación que se busque incluir en la Lista.
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Procedimiento para la inclusión en la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial. La inclusión de una manifestación en la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial de cualquier ámbito deberá cumplir con el procedimiento de postulación, evaluación institucional por las instancias competentes y los respectivos Consejos de Patrimonio Cultural, participación comunitaria y concertación reglamentados.
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El Plan Especial de Salvaguardia (PES). Es un acuerdo social y administrativo concebido como un instrumento de gestión del patrimonio mediante el cual se establecen las acciones y lineamientos encaminados a garantizar la salvaguardia de las manifestaciones que conforman el patrimonio cultural inmaterial. Por lo tanto, un plan de salvaguardia debe contener: 1. La identificación y documentación de la manifestación, de su historia, de otras manifestaciones conexas o de los procesos sociales y de contexto en los que se desarrolla. 2. La identificación de los beneficios e impactos de la manifestación y de su salvaguardia en función de los procesos de identidad, pertenencia, bienestar y mejoramiento de las condiciones de vida de la comunidad identificada con la manifestación. 3. Medidas de preservación de la manifestación frente a factores internos y externos que amenacen con deteriorarla o extinguirla. Esto implica contemplar en el Plan Especial de Salvaguardia la adopción de medidas preventivas y correctivas frente a los factores de riesgo o amenaza.
Este componente contendrá un anexo financiero y una acreditación de los diversos compromisos institucionales públicos o privados que se adquieren respecto del Plan Especial de Salvaguardia. El Ministerio de Cultura o las entidades competentes podrán determinar los casos en los cuales no se requerirá este anexo financiero.
Los compromisos institucionales deberán estar acreditados en el Plan Especial de Salvaguardia, para lo cual podrá definirse la celebración de convenios, de instrumentos o documentos de compromiso que garanticen la concertación y acuerdo interinstitucional y comunitario de dicho Plan.
4. Medidas orientadas a garantizar la viabilidad y sostenibilidad de la estructura comunitaria, organizativa, institucional y de soporte, relacionadas con la manifestación.
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5. Mecanismos de consulta y participación utilizados para la formulación del Plan Especial de Salvaguardia, y los previstos para su ejecución. 6. Medidas que garantizan la transmisión de los conocimientos y prácticas asociados a la manifestación. 7. Medidas orientadas a promover la apropiación de los valores de la manifestación entre la comunidad, así como a visibilizarla y a divulgarla. 8. Medidas de fomento a la producción de conocimiento, investigación y documentación de la manifestación y de los procesos sociales relacionados con ella, con la participación o consulta de la comunidad. 9. Adopción de medidas que garanticen el derecho de acceso de las personas al conocimiento, uso y disfrute de la respectiva manifestación, sin afectar los derechos colectivos, y sin menoscabar las particularidades de ciertas manifestaciones en comunidades tradicionales.
Este tipo de medidas podrán definir la eliminación de barreras en términos de precios, ingreso del público, u otras que puedan afectar los derechos de acceso de la comunidad y de las personas o constituir privilegios inequitativos, sin que ninguna de tales medidas definidas en el Plan Especial de Salvaguardia afecte la naturaleza de la manifestación.
10. Medidas de evaluación, control y seguimiento del Plan Especial de Salvaguardia. Parágrafo 1°. Los costos que demande la elaboración del Plan Especial de Salvaguardia que acompañe la postulación serán sufragados por el autor de la postulación o por terceros plenamente identificados.
Las postulaciones o iniciativas podrán sufragarse mediante la asociación de recursos de diferentes fuentes comprobables. Este tipo de demostraciones contables deberán estar disponibles bajo la custodia del autor de la postulación y podrán ser requeridas por la instancia competente, en
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forma previa o posterior a la inclusión de la manifestación en la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial, si fuere el caso.
Si la postulación se hiciere de oficio por la entidad competente para efectuar la inclusión en la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial, esta cubrirá los gastos que demande la elaboración del Plan Especial de Salvaguardia, sin perjuicio de la posibilidad de asociar recursos de otras entidades, instancias o personas.
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Integración del Plan Especial de Salvaguardia en los planes de desarrollo. Las instancias competentes promoverán la incorporación de los Planes Especiales de Salvaguardia a los planes de desarrollo del respectivo ámbito.
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Monitoreo y revisión del Plan Espacial de Salvaguardia. El Plan Especial de Salvaguardia será revisado por la autoridad competente cada cinco (5) años o cuando se estime necesario.
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Declaraciones anteriores. Las manifestaciones que con anterioridad a la Ley 1185 de 2008 hubieran sido declaradas como bienes de interés cultural del ámbito nacional, se incorporarán a la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial del ámbito nacional. Igual procederá por las alcaldías y gobernaciones en el caso de las manifestaciones culturales declaradas como bienes de interés cultural u otras categorías o denominaciones de protección por dichas instancias competentes. Esta incorporación se hará una vez se cuente con el correspondiente Plan Especial de Salvaguardia. Para el caso de Bogotá, sería deseable que las manifestaciones que han sido declaradas por el Consejo surtan este proceso para garantizar su salvaguardia en el tiempo y para sincronizar acciones.
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Revocatoria. La entidad que hubiera efectuado la inclusión de una manifestación en su respectiva Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial podrá revocarla por las razones o causas previstas en el Código Contencioso Administrativo o cuando la respectiva manifestación no cumpla con los criterios de valoración que originaron la inclusión. Esta revocatoria podrá hacerse de manera oficiosa o a solicitud de cualquier persona.
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10. Salvaguardia, autenticidad y comunidad, ¿cómo entender estas ideas?
A
lo largo de esta cartilla se han mencionado varias veces las ideas de salvaguardia, autenticidad y comunidad que le dan forma y contexto al patrimonio cultural inmaterial. Así que vale la pena detenerse un poco y mirarlas en detalle.
Foto: Archivo SCRD.
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Siguiendo los presupuestos planteados por la Unesco, la salvaguardia de las manifestaciones del patrimonio cultural inmaterial son las medidas encaminadas a crear las condiciones para su sostenibilidad en el tiempo. Las medidas pueden comprender acciones en campos como la identificación, documentación, investigación, sensibilización, divulgación y promoción. En consecuencia, la salvaguardia es un compromiso que puede traducirse en acuerdos, alianzas sociales y proyectos que resalten el respeto por la diferencia, contrarrestando tanto la intolerancia y la discriminación, así como los riesgos de orden social, económico o de mercado que pueden afectar las prácticas culturales o a las comunidades que las detentan. Es importante señalar que la idea de salvaguardia no implica una protección encaminada a cristalizar los elementos que componen la manifestación, por el contrario está dirigida a responder por la naturaleza dinámica de manifestaciones que son creadas y recreadas permanentemente. Se pone de manifiesto que, al hablar de patrimonio cultural inmaterial, la atención no recae sobre objetos sino sobre procesos culturales y, por lo tanto, más que un imperativo de protección estamos de cara a una necesidad de transmisión consciente del carácter dinámico de la creación y la reelaboración de la cultura. Al plantear las cosas desde esta orilla, necesariamente se debe revisar la idea de la autenticidad. Puesto que lo auténtico está indisolublemente asociado a un principio de perennidad que nos habla de la existencia de identidades originarias ancladas a lugares y tiempos inmutables, dentro de lo cual una idea de conservación entendida como una lucha constante contra la degradación, la desaparición y la destrucción puede tener sentido, por consiguiente, cuando hablamos de salvaguardia implícitamente aceptamos la actualización constante de las prácticas culturales. Así la autenticidad está relacionada con la idea romántica que existe una esencia y una única identidad que se presenta como una entidad definida y fija donde la relación entre el pasado y el presente es unívoca. En otras palabras, el hecho de repensar la noción de autenticidad a partir de una idea de cultura como proceso de negociación constante deja de lado orígenes puros e identidades auténticas. Esta transformación en el pensamiento sobre lo auténtico puede verse representada en el
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10. Salvaguardia, autenticidad y comunidad, ¿cómo entender estas ideas?
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cambio de enfoque de la Carta de Venecia que dio los lineamientos para la Convención sobre el Patrimonio Mundial de 1972 y el Documento de Nara que sostiene la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Inmaterial de 2003. El Documento de Nara resulta muy llamativo porque, al explorar el caso de la arquitectura efímera japonesa, pone de manifiesto que aun cuando las construcciones se renuevan periódicamente, los conocimientos y rituales necesarios para su construcción se mantienen en el tiempo. Así, materiales, técnicas o estilos ceden su primacía frente a ideas y costumbres. Sin embargo, algunos teóricos del patrimonio critican que si bien en el discurso la Unesco propone pensar el patrimonio como un elemento mestizo y plural, en la práctica esto no se cumple a cabalidad por tres razones: la primera, porque al asignarle al patrimonio inmaterial la función de legitimar un sentimiento de pertenencia identitaria se está presuponiendo que existe una matriz fundamental, única y auténtica que se toma como punto de referencia. La segunda, porque al preservar el patrimonio del fenómeno de la folclorización se presupone también la existencia de una cultura tradicional original que se degrada a través de sus copias. Y la tercera, porque considerar que la cultura y las tradiciones están en riesgo constante por diversos procesos lleva a pensar que existe una esencia fundamental que debe ser protegida. Lo que es cierto es que la búsqueda de una raíz esencial y su reconocimiento por parte de una comunidad puede llevar a la politización de las tradiciones. Esta última anotación nos sitúa en una discusión interesantísima relativa a la idea de comunidad, en el sentido de que lo expuesto hasta el momento señala que es necesario que exista una comunidad para que de ella y de su memoria, sus necesidades, anhelos y formas de ser y de expresarse, surjan manifestaciones que conforman el patrimonio cultural inmaterial. Pero, ¿qué pasaría si consideramos lo contrario, es decir, al patrimonio como una idea fuerte, llena de significado y, como hemos visto actualmente, de moda que permite pensar o imaginar la existencia de una comunidad? Ambos planteamientos son apasionantes, el primero sugeriría que las comunidades existen y que, como conjuntos articulados de personas que comparten
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ideas y se identifican unas a otras, buscan llegar a metas colectivas. El segundo, pondría de manifiesto que la comunidad es tan solo una etiqueta conveniente que ayuda a sostener la imagen y la acción colectiva de un sistema social que en últimas es multivocal e inevitablemente heterogéneo. Tómese el camino que se escoja, uno de los elementos clave está en que sean únicamente los actores económica o políticamente más influyentes los que se atribuyan la administración y la gestión patrimonial sobre la base de una comunidad efímera.
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11. ¿Qué problemas existen alrededor del concepto de patrimonio cultural inmaterial?
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ras haber anotado en unas breves líneas algunos aspectos que ponen de manifiesto lo sensible y complejo de las ideas que sustentan el concepto de patrimonio cultural inmaterial, es conveniente exponer algunos de los puntos más problemáticos de esta idea. Claramente, al pensar en patrimonio el sentido común nos lleva a asociarlo a cosas maravillosas y a prácticas transparentes que carecen de connotaciones morales. Sin embargo, una mirada atenta permite identificar algunos puntos problemáticos que deben tenerse en cuenta para desarrollar procesos responsables y concientes de gestión sobre el patrimonio cultural. •
Estetización. Algunos pensadores consideran que, cuando una manifestación cultural adquiere el rótulo de patrimonio cultural autorizado, esta se transforma porque tiende a volverse espectáculo y entra en las dinámicas del mercado. Esta idea se apoya en el hecho de que en muchos casos se da más importancia a formas de expresión pintorescas o exóticas en detrimento de prácticas ordinarias menos llamativas para el gran público. Visiblemente este fenómeno va asociado con la idea de un turismo masivo y carente de responsabilidades.
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Institucionalización. Según esta línea, las declaratorias de patrimonio pueden cambiar la forma en la que las comunidades se conciben a sí mismas y a sus manifestaciones, puesto que el cambio de estatus de una manifestación puede llevar a transformar prácticas comunitarias en instituciones burocra-
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tizadas que, al concentrarse en administrar recursos, transforman las manifestaciones del patrimonio en un objeto que deja de tener una función social. •
Localización. Algunos teóricos del patrimonio consideran que el acto mismo de declarar una práctica como perteneciente al universo del patrimonio cultural reubica manifestaciones culturales de carácter local dentro de categorías construidas con criterios diferentes a los de los portadores de la cultura, lo que se argumenta es que en muchos casos las lógicas y la racionalidad de los expertos no reflejan el contexto ni las expectativas de las comunidades sino las normas y los preceptos de instituciones y burocracias culturales.
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Representatividad. El sistema de listas también ha sido objeto de críticas en la medida en que se señala que un sistema como este premia la capacidad de los actores institucionales para identificar y gestionar las expresiones que ellos consideran política o económicamente más interesantes y no da cuenta de la diversidad o de la riqueza cultural de un país, una región o una ciudad.
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Exclusión. A pesar de que el discurso que se teje alrededor del patrimonio resalta que uno de sus principales atractivos es la inclusión de voces que han sido históricamente silenciadas, existen posturas que argumentan que las declaratorias como patrimonio cultural llevan a la apropiación de las manifestaciones por parte de élites económicas, políticas o culturales que monopolizan los recursos simbólicos asociados al patrimonio en detrimento de su propio contexto sociocultural.
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Usufructo. Algunos sostienen que, si bien existen múltiples iniciativas para que las comunidades consigan un aprovechamiento económico a partir del patrimonio, existen limitaciones por falta de claridad sobre los derechos colectivos de propiedad y de distribución de beneficios. Sin embargo, bajo esta línea es importante anotar que, en el marco del Convenio de la Diversidad Biológica, de las decisiones andinas de la Comunidad Andina (CAN) y de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), se han establecido lineamientos para la adopción de un régimen sui géneris de protección del patrimonio cultural inmaterial y del conocimiento tradicional. En esa misma dirección, el Consejo Nacional de
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Política Económica y Social (Conpes) expidió el Documento 3533 de 2008 sobre propiedad intelectual. •
Politización. Las declaratorias de patrimonio que realizan instancias como los órganos legislativos, al no contar con una documentación apropiada ni con un proceso social fuerte que motive su declaratoria, han llevado a desvirtuar la esencia de las declaratorias que se presentan como reconocimientos motivados por intereses políticos que en últimas no favorecen a los portadores y conocedores de las manifestaciones tradicionales.
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12. ¿Qué manifestaciones del patrimonio cultural inmaterial existen en Bogotá?
H
asta el momento hemos expuesto los elementos que dan forma al concepto de patrimonio cultural inmaterial y se ha hecho énfasis en algunos aspectos que deslindan lo inmaterial de concepciones tradicionales sobre el patrimonio. Las ciudades son uno de los escenarios donde se evidencia con fuerza el carácter contemporáneo, mestizo y dinámico del patrimonio cultural inmaterial, porque, al estar inserto en las dinámicas urbanas, las manifestaciones culturales están poniéndose constantemente a prueba en la relación entre el pasado y el presente, lo local y lo global, lo vernáculo y lo foráneo, lo original y sus reproducciones dentro del escenario cambiante de la ciudad. La configuración histórica y el carácter de Bogotá la hacen hoy una urbe compleja que resume el país y que diariamente pone de manifiesto las tensiones enunciadas en el párrafo anterior. En esta medida, el reto de pensar el patrimonio inmaterial de la ciudad debe ser acorde con las raíces, el quehacer cotidiano y las aspiraciones de sus habitantes. Es en la relación entre la ciudad, su gente y sus prácticas donde el patrimonio cobra sentido, es recreado y actualizado constantemente y puede pensarse tanto su utilidad como su proyección hacia el futuro. A partir del Censo del Patrimonio Cultural Intangible de 2007 y de los Diagnósticos Locales de Arte, Cultura y Patrimonio de 2011, se puede tener una idea de las manifestaciones más representativas de la ciudad, que, sin agotarlas, nos permite dar algunos ejemplos de lo que podría llegar a considerarse como patrimonio inmaterial de la ciudad si surtieran el respectivo procedimiento de inclusión en las listas:
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Usaquén. Celebraciones como el cumpleaños de Usaquén y la Navidad se han venido consolidando como prácticas culturales significativas para sus habitantes. Si bien la fiesta del cumpleaños es una práctica relativamente reciente en la localidad, es un apoyo importante a la trasmisión de la memoria local que convoca estudiantes, grupos artísticos y otros ciudadanos en torno al hecho fundacional del poblado de Usaquén.
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Chapinero. En esta localidad se realizan festivales como el Festival Juvenil, el Festival de la Diversidad, el Festival de Mariachi o el Festival de San Isidro y ferias como la Feria Artesanal y la Feria de Saberes y Sabores. Es importante señalar los festivales campesinos de la zona rural de la localidad. Estos eventos buscan articular la oferta cultural de la localidad y los derechos culturales de sus habitantes. Cabe resaltar la Semana Cultural que hace unos años fue declarada por la Junta Administradora Local (JAL) como el principal evento cultural del sector. Así mismo, es importante señalar las actividades que se desarrollan en torno a los sitios esotéricos y de adivinación como prácticas culturales presentes en Chapinero.
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Santa Fe. En esta localidad se han identificado múltiples manifestaciones del patrimonio cultural inmaterial y este es un buen espacio para resaltar el Festival de la Chicha, el Maíz, la Dicha y la Vida; el Encuentro de Teatro Comunitario; el Carnaval de la Alegría y la Fiesta del Campesino. Así mismo, el Mercado de las Pulgas es una actividad con un alto contenido simbólico para toda la ciudad. Rutas de peregrinación y pago de promesas se desarrollan en torno a los cerros de Monserrate y Guadalupe.
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San Cristóbal. Se realizan diversas actividades culturales que son testimonio de arraigo e innovación y que surgen como resultado del trabajo social, político y cultural de la localidad, entre estas se cuentan el Festival Suroriental por la Cultura Popular, el Festival Cultural del Maíz, el Festival del Viento y las Cometas, el Festival Juvenil de las Culturas, el Carnaval Sol Oriental, el Festival de Narración Oral Palabra al Viento y La Cultura se Toma San Cristóbal. Adicionalmente, existen tradiciones muy arraigadas de índole religiosa como la celebración de los Reyes Magos y el Corpus Christi en Villa Javier (que en los años cincuenta fue asumida por la parroquia de Egipto); la del Divino Niño
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12. ¿Qué manifestaciones del patrimonio cultural inmaterial existen en Bogotá?
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en el Veinte de Julio, que con el tiempo pasó a ser un referente nacional, la conmemoración a San Cristóbal en el barrio de su mismo nombre. •
Usme. En esta localidad se realizan diversas celebraciones que dan cuenta de la riqueza artística, cultural, gastronómica y artesanal de la localidad en las que convergen la comunidad y las organizaciones culturales y artísticas del sector. Se pueden referir las Fiestas Patronales de San Pedro de Usme, el Festival de la Juventud y la Semana del Patrimonio Histórico y Cultural de Usme. Así mismo, es importante anotar las manifestaciones relacionadas con la medicina tradicional que se realizan en la localidad y especialmente el reto que existe de hacer del hallazgo arqueológico de la hacienda El Carmen un espacio cultural representativo de la ciudad.
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Tunjuelito. Se debe resaltar el Festival por el río Tunjuelito y el Carnaval de los Tunjuelos, los cuales generan procesos de identidad y generan conciencia en la localidad sobre sus riquezas naturales y sobre las prácticas culturales que existen en este sector de la ciudad. Así el arte, la gastronomía, la artesanía y los juegos tradicionales tienen un espacio para su reproducción. Igualmente, se puede reseñar la Bienal de Venecia Bogotá que busca explorar formas de aproximación entre el arte y el barrio Venecia, mediante estrategias pedagógicas articuladas con el contexto de la comunidad. Es importante referir la elaboración y venta de tamales, las prácticas que se desarrollan en torno a las industrias textiles y las prácticas devocionales en el sector de la iglesia de Fátima.
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Bosa. En esta localidad se han venido consolidando diversas manifestaciones que pueden llegar a tener carácter patrimonial como el Festival del Sol y la Luna, el Festival Invasión Cultural a Bosa y la Muestra de Arte Popular. Para esta localidad es importante reseñar la existencia del Cabildo Muisca de Bosa que reivindica tradiciones orales, gastronómicas, concepciones sobre la naturaleza y el universo, medicina tradicional y formas propias de organización social.
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Kennedy. Para la localidad de Kennedy, las tradiciones orales que relatan las luchas sociales realizadas en el sector en los años setenta y ochenta son muy
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importantes al ser un testimonio de la memoria colectiva de la ciudad. Así mismo, celebraciones como el Festival del Rap, el Festival de las Chucuas, el Carnaval de Antorchas y el Festival del Agua y el Fuego son importantes manifestaciones culturales que expresan el sentir comunitario. •
Fontibón. En esta localidad se celebran diversos acontecimientos de importancia para sus habitantes como el Festival de Cometas, el Festival Intercultural y el Festival de Hip-Hop. Así mismo, celebraciones religiosas como la Navidad y la Semana Santa ocupan un lugar de importancia en la reproducción del sentido colectivo de la localidad. Por otra parte, en lo que hace referencia a la cultura gastronómica es importante señalar la fritanga como un referente local de gran significación y las formas de organización social asociadas a la Plaza de Mercado como un elemento característico del lugar.
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Engativá. La celebración del cumpleaños del barrio Las Ferias tiene un lugar destacado en esta localidad, en ella se realizan actividades de integración en torno a la venta de comida tradicional, verbenas y toldos, cuyo origen puede signarse a la ferias campesinas que se realizan en diferentes lugares del país. Así mismo, carnavales como el de los Ángeles, de los Humedales, de la Navidad Inga son representativos, así como el movimiento del Hip-Hop que cuenta con el Encuentro de Hip-Hop y Rock. Así mismo, la tradición oral tiene fuerza en lo relativo a la maldición de Engativá.
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Suba. En esta localidad se celebran a lo largo del año múltiples fiestas, carnavales y festivales que dan cuenta de la riqueza cultural y de la importancia de la construcción identitaria de carácter local. Se deben mencionar la Fiesta de las Flores, la Fiesta Indígena de la Laguna de Tibabuyes, la Fiesta de la Diversidad de Suba, las Fiestas Patronales de San Isidro Labrador, la Fiesta del Maíz y la Etnia Muisca. Así como los carnavales de la Alegría y de la Ronda del Río, y festivales como el de Arte y Cultura Infantil y el Festival del Trueque y del Cuento Infantil.
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Barrios Unidos. La tradición festiva de la localidad resalta las fiestas del 11 de noviembre, 12 de octubre y 7 de agosto. Asimismo, las celebraciones navideñas ocupan gran parte del calendario festivo de esta localidad donde
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las novenas de aguinaldos y la Fiesta de los Reyes Magos son los eventos característicos del sector. También las dinámicas comerciales que se desarrollan en las plazas de mercado de la localidad como el 7 de agosto, el 12 de octubre y el 11 de noviembre son muy importantes para la consolidación de esta localidad. •
Teusaquillo. Las dinámicas culturales que se desarrollan en la plaza Samper Mendoza son un referente de identidad fuerte para el sector. Así mismo, la celebración del Día de las Velitas en el Park Way incluye a diferentes grupos poblacionales de la localidad. En términos gastronómicos, una importante tradición es la de tomar onces en las múltiples pastelerías que ofrecen los amasijos tradicionales de la capital.
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Los Mártires. En esta localidad pueden señalarse algunas prácticas muy significativas para la ciudad como el trabajo que realizan los marmoleros y talladores que se ubican en las cercanías del Cementerio Central, que nos hablan de uno de los oficios más antiguos de la capital. Así mismo se pueden señalar el Festival Local de Cultura y el Festival y Exposición de Talla de Piedra y Flor. Así mismo, se debe citar el esfuerzo que realizan las escuelas de formación artística y cultural del sector por desarrollar actividades que propenden por la exploración, identificación y valoración del patrimonio local.
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Antonio Nariño. En la localidad se conserva la memoria del oficio de la talabartería, sin embargo, puede señalarse como una manifestación en riesgo en razón a que se ha identificado una ruptura generacional que hace difícil su reproducción en el tiempo. Así mismo, vale la pena anotar que en esta localidad se encuentra ubicado el hospital San Juan de Dios en torno al cual existe no solo un valioso patrimonio arquitectónico sino un rico acerbo de manifestaciones culturales que le dieron sentido y que aún construyen la memoria de este lugar. Sobre el patrimonio gastronómico es de señalar la preparación y el consumo del berraquillo en la plaza de mercado de la localidad.
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Puente Aranda. En esta localidad se llevan a cabo los Festivales del Viento y el Carnaval de Puente Aranda como puntos donde se pone de manifiesto
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el patrimonio cultural inmaterial de la localidad. Así mismo, bien merece la pena reseñar la práctica cultural de la Quema del Diablo que se realiza en el barrio El Tejar como una forma de dar inicio al nuevo año y alejar las malas vivencias del anterior. Es muy importante señalar que desde los años treinta el pueblo gitano se ha situado en este sector, con un aporte cultural rico en expresiones gastronómicas, elaboración de objetos y prácticas como la quiromancia. •
La Candelaria. En esta localidad se realizan con éxito diferentes fiestas y festivales como la Fiesta de los Reyes Magos que desde los años cincuenta se celebra en el barrio Egipto con una mezcla de elementos profanos y religiosos y un espacio para la presentación de comidas típicas. Se celebran además la Fiesta del Día de La Candelaria, la Fiesta de Niños y Niñas de La Candelaria y la Fiesta Intercultural Indígena de La Candelaria. Así mismo, el Festival Juvenil y el Festival de Puertas Abiertas son importantes esfuerzos locales por visibilizar sectores y prácticas culturales propios de la localidad. Para La Candelaria, los relatos de fantasmas y apariciones ocupan un lugar de importancia, al igual que las actividades que se realizan en torno al pasaje Rivas y a la plaza del Chorro de Quevedo.
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Rafael Uribe Uribe. En cuanto al patrimonio inmaterial de la localidad se debe reseñar la celebración de la Semana Santa en la parroquia de San Luis Gonzaga, las actividades desarrolladas en torno a la plaza de mercado del barrio Inglés y el Hexagonal de fútbol del Olaya que poco a poco se consolida como un símbolo de la ciudad. Así mismo, es importante la figura de “las lavanderas” quienes lavan ropa en un nacimiento natural de agua y son representativas de la identidad de esta localidad. En este sentido, ha sido importante el trabajo de organizaciones que trabajan las áreas de música (Hip-Hop, rock y música tradicional) y danza (breakdance y folclórica).
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Ciudad Bolívar. En la localidad se realiza un conjunto de festivales importantes para la consolidación de la identidad local como son: el Festival de Antaño, el Festival de Danza, el Festival de Teatro, el Festival de Hip-Hop, el Festival de Rock por los Derechos Humanos, el Festival de San Pacho y el Festival Comunal. Son hitos importantes dentro de la localidad: la piedra del
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12. ¿Qué manifestaciones del patrimonio cultural inmaterial existen en Bogotá?
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púlpito, la piedra del muerto y el palo del ahorcado con los cuales se realizan ceremonias y rituales de gran arraigo popular, así como misas de sanación y de expulsión de demonios. •
Sumapaz. En la localidad habita una importante cantidad de adultos mayores que conservan saberes tradicionales relacionados con prácticas culturales del cultivo de la tierra, la medicina tradicional y la historia de la conformación de las comunidades veredales. Se debe resaltar la Feria Agroindustrial de la localidad 20 de Sumapaz, el Día del Campesino Sumapaceño, el Concurso Anual de Música Campesina y los Juegos Rurales.
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13. ¿Cuáles son las competencias en el manejo del patrimonio cultural inmaterial en la ciudad?
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a Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte a través de la Subdirección de Prácticas Artísticas y del Patrimonio lidera la formulación concertada de políticas, planes y programas en el campo del patrimonio en la ciudad, en coordinación con el Instituto Distrital de Patrimonio como entidad adscrita, encargada del diseño de estrategias para la divulgación y conservación del patrimonio. El enfoque general sobre el tema, en concordancia con los desarrollos teóricos recientes del campo, privilegia una mirada integral que supera la división clásica del patrimonio en material, inmaterial y natural y se localiza desde las dinámicas propias de la ciudad. Puntualmente, el patrimonio, entendido como una herramienta para la comprensión y significación del fenómeno urbano, encuentra en el territorio —y en particular en los paisajes culturales urbanos— su espacio de reproducción. En otras palabras, se parte de la idea que la ciudad, más allá del conjunto diacrónico de edificaciones, es la proyección espacial de un conjunto de las relaciones sociales e históricas, para entender cómo el territorio de la ciudad está siendo permanentemente significado y está en relación directa con la memoria y la forma en la que se recuerda, haciendo de la ciudad un espacio de tensión simbólica donde se elabora constantemente la identidad y la memoria de sus gentes. Teniendo en cuenta lo anterior, se han esbozado cuatro tipos de aproximaciones a las tensiones que definen el universo de las relaciones de la ciudad: centralidades, que explora las tensiones entre la sociedad y su entorno natural; bordes, que pone de manifiesto las tensiones entre la ciudad y sus relaciones de cercanía y lejanía
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con el territorio nacional; urbes, que comprende la expresión física, arquitectónica y urbanística de la anatomía urbana; y ciudadanías, que comprende los procesos culturales de los habitantes de la ciudad. Ahora bien, enunciadas las aproximaciones a las tensiones en las que se ha anclado el universo de lo patrimonial en la ciudad, debemos señalar que sobre ellas existe una necesidad doble: por una parte. la de identificar cuál es la naturaleza y cómo se manifiestan las tensiones señaladas y, por otra, la de impulsar la apropiación de los valores patrimoniales que definen, dan sentido y significan dichas tensiones. En esta medida, por la vocación y objeto de cada institución, se ha establecido que el Instituto Distrital de Patrimonio adelanta la reflexión sobre la identificación del patrimonio de la ciudad y la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte atiende el ámbito de la apropiación de los valores patrimoniales de la ciudad. En términos particulares, la identificación se estructura sobre tres puntos: caracterización del patrimonio cultural, investigación de los valores patrimoniales y valoración del patrimonio cultural. La apropiación, por su parte, se concentra en la relación entre el territorio y la comunidad y la coproducción social de los valores del patrimonio.
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14. Contactos Secretaría de Cultura Recreación y Deporte, Subdirección de Prácticas Artísticas y del Patrimonio http://www.culturarecreacionydeporte.gov.co
Foto: Archivo SCRD
La Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, a través de la Subdirección de Prácticas Artísticas y del Patrimonio, tiene por objeto orientar y liderar la formula-
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ción concertada de políticas, planes y programas en los campos del patrimonio en coordinación con otras dependencias y entidades adscritas del sector. Así mismo, tiene que velar por el cumplimiento de las metas propuestas para el campo del patrimonio en el Plan Decenal de Cultura 2012-2021.
Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC) http://www.patrimoniocultural.gov.co/ El Instituto Distrital de Patrimonio Cultural se encarga de diseñar estrategias para la divulgación y conservación del patrimonio cultural tangible e intangible de la ciudad y apoya procesos de formación a organizaciones y grupos que se encargan de fomentar el desarrollo de las expresiones culturales de la ciudad. El trabajo desarrollado hasta el momento se ha orientado a favorecer la participación por sectores sociales, grupos étnicos y grupos generacionales y se ha hecho énfasis en áreas como la gastronomía, las fiestas tradicionales y las expresiones y relatos que dan cuenta de la memoria de la ciudad.
Concejo de Bogotá http://concejodebogota.gov.co/ El Concejo de Bogotá, siguiendo la jurisprudencia constitucional, tiene la facultad de expedir acuerdos relativos al reconocimiento de personas, hechos o instituciones que han sido significativos para la ciudad. A nivel nacional su equivalente son las leyes de honores que expide el Congreso de la República. Sin embargo, como se ha expuesto a lo largo del documento, por sí solas estas iniciativas no representan una garantía de salvaguardia efectiva de las manifestaciones del patrimonio al no estar direccionadas en el desarrollo de un plan coordinado hacia el futuro.
Ministerio de Cultura de la República de Colombia http://www.mincultura.gov.co
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14. Contactos
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El Ministerio es la entidad rectora del sector cultural colombiano y tiene como objetivo formular, coordinar, ejecutar y vigilar la política del Estado en materia cultural, deportiva, recreativa y de aprovechamiento del tiempo libre.
Icanh (Instituto Colombiano de Antropología e Historia) http://www.icanh.gov.co El Instituto Colombiano de Antropología e Historia es una organización científica y técnica que investiga, produce y difunde conocimientos en el campo de la antropología, la arqueología y la historia colonial y protege el patrimonio arqueológico y etnográfico colombiano. Lo anterior para comprender los procesos sociales, políticos, económicos y culturales que generan la diversidad cultural de la nación colombiana, con el fin de orientar políticas estatales y el diálogo intercultural.
OPCA (Observatorio del Patrimonio Cultural y Arqueológico) http://opca.uniandes.edu.co OPCA es el Observatorio del Patrimonio Cultural y Arqueológico, un grupo de trabajo con autonomía propia, dedicado a la reflexión, investigación y análisis de la temática del patrimonio cultural y arqueológico.
Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) http://www.unesco.org/es La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) nació el 16 de noviembre de 1945 como un centro de intercambio de información y conocimiento. Al mismo tiempo, ayuda a los Estados miembros en la construcción de sus capacidades humanas e institucionales en sus diferentes ámbitos de actuación. En suma, la Unesco promueve la cooperación internacional en materia de educación, ciencia, cultura y comunicación entre sus Estados miembros.
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Crespial (Centro Regional para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de América Latina) http://www.crespial.org Su finalidad es generar una red de intercambio que permita formular políticas de salvaguardia y promoción del patrimonio cultural inmaterial (PCI) en los países en América Latina a partir de la identificación, valoración y difusión del patrimonio de sus pueblos. Los Estados que lo conforman son: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay.
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15. Normas Norma
Nivel
Descripción
Año
Ley General de Cultura 1185
Nacional Por medio de esta Ley se modifica y adiciona la Ley 397 de 1997 2008 (Ley General de Cultura) en lo concerniente a la conceptualización, gestión, sostenibilidad, protección y salvaguardia del patrimonio cultural de la Nación. La modificación buscó dar al país un sistema que acogiera conceptos y modelos de gestión contemporáneos donde los campos material e inmaterial tienen la misma preeminencia.
Ley 1037 de 2006
Nacional Por medio de esta Ley el Estado colombiano ratifica y aprueba la 2007 Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, aprobada por la Conferencia General de la Unesco en 2003 y se suma a las naciones que propenden por el reconocimiento y la sostenibilidad en el tiempo del patrimonio cultural inmaterial.
Decreto 1313 de 2008
Nacional Por medio de este Decreto se reglamenta el artículo 7 de la Ley 397 2008 de 1997, modificado por el artículo 4 de la Ley 1185 de 2008, relativo al Consejo Nacional de Patrimonio Cultural. Aquí se define el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural y se establecen los lineamientos que deben seguir los consejos distritales y departamentales de patrimonio cultural.
Decreto 2491 de 2009
Nacional Por medio de este Decreto se reglamenta parcialmente la Ley 397 2009 de 1997, modificada por la Ley 1185 de 2008, en lo correspondiente al patrimonio cultural de la Nación de naturaleza inmaterial. El Decreto refleja la política pública que el Estado colombiano acoge para el manejo del patrimonio cultural inmaterial.
Decreto 455 de 2009
Distrital
Por medio de este Decreto se modifica, adiciona y reglamenta el 2009 Decreto distrital 627 de 2007, por medio del cual se reforma el Sistema Distrital de Cultura y se establece el Sistema Distrital de Arte, Cultura y Patrimonio. En él capítulo V se establece la coordinación del Subsistema de Patrimonio Cultural y se establecen las funciones y competencias del Consejo Distrital de Patrimonio.
Plan Decenal de
Distrital
Con el deseo de garantizar los derechos culturales de los ciudada- 2012 nos de Bogotá este documento desarrolla un esquema de gestión frente al Subcampo del Patrimonio Cultural. Definiendo acciones y estrategias para el manejo del tema en la ciudad.
Cultura
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16. Bibliografía Alcaldía Mayor de Bogotá, Decreto 455 de 2009. Alcaldía Mayor de Bogotá, Decreto 627 de 2007. Alcaldía Mayor de Bogotá, Instituto Distrital de Cultura y Turismo (2004). Ciudad [in] visible: Gráfica e iconografía popular urbana. Bogotá: Instituto Distrital de Patrimonio. Alcaldía Mayor de Bogotá, Instituto Distrital de Cultura y Turismo (2005). Políticas Culturales Distritales 2004-2006. (Segunda edición revisada). Bogotá: Instituto Distrital de Cultura y Turismo. Alcaldía Mayor de Bogotá, Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte (2007). Censo del patrimonio cultural intangible de la ciudad de Bogotá. Bogotá: Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte. Alcaldía Mayor de Bogotá, Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte (2009). Estado del Arte para el campo del patrimonio cultural en la ciudad de Bogotá. Bogotá: Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte. Alcaldía Mayor de Bogotá, Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte (2011). Diagnósticos locales de arte, cultura y patrimonio. Bogotá: Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte. Alcaldía Mayor de Bogotá, Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte (2012). Plan Decenal de Cultura de Bogotá 2012-2021. Bogotá: Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte. Corte Constitucional. Sentencia C-742/06. Icomos (1965). Carta internacional sobre la conservación y la restauración de monumentos y sitios (Carta de Venecia en 1964).
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Icomos (1968). Informe final de la reunión sobre conservación y utilización de monumentos y lugares de interés histórico y artístico. Normas de Quito 1968. Icomos (1988). Carta para la conservación de lugares de valor cultural. Carta de Burra 1982. Icomos (1994). Documento de Nara sobre la autenticidad. República de Colombia (1991). Constitución Política de Colombia. Bogotá: Presidencia de la República. República de Colombia, Instituto Colombiano de Antropología e Historia (2004). Patrimonio Cultural Inmaterial, Demuestra quién eres. Bogotá: ICANH. República de Colombia, Ministerio de Cultura (2009). Política para la Gestión, Protección y Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial. Bogotá: Ministerio de Cultura. República de Colombia, Ministerio de Cultura (2011). Guía para el Conocimiento y la Gestión del Patrimonio Cultural Inmaterial. Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología e Historia. República de Colombia. Decreto 2941 de 2009. República de Colombia. Ley General de Cultura 397 de 1997. República de Colombia. Ley General de Cultura 1185 de 2008. Unesco (1954). Convención para la protección de los bienes culturales en caso de conflicto armado y la noción de necesidad militar. La Haya: Unesco. Unesco (1972). Convención del Patrimonio Cultural y Natural Mundial. Unesco (1989). Recomendaciones para la Salvaguardia de la Cultura Tradicional y Popular. Unesco (2003). Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial.
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A través de la colección Caminos para el Hacer la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte propone explicitar los lineamientos y modos de gestión que tienen las entidades públicas del sector central, así como del sector descentralizado y local para responder a los derechos y las necesidades culturales de la ciudad.
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Caminos para el Hacer presenta los lineamientos vigentes para avanzar decididamente en la garantía del ejercicio de los derechos culturales por parte de las personas y comunidades que habitan los territorios urbanos y rurales de la ciudad, a partir de una mirada integral que promueva el reconocimiento de la diversidad de identidades y las formas de expresión de las poblaciones, el acceso a la oferta, la producción de bienes y servicios y el reconocimiento de las manifestaciones artísticas, culturales y patrimoniales en constante transformación, todo ello en condiciones de equidad y no segregación.
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Las cartillas Caminos para el Hacer abordan asuntos específicos de la democracia cultural, relacionados con la generación de condiciones para la expresión libre y autónoma del saber, la tradición, la imaginación, la innovación y la creatividad de la ciudadanía. Se despliegan los criterios culturales que fundamentan la planeación territorial de la ciudad y el fortalecimiento de la construcción cultural y significativa del territorio, el reconocimiento y el diálogo cultural, social e institucional y la promoción de espacios adecuados para la creación de proyectos colectivos de la ciudad.
ISBN: 978-958-8321-72-1
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CAMINOS HACER PARA EL
Lineamientos para la identificación y manejo del
patrimonio cultural inmaterial
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