COLOMBIA TIERRA DE HUMANIDAD

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PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD EN COLOMBIA HERITAGE OF HUMANITY IN COLOMBIA
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PATRIMONIOS DE LA HUMANIDAD
PATRIMONIOS DE LA HUMANIDAD Un Patrimonio de la Humanidad, es un sitio específico que puede ser: desierto, edificación, bosque, montaña, lago, obra de

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José Miguel Rosales

COLOMBIA TIERRA DE HUMANIDAD "

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EDIT. SANTAFE. BOGOTA

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COLOMBIA TIERRA DE HUMANIDAD REFLEXIONES SOBRE SU GEOGRAFIA FISICA y ECONOMICA

1930

101T. SlNTUE •• BOGOTA

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"Tierras de humanidad son las propicias al progreso Y sostén de las empresas del hombre" .-Brunhes.

Presento en este estudio un tema de la mayor importancia, hoy más que nunca para nosotros, a fin de llegar a la conclusión de que Colombia si reúne condiciones para clasificarse entre las tierras de humanidad. La geograf1a económica es la ciencia que trata de la descripción de la tierra en relación con las actividades económicas y comerciales. Sabido es que la vida del hombre, como la de las plantas, depende del medio ambiente. La influencia de la naturaleza f1sica en la naturaleza humana, forma, con el trascurso del tiempo, la adaptación especial del individuo al suelo, que es, en rigor, el carácter propio de las razas, y cuya manifestación exterior constituye los diversos grados de civilización. Todo el proceso cultural consiste, entonces, en estudiar la naturalezà., comprender sus leyes y hacer que esas leyes nos sean útiles. Colombia es el medio natural y social que nos ha cabido en suerte. El conocimiento del medio natural1ncluye el de la geologia, el clima, la flora y la fauna; el medio social el de la etnografía y los diversos problemas que presenta la vida en comunidad. Siendo d1f1cil,por razones técnicas, tratar de todas y cada una de las materias apuntadas, me limitaré a hacer algunas observaciones sobre los recursos naturales y elementos con que cuenta el pais para alcanzar su grado máximo de adelan-

4 to y de cultura. Me permito advertir que no soy optimista ni pesimista, en el sentido filosófico de estos vocablos. Entre el optimismo de los unos y el pesimismo de los otros, quiero colocarme en el justo medio, dentro de la verdad científica, que no admite utopías ni exageraciones. Para desarrollar mi tesis me fundaré en observaciones personales y en hechos y opiniones de hombres de ciencia que se han ocupado en estos asuntos. RELIEVE COLOMBIANO Colombia está situada en el extremo noroeste de Sudamérica, y posee líneas extensas de costas sobre un océano y un mediterráneo, posición geográfica la más ventajosa que puede ambicionar una nación. La distancia de Cartagena a Colón es apenas de ochenta y cinco leguas, y de Buenaventura a Panamá se navega en treinta y seis horas. De Cartagena a Nueva Orleans hay cuatrocientas cincuenta y tres leguas; a Nueva York, seiscientas treinta y cuatro, y mil quinientas a Liverpool. En comparación cOn los demás países hispanoamericanos, Colombia está más cerca de los mercados europeos y es vecina del canal de Panamá, lugar de arribo y derrotero obligadO de todas las escuadras mercantes del globo. Su área puede calcularse aproximadamente en un millón doscientos mil kilómetros cuadrados. Para dar una idea Objetiva de lo que este guarismo representa, diré que si el mapa del país fuera a ponerse sobre el de Europa, a la misma escala, cubriría a Francia, Bélgica, Holanda, Suiza, Alemania y la parte septentrional de Italia. Lo esencial de nuestra nacionalidad lo determi-

5 nan, en un todo, sus montañas. Si eon la imaginación suprimiésemos integramente el sistema andino, los montes del Brasil y la serrania de las Guayanas, veriamos un vasto desierto arenoso, estéril, sin humedad y sin verdura. Pero gracias al accidente geológico que causó el levantamiento de los Andes, los vientos alisios saturados de los vapores oceánicos, al tropezar con esta barrera formidable, se condensan y descienden convertidos en tnnumerables arroyos que, al confluir en un cauce común, forman los grandes rios, mensajeros de los continentes y benefactores de los hombres. Desde el punto de vista de su topografia, Colombia se divide en dos grandes regiones: una montañosa y otra plana. Al oriente, la vasta planicie que se &xtiende desde los Andes hasta el Orinoco, constituye la región de los Llanos propiamente dicha; del Guaviare hacia el sur, se encuentra la Amazonia colombiana, a sea la región de las selva~ La cordillera de los Andes, que en la república del Ecuador presenta un solo cuerpo, al entrar en Colombia se bifurca dejando en medio la pinto. resca y ubérrima altiplanicie de Túquerres-Ipiale~, de tres mil metros de altura. Ciento veinticinco kilómetros al norte de las breñas de Pasto se halla el nudo de Colombia, eje de nuestros Andes, puesto que alii, en un radio muy estrecho, tienen sus fuentes cuatro rios caudalosos que lle,ran sus aguas a diferentes puntos del compás: el Magdalena y el Cauca, éste como afluente del primero, al mar de la Antillas; el Patia al Pacifico y -el Caquetá al Atlántico, como tributario del Amazonas. En el centro de este nudo se encuentran las tres lagunas origen de los rios ya citados. De la laguna

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Magdalena, de forma circular y doscientos metros de diámetro, nace el Magdalena. Un kilómetro al oriente queda la de Santiago, de forma alargada y superficie más o menos igual a la primera. Esta desagua por dos arroyuelos, de los cuales uno es tributario del naciente Magdalena, y otro que es el Caquetá. Un poco más al norte, en la laguna del Buey, nacen el Cauca y el Patía. Es aquí también donde vuelve a bifurcarse la cordillera, quedando ahora definitivamente determinados los tres ramales que componen el sistema andino, a saber: el oriental o de Bogotá, el central o del Quindio, y el occidental o del Chocó. La cordillera oriental es la más importante por su longitud y anchura. Encierra las altiplanicies de Bogotá, Ubaté y Tunja-Sogamoso, centros demográficos del pais desde los tiempos precoloniales, cuando el imperio chibcha, por su cultura, ocupó el tercer lugar entre los pueblOSaborígenes de América, después de los incas del Perú y los aztecas de Méjico. Esta cordillera ofrece su máxima elevación en la sierra nevada de Chita (cinco mil trescientos se~ senta metros), en cuyo flanco occidental hay un glaciar de varias leguas de extensión. A estas alturas llegaron los miembros de la comisión corográfica en 1849,después de atravesar dificultosamente las neveras, jamás holladas antes por la planta humana. Según relatan los expedicionarios, aquellos parajes, más que terrestres, tienen todo el aspecto de un paisaje lunar: rocas negras, inmensas, de agudísimas aristas, grIetas profundas y una capa de hielo que alcanza a treinta metros de espesor. Domina el helero un conjunto de pirámides y agujas, c.ue ora reflejan la luz con brlllo extra-

ordinario, o ya proyectan una sombra espesa que se recorta sobre la helada superficie. En el nudo de Santurbán vuelve la cordlllera a dividirse en dos ramales: el que penetra en Venezuela, con el nombre de serranIa de Mérida, sigue por la costa hacia el extremo de la penInsula de Paria, para hundirse en el mar, formando asi el archipiélago antillano; el otro sigue al norte con muchos contrafuertes, y rebajándose más y más, con los nombres de Perijá, Motilones y Montes de Oca, termina en suaves ondulaciones sobre el cuello de la península goaj ira. La cordlllera del QuindI0, la más alta y bravIa de las tres, tiene al norte del Puracé una altura uniforme de cuatro mil metros hasta el departamento de Antioquia. En este trayecto se yerguen los gigantes de nuestra orograf1a: el Huila, el Quindio, Santa Isabel, la Mesa de Herveo, y sobrn todos ellos el Tolima (cinco mil seiscientos veinte metros), la cima más elevada de los Andes, al norte de la linea ecuatorial. Ningún paisaje que produzca tánta emoción como el panorama de estas cumbres en una mafiana clara de verano, contemplado desde alguno de los contrafuertes de la cordillera oriental. En cuanto empieza a mostrarse la claridad del alba, se ve surgir de entre la sombra el cono inmenso del Tolima; su forma apenas delineada en el espacio va adquiriendo suavísimos tintes de ópalo y de rosa, para destacarse' luégo con toda limpidez contra el azul del firmamento, grandioso y puro, como ofrenda votiva de nuestra espléndida naturaleza. Un momento después, al ser tocado por los primeros rayos del sol, el cono entero chispea como un dia-

8 mante colosal, al paso que la Mesa de H'erveo, más baja y en la penumbra todavia, semeja un manto de armifio extendido al pie del monarca de nuestros montes. En seguida de este maravilloso anfiteatro de argentados picos, la cordillera se humilla, y abriéndose, a manera de abanico, forma el macizo antioquefio con dos cadenas principales: la de Santa Rosa, que acercándose al ramal del Chocó oprime el lecho del Cauca y forma el cafión de este rio; y la de Rionegro, que va a morir en las playas del Magdalena, en frente de la población de El Banco. La cordillera occidental se desprende, como hemos visto ya, de la altiplanicie de Túquerres-Ipiales, y después de abrirle paso al Patia, sigue paralela a las costas del Pacifico y termina en el departamento de Bolivar. Se habia creido que el istmo de San Pablo en el Chocó era el eslabón que unia los sistemas montafiosos de ambas Américas, por la serranía de Baudó y los montes del Darién; pero este istmo no es sino una arruga insignificante del terreno, formada por los aluviones del Atrato y del San Juan, rios que, al desembocar en el valle del Chocó, ocupado antes por el Pacífico, fueron a estrellar su corriente contra la serrania. cuando ésta emergió del fondo del océano. No hace parte de los Andes la serranía de Baud6, con altura media de novecientos metros, que se extiende por unas cien leguas desde las bocas del San Juan hasta la serrania del Darién. Por último, allá en las orillas del Caribe, como centinela avanzado de nuestros montes, se alza la Sierra Nevada de Santa Marta, completamente aislada del sistema andino. Su área es de dieciséis mil cuatrocientos kilómetros cuadrados, más de la

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tercera parte de la Suiza entera. La vertiente septentrional desciende casi a pico sobre el mar, y sus abruptos contrafuertes avanzan sobre las aguas formando ensenadas y caletas de una belleza imponente y salvaje; por los otros costados tiene numerosas estribaciones que encierran valles de una fertilidad asombrosa. La dominan cinco picos nevados, de los cuales el principal, llamado La Horqueta, mide cinco mil doscientos veintidós metros de altura. HIDROGRAFIA

Entre las tres cordilleras se abren dos extensos y feraces valles: el del Magdalena, de clima tropi-

cal, y el del Cauca, de clima semitropical. Es notable la diferencia de nivel entre los dos: en la latitud de Girardot, sobre el Magdalena, por ejemplo, esta pOblación tiene trescientos treinta metros de altura, y Cartago, sobre el Cauca, novecientos ochenta, diferencia que se observa en la latitud de Neiva y en otros puntos. Tan completamente está vinculada la existencia de un pueblo a la topografía de su territorio, que en la historia del mundo la corriente civilizadora sigue siempre la dirección de las montañas y el curso de los rios navegables. Ninive y Babilonia cimentaron su poderio sobre las márgenes del Tigris y el Eufrates; Egipto sobre el Nilo, que le da vida y aliento. Suiza, el pueblo inconquistable, alberga su libertad entre los repliegues del gran nudo alpino; Francia mantiene vivaz la llama de su espiritu entre los montes que limitan su territorio, y todas sus energías industriales, y las manifestaciones de su ingenio ha-

10 Han salida al Atlántico y al Mediterráneo por las vias naturales del Sena, el Loire, el Garona y el Ródano. Un rápido examen del mapa fisico de Colombia basta para comprender la influencia decisiva que tienen y tendrán en nuestra vida nacional el rumbo y disposición de nuestras montañas y la convergencia de los grandes valles interandinos hacia el mar de las Antillas. Vemos, pues, las tres cordilleras con la serrania de Baudó en dirección sur-norte, dejando en medio tres hoyas hidrográficas tributarias del Caribe, al paso que la costa del Pacifico se extiende por setecientos setenta y cinco kilómetros sobre la ruta comercial de Panamá al estrecho de Magallanes. Indiscutiblemente el Magdalena es la gran arteria fluvial de nuestro comercio. Su curso es de mil quinientos kilómetros, y baña los departamentos de Atlántico, Bolivar, Magdalena, Antioquia, Caldas, los dos Santanderes, Cundinamarca, Huila y Tolima; en sus riberas hay explotación de petróleo crudo, y por tanto es adaptable a la navegación de buques de poco calado, según los procedimientos modernos. Está probado que jamás podrán hacerles competencia los ferrocarriles a las vias de agua. De la ciudad de Nueva York hacia los grandes lagos parten cinco vias férreas. Sin embargo, el desarrollo comercial maravilloso de los Estados de Nueva York, Michigan, Indiana e . Illinois, se debe principalmente al canal del Erie, con sus ramificaciones, a pesar de las numerosas esclusas que retardan la navegación. Asimismo toda la actividad económica del Canadá oriental se concentra sobre las márgenes del San Lorenzo.

11 Dada la importancia del Magdalena, hay que comprender que la apertura de las Bocas de Ceniza no se justifica solamente para Barranquilla, ya que esta empresa, una vez llevada a feliz término, necesita aprovecharse utilizando el río. Hé aqui por qué se impone no su canalización, que no es canalizable en el sentido estricto de la palabra, sino su regularización mediante obras que encaucen la corriente. Por desgracia, el Cauca no presenta las mismas ventajas de trasporte en todo su curso, debido a la solución de continuidad que ofrece el cafión de Antioquia, en donde el rio no es navegable, obstáculo Que se obviará con el ferrocarril troncal de occidente. Por otra parte, el curso superior del Cauca pertenece al distrito comercial del Valle, cuya salida natural es el puerto de Buenaventura. Para completar la trilogia de las vias navegables hacia nuestro Mediterráneo, mencionaremos el Atrato, uno de los rios más caudalosos del país, arteria del comercio chocoano y navegable en todo tiempo hasta Quibdó, la capital de la intendencia. Aún nos Quedan dos grandes vIas fluviales al Atlántico: el Putumayo y el Meta. El primero conduce al Amazonas, ese otro mar Interior, como lo llaman los geógrafos, surcado hoy por buques colombIanos hasta Manaos y Belén del Pará. El Meta es actualmente para nosotros un rIo muerto, puesto que nuestros vecinos allende el Táchira se empeftan en obstruirnos la salida al mar por ese lado. Pero el hombre no puede oponerse a las leyes naturales del progreso, y la via se nos abrirá, porque asi lo exigen la cooperación comercial e ideológica, que se imponen entre paises de una misma historia y de un mismo porvenir.

CLIMAS Con relación al clima, el globo terrestre se ha dividido en cinco zonas: la tórrida, entre los tró~ picos de Cáncer y Capricornio; dos zonas templadas y dos polares; pero esta división matemáticoastronómica no nos puede satisfacer desde el pun~ to de vista geográfico, puesto que es completamente artificiosa. En el mapa estas zonas son fajas paralelas, con~ vencionales; no asi en la superficie del planeta, porque el clima no depende únicamente de la posición de la tierra respecto del sol, sino también de la altura sobre el nivel del mar, la naturaleza del suelo, los vientos, la humedad y las corrientes marinas. Los límites de cada clima están,marcados por lineas isotermas, o sea de igual temperatura; lineas irregulares, caprichosas, de acuerdo con las causas ya expresadas, pero que no siguen los círculos que marcan las latitudes. Todo el norte de AfrIca, por ejemplo, aunque pertenece a la zona templada, tiene clima tropical, debido a los vIentos que soplan del Sahara y de la Libia. Y más al norte, Andalucia, Calabria, Sicilia y la Morea, tierras de cacto, granado, naranjo, tabaco y l1mo~ nero, son de clima semitropical. El bajo Egipto pertenece al mismo clima, y sin embargo all1 existió un imperio poderoso cuya cultura es hoy el asombro de los tiempos presentes, como lo atestiguan las ruinas portentosas que aún subsisten y los objetos de arte extraídos de las tumbas de los faraones. En Norteamérica, el trópico de Cáncer apenas toca la punta meridional de la peninsula de California y dista todavía dos grados de la Florida;

13 con todo, ambas peninsulas, la meseta del Colorado y los Estados americanos que se agrupan alrededor del golfo de Méjico, son de clima semitropical, a causa de dos corrientes marinas: la japonesa en el Pacifico y la del golfo en el Atlántico. De aqul los productos tropicales que en estas regiones se cultivan, y el hecho de que los balnearios de Florida nunca se vean tan concurridos como en los meses de diciembre a marzo, cuando las calles de Nueva York están obstruidas por la nieve, y el termómetro centígrado desciende hasta veinte grados baj o cero. Estudiemos ante todo la distribución de los climas colombianos y el área que ocupa cada cual, según cálculos cuidadosamente verificados, teniendo en cuenta los linderos actuales de la república: D O a 1,000 metros, clima tropical. Area, 863,900 kilómetros cuadrados. De 1,000 a 2,000 metros, clima templado. Area, 180,000kilómetros cuadrados. (Comprendidos el semitropical hasta 1,800, y el de transición hasta 2,000). De 2,000 a 3,000 metros, clima fria. Area, 120,000 kilómetros cuadrados. De 3,000 a 4,000,páramos habitados. Area, 30,000 kilómetros cuadrados. De 4,000 metros en adelante, clima polar. Area, 7,000 kilómetros cuadrados. Descartadas la zona polar y la de los páramos, inútiles por hoy, quedan 300,000 kilómetros cuadrados de zona frIa y templada, tierra fértil, sana, de ambiente puro, habitable para cualquier raza europea, con una área igual a la de Italia, pais que cuenta actualmente cuarenta millones de habitantes.

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Y todavía tenemos los ochocientos sesenta y tres mil kilómetros cuadrados de trópico. Restándoles a éstos, ciento cincuenta mil de pantanos y anegadizos, disponemos de setecientos mil kilómetros de tIerra calurosa, pero no insalubre, habitable y especIalmente adecuada para cultivos del trópico. Su área es comparable a la de toda la América central, incluyendo a Panamá, la Honduras británica y la peninsula de Yucatán. EL TRaPICO

Se ha tratado de probar que el trópico, a todo la largo de la historia del género humano, jamás ha sido ni puede ser asiento de una verdadera cultura, ni reúne las condiciones de tIerra de humanidad propicia al desenvolvimiento de actividades inteligentes. Alli no pueden existir grandes núcleos de población, y para ello se citan regiones de Africa, islas de la Oceania y ciudades como Singapore en Malaca y Colombo en Ceilán, de situación análoga a la de Colombia con relación a la linea ecuatorial. Pero, justamente, estas poblaciones son centros de gran actividad comercial y cuenta cada una trescientos mil habitantes. En Sudamérica pOdemos mencionar la Habana, con quinientos mil habitantes; Belén del Pará, doscientos cincuenta mil; Pernambuco, doscientos setenta mil; Bahia, setecientos mil; y Rio de JaneIro, un millón doscientos mil habitantes; cIudades modernas, ricas y bellas, que no están precisamente sobre la raya del ecuador, pero si entre los trópicos, que viene a ser la mismo, ya que la isoterma de 10 grados de invierno va en lInea sinuosa desde el Mar del Plata hasta Valdivia. En cambio, la iso-

15 terma de 20 grados, de verano, empieza más abajo de Buenos Aires y atraviesa el continente, pero antes de salir de la pampa tuerce al norte para tocar en Antofagasta. También se ha dicho que nuestro territorio no es apto para el establecimiento de una buena organización social; no es un marco natural espontáneo y favorable como el Uruguay, la Argentina y los Estados Unidos. La hoya del Magdalena es un mar de vegetaCión que cubre otro de ciénagas y pantanos, ese "valle terrible viene a ser una de las graves enfermedades del pals, un cáncer monstruoso en el organismo nacional". Gran diferencia existe, a mi modo de ver, entre el conocimiento que se adquiere por medio del contacto directo con nuestra naturaleza exuberante y la fantasmagor1a de quien, en el sosiego de su gabinete de estudio, caldea la imaginación con el recuerdo del bosque tropical observado cómodamente desde la cubierta del vapor a desde la cabina del aeroplano. El que esto escribe conoce los bosques que demoran al pie de la Sierra Nevada y ha tenido ocasión de viajar a través de la selva ardorosa y diluviante del Chocó. Y sin arrogarse titulas de explorador y naturalista, únicamente como observador personal, pero documentado con la opinión de técnicos colombianos y extranjeros que han estudiado nuestro suelo, ha de exponer aquí la bueno y la malo, sin escoger la favorable a su tesls, a diferencia de otros que traspasan a su paleta los colores oscuros del pesimismo, para pintarnos un cuadro lúgubre y sombr10 en donde no lucen el rOjo de la vida, el verde de la esperanza ni el blanco de las ilusiones.

16 Hemos visto ya que en el trópico si pueden existir grandes núcleos de población. Por lo que respecta a Colombia, también tenemos ciudades tropicales cuyo desarrollo en la última década ha sido verdaderamente asombroso, como Bucaramanga. Cúcuta, Armenia, Medellín y Cartagena. Cali, hace dos años, tenia sesenta y ocho mil almas, y hoy cuenta con ciento veinticinco mil; Barranqu1lla, de ochenta mil ha subido a ciento cuarenta mil, siendo, por tanto, la segunda ciudad del pais en población y en comercio. La población total de la república es hoy de ocho millones, según el censo de 1928. Ha habido, pues, un aumento de dos millones sobre el de hace diez años. Calificar el valle del Magdalena de cáncer monstruoso en el organismo nacional, sólo por su clima ardiente, exuberante vegetación y ciénagas aledañas, no deja de ser una exageración monstruosa. Según el plano del rio, levantado por la casa Berger, la zona de inundación empieza abajo de Puerto Berrio y continúa hasta la costa atlántica. Su anchura varia desde cuatro kilómetros hasta treinta, que alcanza en Bodega Central. Su mayor extensión se encuentra en el bajo Cauca, entre este rio y el San Jorge. Toda esta zona mide unos diez y siete mil kilómetros cuadrados, lo cual es bien poco dada la superficie de la hoya hidrográfica. Con todo esto, a pesar de las malas condiciones higiénicas y dificultades en la navegación. existen caseríos y poblaciones que aumentan dia por dia en poblado y en movimiento comercial, tales como Girardot, Puerto Berrio, Barranca Bermeja, Puerto Wilches, Magangué y Calamar. Las tierras selváticas de Colombia son experl-

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mentalmente ttc1ecuadaspara la vida del hombre, con arreglo a sanas e higiénicas costumbres. Tomemos uno cie lo~ dimas más temidos .en el pais, el Chocó, y sin'n de ejemplo la que pude observar personalmente en dos poblaciones ribereñas del San Juan: Bebedó y Andngoya. La primera consta de unas cuantas casuchas construidas sobre pi!astras clavadas en el barro de la playa. Vivir en ese lugar es imposible, a causa de las chinches, la aglomeración de basuras y la cria de animales baja el piso mismo de las habitaciones. Recuerdo que la tarde que llegámos allí preferimos pernoctar en nuestra canoa amarrada a una isleta en la lnitad del rio. Andagoya, al contrario, fundada por una CO!llpafiia extranjera explotadora de platino, parece un pueblecillo de Long Island trasladado por arte de magia al corazón del trópico. De all1 se han desterrado la selva húmeda con su plaga de insectos, los barrizales fétidos y la vecindad del chiquero. En un espacio abierto, a manera de parque inglés, se levantan las casitas bIaneas, con galerias protegidas por malla de alambre y sombreadas por guásimos y palmeras. Lo mismo que pasa en Andagoya se observa en El Centro, hermoso y bell1simo caserio edificado por los americanos cerca de Barranca Bermej a; en la zona bananera de Santa M'arta y en otras partes de la república. El canal de Panamá hace veinticinco aflos era un paraje terrible, mortifero, reino de las fiebres malignas. En la actualidad es territorio limpio, sano, no sólo foco de actividades humanas sino lugar de recreo y esparcimiento. Los americanos, reyes de la higiene, no tendrán como deletéreo el

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clima del trópico, cuando han fundado alIi un sanatorio internacional adonde acuden millares de enfermos de las dos Américas y Europa. No debemos juzgar el trópico por la que parece ser, mucho menos por lo que fue en edades ante·· riores. "Hace cinco siglos", dice Guillermo Ferrero en su afamada obra Entre el pasado y el porvenir, "el hombre no conoela aún el planeta que Dios le habla asignado como morada. No sabía cómo era de grande, ni qué forma tenía, ni por quién estaba formado a poblado. Los océanos eran soledades salvajes, las ramas de la familia humana vivían aisladas. La humanidad se ignoraba", "En el siglo XV", continúa el ilustre historiador, "los europeos comienzan la explotación metódica de la tierra. Poco a poco la humanidad se. va encontrando. Esta conquista lenta durante 300 afios se acentúa en el siglo XIX, a medida que la civilización mecánica, cuantitativa y científica de occidente, invade los mares y las tierras con el vapor y la electricidad". La Amazonia es todavia un mundo desconocido. En Colombia aún tenemos un extenso territorio virgen e inhabitado entre el Caquetá y el Inirida, y hasta hace pocos afios el geógrafo americano Hamilton Rice exploró el rio Ajajú, la región de Iguaje y la mesa de Yambi, donde tiene sus fuentes el Inirlda. Las corrientes migratorias han buscado siempre su primer campo de acción en las tierras frias. En América, desde tiempo inmemorial, hl. población se agrupó en las altiplanicies de Anahuac, Bogotá, Quito, el Cuzco y Bolivia, y asimismo vemos, posteriormente, poblarse las praderas

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norteamericanas y las pampas argentinas. La zona tórrida se mira con recelo. La explicación de este fenómeno nos la da la sociologia. Toda fuerza en marcha busca la linea de menor resistencia. La vida, que es una fuerza, obedece a la misma ley y busca también la linea de menor resistencia, que es el clima. De acuerdo con este principiO el hombre escoge de preferencia y por instinto las zonas frias, en donde hay menos lucha. Para precaverse del frio le basta, o cubrirse de pieles, que fácilmente suministran los animales del monte, o cerrar la habitación y encender un leño en el hogar. El habitante del trópico, para librarse del calor, aligera sus vestidos y duerme al raso o abre de par en par las ventanas de su vivienda, dándole asi entrada a las enfermedades y a la muerte, puesto que se expone a cambios bruscos de temperatura y a la punzada de los insectos nocivos. Para vivir en el trópico se necesita un gesto de energia que es fuerza dinámica, mucho mayor. que el requerido para otras zonas. Hoy, con las naves aéreas, la telegrafía y telefonia sin hilos, con la salubridad e higiene, el trópico, inaccesible en el pasado, es dominio del presente y la gran reserva económica del porvenir. La América tropical no es un mundo incompleto y precario como la Australia; negro y hostil, como el Africa. Presén tase dotada de todos los climas posibles y enriquecida con una prodigiosa variedad de recursos y paisaj es, al modo de una sintesis perfecta.

ES MALA LA CALIDAD DE NUESTRAS TIERRAS? Se ha hablado de la mala calidad de nucslTrt tierra en general, y al efecto se han citado ccmo testigos a Luciano Febvre y a Pierre Denis, autor éste de la monografia de Colombia, publicada en la Geografía Universal que dirige Vidal de la Blache en Paris. Confieso que mi ignoranc5.a desconoce al señor Febvre; no he hallado sus obras, mas por la que de ellas se cita veo que limita sus observaciones al valle del Patia, a la hoya del Cesar y al Atrato, en las cuajes no hay, según él, sino selva y laterita (arcilla roja producida per la descomposición de las rocas antigua" bajo lu acción de las lluvias). No sé si el señor Pierre Denis haya estado en Colombia; en todo caso, él moldea sus opiniones por las del americano doctor Chapman. Al mencionar a este último puedo decir que piso en terreno firme. Conoci personalmente en Nueva York al doctor Chapman, sabio naturalista, uno de los directores del museo de historia natural de aquella ciudad. Allá hablé con él repetidas veces, a su regreso de Colombia, en donde viajó por tres años, dedicado a estudios de ornitologia. Del aspecto fisico del Chocó, su principal radio de acción, no hacía sino corroborar el concepto de Caldas y de todos los que han escrito sobre dicha comarca. "El Atrato", decia, "es un rio soberbio, via natural de una región que no aguarda sino el descuaje de la selva para contrarrestar la lluvia excesiva y permanente, propia de aquella zona de las calmas y convertirse en núcleo industrial. El valle del Cauca el" ''''1 parall)o~ la pw-

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vincia de Armenia es asombrosament0 fecunda"; y tanto de palabra como en sus escritos exaltaba la fertilidad del suelo, la virilidad y hombría de bien de las gentes con quienes estuvo en contacto durante sus excursiones. De manera, pues, que al citar a Febvre, a Denis y a Chapman, en determinada parte de sus obras, se escogieron nuestros malos climas y terrenos, O que se consideran como tales, a fin de calificar el conjunto. Es la mismo que si fuésemos a juzgar de la bondad del suelo de los Estados Unidos por las malas tierras de Nebraska y Arizona, el desierto de Alkali en Utah y los everglades de la Florida, o como si formásemos opinión de la feracidad de la tierra francesa por las landas del mediodía. LA CAPACIDAD VEGETAL En un lîbro publicado en Bogotá, no ha mucho tiempo, se compararon las pampas argentinas con las altiplanicies de la cordillera oriental. Sufrí entonces profunda amargura al ver cómo se consi

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