COMIDA EN MADRID Cronista: Santiago de Ossorno

Ayer se celebró la tradicional comida de bienvenida al otoño, en esta ocasión asistimos 16 pínfanos 16, algunos fallaron a última hora y a otros no les iba bien la fecha porque seguimos teniendo agendas repletas de actividad y compromisos, pero a la llamada de Suso Ansedes siempre responde bien el colectivo. Sobre las dos de la tarde fuimos llegando al punto de encuentro, algunos con una cervecita bebida en otra parte por haber llegado pronto y otros se la tomaron en barra para refrescar la espera; de los más puntuales Guillermo Ámez, nuestro animoso decano, esperando al pie del cañón a todos los comensales.

Pedro Sánchez Rivas, Suso Ansedes y Guillermo Ámez

Esta vez el restaurante elegido por nuestro presidente fue el Barandales, en su céntrico emplazamiento de la c/ Menorca, 31, en el que sirven cocina de León y Zamora; Lucas conoce bien la zona y siempre acierta; 5 primeros y 5 segundos a elegir uno de cada, lo matizo porque habiendo pínfanos por medio hay que aclarar este punto antes de empezar porque podríamos querer probarlos todos, para poder opinar por supuesto.

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Serafín García, Ernesto Ortega y Lucas de Mingo

Una vez distribuidos alrededor de la enorme mesa y ordenadas las comandas, enseguida atacamos a las patatas revolconas con huevo frito, a la ensalada de queso, al arroz caldoso de setas o a los crujientes de calabacín con jamón y setas, creo que ninguno optó por las lentejas, a lo que parece esas las tenemos muy vistas, esta vez se cumplió el refrán “si quieres las tomas y si no las dejas”, pues en el fogón se quedaron aunque debo reconocer que es uno de los platos que más me gustan.

Antonio Jiménez Correa y Miguel ángel Villarino

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¡Qué caras de felicidad comiendo!, a la vista de tan suculentos platos actuamos a la de tres con el mismo apetito de siempre, se juntaron el hambre y las ganas de comer como en nuestros tiempos mozos, en lo concerniente a la comida no hemos cambiado tanto, el buen yantar forma parte indivisible del ADN pinfanil.. El vino, si no recuerdo mal, era de alguna bodega de Los Arribes del Duero, estaba tan bueno que incluso lo bebimos a los postres, una tras otra fueron cayendo las botellas aunque repartiendo entre 16 la cosa no fue para tanto. Viendo ahora las fotos redescubro que era un tinto tempranillo de las bodegas Hacienda Zorita, yo no entiendo de vinos pero no hubo queja. Todavía con la sonrisa dibujada en los alegres rostros de los comensales, puede que el efecto del brebaje tuviera algo que ver en la escena descrita, empezaron a llegar los platos fuertes: solomillos rellenos, atunes a la plancha y entrecotes (o como se escriba) sobre cama de patatas panaderas, fueron recibidos entre ovaciones por el respetable como se merecían, aunque a estas alturas de la comida ya iba flojeando el secular apetito porque eran raciones abundantes. En los postres triunfó sobre todos el helado para bajar la comida; a los cafés no podía fallar la máxima española de uno distinto por comensal, apostaría que no se repitió ninguno, solo, con leche, cortado, descafeinado… será por variedad de oferta y por gustos, infusiones ni una, hasta ahí podríamos llegar.

Ceferino Quero y Vicente Torres

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Uno de los asistentes era Vicente Torres Cunill que ―para quién todavía no lo sepa, que alguno habrá― acaba de publicar una nueva versión de su libro “Vivencias de un pínfano” en el que cuenta, con gran estilo repleto de ironía, anécdotas de su paso por los internados y por el Sáhara. El año pasado los vendía en la Feria del Libro de Madrid pero éste ha optado por ponerlo más sencillo de adquirir para que ningún pínfano se quede sin su ejemplar, Vicente se ha liado la manta a la cabeza y los vende en El Corte Inglés a un precio de 19 euros. Sin duda un gasto asequible que se amortizará con el buen rato que pasarás con la lectura del libro, muchos se identificarán con lo que cuenta, pero mejor no digo más para no desvelar la trama. Entre medias muchas conversaciones de todo tipo, una de las más comentadas en general fue la relación entre el Patronato, el famoso PAHUET, y nuestra asociación que, como en cualquier matrimonio, parece pasar unos momentos delicados que no dudamos acabarán resolviéndose, en esto no hay divorcio posible, una vez que nos convertimos en pínfanos eso ya no hay goma ni Patronato que lo borre. En conversaciones cruzadas se contaban anécdotas y recuerdos divertidos, a los que estábamos sentados cerca de él nos encantó la contada por Rafael Palacios sobre una suplantación temporal de personalidad durante unos exámenes de Magisterio en Valladolid por parte de los estudiantes de Aviación, gente buena en Matemáticas.

Santiago de Ossorno y Rafael Palacios

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Preguntaba en alto Jorge Franco “¿quién va a escribir el libro del Bajo?”, debe saber que la pregunta no ha quedado en el aire, vamos a ver si es posible encontrar voluntarios que aporten fotos y nos cuenten sus experiencias en el Bajo, uno de ellos tendrá que ser el propio Franco que se sabe las mil y una historias de un colegio en el que ha pasado gran parte de su vida, la idea con él sería grabarle las conversaciones para que no se pierda ni una coma por el camino.

Jorge Franco, Rafael Belmar y Ramón Moralejo

Si alguien se anima a trabajar solo tiene que ponerse en contacto conmigo y vamos hablando del proyecto, sin duda sería un éxito conseguirlo; si para muchos Padrón fue uno de los buques insignia del CHOE, el Bajo fue otro de los importantes y tenemos la suerte, aunque ahora en otro formato, de que siga existiendo.

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Ceferino Quero, Vicente Torres y Vicente Sanz

A punto de terminar la segunda, o tercera según de quién hablemos, refacción del día echamos un rato divertido posando para las fotos que debían ilustrar esta crónica “fifty fifty” ―como dicen los anglos― mitad gastronómica y mitad de compañerismo resistente al paso del tiempo. Debe saberse que estas comidas están abiertas a todos los pínfanos que quieran sumarse a ellas, estate atento y no te pierdas la próxima.

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