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TEMAS SOCIALES 16, ENERO 1998 Boletín del Programa de Pobreza y Políticas Sociales de SUR
¿CÓMO INCIDIR EN UN DESARROLLO LOCAL INTEGRAL? La voz de los líderes barriales en un encuentro latinoamericano
Introducción Pensar, hoy, en las potencialidades de desarrollo de espacio local, conduce naturalmente a considerar la amplitud y diversidad de la participación de las mujeres. En los barrios, poblaciones y comunas, las mujeres están, actuando, desarrollando experiencias individuales y colectivas, construyendo el espacio urbano, develando conflictos de género. Ellas forman y consolidan organizaciones, se capacitan, muestran capacidad de ahorro, gestionan recursos y operan fondos rotatorios para la construcción de viviendas, se movilizan en situaciones de crisis, se coordinan con el municipio y con las ONG. Por largo tiempo ocultas para el mundo público, las organizaciones locales de mujeres han estado y están fuertemente vinculadas a las necesidades y problemas del territorio local. Hoy ya no constituye novedad la presencia comprometida de las mujeres en actividades y organizaciones dirigidas al mejoramiento de las condiciones de vida. Asimismo, en los últimos años en América Latina, se ha hecho común decir que las mujeres, además de cumplir múltiples roles, se destacan por asumir, tenazmente, la función de gestoras de iniciativas y proyectos locales y que en forma creciente las organizaciones —integradas y lideradas por mujeres— abren un espacio para hacer escuchar su voz en el espacio público loca. ¿Qué implica la mayoritaria y sostenida participación de las mujeres en las organizaciones barriales? ¿Cuál es su aporte específico al desarrollo local? Las repuestas a estas preguntas no son simples. Por una parte, se puede constatar el enorme peso que es para las mujeres líderes asumir un compromiso con su comunidad; por otra, se puede ver la gran potencialidad y riqueza que encierran sus experiencias y propuestas: ideas y acciones que muestran señales de búsqueda para un desarrollo local con mayor equidad. En los últimos años, la introducción del concepto "género" en la discusión en torno al desarrollo ha permitido a muchas personas, organizaciones sociales, e incluso a instituciones gubernamentales, desprenderse —en parte— de una mirada homogénea y fragmentaria al enfocar los problemas sociales. Se ha reconocido en mayor medida la existencia de diferentes construcciones culturales —de hombres y mujeres— como un desafío en el que todos y todas estamos involucrados. Una perspectiva de desarrollo local que incorpore una visión de género proporciona herramientas útiles para responder mejor a las necesidades específicas de mujeres y de hombres, al comprender y aceptar que las condiciones de pobreza y exclusión no están exclusivamente 1 determinadas por factores económicos. En un contexto de cambios —difíciles de generalizar—, que las mujeres líderes de los barrios debaten temas políticos, sociales y culturales presentes en el ámbito local. Desde sus organizaciones, las mujeres están promoviendo constantemente iniciativas que buscan influir en la definición y en la estrategia de políticas locales que permitan fomentar condiciones de mayor equidad. Una muestra de esto es el compromiso de las líderes barriales con el desafío de crear un espacio público en el cual las mujeres tengan voz e incidencia; desafío que implica grandes transformaciones en el ámbito personal y social.
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La problemática de género es una dimensión que cruza transversalmente los distintos actores sociales y temáticas de desarrollo. La experiencia cotidiana de las mujeres es distinta a la de los hombres, quienes perciben, acceden, usan el espacio local y la ciudad de manera diferente, aunque pertenezcan a la misma clase social, etnia o barrio (Massolo 1996).
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Una propuesta de desarrollo local integral y democrática no puede diseñarse y concretarse sobre la invisibilidad de los intereses de las mujeres, sobre la negación de sus necesidades y sus aportes. En este sentido, incluir una mirada de género en el desarrollo y participación local, hoy significa ir más allá de una visión enfocada en las limitaciones, en la subordinación de roles, en una imagen pasiva de las mujeres, introducir una mirada de género implica concebir a las mujeres y a los hombres como agentes activos que transforman su entorno y participan en forma democrática en la vida local.
1. Encuentro Latinoamericano de Líderes Barriales En la ciudad de Cochabamba, entre el 25 y 27 de junio de 1997, se realizó el Primer Encuentro Latinoamericano de Líderes Barriales, que congregó a 40 líderes de base, 25 representantes de 14 países de América Latina, y 15 representantes de Bolivia. Impulsado por la red Mujer y Hábitat de América Latina de HIC (Hábitat International Coalition) y organizado por la red HABITAT, El Alto Bolivia. Este Encuentro fue definido como una actividad de seguimiento de la Cumbre Urbana, Hábitat II, celebrada en Estambul en 1996. El objetivo central fue generar un espacio de intercambio y aprendizaje entre las gestoras populares del hábitat que les permita fortalecer su liderazgo, dando una perspectiva de género a su práctica cotidiana; e identificar problemas, posibles soluciones y estrategias para el trabajo local. Cuando se escucha a las mujeres participantes, una cosa es clara: su visión local es integral. Identifican y hacen referencia al hábitat como el ámbito en el cual transcurre la vida cotidiana tanto individual como colectiva. Por tanto, resulta complejo fragmentar las necesidades, estrategias y requerimientos presentes en el espacio local; hablar de los problemas de vivienda, de salud y de empleo, de la participación y articulación local con el municipio, de la identidad territorial, de mejoramiento de la calidad de vida urbana como temas no estrechamente vinculados. Una dirigente de Córdoba, Argentina, dijo en el Encuentro: Lo que quiero rescatar como un aprendizaje importante del Encuentro es que todo tiene que ver con el lugar donde vivimos, y que hábitat no es solo vivienda —yo antes creía que era solo eso—, sino que hábitat es salud, educación, participar, crecer intelectualmente, trabajo, etc.
La delegación de Bolivia subrayó: Entendemos por hábitat el espacio de territorio en el que transcurre nuestra vida cotidiana y en el que transcurrirá la vida de nuestros hijos; entonces el hábitat se refiere no sólo al espacio de vida de la generación actual, sino a la responsabilidad que tenemos de preservar este espacio de vida para las generaciones futuras.
Es en este contexto, cruzado por múltiples dimensiones y amplios intereses, que las mujeres líderes debatieron preocupaciones y propuestas en el Primer Encuentro Latinoamericano. Entre los temas principales podemos distinguir: •
El hábitat como espacio de la vivienda y los servicios.
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La influencia de la problemática de género en las organizaciones y con relación al poder local.
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El mejoramiento de las condiciones de ingreso y empleo.
2. Hábitat local: vivienda, infraestructura y servicios Un aspecto que se destacó en la discusión respecto al hábitat local, fue la influencia y la necesidad de mejorar las condiciones institucionales, jurídicas y legales, tanto para la acción de las organizaciones como para ampliar las posibilidades de acceso a la vivienda y a los servicios.
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En este sentido, resaltan las siguientes proposiciones: •
Plantear la creación de oficinas municipales de vivienda que actúen en forma asociada con las organizaciones, para facilitar el acceso al lote y al financiamiento de programas de vivienda popular.
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Fortalecer las organizaciones de base, con personería jurídica para elaborar, gestionar y ejecutar programas habitacionales.
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Impulsar una legislación que permita utilizar tierras no productivas, y así dar solución a las necesidades de acceso a la tierra de los sectores más necesitados.
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Exigir a los gobiernos la dictación de leyes y el cumplimiento de leyes existentes que aseguren el derecho a la propiedad de la vivienda tanto a hombres como a mujeres.
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Ejercer control y fiscalización, por parte de las organizaciones sociales, de las obras de infraestructura y equipamiento comunitario implementadas en los barrios.
Con relación a la calidad del hábitat, las mujeres de Bolivia proponen: •
Exigir y trabajar en la difusión de las leyes que facilitan la planificación y gestión del hábitat, tomando en cuenta las necesidades de todos los sujetos (hombres, mujeres, ancianos/as, jóvenes y niños/as), respetando la diversidad.
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Los sistemas de financiamiento y producción de la vivienda y servicios constituyeron temas importantes en la discusión de las líderes. Algunos países presentaron experiencias de construcción de viviendas en los cuales participaron organizaciones barriales, ONG, municipio y/o gobierno central.
Algunas de las ideas expresadas en el Encuentro fueron: •
A falta de condiciones de financiamiento adecuadas para los sectores populares, se plantea la demanda de subsidios por parte del Estado, y el acceso a créditos de bajos intereses.
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Impulsar la creación de un Banco Latinoamericano para financiamiento de la vivienda popular, con aportes de la Cooperación Internacional y de los gobiernos de la región.
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Es de interés de las organizaciones que se reconozcan los esfuerzos e inversiones previa que cada comunidad ha generado, en la lucha por tener una vivienda generalmente precaria y sin servicios básicos.
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Promover espacios de difusión masiva sobre el trabajo de mujeres en la producción del hábitat, a fin de lograr el reconocimiento familiar, de las comunidades de pobladores y de los gobiernos nacionales y locales.
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Exigir a los gobiernos mayores presupuestos para los servicios de salud y educación, como también un incremento en los niveles de gratuidad de estos servicios para una mejor atención a los sectores más empobrecidos.
El nivel de preocupación —y de conocimiento— de las líderes barriales sobre la calidad del hábitat queda de manifiesto en lo que dice la vicepresidenta de una Cooperativa de Vivienda que construyó casas con apoyo de la ONG, SEHAS, en Córdoba. Ella cuenta: Luego que construimos casas para los 180 socios que somos en Colinas del Cerro, nos empezamos a preocupar por la luz, el asfalto, la escuela, el teléfono, la basura, los jóvenes, los niños, la salud y las mujeres.
También hace presente la necesidad de participación en la definición del diseño de barrios y viviendas: Como construir y distribuir el espacio físico a nivel familiar y comunal lo deciden los hombres, sin considerar las necesidades y los intereses de las mujeres, pese a que nosotras administramos y trabajamos en los hogares.
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Un ejemplo de la alta y compleja participación de las mujeres en la provisión de servicios, es la 2 Asociación de Madres Comunitarias para una Colombia mejor. Allí se hacen evidentes los avances y los conflictos institucionales, organizacionales y de género. La líder representante de Madres Comunitarias enumera claramente los problemas, logros y propuestas de acción de la Asociación. Problemas: •
Ausencia de un salario digno, pues el que hemos recibido ni siquiera alcanza al mínimo legal.
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Ausencia de garantías completas sobre la seguridad social.
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Ausencia de préstamos suficientes para el mejoramiento de nuestra casa.
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Falta de facilidades y garantías de educación.
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Repartir tiempos y esfuerzos entre los diferentes roles de género que tenemos las Madres Comunitarias es complicado y a veces las taras comunitarias toman más del tiempo.
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Las Madres Comunitarias estamos muy mal remuneradas (actualmente no recibimos ni siquiera el salario mínimo legal para Colombia) y esa situación obstaculiza nuestra disposición y capacidad de organización.
Logros: •
El desarrollo personal, la autoestima y valoración individual son hoy en día diferentes.
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Hemos tejido espacios colectivos de reflexión e identidad social, donde aprendemos a mejorar la calidad de vida en pequeña escala.
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Hemos pasado de ser pobladores a ser ciudadanas conscientes de nuestros derechos y también de nuestras responsabilidades y de ello nos sentimos plenas. En 1989 conseguimos por primera vez la seguridad social.
Propuestas de acción: Es necesario conocer la organización y la lógica interna del sector público para identificar con quiénes negociamos y en torno a que aspectos. •
Desarrollar habilidades para la formulación de proyectos, de manea que cualifiquemos las propuestas, las cuales suponen una ampliación de la visión de la problemática social y de los grupos poblacionales que pretendemos representar.
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Es pertinente continuar con la divulgación y la profundización del ya formulado Plan de Desarrollo con Perspectiva de Género, presentado al Consejo Territorial de Planeación Distrital.
Una promotora de salud del barrio de Ayacucho, en Ecuador, habla de las contradicciones entre la participación de las mujeres en la consolidación física del barrio, sus precarias condiciones de vida y las posibilidades reales de acceso a la vivienda: Las mujeres en las invasiones de tierra o en los asentamientos de hecho han sido muy significativas desde el inicio de este proceso; sin embargo, ellas son las que menos acceso al crédito tienen, de parte del Gobierno y de los bancos. La población femenina de estos asentamientos es mayoritaria y entre ellas está un 60 por ciento de mujeres solas, madres solteras.
También profundiza en las desigualdades de género y en los aprendizajes experimentados por las mujeres en las organizaciones barriales: Las mujeres durante el paso de los años, hemos venido participando en el desarrollo barrial como hacedoras de las cosas; se nos ha delegado el liderazgo dentro de la acción de las obras sociales, como la salud, educación, cuidado infantil y gestión de la obtención de los 2
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Una madre Comunitaria es una mujer que atiende en su casa a 15 niños de la comunidad donde vive. Su quehacer toma parte del desarrollo de la política social del Estado colombiano. partir de 1989, las madres Comunitarias se organizaron en una asociación gremial llamada AMCOLOMBIA (Asociación de Madres Comunitarias por una Colombia Mejor). Actualmente existen en Colombia 75.000 Madres Comunitarias entre los distintos programas.
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servicios. Se cree que las mujeres lo podemos realizar por ser mujeres, sin tomarnos en cuenta en los cargos de dirección al interior de la organización barrial, en donde se decide el desarrollo del barrio.
La carencia de servicios sociales públicos de salud hace que las mujeres, con el trabajo desde este campo, hayamos ido poco a poco desarrollando un liderazgo que ha permitido darse una organización desde lo específico e ingresar a diferentes espacios de la sociedad, para desde ahí iniciar un proceso de inserción en otros espacios tanto del movimiento de mujeres, como de la gestión pública. La dirigenta de la Unión de Colonos Inquilinos y Solicitantes de Vivienda en Veracruz, México, muestra otra experiencia. Esta organización cuenta con 12 años de trabajo en la gestión del hábitat. Actualmente tiene presencia territorial en 27 colonias, las que se distribuyen en 9 municipios, beneficiando alrededor de 3.000 familias. La Unión ha definido que su estrategia es desarrollar propuestas alternativas e integrales que sirvan como modelos para el mejoramiento del hábitat de Veracruz. El trabajo llevado adelante por las organizaciones barriales en torno al hábitat abarcan múltiples aspectos de la vida local. Como lo describe la dirigenta de La Unión: Esta organización trabaja en el fortalecimiento de su trabajo en diversas dimensiones: el desarrollo humano, el espacio físico, la democracia social y el desarrollo institucional. La Unión ha elaborado el Plan Integral de Mejoramiento Urbano y Social que contempla cuatro programas de trabajo: Programa de Desarrollo Humano Alternativo, Programa Hábitat, Programa Democracia Social y Programa de Políticas Institucionales. Cada Uno contiene diversos proyectos que se instrumentan en las colonias donde se tiene presencia.
También en México, el Programa Hábitat ha elaborado el Proyecto de Desarrollo Urbano y Habitacional para la reserva territorial de Xalapa 2000, mediante el cual pretende ejecutar un modelo técnico y financiero alternativo, que permita a las familias tener mejores condiciones de ocupación en la Reserva. La dirigenta de Xalapa presenta los objetivos centrales del proyecto: •
Promover el desarrollo urbana y habitacional para la reserva a través de un proceso de autoconstrucción de vivienda.
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Consolidar la organización de la comunidad y la capacidad de ahorro, particularmente de las mujeres.
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Operar un Fondo Rotativo Sostenible con participación tripartita: ONG, UCIS-VR/comunidad, gobierno local, para financiar el proceso de construcción de vivienda progresiva.
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Operar un parque de materiales y entregar asesoría técnica para el proceso de autoconstrucción.
Actualmente, se pueden señalar los siguientes avances y perspectivas: •
La articulación entre una organización social y una ONG interesada en promover la producción social de vivienda, la transferencia de tecnología y la autoconstrucción.
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La construcción de una vivienda tipo, cuya propuesta técnica y financiera la consideráramos como alternativa para la población de la reserva y que responde a la inquietud de promover un hábitat sustentable.
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La puesta en marcha del proyecto piloto de autoconstrucción con un mecanismo financiero innovador, destacándose en este aspecto el papel de las mujeres.
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La gestión de recursos financieros en diferentes instancias nacionales e internacionales.
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Es importante resaltar que la organización a impulsado esta iniciativa en condiciones de crisis económica nacional.
La dirigenta de México concluye que: En las condiciones actuales en que se encuentra nuestro país, consideramos imperativo que las organizaciones sociales activen procesos de participación con propuestas que tiendan a superar la "inercia" en que el Estado a caído como consecuencia de la
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implantación del modelo neoliberal, que reduce el gasto social e inhibe en los hechos el ejercicio pleno de los derechos humanos, incluido el derecho a la vivienda.
En Santo Domingo, República Dominicana, la Junta Vecinal del Barrio San José es una muestra de la multiplicidad de acciones de mejoramiento llevado a cabo por las organizaciones territoriales. Esta Junta Vecinal ha implementado un trabajo dirigido hacia el arreglo de las calles, construcción de pozos y drenaje pluvial, mejoramiento y acondicionamiento de energía eléctrica, organización y reorientación de la comunidad, instalación de servicio de agua, lucha por el mejoramiento de las condiciones ambientales (seriamente deterioradas por la localización de fábrica de aceite, cervecerías, industrias molestas, etc.). La dirigenta de este barrio hace un balance positivo de la gestión de la Junta Vecinal: Hoy se puede decir que la comunidad de ayer no es la que tenemos hoy, pues hemos trabajado por una mejor dotación de servicios. También podemos contar como logros la valoración personal, la elevación del autoestima. Hoy no sólo reconocemos que podemos hacerlo bien, sino que también reclamamos el derecho a ser sujeto de la acción. Tomamos decisiones, aportamos nuestras ideas. Nos sentimos que somos alguien a la que hay que escuchar porque nuestras ideas son importantes. Hemos participado en los Foros Municipales para la Participación Ciudadana. Aquí hemos mejorado nuestros conocimientos y relaciones con las instituciones del Estado. Otro logro ha sido el que nuestra organización haya sido reconocida y tomada en cuenta a la hora de conformar la asociación de Juntas de Vecinos incorporadas de la zona Sudoeste de la ciudad de Santo Domingo.
Un caso que muestra la acción decidida de las organizaciones barriales es el Comité para la Defensa de los Derechos Barriales de Santo Domingo. El Comité nació en 1978, cuando una poderosa familia dominicana reclamó como propios los territorios donde se asientan los barrios de la zona norte de la ciudad de Santo Domingo. Ante el temor del desalojo, los habitantes ubicados en esta zona se organizaron. La dirigenta del Comité dice: Nacimos por la defensa de uno de los elementos fundamentales del hábitat, la tierra. En 18 años de funcionamiento, hemos llevado numerosas luchas con el fin de mejorar las condiciones de vida en los barrios. Lucha por impedir desalojos, lucha por el reconocimiento de los terrenos en que se levantan los barrios, jornadas de denuncia de la situación de la educación; protestas contra la corrupción, la venta y consumo de drogas; demandas por la mejora de las calles, luz, energía eléctrica, etc. Hoy, el Comité trabaja en 12 barrios de la capital y es un referente en otros barrios, zonas, al igual que en algunas regiones del país. Somos en el Comité el 75 por ciento de mujeres.
3. Género, organizaciones y poder local Las diferencias de roles entre hombres y mujeres; las contradicciones y demandas que las mujeres enfrentan en forma cotidiana; y la discriminación de género existentes en el ámbito público local, fueron temas fuertemente presentes en el Encuentro. Las líderes plantearon: •
Impulsar la capacitación y fortalecimiento de las organizaciones de mujeres para ejercer de mejor forma la defensa de los derechos individuales y colectivos.
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Promover y exigir políticas de educación y comunicación orientadas a la democratización del trabajo doméstico.
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Facilitar instancias y tiempo para que la mujer pueda asistir a cursos de nivelación escolar y capacitación alternativa. El objetivo es que la mujer ejerza sus derechos ciudadanos, y que a su vez cuente con el apoyo de servicios integrales (guarderías infantiles, etc.).
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Impulsar la existencia de escuelas de capacitación política y ciudadana de mujeres líderes barriales con proyección a cargos públicos.
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Apropiarse de la tecnología de las comunicaciones para el beneficio de las organizaciones sociales locales.
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La implementación de tareas y de métodos que permitan un cambio positivo no es sólo responsabilidad de las mujeres en el ámbito individual, sino de las organizaciones, instituciones locales y del Estado.
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Es necesaria la coordinación de las organizaciones barriales con otras organizaciones de la sociedad civil, para disminuir la manipulación partidaria y promover el desarrollo local.
Los "conflictos privados", se expresaron claramente. Una líder de Bolivia dijo: La mujer planifica su medio a partir de su experiencia y economía para proteger a su familia, juega un papel preponderante en la construcción de su hábitat y como líder afronta las críticas de ser buena madre o no, por el abandono parcial del hogar.
La dirigenta de un barrio de San Salvador planteó que la función de las mujeres en el territorio local: Debería orientarse hacia el rompimiento de las barreras de discriminación, consolidado liderazgos femeninos en el sistema político, interviniendo en el proceso de toma de decisiones, y desarrollando la solidaridad entre las mujeres.
Una joven de la Federación de Barrios Populares del Noroeste de Quito, contó su experiencia como dirigenta: Mi participación directa en una organización me ha permitido comprender de mejor manera mi papel dentro de mi sector y porque no decirlo dentro de mi país. Donde el rol de mujer queda aún relegado al hogar, pocas veces tiene oportunidad de desenvolverse en un trabajo, dejando a los hombres la participación en situaciones tan decisivas como la política.
Las dirigentas de Bolivia constataron que las Juntas Vecinales se han fortalecido; sin embargo, las mujeres no ocupan cargos con poder de decisión. Ellas aclararon que en su país aún no se valora ni se da credibilidad a los planteamientos de las mujeres líderes barriales: Para ser dirigentas debemos invertir mucho tiempo. Las mujeres estamos limitadas para acceder a las directivas porque no se comparten las responsabilidades en el hogar.
Una vez más, se pudo constatar las múltiples dificultades que afectan la participación de las mujeres. Ellas asumen mayoritariamente las tareas que demanda el progreso del territorio local. La líder de un Comité de Vivienda de San José, Costa Rica dijo: En nuestros comités de vivienda más del 90 por ciento son mujeres. Sin embargo, esto viene a incrementar la carga de trabajo y su agotamiento físico y mental. Revisando las cifras éstas muestran que del total de mujeres que conforman los comités, el 70 por ciento son responsables de la mantención del hogar. Cuando por razones de fuerza mayor no pueden asistir a las actividades del Comité, mandan a un(a) representante para estar enteradas de los asuntos y apoyar si es preciso.
Este alto grado de responsabilidad mostrada por las mujeres en las organizaciones, escasamente se expresa en una presencia significativa como líder en los ámbitos de decisión local. Tal es la experiencia de una dirigenta de un barrio de San Salvador: En mi ciudad, la participación de las mujeres ha estado alejada de las posiciones de lidegazgo; es común encontrarla a nivel de ejecutante o sumando presencia en las asambleas comunales.
Sin embargo —y a pesar de una realidad que muestra discriminaciones hacia la mujer— es fundamental señalar la mirada de valoración positiva que las mujeres tienen sobre las organizaciones y sobre el trabajo social con la comunidad, en el sentido de que ellas han ido abriendo y ampliando espacios trascendentes a la vida familiar y colectiva. La dirigenta de la Federación de Barrios Populares del Noroeste de Quito dijo: Las organizaciones constituyen una alternativa para el proceso de desarrollo de un país. En ellas, hombres y mujeres y niños buscan luchar por mejores expectativas de vida. Las mujeres son las que más directamente se vinculan a estos procesos ya sea por su constancia, tiempo o deseo de lucha.
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Una líder de Argentina expuso acerca del crecimiento de su experiencia al ser delegada de su barrio ante la UOBDS (Unión de Organizaciones de Base de Córdoba), que está conformada por más de 100 organizaciones sociales. Ella contó: Esta experiencia es muy importante en mi vida. Nosotros trabajamos para resolver problemas que tienen que ver con el hábitat, y también demandamos en forma organizada al gobierno para que cumpla lo que dice en la Constitución. En la Unión recibimos apoyo y asesoramiento de una ONG. Es importante tener una organización fuerte para poder pelear por los acuerdos que los gobiernos han firmado, como en Estambul. La UOBDS participó de esa Conferencia mundial y nosotras hemos discutido sobre eso.
Las mujeres de Bolivia presentes en el Encuentro hablaron sobre la necesidad de pasar el nivel de conocimiento, autonomía y capacidad de decisión de las organizaciones barriales: Nuestras organizaciones no logran fortalecer el desarrollo local y proponer una planificación del hábitat que considere las necesidades de hombres, mujeres, jóvenes, niños/as y ancianos. Falta de formación y de conocimiento de leyes, derechos, obligaciones y también mayor claridad para participar, sin esperar que nos impongan las cosas.
Durante la discusión, las mujeres igualmente expresaron los cambios ocurridos durante los últimos años en su visión acerca del trabajo que realizan. Manifestaron que ya no sólo se trata de incidir exclusivamente en la generación de mejores condiciones de vida para la familia y para la comunidad más cercana, sino que también aspiran —porque se sienten aludidas— a participar en el nivel comunal. Les interesa expandir su campo de acción y de propuesta, demanda de incorporación que constituye un gran desafío para los municipios. La líder de un Grupo de Mujeres en Construcción de Maracaibo, Venezuela, ilustró de la siguiente manera la motivación de participación de las mujeres. Todo nuestro quehacer lo proyectamos a nuestro medio. Ya no sólo queremos mejorar nuestro ámbito familiar; también queremos estar en el comunal, al cual estamos bastante ligadas. De esta manera se construye una cadena interminable, nuestro rango de acción y cobertura se amplía.
4. Mejoramiento de ingreso y empleo Con relación al ajuste estructural implementado en la región, en las discusiones del Encuentro se insistió en que la crisis de desempleo y subempleo afecta con mayor rigurosidad a las mujeres. Esto se evidencia principalmente en las restricciones de ofertas laborales; en las bajas remuneraciones, en el recargo de la jornada diaria de trabajo y en el aumento de trabajo social no remunerado. A estas malas condiciones de vida se suman las inadecuadas políticas de salud y educación, que tienden a acrecentar el esfuerzo físico y psíquico de las mujeres. Con relación a esta situación se acordó: •
Exigir difusión e información sobre los acuerdos sociales, económicos, laborales, jurídicos y urbanos de carácter internacional firmados por los gobiernos, y buscar mecanismos para exigir su cumplimiento.
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Eliminación de la discriminación laboral de la mujer; a igual trabajo igual salario.
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Impulsar la creación de microempresas y la búsqueda de alternativas de empleo en oficios no saturados (especialmente vinculados al sector construcción, carpintería, etc.).
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Insistir en el derecho de vivir en los barrios consolidados de la ciudad, en sectores que cuenten con infraestructura y equipamiento urbano.
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Difundir experiencias exitosas que muestren cómo enfrentar la crisis económica a través de una Red de Mujeres Líderes. Esta iniciativa surge como una del as decisiones de este Encuentro, con el objeto de darle continuidad al diálogo de las organizaciones barriales.
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La situación de crisis económica que afecta a numerosos países de la región ha inducido a las mujeres a salir no sólo de la casa, sino de la comunidad y de la ciudad en búsqueda de un trabajo remunerado que les permita mejorar la economía del hogar. En República Dominicana, las mujeres somos la población predominante en las zonas urbanas. Según datos oficiales, más del 50 por ciento de la población urbana somos mujeres. Esto se debe a múltiples factores, dentro de los cuales reconocemos la inmigración a las ciudades en busca de mejores condiciones de vida y de trabajo.
En este contexto de empobrecimiento, las organizaciones barriales han demostrado capacidad creativa y voluntad de implementar experiencias laborales que posibiliten elevar las condiciones de vida de las familias. Un ejemplo de innovación en el campo productivo es la experiencia llevada a cabo en Venezuela, específicamente en el Estado de Aragua. Allí un grupo de mujeres tuvo acceso— y otras comienzan a tenerlo —a nuevos espacios de formación y de desempeño laboral desde el año de 1995, cuando la Asociación Civil Portachuelo del Grupo Social Centro de Iniciativa de la Red Mujer y Hábitat en Venezuela (Cesap), inició el proyecto de creación de microempresas manejadas por mujeres en oficios no tradicionales. La dirigenta del grupo cuenta: Tomamos conciencia de que no somos sujetas pasivas; tan es así, que en nuestras actividades para mejorar nuestra calidad de vida se ha visto incluso la posibilidad de optar por un oficio no tradicional. Cuando hablo de oficios no tradicionales me refiero a aquellos que convencionalmente no asumimos las mujeres por ser culturalmente asignados al ejercicio masculino. Tal es el caso de la albañilería, electricidad, plomería, herrería, mecánica, refrigeración comercial e industrial, carpintería y otros. Actualmente contamos con 84 mujeres que se han formado en estas áreas. Asumimos estos oficios sin intención de desplazar a los hombres, sino por ejercer el derecho a tener igualdad de oportunidades y a poder elegir en este caso un trabajo, sin que nos impongamos fronteras, sin que nos excluyan.
Al escuchar la experiencia de estas nuevas prácticas, se pueden ver los esfuerzos de las organizaciones por incorporar a las mujeres en áreas productivas no tradicionales. El desempeño en nuevas áreas les permitiría a las mujeres optar por un mayor número de alternativas y, en consecuencia, construir espacios con mayor igualdad de oportunidades. Estas experiencias, además, muestran que se está generando en el terreno laboral, poco a poco, un cambio que podría contribuir a una mayor flexibilización en los roles y en las relaciones del género, cambio que ayuda a establecer condiciones socioeconómicas más equitativas para las mujeres. Un aspecto estrechamente vinculado a las condiciones laborales favorables para las mujeres es la adecuada localización de la vivienda, la provisión de servicios e infraestructura y el transporte. Las mujeres, como se ha constatado en numerosas ocasiones, no abandonan las tareas domésticas al añadir tareas remuneradas a su jornada. En las ciudades de América Latina, los procesos de urbanización han segregado los lugares de trabajo y las áreas poblacionales, impidiendo la compatibilidad entre el trabajo remunerado y el trabajo doméstico. A esta situación se agrega la implementación de políticas urbanas y habitacionales que muchas veces expulsan a las familias más pobres desde los barrios céntricos a la periferia carente de infraestructura y servicios. La dirigenta a la Cooperativa de Vivienda de Montevideo (Mujefa) mostró las diversas connotaciones que tiene para las mujeres de la Cooperativa el habitar en un barrio céntrico de la ciudad. Es imprescindible para nosotras vivir donde nuestros hijos concurren a guarderías y escuelas, cerca de donde se encuentran nuestros lugares de trabajo, para evitar así el gasto en transporte y en tiempo que le podemos dedicar a la familia.
El proyecto Mujefa fue elegido para integrar un Programa Piloto de Reciclaje Participativo y fue apoyado por el Municipio. Se hizo posible en una hermosa casa de la Ciudad Vieja de Monte-
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video. Allí se inició un largo proceso, aún abierto, que muestra nuevas posibilidades de mejoramiento en la vida urbana, habitacional, laboral y económica de las mujeres y sus familias. La dirigenta de Mujefa cuenta: Para completar el proceso de cambio nos estamos capacitando para emprender nuevos proyectos: queremos mejorar nuestros ingresos a través de la creación de microempresas. Ya algunas de las compañeras, en el proceso de la obra, se dedicaron a realizar las instalaciones sanitarias. Ellas van a completar su capacitación para crear su propia empresa de instalaciones sanitarias. Otras hemos decidido capacitarnos para tener nuestra empresa de animación de fiestas.
5. Participación y espacio local El espacio local emerge hoy como un lugar privilegiado para la expresión de los derechos ciudadanos, lugar en el cual se garantiza de mejor forma la diversidad de intereses de la gente. Así también, en América Latina, la descentralización del poder político y de la administración pública, son objetivos que en nuestros días suscriben en forma unánime actores políticos y sociales. En esta coyuntura se abre la posibilidad de que grupos cuya participación haya estado limitada en el pasado —entre los que se encuentran las mujeres— activa y creativamente conquisten, y asuman, un papel más predominante en la planificación y gestión local. Por otra parte, los espacios locales —barrios, poblaciones, municipios— son aquellos donde preferentemente las mujeres encuentran motivaciones para incorporarse a la esfera pública (Massolo 1996). Por tanto, el desarrollo local surge como una oportunidad privilegiada para la incorporación, acción y propuestas de las mujeres. Una dirigenta de Venezuela dijo: El esfuerzo, la actuación y las propuestas de las mujeres en los espacios locales, ha probado las capacidades de las mujeres y roto el mito de su supuesta pasividad. Es entonces que nos damos cuenta de que esa pasividad que nos asignaban se convierte en perseverancia para mejorar, por crecer, por estar presentes.
Sin embargo, J. Anderson (1992) ha advertido, con razón, que "el encierro comunal es peligrosamente cercano al encierro doméstico", si no constituye una vía de acceso para que las necesidades, demandas alcancen las políticas públicas globales. En esta sentido, es necesario subrayar que las políticas públicas no sólo constituyen actos administrativos emanados de un poder que identifica y prioriza necesidades, sino que también las políticas públicas son productos sociales elaborados al interior de un proyecto político, que a su vez incluye procesos mediante los cuales las demandas sociales se transforman en opciones políticas y en temas de decisión de las autoridades públicas (Guzmán 1995). Es desde esta visión que pensamos en la necesidad de incorporar el conocimiento y la cultura de las mujeres a una estrategia de desarrollo en que, a diferencia de lo que ocurre mayoritariamente en América Latina, las políticas y programas sociales no estén solo enfocadas a disminuir la pobreza, sino que contengan una propuesta de mayor equidad y ciudadanía. Impulsar una política integral de desarrollo, donde los niveles regionales, locales y vecinales se interconecten, requiere concebir comunas y barrios como territorios en los que es posible generar y fortalecer procesos culturales y de gestión que fomenten relaciones sociales —incluidas las de género— más igualitarias, y un desarrollo local más equitativo. Esta nueva dirección significa avanzar en un enfoque y en una práctica más integral. Se trata de pensar y actuar desee una visión multidimensional de los procesos de desarrollo.
Referencias Guzmán, V. Salazar R. 1995. "Los problemas de género en el debate de las políticas públicas. Como mejorar la gestión pública". Santiago: CIEPLAN/FLACSO.
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Massolo, A. 1996. "Querer y poder. La participación de las mujeres en organizaciones del movimiento urbano popular de México". Seminario: Asentamientos Humanos, Pobreza, Género. Santiago.
Olga Segovia M. Programa Gestión Urbana y Territorio, SUR
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