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EL EDIFICIO No existen palabras para expresar con precisión la sensación de belleza que transmite la Catedral de Segovia. Más allá de una Catedral, la de Segovia se convierte en un espacio universal dotado de la fuerza que procede de la claridad de sus proporciones, la amplitud de sus dimensiones y el orden de sus elementos. Sin lugar a dudas la luz, que es una luz especial en Segovia, confiere el aura de serena magia que se experimenta al recorrer las naves de la Catedral. Podríamos extendernos en su descripción para aproximarnos con nuestra imaginación a una somera percepción del espacio interior, pero presumimos que sería un ejercicio frustrado. Además, pensamos que con semejante introducción arquitectónica, tenemos ya de entrada “dos ventajas” para realizar el diseño de la exposición “El Árbol de la Vida”: En primer lugar un espacio contenedor: amplio, limpio, proporcionado y luminoso. Y en segundo lugar un espacio estructurado, organizado, jerarquizado y secuenciado.

Antes ya de considerar cualquier “idea novedosa para el montaje”, se nos plantea como primer punto el poder percibir la Catedral como un objeto arquitectónico único, con sus características especificas. Sin embargo existe un aspecto que sí deseamos modificar –al menos durante el montaje-. Nos referimos a la actual fragmentación de la zona central, generada por los condicionantes de los usos que a lo largo de la historia ha tenido la liturgia. Los diversos desniveles y elementos de la parte central de la Catedral dificultan la visión de la liturgia actual, en tanto que mantienen las estructuras de siglos anteriores. Las distintas rejas que cierran el altar mayor y el coro, la balaustrada del comulgatorio y la vía sacra, ocupan visualmente el espacio central de la Catedral y nos impiden apreciar

con claridad –sobre todo al visitante ocasional- la magnitud de esta zona. Además alteran la disposición formal de las estructuras del templo que se organizan para establecer un encadenamiento de percepciones que marcan el recorrido “devocional” en su interior, hacia el lugar donde se ofician los cultos. En la catedral de Segovia la direccionalidad del recorrido viene marcada por la forma de la planta, que da lugar a un recorrido de peregrinación a lo largo de las naves laterales y la girola, pero se pierde un aspecto importante del recorrido de los templos cristianos, el tránsito que se establece desde los pies hasta la cabecera, hasta el altar, lugar donde se ofician los cultos y, por tanto, punto donde el significado religioso alcanza su máxima expresión. En esta fragmentación del espacio, el presbiterio se percibe como algo secundario, lateral, pese a ser el lugar donde se sitúa el altar, que debe establecer la máxima jerarquización del templo. Se trata por tanto de recuperar la jerarquización religiosa del templo, marcada arquitectónicamente por la cúpula como eje del crucero y que, como señala Wölfflin, nos hace avanzar a lo largo de la nave del templo hasta colocarnos bajo su centro, llevados sin duda por el poder de su centralidad que establece un verdadero eje vertical, que llega a hacernos olvidar la propia direccionalidad y sentido del templo. Otras características del espacio de la Catedral merecen ser consideradas, dado que también nos van a aportar datos para el montaje expositivo de sus espacios. La consideración de los diferentes “valores” de los espacios del Templo, supone establecer unas “significaciones” determinadas que deben ser analizadas para concretar la solución del montaje expositivo: La unidad de la Capilla del Sagrario La riqueza ornamental, unida a la claridad espacial, confieren a esta capilla un aura especial que trasmite una elevación interior. Esta sensación puede ser aprovechada para reforzar algún aspecto del contenido temático de “El Árbol de la Vida”.

La individualidad de las capillas en la girola. Los espacios diferenciados que suponen las capillas en la girola parecen indicar ámbitos temáticos definidos. Zonas que a la vez que se encuentran integradas en un recorrido suponen pausas –remansos-, dentro del mismo. Esta característica será utilizada –como veremos posteriormente- para crear zonas monotemáticas, dentro del guión de la exposición. La potencia y la secuencia de las capillas de las naves El ritmo que imponen las amplias capillas con sus poderosos retablos a lo largo de las naves, nos sugiere una unidad dentro de cada zona –marcada por el ritmo de los elementos arquitectónicos- a su vez nos permite asignar a cada espacio un ámbito temático específico al igual que lo realizábamos en las capillas de la girola. La entrada. El atrio exterior de la catedral nos conduce a una entrada espaciosa en la que se pueden organizar con desenvoltura tanto las servidumbres propias de una exposición, como el ámbito de entrada al contenido ideológico. LAS CLAVES Unidas a las pistas que aporta el edificio –el contenedor-, tenemos las pautas que marca el guión, esto es, la estructura con la que se organiza el contenido religioso, lo que denominamos el contenido temático. No vamos a extendernos -por razones obviasen el guión, pero sí indicar -en el sentido que nos afecta al montaje- que estamos narrando, espacio en siete capítulos, la pasión de Jesucristo, que tradicionalmente se entiende en tres actos: pasión, muerte y resurrección. Estos capítulos tienen además de un sentido ideológico específico, dos características peculiares: una iconografía particular, y un espacio de desarrollo temporal concreto. Nos explicamos; la entrada en la ciudad, la mesa puesta y el jardín, se desarrollan en espacios definidos, concretos.

En el primer caso nos referimos a la entrada en Jerusalén; la entrada en la ciudad universal; la entrada en la catedral y la entrada en la exposición. Estas cuatro entradas se aglutinarán en una sola en nuestro montaje. En el segundo capítulo: la mesa puesta, estamos tratando de la casa, del hogar, del lugar de reunión y charla, de celebraciones íntimas y emotivas. También hablamos de un lugar concreto en el desarrollo de la pasión, de un lugar físico en la ubicación en la catedral y de un lugar ideológico en la secuencia del guión. En el tercero de nuestros capítulos: el jardín, nos encontramos con el huerto de los olivos, representando el lugar apartado, esto es, el espacio reducido y sereno, el lugar tranquilo, lugar de meditación y recogimiento Podríamos decir por lo tanto que la entrada en la ciudad, la casa y el huerto son espacios conocidos, de los que tenemos referencia, pero a su vez son espacios universales. Este mismo argumento de universalidad y concreción simultáneas, lo podemos extender al resto de los capítulos del guión, así, en el titulado “Ecce Homo”, nos movemos dentro de los espacios públicos de la ciudad, desde el palacio del gobernador –Pilatos-, hasta la plaza y las calles por donde se desarrolla el camino al calvario. En el denominado “El árbol plantado”, -que da título a toda la exposición- se hace referencia al monte Gólgota, al espacio elevado, al centro de la Catedral, el lugar, como hemos dicho, simbólicamente más representativo del templo, dominado arquitectónicamente, por el crucero de planta cuadrada, y la cúpula que le cubre, expresión de la belleza y perfección divina del templo.

De hecho en términos simbólicos la forma cuadrada está directamente relacionada con el propio principio de la arquitectura de los templos, por el que toda la arquitectura sagrada se reduce, en realidad, a la operación de la cuadratura del círculo, o transformación del círculo en cuadrado. Como señala Jean Hani, todo edificio sagrado es cósmico, al estar hecho a imitación del mundo, , que reproduce la estructura íntima matemática del universo. Este sentido simbólico de los espacios del templo nos lleva a situar, en el punto de mayor sentido simbólico de la Catedral, el símbolo de la iglesia católica: la cruz. La cruz expresada en el hecho de la crucifixión, el sacrificio de Cristo, pero también motivo místico y visible de la unión de cielo y tierra o la reconciliación del creador con su creación; es el centro de la historia de la salvación y por tanto simbólicamente también el centro del mundo. Para algunos autores, esta idea de centro del mundo y su traducción espacial como eje del mundo, está relacionada con la identificación del árbol de la vida con la cruz de Cristo: madero por donde efectivamente vino a los hombres la vida sobrenatural. Simbolismo que se expresa en el propio título de la exposición. Después de recorrer en primer lugar los espacios concretos y después los espacios públicos de nuestra historia, llegamos a los espacios emotivos, no por ello menos universales. El siguiente paso en el guión nos conduce al espacio íntimo del dolor de la madre que debe separarse del hijo y enterrarlo después de la muerte, a su soledad, al silencio del sepulcro y al dolor de los que le rodean; “Del regazo de la madre al regazo de la tierra”. Pero tambien es la metáfora del grano sepultado en la tierra durante la época de la siembra.Y del dolor solitario a la alegría de la vida. El grano da un fruto y este madura. La alegría comunitaria de la cosecha. Hay una pauta más que queremos comentar, la constituye una petición personal de Monseñor D. Luis Gutiérrez Martín, Obispo de Segovia, que es además también una petición de un gran número de personas. Se puede concretar en la siguiente frase: queremos ver también la Catedral. En este deseo hemos centrado el mayor de nuestros esfuerzos, incluso a costa de pecar de precavidos. ALGUNAS PISTAS SOBRE EL DISEÑO GRÁFICO Y LOS COLORES DE LA EXPOSICIÓN. Una cruz en plata -”La cruz de nudos”- sobre un fondo de tela roja y apoyada sobre una base negra, constituyen los recursos gráficos del cartel que anuncia la exposición y la base del concepto de color de la exposición. Una composición asimétrica en cuanto a lo colocación del tema central pero contrapesada en cuanto a las masas de color, aportan el ritmo variado pero equilibrado del cartel. Tres conceptos se funden en la misma imagen –como viene siendo habitual en las exposiciones de las Edades-, por un lado el título que concreta la idea; el guión; el marco expositivo. Título que corre paralelo a la cruz –el segundo de los conceptos- que sintetiza el contenido; las obras expuestas. Por último el fondo –la tela- representando el soporte, el montaje, la ambientación que apoya a los otros dos conceptos.

Tal como hemos indicado rojo, negro y plata son los colores del cartel y por excelencia los del montaje. Un negro manchado de rojo que representa el dolor humano, pero que a su vez constituye una elegante base expositiva y un adecuado contraste con la obra que soporta. El negro de introducción con el que se inicia la exposición, se torna a rojo en al capítulo V, para volver a un negro equilibrio en el capítulo VI, y terminar con la explosión de plata –en este caso constituida por la orfebrería que cierra la exposición- sobre las vitrinas negras, que están sobre el fondo oro del retablo de la capilla del Sacramento. No sólo este retablo está presente en el montaje, sino que existen otros siete que han sido incorporados el recorrido de la visita. Este fondo de oro, básicamente de los retablos, junto con la riqueza cromática que posee la catedral de Segovia en toda su magnífica rejería y su colorido pavimento, aportan variedad de tonos al espacio expositivo LOS RESULTADOS Con todos estos datos hay que comenzar el proceso de tomar decisiones. En primer lugar decidimos empezar por el final y optamos por concluir la exposición en la capilla del sacramento, dado que además coincide temáticamente con el capítulo VII que cierra el recorrido. Además, deseamos concluir dejando totalmente despejado el espacio bajo la cúpula final. Una plataforma continua, cubre los escalones que en la

actualidad separa el altar del resto del espacio, generando así un único espacio central y homogéneo bajo la ornamentada cúpula del Sacramento. Dos nichos, en los dos laterales longitudinales, son suficientes para determinar una gran vitrina entre ambos, sobre la que ubicamos las impresionantes custodias que forman parte del contenido del capítulo final. Cerramos el frente del espacio con un elemento a modo de vitrina curva de casi siete metros de longitud que contiene diez cálices representando la idea principal de la exposición y resumida en el título del último capítulo: Y el fruto maduró. Para alcanzar este espacio creamos un rampa que se desarrolla en toda la antecapilla, y que está flanqueada por dos bandas asimétricas de soportes expositivos con diferentes sentidos. A la izquierda según el desarrollo del recorrido, tenemos vitrinas modulares que contienen la obra que necesita ser protegida bajo vidrio, a la derecha unas bancadas crecientes en altura y anchura sirven de apoyo a elementos de dimensiones variopintas. A la entrada de este espacio hemos situado una puerta virtual formada por cuatro pilas bautismales –dos a cada lado- que necesitan ser atravesadas para alcanzar los espacios anteriormente descritos. Se hace evidente el sentido simbólico de tal ubicación. La siguiente decisión la tomamos sobre el espacio central del Templo, la idea básica “que se vea la Catedral”, ello nos sugiere poder recorrer como un elemento único desde el altar hasta el coro salvando los desniveles que existen como hemos indicado por requerimientos litúrgicos. Una plataforma continua, que necesariamente se desarrolla por encima del nivel de la vía sacra, cubre los aproximadamente 1.000 metros cuadrados de la zona central de la Catedral. El coro, la vía sacra y el altar mayor son ahora la zona en donde se desarrolla el grueso del capítulo “el árbol plantado”. Esta elevación requiere una subida, que es aprovechada conceptualmente para representar la subida al monte del calvario, el Gólgota universal. Una bancada irregular de cubos es el artificio que recuerda las irregularidades del monte Calvario, que constituye en la basa para las piezas y se convierte en el soporte de los paneles que ocupan el espacio central.

Existe sin embargo un nivel más elevado por encima de esta plataforma anteriormente creada. Nos viene impuesta por la necesidad física de salvar el desnivel de la balaustrada del comulgatorio y es utilizada por nosotros para ubicar uno de los aspectos específicos de la exposición que denominamos el ámbito románico, y que se ubica en una vitrina continua, que aunque permite una independencia del tema, se encuentra flanqueada por obras tan potentes que arropan la vitrina pero sin asignarle una relevancia dentro del capítulo. Como elemento de unión las dos plataformas se articulan mediante la bancada de soporte de uno de los pasos procesionales que forman parte de la exposición, el “Longinos”, permitiendo una altura variable de visión del paso y adquiriendo diferentes perspectivas del mismo. La percepción visual que el visitante recibe cuando al subir por la rampa del capítulo V gira a la izquierda y se encuentra dentro del espacio del presbiterio es tal, que no percibe que no hay –o que no ve- elementos del montaje. Enfrente, el paso procesional, a ambos lados cinco tallas de Cristo en la cruz, encima, en la bancada superior, la vitrina del ámbito románico y sobre este elemento, la sarga de mayor dimensión y más impactante de la exposición Todos esto se percibe de una sola vez y requiere tiempo para apreciarlo, por ello el soporte expositivo tiende a desaparecer –o al menos lo intenta-. Continuando el recorrido nos encontramos en el centro de la Catedral y en el centro de la exposición. Vemos que los paneles están girados respecto al eje central y ello nos permite varias posibilidades , en primer lugar una visón sesgada de toda la zona central y una visión global de toda la catedral. En segundo lugar, el leve giro nos marca un recorrido único –necesario en esta zona-, y en tercer lugar, nos independiza cada grupo escultórico mucho más que si se encontrasen alineados. Los cubos –que anteriormente hemos comentado- nos generan una flexibilidad del espacio, asignado a cada obra la distancia necesaria e independiente para su contemplación. En el coro, generamos una anécdota relevante, consistente en flanquear simétricamente, con las cruces procesionales, la cruz de nudos que da imagen al cartel. El mínimo soporte expositivo, en este caso consistente en vitrinas sin fondo que no oculten a la vista, tanto la visión de la sillería del coro como de la globalidad de este espacio. Continuando por este periplo desordenado en cuanto al recorrido físico de la exposición, pero secuenciado en cuanto a las claves del montaje, saltamos al espacio de entrada. Al capítulo primero. En este capítulo y a modo de prólogo apostamos por una idea escenográficamente muy sencilla pero eficaz. Consiste en incorporar al visitante en la obra que ve. En este caso, la entrada en la ciudad representada en un gran tapiz, se dispone sobre un fondo de espejo que hace que nuestro visitante forme parte del cortejo que acompaña a Jesús en su entrada en Jerusalén. Esta idea de incorporar al visitante, de implicar al espectador, pretende ser otra de las claves principales del montaje. Vamos a explicarlo expresándolo de una manera más rotunda: el montaje de la exposición El árbol de la vida pretende ser para el espectador un triple recorrido simultáneo, el recorrido por los lugares en los que la pasión de Jesucristo se desarrolla, el recorrido por los conceptos que el guión expresa y el recorrido por los espacios de la Catedral de Segovia.

Esto es, por una parte recorremos Jerusalén, entramos en el cenáculo, meditamos en el Huerto de los Olivos, subimos al Gólgota y desde el sepulcro, por la resurrección, entramos por la puerta del bautismo en un espacio final. Por otra parte sentimos el proceso de la pasión y resurrección. Y por último visitamos la Catedral convertida en ciudad. En este caso en nuestra ciudad que podríamos denominar La ciudad de la Pasión

En este sentido frente a la idea de un “complejo” religioso cerrado, con vida propia, como plantea Vidaurre Jofre para lo que son los monasterios: como conjunto unitario capaz de albergar la vida propia e independiente de la comunidad religiosa, vinculado al mundo rural. La catedral se entiende (o se entendía así hasta época bien reciente), como el centro de la vida religiosa de la ciudad, de lo urbano, en palabras de Víctor Nieto Alcaide, de una construcción ideológica de todo un sistema que reflejaba, en las concepciones en torno a Dios y lo sagrado. Y donde se encuentra la cátedra del obispo desde la que predica a sus diocesanos, como representación de la autoridad docente de la iglesia, y a quien corresponde impartir las enseñanzas en torno a Dios y lo sagrado.

Por ello se entiende la catedral como el centro cultural de la tradición cristiana en la ciudad, como una extensión física de sus calles y plazas, de su trazado urbano, donde presentar las creencias de la iglesia expresada en las “representaciones religiosas”, carácter que adquieren las imágenes religiosas desde Trento. Se trata en definitiva de convertir sus naves y capillas en calles por las que es posible transitar a lo largo de un recorrido, el que establece el guión de la exposición, en el que se expone el patrimonio de la Iglesia de Castilla y León relativo a la pasión, muerte y resurrección de Jesús. La exposición “El árbol de la vida” posee a su vez espacios temáticos individuales y guiños conceptuales. Nos encontraremos con una Capilla en la que sólo hay obra de Juan de Juni, con una zona central en la que existe un eje de piezas de Gregorio Fernández, con dos pasos relevantes enfrentados y alineados, con zonas en las que la obra versa sobre el mismo tema, etc..., En todos estas situaciones no se ha efectuado un tratamiento diferenciado, como el espectador descubrirá, exceptuando un matiz en el color de la capilla destinada como homenaje a los Zuloaga. Existen necesariamente, por último, elementos asignados al funcionamiento interno de la exposición, nos referimos al mobiliario que soporta las audio guías, la asistencia al visitante, los catálogos, etc.; incorporados al mobiliario de la entrada para no enturbiar contenidos, Y al final del recorrido asignando un espacio concreto pero visualmente presente, para tal uso. La exposición tiene un largo recorrido, son 1456 metros en los que se ubican más de trescientas obras. Por ello existen otros elementos de menor entidad que contribuyen a facilitar la visita. Nos referimos a los asientos que estratégicamente permitirán un leve descanso; a los elementos multimedia que apoyan en diversos aspectos la visita, y a los elementos gráficos que aclaran y explican ideas o situaciones. Como el lector conocerá, estas líneas están escritas antes de efectuar el montaje que describimos, por lo que puede existir alguna leve variación entre lo narrado y lo que se han encontrado en su visita a la exposición. Sabemos que esas variaciones son inevitables y que en cada caso mejoran el montaje; y que la validez de la información depende del contexto en que se encuentra y en que se comprende, y en este caso la más válida información la constituye la visita a la exposición, su recorrido y contemplación. Esperamos no haberles defraudado y, sobre todo, que disfruten visitándola – o leyendo el presente catálogo-, tanto como disfrutamos nosotros formando parte del amplio equipo que constituye las Edades del Hombre en cada ocasión que nos encuentra con ustedes.

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