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A m b . y Des., V o l . IV - N°s. 1 y 2: 67-72 Abril-Agosto 1988
Contaminación del mar y el futuro de la pesca en Chile JAIME CHIANG Facultad de Medicina, Universidad de Valparaíso ABSTRACT. This article refers to the importance that sea pollution has for human life. It discusses the main types of pollution, their sources, amounts and effects. It also analyzes the importance of oil, hydro-carbons, pesticides and metals. This is followed by a projection of the importance of sea pollution for fishing, given that because of its characteristics the Chilean sea is extremely productive. In terms of this, the article analyzes the economic repercussions of the loss of resources, the reduction in fish-catches, marketing and the action of pollutants.
Introducción Hace 15 años, 2.200 hombres de ciencia de todo el orbe, desde Menton, Francia, hicie-
ron oír su voz de alerta en un mensaje dirigido a todos los habitantes del mundo: "El destino final de la humanidad quizás dependa de la solución del problema de deterioro del medio ambiente, cuyas consecuencias a largo plazo comienzan a vislumbrarse". Sin embargo, todos estamos conscientes de que el problema de la contaminación y deterioro del medio ambiente es mucho más antiguo. De hecho, se puede afirmar que comenzó con la historia humana. Sin embargo, el crecimiento demográfico que se observa en los últimos tiempos, la
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aparición de grandes conglomerados humanos, la incesante actividad del hombre en su afán de arrancar de la tierra su riqueza y sobre todo la falta de una conciencia con sentido solidario y con visión de futuro han hecho que el problema hoy adquiera una urgente importancia. Ya en 1880, en Japón, una empresa minera de Ashio fue encontrada responsable de la muerte de peces en el río Watarase y de la inutilización de más de 200.000 hectáreas de arrozales, como también de numerosos casos de intoxicación de personas con sales de cobre. Más tarde, en 1956, en el mismo país, en la bahía de Minamata se presentaría un caso mucho más dramático. Numerosas personas, especialmente pescadores y sus familiares, que, por supuesto, tenían en los productos del mar su principal fuente de alimentos, comenzaron a sufrir, en forma epidémica, una misteriosa enfermedad que afectaba al sistema nervioso central, provocaba convulsiones y terminaba con la muerte por parálisis de 4 de 10 personas que la contraían. Entre las personas que sobrevivieron a la enfermedad, que posteriormente recibiera el nombre de "enfermedad de Minamata", los daños neurológicos sufridos normalmente se mostraron irreversibles. De los estudios efectuados se pudo concluir que este cuadro era producto de una intoxicación con pescado contaminado con derivados orgánicos de mercurio (metil mercurio). El mercurio provenía de una industria química que utilizaba dicho metal como catalizador y que, parcialmente, era vertido al mar a través de sus aguas de desechos. Este mercurio, inorgánico, a través de un proceso de metilación, en que participan microorganismos anaeróbicos, es transformado en metilmercurio, compuesto fuertemente tóxico. A fines de 1969 la enfermedad de Minamata había afectado a más de 120 personas, de las cuales 45 murieron. Este y otros hechos de trágicas consecuencias han motivado una especial preocupación por la contaminación del mar.
Contaminación marina: Tipos de contaminantes más importantes, fuentes, cantidades y efectos Las sugerencias que frecuentemente se formulan a fin de controlar la contaminación marina son dificultadas en su aplicación por la gran variedad de substancias que la provocan, su composición química y comportamiento, las fuentes y caminos por los que entran al medio marino, la índole y amplitud de sus efectos y la mayor o menor gravedad de la amenaza que plantean en el curso del tiempo. Algunos contaminantes conservan su integridad química durante años, décadas, incluso siglos; otros se tornan inofensivos en cuestión de horas o días. En algunos casos las fuentes de contaminación pueden ser localizadas; en otros el rastreo es sólo probable y, en otros, este resulta de hecho imposible. Algunas substancias, en función de su alta toxicidad, amenazan en forma evidente e inmediata al medio marino y a la salud humana; otras sólo son peligrosas por sus efectos acumulativos y a largo plazo. Por último, y quizás más preocupante, aún no se conoce con exactitud la peligrosidad de muchas de ellas. Por otro lado, el mar es un sistema tremendamente dinámico en que se hacen presente interdependencias que condicionan no sólo la calidad del agua sino que, al mismo tiempo, el efecto que puede tener un contaminante en un determinado momento. Frecuentes son los fenómenos de sinergismo o antagonismo en que el efecto total de más de un contaminante, actuando en forma simultánea, aparece mayor que la suma aritmética de los efectos de cada uno de ellos por separado; o por el contrario, esa misma suma aparece disminuida y donde la presencia de un contaminante pareciera eliminar el efecto de otro. En todo caso, y para fines de una mejor comprensión, definiremos como contaminación marina a "la introducción por el hombre, en el ambiente marino, de substancias de las cuales resultan efectos deletéreos, tales como perjuicios para los recursos vivientes, peligros para la salud humana,
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obstaculización de las actividades marítimas —incluida la pesca—, reducción de las cualidades útiles del agua de mar y disminución de las bellezas naturales". De los contaminantes marinos, el petróleo y los hidrocarburos son los que han recibido mayor atención internacional, tanto en lo político como en lo científico. Ya en 1953 se reconocía que, de todas las substancias extrañas que entran en el medio marino, el petróleo era una de las más destructivas para la vida acuática. No sólo una de las más dañinas, sino que también una de las más abundantes. Los hidrocarburos penetran en el medio ambiente marino por filtraciones submarinas naturales como también por la decadencia natural de las plantas marinas y la vida animal. Sin embargo, es la actividad humana la principal fuente de contaminación por petróleo, contaminación donde no juegan el papel más importante los derrames accidentales de petróleo que algunas veces impresionan nuestras retinas a través de las imágenes televisivas. De las más de cuatro millones de toneladas métricas que, se estima, entran anualmente al medio ambiente marino, menos del 10% provienen de fuentes accidentales. Frente a esta realidad, de por sí preocupante, tenemos lo que se acostumbra a denominar "operaciones normales" de los buques cisternas, los que a través de la práctica del lastrado, bombeo de sentinas y otras operaciones de limpieza, aportan del 50% del total del petróleo que se vierte en el mar. Esta es una práctica ilegal en la mayoría de los países, pero las leyes son difíciles de hacer cumplir. El 40% restante proviene de plataformas continentales, refinerías, plantas petroquímicas, etc. En cuanto a los efectos biológicos y físicos de la contaminación por petróleo, desafortunadamente nos quedamos con una imagen superficial de una masa negra que avanza inexorablemente, contaminando playas, cubriendo aves y provocándoles posteriormente la muerte. Sus efectos son mucho más complejos. El problema de la contaminación por petróleo puede considerarse en términos de efectos a corto y a largo plazo.
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Los efectos a corto plazo pertenecen a dos categorías, los causados por revestimiento y asfixia y los debidos a la toxicidad del petróleo. La película de petróleo que se extiende sobre la masa de agua puede disminuir hasta en un 90% la cantidad de luz que penetra a una profundidad de dos metros, afectando así la fotosíntesis en la vida vegetal marina. Esta misma película oleosa interfiere en la interfase agua-aire, impidiendo el normal intercambio de gases; disminuye, en consecuencia, la cantidad de oxígeno disuelto (OD) en el agua de mar y, por lo tanto, afecta la vida. Los efectos del petróleo sobre la vida vegetal a lo largo de las costas también es un tema de importancia. Las algas y l i quenes intermareales frecuentemente son destruidos debido a coberturas asfixiantes de petróleo. Una fracción importante del petróleo puede solubilizarse en el agua de mar y mostrar allí sus características toxicológicas. Los hidrocarburos saturados de bajo punto de ebullición, aun en bajas concentraciones, son capaces de producir anestesia y narcosis en una amplia gama de animales inferiores. A concentraciones elevadas son capaces de producir daño celular y muerte. Los hidrocarburos aromáticos de bajo punto de ebullición representan su fracción más peligrosa. Son más solubles en agua que los hidrocarburos saturados. Compuestos como benceno, tolueno y xileno son substancias muy venenosas, tanto para el hombre como para todos los organismos vivos. Los efectos a largo plazo y especialmente a bajas concentraciones de los componentes del petróleo sobre los sistemas vivos son hoy día áreas preocupantes. Muchos procesos biológicos importantes para la supervivencia de la vida marina se ven condicionados por concentraciones extremadamente bajas de mensajeros químicos en el agua de mar. Así, por ejemplo, los depredadores marinos son atraídos hacia sus presas por compuestos orgánicos presentes en el agua. Atracciones y repulsiones químicas similares desempeñan im-
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portantes papeles en procesos de búsqueda de alimentos, huida de depredadores, localización de hábitats y atracción sexual. Hay razones para creer que algunos compuestos del petróleo contaminante interfieren en estos procesos, bloqueando los receptores gustativos de los organismos o simulando los estímulos naturales, lo que conduce a falsas respuestas por parte de aquéllos. Tales interferencias podrían tener efectos desastrosos sobre la superviviencia de algunas especies marinas. La cadena trófica llega finalmente hasta el hombre. Ello representa la posibilidad de que el mal sabor de los productos del mar contaminados con petróleo los haga poco apetecibles o, lo que es peor, substancias fuertemente tóxicas en concentraciones suficientemente bajas como para no poder ser detectadas por el gusto, lleguen al hombre y provoquen en él daños irreparables. Los plaguicidas constituyen una clase importante de contaminantes marinos, pues incluyen una amplia diversidad de substancias de distintas composiciones químicas y que afectan a organismos de diferentes órdenes. Si bien se ha dado mucha publicidad al daño que causan al ambiente marino, los compuestos organoclorados (DDT y otros) y bifenil policlorados (BPC), no siempre se tiene suficiente claridad respecto de los caminos que éstos recorren para llegar finalmente al mar. Sabemos que éstos se usan abundantemente, especialmente en la agricultura, ya sea como insecticidas, fungicidas y plaguicidas específicos (rodenticidas, moluscicidas y nematocidas). Son cientos los compuestos que se usan y miles las formulaciones. El medio más común de aplicación suele ser la pulverización en gran escala desde el aire. Del material pulverizado, normalmente menos del 50% llega a la zona prevista. Gran parte del resto llega finalmente al mar, donde puede concentrarse formando manchas superficiales o en los mismos organismos marinos. Los hidrocarburos clorados como el DDT, lindano, aldrín, dieldrín, heptacloro y muchos otros no se metabolizan fácilmente y son solubles en grasas.
Estas dos características los hacen especialmente peligrosos, puesto que pueden mantener durante largo tiempo sus propiedades toxicológicas y, por otro lado, bioconcentrarse en las partes grasas de los peces y moluscos hasta niveles que pudieran ser dañinos al ser humano. Numerosos son los estudios que han mostrado los efectos dañinos de los plaguicidas en animales superiores. También se ha visto que los peces presentan respuestas hacia los pesticidas. Así, por ejemplo, se ha podido comprobar que el DDT puede inducir en ellos: cambios en el comportamiento que conducen a problemas de reproducción, afectar la tasa de mortalidad de los jóvenes, ser directamente tóxico para algunas especies y, por último, acumularse en los tejidos corporales hasta el punto de que su consumo podría ser peligroso para el ser humano. A este respecto, es importante hacer presente que en este país hace un par de años se ha prohibido no sólo la importación de DDT (prohibición que había sido decretada con anterioridad), sino que también su comercialización y uso. Desafortunadamente pareciera que, a pesar de la legislación existente, el uso del DDT no ha sido totalmente discontinuado. Los metales se cuentan entre los materiales más útiles que se conocen. Fueron los primeros elementos que conocieron los seres humanos y han desempeñado papeles importantes en el desarrollo de la civilización. En el proceso de utilización de los metales, desde la explotación de las minas pasando luego por la fusión y refinación de los mismos, en el transcurso de su empleo es donde están sujetos a corrosión y desgaste; parte importante de estos elementos pasan al ambiente. En algunos casos su uso implica una liberación directa del mismo, como en ciertos fungicidas que contienen mercurio o los aditivos de la gasolina constituidos por tetraetilo de plomo. Además del uso directo, otras actividades humanas causan contaminación ambiental por metales. Entre éstas se cuenta
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especialmente el uso de combustibles fósiles como el carbón. A pesar de la variedad de fuentes, una gran parte de los contaminantes metálicos llegan finalmente al mar. Los metales pesados que entran al medio ambiente marino sufren una serie de transformaciones que incluyen procesos químicos, físicos y biológicos. Son varias las razones que explican la especial preocupación con que hoy se mira la contaminación marina por acción de los metales. A diferencia de los contaminantes orgánicos, los metales no pueden degradarse ni biológica ni químicamente en la naturaleza. Los compuestos que contienen metales pueden alterarse, pero los metales indeseables aún permanecen. En algunos casos tales reacciones conducen a formas más tóxicas del metal, y el mercurio es un ejemplo de ello. La estabilidad de ellos también deja que sean transferidos a distancias considerables, tanto por el aire como por el agua. Uno de los resultados más graves de su persistencia es la amplificación biológica de los metales en las cadenas tróficas. Como consecuencia de este proceso, los niveles de metales en los miembros superiores de la cadena pueden alcanzar valores muchas veces superiores a los que se encuentran en el aire o en el agua. Ello puede hacer que muchas plantas o animales lleguen a constituir un peligro para la salud al usarse como alimento. Se han acumulado considerables pruebas para demostrar que los metales pesados significan una amenaza para la salud humana cuando se ingieren en cantidades suficientes. Desde un punto de vista toxicológico los metales pesados de mayor trascendencia son: mercurio, plomo, cadmio, cobre, cromo, zinc y antimonio. Es interesante hacer presente que las áreas que el hombre utiliza para obtener sus alimentos son generalmente las mismas donde se descargan todos los desechos de sus actividades. El caso especial que nos concierne son las zonas estuarinas y cos-
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teras, áreas que proveen la mayor parte de los alimentos marinos utilizados por el hombre. La contaminación de alimentos marinos por mercurio, ya mencionada, ha sido tal vez el caso más dramático sobre el peligro potencial de los metales pesados en el ambiente acuático.
Pesca y contaminación marina Es evidente la importancia que tiene para Chile la actividad pesquera. Desde un punto de vista de productividad, nuestra costa es especialmente privilegiada. Por un lado su extensión (4.270 km) y, por otro, el sistema de corrientes imperantes, sumado a una fuerte actividad de surgencias, genera índices de productividad hidrobiológica que se encuentran entre las más altas del mundo. Este hecho, como también el fuerte aumento que ha experimentado el desembarco de pescados, crustáceos y moluscos en los últimos años y su proyección futura nos hace comprender la importancia que puede tener el mayor o menor grado de contaminación marina que puede caracterizar a nuestro extenso litoral. La calidad de nuestra pesquería depende, en buena parte, de la calidad del agua en la cual se desarrolla. La repercusión económica que los contaminantes han tenido sobre la pesca se puede analizar en función de al menos tres puntos de vista: pérdida de recursos pesqueros, reducción de las capturas y pérdidas en la comercialización de las mismas. El impacto que los metales pesados han tenido, como contaminantes, sobre la industria pesquera, podemos relacionarlo con las crecientes dificultades surgidas a raíz de regulaciones cada vez más estrictas sobre los niveles aceptables de metales pesados en las capturas. Para nosotros esto es una advertencia. De hecho, tengo entendido que ya hemos sufrido en nuestra industria pesquera el rigor de estas regulaciones. Sin embargo, no creo que nuestra reacción debería ser con-
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secuencia sólo como defensa a intereses económicos. Estoy convencido de que en el campo de la contaminación ambiental hay en juego otros valores más trascendentes, que nos hablan de la necesidad de un mundo futuro donde puedan vivir y desarrollarse, ser felices en su peregrinar terreno, muchas generaciones, innumerables. Esa es nuestra responsabilidad.
Por último, quisiera agradecer y felicitar al CIPMA por la feliz iniciativa que ha tenido y que se ha materializado en un encuentro de empresarios e investigadores donde, usando un lenguaje directo y franco, pareciera comenzar el establecimiento de mecanismos de intercambio y cooperación entre ambos sectores, con miras a la conservación del medio ambiente.