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COSMOVISIONES SOBRE LA TIERRA P. Félix de Lama, cmf
COSMIVISION BIBLICA ¿Es el judeocristianismo el responsable del espíritu depredador y destructor de occidente sobre el medio ambiente? Esta es una acusación que se ha hecho con frecuencia basada en el versículo 28 del capítulo 1 del Génesis: “multiplíquense, llenen la tierra y domínenla”. Pero tenemos que tener cuidado. La Biblia hay que leerla con el mismo Espíritu con el que fue escrita. Muchas veces, a lo largo de la Historia, la Biblia ha sido leída con otro espíritu distinto, desde intereses ajenos a los que fue escrita. De hecho, en Occidente los detentadores del poder y del dinero se apropiaron del significado de la Biblia y lo distorsionaron: es el caso relativo a los pobres (Dios quiere que haya ricos y pobres, resignación), la mujer (subordinada al varón), la propiedad privada y este de la Tierra. 1. ¿Qué dice Gen 1? La frase de Génesis 1, 28 suele traducirse como: “multiplíquense, llenen la tierra y domínenla”. Hay que tener en cuenta que el verbo hebreo kabash significa poner el pie, y tiene la misma ambigüedad en hebreo que en castellano: puede referirse a poblar o habitar, y puede significar también dominar en sentido humillante. No tiene las mismas connotaciones decir: “…cuando el ser humano puso el pie, por primera vez, en el istmo panameño” que decir “…cuando los gringos pusieron el pie, por primera vez, en el istmo panameño”. Ese “poner el pie” resuena dentro de nosotros de diferente manera. La inculturación del cristianismo en el mundo cultural grecorromano permitió la expansión y consolidación de la iglesia por toda Europa, pero tuvo también que pagar un precio. Toda cultura tienes sus límites y sus posibilidades. Y la cultura y filosofía grecolatina impuso sus límites al pensamiento bíblico. Además, si consideramos este versículo del Génesis no como un texto aislado, sino en el conjunto del mensaje bíblico sobre la tierra veremos que no podemos aceptar esta interpretación. 2. La mentalidad del Antiguo Testamento El Antiguo Testamento insiste una y otra vez en que la tierra no es del hombre, sino de Dios: “Del Señor es la tierra y toda su plenitud”. El ser humano ha recibido la tierra pero es responsable de ella ante su Creador y dueño. De ahí la imposibilidad de enajenarla y la institución del año sabático para que las tierras volvieran a sus dueños originales. De ahí la práctica del descanso de la tierra cada siete años, que es todo lo contrario de nuestros cultivos intensivos y extensivos que exprimen a la tierra: “no venderán a perpetuidad y sin
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limitación la tierra, porque la tierra es mía y ustedes son como extranjeros y criados en mi propiedad” (Lev 25,23). La tierra, pues, no es del hombre y éste es responsable de ella ante Dios. La ha recibido como un regalo (“el cielo pertenece al Señor, la tierra se la ha dado a los hombres”, salmo 113). “Del Señor es el mundo entero, con todo lo que hay en él. Con todo lo que en él vive”, dice el Salmo 24. Dios presta la tierra al pueblo para que la administre. Esto supone para el pueblo el no poder disponer de la tierra según le complazca; tiene el deber de trabajarla y vivir en ella en armonía. Dios regala la tierra de Canaán a los pobres del Éxodo liberados del poder faraónico. Por eso, el antiguo Israel no conoce la propiedad privada e individual de la tierra, sino la propiedad comunitaria y familiar, al igual que otras sociedades campesinas. Tenía una legislación seria de dejar que la tierra reposara para que no perdiera su vitalidad: “Durante seis años sembrarás tu tierra y recogerás su cosecha. Pero el séptimo la dejarás descansar, para que allí encuentren comida los pobres de tu pueblo, y lo que quede lo coman las fieras del campo. Lo mismo harás con tus viñas y tus olivos”(Ex 23, 10-11); “El Señor dijo a Moisés en la montaña del Sinaí: - Di a los israelitas: Cuando hayan entrado en la tierra que yo les voy a dar, ésta gozará de un tiempo de descanso en honor del Señor. Durante seis años sembrarás tu campo, podarás tu viña y recogerás tus frutos, pero el séptimo año será año de descanso absoluto para la tierra en honor del Señor; no sembrarás tu campo, no podarás tu viña, no cosecharas el trigo que haya crecido espontáneamente ni recogerás las uvas de las viñas que no cultivaste; será un año de descanso para la tierra. Lo que produzca la tierra durante el descanso les servirá de comida a ti, a tu siervo, a tu sierva, al jornalero y al extranjero que viven contigo. Los productos de la tierra servirán igualmente de comida a tu ganado y a los animales salvajes”(Lv 25, 1-7). Se tenía que practicar la justicia social (Lv 25); Dt 15, 1-19), tanto en la distribución como en el goce de los frutos de la tierra, ya que los pobres tenían derechos sobre ambos (Dt 24, 19-22). Se condena explícitamente la acumulación.
Con lo que Dios nos regala no podemos hacer lo que nos dé la gana, El es el dueño y debemos sacar de ello “lo justo”. Esto está también presente en la narración del maná en el desierto: “…que cada uno recoja según lo que necesite para comer”(Ex 16, 16), “que nadie guarde para mañana” (Ex 16, 19). Comer y regocijarse en la tierra La tierra es la meta de la marcha de Israel por el desierto, es el lugar donde el pueblo «comerá y se regocijará ante el Señor». El tema del gozoso y feliz comer en la tierra que Dios ha concedido está íntimamente unido a la idea del banquete como expresión de la plenitud de la salvación.
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En el Deuteronomio, el objetivo de la marcha de Moisés con el pueblo hacia la tierra prometida consiste en heredar las bendiciones de la alianza con los profetas, resumidas en el «comer y regocijarse» ante el Señor. Lo primero que se hace, al entrar en la tierra, es escribir la Ley en unas piedras levantadas en el monte Ebal y ofrecer sacrificios de comunión a Yahvéh: «Allí también inmolarás sacrificios de comunión, los comerás y te regocijarás (euphranthésé) ante el Señor tu Dios» (Dt 27,7). La tierra se describe repetidamente diciendo que «mana leche y miel» (Dt 6,3; 8,8; 11,9; 26,9-10.15; 27,3; 31,20; 32,13-14). En la sección central del libro aparecen varias veces unidos el comer y el regocijarse en la tierra y, concretamente, en el Templo (Dt 12,7.15.18; 14,23.26; 15,20; 16,3. 7-8; 18,1.8; 26,11-12). Es importante subrayar que este alegrarse o regocijarse (euphrainó) está relacionado con un banquete festivo. La gran obligación en la tierra es compartir y comer con el pobre, el levita y el extranjero (Dt 14,28-29; 26,12). La consumación del éxodo de Israel es comer los primeros frutos en las casas/familias, con los levitas y forasteros, ante el Señor, en el lugar que él ha elegido. El desobedecer la voz de Dios se simboliza como un «comer y regocijarse» pervertido (31,20; 8,11-12; 32,15). El que Dios diera la tierra de Canaán a su pueblo era como una parábola de que Él da el planeta tierra a la humanidad, y para los mismos fines. Si el hombre destruyera este regalo, él sería el único o el más perjudicado. Por eso el hombre necesita mantener juntas la conciencia de su plenitud y de su pequeñez, para aprender a tratar la tierra. Esto es lo que expresa el salmo 8, que también ha sido cuestionado críticamente desde la conciencia ecologista: “¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es nombre en toda la tierra! Tú majestad se levanta por encima de los cielos. De la boca de los niños de pecho, levantas una fortaleza frente a tus adversarios, para hacer callar al enemigo y al rebelde. Al ver el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para que cuides de él? Lo hiciste apenas inferior a un Dios, coronándolo de gloria y esplendor; le diste poder sobre las obras de tus manos, todo lo pusiste bajo sus pies: rebaños y ganados, todos juntos, y aun las bestias salvajes; 3
los pájaros del cielo, los peces del mar y todo cuanto surca las sendas de los mares. ¡Señor, Dios nuestro, que admirable es tu nombre en toda la tierra!” El salmo es un canto a la grandeza del hombre. “le diste el mando sobre las obras de tus manos” etc. Pero es una grandeza que brota agradecida desde la conciencia de su pequeñez: “¿qué es el hombre para que te acuerdes de él?”. Lo que me parece es que al eliminar a Dios, todos los elementos de la dualidad humana (grandeza – pequeñez, etc), se reducen a uno solo. Y así es como nos abocamos al desastre. Nabot mártir de la tierra: “Respondió Nabot a Ajab: «Que Yahvé me libre de cederte la herencia de mis padres” (I Reyes 21,3).
COSMOVISION INDÍGENA En este punto, nos centraremos más en la cosmovisión kuna, por ser la que más conocemos. En la vida, cultura y religión kuna la tierra es un tema central. Toda la experiencia cultural y religiosa del pueblo kuna está asentada en una íntima relación con la Madre Tierra. Es tan importante, que son innumerables los nombres con los que se la mencionan, designando cada uno de ellos sus cualidades o el momento de su desarrollo. La Madre Tierra es el hilo conductor de todos los relatos del Bab Igala. Baba y Nana crean la Madre Tierra en un proceso progresivo semejante al crecimiento y maduración de una mujer. En ese proceso amoroso de creación de la Madre Tierra se iba definiendo nuestros espíritus y formando nuestra propia identidad. A medida que Nana Ologwadule se iba completando, nuestros espíriotus iban tomando su forma, definiéndose al ritmo de ella. Porque gracias a ella seríamos seres humanos: desde ella nos definimos (relato de Ologwadule). La tierra es el principio de la vida; ella representa a la mujer que concibe, gesta y da a luz. De este modo, surge nuestra comprensión de la tierra como la Gran Madre. De la misma manera que ella lo genera todo y crea las condiciones apropiadas para la vida, también lo acoge todo y lo recoge to en su seno. Al morir, retornamos a ella, regresamos a su generoso y fecundo útero Estamos hechos para dejar nuestra sangre mezclada con la de nabgwana. 4
Estamos sobre ella nos acogerá en su seno y, entonces, nuestra sangre volverá a formar parte de su sangre. Ella recogerá nuestros cabllos, nuestros huesos, y los acariciará en su seno… De allí surgimos y allá volveremos como parte de ella (relato de Ner Sibu). Estamos tan estrechamente unidos a Nana Ologwadule que podemos decir que somos “tierra”, pues hemos sido formados con la mejor arcilla, a partir de ella tomó forma nuestro “burba” y a ella volvemos cuando morimos. Tenemos en nuestro cuerpo, en nuestra sangre, los elementos de la tierra y, por eso, no podemos ubicarnos ante ella como ante un objeto extraño y sin vida. Para cuidar a Ologwadule, Baba y Nana tenían que buscar a alguien que tuviera los sentimientos suyos, el espíritu de ellos. Baba buscó la mejor arcilla, el corazón de la arcilla, la arcilla roja, la arcilla blanca, la arcilla parda. Ocho tipos de arcilla. El varón debía tener el espíritu de Baba, el espíritu de Nana. La mujer debía tener el espíritu de Nana, el espíritu de Baba (relato de Biler y Bursob). Baba y Nana nos crearon con el propósito de ser guardianes de la tierra: proteger, hacer productiva y defender la tierra. Baba y Nana nos han llamado a la vida para cuidar de ella, hacerla habitable para todos, conservarla en armonía y belleza. Olonaikabaler y Olonailasob…eran los guardianes de la madre Tierra y eran partes de ella misma. Baba y Nana les procuraron su espíritu… Ellos tenían que defender y proteger la tierra. Tenían que cuidar y hacer producir a esta Madre Tierra. Tenían que contribuir a establecer la armonía entre todo lo creado por Baba y por Nana. Que ninguno robara el terreno de otro; que ninguno fuera más que otro, o menos que otro (relato de Biler y Bursob). La realidad de la Madre es tan fuerte que el lenguaje con simbolismo sexual lo impregna todo: cada día estamos jalando de las tetas de la madre los 8 tipos de leche, el trabajo es vestir el cuerpo de la madre (pero puede convertirse en manoseo de las piernas de la Madre hasta su violación), el arco iris es la menstruación de la madre (signo de que la madre está viva), etc. Cuidar de la Madre Tierra es cuidar de los hermanos y hermanas, es procurar que a nadie le falte nada de lo necesario, es protegernos mutuamente. Esta es la manera de mantener joven la Madre Tierra. Dada Galibe continuaba recordando los compromisos para con la Madre Tierra, pero ya nadie lo escuchaba. Galibe decía: “Estas cosas que utilizamos, esos animales que nos sirven para comer, todas esas colinas, no son nuestros. Baba no los hizo para que nos adueñáramos de ellos. Baba nos dejó para cuidarlos. Y cuidar las cosas es compartir con todos los hermanos; es no permitir que unos tengan más que los otros, sino que 5
todos nos alimentemos bien y nadie se burle del otro”. Dada Galibe cantaba, Dada Galibe rezaba: “Los hijos, las hijas, los tíos son todos de Baba, son todos de Nana. No somos sus dueños. Baba y Nana nos los han cedido sólo por breve tiempo, para que nos protejamos mutuamente y vivamos mejor, pensando los unos en los otros; y mantener así siempre joven a la Madre Tierra. En la medida de nuestra responsabilidad en el cuidar las cosas, la naturaleza y las personas, se nos alarga el tiempo de alegría sobre esta Madre Tierra; y en la medida de nuestro descuido, estamos creyendo que estas cosas son de nuestra propiedad. La naturaleza, los hombres, las cosas no son nuestros: los estamos cuidando para Baba, para Nana. Con ellos estamos dando la hermosura joven a la Madre Tierra”. Para no compartir con los otros hermanos, los abuelos y abuelas cambiaron su lenguaje: Cuando cazaban un venado, decían que habían cazado un venadito recién nacido, tan pequeño que no alcanzaba ni para dar de comer a los de su casa. Si cazaban un tapir, decían que era un pequeño tapir que no era suficiente para la familia. Así cerraron las puertas a los hermanos y dejaron de compartir, dejaron de ser generosos. Todo esto era muy grave a los ojos de Baba, a los ojos de Nana. Lo que más envejece a la Madre Tierra y lo que más atrae los desastres es el no pensar en los demás, el ser poco generoso, el ocultar las cosas para que el hermano no pueda pedir. (Relato de Dad Galibe). Todos tenemos el deber de trabajar. El trabajo de todos hace más bella y hermosa a la Madre Tierra. Y todos tenemos el derecho de gozar de sus frutos. Ibeorgun decía a los ancianos: -Las cosas que nos da Baba, sean de la tierra, del río o de la selva, no son para que las comamos solos, sino para compartir. Todos tenemos el deber de trabajar, como todos tenemos el derecho de gozar de los frutos de nuestros sudores. El trabajo de todos hace hermosa la tierra, la Madre Tierra. »Si ves venir a un hermano por tu camino y si llevas caña de azúcar contigo, no dudes en darle una para que éste vaya comiendo la caña a lo largo del camino. »Cuando caces un jabalí, comparte con los hermanos. Coman con los vecinos, con los que menos tienen, con los que no tengan qué comer. Si es un macho de monte, distribuyan la carne por las casas de los hermanos enfermos, de los que no pueden salir a conseguir su comida. Y que todos vivan bien, coman bien, estén alegres. Pero si la presa es un ñeque muy joven, muy pequeño para repartirlo, entonces debemos hacer una sopa, para que los hermanos puedan tomar su parte, la parte que les corresponde. -Así enseñaba Ibeorgun a nuestros abuelos. La Madre Tierra no niega a nadie su leche. Ella dispone cada día una mesa para que todos sus hijos se alimenten y celebren una fiesta sobre ella. Todos 6
los seres vivos son nuestros hermanos, todos son hijos de la Madre Tierra, a todos nos cuida y todos tenemos una obligación de mantener su armonía. »La Madre Tierra sonríe. La Madre Tierra clama y celebra la vuelta de los ocho hermanos, sus hijos queridos: „Estos hijos míos vienen a repartir la comida a todos sus hermanos, desde los más pequeños, que no tienen dientes, hasta a aquellos que asustan con sus colmillos. Mis hijos no miran a quién y reparten su luz a todos por igual. No son nada tacaños. Este gran Ibeler es generoso y se entrega a todos sus hermanos. ¡Vayan con él, tomen su fuerza, sigan su consejo!‟, grita la Madre Tierra a todos sus hijos. » „¡Ibeler pone delante de mí una mesa de oro, una mesa de plata!‟, canta Napguana ante los rayos dulces de la nave de Ibeler. „Ibeler y sus hermanos cubren la mesa ante mí con una linda tela blanca. Me colocan sobre la mesa la vasija de arcilla de oro, el plato de arcilla de plata. Ibeler me sirve la mesa y me viste el mejor vestido‟, sigue cantando la Madre Tierra. »Y prosigue: „Este hermano mío y este hijo mío, Ibeler, reparte y prepara la mesa a mis hijos animales, plantas, gusanos, pajaritos, moscas; y a toda criatura. Mi hermano y mi hijo reparte la comida a sus hermanos. Él pone su mesa en los charcos, pone su mesa en la espesura de la selva, pone su mesa entre los manglares, pone su mesa entre las copas de los árboles‟, musita Napguana ante la nave de Ibeler y sus hermanos que se levanta radiante. »Los jabalíes, los monos, los tucanes, todos se sacuden ante el canto de la Madre Tierra y ante la fuerza que difunde la nave de los ocho hermanos. »Entonces desde la copa del árbol se escucha el canto del pavón: „¡Yalasekulí, yalasekulí!‟. El pavón canta a la comida y a la armonía que vienen regalando Dad Ibe y sus hermanos. »„Mi hermano sube repartiendo alimentos. Reparte su comida a los jabalíes, a los tapires, a los hombres, a las plantas, a las cotorras, a los gorriones, a las cigüeñas. Para cada uno mi hermano dispone de una mesa, de un plato fino de arcilla de oro, de una vasija fina de arcilla de plata‟, corea el pavón en la copa del árbol. La fiesta sobre la Madre Tierra es un banquete donde todos debemos estar pendientes que nadie quede privado de nada. Que ningún pequeño sea excluido y olvidado, que todos se sacien. Ologanagunkiler enseñaba así a nuestros ancianos, a nuestras ancianas en Ukup Nega. Y continuaba enseñando todavía más, y decía: -Un día los árboles de la selva quisieron hacer una gran fiesta. El iguauala, el isperuala, el nakiuala, el nabauala, el ukuruala quisieron celebrar el gran día de Napguana. Los árboles escogieron la estación seca para la fiesta. Los árboles convidaron a los machos de monte, a los monos, a los conejos pintados, a los pericos, a los venados, a las hormigas, a las lombrices, a los sapos.
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»Los árboles dijeron a todos sus hermanos: „¡Vengan! Vengan a comer, vengan a beber, vengan a recostarse bajo nuestras sombras. Les tenemos todo preparado. Tenemos los frutos que ya nos doblan los brazos, tenemos riachuelos muy cerca de nuestras raíces, tenemos todo lo sabroso para ustedes. ¡Vamos a celebrar el espíritu de nuestra Mamá Tierra!‟. »Los árboles hicieron llegar su mensaje a Olouelibler, a Olomurkupiler, a Oloaliginya, a Olosikaliler, a Ologugnikaliler y les dijeron que vinieran con sus comunidades. »Entonces llegaron muchos animales a los árboles que convidaban. Unos bajaron a sus ramas, otros se acercaron a las hojas más tiernas, algunos esperaron la caída de las semillas. Todos comieron. Todos se alegraron. Todos cantaron. »A media noche bajaron las madres cotorras, las madres pericas, las madres canarias a comer, a danzar, a alegrarse también en la fiesta de los árboles. Entonces también aparecieron otras grandes madres. A media noche bajó Nana Oleyai. Se arrimó Nana Olesob. »Nana Oleyai habló a los hermanos emplumados. Habló a las aves, a los que trazan el sendero encima de sus hermanos, a los que cantan encima de la cabeza de los hermanos. »Oleyai les dijo: „Baba los hizo con alas; Nana les permite volar de árbol en árbol y medir la altura, y no se llenan de lodo. Baba y Nana los hicieron limpios, con plumajes radiantes. Pero ¡no se olviden de que debajo de ustedes viven otros hermanos, tan dignos como ustedes! ¡Antes de comer, miren siempre hacia abajo y no se olviden! ¡Antes de meterse un pedazo de comida en la boca, miren quiénes están debajo de ustedes! ¡Y observen con cuidado a los que deben enfangarse y embarrarse para poder comer! ¡Déjenles comer también a ellos!‟. »Entonces Nana Oleyai les hizo bajar los ojos a todos y todos miraron hacia abajo. Todos miraron a los puercos de monte, a los conejos pintados, a los gusanos, a las hormigas, a las tarántulas; y les dejaron caer comida. Las cotorras dejaron caer comida, troceando con sus picos, a las hormigas, a las arrieras, a los ñeques. Las aves más grandes movieron las ramas y dejaron caer las frutas maduras y suaves para los venados que no tienen dientes. Y así todas las aves. Desde arriba las aves dejaban caer la comida para los que no podían llegar a las ramas; y todos gozaron de la gran fiesta. „¡Nadie puede comer solo! ¡Todos nos tenemos que dar la mano! ¡Todos somos hijos y nietos de la Madre Tierra!‟, cantaron los animales de la selva en la fiesta de los árboles. Ologanagunkiler cantaba así a los abuelos, a las abuelas de Ukup Nega. -Por eso los pequeños -decía el nele a los ancianos- son los que deben comer primero. Ustedes deben dar de comer primero a los niños, y luego a los grandes. Después de los niños, deberán invitar a los sailagan, a los suaribgan, y no antes de los niños -enseñaba Ologanagunkiler a nuestros abuelos en Ukup Nega, en Dupa Nega. 8
COSMOVISIÓN DE LA TIERRA EN LA DOCTRINA DE LA IGLESIA La Iglesia latinoamericana, como la iglesia universal, ha evolucionado en su concepción de los problemas de la tierra, así de su concepción de los pueblos indígenas. Es interesante observar que el avance de su concepción de la tierra y sus problemas ha ido paralelo al de su visión de los pueblos indígenas. 1. Visión de los pueblos indígenas. En Medellín, la visión del indígena es ambigua: son vistos solo bajo el título de los pobres. - Por una parte, es una visión antindigenista: deben ser liberados de sus supersticiones, complejos, fanatismos, fatalismos, etc. - Por otra, deben ser autores de su propio progreso, desarrollando un mundo cultural acorde con su propia riqueza y fruto de sus esfuerzos. Se ha de respetar los valores propios de su cultura, sin excluir el diálogo creador con otras culturas. En Puebla, siguen subordinados a la categoría de pobres. - Valora el mundo indígena (“valores autóctonos” “semillas del Verbo), pero con visión etnocéntrica al hablar de la evangelización de las culturas: “La iglesia denuncia y corrige, purifica y exorciza…critica…renueva, eleva y perfecciona a las culturas” (405,407). - Todavía no se ve a los pueblos indígenas como sujetos históricos con quienes dialogar. A partir de Santo Domingo y Aparecida, los pueblos indígenas no solo son pobres, son pueblos con identidad propia. Poseen riquezas humanas, culturales y religiosas. Son ejemplo a seguir. Protagonismo indígena en la promoción humana. Diálogo intercultural e interreligioso. “Elemento central en las culturas indígenas es el apego y cercanía a la madre tierra. Amáis la tierra y queréis permanecer en contacto con la naturaleza”. (MENSAJE A LOS INDIGENAS S.S. Juan Pablo II 13 de octubre de 1992).
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“Aprender de los pobres a vivir en sobriedad y a compartir y valorar la sabiduría de los pueblos indígenas en cuanto a la preservación de la naturaleza como ambiente de vida para todos”. SD 169. “En nuestro continente hay que considerar dos mentalidades opuestas con relación a la tierra, ambas distintas de la visión cristiana: a) La tierra, dentro del conjunto de elementos que forman la comunidad indígena, es vida, lugar sagrado, centro integrador de la vida de la comunidad. En ella viven y con ella conviven, a través de ella se sienten en comunión con sus antepasados y en armonía con Dios; por eso mismo la tierra, su tierra, forma parte sustancial de su experiencia religiosa y de su propio proyecto histórico. En los indígenas existe un sentido natural de respeto por la tierra; ella es la madre tierra, que alimenta a sus hijos, por eso hay que cuidarla, pedir permiso para sembrar y no maltratarla. b) La visión mercantilista: considera la tierra en relación exclusiva con la explotación y lucro, llegando hasta el desalojo y expulsión de sus legítimos dueños. El mismo mercantilismo lleva a la especulación del suelo urbano, haciendo inaccesible la tierra para la vivienda de los pobres, cada vez más numerosos en nuestras grandes ciudades”. (SD 172). “América Latina es el continente que posee una de las mayores biodiversidades del planeta y una rica socio diversidad representada por sus pueblos y culturas. Éstos poseen un gran acervo de conocimientos tradicionales sobre la utilización sostenible de los recursos naturales, así como sobre el valor medicinal de plantas y otros organismos vivos, muchos de los cuales forman la base de su economía. Tales conocimientos son actualmente objeto de apropiación intelectual ilícita siendo patentados por industrias farmacéuticas y de biogenética, generando vulnerabilidad de los agricultores familiares que dependen de esos recursos para su sobrevivencia”. DA 83. “Con los pueblos originarios de América, alabamos al Señor que creó el universo como espacio para la vida y la convivencia de todos sus hijos e hijas y nos los dejó como signo de su bondad y de su belleza”. SD 125. 2. Visión de la Tierra Debemos reconocer que en Medellín no existe mención al tema del medio ambiente y, en Puebla, se menciona muy de pasada. Y en ambas conferencias, 10
todavía se mantiene la ambigüedad de la misión del ser humano de dominar y someter al mundo. Santo Domingo y Aparecida recuperan este tema, lo ponen como parte de la agenda eclesial y hacen grandes aportes. El Papa Benedicto XVI en su mensaje del 1 de enero del presente año, “Si quieres promover la paz, protege la creación”, da un toque particular para que tomemos conciencia de nuestras responsabilidades con la creación. a) La iglesia nos recuerda que la creación es obra de Dios. Es un don de Dios hacia nosotros los seres humanos. El nos ha confiado su obra creadora para “cultivarla y guardarla”. El nos señala unos límites. No podemos disponer de ella de manera arbitraria ni como dueños absolutos. Nos ha llamado a ser instrumentos de su Reino de amor y de vida, de justicia y de paz. El nos confió la obra de sus manos para que la cuidemos y la pongamos al servicio de todos. El verdadero sentido del mandato del Señor, en el Génesis, no consistía en una concesión de autoridad, sino más bien una llamada a la responsabilidad. El desarrollo humano integral tiene que ver con la relación del ser humano con el entorno natural. “La creación es obra de la Palabra del Señor y la presencia del Espíritu, que desde el comienzo aleteaba sobre todo lo que fue creado (cf. Gén 1,2). Ésta fue la primera alianza de Dios con nosotros. Cuando el ser humano, llamado a entrar en esta alianza de amor, se niega, el pecado del hombre afecta su relación con Dios y también con toda la creación”. SD 169. “Los cristianos no miran el universo solamente como naturaleza considerada en sí misma, sino como creación y primer don del amor del Señor por nosotros. «Del Señor es la tierra y cuanto hay en ella, el orbe y los que en él habitan» (Sal 24,1), es la afirmación de fe que recorre toda la Biblia y confirma la creencia de nuestros pueblos de que la tierra es el primer signo de la Alianza de Dios con el hombre. En efecto, la revelación bíblica nos enseña que cuando Dios creó al hombre lo colocó en el jardín del Edén para que lo labrara y lo cuidara (cf. Gén 2,15) e hiciera uso de él (cf. Gén 2,16), señalándole unos límites (cf. Gén 2,17), que recordaran siempre al hombre que «Dios es el Señor y el creador, y de Él es la tierra y todo lo que ella contiene» y él la puede usar, no como dueño absoluto, sino como administrador. 11
Estos límites en el uso de la tierra miran a preservar la justicia y el derecho que todos tienen a acceder a los bienes de la creación, que Dios destinó al servicio de todo hombre que viene a este mundo”. SD 171. “La mentalidad propia de la visión cristiana tiene su base en la Sagrada Escritura, que considera la tierra y los elementos de la naturaleza ante todo como aliados del pueblo de Dios e instrumentos de nuestra salvación. La resurrección de Jesucristo sitúa de nuevo a la humanidad ante la misión de liberar a toda la creación, que ha de ser transformada en nuevo cielo y nueva tierra, donde tenga su morada la justicia” (cf. 2Pe 3,13). SD 173. “Bendecimos a Dios con ánimo agradecido, porque nos ha llamado a ser instrumentos de su Reino de amor y de vida, de justicia y de paz, por el cual tantos se sacrificaron. El mismo nos ha encomendado la obra de sus manos para que la cuidemos y la pongamos al servicio de todos. Agradecemos a Dios por habernos hecho sus colaboradores para que seamos solidarios con su creación con responsabilidad ecológica. Bendecimos a Dios que nos ha dado la naturaleza creada que es su primer libro para poder conocerlo y vivir nosotros en ella como en nuestra casa”. DA 25. “Alabamos a Dios porque en la belleza de la creación, que es obra de sus manos, resplandece el sentido del trabajo como participación de su tarea creadora y como servicio a los hermanos y hermanas. Jesús, el carpintero (cf. Mc 6, 3), dignificó el trabajo y al trabajador y recuerda que el trabajo no es un mero apéndice de la vida, sino que “constituye una dimensión fundamental de la existencia del hombre en la tierra”, por la cual el hombre y la mujer se realizan a sí mismos como seres humanos. El trabajo garantiza la dignidad y la libertad del hombre, es probablemente “la clave esencial de toda „la cuestión social‟”. DA 120. “Con los pueblos originarios de América, alabamos al Señor que creó el universo como espacio para la vida y la convivencia de todos sus hijos e hijas y nos los dejó como signo de su bondad y de su belleza. También la creación es caridad, manifestación del amor providente de Dios; nos ha sido entregada para que la cuidemos y la transformemos en fuente de vida digna para todos. Aunque hoy se ha generalizado una mayor valoración de la naturaleza, percibimos claramente de cuantas maneras el hombre amenaza y aun destruye su „habitat‟. “La hermana nuestra madre tierra” es nuestra casa común y el lugar de la alianza de Dios con los seres humanos y con toda la creación. Desatender las mutuas relaciones y el equilibrio que Dios mismo estableció entre las realidades 12
creadas, es una ofensa al Creador, un atentado contra la biodiversidad y, en definitiva, contra la vida. El discípulo y misionero, a quien Dios le encargó la creación, debe contemplarla, cuidarla y utilizarla, respetando siempre el orden que le dio el Creador”. DA 125. “Como discípulos de Jesús nos sentimos invitados a dar gracias por el don de la creación, reflejo de la sabiduría y belleza del Logos creador. En el designio maravilloso de Dios, el hombre y la mujer están llamados a vivir en comunión con Él, en comunión entre ellos y con toda la creación. El Dios de la vida encomendó al ser humano su obra creadora para que “la cultivara y la guardara” (Gn 2, 15). Jesús conocía bien la preocupación del Padre por las criaturas que él alimenta (cf. Lc 12, 24) y embellece (cf. Lc 12, 27). Y mientras andaba por los caminos de su tierra no sólo se detenía a contemplar la hermosura de la naturaleza, sino que invitaba a sus discípulos a reconocer el mensaje escondido en las cosas (cf. Lc 12, 24-27; Jn 4, 35). Las criaturas del Padre le dan gloria “con su sola existencia”, y por eso el ser humano debe hacer uso de ellas con cuidado y delicadeza. DA 470. “… la Revelación bíblica nos ha hecho comprender que la naturaleza es un don del Creador, el cual ha inscrito en ella su orden intrínseco para que el hombre pueda descubrir en él las orientaciones necesarias para «cultivarla y guardarla» (cf. Gn 2,15). Todo lo que existe pertenece a Dios, que lo ha confiado a los hombres, pero no para que dispongan arbitrariamente de ello”. Mensaje de Benedicto XVI, 1 enero 2010, n 6. “…el desarrollo humano integral está estrechamente relacionado con los deberes que se derivan de la relación del hombre con el entorno natural, …valorar la creación como un don de Dios a la humanidad nos ayuda a comprender la vocación y el valor del hombre. En efecto, podemos proclamar llenos de asombro con el Salmista: «Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder?» (Sal 8,4-5). Contemplar la belleza de la creación es un estímulo para reconocer el amor del Creador, ese amor que «mueve el sol y las demás estrellas»”. Mensaje de Benedicto XVI, 1 enero 201 0, n 2. “El respeto a lo que ha sido creado tiene gran importancia, puesto que «la creación es el comienzo y el fundamento de todas las obras de Dios», y su salvaguardia se ha hecho hoy esencial para la convivencia pacífica de la humanidad. Por este motivo, es indispensable que la humanidad renueve y refuerce «esa alianza entre ser humano y medio ambiente que ha de ser reflejo del amor creador de Dios, del cual procedemos y hacia el cual caminamos»”. Mensaje de Benedicto XVI, 1 enero 2010, n1.
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b) Dios ha entregado el mundo para todos los seres humanos, para los que en el presente vivimos en él y para todos los que en el futuro vendrán. La herencia de la creación pertenece a la humanidad. “La convicción de que «Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todo el género humano» (Gaudium et spes, 69) ha de inspirar un sistema de gestión de los recursos más justo y mejor coordinado a nivel mundial”. SD 23. “La mejor forma de respetar la naturaleza es promover una ecología humana abierta a la trascendencia que respetando la persona y la familia, los ambientes y las ciudades, sigue la indicación paulina de recapitular todas las cosas en Cristo y de alabar con Él al Padre (cf. 1 Cor 3, 21-23). El Señor ha entregado el mundo para todos, para los de las generaciones presentes y futuras. El destino universal de los bienes exige la solidaridad con la generación presente y las futuras. Ya que los recursos son cada vez más limitados, su uso debe estar regulado según un principio de justicia distributiva respetando el desarrollo sostenible”. DA 126. “El Concilio Ecuménico Vaticano II ha recordado que «Dios ha destinado la tierra y todo cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos». Por tanto, la herencia de la creación pertenece a la humanidad entera”. Mensaje de Benedicto XVI, 1 enero 2010, n.7. c) El Papa Benedicto XVI nos dice en su mensaje del 1 de enero que no podemos permanecer indiferentes ante fenómenos como el cambio climático, la desertificación, el deterioro y la pérdida de productividad de amplias zonas agrícolas, la contaminación de los ríos y de las capas acuíferas, la pérdida de la biodiversidad, el aumento de sucesos naturales extremos, la deforestación de las áreas ecuatoriales y tropicales. El ritmo actual de explotación pone en serio peligro la disponibilidad de recursos naturales para esta y futuras generaciones. Es un auténtico peligro para la paz y el auténtico desarrollo humano. En Aparecida también los obispos llamaron la atención ante los daños a la biodiversidad, el agotamiento de las reservas de agua y de otros recursos, etc. “Nos desafía la situación problemática de la tierra en América Latina y el Caribe, ya que «cinco siglos de presencia del Evangelio... no han logrado aún una equitativa distribución de los bienes de la tierra», que «está todavía, por desgracia, en manos de unas minorías» (Juan Pablo II, Mensaje para la Cuaresma de 1992). Los antiguos aborígenes fueron, en general, despojados de sus tierras y los afroamericanos tuvieron dificultades por la legislación al acceso a la propiedad de la tierra. Los
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actuales campesinos sufren el peso del desorden institucional y las consecuencias de las crisis económicas”. SD 174. “La corrupción se ha generalizado. Hay un mal manejo de los recursos económicos públicos; progresan la demagogia, el populismo, la «mentira política» en las promesas electorales; se burla la justicia, se generaliza la impunidad y la comunidad se siente impotente e indefensa frente al delito. Con ello se fomenta la insensibilidad social y el escepticismo ante la falta de aplicación de la justicia, se emiten leyes contrarias a los valores humanos y cristianos fundamentales. No hay una equitativa distribución de los bienes de la tierra, se abusa de la naturaleza y se daña el ecosistema”. SD 233. “Las instituciones financieras y las empresas transnacionales se fortalecen al punto de subordinar las economías locales, sobre todo, debilitando a los Estados, que aparecen cada vez más impotentes para llevar adelante proyectos de desarrollo al servicio de sus poblaciones, especialmente cuando se trata de inversiones de largo plazo y sin retorno inmediato. Las industrias extractivas internacionales y la agroindustria muchas veces no respetan los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales de las poblaciones locales y no asumen sus responsabilidades. Con mucha frecuencia se subordina la destrucción de la naturaleza al desarrollo económico, con daños a la biodiversidad, con el agotamiento de las reservas de agua y de otros recursos naturales, con la contaminación del aire y el cambio climático. Una nueva tendencia con múltiples implicaciones en la región es la creciente producción de agro combustibles, que no debe hacerse a costa de la necesaria producción de alimentos para la sobrevivencia humana. América Latina posee los acuíferos más abundantes del planeta, junto con grandes extensiones de territorio selvático, que son pulmones de la humanidad. Así se dan gratuitamente al mundo servicios ambientales que no son reconocidos económicamente. La región se ve afectada por el recalentamiento de la tierra y el cambio climático provocado principalmente por el estilo de vida no sostenible de los países industrializados”. DA 66. “En las decisiones sobre las riquezas de la biodiversidad y de la naturaleza las poblaciones tradicionales han sido prácticamente excluidas. La naturaleza ha sido y continúa siendo agredida. La tierra fue depredada. Las aguas están siendo tratadas como si fueran una mercancía negociable por las empresas, además de haber sido transformadas en un bien disputado por las grandes potencias. Un ejemplo muy importante en esta situación es la Amazonia”. DA 84. 15
d) La crisis ecológica está estrechamente vinculado al concepto mismo de desarrollo y la visión de la persona, su relación con sus semejantes y la creación. Por eso, es necesario hacer una revisión profunda y con visión de futuro del modelo de desarrollo, reflexionando además sobre el sentido de la economía y su finalidad. El respeto al medio ambiente ha de estar siempre por encima de intereses exclusivamente económicos. Como profetas de vida hay que procurar que los recursos naturales no estén sometidos a los intereses de grupos económicos que arrasan con las fuentes de la vida, en perjuicio de los pueblos y de la misma humanidad. Un modelo de desarrollo debe estar orientado por criterios éticos: destino universal de los bienes de la creación, promoción de la justicia, de la solidaridad y una vida sobria. Las diferentes crisis que vivimos hoy (de carácter económico, alimentario, ambiental o social) son en el fondo también crisis morales relacionadas entre sí. Es necesario superar la lógica del mero consumo para promover formas de producción que respeten el orden de la creación y satisfagan las necesidades primarias de todos. “El respeto debido al medio ambiente ha de ser siempre tutelado por encima de intereses exclusivamente económicos o de la abusiva explotación de recursos en tierras y mares”. MENSAJE A LOS INDIGENAS S.S. Juan Pablo II 13 de octubre de 1992. “Las propuestas de desarrollo tienen que estar subordinadas a criterios éticos. Una ética ecológica implica el abandono de una moral utilitarista e individualista. Postula la aceptación del principio del destino universal de los bienes de la creación y promoción de la justicia y solidaridad como valores indispensables”. SD 169. “América Latina está tomando conciencia de la naturaleza como una herencia gratuita que recibimos para proteger, como espacio precioso de la convivencia humana y como responsabilidad cuidadosa del señorío del hombre para bien de todos. Esta herencia muchas veces se manifiesta frágil e indefensa ante los poderes económicos y tecnológicos. Por eso, como profetas de vida, queremos insistir que en las intervenciones humanas en los recursos naturales no predominen los intereses de grupos económicos que arrasan irracionalmente las fuentes de vida, en perjuicio de naciones enteras y de la misma humanidad. Las generaciones que nos sucedan tienen derecho a recibir un mundo
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habitable, y no un planeta con aire contaminado, envenenadas y con recursos naturales agotados”. DA 471.
con
aguas
“La riqueza natural de América Latina experimenta hoy una explotación irracional que va dejando una estela de dilapidación, e incluso de muerte, por toda nuestra región. En todo ese proceso tiene una enorme responsabilidad el actual modelo económico que privilegia el desmedido afán por la riqueza, por encima de la vida de las personas y los pueblos y del respeto racional de la naturaleza. La devastación de nuestros bosques y de la biodiversidad mediante una actitud depredatoria y egoísta, involucra la responsabilidad moral de quienes la promueven, porque pone en peligro la vida de millones de personas y en especial el hábitat de los campesinos e indígenas, quienes son expulsados hacia las tierras de ladera y a las grandes ciudades para vivir hacinados en las cinturones de miserias. América Latina tiene necesidad de progresar en su desarrollo agro-industrial para valorizar las riquezas de sus tierras y sus capacidades humanas al servicio del bien común, pero no podemos dejar de mencionar los problemas que causa una industrialización salvaje y descontrolada de nuestras ciudades y del campo que va contaminando el ambiente con toda clase de desechos orgánicos y químicos. Lo mismo hay que alertar respecto a las industrias extractivas de recursos que, cuando no proceden a controlar y contrarrestar sus efectos dañinos sobre el ambiente circundante, producen la eliminación de los bosques, la contaminación del agua y convierten las zonas explotadas en inmensos desiertos”. DA 473. “Buscar un modelo de desarrollo alternativo, integral y solidario, basado en una ética que incluya la responsabilidad por una auténtica ecología natural y humana, que se fundamenta en el evangelio de la justicia, la solidaridad y el destino universal de los bienes, y que supere la lógica utilitarista e individualista, que no somete a criterios éticos los poderes económicos y tecnológicos. Por tanto, alentar a nuestros campesinos a que se organicen de tal manera que puedan lograr su justo reclamo”. SD 474. “En 1990, Juan Pablo II habló de «crisis ecológica» y, destacando que ésta tiene un carácter predominantemente ético, hizo notar «la urgente necesidad moral de una nueva solidaridad». Este llamamiento se hace hoy todavía más apremiante ante las crecientes manifestaciones de una crisis, que sería irresponsable no tomar en seria consideración”. Mensaje de Benedicto XVI, 1 enero 2010, n 4. “…no se puede valorar la crisis ecológica separándola de las cuestiones ligadas a ella, ya que está estrechamente vinculada al concepto mismo de desarrollo y a la visión del hombre y su relación con sus semejantes y la creación. Por tanto, resulta sensato hacer una revisión profunda y con visión de futuro del modelo de desarrollo, reflexionando además sobre el sentido de la economía y su finalidad, para corregir sus disfunciones y 17
distorsiones. La humanidad necesita una profunda renovación cultural; necesita redescubrir esos valores que constituyen el fundamento sólido sobre el cual construir un futuro mejor para todos”. Mensaje de Benedicto XVI, 1 enero 2010, n 5. “es necesario superar la lógica del mero consumo para promover formas de producción agrícola e industrial que respeten el orden de la creación y satisfagan las necesidades primarias de todos”. Mensaje de Benedicto XVI, 1 enero 2010, n 10. e) La iglesia tiene una responsabilidad frente a la creación, no es posible la indiferencia ante estas situaciones. Es indispensable un cambio de mentalidad, que lleve a todos a adoptar nuevos estilos de vida. Todos somos responsables de la protección y el cuidado de la creación, y esta responsabilidad no tiene fronteras. La Iglesia siente también el deber de ejercer esta responsabilidad también en el ámbito público, para defender la tierra, el agua y el aire. En su tarea evangelizadora la iglesia exhorta a incorporar el tema del don de la creación para descubrir su valor, promover un cambio de mentalidad, cultivar una espiritualidad que viva la presencia de Dios en la creación, favorecer una reflexión teológica en torno al tema, profundizar la presencia pastoral en las poblaciones más frágiles y amenazadas, etc. “Exigencias de la Nueva Evangelización: —Educar a los cristianos para ver a Dios en su propia persona, en la naturaleza, en la historia entera, en el trabajo, en la cultura, en todo lo secular, descubriendo la armonía que, en el plan de Dios, debe haber entre el orden de la creación y el de la redención”. SD 156. “Partiendo de los niños y de los jóvenes, emprender una tarea de reeducación de todos ante el valor de la vida y la interdependencia de los diversos ecosistemas”. SD 169. “Cultivar una espiritualidad que recupere el sentido de Dios, siempre presente en la naturaleza. Explicitar la nueva relación establecida por el misterio de la encarnación, por la cual Cristo asumió todo lo creado”. SD 169. “Los cristianos, como integrantes de la sociedad, no están exentos de responsabilidad en relación a los modelos de desarrollo que han provocado los actuales desastres ambientales y sociales”. SD 169. “Aprender de los pobres a vivir en sobriedad y a compartir y valorar la sabiduría de los pueblos indígenas en cuanto a la preservación de la naturaleza como ambiente de vida para todos”. SD 169. 18
“Promover un cambio de mentalidad sobre el valor de la tierra desde la cosmovisión cristiana, que enlaza con las tradiciones culturales de los sectores pobres y campesinos”. SD 176. “Favorecer una reflexión teológica en torno a la problemática de la tierra, haciendo énfasis en la inculturación y en una presencia efectiva de los agentes de pastoral en las comunidades de campesinos”. SD 176. “Ante la naturaleza amenazada, Jesús, que conocía el cuidado del Padre por las criaturas que Él alimenta y embellece, (cf. Lc 12, 28), nos convoca a cuidar la tierra para que brinde abrigo y sustento a todos los hombres (cf. Gn 1, 29; 2, 15)”. DA 113. “Evangelizar a nuestros pueblos para descubrir el don de la creación, sabiéndola contemplar y cuidar como casa de todos los seres vivos y matriz de la vida del planeta, a fin de ejercitar responsablemente el señorío humano sobre la tierra y los recursos para que pueda rendir todos sus frutos en su destinación universal, educando para un estilo de vida de sobriedad y austeridad solidarias”. SD 474. “Profundizar la presencia pastoral en las poblaciones más frágiles y amenazadas por el desarrollo depredatorio y apoyarlas en sus esfuerzos para lograr una equitativa distribución de la tierra, del agua y de los espacios urbanos”. SD 474. «En nuestros días aumenta cada vez más la convicción —escribía— de que la paz mundial está amenazada, también [...] por la falta del debido respeto a la naturaleza», añadiendo que la conciencia ecológica «no debe ser obstaculizada, sino más bien favorecida, de manera que se desarrolle y madure encontrando una adecuada expresión en programas e iniciativas concretas» (Juan Pablo II). Mensaje de Benedicto XVI, 1 enero 2010, n. 3. “La Iglesia tiene una responsabilidad respecto a la creación y se siente en el deber de ejercerla también en el ámbito público, para defender la tierra, el agua y el aire, dones de Dios Creador para todos, y sobre todo para proteger al hombre frente al peligro de la destrucción de sí mismo”. Mensaje de Benedicto XVI, 1 enero 2010, n. 12. f) La iglesia agradece a todos los que se ocupan de la defensa de la vida y del ambiente y anima a apoyar solidariamente a las organizaciones campesinas, indígenas e intermedias que se comprometen en esa dirección. Urge a lograr una solidaridad intergeneracional e intrageneracional. “Uno mi voz a la de cuantos demandan la puesta en acto de estrategias y medios eficaces para proteger y conservar la naturaleza creada por
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Dios”. MENSAJE A LOS INDIGENAS S.S. Juan Pablo II 13 de octubre de 1992. “Dar un apoyo solidario a aquellas organizaciones de campesinos e indígenas que luchan, por cauces justos y legítimos, por conservar o readquirir sus tierras”. SD 177. “Apoyar la organización de grupos intermedios, por ejemplo cooperativas, que sean instancia de defensa de derechos humanos, de participación democrática y de educación comunitaria”. SD. 177. En su discurso a los jóvenes, en el Estadio de Pacaembu, en San Pablo, el Papa Benedicto XVI llamó la atención sobre la “devastación ambiental de la Amazonia y las amenazas a la dignidad humana de sus pueblos” y pidió a los jóvenes “un mayor compromiso en los más diversos espacios de acción”. DA 85. “La Iglesia agradece a todos los que se ocupan de la defensa de la vida y del ambiente. Está cercana a los campesinos que con amor generoso trabajan duramente la tierra para sacar, en condiciones sumamente difíciles, el sustento para sus familias y aportar a todos los frutos de la tierra. Valora especialmente a los indígenas por su respeto a la naturaleza y el amor a la madre tierra como fuente de alimento, casa común y altar del compartir humano”. DA 472. “Alentar a nuestros campesinos a que se organicen de tal manera que puedan lograr su justo reclamo”. SD 474. “Empeñar nuestros esfuerzos en la promulgación de políticas públicas y participaciones ciudadanas que garanticen la protección, conservación y restauración de la naturaleza”. SD 474. “Determinar medidas de monitoreo y control social sobre la aplicación en los países de los estándares ambientales internacionales”. DA 474. “…es necesario que las sociedades tecnológicamente avanzadas estén dispuestas a favorecer comportamientos caracterizados por la sobriedad, disminuyendo el propio consumo de energía y mejorando las condiciones de su uso”. Mensaje de Benedicto XVI, 1 enero 2010, n. 9. “La crisis ecológica, pues, brinda una oportunidad histórica para elaborar una respuesta colectiva orientada a cambiar el modelo de desarrollo global siguiendo una dirección más respetuosa con la creación y de un desarrollo humano integral, inspirado en los valores propios de la caridad en la verdad. Por tanto, desearía que se adoptara un modelo de desarrollo basado en el papel central del ser humano, en la promoción y participación en el bien común, en la responsabilidad, en la toma de
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conciencia de la necesidad de cambiar el estilo de vida y en la prudencia”. Mensaje de Benedicto XVI, 1 enero 2010, n. 9. “La cuestión ecológica no se ha de afrontar sólo por las perspectivas escalofriantes que se perfilan en el horizonte a causa del deterioro ambiental; el motivo ha de ser sobre todo la búsqueda de una auténtica solidaridad de alcance mundial, inspirada en los valores de la caridad, la justicia y el bien común”. Mensaje de Benedicto XVI, 1 enero 2010, n. 10. Tras ver lo que nos dice la Biblia, los mitos de los pueblos indígenas y la doctrina de la Iglesia, podemos decir que proteger la creación no es solo cuestión de promover la paz. Es, sobre todo, realizar nuestra misión de personas, de cristianos, de misioneros y discípulos de Cristo. En el compromiso por la creación nos jugamos lo que somos y lo que seremos. Para esto nos creó Dios. La parábola del juicio al fin de los tiempos de Mt 25, bien podríamos completarla de esta manera: “…apártense de mí porque vieron cuando me estaban despojando, destruyendo, violando y no hicieron nada por impedirlo. Y ellos dirán: y cuando vimos que te estaban haciendo todo eso. Y el Señor les dirá: Cuando hacían eso con las montañas, con los bosques, con los ríos… a mí me lo hacían”. Los kunas dicen: estamos en esta tierra para trabajar para Baba, para trabajar para Nana. Lo decimos los cristianos también: estamos acá para trabajar para Dios por su Reino. ¿Qué significa trabajar para el Señor? Pues trabajar por sus cosas: la creación, la vida, los hermanos… Tengo la impresión que falta mucho para que nuestras comunidades cristianas y los cristianos llevemos a la vida esto que nos propone la Biblia y la Iglesia. Hay otras cosas que preocupan más, en las que se gastan muchas más energías, pero en las que uno no se juego tanto. Hay algunos sacerdotes que están pidiendo a sus comunidades que cambien los sagrarios de sus capillas que son de madera, por otros más dignos que sean de metal. En unas comunidades en las que sus tierras y sus ríos están siendo amenazados por proyectos mineros, y donde a los hombres y mujeres que se organizan y se oponen a esos proyectos, son separados de responsabilidades pastorales y se les margina de las actividades de la Iglesia. Felicitamos a Pastoral Social por el tema elegido para esta semana. Como hemos visto es un tema más que social. Es eclesial, catequético, espiritual, teológico, litúrgico, ético, humano. Ojalá esta semana ayude a un mayor y mejor compromiso de nuestras comunidades en la defensa de nuestra Madre Tierra.
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