CUANDO CHINA DESPIERTE

Editorial CUANDO CHINA DESPIERTE... «C uando China se despierte, el mundo temblará» es una frase atribuida a Napoleón. Hace, por lo tanto, más de d

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Editorial

CUANDO CHINA DESPIERTE...

«C

uando China se despierte, el mundo temblará» es una frase atribuida a Napoleón. Hace, por lo tanto, más de dos siglos que el mundo –nuestro mundo– observa atento y espera, no sin cierto temor, la emergencia de todas las potencialidades de uno de los países más grandes del orbe, grande en número de habitantes, en culturas, en territorio, en tradiciones, en historia y en muchas cosas más. En los últimos años parece que lo que estaba anunciado ha comenzado a ocurrir: China despierta con vigor –metafóricamente, ya que nunca ha estado dormida– y desempeña un papel cada vez más importante en la política, en la economía e incluso en la ciencia y la tecnología. Por poner sólo dos ejemplos: Shangai es hoy la ciudad del mundo con una mayor evolución económica y urbana, y un centro científico de Pequín demostró estar en el primer nivel mundial de la investigación al publicarse en la revista Science la secuenciación del genoma del arroz, resultado del trabajo conjunto de un equipo chino y de otro norteamericano. También se han dado a conocer recientemente otros significativos adelantos en los campos de la fecundación in vitro y clonación. Son ejemplos de que la ciencia y la tecnología chinas no son sólo una referencia de una forma de hacer tradicional en Q UARK

una cultura milenaria, sino una realidad que la va situando entre los estados más competentes y a la vanguardia en este comienzo del siglo XXI. Por si todo ello no fuera suficiente, el 15 de octubre de 2003 se hizo realidad algo que se rumoreaba con fuerza en los medios de la astronáutica desde hacía ya tiempo: China ya no sólo tiene cohetes lanzadores que compiten con los norteamericanos o con el Ariane europeo para poner satélites en órbita terrestre, sino que ha entrado por la puerta grande en el restringido club de los países que han llevado a seres humanos al espacio exterior con tecnología propia, hasta ahora sólo Rusia y Estados Unidos. El primer astronauta chino, Yang Liwei, se ha sumado así a los míticos Yuri Gagarin y John Glenn. China ha entrado por la puerta grande en la historia de la astronáutica, como lo hizo en su día en la historia de la química al inventar en el siglo IX la pólvora. Portavoces de la Academia de Ciencias de China han dejado claro que «este es el principio de un nuevo capítulo de la conquista del espacio que ha de llevar a una tripulación china hasta la Luna, para lo que ya hay una fecha posible entre 2015 y 2020». La carrera del espacio ha sido siempre considerada como un indicador indiscutible de la potencia tecnológica y económica de una nación, aunque en sus orígenes y desarrollo el componente militar haya sido NÚMERO 30

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siempre el motor esencial. La llegada del ser humano a la Luna en un ya muy lejano mes de julio de 1969 –que, por cierto, ha sido pisada por sólo doce hombres, once militares y un geólogo, todos norteamericanos– fue más el producto de la guerra fría que una rivalidad por la primacía científico-tecnológica. Una pugna en la que las dos grandes potencias de la época (Estados Unidos y URSS) intentaban demostrar al mundo cuál de los respectivos modelos de sociedad, que cada una representaba, era el más poderoso. Sea como sea, la conquista del espacio desde aquel ya mítico «bipbip» del primer Sputnik soviético de 1957 ha sido un enorme factor de desarrollo de la innovación tecnológica y de impulso de la economía. En este sentido, se calcula que de cada dólar invertido en el programa Apollo que llevó al ser humano a la Luna revirtieron siete en la industria y economía norteamericanas, y son innumerables las aplicaciones venidas del espacio que hoy se han convertido en cotidianas en nuestras vidas. Por ello, la entrada de China en la élite mundial de la carrera espacial no es nada anecdótica. Y en el horizonte ya tenemos la cita de los Juegos Olímpicos de Pequín 2008, año que según muchos expertos no ha sido elegido al azar por China. Puede ser que todo esté programado para que China sea capaz de demostrar ese año al mundo que sus capacidades científica, tecnológica, cultural, social y económica la han situado en ese horizonte entre las principales potencias del orbe. China es hoy la sexta economía, pero ya ocupa el tercer lugar en investigación y desarrollo, justo detrás de Estados Unidos y Japón. En China están censados 743 000 científicos y científicas, cifra que la sitúa en segundo lugar en masa crítica humana en el campo de la ciencia tras Estados Unidos, pero hay que tener en cuenta que China cuenta además con 100 000 investigadores formándose en el exterior, principalmente en Q UARK

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Estados Unidos y en países de la OCDE.1 Esta rápida evolución experimentada en China en los últimos años se basa en la curiosa fórmula mixta «comunista-capitalista» que han puesto a punto los mandatarios chinos, en la cual el desarrollo científico y técnico es una prioridad. Así queda reflejado en el propio programa de los Juegos Olímpicos 2008 que están preparando. No hay duda de ello cuando observamos el lema elegido por China: «High-Tech Olympics Beijing 2008». Está claro que China está enviando al mundo un mensaje inequívoco: somos una nación avanzada y queremos desempeñar un papel importante en el concierto mundial. Sea como sea, la profecía de Napoleón está a punto de cumplirse. Cabe señalar en este contexto que desde hace años las autoridades chinas han puesto en marcha programas de science popularization para que la población entienda y apoye la apuesta que se está haciendo para convertir a China en un Estado competente y competitivo. Cheng Donghong, representante de la Asociación China para la Ciencia y la Tecnología y miembro del comité ejecutivo del Public Communication of Science and Technology Network responsable del Congreso Conocimiento Científico y Diversidad Cultural, que se celebrará en el Forum Universal de las Culturas 2004,2 comentaba recientemente: «El impulso de la cultura científica es para nosotros una prioridad desde hace mucho tiempo. Por ello estamos desarrollando sistemas de popularización científica en las comunidades urbanas, con el fin de propagar el conocimiento científico, así como el método y el pensamiento científico, con el objetivo de mejorar la calidad de la cultura científica entre la población». El ejemplo chino nos puede permitir reflexionar sobre la necesidad de que desarrollar una economía y sociedad competentes y competitivas en el concierto mundial pasa, sin duda alguna, por una ciudadanía que entienda y apoye la apuesta por la ciencia y la tecnología y que, además, sea capaz de utilizar las oportunidades que ofrece en beneficio propio. Sin olvidar que se nos van a presentar muchos desafíos éticos relaQ UARK

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cionados con el avance del conocimiento científico que van a obligar a tomar una u otra dirección a los correspondientes responsables políticos, y en los que la consulta con la ciudadanía no va a poder ser obviada. Por ello, no es una exageración considerar como una prioridad el impulso de la cultura científica y tecnológica en los diferentes ámbitos políticos para promover una ciudadanía competente y con suficiente criterio crítico capaz de influir en que los gestores políticos puedan adoptar decisiones correctas en beneficio de todos. El propio modelo democrático puede estar en juego. Ante esta situación, la Comisión Europea ha diseñado dos herramientas concretas –el Plan de Acción Ciencia y Sociedad y el amplio programa Benchmarking sobre políticas nacionales de investigación3– que sitúan la promoción de la cultura científica como una línea de actuación prioritaria, y recomienda a los diversos gobiernos europeos emprender programas específicos para el impulso de la cultura científica y las vocaciones científicas entre los más jóvenes. En el apartado concreto de los gobiernos, destacan las recomendaciones siguientes:

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• Los gobiernos tendrían que liderar la promoción de la cultura científica y de la comprensión pública de la ciencia, creando para ello un equipo específico para el diseño, puesta en marcha y seguimiento de programas en esta área. • Los gobiernos tendrían que hacer un esfuerzo especial para acercar a las mujeres la información sobre ciencia. • Los gobiernos tendrían que instigar medidas adecuadas para incentivar la participación del público en discusiones, debates y decisiones relativas a los usos futuros y a las líneas de investigación científica. Por lo que respecta a la crisis de vocaciones científicas que experimenta Europa, el 13 de mayo de 2003 el Senado español aprobó el Informe de la Ponencia sobre la situación de las enseñanzas científicas4 que destaca el descenso en el nivel de conocimiento de ciencias entre los alumnos de secundaria, bajo nivel que ha vuelto a ponerse de manifiesto en la última edición de Q UARK

los exámenes de Selectividad. El Informe afirma que las Administraciones públicas tienen que promover iniciativas que garanticen a todos los estudiantes –de ciencias y de letras– los conocimientos científicos básicos, tanto teóricos como prácticos. En este sentido, de entre sus recomendaciones destacan las siguientes: • Superar la tradicional separación entre ciencias y letras, y tener presente el referente humanístico en la enseñanza de las ciencias, considerando el conocimiento científico como una parte fundamental de la historia del hombre. • Fomentar la creación de infraestructuras científicas y de cultura científica (parques científicos, parques naturales, jardines botánicos, museos y casas de la ciencia). • Impulsar la divulgación científica a través de los medios de comunicación y de las instituciones públicas y privadas. Por tanto, no se trata sólo de conseguir el difícil objetivo del aumento significativo del presupuesto destinado a investigación científica en la mayoría de estados para converger hacia el 3 % en el año 2010, que en el caso de España se sitúa actualmente en el 0,97 % solamente. Hay que empezar por establecer un compromiso de complicidad con la ciudadanía. Todos hemos de entender el porqué de este esfuerzo y colaborar a que se haga efectivo influyendo en los poderes públicos. Además –insistimos–, todos hemos de estar en situación de subirnos al carro de los importantes cambios que se están produciendo en nuestras formas de trabajo y de vida social. La realidad es que estamos lejos de que la cultura científica y tecnológica sea entendida como una prioridad política cuando bajamos al nivel de la Administración política de cada país, región o ciudad en el marco europeo. Hay un enorme trabajo a realizar en todos los niveles: acciones de gobierno (estatal, autonómico, municipal), educación formal e informal, comunidad científica, industria y empresa, medios de comunicación, programas culturales y todos los muchos otros agentes involucrados. Es verdad que se han realizado, en los últimos años, muchas iniciativas destinadas a la NÚMERO 30

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difusión de las ciencias (museos científicos, semanas de la ciencia, etc.) pero ello no es suficiente. La cultura científica y tecnológica ha de entrar a formar parte de los programas políticos, como lo hizo en su momento el medio ambiente y la sostenibilidad. En Francia hace mucho tiempo que existe una sensibilidad cultural y social relacionada con la cultura científica que se manifiesta en muchos programas y acciones. Ahora el salto a la acción política ha llegado al máximo nivel como manifiesta un reciente informe (24 de octubre de 2003) de la Comisión de Asuntos Culturales del Senado de Francia5 en el que se concluye que «la diseminación de la cultura científica y tecnológica en la sociedad debe ser una prioridad nacional».

Deberíamos reflexionar sobre el ejemplo chino y tener en cuenta las palabras de C.P. Snow en aquella ya famosa conferencia de 1959: «La revolución científica es el único método por el cual la mayor parte de los humanos puede obtener los bienes básicos (años de vida, liberación del hambre, supervivencia de los hijos); esos bienes básicos que nosotros damos por descontados pero que disfrutamos en realidad gracias a que tuvimos nuestra revolución científica no hace todavía tanto tiempo». ¿Quizá lo hemos olvidado? ¶

Vladimir de Semir Director de Quark

Notas

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1 Le Monde/Economie, 4 de noviembre 2003. 2 www.pcst2004.org. 3 Plan de Acción Ciencia y Sociedad, de la Comisión Europea: http://europa.eu.int//comm/research/science-action-plan society/ Plan de Acción Ciencia y Sociedad: http://europa.eu.int/comm/research/science-society Benchmarking Research Area: http://www.cordis.lu/era/benchmarking.htm 4 Boletín Oficial de las Cortes Generales, núm. 660, 22 de mayo 2003. (http://www.rsme.es/comis/educ/senado/I0660.pdf ). 5 «La culture scientifique et technique pour tous: un priorité nationale» (disponible en www.senat.fr/rap/r02-392/r02-392.html).

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