Cultivo de alfalfa. Pastoreo rotativo: herramienta disponible para el manejo de las pasturas base alfalfa

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Cultivo de alfalfa

Panorama actual de la alfalfa en la Argentina Introducción Evolución de la superficie de siembra Superficie sembrada en Mendoza Morfología de la alfalfa Semilla, raíz, tallo, corona, flor y fruto. Elección de cultivares de alfalfa Grado de reposo invernal (GRI) Resistencia a plagas y enfermedades Potencial de producción y persistencia Producción de heno, silaje y henolaje de alfalfa Introducción Establecimiento del cultivo Conservación en seco: fardos, rollos y cubos Conservación en húmedo: silaje y henolaje Manejo y utilización de pasturas de alfalfa La alfalfa como eje de las cadenas forrajeras Utilización de la alfalfa en condiciones de pastoreo Pastoreo rotativo: herramienta disponible para el manejo de las pasturas base alfalfa Criterios para determinar el momento de utilización Duración del periodo de descanso, producción y persistencia de los alfalfares Duración del periodo de pastoreo Meteorismo espumoso (empaste) en pastoreo

Producción de semilla de alfalfa Introducción La producción de semilla como industria especializada Áreas de producción en la Argentina Requerimientos climáticos Establecimiento del cultivo Control de malezas Control de insectos Polinización Cosecha

Panorama actual de la alfalfa en la Argentina Introducción La alfalfa (Medicago sativa L.) es la principal especie forrajera del país y la base de la producción de carne y de leche en la Región Pampeana. La difusión del cultivo se apoya en sus altos rendimientos de materia seca por hectárea (MS haֿ¹), su excelente calidad forrajera y su gran adaptabilidad a diversas condiciones ambientales (suelo, clima y manejo). Por otro lado, su capacidad para la fijación del Nitrógeno atmosférico a través de la simbiosis con Sinorhizobium meliloti la convierten también en un importante componente de la sustentabilidad de los sistemas productivos. Para una alta producción de forraje, la alfalfa requiere suelos profundos (>1,2 m), bien aireados, de reacción más bien neutra (pH 6,5 a 7,5) y buena fertilidad (especialmente P y, en menor proporción, S). A medida que las condiciones reales se alejan de este marco ideal, el cultivo disminuye su rendimiento y su persistencia. Los rendimientos promedio en forraje obtenidos en parcelas de cultivos puros, correspondientes a la red de evaluación de cultivares del INTA, fluctuaron entre 8 tn MS ha ¹ año ¹ en Anguil y 20,5 tn MS ha ¹ año ¹ en Marcos Juarez. Superada la implantación –etapa en la cual la disponibilidad de humedad es fundamental- la alfalfa está morfológica y fisiológicamente adaptada para tolerar períodos de deficiencia hídrica de cierta duración. De no existir impedimentos en el perfil sus raíces pueden extraer humedad desde los 2 m de profundidad a los dos años y desde los 4 m a los tres años de vida. No obstante, para mantener altas producciones de forraje, la especie requiere de una apreciable cantidad de humedad. Algunos autores han estimado que para producir 1 tn MS haֿ¹ en zonas semiáridas se necesitan 83 mm de agua. Así como la alfalfa es tolerante a la sequía, es muy sensible al anegamiento del suelo. El encharcamiento de los lotes produce la falta de oxigenación de las raíces, lo que puede llevar a la muerte rápida de las plantas. Evolución de la superficie de siembra En los años 1996/97 la superficie implantada con alfalfa en la Argentina, sea pura o consociada con otras forrajeras, era de poco más de 7 millones de ha. A partir de 1998/99 comienza a registrarse un descenso del área de siembra, para ubicarse en 2000/01 en las cercanías de los 5 millones de ha. Indudablemente, esa disminución de la demanda está relacionada con la baja rentabilidad de la actividad ganadera en ese periodo, particularmente de la producción lechera. Como promedio general para 1996-2001, el 46,2% de toda el área alfalfada se ubicaba en la provincia de Buenos Aires, el 23,6% en Córdoba, el 15,8% en Santa Fe, el 10,7% en La Pampa y el 3,7% en Entre Ríos. La nueva paridad cambiaria y las condiciones internacionales produjeron que mientras los precios de los granos en general y de la soja en particular se incrementaran, los precios de los productos pecuarios –la carne y especialmente la leche- se mantuvieran sin mayores cambios. Esta situación provocó que en las zonas mixtas de la Región Pampeana se experimentara una notoria preferencia por el cultivo de soja en detrimento de las actividades ganaderas. La incertidumbre por que atravesaba el

sector agropecuario en materia de precios de insumos y productos originó que en 2002 no se superaran los 3,5 millones de ha implantadas con alfalfa, la cifra más baja de las últimas décadas. Durante el 2004, el flujo de dinero generado por las exportaciones agropecuarias generó mejores condiciones para el país en general y para el sector rural en particular; paralelamente, se evidenció una franca recuperación de los precios de la leche y de la carne. En ese contexto, las buenas perspectivas para la producción ganadera se tradujeron en una mayor demanda de semilla de alfalfa para la siembra de nuevas pasturas. La superficie de alfalfa para ese año se estimó en unos 4,7 millones de ha. Durante el 2005 la superficie alfalfada rondó los 5 millones de ha. En la actualidad la superficie sembrada con alfalfa ronda los 4 millones de ha. De todos modos, hay una cierta tendencia a la disminución, lenta y paulatina, más que nada por el avance de la agricultura y la ausencia de una política clara para las producciones sostenibles de carne y leche (Basigalup, D., 2012, comunicación personal). Superficie sembrada en Mendoza Según datos del Censo Nacional Agropecuario 2008 (CNA 2008) existen en la provincia de Mendoza un total de 15.950,90 hectáreas destinadas a la producción de forrajes. El 79% de estas especies forrajeras son perennes, de las cuales la más importante es la alfalfa. El cultivo de esta especie presenta el 4,1% del área cultivada en la provincia y el 60% de la superficie de cultivos forrajeros. Según datos del CNA, en el año 2002 se cultivaban en la provincia, 11.108,7 hectáreas, entre alfalfa pura (8.557 ha) y consociada (2551 ha). El CNA 2008 revela que esta superficie se ha reducido a 9.508,2 ha en total, de las cuales 8.639,5 son de alfalfa pura y 868,7 de alfalfa consociada. Cuadro 1:Superficie cultivada con alfalfa pura y consociada, en Mendoza, según CNA 2008. Superficie

(ha) Alfalfa Departamento Alfalfa Pura consociada Total General Alvear 1.365,50 264 1.629,50 Godoy Cruz 0 0 0 Guaymallén 11 0 11 Junín 97,1 0 97,1 La Paz 37,5 0 37,5 Las Heras 150,5 105 255,5 Lavalle 580,9 6,5 587,4 Luján 44 17 61 Maipú 231,5 0 231,5 Malargüe 178,5 5 183,5 Rivadavia 71,1 120,5 191,6 San Carlos 631,8 93,5 725,3 San Martín 139,5 0 139,5 San Rafael 4.852,10 211,2 5.063,30 Santa Rosa 199,5 46 245,5 Tunuyán 15 0 15 Tupungato 34 0 34 Total 8.639,50 868,7 9.508,20 Fuente: Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas, sobre la Base de Datos del Censo Nacional Agropecuario 2008 – INDEC (*Datos provisorios)

La zona sur de Mendoza es la más importante en cuanto a la producción de forrajes (73% del total provincial) y también de alfalfa (74% de la superficie total de alfalfa pura). Los departamentos del sur provincial conforman un polo de producción ya que comparten algunos cauces de riego, los modelos productivos son similares y conforman un área con cierta especialización en la producción de forrajes y especialmente de alfalfa. Esto ha generado también el desarrollo de otras actividades en esta zona, asociadas a la producción de forrajes y especialmente de alfalfa tales como la ganadería. Como se observa en el siguiente gráfico, existe una concentración de más de la mitad de la superficie cultivada en el oasis Sur de la Provincia; los departamentos con mayores superficies son San Rafael (5.063,30 ha) y General Alvear (1.629,5 ha). San Carlos se encuentra en tercer lugar con 725,3 ha. y Lavalle presenta una superficie de 587,4 ha. Siendo estos cuatro departamentos los que presentan mayor superficie sembrada con alfalfa en la provincia de Mendoza. Figura 1: Distribución porcentual de la producción de alfalfa en Mendoza, por departamentos.

Otros 16% Lavalle 6% San Carlos 8%

San Rafael 53%

General Alvear 17%

Morfología de la alfalfa Semilla Las semillas poseen generalmente forma arriñonada y color amarillento, también se pueden encontrar semillas angulares y de coloración que varía desde el verde oliva a distintas tonalidades de marrón. Las semillas en estado maduro, tienen aproximadamente 1-2 mm de longitud por 1-2 mm de ancho y 1 mm de espesor. Figura 2: Semillas de alfalfa

Figura 3: Partes de la semilla de alfalfa

(https://www.google.com.ar/searchq=semillas+de+alfalfa&hl=es&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ei=jhZvUbiTBo208QSGvoGgDA&sqi=2&ved=0CAcQ_AUoAQ &biw=1024&bih=673#imgrc=nmF-pqxt-Qq0oM%3A%3B46S26Ym1278GRM%3Bhttp%253A%252F%252Fwww.innatia.com%252Fimagenes%252Fgaleria%)

Germinación y primeras etapas de desarrollo: En el proceso de germinación, la semilla en contacto con el suelo comienza a embeberse en agua, lo que desencadena una serie de transformaciones que se resume en el desarrollo de una raíz y de un talluelo, que se alarga hasta sacar los cotiledones por encima de la superficie del suelo. A medida que el desarrollo de la parte aérea de la plántula continua, el talluelo se alarga y expone los cotiledones por encima de la superficie del suelo. Posteriormente, la plántula exhibe primero una hoja unifoliada y luego las hojas trifoliadas, también llamadas “verdaderas”. Figura 4: Primeras etapas de desarrollo vegetativo: cotiledonal (a y a¹) y hoja unifoliada (b y b¹)

Raíz En general, el sistema radical de la alfalfa es robusto y profundo, y su función principal es la absorción de agua. Si no existen impedimentos en el perfil de suelo, la raíz puede alcanzar los 2 a 5 metros en sólo 2 a 4 años de vida, de modo que la posibilidad de extracción de las capas profundas del suelo le ha conferido a la alfalfa su reputación de tolerante a la sequía. Figura 5: Raíces de alfalfa

(http://www.pasturasyforrajes.com/alfalfa/requerimientos-del-suelo/desarrollo-normal-de-la-raiz)

Tallo y corona El tallo primario es cuadrado en su sección transversal y presenta estomas y pelos. No solo tiene crecimiento primario sino que también posee un crecimiento secundario que da origen a un eje leñoso o porción perenne, que forma parte de la corona. En su parte herbácea, presenta nudos desde donde nacen las hojas. El número de los tallos depende de la edad y el vigor de la planta, y puede llegar hasta 20. El crecimiento de los tallos es inducido por su utilización (pastoreo o corte) o por un nuevo ciclo fisiológico de crecimiento. A medida que el desarrollo de la planta continua, el conjunto de la parte basal de tallos nuevos y viejos forma, entre la parte aérea y la raíz, una estructura que recibe el nombre de corona. Más adelante, en la planta adulta, la corona incluirá la porción perenne de los tallos. Además de su constitución morfológica, es conveniente resaltar la importancia funcional de la corona como estructura almacenadora de sustancias de reserva y sede de yemas a partir de las cuales se producirán los nuevos rebrotes de la planta y condiciona las prácticas de manejo del cultivo. El tamaño (pequeño, intermedio, grande) y el tipo (compacta o cerrada, intermedia, abierta) de la corona depende de factores genéticos y ambientales. Figura 6: Diferentes partes constitutivas de coronas ya formadas en plantas de 1 (a), 2 (b), 3 (c) y 4 (d) años de vida.

Hoja La primera hoja de la plántula de alfalfa es unifoliada y de forma orbicular. Las segundas y subsecuentes son pinnaticompuestas o imparipinnadas, y se originan en el ápice del tallo. Posteriormente, cuando la planta ya está desarrollada, las hojas pueden originarse del ápice del tallo o de las yemas laterales ubicadas en los nudos de los tallos. Las hojas se unen al tallo por el peciolo y son usualmente trifolioladas, vale decir que se componen de tres folíolos peciolulados. Los folíolos son normalmente oblongos u obovados, pero se pueden encontrar formas desde redondeadas a obovado-oblongas e incluso lineales. El borde de los foliolos es dentado usualmente solo en el tercio superior. Las hojas se disponen a lo largo del eje del tallo en forma alternada. En el nacimiento de las hojas se observan las estipulas, que son unos apéndices delgados a modo de pequeñas hojas modificadas situadas en la base del pecíolo y adheridas a sus lados. Las estipulas son normalmente laciniadas, aunque también pueden ser lisas.

Los folíolos tienen una nervadura central prominente, que se extiende a lo largo de la lámina y de la cual parten nervaduras laterales pinnadas, que se subdividen formando una red. Las nervaduras son más notables en la cara abaxial del folíolo, que es pubescente. Los estomas son más numerosos en la cara superior y en el ápice del folíolo. Figura 7: Tallos de alfalfa, con nudos desde donde salen las hojas trifoliadas.

(http://www.cuencarural.com/agricultura/81091-tenemos-que-empezar-a-tratar-a-la-alfalfa-como-un-cultivo-agricola/) (http://chinchilla.com.ar/ichin/laalfalfa.html)

Figura 8: Los dos tipos de estipulas que se observan en hojas de alfalfa: (a) laciniada, en una planta de tres años; y (b) lisa, en una planta de 1 año.

Flor La flor se desarrolla cuando el ápice del tallo pasa del estado de crecimiento vegetativo al reproductivo. Este cambio, que se llama transición, comienza con la aparición de una protuberancia en la axila del primordio foliar, adyacente al ápice del tallo. De cada primordio se origina una inflorescencia en forma de racimo simple. La flor de la alfalfa es completa y está formada por el cáliz, la corola, los estambres y el gineceo. Posee una corola papilionada en forma de mariposa. El cáliz consta de cinco sépalos soldados formando un tubo; sin embargo, cada sépalo termina en un lóbulo o diente que es mayor en longitud al largo del tubo calicino. La corola está formada por cinco pétalos desiguales: el estandarte, que es el superior y el más grande de los cinco; las alas, que son dos pétalos más pequeños que se ubican a ambos lados del estandarte; y la quilla, que está envuelta por las alas y que se forma por dos pétalos soldados que se ubican más internamente. Los estambres son 10 y están divididos en dos grupos: uno constituido por nueve, soldados en la base; y el restante formado por el décimo, que está libre y más cerca del estandarte. Esta disposición, que recibe el nombre de diadelfa, indica que los estambres de la alfalfa son diadelfos.

Los filamentos de los 9 estambres soldados tienen distinta longitud y, al fusionarse para formar el tubo, se alternan los largos con los cortos. Por el interior del tubo que forman pasa el estilo, que remata en un estigma rodeado por las anteras de los estambres fusionados. El gineceo presenta un carpelo, que desarrolla un ovario súpero, y posee un estilo y un estigma bien definidos. La flor es generalmente de color púrpura, con extremos que van desde el violeta claro al morado oscuro. También se pueden encontrar flores blancas, azules, amarillas y variegadas, que son mezclas de colores o tonalidades que van cambiando a medida que la flor desarrolla. Figura 9:Estructura de la flor de alfalfa: vista superior (izquierda) y vista lateral (derecha)

Figura 10:Estructura de la flor de alfalfa e inflorescencia de la alfalfa

(http://malinalli-herbolariamedica.blogspot.com/2010/09/alfalfa-alfalfa-medicago-sativa.html) (http://www.cuidarlasalud.com/alfalfa/)

Desenlace floral y polinización La quilla, que como se mencionó anteriormente está formada por dos pétalos soldados, posee en su interior al androceo y gineceo (columna sexual). De ese modo, la polinización solo es posible cuando al separarse los pétalos que forman la quilla a través de un proceso que se denomina desenlace floral - la columna sexual se libera e impacta con el estandarte. Ese movimiento brusco que se produce al liberarse la columna sexual provoca la apertura de las anteras maduras y la consiguiente diseminación de los granos de polen. Diversos mecanismos naturales pueden provocar el desenlace floral, como la acción de insectos y las variaciones de temperatura, humedad y velocidad del viento. La flor puede fecundarse con su propio polen (autogamia) o con el polen de otra flor

(alogamia). No obstante, la alfalfa es una especie de fecundación preponderantemente alógama, favorecida por mecanismos naturales autoincompatibilidad y autoesterilidad. En condiciones naturales, la polinización de la alfalfa es entomófila y es consecuencia principalmente de la acción de distintas especies de abejas y abejorros. Cuando los insectos acuden a la flor para liberar el néctar y/o recolectar el polen, la presión que le ejercen al posarse es suficiente para provocar el desenlace floral, haciendo que la columna estaminal impacte sobre su abdomen. Figura 11: Inflorescencia de la alfalfa: a) racimo con flores cerradas y b) racimo con flores abiertas

(http://www.floradecanarias.com/medicago_sativa.html)

(http://mallorcaesasitambien.blogspot.com.ar/2010/06/preciosidades-en-miniatura.html)

Figura 12: Desenlace de una flor de alfalfa

http://www.inta.gov.ar/ediciones/idia/alt/api04.pdf

Fruto El fruto de la alfalfa es del tipo legumbre o vaina, monocarpelar, seco e indehiscente, generalmente alargado y comprimido, con las semillas alineadas en la hilera ventral. La vaina por encorvamiento desarrolla una espiral que generalmente posee 1 espira con autofecundación y 3 a 5 vueltas con fecundación cruzada. Cada fruto contiene un

número variable de semillas arriñonadas: 2-3 con autofecundación y alrededor de 9 semillas con fecundación cruzada. Figura 13: Legumbres de alfalfa con varias espiras

(http://es.wikipedia.org/wiki/Medicago_sativa)(http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Alfalfa_frutos-7.JPG)

Elección de cultivares de alfalfa La extensa distribución que la alfalfa tiene en la Argentina supone un amplio rango de adaptación a las particulares condiciones de precipitaciones, suelos, temperatura, plagas, enfermedades y modalidades de manejo de cada zona. Vale decir que el productor ganadero, a fin de aumentar su producción y maximizar su rentabilidad, debe identificar aquellos cultivares (= variedades) que mejor se adapten a las condiciones particulares de su explotación. Esto último no siempre es sencillo dada la enorme cantidad de variedades que se ofrecen en el mercado. A continuación se resumen algunos puntos importantes a considerar: Grado de reposo invernal (GRI) El reposo invernal es una característica genética de la alfalfa por la cual, en respuesta a la disminución del fotoperíodo y a las bajas temperaturas de otoño-invierno, las plantas reducen su crecimiento. Esos factores ambientales desencadenan un proceso de aclimatación que permite la supervivencia de las plantas hasta tanto se reinstalen las condiciones ambientales apropiadas para volver a crecer y desarrollarse. La teoría fisiológica más aceptada indica que, durante este período de aclimatación, se produce una acumulación de hidratos de carbono y compuestos nitrogenados en la raíz y la corona que posibilitarán el reinicio del crecimiento en primavera. En la Argentina, el legajo para la inscripción de variedades de alfalfa aprobado por el INASE reconoce 11 categorías de GRI y define los testigos a utilizar para la realización de las determinaciones, conforme se muestra en el cuadro.

Cuadro 2: Grupos y grados de reposo invernal (GRI) y cultivares testigo definidos por el INASE * para la clasificación del reposo invernal de las variedades de alfalfa. *Instituto Nacional de semillas

Grupos de reposo GRI

Con Reposo

1 2 3 4 5

Reposo Intermedio Sin Reposo

6 7 8 9

Extremadamente Sin 10 Reposo 11

Cultivares Norserman - Spredor 2 Vernal - Alfagraze Painé INTA - Dekalb 120 WL 320 - Cimarrón P 205 - Cimarrón VR Victoria SP INTA Meteor P 105 - Dekalb 170 WL 516 - dekalb 187 Cuf 101 - 5929 Hejazi Ne NAF 3

Los cultivares, dependiendo de su GRI, responden de diferente manera a las temperaturas y al fotoperíodo otoño-invernal. Así, las variedades con reposo (GRI 1-4), que son más sensibles a las señales fisiológicas disparadas por las bajas temperaturas y a la menor longitud del día, detienen su crecimiento a principios del otoño como expresión de un mecanismo de protección contra el frío y las heladas. Por el contrario, los cultivares sin reposo, son menos sensibles a estas condiciones ambientales, y continúan su crecimiento mientras la temperatura se mantenga por encima de 5 °C, aun a costa de sufrir daños por las heladas. Por esto último, el uso de este tipo de cultivares se recomienda principalmente para áreas templadas, con inviernos no excesivamente rigurosos. En general, los cultivares con reposo exhiben en el otoño tallos cortos y postrados, y presentan durante el verano tasas de elongación de rebrotes relativamente bajas. Por el contrario, los cultivares sin reposo presentan en el otoño tallos más erectos y alcanzan tasas de crecimiento más altas, durante la primavera y el verano. Las diferencias en las tasas de crecimiento entre estos grupos se deberían a que los cultivares con reposo maduran más lentamente que los sin reposo. Otro aspecto que podría relacionarse con el reposo invernal es la calidad forrajera. Algunos trabajos publicados concluyeron que los cultivares sin reposo, debido a sus tallos más erectos y fibrosos, poseen menor digestibilidad y proteína y mayor cantidad de fibra que los de mayor reposo. Resistencia a plagas y enfermedades Además del efecto que las plagas y las enfermedades ejercen per se sobre la productividad y la persistencia de la alfalfa, se debe tener en cuenta su acción en detrimento de la calidad del forraje y en la predisposición para intensificar el daño de otros agentes de estrés, tanto bióticos como abióticos. Para la elección de los cultivares de alfalfa se deben conocer las plagas y las enfermedades que mayor importancia tienen en el área donde se va a sembrar, especialmente de aquellas que pueden disminuir económicamente la producción o la persistencia. Entre los principales problemas, para los que se cuenta con variedades resistentes, se pueden citar: podredumbre húmeda o fitóftora (Phytophtoramegasperma f. sp. medicaginis), fusariosis(Fusarium oxysporum f. sp. medicaginis), antracnosis (Colletotrichumtrifolii), y

pulgones moteado (Therioaphistrifolii), verde (Acyrthosiphumpisum) y azul (A. kondi). Existen otras importantes enfermedades como la corchosis, el complejo de podredumbres de corona y raíz y las enfermedades foliares y plagas (como orugas cortadoras, isocas, tucuras, trips, gorgojos, etc.) para las cuales todavía no se cuenta con adecuados niveles de resistencia en los cultivares comerciales. Las condiciones climáticas de la región de Cuyo (baja humedad relativa y escasas precipitaciones) hacen que el problema de las enfermedades no tenga la magnitud que tienen en otras zonas productoras. Es notorio el avance logrado en los últimos años en la producción de forraje, alcanzándose niveles que duplican los obtenidos en la década del 70 y parte del 80, con valores de producción superiores en un 50-60% a los mejores ecotipos. Potencial de producción y persistencia La adaptación que tiene una variedad a un ambiente determinado se expresará a través de su producción de forraje y su persistencia a lo largo de los años. Por ello es importante que la variedad a utilizar se defina también por el comportamiento agronómico que haya exhibido en ensayos de evaluación conducidos en las localidades más próximas al área en que la pastura se quiere implantar. Producción de heno, silaje y henolaje de alfalfa Introducción Por su gran potencial de producción de forraje con altos niveles de proteína y energía, la alfalfa es uno de los pilares sobre los cuales se asienta la ganadería argentina. A esto debe sumarse su alto contenido de vitaminas (o sus precursores) A, E y K y de la mayoría de los minerales requeridos por el ganado productor de leche y carne, en especial calcio, potasio, magnesio y fósforo. Estas características justifican los esfuerzos dedicados a conservar el forraje de alfalfa, lo que permite transferir su producción primavero-estival a otras épocas del año y/o a otras regiones fuera de su área de cultivo. Para ello se utilizan diversas técnicas de conservación de forraje, tanto en seco como en húmedo. La principal forma de conservación de la alfalfa en el mundo es la henificación. En los Estados Unidos solo el 15-20% es conservada en forma de silaje y henolaje, mientras que el 80% lo es en forma de heno, sea como fardos prismáticos convencionales o gigantes (55%) o como rollos (25%). Si bien en la Argentina no se cuenta con estadísticas recientes, se estima que el heno de alfalfa pura se produce en proporciones similares como fardos y como rollos, y que en el caso de pasturas de alfalfa consociadas predomina la forma de rollos (85%) sobre la de fardos (15%). Una porción menor de la producción de alfalfa se conserva como silaje o henolaje. Otra forma de conservación de la alfalfa es por medio del deshidratado y posterior compactado para producir pequeños cubos o pellets de alta densidad, aunque en la Argentina –al menos en la actualidad- el volumen procesado de esta manera es de poca importancia. Cualquiera que sea el método de conservación de alfalfa que se elija, es muy importante tener en cuenta que ninguno de ellos puede incrementar la cantidad ni la calidad del forraje en pie que se quiere conservar. Esto es así porque a partir del corte se producen perdidas por diversos motivos (respiración, lixiviación, fermentaciones indeseables, caída de material, insolación, contaminación con microorganismos y

suelo, etc.) que afectan, en mayor o menor grado, el volumen y la calidad de la reserva producida. De acuerdo con estudios realizados en INTA, en zonas irrigadas los rendimientos promedios anuales varían entre 10 a 18 tn de materia seca (MS) por ha. Sin embargo experiencias locales de INTA estiman rendimientos óptimos de 20.000 kg MS/ha/año. Establecimiento del cultivo bajo riego Preparación del suelo La alfalfa es una especie de gran plasticidad que se adapta a suelos de diferentes texturas. Requiere de suelos bien aireados y es muy sensible a la falta de oxigenación a nivel radicular que suele producirse cuando existe anegamiento del suelo. Al estado de plántula, un anegamiento por espacio de 24-36 horas y con temperaturas de 30 ºC se convierte en letal. Dado el pequeño tamaño de la semilla de alfalfa es necesario que al momento de la siembra se cuente con un suelo refinado, bien preparado, con una cama fina y firme. Una pendiente del 0,2% al 0,5% facilitará la distribución del agua, para lo cual debe considerarse la textura, profundidad del suelo y longitud del riego. Lotes nivelados a cero pendiente pueden dificultar la aplicación de una lámina baja en intervalos cortos o favorecer el encharcamiento en suelos pesados. Las capas duras existentes (naturales o pisos de arado) deben, en lo posible, destruirse con labores profundas (subsolado) antes de iniciar la preparación definitiva. Es importante tener en cuenta los siguientes aspectos:   



El cultivo que precede a la alfalfa debe finalizar su ciclo lo suficientemente temprano como para permitir una adecuado control de malezas y preparación del suelo. Planificar con tiempo la siembra para poder organizar la preparación del suelo de la mejor manera posible. Considerar la presencia de las malezas problemas en el lote que se va a sembrar. Malezas como cañota (Sorghumalepense), Chilquilla (Wedellia glauca), Chepica (Cynodondactylon) y trébol de olor (Melilotussp.) tienen que ser controladas, en lo posible, antes de la siembra. Conocer la textura y profundidad del suelo implicará una elección adecuada de la longitud de riego y posterior manejo del cultivo.

Época de siembra La alfalfa germina en un rango muy amplio de temperatura, desde 5 ºC a 35 ºC, ubicándose el óptimo entre 19 ºC y 25 ºC. Para lograr una planta que se establezca adecuadamente con un rápido desarrollo radicular, es prioritario realizar las siembras en otoño, considerando a los meses de marzo-abril como los más convenientes. Esta época le permite a las plantas desarrollar algún crecimiento radicular más o menos importante con la consiguiente acumulación de reservas en raíces, antes de las primeras heladas. La siembra de primavera es otra opción disponible, pero no siempre aconsejada en nuestra zona. Algunos de los factores que deben considerarse en esta época de siembra son: una mayor infestación de malezas, posibilidades de ataques de insectos en estados juveniles, las altas temperaturas de la época, tener una mayor disponibilidad de agua para riego ya que estos deben realizarse frecuentemente y un menor rendimiento para el primer año en la producción de forraje.

Calidad de semilla Es fundamental reducir los riesgos -en un cultivo que va a durar varios añosinvirtiendo en una semilla de alta calidad. Al elegir la semilla se deben considerar dos parámetros: la calidad física (está definida por el grado de contaminación con malezas, cuerpos extraños y el grado de dureza de la semilla) y la calidad genética (asociada al rendimiento de forraje, grado de reposo invernal, comportamiento ante plagas, velocidad de crecimiento, persistencia, etc.) Muchas veces se ofrece en el mercado semillas a precios bajos, pero de dudosa calidad física o genética. Siempre se debe comprar semilla fiscalizada que provenga de semilleros reconocidos y las bolsas deben estar perfectamente identificadas por rótulos que especifiquen las características y la calidad del producto adquirido. Inoculación de la semilla La alfalfa, como otras leguminosas, posee la particularidad de realizar una simbiosis con bacterias fijadoras del nitrógeno atmosférico (Rizobios) lo que la convierte en una fuente interesante para la recuperación de la fertilidad química de los suelos. Debido a la ausencia de rizobios naturales o a la ineficiencia de los mismos, es conveniente la inoculación de las semillas antes de la siembra para lograr una efectiva fijación simbiótica del nitrógeno atmosférico. Si bien es una práctica discutida, el muy bajo costo que implica el uso de inoculantes hace que generalmente sea recomendada. Densidad de siembra La cantidad de semillas utilizadas en nuestra región se encuentra entre 10 y 12 kg/ha (siembras al voleo y distribución manual). Se necesitan ente 50 y 70 plantas establecidas por m² para alcanzar los máximos rendimientos y ofrecer buena competencia a las malezas. Inicialmente el número de plantas logradas por m2 depende fuertemente de la densidad de siembra. Durante los primeros meses de vida de la alfalfa se produce una abrupta declinación en el stand de plantas, donde los inicialmente muy densos se ralean en mayor medida que los ralos, alcanzando ambos en un plazo muy corto el equilibrio con un número de plantas similar. Un aspecto negativo a las densidades excesivas es el retraso en el desarrollo radicular. En siembras mecanizadas las densidades bajan considerablemente (6 kg/ha). Riego El manejo del agua de riego se basa en una serie de principios fundamentales que deben aplicarse a cada situación particular, debiendo considerarse la variabilidad de los suelos (textura y profundidad), época del año, estado fenológico del cultivo, diferentes sistemas de riego, cantidad y calidad del agua disponible, grado de reposo invernal, duración del cultivo, etc. La diversidad de suelos presentes hace difícil establecer un esquema de riego. En todo el periodo de implantación es necesario controlar con frecuencia la humedad del suelo, cuidando especialmente que las raicillas estén en contacto permanente con suelo húmedo. Se deben efectuar riegos cortos y frecuentes para mantener húmeda

el área de exploración de las raíces y reponer solamente la humedad perdida por evaporación y transpiración. En términos generales puede decirse que para obtener rendimientos óptimos en alfalfa el cultivo debe disponer de 1.500 mm de lámina durante su ciclo de crecimiento anual. El manejo del riego debe compatibilizarse con el manejo de los cortes y recolección del forraje de manera que no interfiera en estas prácticas y no se someta a las plantas a un estrés hídrico que afecten futuras producciones. Cultivo acompañante Cuando el objetivo es la mayor producción de forraje en el menor tiempo posible, el suelo no presenta riesgos de voladura y no existen problemas de malezas, es aconsejable no usar cultivos acompañantes y así obtener un rápido establecimiento y una alta producción inicial de la alfalfa. La utilización de un acompañante (avena, centeno y trigo) presenta mermas importantes en la cantidad y calidad del forraje en los primeros dos cortes e interfiere en el manejo general del cultivo. Conservación en seco: fardos, rollos y cubos La conservación en seco, o henificación, consiste en reducir lo más rápidamente posible el contenido de humedad del forraje fresco. En el caso de la alfalfa, y partiendo de un contenido de humedad que oscila entre 70 y 85%, el objetivo es llegar a 1820%, nivel en que la respiración celular y la actividad de los microorganismos descomponedores son casi nulas. Esta rápida desecación permite no solo capturar la mayoría de los nutrientes presentes en el forraje sino también almacenarlos por largos periodos, sin que se produzcan cambios sustanciales en su composición. Los rendimientos promedio en fardos, en la provincia de Mendoza fluctúan entre 500 y 1.000 fardos/ha/año. Figura 14: Conservación en seco: Rollos de alfalfa en el departamento de Malargüe, Mendoza.

Podemos dividir el proceso de henificación en cuatro etapas: 1) corte; 2) secado; 3) recolección; y 4) almacenamiento. En cada una de ellas pueden actuar factores que afecten el rendimiento y la calidad del producto final.

1) Corte Estado de madurez El estado fonológico o de madurez de la planta es el factor individual más importante a tener en cuenta en el momento del corte para producir forraje conservado de alta calidad, ya que expresa el efecto acumulado que el medio ambiente y el genotipo tiene sobre la planta. El desarrollo fonológico de la alfalfa puede caracterizarse de varias formas. En términos generales se habla de cuatro estados: vegetativo, botón floral, floración y semillazón. Numerosos trabajos han demostrado no sólo los cambios que se producen en la composición química de la alfalfa asociados a cambios en el estado de madurez, sino también la alta correlación existente entre la calidad del forraje en pie y la calidad del heno. En los estados maduros la alfalfa es menos digestible y posee menor potencial de consumo voluntario y de producción animal que en los estados inmaduros; estos cambios están asociados a una declinación en el contenido de proteína bruta y un incremento en la concentración de fibras y lignina. La relación que existe entre madurez, valor nutritivo y rendimiento de materia seca de alfalfa también ha sido claramente demostrada por numerosos investigadores. A medida que se va postergando el corte de la alfalfa hacia el estado de floración, el rendimiento por hectárea aumenta linealmente debido al incremento en peso de la fracción tallo; a su vez, esto va asociado a una disminución de la relación hoja/tallo y a cambios en la composición química que determinan un menor valor nutritivo. A partir del estado de floración tardía el valor nutritivo sigue declinando, y el rendimiento también comienza a disminuir debido a la caída de las hojas basales. Por otro lado, los cortes en estados muy inmaduros (vegetativo a pre-botón floral) producen forraje de alta calidad pero –además de producir menores rendimientos- pueden comprometer la supervivencia del cultivo por no permitir una suficiente acumulación de reservas en las raíces. Figura 15: Variación de la producción de materia seca (MS), del rendimiento de materia seca digestible (MSD) y del porcentaje de digestibilidad total (DIGESTIBILIDAD) de la alfalfa en función de los estados de madurez a lo largo de un ciclo de crecimiento primaveral. Adaptado de Wilken y col.

No existe un estado de madurez óptimo para cortar alfalfa, dado que este dependerá del objetivo de producción al que se destina el forraje conservado y de los requerimientos de los animales. Por lo común, se trata de alcanzar un equilibrio entre el rendimiento de materia seca y su valor nutritivo. La floración es el parámetro más utilizado en nuestra zona. Se debe tener en cuenta que una alfalfa cortada a botón floral o 10% de floración es cuando se obtiene una mayor cantidad de materia seca con alto valor nutritivo. Es en este período de floración cuando se compatibiliza cantidad y calidad. La aparición de rebrotes en la corona es un buen indicador en épocas - inicio de primavera o fines de otoño-, que como consecuencia de días más cortos, las plantas no tienden a florecer a pesar de estar en condiciones de ser utilizadas para el corte. Rebrotes de aproximadamente 7 cm son parámetros semejantes al 10% de floración en cuanto a la calidad del forraje. Altura de corte La alfalfa presenta marcadas diferencias en el valor nutritivo de las porciones superior e inferior de la planta. La digestibilidad de la materia seca, el contenido de carbohidratos no estructurales y el contenido de proteína bruta disminuyen desde el ápice hacia la base de la planta. Estas diferencias se deben a una menor proporción de hojas y a una mayor concentración de lignina y de pared celular en la porción inferior de los tallos. Para un correcto cuidado del cultivo, un óptimo aprovechamiento de la materia seca y un rápido y eficiente secado, el pasto debe ser cortado a una altura que oscile entre los 5 y 10 cm. Como regla práctica para el trabajo a campo se puede tomar la altura del puño. Un corte demasiado alto estará dejando forraje sin cortar en el campo con la consiguiente pérdida en cantidad de pasto además de demorar la velocidad de rebrote. Si por el contrario la altura de corte es excesivamente baja, se corre el riesgo de dañar a los meristemas de crecimiento de las plantas y el aporte de tierra a la andana. Presencia de malezas La presencia de malezas en cultivos destinados a henificación tiene efectos indeseables indirectos comunes en el caso de malezas suculentas y/o de tallos gruesos como las dificultades que presentan para la maquinaria de corte (atascamientos, rotura de cuchillas, etc.) y su lenta tasa de secado, inferior a la de la alfalfa-esto último impide el secado rápido y parejo de la andana, con las consiguientes pérdidas de materia seca y de nutrientes y con el aumento del riesgo a factores climáticos adversos. Las malezas también pueden afectar la calidad del heno si son no palatables, presentan espinas que hacen que el animal las rechace, o contienen compuestos tóxicos para el ganado. Por ello su presencia en alfalfares destinados a la producción de reservas de calidad debe ser evitada. Se espera que la posible aparición en el mercado de variedades resistentes al herbicida glifosato (alfalfas RR) contribuya con el futuro a lograr este objetivo.

Plagas y enfermedades El rendimiento y la calidad del heno pueden ser reducidos por la presencia de diversas plagas y enfermedades, que causan la caída de hojas y consecuentemente la reducción de la relación hoja/tallo, el incremento en el contenido de fibra y/o la disminución en el contenido de proteína bruta y caroteno. Algunas de las enfermedades foliares que afectan la producción de heno en nuestro país son: tallo negro de verano (Cercosporamedicaginis), tallo negro de primavera (Phomamedicaginis), mancha ocular de la hoja (Leptosphaerulinabriosana), manchón foliar amarillo (Leptotrochilamedicaginis). Existe abundante evidencia de que ataques severos de pulgones, una de las principales plagas del cultivo en la Argentina, producen un aumento en el contenido de lignina y una reducción en el contenido de proteína bruta y caroteno. Otras plagas importantes en nuestro país como la isoca de la alfalfa (Colias lesbia), la isoca medidora (Rachiplusianu y R. includens) y la isoca militar tardía (Spodopterafrugiperda) también afectan negativamente la producción de heno por perdida de materia seca y disminución de la fracción hoja, especialmente en ataques severos. Otros efectos de la incidencia de plagas y enfermedades, que aunque menos importantes, son los relacionados con la acumulación de compuestos estrogénicos en el forraje. Ataques de pulgón verde (Acyrthosiphonpisum) y de enfermedades foliares de origen fúngico han sido correlacionados con aumentos en la concentración de cumestrol y de otros compuestos fenólicos, los que pueden producir desordenes en el ganado que posteriormente se alimenta con ese heno. Hora del día La práctica del corte debe iniciarse siempre durante la mañana, y en épocas de rocío después que este se halla levantado, asegurando así una disminución rápida del porcentaje de humedad del forraje durante el transcurso del primer día y una reducción de las pérdidas por respiración ya que una vez cortada la planta, continua respirando hasta alcanzar porcentajes de humedad cercanos al 50%, momento en que la respiración se reduce. Este es el fundamento del secado rápido del forraje, es decir procurar que las células interrumpan la respiración cuanto antes para disminuir el consumo de carbohidratos. Cortes realizados en las últimas horas de la tarde no aprovechan las horas de mayor temperatura e insolación aumentando las perdidas por respiración y alargando el período de secado. Ancho de corte El ancho de corte más común de las maquinas utilizadas en nuestra zona oscila entre 1.5 m y los 2.5 m. Cuando se tienen alfalfas con mucho desarrollo vegetativo se debe tener cuidado con el ancho de labor de corte debido a que se for maran andanas muy densas demorando su secado en el campo. Una solución a este problema es el uso de acondicionadores mecánicos incorporados en las segadoras, que aceleran el deshidratado al hacer pasar el forraje recién cortado entre dos rodillos que rotan en dirección opuesta y a una velocidad mayor que la de avance. Estos rodillos causan fricción, aplastamiento y quebradura de tallos a intervalos regulares. La fricción reduce, por abrasión, la cutícula serosa que dificulta la difusión de agua, especialmente desde los tallos.

Las andanas deberán tener un volumen constante en todo su ancho. Teóricamente deberían tener 2 kg de pasto por metro lineal de andana, una altura pareja en todo su ancho y un ancho aproximado a 1 m. Cantidad de forraje a cortar Uno de los errores más frecuentes es cortar mucha más alfalfa por día de la que se puede enfardar. Así se trabaja con andanas pasadas de su momento óptimo de recolección y con elevadas pérdidas de hoja. Resulta conveniente cortar la superficie que se tenga capacidad para enfardar en un día, debido a que el forraje se conserva mejor en la planta que en la andana; disminuyendo el tiempo de permanencia del forraje cortado en el campo Calidad del corte La maquinaria más conveniente será aquella que realice un corte neto y sin deshilachar, que no haga el repicado del forraje para evitar pérdidas de hoja. La andana dejada por la segadora debe ser uniforme en ancho y densidad, esponjosa y aireada para permitir un rápido secado El repicado -ocasionado generalmente por las segadoras a hélice- se produce cuando las cuchillas de corte impactan más de una vez con la planta cortada. Esto trae aparejado por un lado la caída de hojas por golpe con la consiguiente pérdida de calidad, y por el otro, que los trozos de forraje que tienen menos de 10 cm de largo no son recogidos por la enfardadora, produciéndose pérdidas en cantidad de forraje. Figura 16: Corte de alfalfa con segadora de tambor

2) Secado La deshidratación o secado implica la eliminación, en el menor tiempo posible y con mínimas pérdidas de materia seca y nutrientes, de la mayor parte del agua presente en el forraje. El objetivo en la alfalfa es “secar rápido y retener las hojas”. La etapa de secado a campo dura normalmente 2 y 4 días, aunque dependiendo de las prácticas de manejo y de las condiciones climáticas este periodo puede extenderse desde 1 día hasta más de 15 días. Diversos modelos de predicción han identificado a la radiación solar y al potencial de evapotranspiración como los factores ambientales de mayor influencia en el secado, asignando también importancia al tenor de humedad del suelo y a la densidad de andana.

Fases en el secado a campo de alfalfa cortada 





Desde el corte al 60% de humedad: la alfalfa elimina por evaporación el agua depositada en la superficie de la planta (rocío, lluvia) y, a través de los estomas, el agua contenida en las células exteriores de los tejidos. Para facilitar esto último, pueden realizarse tratamientos mecánicos que, como el rastrillado, aceleran el secado sin que se produzcan pérdidas importantes de hojas. Desde el 60% hasta el 30% de humedad: para poder evaporarse, el agua menos superficial necesita moverse por difusión desde las células interiores hacia el exterior, atravesando la cutícula de composición serosa que recubre a hojas y tallos. La diferente tasa de secado de hojas y tallos hace que, por ejemplo, cuando la andana tiene una humedad promedio de 40%, la mayoría de las hojas ya esté cerca del 20%, lo que las hace quebradizas y susceptibles a pérdidas si se aplicaran tratamientos mecánicos para favorecer el secado. Desde el 30% hasta el 18-20% de humedad: la pérdida de agua se hace más difícil, requiere más energía y depende en mayor medida de las condiciones atmosféricas. Cualquier tratamiento mecánico aplicado en esta fase provocara una alta pérdida de hojas.

Perdidas de materia seca y nutrientes durante el secado Perdidas por respiración: a partir del momento en que la planta es cortada, la tasa de fotosíntesis disminuye abruptamente. Por el contrario, el proceso de respiración celular disminuye a una tasa mucho menor. La respiración se hace insignificante cuando la humedad baja hasta el 25-30%. El proceso de respiración implica oxidación completa de hidratos de carbono solubles (principalmente glucosa y fructuosa), con eliminación de CO2, H2O y energía. Esto resalta una vez más la importancia de lograr un secado rápido y parejo de la andana para minimizar la respiración, ya que este tipo de perdidas tiene el agravante de que los carbohidratos respirados son los de mayor calidad, es decir, los más fácilmente digeribles por el animal. Perdida por lixiviación o lavado de nutrientes: la alfalfa es un cultivo particularmente susceptible al lavado de nutrientes hidrosolubles por acción de las lluvias durante la etapa de secado. Perdidas mecánicas: están ligadas principalmente a la caída de hojas como consecuencia de la acción de vientos y/o lluvias fuertes y de la acción de la maquinaria utilizada para uniformar y/o acelerar el secado, juntar las andanas, etcétera. 3) Andanado o rastrillado La alfalfa es cortada y dejada sobre el suelo sin hilerar hasta que la humedad baja al 50%-60%; luego se usa el rastrillo para formar las andanas. Si en el momento de rastrillar la humedad del forraje es baja (menos del 40%) las pérdidas de hoja serán considerables. Se debe rastrillar, para dar vuelta la andana y uniformizar el oreado, en horas de máxima humedad (noche o madrugada), pero siempre sin rocío, para evitar el desprendimiento de hojas.

Si bien los rastrillos son implementos livianos y que no requieren demasiada potencia, no es aconsejable trabajar a velocidades que excedan los 5 km/h. Esto es a los efectos de evitar la caída de hojas por impacto. Debe procurarse trabajar a una altura tal (2,5 cm aproximadamente) que las púas no lastimen a los meristemas de crecimiento de las plantas, que no se levante rastrojo de cortes anteriores, y que se incorpore tierra a la andana. Figura 17:Andanado de forraje con rastrillo tipo estelar

4) Recolección y compactación Una vez finalizada la etapa de secado, el heno de alfalfa está listo para ser recolectado y compactado. Entre los factores que más influyen en esta etapa sobre la calidad final del producto se encuentran: Humedad del forraje Existen varios métodos subjetivos para estimar la humedad del heno, como por ejemplo determinar que una andana de alfalfa esta lista para enfardar si al retorcer un manojo este se corta fácilmente, pero sin deshojarse; o cuando ya no es posible pelar la cutícula de los tallos con la uña. No obstante la forma más confiable es utilizando humedímetros que trabajan por conductividad eléctrica. Estos permiten medir la humedad directamente sobre una muestra tomada en la andana o en el interior de un rollo o fardo confeccionado para prueba. Si el forraje no fue secado adecuadamente y es enfardado con un contenido de humedad superior al nivel crítico de 18-20%, se produce un deterioro en la calidad del heno. Condiciones ambientales Las variables que más influyen al momento de enfardar alfalfa son la humedad relativa y la radiación solar, ya que afectan el grado de humedad de la andana y la perdida de hojas. En general, se recomienda enfardar o arrollar durante la noche si no hay rocío, o durante el día a partir de que este se disipa, teniendo la precaución de no hacerlo durante las horas del mediodía y las primeras horas de la tarde si el ambiente está caluroso y seco. Maquinas recolectoras-compactadoras Las pérdidas de materia seca y de calidad de heno de alfalfa debidas a la recolección y enfardado son de variada magnitud y se deben principalmente a la perdida de hojas y a una compactación deficiente. El deshojamiento se produce durante la recolección

de las andanas y durante el compactado en la cámara. Por el contrario, el grado de compactación del heno no tiene un efecto inmediato sobre la calidad del fardo o rollo, sino que influye sobre su hermeticidad a las lluvias durante la etapa de almacenamiento. Otra forma de compactar alfalfa es la producción de pequeños cubos o pellets cilíndricos de alta densidad. La materia prima es alfalfa deshidratada. Esta técnica de conservación utiliza maquinas que muelen el heno a un tamaño de partícula de 2-3 mm, lo humectan y lo comprimen en cubos que luego son llevados a un contenido de humedad no mayor del 14%. La densidad de un cubo o pellet es el doble o más de la de un fardo convencional, lo que facilita y abarata su transporte, almacenamiento y suministro. Debido a su alta demanda energética, este sistema representa solo una pequeña parte de la alfalfa conservada en la Argentina y se destina a la formulación de alimentos especiales para conejos, chinchillas, equinos y porcinos, y solo eventualmente para vacas lecheras. Figura 18: Enfardadora de alfalfa que produce Figura 19: Rollos de alfalfa Fardos prismáticos

5) Transporte y almacenamiento El heno de alfalfa es un producto perecedero, y como tal su manejo durante el transporte y almacenamiento influirán en la calidad final del forraje suministrado al ganado. En la Argentina los fardos prismáticos son recolectados del campo en forma manual, ya que no existe una mecanización de esta tarea como es común en otros países. Una alta proporción de los fardos prismáticos son almacenados bajo techo, en estructuras permanentes o temporarias, lo que garantiza mínimas perdidas de calidad. Por el contrario, en el caso de los rollos gigantes el traslado es mecanizado y demanda escasa mano de obra. Casi la totalidad de los rollos de alfalfa producidos en el país son almacenados a la intemperie, lo que los hace susceptibles a pérdidas de materia seca y de valor nutritivo por efecto de los factores ambientales. El almacenamiento en lugares altos, sobre postes o grava, bajo cubierta plástica y en estibas separadas entre sí y ubicadas a favor de los vientos predominantes, ayudan a minimizar estas pérdidas.

Figura20: Transporte y almacenamiento de fardos

Figura 21: Transporte de rollos de alfalfa

prismáticos de alfalfa

Conservación en húmedo: silaje y henolaje El ensilaje es una técnica de conservación de forrajes por la vía húmeda, basada en el desarrollo de un proceso fermentativo provocado por la actividad de microorganismos en ausencia de aire (condiciones de anaerobiosis) y que tienen por finalidad limitar las pérdidas del valor nutritivo y evitar la formación de sustancias toxicas para los animales. La conservación de alfalfa como silaje y henolaje tiene en nuestro país una difusión considerablemente menor a la conservación como heno. Se denomina silaje de alta humedad o silaje de corte directo cuando el forraje es almacenado con más del 70% de humedad; y se denomina henolaje, silajepremarchitado o silajepreoreado cuando el forraje es almacenado con un rango de humedad del 40 al 60%. En cualesquiera de los casos anteriores, la alfalfa ensilada sufre un proceso fermentativo (ambiente anaeróbico) a bajo PH. Entre las principales ventajas de este tipo de conservación se incluyen la escasa pérdida de hojas desde el corte hasta el ensilado, la baja pérdida de nutrientes por respiración, la corta exposición a factores climáticos adversos luego del corte, el alto grado de mecanización del proceso y la posibilidad de conservarlo por períodos prolongados con pérdidas mínimas de calidad. Sin embargo la alfalfa no es un cultivo ideal para el ensilado debido a que posee un bajo tenor de carbohidratos solubles (precursores de los ácidos orgánicos) y una alta concentración de proteínas y cationes (que actúan como atenuadores de los cambios de PH). Las pérdidas totales de materia seca y nutrientes durante el proceso de ensilado de alfalfa pueden variar desde valores mínimos de 3 a 6% bajo condiciones adecuadas hasta el 70% o más cuando el forraje sufre serias alteraciones. Manejo y utilización de pasturas de alfalfa La alfalfa como eje de las cadenas forrajeras La alfalfa es una especie de alta producción de forraje durante el período comprendido entre la primavera y el otoño. La misma puede prosperar en un amplio rango de situaciones ecológicas, lo que permite integrar su cultivo en las rotaciones de los principales sistemas de producción agrícola-ganaderos. La productividad de forraje de esta leguminosa se haya fuertemente afectada por el ambiente ecológico. En la región pampeana Norte, las pasturas de alfalfa y sus mezclas pueden alcanzar, en condiciones de pastoreo, un rendimiento anual promedio

de 10,5 a 12 tn MS (materia seca) ha‫־‬¹ durante el ciclo de vida útil de la pastura. Esta alta capacidad productiva coloca a la alfalfa como eje de cualquier planteo forrajero en todas aquellas zonas con condiciones edafoclimáticas para su implantación y desarrollo. Utilización de la alfalfa en condiciones de pastoreo En la Argentina, la mayor parte de las pasturas base alfalfa se utilizan bajo pastoreo directo. El pastoreo continuo de esta especie, muy difundido en el pasado, ha sido sustituido progresivamente por sistemas rotativos con grados variables de intensificación en lo que respecta al número de subdivisiones de los potreros. Un eficiente aprovechamiento de las pasturas base alfalfa debiera centrar el esfuerzo en lograr una alta producción de forraje en cantidad y calidad, con una buena distribución a lo largo del año, y en la aplicación de criterios de manejo compatibles con la persistencia del cultivo. Las particularidades del crecimiento de la especie requieren especial consideración, pues de ello depende en gran medida la productividad de forraje. Sus características morfológicas, fisiológicas y el grado de latencia invernal de cada cultivar condicionan el sistema de utilización. En condiciones de pastoreo, este proceso adquiere tal dinamismo que requiere, a su vez, ajustes permanentes. El conocimiento del impacto de las distintas variables de manejo del pastoreo sobre la productividad, calidad y longevidad de las pasturas, así como sus efectos sobre el animal, aporta elementos decisivos para mejorar la eficiencia global de utilización de la alfalfa. En este sentido, la carga animal y el sistema de utilización constituyen dos pilares fundamentales de manejo que determinan el rendimiento de un sistema de producción animal. La mayoría de los investigadores coinciden en que la alfalfa responde con mayor producción y persistencia cuando se la somete a un sistema de pastoreo rotativo que respete sus ciclos de crecimiento. En condiciones prácticas, y en buena medida, la productividad animal dependerá de la carga, del cultivar implantado, de la intensidad y la frecuencia de defoliación y del tipo de animal utilizado. La integración y el ajuste de estas variables con el resto de los componentes del sistema de producción constituyen uno de los mayores desafíos de los planteos de intensificación de las invernadas pastoriles, dentro de un marco de alta productividad y eficiencia. Pastoreo rotativo: herramienta indispensable para el manejo de las pasturas base alfalfa. Bajo pastoreo continuo, las plantas individuales de alfalfa se encuentran sometidas a una defoliación tan frecuente que conduce a un debilitamiento general de las mismas, con menor producción de forraje y reducción de su sistema radicular. Esto acelera la muerte de la planta ante situaciones adversas como períodos de sequía, ataques de plagas o enfermedades, heladas intensas, etc. Por lo tanto, la utilización de un sistema rotativo en pasturas base alfalfa es un componente de manejo del pastoreo que admite pocas discusiones, al menos para el grueso del germoplasma más difundido en la actualidad. Este método de pastoreo posibilita brindar a la alfalfa el descanso necesario entre defoliaciones para que la

recomposición de reservas en las raíces permita rebrotes vigorosos y praderas longevas y productivas. Uno de los pilares que sustenta el adecuado aprovechamiento de la alfalfa bajo pastoreo rotativo es el conocimiento de los procesos que gobiernan el crecimiento y la acumulación de forraje. En este sentido, resulta de gran importancia la dinámica de acumulación y movilización de los carbohidratos (CHO) de reserva. Estas sustancias son la fuente energética utilizada por la planta para sobrevivir en invierno, iniciar el crecimiento primaveral y sostener la primera fase del rebrote después de cada período de utilización. En la alfalfa, la acumulación y utilización de CHO obedece un fuerte patrón cíclico, de crecimiento “por ondas”. Que puede ser alterado por el sistema de utilización y que es muy sensible a los errores de manejo, pudiendo estos últimos repercutir severamente sobre la persistencia de los alfalfares. La principal ventaja del pastoreo rotativo radica en que éste respeta los ciclos de crecimiento de la planta, lográndose así una mayor acumulación de forraje y longevidad de la pastura. A esto deben sumarse sus beneficios secundarios o indirectos como el mejor control de la cantidad de forraje ofrecido, de la profundidad de defoliación y de las pérdidas de forraje; además, facilita la confección de reservas y el monitoreo de las características del remanente a la salida de una parcela de pastoreo. Criterios para determinar el momento de utilización de la alfalfa. Se ha intentado fijar criterios prácticos para establecer de manera simple el momento apropiado para el inicio del pastoreo de un rebrote de alfalfa, basado en la llamada madurez fisiológica de la planta. Este estado se asocia con la aparición de flores o de rebrotes basales desde la corona. El indicador más generalizado para determinar el momento de uso es el inicio de floración, el cual tiene una alta correlación con el fin de la acumulación de carbohidratos de reserva en las raíces. La dificultad surge en determinadas épocas del año con las variedades sin reposo invernal que, aunque pueden seguir creciendo, no florecen, o bien el proceso se encuentra demasiado afectado por procesos ambientales; esto hace sumamente errática la definición de periodos de descanso y de pastoreo basados solamente en este criterio. Por ello se recomienda considerar también la aparición de rebrotes de la corona, especialmente durante fines de otoño, invierno y principios de primavera. En este período, las pasturas, a pesar de estar en condiciones de ser utilizadas, tienen la floración retardada por efecto de las bajas temperaturas y un fotoperíodo de días cortos. Por lo tanto, el comienzo del pastoreo podría definirse como el momento en que se produce el 10% de floración o cuando los rebrotes basales (desde la corona) alcanzan 5 cm de altura. Procediendo así, resulta posible compatibilizar la productividad y la persistencia del alfalfar con aceptables parámetros de calidad del forraje. Durante cada ciclo de crecimiento, a medida que la planta avanza en su estado de madurez, la composición química del forraje sufre cambios. Como regla general puede decirse que los aprovechamientos tardíos de un rebrote aumentan la cantidad de MS acumulada pero en detrimento de la calidad y de la facilidad de cosecha; de este modo, el consumo animal y las ganancias de peso, en los sistemas pastoriles puros, normalmente se resienten.

Como las hojas tienen mayor contenido de nutrientes que los tallos, el principal objetivo del manejo del pastoreo debería estar orientado a cosechar principalmente esta fracción del forraje. Pese a que las hojas sufren pocos cambios en su digestibilidad a medida que el rebrote envejece, su proporción en la planta decrece y, en consecuencia, la participación porcentual de los tallos aumenta. Paralelamente, también se incrementa el contenido de fibra (especialmente lignina) de los tallos, de modo que la digestibilidad del forraje y el consumo animal disminuyen. En contraposición, la utilización temprana –como en estado de prebotón floral- mejora la calidad pero disminuye la cantidad de forraje acumulado durante el período de reposo y, si estos manejos se repiten en el tiempo, atentan contra la persistencia del alfalfar. Duración del período de descanso, producción y persistencia de los alfalfares Ya se ha hecho referencia a la necesidad de utilizar un sistema de pastoreo rotativo que con adecuados descansos entre pastoreos, permita recomponer el nivel de CHO de reserva para lograr rebrotes productivos y vigorosos. Los parámetros que definen un sistema rotativo son los períodos de descanso y de pastoreo. Independientemente del grado de latencia del cultivar, se recomienda períodos de 35 a 42 días de recuperación entre pastoreos para lograr alta producción de forraje y buena persistencia en alfalfa. En virtud de la asociación entre el contenido de carbohidratos de reserva en raíces y la longevidad de la alfalfa, resulta fundamental que ante la aparición de los primeros fríos el nivel de reservas se encuentre lo más elevado posible. Este último está afectado por el umbral térmico en que cada cultivar detiene su crecimiento. Las bajas temperaturas tienen menor influencia sobre la detención del crecimiento sobre las variedades sin latencia, lo que puede resultar una desventaja puesto que al continuar creciendo siguen consumiendo reservas. Experiencias realizadas en INTA General Villegas indican que para cultivares de reposo intermedio a sin reposo es necesario disminuir la frecuencia de utilización a 45 días en otoño y hasta 70 días en invierno. En ambientes con utilización de las alfalfas durante casi todo el año, tal como sucede en el sudeste de Córdoba o en el sur de Santa Fe, un adecuado manejo debe contemplar descansos otoño-invernales no menores a 45 días. Duración del período de pastoreo Períodos de pastoreo de 5 a 10 días serían suficientes para asegurar una alta producción y persistencia de la alfalfa, sin necesidad de utilizar sistemas con períodos de pastoreo más cortos. La producción de forraje y la persistencia se reducen con los pastoreos de duración extrema. En ese contexto, los cultivares sin reposo son los más afectados y los de reposo intermedio, los menos perjudicados. En los pastoreos de larga duración (ejemplo: 18 días), el animal suele consumir los rebrotes basales, provocando con ello el agotamiento de las reservas de raíz. Un período de 2 días de pastoreo no afecta la persistencia de ninguna de las variedades. En igual sentido, una posible explicación de por qué los pastoreos demasiado cortos pueden afectar negativamente la persistencia, podría estar vinculada con diferencias

de comportamiento de la alfalfa frente a la defoliación por corte o pastoreo. Mientras que en un sistema de utilización bajo corte la cosecha mecánica reduce el área foliar de manera drástica e instantánea, en un sistema de uso bajo pastoreo con permanencia relativamente larga los animales realizan una defoliación gradual de la cubierta vegetal. En este último caso las hojas remanentes, que normalmente tienen una actividad fotosintética relativamente baja, pueden recuperar esta capacidad frente a una mejor exposición lumínica y así contribuir significativamente a la maduración de las yemas de la corona, que darán origen a un nuevo crecimiento. Según Cosgrove y White, la generación y maduración de yemas de la corona se favorece con pastoreos de hasta 12 días, especialmente cuando la alfalfa es consumida en estado de madurez temprana. Según estos autores, el período óptimo de pastoreo depende también del estado fenológico del alfalfar al momento del pastoreo, a punto tal que la permanencia de los animales en una parcela puede acortarse si la alfalfa se encuentra en un estado relativamente avanzado de madurez. De todo lo expuesto, se infiere la dificultad de definir una única recomendación de manejo para las pasturas a base de alfalfa. En consecuencia, se concluye en que el período de permanencia en la parcela debe adecuarse a las diferencias de crecimiento del cultivo, que son propias del lugar geográfico, de la época del año, de las condiciones climáticas, de la longitud del ciclo de utilización y del grado de reposo invernal del cultivar. Meteorismo espumoso (empaste) en pastoreo Los sistemas ganaderos se ven sujetos a una elevada exigencia en cuanto a resultados económicos. Esto ha generado la necesidad de aumentar los niveles de producción y la calidad de los recursos forrajeros y a intensificar su utilización. La principal especie forrajera que responde a esta necesidad es la alfalfa que, como pastura pura o en mezcla con otras especies, está ampliamente difundida en grandes áreas de producción de carne y leche de la Argentina. Los altos niveles de producción que es capaz de generar esta forrajera están asociados al problema del empaste o meteorismo espumoso de los vacunos, que se ha extendido a gran parte del período de utilización de la especie por la difusión de cultivares con bajo o nulo reposo invernal. Mecanismos del empaste El forraje consumido, tras la primera masticación, ingresa en el rumen, donde sufre un proceso de fermentación a partir del cual se originan gases (anhídrido carbónico y metano) que normalmente se separan del resto del contenido ruminal y son eructados. Las leguminosas meteorizantes como alfalfa, trébol blanco (Trifolium repens L.) y trébol rojo (Trifolium pratense L.), de muy buena calidad forrajera, tienen una velocidad inicial de desaparición ruminal 25-30% más rápida que la de las leguminosas no meteorizantes, lo que hace que en las etapas tempranas de la digestión produzcan un elevado volumen de gases y una gran acumulación de partículas vegetales en el rumen. Estas últimas, junto con proteínas vegetales y polisacáridos microbianos, dan origen a una masa espumosa formada por pequeñas burbujas estables que retienen los gases e inhiben la eructación, provocando un aumento progresivo de la presión en el rumen. Las consecuencias varían entre una disminución en el consumo en los casos leves, hasta la muerte por asfixia en los cuadros graves.

Manifestación del empaste El empaste se manifiesta a través de la distensión (hinchazón) del flanco izquierdo del vientre que es donde se ubica el rumen (Figuras 22 y 23). La intensidad o grado puede variar, desde una leve o moderada distensión (Figura 24.A) con poco efecto sobre la performance animal, pasando por una marcada distensión del flanco izquierdo y leve del derecho (Figura 24.B), hasta cuadros muy severos, con ambos flancos muy distendidos (Figura 24.C). En casos peligrosos se puede producir la muerte del animal por fallas circulatorias y asfixia debido a la presión que ejerce el rumen sobre el diafragma, evitando la normal respiración y ocasionando que finalmente el corazón deje de funcionar. Figura 22: Vaquillona empastada

Figura 23: Novillito empastado en pastura de alfalfa pura

Figura 24: Distintos grados de empaste en bovinos. A: Leve, B: Moderado, C: Severo.

Figura 25: Zona del flanco izquierdo donde se Debe “chuzar” a los bovinos empastados

Los síntomas pueden observarse muy rápidamente, a los pocos minutos de iniciado el pastoreo. Frecuentemente el animal empastado deja de comer y se muestra molesto y angustiado. Si el proceso se acentúa se hincha el rumen, el animal orina y defeca frecuentemente hasta que se acuesta, esto acelera aún más el proceso y aumenta el riesgo de muerte. ¿Cuándo es probable que se produzca? El empaste se puede producir con cualquier forraje que contenga poca fibra y alta proteína, lo que produce una muy rápida fermentación ruminal, pero es más común en leguminosas inmaduras (alfalfa y tréboles) debido que contienen sustancias (saponinas, proteínas solubles, pectinas, fragmentos celulares) que producen una gran cantidad de espuma muy estable. Es muy probable que ocurra cuando el ganado pastorea leguminosas puras por primera vez y muy rara vez en pasturas de gramíneas, mezclas de gramíneas y leguminosas (con más de 50% de gramíneas) o con henos (fardos o rollos) aunque sean de leguminosa pura. Muchas veces el problema aparece luego de épocas de clima seco o frío donde los animales están hambrientos o mal alimentados. Lo mismo ocurre cuando los animales son movidos a pasturas o franjas nuevas, si el pastoreo previo fue hecho con alta intensidad. La incidencia aumenta durante los períodos de rápido crecimiento de las plantas, al inicio de la primavera o en el verano luego de una lluvia siguiendo a un período de sequía. ¿Cómo se puede reducir el riesgo? Existen numerosas medidas preventivas para el empaste, que deben luego adecuarse a cada situación en particular. Sin embargo es importante saber que aún usando varios métodos combinados se logra disminuir significativamente el riesgo de empaste, pero nunca eliminarlo por completo.  Evitar que el animal seleccione únicamente las partes tiernas de la pastura, forzándolo a comer la planta entera. Esto puede lograrse dividiendo los lotes en pequeñas parcelas con el uso de boyeros eléctricos.  Cortar con desmalezadora la franja de pastura que se comerá por la tarde o mañana siguiente, permitiendo que el forraje se marchite.  Utilizar pasturas mezclas con menos del 50% de leguminosas.  En determinadas condiciones se pueden utilizar especies de leguminosas no timpanizantes (ej. lotus) pero de menor producción de pasto. También se están evaluando variedades de alfalfa (ej. Carmina INTA) seleccionadas por su menor velocidad de fermentación ruminal.  En primavera empezar el pastoreo en pasturas que permitan la adaptación gradual del animal.  Asegurarse que los animales no entren hambrientos a pasturas "riesgosas", ni cuando hay rocío o lluvia.  Empezar el pastoreo en forma progresiva. Por ejemplo, dejar los animales una hora el primer día y luego ir aumentando el tiempo en forma paulatina hasta los 5-7 días.

 Observar los animales durante unos 15 minutos cuando entran a la pastura y luego revisarlos cada 2 o 3 horas.  Cuando los animales se cambian de lote hacerlo lo suficientemente rápido para evitar el "hambreado".  Los animales que reciben suplemento (balanceado o grano) son menos propensos al empaste, porque la proporción de leguminosa fresca en la dieta es menor.  Suplementar con forrajes ricos en fibra, como pueden ser los henos o silajes de maíz, antes de que los animales entren a la pastura.  Aplicaciones sobre la pastura de aceites emulsionables, productos desecantes o bien herbicidas en bajas dosis.  Suministrar productos antiespumígenos (Ej. aceites, detergentes, siliconas, plurónicos) o antibióticos selectivos (monensina). Estos últimos actúan sobre la flora ruminal modificando la fermentación. Estos productos pueden ofrecerse en el agua de bebida, mezclados con la ración de concentrado o mediante cápsulas intraruminales de liberación controlada.  Hay animales que son muy susceptibles al empaste, lo mejor sería eliminarlos del rodeo. ¿Qué se puede hacer cuando ocurre? El empaste puede causar la muerte en menos de una hora así que es muy importante actuar rápidamente apenas se observan los síntomas. Se pueden tomar las siguientes medidas curativas:   



Se deben sacar los animales de la pastura y ofrecerles heno bien seco. Hacer caminar a los animales afectados y evitar que se acuesten, y así facilitar la eliminación de los gases. Suministrar productos antiempaste por vía bucal o intra-ruminal. La dosificación intra-ruminal puede hacerse a campo desde el caballo con la utilización de equipos con pistola recargable y conectada a un bidón con el producto. Ante una emergencia hasta puede utilizarse aceite de cocina o vaselina líquida. Como última alternativa puede "chuzearse" el animal, lo que permite liberar la espuma y los gases. Debe usarse un trócar o un cuchillo afilado, perforando el cuero y la pared del rumen en el lugar preciso (Ver Fig. 2). Ante esta circunstancia sería conveniente consultar al veterinario y coser la herida.

Producción de semilla de alfalfa Introducción En muchas zonas de la Argentina, la producción de semilla de alfalfa –por ser uno de los subproductos de la producción de forraje- ha sido de importancia secundaria. En consecuencia, el mercado nacional se abastece en forma irregular de una producción de semillas aleatoria, de bajos rendimientos y de usualmente baja calidad. La mayoría de las áreas donde la alfalfa puede ser cultivada con éxito para la obtención de forraje no son precisamente las adecuadas para una eficiente producción de semilla. Esta situación junto al desarrollo de un importante mercado demandante de semilla de calidad y de cultivares reconocidos, determinan que el país necesite imperiosamente contar con una industria especializada en este rubro, que acompañe a su vez el desarrollo de la actividad pecuaria.

La producción de semilla como industria especializada Cuando se desean rendimientos altos, la producción de semilla debe considerarse como una industria especializada, separada totalmente de la producción de forraje. En la Argentina la existencia de un mercado que consume 7.000 tn añoֿ¹ de semilla de alfalfa –cuyo 75% proviene de la importación- indica claramente que el desarrollo de una industria especializada no sólo es posible sino también necesario. Esta actividad, al exigir una tecnología específica y compleja, requiere de productores capaces de asumir el adecuado grado de compromiso y dedicación. Durante los últimos años la semilla producida en el país se ha caracterizado por presentar serias deficiencias en cantidad y calidad. Áreas de producción en la Argentina Tradicionalmente, más del 50-60% de la superficie nacional dedicada a producción de semilla de alfalfa se ha ubicado en áreas de secano, como alternativa de la producción de forraje. En ese marco, los rendimientos han sido bajos y la calidad de la semilla generalmente pobre. En la Argentina los mayores rendimientos pueden esperarse en las zonas áridas bajo riego y con ausencia de precipitaciones estivales. Una consideración detallada de cada provincia, y aun de zonas determinadas dentro de algunas de ellas, señala que es posible encontrar áreas de producción que se destacan por su mayor potencial: más de 500 Kg haֿ¹ en Catamarca, San Juan, Santiago del Estero, Salta y La Rioja; alrededor de 400 Kg haֿ¹ en Mendoza, ChoeleChoel y el Valle Inferior del Río Colorado; y cerca de 300 Kg haֿ¹ en San Rafael. Sin embrago, cuando comparamos estos valores con los 150 Kg haֿ¹ de promedio real que actualmente se obtienen en el país, se concluye que la brecha a corregir es muy amplia. Figura 26: Ubicación y rendimientos potenciales de las áreas Productoras de semilla de alfalfa en la Argentina.

Requerimientos climáticos Las condiciones climáticas que favorecen la producción de semilla son: a) un período de crecimiento de por lo menos 150 días de duración; b) temperaturas promedio de 24-25º C día / > 18º C noche a lo largo del periodo de floración ; c) aire relativamente seco (< 50% de HR), tanto en el día como en la noche, durante el momento de floración; d) alta heliofanía y ausencia de vientos fuertes durante la floración, con un mínimo de días nublados y frescos; e) días largos, con un mínimo de 14 horas de luz; y f) una distribución de lluvias o riegos que provea de la adecuada humedad al suelo para promover un crecimiento vegetativo temprano y una reducción gradual de la humedad edáfica a partir del momento de la floración. Estas características rigen la producción en regiones áridas y semiáridas, donde se alcanzan los rendimientos más altos y se concentra la producción comercial de semilla de alfalfa en el mundo. En climas áridos, donde se puede controlar el riego, la producción puede llegar a 1.000 Kg ha‫־‬¹ o aún más; en zonas semiáridas, con lluvias en la época de cosecha, los rendimientos son significativamente más bajos, ya que una lluvia de tan solo 5 mm puede provocar la dehiscencia de las vainas y ocasionar perdidas en semilla de cierta magnitud. En líneas generales se puede decir que la formación de flores es favorecida por un mínimo de 12 hs de luz, con alta intensidad luminosa y temperaturas mínimas por encima de 20º C; requerimientos climáticos que se dan a partir de octubre en nuestra zona. Establecimiento del cultivo Elección y preparación del suelo El primer criterio para la elección del lote a sembrar se basa en las características edáficas que –en la medida de lo posible- deben aproximarse al ideal, es decir, suelos bien drenados, con bajo contenido de álcalis y sales solubles, y de una profundidad de más de 1 metro. En segundo lugar deben considerarse la presencia de malezas problemas, como cañota (Sorghumalepense), clavel amarillo (Wedelia glauca), chepica (Cynodondactylon) y trébol de olor (Melilotussp.), etc. Las prácticas de preparación de suelo deben ofrecer una cama de siembra fina y firme, y deben hacerse con la suficiente antelación como para posibilitar un barbecho apropiado. Las capas de suelo duro deben destruirse con labores profundas antes de iniciar la preparación definitiva. Una pendiente de alrededor de 0,2-0,5% facilitará la uniforme distribución del agua e impedirá el encharcamiento.

Época de siembra En la mayoría de las zonas aptas para la producción de semillas, la época de siembra apropiada es el otoño. Las siembras de primavera producirán cultivos de bajos rendimientos en el año de implantación; por ello, esta práctica se recomienda únicamente para las áreas donde las malezas de invierno ofrecen excesiva

competencia, las temperaturas invernales permanecen bajo cero durante periodos prolongados o las excesivas lluvias invernales dificultan el establecimiento del cultivo. Densidad de siembra En nuestro país, en las zonas de riego de Cuyo y del NOA, se recomienda sembrar no más de 1 Kg haֿ¹ en hileras distanciadas 0,70-1 m, dependiendo fundamentalmente del tipo de sembradora a utilizar. La profundidad óptima de siembra no debe exceder los 1,5-2 cm de profundidad en suelos franco-arenosos y los 0,6-1,5 cm en suelos francos o franco-arcillosos. La siembra profunda incrementa el número de días hasta la emergencia, lo que aumenta los riesgos de perdida de plantas por tiempo desfavorable, invasión de malezas y/o planchado de suelo. Son conocidos los beneficios aportados por una eficiente nodulación en la alfalfa por lo que es recomendable la inoculación de la semilla con el rizobio especifico (Sinorhizobiummeliloti). En los últimos años se ha convertido en une práctica usual que los criaderos y semilleros ofrezcan sus semillas “pelleteadas” o recubiertas, lo que ofrece las siguientes ventajas: a) cantidad apropiada de la cepa rizobio; b) protección contra hongos patógenos en las primeras etapas del desarrollo del cultivo; c) aporte equilibrado de nutrientes y PH para el desarrollo temprano del rizobio y la plántula; y d) protección de la semilla frente a posibles daños mecánicos durante su manipulación y siembra. Distancia entre hileras Las siembras en hileras distanciadas a 0,35-0,70 m podrían –en determinadas situaciones- incrementar los rendimientos y la calidad de la semilla de alfalfa. Entre las ventajas de las siembras en hileras distanciadas se pueden mencionar las siguientes: a) plantas de porte más erecto y de crecimiento más abierto, que no sólo facilitan el acceso a las flores por parte de los polinizadores sino que también permiten una mayor penetración de la luz y un aumento de la temperatura del suelo; b) disminución del vuelco y reducción de la humedad en la canopia de la planta, que disminuye la incidencia de las enfermedades de hoja y el manchado o “ardido” de las semillas; c) reducción de la caída de flores y vainas; d) aumento de la penetración de los productos químicos para el control de malezas e insectos y del defoliante para la cosecha directa; e) incremento de los márgenes de flexibilidad para el manejo de los riegos y el control de malezas; y f) mejor control de las plantas de resiembra natural, lo que contribuye a asegurar la identidad genética y la pureza varietal del producto. Distancia en la hilera. Raleo La distancia entre plantas dentro de la hilera está directamente relacionada con el tipo de maquina sembradora utilizada. Cuando no es posible una siembra de precisión, puede hacerse necesario la eliminación de plantas en la hilera para que, una vez establecido el cultivo, se provea de la necesaria baja densidad de plantas. Por el contrario, si se usan sembradoras de precisión que permitan depositar de 4 a 5 semillas cada 0,20 ó 0,30 m de hilera, la práctica del raleo no es necesaria. En casos es más común referirse a “grupos de plantas” que a “plantas individuales”.

Fertilización No se conocen experiencias en el país referidas a resultados de fertilizaciones en cultivos de alfalfa para la producción de semilla. Si se detectaran en el lote elegido para la implantación del cultivo serias deficiencias de nutrientes, estas deberían corregirse antes de la siembra. Riego del cultivo La cantidad y los momentos de aplicación del riego constituyen una de las prácticas más difíciles de manejar en la producción de semilla de alfalfa. El exceso de agua causa el desmedido desarrollo vegetativo y un aumento en el vuelco de las plantas, una pobre producción de flores y un ambiente no demasiado atractivo para los polinizadores. La excesiva deficiencia de agua origina plantas con muy poco desarrollo vegetativo, pobre producción de flores y semillas muy pequeñas. Durante el año de implantación, la demanda de agua del cultivo es de aproximadamente 900 mm en todo el ciclo, incluyendo la humedad almacenada en el suelo durante el ciclo precedente y la proveniente de los riegos presiembra. Los cultivos establecidos, como norma general, deben recibir entre 1100 y 1200mm de agua haֿ¹ añoֿ¹. Figura 27: Cultivos de alfalfa para semilla.

(http://www.diariodecuyo.com.ar/verde/verde_foto.php?foto_id=307175¬icia_id=514798)

Control de malezas El control de malezas en todo semillero de alfalfa debe ser permanente, desde antes del establecimiento del cultivo hasta el proceso final de limpieza y clasificación de la semilla. La presencia de malezas constituye un factor condicionante del cultivo, afectando de manera directa su rendimiento. Su efecto adverso se manifiesta en la reducción o pérdida de plantas de alfalfa, principalmente en los primeros estadios de desarrollo del cultivo; en la competencia por luz, agua y nutrientes; en la interferencia sobre la labor de los polinizadores; en la dificultad para las prácticas de cosecha, y en el aumento de los costos de producción y del trabajo y las pérdidas durante el procesaminto de la semilla. Es más sencillo y económico eliminar las malezas en el lote que hacerlo luego durante el procesamiento de la semilla cosechada. Si se permite a las malezas madurar y ser cosechadas junto con la alfalfa, indefectiblemente deberán ser eliminadas en el proceso de limpieza, lo que no sólo aumenta los costos sino que produce mermas de rendimiento. Las semillas de malezas más difíciles de separar de la semilla de alfalfa son las de sorgo de alepo, rúcula (Eureca sativa G.), yuyo colorado (Amaranthussp.),

roseta (Cenchrussp.), lengua de vaca (Rumexcrispus L.), cuscuta, porotillo (Hoffmanseggiafalcaria) y tréboles de olor. La separación de muchas de ellas requieren el uso de máquinas adicionales a las comunes, incrementando los costos de limpieza y la pérdida de semilla apta de alfalfa, que puede llegar al 11%. El problema de malezas que aparecen en diferentes etapas del cultivo debe solucionarse con un manejo racional, que utilice medidas de prevención y métodos de control tanto culturales como mecánicos, químicos y sus combinaciones. Control de la cuscuta La cuscuta es una especie anual y parásita y constituye una de las malezas más problemáticas que se pueden encontrar en lotes de alfalfa para semilla, siendo mucho más grave en estos cultivos que en aquellos destinados a forraje. Las características de manejo de los cultivos para semilla favorecen el crecimiento y desarrollo de la cuscuta, permitiéndole completar su ciclo y producir semilla. Cuando la semilla de cuscuta germina, la plántula que emerge comienza a rotar lentamente en el sentido de las agujas del reloj en búsqueda de la planta hospedante; una vez que la encuentra, se adhiere y la penetra por medio de haustorios para extraer su savia. A partir de ese momento, la plántula pierde todo contacto con el suelo y comienza a vivir a expensas de la planta hospedante. También tiene la capacidad de producir semillas “duras” (tegumento impermeable), que pueden permanecer en el suelo por períodos de 10-20 años y que, al requerirse períodos prolongados de control, complican su erradicación efectiva. Por otro lado, las semillas de cuscuta tienen forma, peso y tamaño muy similares a las de la alfalfa, lo que dificulta su separación con las máquinas tradicionales y encarece el proceso de limpieza posterior. La cuscuta aparece generalmente en forma de manchones aislados que, si no son controlados, pueden llegar a invadir todo el lote. Para su control es importante considerar las acciones de tipo preventivo y el control químico. Las medidas preventivas a tener en cuenta son: a) no sembrar un cultivo para semilla en lotes que hayan tenido infestaciones importantes de esta maleza; b) no sembrar semillas de alfalfa infestadas con semillas de cuscuta; c) asegurar una adecuada limpieza de la cosechadora, especialmente cuando provenga de lotes infestados; d) controlar todas las plantas de cuscuta y las malezas de hoja ancha (posibles hospedantes) que se desarrollen a lo largo de caminos, alambrados y canales de riego; e) no permitir la entrada de animales que hayan pastoreado un lote contaminado con cuscuta. En las partidas de semillas infestadas, la separación de esta maleza puede hacerse mediante un equipo especial conocido como “descuscutadora”, cuyo principio de funcionamiento aprovecha la rugosidad propia de la semilla de cuscuta para hacer que se le adhieran limaduras de hierro; luego, ese conjunto de semilla y hierro es separado mediante un electroimán. Este proceso es efectivo pero costoso, no sólo operativamente sino también por la pérdida de semilla de alfalfa agronómicamente apta que –por pequeñas quebraduras o deformaciones a las que se adhieren también limaduras de hierro- es separada durante el proceso de limpieza. Esto último ocasiona mermas a menudo importantes, que en pueden llegar al 30%.

Figura 28: Cuscuta en alfalfa

(http://chihuahuahoy.com.mx/noticia.individual.php?id=2624)(http://www.pasturasyforrajes.com/alfalfa/control-de-malezas/herbicidas-a-usar/alfalfa-puraimplantada/malezas-problema)

Figura 29: semillas de alfalfa y de cuscutaFigura 26: semillas de cuscuta

(http://www.pasturasyforrajes.com/alfalfa/implantacion-de-alfalfa/calidad-de-la-semilla)(http://plants.usda.gov/java/profile?symbol=CUAP2)

Control de insectos El daño de insectos-plaga puede reducir considerablemente los rendimientos de semilla de alfalfa y en muchas ocasiones pueden requerirse tratamientos de control químico; sin embargo, y en todo momento, deben evitarse las aplicaciones innecesarias de plaguicidas de amplio espectro. El objetivo de los tratamientos es alcanzar una reducción significativa de la población de la plaga con un efecto mínimo sobre los insectos polinizadores y la fauna benéfica. En este sentido, es fundamental el uso de los umbrales de daño económico como punto de referencia para la decisión de realizar o no los tratamientos en un contexto de manejo de plagas. La multiplicación de variedades resistentes; el corte de primavera y la quema de rastrojos, que disminuye la reproducción de insectos perjudiciales; la aplicación de insecticidas en estado de botón floral o antes de la entrada de los polinizadores y la elección adecuada del insecticida (espectro de control, especificidad, dosis, residualidad, etc.) son también prácticas de manejo que pueden reducir considerablemente las cantidades de insecticidas utilizadas en semilleros de alfalfa. Es importante familiarizarse con el concepto de control integrado de plagas a fin de no alterar el equilibrio dinámico que existe en todo ecosistema natural. Si bien los problemas de insectos son esencialmente los mismos en un lote para producción de forraje que en uno para producción de semilla, en este último debe prestarse especial atención a los insectos capaces de producir daños en las etapas de floración, de fructificación y de maduración de las semillas. Paradójicamente, durante estas etapas no solo se restringe el espectro de insecticidas a utilizar sino que deben extremarse los cuidados para no perjudicar la fauna benéfica. Durante la floración, a fin de preservar los polinizadores, se recomiendan las aplicaciones al atardecer o a la

noche. También debe tenerse presente que los productos aplicados en floración disminuyen por un tiempo la frecuencia de visita a las flores por parte de los polinizadores. Si se emplean insecticidas biológicos, preparados en base a Bacillusthuringiensis, los tratamientos pueden hacerse a cualquier hora del día sin que se verifiquen efectos detrimentales. Entre las plagas principales se incluye a: Pulgones: pulgón verde de la alfalfa (Acyrthosiphonpisum H.), pulgón azul de la alfalfa (Acyrthosiphonkondoi S.), pulgón negro de las leguminosas (Aphiscraccivora K.) y pulgón moteado de la alfalfa (Therioaphistrifolii M.). Isocas defoliadoras: isoca de la alfalfa (Colias lesbia F.), isoca mediadora (Rachiplusia un G.), isoca militar tardía (Spodopterafrugiperda) y oruga bolillera(Heliotissp.) Chinches: chinche verde (Nezaraviridula L.) y chinche parda de la alfalfa (Piezodorusguildinii W.) Avispita de la alfalfa: (Bruchophagusroddi G.) Arañuelas: arañuela roja (Tetranychusdesertorum B.) y arañuela bimaculada(Tetranychusurticae) Polinización Para producir semilla en cantidad y calidad la alfalfa requiere de polinización cruzada (alogamia), que se lleva a cabo a través de varias especies de insectos (entomófila) que actúan como agentes de intercambio de polen. La alogamia en la alfalfa se ve favorecida por mecanismos de autoesterilidad y autoincompatibilidad. Además, la disposición de los órganos florales hace necesario un mecanismo de desenlace en el que los insectos juegan un rol fundamental. El desenlace es la liberación de la columna sexual de cada flor, lo que ocurre por la presión ejercida por los insectos. La polinización cruzada tiene lugar cuando, en el momento del desenlace, la columna sexual golpea el abdomen del insecto que, al transportar polen de otras flores, lo pone al alcance del estigma para iniciar el proceso de fecundación. La polinización deficiente es uno de los factores que más ha dificultado la producción de semilla de alfalfa en el mundo. El polen de otra planta desarrolla más rápido y alcanza el ovulo antes que el polen de la misma planta, produciendo una semilla de polinización cruzada que tiene un mayor valor genético. Cuando ocurre autofecundación, solo alrededor del 36% de las flores fecundadas forman vainas, mientras que con polinización cruzada ese valor trepa al 60%. En general, rindes de semilla de 50 a 150 Kg/ha y 1 a 3 semillas/vaina indican un alto nivel de autofecundación. Insectos polinizadores Las abejas son los insectos de mayor valor como polinizadores de alfalfa. Existen varias especies importantes: abeja melífera (Apis melífera), abeja cortadora de hojas (Megachilerotundata), abejas silvestres, etc. Cosecha La cosecha de semilla de la mayoría de las especies forrajeras ofrece inconvenientes que suelen provocar grandes pérdidas. En alfalfa, las principales causas son: 1) condiciones climáticas desfavorables; 2) pobre preparación del terreno; 3) control deficiente de malezas; 4) inadecuado método de cosecha (hilerado, recolección y trilla o defoliado con cosecha directa); 5) ajuste incorrecto del equipo trillador, que produce trillado incompleto y daño de semillas; y 6) separación inadecuada de semilla y granza.

Métodos de cosecha Hay dos métodos de cosecha de semilla de alfalfa: a) hilerado y posterior recolección y trilla con cosechadora provista de recolector, y b) cosecha directa, previa aplicación de un defoliante. Hilerado El cultivo debe ser hilerado cuando el 70 al 75% de los carreteles viran al color marrón oscuro, pero antes que las vainas comiencen a abrirse. La semilla esta lista para ser cosechada cuando el contenido de humedad del follaje es del 12 al 18%. Bajo condiciones óptimas de trabajo, las perdidas ocurridas en la barra de corte de la hileradora normalmente no exceden los 5 a 10 Kg/ha. Cosecha directa La preparación del cultivo para la cosecha directa se realiza aplicando un desecante químico cuando la casi totalidad de los carreteles se encuentran maduros, es decir, cuando más del 75% de las vainas presentan un color marrón oscuro. Una vez que el cultivo se encuentra desecado –con un contenido de humedad en hojas y vainas de 15 a 20% y de 50% en tallos- debe iniciarse inmediatamente la cosecha, a efecto de evitar las grandes pérdidas que pueden ocurrir a partir de allí por desgrane. La cosecha directa con desecantes químicos ofrece ventajas sobre el método del hilerado. Entre ellas pueden mencionarse: a) reducción de la incidencia de factores ambientales sobre la calidad y la cantidad de la semilla obtenida; y b) reducción significativa de pérdidas de semilla, lo que aumenta los rendimientos; algunas experiencias arrojaron incrementos del 20 al 32% en el rendimiento de semilla a favor de la cosecha directa. La cosecha directa con desecantes permite un secado rápido y homogéneo del cultivo, disminuyendo los riesgos del secado natural en el campo y evitando el uso del implemento recolector de las hileras. Manejo poscosecha Una vez realizada la cosecha es aconsejable remover o destruir el rastrojo lo antes posible. El mismo puede ser retirado mediante rastras, enfardado o quemado. Los restos vegetales deben eliminarse para un mejor control de la avispita de la alfalfa. Un riego de poscosecha mantendrá el vigor de las plantas, ayudara en la germinación de las plantas voluntarias y acelerará la putrefacción de las semillas infectadas por la avispita.

Bibliografía Daniel H. Basigalup, 2007, El cultivo de la alfalfa en la Argentina, Ediciones INTA. Eduardo Ramet, Laura Abraham, Manuel Viera, 2010, Estudio de la cadena de valor de forrajeras bajo riego en el sur mendocino,http://www.vinculacion.uncu.edu.ar/upload/Ramet_y_otros_RedMuniCuyo2 010.pdf Ing. Agr. M.ª del C. Spada, C. Guzmán, D. H. Basigalup, 2007, Elección de cultivares de alfalfa, Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria. INTA. Buenos Aires. Eduardo M. Echevarria, 2004, INTA EEA Luján. (Falta Titulo)

Pablo Enrique Demin, 2010, Efecto del régimen de riego en el rendimiento de alfalfa para corte en el Valle Central de Catamarca, Universidad nacional de Cuyo, Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, Facultad de Ciencias Agrarias, Maestría en riego y drenaje. Disponible en Biblioteca FCA, UNCuyo. Chequear si está online. Ing. Agr. (MSc) Julio R. Galli, 2006, Empaste y meteorismo espumoso en bovinos, Revista agromensajes, Cátedra de Producción Animal, Facultad de Ciencias Agrarias, Universidad Nacional de Rosario.

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