Culturas en juego. Ensayos de antropología del deporte en España*

CULTURAS EN JUEGO . E NSAYOS DE ANTROPOLOGÍA DEL DEPORTE EN ESPAÑA Culturas en juego. Ensayos de antropología del deporte en España* F. Xavier Medi

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CULTURAS EN JUEGO . E NSAYOS DE ANTROPOLOGÍA DEL

DEPORTE EN

ESPAÑA

Culturas en juego. Ensayos de antropología del deporte en España* F. Xavier Medina y Ricardo Sánchez (eds.)

Una de las consecuencias de la irrupción de las teorías postmodernistas en las ciencias sociales ha sido permeabilizar las fronteras entre lo cultural, social y económico; incluso se habla de implosión de las mismas. Es el ámbito de lo cultural el que más se ha “favorecido” de estos cambios. Expresiones como “cultura empresarial”, o incluso los intentos de llevar una contabilidad de los recursos inmaterialesculturales, suponen una reconciliación entre perspectivas que las ciencias de la modernidad diferenciadora mantuvieron compartimentalizadas. Conceptos como el de identidad, sociabilidad, construcción de espacios de convivencialidad o intersubjetividad dotan a la perspectiva cultural de un equipamiento conceptual más que adecuado para analizar los nuevos estilos de vida y de interacción actuales. Es la antropología la disciplina que tiene por objeto la cultura, y teniendo en cuenta el concepto de pluralismo metodológico, podríamos hablar “de un discurso antropológico difuminado” (p. 18) o de una antropologización de las ciencias sociales. De otra parte tenemos el deporte. Fenómeno a escala planetaria y eminentemente moderno, pero que ha suscitado escasa atención a lo largo de la historia de las ciencias sociales, a pesar del interés mostrado por autores tan destacados como Norbert Elias, y de ser un lugar común la afirmación de que se trata de un hecho social total. El que las ciencias sociales sean históricamente construidas puede explicar el porqué, en el momento en que se sentaron las bases de las mismas y sus temas focales, el deporte no tuviese todavía un papel destacado en las sociedades occidentales.

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F. Xavier Medina y Ricardo Sánchez (eds.), Culturas en juego. Ensayos de antropología del deporte en España. Barcelona, Icaria: 2003.

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En la actualidad el deporte es un fenómeno global. Pero es más “global” que cualquier otro, ya que no estamos ante un hecho transnacional, sino generalizado intranacionalmente. Así un fenómeno como el de las Nuevas Tecnologías sólo sería transnacional, ya que dentro de las diferentes sociedades, y no sólo del tercer mundo, se da lo que se conoce como brecha digital. De esta manera si la ciencia es históricamente construida quizá sea ahora la gran oportunidad para el estudio social del deporte. Es pues dentro de este contexto donde podemos situar la obra Culturas en Juego. Ensayos de antropología del deporte. Pero a pesar de ese contexto de interés difuso por las formas antropológicas, la selección de textos es eminentemente antropológica. Como afirman, las reflexiones de la obra se hacen “únicamente a partir de las aportaciones de antropólogos” lo que les “lleva a dejar al margen temas y autores procedentes de otras disciplinas que han realizado aportaciones interesantes a los estudios ‘antropológicos’ el deporte” (p. 18), para redefinir a continuación el texto como “una obra que pretende, precisamente, destacar y situar la aportación de antropólogos en relación con la antropología de la actividad física y deportiva en España...”. Así pues entendemos que sería más correcto subtitular el texto “Ensayos de antropólogos sobre el deporte en España”. No obstante entendemos esta necesidad de acotar académicamente las aportaciones de antropólogos en una primera fase. Pudiera darse la paradoja que la creciente importancia de los conceptos antropológicos en las ciencias sociales hiciera desdibujar a la antropología como disciplina y como profesión, que sea la sacrificada por su propio éxito. Es lógico que este proceso de desdibujamiento se quiera contrarrestar desde la antropología académica. Dentro, pues, de ese contexto común nos encontramos con catorce ensayos de muy diferentes temáticas e intereses. Tenemos desde la etnografía descriptiva como el de Ángel Acuña “El sentido del límite y el límite del sentido: 101 kilómetros en 24 horas” a la delimitación conceptual en Javier Escalera “Cultura físico-deportiva: Una propuesta desde la antropología”, o textos más teóricos en “El deporte: ¿Nuevo instrumento de cohesión social?” de Ricardo Sánchez Martín. Es el tema de la identidad, como no podía ser de otra manera en la actualidad, el tema central de los diferentes ensayos. Y hemos de destacar el texto de Carles Feixa “Un antropólogo en el fútbol” que de manera sencilla plantea el tronco teórico desde el cual brotarán las diferentes ramas que en forma de ensayos tenemos

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en el texto. Se apoya en la obra de Armstrong y Giulianotii (Entering the field. New Perspectives on Word Fottball, 1997) para afirmar el fútbol como cultura. Aplicando el fútbol como deporte se afirma que “es cultura en tanto que espejo multifacético donde se reflejan las identidades presentes en una sociedad, pero también en tanto que poderoso catalizador de nuevas identidades, generadoras de sociedades distintivas” (p. 79). Estamos pues ante las dos dinámicas básicas de lo cultural: la producción y la reproducción. Y, siguiendo la lógica de la historicidad, será el reflejo y producción de identidades el tema que más nos interesa actualmente, en una concepción pragmática de la ciencia. Y si el deporte es un hecho social total que “pone en movimiento la totalidad de las instituciones de una sociedad, configurándose y funcionando como un sistema social completo” (p. 78), sin duda puede ser empleado como ejemplo de estos mecanismos. La producción y reproducción de identidades no se da en una dirección. Es un concepto ambivalente y las investigaciones empíricas deben ser las que analicen qué es lo que se queda y qué es lo que se crea y cómo es la estructura de realización. Ese continuo vaivén de construcciones y reflejos necesita un receptáculo en el que pueda desarrollarse ese continuo trasiego. Y es la interacción, o lo que se conoce como concepción dinámica, lo que ofrece esa estabilidad para una praxis caótica de elementos. Es aquí donde se nos abre el mundo de la sociabilidad y los espacios sociales, en un dinamismo estable y desde donde se entienden los comportamientos de diverso tipo como rituales de reconstrucción de la tradición, con las implicaciones de renovación que tiene. Los temas del libro se mueven en este universo teórico que estamos sugiriendo. Tras la delimitación teórica comentada, Feixa analiza cómo el fútbol produce identidades de diverso tipo tanto a nivel individual, grupal, institucional o trasnacional (en este caso podemos situar algunos fichajes del Real Madrid en los que primó tanto o más el intento de crear una identidad transnacional madridista que los intereses deportivos del equipo). Al final realiza un pequeño comentario del F. C Barcelona como elemento capaz de crear una nueva “identidad religiosa”: la religión culé. En el ámbito identitario Teresa del Valle aborda la construcción de un ritual, la Korrika, una carrera de relevos no competitiva que recorre todos los territorios

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de lo que se entiende como Euskal Herria y que comprende País Vasco, Navarra y sur de Francia. Es el ámbito más político en el que hablamos de etnicidad, lengua y territorio. De la misma manera Xavier Medina estudia un ritual paralelo, la Korricursa, realizado por vascos residentes en el área metropolitana de Barcelona y comenta esos mismos procesos abordados desde la transterritorialidad. Saliéndonos del estudio y descripción de rituales pero dentro del ámbito de la construcción de la identidad tenemos el texto de Maclancy sobre el Athletic Club de Bilbao como ejemplo de la continua construcción identitaria durante 100 años de historia, reflejando esa idea ambivalente que venimos defendiendo en la afirmación de que, en la misma “están implicados en la ‘invención de la modernidad’ como en la invención de la tradición” (p. 138). Siguiendo con la construcción de la identificación nacional tenemos el texto de Luis Cantarero, que analiza la percepción social del doping siguiendo el episodio de dopaje del deportista español Johann Muehlegg en los Juegos Olímpicos de Invierno de Salt Lake City. Se analizan los cambios en la definición del nosotros y los otros dependiendo si en la percepción social entra el fair play o el dopaje. De esa manera paso de ser un campeón español a un caso de doping de un deportista alemán nacionalizado español. Los procesos de construcción identitaria, a pesar de la temática de los nacionalismos tan de moda, no se reducen a temas de identificación étnica o nacional sino que, como afirmaba Feixa en su texto, pueden ser identidades de clase, generacional, político, religioso o de género. Es sobre este último elemento como categoría de análisis sobre el que tenemos dos ensayos. Carmen Diez Mintegui parte de la crítica feminista al concepto de género que intenta moldear la existencia global de las personas. Es aquí donde el deporte “actúa de referencia y legitimación para el mantenimiento de un espacio de socialización específica” (p. 160), en definitiva el deporte como elemento para el “mantenimiento de una sociedad androcéntrica” (p. 161). Analiza las categorías infantiles y juveniles del fútbol en Guipúzcoa, que es una muestra de la naturalización de la segregación por motivos de género. Entre los datos más reveladores destaca la inexistencia de las categorías de cadete y juvenil en el fútbol femenino lo que hace que estén jugando en una misma categoría chicas de 13 y mujeres de 28 años. Debido a la importancia del deporte como generador de actitudes futuras en la vida individual y colectiva se hace necesario la difusión de prácticas deportivas

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variadas, las actividades mixtas, otro tipo de modelos de excelencia física así como la desdomesticación de la actividad deportiva femenina (salir del gimnasio a la calle). Dora Blasco, en la misma línea, intenta estudiar las representaciones que unos niños y niñas realizan de las relaciones entre géneros en la práctica deportiva. De los dibujos realizados por 5 alumnos y 5 alumnas de un centro escolar de Benabarre (Huesca) se extrae la conclusión del papel subordinado de las niñas en la práctica deportiva, participando en ellas de manera no protagonista, aunque demostrando un deseo de ser tratadas en pie de igualdad que, a pesar de lo establecido en los planes educativos, es muy difícil de conseguir. Enfocando de otra manera la realización de rituales para la construcción identitaria, Ricardo Sánchez aborda el estudio de los llamados deportes de riesgo o aventura. Éstos no serían una válvula de escape ante un mundo excesivamente seguro o una concesión hedonista en un mundo racionalizado, sino que dentro de la lógica del deporte como hecho social total que hemos comentado, no estaría sino “íntimamente ligado a la evolución de la lógica profunda de la modernidad” (p. 252). La identidad, en este texto, es una visión de la vida y no una identificación concreta. Para que se dé esa visión hay una serie de rituales entendidos como transmisión de un mensaje trascendente de la tradición y unos valores compartidos. En el estudio de los ritos, el riesgo se incluye en los de iniciación en su fase liminar, en la que se les dota de identidad y “se le muestran modelos a seguir tanto en el plano cognitivo como afectivo” (p. 258). A continuación aborda las teorías sobre el riesgo destacando la de versión sistémica de Luhman en la que los sistemas autopoiéticos y autoreferenciales intentan reducir la complejidad refiriéndose a sí mismos y, por lo tanto, aumentado la complejidad de unos sistemas hiperdiferenciados. Es el riesgo en el deporte el tema que trata, ya que se produce un reparto de riesgos diferentes en la sociedad por lo que homológicamente producirá rituales de riesgo distintos. Estos rituales serán experiencias de riesgo más controladas que en la realidad, que nos den confianza a la hora de reducir el riesgo en la contingencia en la vida real. Son ritos de iniciación y de entrenamiento en los que para reducir la percepción de riesgo provocamos situaciones de riesgo que no son contingentes, ya que creemos que somos nosotros quienes las establecemos.

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El deporte de riesgo no será sino una versión de estos rituales de riesgo relacionado con la ética empresarial de la excelencia de los años 80 (Grupos de mejora, Kaizen, Frelance...) que confluyen con la expansión de este tipo de deportes-aventura en los que se da el vértigo, la autosuperación y la supervivencia cual metáfora empresarial. Como ejemplo etnográfico, el trabajo de campo de Ángel Acuña sobre la carrera 101 km en 24 horas. Esta carrera de resistencia era de carácter militar y pedestre, pero ha sido abierta tanto a civiles como a aficionados a la modalidad de bicicleta. Es un ejemplo concreto, con datos tanto cualitativos como cuantitativos, de los elementos que citábamos en el texto anterior. Así las motivaciones se sitúan en la superación de fronteras personales (se dan por satisfechos metas personales que pueden implicar no completar el recorrido), así como la aventura de supervivir en contacto con la naturaleza. También es de destacar el elemento sociabilizador que sirve a los intereses de la Legión, ya que de esta manera acerca a la sociedad a un cuerpo cuya percepción ética social es mucho más negativa respecto a los valores que representa en la actualidad. Los rituales, nuevos y tradicionales, se realizan en espacios. Pero esos espacios también son dinámicos y superan las restricciones y planificaciones de las autoridades urbanísticas. Así Xavier Camino nos habla de la apropiación y la redefinición de un espacio urbano para la práctica de la escalada. Se trata de la pared conocida como la Fuxarda y situada en el Montjuit (Barcelona). En los últimos treinta años ha pasado a ser zona de escalada y empieza a ser reconocida de manera oficiosa por las autoridades. Estamos ante una concepción dinámica de la realidad, en este caso del uso público del espacio, en la que los acuerdos deben de ser provisionales y sujetos a futuros tratos también provisionales. Ricardo Sánchez se plantea si el deporte es un nuevo instrumento de cohesión social. Afirma “que el espacio deportivo se ha convertido en un lugar de reunión donde se religa la sociedad y se materializa la communitas” (p. 49). Parece claro que tanto desde el optimismo funcionalista como de los críticos de la teoría del conflicto se “establece la profunda interrelación entre deporte moderno y sociedad industrial y (se) le concede el papel de mecanismo socializador e integrador” (p. 52). Pero esta correspondencia se realiza a varios niveles. En una dimensión estructural el deporte sirve de bálsamo para resolver la contradicción que autores

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como Weber o Bell establecen entre la igualdad de oportunidades y la desigualdad de resultados. Desde una dimensión contextual, la propia estructura universal de los juegos puede tener “contenidos práxicos muy variables” (p. 55) como los deportes nacionales (fútbol en Argentina) o de clase. Esto aunaría lo distintivo en cada deporte para cada clase y lo que religa o cohesiona un deporte. Desde una dimensión interpretativa en la que las personas estructuran su vida a través de los símbolos cognitivos y expresivos que se dan en el ritual deportivo, lo que permite numerosas interpretaciones de los rígidos principios estructurales. A partir de ahí reflexiona sobre las instalaciones deportivas realizadas desde los parámetros del diseño moderno. En el actual estadio de la modernidad han surgido nuevos deportes urbanos y zonas de la ciudad no planificadas se han deportivizado. De la mano de la idea de socialidades efímeras de Maffesoli han surgido una serie de deportes que escapan a las formas más rígidas o estables de la modernidad. Es en este contexto de donde surgen prácticas deportivas como el roller o el skate que “desbordan el ámbito institucionalizado y el espacio especializado” (p. 66). Javier Escalera trata e introduce el concepto de cultura físico deportiva en el cual incluye el deporte. Están en ella “todas aquellas acciones, desarrolladas de forma consciente y voluntaria, en las que la dimensión física tenga el principal protagonismo, sea directa o indirectamente y que impliquen cierta regularidad, independientemente del contexto en el que se realicen y que su finalidad sea competitiva, recreativa o de salud” (p. 35). Partiendo de este marco pone su atención en la significación que la práctica deportiva tiene en la socialización, la expresión de la sociabilidad y en la participación social y por ello trata el tema del asociacionismo: desde las asociaciones puras a los Sociedades Anónimas Deportivas o los gimnasios privados. En definitiva, plantea un marco interpretativo en el que ha de repensarse cualquier comportamiento físico, desdeportivizando nuestros esquemas de análisis. En esta línea Gaspar Maza realiza una etnografía de los “equipos de fútbol de bar” del barrio del Raval (Barcelona). Una forma de actividad deportiva que tiene unas dinámicas propias que se alejan de los equipos federados “más serios”. Además teje una red de intersolidaridades de barrio y, como no, de conflicto microurbano. Por último, Xavier Medina se centra en las actividades deportivas de inmigrantes también de este barrio barcelonés. Actividades como el torneo de Ramadán

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organizado por una asociación de marroquíes, el Open de Fútbol Sala Rambla del Raval o el Torneo de cricket Vila de Sant Adriá (organizado por pakistaníes) ponen de manifiesto las potencialidades de la interculturalidad voluntarista como elemento de integración frente a la multiculturalidad dada que yuxtapone. En definitiva, una interesante obra que nos descubre múltiples facetas de una práctica deportiva que tal vez por saturación no es más desconocida de lo que nos pudiera parecer a simple vista. Una duda nos queda. Si como queda claro, la investigación social aplicada al deporte nos sirve como metáfora social debido a que es un hecho social total, la marginalidad académica que sufre esta disciplina ¿puede ser reveladora de que en el fondo a la ciencia social no le interesa el estudio de la sociedad per se? Reseña de Miguel Montañés Grado

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