Currículum. Resumen. Abstract. Palabras clave. Keywords. Índice

Los sistemas de apoyo en la formación y el empleo para el desarrollo profesional y la empleabilidad de estudiantes y trabajadores/as con enfermedad me

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Los sistemas de apoyo en la formación y el empleo para el desarrollo profesional y la empleabilidad de estudiantes y trabajadores/as con enfermedad mental Santiago de Chile - Óscar Sánchez Rodríguez -2015

Los sistemas de apoyo para el desarrollo profesional y la empleabilidad de estudiantes y trabajadores/as con enfermedad mental Óscar Sánchez Rodríguez. Terapeuta Ocupacional. Trabajador Social. Director del Centro de Rehabilitación Laboral Latina. Grupo 5. Comunidad de Madrid. España Coordinador Académico del Máster en Terapia Ocupacional en Salud Mental. Universidad de Castilla la Mancha. Talavera de la Reina. España

Currículum Diplomado en Terapia Ocupacional. Diplomado en Trabajo Social. Director del Centro de Rehabilitación Laboral Latina, gestionado por Grupo 5 concertado con la Consejería de Asuntos Sociales de la Comunidad de Madrid. Coordinador Académico del Máster en Terapia Ocupacional en Salud Mental de la Universidad de Castilla La Mancha. Director del posgrado Experto en el Desarrollo Profesional e Inserción Laboral de Personas con enfermedad mental gestionado por IFIS. Docente para diferentes instituciones sociosanitarias y autor de diferentes documentos dedicados a la Salud Mental entre los que destaca la obra “Desarrollo profesional e inserción laboral de personas con enfermedad (2012) de la editorial Ciclo-G5 y Terapia ocupacional en salud mental (2013) de Editorial Médica Panamericana. Docente en el Magister de Inclusión Laboral de Personas en Situación de Discapacidad de la Universidad Nacional Andrés Bello (Chile)

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1. Introducción 2. Perspectiva diagnóstica. 2.1. La configuración profesional de las personas con enfermedad mental 2.2. La actualidad en Chile de la inserción laboral de trabajadores en situación de enfermedad mental. 2.3. La actualidad en el desarrollo formativo y la cualificación de estudiantes con enfermedad mental. 2.4. La actualidad en la empleabilidad y la inserción laboral de trabajadores con enfermedad mental. 3. Líneas estratégicas para construir el futuro profesional. 3.1. Una perspectiva global. 3.2. Estrategias para el desarrollo educativo, académico y formativo para el empleo 3.3. Estrategias para el desarrollo de la empleabilidad, la colocación en el empleo y el mantenimiento del puesto de trabajo. 4. Ocuparse del futuro. 5. Referencias bibliográficas citadas

Resumen

Abstract

Las dimensiones que afectan al desarrollo profesional de los seres humanos son de carácter complejo y, además, están conformadas por elementos en continuo movimiento. En el caso de los estudiantes y de los trabajadores y trabajadoras con enfermedad mental estos elementos, configuran dimensiones de exclusión y de limitación para un desarrollo profesional eficiente en cuanto a la cualificación y la inserción en el mercado de trabajo. Así, encontramos que los estudios y estadísticas oficiales a nivel internacional y nacional señalan altos porcentajes de inactividad profesional y situaciones de desempleo de larga duración. Sin embargo, encontramos en algunas fuentes evidencia, como el diseño de estrategias de apoyo, en diferentes niveles, promueve un desarrollo profesional satisfactorio que, además, produce un impacto positivo sobre los dominios de salud. Por lo tanto, afrontamos para el futuro la necesidad de diseñar nuevas líneas estratégicas y sistemas de apoyo que garanticen el desarrollo profesional y psicosocial de las personas con enfermedad mental como elementos clave para su recuperación y para la garantía de sus derechos humanos y de ciudanía.

The dimensions that affect professional development of human beings are complex and, in addition, are made up of elements in constant motion. For students and workers with mental illness these elements, set dimensions of exclusion and limitation for efficient professional development regarding the qualification and integration into the labor market. We find that the studies and official statistics at international and national report high percentages of professional inactivity and situations of long-term unemployment. However, we found some evidence sources, such as design support strategies at different levels, promotes a satisfactory professional development also produces a positive impact on health domains. So for the future we face the need to design new strategic and support systems to ensure professional and psychosocial development of people with mental illness as key elements for recovery and to guarantee human rights and citizenship.

Palabras clave

Keywords

Inclusión, exclusión, empleo, desarrollo profesional, bienestar, apoyos, salud mental, derechos humano, ciudadanía.

Inclusion, exclusion, employment, professional development, welfare, support, mental health, mental illness, human rights, citizenship.

Índice

1. Introducción El trabajo es una actividad humana de gran complejidad y en la que influyen múltiples dimensiones y elementos dinámicos en continua interacción y movimiento. La historia del trabajo ha estado siempre caracterizada por el conflicto social y por fenómenos de exclusión caracterizados por la injusticia social y la segregación. Además, las graves diferencias mundiales en cuanto a acceso a fuentes básicas del bienestar producen una estructuración social caracterizada por una pobreza extrema en determinadas zonas geográficas que contrasta con el derroche en otras. Igualmente, la distribución de la renta y el acceso a bienes y servicios se configura con alta tasas de desigualdad, elementos claves para la definición del bienestar psicosocial y elementos de vulnerabilidad para la enfermedad mental. Actualmente, en las sociedades tecnológicas avanzadas se están produciendo drásticas reconfiguraciones de las estructuras ocupacionales y de las clases sociales derivando en nuevos fenómenos de exclusión. (Tezanos, 2001). (Martínez García, 2013) Estas estructuras y fenómenos de carácter antropológico influyen negativamente sobre las siguientes condiciones necesarias para la salud y el bienestar: la paz, la educación, la vivienda, la alimentación, la renta, un ecosistema estable, la justicia social y la equidad y que, además, han sido publicados y promovidos desde hace décadas por las instituciones internacionales. (ONU, 1986) El tipo de desarrollo profesional y la inclusión laboral no se distribuyen de manera aleatoria sino que son factores que están asociados a la posición social de origen y la configuración de oportunidades a lo largo de la trayectoria vital. Por lo tanto, podríamos incluso plantear como la desigualdad se fundamenta en cuestiones de carácter ilegitimo y fundamentadas en criterios estructurales de injusticia social y ocupacional.

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Disponer de un puesto de trabajo tiene un papel central en la vida de la mayoría de las personas ofreciendo beneficios que incluyen la identidad ocupacional y social elementos vinculados a la posibilidad de estructurar y ocupar el tiempo de manera significativa, a través de la participación y a la actividad productiva. Estos elementos son fundamentales para la construcción del sentido de personal logro y de pertenencia social. (Shepherd, 1989) (Perkins, Grove, Boardman, & Shepherd, 2003) (Sánchez, Polonio, & Pellegrini, 2013) Podemos entender que el trabajo puede aportar diferentes dimensiones asociadas al bienestar mental:

• • • •

Definición de una estructura temporal y rutinas diarias predecibles, Contacto social y establecimiento de vínculos afectivos y de identidad añadidos a la red primaria, Participación productiva social que otorga la integración de un logro públicamente aceptado y valorado, Empoderamiento patrimonial que permite la autogestión para acceder a bienes, productos y servicios.

Sin embargo, la configuración de los elementos asociados al trabajo puede ser fuente de malestar mental. El estrés laboral constituye una de las amenazas para la salud de las personas y, paralelamente, para la salud de las estructuras y organizaciones empresariales. Parecía que la globalización y la interdependencia habían abierto nuevas oportunidades para el crecimiento de la economía mundial y para el desarrollo igualitario. Si bien, el proceso de globalización ha producido una fuerza dinámica de crecimiento, las condiciones del empleo y del mercado laboral han cambiado drásticamente en las últimas dos décadas.

empleo mental

Vemos como se están poniendo en riesgo elementos clave para el bienestar psicosocial y profesional como pueden ser el acceso a un salario digno para acceder a servicios básicos del bienestar; disponer de una estabilidad contractual que permita una predicción y planificación de otros elementos vitales relevantes (acceso a vivienda, tener hijos, etc.); integración en organizaciones empresariales estables y predecibles que permitan un entorno de actuación seguro; procesos de trabajo asociados a la cualificación y competencia personal, sin desajustes extremos persona-puesto; relaciones sociales en el contexto de trabajo caracterizadas por vínculos de apoyo que aporten estímulos relacionales. Algunos de los elementos clave en estos cambios han estado asociados al aumento de la automatización y la rápida aplicación de las tecnologías de la información. Además, los trabajadores y trabajadoras de todo el mundo se enfrentan a nuevos modelos organizativos, estructuras empresariales dilatadas, procesos de trabajo con mayor demanda competencial, incremento de los factores de incertidumbre y reducción de la seguridad psicosocial. Los problemas de salud mental están relacionados con privación, la pobreza, la desigualdad y con otros indicadores sociales, ocupacionales y económicos y, por lo tanto, las crisis económicas son de alta riesgo para el bienestar mental de la población y de las personas afectadas y sus familias. (World Health Organization, 2011).

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Así la Organización Mundial de la Salud expone como los trastornos mentales y el suicidio son más común en las zonas con relevante marginación socioeconómica, fuerte fragmentación social y altas tasas de desempleo (Rehkopf DH, 2006). La mayor vulnerabilidad mental y psicosocial de las personas desfavorecidas pueden explicarse por factores tales como la experiencia de la inseguridad y la desesperanza, falta de educación, el desempleo, el endeudamiento, el aislamiento social y la precariedad en cuanto al acceso a una vivienda. Además, podemos concluir como la tendencia de las demandas ambientales y de los procesos de trabajo implica una mayor exigencia en las competencias sociales y competencias cognitivas, elementos vinculados con los dominios de salud mental y, por lo tanto, producen una mayor complejidad para trabajadores y trabajadoras afectadas de una enfermedad mental. Las consecuencias de los problemas de salud mental en el lugar de trabajo pueden estar asociadas a varias dimensiones (Crown, 1995) entre las que destacamos el absentismo (ausencia total o parcial, duradera o temporal; salud mental (depresión , estrés, burnout) salud física condiciones físicas (presión arterial alta , enfermedades del corazón , úlceras, trastornos del sueño , erupciones en la piel, dolor de cabeza , cuello y dolor de espalda , baja resistencia a las infecciones); rendimiento en el trabajo (reducción de la productividad y la producción, aumento de las tasas de error, ineficaz toma de decisiones, deterioro en la planificación y control del trabajo); actitud del personal y el comportamiento (pérdida de motivación y compromiso, burnout, ineficacia en la productividad, rotación del personal); relaciones sociales (tensión y conflictos, mala relación con los clientes, aumento de problemas de disciplina)

Los costos de la mala salud mental para las personas afectadas, los empresarios y la sociedad son enormes, estando en cifras que giran en torno al 3% y 4 % del producto interno bruto en la Unión Europea (OECD, 2011). (World Health Organization , 2008) Se establece que entre un tercio y la mitad de todas las nuevas prestaciones de invalidez son por razones enfermedad mental, y entre los jóvenes adultos la proporción va hasta más de 70 % . Este panorama de costos sociales y económicos, nos debe permitir analizar su complejidad y, por lo tanto, valorar la necesidad de diseñar estrategias que permitan definir un nuevo paradigma y modelos de práctica eficientes dirigidas a definir acciones para fortalecer la salud mental en el mercado de trabajo y sus organizaciones y definir acciones para fomentar el desarrollo profesional y la inclusión de las personas con enfermedad mental en el empleo.

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2. Perspectiva diagnóstica. 2.1. La configuración profesional de las personas con enfermedad mental Una de cada diez personas en el mundo tiene una discapacidad. Son alrededor de 650 millones personas de las cuales unas 450 millones están en edad de trabajar. (World Health Organization , 2008) Es decir, el 10% de la población mundial tiene alguna discapacidad y el 7% están corresponden a personas en edad activa para el trabajo. Sin embargo, según los datos de la Organización Internacional del Trabajo en el 2003, solo el 40% de las personas con discapacidad en edad laboral en la Unión Europea tenía empleo comparado con el 64,2% de las personas sin discapacidad. Además, el 52% de las personas con discapacidad en edad laboral en la Unión Europea está económicamente inactiva, comparado con 28% personas sin discapacidad. En España, menos el 4,1% de la población en edad laboral tiene certificado de discapacidad. En 2011, había un total de 1.262.000 personas con certificado de discapacidad en edad de trabajar (29.444.000 sin discapacidad), siendo el trastorno mental una de las discapacidades de mayor porcentaje (18,3%). En el año 2010 presentaron una tasa de actividad del 36,2%, casi 40 puntos inferior a la de la población sin discapacidad (76,4%), una tasa de ocupación del 27,7%, menos de la mitad que en personas sin discapacidad, y una tasa de paro del 23,3%, superior en más de 3,2 puntos a la de la población sin discapacidad. Esto datos, además, no había tenido ninguna variación significativa a lo largo del periodo 20092011. (Instituto Nacional de Estadística, 2010); por ejemplo, en 2011, su tasa de actividad es del 36,6%, de nuevo casi 40 puntos inferior a la de la población.

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Durante las últimas dos décadas se han promovido acciones para prevenir los riesgos psicosociales en el trabajo y mejorar la atención de la salud mental de las personas. Dentro de estas iniciativas se ha producido, igualmente, una expansión de acciones para promover la inserción laboral de las personas afectadas de un trastorno mental y por situaciones de exclusión del empleo.

Además, las tasas de desempleo varían de acuerdo con el tipo de discapacidad y, las encuestas de población activa señalan que la más alta inactividad se encuentra entre las personas con enfermedad mental. A pesar del hecho de que la mayoría de las personas con enfermedad mental desean comprometerse en actividades significativas, una gran mayoría están excluidas del trabajo y tienen pocas probabilidades de acceder o de mantener el empleo. Por ejemplo en España se señala que alrededor del 90% de las personas con enfermedad mental grave no tienen ninguna actividad profesional. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística del Gobierno de España, las personas con discapacidad asociada a trastorno mental es que resulta ser el grupo más inactivo de toda la población con discapacidad estando la cifra en un 54,4% de inactividad. En el Reino Unido, cerca de 75% de los que sufren de enfermedad mental en edad laboral están desempleados. En Suiza, la enfermedad mental es la causa principal de las solicitudes de beneficios por invalidez, representando el 40% del total. (OIT, 2007). Según la OMS (2013) se estima que los desórdenes mentales y neurológicos afectan en el mundo a unos 700 millones de personas, la mayoría de las cuales no cuentan con la atención psicológica adecuada. Son aproximadamente 400 millones con enfermedad mental. Las cifras son alarmantes; unos 350 millones de personas en el mundo padecen depresión y 90 millones tienen abuso de sustancias; ambos elementos vinculados a trastornos mentales graves y de larga duración. En España, las estadísticas hablan de un 9% de la población Española (1 de cada 10) y 19% padecerá a lo largo de la vida (2 de cada 10) A pesar de estos datos y de las graves repercusiones de esta situación, las acciones de prevención y tratamiento no han sido prioritarias hasta la actualidad. La OMS ha promovido actualmente el Plan De Acción Integral sobre Salud Mental 2013-2020.

Con respecto a las estrategias dirigidas a potenciar la inserción, podemos decir que hay un alto desconocimiento de la evidencia existente sobre los servicios y métodos que son eficaces para incrementar la empleabilidad de las personas con enfermedad mental, posibilitar la incorporación al mercado de trabajo y mantener el empleo. Históricamente, los paradigma sanitarios y sociales para las personas con enfermedad mental estuvieron conformados por una visión de reclusión social y, dependiendo de las épocas, se definieron diferentes formas de laborterapia que estructuraban espacios de actividades productivas sin una implicación hacia la participación social, la autonomía y la autodeterminación, elementos clave para una vida digna y satisfactoria Sin embargo, la actual configuración de los derechos humanos determina la urgente premisa de cambio social y, no puede dejarse de lado la gran deuda histórica que asumimos respecto a su situación psicosocial y profesional. La estructuración de la exclusión de las personas con enfermedad mental y el rechazo a cambiar los paradigmas existentes previos, a pesar de no tener fuentes de evidencia suficientes, aporta un panorama donde la razón técnica no está validada y, por lo tanto, la bienvenida de nuevos modelos y procesos de actuación dará paso a nuevas oportunidades para la construcción de derechos y para un desarrollo psicosocial saludable.

Fundamentalmente podemos resumir estas estrategias en tres grandes categorías: el empleo protegido, el empleo con apoyo y servicios de orientación y soporte psicosocial para el empleo. Los estudios muestran un claro interés hacia la inserción laboral y mantenimiento del empleo entre las personas usuarias de los servicios de salud mental. Algunos estudios señalan como el 90% de las personas con enfermedad mental desean incorporarse al trabajo (Grove, 1999). Sin embargo, parece que hay una tendencia de los profesionales de salud mental a sub-estimar las competencias y sus clientes y sobre-estimar el riesgo para los empleadores (Perkins, Grove, Boardman, & Shepherd, 2003) y para sus familiares. Estas percepciones implican una reducción pronostica de las expectativas profesionales y un diagnóstico precoz de incapacidad para un desarrollo profesional efectivo. Sin embargo, muchos de los recientes estudios señalan como una vida profesional satisfactoria puede reducir la necesidad de apoyo clínico; ahora bien, ese apoyo debe estar disponible, se debe aplicar precozmente y debe ser adaptado en lo posible a las exigencias de la vida formativo-laboral de cada persona (Secker, Membury, Grove, & al., 2002) La mayoría de las investigaciones que podemos encontrar publicadas sobre la eficacia de las intervenciones de inserción laboral de personas con enfermedad mental viene de los EE.UU. y de Reino Unido. En España las publicaciones son prácticamente inexistentes. Una parte importante de los estudios señalan el valor de los programas de empleo con apoyo.

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En una revisión sistemática que llevaron a cabo Crowther et al (2010) abordaron un extenso análisis sobre las diferencias de resultados entre los programas de empleo con apoyo y los programas tradicionales de entrenamiento prelaboral vocacional. Examinaron 11 ensayos aleatorios y controlados y concluyeron que las personas que recibían un programa de empleo con apoyo tenían significativamente más probabilidad de tener un empleo competitivo que aquellas que recibían entrenamiento prevocacional. Los resultados indicaban un 34% de empleados a los 12 meses en el grupo de empleo apoyado comparado con 12% en el grupo de entrenamiento prevocacional. (Crowthe, Marshall, Bond, & Huxley, 2001). En los Estados Unidos en tres estudios cuasi - experimentales y 10 ensayos controlados aleatorios se demostró la mayor eficacia de los programas de empleo con apoyo frente a estrategias prevocacionales (Bond, Becker, & et al, 2011) Sin embargo, también tenemos que señalar que en un estudio controlado aleatorio (ECA) (Howard, Heslin, & Et al, 2010) en Reino Unido se llegó a la conclusión de que el empleo con apoyo no era la única intervención necesaria para mejorar la inclusión social de las personas con enfermedades mentales graves. Estos autores señalan la relevancia de otras intervenciones tales como la entrevista motivacional y / o rehabilitación cognitiva para aquellas personas que no obtenían un trabajo a través de la metodología de empleo con apoyo. Dentro de las políticas públicas de salud mental en el Reino Unido se incluye a los propios servicios y administraciones públicas como “empleadores ejemplares” en materia de inserción laboral(Care Services Improvement Partnership, 2006).

Además, parte de un enfoque que consiste en la evaluación rápida de habilidades y preferencias vocacionales y luego tratar de colocar a las personas en los entornos laborales que sean de conformidad con sus competencias e intereses, donde pueden desarrollar sus habilidades en el ambiente de trabajo, mientras que se proporciona apoyo permanente al trabajador y a la empresa. Estos datos los podemos asociar a que el universo de población de personas con enfermedad mental implica una alta variabilidad de perfiles y características de orden fenomenológico, lo que motiva la necesidad de diseñar estrategias de caso único. Esto no es incompatible con aquellas estrategias de carácter colectivo que posibiliten las mayores tasas de inserción y de mantenimiento en el empleo. A pesar de estos estudios, podemos concluir la necesidad urgente de investigación en esta área. Las consecuencias de tomar malas decisiones en cuanto a acciones de apoyo al desarrollo profesional de personas con enfermedad mental basadas en un conocimiento insuficiente sobre " lo que funciona y para quién " podría ser grave en términos tanto personales como financieros. (Perkins, Grove, Boardman, & Shepherd, 2003) La realidad que arrastramos históricamente y que vivimos en la actualidad no solo deriva en una exclusión de las personas afectadas sino también una exclusión institucional que impide la cobertura eficiente de todas las necesidades vitales acompañantes de los procesos de desarrollo de los dominios de la salud mental. Por esto, es necesaria la concienciación colectiva desde el ámbito político sobre los requerimientos necesarios para la adopción de medidas eficientes integrados en todas las esferas vinculadas a la formación y el empleo. Esta consideración es imprescindible para la promoción de la salud mental y para la inclusión en las estructuras productivas de manera eficaz.

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la Ley 18.600 que Establece Normas Sobre Discapacidades Mentales señala en su artículo 16: “En el contrato de trabajo que celebre la persona con discapacidad mental, podrá estipularse una remuneración libremente convenida entre las partes, no aplicándose a este respecto las normas sobre ingreso mínimo” Desigualdad de discriminación negativa.



Chuaqui, realizó varios estudios entre 2002 y 2008 en Chile sobre inserción laboral de personas con enfermedad mental (Chuaqui, 2008)

2.2. La actualidad en Chile de la inserción laboral de trabajadores en situación de enfermedad mental. En relación al desarrollo profesional y la inclusión de personas en situación de enfermedad mental en Chile, encontramos las siguientes referencias (Ministerio de Salud. Chile, 2014) (Maradiaga, 2014) (Valdés & Errázuriz, 2012) (Senadis, 2010) •

La población con discapacidad que vive en Chile, alcanza los 2.5 millones de personas 262.151 con enfermedad mental (el 7.83% de la población total en situación de discapacidad). (FONADIS, 2004)



El estudio chileno de prevalencia de patología psiquiátrica en 2002 mostró que un 36% de la población mayor de 15 años, había tenido un desorden psiquiátrico a lo largo de su vida, mientras que un 22,6% había tenido un desorden en los últimos 6 meses (Benjamín Vicente, 2002)



22% de las personas con enfermedad mental en situación de pobreza. En 2005 Fonadis publica que el 78% de las personas en situación de discapacidad no realiza ningún empleo. 73% de las personas con enfermedad mental. Acciones positivas del Fonadis a través de la oficina de intermediación.



Tasas de prevalencia de desordenes psiquiátricos de 24%, en escolares de primer año de enseñanza básica en Santiago. (De la Barra M, 2004) Existencia de algunas acciones para favorecer la inclusión formativa en los diferentes entornos de la educación y algunas facilidades en empresas (contrato de aprendizaje; normas de las empresas para apoyos a personas en situación de discapacidad)



No exigencia mínimos porcentaje de empleados con discapacidad en empresas.



Perdidas de pensiones asistenciales al iniciar empleo

-

Estudio a 150 empresarios y 150 personas con esquizofrenia. Percepción de los empresarios: reducida competencia para abordar tareas complejas; imprevisibles, agresivas, dificulta para cumplir las tareas, descompensación aguda; rigidez y obstinación versus a competencias profesionales percibidas por parte de las personas evaluadas en situación de enfermedad mental. (Chuaqui, J., 2002).

-

En una muestra de 150 pacientes ambulatorios con esquizofrenia de la Región Metropolitana, sólo un 13,3% trabajaba en empleos (Chuaqui, J., competitivos 2001)

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Estudio sobre 78 trabajadores en empleos semi protegidos cumpliendo tareas como estafeta, jardinero, auxiliar de administración, etc. mayoría ganaba aproximadamente la mitad del sueldo mínimo legal en Chile.

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Estudio sobre 331 trabajadores de talleres protegidos. más del 70% menos de la mitad del ingreso mínimo legal y cerca del 40% menos de 1/6 de ese ingreso

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2.3. La actualidad en el desarrollo formativo y la cualificación de estudiantes con enfermedad mental. En España, los datos sobre la formación de personas con discapacidad señalan grandes diferencias frente a la cualificación de personas sin discapacidad. En España, en cuanto a los datos globales sobre cualificación superior de personas con discapacidad, de los casi 3,9 millones de personas con discapacidad declarada, 198.600 tienen estudios universitarios o equivalente iniciados. Esto representa un 5,16% de la población con discapacidad en edad activa laboral que tiene estudios universitarios. Sin embargo si se analiza la población entre 16 y 64 años el porcentaje alcanza el 7,88%; si se analiza la población entre 16 y 24 años, solamente alcanza el 0,84%. Estos datos ponen de manifiesto la dificultad de la población con discapacidad para alcanzar el nivel de formación superior y la lentitud temporal con la que consiguen iniciar sus estudios. En general se muestran datos muy negativos en todos los niveles de cualificación académica, lo que marca situaciones de exclusión de un itinerario formativo eficiente y competitivo respecto a la educación general y la formación específica para el empleo, elementos que son clave en las tasas de actividad. SIN Disc

CON Disc

En miles

29.444

1.262

Analfabetismo

0,7%

8%

Primaria

15,8%

32,2%

Secundaria y FP

53,9%

45,1%

Superior

29,6%

14,7%

Población según nivel de estudios Sin discapacidad y Con discapacidad.

SIN Disc

CON Disc

76,4%

36,6%

Analfabetos

47,2%

6%

Primaria

60,6%

23,4%

Secundaria y FP

74,8%

44,7%

Superior

88,4%

57,1%

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Con respecto a las características generales sobre la educación y la formación de las personas con enfermedad mental hay que señalar que: •

Evolución del nivel de actividad según nivel de estudios en Población Sin discapacidad y Con discapacidad.

La tasa de actividad de la población de personas con discapacidad aumenta a medida que se incrementa el nivel de formación y recorta diferencias respecto de las de las personas sin discapacidad.

La formación de personas con enfermedad mental tiene que estar fundamentada en proceso de orientación vocacional a lo largo de la vida profesional y garantizando los apoyos necesarios para el aprendizaje y la construcción de competencias útiles para el mercado de trabajo, abordando aquellas de tipo técnico por un lado, pero también las metodológicas, las participativas y las sociales, imprescindibles para la empleabilidad y para un adecuado ajuste persona-puesto y para

En 2011 se alcanza una tasa de actividad del 57,1% en personas con discapacidad con estudios superiores, 20,5 puntos más que la media del colectivo y 33,7 puntos superior a la de quienes tienen estudios primarios. En la población de personas sin discapacidad se observa un comportamiento análogo pero de forma menos acusada. La diferencia con la media es, en este caso, de 12 puntos y de casi 28 entre quienes tienen estudios superiores y estudios primarios. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, la influencia del nivel de formación y de cualificación se pone de manifiesto a través de las tasas de actividad y empleo, ya que ambas aumentan a medida que se incrementa el nivel de formación, hasta superar en más de 20 puntos a la media en el caso de personas con discapacidad y estudios superiores. Según otras cifras tan solo el 3,64% de los hombres con enfermedad mental y el 3,08% de las mujeres con esta discapacidad tienen estudios datos que implican universitarios, diferencias de unos 10 puntos con respecto al global de personas con discapacidad y de 25 puntos respecto a la población sin discapacidad.

Muchas personas con enfermedad mental reciben formación pero, aun así, no acceden al empleo. Esto parece indicar que la formación no siempre es la adecuada o que no existen estrategias de transición hacia el mercado de trabajo o se producen brechas de exclusión en algunas de las fases.



Muchos empresarios señalan que no pueden cubrir los puestos de trabajo reservados para personas con enfermedad mental porque no encuentran candidatos con el nivel de cualificación requerido y competencias técnicas demandadas. Por lo tanto, es necesario que los trabajadores y trabajadoras con enfermedad mental tengan más experiencias formativas y profesionales de tipo práctico que les permita desarrollar competencias eficaces para la empleabilidad. Es necesaria la orientación de las empresas en cuanto a diseño de puestos de trabajo y sistemas de reclutamiento y selección de personas con discapacidad por enfermedad mental, así como en el diseño de apoyos para garantizar su mantenimiento.



Además, hay que añadir como obstáculo importante la imagen social existente sobre las personas con enfermedad mental, alejada de itinerarios continuos para la cualificación, una competencia profesional eficiente y participación en la comunidad como trabajadores y trabajadoras en activo. Esa imagen distorsionada puede producir una orientación hacia no iniciar o finalizar estudios reglados asociando un mayor nivel de estrés y de vulnerabilidad frente al estímulo profesional y psicosocial que pudiera producir. Por otro lado, hay que señalar la escasa valoración, quizá por desconocimiento, de todas las capacidades que tienen estos trabajadores y trabajadoras por parte de los empresarios.

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2.4. La actualidad en la empleabilidad y la inserción laboral de trabajadores con enfermedad mental. El impacto de los problemas de salud mental en el lugar de trabajo tiene graves consecuencias no sólo para el individuo, sino también para la productividad de la empresa. A nivel mundial los datos sobre empleo y enfermedad mental son muy similares en países con desarrollos socioeconómicos cercanos: •





El Departamento del Reino Unido de la Salud y la Confederación Industrial ya estimaron en 1993 que el 15-30 % de los trabajadores/as experimentan algún tipo de problema de salud mental durante su vida laboral. (UK, 1993). Y en el año 2000 se estimó que se perdieron en absentismo unos 80 millones de días cada año debido a enfermedades mentales , con un coste de £1-2 billón cada año (The Mental Health Foundation, 2000) En los EE.UU. se estima que más de 40 millones de personas tienen algún tipo de trastorno de salud mental y, de ese número, 4-5 millones de adultos tienen un diagnóstico grave. Los trastornos depresivos, por ejemplo, representan uno de los problemas más comunes (United States National Institute on Disability and Rehabilitation Research , 1993). El gasto en depresión por sí sola alcanza los 30-40 millones de dólares, de un cómputo total de 200 millones de dólares (Conti & Burton , 1994) (Washington Business Washington Business, 1995) asociados a la pérdida de días anuales de trabajo por problemas de salud mental. En Europa, en un encuesta general sobre 44.000 trabajadores/as que se realizó en 2010, se concluyó que 1 de cada 5 trabajadores tenía problemas de alta insatisfacción en sus puestos de trabajo y altos niveles de estrés, lo que repercutía gravemente en la productividad y en el absentismo (Comisión Europea, 2010)



Según los estudios de la OECD (OECD, 2011) en cuanto a datos epidemiológicos se específica que cerca del 20 % de la población en edad de trabajar en el promedio de los países de la OCDE están sufriendo de un trastorno mental en un sentido clínico (OECD, 2011) que se desglosan en un 15% (¾) en trastornos mentales comunes y un 5% (¼) en trastornos mentales severos. El 75% suelen aparecer antes de los 24 años. Los trastornos por ansiedad y trastornos psicóticos suelen aparecer más frecuentemente en etapas jóvenes (antes de los 30 años) y los trastornos del estado de ánimo entre los 30 y 40 años.

Estos datos tienen unas implicaciones directas sobre el desarrollo profesional, la empleabilidad y la productividad social. Sobre todo por la ausencia de acciones dirigidas a la prevención y disminución de la vulnerabilidad frente a los riesgos en dichas etapas del desarrollo psicosocial y reducidas atenciones de soporte ocupacional en el ámbito formativo y laboral para fomentar una continuidad saludable del desarrollo profesional y para fomentar la empleabilidad. Además, podemos concluir como las consecuencias más directas e inmediatas suelen conducir a un desempeño desajustado en la formación y un abandono académico prematuro con repercusiones negativas en la vida laboral. las consecuencias Posteriormente, continuadas en el tiempo conducen a la cronicidad y a la comorbilidad que derivan en la discapacidad y la exclusión para una participación comunitaria igualitaria y para una participación competente y competitiva en contextos formativo-laborales. Además, podemos hacer una diferenciación de repercusiones en cuanto a lo llamamos trastornos mentales comunes (trastornos de ansiedad, alteraciones del estado de ánimo, trastornos de alimentación, etc.) frente a los trastornos mentales graves (esquizofrenias y otros trastornos psicóticos, trastornos por inestabilidad emocional de la personalidad, trastornos bipolares, etc.)

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En cuanto comunes: •





a

los

trastornos

mentales

Su alta prevalencia implica unos altos costos para el sistema de salud, para el sistema de seguridad social y para el sistema empresarial. Sin embargo se destinan acciones y presupuestos residuales para este tipo de problemas de salud mental. La tasa de empleo de las personas con trastornos mentales comunes es de alrededor de 60-70 %; está entre un 10-15 puntos de porcentaje más inferior a la de las personas sin trastorno mental. Tienen de 2 a 3 veces más posibilidades de estar en situación de desempleo que una persona sin diagnóstico.



La incidencia de absentismo está en un 28% (5,6 días) mensual, siendo de 19% (4,8 días) para trabajadores sin diagnóstico psiquiátrico. (OECD, 2011)



Las personas con enfermedades mentales comunes, habitualmente, son receptoras en un mayor porcentjaje de prestaciones contributivas



Tienen de 6 a 7 veces más posibilidades de estar en situación de desempleo que una persona sin diagnóstico, siendo el desempleo de larga duración la principal característica.



La incidencia de absentismo en trabajadores con diagnóstico psiquiátrico grave está en un 42% (7,3 días) siendo de 19% (4,8 días) para trabajadores sin diagnóstico psiquiátrico. (OECD, 2011)



Las personas con enfermedades mentales graves son receptoras de prestaciones no contributivas

Además, podemos concluir como los datos reflejan que: •

Los trabajadores con trastornos mentales tienen más probabilidades que los trabajadores sin enfermedad mental a trabajar en empleos que no se corresponden con sus competencias e intereses. En personas con enfermedad mental la importante brecha formativo-laboral al inicio del proceso diagnóstico dificulta un desarrollo profesional saludablemente continuo y productivo que permita ser competitivos en el mercado de trabajo.



Es más probable que trabajen en ocupaciones de escasa cualificación (limpieza, manipulados y otras ocupaciones de baja cualificación). Se unen, además, las condiciones diferenciales respecto a los puestos de trabajo protegido a los que acceden, con salarios extremadamente bajos, tareas rutinarias y mecanizadas y, en diferentes contextos organizativos con gestiones empresariales escasamente viables, dependientes de cuotas del movimiento asociativo o subvenciones.

En cuanto a los trastornos mentales graves: •

La tasa de empleo correspondiente a las personas con trastorno mental grave es de alrededor de 45-55 %. Estos datos reflejan un porcentaje más alto del que se conoce comúnmente, que en parte se explica por el hecho de que las personas con las enfermedades mentales más graves por lo general no son incluidos en la población de referencia utilizada en las encuestas de salud. (OECD, 2011). En España, la tasa de empleo de trabajadores con enfermedad mental publicada por el Instituto Nacional de Estadística, marca un 16% en 2010 y 2011 (Instituto Nacional de Estadística, 2011).

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Las personas que empiezan a sufrir alteraciones en su salud mental, suelen recibir inicialmente atenciones exclusivamente de carácter clínico. Por un lado, en muchas ocasiones se produce por parte de la persona una fase de rechazo a un tratamiento médico. Por otro lado los profesionales sanitarios no están cualificados para una atención vocacional dirigida al desarrollo profesional y la empleabilidad facilitando consejos vocacionales y pautas alejadas de una continuidad formativa-laboral eficiente. No existen políticas sociales y del empleo eficientes donde realmente se involucre la responsabilidad social de los empresarios y de las organizaciones productivas hacia indicadores de salud mental y de inserción laboral de personas con enfermedad mental. Las condiciones laborales están caracterizadas por menor nivel salarial y menores posibilidades de promoción profesional y social, otros elementos clave para un bienestar laboral. El salario medio anual bruto para los trabajadores por cuenta ajena con discapacidad fue en el año 2010, un 10% menos que para las personas sin discapacidad. (Instituto Nacional de Estadística, 2010). Los trabajadores con discapacidad mental percibieron los salarios más bajos con salarios inferiores a la media anual del colectivo con discapacidad en un 17,2%, lo que implica un 25.5 % de salario más bajo respecto a los trabajadores sin discapacidad. Además, hay que añadir como el instituto Nacional de Estadística expone en su análisis que colectivo de personas con discapacidad que las personas que se benefician de las medidas de fomento del empleo para la contratación, son, a su vez las que tuvieron menores ganancias, lo que lleva a pensar que las medidas de contratación no van paralelas a condiciones de igualdad y de promoción personal.





El factor de estrés es alto, asociado habitualmente, a una la ruptura continuada y duelo mantenido asociado al a pérdida de expectativas profesionales y psicosociales, lo que, produce de manera circular, desmotivación para el desarrollo profesional, desvinculación de los contextos comunitarios y escasas experiencias para el desempeño competencial. Igualmente se dan circunstancias en el empleo ordinario con perfiles profesionales ambiguas, en las que el trabajador con enfermedad mental hace tareas complementarias, no vinculadas a un puesto específico y que están escasamente reguladas por convenios o por contratos, lo que deriva en un conflicto de roles laborales (compañeros, jefes, clientes, etc.) en un ánimo de la entidad de cumplir la LISMI o mostrar una imagen social corporativa inclusiva.

Estos datos nos indican la relevancia que tiene el análisis de las políticas públicas en materia social y laboral, así la revisión del sistema de prestaciones sociales y de la seguridad social para pasar de políticas asistencialistas a políticas activas rentables socialmente y económicamente. Sin embargo, se han incrementado en los últimos años las prestaciones no contributivas por enfermedad mental así como prestaciones contributivas por incapacidad laboral, sobre todo en personas más jóvenes. Las políticas deben prestar mayor atención a mantener a las personas en la fuerza de trabajo y evitar que se muevan en prestaciones asistencialistas de por vida. Sin embargo, en el extremo contrario, podemos también señalar que muchas de las personas con trastornos mentales muy incapacitantes como los trastornos de la personalidad, al no reconocerse como enfermos, no reciben prestaciones y tampoco fuentes de apoyo para su desarrollo profesional y empleabilidad.

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La prevención y recuperación debe contemplar otra manera de mirar. Se debe intervenir mucho antes sobre las dimensiones del desarrollo profesional en personas con vulnerabilidad de su salud mental o con diagnósticos clínicos establecidos. La atención precoz, debe centrarse en garantizar una continuidad psicosocial con el menor nivel de brecha profesional posible. Esto puede extenderse a los profesionales sociosanitarios y empresarios que, en general, no dan suficiente atención a ayudar a las personas regresen a sus puestos de trabajo. Cuando esto se combina por la reducida relevancia que dan los profesionales sociosanitarios a un empleo el diagnóstico de inactividad productiva parece estar establecido estructuralmente. Además, esta visión suele estar acompañada por el predominio de un modelo exclusivamente clínico de la enfermedad que hace hincapié en "episodios o compendio de síntomas que hay que procurar "curar" en lugar de un modelo biopsicosocial que se centre en los dominios de salud y los factores sociales de discapacidad asociados al análisis e intervención sobre el entorno, en este caso sobre las estructuras y contextos formativo-laborales (Perkins, Grove, Boardman, & Shepherd, 2003)

3. Líneas estratégicas para construir el futuro profesional. 3.1.

Una perspectiva global.

Diferentes organismo internacionales han promovido en sus orientaciones los siguientes principios en cuanto al desarrollo profesional de personas con enfermedad mental: (Unión Europea, 2008) (Comisión Europea, 2010) (OMS, 2012) (OIT, 2007)se propuso •

Acceso igual, pleno y adecuado a la educación, la formación y el empleo,



Prestación de apoyos en contextos educativos y formativos para conseguir un ambiente saludable



Diseño e implantación de apoyos para la contratación, mantenimiento, rehabilitación y reintegración en el puesto de trabajo



Cursos de formación profesional para personas con problemas de salud mental



Formación adecuada de empleadores y trabajadores para hacer frente a las necesidades específicas



Exigencia a las empresas y organismos públicos de un informe anual sobre sus políticas y sus acciones en materia de salud mental



Asegurar que las personas no pierdan los beneficios derivados de su incapacidad o enfermedad en cuanto encuentren un nuevo empleo



Aplicación por los Estados Miembros de la Directiva 2000/78/CE, (Consejo de Europa, 2000) relativa al establecimiento de un marco general para la igualdad de trato en el empleo y la ocupación.

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• En cuanto al Proyecto de Plan de Acción Integral sobre Salud Mental 2013-2020 de la Organización Mundial de la Salud, valoramos como se basa en seis principios y enfoques transversales (OMS, 2012): •









Cobertura sanitaria universal: independientemente de la edad, sexo, estatus socioeconómico, raza, etnia u orientación sexual, y de acuerdo con el principio de equidad, las personas con trastornos mentales deberán poder acceder, sin riesgo de empobrecimiento, a servicios de salud y sociales esenciales que les permitan recuperarse y gozar del grado máximo de salud que se pueda lograr. Derechos humanos: las estrategias, acciones e intervenciones terapéuticas, profilácticas y de promoción en materia de salud mental deben ajustarse a la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad y a otros instrumentos internacionales y regionales de derechos humanos. Práctica basada en evidencias: las estrategias e intervenciones terapéuticas, profilácticas y de promoción en materia de salud mental tienen que basarse en pruebas científicas y/o en prácticas óptimas, teniendo en cuenta consideraciones de carácter cultural. Enfoque que abarque la totalidad del ciclo vital: las políticas, planes y servicios de salud mental han de tener en cuenta las necesidades sanitarias y sociales en todas las etapas del ciclo vital: lactancia, infancia, adolescencia, edad adulta y ancianidad. Enfoque multisectorial: la respuesta integral y coordinada con respecto a la salud mental requiere alianzas con múltiples sectores públicos, tales como los de la salud, educación, empleo, justicia, vivienda, social y otros, así como con el sector privado, según proceda en función de la situación del país.

Emancipación de las personas con trastornos mentales y discapacidades psicosociales: las personas con trastornos mentales y discapacidades psicosociales deben emanciparse y participar en la promoción, las políticas, la planificación, la legislación, la prestación de servicios, el seguimiento, la investigación y la evaluación en materia de salud mental.

Así desde diferentes estrategias entre las que destacamos las expuestas en la siguiente tabla, definimos los principios sobre los que debe guiarse el desarrollo profesional en personas con enfermedad mental: Fundamentos jurídicos estrategicos y principios para la formación en personas con enfermedad mental ●

Ley Orgánica 5/2002, de 19 de junio, de las Cualificaciones y de la Formación Profesional.



Ley Orgánica Educación.



Real Decreto 1538/2006, de 15 de diciembre, por el que se establece la ordenación general de la formación profesional del sistema educativo



El Real Decreto 395/2007, de 23 de marzo, de formación profesional para el empleo,



La Estrategia Global para el empleo de las personas con discapacidad (2008-2012)



Plan de Acción Integral sobre Salud Mental 20132020 de la Organización Mundial de la Salud,

2/2006,

de

3

de mayo, de

Partiendo de los contenidos de estos principios jurídicos y estrategias se derivan principios integrados en todas ellas que los volcamos hacia las personas con enfermedad mental deben: ●

Favorecer la formación a lo largo de la vida de los trabajadores desempleados y ocupados con enfermedad mental, mejorando su capacitación profesional y desarrollo personal.



Proporcionar a los trabajadores con enfermedad mental los conocimientos y las prácticas adecuados a las competencias profesionales requeridas en el mercado de trabajo y empresas.



Contribuir a la mejora de la productividad y competitividad de las empresas, apoyando el diseño de puestos de trabajo para personas con enfermedad mental y sistemas de apoyo.



Mejorar la trabajadores

empleabilidad

de

los

con enfermedad mental, especialmente de los que tienen mayores dificultades de mantenimiento del empleo o de inserción laboral. ●

Promover la acreditación que las competencias profesionales adquiridas por los trabajadores tanto a través de procesos formativos (formales y no formales), como de la experiencia laboral.

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Siguiendo estas premisas marcadas por diferentes documentos de consenso internacional y nacional definimos a continuación algunas de las líneas de acción dirigidas a la construcción de un futuro profesional más prometedor de las personas con enfermedad mental. (ONU, 1986), (Gobierno de España, 2006) (Ministerio de Sanidad y Consumo, 2007).(Observatorio Europeo de Políticas y Sistemas Sanitarios, 2007) (Organización Mundial de la Salud, 2008) (Organización Mundial de la Salud, 2011) (Gobierno de España, 2012) (OMS, 2012)

3.2. Estrategias para el desarrollo educativo, académico y formativo para el empleo La UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) tiene entres sus fines principales el desarrollo de un diálogo constructivo entre las civilizaciones, el desarrollo sostenible contemplando los elementos fundamentales para garantizar los derechos humanos y la reducción de la pobreza. Entre sus objetivos se puede destacar la igualdad entre hombres y mujeres, lograr la educación de calidad para todos y el aprendizaje a lo largo de toda la vida, movilizar el conocimiento científico y las políticas relativas a la ciencia con miras al desarrollo sostenible y construir sociedades del conocimiento integradoras recurriendo a la información y la comunicación. Todos estos elementos son comunes a la educación y formación universal. En el año 2005, ante un marco económico globalizado y en constante cambio, la Unión europea inició la Estrategia de Lisboa, con el objetivo de incrementar el conocimiento como un elemento económico. Sin embargo, en 2010 se concluyó el fracaso de dicha estrategia, con desempleo generalizado y con los resultados tan evidentes de crisis económica y productiva. La estrategia Europa 2020 es la que pretende dar un giro para abordar nuevos elementos de acción dirigidos a un crecimiento inteligente, sostenible e integrador. Esta estrategia enfatiza la importancia que tiene el papel de la educación y la formación en la consecución de un desarrollo social inclusivo, sostenible e inteligente, teniendo a las personas y su cualificación a lo largo de la vida como punto de referencia, así como en la justicia social, la excelencia y la calidad. En particular facilitando una educación innovadora, formación y oportunidades de empleo para las comunidades más desasistidas, luchando contra la discriminación de las personas con discapacidad.

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El avance tecnológico, los procesos migratorios, el envejecimiento de la población y la evolución continua de los productos y servicios implican cambios rápidos en los puestos de trabajo y en las estructuras sociales que, sin medidas eficaces, produce desequilibrios en los movimientos de inclusión y exclusión, derivando en graves consecuencias para las personas más vulnerables, entre las que podemos citar a los estudiantes y trabajadores/as con enfermedad mental. El derecho a la educación recogido por organizaciones internacionales y estatales tiene en la formación profesional y para el empleo una de las estrategias fundamentales para el desarrollo individual y de las comunidades. La cualificación profesional que proporciona esta formación deriva en la elevación de la calidad de vida de las personas y en el incremento de la cohesión económica y social a través del fomento del empleo. La educación y la formación es el medio más adecuado para construir la personalidad, desarrollar al máximo las competencias de las personas para conformar la propia identidad y configurar la comprensión de la realidad, integrando la dimensión cognoscitiva, la afectiva y la axiológica desde la participación en y con el entorno. La formación tiene por objeto impulsar y extender entre las empresas y los trabajadores ocupados y desempleados una formación que responda sus necesidades y contribuya al desarrollo de una economía basada en el conocimiento. La educación constituye una herramienta facilitadora de los procesos de socialización e identidad saludable con el entorno. En relación a las personas con enfermedad mental es necesario establecer estrategias de formación para el empleo tanto a nivel prelaboral como de manera continua a lo largo de la vida laboral como garantía para el desarrollo de competencias fundamentales para la integración y específicas para el mantenimiento de la empleabilidad a lo largo de la vida.

Entendemos la formación y el empleo como una pieza fundamental para conseguir la participación activa de las personas con enfermedad mental en la sociedad, construyéndose como miembros plenos de la misma y como dimensión fundamental para la autonomía y la prevención de la dependencia.

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Las líneas estratégicas fundamentales para fomentar la formación y cualificación en personas con enfermedad mental son: •

La formación y el empleo puede ser, además, eje vertebrador del abordaje integral para desarrollar dimensiones psicosociales de las personas con enfermedad mental a lo largo de la vida.

Intervención precoz. Una de las características principales en materia de desarrollo profesional de personas con enfermedad mental es la falta de intervención preventiva y especializada. Por lo tanto las acciones beberían producirse a través de :

- Intervenciones ágiles y eficientes para la prevención de los trastornos mentales en la edad en la que los adolescentes van a la escuela o se someten a un aprendizaje para la vida psicosocial adulta y para el empleo.

La construcción de espacios formativos inclusivos implica ofrecer a todos los estudiantes con enfermedad mental las mejores estrategias para el aprendizaje y desarrollo de competencias, garantizando la igualdad de oportunidades independientemente de sus condiciones psicosociales. Se trata de un concepto que necesita dar respuesta a la pluralidad de los estudiantes y trabajadores con enfermedad mental, diseñando estrategias especializadas para el desarrollo de competencias y estableciendo apoyos en el entorno que garanticen la igualdad y la participación, claramente insuficientes en la actualidad.

- Derivación y coordinación con servicios sociales y sanitarios especializados poniendo en relevancia la continuidad de proyectos profesionales y de un itinerario para la formación continua y el empleo.

- Es muy

importante el soporte emocional y estratégico dirigido hacia la mejora de las competencias cognitivas y sociales para el desempeño en contextos académicos.



Diseño de espacios educativos inclusivos. Es imprescindible promover la mejora de la calidad de la educación y la formación para el empleo de las personas con enfermedad mental a través de la inclusión en los espacios formativos ordinarios. Esta es la única forma de que se que garantice la igualdad de oportunidades, mediante una atención inclusiva y universalmente accesible a todos los alumnos (tal y como señala la LeyOrgánica 2/2006, de 3 mayo, de Educación), en todos los niveles.

Entre las acciones, es necesario:

- Sensibilizar a la sociedad para diseñar estructuras inclusivas y que valoren la inversión en educación y formación como medio fundamental para proporcionar a las personas con enfermedad mental posibilidades reales de integración social y laboral. Es necesario remover las barreras de todo tipo (socioculturales, legales y de la comunicación) que aún dificultan su acceso a la educación y formación continua.

- Responsabilidad social corporativa de todas las instituciones privadas y públicas vinculadas a la educación y formación como son las consejerías, universidades, escuelas, académicas, institutos, centros sindicales de formación, asociaciones de estudiantes, entre otras, pueden convertirse en espacios para la participación, el desarrollo profesional y la inclusión formativa de estudiantes con enfermedad mental.

- Diseñar cursos de formación en materia de igualdad de oportunidades y discapacidad, dirigidos a los formadores que capacitarán para el acceso al empleo a las personas con enfermedad mental, y a quienes hayan de llevar a cabo labores de intermediación laboral así como incorporar en estos cursos la perspectiva de género, para reducir la tasa de inactividad de las mujeres con enfermedad mental.

- Reforzar y garantizar la presencia de profesionales de apoyo en las estructuras educativas y formativas, con especialización en valoración y diseño de apoyos para estudiantes con enfermedad mental.

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Formación asociada a empleabilidad. Es necesario potenciar la educación y la formación de las personas con enfermedad mental para favorecer su empleabilidad a través de acciones verdaderamente vinculadas al desarrollo de habilidades y competencias asociadas a los puestos de trabajo existentes y sus demandas.

- Potenciar las competencias para el uso de nuevas tecnologías y aquellas aplicaciones en materia de tecnologías de la información y la comunicación. procesos para la evaluación y acreditación de la experiencia no laboral y otras vías no formales de formación, como fórmulas adecuadas de integración en el mercado laboral de las personas con enfermedad mental, favoreciendo la adquisición de los títulos y certificados de profesionalidad.

Es necesario incorporar a las personas con enfermedad mental a la formación para desarrollar competencias vinculadas a los yacimientos de empleo futuros y, por lo tanto, incrementar los niveles de empleabilidad al ser un valor en la gestión de los recursos humanos.

- Renovar el empleo protegido, preservando el dinamismo en la generación de las nuevas líneas de empleo alcanzado en los últimos años a través de nuevas ocupaciones. Para ello es fundamental apostar por la formación continua como elemento de competitividad empresarial en el mercado de trabajo. Igualmente, es necesario incrementar la contratación de servicios de centros especiales de empleo desde las empresas ordinarias, garantizando la cobertura de medidas alternativas a la contratación de personas con discapacidad .

- Procurar

recursos económicos, materiales y humanos suficientes para desarrollar líneas de actuación dirigidas a la formación y sistemas de apoyo a personas con enfermedad mental.

- Reservar plazas para personas con enfermedad mental en la formación para desempleados y en la formación continua de forma análoga a la formación profesional específica, estableciendo los apoyos y estrategias de adaptación necesarias.

- Fomentar

la capacidad emprendedora de las personas con enfermedad mental con interés y competencia para la puesta en marcha de proyectos empresariales a través del establecimiento de programas específicos.

Así, algunas de las estrategias en esta materia serían: la formación se diseñe teniendo en cuenta las necesidades reales del mercado y de las personas con enfermedad mental y que se les facilite un mayor abanico de posibilidades para conseguir experiencia laboral real.

Las estrategias tienen que contemplar las siguientes acciones.

- Establecer

Para ello, es imprescindible la participación y colaboración de los agentes formativos y laborales a través de convenios y planes conjuntos.

- Que

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Políticas diferenciales eficientes en materia de educación y formación. Es prioritario el diseño nuevas políticas activas de formación y que las que se establezcan estén mejor adaptadas a las necesidades de las personas con enfermedad mental. Además, es necesario mejorar su gestión facilitando estrategias para su desarrollo eficiente y su materialización en datos de inserción formativa e incremento de los niveles de cualificación y de formación para el empleo. La formación de las personas con enfermedad mental deberá formar parte destacada de las políticas sociales y de los programas de formación profesional de los Ministerios de Educación, Política Social y Deporte y de Trabajo e Inmigración, así como de las acciones en materia de formación para el empleo de las comunidades autónomas, corporaciones locales y agentes colaboradores.

- Gestionar la plena participación de personas con enfermedad mental en las escuelas-taller, casas de oficios y talleres de empleo, proveyéndose los correspondientes apoyos cuando así se requiera. Cuando las necesidades específicas de algunas personas con enfermedad mental lo requieran, se tendrán que diseñar proyectos específicos.

- Reforzar

el papel de los profesionales de la valoración y orientación profesional, como responsables de analizar las capacidades y destrezas de las personas con enfermedad mental para el acceso a la formación profesional para el empleo, reforzando también su conocimiento sobre el mercado laboral con la finalidad de adecuar la orientación hacia la formación profesional para el empleo, ajustando capacidades y destrezas personales a demandas del mercado de trabajo.

-



Promoción de prácticas en empresas para posibilitar una experiencia continuada y estimulación de la contratación. Hay que articular la transición adecuada desde la formación al empleo, teniendo en cuenta las características de cada tipo de discapacidad y facilitándola realización de adaptaciones de tiempos, medios materiales, tecnológicos y pedagógicos necesarios para que las personas con enfermedad mental puedan participar en igualdad.

- Es preciso que las organizaciones y los empresarios ganen de experiencias ofreciendo prácticas no laborales y empleando a más personas con enfermedad mental, que constaten el valor añadido de la diversidad en sus plantillas y que perciban a las personas con enfermedad mental como trabajadores productivos. Igualmente es necesario establecer sistemas de adaptación de puestos de trabajo y diseño de sistemas de apoyo tanto en la empresa privada como en la pública.

- Diseñar cursos de formación y prácticas en centros de trabajo, mediante convenios entre los Centros de Rehabilitación Laboral, las empresas, los Servicios Públicos de Empleo y las entidades formativas donde quede reflejado un compromiso de contratación final.

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3.3. Estrategias para el desarrollo de la empleabilidad, la colocación en el empleo y el mantenimiento del puesto de trabajo. En cuanto a las líneas estratégicas principales dirigidas a la colocación en el empleo y mantenimiento del puesto de trabajo podemos señalar: •

Gestión de políticas públicas holísticas dirigidas a elementos del desarrollo profesional. Es imprescindible buscar fórmulas que aseguren el acceso y permanencia en el mercado de trabajo de las personas que se vean afectadas de una enfermedad mental. Hay que reflexionar por un lado, sobre si el sistema de política social actual tiene herramientas eficaces para potenciar los principios de igualdad de trato en el empleo vigentes en Europa y en España sobre personas con discapacidad (Directiva 2000/78/CE) y, por otro lado, analizar si es un sistema que impulsa la motivación por la formación y empleo, la competencia y la autonomía de las personas afectadas de una enfermedad mental. En la declaración de Helsinki se hace referencia a la necesaria adopción de medidas legislativas que favorezcan la igualdad de oportunidades y eliminen la discriminación (OMS & Unión_Europea, 2005). Las medidas básicas deben dirigirse hacia:

- La participación activa, continua y responsable de las instituciones competentes en materia de políticas laborales y de su ejecución. La corresponsabilidad y complementariedad de acciones debería permitir la implantación de cuantas medidas legislativas, estratégicas y organizativas para favorecer la formación, mejorar la cualificación y aumentar los niveles de empleabilidad de personas con enfermedad mental.

De nada sirve el diseño y establecimiento de estrategias sanitarias con buenas intenciones hacia otros ámbitos psicosociales de la vida cotidiana (empleo, formación, vivienda, participación, etc.) de la población con enfermedad mental sin la participación de las entidades y dirigentes competentes en dichas materias.

- Establecer una amplia reflexión jurídica sobre las políticas públicas y prestaciones de la seguridad social en relación a buscar fórmulas eficaces para la compatibilización con el desarrollo profesional, la realización de actividades profesionales y la potenciación de medidas para la integración productiva. Los procesos de incapacitación laboral y de discapacidad deben buscar fórmulas ágiles de reincorporación a la vida laboral, haciendo una prevención de prestaciones asistencialistas y potenciadoras de la inactividad, elemento clave para la cronicidad y vulnerabilidad psicosocial.

- El derecho del trabajo y de la seguridad social debe poner al servicio de las administraciones públicas y el mercado de trabajo formulas de discriminación positiva lo suficientemente flexibles, eficientes y atractivas para impulsar la contratación de trabajadores con enfermedad mental.

- Los programas de intervención sobre el desarrollo profesional y los servicios sociosanitarios deben incorporar indicadores psicosociales cuantitativos y cualitativos en cuanto a desarrollo profesional e inserción laboral que, de manera clara y objetiva determinen la evolución en criterios de autonomía personal, participación social y participación económica.

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Investigación y práctica basada en la evidencia. La realidad de los servicios sanitarios y sociales en materia de salud mental es la atención diaria a población que experimenta el abandono progresivo de actividades educativas, formativas y laborales. Además el discurso de las personas afectadas y sus familiares están repletos de percepciones sobre la alta ausencia de recursos especializados para abordar procesos de inclusión profesional. Sin embargo, cuesta encontrar estudios estadísticos actualizados y validados que representen objetivamente esta realidad. Es, por tanto, una realidad cualitativa exclusiva de de los servicios clínicos y sociales y ajena de otros espacios públicos. Esta cuestión parece no tener una consistencia social holística y, por tanto, deriva en asignaciones presupuestarias residuales y acciones específicas parceladas o integradas en contextos clínicos y sanitarios, lo que limita la eficacia y eficiencia de objetivos. Las líneas estratégicas, por tanto tienen que contemplar acciones del siguiente tipo:

- Abordaje descriptivo de la realidad profesional de estudiantes y trabajadores con enfermedad mental, describiendo a nivel cuantitativo y cualitativo sus características y demandas.

- Por

otro lado, es necesario establecer líneas de investigación que permitan definir las estrategias que, basadas en la evidencia, demuestren los mejores indicadores en cuanto a desarrollo profesional y colocación en el mercado de trabajo.



Construcción de espacios de trabajo dignos. Las tendencias del mercado de trabajo ofrecen condiciones de alto riesgo psicosocial para la población general. Temporalidad, reducción salarial, pérdida del nivel adquisitivo y reducción de derechos sociales se unen a la alta demanda de flexibilidad en las competencia, jerarquización estructural de las organizaciones y modificación radical de los tipos de áreas productiva, derivando en un escenario de alta vulnerabilidad como la estabilidad, salud, renta, vivienda y seguridad del grupo primario. Por lo tanto, hay que hacer un trabajo transversal para asegurar:

- La igualdad salarial. - Salvaguardar

los

derechos

laborales.

- Garantía de condiciones dignas para la autonomía personal y el desarrollo vital en los espacios laborales. El nivel de apoyos prestados debe garantizar la productividad y el bienestar pero los derechos laborales garantizados por el estatuto de trabajadores y el resto de leyes, deben ser inalienables.

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Gestión de la responsabilidad social corporativa.

- Integrar en las acciones de los comités de empresas y los sindicatos acciones para proteger la salud mental de los trabajadores/as y la inclusión/reincorporación de trabajadores/as con enfermedad mental.

La participación de empresas y otros organismos vinculados al empleo (sindicatos, asociaciones empresariales, colegios profesionales, etc.) implica la creación de redes de colaboración al servicio de la productividad y la inclusión plural. Esta gestión debe partir de una orientación técnica de profesionales sociosanitarios, desarrollando marcos de trabajo inclusivos e implantando servicios centrados en los entornos producticos de la comunidad. Esto implica una modificación de los tradicionales contextos prelaborales definido por un carácter clínico y alejado del mercado de trabajo.

- Exigencia en grandes empresas de una sección dentro del departamento de recursos humanos que gestione acciones específicas de apoyo a trabajadores/as con discapacidad, conformado por terapeutas ocupacionales y trabajadores sociales. •

Gestión del conocimiento profesionales de atención.

de

los

Las instituciones privadas y públicas vinculadas directamente al empleo como son las empresas, cooperativas, sindicatos, comités de empresas, asociaciones empresariales, servicios y oficinas regionales de empleo, agencias municipales, entre otras, son espacios sociales que se pueden configurar al servicio de la inclusión laboral de trabajadores con enfermedad mental.

Los profesionales sanitarios pueden tener pobres expectativas respecto a los logros que pueden alcanzar los usuarios de los servicios de salud mental, de manera que es posible que no se preocupen demasiado por las aspiraciones laborales de las personas que atienden (Perkins, 2005) (Perkins, Grove, Boardman, & Shepherd, 2003) (Observatorio Europeo de Políticas y Sistemas Sanitarios, 2007)

Algunas de las acciones prioritarias son:

Además, arrastramos la inexistencia de una responsabilidad clara y reducidos procedimientos validados para definir la mejora de los resultados sociales en personas con enfermedades mentales, sobre todo los vinculados con la calidad de vida psicosocial y elementos garantes de autonomía y prevención de la dependencia. Por lo tanto, los procesos de productividad técnica de los servicios, pueden definirse por múltiples variables que, en muchas ocasiones, se alejan de mediciones de resultados.

- Promover responsabilidad de las oficinas regionales de empleo y la formación de sus técnicos para hacerse cargo del fomento de la colocación de trabajadores/as con enfermedad mental en situación de desempleo.

- Exigencia

legislativa sobre las empresas en materia de responsabilidad social corporativa en cuanto a inserción de trabajadores/as con discapacidad y, específicamente, en medidas de discriminación positiva hacia personas con enfermedad mental, con informes anuales vinculados a los datos cuantitativos y acciones realizadas en esta materia.

Es necesaria la conformación de equipos combinados que armonicen los conocimientos en materia de salud mental con conocimientos especializados en el desarrollo profesional del ser humano y en la gestión de recursos humanos desde una perspectiva del mercado de trabajo.

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Así, es necesaria la incorporación de economistas, abogados, técnicos en relaciones laborales, psicólogos y terapeutas ocupacionales especializados en las organizaciones de trabajo. Encontramos todavía en la práctica psicosocial intervenciones, contextos y tareas de entrenamiento que se diseñan y se llevan a cabo con el objetivo de potenciar las competencias y abordar la inserción laboral que son muy distantes y opuestas a las del mercado de trabajo y sus demandas en cuanto a gestión de los recursos humanos en las empresas. Esta perspectiva no deja de construir un espacio engañoso de simulación de una realidad laboral que es inexistente en el entorno de referencia. La participación de las personas en estos espacios marca un proceso de enrolamiento clínico que produce un distanciamiento del enrolamiento social. Se produce, paradójicamente, una disociación de los contextos comunitarios con el que pretendemos comunicarnos y aliarnos y en los que buscamos incluir a las personas receptoras de nuestros servicios. Augé (Los no lugares, 2000) afirma que si un lugar puede definirse como lugar de identidad, relacional e histórico, un espacio que no puede definirse ni como espacio de identidad ni como relacional ni como histórico, definirá un “no lugar” Guiándonos sobre esta cuestión, tenemos que ser críticos e invitamos a la reflexión sobre el ejercicio delirante de la práctica rehabilitadora. Los espacios de rehabilitación no pueden construirse de manera ajena y distante a los espacios en la que pretendemos incluir a las personas que reciben nuestros servicios de orientación y capacitación. La construcción de espacios clínicos y psicosociales ajenos al entorno de referencia y a la comunidad, define “no lugares” donde la identidad se destruye y la relación se apaga progresivamente.

Este es un dilema ético y metodológico que los profesionales tenemos que afrontar desde un ejercicio reflexivo continuo y una supervisión continua, que permita abordar los cambios necesarios para la calidad total hacia nuestros clientes: personas trabajadoras con enfermedad mental y las organizaciones del mercado de trabajo. Las personas con enfermedad mental desean hacer lo que hacen el resto de las personas, desean hacer lo que no hace ninguna otra persona que le hace un ser particular y único y, por último, desean poder hacer aquello que es valioso para su entorno, para los otros y para su futuro. Así, el trabajo clínico debe dejar paso a otro paradigma antropológico de intervención psicosocial. Los servicios sociales deben encaminarse a un objetivo clave de sacar a la persona de lo clínico (Alonso, 2009) (Sánchez Rodríguez, 2012) y de los contextos asistenciales. No podemos seguir planteando nuestras intervenciones exclusivamente desde despachos e instituciones sociosanitarias o ejerciendo intervenciones psicosociales simuladas alejadas de la realidad comunitaria y de las dinámicas propias de las organizaciones empresariales. Este paradigma contempla como las intervenciones deben ser sistémicas y, por lo tanto, deben contemplar el desarrollo de competencias de los profesionales sociosanitarios para intervenir tanto con los trabajadores/as con enfermedad mental como con los entornos específicos productivos que definen las empresas y las organizaciones del mercado de trabajo de referencia.

Los sistemas de apoyo en la formación y el empleo para el desarrollo profesional y la empleabilidad de estudiantes y trabajadores/as con enfermedad mental Santiago de Chile - Óscar Sánchez Rodríguez -2015

Así, el conocimiento de los agentes psicosociales para la acción sobre el desarrollo profesional debe construirse alrededor de competencias vinculadas a:

- Sistemas educativos reglados y no reglados.

- Diseño de planes de formación ocupacional para el empleo y sistemas de apoyo a la formación.

- Análisis

del mercado y conocimiento de las estructuras ocupacionales.

- Análisis y descripción de puestos de trabajo.

- Diseño y adaptación de de puestos de trabajo y sistemas de apoyo.

- Dimensiones

jurídicas sobre derecho del trabajo y de la seguridad social.

- Evaluación

y desarrollo competencias profesionales.

por

- Marketing y comunicación para la mediación en materia formación y empleo.

de

- Práctica basada “en y con” la comunidad diseñando estructuras formativas y laborales inclusivas.



Ergonomía psicosocial ocupación y el empleo.

para

la

El diseño de entornos y productos adaptados para mejorar la funcionalidad profesional y psicosocial de personas con enfermedad mental tiene una escasa trayectoria técnica y científica. Los dispositivos de soporte psicosocial y profesional que se podrían configurar y diseñar para mejorar la calidad de vida y la autonomía funcional en la vida diaria son múltiples, pero se necesita una fuerte inversión para la innovación y el desarrollo. En el ámbito del empleo algunos de los elementos de soporte y facilitación que podrían incorporarse serían:

- Gestión de servicios sociosanitarios telemáticos para facilitar el seguimiento sin interferir con los horarios laborales y facilitando los apoyos ad-hoc según dimensiones y variables particulares. La facilitación de horarios durante 24 horas y los 365 días del año sería un factor facilitador de estrategias funcionales ante determinadas demandas de la vida profesional.

- Diseño y entrenamiento en el uso de guías comportamentales adaptadas para cada trabajador/a y basadas en un funcionamiento psicosocial ajustado a determinadas variables y demandas del entorno profesional.

- Gestión de grupos de autoayuda de trabajadores/as con enfermedad mental, en diferentes situaciones profesionales (desempleados, buscando empleo, en situación de empleo) para fomentar la prevención, la cooperación y la construcción de redes y vínculos sociales de apoyo mutuo.

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- Reconfiguración de los equipos de rehabilitación para incrementar las funciones de los profesionales hacia áreas de conocimiento vinculadas al empleo con apoyo como dispositivo de soporte clave en el mantenimiento del empleo. Para ello es necesario suministrar los sistemas de apoyo para el desarrollo de competencias útiles demandadas por las organizaciones (empresas, sindicatos, servicios regionales de empleo, etc.) con un alineamiento vinculado a la construcción de capital humano.

- Establecimiento de la figura de tutor/a en las empresas estableciendo orientaciones y preparación técnica, así como coordinaciones para apoyar el ajuste satisfactorio y sostenible entre el trabajador/a con enfermedad mental, el puesto de trabajo y la organización contratante.

- Adaptaciones en la organización de los procesos de trabajo para facilitar la productividad y la satisfacción del trabajador y la empresa (horarios, turnos de trabajo, disposición de los espacios de trabajo, organización de los procesos y tareas, etc.)

- Incorporación

en las plantillas estables del departamento de recursos humanos de las grandes empresas de terapeutas ocupacionales y trabajadores sociales como figuras de atención a trabajadores/as con discapacidad.



La gestión de oportunidades para la colocación. La autopercepción de logro y, por lo tanto, de bienestar implica una serie de procesos caracterizadas por la exploración, la capacitación y la competencia. Sin embargo, encontramos como muchos de los pacientes argumentan como sus profesionales de referencia en el momento de las primeras atenciones clínicas les indicaban y pautaban el abandono de sus carreras profesionales. (Perkins Gilman, 1892) (Perkins, 2005) En personas con enfermedad mental se produce un efecto inhibitorio con respecto al entorno externo vivenciado. Dicho proceso está vinculado a la presencia de estímulos aversivos en etapas de exploración y experimentación que, además, se vinculan de manera interna con los pensamientos, la identidad y los afectos. El resultado suele ser el alejamiento progresivo de actividades de exploración, pues solamente de esta manera se consigue conseguir una mínima percepción predicción y, por tanto, de logro. (Sánchez, Polonio, & Pellegrini, 2013) Si se reduce la exploración y la experimentación en el entorno, las demandas se aminoran y, por tanto, el control interno sobre el desempeño diario se incrementa. También se produce un efecto progresivo sobre el número de oportunidades del entorno para la exploración y capacitación. Es un equilibrio insatisfactorio que sirve para la reducción del malestar. Paradójicamente, se produce un nuevo estado de los dominios de salud según un modelo dimensional. Por un lado, el problema fundamental que nos encontramos es el distanciamiento progresivo de los entornos y contextos facilitadores de oportunidades para la exploración y desarrollo de competencias útiles para el desarrollo psicosocial y profesional. Por otro, aparece otro problema derivado de la estructuración

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- Establecimiento de acuerdos de

comunitaria y el sistema de atención sociosanitaria, al reducirse progresivamente las oportunidades naturales (formación, empleo, voluntariado, relaciones, etc.) e incrementarse las oportunidades de exploración en contextos alejados de las estructuras ordinarias de la población (centros hospitalarios, centros de rehabilitación, etc.), donde las relaciones, vínculos, actividades y competencias quedan definidas de manera endogámica, produciendo otro efecto paradójico, el desenrolamiento social. Es necesario abordar los procesos de desarrollo competencial a través de la escuela, el hogar, los lugares de trabajo, los espacios sociales comunitarios, las instituciones con un nuevo paradigma común construido de manera transpoblacional. Los lugares, tal y como señalamos, tienen que ser espacios practicados para la identidad, para la relación y para la construcción de la historia (tiempo) y su narrativa(identidad). (Augé, 2000) (Sánchez, 2011) Por lo tanto para incrementar las posibilidades de exploración, competencia y logro es necesario:

- Coordinación entre los espacios educativos, organizaciones empresariales y servicios psicosociales de atención para gestionar oportunidades y adaptaciones para estudiantes y trabajadores/as con enfermedad mental.

- Implantar de manera mayoritarias planes de comercialización y marketing empresarial para la mediación de ofertas destinadas a trabajadores/as con enfermedad mental.

- Establecimiento

de buenas prácticas en las administraciones públicas en cuanto a medidas de inserción de trabajadores/as con enfermedad mental en sus servicios.

colaboración para realización de prácticas en empresas para fortalecimiento competencial.

- Priorización de los modelos de empleo con apoyo fundamentados en la evidencia (incremento de las tasas de inserción y de los indicadores de mantenimiento del empleo y de fortalecimiento de dominios de salud mental)

- Implantar agencias de colocación especializadas en mediación empresarial de trabajadores con enfermedad mental.

- Establecer

acuerdos sostenibles con asociaciones empresariales, cámaras de comercial y dirigidos a la definición eficiente de puestos de inserción para trabajadores con enfermedad mental.



Marketing, comunicación y mercado de públicos. En el ámbito de la inserción laboral de personas con enfermedad mental influye de manera determinante las dimensiones asociadas a las imágenes e identidades públicas que tiene la sociedad en su conjunto y, específicamente, por el ideario colectivo sobre las características profesionales que, en conjunto, pueden tener los trabajadores y trabajadoras con enfermedad mental. En otro orden de cuestiones, tenemos que incluir como los elementos de comunicación sobre las personas con enfermedad mental se ha configurado históricamente y, de manera prácticamente exclusiva, en contextos de carácter clínico lo que produce unas configuración de la realidad y espacio practicados por las personas con enfermedad mental, unas formas y lingüísticas específicas, y unos patrones y flujos de comunicación determinados.

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Estos factores influyen directamente en el binomio de inclusión-exclusión, competencia-incompetencia y en el rol paciente-trabajador/a. Finalmente, tenemos que considerar la cuestión del mercado de público en el ámbito de la inserción laboral de personas con enfermedad mental, entendiendo que manejamos por un lado a los propios trabajadores con enfermedad mental y su diferente situación laboral (desempleado, búsqueda de empleo, empleado), las administraciones públicas, los profesionales sociosanitarios, los empresarios, los departamentos de recursos humanos, los compañeros, los clientes, los medios de comunicación social, etc. En realidad cada uno de estos grupos conforma un mercado con diferentes necesidades e intereses respecto a los procesos que se producen de inclusión/exclusión laboral. Cada grupo y cada individuo que lo configura va a determinar una propia cultura de comunicación, de procesos relacionales y de gestión de los intereses particulares y colectivos. Por lo tanto, desde una perspectiva global, en cuanto al marketing, comunicación y gestión del mercado de públicos en la inserción laboral de personas con enfermedad mental podemos establecer que las líneas de acción estaría configuradas por:

- Integrar en la práctica psicosocial la metodología y estilos de comunicación de los recursos humanos empresariales competitivos.

- Establecer

líneas de comercialización y de gestión de recursos humanos con empresas como un valor añadido a la cultura social y productividad de las empresas. Potenciar la autodeterminación del movimiento asociativo de trabajadores y trabajadoras con enfermedad mental como grupo para la defensa del ejercicio de sus derechos.

- Visibilizar y difundir las experiencias de buenas prácticas en materia de inserción laboral como elemento clave para las empresas, las familias y para las propias personas con enfermedad mental como estímulo de capacitación y para la recuperación.

- Establecer

en los recursos psicosociales como criterios básicos de calidad informes basados en competencias profesionales de las personas a las que se prestan los servicios.

- Abandonar la tendencia histórica de exponer artículos artesanales de diferentes servicios de rehabilitación como medio para demostrar habilidades para el empleo, cuando lo que se produce es una visión sesgada al no tener nada que ver con las dinámicas productivas del mercado de trabajo.

- Educar, orientar y entrenar sobre las dimensiones profesionales de los estudiantes y trabajadores con enfermedad mental a los alumnos de los contextos universitarios vinculados a ciencias sociosanitarias (psicología, terapia ocupacional, trabajos social, medicina, etc.) y ciencias vinculadas al empleo (economía, derecho, relaciones laborales).

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El género en la inserción laboral. La mujer como elemento clave. La configuración de roles masculinos y femeninos a lo largo de la historia entran en conflicto en la medida de que se entiende promotores para la diferenciación de derechos fundamentales. Los roles productivos, antiguamente dicotomizados según el género (por un lado la mujer en el contexto doméstico y la crianza y el hombre en contextos fuera de lo doméstico) entraron en una fase de quiebra con los movimientos feministas. Sin embargo, en la actualidad estamos en una fase de reconciliación entendiendo la feminidad y masculinidad como elementos clave para los desarrollos de las comunidades pero sin embargo no vinculados a las ocupaciones productivas que cada persona puede llevar a cabo. Sin embargo, en el ámbito de la salud mental nos encontramos como la mujer con enfermedad mental sufre procesos de exclusión más elevados, con oportunidades más reducidas para su desarrollo psicosocial y para su autodeterminación. Los procesos de desarrollo psicosocial en femenino siguen vinculados a ocupaciones domésticas y de cuidado de otros, a decisiones vitales en las que se prima el distanciamiento de la promoción social a través de la educación y el empleo. En las mujeres con enfermedad mental estas variables se configuran con un incremento de la percepción de la feminidad en términos de incapacidad para un proyecto personal autónomo en el ámbito profesional. Por ejemplo, en la revisión de memorias de la experiencia de los Centros de Rehabilitación Laboral pertenecientes a la Red de Atención Pública a personas con enfermedad mental grave y duradera de la Comunidad de Madrid, el número de hombres es mucho más del doble que de mujeres, repitiéndose esta tendencia a lo largo de los últimos años (www.madrid.org)

4. Ocuparse del futuro. La construcción de la salud se fundamenta sobre las oportunidades de consolidar los dominios para el bienestar en la vida diaria y la conformación de las expectativas futuras de seguridad. Cada elemento diario está cargado de complejos elementos de significado construidos en narrativas de modo particular y, si cabe, de carácter íntimo. Esta construcción de significado presente sobre lo que hacemos en nuestro día a día y sobre las posibilidades del futuro recibe influencias continuas de las experiencias vividas en el pasado, de los estímulos del entorno y de los procesos cognitivos y afectivos integrados, construyendo una identidad integrada que determina las formas que tenemos configurados cada día (rutinas, hábitos y roles). Por esto es tan complicado el cambio de hábitos y rutinas, ya que están directamente vinculados con nuestros procesos de identidad y con la predicción diaria de nuestros actos, perpetuando los roles que tenemos asignados en una narrativa coherente y de predicción segura. (Sánchez, Polonio, & Pellegrini, 2013) En el caso de las personas con enfermedad mental estos procesos se desarrollan de manera escasamente funcional para un desarrollo vital satisfactorio, para la construcción de dominios de salud y para una identidad satisfactoria. El deseo sobre el cambio choca con la percepción de incapacidad para abordarlo con éxito a través de pequeños acercamientos diarios. La enfermedad se convierte, para muchas de las personas afectadas, en el único rasgo de identidad diaria y de vinculación social y se produce una adjetivación de la identidad a través del diagnóstico. Cualquier acto diario puede alimentar una narrativa psicopatológica, desplazando la identidad sana hacia un espacio autístico.

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Es relevante la construcción de un futuro alternativo a la predicción configurada por el diagnóstico de incapacidad y que invade el terreno formativo, laboral, social, afectivo, sexual y de autonomía. El proceso de recuperación tiene que conformarse hacia la construcción continua de la identidad sana llenando la vida diaria de estímulos ajenos a la experiencia psicopatológica. Por lo tanto, el diagnóstico psiquiátrico no tendría que invadir la identidad de manera crónica, aunque la sintomatología sea persistente y el tratamiento tenga que ser duradero. Así, las personas con enfermedad mental tienen el derecho de disponer de oportunidades profesionales y psicosociales para experimentar los cambios y construir el futuro con otra esperanza que les permita, a pesar del diagnóstico, mantener y desarrollar sus dominios de salud y la empleabilidad como elemento clave para la participación social y para el acceso a fuentes de bienestar.

5. Referencias citadas

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