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ORIGINALES

Rev .Logop. , Fon., Audiol., vol. X, nº 3 (130-135), 1990

COMUNICACIÓN NO VERBAL EN AFÁSICOS Por Jorge D. Fainstein Becario de Formación Superior del CONICET. Departamento de Biología. Facultad de Psicología. Universidad de Buenos Aires -A PINEP- Buenos Aires

ESDE hace años se discute el problema de la habilidad de los afásicos para formas no verbales de comunicación. Entre éstas destaca la capacidad de comprender y emitir gestos. La naturaleza de esta capacidad o déficit todavía no está definitivamente aclarada, aun cuando el hecho ha sido reconocido desde antaño. Finkelnburg (1870) Head (1926), Jackson (1932), Critchley (1939) lo comunicaron atribuyéndolo a una función representacional o simbólica, pero no estudiaron los gestos en forma sistemática. Critchley lo llamó asemasia. Goldstein (1948) lo incluyó en su actitud abstracta. Dentro de este problema existen varios centros de interés y diversas formas de abordaje teórico. Por un lado, está el debate de la naturaleza misma de lo que se desorganiza en los afásicos, la posibilidad de canales distintos o no para la comunicación verbal, no-verbal, el origen de estas capacidades desde un punto de vista evolutivo y también en su ontogenia. Por otro lado, el interés práctico de poder dotar a los afásicos, adultos o niños, de formas alternativas y sustitutivas de comunicación. Así, la posibilidad de beneficiar a estos pacientes mediante entrenamientos en comunicación gestual o de pantomimas mediante AMERIND o AMESLAN, ha sido comunicada frecuentemente en los últimos años: Bonvillian y Fried-

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man (1978) Schlanger y Freiman (1979) Skelley (1979), Heilman, Rothi, Campanello y Wolfson (1979); Kirshner y Webb (1981). Nos limitaremos aquí al debate teórico sobre la naturaleza de estas formas de comunicación gestual y a nuestra experiencia en el mismo. Aún en la actualidad no todos los autores distinguen de igual manera el tipo de gestos que el paciente debería ser capaz de identificar, emitir y/o reproducir: Critchley (1970) diferenciaba gestos proposicionales que reemplazan al habla (pantomimas) de los gestos automáticos que acompañan al habla (gesticulación). También se diferencian por su naturaleza intrínseca: simples o estáticos versus complejos o secuenciales, o también naturales versus convencionales. Para Hecaen (1967) conviene seguir a Pierce (1932)(simbólicos-icónicos e índices) en la clasificación de los gestos. Los modos de explorar el déficit también pueden diferir: Duffy et al (1975) usan los movimientos del experimentador. Varney (1978), Feyereisen, Seron y de Macas (1981) emplean videotapes. Seron et al (1979), dibujos. Nosotros hemos utilizado gestos del experimentador, fotografías, dibujos y recientemente incorporamos vídeos. Otro problema metodológico es que a veces la significación estadística suele ser pequeña; por ejemplo,

Correspondencia: Jorge D. Fainstein. Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires. APINEP, Buenos Aires, República Argentina.

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puede suceder que en algunos experimentos los mejores de los lesionados muestren rendimientos iguales o superiores que los peores normales, aunque en general al aumentar el grado de dificultad esto desaparece. En distintos trabajos se contrastan las producciones gestuales de afásicos (tanto emisión como comprensión) con las de sujetos normales, lesionados cerebrales derechos, afásicos y otros lesionados sin afasia. CORRELACIONES HALLADAS POR DISTINTOS AUTORES Goodglass y Kaplan (1963), en un trabajo ya clásico, encontraron correlación entre pérdida de la eficacia intelectual medida con el WAIS y el déficit en la capacidad gestual; en cambio, no existe correlación entre la severidad de la afasia y la capacidad gestual. Kadisch (1978), por su parte, no observa esa relación (entre capacidad intelectual y capacidad gestual), pero sí relación entre comprensión verbal, de gestos, aunque no emisión oral y gestual. Para Duffy et al (1975) hay una importante correlación entre reconocimiento de pantomimas y habilidad verbal; usaron test para discriminación de palabras, denominación y el PICA (Porch Index of Communicative Ability). En 1979, Duffy et al encuentran una correlación de 0,79 y 0,66 entre las performances de afasia (af scores) y PICA y reconocimiento de pantomimas respectivamente. En cambio, con apraxia de miembros, reconocimiento de pantomimas y cociente intelectual y reconocimiento de pantomimas la correlación es más baja, 0,24 y 0,09 respectivamente. Para Schuell y otros (1975), la comunicación simbólica es la afectada en afásicos y queda preservada la de señales. Gainotti y Lemmo (1976) relacionan la comunicación simbólica en afásicos especialmente con el déficit semántico en la modalidad verbal. Sin embargo, Duffy y McEwen (1978), Bonvillian y Friedman (1978), De Renzi, Fabrizia y Michell

(1980) no hay diferencia entre el reconocimiento de gestos en afásicos según sean icónicos o simbólicos. Varney (1978), Seron (1979) y Varney (1982) encuentran correlación entre comprensión gestual y capacidad de lectura. En su último trabajo, Verney muestra que no existe correlación con reconocimiento de letras, de sonidos y razonamiento abstracto no verbal (medido a través del block desing del WAIS). Se ha tratado de hallar también diferencias, según se trate de afasias fluentes o no, en la producción de gestos. Ambos grupos, en el estudio de Duffy et al (1984), tienen una eficacia del 50% en comunicación con pantomimas, pero los afásicos de tipo Broca ejecutan pantomimas en forma no fluente, mientras que los afásicos de tipo Wernicke lo hacen en forma fluente. Además, los de tipo Wernicke realizan circunloquios (los llaman circunkinsias) y tienen un tipo de comunicación gestual similar a las parafasias. Ambos grupos, fluentes y no fluentes, tardan el mismo tiempo (aproximadamente cuatro veces el tiempo utilizado por los sujetos normales) para transmitir la misma información. Pero la cantidad de gestos por unidad de tiempo diferenciaría a ambos grupos; así los afásicos no fluentes efectúan 0,6 movimientos por segundo, mientras que los fluentes realizan tres movimientos por segundo, es decir, el quíntuplo. Los no fluentes hacen intentos y pausas, breves respuestas y pausas. Cicone et al (1979) también encontraron este efecto en los afásicos tipo Broca y lo denominaron one short gesturing. Nosotros hemos encontrado una relación similar, aunque no tan acentuada, siempre que se trataba de gestos simbólicos y tipos de comunicación que no incluían la indicación del uso de objetos y, por otro lado, ninguna correlación entre las características de la afasia y las de apraxia concomitante cuando la hay; como veremos más adelante, le concedemos importancia a estas diferencias entre tipos de gestos, es decir, entre los que se refieren al uso de objetos y los otros. Para diversos autores, estas relaciones entre tipo y severidad de afasia y tipo y severidad del desorden 131

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de la comunicación gestual por el otro, demostraría la existencia de una operación o un factor común que dominaría el lenguaje y otras formas de comunicación. Para Cicone et al, en el trabajo citado anteriormente, se trata de un Central Organizer . Para Kimura (1979), la base es la especialidad del hemisferio izquierdo en tareas secuenciales, que incluye tanto funciones verbales como no verbales, comunicativas y no comunicativas (esta idea está presente en toda su obra). Turvey (1980) tiene una opinión similar y la refiere a las producciones motoras. Para este autor se trata de un proceso neural común de todas las performances motoras, independientemente de su uso o propósito. Volviendo al trabajo de Duffy et al (1984) ya citado, otro dato interesante es el referido a la característica de los gestos usados por los afásicos e n cuanto a estrategia preferida por cada grupo. Los afásicos de tipo Wernicke prefieren, cuando se trata de comunicar un objeto, usar datos sobre su forma (82 % del tiempo), mientras que los de tipo Broca prefieren de inicio gesticular acerca de la función (62 %). También, mientras los primeros cambian con mucha frecuencia de estrategia (95 %), los segundos lo hacen en poca medida (35 %) y además son más autocríticos. Para la concepción de nuestro grupo (Azcoaga, 1979), estas diferencias están marcando la distinta desorganización del pensamiento que a consecuencia de la desestructuración del lenguaje interior se produce en la afasia de Wernicke, que puede ser considerada «pura» o prototípica. En otras comunicaciones referidas a la relación lenguaje-pensamiento, la última recientemente en San Luis, hemos insistido en este mismo sentido. El tipo de pensamiento del afásico es, entre otras cosas, más aferrado a lo concreto (por ejemplo, clasificar objetos por su forma y no por su uso). En el trabajo ya citado de Duffy y en otro de Feyereissen (1982), se puede leer que en la elección de objetos que han sido comunicados mediante pantomimas, los errores semánticos o la elección de objetos relacionados son más frecuentes que los irrelevantes o elección de objetos no relacionados, por parte de los afásicos. 132

Para nosotros, esto pone de manifiesto lo que hemos sostenido desde hace años y que coincide con la concepción de Roy y Square (1985), es decir, la existencia de un campo de la acción estructurado en forma similar al campo semántico. Otros autores se han preguntado acerca del propósito comunicativo o no que tendrían los gestos. Glosser, Wiener y Kaplan (1986) eligieron 10 afásicos medianamente afectados, 10 levemente afectados y 5 controles, y compararon las gesticulaciones en las conversaciones cara a cara en un caso y con restricción de la visión entre los interlocutores en otro. Midieron el total de palabras, palabras por minuto: gestos y tiempo de habla. Clasifican los gestos en: Demostrativos: (puntúan un evento en el espacio o el tiempo). Pantomimas: (atributos de un objeto o evento, visuales o cinéticos). Modificadores semánticos o relacionados: (enmiendan, modifican o contrastan con el contenido de la información verbal). Otros: parecen tener intención comunicativa, pero no son claras. Los gestos demostrativos modificadores y otros disminuyen significativamente durante la prueba con restricción visual. Las pantomimas fueron en esta experiencia muy escasas (5 % del total) y no se pudieron calcular, por lo tanto, diferenciar. En esta experiencia era de esperar un bajo número de pantomimas, ya que lo que se pedía era relatar un evento del pasado del sujeto. Estos autores no observaron diferencias entre los grupos en cuanto a los cuatro tipos de gestos ni el tiempo de habla; sí, en cambio, en cantidad de palabras por minuto. Los afásicos medianos o moderados realizan menos movimientos complejos, lo cual estaría en relación con su déficit lingüístico. No hay, en cambio, mayor cantidad de gestos complejos para compensar el déficit de comunicación verbal. Pero encuentran que al disminuir el índice de palabras por minuto se produce un aumento del número de gestos. No hallan relación entre la complejidad del mensaje verbal y la complejidad de los gestos.

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Otra línea de interpretación ha surgido de los trabajos de Heilman, G. Rothi y Valenstein (1982), G. Rothi, Heilman y Watson (1985), Gainotti y Lemmo (1976). En dichos trabajos se observa una relación entre el déficit de comprensión de gestos de uso y la aproxia ideomotora. Como veremos más adelante, nuestros propios resultados también apuntan en esa dirección, y lo hemos interpretado en el sentido de la existencia de una red neural que soporta la función de codificar y desscodificar gestos, similar a la zona de Wernicke en la función semántica del lenguaje o «analizador verbal» según la denominación de nuestro grupo (Azcoaga, 1970-1974). Hay que señalar, sin embargo, que esta relación es estrecha en los casos de descripción de objetos por su uso, y que otros autores (Ferro et al, 1980) han señalado la no correlación de éstos con la recuperación de la apraxia (caso que en general ocurre más rápido que la de la afasia). LAS LÍNEAS DE INTERPRETACIÓN En nuestra opinión, actualmente existen tres líneas bien definidas o nítidas en la interpretación de la comunicación gestual como función neuropsicológica. Una encuentra estrecha relación entre la comunicación verbal y la extraverbal, y entiende los déficit de esta última como reflejo o consecuencia del déficit verbal. Para Cicone, esto es: los gestos son reflejos secundarios de las propiedades del habla; o para Duffy (1984), quien resume: los afásicos tienen dificultades en expresar y reconocer gestos, el déficit verbal y el gestual están fuertemente relacionados en cuanto a severidad; también en cuanto a características de fluencia o no fluencia y, en cambio, no existe relación con el déficit intelectual (medido con el test de matrices progresivas, ni puede explicarse por la apraxia de miembros solamente). La otra, basada también en la correlación entre comunicación verbal y no verbal, apunta a un déficit común subyacente. Podemos subdividirlo entre quienes se apoyan en la ideación (como función subyacente común), desde Jackson, citado por Head

(1915); el propio Head (1926), Firkelnburg, citado por Duffy; véase Liles (1979), Cole y Cole (1971), Goldstein (1948), Bay (1964), y quienes se apoyan en la función motora y la especialización del hemisferio izquierdo (Kimura, Turvery, ya citado). En tercer lugar, una línea basada en la relación con la apraxia (Heilman, G. Rothi, Valenstein y Watson, ya citados). NUESTRAS APORTACIONES Desde 1984 venimos trabajando en el tema de la descodificación del gesto. Hemos explorado sistemáticamente esta función con dos perspectivas o intenciones. Por un lado, comprender mejor los distintos canales o posibilidades de comunicación y comprensión en pacientes con lesión cerebral y la aportación que cada una de estas capacidades significaba en el proceso del pensamiento. Por otro lado, habría surgido como consecuencia del estudio en curso sobre praxias, ya que la experiencia clínica neuropsicológica nos indicaba una posible relación entre la producción o emisión de un conjunto de movimientos y su recepción o comprensión. Comunicamos los primeros resultados en las Primeras Jornadas Nacionales de Neuropsicología, Córdoba, 1986, y en el Congreso Internacional Latino-Americano de Semiótica, Rosario, 1987. El estado actual de esta investigación puede resumirse de la siguiente forma: 1. Existe una importante desintegración de la función de comprensión y emisión de mensajes gestuales en pacientes afásicos (tomando como afásicos los que consideramos verdaderos, es decir, aquellos en los que existe perturbación del lenguaje interno, tengan o no algún grado de anartria concomitante). 2. Existen deslizamientos en el campo de la comunicación gestual, que son similares a los deslizamientos en el campo semántico que ocurren en la afasia, pero no existe una dependencia directa unidireccional de un fenómeno sobre el otro, ni en general, ni en cada paciente por separado. Esto último se comprueba por el hecho de que el error en la denominación de un objeto o evento no influye siempre 133

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en el mismo sentido en un error de gesticulación o de comprensión de un gesto. 3. En el caso de gestos o pantomimas que simulan o indican el uso de un objeto o utensilio, los lesionados cerebrales que presentan apraxia presentan un mayor déficit en la comprensión de los mismos, independientemente de mostrar diversos grados de afasia. 4. En el caso particular de la comprensión de la mímica facial que indica emociones, el hemisferio derecho desempeña un papel relevante. En resumen, existen diferencias en la comprensión y emisión de mensajes gestuales según su carácter intrínseco, existe más de una red neural que sostiene esta función y hay relación entre ambos hechos. (Es decir, entre el carácter intrínseco del gesto y la red neural.) Además, hay una relación entre la capacidad de aplicar una secuencia de movimientos en una situación concreta a un objeto concreto y la capacidad de interpretar o descodificar esa secuencia como representación. Nosotros creemos, para finalizar, que es útil ver estas distintas experiencias y resultados desde una perspectiva evolutiva. Si partimos del hecho de que en el proceso de hominización el uso de herramientas y utensilios y la construcción de los mismos ha sido una capacidad previa a la del lenguaje, la descodificación de gestos de uso de los mismos ha sido función necesaria para ello. La función que descodifica el uso de utensilios es necesaria para aprender el empleo de los mismos a partir de la generación anterior y desarrollar la tradición y la transmisión cultural. Se ha desarrollado entonces una memoria y un código específico previo al del lenguaje en cuanto a la capacidad del uso de herramientas y la comprensión de los gestos que señalan y enseñan el uso de los mismos y permiten y aseguran esta transmisión transgeneracional, cultural. Esta función puede haber favorecido la asimetría cerewbral y la capacidad mayor en «secuencialidad» del hemisferio dominante. Luego el lenguaje se puede haber instalado y reforzado esta característica; además tanto en la antropogenia (filogenia) como en la ontogenia, subsumir por su eficacia a las anteriores funciones de simbolización. 134

Este rasgo, atributo o cualidad subsumido o no dominante, puede haberlo sido en un momento anterior del «todo no suficientemente desarrollado» y reaparece más claramente en la patología cerebral. BIBLIOGRAFÍA Azcoaga, J. E.: ¿Qué son los estereotipos del lenguaje? Rosario Edit. Biblioteca, 1970. Azcoaga, J. E.: Trastornos del lenguaje. Cuenca Ediciones, Buenos Aires, 1974. Bonvillian, J., y Friedman R.: Language Development in another mode: The acquisition of signs by a brain-damaged adult. Sign Language Studies, 1978, 19, 111-120. Cicone, M. Wapner, W.; Foldi, N.; Zurif, E., y Gardner, H.: The relation between gesture and language in aphasic communication. Brain and Language, 1979, 8, 324-349. Critchley, M.: The Language of Gestures. En: Critchley, M. (ed.). The parietal lobes. Hafner, Nueva York, 1969. Critchley, M.: Aphasiology. Edward Arnold, Londres, 1970. DeRenzi, E.; Fabrizia, M., y Nichelli, P.: Imitating gestures: A quantitative approach to ideomotor apraxia. Archives of Neurology, 1980, 37, 6-10. Duffy, R., y McEwen, W.: A study of therelationship between pantomime symbolism and pantomime recognition in aphasics. Folia Phoniatrica, 1978, 30, 286-292. Duffy, R.; Duffy, J., y Pearson, K.: PANtomime recognition in aphasia. Journal of Speech and Hearing Research, 1975, 18, 115-132. Duffy, J.; Watt, J., y Duffy, R.: Pantomime impairment in aphasia: Path analysis of proposed causes. Comunicación presentada a American Speech-Lenguage-Hearing Association Convention, Atlanta, 1979. Duffy, R. J.; Duffy, J. R., y Mercaitis, P. A.: Comparison of the Perfomances of a Fluent and Nonfluent Aphasic on a Pantomimic Referential Task. B. y L., 1984, 21, 260273. Duffy, R. J., y Watkins, L. B.: The Effect of Response Choice Relatedness on Pantomime and Verbal Recognition Ability in Aphasic Patients. B y L., 1984, U21-291-306. Fainstein, J.: Descodificación Gestual en Lesionados Parietales. Actas de Primeras Jornadas de Neuropsicología, Córdoba, Argentina. Fainstein, J.: La descodificación gestual como función del cerebro. Encuentro Latinoamericano de Semiótica. Rosario, Argentina, 1987. Ferro, J. M.; Mariano, M. G.; Castro-Caldas, A., y Santos, M. E.: Gesture recognition in aphasia: A recovery study. J. Clin. Neuropsh., 1980, 2, 277-92.

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Recibido: octubre de 1989.

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