De la pobreza al desarrollo: un enfoque global en las migraciones internacionales

De la pobreza al desarrollo: un enfoque global en las migraciones internacionales∗ Víctor Álvarez Serrano Licenciado en Filosofía. Investigador y Prof

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De la pobreza al desarrollo: un enfoque global en las migraciones internacionales∗ Víctor Álvarez Serrano Licenciado en Filosofía. Investigador y Profesor Adiestrado [email protected] Surgimiento de la Globalización: Definición del fenómeno La Globalización no consiste, es utopía, ni se conforma tan solo con ser una perversa invención transnacional. Es un proceso objetivo creado por el capitalismo, y que equivale, para sus partidarios al triunfo universal de este sistema, el cual no elimina las contradicciones existentes entre clases sociales, países, fronteras, territorios y regiones, ni tampoco cancela las transformaciones revolucionarias, entiéndase en este sentido, cambios que vienen dados como patrones de conductas, los cuales permiten conocer en que medida se maneja las políticas tanto internas como externas en todos los países. Sobre esta base es necesario señalar el desarrollo tecnológico alcanzado en la actualidad, provocado por la mundialización del fenómeno, acompañado, de los grandes movimientos de capitales financieros y humanos, que provocan una interpenetración no solo en los medios comunicativos y transmisores de información, sino también una conquista en otros mercados internacionales con el objetivo de poner en crisis esas políticas antes mencionadas, llevadas a cabo por los diferentes gobiernos y que solo desean implantar el dominio capitalista en las economías nacionales. La Globalización no es algo novedoso en la actualidad, su esencia no se excluye de la previsión marxista de lo que representa el término «capital» en todas sus dimensiones y los rasgos definitorios de lo que es una verdadera representación de la «sociedad capitalista», aunque la globalización de los mercados es una realización universal, aunque parcializada, del proyecto de la Ilustración en el siglo XVIII. Su tecnología de producción, el control, la comunicación, están relacionados con la difusión global de valores basados en nociones de racionalidad occidentales. La Globalización como fenómeno cultural y económico es un auténtico producto de la modernidad que por su impacto alcanzó gran repercusión en la postmodernidad.



Ponencia presentada en el Evento ISRI 2008, publicado en el CD de ese evento.

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Durante los años 50 y 60 ya del siglo XX, como respuesta al proceso de crisis estructural capitalista, parte consustancial de la manifestación de agotamiento de la acumulación capitalista que se instauró con la posguerra, se desenvolvió en un fenómeno de reestructuración económica en el centro del capitalismo, caracterizado por la tendencia a la sustitución y consolidación del modo de producción tecnológico mecanizado, así como por un proceso de renovación del mecanismo económico. Esto asociado a la crisis de los modelos sociales concretada en lo que se denomina la «Revolución Conservadora» de los años 80, así como el ya referido fin de la «Guerra Fría» trajo consigo el desenvolvimiento de una etapa cualitativamente nueva y superior en el desarrollo de la internacionalización del capital, y a su vez de un proceso de expansión de este capital financiero. La Globalización no es la llegada a un estadio donde la heterogeneidad y las contradicciones desaparecen, por el contrario, es un nuevo momento del desarrollo desigual capitalista. Solo que ahora con un elevado nivel científico tecnológico que expresa la necesidad de un control social más estricto, planteando una seria contradicción entre apropiación y dominio, en términos ya no sólo de luchas de clases, sino de sobrevivir en correspondencia a las relaciones sociales. «El mundo de hoy es muy diferente al que Marx y Lenin conocieron, comunidades con un alto desarrollo que no pudieron imaginar, pero «vieron la Globalización, observaron a lo que conducía un sistema donde las fuerzas productivas se desarrollaban, se percataron que el desarrollo de esas fuerzas productivas alcanzaría tales niveles que produciría en el mundo, situaciones nuevas, así como grandes cambios. Se ha llegado a una Globalización, creada en condiciones no imaginadas por nadie, llenas de contradicciones y de competencias que solo se resuelven mediante las guerras modernas, pero que es muy compleja de definir»1 La Globalización se puede definir como: «el proceso de construcción de un sistema económico mundial que regula la circulación de todos sus bienes, incluida la mano de obra, excluyendo la lógica del intercambio mercantil y su resultado práctico en lo que concierne a la libre movilidad de los mismos. La globalización es fundamentalmente un fenómeno espacial; ocupa un espectro que iría de lo local y lo nacional por un lado, a lo supranacional por otro»2. Esto refiere un despliegue de conexiones y relaciones de las comunidades humanas, en temáticas 1

Castro Ruz, Fidel: El diálogo de civilizaciones. p. 5-7. Chomsky, Noam: “La Declinación de la Economía Global", Revista de la Fundación Global de Democracia y Desarrollo. p. 38. 2

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que van de lo cultural a lo penal, de lo financiero a lo medioambiental, entre otras, en las diferentes regiones del mundo y en el modo que estas se transforman a lo largo del tiempo. Por otro lado, la Globalización, no es tan nueva como su discurso ideológico, pero pretende hacer creer por esas raíces históricas tan profundas que su concepción y sus estudios en torno a la espacialidad y a la transnacionalización, la sitúan en ese grupo conductor detrás de los cambios económicos, políticos y sociales que están reconfigurando las sociedades modernas y el orden mundial. Detrás de todo esto está la construcción, por parte de la ideología neoliberal, de la Globalización como hecho legitimador del ataque al Estado Nación, así como un proceso de mercantilización que consiste en que el mercado adquiera un lugar por encima del Estado y una separación del mismo, en la esfera económica de la política y la social. La Globalización, considerada por los hiperglobalistas3 presenta una creciente interdependencia entre los órganos decisivos y la creación de mecanismos reguladores que provoca una revisión teórico histórica en torno al Estado y al propio concepto de soberanía. Todo ello asociado con el fin de la bipolaridad y el surgimiento de una tripolaridad económica entre grandes líderes y sus respectivos bloques aliados. De ello que la Globalización como sinónimo de Mundialización, proceso que supone la transición del capitalismo desde una base nacional a una base mundial, se presente como la interconexión creciente de esas economías nacionales que abarcan a los países desarrollados y a una buena parte de los en vías al desarrollo, y que esto le permita nutrirse de ciertos mercados de bienes, servicios, y activos financieros que les conceda ser objeto de intercambios internacionales. La situación económica actual del capitalismo, justamente permite evaluar el comportamiento entre globalización y regionalización, además brinda la posibilidad de conocer la relación que tiene ello en los actuales escenarios internacionales y multidimensionales que concierne simultáneamente a la movilidad de actividades productivas, de capitales, de tecnologías e incluso a la movilidad de las personas.

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Ibídem. p. 40.

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Una realidad global devino movimiento «Como señalan diferentes autores4 uno de los problemas a que se enfrenta este enfoque es la naturaleza de la información disponible que dificulta determinar si ha habido una globalización de la migración. Una posible manifestación cultural de la globalización es el tránsito de identidades nacionales de base territorial a otras menos abarcadoras, pero de índole transterritorial, donde emergen nuevos actores, organizados en comunidades y articulados por medio de redes.»5 Como solución a los escenarios económicos, sociales y políticos, la migración en períodos anteriores complementó la expansión del comercio y la economía. Colaboró en la creación de naciones y territorios, fortaleció la urbanización, estableció la apertura de nuevos sitios que se dedicarían al desarrollo de la producción, aportándole a los procesos de cambios sociales y culturales un gran peso consustancial. El Renacimiento permitió un interés político, público, social, alcanzado por los debates teóricos realizados en relación con el tema de las migraciones y el comportamiento de estas dinámicas en Europa. Entre los siglos XVI y el XVIII Italia y Francia indistintamente favorecen y deploran las migraciones, en tanto España llegó a culpar su atraso producto de una emigración en demasía, mientras que en Inglaterra se le trataba como un elemento evaluador y de expansión. «Entre la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX, los grandes desplazamientos humanos jugaron un papel fundamental en el desarrollo del capitalismo. Las ciudades fueron la cuna de este sistema en el Occidente y la migración hacia ellas alimentó su crecimiento y el desarrollo económico y político. La Humanidad conoció una migración fundamentalmente compuesta por dos corrientes contrapuestas: la del libre traslado de europeos, que cumplió un papel clave en la convergencia económica del «Viejo y Nuevo Mundo», y la que incluyó a trabajadores de diversos orígenes, principalmente asiáticos, hacia regiones del trópico, desplazamiento que en muchos casos fue forzado, recordando a la migración forzada de negros africanos en siglos anteriores».6 La primera fase de la Globalización, desde aproximadamente 1870 hasta 1913, vino acompañada de grandes flujos migratorios desde Europa a los países del Nuevo Mundo. 4

. Duany, Jorge: Comunidades Transnacionales y migración en la era de la globalización. Discusión teórica de la movilidad. p. 39. Tapnios, G y D. Daniel: Se puede hablar realmente de la globalización de los flujos migratorios. p. 26. 5 Duany, Jorge: Op. Cit., p. 40. 6 Aja, Antonio: Temas en torno a un debate sobre las migraciones internacionales. p. 45.

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Conforme el capitalismo se expandió y tomó posesión del mundo, también reestructuró y organizó las olas de migración hacia ellas, activando diversas corrientes migratorias. En los años 20 del siglo pasado, en algunos países empieza a variar el tipo de políticas trazadas de promoción, por el de selección restrictiva y la lógica generalizada en la protección de las fronteras nacionales. En los años 30 esta corriente se presentó como una fuerza protectora a la mano de obra nacional de las clases inmigrantes que representaban una elite muy competitiva para la época. En la década del 40 la migración asume una defensa de los valores nacionales retomada nuevamente en los años 70, con nuevas argumentaciones laborales a partir de la crisis de 1973. En América Latina, durante toda la primera fase, Argentina fue el más importante receptor de migrantes europeos, fundamentalmente provenientes de Italia y España. Cerca de siete millones de europeos llegaron a Argentina durante ese período, en respuesta a las atractivas oportunidades que le brindaba la bella época argentina de fines del siglo XIX e inicios del XX. Por el contrario de lo dicho anteriormente, ya para las últimas décadas del siglo XX, Argentina se transformó en país de emigración neta al resto del mundo, fundamentalmente argentinos de alto nivel educativo, por tan solo citar un ejemplo. El número de migrantes internacionales a largo plazo aumentó a un ritmo constante y acelerado. Según la División de Población de Naciones Unidas, en 1965 solo 75 millones de personas entraban dentro de esta categoría, aumentando a 84 millones en 1975, para llegar a los 105 millones 10 años después. En contraste, en la segunda fase de la Globalización de fines del siglo XX la migración internacional encuentra principalmente en los países desarrollados regímenes de inmigración más restrictivos. En 1990 había aproximadamente unos 120 millones, hasta arribar en el 2000 a más de 150 millones de migrantes. El siglo XXI se presenta con nuevas tendencias de vínculos globales a abarcar todas las áreas geográficas y todos los grupos humanos, y estableció diferencias entre estos grupos: algunos convertidos en miembros del pleno derecho del nuevo orden global, mientras otros quedaron marginados. Este constituyó uno de los temas principales dentro de las contradicciones provocadas por el sistema capitalista a escala mundial. En 1930 John Maynard Keynes, uno de los más grandes economistas de la historia, pronosticó que el siglo XXI sería la «era del ocio». Los grandes avances tecnológicos del siglo XX en los países más industrializados minimizaron las labores más pesadas, el obrero a partir de este momento tuvo una mejoría sensible en sus condiciones de trabajo, a lo que se unieron jornadas más estables de labor. Esto trajo como consecuencia que el obrero alcanzara un nivel de 7

vida más elevado, aspecto que le permitió un mayor desahogo económico para él y su familia. En contraposición a esto la clase obrera en los países del Tercer Mundo, suministradores en su mayoría de materias primas para los países más ricos, ha continuado mucho más explotada que sus homólogos del Primer Mundo. Las expectativas de la clase trabajadora de los países subdesarrollados han estado encaminadas a alcanzar el mismo estatus de vida que la clase obrera primer mundista, y esto se hace posible al emigrar. Los nuevos acontecimientos de orden y desorden internacional, han generado un aumento de las migraciones como parte inseparable entre los principales temas de las relaciones políticas y de las relaciones internacionales del Tercer Milenio. Desde diferentes sectores sociales y de la opinión pública se reclama por parte de los gobiernos respuestas políticas más efectivas entorno a este acontecer migratorio, unido ello a posibilidades de cambio, transformaciones y desarrollo. Es por ello que la emigración en este siglo se incrementa con una tendencia marcada de los países más pobres hacia los más ricos, en este sentido este aspecto se incrementa considerablemente en el primer lustro del siglo XXI. Como previó Keynes, en los primeros años del siglo actual el avance tecnológico, ha ido en aumento para los países del primer mundo, lo que ha traído como consecuencia que al implantar tecnologías mucho más sofisticadas, estas han ido reemplazando esa mano de obra humana. Las exigencias tecnológicas que requiere el obrero ahora son mucho más elevadas y esto hace que ya no todos puedan desempeñar los trabajos mejor remunerados, que son los que le posibilitan al trabajador una vida socialmente más participativa y más cómoda al disponer de recursos materiales que les ofrecen esas sociedades primer mundistas. Esto ha traído como resultado que las grandes masas de emigrantes que se desplazaban hacia los países más industrializados ya no reciban la misma acogida, y, a su vez, les sea muy difícil hacer realidad su afán de tener una vida como la de la clase obrera perteneciente a los llamados países ricos y convertida en paradigma no solo material, sino espiritual para ellos. Si se analizan las agendas regionales, nacionales, gubernamentales, de la sociedad civil, de los medios académicos, así como en otras organizaciones asociadas al sector internacional y no precisamente con carácter gubernamental, se encuentran declaraciones, propuestas, enfoques, paradigmas, proyectos, en relación con la importancia del seguimiento de este tema y su presencia en las problemáticas a la que se enfrenta el mundo en la actualidad, como conflictos armados, desigualdades económicas a nivel de países, desastres naturales, falta de oportunidades laborales, tendencias demográficas, tráfico de niños, aumento en la participación de la mujer en 8

los movimientos poblacionales, lo que marca que se eleven en la actualidad los patrones de género, en relación a esto, el caso de la feminización de las migraciones, se convierte en un tema de análisis, provocando un alto índice en las cifras poblacionales, al igual que una disminución, en dependencia de la sociedad en la que se inserte el estudio.

La migración global: oportunidades y peligros El espacio de la globalización irregular profundiza las desigualdades en los niveles de desarrollo, esto hace que aumente la migración internacional y se produzca una visión conflictiva de la inmigración en los lugares de recepción, lo que resulta una supuesta oportunidad en las salidas de emigrantes para las sociedades emisoras, pero únicamente eso es resultado de las representaciones creadas en el imaginario de los actores, pero se presenta como una situación desventajosa para la sociedad que emite. Sin embargo, riesgos inesperados amenazan los derechos de estos migrantes, que desean ser en esos lugares de destino, una fuente de capital humano y lograr de ello una satisfacción de sus necesidades tanto materiales como espirituales. En la actualidad se considera esta problemática como un efecto negativo dentro del fenómeno, pues para ambas sociedades tanto emisoras como receptoras significa una muestra más de esa globalización, pues por lo general los protagonistas de estos procesos se mueven desde los países en vías de desarrollo a los desarrollados, esto como mirada desde el sur muestra una pérdida de este capital humano que se forma y luego no se cuenta con ello en sus respectivas sociedades de origen. En la actualidad la inexorable realidad de un mundo cada vez más interdependiente, e interconectado provoca que la migración de personas con altos niveles de calificación constituya un aspecto de gran significación, con impactos diferentes para los países que aportan y para los que reciben a estos migrantes. Según datos de la OIT, «86 millones de personas adultas, que representan casi la mitad de todos los migrantes y refugiados del mundo, desarrollan una actividad económica, tienen empleos o se dedican a alguna otra ocupación remunerada» y se anuncia que «el número de migrantes que cruzan las fronteras en busca de empleo y seguridad humana aumentará rápidamente en las próximas décadas, debido a que la globalización no ha generado puestos de trabajo y oportunidades económicas en sus países de origen.».7 7

OIT 2004: Situación social del Tercer Mundo. Pobreza y desigualdad del ingreso.

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Es importante destacar que la emigración trae consigo determinadas consecuencias para la sociedad emisora, para la receptora y sobre todo para las vivencias del individuo en sí mismo. La emigración representa para la sociedad emisora una pérdida de población, tanto de profesionales como especialistas calificados, ya mencionado con anterioridad, el lugar del que provienen, invirtió recursos y tiempo en su formación, y de hecho ellos no van a contribuir al desarrollo de esos países. Para la sociedad receptora, si bien representan la entrada de personal calificado, también se derivan recursos y esfuerzos para insertar a la mayoría de los inmigrantes dentro de sus programas de desarrollo social. Sin embargo para el individuo que migra la situación se complejiza aun más; en sí mismo empieza un proceso de adaptación que va a estar mediatizado por los problemas de identidad que a partir de ahora va a enfrentar, una vez que se siente él mismo como mercancía, y en el que solo obtendrá ganancias y bienes materiales en dependencia de lo que pueda cotizar por su fuerza de trabajo. El actual escenario internacional, con la presencia de esas nuevas políticas globales, estimula a la circulación y el intercambio de estos recursos humanos calificados, de ahí el surgimiento de nuevas teorías como la fuga de cerebros, que afecta fundamentalmente a las sociedades emisoras, el robo de cerebros, que le posibilita a las sociedades receptoras apoderarse de ese capital humano, y la circulación de cerebros considerándose como otra categoría más dentro de esta tendencia migratoria que estimula el intercambio de los recursos humanos calificados, sin tener en cuenta la aplicación de nuevas políticas activas de estimulación hacia aquellos emigrantes desde sus propias naciones. La inexorable realidad de un mundo cada vez más retroalimentado, implica que la migración de personas con altos niveles de calificación constituya un aspecto de crucial importancia. Este fenómeno contribuye al aumento de las brechas con los países desarrollados, afecta la formación de masas críticas y puede tener impactos regresivos sobre la distribución del ingreso. El presente contexto mundial obliga a estimular la circulación y el intercambio de recursos humanos calificados, y a pensar en esas políticas transformadoras con los emigrados y en función de la transferencia tecnológica. El problema no se soluciona con la aplicación de teorías tales como la «recirculación de cerebros» o la transferencia de conocimientos a los países que aportan este capital. La solución está en que se le considere de forma justa a aquellos sujetos que contengan cierto nivel de conocimiento, que se le tome en cuenta en todo las funciones en las 10

que se desempeña, que no se sientan desmotivados por falta de recursos, los cuales no están al posible acceso de ellos ni de la sociedad en la que han sido formados, ni tampoco existe manera alguna de solucionarlos, por ninguna de ambas partes. En sus Manuscritos de 1844 Marx refiere: «el hombre solo puede satisfacer todas las necesidades primitivas solo en tanto que crea necesariamente, en el curso de su satisfacción misma a través de su actividad productiva, una compleja jerarquía de necesidades no físicas que se convierten así en condiciones necesarias también para la satisfacción de sus necesidades físicas originales. Las actividades humanas y las necesidades de tipo “espiritual” tienen así su fundamento ontológico básico en la esfera de la producción material»8 Para desarrollar el análisis de las formas capitalistas de producción, Marx se traslada de Alemania a Inglaterra que en este momento era la sociedad, con mayor desarrollo industrial de todo el continente europeo. Al convivir con el capitalismo y su estimulación por el consumo y la creación de riquezas, Marx advierte la enajenación del individuo como fenómeno resultante de la sociedad capitalista. Es muy importante tener en cuenta que el capitalismo en sus inicios estimuló las migraciones como forma de extender a otros territorios sus mercancías, y así crear nuevos mercados donde venderlas, para buscar por otra parte nuevas fuentes de materias primas. Si bien la emigración aquí está orientada en obtener otras vías para el desarrollo capitalista, más tarde y con el perfeccionamiento de este, el proceso se va a complejizar, y de esos países que en un principio fueron mercados y proporcionaron materias primas, ahora con el capitalismo en una fase superior, también se convierten en fuentes generadoras de obreros calificados y profesionales que emigran en sentido opuesto a los países más industrializados. De ahí que el concepto de enajenación desde el propio inicio del capitalismo haya estado muy vinculado con la emigración como proceso. En términos marxistas, la libre movilidad de la fuerza de trabajo no es más que la movilidad del individuo o del sujeto, para venderse como mano de obra en el lugar y el tiempo donde alcance mejores condiciones de vida, esto responde a un sentido de «libertad individual» vista desde una óptica capitalista, como fruto de una conducta enajenada. Se debe tener en cuenta el «enfoque de alerta» heredado por Marx de los peligros que de una u otra forma afectan a todas las naciones, producto de la política global aplicada por el capitalismo; donde prima el principio de lo individual, que se refleja aun más en el inicio de este 8

Marx, Carlos: Manuscritos económicos y filosóficos de 1844, p. 59-60

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siglo XXI con una propensión del sujeto a darle soluciones a sus problemas y a buscar alternativas individuales para ello. Aquí se inserta los fundamentos teóricos en la perspectiva del emigrado ya antes mencionada: su principal anhelo va a ser resolver un trabajo que le posibilite mejores condiciones salariales para alcanzar una vida mejor. Pero esto lo hace sin conciencia colectiva, solo prima el interés individual por encima de todo, justificado en esa llamada «libertad individual» dada por el desarrollo de las relaciones capitalistas de producción. Esta llamada «libertad», inherente -como si fuera un derecho natural- al individuo aislado, le posibilitan vender todo cuanto le pertenece, incluyendo su propia fuerza de trabajo. Por el contrario a esto que está ocurriendo, la decisión de permanecer en esas sociedades formadoras de capital humano, debiera constituir más que un compromiso social, un deber individual y de pertenencia hacia la nación. Esto los llevaría a luchar por mantener las cosas que han logrado en sus países con esfuerzo, gracias a ellos como refuerzos humanos que en un momento dado pudieron pensar, estudiar, criticar, opinar, analizar, y mediante, esos valiosos aportes, abrieron muchos campos científicos en el ámbito de lo nacional, manteniendo su cultura, su identidad, sin negar sus propios espacios, a los que realmente pertenecen. Hasta el momento el sentido de permanencia en los lugares originarios, fundamentalmente dígase países del Sur, se cumple en una minoría, por la tendencia a la atracción producto de las políticas globales. Luego de lograr la formación de los miembros de estas regiones como «profesionales orgánicos», ellos se convierten en protagonistas de los actuales procesos migratorios, porque necesitan un modelo de ciudadanía global como forma de emplear provechosamente su fuerza de trabajo. La globalización no se rige por el principio de que todas las personas deberían pertenecer política y culturalmente a un solo Estado Nación, esto desde una visión globalizadora es cada vez menos funcional. Sin embargo la aspiración de estos actores es con esa ciudadanía global, mantener los nexos de pertenencia, identidad y territorialidad, en defensa en primer lugar de sus derechos como seres humanos, cumpliendo con el compromiso que tienen como ciudadanos de ese determinado país, de donde emigraron. El fenómeno migratorio como se demuestra, va a tener una motivación fundamental: la búsqueda de mejores condiciones de vida para el individuo, aspecto que solo se hace posible cuando el hombre dispone de un trabajo bien remunerado, permite adentrarnos en la teoría de la auto enajenación del trabajo, reflejada en la teoría marxista, y trabajada por el autor 12

conjuntamente con el Dr. Antonio Aja y la Dra. Consuelo Martín, vista como una de las causas que se relacionan con el fenómeno migratorio actual global; enfocada en el problema de la libertad hasta el significado de la vida, desde la relación entre individualidad y esencia social del hombre, desde la producción de deseos artificiales hasta la enajenación de los sentidos y hacia una posible reintegración de la vida humana en el mundo real, como muestra de una superación positiva. La autoenajenación está relacionada con la construcción de un imaginario que se crea el sujeto que emigra. Estos individuos para esa construcción se apropian de las imágenes y del contexto social que le transmiten las sociedades desarrolladas, como un efecto generador de esa política multicultural, trasnacional, que abarca infinitas fronteras, insertándose en las tecnologías, los medios de comunicación, las mercancías e incorporando elementos gratificantes de los que presume, en la toma de decisión del sujeto que emigra, los que luego se transforman para estos actores a la hora de realizar el acto de movilidad, en simples elementos aislados, arruinándoles todos sus sueños. En este sentido la contradicción entre mercados y estados es sumamente acusada en el ámbito de las migraciones internacionales. Los países de origen suelen oponerse a la emigración de profesionales altamente calificados, denunciadas como «fuga de cerebros» y como una pérdida de las inversiones en la educación empleada en esos protagonistas que emigran. Por el contrario, los empresarios en los países receptores se apresuran para recibir a estos inmigrantes calificados. Sin embargo, por lo general ocurre que algunos gobiernos de los países de origen estimulen a aquellos que no tienen ninguna formación para que abandonen el país, ya que ello significa el envío de remesas desde el exterior y un alivio de la presión social. Los emigrantes tercer mundistas que llegan al primer mundo, a veces en condiciones muy difíciles, pasan a desempeñar las labores más duras y pocos hacen realidad los sueños que los hicieron abandonar sus países de origen. Tampoco tienen la posibilidad inmediata de volver, pues en su mayoría están endeudados y los ingresos que perciben son para satisfacer el pago de sus adeudos, así como para sostener a los familiares que dejaron atrás ya que también forma parte de sus proyectos migratorios el envío de esas remesas a sus países de orígenes. Para los gobiernos de los países receptores, están cada vez más renuentes a admitir la entrada a sus territorios de mano de obra inmigrante no calificada, pero ante la opinión pública se muestran desconocedores del fenómeno ante esas permanencias

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ilegales, pues como conveniencia gubernamental, los utilizan cuando tienen necesidad de mano de obra, lo que constituye un ejemplo más de esa migración global. En el centro del análisis de este tema, las migraciones y la marginalidad, aparecen como otra muestra de contradicción entre riqueza y pobreza de manera acrecentada. Hoy los ricos son cada vez más ricos y los pobres aumentan a la par del deterioro que se produce en las condiciones de vida de la clase media. Tal tendencia se aprecia en casi todos lo países industrializados más antiguos. El declive del Estado de bienestar ha exacerbado la polarización social. Realmente, en la relación entre globalización y desarrollo, sucede todo lo contrario a lo que las políticas neoliberales sustentan: la globalización genera pobreza y la pobreza, migración, lo que produce un abismo cada vez mayor entre pobreza y riqueza, que estimula la movilidad de los seres humanos. «En consecuencia, la disfuncionalidad migratoria es producto de las contradicciones básicas del mundo en que vivimos».9 (Aja Antonio:2005). Estas crecientes desigualdades en la distribución de los ingresos también están presentes en los países emergentes, tercer mundistas o en vías de desarrollo. El avance económico bajo condiciones de libre mercado y con Estados no intervensionistas parece conducir inevitablemente a una mayor desigualdad. Las teorías de la modernización sostienen que se producirá una permanencia desde los ingresos superiores a los grupos de países enteros más desfavorecidos, que son excluidos del nuevo orden global y a la vez se incluyen en los principales sistemas migratorios internacionales como proveedores de fuerza de trabajo, ya sea calificada o no.

Exclusión vs. Inclusión = Migración Las características del conflicto han cambiado. Las antiguas divisiones eran entre obreros y capitalistas, entre el modelo liberal democrático y el proyecto del socialismo real. Hoy, dentro del capitalismo, los modelos son más complejos y agravan las contradicciones. En el interior de cada país, se gesta una división entre los que están incluidos en la corriente predominante de las relaciones económicas y sociales y aquellos que quedan excluidos. Así, en los antiguos países industrializados, se habla de la sustitución de una sociedad de clases por una sociedad más justa donde la mayoría de sus miembros sigan incluidos a ella, sin embargo en estos países, continúan excluyendo a la mayoría.

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Aja, Antonio: La cita hace referencia a un texto del autor en el 2005.

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La relación entre globalización y emigración se expresa en la marginación y exclusión como parte significativa en las migraciones internacionales. Esta relación presenta contradicciones entre las necesidades de emigración de los países del Sur y las políticas de restricción selectiva de los países industrializados. Como resultado de todo esto aumentan las cifras de personas que emigran de forma ilegal, así como las presiones migratorias en las diferentes regiones. Todas estas formas de exclusión se circunscriben en una diferenciación basada en la pertenencia de diversos grupos sociales: las minorías de mujeres, etnias y raza, los pueblos indígenas y los jóvenes sufren discriminación y se encuentran en una situación de desventaja. Una vez más las migraciones en este caso desempeñan un papel clave. Prácticamente en todos los países de Occidente existen nuevas minorías étnicas, surgidas de las migraciones de los últimos cincuenta años. En algunos casos, los descendientes de los inmigrantes siguen sin tener derecho a la ciudadanía aunque hayan nacido en el país de residencia. Incluso aquellos que son ciudadanos sufren a veces la discriminación por motivos de raza, etnia o religión. Estas situaciones conducen a la marginación, pobreza, conflictos sociales y a potenciar los flujos migratorios. En el nuevo orden económico desaparece la producción de subsistencia de las familias y comunidades, siendo reemplazada por la participación en los mercados nacionales e internacionales de los individuos y grupos que cumplen con las características exigidas para adecuarse a los mercados globales, ya sea a través de bienes laborales, capitales o culturales, y que son incluidos en el orden global como ciudadanos, con derechos civiles, económicos, políticos y sociales. Los que no se adecuan son excluidos y se les niegan los derechos más elementales, como el derecho a trabajar y el derecho a la alimentación. En los países de emigración, las familias y las comunidades locales experimentan cambios profundos con una visión de permanencia en ellas. La emigración es un aspecto de la disolución de las estructuras económicas y sociales tradicionales que ha producido la globalización. Hay países enteros que pueden desarrollar culturas de emigración, como es el caso de Italia hace medio siglo o Filipinas en la actualidad. Como consecuencia de la globalización, la emigración es un aspecto de la disolución de las estructuras económicas y sociales tradicionales. Numerosos emigrantes perciben su situación

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como una exclusión económica y social: se ven obligados a abandonar sus países, porque ya no queda lugar para ellos, incluso pueden llegar a verse excluidos de la comunidad nacional. De la misma forma, en los países de inmigración son numerosas las comunidades que experimentan cambios drásticos. El asentamiento de los inmigrantes puede transformar la economía nacional y las ciudades, en su mayoría sin llegar a una reflexión sobre los valores sociales y culturales. En ocasiones los inmigrantes también sufren la exclusión en ese sentido, debido a las desventajas económicas, las violaciones de sus derechos y hasta la propia discriminación. En países receptores de larga tradición, la inmigración se ha convertido en un tema clave de los debates sobre relaciones sociales y de identidad tanto nacional como cultural. Esto nos lleva a pensar que lo mismo ocurrirá en el futuro en disímiles países de Asia, América Latina y del continente africano. Este proceso, que incluye a algunos y excluye a otros es resultado de fuerzas anónimas del mercado internacional. Por lo tanto, ni los individuos, ni las instituciones ni el Estado asumen responsabilidad alguna por darle una posible solución a esta supuesta evolución mundial, que lleva consigo a millones de personas a la pobreza y a un desbalance en las relaciones de este mundo actual global. El triunfo del mercado, tanto a nivel nacional como internacional, significa que muchos gobernantes no ven las grandes desigualdades como un problema, sino como algo esencial para la eficacia del sistema económico, lo que se evidencia como reflejo en las políticas internas y hacia el tema de la emigración. Las migraciones internacionales están estrechamente vinculadas a estos procesos de inclusión y exclusión. Desde 1945, y fundamentalmente desde los años 70, se ha producido un aumento de los movimientos internacionales de población que abarcan todas las regiones geográficas. Las personas pueden desplazarse ya sean simples trabajadores, profesionales migrantes o refugiados. Un número cada vez más significativo en los movimientos poblacionales de carácter económico y de migrantes refugiados son mujeres. Aunque se intenta distinguir entre las diversas categorías, el fenómeno resulta complejo, puesto que las motivaciones de quienes emigran se encuentran en una escala multidimensional. La contradicción entre la inclusión y la exclusión es un aspecto central para todas la demás contradicciones contemporáneas, a partir de la tendencia de los vínculos globales por abarcar todas las áreas geográficas y todos los grupos humanos, estableciendo ciertas diferencias

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entre esos grupos, donde algunos se convierten en miembros con pleno derecho a decidir en el nuevo orden mundial, mientras que en su mayoría la población mundial queda marginada. La irregularidad en la distribución de los beneficios ofrecidos por la economía internacional se evidencia por las carencias de capital de conocimiento humano y por las insuficiencias estructurales del desarrollo. La precariedad del empleo en diferentes regiones del planeta y los abundantes conflictos sociales provocan una sensación generalizada de vulnerabilidad social que conforma la creciente aceptación de la emigración como alternativa para enfrentar las difíciles condiciones de vida, las inconformidades con los patrones de desarrollo por los que se rigen los países, además del desinterés provocado por la falta de estimulación laboral y las inconformidades que tienen los seres humanos cuando no se les respeta los derechos y deberes de él, como ciudadano, en cada una de sus sociedades.

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