DEL VÂLÎ.K. COTOLlCALTZin CUAUHTEMOC R. C

DEL VÂLÎ.K COTOLlCALTZin CUAUHTEMOC R. C. C O Y O L I C A L T Z I N E D O A R D O LEYENDA D E L V A L L E D E L S I Ç L O X V '. WCABÔÛ T

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DEL VÂLÎ.K

COTOLlCALTZin CUAUHTEMOC

R. C.

C O Y O L I C A L T Z I N

E D O A R D O

LEYENDA

D E L

V A L L E

D E L S I Ç L O X V '.

WCABÔÛ T

100879

M É X I C O IMPRENTA

DE

FRANCISCO

DIAZ

Calle d e L e r d o nùmero 3.

1887"

DE

LEON

A mi eslimado amigo

S Ì . 3 ) o c & « c D. a w . t o M . i o S e M a f ' t e C ,

E .

Mexico, M a y o d e 1887-

II

DEL

VALLE.

C O Y O L I C A L T Z I N . *

I

A mi querido padre el Sr. Lic. D. Pablo González Montes.

|

I Formar n n a l i t e r a t u r a nacional, u n a l i t e r a t u r a que presente nuestro modo de sér, nuestro carácter, nuestras costumbres, q u e contenga nuestras tradiciones y los acontecimientos de nuestra h i s t o r i a ; que describa nuestra naturaleza tan v a r i a d a como virgen, y que refleje nuestro cielo sin igual; h é aquí la idea q u e hace algún tiempo se viene propagando por varios e n t e n í didos literatos, pero muy principalmente por el Sr. Al1 tamirano, quien con sus consejos á sus amigos, sus lecí ciones á sus discípulos, sus escritos y su ejemplo^ h a ! hecho cuanto h a podido p a r a q u e se llegue á consti¡ tuir nna literatura propia entre nosotros, y m u y par* E s t e articulo fué leído p o r su a u t o r e n el Liceo Hidalgo che del 23 d e M a y o d e 1887.

la no-

> ; -• i ticularmente t a m b i é n por el Sr. D. Fraucisco Sosa, que con sus juicios literarios y sus innumerables biografías q n e h a escrito de nuestros eompatriotas,-ba sido muy digno colaborador del Sr. Altamirano. H a s t a hace pocos años n u e s t r o s poetas y escritores h a b í a n visto con demasiada apatía, y h a s t a con un censurable desdén, e s t a cuestión t a n importante. No. parece sino que dominados atín, y a que no por el po-i der, sí por las ideas de E s p a ñ a , no se h a b í a n resuelto á p r o c l a m a r l a independencia literaria, como nuestros; héroes proclamaron l a política. Y d e ésto resultó que muchos de nuestros poetas, en vez de inspirarse en lo nuestro, no pasaban de ser i m k t a d o r e s d e los ingenios y de los tío ingenios de la Peníns u l a ; y los que se a p a r t a b a n de e s t a senda e n algunas ocasiones, no hacían o t r a cosa que t r a d u c i r , como Pe-: sacio, composiciones e x t r a n j e r a s , ó rimar la Biblia, como Carpió. Sólo honrosas y r a r a s personalidades no siguieron esta regla t a n comúu como g e n e r a l ; sólo el Pensado¡ Mexicano, al principio d e este siglo, hacía surgir una l i t e r a t u r a nacional escribiendo su inmortal Periquillo,i sn Quijotita, y otras obras q ue demuestran, que además; d e su g r a n talento, poseía el valor necesario p a r a cens u r a r los errores y la ignorancia en que nos tuviera u n a dominación tres veces secular; sólo el malograd« é inolvidable Rodríguez Galván, recogía nuestras tradiciones y registraba nuestras crónicas, p a r a legarnos El Privado del Virrey, y Muñoz, visitador de México, piezas dramáticas d e las mejores de nuestro teatro, y cuyo mérito n o se h a comprendido como se d e b e ; sólo Don] José de Jesús Díaz era uno de los primeros poetas que

cantaba á nuestras glorias patrias, como l a salida de Cuantía, de ese g i g a n t e q u e se llamó Morelos, ó se inspiraba en las tradiciones y costumbres populares, p a r a escribir leyendas como La Cruz de Madera; sólo R o d r í guez y Cos e m p r e n d í a un ensayo épico p a r a producir su poema El Anáhuac; sólo Roa Bárcena e s t u d i a b a nuestra Historia p a r a escribir sus bellas Leyendas Mexicanas, y sólo D. José M a r í a E s t e v a escribía sus inimitables poesías jarochas. Los demás de nuestros escritores y poetas, adolecían de la fiebre d e las imitaciones, de l a languidez d e la poesía religiosa y de la poca novedad de la poesía t r ó fica, q u e d e no cultivarse por verdaderos genios, como Manuel M. Flores, tiene que ser trivial. Pero vinieron mejores tiempos, y nuestros p o e t a s y escritores, saliendo del enervamiento en que se hallaban, rompiendo cou a ñ e j a s preocupaciones, y considerando sin d u d a q u e n u e s t r a l i t e r a t u r a , p a r a ser de mérito tenía q u e ser original y reflejar n u e s t r a fisonomía propia, resolvieron inspirarse en todo lo nuestro, y f r u to de esta resolución fueron las pocas novelas, dramas, poemas y leyendas qne teuemos, y que pueden llamarse esencialmente nacionales. Y entonces aparecen Altamirano y Cuéllar con sus origiualísimas novelas; y Guillermo Prieto, q u e h a b í a sido uno de los pocos qne r e n d í a culto á u n a l i t e r a t u r a propia, escribe sus odas pindáricas á la P a t r i a , y sus romances populares, que más t a r d e reunidos forman la Musa Callgera, la cual h a b í a d e preceder á ese monumento q u e l e v a n t ó á los héroes de la Independencia, el Romancero Nacional; Peón Cuntieras, q u e en sus Romances históricos mexicanos e x p l o t a b a s leyendas

de n u e s t r a historia a n t i g u a y loa acontecimientos más romauescos de l a época v i r r e i n a l ; Castora, que b a j a á las minas, y con v e r d a d e r o t a l e n t o hace surgir de ese m u n d o subterráneo heroínas desconocidas y t i t a n e s del t r a b a j o , p a r a presentarlos en su preciosa colección de Las Minas y los Mineros; y en fin, otros varios escritores y poetas siguen su ejemplo, h a s t a hoy dia, en q u e aparecen las Tradiciones y leyendas mexicanas de Ri v a Palacio y Peza, y los poemas d e un poeta del cual vamos á h a b l a r a h o r a .

II

Nos referimos al Sr. D. E d u a r d o del Valle, a u t o r de u n a leyenda caballeresca, Las Arras de la Boda, de u n a composición m u y interesante y m u y mexicana, Lupe, y d e un inspirado poema, escrito en correctas y sonoras octavas reales, é i n t i t u l a d o Cuauhtemoc, poema q u e h a c e poco tiempo vió la luz, siendo acogido por todos con aplauso general, y al que le hizo j u s t i c i a e n u n b r i l l a n t e y magnífico prólogo, el Sr. D. Ignacio M. Altamirano. B a s t a r í a t a n sólo e s t a producción del Sr. Valle p a r a conquistarse, como se h a conquistado, un l u g a r dist i n g u i d o en la l i t e r a t u r a p a t r i a ; pero no dando t r e g u a á su inspiración, a c a b a de escribir u n pequeño poema, que si no se puede colocar ú la a l t u r a del y a citado, sí el q u e a h o r a h a b r o t a d o de su i n f a t i g a b l e numen poé-

tico, debe y deberá llamar l a atención, por reunir á su mérito literario, el ser completamente nacional. L a n u e v a producción del Sr. Valle la i n t i t u l a Coyolicaltzin. Leyenda mexicana.del siglo XV, y a u n q u e de cortas dimensiones, constituye un verdadero poema. Al escribir Las Airas de la Boda, que tienen u n argumento extranjero, leyenda que por o t r a p a r t e es muy bella, el Sr. del Valle cometió t a l vez u n pecado que le censurarían los a m a n t e s de n u a l i t e r a t u r a propia; pero de este pecado se absolvió él mismo con l a publicación de su Cuauhtemoc, y a h o r a borra p o r completo las huellas q u e h u b i e r a podido d e j a r semejante taita, con su último poema Coyolicaltzin. Eu él h a tomado por a r g u m e n t o u n a de las más poéticas leyendas de n u e s t r a historia a n t i g u a , sobre l a cual sólo el Sr. D. J u a n de Dios Villalón h a escrito algo, pues el resto de nuestros poetas l a liabfífii dejado olvidada, como otras muchas, entre l a s amarillent a s páginas de n u e s t r a s crónicas. No pretendemos hacer u n e x t r a c t o d e l a leyenda que h a servido d é base p a r a escribir Coyolicaltzin, pues si lo hiciéramos, t e n d r í a m o s que ser difusos; así es que basta á nuestro objeto decir que los acontecimientos de ella tuvieron l u g a r en tiempo de Ahuizotl, cuando éste llevó sus conquistas h a s t a el señorío de los zapoteca. El Sr. del Valle se h a ajustado, h a s t a donde^ss posible, á l a verdad de la leyenda, tal como la refieren los historiadores, y no h a desperdiciado n i n g ú n detalle. por minucioso que f u e r a ; h a sabido embellecerla en todos aquellos p u n t o s en que es permitido al poeta suplir por medio de la imaginación lo q u e calla la eró-

de n u e s t r a historia a n t i g u a y loa acontecimientos más romanescos de l a época v i r r e i n a l ; Castora, que b a j a á las minas, y con v e r d a d e r o t a l e n t o hace surgir de ese m u n d o subterráneo heroínas desconocidas y t i t a n e s del t r a b a j o , p a r a presentarlos en su preciosa colección de Las Minas y los Mineros; y en fin, otros varios escritores y poetas siguen su ejemplo, h a s t a hoy dia, en q u e aparecen las Tradiciones y leyendas mexicanas de Ri v a Palacio y Peza, y los poemas d e un poeta del cual vamos á h a b l a r a h o r a .

II

Nos referimos al Sr. D. E d u a r d o del Valle, a u t o r de u n a leyenda caballeresca, Las Arras de la Boda, de u n a composición m u y interesante y m u y mexicana, Lupe, y d e un inspirado poema, escrito en correctas y sonoras octavas reales, é i n t i t u l a d o Cuauhtemoc, poema q u e h a c e poco tiempo vió la luz, siendo acogido por todos con aplauso general, y al qne le hizo j u s t i c i a e n u n b r i l l a n t e y magnífico prólogo, el Sr. D. Ignacio M. Altamirano. B a s t a r í a t a n sólo e s t a producción del Sr. Valle p a r a conquistarse, como se h a conquistado, un l u g a r dist i n g u i d o en la l i t e r a t u r a p a t r i a ; pero no dando t r e g u a á su inspiración, a c a b a de escribir u n pequeño poema, qne si no se puede colocar á la a l t u r a del y a citado, sí el q u e a h o r a h a b r o t a d o de su i n f a t i g a b l e numen poé-

tico, debe y deberá llamar l a atención, por reuiiir á su mérito literario, el ser completamente nacional. L a n u e v a producción del Sr. Valle la i n t i t u l a Coyolicaltsin. Leyenda mexicana.del siglo XV, y a u n q u e de cortas dimensiones, constituye un verdadero poema. Al escribir Las Airas de la Boda, que tienen u n argumento extranjero, leyenda que por o t r a p a r t e es muy bella, el Sr. del Valle cometió t a l vez u n pecado que le censurarían los a m a n t e s de n u a l i t e r a t u r a propia; pero de este pecado se absolvió él mismo con l a publicación de su Cuauhtemoc, y a h o r a borra p o r completo las huellas q u e h u b i e r a podido d e j a r semejante taita, con su último poema Coyolicaltzin. En él h a tomado por a r g u m e n t o u n a de las más poéticas leyendas de n u e s t r a historia a n t i g u a , sobre l a cual sólo el Sr. D. J u a n de Dios Villalóu h a escrito algo, pues el resto de nuestros poetas l a liabíífii dejado olvidada, como otras muchas, entre l a s amarillent a s páginas de n u e s t r a s crónicas. No pretendemos hacer u n e x t r a c t o d e l a leyenda que h a servido d é base p a r a escribir Coyolicaltzin, pues si lo hiciéramos, t e n d r í a m o s que ser difusos; así es que basta á nuestro objeto decir que los acontecimientos de ella tuvieron l u g a r en tiempo de Ahuizotl, cuando éste llevó sus conquistas h a s t a el señorío de los zapoteca. El Sr. del Valle se h a ajustado, h a s t a donde^ss posible, á l a verdad de la leyenda, tal como la refieren los historiadores, y no h a desperdiciado n i n g ú n detalle. por minucioso que f u e r a ; h a sabido embellecerla en todos aquellos p u n t o s en que es permitido al poeta suplir por medio de la imaginación lo q u e calla la eró-

nica, y h a animado á los personajes presentándolos perfectamente y con s n carácter propio. H a y en la l e y e n d a trozos descriptivos de mucho mérito, como el del principio, en el que el a u t o r nos pres e n t a el valle de O a x a c a con su naturaleza t a n e x u b r a n t e y con s u s producciones t a n variadas. Tiene escenas llenas d e interés, como aquella en que la h i j a de Ahuizotl, llevada por podcjjf de los dioses, se aparece saliendo de las a g u a s á Cosijoeza, y aquella o t r a en que los embajadores de éste se presentan al primero pidiéndole l a mano de u n a de sus hijas; y como ; le h u b i e r a n señalado á l a más querida y a m a d a , se,S conmueve, y entonces el poeta pone e n sus labios exclamacionestan n a t u r a l e s , como las que debe prorrum- * pir un p a d r e á quien se le p r i v a de u n a de sus más preciadas joyas. Nos fia llamado también la atención la m a n e r a tan nueva como bella, con q u e describe el Sr. Valle la es-5 tacióu primaveral. E n c u a n t o á la forma b a s t a leer las estrofas del poe- "* ma, p a r a convencerse d e que la versificación es fácil, correcta y sonora. T a l es l a impresión q u e produjo en nosotros Coyolicáltzin cuando escuchamos su l e c t u r a en u n a de las sesiones del Liceo Hidalgo; uo hemos señalado los defectos que pudiera tener, porque éstos h a n de ser bien pocos, y a d e m á s n o fué nuestra intención formar un juicio crítico; 6ólo hemos querido en este artículo hacer notar, q u e el Sr. del Valle, con sus poemas que últ i m a m e n t e h a escrito, está contribuyendo á la creación de u n a literatura nacional. E s , pues, digno de elogio el Sr. E d u a r d o del Vallei *

y si prosigue en l a senda que se h a trazado, es de presumirse que n u e s t r a l i t e r a t u r a le sea deudora, n o sólo de su Cuauhtemoc y su CoijolicaUzin, sino d e otras producciones de igual mérito y t a n nacionales como éstas.

L u i s GONZÁLEZ

Mayo 23 de 1SS7.

OBREGÓN.

Casi á mitad del vasto Continente Que oculto en Occidente Apartado vivió del Viejo Mundo, Un populoso reino se extendía, El cual logrado había Sembrar en los demás t e r r o r profundo. El reino zapoteca se llamaba El que altivo imperaba Entre las otras bélicas naciones: *

Y que alcanzó, tras dilatada g u e r r a , Acrecentar su tierra Al poder de atrevidos campeones.

líl'i

Cosijoeza, principe g u e r r e r o , De corazón entero Y fuente de ejemplar sabiduría, Era el egregio rey que decidido E incansable, vencido A sus contrarios en el campo había.

Y

Desdé Tehuantepec, que se alza ulano F r e n t e del océano,

Los frecuentados ásperos senderos Son los desfiladeros

Como atajando su Ímpetu bravio.

De la hilera de montes empinados.

Hasta el confín de la montaña a g r e s t e

De un lado está la altura formidable;

Que se extiende al nordeste, Abarca el zapotees poderío. Allí quiso poner Naturaleza L a espléndida belleza

Del otro el espantable Abismo con sus riesgos dilatados. Surcan los xjjlles, amplios y frondosos, Los ríos c a u d a l o s o s , '

De sus encantos y sublimes g a l a s ;

Que en el inquieto mar se precipitan.

Todo es allí conjunto de a r m o n í a ;

Sus aguas, avanzando impetuosas,

Allí la poesía Tiende feliz sus atrevidas alas. Están los p r a d o s fértiles cubiertos De naturales h u e r t o s

E n vueltas numerosas Saltan, y se revuelven y se agitan. Forman bosques los cedros elevados; Sus frutos sazonados,

En una eterna y dulce primavera.

Dulces como la miel, la'anana ofrece.

Tiímipla el ardor del clima la salvaje

Cubren el ígneo sol de esos lugares

Bóveda de follaje Que crece exuberante y altanera. Cruzan el reino selvas espaciosas De m a d e r a s preciosas.

Extensos platanares, Y garboso y altivo el mamey crece. Del chirimoyo*las abiertas flores Esparcen sus f olores.

Sólo para las fieras accesibles.

La atmósfera caliente embalsamando.

Ricos metales guardan las e n t r a ñ a s

Esbeltos se alzan los gigantes pinos

De las altas montañas Que en su belleza son indescribibles.

Que en los de los encinos Sus ramajes están entrelazando.

Se cimbran arrogantes las palmeras;

En sus aéreos rústicos palacios

Agítanse ligeras

Inundan los espacios

Del abuacátl las hojas extendidas.

Las aves con alegre melodía.

Forman tupidas cercas las retamas,

El zánall,

A cuyas verdes r a m a s Están las trepadoras adheridas. Brotan aquí y allá rúst'»as fuentes De límpidas corrientes

el zenzónlli,

el

El clarín y el

carpintero, jilguero

Trasunto son de excelsa poesía. Alza el madmguior

su grato acento

Cuando en el

firmamento

Que al fértil suelo dan dicha colmada.

Apacible la luz apenas b r o t a ;

Aquí un arroyo bullidor s e r p e a ;

Y entonces el gorrión y el

Más allá centellea El golpe mujidor de una cascada. Recorren de los montes la espesura Rugiendo con bravura

cuitlacoche

Que terminó la noche Anuncian á la par con dulce nota. De esa nación completa la belleza La excepcional riqueza

El temible j a g u a r y la pantera.

De un cielo de turquesas fabricado,

Se arrastran en los mágicos pensiles

Cielo en que limpio el sol d u r a n t e el día

Venenosos reptiles

Brilla, y en la sombría

A cuya vista el corazón se altera.

Noche, está de carbunclos tachonado.

Saltan sobre los riscos elevados

Pueblan el reino tribus indomables

Agiles los venados,

Que altivas é incansables

Que en vano el hombre á perseguir se lanza

Vencen en la batalla al enemigo.

Saliendo apenas de su nido umbroso

Todo invasor en la montaña a g r e s t e

El roedor medroso. S u triste vida á conservar alcanza.

Sucumbió con su hueste, Hallando sólo vengador castigo.

El temible Ahnizotl, el soberano Del reino mexicano,

Al Gn lució la suspirada aurora Del triunfo, y en tal hora

Qub sojuzgó á los pueblos y á los reyes.

El pueblo quiso rescatar sus fueros.

Llevó en són de conquista sus legiones

Numerosa y altiva caravana

Hasta aquellas regiones P a r a imponerles sus tiranas leyes. Y dominó á los pueblos valerosos, Y tributos odiosos Impuso á los lugares conquistados. Estableció ciudades espaciosas En las vegas h e r m o s a s Que sirvieron de asilo á sus soldados. Pero los pueblos libres, si oprimidos Se ven, no envilecidos

De gente mexicana Llegó al país cruzando sus sendefos. Del rey Cosijoezá los soldados, Obedeciendo airados Al odio que engendraran sus dolores. Sobre esa m u c h e d u m b r e presto llegan Y sin piedad se entregan A saciar sus legítimos rencores. Como suele, tras rudas sacudidas, Arrojar encendidas

Abandonan del triunfo la esperanza.

El volcán sus e n t r a ñ a s destructoras,

Cada pecho, con ansia halagadora,

Y la región del viento atravesando,

Palpita por la hora Feliz de la legitima venganza. El pueblo zapoteca, que sufría L a d u r a tiranía

Caen en tierra llevando Muerte y asolación a t e r r a d o r a s ; Y á su poder, que por momentos crece, Del hombre se estremece

Del terrible monarca mexicano.

El corazón que fuera valeroso,

Dando creces al odio y los rencores,

Y falto de vigor y macilento

Contra sus opresores Mortal castigo preparaba ufano.

No opone al elemento Voraz su resistencia poderoso; IV

i % Asi los zapoteeas lidiadores Cayeron destructores

27

Ni el templó consagrado á las deidades Escapa á las crueldades

Sobre la sorprendida caravana,

Que comete Ahuizotl en su ardimiento.

Que no esperando tan feroz violencia,

Pronto el sacro lugar es incendiado

También sin resistencia Sucumbió al golpe de crueldad insana. Llega á Tenochtitlán la nueva horrible, Y espantoso y terrible

Y luego derribado En s e g u r a señal de vencimiento. El mexicano ejército animoso Recorre victorioso

Apréstase Ahuizotl á la contienda;

De Huaxyacac á Milla la distancia.

Y le s e r á n los númenes propicios,

Aquí á los hombres da violenta m u e r t e ;

Que humanos sacrificios Antes llevó á sus a r a s en ofrenda. Al mando de adalides valerosos En grupos numerosos

Más allá se convierte En m a r que se desborda en su arrogancia. Y unas veces la sangre d e r r a m a n d o , Otras veces talando

Salen los mexicanos á campaña.

Las míseras y quietas poblaciones,

A su frente Ahuizotl, fiero y temible,

La hueste de Ahuizotl á Mitla llega,

Llega al inaccesible en que se alza la áspera montaña. P e n e t r a en Huaxyacac, y su denuedo Siembra el t e r r o r y el miedo

Y allí también se entrega A nuevos y cruelísimos baldones. Después de ejecutar tal exterminio R e g r e s a á su dominio

Entre los sorprendidos pobladores.

Ahuizotl, deslumhrando con su gloria.

Las tropas mexicanas avanzando

Cosijoeza entonces á su gente

Van rápidas llevando El exterminio en todos sus horrores.

Apresta, y de ella al f r e n t e Marcha á la lid en pos de la victoria.

• f Acompañóle la voluble suerte, Y por doquier la muerte

Las filas mexicanas, con b r a v u r a Entran en la espesura

Llevando como el rayo fragoroso,

De las selvas de cedros y de pinos.

Al mexicano ejército escarmienta,

En cuyas quiebras lóbregas y estrechas,

Y su poder se asienta Otra vez más seguro y vigoroso. Después de castigar al enemigo S e prepara, al abrigo

De innumerables flechas Reciben ¡ay! los golpes asesinos. Otras veces atacan los g u e r r e r o s De Ahuizotl, los senderos

De los baluartes que alza en la montaña,

De la montaña, que es inaccesible,

A rechazar las fuertes agresiones

Y allí con su valor que tanto abarca

De las nuevas legiones

El g u e r r e r o monarca

Queel soberbio Ahuizotl pondráen campaña.

También contiene al invasor temible.

S u instinto de g u e r r e r o no fué v a n o :

Prolóngase la lucha asoladora;

Pronto el rey mexicano

La legión invasora

Entra en la tierra numerosa hueste,

Ceder no quiere en s u tenaz porfía;

Que como el huracán irresistible

Pero el pueblo indomable 110 se aterra

Con e m p u j e terrible Rauda camina á la muralla a g r e s t e . De la sierra salvaje en la aspereza El rey Cosijoezá

Y sostiene la g u e r r a Con patriótico a r d o r y valentía. Mientras el mexicaijo desfallece, Del zapoteca crece

Defiende con denuedo sus E s t a d o s ;

El ejército bravo y poderoso;

Dilatada y tremenda es la campaña,

Se afirma en la montaña de Quiengola

P e r o el celo acompaña Del reino zapoteca á los soldados.

Y su pendón tremola En la cima el monarca valeroso.

Ni el hambre ni la sed truecan en miedo El general denuedo

MaS no acepta la paz que con podía A proponer le envia

De esa nación para la lid nacida.

El altivo monarca mexicano.

Agua le dan arroyos v cascadas,

Quiere, sediento de renombre y gloria.

Y viandas codiciadas. Del contrario los cuerpos ya sin vida. Quedan en la montaña abandonados Los cuerpos desangrados

.Obtener la victoria Al poder de su genio soberano. En vano es que Ahuizotl, de su tesoro Le mande en piezas de oro

De los g u e r r e r o s que en la lid perecen.

Los más preciados y exquisitos d o n e s ;

Dando indicio de bárbaros h o r r o r e s ,

No desciende de la áspera montaña

Del sol á los fulgores Las blancas osamentas resplandecen. Clava el rey /.apoteca su estandarte E n tétrico baluarte

Y apresta á la campaña Nuevos y numerosos escuadrones. Dejando resguardada esa f r o n t e r a Conduce su bandera

Que estableció con cráneos en la altura,

Hacia Tehuantepec, y victorioso

Y mostrándole luego al enemigo

A los cercanos reinos se encamina,

El espantable abrigo, Señal le da de perdición s e g u r a . Del soberbio Ahuizotl intimidados Los feroces soldados

Y doquier ilumina De su poder el rayo esplendoroso. Torna á Tehuantepec, y la ventura, Sonriéndole p u r a ,

T r e g u a piden al g r a n Cosijoeza;

En su triunfal c a r r e r a le acompaña;

Y el indómito rey, que tanto puede,

Y cuando al centro de su corte llega

Generoso concede La gracia que se pide á su grandeza.

A restaurar se entrega Su vigor amenguado en la campaña.

Ovaciones, festejos y alegría Ofrecen á porfía

Cuéntase que al poder de hermosa ninfa. Que sale de la linfa.

S u s vasallos al rey afortunado.

Las hadas en la g r u t a se convocan;

Todo le brinda saludable calma,

Y que en aquel recinto concertadas

D e r r a m a n d o en su alma Un manantial de bienes encantado. Junto á Tehuantepec, en la llanura, Al pie de la espesura

Alegres y animadas Hechizan con su magia lo que locan. En la ciudad cercana se decía Que al despuntar el día

De añosos fresnos de r a m a j e umbrío,

O al ocultarse ef sol en Occidente,

E n t r e silvestre lecho de amapolas,

Todo el que ver su porvenir quisiera

Corren las breves olas De t r a s p a r e n t e y apacible río. Cubierta con magnífica enramada De flores, y alfombrada

A la g r u t a acudiera A interrogar á la veloz corriente. Y que nunca el oráculo divino Mintió al que con fe vino

Con blando césped, hállase una gruta

A escudriñar el porvenir oscuro.

A la m a r g e n del rio bullicioso,

Todos los que afanosos lo buscaron

E n cuyo sitio hermoso Bienestar inefable se disfruta. Allí forman los pájaros cantores Sus nidos con las flores

Fácilmente sondaron Las compactas tinieblas del f u t u r o . También Cosijoe/.a, altivo y fuerte, Quiso saber la suerte

Entretejidas de luciente g r a m a .

Que el destino inmutable le d e p a r a ;

S e aspira allí un ambiente delicado

V armado de la fe supersticiosa

De aromas impregnado Que e t e r n a m e n t e la salud d e r r a m a .

De su raza, á la hermosa Gruta á partir violento se p r e p a r a .

Reinando está la grata P r i m a v e r a ; Su apacible c a r r e r a

Es fama que las ninfas y las hadas Huyen de las miradas

Prosigue lento el m u r m u r a n t e r í o :

De quien medroso de ellas desconfía;

De inalterable calma se disfruta

Por eso si alguien á buscarlas llega,

En la encantada g r u t a Que envuelta se halla en el r a m a j e u m h r í o . I.á suave luz de la naciente a u r o r a El horizonte dora,

Alentando fe ciega. Privado debe estar de compañía. Un éxtasis sublime sorprendiólo Al encontrarse solo

i,as sombras de la noche'disipando.

El rey en aquel mágico recinto.

En las flores se ven líquidas perlas

Blando r u m o r se esparce en la enramada,

Que con ansia á beberías Acude el chuparrosa revolando. El trasparente azul del firmamento Se alumbra en tal momento

Que parece agitada En tal sazón por hechicero instinto. Música g r a t a , de ventura llena. Cadenciosa resuena.

A la luz de los astros tembladores.

De las aves los trinos semejando

Tenue arrebol en el Oriente asoma

Imprégnase la atmósfera de olores

Que la cercana loma Abrasa con sus ígneos resplandores. De la g r u t a en el fondo, adormecido Sobre el césped mullido.

Cuai si todas las llores Su pureza estuvieran exhalando. Vapor »útil elévase del rio Formaudo en el vacío.

Se encuentra el joven rey Cosijoeza.

Frente á la g r u t a , caprichosa nube.

Su horóscopo saber ambicionando

A veces se detiene en la llanura,

Llegó hasta allí, dejando En la ciudad su terrenal g r a n d e z a .

A veces á la altura Con rapidez en espirales sube.

Toma perfecta forma de repente, Y al resplandor ingente

La ninfa entonces llega al soberano, Y tomando la mano

Del sol que va á s u r g i r en lontananza,

Que éste sin resistencia le abandona,

Mirase que el vapor, ya condensado,

Así le dice con el blando acento

Una ninfa ha dejado Que sobre el agua cristalina avanza. Esbelta, leve, aérea, vaporosa. Cual la m u j e r hermosa

Con que s u s u r r a el viento Cuando en las verdes matas se aprisiona « ¡Feliz mortal, indómito caudillo; De tus g u e r r e r o s brillo

Que la mente soñando concibiera;

Y de tu patria formidable escudo;

Maravilla e n g e n d r a d a p o r el cielo.

A tí que eres el rayo en la batalla

De perfección modelo, Tal es la ninfa g r a t a y hechicera. Vertiendo luz, perfumes d e r r a m a n d o Va la ninfa avanzando

Que mata cuando estalla, Príncipe poderoso, te saludo! » Sintió Cosijoeza á tal acento Oe extraño sentimiento

Hasta que el fondo de la g r u t a pisa.

Horribles y á la vez gustosas penas.

Al joven rey acércase anhelante,

¿Qué dulce encanto aquella voz tenía

Y en tan sublime instante Cabal vigor le da con su sonrisa.

Desconocido filtro por sus v e n a s ?

Al volver del sopor Cosijoeza Detiene en la belleza

Que circular hacia

¿Qué inconcebible mezcla de delicia Y dolor le acaricia.

De aquel s é r misterioso la m i r a d a .

Su sér rápidamente trasformando?

Que sueña aún el joven se figura

Siente que la visión fascinadora

Y dilatar procura La ilusión de su mente acalorada

El bien en.su existencia d e r r a m a n d o .

Le atrae seductora,

¿ Q u é tienen de la ninfa las miradas Que en él están clavadas

« Habíame por piedad ; dime quién e r e s ; No más me desesperes ;

Despidiendo una luz desconocida?

Eseucha bondadosa mi reclamo

¿ Por qué siente en su pecho extraño fuego

Si ñ tanto tu poder supremo alcanza,

Que consume el sosiego Que disfrutó hasta entonces en la vida? Fijando con a r d o r Cosijoeza La vista en la belleza

Da vida á fhi esperanza. Porque rendido y ciego yo te amo.» Tal como la mujer enamorada Envuelve en su mirada

De la ninfa que el s é r le ha trastornado.

Llena de bien al h o m b r e á quien adora,

Dicele asi con débil é insegura

Y efluvios poderosos d e r r a m a n d o .

Voz, á la que procura Dar la expresión de su doliente estado: « Hada, ninfa, visión encantadora, Que en esta g r a t a hora

Más y más va hechizando Al mortal con su magia s e d u c t o r a ; Y al ver que con su encanto le fascina. Que alcanzará adivina

Me das el bien robáudome el sosiego,

F.I triunfo en el combate que sostiene,

¿ Q u é poder misterioso en li se a b r i g a ? . .

Y á vpoes sonriendo, á veces triste,

¡ A h ! por piedad mitiga El que en mi has encendido ardiente fuego «Sí, encanto d e mi vida, j o te adoro Y tu favor imploro.

En cautivar insiste A quien ya Amor encadenado t i e n e ; Así la hermosa ninfa, sonriendo. Su poder ejerciendo

Aunque sea tu a m o r un imposible.

Está en el rey altivo y valeroso.

^ o no sé si tu origen es divino,

Llamas de a m o r despiden sus pupilas

P e r o al verle adivino Que sin tí mi existencia será horrible.

Que tiernas é intranquilas Le ven, arrebatándole el reposo.

Compadecida al fin del sufrimiento Del joven, con acento Dulcísimo, que al príncipe embelesa; . Un bienestar inmenso d e r r a m a n d o En él, al ir hablando. Así de nuevo la visión se e x p r e s a : « No son, señor, las ninfas ni las hadas Que tienen encantadas

« Cedí al amor, y al e n c o n t r a r m e esclava Sentí que devoraba Todo mi s é r ' d e la pasión el fuego. Imploré de los dioses la ventura, Y hasta la azul altura Llegó por fin mi fervoroso r u e g o . « Los númenes propicios m e ampararon: P r i m e r o mitigaron

Las mansas ondas del cercano río.

De mi pasión el sufrimiento odioso;

Las que llegar me hicieron á tu lado:

Después en blanca nube me eiivolvieron

E s menos elevado Que el de los genios el origen mío. « Mortal soy como tú: de humana esencia Proviene mi existencia.

Y amantes me d i j e r o n : «Vas presto á ver á tu futuro esposo.» « En éxtasis divino sumergida Sentí que extraña vida

Que no obedece á mágico misterio.

Llena de bien de mí se apoderaba.

COYOLICALTZIN soy, la hija adorada

Rauda crucé campiñas deliciosas

De Ahuizotl, que impulsada Hacia tí, deja el mexicano imperio. « El valor indomable y la grandeza Del rey Cosijoeza Los ecos de la fama proclamaron; Y al llegar hasta mi tales r u m o r e s . Los más tiernos a m o r e s P o r ese rey en mi alma g e r m i n a r o n .

Y montañas fragosas Cuyo suelo mi pie j a m á s hollaba. « Y luego, caminando en el vacío, Llegué al cauce del río Que cerca de esta g r u t a corre inquieto. *« E n t r a allí, me dijeron con t e r n u r a , « Que allí de" tu ventura « E n c o n t r a r á s el cariñoso objeto.» VI

« P e n e t r é á este l u g a r , y enajenada Al verte, renovada Senti de a m o r la llama adormecida. Mis ojos en los tuyos se miraron, Y la esperanza hallaron Que en mi dolor consideré p e r d i d a . . .»

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