DEMOCRACIA, MONARQUIA Y DICTADURA: PARALELISMOS ENTRE ESPAÑA Y GRECIA A PRINCIPIOS DEL S. XX

DEMOCRACIA, MONARQUIA Y DICTADURA: PARALELISMOS ENTRE ESPAÑA Y GRECIA A PRINCIPIOS DEL S. XX Dra. AMOR LÓPEZ JIMENO1 Universidad de Valladolid, Españ

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DEMOCRACIA, MONARQUIA Y DICTADURA: PARALELISMOS ENTRE ESPAÑA Y GRECIA A PRINCIPIOS DEL S. XX

Dra. AMOR LÓPEZ JIMENO1 Universidad de Valladolid, España [email protected]

RESUMEN: A comienzos del S XX asistimos con demasiada frecuencia, tanto en España como en Grecia, a la ruptura del orden constitucional y de la democracia, para implantar dictaduras militares autoritarias, a veces de corte fascista, mientras por toda Europa se extienden los conflictos sociales, la crisis económica y otros factores que explican el auge de los fascismos. Tanto España como Grecia son países de la periferia de Europa, secularmente aislados, que al cambio de siglo se encuentras con monarquías tambaleantes, sociedades atrasadas, escasa industrialización y un ejercito demasiado protagonista en la política. Por estas y otras razones, presentan ciertos paralelismos, que analizamos en este trabajo. PALABRAS CLAVE: dictadura, golpes militares, historia contemporánea de España, historia contemporánea de Grecia. ABSTRACT: In the beginnings of the 20th century are spread throughout Europe many social conflicts that in some countries lead to military coups and the establishment of dictatorships. Spain and Greece, without connection between them, present however some similarities dues to their geographical position in Europe, their society, their late industrialization, financial and political system, among others factors, discussed in this paper. KEY WORDS: dictatorship, military coups, contemporary history of Spain, contemporary history of Greece.

El pasado siglo, uno de los más sangrientos de la historia, acabó con un panorama muy diferente a como comenzó. En Europa, a principios del siglo XX, predominan las monarquías y grandes Imperios (Ruso, Otomano, Británico, Alemán, Austro-Húngaro) extienden sus dominios por la mayor parte del mapa. La democracia –donde existe- es, en muchos casos, sólo nominal, y pronto entrará en crisis. Las dictaduras, respaldadas a menudo por monarcas que ven peligrar sus tronos y privilegios, se impondrán en algunos países de frágil tradición democrática, (Grecia, Portugal, España, Alemania, Italia), alimentadas por el creciente fascismo y con la siempre consabida excusa de salvar al país. Pronto, la Iª Guerra Mundial dará al traste con los grandes Imperios que habían dominado la política en los siglos anteriores, y cambiará radicalmente el mapa -geográfico y político- europeo.

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Agradezco a la historiadora y filóloga clásica Dª Pilar Paz Mañoso su ayuda y asesoramiento en cuestiones de la historia de España.

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Nacen países nuevos, cambian las fronteras, caen unos tronos y se crean otros… Pero el panorama resultante no será muy estable. En una Europa asolada por la guerra, el desempleo, los conflictos sociales, y la crisis económica (agravada por el desplome de la bolsa del 29) y el miedo a la extensión del comunismo, tras el triunfo de la revolución soviética del 17, favorecen que el militarismo se imponga a la sociedad civil, el fascismo se extienda por Europa, y la aparición de regímenes dictatoriales en algunos países. Grecia y España, independientemente, por su situación periférica en Europa, su atraso social y económico, su escasa industrialización y sus sociedades básicamente rurales, y un sistema político inestable, coincidirán históricamente en esta evolución, como veremos. El ejército, en ambos países, cobrará excesivo protagonismo en la vida política. Igualmente, en ambos países existía a comienzos de siglo Monarquía, con desigual arraigo (de larga tradición histórica en España, extranjera e impuesta en Grecia), pero, en lugar de garantizar la democracia y la cohesión del Estado, en ambos casos la propia corona fue causa de conflictos y ruptura social, llegando a apoyar la implantación de regímenes dictatoriales. En España, el Rey Alfonso XIII apoya la Dictadura militar del General Primo de Rivera en los años 20. En Grecia, los militares se levantan contra la monarquía (Movimiento de Gudí) obligando al rey Constantino I a abandonar el trono, aunque después Jorge II apoya el golpe de Metaxás. A diferencia de Grecia, inmersa en continuas guerras, primero contra el Imperio Otomano y después en las dos mundiales, España consiguió mantener su neutralidad en ambos conflictos globales. Pero los dos sufrirían sendas guerras civiles, la española, previa a la IIª Guerra Mundial, posterior, la griega.

LA EUROPA DE ENTREGUERRAS

Tras la Iª gran Guerra, Europa se ve sumida en una gravísima crisis económica y social. La caída de los grandes Imperios, con el consiguiente surgimiento de pequeños países de entre sus ruinas, alimentó en principio nuevas esperanzas que, unidas al creciente progreso técnico, se tradujeron en los llamados “felices años 20”. La sociedad civil reclamaba un mayor protagonismo político, y el triunfo de la Revolución popular que acabó con la cruel monarquía de los zares en Rusia, alimentó las expectativas del creciente proletariado, con la aparición de partidos comunistas y sindicatos obreros por todo el continente. Pero las antiguas clases privilegiadas y poderes fácticos temían el contagio, y tomarán sus medidas para evitar la explosión de revoluciones similares en el resto de Europa. Los conflictos sociales se manifestaban a menudo violentamente (en Asturias, en Barcelona), dando argumentos a las autoridades para reprimir las frecuentes manifestaciones y huelgas con el 2

beneplácito de una buena parte de la población. La incapacidad de la clase política tradicional en solucionar la grave situación socioeconómica así como la popularidad del ejercito en ambos países, favorecía la salida de las crisis “manu militare”. Tanto los griegos como los españoles desconfiaban de su clase política y veían con hastío sus luchas por el poder, que no eran sino luchas por mantener o repartirse sus privilegios, ajenos a las preocupaciones y la pobreza de la masa popular. En ambos países, el ejército tenía una función más allá de la meramente constitucional, como garante de las relaciones entre unas instituciones y otras. Por otra parte, la soberanía tradicional de la monarquía (especialmente arraigada en España, a diferencia de Grecia) se había perdido en favor de la soberanía del pueblo, expresada a través de partidos políticos, pero la Corona no supo, o no quiso, avenirse a su nuevo papel meramente representativo. Por el contrario, el Rey pretendía seguir gobernando de facto, por lo que favoreció la implantación de la dictadura, como su propio brazo ejecutor. Los partidos políticos tradicionales en España (liberal y conservador), por su parte, estaban anclados en el Régimen anterior, ajenos a los nuevos tiempos y las nuevas exigencias populares, por lo que nacen partidos nuevos (socialistas, comunistas, nacionalistas), para intentar satisfacer las necesidades de una sociedad moderna, siguiendo el modelo del resto de partidos europeos. Pese a sus expectativas de incorporar a España al resto de Europa, el curso de los acontecimientos la llevaría por otros derroteros, y, muy al contrario, vería ahondado su aislamiento del resto del continente durante la mayor parte del siglo XX.

ESPAÑA A FINALES DEL SIGLO XIX.

España comienza el nuevo siglo traumatizada por la derrota en la guerra de 1898 que le supuso la pérdida de su Imperio de ultramar2. Poco después, sufrirá una nueva derrota militar en el norte de África: el ejército no vive, pues, su mejor momento. Los partidos políticos, por su parte, nunca gozaron de demasiado arraigo entre la población, que los veía turnarse en el gobierno y repartir prebendas entre sus partidarios, sin dar solución a los graves problemas del país, y la más alta Institución del Estado, la Monarquía no había cesado en los últimos siglos de causar problemas, pero especialmente, en las postrimerías del S XIX. El nefasto reinado de Fernando VII (1814-1833) significó el retorno al absolutismo, alejando a España de las corrientes liberales que recorrían el resto de Europa, seguido del igualmente nefasto reinado de su hija, Isabel II (1833–1868), cuyo derecho al trono fue contestado por su tío Carlos, abocando al país a sucesivas guerras (“carlistas”). Frente al sector más conservador, encarnado por éstos, la Monarquía tuvo que dar un giro hacia el libera-

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Cuba y Filipinas, que eran las últimas colonias.

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lismo, respaldada básicamente por el ejército. Pero la falta de apoyo social del régimen y la impopularidad de la propia Reina acabarían obligándola a dejar el trono en manos de su hijo, Alfonso XII, y marchar al exilio, tras la revolución (llamada “gloriosa”) de 1868. Los vaivenes de la política finisecular, en el periodo de la Restauración3 con sucesivas abdicaciones y exilios / restauraciones monárquicas, no harían sino ahondar la decadencia general del país. El desastre del 98 sólo fue la puntilla. La temprana muerte del joven rey (1885), y el nacimiento póstumo de su heredero, Alfonso XIII, impusieron un nuevo periodo de Regencia4. Pese a los vaivenes, el modelo monárquico no llegaba a ponerse en duda, pues la breve experiencia de la Iª República (1873-1874), tras la abdicación del efímero Amadeo de Saboya (1870-1873), tampoco había resultado satisfactoria y había acabado con el golpe militar del general Pavía5. La institución monárquica, pese a los desastrosos monarcas que nos tocaron en suerte, tenía en España una larga tradición, a diferencia de Grecia, donde fue una fórmula acordada por potencias extranjeras. Por eso, a pesar de los pésimos reyes y reinas que ocuparon el trono español, la institución no se discutía y una y otra vez se les devolvía la corona. El resultado de la Restauración de los Borbones fue empezar el siglo XX con un panorama de creciente fragmentación social, descomposición política, crisis económica galopante, resultado, entre otras cosas, de las sucesivas guerras y la pérdida de la rica Cuba. Cánovas, líder del partido Conservador y principal artífice de la Restauración, llegó a la conclusión de que la única solución a la agitada política española del XIX, salpicada de pronunciamientos y revoluciones6, era alternarse en el gobierno los dos principales partidos nacionales y dinásticos7: el Conservador y el Liberal (liderado por Práxedes Mateo Sagasta). Ambos partidos se turnaron en el poder, lo que permitió un periodo de estabilidad, aunque se basara en un sistema no democrático8, pues el Parlamento carecía de poder verdadero y el arraigado caciquismo9 y el pacto entre los dos grandes partidos convertían las elecciones en una pantomima. La misma Constitución de 1876 devolvió la soberanía a "las Cortes con el

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Se denomina así a los 50 años que abarcan desde la restauración de los Borbones en 1874 hasta el golpe de Primo en 1923. 4 También Isabel II alcanzó el trono a muy corta edad, bajo regencia de su madre, Mª Cristina (1885-1901). Fue declarada mayor de edad a los 13 años. 5 El primer intento republicano en España fue un fracaso. En apenas 11 meses se sucedieron cuatro presidentes hasta el golpe de Estado del general Pavía. En medio de una profunda inestabilidad política y social, el periodo estuvo marcado por la violencia y tres guerras civiles simultáneas: la Tercera Carlista, la sublevación cantonal en la península y la Guerra de los Diez Años en Cuba. 6 Durante el siglo XIX hubo unos 200 pronunciamientos militares o intentos de golpes de estado, que derrocaron sendos gobiernos, varios reyes –por diversas razones- abandonaron el trono, reinaron 2 reyes extranjeros hubo una República, 5 constituciones, 3 guerras civiles, otras en Cuba y Filipinas… 7 Así se dejaba fuera a las minorías carlista y republicana. 8 En un sistema verdaderamente democrático, el partido que gana las elecciones forma el gobierno, pero en el sistema de la Restauración, era el Rey quien lo nombraba, las elecciones se convocaban a posteriori, como una especie de moción de confianza a dicho gobierno. 9 El caciquismo fue la infraestructura social que permitió el falseamiento del voto en las zonas rurales, que concentraban la mayor parte de la población.

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Rey"10. La sociedad española del XIX tenía aún una clara estructura piramidal, con el rey en la cúspide, seguido de dos poderosos estamentos: el clero y la nobleza11. Paralelamente, los partidos políticos no eran partidos “modernos”, populares, con una base social, como en una verdadera democracia representativa, sino partidos de notables, es decir, los respectivos líderes con su clientela12. Durante el último ¼ del siglo XIX, Cánovas y Sagasta fueron los líderes indiscutibles de sus respectivos partidos, y durante 25 años se turnaron en el gobierno, pero a su muerte se sucedieron las divisiones internas entre las diversas facciones. A causa del falseamiento del voto13, los radicales progresistas no tenían posibilidad alguna de formar gobierno. La oposición recurre, pues, frecuentemente al pronunciamiento Militar contra el gobierno de turno, lo que confiere de un inusitado poder al ejército español14. Cánovas, con el sistema de alternancia en el gobierno, intentó acabar con el militarismo que marcó la vida política a lo largo del siglo y entregar el gobierno a la sociedad civil. Este “civilismo” de la Restauración sobrevivió hasta 1898. Pero el sistema ideado por Cánovas se quebraría con el nacimiento de nuevos movimientos sociales: el anarquismo y el socialismo. A diferencia de la revolución liberal del 1868, el sistema no integrará estos movimientos revolucionarios. El terrorismo anarquista y la agitación social comprometen la débil estabilidad del sistema, y el 8 de agosto 1897 se produce uno más de los muchos magnicidios que sacudieron a España, el asesinato de Cánovas del Castillo. Los atentados anarquistas afectaron no sólo a reyes y autoridades15, sino también al pueblo. El atentado del Liceo (7 de noviembre de 1893) y de la Procesión del Corpus16 (1896), y la llamada “semana trágica”17, todo ello

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Frente a la primera Constitución española, de 1812 (la famosa “Pepa”) refrendada en Cádiz, que ya había reconocido la soberanía popular. 11 Una de las diferencias más marcadas entre ambos países es la ausencia de aristocracia en Grecia, mientras que en España constituye no solo una clase social privilegiada sino un estamento de poder. Se calcula que la nobleza poseía más del 50% de las tierras cultivables y además controlaba el ejército. 12 El clientelismo es una de las características que comparten España y Grecia, al margen de otros países europeos, y que ha lastrado la política de estos países durante todo el siglo XX. Aunque los republicanos del Partido Liberal lo denunciaron, no lo erradicaron de sus propias filas. 13 Durante la restauración, las elecciones fueron sistemáticamente amañadas desde el poder. Se manipulaba burdamente el censo electoral, resucitando muertos, eliminando vivos; presionando a los electores, desplazando los colegios electorales, a lo que había que añadir el pucherazo en las urnas, falseamiento de actas, entre otros fraudes. 14 son militares progresistas los que habitualmente se “pronuncian”. 15 Tras el asesinato Cánovas y los intentos de regicidio, también el Presidente del Gobierno, Antonio Maura sufrió un atentado anarquista el 12 de abril de 1904 en Barcelona, del que salió prácticamente ileso. En 1910, Maura sufrió otro atentado. Otros jefes de Gobierno cayeron también asesinado: José Canalejas el 12 de noviembre de 1912, en Madrid, y Eduardo Dato el 8 de marzo de 1921. 16 Durante la tradicional procesión del Corpus Christi, el 7 de junio 1896, un anarquista lanzó una bomba desde una ventana ocasionando 12 muertos y 44 heridos. 17 Entre el 25 de julio y el 1 de agosto de 1909 en Barcelona estalló la revolución contra la movilización de reservistas para la guerra de Marruecos. Los revolucionarios, socialistas, radicales y anarquistas, levantaron barricadas, declararon la huelga general revolucionaria y quemaron conventos, iglesias y cuarteles de la guardia civil, obligando al Gobierno a decretar el “estado de guerra”.

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en Barcelona, asi como el intento de regicidio contra Alfonso XIII18 el día de su boda, en Madrid, causaron muchas víctimas inocentes. Por desgracia, la respuesta de las organizaciones anarquistas frente a los abusos empresariales no fue sólo la huelga, ni frente al gobierno la acción política, sino que justificó la “acción directa” como método para conseguir sus objetivos. El siglo concluye, como hemos dicho, con la Catástrofe del 98, que servirá de convulsivo para la sociedad española y sobre todo la intelectualidad.

ESPAÑA A COMIENZOS DEL SIGLO XX

Así está España al cambio de siglo: azotada por sucesos sangrientos y la inestabilidad política, que impiden el desarrollo económico. La población, mayoritariamente rural, vive sumida en la pobreza. La implantación de una incipiente industria, sobre todo en Cataluña, viene acompañada del nacimiento de una nueva clase social: el proletariado. A la pérdida definitiva del antaño inmenso Imperio español en 1898 se suma un nuevo desastre militar en 1921, en el Annual (actual Marruecos), en el que murieron casi 10.000 soldados españoles, que mina la moral del ejército. Afortunadamente, España no entró en liza en la Iª Guerra Mundial, lo que permitió una cierta bonanza económica, pero los beneficios de la neutralidad acabaron con la contienda19, y la difícil situación económica se traducía en constante conflictividad social, y a menudo violencia urbana. La crisis generalizada y de la institución monárquica propiciaron el retorno a una práctica frecuente en el XIX: el pronunciamiento militar.

LA DICTADURA DE PRIMO

El 13 de septiembre de 1923 el Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de Rivera (18701930) se subleva contra el gobierno liberal de García Prieto, declarando el estado de guerra. Suspendio la Constitución de 1876, disolvió las Cortes y estableció un Directorio militar, bajo su presidencia. Colocó militares en los principales cargos de la administración y el gobierno, instaurando una Dictadura militar para, cómo no, salvar a la patria de “los profesionales de la política”. Contó con el respaldo del ejército, la burguesía catalana y los terratenientes andaluces, y la escasa oposición a su 18

También su padre, Alfonso XII había sufrido un atentado anarquista fallido el 25 de octubre de 1878, en Madrid, y de nuevo el 30 de diciembre de 1879. 19 Durante la misma aumentaron las exportaciones españolas a los países combatientes, pero a costa del desabastecimiento interno y el alza de los precios, sin poder atraer inversiones, por lo que las condiciones económicas de buena parte de la población no mejoraron. El fin de la guerra acabó también con las exportaciones.

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golpe (republicanos y sindicatos obreros), fue rápidamente acallada mediante la censura y la represión. El gobierno legítimo requirió al Rey la destitución inmediata de los generales sublevados (Sanjurjo y el propio Primo de Rivera), y la convocatoria de Cortes Generales, pero Alfonso XIII, en lugar de eso, respaldó a los golpistas y encargó a Primo formar gobierno. Primo, miembro de una dinastía de militares de tradición liberal, pensaba en la dictadura como una solución puntual ante los graves problemas de la nación, sin pretender instaurar un nuevo régimen, pero después se constituyó en Ministro único, apoyado en el mismo aparato de poder del Régimen anterior (la Restauración): la oligarquía de terratenientes e industriales. Su golpe puso fin a la Restauración, su sistema de turnos y el alejamiento de los militares de la escena política que había establecido Cánovas. Poco después, en la vecina Portugal, el golpe general Gomes de Costa en mayo de 1926 derribó la República, iniciada en 1910, e inplantó una dictadura militar. A los pocos meses el general Carmona se hace con el poder y siendo elegido, en 1928, presidente de la República. Ante la dramática situación económica del pais, nombra Ministro de Hacienda al prestigioso catedrático de Economía de la Universidad de Coimbra, Antonio de Oliveira Salazar. En poco tiempo logró, mediante una política económica muy conservadora y de ahorro, estabilizar la moneda, reducir el déficit y recuperar la confianza internacional. A la vista del éxito, se erigió en Dictador y ejerció como primer ministro de 1932 a 1969. Los partidos políticos fueron prohibidos y estableció un régimen de partido único (la Unión Nacional) basado en el gremialismo o corporativismo. En octubre de 1936, Salazar rompe relaciones con la IIª República española y apoya a Franco, con el que en 1942 firmaría el “Pacto Ibérico”.

PARALELISMOS Y DIFERENCIAS CON GRECIA.

La Iª República griega, nacida con la independencia (1821-28) resultó también un fracaso, como la española, pero en este caso por otros motivos, entre los cuales cabe destacar la ausencia de una clase política y de organizaciones propias de una sociedad civil desarrollada. Las instituciones del Estado fueron creadas a imagen y semejanza de las occidentales, fruto de una evolución histórica completamente diferente a la griega. Uno de los puntos (negros) en común de la política griega y española en los siglos XIX y XX es el recurso al magnicidio, siendo asesinado el primer Presidente de la República, Ioannis Kapodistrias. Con él desapareció el propio régimen, pues, ante la incapacidad de los políticos griegos en llegar a acuerdos entre ellos en aras delinteres nacional, las potencias tutelares decidieron intervenir, imponiendo un régimen monárquico. Así nació el Reino de Grecia, que perduró hasta 1974, con va7

rios paréntesis. Dicha monarquía no tenia, pues, ninguna tradición inmediata en la historia del país, y los candidatos a ocupar el trono griego eran todos extranjeros, sin relación alguna con su nuevo país. El elegido, Otón I (1832-1862) era menor de edad y en sus tres primeros años de reinado gobernó un Consejo de Regentes bávaros, fuerte y lógicamente rechazado por sus súbditos. Otón implantó en Grecia una monarquía de corte absolutista, al margen de las corrientes que se iban imponiendo en la Europa occidental. Grecia y España coinciden, por tanto, en el papel de la monarquía, que en lugar de ser una institución que confiriera unidad y cohesión en sus respectivos Estados, además de garantizar los derechos constitucionales de los ciudadanos, se convertirá en fuente de problemas, guerras, y rechazo popular. También comparten el protagonismo de sus respectivos ejércitos. En Grecia, era muy respetado por su papel en la independencia20, y pronto interviene en la vida política, reclamando la sustitución de los bávaros en el gobierno, y una Constitución, que el rey alemán eludía. El “Movimiento del 3 de septiembre” (de 1843) y una nueva rebelión en marzo del 44 obligaron al rey a ceder. Otro punto en común entre ambos países era la injerencia real en la política, y la consiguiente división social en dos facciones irreconciliables: los conservadores, monárquicos, y los antimonárquicos, que eran liberales y republicanos, entre los que se incluían muchos oficiales del ejército. También en Grecia, como en España, las asonadas militares liberales obligaron al rey a abandonar el trono y marchar al exilio21. La experiencia monárquica en Grecia será aún más negativa que en España, pero como aquí, de momento no se pone en solfa el modelo de Estado, de modo que las potencias tutelares buscan otro rey e instauran una nueva dinastía, igualmente ajena al país. El nuevo rey, Guillermo de Dinamarca, que reinó como Jorge I (1863-1913), al menos intentó acercarse a su nuevo pueblo y modernizar el país. Su reinado sería el único relativamente estable en la historia de la monarquía en Grecia. Pero también cayó asesinado, en 1913. La monarquía griega tampoco era constitucional22, y todos sus reyes cayeron en la tentación de gobernar de hecho e intervenir en la política, creando divisiones en la sociedad entre sus partidarios y sus opositores, escisión más radicalizada en Grecia que en España. Tampoco faltó en Grecia el “ruido de sables”. En 1909 el movimiento revolucionario de “Gudí” arrancó algunas medidas al Rey, como la reorganización del Ejército y la Marina, apartando

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Era aún un ejército miliciano, formado por líderes guerrilleros, vistos como héroes por el pueblo, lo que justifica su enorme ascendiente en la sociedad y su capacidad de presión. 21 El 11 de octubre de 1862 los revolucionarios ponen fin a la monarquía de Otón, que regresa a su Baviera natal. 22 En la Constitución finalmente otorgada por Otón se estableció un régimen bicameral, con una Asamblea popular electa + un Consejo directamente nombrado por el rey. La soberanía, pues, era compartida entre el monarca y el pueblo.

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a los príncipes de los mandos , además de reformas económicas, en la Administración y la Educación. La sucesión de gobiernos, alternados con dictaduras, será una constante de la historia reciente de Grecia. Aunque alli no existía una aristocracia terrateniente ni, por tanto, el caciquismo como en España, sí se impuso el clientelismo en el sistema de partidos, lo que lastrará la vida política hasta hoy mismo. Al igual que en España, un desastre militar, el del Asia Menor (1922) pondrá fin al efímero sueño expansionista griego. Las sucesivas guerras, las disputas de los políticos, el choque frontal entre el Rey y el jefe del Gobierno, la penosa y deficitaria economía, desembocan sin remedio en pronunciamientos militares y dictaduras, con el derrocamiento del rey de turno y su posterior reposición en el trono24. Para empeorar las cosas, Grecia se vio inmersa, tras las Guerras Balcánicas, en la Iª Guerra Mundial. El país se dividió por la postura a adoptar ante el conflicto, hasta llegar a una auténtica escisión del país (agosto de 1916) con Venizelos y su gobierno en Tesalónica, que entra en guerra al lado de la Entente y Constantino y sus partidarios en la corte de Atenas. La situación era insostenible y el rey se ve presionado a marchar al exilio, dejando la corona a su segundo hijo, Alejandro25. La victoria en la guerra, con sus consiguientes compensaciones territoriales, no traería, sin embargo, ni estabilidad política, ni prosperidad económica. El país seguía lastrado por una economía deficitaria, basada casi exclusivamente en la escasa producción agrícola y el comercio marítimo, sin ningún tejido industrial. Y para agravar las cosas, apenas finalizada la contienda, y con la euforia de la reciente victoria, se embarcó en una nueva guerra con Turquía (1919-1922), con el apoyo entusiasta del repuesto rey Constantino y sin atender a las advertencias del Jefe del Estado Mayor, Metaxás sobre las dificultades de sostener la frontera oriental en el interior de Anatolia, donde los griegos siempre serían minoría. Los hechos le darán la razón, y el desastre del ejército griego en Asia Menor en 1922 pone brusco fin a su larga serie de victorias y al sueño griego de recuperar su Imperio, pero además, la avalancha de refugiados minorasiáticos colapsará la ya maltrecha economía del país. La vertiginosa sucesión de gobiernos, incapaces de solucionar los numerosos problemas y la pésima situación interna allana, como en España, el camino hacia la dictadura militar, aunque aquí arrastran a la monarquía, a la que culpan del desastre. El venizelista general Plastiras y Gonatás, al mando de las tropas en retirada de Anatolia, derrocan a Constantino I (septiembre de 1922), que

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sus hijos Constantino, Andrés y Nicolás que, por sus orígenes extranjeros y lazos familiares con potencias enemigas no inspiraban confianza. El heredero, Constantino, era su Comandante en jefe, lo cual creaba un conflicto en la cadena de mando y amenazaba con una autentica sedición. 24 Constantino I, por ejemplo, reinará en dos periodos (1913-1917 y 1920-1922) y su hijo Jorge II en tres (1922-1924, 1935-1941, 1946-1947)... 25 los aliados vetaron al primogénito, Jorge, por sus simpatías pro-germanas.

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muere poco después. El reinado de su sucesor, Jorge II, será aún más problemático e inestable, interrumpido en dos ocasiones por el exilio, salpicado por la dictadura, las disputas políticas y finalmente, la ocupación extranjera y la IIª Guerra mundial. Ya en su primer reinado tuvo que aceptar la imposición de un Comité Revolucionario al mando del general Plastiras, aunque esa dictadura sobreviva pocos meses (1922-23). Pero una parte de la sociedad e incluso del ejército, traumatizados por la derrota del 22 no se conformaba con la abdicación, sino que quería la supresión de la monarquía. En julio del 23 se formó la Liga Militar Antimonárquica. Los monárquicos reaccionaron, y a finales de año, Metaxás, con apoyo del rey Jorge II, intenta un contragolpe militar, que fracasó26 y provoca, a su vez, la réplica de Plastiras: Venizelos, ganador de las elecciones de diciembre de 1923, regresa del exilio. La vida política sigue presidida por la inestabilidad, las disputas entre monárquicos y republicanos, la brevedad de los gobiernos de uno y otro signo, continuos golpes militares y dictaduras. En marzo de 1924, se proclama la IIª República.

GRECIA EN EL PERIODO DE ENTREGUERRAS: LA IIª REPÚBLICA (1924-1935). DICTADURAS DE PÁNGALOS (1925-26) Y METAXÁS (1936-42)

Pero la República tampoco solucionará los múltiples problemas sociales, políticos y económicos. Los gobiernos se suceden, entre levantamientos y dictaduras. El caos era tal que los militares se vieron obligados a acudir al rescate: el líder de la Liga de Oficiales Republicanos, Teodoros Pángalos, da un golpe de estado el 25 de julio de 1925 e instaura una dictadura inspirada en el modelo italiano de Mussolini, y similar en algunos aspectos a la española de Primo. Pese a las promesas iniciales de una nueva Constitución (que nunca llegó), de eliminar la corrupción, la ineficacia y el enchufismo de la Administración, de acabar con la lucha de partidos y de impulsar la penosa economía, el dictador, autonombrado Jefe del Ejecutivo y Ministro de Guerra, sometió al país a una férrea dictadura, acallando a los disidentes con la censura de prensa, e incluso el destierro. Poco después, asume los cargos de Presidente de la República y del Gobierno a la vez. La contestación y las revueltas sociales se extienden en la calle y un contragolpe del Coronel Kondilis provoca su caída en agosto de 1926. Sigue un breve periodo de estabilidad y recuperación económica con el nuevo gobierno de Venizelos (1928-32), pero el Crack de 1929 interrumpió con los préstamos extranjeros, imprescindibles para el país, el flujo de capitales de los emigrantes y la exigua exportación. Con el

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Metaxás y el Rey huyen al extranjero, aunque éste no abdica formalmente.

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colapso económico, la siempre frágil democracia griega peligra de nuevo, dejando vía libre a la dictadura. Plastiras intentó un nuevo golpe en el 33, que fracasó, y Venizelos en 1935 quiso imponer el estado de excepción, suspendiendo incluso el funcionamiento de la Asamblea, y asumir todos los poderes en su persona, pero se topó con la negativa de su aliado Plastiras. Pese al fracaso de ambas intentoneas, Plastiras siguió convencido de que la dictadura era la única solución par la caótica situacion de Grecia27. El fracaso de la IIª República propició la recuperación de los monárquicos. Tras 23 cambios de gobierno, 13 golpes de estado y una dictadura, en octubre de 1935 el General Papagos restauró la Monarquía mediante otro golpe, devolviendo la corona a Jorge II. En abril del 36 el Rey nombró al 28

monárquico general Ioannis Metaxás , Jefe de Gobierno. La Asamblea, sumisa, le dio su confianza y aprobó su propia disolución29. Con la sanción real, Metaxás, suspendió la Constitución y el 4 de agosto de 1936 impuso una dictadura de corte fascista, que aspiraba a fundar la “Tercera Civilización Helénica”, a imitación del Tercer Reich. El rey Jorge refrendó gustoso el golpe, como antes había hecho Alfonso XIII en España, firmando los decretos que disolvían el Parlamento, suprimían la Constitución y prohibían los partidos y las huelgas. Poco antes, el 18 de julio, también en España se había producido una sublevacion militar contra el Gobierno de la República, que desencadenó la guerra civil. Metaxás adoptó el unipartidismo y persiguió a comunistas e izquierdistas en general. Como suelen hacer los dictadores, adoptó medidas populistas con mejoras laborales para obreros, campesinos y militares, que, sin embargo, no eclipsaban los arrestos, torturas y deportaciones de cientos de ciudadanos, ni la férrea censura de prensa que asfixiaba al pueblo. Sus logros fueron escasos, apenas cabe destacar la cancelación de las deudas de los campesinos, y su resistencia frente al ultimátum de su (hasta entonces) amigo Mussolini. Pero no pudo impedir la invasión italiana (1941). A diferencia de España, que consiguió mantenerse al margen de las dos guerras mundiales, Grecia se vio inmersa en la nueva contienda. Durante la ocupación italiana y después nazi (1941-44), mientras las tropas griegas resistían a duras penas el empuje del ejército nazi, Plastiras, exiliado en la Costa Azul, defendió, sorprendentemente, la formación de un Gobierno colaboracionista en Grecia, como el de Vichy: “Πρέπει νά γίνη 27

«Θα ήτο ευχής έργον εάν ήτο δυνατόν νά πραγµατοποιηθή η ιδέα αυτή, διότι προσωπικώς πιστεύω ότι µόνο µιά ηθική καί αφατρίαστος δικτατορία, είναι δυνατόν νά σώση τή χώρα από πλήρη αποσύνθεση, πού οδηγεί ακατασχέτως, ο άθλιος καί ταπεινός ανταγωνισµός τών πολιτικών παρατάξεων» 28 1871-1941. Había estudiado en Prusia, de donde arranca su germanofilia. Destacó en las guerras Balcánicas (1912-13). Convencido monárquico, apoyó a Constantino frente a Venizelos. Dio un golpe en 1922 para restaurar la monarquía, sin éxito. 29 No volvería a constituirse hasta después de la IIª Guerra Mundial.

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Κυβέρνηση φιλογερµανική γιά νά καταστήσωµεν ολιγώτερον οδυνηράν τήν ήτταν. Αυτό πρέπει νά γίνη καί εάν ακόµη θά ηξεύραµε ότι ο πόλεµος θά ετελείωνε καί µετά τινας µόνο µήνας µέ τελείαν ήτταν τού Άξονος (όπερ απίθανον)”30. Más sorprendente es que, tras la Guerra, Plastiras fuera dos veces Primer ministro, hasta que la publicación de una carta escrita en 1941 al entonces embajador ante el gobierno de Vichy, P.Metaxás, en la que quedaban en evidencia estas ideas, lo obligó a dimitir31. Pero entre 1951-1952 presidió otra vez el ejecutivo.

LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA.

Primo, como tantos militares que saltan a la política, en todo el mundo, aborrecía el sistema de partidos, y su ideario político se reducía al código castrense: “patria, religión y monarquía”32. Incorporó a las ideas del Regeneracionismo post-98 el fascismo de su admirado Mussolini. Como todos los golpistas, acabó con el ineficaz y corrupto sistema parlamentario, pero en el caso español, había varios problemas añadidos, ausentes en Grecia, que la dictadura quiso erradicar: las tendencias separatistas de algunas regiones, los atentados y el clima de inseguridad pública, y finalmente, la espinosa cuestión marroquí. Normalmente, cuando se produce un golpe de estas características, previamente hay un deterioro de la situación social de un país, y una parte de la población que prefiere el recurso a la “mano dura” con tal de acabar con la inseguridad en las calles y la corrupción en las esferas del poder. Así sucedió tanto en Grecia como en la España de entreguerras. Si los políticos hubieran solucionado los problemas y los reyes hubieran cumplido sus funciones, tal vez se habría mantenido el sistema parlamentario y la democracia constitucional. Pero ambos países carecían de una verdadera tradición democrática, y sus sociedades, rurales, poco desarrolladas, sin una verdadera burguesía urbana (salvo en Cataluña) con un protagonismo excesivo del ejército, asistían a los acontecimientos como meros espectadores, cuando no apoyaban directamente la solución militar. En España, por ejemplo, la oligarquía de terratenientes e industriales, el ejército, la Iglesia e incluso parte de las clases medias y proletarias aprobaban el levantamiento de Primo, que incluso integró en su gobierno al socialista Largo Caballero. Los únicos que se opusieron fueron anarquistas y comunistas, que fueron ilegalizados. Como en Grecia, al rey le interesaba la dictadura, pues así podían, tanto aquí como allí, ejercer el poder sin las cortapisas del sistema parlamentario. En el caso de España, el rey confiaba, con la dictadura, recuperar los privilegios reales del Antiguo Régimen absolutista. Ni el sistema de la Restauración, ni el liberalismo, ni el regeneracionismo habían llegado a cuajar en un 30

carta de junio del 36 a un amigo publicada en Ανεξαρτητος 29-06-1936. En otra carta enviada desde Francia a su amigo Κ. Piromaglu del 21-4-1941, y hallada tras su muerte, publicada en Καθηµερινη 14-9-1997, repetía la misma idea. 31 ΠΑΠΑΚΩΝΣΤΑΝΤΙΝΟΥ Θ.. Η µαχη της Ελλαδος 1940-1941 p. 468. 32 Cfr. con el “πατρίς, θρησκεία και οικογένεια” de Metaxás.

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país lastrado por el retraso social y económico, las disputas entre partidos, que hacían imposible la estabilidad de cualquier gobierno, el caciquismo y el clientelismo y la corrupción generalizada. Estos factores, entre otros, y la ausencia de una amplia y fuerte burguesía, explican en triunfo de la solución militar en muchos momentos de la historia española. Características aplicables también a Grecia. A las que hay que añadir la creciente violencia del movimiento obrero que justificaba, para gran parte de la población, la represión y el recurso a la fuerza como única manera de mantener la paz social. Los frecuentes atentados contra industriales, dirigentes políticos e incluso reyes crearon un clima de inseguridad y miedo a la revolución del proletariado que allanó el camino de los militares al poder. La sociedad española, como la griega, era mayoritariamente rural, y estaba poco organizada, aunque en España, a diferencia de Grecia, la propiedad de la tierra estaba en gran parte en manos de terratenientes, que controlaban la vida de los campesinos gracias al sistema caciquil. La escasa industrialización es otro de los factores que propició las dictaduras que se extiende por Europa en el periodo de entreguerras. Efectivamente, los regímenes dictatoriales de entreguerras triunfaron en países de industrialización tardía: la propia España, Italia, Alemania, Japón, Grecia y otros países Balcánicos33. Otro de los factores que influyeron en el advenimiento de la dictadura en España fue el creciente auge del nacionalismo, que, a ojos de los militares, amenazaba la unidad territorial de la nación. Para evitar tentaciones separatistas, Primo suprimió en 1925, la Mancomunidad34 de Cataluña.

LA INFLUENCIA DEL FASCISMO ITALIANO.

Las dictaduras españolas (primoriverista) y griegas (Plastiras y Metaxás) no son fenómenos independientes, como podemos deducir, sino que se enmarcan en la tendencia generalizada en la Europa de entreguerras, donde peligra la democracia, salvo en países como Gran Bretaña, con mayor 33

En Hungría, el almirante Horthy estableció en 1920 una dictadura contrarrevolucionaria y antisemita que duró 24 años; en Yugoslavia la violencia entre serbios y croatas llevó al rey Alejandro I a proclamar la dictadura en 1928; en Polonia, el mariscal Pilsudski (1867-1935), héroe de la independencia y de la guerra contra la Rusia soviética, acabó en mayo de 1926 con la joven República; En Bulgaria, el zar Boris III, impuso en enero de 1935 una dictadura real, tras una larga etapa de disturbios y tensiones políticas; en Alemania, Hitler sube al poder en 1933; en Austria el canciller E. Dollfuss (1892-1934), se acerca a Mussolini y en 1934, tras suspender el Parlamento, limitar las libertades democráticas y prohibir el partido nazi, impuso una dictadura católica y corporativa. En febrero de 1938, el rey Carol II de Rumanía, ante el aumento del fascismo y la creciente polarización del país, suspendió la Constitución, suprimió los partidos políticos, formó un gobierno de concentración nacional presidido por el Patriarca de la Iglesia ortodoxa, e impuso un régimen autoritario y antidemocrático, con un parlamento corporativo y un electorado restringido. La naturaleza, duración y resultados de todas estas dictaduras fueron tan dispares como sus países y sus orígenes. 34 Creada por el gobierno de Eduardo Dato en 1914 por la unión administrativa de las cuatro diputaciones provinciales.

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tradición liberal y una monarquía parlamentaria que actúa como nexo de unión entre los diversos componentes de su Imperio, o en Francia, que había eliminado la monarquía. Pero se trata casi de una excepción: en Alemania se funda el Partido nacional socialista, que pronto alcanza el poder, aupado por las masas descontentas con la penosa situación económica35 y el desempleo galopante; en la Unión Soviética36, la dictadura del proletariado se convertirá en una de las más crueles dictaduras de toda la historia, la de Stalin; en la Europa del sur (Portugal, Italia, España y Grecia), además de Polonia, se imponen dictaduras fascistas37. Primo de Rivera copió el modelo organizativo del estado fascista creado por El Duce, basado en la familia, el municipio y las organizaciones profesionales, y le copió el corporativismo. Primo llegó a encontrarse con Benito Mussolini38 a quien definió como “apóstol contra la anarquía y la corrupción política”. Igualmente, Metaxás se inspira en el fascismo italiano: cultiva el culto a la personalidad, presentándose a su pueblo como el “padre de la Nación”, e incluso imita la parafernalia estética de las huestes fascistas italianas y alemanas, con vistosos desfiles militares en la fiesta nacional. En España, además, hay que tener presente el descontento del ejército, y de la población en general, por el curso de la guerra en Marruecos, que ya duraba demasiado, y estaba agotando los recursos del país. En efecto, España llevaba casi dos décadas (1909-1927) embarcada en una guerra colonial que desangraba al país económica y humanamente. El desencadenante de la “Semana trágica” barcelonesa fue la movilización de reservistas, muchos de ellos trabajadores de las fábricas, con familias a su cargo, que no tenían dinero para librarse de ir al frente. Pero es que además, los resultados de la guerra eran negativos para el ejército español. Tras la traumática pérdida de las últimas colonias de ultramar en 1898, las tropas necesitaban una victoria para recuperar la moral. Pero en lugar de eso, en julio de 1921 sufrieron una clamorosa derrota en Annual, en la que murieron más de 10.000 soldados y otros 4.000 cayeron prisioneros. El “desastre de Annual” fue la estocada final al prestigio del ejército español. Se creó una Comisión parlamentaria para purgar responsabilidades, que expedientó a varios mandos militares, llegando a salpicar al 35

Consecuencia, sobre todo, de las compensaciones de guerra que el país debía asumir, resultado de su derrota en la Iª Guerra mundial. 36 Heredera, por otra parte, del Imperio Ruso, un país, al fin y al cabo, con nula tradición democrática. 37 Los regímenes dictatoriales presentan distintas formas según relación gobernantes / gobernados. En los regímenes fascistas los gobernantes tiene voluntad de penetración en la sociedad y movilización de las masas de forma permanente a través de organizaciones corporativas o paramilitares, de ideología política clara, integral y movilizadora controladas por el partido. En los regímenes corporativos se tiende más bien a favorecer la desmovilización política o movilizaciones puntuales y controladas, con objetivos muy limitados. En este tipo de regímenes militares corporativos subsisten varias ideologías políticas que se mantienen como tales y dan lugar a un pluralismo ideológico limitado y aceptado por el régimen... 38 Como hemos visto, también en Grecia mantuvieron en principio relaciones amistosas con Mussolini, inspirador de los regímenes dictatoriales de toda la Europa del Sur.

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mismísimo rey Alfonso XIII. Esto, como es lógico, molestó a los militares. Una de las promesas de Primo fue, precisamente, acabar con una guerra tan impopular.

ETAPAS DE LA DICTADURA.

La primera fase de la Dictadura inmediatamente tras el golpe estuvo presidida por el Directorio Militar (1923-1925). En este periodo se adoptaron medidas contra los separatistas y nacionalistas, que amenazaban, en su opinión, la unidad de la Nación, por lo que los catalanes le retiraron su apoyo inicial, y Primo consiguió el efecto contrario: la radicalización del catalanismo con un nuevo partido, el Estat Catalá. Igualmente se le enfrentaron los nacionalistas gallegos y vascos. Como es de esperar en cualquier dictadura, siguió una política de mano dura para restablecer el orden público, prohibiendo los sindicatos y las huelgas. En el terreno político, eliminó los partidos políticos, sustituyéndolos por un partido único, la Unión Patriótica, bajo dirección de un militar, a imitación del modelo fascista impuesto por Mussolini en Italia. El restablecimiento del orden público era bien recibido por una gran parte de la población, cansada de los conflictos laborales y la incompetencia de los políticos tradicionales, enzarzados en disputas eternas. Además, el fin de la impopular guerra de África le granjeó de momento gran popularidad al dictador. Primo quiso permanecer en el poder e institucionalizar la dictadura. En diciembre de 1925 permitió la entrada de seis civiles, todos de extrema derecha, en el Directorio. En 1927 se constituyó una Asamblea Nacional Consultiva, -integrada mayoritariamente por miembros de la Unión Patriótica elegidos por sufragio restringido-, con el fin de institucionalizar la Dictadura. Pero fracasó en la redacción de una Ley Fundamental que sustituyera la Constitución, pues no fue aprobada.

FIN DE LA DICTADURA Y CAÍDA DE PRIMO DE RIVERA

Primo de Rivera consintió la actividad de algunas organizaciones políticas y cierta libertad de expresión crítica con el régimen. Con el tiempo fue creciendo la oposición a la Dictadura en diversos sectores de la sociedad española y miembros de los partidos dinásticos, tanto liberales como conservadores, buscaron el apoyo del Ejército y se produjeron algunas intentonas golpistas. Los partidos progresistas y republicanos incrementaron sus simpatizantes por el apoyo real a la dictadura, aunque no llegaron a representar una amenaza al régimen. Mientras los socialistas jugaban a la ambigüedad, la verdadera oposición se articuló en torno al Partido comunista (PCE) y las

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anarquistas CNT y FAI. Sorteando la censura, intelectuales de prestigio como Valle-Inclán, Unamuno, Blasco Ibáñez, Azorín u Ortega y Gasset no ahorraban sus críticas a la dictadura. Las protestas estudiantiles fueron acalladas con el cierre de las Universidades y la detención de los líderes de la Federación Universitaria Española, republicana. Pero la clave de la caída de Primo estará en el creciente descontento del Ejército, sobre todo los artilleros, que se opusieron a la propuesta riverista de primar los ascensos por méritos y capacidad, no antigüedad. Esos militares descontentos buscaron la mediación del Rey, que no atendió a sus peticiones, lo que motivó el republicanismo se extendiera en los cuarteles. La burguesía catalana, que respaldó el golpe de Primo con la esperanza de que restableciera el orden público y acabara con los atentados en Barcelona, pronto se vio defraudada con la prohibición del catalán, la senyera, y los nacionalismos, y se puso en su contra. Finalmente, la siempre poderosa Iglesia católica, que lo había saludado como su salvador, en el fondo no se fiaba de él, lo consideraba excesivamente laicista y poco afín a la moral católica. Por si fuera poco, la depresión mundial posterior al gran crack bursátil del 29 agravaría los endémicos problemas sociales de España. La gran crisis subsiguiente se llevó los capitales extranjeros que habían llegado atraídos por el incipiente desarrollo y estabilidad de España, los bancos perdieron reservas y la peseta se devaluó. Cerraron muchas empresas y aumentó el paro, con su secuela de pobreza y violencia. El descontento social desató nuevas huelgas. La dictadura ya no podía esgrimir sus éxitos económicos para contrarrestar la falta de libertades y garantías constitucionales. Alfonso XIII obligó a Primo a dimitir y nombró Presidente del Consejo de Ministros al general Berenguer, con la intención de volver a la Constitución de 1876 y convocar elecciones: así comenzó la llamada “Dictablanda”, que retrasará un tiempo la caída de la propia Monarquía, apoyada ya sólo por los terratenientes (= aristocracia), financieros, empresarios y católicos tradicionales. La oposición aprovechó el fin de la censura para aumentar su actividad, pero encontró el caldo de cultivo apropiado en las clases golpeadas por la crisis económica. El siguiente gobierno, del Almirante Aznar39 formó un nuevo ejecutivo y convocó elecciones municipales para el 12 de abril de 1931. El triunfo de los partidos republicanos en 41/50 capitales de provincia llevó a la proclamación –en un clima de euforia popular- el 14 de abril de la IIª República, que puso punto final a la Restauración Borbónica: Alfonso XIII tuvo que marchar al exilio.

LA GUERRA DE MARRUECOS.

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Abuelo del posterior jefe de Gobierno Jose Mª Aznar.

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Pese a sus promesas iniciales de abandonar Marruecos, pronto cambió de opinión y paralizó el Informe Picasso40, que podría haber implicado directamente al rey. En 1924 empezó a reducir tropas, pero las protestas de los militares africanistas, encabezados por Francisco Franco, le empujaron de nuevo a la ofensiva. Cuando los rebeldes rifeños atacaron la región del Protectorado francés, París requirió ayuda a Primo de Rivera, que se vio obligado a dirigir el desembarco de tropas españolas en Alhucemas (1925). El éxito de la operación, debido en parte al factor sorpresa, se saldó con la rendición de los rifeños y el fin de la guerra en 1927 y aumentó la influencia en el seno del ejercito de los “africanistas”, y unidades profesionales como la Legión y los Regulares Indígenas. Además, permitió temporalmente a Primo continuar en el poder, e institucionalizar su régimen dictatorial, que, de lo contrario, habría desaparecido antes.

CONSECUENCIAS DE LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA.

La dictadura de Primo, tuvo consecuencias decisivas en la historia posterior española. La más inmediata, la caída de la Monarquía, que la había respaldado, y el advenimiento de la IIª República. Pero si bien puede ser la más evidente, no fue la única, como vamos a ver. Con la ruptura del orden constitucional, acabó de paso con el “turnismo” de los partidos en el gobierno, que había marcado la etapa de la Restauración. Pero también provocó la crisis de los partidos monárquicos reformistas, como eran el Partido Social Popular o la Lliga regionalista. Su sistema de partido único, tomado del modelo fascista mussoliniano, con la inventada Unión Patriótica, fue el germen de los sectores vinculados al catolicismo social (Acción Nacional, CEDA). Igualmente, el modelo corporativista italiano será copiado en la Falange Española, fundada por J.Antonio Primo de Rivera, su hijo. El dictador español se apartó de Mussolini en algunos puntos, como la permisividad de un sindicalismo libre dentro de la corporación obligatoria, el derecho de huelga, el papel del Estado en las relaciones patrón / obrero (limitado) y no llegó a elaborar una ideología coherente y organizada, como aquél. La Unión Patriótica servirá de modelo político para el posterior Movimiento Nacional de Franco. Paradójicamente, pese a su carácter y tradición militar y su éxito en la guerra de África, dividió al Ejército, lo cual resultará trágicamente decisivo, pues apenas 5 años después una parte (con el experimentado ejército de África a la cabeza) se sublevará contra la República, provocando la sangrienta Guerra Civil.

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Elaborado por la comisión nombrada para investigar las causas de la derrota de Annual.

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LUCES Y SOMBRAS DE LA DICTADURA DE PRIMO.

En una primera fase (1923 – 1925), Primo, encargado de formar gobierno por el Rey, colocó en todos los cargos de la administración y el gobierno central y provinciales a militares. Después, en un intento de legitimar su régimen, incluyó civiles en un gobierno “tecnócrata”. Uno de los logros de la dictadura fue, precisamente, la política económica, gracias al Ministro Calvo Sotelo41, que se benefició de la favorable coyuntura económica internacional de los “happy twenty” para consolidar el capitalismo en España. Primo, que en este campo adoptó las sugerencias de los regeneracionistas (y como en muchos de los países en los que triunfó el fascismo) impulsó el desarrollo industrial y económico desde el aparato del Estado, (y no por la iniciativa privada), con leyes proteccionistas. La economía de este periodo se caracteriza, pues, por el intervencionismo estatal, que controlaba todos los sectores productivos. Como suelen hacer los dictadores por propaganda política y para acallar críticas, realizó fuertes inversiones en obras públicas e infraestructuras, de las que el país estaba muy necesitado: carreteras, embalses, electrificación, regadíos42, viviendas sociales, escuelas…. Para sufragar la deuda del Estado ante tamaña inversión privatizó monopolios estatales (Tabacalera, Telefónica, Loterías y CAMPSA43). Con todas estas medidas, consiguió dar un vuelco a la economía del país, deficitaria cuando llegó al poder, y que dejó con superávit. Este alentador panorama económico, que permitió modernizar el país, acompañado de ciertas ventajas sociales, le granjearon gran popularidad en los primeros años. Pero para llenar las arcas de Estado hubo de revisar el sistema fiscal y aumentó los impuestos sobre el capital y los derechos de sucesión, lo que le ganó la enemistad de las clases privilegiadas. Siguiendo, como en tantas otras cosas, el modelo fascista, creó en las empresas los “Comités Paritarios”, con representantes de patronos y obreros más un representante del gobierno, para resolver los conflictos laborales, tan numerosos y graves en los comienzos del siglo. Así se consiguió apaciguar las relaciones entre patronos y obreros. Éstos ganaron en estabilidad y mejoras salariales, y aquellos, con la ausencia de huelgas y atentados contra fábricas y empresas. No hay que olvidar que una de las justificaciones del levantamiento (y una de las razones de su popularidad) había sido restablecer el deteriorado orden público.

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Cuyo asesinato daría después excusa a la sublevación militar del 36, que provocó la guerra civil. La política hidráulica, con muchos embalses para aumentar las tierras de regadío, no sólo tenían el objetivo de crear nuevas tierras de cultivo y generar electricidad, sino también evitar el control de los terratenientes sobre el agua, un bien siempre escaso en España. 43 La venta del monopolio del Estado en el sector petrolífero será, precisamente, una de las causas de su caída, aunque tuvo la clarividencia de prever la economía futura basada en el petróleo en lugar del carbón, sector muy importante en la economía española. 42

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Entre los principales logros de la dictadura cabe destacar el progreso educativo, con la creación de 5000 escuelas y plazas docentes. El analfabetismo se redujo a < 50%. Por otra parte, la población activa deja de ser mayoritariamente agraria, bajando del 57% al 45%, entre 1920 y 1930. Como muchas dictaduras de corte “paternalista”, adoptó muchas medidas de carácter social que mejoraron realmente el nivel de vida de las clases más desfavorecidas, por ejemplo, creó un subsidio a las familias numerosas y el seguro de maternidad, aumentó las prestaciones de la recién creada Seguridad Social, e incluso impulsó el papel de la mujer, aprobándose, por vez primera, el voto femenino en la Constitución de 1929. Pero una de las bazas del dictador fue su lucha contra la corrupción y el caciquismo. La sociedad española –al igual que la griega y otras sociedades “atrasadas”- adolecía desde tiempo atrás de una corrupción endémica que lastraba la administración, y un fenómeno peculiar, el del caciquismo. El dictador se propuso acabar con ambos males para impulsar la modernización del país. Reformó la administración disolviendo los Ayuntamientos y Diputaciones, sustituyendo a los políticos de la Restauración que los ocupaban por delegados gubernativos y gestoras. Aprobó el Estatuto Municipal y Provincial, que confería cierta autonomía local, aunque con un sistema de participación electoral parcialmente corporativo, sin llegar al sufragio universal. Pero todas estas reformas no lograron erradicar el caciquismo. En el terreno laboral copió el modelo social del fascismo italiano, creando la Organización Corporativa del Trabajo, -en sustitución de los sindicatos-, como árbitro entre patronos y obreros. Pero frente a algunos de estos éxitos, no se pueden ignorar las sombras, que pronto le privaron de muchos de sus iniciales partidarios. Su mayor fracaso será en el terreno político. Al principio busca el consenso, llegando a nombrar al líder más radical del PSOE, Largo Caballero, Consejero de Estado de la Corona, e incluso negocia con un sector anarquista minoritario, la CNT. Pero, siguiendo el modelo mussoliniano, instaura un régimen de partido único (la Unión Patriótica), que no se aleja demasiado del sistema político anterior. La ausencia de proyecto político le puso en contra a la clase política tradicional, acostumbrada a ejercer el poder. Tampoco supo rentabilizar el apoyo de sus partidarios, pues, aunque su Unión Patriótica aglutinó amplios sectores populares e intelectuales, no se diferencia demasiado del sistema de la Restauración. Tampoco llevó a buen término la tan necesitaría reforma agraria, pese a su buena intención, y acabó disgustando tanto a los terratenientes como a los campesinados, que se vieron defraudados.

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En el exterior, se ganó poderosos enemigos capitalistas, con sus monopolios y sobre todo con su política energética44 . Pese a que en este periodo creció la renta nacional y la producción industrial, e hizo reformas para combatir la evasión fiscal, aumentó la deuda de la Hacienda Pública. La proposición de Calvo Sotelo de crear un impuesto único y progresivo fue rechazada por la burguesía, y no llevó a término la reforma fiscal. También se ganó la oposición de los nacionalistas, pese a que los catalanistas lo habían apoyado al principio, pues prohibió el uso público y la enseñanza del catalán y suprimió la Mancomunidad de Cataluña. También perdió el apoyo de sectores que aplaudieron el golpe, pero no la institucionalización de la dictadura, como los intelectuales y parte del ejército. Los dirigentes sindicales, temiendo perder influencia sobre la clase obrera de seguir al lado del dictador, le volvieron la espalda y volvieron a convocar huelgas. El propio Rey, que no había dudado en utilizarlo para aumentar su propio poder, intentó desmarcarse de él, celoso del creciente protagonismo del dictador. A la vista de la pérdida del favor real, Primo dimitió en enero de 1930. El “sacrificio” del dictador, no frenaría, sin embargo, su propia caída, más bien, al contrario, sin el pararrayos del dictador, la precipitó. Un error (el de apoyar la ruptura del orden constitucional y la dictadura) que los reyes de Grecia también pagarían con su trono.

BALANCE DEL PERIODO EN GRECIA. SIMILITUDES Y DIFERENCIAS.

Una diferencia sustancial entre ambos países es la tradición histórica y política que cada uno lleva a sus espaldas para entrar en el S XXI en cuanto a la formación de un Estado moderno. Mientras que España se constituye como tal a finales del S XV, Grecia ha perdido el tren, por así decirlo, de la evolución (occidental) europea durante cuatro largos y fundamentales siglos y ha debido construir un Estado de corte moderno ex novo, con todas las dificultades que eso conlleva, y que repercutirán, inevitablemente, en la vida política, económica e incluso cotidiana de los griegos. La política griega será terriblemente compleja e inestable, la monarquía no llega a cuajar entre la población como sistema viable, la economía vive constantes crisis y recesiones, llegando a la quiebra del Estado varias veces. 44

Las multinacionales del petróleo, las llamadas “Siete Hermanas” no se lo perdonarán y serán una de las causas de la caída de su Dictadura. Dichas “Siete Hermanas” (de la industria petrolera) eran las grandes compañías que controlaban el negocio, a las que acusaba de “cartelizarse”, impidiendo la libre competencia frente a otras empresas emergentes.

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La economía, en efecto, será uno de los males endémicos del Estado griego desde su creación, agravada por el caos político, y sobre todo las sucesivas guerras, que obligan a destinar gran parte del presupuesto a gastos militares y la reconstrucción del país una y otra vez. Desde sus comienzos el país depende de préstamos extranjeros, y –hasta hoy, como se está viendo- carece de una Hacienda y un sistema fiscal bien organizados y efectivos. Siempre al borde de la quiebra, la breve dictadura de Pángalos fue especialmente perjudicial para la economía. Incrementó los gastos militares y los salarios de los militares, que al fin y al cabo lo habían aupado al poder, lo que agravó el déficit de las arcas estatales la inflación y la devaluación de la moneda y en consecuencia la dependencia de créditos extranjeros. El Banco de Grecia sufría una peligrosa falta de liquidez. Los enormes recortes y medidas de austeridad, el proteccionismo pero también los monopolios adjudicados a sus partidarios, minaron su régimen. El retorno de Venizelos reparó en parte el desaguisado con una acertada política económica: bajó los impuestos, persiguió el fraude fiscal, redujo los salarios del funcionariado, frenó con mano dura las huelgas, logrando invertir el tradicional déficit. Pero la Gran Depresión mundial acabó con la efímera bonanza, dada la dependencia de la ayuda exterior. Su propio sistema financiero estaba desfasado, el comercio exterior era casi nulo, la renta per cápita, una de las más bajas de Europa, muy por debajo del IPC, y la agricultura e industria eran poco productivas e incapaces de impulsar la economía. a) Agricultura. A principios del siglo XX más de la mitad de la población activa griega se dedicaba a la agricultura, con un régimen de tenencia de la tierra minifundista, -una diferencia con España-, pero el campo griego se caracterizaba por un tremendo atraso, poca productividad y escasa modernización. Pese a las conquistas territoriales producto de la guerra, seguían faltando tierras cultivables y la variedad de cultivos era muy limitada (a los típicos mediterráneos: viñedo, olivo y cítricos, básicamente), siendo, como siempre, deficitaria en cereal. La pérdida de las fértiles llanuras minorasiáticas, aparte de herida nacional, supuso un auténtico descalabro económico y social. La necesidad de parcelas cultivables llegó a ser acuciante con la llegada masiva de refugiados45. Las propiedades abandonadas por los turcos con el intercambio de poblaciones no bastaban, y aunque se realizaron expropiaciones y obras públicas para ganar tierras de cultivo, las medidas no fueron acompañadas de créditos, así que los campesinos, ahogados ya por la alta tasa impositiva, cayeron en un endeudamiento creciente. Los escasos capitalistas concentraron muchas propiedades, cerrando el 45

2/3 fueron a parar al campo, sobre todo en Macedonia, una mínima parte a la incipiente industria, creando los barrios obreros en la periferia de Atenas y Salónica (Nueva Esmirna, Neapoli, Nueva Filadelfia, etc.).

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círculo vicioso de falta de capitalización rural, baja productividad, superpoblación, subempleo = subconsumo, bajos salarios y creciente pobreza. Venizelos desecó aguas pantanosas, extendió el regadío, y mejoró las infraestructuras para facilitar la exportación de los contados productos agrícolas: la pasa y el tabaco, traído por los refugiados. Los beneficios se invirtieron en reducir la importación de cereal e introducir cultivos nuevos46, más productivos. En 1929 creó la Αγροτική Τράπεζα, para canalizar los préstamos a los campesinos, y que no cayeran en manos de usureros. Finalmente, abordó una reforma fiscal y utilizó su prestigio en el exterior para conseguir créditos. b) Industria y comercio Uno de los escasos sectores pujantes de la economía griega era el de la navegación comercial, pero la pérdida del puerto Esmirna fue un grave contratiempo. Hubo que realizar ingentes obras de adecuación en El Pireo, con una enorme inversión. A la vez se establecen las primeras fábricas en la periferia de Atenas y Salónica, que absorben la migración del campo. Porque el país carecía casi por completo de tejido industrial. Los centros urbanos más avanzados en todos los campos -industrial, económico y cultural- (Estambul, Esmirna y Alejandría, con sus respectivos puertos) quedaron fuera del nuevo Estado griego. Hubo que buscarles “sustitutos” y en pocos años Atenas y Salónica concentraran casi toda la infraestructura industrial y de obras públicas. A partir de 1920 se inicia una tímida industrialización, pero el liberalismo económico no va parejo al político. La industria, poco competitiva en el mercado internacional, necesitaba del proteccionismo de un Estado fuerte, pero la inestabilidad de los gobiernos no lo facilitaba, lo que favorecía que no se vieran mal la implantación de regímenes dictatoriales. La falta de desarrollo industrial, la sociedad básicamente agraria, de pequeños propietarios, se traducía pues, en falta de estructuras sociales organizadas, por lo que la tarea de modernizar e industrializar la sociedad se abordó desde el propio Estado. Por otra parte necesitaban dar salida a los excedentes de población procedentes del campo y de Asia Menor. Ante la falta de iniciativa y de capital privado, en Grecia la industrialización tuvo que ser afrontada por el Estado, para lo que tuvo que recurrir a empréstitos, que en muchas ocasiones no pudo devolver, declarándose en Bancarrota47. Pese al colapso inicial de la llegada de los refugiados tras la debacle del 22, lo cierto es que aportaron a Grecia un capital considerable48, e introdujeron nuevas técnicas (p.ej., la cría del gusano de seda, la fabricación de alfombras) que impulsaron economía del país. En la siguiente década la industria textil se duplicó. 46

Cebada, maíz, avena y centeno. Por ejemplo, el déficit comercial, que en 1922 ascendía a 90 millones de francos oro, se elevó a 278 en 1923 y a 430 en 1924 durante la guerra del 22 vid. FDEZ CLEMENTE p. 59. 48 Calculado en 50 millones de libras de oro. 47

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En el 26 comenzó una grave crisis comercial; los préstamos extranjeros no llegaban, mientras la dracma estaba muy depreciada, la inflación, disparada y el Estado en bancarrota. Se adoptaron las medidas esperables (subida de impuestos, contención del gasto, austeridad en los presupuestos, etc.). Entre 1928-32 el PIB cayó significativamente, con los impuestos, la inflación y el desempleo en aumento, golpeando en especial a la clase obrera y al campesinado. Con este panorama previo, la crisis mundial del 29 afectó con mayor gravedad al país. La industria, que sobrevivía gracias al proteccionismo, no pudo aguantar la caída de precios, y el comercio se redujo. Los salarios cayeron aún más, ante la abundancia de mano de obra barata. La deuda pública, hacia 1932, se tragaba el 41% del presupuesto nacional. Sólo la navegación comercial aguantaba el tipo. c) La sociedad civil y los grupos de poder (partidos, ejército e Iglesia) A principios del XX la sociedad griega, como la española, vivía, como hemos apuntado, mayoritariamente en el campo, dedicada a una agricultura casi de subsistencia y con un índice de alfabetización muy bajo, mientras, una exigua minoría concentraba el poder político y económico. Al no haber industria no hay tampoco burguesía o clase media, ni tampoco proletariado (menos en Grecia que en España) y, consiguientemente, movimiento obrero y organización sindical. La población, apenas 2 millones a principios del S XX, se triplica en pocas décadas, pero no va acompañada del crecimiento económico necesario para cubrir sus necesidades básicas. Los refugiados causaron una autentica sacudida social, y ellos mismos sufrieron, graves problemas –no sólo económicos-, de integración social, en su nueva patria. A cambio, con el acuerdo de intercambio, basado en el criterio de la religión y no lingüístico, Grecia sufrió una casi total “helenización”, u homogeneización étnica-lingüística y sobre todo religiosa, que la mantendría a salvo de posteriores guerras étnicas en los Balcanes, hasta casi finalizado el S XX. Una diferencia sustancial con España, es la ausencia de nacionalismos y tendencias separatistas. Por el contrario, a lo largo del siglo seguirán ganando territorio. A medio plazo Grecia salió ganando con la llegada de los “jonios”, por lo general mejor cualificados en muchos campos (agricultura, industria, artesanía, académico, médico…), y, pese al colapso inicial, revitalizaron la economía de su nuevo país49, ocupando el hueco en la sociedad de las clases medias. La llegada de los refugiados provoca un rápido crecimiento de los cinturones industriales de Atenas y Salónica, que concentran casi toda la población obrera. El movimiento obrero tuvo menor impacto en Grecia que en España, aunque también sufrió huelgas, sobre todo en Salónica, donde tuvo mayor penetración el partido Comunista y el movimiento sindical50.

49 50

Los datos así lo ratifican. Remitimos al excelente trabajo de FDEZ CLEMENTE. espontáneo, pues, como dijimos, el Sindicalismo fue dirigido desde las alturas del poder.

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Una de las diferencias con España es que, como la sociedad civil estaba menos desarrollada, el modelo de fascismo que triunfó en Italia aquí fracasó. Al estar todas las actividades públicas dirigidas por el Estado, la política se convirtió en caballo de batalla por el reparto de los recursos, produciéndose una “hiperpolitización” de la vida política y social. A diferencia del de la Europa industrializada el régimen sociopolítico de la Grecia de principios del siglo XX era un régimen “burocrático (de Buró) semiparlamentario”, es decir, a falta de clases medias, la burocracia gubernamental funciona como mecanismo de movilización social. Esto explica la extensión y frecuencia de regímenes dictatoriales en todos los países atrasados (España, Grecia, Portugal, Italia, Alemania, y todos los Balcánicos), sin la resistencia de una –inexistente- clase obrera. La polarización política en Grecia llega al extremo del “cisma”, con la partición del país en dos estados paralelos. La máxima institución del Estado, la monarquía, en vez de actuar como garante y de representar la unidad nacional, contribuyó a la escisión. La “cuestión de la monarquía” se convirtió en arma arrojadiza entre los principales partidos. El Partido Comunista Griego (KKE), sin gran representación parlamentaria, cobró protagonismo bisagra, aunque a veces empeora las cosas, como cuando apoyó el Movimiento por la creación de un estado Balcánico al acabar la Iª GM, lo que esgrimen los militares para prohibirlo cuando suben al poder. El sistema de patronazgo o clientelismo, el nepotismo y la utilización de los favores como medio de ganar votos corrompen la Administración y todo el sistema, carente de estructuras organizativas sociales que pudieran limitar ese supra-poder. Parte de estos “vicios” de la política y la administración llegan hasta hoy. Otro de los “vicios” que comparten España y Grecia en aquellos momentos es el de remover a todo el funcionariado con cada cambio de gobierno, para “colocar” o promocionar a sus fieles y apartar a los opositores, con las consecuencias fáciles de colegir, además de crear una burocracia monstruosa e inoperante, a menudo “kafkiana”, que lastra el progreso e impide la modernización de la administración pública. En Grecia, como en España, los militares tienen un demasiado protagonista en la vida política. En principio apoyan posturas liberales, pero topan con modelo monárquico que tiende al absolutismo, con injerencias en el gobierno. Por eso se identifican con el fascismo italiano e intentan implantar el modelo de Mussolini, inspirador de todas las dictaduras del Sur de Europa. Conscientes de su poder en sostener o quitar gobiernos, no dudan en utilizarlo, lo que se traduce en frecuentes golpes y levantamientos. A diferencia de España, en Grecia las continuas guerras y la sensación de amenaza exterior impedían reducir su número. Hasta 1922, el ejército griego no cuestiona la supremacía civil, pero después, y ante la ineficacia del sistema de partidos, se adjudica el papel de garante y salvador de la Nación, “depurador” de los vicios de una administración civil corrupta. En24

tre 1922-27 desafiaron constantemente tanto a monárquicos como a republicanos con numerosas asonadas. Finalmente, la Iglesia Ortodoxa también disfruta de una enorme autoridad en la sociedad griega, por el prestigio ganado durante la Turcocracia. No existe en absoluto el anticlericalismo que sacudió la España de los 30, ni desamortización (aunque se le expropiaron algunos terrenos para asentar a los refugiados). La separación iglesia –Estado no es total en Grecia, y en estos años, ambos Estados eran confesionales (el uno ortodoxo, el otro católico). En España, la Iglesia católica, siempre conservadora, apoyó sin tapujos la Dictadura, primero de Primo, y luego de Franco. d) Obras Públicas A igual que España, la Grecia de comienzos de siglo carecía casi por completo de red viaria y comunicaciones, incluso ferroviaria, lo cual dificultaba el transporte y por tanto el comercio interior, así como las exportaciones vía terrestre. Por su situación geográfica en ambos extremos de Europa y además en penínsulas, secularmente habían quedado aislados del resto de Europa. Todos los gobiernos, pero especialmente las dictaduras se empeñaron en mejorar su imagen impulsando obras públicas, que de paso daban empleo a una enorme masa de trabajadores, neutralizando el descontento social, si bien los salarios eran ínfimos y las condiciones de trabajo, penosas. También los dictadores griegos cedieron a la “tentación de los embalses”: y así, se construyó la Λίµνη του Πλαστήρα, y la presa de Maratón (1931)51 para suministrar agua a Atenas, que había crecido desmesuradamente en poco tiempo. Las tierras pantanosas de Macedonia fueron drenadas.

CONCLUSION

En definitiva, en las décadas del 20-30 en España y Grecia, como en otros países del sur de Europa, se instalan dictaduras inspiradas en el modelo italiano de Mussolini. Ambos compartían características estructurales sociales, económicas y políticas, propias de países de industrialización tardía, con una sociedad básicamente agraria, sin apenas clase media. En España la soberanía es compartida entre el Rey y las cortes. En ambos países existe la monarquía como forma de Estado, aunque con numerosas fluctuaciones que desembocan en el exilio de los monarcas, restauraciones, y finalmente derrocamiento de la monarquía, aunque la República también resulta en ambos un fiasco.

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Cuya gestión se encarga a una compañía americana.

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Los partidos políticos tradicionales en España perderán pujanza y surgen nuevos partidos para responder a nuevas ideologías. En Grecia se polarizan cada vez más, sin llegar a un verdadero bipartidismo. En ambos países el ejército actúa como gendarme que regula las relaciones políticas, inclinando la balanza según sus propios intereses. Una diferencia es que el ejército griego en principio es miliciano, y después se regulariza, mientras que en España era un regular desde la llegada de los Borbones. Otra diferencia notable se da en el régimen de propiedad de la tierra: en España predomina el latifundio, en manos de la oligarquía terrateniente. En Grecia, la orografía del terreno no permite extensas propiedades, sin embargo, la tenencia de la tierra está también en manos de una minoría. Otra diferencia entre ambos es que en Grecia no existe una nobleza de cuna. En cuanto a las Instituciones, Grecia es un Estado nuevo, de reciente creación, con instituciones creadas desde el poder, no a partir de la sociedad civil. La Monarquía fue impuesta por potencias extranjeras sin arraigo entre la población y ajena a su propia historia, mientras que en España es una institución de larga tradición histórica, aunque en los años anteriores también haya pasado periodos de inestabilidad, exilios y restauraciones. En Grecia finalmente eliminan la monarquía en 1974. España, en un hecho sin parangón se re-instaura52, de nuevo por medio de una dictadura, en ambos casos, muy tardíamente respecto al resto de Europa (que elimina la mayoría de las monarquías con las dos Guerras mundiales). España mantuvo la neutralidad en ambas guerras mundiales, mientras que Grecia vivió todo el S XIX y parte del XX inmersa en continuas guerras, con un altísimo coste económico y humano, que impidieron su desarrollo. España, sufrió primero una dictadura (de Primo) de 7 años, seguida de breves gobiernos de concentración, y una larguísima dictadura, (de Franco), de casi 40, tras una guerra civil de 3 años. Grecia sufrió más golpes militares y dictaduras, pero de menor duración. Ambas instauraron entre medias sendas repúblicas, de escaso éxito temporal. El resultado, en cualquier caso, es que ambos países, cada uno en un extremo de Europa, aislados y con pésimas comunicaciones, no por contacto, sino por imitación a un modelo común y coincidencia, han tenido un historia paralela en las primeras y decisivas décadas del S XX (e incluso después), cuyas consecuencias siguen percibiéndose hoy día, traducidas en dificultades económicas, atraso en la educación e investigación respecto a los países más desarrollados.

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No se trató de una restauración, pues habría debido recaer en el heredero dinástico, D.Juan de Borbón, o en todo caso en los descendientes de su hermano mayor, Don Jaime, ni tampoco de una instauración al libre albedrio del general, que intentó conjugar su capricho con una apariencia de legitimidad dinástica.

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Barricadas en las calles de Barcelona, durante la semana trágica

Quema de conventos en la Semana trágica de Barcelona: obsérvese que hay una decena de columnas de humo

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El Directorio Militar

El Rey Alfonso XIII y Primo (en el centro) con el Directorio Civil

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El Rey Alfonso XIII con Primo de Rivera en 1930

El Rey con los militares del Directorio

Atentado fallido contra Venizelos: se pueden observar la cantidad de impactos de proyectil en su vehículo

Nikolaos Plastiras

Teodoros Pángalos

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Venizelos visita un campo de refugiados del 22.

Soldados griegos derrotados en Asia Menor en 1922

El dictador I.Μetaxás es saludado a la manera fascista por jóvenes de las Juventudes Griegas uniformados.

Metaxás con el rey Jorge II

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En casi todos los actos oficiales de su mandato incluía alguna representación imitando la Grecia Clásica, de la que su “3ª civilización” se declaraba heredera.

Metaxás supervisa los trabajos en la Presa de Maratón

Jóvenes falangistas de la EON.

Metaxás copió del fascismo italiano y alemán la parafernalia militar, y organizaba desfiles de jóvenes (escolares incluidos), uniformados y en formación militar, demostraciones folklóricas y deportivas (a la dcha., en el Estadio Καλλιµαρµαρο. Además, le gustaba darse “baños de multitudes”:

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